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COMUNISMO Y DERECHOS HUMANOS.-

Javier Spaventa

Sumario: 1.- INTRODUCCION / 2.- EL COMUNISMO DE GUERRA (O EL


GOBIERNO COMO UN EJÉRCITO EN OPERACIONES) / 3.- LA HORA
DE LA ESPADA Y EL GENDARME NECESARIO / 4.- LA NUEVA
TÉTRADA: PUEBLO, MOVIMIENTO, PARTIDO, LÍDER / 5.- CAUDILLO,
EJERCITO, PUEBLO / 6.- LA ALTERNATIVA HUMANITARIA : 6.1.- UNA
TÉTRADA JEFFERSONIANA; 6.2.- DERECHO DE RESISTENCIA; 6.3.-
GOBIERNO DEMOCRÁTICO; 6.4.- PRODUCCIÓN RACIONAL; 6.5.-
DOCTRINA JURIDICA ALTERNATIVA; 6.6.- Y PROYECCIÓN UTOPICA

1.- INTRODUCCION.- El comunismo en el siglo XX (o su teoría y su


práctica) merece (como mínimo) severas críticas. Primero: el comunismo
propuso, constituyó y defendió gobiernos autoritarios o totalitarios:
dictaduras sine dies, tiranías o despotismos orientales, con grave daño a la
condición humano ya que cometieron violaciones masivas a los derechos
personales. Segundo: el comunismo mantuvo la explotación o
sobreexplotación de los trabajadores para la producción y distribución de
bienes y servicios, máxime en aquellos países donde llevó a cabo la
modernización social y económica. Tercero: el comunismo no fue más
eficiente que el capitalismo para la producción de bienes y servicios. En
gran medida el comunismo en el siglo XX ha sido la teoría y la práctica de
una élite para la dominación de las masas (o de la mayoría del pueblo) en
los países donde accedió al gobierno.

Aquí vamos a criticar a una nueva versión de este viejo y cruel


comunismo ruso (o soviético, o de inspiración rusa o soviética, que se
desarrolló en el siglo XX tanto en Occidente como en Oriente y que hasta
se ha llamado el marxismo occidental o el marxismo oriental). Para ello
(como punto de partida) tomamos la versión que presenta Slavoj Zizeck en
Pandemia, para luego avanzar sobre su idea del comunismo. No habrá más
que un gobierno de terror; no habrá más que una élite que domina por la
fuerza o el terror; sin la más mínima esperanza o perspectiva de liberación
(política y social) para las personas explotadas, para las mayorías
populares.

No podemos ignorar las consecuencias de una dictadura, de una tiranía,


de un gobierno fuerte, de un gobierno castrense o militar. Hay
consecuencias inmediatas y mediatas. Las inmediatas son las detenciones
ilegales, las torturas, los crímenes o asesinatos de los opositores o de los
súbditos; la supresión o limitación de la libertad de reunión y asociación, de
la libertad de expresión. Las mediatas son el enriquecimiento de los
gobernantes corruptos y el empobrecimiento material y moral de la mayoría
de la población, hasta la pérdida de la condición humana.

Quienes proponen gobiernos fuertes, de tipo castrense (como los


comunistas), son partidarios del menoscabo a los derechos humanos. Es
así de sencillo. Habrá detenciones ilegales, torturas, asesinatos,
limitaciones a los derechos de reunión y de asociación, a la libertad de
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expresión. Y la élite se enriquecerá, mientras que el pueblo será


empobrecido.

No debemos prescindir del imperio de los derechos humanos, como


mínimo en su versión de la Declaración Universal de Naciones Unidas de
1948. Los comunistas se opusieron a su sanción. Fue una obra de los
ingleses, de los franceses, de los norteamericanos, vencedores en la
Segunda Guerra Mundial. De Eleonora Roosevelt, de Charles Malic, de
Rene Cassin. Fue fruto de la tradición liberal, democrática, moderna.1

No debemos prescindir de los derechos humanos en un mundo donde


hay detenciones ilegales, torturas, asesinatos políticos, golpes de estado,
dictaduras o gobiernos fuertes. Siempre debemos adoptar el punto de vista
de los derechos humanos de la Declaración Universal. Se trata del punto
de vista de la persona, del pueblo, en clara oposición al punto de vista del
gobierno.

Corrijo este breve escrito de combate durante el segundo año de la


pandemia del covid – 19, mientras que en Argentina un simpatizante del
gobierno peronista cuenta, en un programa de radio, haber sido vacunado
en las oficinas del Ministerio de Salud de la Nación, lo que descubre la
existencia de una política clandestina (ilegal y secreta) para vacunar
privilegiadamente a ciertas personas (en general integrantes del gobierno
o de la élite) cuando, al mismo tiempo, continúan las infecciones y las
muertes y faltan vacunas y no se han vacunado todavía a los médicos y al
personal o trabajadores de los sanatorios u hospitales. Esa política de
vacunación del gobierno argentino es una clara violación a los derechos
humanos reconocidos en la Declaración Universal, tales como a la igualdad
(arts. 1 y 2, 7), a la vida, la libertad y la seguridad (art. 3), a la salud y el
bienestar (art. 25). Incumplimientos graves que reafirman la necesidad de
reivindicar los derechos de la persona contra los abusos de los gobiernos.2

2.- EL COMUNISMO DE GUERRA (O EL GOBIERNO COMO UN


EJÉRCITO EN OPERACIONES).- Aunque Pandemia sea un escrito a las
apuradas y circunscripto a la aparición de la infección del covid 19, es un
buen ejemplo de una doctrina autoritaria. Para quienes como Slavoj Zizeck
defienden un gobierno fuerte, cualquier emergencia es una razón o un
motivo para imponer el despotismo, la tiranía o la dictadura. De aquí que si
bien Pandemia es un escrito de ocasión, su propuesta no queda limitada a
las circunstancias de la infección. Así Pandemia nos muestra una manera

1 Ver de Mary Ann Glendon, Un mundo nuevo, Eleanor Roosevelt y la


Declaración Universal de Derechos Humanos, FCE, México, 2011.-
2 En estos tiempos de pandemia y de abusos gubernamentales, es

oportuno (y quizás necesario) recordar a Albert Camus y a su obra a favor


de la libertad. Ver así, entre otras, El Extraño (o El Extranjero), La peste, El
Mito de Sísifo, El Hombre Rebelde, en Obras Completas, Tº 1 y 2, Aguilar,
México, 1961; tomos que leí en 1981 en vez de unos horribles tratados de
derecho durante mi primer año de la carrera de abogacía, en una Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires al
comando de los funcionarios (juristas de estado) de la dictadura militar.-
3

de pensar, una forma de encarar los problemas políticos y sociales, y una


doctrina típicamente autoritaria para todo tiempo y lugar.

2.1.- Zizeck dice que “todo el funcionamiento del aparato estatal chino va
en contra del viejo lema de Mao “¡Confía en el pueblo!” –se basa en la
premisa de que NO se debe confiar en la gente: la gente debe ser amada,
protegida, cuidada… pero no se debe confiar.”3

Pero no es así. Zizeck está equivocado. Supongamos que sea cierto que
todo el funcionamiento del aparato estatal chino sea como pobremente lo
describe Zizeck (o sea: que “la gente debe ser amada, protegida,
considerada” pero que en ella “no se debe confiar”), claramente es falso el
“viejo lema de Mao “¡Confía en el pueblo!”.

Si “¡Confía en el pueblo!” era un “viejo lema de Mao”, entonces sólo se


trata de otro recurso retórico de ese tirano, de ese déspota oriental. Es así
de sencillo. Mao fue un tirano, un déspota oriental. Esto es lo primero que
cabe y debemos observar. Y dentro de este marco se deben analizar y
evaluar sus manifestaciones como instrumentos, medios, o técnicas para
el mantenimiento de su dominación.

2.2.- Zizek denuncia algunas acciones represivas del gobierno chino y


observa que “lo más peligroso que se puede hacer hoy en día en China es
creer en la propia ideología oficial y tomarla en serio.”4 Aquí caben varias
observaciones.

Primero. Si por ideología entendemos a ideas falsas que no dan cuenta


del real estado de las cosas o de los procesos sociales sino que las ocultan
(consciente o inconscientemente por causa, motivo u ocasión de la
pertenencia a una clase social o por el cumplimiento de un rol social
determinado), es claro que la ideología oficial (la ideología de la clase
dominante) se cree (o se vive inmerso en ella) y de lo que se trata es de
criticarla para conocer (o para adquirir conocimientos) y mejorar nuestras
vidas.

Segundo. No se puede sostener o es falso afirmar que la ideología oficial


china sea el marxismo o el maoísmo, aunque en la doctrina gubernamental
haya o se puedan encontrar ideas de esos orígenes o fuentes.

Tercero. La doctrina política de Mao no es una doctrina de liberación o


que favorezca el progreso de la condición humana. Así resulta que, aunque
aceptemos que las ideas de Mao no son las ideas oficiales del régimen
chino actual (algo que puede ser cierto), que sus propuestas o métodos
sean peligrosos para el gobierno de China o para que la élite china
mantenga su dominio, ello no implica un progreso para el pueblo. Poner en
peligro a una élite desde otra o desde un grupo social que aspira a su
reemplazo (para lo cual se vale de un ideología que cuestiona su

3 Slavoj Zizeck, ¡Pandemia! El covid 19 sacude al mundo, CEOPS, 2020,


pág. 10.-
4 Zizeck, ob cit, pág. 11.-
4

dominación), no necesariamente tiene por consecuencia una mejora del


pueblo en términos de un incremento de la libertad o de la igualdad y la
fraternidad (o solidaridad), ni un aumento de la prosperidad material o
moral.

2.3.- Zizeck es partidario de una política gubernamental autoritaria.


Zizeck defiende una propuesta política tiránica. Aquí la criticamos. Es muy
lesiva. La epidemia del covid 19 es usada por Zizeck como un argumento
para justificar su propuesta (o defensa) de un gobierno autoritario. Zizeck
usa la epidemia del covid 19 para fundamentar un gobierno despótico.
Zizeck dice: “se necesita un estado fuerte en tiempos de epidemias, ya que
las medidas en gran escala deben realizarse con disciplina militar (como la
cuarentena).”5

Pero ello no es así. La epidemia del covid 19 no es una razón para


justificar acciones autoritarias (o contrarias a los derechos humanos) por
parte del gobierno. No es así. Además, en el caso de Zizeck debemos
observar que él (mucho antes de la pandemia del covid 19 del año 2020)
ha defendido políticas despóticas y claramente antiliberales o
antidemocráticas. Zizeck sostiene una doctrina política categóricamente
opuesta o contraria al régimen o a la plena vigencia de los derechos
humanos, al liberalismo o a la democracia. Zizeck cultiva una doctrina
política antiigualitaria y de mando, de élites que ordenan al pueblo laborioso
y obediente.

Para Zizeck la epidemia del covid 19 no es un dato empírico a tener en


cuenta para realizar una reconsideración, modificación o reevaluación de
una doctrina política que se afirma dogmáticamente. Autoritarismo y
dogmatismo son dos características que se complementan (en general y
en el caso de Zizeck también). Una doctrina autoritaria para todo tiempo y
lugar, para toda circunstancia, dogmática y ajena al dato empírico.

2.4.- Con error considera Zizeck que “A medida que se desarrolla una
epidemia mundial, ¿sabemos que los mecanismos de mercado no bastarán
para evitar el caos y el hambre? Las medidas que hoy en día nos parecen
a la mayoría como “comunistas” tendrán que ser consideradas a nivel
mundial: la coordinación de la producción y la distribución fuera de
coordenadas del mercado.”6

Aquí estamos en presencia de una doctrina muy lesiva para la condición


humana ya que no solo impide su progreso, su avance, sino que (además)
la degrada. A diferencia de Zizeck (en oposición a Zizeck) observo que las
medidas comunistas no son “la coordinación de la producción y la
distribución fuera de las coordenadas del mercado” sino solo una forma,
manera, tipo, clase, modalidad de la coordinación de la producción y
distribución que, a todas luces, donde se llevó a cabo (como en Rusia, en
Polonia, Checoeslovaquia, Bulgaria, Rumania, Yugoslavia, China, Angola,
Vietnam, Camboya o Cuba) tuvo consecuencias desastrosas para los seres

5 Zizeck, ob cit, pág. 11.-


6 Zizeck, ob cit, pág. 12.-
5

humanos. Insistir en medidas comunistas es promover tiranías, dictaduras,


gobiernos despóticos, autoritarios o totalitarios, el asesinato y la tortura, los
campos de concentración, los trabajos forzados, las penas crueles y
degradantes, la censura, la prohibición de asociarse y reunirse, de transitar
y la miseria material y moral.

2.5.- En general el pensamiento político autoritario, o la doctrina política


autoritaria y dogmática, se acompaña de una forma de pensar, de razonar
y de encarar y plantear y resolver los problemas (de identificarlos) opuesta
al método científico o al uso crítico de la razón. La doctrina política
autoritaria es contraria al método científico. Nuestras afirmaciones se
demuestran por medido de dos procedimientos. Primero: están implicadas
por otras afirmaciones a las que consideramos verdaderas (o se derivan de
afirmación verdaderas). O segundo: son verdaderas porque se
corresponden con los datos percibidos por nuestros sentidos. Las primeras
son afirmaciones verdaderas por definición o verdades conceptuales o
lógicas. Las segundas son afirmaciones empíricas, o verdades de hecho.
A las verdades de razón (o conceptuales) las comprobamos por una
procedimiento lógico, mientras que a las verdades de hecho las probamos
por su correspondencia con los datos percibidos. El pensamiento autoritario
(y dogmático) afirma creencias que pueden ser o no ser verdaderas pero
que (en general) no se someten a la crítica ni a su verificación conceptual
o empírica, ni menos aún a su análisis y evaluación pragmática (en el
sentido de si son o no medios adecuados para alcanzar un determinado
estado de cosas).

Con razón dice Zizeck que “debemos resistir la tentación de tratar las
actuales epidemias como algo que tiene un significado más profundo: el
cruel pero justo castigo de la humanidad por la despiadada explotación de
otras formas de vida en la tierra o lo que sea. Pero si buscamos tal mensaje
oculto, seguimos siendo premodernos: tratamos a nuestro universo como
un socio en la comunicación.”7

No debemos seguir “siendo premodernos”. Debemos eliminar nuestros


caracteres premodernos. Ahora bien, es difícil (o, mejor dicho, falso)
considerar que la doctrina política o gubernamental y la práctica de los
comunistas rusos (en el siglo XX) hayan sido modernas, cuando fueron
autoritarias y dogmáticas.

Por otro lado el mismo Zizeck incurre en este defecto de premodernidad


cuando (más adelante en esta apresurada evacuación sobre la pandemia
del covid 19 y el comunismo) dirá que “Tal vez, esto es lo más perturbador
que podemos aprender de la actual epidemia viral: cuando la naturaleza
nos ataca con virus, en cierto modo nos está enviando nuestro propio
mensaje. El mensaje es: lo que me hiciste a mí, ahora te lo estoy haciendo
a ti.”8

7 Zizeck, ob cit, pág. 13.-


8 Zizeck, ob cit, pág. 50.-
6

Así parecería que al igual que los comunistas rusos, los comunistas al
estilo de Zizeck (pensemos en Alan Badiou) solo pueden ofrecer gobiernos
autoritarios y pensamientos dogmáticos. Despotismo y dogmatismo, la
ejecución de acciones gubernamentales autoritarias y la difusión de (o la
instrucción en) creencias infundadas, son dos técnicas de la élite para la
dominación de la inmensa mayoría del pueblo. Es así de sencillo.

2.6.- Hay que insistir, es oportuno hacerlo, en criticar a la concepción


represiva del trabajo.9 ¿Por qué? Porque en general integra una doctrina
política autoritaria. Así sucede en el caso de Zizeck (cuyas ideas aquí
analizamos, como unas muletas para ir exponiendo y criticando una
concepción muy estándar del comunismo y que, por cierto, es muy lesiva
al imperio de los derechos humanos y la república democrática).

Hay que distinguir al trabajo libre del trabajo obligatorio; o al ocio (a la


ocupación voluntaria y creativa) del trabajo necesario para vivir; o al trabajo
independiente del trabajo dependiente, servil o esclavo. No son nociones
equivalentes de trabajo, aunque la élite dominante (o sus teóricos,
intelectuales, profesores o escribas) las equiparan en la concepción
represiva del trabajo, que es la doctrina de las patronales o la doctrina que
las patronales inculcan en el pueblo. Como medio de dominación, la élite
sostiene que el trabajo (sin distinción alguna) es un medio de
humanización, de dignificación (o para la doctrina social católica, de
redención ya que a través de los sufrimientos que causa el trabajo, la
persona paga el rescate debido por el pecado original, o se redime o se
acerca a la gracia de Dios), o de liberación (como dicen, con notable
perversa falsedad, los nazis en el cartel puesto en la entrada a los campos
de trabajo, de concentración o de exterminio: Arbeit Macht Frei, o el trabajo
os hará libres). Para la clase dominante, el trabajo es un deber, es una
obligación.

Zizeck (en su marxismo estándar) no supera la concepción represiva del


trabajo. Zizeck dice: “Y, por último, pero no menos importante, debemos
evitar la tentación de condenar la estricta autodisciplina y la dedicación al
trabajo y propagar la postura de “¡Tranquilo!”, Arbeit macht frei (el trabajo
te hace libre) sigue siendo el lema correcto, aunque fue brutalmente mal
utilizado por los nazis. Así que, para concluir con la pandemia en curso: sí,
hay un duro trabajo exhaustivo para muchos que se ocupan de sus efectos,
pero es un trabajo significativo para el beneficio de la comunidad, que trae
su propia satisfacción, no el estúpido esfuerzo de tener éxito en el mercado.
Cuando un médico se cansa mortalmente por trabajar horas extras, cuando
un cuidador está agotado, se cansan de una manera totalmente diferente
al agotamiento de estar obsesionado con el trajín de la carrera. Su
cansancio vale la pena.”10

9 Hago una crítica a la concepción represiva del trabajo en Javier Spaventa,


Apuntes sobre Derechos Sociales, Chilavert Artes Gráficas, Buenos Aires,
2012, párrafo 2, Critica a la doctrina social de la Iglesia; también en Javier
Spaventa, Trabajo y Comunismo (o la dictadura del proletariado y la
concepción represiva del trabajo), Buenos Aires, 2017.-
10 Zizeck, ob cit, pág. 19.-
7

Zizeck no propone una sociedad sin clases, una sociedad igualitaria. Y a


esta omisión, agrega la concepción represiva del trabajo. Una sociedad
dividida en clases, donde la clase trabajadora tiene la obligación de
trabajar. Por ese trabajo (que la élite considera “significativo”) tendrá su
“propia satisfacción”. ¿Por qué? Porque en esta concepción el deber de
trabajar se transforma en un hábito, de modo tal que su sóla ejecución
cause una sensación de agrado (que estaría dada por la satisfacción del
deber cumplido). Ese trabajo “significativo” no es el “estúpido esfuerzo de
tener éxito en el mercado”, o sea: no debe ser bien pago. El obrero, el
trabajador, la mayoría de los seres humanos que tienen que trabajar para
vivir, no tienen derecho a ganar dinero, no están para ganar dinero, para
enriquecerse con sus labores. Así resulta que el cansancio que produce
este trabajo, el cumplimiento de este deber, no “vale la pena”, ni nos “mach
frei”.

En el mejor de los casos, la idea comunista de los comunistas rusos, fue


una doctrina sobre la dictadura (sobre el gobierno tiránico) para la
modernización económica y social. Zizeck (en su concepción comunista)
no difiere de los comunistas rusos. Así resulta que en la cuestión del trabajo
no analiza ni evalúa o no plantea el problema sobre si es posible que los
seres humanos se liberen del trabajo o sobre cuáles son las condiciones
que hacen posible esa liberación.

No se trata de propagar la moral sobre la “autodisciplina” de la


“dedicación al trabajo”, o del cansancio mortal, como un medio de
liberación, sino de la liberación (supresión, limitación) del trabajo necesario
para vivir sin que por ello perdamos el nivel de vida social (o medio)
alcanzado. Para liberarnos del trabajo necesario para vivir o de las
ocupaciones a través de las cuales satisfacemos nuestras necesidades
básicas, los seres humanos deberíamos contar (bajo nuestro servicio y
dominación) con una clase esclava integrada por máquinas o humanoides
autónomos y autoproducibles y dedicados a procurarnos de todos los
bienes y servicios. Quizás todavía no estén dadas las condiciones que
hagan posible la liberación del trabajo (o, mejor dicho, liberar al ser humano
del trabajo necesario para vivir). Pero sí es posible reducir la cantidad (o el
tiempo) promedio del trabajo necesario a través de su adecuada
organización y del uso de la técnica.

Es claro que Zizeck (con sus propuestas políticas) no sólo se aleja del
reino de la libertad (o sea: del reino donde la persona humana está liberada
del trabajo necesario para vivir), sino también de un reino de la necesidad
(donde impera el trabajo necesario) con una jornada de trabajo reducida.
Es que Zizeck reafirma la concepción represiva del trabajo al pronunciarse
a favor de un obrero autodisciplinado, dedicado al trabajo (lo que equivale
a una vida erótica altamente reprimida, o a una total sublimación de la líbido
en el obrar cultural o civilizatorio) o que cumple tareas que lo cansan
mortalmente en la creencia que ese esfuerzo “vale la pena”; creencia que
8

es impuesta por la élite dominante como sustento de relaciones sociales


desigualitarias o de su monopolio de los medios de producción.11

El reino de la necesidad con jornada de trabajo reducida, nos hace


plantear la cuestión sobre el tipo o el carácter de la regulación (legal o
jurídica) del trabajo. Aquí hay dos doctrinas contrapuestas sobre el derecho
del trabajo. La doctrina iuslaboralista dominante que considera al derecho
del trabajo como una serie de protecciones (mínimas y máximas) al
trabajador, a cambio de su obediencia y operativas a la acumulación
capitalista. Y la doctrina iuslaboralista alternativa que entiende al derecho
del trabajo como una serie acumulativa de poder y bienes que la persona
obtiene como parte del proceso para superar la dominación capitalista y
también liberarse del trabajo.

2.7.- Zizeck dice que “el coronavirus también nos obligará a reinventar el
comunismo basado en la confianza en el pueblo y en la ciencia.”12 Pero
Zizeck no bosqueja siquiera esa reinvención del comunismo en su
apresurado texto sobre la pandemia del 2020, donde (en más o en menos)
repite su doctrina política autoritaria ya expuesta cuando se ocupó de
exponer o mostrar la idea comunista (junto con otros charlistas y
escribidores de moda).

No ignoro que Zizeck aclara (cuando afirma “la necesidad urgente de una
reorganización de la economía mundial que ya no estará a merced de los
mecanismos de mercado”13) que no está “hablando aquí de un comunismo
a la vieja usanza, por supuesto, sino de algún tipo de organización mundial
que pueda controlar y regular la economía, así como limitar la soberanía de
los estados-nación cuando sea necesario. Los países pudieron hacerlo en
el pasado con el telón de fondo de la guerra, y todos nosotros nos
acercamos ahora efectivamente a un estado de guerra médica.”14

Pero no es así. El comunismo de Zizeck es “a la vieja usanza”. Su


doctrina política es autoritaria y, como tal, es opuesta al régimen de los
derechos humanos y la república democrática. Tampoco ignoro que Zizeck
equipara a los comunistas con los liberales diplomados. Al respecto Zizeck
dice: “¿Si designamos como “liberales” a todos los que se preocupan por
nuestras libertades, y como “comunistas” a los que son conscientes de que
sólo podemos salvar esas libertades con cambios radicales ya que el
capitalismo global se acerca a una crisis? Entonces deberíamos decir que,
hoy en día, los que todavía se reconocen como comunistas son liberales
con un diploma – liberales que estudiaron seriamente por qué nuestros

11 Sobre una vida erótica altamente reprimida, aquí recuerdo a Herbert


Marcuse (Eros y Civilización, Planeta – De Agostini, Barcelona, 1985) que,
a pesar de sus errores o limitaciones, tiene potencia liberadora (o
progresividad) en contraposición a la ausencia de toda proyección utópica
o esperanza y a la regresividad que defienden o proponen los comunistas
o, para el caso, Zizeck.-
12 Zizeck, ob cit, pág. 26.-
13 Zizeck, ob cit, pág. 29.-
14 Zizeck, ob cit, pág. 29.-
9

valores liberales están amenazados y se dieron cuenta de que sólo un


cambio radical puede salvarlos.”15 Ni desconozco que Zizeck afirma que
“Se necesita una solidaridad total e incondicional y una respuesta
coordinada a nivel mundial, una nueva forma de los que una vez se llamó
comunismo.”

Pero aquí no vale realizar equiparaciones semánticas o atribuir a


diferentes palabras un similar significado, cuando la propuesta política
(cualquiera sea la palabra que usemos para nombrarla o identificarla) tiene
claros o inequívocos caracteres del gobierno tiránico o dictatorial, como
surge (y así lo mostraremos) de las exposiciones de Zizeck, donde no
alcanza a esbozar esa “nueva forma de lo que una vez se llamó
comunismo”.

2.8.- El comunismo que propone Zizeck para enfrentar a la pandemia es


la política de una dictadura, de un gobierno en estado de guerra (interna o
externa), en estado de emergencia o de excepción, que adopta la
organización y procedimientos militares o de un ejército en operaciones.

Zizeck dice: “el Estado debe intervenir directamente de la misma manera


que interviene en condiciones de guerra cuando se necesitan miles de
armas, y debe contar con la cooperación de otros Estados. Como en una
campaña militar, la información debe ser compartida y los planes totalmente
coordinados – ESTO es todo lo que quiero decir con “comunismo”
necesario hoy en día…”16

Un gobierno organizado en condiciones de guerra es, en principio, un


gobierno de emergencia, un gobierno de excepción, y no es un gobierno
democrático en los términos de la Declaración Universal de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas. Un gobierno “en una campaña militar”
es un ejército. La propuesta de Zizeck es la organización militar, armada,
castrense, bélica, de la sociedad y del gobierno. Con la palabra
“comunismo” alude a una forma social y de gobierno. No es una forma
democrática. No hay en ella ni libertad ni igualdad. Impera un orden vertical
(opuesto a la horizontalidad del igualitarismo democrático, acorde a la
soberanía del pueblo): el orden jerárquico, una pirámide de grados
escalafonarios. La organización militar de la sociedad y del gobierno
impone (sin lugar a dudas) una dictadura, una tiranía y hasta inclusive (en
su forma extrema) el despotismo (o el totalitarismo). Es un horror. El
concepto del comunismo castrense en el que aquí insiste Zizeck no tiene
nada de novedoso ni de fructífero para el progreso de los seres humanos.
Se trata de una vieja, equivocada (y hasta perversa) idea que ya se
encuentra en el Manifiesto Comunista, donde se propone la obligación de
trabajar y la organización de ejércitos industriales.17

15 Zizeck, ob cit, pág. 29.-


16 Zizeck, ob cit, pág. 42.-
17 Ver de Marx y Engels, Manifiesto Comunista, Alianza, Madrid, 2010,

págs. 68 y 69. Miguel Vedda aclara en defensa que “Esta propuesta


derivada de Fourier, había sido adoptada por Weitling y Dezany. El término
“ejército” (Armee) es una metáfora y estaba despojado de connotaciones
10

La organización militar se impone en todos los países bajo la dominación


comunista en el siglo XX. Al final de la guerra civil, Trostky propone la
militarización del trabajo.18 Su plan es rechazado. Pero la industrialización
de Stalin se llevará a cabo con una alta dosis de violencia física y moral, de
coacción física y moral, ejercida por la élite gobernante (el partido
comunista y sus guardianes o las fuerzas de seguridad).

2.9.- Zizeck critica el protocolo de los tres sabios que se proyecta o se


adopta en los hospitales de Gran Betraña. No importa aquí si el proyecto
existe, ni si se sancionó el protocolo de los tres sabios. Aquí me importa
mostrar la idea del comunismo que expone Zizeck y que, a todas luces, es
lesiva al género humano.

¿En qué consiste el protocolo de los tres sabios? Sería un reglamento


que determina las acciones a ejecutar ante un aumento de los pacientes en
relación a los recursos existentes para brindarles atención en los
hospitales. En estos casos un grupo de tres sabios decide sobre cómo se
deben usar los recursos escasos o a quién se debe atender y a quien no
darle asistencia.

Zizeck dice: “¿En qué criterios se basarán los “tres sabios”? ¿Sacrificar
a los más débiles y a los más viejos? ¿Y esta situación no abrirá espacio
para una inmensa corrupción? ¿No indican tales procedimientos que nos
estamos preparando para promulgar la lógica más brutal de la
supervivencia del más fuerte? Así que, de nuevo, la elección final es: esto
o algún tipo de comunismo reinventado.”19

Pero en toda organización militar (el “comunismo reinventado” de Zizeck)


la decisión es de una pequeña élite (el jefe o comandante supremo y su

militaristas en una época anterior al desarrollo del militarismo prusiano. No


es azaroso que, en El Capital, bajo condiciones históricas diversas, Marx
denuncie la imposición de una disciplina militarizada en el trabajo fabril.”
(ver El Manifiesto Comunista, Nueva traducción de Miguel Vedda,
Herramienta ediciones, Buenos Aires, 2008, pág. 51, nota 1). La defensa
de Vedda está equivocada cuando reduce las “connotaciones militaristas”
al “militarismo prusiano”, como si el militarismo fuera un invento prusiano,
o como si no hubiera habido concepciones militaristas anteriores al
prusianismo; o como si Marx y Engels no entendieran en qué consiste una
organización militar cuando, por ejemplo, Engels estuvo siempre más que
interesado por los temas militares (ver Engels, Temas Militares, Editorial
Cartago, Buenos Aires, 1974). En la familia Marx, lo llamaban “el general”
(ver de Tristram Hunt, El gentleman comunista. La vida revolucionaria de
Friedrich Engels, Anagrama, Barcelona, 2011). Sencillamente se trata de
una propuesta equivocada que ha tenido consecuencias degradantes para
la condición humana.-
18 Trotsky, Terrorismo y comunismo: réplica a Karl Kautsky, Akal, Madrid,

2009.- Ver en especial el capítulo:las cuestiones de organización del trabajo


(págs. 241 a 299).-
19 Zizeck, ob cit, pág. 43.-
11

estado mayor) a cuyos integrantes podemos equipararlos con los tres


sabios y también preguntarles por los criterios en que se basarán sus
resoluciones. ¿Acaso ustedes no piensan que en los ejércitos no hay
corrupción o que, entre la tropa, no impera “la lógica más brutal de la
supervivencia del más fuerte”?

2.10.- Giorgio Agamben es un crítico a las políticas gubernamentales


contra la infección del covid 19. Giorgio Agamben está equivocado tanto en
los datos sobre la infección como en los conceptos mal elaborados que usa
y que quitan seriedad a sus análisis o a la justificación de sus propuestas.20

Agamben sostiene que los gobiernos crean “un clima de pánico


provocando así un verdadero estado de excepción, con severa limitaciones
de movimiento y la suspensión de la vida cotidiana y las actividades
laborales para regiones enteras”21.

Ante ello Zizeck interroga: “Pero hay preguntas que siguen abiertas: ¿por
qué el poder estatal estaría interesado en promover tal pánico, que va
acompañado de una desconfianza en el poder estatal (“están indefensos,
no están haciendo lo suficiente…”) y que perturba la buena reproducción
del capital? ¿Realmente interesa al capital y al poder estatal provocar una
crisis económica mundial para revitalizar su reinado? ¿Son los claros
signos de que no sólo la gente común, sino también el propio poder estatal
está en pánico, plenamente consciente de no ser capaz de controlar la
situación –son realmente estos signos sólo una estratagema?”22

Hay más retórica en estas preguntas que el planteamiento serio de los


problemas políticos y sociales (económicos y familiares) que atañen o
afectan a los seres humanos. Aquí cabe aludir “al capital y al poder estatal”
sin distinguir entre burguesías imperiales y dependientes, o entre países
desarrollados (modernizados o industrializados) y países subdesarrollados
o entre modos de producción predominantes y subordinados, o entre clase
capitalista (o burguesa o poseedora de los medios de producción) y el
gobierno (con sus funcionarios o empleados administrativos o de
administración o gestión y sus fuerzas o tropas para la seguridad interna o
externa). En el análisis hay que poner en juego a los distintos grupos
sociales en disputa por el poder y los bienes materiales o simbólicos,
existentes en una sociedad y tiempo determinados.

Hay que poner en juego estas distinciones para la comprensión de las


acciones o relaciones políticas, sociales o económicas, tanto como para el
cabal entendimiento de las políticas públicas y sus consecuencias, como
de las acciones populares de resistencia para su anulación o reversión.

20 Ver Giorgio Agamben, La epidemia como política, Adriana Hidalgo,


Buenos Aires, 2020.- Aquí recopila algunos de los artículos que publicó en
Quodlibet desde febrero de 2020 sobre la pandemia del covid – 19.-
21 Zizeck, ob cit, pág. 46.-
22 Zizeck, ob cit, pág. 47.-
12

Por ejemplo, no hay que perder de vista a la élite del poder: a los
burócratas y a los políticos, militares, diputados, senadores y jueces que
viven de los ingresos del gobierno (de los impuestos, la deuda pública o la
emisión de la moneda). Esta élite puede tener otros intereses (diferentes y
no incompatibles) a los de la clase capitalista. La dominación de la élite
gubernamental (de la élite pública, estatal) no necesariamente es capitalista
(como la piensa Zizeck) sino que bien puede ser patrimonialista (o
patrimonial patriarcal), en el sentido de Max Weber23. Una élite de este tipo
patrimonial patriarcal bien puede “promover tal pánico”, como también
restringir las libertades y empobrecer a amplios grupos sociales, ya que una
reducción del ingreso per cápita, no necesariamente afecta el
mantenimiento de su poder político ni reduce su propio nivel de vida, sino
que (por el contrario) hasta puede favorecerlo.

2.11.- Zizeck dice: “El reto al que se enfrenta Europa es demostrar que
lo que hizo China puede hacerse de forma más transparente y
democrática”24.

Pero no es así. Zizeck se equivoca. Aquí se presentan los siguientes


errores.

Primero. Una forma de gobierno (o de gobernar) más transparente y


democrática “que la existente en China” no necesariamenre resulta
compatible con la plena vigencia de los derechos humanos y la república
democrática. Si partimos del régimen político y social de China (en 2020),
más transparencia y democracia, si bien será beneficioso, claro está que
no resultará suficiente si se trata de poner en vigencia el régimen de los
derechos humanos y la república democrática.

Segundo. Si con una “forma más transparente y democrática” que la


China actual de 2020, aludimos a una manera de actuar política claramente
compatible con la plena vigencia de los derechos humanos y la república
democrática, entonces aquí Zizeck contradice su propuesta de un gobierno
castrense, militarizado, u organizado y actuando como un ejército en
operaciones (o en guerra). El régimen de derechos humanos y su forma de
gobierno, la república democrática, son absolutamente incompatibles con
una organización militar de los poderes públicos. Es así de sencillo.

2.12.- Zizeck transcribe la siguiente comunicación de Benjamin Bratton


(en apoyo de su posición): “China introdujo medidas que son poco
probables que Europa occidental y los Estados Unidos toleren, tal vez en
su propio perjuicio. Dicho sin rodeos, es un error interpretar reflexivamente

23 Ver Max Weber, Economía y sociedad, FCE, México, 1997, Segunda


Parte (La economía y los órdenes y poderes sociales), capítulo IX
(Sociología de la dominación), párrafo IV (Dominación patriarcal y
patrimonial), pág. 753 y ss.- La dominación patriarcal y patrimonial o
patrimonial patriarcal (como la expone Weber) es una dominación opuesta
al régimen de derechos humanos y a la república democrática de la
Declaración Universal.-
24 Zizeck, ob cit, pág. 47.-
13

todas las formas de detección y modelización como “vigilancia” y la


gobernabilidad activa como “control social”. Necesitamos un vocabulario de
intervención diferente y más matizado.”25

Zizeck es un intelectual popular, de fama mundial, de intervenciones


públicas, que alcanzan una amplia difusión por medio de libros y artículos
en revistas y diarios que se venden en muchos países del mundo o a través
de audiovisuales que se emiten por canales de televisión. Como intelectual
popular tiene una imagen que cuida o cultiva. Ha desarrollado una identidad
operativa a los llamados medios masivos de comunicación social que
propagan un conocimiento y sensibilidad (afectiva o moral) acorde a la
acumulación capitalista. Quizás por este rol social que cumple (que, a todas
luces, no es el de un intelectual de la resistencia), es que tenga (en algunas
ocasiones) un juicio limitado a las presentaciones, a las apariencias, al
envoltorio con el que debemos cubrir las reales políticas del gobierno. Así
resulta que a las acciones de vigilancia y de control social, las debemos
presentar (o hacer aparecer) ante la opinión pública (ante las masas, el
pueblo, las multitudes, el vulgo), con “un vocabulario de intervención
diferentes y más matizado.”26

Pero no es solo una cuestión o un problema de vocabulario. La política


(como cuestión social), la evaluación de las políticas públicas, la forma en
que se deciden y llevan a cabo las acciones gubernamentales, como el
modo en que se producen y distribuyen los bienes y servicios son temas
que exceden holgadamente la cuestión de la presentación o difusión de la
actividad del gobierno ante la opinión pública. Así resulta que no estamos
ante un problema de nombres o ante la necesidad de renombrar a la
vigilancia y al control social que ejerce el gobierno con otras palabras que
oculten este actuar o que lo hagan aparecer (en determinadas sociedades)
más compatible con los gustos o valores, los conocimientos o
sensibilidades, de la opinión pública, sino que estamos ante cuestiones que
hacen a la plena vigencia de los derechos humanos y la república
democrática o, para el caso concreto, ante la cuestión de si la vigilancia o
el control social del gobierno es o no es compatible con la Declaración
Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

25Zizeck, ob cit, pág. 47.-


26 Ver entre otros: 1.- Jean Marie Domenach, La propaganda política,
Eudeba, Buenos Aires, 2005; 2.- Max Horkheimer, Theodor W. Adorno,
Sociológica I, Excurso sociológico, Editora Nacional, Madrid, 2002, capítulo
5, La Masa; 3.- Roul Frary, Manual del demagogo, Ed. Sequitur, Madrid,
2016; 4.- Gustave Le Bon, Psicología de las multitudes, Madrid, Daniel
Jorro Editor, 1911; 5.- Gustave Le Bon, La psicología política y la defensa
social, Librería Gutenberg de José Ruiz, Madrid, 1912; 6.- Gustave Le Bon,
Leyes psicológicas de la evolución de los pueblos, Madrid, Daniel Jorro
Editor, 1912; 7.- Sigmund Freud, Psicología de las masas y análisis del “yo”,
en Obras Completas, Tº III, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973, págs. 2563 a
2610; 8.- Wilhelm Reich, Psicología de masas del fascismo, Editora Latina,
Buenos Aires, 1972; 8.- Edward Bernays, Propaganda, Libros del Zorzal,
Buenos Aires, 2016; 9.- George Orwell, 1984, Lumen, Buenos Aires, 2004.-
14

2.13.- No es errado afirmar que toda doctrina política autoritaria, que


propone la tiranía o la dictadura o que recomienda una forma de gobernar
despótica, se integra en un pensamiento conservador o de derecha,
tradicionalista, regresivo y no progresivo, que busca el sentido en el origen
y no en la acción encaminada a la construcción, que rechaza la innovación,
que rehúye del cambio, que se reafirma en la repetición.

Zizeck dice: “en la medida en que el medio del espíritu es el lenguaje, no


debemos olvidar que, en su nivel más elemental, el lenguaje es también
algo mecánico, una cuestión de reglas que debemos aprender y seguir.”
(49)

Pero ¿sólo debemos aprender y seguir las reglas del lenguaje? ¿No es
acaso una posición muy conservadora afirmar que solo debemos aprender
y seguir las reglas del lenguaje? ¿No hay acaso cambios involuntarios de
esas reglas? ¿No hay acaso cambios voluntarios de esas reglas? ¿Acaso
no podemos (y hasta debemos) modificar o cambiar algunas de las reglas
del lenguaje para pensar y expresar, elaborar y comunicar, y construir otro
mundo u otras relaciones sociales, o para abrir otras posibilidades u otros
mundos posibles?

2.14.- Zizeck dice que “la premisa básica de nuestra ética social es “el
cuidado de los ancianos y los débiles”27. Aquí controvierto esa “premisa
básica”.

La “premisa básica de nuestra ética social” debería ser la liberación de


la persona humana del temor y la miseria (conforme lo exige la Declaración
Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas), lo que requiere
la plena vigencia de los derechos humanos y la república democrática.

Hay una gran diferencia entre la propuesta de Zizeck y el programa de


la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas. No
hay que desconocer que el cuidado de los ancianos y de los débiles, que
la protección es un recurso típico de la dominación política. El gobierno, el
jefe, el caudillo, el líder, el patriarca, cuida o protege al débil a cambio de
obediencia. Se protege a cambio de obediencia. Mientras que el programa
de la Declaración Universal (cuyos derechos reconocidos son operativos)
es absolutamente distinto al de Zizeck. En la Declaración Universal se trata
que la persona se libere del temor y la miseria. Se aspira a que la persona
esté liberada, sea libre, que no padezca las arbitrariedades del gobierno, ni
que no pueda satisfacer sus necesidades. Sin temor ni sin miseria y por el
solo hecho de ser una persona humana y no por obedecer a tal o cual
gobernante. En la Declaración Universal no hay protección a cambio de
obediencia, sino la liberación del ser humano en cuanto tal.

2.15.- Zizeck propone políticas autoritarias. Por ejemplo: “Digamos que


cuando las autoridades se enteran de que una empresa tiene millones de
máscaras, esperando el momento adecuado para venderlas, no debería

27 Zizeck, ob cit, pág. 53.-


15

haber negociaciones con la empresa –las máscaras deberían ser


simplemente requisadas.”28

Pero con la requisa, los problemas no se acaban. Supongamos que el


gobierno logra requisar las máscaras. La empresa ¿va a poder continuar
con la fabricación de las máscaras? La empresa ¿va a estar en condiciones
de reponer las máscaras ya usadas y descartadas? Quizás lo más probable
sea que con la requisa se destruya la empresa y no se produzcan más
máscaras o las cantidades de máscaras requeridas. Quizás la política más
importante a ejecutar (dentro del marco del ejemplo que nos ocupa) sea la
que favorezca la producción de las máscaras. Para los populistas y
pseudoprogresistas (o charlistas al estilo de Zizeck) hay una notoria
tendencia a considerar que los problemas de los faltantes sociales se
cubren con la redistribución de los bienes y servicios (o con políticas
represivas del gobierno), sin atender a que la política adecuada consiste en
incrementar la producción de los bienes y servicios, realizando una
distribución igualitaria y no discriminadora, bajo el control y la dirección
popular, democrática y no burocrática (ni elitista).

La requisa es una típica medida de un ejército en operaciones. Puede


ser útil para abastecer a la tropa. Es una medida de urgencia, de necesidad,
para cubrir requerimientos en el avance o en la retirada, en el ataque o en
la defensa. Los daños que la requisa causa pueden importar poco si la
misma se hace en bienes del enemigo. Si la requisa se hace en bienes
propios, los perjuicios se soportan en la creencia que se realizan para evitar
males mayores o con la esperanza de que serán soportados por el enemigo
luego de alcanzar la victoria (o de obtener su rendición, ya que los gastos
de la guerra se trata que los pague el derrotado).

Hay que distinguir los diferentes tipos de emergencias o casos


excepcionales, para determinar las medidas o acciones políticas (o
sociales) para hacerles frente. Una guerra (interna o externa) no es lo
mismo que una pandemia, aunque ambos puedan ser considerados casos
extraordinarios. La falta de distinciones, el análisis general, apresurado, o
torpe, es un claro defecto en el que incurren Agamben, Zizeck y estos
protagonistas de la filosofía vulgar, o de la filosofía del entretenimiento, o
de los medios masivos de comunicación, que propagaban ideas y
propuestas equivocadas o lesivas a la condición de la persona humana.

Para la doctrina democrática, la emergencia nunca justifica la supresión


o limitación de los derechos humanos, sino, por el contrario, impone al
gobierno un mayor esfuerzo para cumplir y hacer cumplir, para respetar y
hacer respetar los derechos personales, civiles, sociales, económicos,
culturales. Y así el tipo de emergencia junto a los recursos disponibles,
determinarán el mayor esfuerzo que deberá ejecutar el gobierno para
asegurar y promover el pleno goce y ejercicio de los derechos humanos.

2.16.- Sobre su recomendación, Zizeck dice que “No es una visión


comunista utópica, es un comunismo impuesto por las necesidades de la

28 Zizeck, ob cit, pag. 55.-


16

mera supervivencia. Es, por desgracia, una versión de lo que en la Unión


Soviética en 1918 se llamó “comunismo de guerra”.29

Así resulta que la propuesta de Zizeck (para curar a los seres humanos
de la infección del covid 19) es una política de guerra. Es un horror. Y
absolutamente ajeno, extraño, alejado, opuesto, o contrario a la doctrina de
la república democrática de la Declaración Universal de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas.

2.17.- No hay que confundir las políticas de intervención del gobierno en


la producción y distribución de bienes y servicios, con políticas que
favorecen a los trabajadores y a los pobres en general, o con políticas que
incrementan el poder y la riqueza de las clases sociales postergadas,
explotadas o empobrecidas. Zizeck incurre en estas confusiones, aunque
denomine a las políticas intervencionistas con la palabra “comunismo”.
Veamos.

Zizeck dice: “Aquí es donde entra en juego mi noción de “comunismo”,


no como un oscuro sueño sino simplemente como un nombre para lo que
ya está sucediendo (o al menos percibido por muchos como una
necesidad), medidas que ya están siendo consideradas e incluso
parcialmente aplicadas. No es una visión de un futuro brillante sino más
bien de un “comunismo de desastre” como un antídoto del capitalismo de
desastre. El Estado no sólo debe asumir un papel mucho más activo,
organizando la producción de cosas que se necesitan urgentemente como
máscaras, equipos de prueba y respiradores, secuestrando hoteles y otros
centros turísticos, garantizando el mínimo de supervivencia de todos los
nuevos desempleados, y así sucesivamente, haciendo todo esto
abandonando los mecanismos de mercado.”30

No hay que confundir a la mejora de las clases postergadas con la


intervención del gobierno en una economía capitalista. Hasta aquí Zizeck
hace planteos ajenos a la lucha de clases. No usa la noción de lucha de
clases, que es básica para comprender a la sociedad moderna (como a la
sociedad de la república romana) y para proyectar cualquier política
realmente de incremento del poder político y de la riqueza de los
trabajadores (y no de estado de bienestar, o de socialismo real o
comunismo ruso o soviético). En una sociedad capitalista la intervención
del gobierno en la producción y distribución de bienes y servicios, tiene por
objeto o por resultado la reproducción del régimen de explotación, la
defensa de los grandes capitalista (de los grandes bancos y empresas
industriales y de servicios) y de la burocracia pública, en detrimento de las
clases medias y bajas.

En una sociedad capitalista la intervención del gobierno en la producción


y distribución de bienes y servicios es operativa a la acumulación de la
riqueza de la élite dominante (o poseedora de los medios de producción),
o no resulta favorable al obrero, operario, trabajador, empleado

29 Zizeck, ob cit, pág. 56.-


30 Zizeck, ob cit, págs. 62 y 63.-
17

(desposeído de esos medios y cuya vida depende de la venta de su fuerza


de trabajo). Es así de sencillo. Por ello aquí se impone introducir la cuestión
de quién gobierna y de cuál es el modo de producción predominante. ¿Para
qué? Para subrayar que ni siquiera con la estatización o nacionalización de
las grandes empresas (como lo han propuesto los comunistas, los
socialistas e insisten actualmente los demagogos populistas),
necesariamente se incrementa ni el poder ni el bienestar material de los
trabajadores de esas compañías ni de las clases bajas o empobrecidas (o
excluidas de los beneficios de la buena vida). Es que, sin lugar a dudas, se
requiere de un real control social de la producción y de la distribución de
los bienes y servicios de parte de los trabajadores y consumidores, que
devenidos en ciudadanos activos hagan imposible el dominio de grupos
sociales minoritarios o de élites burocráticos.

2.18.- La doctrina política autoritaria (o conservadora o de derechas)


defiende la unidad y se opone a la variedad (o a la diversidad): una nación,
un pueblo, una historia, un destino, un partido (y sin siquiera facciones
internas), un líder, una ética, una estética. La unidad. La máxima
uniformidad o unidimensionalidad para lo cual se impone reprimir (suprimir,
aniquilar) lo diverso, la diferente, lo heterogéneo.

Zizeck dice: “es a través del esfuerzo por salvar a la humanidad de la


autodestrucción que estamos creando una nueva humanidad. Sólo a través
de esta amenaza mortal podemos imaginar una humanidad unificada.” 31

El concepto de “humanidad unificada”, de unidad, puede ser altamente


represivo, máxime cuando al gobierno se lo piensa como un ejército en
campaña, o cuando las políticas públicas deben ser las del comunismo de
guerra. La noción de “humanidad unificada”, de unidad, debe ser criticado
para subrayar (e insistir) en que cualquier unidad social debe ser mínima,
de forma tal que acepte (o sea compatible con las más diversas
asociaciones y planes de vida. Se trata de una unidad con diversidades,
con variedades, que cobija, facilita o promueve las diferencias, la
heterogeneidad y no la homogeneidad, ni la identidad impuesta por el
gobierno o por las grandes empresas, ni la uniformidad (o ni la
unidimensionalidad) natural, física o racial, ni cultural (emocional,
conceptual, o de instrumentos o técnicas).32

2.19.- Zizeck dice que “No puedo imaginar una mejor descripción de lo
que uno debería llamar descaradamente una vida decente no alienada” que
la descripción de “la nueva postura hacia la vida diaria que está surgiendo”
y que realiza su amigo Andreas Rosenfelder, en los siguientes términos:

31 Zizeck, ob cit, pág. 64.-


32 Ver entre otros: 1.- John Stuart Mill, Sobre la libertad, Ediciones Orbis SA
(o John Stuart Mill, On Liberty an others essays, Oxford University Press,
New York, 1998); 2.- John Stuart Mill, Autobiografía, Alianza, Madrid); 3.-
Herbert Marcuse, El hombre unidimensional, Planeta – De Agostini,
Barcelona, 1985; 4.- Erich Fromm, El miedo a la libertad, Paidos, Buenos
Aires, 2003; 5.- Carlos Sánchez Viamonte, El problema contemporáneo de
la libertad, Editorial Kapeluz, Buenos Aires, 1945.-
18

“Realmente puedo sentir algo heroico en esa nueva ética, también en el


periodismo – todo el mundo trabaja día y noche desde la oficina en casa,
haciendo videoconferencias y cuidando de los niños o escolarizándolos al
mismo tiempo, pero nadie pregunta por qué lo hace, porque ya no es más
“me dan dinero y puedo ir de vacaciones, etc.”, ya que nadie sabe si volverá
a haber vacaciones y si habrá dinero. Es la idea de un mundo en el que
tienes un piso, lo básico como la comida, etc., el amor de los demás y una
tarea que realmente importa, ahora más que nunca. La idea de que uno
necesita “más” parece irreal ahora.”33

Este elogio a “La idea de que uno necesita “más” parece irreal ahora”,
no es “estructurar la vida diaria de una manera estable y significativa” sino,
sólo y sencillamente, la concordancia con la ética estándar de la
dominación (en una sociedad de clases o en un modo de producción
antiguo, medieval, capitalista o de los comunistas rusos), donde el
dominado no necesita más que lo básico para reproducir su capacidad de
trabajo34. Para Zizeck más allá de la satisfacción de “lo básico como la
comida, etc., el amor de los demás y una tarea que realmente importa”, sólo
impera la irrealidad. Así resulta que para las masas, para las multitudes,
para el vulgo, deviene irreal constituirse en pueblo y tomar el poder.

El gobierno es un ejército en campaña y como tal está bajo las órdenes


del comandante supremo y su estado mayor (que hasta puede contar con
un consejo asesor de intelectuales o académicos), de modo tal que es
impensable (absolutamente irreal) que el poder sea ejercido por el pueblo
o que la deliberación, decisión y ejecución política sea popular. No hay
democracia ni hay igualdad ni política ni social, sino, solo y exclusivamente,
una dictadura, una tiranía o (en su caso extremo) un despotismo (un
gobierno totalitario).

3.- LA HORA DE LA ESPADA Y EL GENDARME NECESARIO.- Ante


la pandemia del covid 19 Zizeck lanza su propuesta de un gobierno
castrense. Estoy en Argentina, en Sudamerica. Desde aquí señalo que el
llamamiento de Zizeck a un gobierno fuerte, a un comunismo de guerra, a
un ejército en operaciones, es la dictadura militar. Como Leopoldo Lugones
en 1924 desde Lima, Zizeck en 2020 desde Eslovenia, señala “la hora de
la espada”.

Para Lugones al festejar el centenario de la batalla de Ayacucho “Ha


sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada.”35 Para
Lugones las alternativas son más que claras. La fuerza de las espadas

33 Zizeck, ob cit, pág. 70.-


34 Ver Marx y Engels, El Manifiesto Comunista (Alianza, Madrid, 2010)
donde sostienen que “El precio medio del trabajo asalariado es el mínimo
del salario, esto es, la suma de los medios de subsistencia necesarios para
mantener con vida al trabajador como trabajador.” (págs. 60 y 61).-
35 Leopoldo Lugones, La hora de la espada y otros escritos políticos, Perfil

Libros, Buenos Aires, 1998, pág. 77.- Recordemos que en 1924, Mussolini
y sus fascistas ya habían marchado sobre Roma y gobernaban Italia desde
octubre de 1922.
19

impuso nuestra voluntad en Ayacucho y obtuvo la independencia. Ahora se


trata que las espadas impongan “el orden necesario” y la “jerarquía
indispensable que la democracia ha malogrado hasta hoy, fatalmente
derivadas, porque esta es su consecuencia natural, hacia la demagogia o
el socialismo.”36

Al igual que los pensadores contrarrevolucionarios europeos, para


Lugones la democracia conlleva a la demagogia o al socialismo. Ante ella
hay que imponer el orden con el ejército. Es la dictadura militar. Es la
propuesta de Donoso Cortés: la dictadura de la espada ante el avance de
los republicanos, de los socialistas y obreros.37

Y todo ejército requiere del comandante, del jefe, del caudillo, del hombre
del destino, que es el mejor de todos y cuya voluntad es la ley. El desorden
de la democracia hace necesario el liderazgo del jefe militar para imponer
el orden. Como dice Lugones: “Pacifismo, colectivismo, democracia, son
sinónimos de la misma vacante que el destino ofrece al jefe predestinado,
es decir al hombre que manda por su derecho al mejor, con o sin ley, porque
ésta, como expresión de potencia, confúndese con su voluntad.”38

Lugones reivindica ante el miedo, el riesgo. Se trata de actuar. La vida


es acción: es “amar, combatir, mandar, enseñar.”39 Amar, combatir y
mandar “son expresiones de conquista y de fuerza”. 40 Lugones elige a la
autoridad frente a la ley. ¿Por qué? Porque la ley es la constitución liberal,
democrática, o republicana del siglo XIX, que considera caduca y que
repudia. En esta hora de la espada, el ejército debe estar a favor de la
autoridad. ¿Para qué? Para imponer su organización jerárquica ante el
desorden de la democracia y la demagogia; o para ordenar aristocrática o
jerárquicamente a la sociedad: “El ejército es la última aristocracia, vale
decir la “última posibilidad de organización jerárquica que nos resta entre
la disolución demagógica.”41

Aquí en Sudamérica, las propuestas de Zizeck de un gobierno fuerte


para hacer frente a la pandemia del covid 19, nos recuerda la doctrina de
Laureano Vallenilla Lanz sobre el gendarme necesario y el cesarismo
democrático. Muchas de las doctrinas de los populistas sudamericanos, de
amplio desarrollo en el siglo XXI en paralelo o a consecuencia de la
revolución bolivariana (o del gobierno chavista o de la dictadura de Hugo
Chávez), como también el “comunismo reinventado” de Zizeck, aparece ya
expuesto en 1911 o en 1919 por Laureano Vallenilla Lanz.42

36 Lugones, ob cit, pág. 77.-


37 Ver de Juan Donoso Cortés, su Discurso sobre la dictadura del 4 de
enero de 1849, en el Pensamiento Político Hispanoamericano, Ediciones
Depalma, Buenos Aires, 1965, Tº 12, págs.. 217 a 236.-
38 Lugones, ob cit, pág. 77.-
39 Lugones, ob cit, pág. 78.-
40 Lugones, ob cit, pág. 78.-
41 Lugones, ob cit, pág. 78.-
42 Su libro Cesarismo Democrático es de 1919. Mientras que en 1911 ya

había dado a conocer su doctrina sobre el gendarme necesario.


20

Laureano Vallenilla Lanz fue un partidario de la tiranía de Juan Vicente


Gómez. Fue un intelectual de apoyo al gobierno de Gómez.43

Laureano Vallenilla Lanz es partidario de un gobierno fuerte y


permanente44. Un gobierno fuerte y permanente es una dictadura sine dies,
una tiranía. Para Laureano Vallenilla Lanz esta es la doctrina bolivariana:
la de un presidente vitalicio, la de una monarquía sin corona45. Se trata de
un “poder único, personal, absorbente, centralizador y despótico, impuesto
por las circunstancias y por la suprema necesidad de vencer.46 Para Zizeck
“por las circunstancias y por la suprema voluntad de vencer” a la pandemia
del covid 19 (o al capitalismo del “desastre”) se impone el gobierno fuerte o
el comunismo de guerra.

Vallenilla Lanz presenta a Simón Bolívar como un doctrinario de la


dictadura, de la tiranía. Laureano Vallenilla hace un uso espurio de la figura
de Simón Bolívar. Se vale de su prestigio para legitimar (en definitiva) su
propia doctrina política favorable a la dictadura. Más aún. Vallenilla Lanz,
para dar apoyo doctrinario (o intelectual) a la tiranía de Juan Vicente
Gómez, presenta al liderazgo caudillejo, al jefe aclamado que impone el
orden, como características típicas de las sociedades sudamericanas o
hispanoamericanas.

Para Laureano Vallenilla Lanz el gobierno debe ser fuerte y permanente.


El jefe político ostenta o ejerce un cargo vitalicio. Mientras que la
Revolución Mexicana (de 1910) tiene como una de sus principales
propuestas la no reelección del presidente (en oposición al régimen de
Porfirio Díaz), casi como su respuesta inmediata (y en sustento a la tiranía

43 Sobre la dictadura de Juan Vicente Gómez, ver de Thomas Rourke,


Gómez, Tirano de los Andes, Ed. Claridad, Buenos Aires, 1940; o de Arturo
Uslar Pietri, su novela Oficio de difuntos, Colección Austral, Espasa Calpe,
Madrid, 1988. El hijo de Laureano Vallenilla Lanz, de nombre Laureano
Vallenilla, fue ministro del interior de Marcos Pérez Jiménez (otro dictador
militar, como Juan Vicente Gómez o como Hugo Chávez). Mucho de la
doctrina política y de la acción gubernamental de Hugo Chávez se inscribe
como continuación de las dictaduras militares de Gómez y de Pérez
Jiménez, y es en esos antecedentes donde se encuentran muchas de las
inspiraciones, similitudes y continuidades de la teoría y prácticas políticas
de la élite militar venezolana y sus grupos sociales (civiles) asociados. En
la Venezuela de Marcos Pérez Jiménez encuentra amparo Juan Domingo
Perón (otro dictador militar), quien a la caída de Marcos Pérez Jiménez y
como éste mismo, se escapa de Caracas a la República Dominicana
dominada por Leónidas Trujillo (otro dictador militar, el asesino de las
hermanas Mirabal).-
44 Laureano Vallenilla Lanz, Cesarismo democrático. Estudios sobre las

bases sociológicas de la constitución efectiva de Venezuela, en Cesarismo


Democrático y Otros Textos, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1991, págs. 9
a 149, pág. 120.-
45 Vallenilla Lanz, ob cit, pág. 125.-
46 Vallenilla Lanz, ob cit, pág. 123.-
21

de Juan Vicente Gómez) Laureano Vallenilla Lanz considera que “ni en el


español, ni en el indígena, ni en el africano, ni en el llanero (o nómade) se
hallan los instintos políticos que determinan la alternabilidad del poder
supremo.”47

No hay alternancia porque se trata de “acordar, combinar, acercar a la


constitución escrita con la constitución efectiva.”48 Y la constitución efectiva
o real, que supuestamente descubre Vallenilla, es un régimen político y
social tiránico, despótico, donde impera el caudillo sobre la masa igualitaria
de sus seguidores y dominados. Para Vallenilla “un poder personal y
despótico es la primera necesidad de existencia de pueblos que luchan por
constituirse”49, y así “se domina la anarquía, se reestablece el orden y se
impone por largos años, con la unión del jefe secular y religioso”50.

Contra la “asamblea deliberante”51, contra la república democrática, con


sus tres poderes, sus comicios y sus debates públicos, Vallenilla es
partidario del “gobierno centralizado” y del “jefe único”52, o de la unidad de
la nación contra la federación y el separatismo. Un poder único, personal,
absorbente, centralizado y despótico, impuesto por las circunstancias y por
la suprema necesidad de vencer, es la propuesta y son las razones que
esboza Vallenilla, para quien “el orden, la estabilidad, el progreso, o la
prosperidad se hacen efectivos cuando prepondera por largos años un
hombre de prestigio, consciente de las necesidades de su pueblo, fundando
la paz por el asentimiento general y sostenido por la voluntad de la mayoría
a despecho del principio alternativo. Este hecho es más claro y preciso en
las Repúblicas donde las masas populares, desde la guerra de la
independencia, han llegado a tener una injerencia absoluta en los negocios
públicos.”53

El jefe, el caudillo, goza de un asentimiento general. Al igual que el


emperador romano es elegido por la aclamación de sus tropas, que
dominan la ciudad, que imponen su orden. Los caudillos en América son la
restauración del orden, de la autoridad, luego de las guerras de la
independencia.54 Y “la autoridad de todos los caudillos de Hispanoamérica
se fundaba sobre la sugestión inconsciente de las masas.”55

Para Laureano Vallenilla Lanz, las masas hispanoamericanas poseen


“instintos igualitarios”, un “individualismo indisciplinado, aventurero,
irreductible, heroico” que el caudillo sugestiona y ordena, disciplina y
domina. El cesarismo democrático de Vallenilla será el régimen político y

47 Vallenilla Lanz, ob cit, pág. 112.- Ver Javier Spaventa, La Revolución


Mexicana y la lucha por la libertad y la justicia social, Buenos Aires, 2017.-
48 Vallenilla Lanz, ob cit, pág. 113.-
49 Vallenilla Lanz, ob cit, pág. 118.-
50 Vallenilla Lanz, ob cit, pág. 119.-
51 Vallenilla Lanz, ob cit, pág. 122.-
52 Vallenilla Lanz, ob cit, págs. 121 y 122.-
53 Vallenilla Lanz, ob cit, pág.120.-
54 Vallenilla Lanz, ob cit, págs. 126 y 127.-
55 Vallenilla Lanz, ob cit, pág. 136.-
22

social constituido por las masas populares, igualitarias, mestizas (o


mezcladas o entreveradas racialmente), bajo el dominio del caudillo; la
igualdad bajo un jefe; el poder individual surgido del pueblo por encima de
una gran igualdad colectiva56

4.- LA NUEVA TÉTRADA: PUEBLO, MOVIMIENTO, PARTIDO Y


LIDER.- Zizeck es un autor muy prolífico, de muchos libros, artículos,
entrevistas, conferencias, audiovisuales, fotografías que mantienen su
presencia ante el gran público como un destacado proveedor de la industria
cultural.57

Poco antes de la pandemia de 2020 y en apoyo y concordancia a sus


posiciones favorables a un orden social antiliberal y desigualitario (o a un
orden de relaciones jerárquicas y de mando, o de un orden de
jerarquización y reglamentaciones58), Zizeck dice: “… hay que tener en
cuenta que una presencia permanente del pueblo equivale a un estado de
excepción permanente. ¿Qué ocurre entonces cuando la gente se cansa,
cuando ya no es capaz de mantener esa tensión? Los comunistas que
tomaron el poder tenían dos soluciones (o mejor dicho, una solución con
dos caras): que el partido imperara sobre la población pasiva o una falsa
movilización popular.”59

Como para esta doctrina la soberanía del pueblo es un estado de


excepción permanente, la normalidad o el estado de normalidad es la
dictadura. Se invierten los términos de la doctrina de los derechos humanos
y la república democrática, donde lo normal, lo constitutivo (lo
constituyente, la constitución) es la soberanía del pueblo y lo excepcional
es la dictadura.60 Se trata de un típico pensamiento autoritario (o
derechoso).

La propuesta de un dominio político y social (económico) de una élite, de


un grupo social minoritario, organizado en un partido político, que se oculta,
se apoya y se justifica en una falsa movilización popular, cuando se formula

56 Vallenilla Lanz, ob cit, pág. 145.-


57 Bell, Adorno, Shils, Horkheimer, Merton, Lazarsfeld, Mac Donald,
Industria Cultural y sociedad de masas, Monte Avila Editores, Caracas,
1974.-
58 George Orwell dice que “Todas las nuevas teorías políticas con

independencia de cómo se llamasen, conducían a la jerarquía y la


reglamentación” (en 1984, Lumen, Buenos Aires, 2014, pág. 257).-
59 Slavoj Zizeck, La vigencia de El Manifiesto Comunista, Editorial

Anagrama, 2018, Barcelona, pág. 71.-


60 Ver Emmanuel – J. Sieyes, ¿Qué es el tercer estado?, Centro de

Estudios Constitucionales, Madrid, 1988; ver también Carlos Sánchez


Viamonte, Constituyente, en Enciclopedia Jurídica Omeba, Editorial
Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, 1956, Tº IV, págs. 11 a 69; o de
Antonio Negri, El poder constituyente (ensayo sobre las alternativas de la
modernidad), Libertarias, España, 1994.- En el art. 21.3 de la Declaración
Universal se reconoce que “La voluntad del pueblo es la base de la
autoridad del poder público”.-
23

o defiende en el año 2018, muestra un elevado grado de perversión o de


crueldad si atendemos a los sufrimientos causados por los gobiernos
comunistas a millones de seres humanos en el siglo XX.

Zizeck dice: “Uno de los mantras de la izquierda posmoderna es que ya


deberíamos echar al olvido el paradigma “jacobino leninista” del poder
dictatorial centralizado. Pero quizás ya sea el momento de invertir el mantra
y advertir que lo que necesita hoy la izquierda es precisamente una dosis
de ese paradigma: hoy más que nunca deberíamos insistir en lo que Badiou
llama la idea “eterna” del comunismo o las “invariantes” comunistas, los
cuatro conceptos fundamentales presentes desde Platón y las rebeliones
milenaristas medievales hasta el jacobinismo, el leninismo y el maoísmo;
estricta justicia igualitaria, terror disciplinario, voluntarismo político y
confianza en el pueblo. Esta matriz no ha sido “superada por ninguna
nueva dinámica posmoderna ni postindustrial ni post lo que fuera.” 61

Esta idea eterna del comunismo integrada por las cuatro invariantes de
la estricta justicia igualitaria, el terror disciplinario, el voluntarismo político y
la confianza en el pueblo, es la política de una tiranía (denominada
dictadura del proletariado por los comunistas rusos y sus seguidores) que
encierra a sus opositores (reales o no) en los campos de concentración, en
los campos de trabajo forzoso, en el GULAG, que tortura y asesina, que
ordena detenciones clandestinas (secuestros), que se apodera de los
bienes de la población, que impide la libre circulación, la libre asociación,
la libertad de reunión, que suprime la libertad de expresión y de prensa y
que, en definitiva y en general, empobrece al pueblo o, en el mejor de los
casos, lleva adelante un proceso acelerado de industrialización (o
modernización) con una enorme sobre explotación a los trabajadores.

4.1.- La propuesta política de Zizeck, la doctrina política que presenta


como la idea comunista, tiene (a no dudarlo) similitudes con el fascismo o
influencias de tipo fascistas, o posee (sencillamente) características
propias o típicas de un pensamiento autoritario, notoriamente
antidemocrático, favorable a una élite que manda.

Zizeck dice que “… para imponer una nueva reorganización de toda la


vida social… se necesita un cuerpo fuerte, capaz de tomar decisiones
rápidas y llevarlas a cabo con todo el rigor necesario. ¿Quién puede dar el
siguiente paso? Una nueva tétrada surge aquí, la tétrada de pueblo –
movimiento- partido – líder.”62.

El activismo del pueblo, el movimiento, el partido y el líder, es la


propuesta de organizar las relaciones políticas y económicas (de
producción y distribución de bienes y servicios) por medio de una élite que

61 Slavoj Zizeck, Cómo volver a empezar… desde el principio, en Analía


Hounie, compiladora, Sobre la idea del comunismo, Buenos Aires, 2010,
págs. 231 a 249, pág. 240.-
62 Slavoj Zizeck, Respuestas sin preguntas, en Slavoj Zizeck (editor), La

idea comunista, The New York Conference (2011), Akal, Madrid, págs. 227
a 263, pág. 241.-
24

manda (integrada por sus burócratas, oficinistas y sus tropas o fuerzas de


seguridad), a las órdenes de un jefe supremo (de un líder carismático, de
un demagogo) que opera (a través de su manejo directo del pueblo o
grupos clientelares movilizados) como un reaseguro de la dominación de la
élite partidaria.

La propuesta se basa en una crítica (o repudio) al principio de soberanía


popular. El pueblo no es un actor social; no tiene capacidad de acción. En
el mejor de los casos el pueblo se piensa (o entiende) como una materia
informe a la que el líder puede modelar (como a una arcilla) u organizar o
ponerla en movimiento. Zizeck dice: “El pueblo sigue aquí, pero ya no como
el mítico sujeto soberano cuya voluntad se convierte en ley. Hegel tenía
razón al criticar el poder democrático del pueblo: había que concebir “el
pueblo” como el telón de fondo pasivo del proceso político. La mayoría es
siempre y por definición, pasiva: no hay garantía de que tenga razón, lo
máximo que puede hacer es aceptar un proyecto impuesto por agentes
políticos y reconocer en él.”63 (241, 242)

Si el pueblo es el actor pasivo, el pueblo movilizado solo son grupos


organizados (de choque, de acción directa, de combate). Para esta
concepción el pueblo (hasta inclusive movilizado) sólo alcanza para la
protesta y resulta insuficiente para el cambio social o la construcción de un
nuevo orden. Zizeck dice que los “… movimientos de protesta son
inadecuados cuando llega el momento de actuar, de imponer un nuevo
orden: en este punto se necesita algo parecido a un partido. Incluso en un
movimiento de protesta radical, el pueblo no sabe qué es lo que quiere,
exige un nuevo amo que se lo indique.”64

El llamado nuevo orden no es otra cosa que el reemplazo de una élite


dirigente por otra. Cuando un comunista al estilo de Zizeck (o de los
comunistas rusos, del llamado marxismo leninismo, o del maoísmo)
propone un nuevo orden, es claro que hay que entender el reemplazo del
grupo social dirigente por otra élite dominante y el mantenimiento de la
explotación a los trabajadores, excluidos del manejo del gobierno, y del
control de la producción y distribución de bienes y servicios como del
consumo satisfactorio. Para los trabajadores, para la inmensa mayoría de
la población, no hay ni poder político (ni social), ni (por supuesto) los
beneficios de la buena vida.

La incapacidad del pueblo y del reconocimiento popular o de los


movimientos sociales o de los movimientos de protesta para cambiar el
orden social o para construir un nuevo orden, es la excusa a la que recurre
este tipo de doctrinario (como Zizeck, camuflado de popstar para facilitar
su difusión masiva) para justificar el dominio político (y social) del partido
único: “Lo que el partido exige es que uno esté de acuerdo en bajar su “yo”
en el “nosotros” de la identidad colectiva del partido: lucha con nosotros,

63 Zizeck, ob cit, págs. 241, 242.-


64 Zizeck, ob cit, págs. 243, 244.-
25

lucha por nosotros, lucha por tu verdad contra la línea del partido, pero no
lo hagas solo, fuera del partido.”65

Pero el partido también es insuficiente. Y así se requiere del líder, del


jefe supremo, del conductor, del timonel, del piloto (nota: recordemos aquí
la propuesta de Platón en El Político66), del demagogo, del dictador, del
tirano, o hasta incluso (¿y por qué no?) del monarca.

Zizeck dice: “… incluso el papel movilizador de los movimientos y de los


partidos es insuficiente: la distancia que separa al pueblo de las formas
organizadas de su instancia política tiene que superarse de algún modo.
Pero ¿cómo? No por la proximidad entre el pueblo y estas formas
organizadas: se necesita algo más y la paradoja es que este “más” es un
líder, la unidad del pueblo y del partido. Extraer todas las consecuencias de
esta idea, respaldando la lección que se puede sacar de la justificación de
Hegel de la monarquía y sacrificando despiadadamente las vacas sagradas
liberales por el camino, no debería amedrentarnos.”67

Ahora bien, Zizeck no ignora que su propuesta comunista implica la


explotación de los trabajadores. Lo que sucede es que oculta que esa
consecuencia (la explotación de los trabajadores bajo el comunismo) se
debe inevitablemente a las relaciones políticas y sociales que se proyectan
y establecen. Pero claro está que si la doctrina política recomienda la
instauración de una dictadura de partido único bajo la conducción de un
líder carismático, ello conlleva la explotación de los trabajadores. Es así de
sencillo.

Zizeck dice: “… la gran lección del socialismo de Estado fue que la


abolición directa de la propiedad privada y el intercambio regulado por el
mercado, en ausencia de formas concretas de regulación social directa del
proceso de producción, resucita necesariamente las relaciones directas de
servidumbre y dominación…”68

65 Zizeck, ob cit, pág. 244.-


66 Platón, Diálogos (Critón, Gorgias, Menón, Fedro, Sofista, Político,
Cartas), Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2007, pág.
1181, o ver los párrafos 296 y 297, donde expresa: “El timonel , velando
siempre por el bien de su nave y sus marinos, sin fijar normas escritas, sino
haciendo de su arte ley, conserva la vida a sus compañeros de navegación:
¿no surgirá también así y por idéntico modo un buen régimen político de
aquellos que son capaces de tal mando, si ponen en práctica la fuerza de
su arte como superior a las leyes? ¿Y no es cierto que hagan lo que hagan
esos prudentes gobernantes, no cabe en ellos error, mientras observen la
única y gran condición de guardar a sus conciudadanos distribuyendo entre
ellos la justicia inteligente y sabiamente, y sean capaces de mejorarlos en
la medida de lo posible.” El político infalible que timonea la nave con justicia
para conservar la vida de sus compañeros. No hay libertad ni igualdad. Es
una concepción muy escéptica sobre las posibilidades de cada ser humano.
Una doctrina autoritaria.-
67 Zizeck, ob cit, pág. 245.-
68 Zizeck, ob cit, pág. 252.-
26

Pero no es que “resucitan necesariamente las relaciones directas de


servidumbre y dominación”. No es así. Las relaciones directas de
servidumbre y dominación, no resucitan, sino que se imponen claramente
si se ejecuta una propuesta como la de Zizeck (como la llevada a cabo por
los comunistas rusos en Rusia, en la llamada “Europa oriental” o en Angola
o en Cuba, o por los maoístas en China, en Corea o en el sudeste
asiático).69

Además (y por definición) es más que notorio que no se van a dar “formas
concretas de regulación social directa del proceso de producción”, si se
repudia la soberanía popular y en lugar de una república democrática y el
imperio de los derechos humanos (o de las “vacas sagradas liberales”) se
recomienda un gobierno de partido único bajo la conducción de un líder,
con el apoyo de grupos de choque o de combate (el pueblo movilizado).
No hay vuelta de hoja.

5.- CAUDILLO, EJÉRCITO, PUEBLO.- En el prólogo a las conferencias


de Nueva York (de 2011), Zizeck dice que “… el experimento “bolivariano”
de Venezuela parece revertir en un populismo caudillista…” 70 No es así.
Primero. Es absolutamente desaprensivo hablar en términos de
“experimento” para aludir a la acción de gobernar. Los gobiernos, los
gobernantes no deben experimentar. Los gobernantes deben cumplir y
hacer cumplir los derechos humanos, conforme a la Declaración Universal
de Naciones Unidas. Segundo. El proceso político “bolivariano” o al
comando de Hugo Chávez, no revierte en un populismo caudillista, sino que
siempre fue eso: el régimen de un caudillo demagogo (de un líder corrupto
y carismático), que en algunos años contó con mucho dinero por el alza de
los precios del petróleo.

Las ideas de Zizeck sobre el pueblo, el movimiento, el partido y el líder,


guardan una notoria similitud con el mismo proceso político venezolano y
con la doctrina de Norberto Ceresole. La supuesta “nueva tétrada” de
Zizeck sobre el pueblo, el movimiento, el partido y el líder, nos recuerda
algunas ideas de Norberto Ceresole.

Norberto Ceresole (1943 – 2003) fue un teórico y político argentino de


simpatías peronistas, que muy de joven en los años sesenta habría tenido
alguna colaboración con el gobierno (o mejor dicho con la dictadura militar)
de Juan Velasco Alvarado en Perú; que trabajó en España y en la URSS,
elaborando proyectos de desarrollo a partir de la industria militar; que en
Argentina habría estado vinculado con los militares carapintadas (que se
alzaron contra el gobierno de Alfonsín y de Menem para obtener el cese de
los juicios por violaciones a los derechos humanos llevados a cabo por los
militares durante la última dictadura de 1976 a 1983); y que luego de los

69 Ver Max Weber, El socialismo (1918), en Escritos políticos, Altaya,


Barcelona, 1999, págs. 305-349; ver también de Rodolfo Mondolfo,
Bochevismo y capitalismo de estado (estudios sobre la revolución rusa),
Ediciones Libera, Buenos Aires, 1968.-
70 Zizeck, ob cit, pág. 5.-
27

atentados a la embajada de Israel y de la AMIA (la mutual de asociaciones


israelíes) en Buenos Aires, adhiere a las posiciones negacionistas del
holocausto o del exterminio de los judíos perpetrado bajo la dominación
nazi en Europa.

Norberto Ceresole es un prolífico escritor de política y estrategia, de


claras posiciones antiliberales, antidemocráticas, antiiluministas,
anticomunistas, opuestas al dominio de las oligarquías criollas al servicio
de los británicos o de los estadounidenses, que propone la liberación de los
países subdesarrollados (o de los países hispano americanos o íbero
americanos) a partir del desarrollo de la industria militar y de la sustitución
de importaciones, bajo la conducción de un líder preferentemente militar
(que responde a nuestras supuestas tradiciones caudillescas).

Norberto Ceresole estuvo vinculado a Hugo Chávez. El militar


venezolano, luego de su liberación, durante 1994 o 1995 habría venido a
Buenos Aires donde habría tenido algunos contactos fallidos con ciertos
carapintadas por medio de Norberto Ceresole. En 1994 o 1995 Norberto
Ceresole habría acompañado a Hugo Chávez a recorrer gran parte de
Venezuela en lo que sería su primera campaña política y donde pudo
observar el nacimiento o el desarrollo de un líder. En 1995 el gobierno
venezolano (con la presidencia de Rafael Caldera) expulsó del país a
Norberto Ceresole. De posiciones claramente antisemitas (antijudías),
Ceresole atribuye su expulsión a los agentes del Mossad (sic). Ignoro
cuando regresa a Venezuela: si lo hace antes de las elecciones de
diciembre de 1998 o después del triunfo de Hugo Chávez en esos comicios
del día seis. Pero lo cierto es que en 1999 Norberto Ceresole se encuentra
en Caracas. No pasa desapercibido, ni para los demócratas (puntofijistas)
ni para algunos dirigentes del nuevo gobierno de Hugo Chávez (opuesto al
pacto de Puntofijo de 1958 y su república).71

Norberto Ceresole no se impone como asesor o doctrinario del gobierno


de Hugo Chávez ni participa del mismo como funcionario. Parecería que
casi en forma inmediata al ascenso al poder, Ceresole pierde toda relación
con Hugo Chávez. Claramente Hugo Chávez está vinculado con personas
de origen en la izquierda estándar (marxista, leninista, trostkysta,
guevarista), que repudian la presencia de Norberto Ceresole y su defensa
del negacionismo. Ceresole es expulsado o se debe ir de Venezuela otra
vez pero ahora en 1999.72

71 Sobre el Pacto de Puntofijo ver de Rafael Caldera, Los causahabientes,


De Carabobo a Puntofijo, Editorial Panapo, Caracas, 1999.- El texto del
pacto se encuentra en el capítulo 13 (págs. 141 a 150). En la nota 1 de la
pág. 141 se explica que el acuerdo político de 1958 (a la salida de la
dictadura de Marcos Perez Jimenez) se conoce como Pacto de Puntofijo
porque se celebró en la casa de Rafael Caldera de nombre Puntofijo.-
72 Sobre Norberto Ceresole y su relación con Hugo Chávez ver: 1.- Norberto

Ceresole, Caudillo, Ejército, Pueblo, La Venezuela del Comandante


Chávez, Ediciones Sieghels, Buenos Aires, 2015; 2.- Alberto Garrido, Mi
amigo Chávez, Conversaciones con Norberto Ceresole, Ediciones del
autor, Caracas, 2001; 3.- Richard Got, Hugo Chávez y la revolución
28

Las ideas de Norberto Ceresole sobre el chavismo, o la revolución


bolivariana (en sus inicios), o sobre el proceso político venezolano con el
triunfo de Hugo Chavez en las elecciones del 6 de diciembre de 1998, o
sobre el programa político o las medidas que debe adoptar el gobierno de
Hugo Chavez para la liberación de Venezuela, destacan por un lado ciertas
características relevantes del proceso político de la república venezolana
bajo el gobierno chavista (que no se deben soslayar cuando se analiza su
historia o devenir), y poseen por el otro lado una notoria similitud con la
doctrina comunista de Zizeck. No es algo que nos deba llamar la atención.
Son pensamientos típicamente antiliberales, antidemocráticos, con un
marcado autoritarismo, antinorteamericanismo (camuflado de
antiimperialismo o que se presenta como un antiimperialismo), y con un
anticapitalismo que, en el mejor de los casos, reemplaza a la élite burguesa
por otra de militares y burócratas.

Si Zizeck nos propone una supuesta “nueva tétrada” de pueblo,


movimiento, partido y líder, Norberto Ceresole tiene su tríada de caudillo,
ejército y pueblo. Ceresole es partidario (por lo menos para los países del
tercer mundo y, en especial, para nuestros países de Hispanoamérica) de
“un modelo político (fundamentado en una alianza entre el ejército y el
pueblo)”73. En las elecciones del 6 de diciembre de 1998, el pueblo
venezolano (según la interpretación de Norberto Ceresole) dio una orden
“clara y terminante”. La orden es que una persona física, una persona
concreta (el líder, el caudillo), no una “idea abstracta” ni un partido
“genérico”, debe ejercer el poder. A través de esa orden (la de los comicios
del 6 de diciembre de 1998) se “transforma a un antiguo líder militar en un
caudillo nacional.”74

A la relación directa del líder con el pueblo, no le es ajena la


intermediación del partido. Es un partido cívico militar de apoyo o
sostenimiento al líder y al proceso de liberación nacional o al proceso
revolucionario. Ceresole dice: “El anterior golpismo –la necesaria
militarización de la política- fue la condición sine qua non de la existencia
de un Modelo Venezolano posdemocrático. De allí que no deba sorprender
a nadie la aparición – en el futuro inmediato- de un partido cívico militar,
como conductor secundario –detrás del caudillo- del proceso revolucionario

bolivariana, Foca, Madrid, 2006, págs. 135-136; 4.- Hugo Chávez, Mi


primera vida, Conversaciones con Ignacio Ramonet, Debate, 2013, Buenos
Aires, págs.. 661 a 663; 5.- Cristina Marcano y Alberto Barrera Tyszka,
Hugo Chávez sin uniforme, Una historia personal, Debate, Buenos Aires,
2005, págs.. 359, 360, 361, 364, 368, 377 y 380, donde señalan también
ciertas similitudes entre las ideas de Ceresole y los sucesos políticos,
económicos o sociales del gobierno de Chávez o de la revolución
bolivariana; 6.- Enrique Krause, El poder y el delirio, Tusquets Editores,
2008, Buenos Aires, págs. 111-112, 210-211.-
73 Norberto Ceresole, Caudillo, Ejército, Pueblo, La Venezuela del

Comandante Chávez, Ediciones Sieghels, Buenos Aires, 2015, pág. 20.-


74 Ceresole, ob cit, pág. 37.-
29

venezolano.”75 El gobierno venezolano de Hugo Chávez, o el gobierno


bolivariano, es una típica dictadura militar con un líder carismático (un
caudillo, un demagogo, un encantador de multitudes, del vulgo o del
populacho, a quien organiza o encuadra bajo el empleo público, la
asistencia social y los grupos de choque o fuerzas de seguridad
irregulares).

Ceresole presenta a su propuesta no como una recomendación general,


abstracta o de mera teoría, sino como una política que se origina en la
realidad venezolana y americana. Se trata de una “emergencia de la
realidad”76, que responde a “fuerzas profundas, que diferencia a
Hispanoamérica del modelo independentista.”77 Ceresole repudia las
doctrinas políticas iluministas, liberales, de los líderes de la independencia
sudamericana, que habrían respondido a intereses británicos y que tuvieron
por consecuencia un continente divido en naciones indefensas y sometidas
al extranjero. Frente a estas doctrinas impuestas y ajenas, Ceresole
defiende doctrinas (supuestamente) propias o que hacen a la tradición
hispanoamericana.

El modelo de Ceresole o el “modelo venezolano” que Ceresole presenta


como propio de la realidad de nuestra América, es al mismo tiempo la
política que los países periféricos deben adoptar para hacer frente a la crisis
mundial. Aquí aparece también lo extraordinario, lo excepcional, como un
estado permanente y cada vez más intenso y abarcativo. Para Ceresole:
“El problema que se le plantea a las sociedades y a las fuerzas políticas
ubicadas en los “mundos” del no occidente y de la periferia de occidente es
cómo enfrentar una crisis internacional inédita que día a día generará
condiciones crecientes de excepcionalidad.”78

¿Cuáles son las tareas del gobierno revolucionario? ¿Qué debe hacer?
Hay un mandato popular que instituye un caudillo nacional. El poder radica
en la relación del pueblo con el líder. La orden popular es para que el
caudillo ejerza el poder. Se trata de un “mandato popular a favor de la
concentración y centralización del poder”79. ¿Para qué? Para llevar
adelante en lo interno una política contraria a la oligarquía y en lo externo
a favor de la liberación. Se trata de “pulverizar” al sistema político
venezolano, que es el sistema de partidos del Pacto de Puntofijo de 1958,
o que es la democracia venezolana con origen en dicho acuerdo, y a su
capacidad económica.80 Es interesante subrayar que estas propuestas de
Ceresole se han llevado a cabo durante el gobierno de Hugo Chávez y de
su sucesor Maduro. En Venezuela el gobierno bolivariano terminó de
liquidar a los partidos políticos puntofijistas, impuso un régimen
(prácticamente) de partido único, al mismo tiempo que destruyó las
empresas (de producción y comercio) a él asociadas, cuyo resultado ha

75 Ceresole, ob cit, pág. 37.-


76 Ceresole, ob cit, pág. 38.-
77 Ceresole, ob cit, pág. 38.-
78 Ceresole, ob cit, pág. 42.-
79 Ceresole, ob cit, pág. 41.-
80 Ceresole, ob cit, págs. 54, 55, 57.-
30

sido la imposición de una dictadura militar, una fuerte caída de la


producción y el empobrecimiento de la inmensa mayoría de los
venezolanos.

Si en lo interno hay que pulverizar al puntofijismo (y su régimen


económico), en lo internacional hay que promover una campaña en defensa
y expansión de la revolución bolivariana y del liderazgo de su caudillo 81.
Aquí también han coincidido las propuestas de Ceresole con las políticas
llevadas a cabo por el gobierno chavista, si atendemos a la proyección de
Hugo Chávez como un líder continental, como un caudillo (supuestamente)
popular, o antioligárquico y antiimperialista, de Sudamérica. Así Hugo
Chávez debe ser el “referente obligado de las grandes masas
desheredadas y de las fuerzas armadas humilladas de toda nuestra
América hispano-criolla.”82

Observo la existencia de coincidencias entre las propuestas de Norberto


Ceresole y las políticas o el devenir de la revolución bolivariana, lo que no
significa que Ceresole haya sido el inspirador o el ideólogo del gobierno
chavista. Es que se trata de doctrinas o prácticas políticas similares,
antidemocráticas o antiliberales o de contenido autoritario.

Para Ceresole hay que proceder a la sustitución de las importaciones y,


en especial, a desarrollar la producción de alimentos en Venezuela a través
de “empresas sociales y familiares”83. Para ello hay que ejecutar un plan de
desurbanización. Para Ceresole la urbanización (o el crecimiento de la
población en las ciudades) es un proceso típicamente moderno y que
favorece la democracia (al estilo británico o norteamericano, o del tipo
puntofijista que se debe combatir). La desurbanización consiste en la
reocupación del territorio, o la ocupación del territorio, de sus zonas rurales,
para la producción de alimentos. Se trata de favorecer la “expansión
productiva” con las fuerzas armadas (con el ejército integrado al proceso,
o como impulsor del mismo).84

Es claro en Ceresole que, en definitiva, se trata de cambiar, a una élite


de poder por otra, de reemplazar a los políticos y empresarios del
puntofijismo (para el caso venezolano) por un caudillo popular (o que
despierta simpatías y atracciones en las mayorías nacionales) y un partido
cívico militar (o las fuerzas armadas con su organización burocrática y de
represión y el apoyo de algunos partidos o políticos satélites o secundarios
o sometidos que amplían la base de sustentación). Con la alianza de las

81 Ceresole, ob cit, pág. 57.-


82 Ceresole, ob cit, pág. 58.-
83 Ceresole, ob cit, pág. 70.-
84 La desurbanización se llevó a cabo (en parte, claro está) con la

emigración (a la fuerza, recordemos aquí la compulsión económica) de


cerca de millones de venezolanos, que se escaparon de la dictadura,
huyendo hacia otros países en la búsqueda de la felicidad: de la paz, de la
libertad, de los derechos y de la posibilidad de progresar.-
31

fuerzas armadas y el pueblo, con un ejército sostenedor de un proyecto de


desarrollo popular, se constituye la unidad nacional85.

Aquí aparecen los verdaderos conflictos que hay que saber administrar.
Para Ceresole “la gobernabilidad depende de la correcta administración de
los conflictos”86. Los verdaderos conflictos se presentan en la oposición
contra la oligarquía interna y el imperialismo; aparecen cuando se ejecuta
una política independiente, una política soberana, cuando “se alimenta al
pueblo a partir de la producción propia o de la explotación de la propia
tierra”87. Los falsos conflictos están dados por la supuesta contraposición
entre democracia y dictadura. No hay participación del pueblo en la
democracia. Las alternativas no son democracia o dictadura. Se trata de
una “falsa astucia”88. En ella no hay que caer. Para Ceresole la
democratización es sencillamente la licuación, la gasificación o la anulación
del poder concentrado y centralizado del caudillo como líder de los pueblos
de nuestra América hispano y criolla89, mientras que la “participación
popular se realiza por la vía del conflicto y nunca por la vía democrática” 90.

Pero hay que administrar los conflictos. No hay que plantearlos todos a
la misma vez. Hay que buscar alianzas, y ampliar los apoyos nacionales e
internacionales.

Para Ceresole hay un “nuevo orden mundial” (o una política imperial).


Este “nuevo orden mundial” se define a partir de cuatro características: la
soberanía nacional limitada, el derecho a la injerencia, las intervenciones
humanitarias y los tribunales internacionales de justicia91. La política
imperial domina el mundo limitando las soberanías nacionales; sosteniendo
el derecho a la injerencia en los asuntos internos de las naciones; o
llevando a cabo supuestas intervenciones humanitarias en otros países; y
por medio de los tribunales internacionales para juzgar a los líderes o
gobernantes de los países sometidos. Un ideólogo como Ceresole (que
considera a ese nuevo orden o política imperial, de tipo inglés o
norteamericano y, por supuesto, con influencias sionistas), se opone a ese
“nuevo orden mundial”.

Ceresole es partidario de incrementar las soberanías nacionales o de


reafirmar el derecho de autodeterminación de los pueblos. En este tipo de
doctrinas la autodeterminación de los pueblos no es el principio de
soberanía popular de la doctrina democrática. La autodeterminación es (en
gran medida) el derecho del grupo social dominante al ejercicio de su poder
sin control externo o sin sujeción al régimen de los derechos humanos.
Ceresole rechaza el derecho de intervención y la jurisdicción de tribunales
internacionales para el juzgamiento de crímenes o violaciones a los

85 Ceresole, ob cit, págs. 62, 66.-


86 Ceresole, ob cit, págs. 71, 72.-
87 Ceresole, ob cit, pág. 71.-
88 Ceresole, ob cit, pág. 69.-
89 Ceresole, ob cit, págs. 66, 67.-
90 Ceresole, ob cit, pág. 74.-
91 Ceresole, ob cit, pág. 80.-
32

derechos humanos. Este rechazo a los tribunales internacionales de


justicia, en Ceresole abarca desde el Tribunal de Nuremberg. No puede ser
de otro modo, si atendemos a la notoria influencia fascista o nazi que
ostenta Ceresole y a su marcado antisemitismo o antijudaísmo. Este
rechazo a los tribunales internacionales ha sido una política del gobierno
de Hugo Chávez cuando retiró a la República de Venezuela del Pacto de
San José de Costa Rica para salir de la esfera de competencia de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (a cuyos miembros llegó
a expulsar del territorio del país) y de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos.

Hay que avanzar con los cambios políticos y sociales, y a mayores


transformaciones se impondrá (o se requerirá) una mayor concentración de
poder en el líder y en el ejército92, lo que equivale a decir que se necesitará
una mayor dictadura, o que los cambios políticos o sociales que se
proponen deben ser ejecutados por una dictadura, o por un gobierno fuerte,
autoritario.

No cabe duda que leer a Zizeck (por lo menos en los textos aquí
utilizados) es leer a un autor comunista, o de tipo comunista, o con un estilo,
maneras, formas, influencias comunistas. Tampoco cabe duda que leer a
Ceresole es leer a un autor nacionalista, de claras influencias fascistas o
nazis, antisemita o antijudío, racista, negacionista. Hay notorias diferencias.
Pertenecen a escuelas o tradiciones muy distintas. Citan a autores o
pensadores cuyas propuestas han sido opuestas o contradictorias. Pero
pese a ello hay similitudes notorias, que saltan a la simple vista, y que, hoy
por hoy, son más que inocultables, llamativas y que, sin lugar a dudas, es
nuestro deber poner en debate.

No hay imperio de los derechos humanos, no hay persona humana


liberada del temor y la miseria, con líderes carismáticos, con caudillos
populares, con supuestas alianzas entre el ejército y el pueblo, con partidos
cívico militares, con concentración o centralización del poder, con
dictaduras. Es así de sencillo. Las propuestas de Zizeck y de Ceresole son
opuestas a la plena vigencia de los derechos humanos y la república
democrática. Son propuestas favorables al poder de una élite (o de una
minoría social, integrada básicamente por los jefes de las fuerzas armadas
y sus aliados políticos o empresarios), que junto a su burocracia, manda en
lo político y en lo económico, o que impone un gobierno autoritario y una
economía de mando, que tiene por resultado o por consecuencia inevitable
un incremento del temor y de la miseria en la inmensa mayoría de las
personas sometidas a su dominación. Bajo el gobierno de una élite
castrense o militarizada, no hay libertad ni igualdad.93

92 Ceresole, ob cit, pág. 45, 46.-


93 Sobre la economía de mando ver: 1.- Franz Neumann, Behemoth,
Pensamiento y acción en el nacionalsocialismo, FCE, México, 1943 (en
especial, segunda parte, Economía monopólica totalitaria, cap. IV, La
economía de mando, págs. 329-401); 2.- Ferenc Feher, Agnes Heller,
Gyorgy Márkus, Dictadura y cuestiones sociales, FCE, 1986 (ver capítulo
II, Propiedad corporativa y economía de mando).-
33

6.- LA ALTERNATIVA HUMANITARIA.- La propuesta de Zizeck a favor


del pueblo, el movimiento, el partido y el líder, como una política (o como
acciones) para enfrentar al capitalismo o superar sus consecuencias
adversas a la condición humana, se ubica en la clase de las doctrinas
autoritarias.

La “nueva tétrada” de Zizeck como la vieja tetralogía de Wagner (aunque


sin su belleza) es contrarrevolucionaria.

A la tétrada fascistoide de Zizeck hay que contraponerle ciertas ideas


básicas para abrir un camino, una perspectiva de doctrina y de práctica
políticas, que además de resultar compatible con el régimen de los
derechos humanos, procure superar las limitaciones que impone el
capitalismo al desarrollo de la persona humana. Veamos algunas de estas
ideas izquierdistas, de auténtica liberación personal y social.

Se trata de oponer al autoritarismo una concepción liberal; a la muerte,


la vida; a la regresividad individual o social, la progresividad o el
adelantamiento individual o social; al desaliento, la esperanza; a la
dictadura, la libertad y la igualdad. Una doctrina política como la de Zizeck,
que propone el terror gubernamental y no tiene la proyección de un mundo
mejor, ha perdido toda humanidad. Zizeck (como un proveedor del
espectáculo de las ideas y con la irresponsabilidad de un frívolo
entretenedor), defiende una doctrina que impone el tiro en la nuca y el
GULAG. Merece un categórico repudio, una respuesta inmediata.

6.1.- UNA TÉTRADA JEFFERSONIANA.- Para ello (para dar esa


respuesta inmediata) podemos tomar cuatro ideas básicas de la
Declaración de Independencia (de 1776) de Thomas Jefferson94. Aquí no
vale impugnar el pensamiento o la práctica política de Thomas Jefferson,
señalando que era propietario de esclavos. ¿Por qué? Porque su doctrina
política tiene un enorme potencial de liberación individual y social, que no
queda menoscabado con su vida o sus negocios. No es una pequeña
diferencia. Es una muy grande y relevante ventaja, máxime ante doctrinas
que proponen un gobierno de terror, el terrorismo gubernamental. No
podemos ignorar que significa el terror del gobierno: las detenciones
ilegales, la tortura, las confiscaciones (o requisas), las violaciones, los
trabajos forzados, el asesinato y (en la mayoría de los casos) el
empobrecimiento de la población.

En la Declaración de Independencia (de 1776) se encuentra expuesta


(de manera sencilla y categórica) la doctrina política moderna, la doctrina
constitucional de la modernidad. A partir de su texto, en adelante señalo
cuatro ideas básicas en contraposición a la “nueva tétrada” de Zizeck.
Primera idea: la igualdad en el nacimiento, que es la igualdad de derechos,

94Thomas Jefferson, Cartas y escritos escogidos, Ediciones Tres Tiempos,


Buenos Aires, 1988, La declaración de independencia 1776, págs. 285 a
291; o en Thomas Jefferson, Political Writings, Cambridge University Press,
New York, 2005, cap. II.6, págs. 102 a 105.-
34

la igualdad de nacionalidad, de sexo, de religión, de raza; o la prohibición


de realizar distinciones (o discriminaciones) sobre la base de la
nacionalidad, el sexo, la raza, la religión, la edad o cualquier otra condición
para desconocer los derechos humanos. En definitiva: derechos humanos
para todos. Segunda idea: que toda persona es titular del derecho a la vida,
a la libertad y a la búsqueda de la felicidad. No se trata solo de vivir en
libertad sino también de poder buscar la felicidad, o de poder elaborar y
desarrollar los propios planes de vida. Tercera idea: que el gobierno es el
resultado de un contrato o de un pacto, y se constituye para asegurar los
derechos humanos. Cuarta idea: si el gobierno no asegura (o protege) los
derechos humanos, si el gobierno los suprime o limita, hay derecho de
resistencia a la opresión, o hay derecho a abolir al gobierno y a formar uno
nuevo.

Derechos inherentes a la persona; que todos deben gozar sin


discriminación alguna; doctrina contractualista del gobierno; y derecho de
resistencia a la opresión. Cuatro ideas básicas que fijan un piso mínimo a
partir del cual se puede construir el bienestar o la felicidad individual y
social. Son cuatro ideas básicas que cuando se pierden, cuando se
soslayan, cuando se subestiman (o critican a la ligera o en forma insensata
o irreflexiva), se pone en grave riesgo la vida humana y la posibilidad de su
mejora. Sin estas cuatro ideas no hay república democrática. Sin estas
cuatro ideas solo queda la doctrina política del gobierno del terror y del
empobrecimiento.

En definitiva se trata de procurar el pleno goce y ejercicio de los derechos


humanos. En adelante vamos a destacar algunas de ellas, y no en
detrimento de otras; o si se quiere: algunos derechos humanos, sin por ello
perder la vista del conjunto, de todo el régimen. Son meras variaciones o
cambios en la presentación, donde se acentúa más un aspecto que el otro,
en continuación con la política constitucional moderna (o de la modernidad,
que se resume elocuentemente en la Declaración de Derechos de Virginia
de 1776, o en la Declaración de Thomas Jefferson de 1776, o en las
Declaraciones de Derechos de la Revolución Francesa de 1789 o de 1793
o de 1795, o en la Declaración Universal de Naciones Unidas).

Las cuatro ideas que aquí destacamos se oponen a la horrorosa tétrada


de Zizeck. Son la contrapropuesta, o la alternativa de izquierdas a la
doctrina autoritaria. Estas cuatro ideas que aquí destaco pueden ser las
siguientes, a saber: derecho de resistencia, gobierno democrático,
producción racional y proyección utópica.

El derecho de resistencia (o el derecho a la revolución) es uno de los


derechos básicos de la doctrina liberal. El derecho de resistencia supone a
los derechos humanos. Hay derecho de resistencia a la opresión. La
opresión es la supresión o limitación a los derechos humanos. El gobierno
democrático se constituye por un pacto para asegurar el pleno goce y
ejercicio de los derechos humanos y coadyuvar al progreso social e
individual. Aseguramiento y progresividad son los fines elementales para
que el gobierno (de elección popular) sea democrático o para que su
ejercicio sea legítimo. La producción racional es la producción de bienes y
35

servicios bajo el control social (no gubernamental), o la producción y


distribución democrática de los bienes y servicios para la satisfacción de
las necesidades vitales (de reproducción y progreso) de la persona, a
través del mejoramiento de la técnica (y su uso favorable a la condición
humana) y del autocontrol en la generación o imposición de las
necesidades y los deseos con el claro objetivo de tenerlos bajo nuestro
dominio consciente. Y la proyección utópica es la apertura a la liberación
del trabajo como el medio necesario para la obtención de los recursos
requeridos para la satisfacción de nuestras necesidades y deseos.

Retomemos estas ideas en contraposición a las cuatro de Zizeck para


caracterizar su horrorosa (o terrorífica) noción del comunismo. Al hacerlo
aparecen algunos límites claros de su concepto sobre los cuales debemos
insistir. Nos muestran una propuesta típicamente elitista, una política
antipopular, una doctrina autoritaria y que, en definitiva, mantiene la
explotación social o económica.

6.2.- DERECHO DE RESISTENCIA.- Uno de los derechos básicos de la


persona humana, es el derecho de resistencia a la opresión. Hay derecho
de resistencia a la opresión política o social.95 En Zizeck no aparece. Está
ausente. Zizeck recomienda un gobierno terrorista o que el líder y su partido
gobiernen con terror y, al modo del absolutismo monárquico, elimina el
derecho a la resistencia o exige la obediencia. ¿Qué queda de esta
combinación? Un gobierno autoritario y un pueblo obediente y explotado.
Es así de sencillo. Y quizás, en el mejor de los casos, bajo ese régimen
feroz se obtenga la satisfacción de las necesidades mínimas. Pero sin
protestar. No hay derecho a la queja. Así no hay crítica, disenso, ni
manifestación del desacuerdo. En el mejor de los casos, hay sólo trabajo y
obediencia a una dictadura.

La resistencia a la opresión no se reduce a la utilización exclusiva de


medios pacíficos, o de medios violentos. La resistencia a la opresión se
puede ejercer por medios pacíficos o por medios violentos (o por ambos de
manera combinada o conjunta).

La resistencia a la opresión se distingue de la revolución. No son


conceptos equivalentes. La revolución no necesariamente supone a la
opresión. Todo cambio en la forma de gobierno es una revolución. El
cambio del gobierno de uno al de pocos, del gobierno de pocos al de
muchos (o sus otros casos posibles), es una revolución. También la
liberación de una potencia extranjera (aunque no implique cambio de
gobierno) es una revolución. La revolución no se reduce al cambio en la
clase dominante. La resistencia a la opresión tampoco.

Si el gobierno no tiene un origen legítimo, sino espurio, hay derecho de


resistencia a la opresión. Si el gobierno ejerce el poder en violación a los
derechos humanos, también hay resistencia a la opresión. La resistencia
incluye al tiranicidio. La resistencia no se reduce al caso de la opresión

95Me ocupo del tema en Javier Spaventa, Tiranía y Resistencia a la


opresión, Chilavert Artes Gráficas, Buenos Aires, 2008.-
36

política, sino que también procede ante la opresión social o económica. El


sometimiento a la pobreza o a la explotación, habilitan la resistencia.

6.3.- GOBIERNO DEMOCRATICO.- Acentuemos las contraposiciones


con Zizeck en el tema del gobierno. A su gobierno castrense, bajo el mando
de un líder, y con derecho a ejercer el terror, debemos oponer la república
democrática con sus dos condiciones (mínimas o básicas) para ser
legítima, a saber: su origen electoral y su ejercicio compatible con los
derechos humanos. Legitimidad de origen y de ejercicio, y de no ser así,
resistencia a la opresión.96

Zizeck es un integrante de la industria del espectáculo de las ideas,


operativo a los derechos o intereses del gobierno. Zizeck es un doctrinario
del poder del gobierno y así no lo limita, no lo restringe, no le impone sus
deberes que son, en definitiva, los derechos favorables al ser humano.

El gobierno debe asegurar los derechos humanos y coadyuvar al


progreso social e individual. Aseguramiento y progresividad y sino
resistencia a la opresión, desobediencia, protesta, manifestaciones, huelga
general, revolución para el cambio de gobierno o el cambio social.

La república democrática se constituye como un gobierno integrado


(como mínimo) por un parlamento, asamblea o un congreso de los
representantes del pueblo (o de la nación). No necesariamente implica la
existencia de un presidente o de un poder ejecutivo diferente al congreso.
De no haber un presidente o un poder ejecutivo, la administración pública
queda a cargo de comisiones (o comités) de parlamentarios. La república
democrática requiere de un poder judicial independiente del parlamento y,
en su caso, también del presidente.

La república democrática no excluye a las formas directas de gobierno


por parte del pueblo. No hay necesariamente incompatibilidades entre
ciertas formas de democracia directa y la representación popular. En la
república democrática los derechos políticos de elegir y de ser elegido, se
reconocen a todo ser humano sin distinción fundada en motivos
discriminatorios como la raza, el sexo, la nacionalidad, la religión o sus
similares, quedando excluidos (en general) los niños y las personas
mentalmente incapaces de comprender.

La república democrática es la forma de gobierno para la plena vigencia


de los derechos humanos. No hay república sin derecho de reunión, sin
libertad de asociación, sin libertad de expresión, sin derecho de elegir o de
ser elegido para ocupar los cargos gubernamentales. Un principio básico
de la república democrática (con sustento en la libertad personal y en la
igualdad) es la limitación temporal en el ejercicio de los cargos electivos.
Las reelecciones indefinidas conspiran contra el régimen de derechos
humanos. La reelección indefinida no es un principio de la república
democrática sino del gobierno de uno (de la monarquía, de la tiranía o de

96Ver el art. 21 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de


Naciones Unidas de 1948.-
37

la dictadura) o del gobierno de pocos (de la aristocracia, o de la oligarquía).


Aquí se impone recordar a Francisco Madero y a la Revolución Mexicana y
el principio de no reelección presidencial, como uno de los principios
básicos del constitucionalismo en América Latina tantas veces ultrajado por
los gobiernos del continente.

La plena vigencia de los derechos humanos requiere de un gobierno


barato y eficiente, de gobernantes honestos y virtuosos. Para el
pensamiento político moderno, para la doctrina de la república democrática,
el gobernante debe ser frugal e igualitario. Esta es la virtud democrática
(integrada por la frugalidad y el igualitarismo) que señala Montesquieu en
El Espíritu De Las Leyes97. Sin frugalidad e igualitarismo, la dictadura
castrense de Zizeck, su gobierno como un ejército en campaña bajo el
comando de un líder, es un grupo social minoritario enriquecido (una
oligarquía), una clase social integrada de caudillejos (con tropa propia,
regular o irregular) que se enriquecen en los negocios públicos.

Hay que insistir en que los cargos en el gobierno no son un medio para
el enriquecimiento de quienes los ejercen. Es así de sencillo. No puede ser
de otra manera. En un gobierno democrático, sus integrantes (ya sea por
elección, por concurso, por nombramiento o por sorteo) no pueden estar
remunerados con un salario superior al mínimo, vital y móvil. 98

6.4.- PRODUCCIÓN RACIONAL.- En una república democrática, la


producción de los bienes y servicios no puede tener por objetivo la
acumulación capitalista (o la producción de plusvalía a partir de plusvalía)
o la obtención de dinero, sino la satisfacción de las necesidades vitales (de
reproducción y progreso) de la persona humana. La producción de bienes
y servicios debe estar bajo el control del ser humano, de los miembros de
la sociedad, y no la persona sometida a la explotación de una minoría
dominante, o del proceso social de producción en el que cada uno se haya
inserto. El control de la producción significa (como mínimo) que los seres
humanos (en cuanto personas que trabajan y consumen, como
trabajadores y consumidores), participen en la determinación de qué se
produce, cómo se produce y distribuye lo producido.99

97 Montesquieu, Del espíritu de las leyes, Losada, Buenos Aires, 2007. Ver
en especial los capítulos II y III del Libro V y la Primera Aclaración.
Montesquieu sostiene que “En una república, la virtud es algo muy simple:
el amor a la república.” (pág. 73) y que “En una democracia, el amor a la
república es el de la democracia; el amor a la democracia es el de la
igualdad. El amor a la democracia es también el de la frugalidad.” (pág.
74).-
98 Ver Marx, La guerra civil en Francia, Editorial Progreso, Moscú, 1980,

pág. 63, donde cuenta que “Desde los miembros de la Comuna para abajo,
todos los que desempeñaban cargos públicos debían desempeñarlos con
salarios de obreros.” Y (en la pág. 66-7) agrega que el ideal burgués del
gobierno barato se alcanzaba por la destrucción del ejército permanente y
la burocracia del estado.-
99 Ver arts. 17, 21, 22, 23, 25 y cc de la Declaración Universal.-
38

Aquí no hay que perder de vista un punto central al pensamiento de la


izquierda (y que queda sepultado por pensadores como Zizeck y sus
proposiciones dogmáticas y autoritarias), a saber: una de las condiciones
para el desarrollo, para el incremento continuo en la producción de bienes
y servicios, es el avance en la ciencia y la técnica. La doctrina política
moderna está sustancialmente unida al cultivo (o práctica) de la ciencia y
la técnica en la inteligencia que ambas son imprescindibles para el progreso
individual y social. Sin avance en la ciencia y la técnica, no hay incremento
de la producción de bienes y servicios y sin un aumento de la producción,
no es posible una mejora en la distribución o en una satisfacción de las
necesidades vitales (de reproducción y progreso) igualitaria, no
discriminatoria, equitativa, o de goce pleno para todos los seres humanos.

Otro punto central y básico para el ideario izquierdista, es que la


desocupación y la pobreza (o el ejército de reserva y la pauperización) son
inherentes al capitalismo. Por ello se impone un cambio en el modo de
producción y distribución donde impere la racionalidad en la determinación
de los fines y en la utilización de los recursos, para incrementar la riqueza
(o los bienes y servicios) sin despilfarro o ineficiente utilización de los
medios y sin daños para las personas y la naturaleza (o el medio ambiente).
Ello no implica ni la estatización (o nacionalización de las empresas), ni la
planificación gubernamental, ni la supresión del comercio ni los mercados,
pero sí conlleva un control de la producción (o de qué y cómo se produce)
con una dirección democrática o codirigida por los trabajadores (o las
personas que trabajan).100

Estos temas, centrales a la filosofía política, aparecen ausentes en la


supuesta “nueva tétrada” con la que Zizeck caracteriza al comunismo. La
determinación de qué se produce y cómo se produce y distribuye, implica
también la discusión sobre las necesidades a satisfacer, y ello conlleva al
análisis y a la crítica a los procesos de generación de las necesidades y de
los deseos. Aquí no vale insistir en que las necesidades son ilimitadas y los
recursos son limitados, o que los deseos no se alcanzan en su totalidad y
plenitud, lo que causa un malestar permanente101. Aquí aparecen viejos
problemas que no porque sean de difícil solución, se deban soslayar u
ocultar, o pensar que tienen su resolución con el despotismo de un gobierno

100 Aquí recuerdo que en el art. 17.1 de la Declaración Universal de


Derechos Humanos de Naciones Unidas se reconoce que “Toda persona
tiene derecho a la propiedad individual y colectivamente”, y que en el art.
17.2 se establece que “Nadie será privado arbitrariamente de su
propiedad”.-
101 Maquiavelo dice que “…la naturaleza ha creado a los hombres de modo

tal que pueden desearlo todo, pero no pueden conseguirlo todo y, así,
siendo el deseo siempre mayor que la posibilidad de conquista, resulta el
descontento con lo que se tiene, y la escasa satisfacción por ello. De aquí
surgen los cambios de fortuna, porque los hombres desean en parte tener
más y en parte temen perder lo conquistado y, entonces, se llega a las
enemistades y a la guerra, de la que nacen la ruina de la provincia y la
exaltación de otra.” (Discursos de la primera década de Tito Livia, Losada,
Buenos Aires, 2008, Libro I, cap, XXXVII, pág. 144).-
39

castrense. No es así. No hay que subestimar la capacidad del ser humano


para el dominio consciente de sus necesidades y deseos, en el debate
público, en la discusión libre e igualitaria, donde se evalúan tanto las ideas
como las condiciones de posibilidad (conceptuales y sociales) de las
mismas.

El autocontrol de las necesidades y los deseos, o el poder autónomo


sobre las necesidades y deseos personales, consiste (como mínimo) en
que la generación de las necesidades y deseos de la persona no se
encuentre bajo el poder de un grupo social minoritario, o que las
necesidades y deseos de la persona no sean objeto de la dominación de
una oligarquía, o que la generación de las necesidades y deseos de la
persona no sea un instrumento (o medio o técnica) de dominación de la
élite del poder, a través del cual ejerce su control social.

6.5.- DOCTRINA JURIDICA ALTERNATIVA.- Antes de ir al cuarto punto


(el de la proyección utópica), permítaseme aquí un aparente desvío por la
cuestión de los derechos humanos que tanta crítica equivocada (e
insensata) han recibido de los integrantes del partido popular, que con ella
sólo han despejado (o abierto) el camino al despotismo, a la tiranía o la
dictadura, con grave lesión a los seres humanos.

Una de las tareas de la izquierda (o del partido popular, o de una doctrina


ex populi y no ex principi) es realizar o elaborar una doctrina jurídica
alternativa, crítica, a la doctrina jurídica dominante. Una doctrina jurídica
alternativa es una doctrina favorable a la persona que trabaja y consume
frente a las grandes patronales, y favorable a la persona frente al gobierno.
Es una doctrina favorable al pleno imperio de los derechos humanos. ¿Qué
es una doctrina jurídica alternativa? Es una interpretación de los textos
jurídicos a favor de la persona humana. Es una doctrina que expone, a partir
de los textos jurídicos, el significado más favorable a la persona ante el
gobierno y las grandes empresas, ante el poder público y el poder de los
ricos, ante los poderosos sean públicos o privados. ¿Para qué? Para
promover la libertad y la igualdad, en un orden social ascendente (o
progresivo).102

Mientras que la doctrina jurídica oficial es la doctrina jurídica que expone


y defiende los intereses de la élite del poder contra los derechos de los
trabajadores y consumidores (de la mayoría de los seres humanos, que
trabajan y consumen), la doctrina jurídica alternativa expresa y aboga por
los derechos de los explotados, de los sometidos, de quienes (en gran
medida) quedan excluidos del debate, de la decisión y ejecución de las
políticas públicas, o de quienes son directa o indirectamente afectados por
las mismas o por la acción o la omisión de las grandes empresas
productoras de bienes y servicios, lo que equivale tanto como decir que no
poseen el pleno goce y ejercicio de los derechos humanos, o que en la
sociedad no impera la libertad para todos.

102Ver Javier Spaventa, Interpretación y Aplicación del derecho laboral,


Buenos Aires, 2020.-
40

Si de un texto jurídico se adopta su interpretación predominante, oficial,


o conservadora, sin merituar su posible interpretación alternativa, no vale
descalificar a la interpretación oficial máxime cuando ese rechazo implica
también prescindir de la interpretación crítica del texto. Si de la Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa
de 1789, tomamos su versión más limitada, más parcial o más burguesa,
sin analizar ni evaluar otras interpretaciones más amplias, más generales
(o abarcativas) o menos burguesas o menos capitalistas, el resultado no
puede ser el repudio general a los derechos humanos, ni el rechazo del
texto de la Declaración como posible fuente de otras versiones críticas o
alternativas a la versión oficial dominante de la élite del poder.

En este grave error incurre Marx en La Cuestión Judía (de 1843) cuando
analiza la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la
Revolución Francesa de 1789. ¿Cómo interpreta el texto de la Declaración
o de las Declaraciones de 1789, 1793 y 1795? Marx considera que el
hombre al que alude la Declaración es el hombre egoísta de la sociedad
burguesa: los derechos humanos “no son otra cosa que los derechos del
miembro de la sociedad burguesa, es decir, del hombre egoísta, del hombre
separado del hombre y de la comunidad.”103. Aquí en este párrafo aparecen
dos ideas. La primera es la interpretación general de las Declaraciones que
sostiene, que defiende más adelante a partir de ciertos textos o artículos y
que aquí analizaremos. La segunda es que el hombre egoísta es un hombre
separado del hombre y de la comunidad. Esta segunda idea abre el camino
a un tipo de cambio político: en la sociedad burguesa el hombre es egoísta
y está separado, hay que superar esa sociedad con un hombre nuevo
solidario y en unidad con los otros hombres y su comunidad. Traducir esta
segunda idea en normas, en un régimen jurídico, ha llevado y lleva (en
general) a menoscabar la libertad y la igualdad, a restringir el derecho a la
búsqueda de la propia felicidad, a la imposición gubernamental de
estereotipos y, en definitiva, a la tiranía. Veamos la primera idea o la
interpretación de los textos.

La interpretación que sostiene Marx de los textos de las Declaraciones


es la versión más conservadora de los mismos. Así Marx considera que el
hombre al que aluden los textos es el hombre egoísta de la sociedad
burguesa. La libertad es el derecho a ser egoísta, a estar aislado o
separado de los otros hombres. En la práctica, la libertad es el derecho a
la propiedad privada, que es el derecho a disfrutar arbitrariamente del
patrimonio. La igualdad es la igualdad en el egoísmo. Y la seguridad es la
protección del hombre aislado. Esta sería su interpretación de las
Declaraciones.

Pero de las Declaraciones francesas de 1789, de 1793 y de 1795 es


posible brindar otras interpretaciones. Marx sostiene que “La libertad es,
por tanto, el derecho de hacer y emprender todo lo que no dañe a otro. El
límite dentro del cual puede moverse todo hombre inocuamente para el otro

103 Ver de Marx, La cuestión judía (de 1848) en Carlos Marx y Federico
Engels, La Sagrada Familia y otros escritos filosóficos de la primera época,
Grijalbo, 1986, págs. 16 a 44, pág. 32.-
41

lo determina la ley, como la empalizada marca el límite o la divisoria entre


dos tierras. Se trata de la libertad del hombre como una mónada aislada,
replegada sobre sí misma.”104 Pero ello no es así. La libertad del hombre
tiene un límite muy básico y aceptable: que es no dañar a otro hombre, lo
que equivale a sostener que dicho límite consiste en no menoscabar los
derechos de otro hombre (porque todos somos iguales). Ahora bien, que el
poder de actuar tenga ese límite no significa que el hombre sea “una
mónada aislada, replegada sobre sí misma.” No es así. ¿Por qué? Porque
el hombre puede realizar todas las acciones que no dañen a sus
semejantes, entre las cuales está la de unirse o asociarse con ellos para la
búsqueda de su felicidad. El límite de no dañar a otros, no aísla al hombre
como a una mónada.

Tampoco es cierto que “La aplicación práctica del derecho humano de la


libertad es el derecho humano de la propiedad privada.”105 En las
Declaraciones francesas (como en el régimen de la Declaración Universal
de Derechos Humanos de Naciones Unidas) la libertad no queda reducida
al derecho de propiedad. Es así de sencillo. Además no es cierto que “El
derecho humano de la propiedad privada es, por tanto, el derecho a
disfrutar de su patrimonio y a disponer de él arbitrariamente (à son gré), sin
atender a los demás hombres, independiente de la sociedad, el derecho del
interés personal.”106 ¿Por qué? Porque el disfrute de la propiedad privada
es voluntario, no arbitrario, tiene que atender a los demás en la medida que
no los puede dañar y porque debe respetar sus compromisos o sus
contratos. Entre las acciones que puede llevar a cabo el hombre, bajo el
amparo de la libertad, está la de contratar con otros. Y los contratos no
pueden ser un medio para dañar, porque la libertad tiene ese límite y porque
la propiedad (o el derecho de disfrutar de los bienes, de las rentas, del fruto
del trabajo y de su industria) no puede ser menoscabada sin el propio
consentimiento.

Marx interpreta a las Declaraciones francesas como entiende a la


sociedad burguesa: “Aquella libertad individual (se refiere a la de no dañar)
y esta aplicación suya (o sea: el derecho de propiedad privada) constituyen
el fundamento de la sociedad burguesa. Sociedad que hace que todo
hombre encuentre en otros hombres, no la realización, sino, por el
contrario, la limitación de su libertad.”107 (33) Pero una cosa no implica la
otra. Su concepción de la sociedad burguesa, no implica a su interpretación
de las Declaraciones francesas, más allá que dichas Declaraciones sean
fruto de una revolución burguesa y sin perjuicio que esas mismas
Declaraciones expresen en la interpretación de sus autores los intereses
de la burguesía. ¿Por qué? Porque los textos son susceptibles de ser
interpretados de otra manera, o porque a los textos se les puede brindar

104 Marx, ob cit, pág. 32.- Leibniz sostiene que “Las mónadas no tienen
ventanas a través de las cuales pueda entrar o salir algo.”, en La
monadología, párrafo 7, en Leibniz, Tratados fundamentales, Losada,
Buenos Aires, 2004, pág. 66.-
105 Marx, ob cit, pág. 33.-
106 Marx, ob cit, pág. 33.-
107 Marx, ob cit, pág. 33.-
42

otro significado diferente al que le otorgaron sus autores o al que exponen


los juristas de la clase dominante. Las diferentes interpretaciones posibles
pueden responder a intereses de diferentes grupos o clases sociales en
conflicto (o en lucha) por el poder y la riqueza. Pero ello no lleva a que se
deba adoptar la interpretación del texto que formula la clase dominante y
que, por esa razón, haya que descartar a las Declaraciones francesas o a
todo el régimen de los derechos humanos, como (en gran medida) han
hecho los comunistas rusos en la teoría y en la práctica.

Hay un potencial de emancipación política y social en los textos de las


Declaraciones francesas que no se puede desconocer, que no se debe
soslayar y que debe ser exhibido y usado para el beneficio o mejora de la
condición humana. Hay una interpretación alternativa a la doctrina
dominante. Por ejemplo, en el art. 19 de la Declaración de 1793 se dispone
que nadie puede ser privado de una parte (aunque sea pequeña) de su
propiedad sin su consentimiento; en el art. 16 se establece el derecho de
propiedad, o de gozar y disponer de los bienes, de las rentas, de los frutos
del trabajo y de su industria; y en el art. 18 se reconoce el derecho a
contratar los servicios. Aquí en la Declaración de 1793 aparece una
fundamentación muy básica del derecho del trabajo, o de las protecciones
al trabajador o a la persona que presta servicios a favor de otra. La libertad
de contratar los servicios no puede tener por consecuencia que el hombre
se vea privado (sin su consentimiento) de una parte de los frutos de su
trabajo. Ahora bien, como en el capitalismo el obrero se ve forzado a vender
su fuerza de trabajo, en condiciones tales que lo privan de una parte de los
frutos de su trabajo (sin su consentimiento) es que se imponen medidas de
seguridad para la protección de su persona y de sus derechos y de su
propiedad, conforme lo manda el art. 8 de la misma Declaración de 1793.
Estas protecciones, estas seguridades a la persona que trabaja y a sus
derechos (impuestas en cumplimiento al mandato del art. 8 de la
Declaración de 1793 y al derecho a la igualdad reconocido en el art. 2 de
la misma Declaración) son el derecho del trabajo y de la seguridad social.

Que hay otras interpretaciones posibles a las Declaraciones francesas


surge del mismo análisis que realiza Marx en La Cuestión Judía. El derecho
a la seguridad no es ya el derecho a la protección de la sociedad burguesa,
o del hombre egoísta o aislado, sino el derecho de asegurar los derechos
humanos, como la libertad de prensa o el secreto de la correspondencia.
Así se supone en el mismo análisis que realiza Marx en La Cuestión Judía.

¿Qué sucede? Que el gobierno revolucionario no asegura los derechos


humanos, o (en el ejemplo que usa Marx) la libertad de prensa o el secreto
de la correspondencia. ¿Por qué no los asegura? Porque para el gobierno
revolucionario (o la clase o el grupo dominante) no se deben permitir estas
libertades cuando comprometen la libertad política o la acción del gobierno.
La plena vigencia de los derechos humanos (o el pleno goce de los
derechos del hombre) queda condicionado a los fines de la revolución 108.

108 Como dijo el tirano cubano Fidel Castro: “con la revolución, todo, contra
la revolución, nada”; ver sobre el tema a Guillermo Cabrera Infante, Una
película culpable (págs. 74-77) y Mordidas del caimán barbudo (págs. 78-
43

Pero si los derechos humanos quedan condicionados a los fines de la


revolución, entonces no hay derechos humanos o, en el ejemplo o caso que
analiza Marx, no hay libertad de prensa o secreto de la correspondencia.
Así la crítica de Marx supone a los derechos humanos. Marx acusa al
gobierno revolucionario que no respeta la libertad de prensa o el secreto de
la correspondencia. De modo tal que los textos de las Declaraciones no
expresan derechos del gobierno ni del hombre egoísta, sino otros derechos
que se pueden contraponer al gobierno y al hombre egoísta.109

Aquí hay un conflicto entre los integrantes del mismo grupo social
dominante que integra el gobierno revolucionario (o cualquier gobierno), o
entre el grupo social dominante y otros grupos subalternos (dominados o
súbditos), o entre quienes pretenden ejercer sus derechos humanos y el
gobierno que los pretende restringir. ¿Por qué el gobierno no asegura esos

127), en Mea Cuba, Editorial Vuelta, Coyoacán, 1993; y también de Carlos


Franqui, Retrato de familia con Fidel, Seix Barral, Barcelona, 1981, págs.
261 a 273.-
109 Las diferentes interpretaciones suponen un conflicto social. La

propuesta de Marx para la resolución de este conflicto (por lo menos en La


Cuestión Judía) consiste (en gran medida) en la transformación del hombre
individual en hombre genérico, o de sus propias fuerzas en fuerzas
sociales. Con citada influencia de Rousseau, Marx (en La cuestión judía,
pág. 38) dice: “Sólo cuando el hombre individual real recobra en sí al
ciudadano abstracto y se convierte, como hombre individual, en ser
genérico, en su trabajo individual y en sus relaciones individuales; sólo
cuando el hombre ha reconocido y organizado sus fuerzas propias como
fuerzas sociales y cuando, por tanto, no desglosa ya de sí la fuerza social
bajo la forma de fuerza política, sólo entonces se lleva a cabo la
emancipación humana.” Aquí aparecen varios problemas que no vamos a
analizar. Algunos de ellos serían: ¿Cuáles son las fuerzas propias del
hombre genérico que se transforman en fuerzas sociales? ¿Cuál es la
concepción del hombre que se contrapone al hombre egoísta, al hombre
burgués, aislado o separado de sus semejantes o de su comunidad?
¿Cómo es esta comunidad? ¿Cómo se expresa esa concepción del hombre
o de la comunidad, en normas o en un régimen de normas o jurídico
susceptible de ser transformado en fuerzas sociales no desglosadas como
una fuerza política? ¿Cómo es el proceso a través del cual el hombre
internaliza la represión necesaria para vivir sin gobierno? Ver por ejemplo
de Hans Kelsen, Socialismo y Estado, Siglo XXI, México, 1982, capítulo IV,
párrafo 13 y 14, donde analiza (o critica) la doctrina de la costumbre
leninista como una condición para eliminar al estado o a la coacción social.
La idea es transformar a la coacción social en costumbre, en internalizar la
represión o en adoptar la represión como un hábito. Una doctrina
autoritaria, o acorde a la dominación de la élite, o de un grupo social
minoritario. Aquí recuerdo que en el Informe Dahrendorf (de 1986) la
flexibilización laboral pasa principalmente por la adopción de hábitos
acordes con la acumulación capitalista. Hago una crítica a la flexibilización
en Javier Spaventa, Apuntes sobre Derechos Sociales, Chilavert Artes
Gráficas, Buenos Aires, 2012, párrafo 5, Estudio sobre la flexibilización
laboral en la Argentina.-
44

derechos humanos? Porque esos derechos humanos limitan el poder o la


riqueza de los gobernantes, y los gobernantes no están dispuestos a perder
ni poder ni riqueza.

Este conflicto se expresa (entre otros medios) en las diferentes


interpretaciones de los textos jurídicos (o de las Declaraciones francesas,
para el caso en estudio). Habrá así una interpretación ex principi, o una
interpretación favorable al gobernante (o al gobierno), y otra interpretación
ex populi o favorable al gobernado. Habrá una interpretación favorable a la
clase dominante y otra interpretación favorable a la clase dominada. Pero
que haya una interpretación favorable al gobierno o a la clase social
dominante, no invalida otras posibles interpretaciones del texto ni al texto
mismo como posible fuente de otros sentidos o de otras interpretaciones.

El jurista de izquierdas, el jurista popular en contraposición al jurista de


estado (o del poder), heredero de la ilustración y de la doctrina política
moderna, elaborará una doctrina jurídica alternativa a la dominante, de
modo tal de contraponer a los supuestos derechos del gobierno y de los
ricos, los derechos de la persona humana, de la libertad y la igualdad. Así
el jurista popular construirá argumentos a favor de la persona humana para
la defensa de sus derechos e intereses ante los atropellos habituales del
gobierno y de los ricos.

6.6.- Y LA PROYECCIÓN UTOPICA.- Avancemos ahora en el cuarto


punto de la proyección utópica, que habíamos dejado pendiente. Algunos
revolucionarios modernos (de la Revolución francesa o de la rusa)
propusieron (o ejecutaron) el gobierno de terror como una etapa necesaria
pero transitoria, como un gobierno de transición hacia otro estado de cosas
público mejor, o en la esperanza de alcanzarlo. El gobierno revolucionario
era un gobierno de excepción o una dictadura para la constitución de un
orden social o político diferente y considerado mejor que el preexistente.

Aquí cabe observar que un gobierno de transición a un régimen de


derechos humanos y de república democrática, no puede ser un gobierno
de terror ni una tiranía (o una dictadura sine dies) y que cualquier
emergencia sólo impone un mayor deber del gobierno para asegurar y
promover los derechos personales y el progreso.

Ya dijimos que en la idea de comunismo de Zizeck está ausente toda


proyección de una sociedad perfecta o, como mínimo, que no existe el
modelo de una sociedad donde la persona humana pueda vivir en paz y
con sus necesidades básicas satisfechas.110 Menos aún, claro está, donde
impere la libertad y la igualdad, y la posibilidad cierta del adelantamiento.

110Así se reconoce en el art. 25.1 de la Declaración Universal que “Toda


persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así
como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el
vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales
necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo,
enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus
medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.”
45

Acorde a la ausencia de toda proyección utópica, la creación o


constitución de un hombre nuevo, también es una cuestión absolutamente
ajena a la “nueva tétrada”, o al comunismo de guerra, o al gobierno como
un ejército en campaña, o (en definitiva) a la propuesta o al modelo de
Slavoj Zizeck que aquí criticamos. La cuestión es importante si advertimos
que los comunistas han insistido en la construcción de un hombre nuevo.

Que la naturaleza del hombre (o de la persona humana) es susceptible


de ser modificada, cambiada o transformada en algunas de sus
características (físicas o psíquicas) para su mejora según los parámetros
de un modelo o tipo ideal, o que no es invariable o fija, es (como mínimo)
una doctrina plausible y que acompaña a la filosofía política moderna o al
régimen de los derechos humanos y la república democrática.

Pero claro está que el modelo o tipo ideal de un hombre nuevo no puede
ser impuesto por el grupo social dominante para eliminar otros grupos o
para favorecer su hegemonía política o social. No puede haber estereotipos
obligatorios sin que se violen los derechos humanos.

Tampoco la construcción de un hombre nuevo puede consistir en que el


hombre internalice o transforme en hábitos, o en sentimientos, o en afectos
o en emociones, al régimen represivo de sus impulsos eróticos (y de sus
derechos humanos), para que sea sólo un trabajador productivo al servicio
de una élite o de un grupo social minoritario. Aquí hay que criticar la
construcción del hombre nuevo comunista (el de los comunistas rusos o en
éstos inspirados) que ha pretendido transformar el deber de trabajar en un
hábito.

A esta concepción altamente represiva se debe contraponer una doctrina


que afirme que la construcción de un hombre nuevo, si tiene algún sentido,
es para el desarrollo de hábitos solidarios, de sentimientos o afectos
amorosos o eróticos que coadyuven a hacer realidad el ideal revolucionario
de la fraternidad, para que así impere junto con la libertad y la igualdad.111

111 Un argumento de tipo conservador contra el ideal comunista, consiste


en sostener que los impulsos, instintos, pasiones del ser humano son
incompatibles con una sociedad donde impera la comunidad de bienes. Así
ver Juan Luis Vives, La comunicación de bienes (o mejor: la comunidad de
bienes, De communione rerum de 1535), en Juan Luis Vives, El Socorro de
los Pobres. La Comunicación de Bienes, Tecnos, Madrid, 2007, págs. 146
y ss). Ver también de Sigmund Freud, El malestar en la cultura (en Obras
Completas, Tº III, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973, pág. 3047 y 3066), donde
sostiene que con la abolición de la propiedad privada, no se elimina, limita
o modifica las tendencias agresivas del ser humano, que persisten, al
mantenerse las diferencias de influencia, poder y relaciones sexuales, que
son fuente de envidia y hostilidad. La hostilidad, los conflictos, no derivan
sólo de la propiedad privada, sino que tienen otras fuentes, orígenes,
causas, motivos, objetos.-
46

Pero Zizeck solo propone un gobierno de terror bajo el mando de un líder


(con su pueblo movilizado, lo que en la práctica queda reducido a grupos
de choque al servicio del gobierno) o un gobierno como un ejército en
campaña. En la propuesta de Zizeck hay un gobierno tiránico sin camino
hacia mejor. Es el terror sine dies ni esperanza.112

Un conocido texto del tomo III de El Capital puede servir para ilustrar
algunos aspectos de una sociedad perfecta. Marx dice: “… el reino de la
libertad sólo empieza allí donde termina el trabajo impuesto por la
necesidad y por la coacción de los fines externos; queda, pues, conforme
a la naturaleza de la cosa, más allá de la órbita de la verdadera producción
material. Así como el salvaje tiene que luchar con la naturaleza para
satisfacer sus necesidades, para encontrar el sustento de su vida y
reproducirla, el hombre civilizado tiene que hacer lo mismo, bajo todas las
formas sociales y bajo todos los posibles sistemas de producción. A medida
que se desarrolla, desarrollándose con él sus necesidades, se extienden
también las fuerzas productivas que satisfacen aquellas necesidades. La
libertad, en este terreno, sólo puede consistir en que el hombre socializado,
los productores asociados, regulen racionalmente este su intercambio de
materias con la naturaleza, lo pongan bajo su control común en vez de
dejarse dominar por él como por un poder ciego, y lo lleven a cabo con el
menor gasto posible de fuerzas y en las condiciones más adecuadas y más
dignas de su naturaleza humana. Pero, con todo ello, siempre seguirá
siendo éste un reino de la necesidad. Al otro lado de sus fronteras comienza
el despliegue de las fuerzas humanas que se considera como fin en sí, el
verdadero reino de la libertad, que sin embargo sólo puede florecer
tomando como base aquel reino de la necesidad. La condición fundamental
para ello es la reducción de la jornada de trabajo.”113

No hay que pensar a la sociedad perfecta como una sociedad estática.


La sociedad perfecta no es un estado social inmóvil. La sociedad perfecta
también puede (y así debe serlo) ser pensada como una sociedad o un
estado social dinámico o que es susceptible de transformación o de cambio
pero sólo hacia mejor. En el sociedad perfecta sólo se puede mejorar y
nunca empeorar.

Como mínimo en la sociedad perfecta deben imperar los derechos


humanos. En la sociedad perfecta (como mínimo) la persona humana debe
vivir liberada del temor y la miseria.

Ahora bien, Marx ubica al reino de la libertad más allá del reino de la
necesidad. En el reino de la necesidad el hombre está sometido a la
coacción de los fines externos. El hombre debe trabajar para satisfacer sus
necesidades, que son las más básicas, físicas o vitales, como las que
también le impone el grupo social dominante. La coacción de los fines
externos es el sometimiento del hombre a fines o deseos, que se le

112 Recordemos aquí a Ernest Bloch, El principio esperanza, Aguilar,


Madrid, 1979, Tº I, Parte Segunda (Fundamentación), La conciencia
anticipatoria, págs. 29 a 334.-
113 Marx, El Capital, Tº III, FCE, pág. 759.-
47

imponen por causa, motivo u ocasión de su propia materialidad y por el


grupo social dominante.

En el reino de la necesidad se puede avanzar en el camino de la libertad.


Para ello hay que liberarse del grupo social dominante. Aunque sólo ello es
más que insuficiente. ¿Por qué? Porque el hombre sigue sometido a tener
que trabajar para satisfacer sus necesidades. De modo tal que para
avanzar hacia la libertad (o para tener más libertad en el reino de la
necesidad) el hombre debe (en cuanto productor y consumidor) asociarse
para regular racionalmente la producción y distribución de los bienes y
servicios, o para ejercer un control común de la producción y distribución,
con el menor gasto de recursos y en las mejores condiciones de labor. Marx
considera que “La condición fundamental para ello es la reducción de la
jornada de trabajo”, que es tanto como decir que la condición es el derecho
del trabajo como un medio para disminuir al trabajo necesario para vivir y
así ampliar la libertad del hombre o la posibilidad que elija sus propios fines.
Cuanto menos trabajo debe cumplir el hombre para satisfacer sus
necesidades, podrá contar con más tiempo para realizar sus propios fines
o procurar sus propios deseos. En La Ideología Alemana, Marx y Engels ya
habían sostenido (contra una división del trabajo impuesta, no voluntaria, o
espontánea) que “en la sociedad comunista, donde cada individuo no tiene
acotado un círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar sus
aptitudes en la rama que mejor le parezca, la sociedad se encarga de
regular la producción general, con lo que hace cabalmente posible que yo
pueda dedicarme hoy a esto y mañana a aquello, que pueda por la mañana
cazar por la tarde pescar y por la noche apacentar el ganado, y después de
comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad de ser
exclusivamente cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos.” 114

Sobre esta base salir del reino de la necesidad o alcanzar el reino de la


libertad es liberarse del trabajo impuesto por las necesidades. Así la
sociedad perfecta sería un estado social dinámico, donde el cambio es para
mejor, donde el hombre se encuentra liberado del temor y la miseria (o
donde imperan los derechos humanos) y donde, además, tampoco se
encuentra sometido al deber de trabajar para satisfacer sus necesidades,
sino que puede libremente elegir sus ocupaciones.

Este análisis abre la utopía como una idea regulativa. Ahora bien,
¿cuáles son las condiciones que hacen posible que el hombre se libere del
trabajo? Indico aquí dos. Primero. Que controle la generación de sus
necesidades y deseos. Segundo. Que el hombre cuente (bajo su
dominación y a su servicio) con una clase esclava integrada por máquinas
o humanoides autónomos, autoreproducibles y dedicados a la producción
y distribución de los bienes y servicios requeridos para la satisfacción de
sus necesidades.

Ahora bien, contar con una clase esclava de máquinas o humanoides


plantea a su vez serios problemas. Vamos a señalar algunos de ellos.
Primero. Hay un primer problema que es la producción (o creación) de esa

114 Marx y Engels, La ideología alemana, págs. 32 y 33.-


48

clase esclava. Parecería que por ahora no están dadas las condiciones.
Segundo. La clase esclava debe estar bajo el dominio del hombre y a su
servicio. Estando los hombres divididos en diferentes grupos o clases, es
posible que esos esclavos también lo estén, o que pertenezcan a distintos
grupos o clases de hombres a quienes sirvan. Estas divisiones pueden
facilitar el uso de mayores recursos para llevar adelante enfrentamientos
por el poder y la riqueza en el interior de los grupos o clases o entre ellos.
Tercero. Para que el hombre esté realmente liberado del trabajo, los
esclavos deben ser autónomos y autoreproducibles, de modo tal que el
hombre no tenga ni siquiera que ocuparse de la producción y el
mantenimiento o mejora de esos sirvientes. Cuarto. La relación del hombre
con esas máquinas o humanoides puede generar sentimientos de afecto.
A partir de estos sentimientos amorosos (o eróticos o de simpatía), se
puede pasar al reconocimiento de una personalidad o humanidad a la clase
de esclavos o hasta el deseo que se liberen de su estado de sometimiento.
Ello puede generar conflictos entre los humanos y hasta inclusive entre los
humanos y los esclavos, lo que puede tener por consecuencia la regresión
o decadencia que, a no dudarlo, es siempre una posibilidad.

El avance de la persona humana, su adelantamiento, o el progreso


material y moral, podrá ser y lo es, un imperativo, pero claro está que no es
una característica necesaria de nuestras vidas o de la historia de la
humanidad. Como una consecuencia de ese imperativo (o acorde al
mismo) tenemos el deber de denunciar las violaciones a los derechos
humanos (por parte del gobierno o los poderosos o ricos) y de elaborar o
mostrar propuestas alternativas para avanzar de un nivel a otro superior en
libertad e igualdad.

Los derechos humanos no son el correlato de las facultades arbitrarias


del gobierno. Los derechos humanos no otorgan al gobierno facultades
arbitrarias o discrecionales. No es así. Los derechos humanos imponen al
gobierno obligaciones. La distinción es básica. Es la diferencia entre la
doctrina autoritaria (que reconoce y defiende al gobierno con atribuciones
discrecionales y arbitrarias, al mismo tiempo que impone deberes a los
habitantes o meros súbditos) y la doctrina liberal o democrática (que
reconoce derechos al habitante, al ciudadano, y le impone deberes al
gobierno).

Quienes defienden las atribuciones del gobierno, no lo hacen para


beneficiar a la persona humana, al pueblo o a las grandes mayorías. No es
así. Los intelectuales de estado, o del poder, en cuanto son integrantes o
servidores de la élite, defienden la dominación política (y sus propios
intereses o empleos), simulando la imparcialidad, la neutralidad, o la
independencia, y aparentando el logro de objetivos comunes.

Contra quienes adoptan una defensa del gobierno (o del estado), contra
las doctrinas del poder, aquí reivindicamos a los derechos humanos como
una protección de la persona humana frente a los atropellos de la
burocracia pública o privada y de los ricos.
49

Contra los intelectuales del gobierno, los intelectuales del poder, contra
esos que defienden las facultades discrecionales del gobernante y que
siempre están preocupados y ocupados en incrementar las atribuciones de
los funcionarios públicos (elegidos o nombrados), aquí destaco a los
derechos humanos, en cuando son el correlato de los deberes, o de las
obligaciones, que el gobierno debe cumplir a favor de la persona.-

Buenos Aires, 9 de marzo de 2021.-

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