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Javier Spaventa
2.1.- Zizeck dice que “todo el funcionamiento del aparato estatal chino va
en contra del viejo lema de Mao “¡Confía en el pueblo!” –se basa en la
premisa de que NO se debe confiar en la gente: la gente debe ser amada,
protegida, cuidada… pero no se debe confiar.”3
Pero no es así. Zizeck está equivocado. Supongamos que sea cierto que
todo el funcionamiento del aparato estatal chino sea como pobremente lo
describe Zizeck (o sea: que “la gente debe ser amada, protegida,
considerada” pero que en ella “no se debe confiar”), claramente es falso el
“viejo lema de Mao “¡Confía en el pueblo!”.
2.4.- Con error considera Zizeck que “A medida que se desarrolla una
epidemia mundial, ¿sabemos que los mecanismos de mercado no bastarán
para evitar el caos y el hambre? Las medidas que hoy en día nos parecen
a la mayoría como “comunistas” tendrán que ser consideradas a nivel
mundial: la coordinación de la producción y la distribución fuera de
coordenadas del mercado.”6
Con razón dice Zizeck que “debemos resistir la tentación de tratar las
actuales epidemias como algo que tiene un significado más profundo: el
cruel pero justo castigo de la humanidad por la despiadada explotación de
otras formas de vida en la tierra o lo que sea. Pero si buscamos tal mensaje
oculto, seguimos siendo premodernos: tratamos a nuestro universo como
un socio en la comunicación.”7
Así parecería que al igual que los comunistas rusos, los comunistas al
estilo de Zizeck (pensemos en Alan Badiou) solo pueden ofrecer gobiernos
autoritarios y pensamientos dogmáticos. Despotismo y dogmatismo, la
ejecución de acciones gubernamentales autoritarias y la difusión de (o la
instrucción en) creencias infundadas, son dos técnicas de la élite para la
dominación de la inmensa mayoría del pueblo. Es así de sencillo.
Es claro que Zizeck (con sus propuestas políticas) no sólo se aleja del
reino de la libertad (o sea: del reino donde la persona humana está liberada
del trabajo necesario para vivir), sino también de un reino de la necesidad
(donde impera el trabajo necesario) con una jornada de trabajo reducida.
Es que Zizeck reafirma la concepción represiva del trabajo al pronunciarse
a favor de un obrero autodisciplinado, dedicado al trabajo (lo que equivale
a una vida erótica altamente reprimida, o a una total sublimación de la líbido
en el obrar cultural o civilizatorio) o que cumple tareas que lo cansan
mortalmente en la creencia que ese esfuerzo “vale la pena”; creencia que
8
2.7.- Zizeck dice que “el coronavirus también nos obligará a reinventar el
comunismo basado en la confianza en el pueblo y en la ciencia.”12 Pero
Zizeck no bosqueja siquiera esa reinvención del comunismo en su
apresurado texto sobre la pandemia del 2020, donde (en más o en menos)
repite su doctrina política autoritaria ya expuesta cuando se ocupó de
exponer o mostrar la idea comunista (junto con otros charlistas y
escribidores de moda).
No ignoro que Zizeck aclara (cuando afirma “la necesidad urgente de una
reorganización de la economía mundial que ya no estará a merced de los
mecanismos de mercado”13) que no está “hablando aquí de un comunismo
a la vieja usanza, por supuesto, sino de algún tipo de organización mundial
que pueda controlar y regular la economía, así como limitar la soberanía de
los estados-nación cuando sea necesario. Los países pudieron hacerlo en
el pasado con el telón de fondo de la guerra, y todos nosotros nos
acercamos ahora efectivamente a un estado de guerra médica.”14
Zizeck dice: “¿En qué criterios se basarán los “tres sabios”? ¿Sacrificar
a los más débiles y a los más viejos? ¿Y esta situación no abrirá espacio
para una inmensa corrupción? ¿No indican tales procedimientos que nos
estamos preparando para promulgar la lógica más brutal de la
supervivencia del más fuerte? Así que, de nuevo, la elección final es: esto
o algún tipo de comunismo reinventado.”19
Ante ello Zizeck interroga: “Pero hay preguntas que siguen abiertas: ¿por
qué el poder estatal estaría interesado en promover tal pánico, que va
acompañado de una desconfianza en el poder estatal (“están indefensos,
no están haciendo lo suficiente…”) y que perturba la buena reproducción
del capital? ¿Realmente interesa al capital y al poder estatal provocar una
crisis económica mundial para revitalizar su reinado? ¿Son los claros
signos de que no sólo la gente común, sino también el propio poder estatal
está en pánico, plenamente consciente de no ser capaz de controlar la
situación –son realmente estos signos sólo una estratagema?”22
Por ejemplo, no hay que perder de vista a la élite del poder: a los
burócratas y a los políticos, militares, diputados, senadores y jueces que
viven de los ingresos del gobierno (de los impuestos, la deuda pública o la
emisión de la moneda). Esta élite puede tener otros intereses (diferentes y
no incompatibles) a los de la clase capitalista. La dominación de la élite
gubernamental (de la élite pública, estatal) no necesariamente es capitalista
(como la piensa Zizeck) sino que bien puede ser patrimonialista (o
patrimonial patriarcal), en el sentido de Max Weber23. Una élite de este tipo
patrimonial patriarcal bien puede “promover tal pánico”, como también
restringir las libertades y empobrecer a amplios grupos sociales, ya que una
reducción del ingreso per cápita, no necesariamente afecta el
mantenimiento de su poder político ni reduce su propio nivel de vida, sino
que (por el contrario) hasta puede favorecerlo.
2.11.- Zizeck dice: “El reto al que se enfrenta Europa es demostrar que
lo que hizo China puede hacerse de forma más transparente y
democrática”24.
Pero ¿sólo debemos aprender y seguir las reglas del lenguaje? ¿No es
acaso una posición muy conservadora afirmar que solo debemos aprender
y seguir las reglas del lenguaje? ¿No hay acaso cambios involuntarios de
esas reglas? ¿No hay acaso cambios voluntarios de esas reglas? ¿Acaso
no podemos (y hasta debemos) modificar o cambiar algunas de las reglas
del lenguaje para pensar y expresar, elaborar y comunicar, y construir otro
mundo u otras relaciones sociales, o para abrir otras posibilidades u otros
mundos posibles?
2.14.- Zizeck dice que “la premisa básica de nuestra ética social es “el
cuidado de los ancianos y los débiles”27. Aquí controvierto esa “premisa
básica”.
Así resulta que la propuesta de Zizeck (para curar a los seres humanos
de la infección del covid 19) es una política de guerra. Es un horror. Y
absolutamente ajeno, extraño, alejado, opuesto, o contrario a la doctrina de
la república democrática de la Declaración Universal de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas.
2.19.- Zizeck dice que “No puedo imaginar una mejor descripción de lo
que uno debería llamar descaradamente una vida decente no alienada” que
la descripción de “la nueva postura hacia la vida diaria que está surgiendo”
y que realiza su amigo Andreas Rosenfelder, en los siguientes términos:
Este elogio a “La idea de que uno necesita “más” parece irreal ahora”,
no es “estructurar la vida diaria de una manera estable y significativa” sino,
sólo y sencillamente, la concordancia con la ética estándar de la
dominación (en una sociedad de clases o en un modo de producción
antiguo, medieval, capitalista o de los comunistas rusos), donde el
dominado no necesita más que lo básico para reproducir su capacidad de
trabajo34. Para Zizeck más allá de la satisfacción de “lo básico como la
comida, etc., el amor de los demás y una tarea que realmente importa”, sólo
impera la irrealidad. Así resulta que para las masas, para las multitudes,
para el vulgo, deviene irreal constituirse en pueblo y tomar el poder.
Libros, Buenos Aires, 1998, pág. 77.- Recordemos que en 1924, Mussolini
y sus fascistas ya habían marchado sobre Roma y gobernaban Italia desde
octubre de 1922.
19
Y todo ejército requiere del comandante, del jefe, del caudillo, del hombre
del destino, que es el mejor de todos y cuya voluntad es la ley. El desorden
de la democracia hace necesario el liderazgo del jefe militar para imponer
el orden. Como dice Lugones: “Pacifismo, colectivismo, democracia, son
sinónimos de la misma vacante que el destino ofrece al jefe predestinado,
es decir al hombre que manda por su derecho al mejor, con o sin ley, porque
ésta, como expresión de potencia, confúndese con su voluntad.”38
Esta idea eterna del comunismo integrada por las cuatro invariantes de
la estricta justicia igualitaria, el terror disciplinario, el voluntarismo político y
la confianza en el pueblo, es la política de una tiranía (denominada
dictadura del proletariado por los comunistas rusos y sus seguidores) que
encierra a sus opositores (reales o no) en los campos de concentración, en
los campos de trabajo forzoso, en el GULAG, que tortura y asesina, que
ordena detenciones clandestinas (secuestros), que se apodera de los
bienes de la población, que impide la libre circulación, la libre asociación,
la libertad de reunión, que suprime la libertad de expresión y de prensa y
que, en definitiva y en general, empobrece al pueblo o, en el mejor de los
casos, lleva adelante un proceso acelerado de industrialización (o
modernización) con una enorme sobre explotación a los trabajadores.
idea comunista, The New York Conference (2011), Akal, Madrid, págs. 227
a 263, pág. 241.-
24
lucha por nosotros, lucha por tu verdad contra la línea del partido, pero no
lo hagas solo, fuera del partido.”65
Además (y por definición) es más que notorio que no se van a dar “formas
concretas de regulación social directa del proceso de producción”, si se
repudia la soberanía popular y en lugar de una república democrática y el
imperio de los derechos humanos (o de las “vacas sagradas liberales”) se
recomienda un gobierno de partido único bajo la conducción de un líder,
con el apoyo de grupos de choque o de combate (el pueblo movilizado).
No hay vuelta de hoja.
¿Cuáles son las tareas del gobierno revolucionario? ¿Qué debe hacer?
Hay un mandato popular que instituye un caudillo nacional. El poder radica
en la relación del pueblo con el líder. La orden popular es para que el
caudillo ejerza el poder. Se trata de un “mandato popular a favor de la
concentración y centralización del poder”79. ¿Para qué? Para llevar
adelante en lo interno una política contraria a la oligarquía y en lo externo
a favor de la liberación. Se trata de “pulverizar” al sistema político
venezolano, que es el sistema de partidos del Pacto de Puntofijo de 1958,
o que es la democracia venezolana con origen en dicho acuerdo, y a su
capacidad económica.80 Es interesante subrayar que estas propuestas de
Ceresole se han llevado a cabo durante el gobierno de Hugo Chávez y de
su sucesor Maduro. En Venezuela el gobierno bolivariano terminó de
liquidar a los partidos políticos puntofijistas, impuso un régimen
(prácticamente) de partido único, al mismo tiempo que destruyó las
empresas (de producción y comercio) a él asociadas, cuyo resultado ha
Aquí aparecen los verdaderos conflictos que hay que saber administrar.
Para Ceresole “la gobernabilidad depende de la correcta administración de
los conflictos”86. Los verdaderos conflictos se presentan en la oposición
contra la oligarquía interna y el imperialismo; aparecen cuando se ejecuta
una política independiente, una política soberana, cuando “se alimenta al
pueblo a partir de la producción propia o de la explotación de la propia
tierra”87. Los falsos conflictos están dados por la supuesta contraposición
entre democracia y dictadura. No hay participación del pueblo en la
democracia. Las alternativas no son democracia o dictadura. Se trata de
una “falsa astucia”88. En ella no hay que caer. Para Ceresole la
democratización es sencillamente la licuación, la gasificación o la anulación
del poder concentrado y centralizado del caudillo como líder de los pueblos
de nuestra América hispano y criolla89, mientras que la “participación
popular se realiza por la vía del conflicto y nunca por la vía democrática” 90.
Pero hay que administrar los conflictos. No hay que plantearlos todos a
la misma vez. Hay que buscar alianzas, y ampliar los apoyos nacionales e
internacionales.
No cabe duda que leer a Zizeck (por lo menos en los textos aquí
utilizados) es leer a un autor comunista, o de tipo comunista, o con un estilo,
maneras, formas, influencias comunistas. Tampoco cabe duda que leer a
Ceresole es leer a un autor nacionalista, de claras influencias fascistas o
nazis, antisemita o antijudío, racista, negacionista. Hay notorias diferencias.
Pertenecen a escuelas o tradiciones muy distintas. Citan a autores o
pensadores cuyas propuestas han sido opuestas o contradictorias. Pero
pese a ello hay similitudes notorias, que saltan a la simple vista, y que, hoy
por hoy, son más que inocultables, llamativas y que, sin lugar a dudas, es
nuestro deber poner en debate.
Hay que insistir en que los cargos en el gobierno no son un medio para
el enriquecimiento de quienes los ejercen. Es así de sencillo. No puede ser
de otra manera. En un gobierno democrático, sus integrantes (ya sea por
elección, por concurso, por nombramiento o por sorteo) no pueden estar
remunerados con un salario superior al mínimo, vital y móvil. 98
97 Montesquieu, Del espíritu de las leyes, Losada, Buenos Aires, 2007. Ver
en especial los capítulos II y III del Libro V y la Primera Aclaración.
Montesquieu sostiene que “En una república, la virtud es algo muy simple:
el amor a la república.” (pág. 73) y que “En una democracia, el amor a la
república es el de la democracia; el amor a la democracia es el de la
igualdad. El amor a la democracia es también el de la frugalidad.” (pág.
74).-
98 Ver Marx, La guerra civil en Francia, Editorial Progreso, Moscú, 1980,
pág. 63, donde cuenta que “Desde los miembros de la Comuna para abajo,
todos los que desempeñaban cargos públicos debían desempeñarlos con
salarios de obreros.” Y (en la pág. 66-7) agrega que el ideal burgués del
gobierno barato se alcanzaba por la destrucción del ejército permanente y
la burocracia del estado.-
99 Ver arts. 17, 21, 22, 23, 25 y cc de la Declaración Universal.-
38
tal que pueden desearlo todo, pero no pueden conseguirlo todo y, así,
siendo el deseo siempre mayor que la posibilidad de conquista, resulta el
descontento con lo que se tiene, y la escasa satisfacción por ello. De aquí
surgen los cambios de fortuna, porque los hombres desean en parte tener
más y en parte temen perder lo conquistado y, entonces, se llega a las
enemistades y a la guerra, de la que nacen la ruina de la provincia y la
exaltación de otra.” (Discursos de la primera década de Tito Livia, Losada,
Buenos Aires, 2008, Libro I, cap, XXXVII, pág. 144).-
39
En este grave error incurre Marx en La Cuestión Judía (de 1843) cuando
analiza la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la
Revolución Francesa de 1789. ¿Cómo interpreta el texto de la Declaración
o de las Declaraciones de 1789, 1793 y 1795? Marx considera que el
hombre al que alude la Declaración es el hombre egoísta de la sociedad
burguesa: los derechos humanos “no son otra cosa que los derechos del
miembro de la sociedad burguesa, es decir, del hombre egoísta, del hombre
separado del hombre y de la comunidad.”103. Aquí en este párrafo aparecen
dos ideas. La primera es la interpretación general de las Declaraciones que
sostiene, que defiende más adelante a partir de ciertos textos o artículos y
que aquí analizaremos. La segunda es que el hombre egoísta es un hombre
separado del hombre y de la comunidad. Esta segunda idea abre el camino
a un tipo de cambio político: en la sociedad burguesa el hombre es egoísta
y está separado, hay que superar esa sociedad con un hombre nuevo
solidario y en unidad con los otros hombres y su comunidad. Traducir esta
segunda idea en normas, en un régimen jurídico, ha llevado y lleva (en
general) a menoscabar la libertad y la igualdad, a restringir el derecho a la
búsqueda de la propia felicidad, a la imposición gubernamental de
estereotipos y, en definitiva, a la tiranía. Veamos la primera idea o la
interpretación de los textos.
103 Ver de Marx, La cuestión judía (de 1848) en Carlos Marx y Federico
Engels, La Sagrada Familia y otros escritos filosóficos de la primera época,
Grijalbo, 1986, págs. 16 a 44, pág. 32.-
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104 Marx, ob cit, pág. 32.- Leibniz sostiene que “Las mónadas no tienen
ventanas a través de las cuales pueda entrar o salir algo.”, en La
monadología, párrafo 7, en Leibniz, Tratados fundamentales, Losada,
Buenos Aires, 2004, pág. 66.-
105 Marx, ob cit, pág. 33.-
106 Marx, ob cit, pág. 33.-
107 Marx, ob cit, pág. 33.-
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108 Como dijo el tirano cubano Fidel Castro: “con la revolución, todo, contra
la revolución, nada”; ver sobre el tema a Guillermo Cabrera Infante, Una
película culpable (págs. 74-77) y Mordidas del caimán barbudo (págs. 78-
43
Aquí hay un conflicto entre los integrantes del mismo grupo social
dominante que integra el gobierno revolucionario (o cualquier gobierno), o
entre el grupo social dominante y otros grupos subalternos (dominados o
súbditos), o entre quienes pretenden ejercer sus derechos humanos y el
gobierno que los pretende restringir. ¿Por qué el gobierno no asegura esos
Pero claro está que el modelo o tipo ideal de un hombre nuevo no puede
ser impuesto por el grupo social dominante para eliminar otros grupos o
para favorecer su hegemonía política o social. No puede haber estereotipos
obligatorios sin que se violen los derechos humanos.
Un conocido texto del tomo III de El Capital puede servir para ilustrar
algunos aspectos de una sociedad perfecta. Marx dice: “… el reino de la
libertad sólo empieza allí donde termina el trabajo impuesto por la
necesidad y por la coacción de los fines externos; queda, pues, conforme
a la naturaleza de la cosa, más allá de la órbita de la verdadera producción
material. Así como el salvaje tiene que luchar con la naturaleza para
satisfacer sus necesidades, para encontrar el sustento de su vida y
reproducirla, el hombre civilizado tiene que hacer lo mismo, bajo todas las
formas sociales y bajo todos los posibles sistemas de producción. A medida
que se desarrolla, desarrollándose con él sus necesidades, se extienden
también las fuerzas productivas que satisfacen aquellas necesidades. La
libertad, en este terreno, sólo puede consistir en que el hombre socializado,
los productores asociados, regulen racionalmente este su intercambio de
materias con la naturaleza, lo pongan bajo su control común en vez de
dejarse dominar por él como por un poder ciego, y lo lleven a cabo con el
menor gasto posible de fuerzas y en las condiciones más adecuadas y más
dignas de su naturaleza humana. Pero, con todo ello, siempre seguirá
siendo éste un reino de la necesidad. Al otro lado de sus fronteras comienza
el despliegue de las fuerzas humanas que se considera como fin en sí, el
verdadero reino de la libertad, que sin embargo sólo puede florecer
tomando como base aquel reino de la necesidad. La condición fundamental
para ello es la reducción de la jornada de trabajo.”113
Ahora bien, Marx ubica al reino de la libertad más allá del reino de la
necesidad. En el reino de la necesidad el hombre está sometido a la
coacción de los fines externos. El hombre debe trabajar para satisfacer sus
necesidades, que son las más básicas, físicas o vitales, como las que
también le impone el grupo social dominante. La coacción de los fines
externos es el sometimiento del hombre a fines o deseos, que se le
Este análisis abre la utopía como una idea regulativa. Ahora bien,
¿cuáles son las condiciones que hacen posible que el hombre se libere del
trabajo? Indico aquí dos. Primero. Que controle la generación de sus
necesidades y deseos. Segundo. Que el hombre cuente (bajo su
dominación y a su servicio) con una clase esclava integrada por máquinas
o humanoides autónomos, autoreproducibles y dedicados a la producción
y distribución de los bienes y servicios requeridos para la satisfacción de
sus necesidades.
clase esclava. Parecería que por ahora no están dadas las condiciones.
Segundo. La clase esclava debe estar bajo el dominio del hombre y a su
servicio. Estando los hombres divididos en diferentes grupos o clases, es
posible que esos esclavos también lo estén, o que pertenezcan a distintos
grupos o clases de hombres a quienes sirvan. Estas divisiones pueden
facilitar el uso de mayores recursos para llevar adelante enfrentamientos
por el poder y la riqueza en el interior de los grupos o clases o entre ellos.
Tercero. Para que el hombre esté realmente liberado del trabajo, los
esclavos deben ser autónomos y autoreproducibles, de modo tal que el
hombre no tenga ni siquiera que ocuparse de la producción y el
mantenimiento o mejora de esos sirvientes. Cuarto. La relación del hombre
con esas máquinas o humanoides puede generar sentimientos de afecto.
A partir de estos sentimientos amorosos (o eróticos o de simpatía), se
puede pasar al reconocimiento de una personalidad o humanidad a la clase
de esclavos o hasta el deseo que se liberen de su estado de sometimiento.
Ello puede generar conflictos entre los humanos y hasta inclusive entre los
humanos y los esclavos, lo que puede tener por consecuencia la regresión
o decadencia que, a no dudarlo, es siempre una posibilidad.
Contra quienes adoptan una defensa del gobierno (o del estado), contra
las doctrinas del poder, aquí reivindicamos a los derechos humanos como
una protección de la persona humana frente a los atropellos de la
burocracia pública o privada y de los ricos.
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Contra los intelectuales del gobierno, los intelectuales del poder, contra
esos que defienden las facultades discrecionales del gobernante y que
siempre están preocupados y ocupados en incrementar las atribuciones de
los funcionarios públicos (elegidos o nombrados), aquí destaco a los
derechos humanos, en cuando son el correlato de los deberes, o de las
obligaciones, que el gobierno debe cumplir a favor de la persona.-