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“SURGIMIENTO DE UNA DICTADURA MILITAR EN UN PAÍS: CAUSAS DE SU LLEGADA AL

PODER; POLÍTICA ECONÓMICA Y SOCIAL; REPRESIÓN Y TRATAMIENTO DE LA OPOSICIÓN”

El gobierno de Velasco Alvarado, se inició con un golpe de estado el 3 de octubre de 1968, como
consecuencia del escándalo de la página 11 y el fracaso del gobierno democrático de Belaunde Terry.
Durante la gestión de la FF.AA. se realizaron diversas reformas, como la reforma agraria y la nacionalización
de empresas. Luego de conflictos internos dentro de las FF.AA. se produjo un nuevo golpe militar en 1975
dirigido por Morales Bermúdez, concluyendo el gobierno de Velasco.

CAUSAS DEL GOLPE DE 1968

Fuente B: Contreras C. y Cueto M. (2014) Historia del Perú Contemporáneo. IEP pp. 339 - 340

Durante el gobierno acciopopulista de 1963-1968, la política estatal comenzó a verse desbordada por el
movimiento social. La pérdida del control del Estado por la oligarquía, junto con la inexistencia de un liderazgo
empresarial coherente y consistente que diera rumbo económico al país y atendiera organizadamente las
demandas de los nuevos sectores medios y populares, llevó a un vacío de poder que finalmente fue copado por
las Fuerzas Armadas. De otro lado, la formación de una población marginal, postergada, y muchas veces
discriminada por el racismo y generalmente emigrada de la sociedad agraria decadente del interior, pero incapaz
de ser absorbida o de integrarse en la economía urbana, debido a su bajo nivel educativo, dio amplio espacio a
las expectativas más acentuadas del populismo.
Entre mediados de los años sesenta la población de Lima creció de dos a seis millones, generalizándose los
cinturones de miseria en sus alrededores. Otras ciudades, mayormente de la costa, como Trujillo, Chiclayo,
Chimbote, Piura e Ica, y más recientemente en la selva (Satipo, Tarapoto, Tingo María, Pucallpa), también
incrementaron su población rápidamente. El Perú iba convirtiéndose en un país urbano más que rural, gracias a
una población que se trasladaba a las ciudades en búsqueda de educación, servicios de diverso tipo y mejores
ingresos. Pero esto ocurría sin que la economía urbana creciera con el ritmo necesario para dar empleo a esta
nueva población.
A finales de los años sesenta, barriadas marginales, millares de vendedores ambulantes pululando por las calles
del centro y protestas cada vez más agresivas de los campesinos y trabajadores organizados, tocaban
cotidianamente la puerta de Palacio de Gobierno, sin que desde adentro hubiera una respuesta a la altura de
estas demandas. Hasta que un día fue un viejo tanque Sherman de la Segunda Guerra Mundial, con cañón de
75 mm el que, ya no tocó, sino que literalmente derribó las rejas del Palacio.

Fuente C: ROJAS, R. (2021). LOS AÑOS DE VELASCO (1.a ed.). IEP. p.14
(Pág. 14)
Visto en perspectiva, el golpe de Velasco parece casi la culminación natural de la acumulación de intentos de
reforma bloqueados por la resistencia de los grupos oligárquicos y de los sectores conservadores de las Fuerzas
Armadas. Los militares habían sido la roca contra la contra la que se estrellaban los esfuerzos revolucionarios y
las aspiraciones reformistas. Sin embargo, fueron esos mismos militares, dentro de los cuales se había formado
un “sector progresista”, de ideas cercanas al reformismo de la Democracia Cristiana y a Movimiento Social
Progresista, los que irrumpieron en la escena política para realizar las frustradas reformas sociales que en ese
momento contaban con consenso de la opinión pública. El sociólogo francés François Bourricaud fue uno de los
pocos que percibió que algo así podía ocurrir. Dos años antes del golpe, tras un largo trabajo de campo Puno y
otras regiones del país, había escrito que el escenario nacional estaba atravesado por una contradicción
principal: sectores sociales y políticos movilizados que demandan reformas frente a un régimen oligárquico que
no podía o no quería procesar dichas demandas. El Perú hervía de movimiento campesinos y populares –
barriales que invaden tierras y presionaban por servicios públicos, sin que los gobiernos supieran cómo atender
sus reclamos.
(Pág. 26)
¿Cómo explicar el surgimiento del reformismo militar en un país en que hasta entonces el estamento armado se
había caracterizado casi siempre por un predicamento conservador? La generación de militares que protagonizo
el golpe era muy diferente de las anteriores. En buena medida, era resultado de un amplio proceso de
profesionalización de las Fuerzas Armadas, que abarcó las escuelas de oficiales, la creación de los servicios de
inteligencia y particularmente del Centro de Altos Estudios Militares (CAEM), fundado por el general José del
Carmen Marín en la década de 1950. Esta institución, a cuyo creador se le vínculo con la fracasada revolución
aprista de 1948, supuso un cambio radical en el pensamiento militar, y tuvo una gran influencia en el surgimiento
de una corriente nacionalista-reformista entre los oficiales de Ejército, muchos de ellos provenientes de sectores
populares y de los estratos de la clase media. Con el asesoramiento de miembros de la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (Cepal) y del religioso francés y exoficial de la marina Louis-Joseph, los militares
adquirieron una formación que iba más allá de lo estrictamente castrense, que incorporó concepto y teorías
sociales modernizadoras.

Fuente D: ALVARADO V. (1968). En Actas del consejo de ministros. 3 de octubre de 1968.


https://sisbib.unmsm.edu.pe/repositorio_ACM/assets/docs/ACM_JUAN%20VELASCO%20ALVARADO_T
OMO%201.pdf FC 10/05/23

En Lima, en palacio de gobierno, siendo las 11:30 horas del día tres de octubre de mil novecientos sesentiocho,
se reunió el Consejo de Ministros, bajo la presencia del jefe de Estado Gral. De Div Juan Velasco Alvarado y con
asistencia de todos los ministros de Estado. (…)
El Señor Presidente planteó el problema referente a Brea y Pariñas, que tiene una importancia trascendental y
construir la bandera de la revolución, es imperativo optar de inmediato la política y las medidas que aseguren la
recuperación total de Brea y Pariñas incluyendo el complejo industrial.
Como medidas inmediatas, deberá adaptarse las siguientes:
- Ocupación militar de yacimientos e instalaciones.
- Asegurar el normal funcionamiento y producción del complejo industrial.
- Nombrar un interventor técnico responsable ante el Gobierno del cumplimiento de estas disposiciones,
facilitándolo para que adopte cualquier medida necesaria, incluso sanciones y multas.
El ministerio de Fomento se abocará de inmediato a preparar los documentos que permitan poner en ejecución
las medidas anteriores.
El ministerio de Guerra dispondrá lo conveniente para proceder a la ocupación militar en coordinación con
Fomento.
El Sr. Ministro de Fomento preciso que la IPC habría incumplido con el pago de impuesto y que a la fecha se
calculaba una deuda de 114 millones, por extracción de nuestra riqueza, que no se había pagado y que habría
necesidad de calcular el precio de los yacimientos e instalaciones y ver si este adeudo alcanzaba o no a la
cancelación de lo que se va a expropiar.
Luego de un cambio de ideas se llego a un acuerdo cursando el siguiente comunicado:
La Junta de Gobierno manifiesta:
1. Que el convenio y Acta de Talara lesionan los legítimos intereses del Perú, por lo tanto, son declarados
Nulos.
2. A fin de lograr la mejor solución que satisfaga plenamente a los interese del Estado y a los anhelos del
pueblo peruano, dentro de un plazo perentorio hará conocer su decisión.
3. Los funcionarios que resulten responsables de esta defraudación en agravio del país, serán sometidos a
la justicia y que siendo un problema del Ministerio de Fomento a él se le encargará este punto.

POLÍTICA ECONÓMICA Y SOCIAL

Fuente E: Contreras C. y Cueto M. (2014) Historia del Perú Contemporáneo. IEP pp.342-346
Hasta 1968 la economía peruana era básicamente de tipo primario exportador; es decir, que se hallaba
organizada principalmente en torno a la producción para la exportación de algunas materias primas (petróleo,
cobre, azúcar, harina de pescado) sobre las que el país gozaba de ventajas respecto de otros. La base industrial
y la producción para el mercado interno eran débiles y el país dependía de importaciones para la satisfacción de
las necesidades de consumo de la creciente población urbana. Aunque durante periodos anteriores se había
intentado desarrollar una política de fomento industrial, la inserción del Perú en la política conocida como
“industrialización por sustitución de importaciones” (ISI) se daría de forma nítida con el gobierno militar de 1968-
1980. El régimen reformista de los militares que acompañaron al general Velasco puede entenderse, así como
una respuesta al grado de atraso de la estructura económica del país. Esta respuesta fue tanto más autoritaria,
cuanto más retrasado estaba el organismo económico en su transición a una economía industrial y moderna y
con mejor distribución del ingreso. (…)

El programa de reformas se desarrolló básicamente durante la “primera fase” del gobierno de la Fuerza Armada:
el “septenato” 1968-1975 de Velasco Alvarado. El eje de las mismas fue intensificar el masivo traspaso de la
propiedad de los principales recursos productivos hacia el Estado, lo que dio paso a la política de las
“estatizaciones”. Los yacimientos mineros más importantes fueron expropiados, desalojándose a empresas
extranjeras que, como la Cerro de Pasco Corporation, la principal empresa privada del país, o la Marcona Mining
Company, tenían varias décadas en el país. La Cerro de Pasco producía zinc, cobre y plomo y empleaba hacia
entonces a unos 17 mil trabajadores. Cuando se trataba de empresas foráneas, los afectados podían esperar
recibir una compensación económica razonable. En cambio, si eran nacionales, los propietarios tenían que
armarse de paciencia y buen humor, que falta les iban a hacer. Algunas inversiones extranjeras no llegaron a ser
tocadas, como la de la Southern Perú Copper Corporation, que desarrolló en Toquepala, Moquegua, a unos 2800
msnm, una actividad minera gigantesca con cerca de 4 mil trabajadores. La pesca también fue expropiada al
sector privado, creándose Pescaperú. El Estado se hizo de flotas de mar y plantas de elaboración de harina de
pescado regadas por todo el litoral. También se estatizó la producción de cemento y fertilizantes, mientras que la
producción de acero ya estaba en manos del Estado desde los años cincuenta. Grandes empresas públicas
(además de las ya mencionadas) como Centromín, Siderperú, reemplazaron la acción privada, nacional o
extranjera. Esos sectores fueron estatizados bajo la idea de que se trataba de nudos “estratégicos” para el
desarrollo. Resultaban tan decisivos para ello que, se sostenía, no podían ser dejados al solo juego de la
iniciativa civil, cuyos intereses eran más limitados y de corto plazo. La zona sur de la capital vio surgir
imponentes edificios grises de concreto armado, para servir de sede a las nuevas empresas públicas y
ministerios. Sus dimensiones y fortaleza querían expresar la importancia y la fuerza de las instituciones que
cobijaban. En poco más de una década estas empresas estatales se convirtieron en ejemplos de ineficiencia y
corrupción, así como una de las principales causas del déficit fiscal. La comercialización de bienes clave para el
comercio internacional (minerales y alimentos) también fue controlada directamente por el Estado a través de
empresas creadas para el efecto (Minpeco, EPCHAP). El transporte marítimo tenía ya a la Compañía Peruana
de Vapores en manos del Estado; el transporte aéreo fue controlado por la estatal Aeroperú, que nació de otra
empresa privada expropiada. El sector de comunicaciones, así como el de energía, también dieron lugar a
empresas estatales terminadas con la palabra Perú: Entelperú y Electroperú, por ejemplo. El servicio telefónico,
que estaba en manos de un consorcio suizo, también fue estatizado por el gobierno, creándose la Compañía
Peruana de Teléfonos. La Peruvian Corporation, que administraba los principales ferrocarriles desde el inicio del
contrato Grace (1890), fue asimismo afectada, volviendo los ferrocarriles a manos del Estado. Sus colonias
agrícolas en la selva habían sido ya afectadas en los años previos. El Estado también se hizo de bancos
privados, que se sumaron a la banca estatal de fomento ya existente, aunque no llegó a expropiar el banco
privado más importante: el Banco de Crédito. Una manifestación de la drástica expansión de la actividad pública
fue el crecimiento de los ministerios de gobierno. Aparecieron así los flamantes ministerios de Pesquería,
Energía y Minas, Industria, Turismo y Construcción y Vivienda, que antes habían formado parte del ahora
desaparecido Ministerio de Fomento. El Instituto Nacional de Planificación adquirió también rango ministerial.
Todo ello dio más trabajo a los arquitectos, y alimentó el crecimiento del empleo público con otro tipo de
profesionales y personal subalterno.

Fuente F: KLAREN P. (2019) NACIÓN Y SOCIEDAD EN LA HISTORIA EN LA PERÚ. IEP. Pág. 413
La revolución «militar» de 1968

Aunque Velasco encabezó el golpe, éste fue concebido fundamentalmente por sus asociados, varios de los
cuales estaban conectados con el Servicio de Inteligencia del Ejército. El «Plan Inca», como fue denominado,
comenzó como un plan de contingencia, del tipo de los preparados, a menudo, por un estado mayor sobre la
política nacional. (Fue publicado sólo en 1974, siendo reescrito con mucho mayor detalle para rechazar las
acusaciones de la naturaleza improvisada de las reformas.) El plan fue adquiriendo cada vez más importancia
entre los conspiradores a medida que la situación política se deterioraba, en particular después de que en abril
de 1968 el Congreso acusara de corrupción al gobierno de Belaunde. En general, demandaba grandes reformas
estructurales en las áreas de industria, tenencia de la tierra, impuestos, banca y gobierno. Inicialmente, cuatro
coroneles prepararon el plan, pero el grupo finalmente incluyó a Velasco y a otros cuatro generales que
trabajaban en el máximo secreto. En los últimos días de la conspiración, los planes intelectuales y técnicos del
golpe fueron coordinados en la academia militar de Chorrillos, bajo el mando del general Edgardo Mercado
Jarrín.

Fuente G: Alvarado J. (1977). Ultima entrevista concedida a César Hildebrandt, en Caretas. Publicado por
vez primera: En revista Caretas, 3 de febrero de 1977. Lima. FC 10/05/23

General, ahora tal vez tenga usted tiempo para hacer reflexiones que antes no pudo hacer, ¿ha reflexionado
sobre el verdadero objetivo de su gobierno?

Sí, lo he hecho.

¿Cómo calificaría ahora ese objetivo?

Hacer del Perú un país independiente y cambiar las estructuras para que el Perú se desarrollara con
independencia, con soberanía. No un país vendido, de rodillas. ¿Cómo era aquí? ¡Aquí mandaba el embajador
americano! Cuando yo era presidente, el embajador tenía que pedir audiencia y yo lo manejaba a seis pasos. Yo
los fregué. Yo boté a la misión militar americana.

Aquí había 50 o 60 jefes americanos y el gobierno peruano tenía que pagarles sus sueldos, el pasaje hasta para
el gatito que traía la familia. Y formaban parte de la información para la CIA.

Nosotros no lo necesitábamos, ya habíamos crecido bastante como para no tener que consultarle todo. Aquí
nuestras escuelas de guerra son muy buenas. Nosotros les podemos dar vacantes, más bien.

Mucha gente considera que usted está lleno de rencor, ¿qué piensa de eso?

¿Rencor?, ¿contra quién? ¡Contra nadie! Yo no di ningún golpe. Yo llevé una revolución. Fue una revolución bien
planteada. Porque nosotros entramos de frente a actuar, a operar con velocidad. Nosotros hemos hecho cuántas
cosas a una velocidad espantosa. Yo sabia que en cualquier momento me botaban. Porque aquí en el Perú,
fatalmente, la oligarquía nunca muere.

¿Usted qué cree?

Bueno, al menos durante mi gobierno a la oligarquía le hemos dado forma tal que la hecho desecho. Muchos
han dicho que una de las cosas que hizo la revolución fue terminar con la oligarquía. Bueno, yo creo que no
hemos terminado con la oligarquía. Han quedado restos. Y estos restos, están creciendo otra vez. Yo tengo mi
conciencia tranquila, excepto por una cosa. Porque no terminé la obra de la revolución. No hicimos lo de la salud
y lo de la vivienda. Y no lo hicimos porque me sacaron.

Y ¿por qué cree que lo sacaron? La ambición política, la ambición del poder... Algunos sectores le reprocharon
siempre el que usted fuera amigo de los comunistas, el que fuera blando con ellos.

No sólo eso, me han dicho que oficialicé el comunismo. Y eso es una brutalidad. Eso lo dice mi amigo Frías. Eso
lo he leído en "X". ¿Por dónde voy a salir comunista? Yo he sido militar toda mi vida. Había algunos medio rojos
en el gobierno, que eran pasables. Ustedes me hubieran acusado de macartista si yo hubiera perseguido a los
comunistas. Yo mas bien he dicho que los comunistas se infiltraron. Hubo infiltración. Y sin embargo, el
guerrillero, este muchacho guerrillero, ¿cómo se llama? ¿Béjar? Béjar. Bueno, Béjar dice en su libro "La
revolución en la trampa", que no hubo infiltración comunista. ¡Cómo que no hubo infiltración comunista! Hubo
infiltración comunista en todas partes, viejo. Y en SINAMOS, donde trabajaba Béjar, hubo más infiltración que en
ninguna otra parte.

Fuente H: ALVARADO V. (1969). Mensaje a la Nación con motivo de la promulgación de la Ley de la


Reforma Agraria. 24 de junio de 1969. https://www.marxists.org/espanol/tematica/agro/peru/velasco1969.htm
FC10/05/23

Compatriotas:

Este es un día histórico. Y bien vale que todos seamos plenamente conscientes de su significado más profundo.
Hoy día el Gobierno Revolucionario ha promulgado la Ley de la Reforma Agraria, y al hacerlo ha entregado al
país el más vital instrumento de su transformación y desarrollo. La historia marcará este 24 de Junio como el
comienzo de un proceso irreversible que sentará las bases de una grandeza nacional auténtica, es decir, de una
grandeza cimentada en la justicia social y en la participación real del pueblo en la riqueza y en el destino de la
patria.

Hoy, en el Día del Indio, día del campesino, el Gobierno Revolucionario le rinde el mejor de todos los tributos al
entregar a la nación entera una ley que pondrá fin para siempre a un injusto ordenamiento social que ha
mantenido en la pobreza y en la iniquidad a los que labran una tierra siempre ajena y siempre negada a millones
de campesinos. Lejos de las palabras de vanos homenajes, el Gobierno Revolucionario concreta en un
instrumento de inapelable acción jurídica ese anhelo nacional de justicia por el que tanto se ha luchado en
nuestra Patria. De hoy en adelante, el campesino del Perú no será más el paria ni el desheredado que vivió en
la pobreza, de la cuna a la tumba, y que miró impotente un porvenir igualmente sombrío para sus hijos. A partir
de este venturoso 24 de Junio, el campesino del Perú será en verdad un ciudadano libre a quien la patria, al fin,
le reconoce el derecho a los frutos de la tierra que trabaja, y un lugar de justicia dentro de una sociedad de la
cual ya nunca más será, como hasta hoy, ciudadano disminuido, hombre para ser explotado por otro hombre.

Fuente I: Parodi, C. (2002). Perú 1960- 2000: políticas económicas y sociales en entornos cambiantes.
Lima: Centro de la Investigación de la Universidad del Pacífico. p. 125

Evaluación de la Reforma Agraria

La Reforma Agraria efectivamente desarticuló el orden oligárquico existente e intento un nuevo arreglo
institucional. Sin embargo, cabe la siguiente pregunta: ¿logró los cambios sociales que inicialmente se propuso?

En primer lugar, entre 1970 y 1976 la producción agrícola creció a una tasa anual promedio de 1.8%, mientras
que el PBI global lo hizo a una tasa de 5.1%. En 1977, la agricultura no creció y en 1978 disminuyó en 3%. En
segundo lugar, entre 1970 y 1976 la producción agrícola destinada al consumo urbano mantuvo su dinamismo
pre-reforma, pues creció 4.5% anual, pero aquella destinada a los consumidores rurales decreció en 1.1% anual
y las exportaciones agrícolas cayeron en 1.3% anual. Entonces, las tendencias previas a la reforma se
mantuvieron. Más aún, si se considera que la producción de la costa se orientaba al consumidor urbano,
mientras que la de la sierra, al consumidor rural. Los resultados mostrados demuestran que las desigualdades
regionales se acentuaron.
Parte del pobre resultado puede entenderse por la política económica global del gobierno y parte por el hecho de
que una reforma de la propiedad tomada de manera aislada no soluciona el problema agrícola. La
industrialización por sustitución de importaciones discrimina en contra del sector agrícola, pues el tipo de cambio
fijo y atrasado desincentiva las exportaciones del sector e incentiva las importaciones alimenticias. El control de
precios de los alimentos también reduce los incentivos a los productores agrícolas. Estos factores atentan contra
la inversión en el sector y sin inversión no hay crecimiento. La reforma agraria no podía contrarrestar este
conjunto de efectos negativos. A pesar de ello, la concepción de las reformas contenía muchas contradicciones.
La idea de las cooperativas intentó combinar un incentivo privado (pues los trabajadores, al ser los dueños,
actuarían como capitalistas) con valores socialistas, impuestos desde el Estado. El resultado fue un conflicto
creciente entre los trabajadores y el Estado que se manifestó en continuas huelgas y represión. Más aún, con
ellas sólo se benefició la aristocracia campesina, es decir, aquellos agricultores que se empleaban en la parte
moderna del sector; en cambio, las comunidades campesinas quedaron marginadas. Por ello, la redistribución
no resultó. Los beneficiarios no fueron los campesinos más pobres, que inclusive pasaron a ser contratados
como trabajadores eventuales por los miembros de las cooperativas, generándose así una división de clases
dentro de la clase trabajadora. La fracción de los trabajadores no beneficiados se opuso a la reforma, pues
pasaban de ser dependientes de un empresario capitalista para serlo (si es que eran contratados) de la cúpula
de las cooperativas.

Tratamiento de la oposición.

Fuente J: Zapata, A. (2016). Pensando la derecha. Lima: Editorial Planeta.


Velasco y el reformismo militar

El gobierno militar realizaba las expectativas reformistas que estaban extendidas entre la ciudadanía y que
habían quedado frustradas por una democracia impotente. Sin embargo, pocos días después, comenzando
noviembre de 1968, el gobierno de Velasco intervino por primera vez algunos medios de prensa. Fueron
clausurados los diarios Expreso y Extra, además de la revista Caretas y las radios Noticias y Continente, esta
última vinculada con el PAP. Era evidente que el gobierno militar no iba a tolerar la libertad de prensa tal como
era entendida.
Velasco distinguía entre la libertad de prensa, a la que decía respetar, de la libertad de empresa, que no
considerada esencial. Según su parecer, su gobierno defendía la verdadera libertad de prensa recortando los
derechos de los dueños de los medios. El caso es que el gobierno militar se sentía con derecho a intervenir la
prensa que juzgaba contrarrevolucionaria. Así, desde temprano, el gobierno militar dio señales inequívocas de su
orientación: reformista en los social y autoritario en lo político.

Fuente K: AGUIRRE C. y DRINOT P. (2018). La revolución peculiar: repensando el gobierno militar de


Velasco. PUCP p. 13

Los desafíos del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada (GRFA)


El GRFA no estuvo exento de limitaciones, contradicciones o retrocesos, y tuvo que enfrentarse a múltiples
grupos opositores, incluyendo los así llamados partidos tradicionales (APRA, Acción Popular y otros), algunos
sectores de las Fuerzas Armadas que no estaban de acuerdo con el camino trazado por el régimen militar y –
hasta cierto punto- el gobierno de Estados Unidos con sus intentos por evitar que el proceso peruano derivara
en una segunda Cuba. De hecho, el gobierno militar fue en ocasiones acusado de querer seguir un modelo
“comunista”. Por otro lado, el gobierno de Velasco fue también acusado de fascista por la ultraizquierda, en
particular por facciones maoístas con influencia en organizaciones campesinas, laborales y estudiantiles. Pero
hubo otros grupos políticos, sindicales, intelectuales y empresariales que apoyaron el proyecto militar y
colaboraron con él. El prosoviético Partido Comunista Peruano, el Partido Democrático Cristiano, exmiembros
del fenecido Movimiento Social Progresista, exguerrilleros, sectores progresistas de la Iglesia católica, dirigentes
sindicales y exmilitantes del APRA y otros partidos políticos aplaudieron la agenda de los militares y participaron
en su implementación o lo apoyaron desde afuera. Internamente, el régimen de Velasco también enfrento una
serie de desafíos. La junta que él presidía representaba las tres Fuerzas Armadas- el Ejército, la Fuerza Aérea y
la Marina- pero ellas no siempre marchaban al mismo compás. Como era de esperarse, los oficiales tenían
desacuerdos sobre la naturaleza, ritmo y profundidad de las reformas sociales, lo que derivó en la formación de
varios grupos o facciones dentro del gobierno y en cambios sucesivos en lo personal que reflejaban las luchas
internas. Como explica George Philip en su contribución a este volumen, los generales nacionalistas leales a
Velasco eran la minoría, lo que obligaba a que el éxito del proyecto dependiera, en gran medida, de su liderazgo
y capacidad para mantener unificadas a todas las facciones. Los sectores conservadores de las Fuerzas
Armadas se opusieron a las medidas más radicales, pero también a la incorporación al proceso de intelectuales
y militantes izquierdistas.

FUENTE L: Collier, D (1978). Barriadas y élites de Odría a Velasco. Lima: IEP. Disponible en:
http://repositorio.iep.org.pe/bitstream/IEP/267/1/urbanizacionmigracionesycambios4.pdf FC 10/05/23

El interés por el rol que la oposición política desempeña en los pueblos jóvenes (PP.JJ.) fue muy intenso. Las
personas bien informadas acerca del criterio del gobierno en las primeras etapas de la planificación de la política
de PP.JJ., expresan que hubo gran preocupación por su posible radicalización. Los intentos de los estudiantes
universitarios radicales de organizar políticamente a los PP.JJ. y el espectro de las guerrillas urbanas en otros
países latinoamericanos, otorgaban una amplia base a estos temores. Aparentemente, la preocupación por la
radicalización en los PP.JJ, fue expresada con frecuencia por los miembros de las Fuerzas Armadas que
integraban el Organismo Nacional de los Pueblos Jóvenes (ONDEPJOV, creado el 3 de diciembre de 1968)
dentro de las discusiones acerca de la política a seguir por esa organización; y tanto en ONDEPJOV como en
los mismos PP.JJ., el rol del Servicio de Inteligencia del Ejército era apreciable. Había una considerable
vigilancia de las personas extrañas que entraban a estas comunidades y, a veces, se impedía el ingreso de
personas cuya filiación política de izquierda era conocida. La sistemática organización de los PP.JJ. desde el
nivel de manzana, activamente promovida por ONDEPJOV, primero, y por el SINAMOS, después, facilitaba el
control político. El programa del SINAMOS en los PP.JJ. estaba coordinado con las Fuerzas Armadas de tal
manera que acentuaba aún más el control político. Se ha señalado ya que las Fuerzas Armadas habían tenido
una intervención directa, desde el comienzo del período de Velasco, a través de su programa de nivelación de
calles. La ley orgánica del SINAMOS reafirmó explícitamente el rol de las Fuerzas Armadas en los proyectos de
los PP.JJ.

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