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Un siglo deshilando el tejido de la vida: eco-alfabetización

y formación inicial docente.


RESULTADOS PRELIMINARES DE LA INVESTIGACIÓN
María de Lourdes Norzagaray Cosío
BENU “Profr. Domingo Carballo Félix”
La Paz, Baja California Sur
lourdes.norzagaray@benu.edu.mx

Resumen
Se presenta los resultados preliminares de un estudio de corte cualitativo sobre la
educación ambiental para los docentes en formación, diseñado a partir de la Investigación
Acción (IA), como método aplicado al campo educativo. Se propuso trabajar una unidad
didáctica para mejorar la formación inicial docente, desde un enfoque multirreferencial de
temas complejos, que incidiera en la construcción del Conocimiento Ambiental Docente.
Esta propuesta buscó contribuir a formar un profesorado que reconozca y asuma su rol
histórico como promotor de cambio social y sea consciente de los límites ecológicos
planetarios que estamos alcanzando.
A partir de un análisis histórico de larga duración y considerando elementos de la historia
ambiental, se elaboró una matriz histórica-ambiental, de 1917 a 2018, que corresponde a
la fase de diagnóstico de la IA.
Los elementos que se analizaron en el diagnóstico entrecruzan estratos económico-
políticos y decisiones de política educativa junto al deterioro ambiental sostenido y las
iniciativas internacionales en favor del ambiente.
Los resultados apuntan hacia visualizar las relaciones entre la formación docente en México
y las decisiones gubernamentales en materia educativa a lo largo del último siglo y cómo,
en los derroteros actuales, cuando se requieren acciones ecológicas concretas para
atender necesidades ambientales globales urgentes, parece que el Estado ha dejado de
lado la educación ambiental durante la formación inicial docente.
Esta es una investigación en proceso, se muestran los resultados y avances obtenidos
hasta el momento en la construcción y análisis del diagnóstico así cómo los primeros
resultados de la aplicación de la Unidad Didáctica.

Introducción
En el momento histórico-ambiental actual, cuando la población debiera contar con
conocimientos socio-ecológicos que les permitan tomar decisiones en favor de una vida
sana, se observa que la formación inicial del profesorado no contempla una educación
ambiental formativa, por tanto, no contribuye a la construcción de conocimientos
ambientales que incidan en una sociedad ecoalfabetizada, capaz de enfrentar las
transiciones socioecológicas que demanda el colapso civilizatorio que vivimos.
La situación de emergencia planetaria que se enfrenta, caracterizada por un deterioro
socioambiental sin precedentes, ha llevado a muchos teóricos como es el caso de Jorge
Riechmann, a denominar esta etapa como el siglo de la gran prueba.
“Por estas razones el hombre necesita una alfabetización ambiental, que requiere:
a) el conocimiento de la realidad ambiental y la identificación de sus problemas, b)
la comprensión de los procesos sociales, históricos y ecológicos. c) el desarrollo de
una sensibilidad ambiental y d) la búsqueda de soluciones y medios de acción
disponibles”. (Pasek de Pinto, 2004, pág. 35.)
Es fundamental para la formación de una sociedad más educada e informada en temas
ambientales, que la enseñanza que se reciba desde los primeros años de la educación
básica esté orientada por profesores que igualmente cuenten con una competencia socio-
ecológica suficientemente desarrollada, para que sean capaces de ayudar a sus alumnos
a construir conocimientos ambientales sólidos.
Desde la perspectiva de Shulman (1986), cuando habla del Conocimiento Didáctico del
Contenido, especifica que, tanto los conocimientos didácticos como los disciplinares forman
parte del conjunto de aspectos que el profesor conoce, y no deben enseñarse por separado,
sino ser tratados como una unidad. De ahí se deriva que el conocimiento ambiental del
docente no puede ser enseñado aislado de los componentes que lo caracterizan.
Considerando las ideas de Pasek de Pinto y Shulman, la formación del profesorado debe
incluir, no solo los conocimientos ecológicos sino, además, los sociales e históricos, ambos
de la mano de los didácticos.
El objetivo de esta investigación es establecer el papel del profesor como agente de cambio
social a partir de la revisión histórica (1917-2018), de las relaciones que se cruzan entre los
proyectos de nación y la formación inicial docente. Eso permite visualizar los elementos
relativos a la educación ambiental, integrados en los planes de estudio de las Escuelas
Normales en México y plantear una propuesta alternativa hacia el desarrollo de la
consciencia ambiental en los docentes en formación.
Por tanto, se contemplan los siguientes objetivos particulares:
• Definir el papel del profesor como agente de cambio social y la evolución de
la educación ambiental en la formación docente, a partir de un análisis
histórico de la relación entre la formación inicial docente y los proyectos de
nación (1917-2018).
• Identificar los elementos relativos a la educación ambiental para la
sustentabilidad que integran los Planes de Estudio 1997, 2012 y 2018, para la
Lic. en Educación Primaria.
• Elaborar y aplicar en un grupo de la Licenciatura en Educación Primaria, una
unidad didáctica para incidir en la construcción del Conocimiento Ambiental
Docente necesario para el fomento de la alfabetización ambiental en la
sociedad.

Es decir, se buscó elaborar y aplicar una unidad didáctica dirigida a contribuir en la


construcción del Conocimiento Ambiental Docente (CAD), necesario para el fomento de la
alfabetización ambiental del futuro profesor y proponer alternativas de enseñanza de la
educación ambiental con una perspectiva histórica e incluirla en el programa del curso
“Estudio del Medio Ambiente y la Naturaleza” de la Licenciatura en Educación Primaria,
Plan 2018.
La unidad didáctica contempló el trabajo con Problemas Socio-Científicos y actividades
encaminadas a la formación crítica de los estudiantes, a partir del trabajo colaborativo y
autogestivo de los estudiantes.
Tanto la Matriz Histórica-ambiental como el diseño de la Unidad Didáctica son recursos
didácticos que se consideran relevantes para la construcción de los conocimientos
ambientales de los futuros profesores, los valores educacionales, así́ como los fundamentos
filosóficos e históricos que dan cuentan del rol como agentes de cambio social de los
estudiantes normalistas.
“Considerando que la escuela de hoy debe dar respuesta a la sociedad con una
educación innovadora, orientada a la formación de individuos que tomen en cuenta
una visión crítica de la naturaleza, investiguen la complejidad de nuestro mundo y
ofrezcan soluciones adecuadas a los problemas, es el docente quien debe propiciar
un aprendizaje integral sobre lo ambiental y su importancia en el logro de una mejor
calidad de vida, sentando las bases para la transformación del mundo actual”
(Pasek de Pinto, 2004, pág. 38).
Es decir, el profesor de educación básica necesita desarrollar un pensamiento ambientalista
que propicie interés, curiosidad y sistematicidad hacia los fenómenos socio-ecológicos
entre sus estudiantes.
Lograr un cambio de ese nivel implica que la mirada en la formación inicial docente y en la
educación básica converjan en los mismos derroteros, hacia la sociedad que buscamos.
“Cambiar el modelo sobre cómo aprenden los alumnos y, en consecuencia, sobre cómo
enseñar, conlleva un cambio en todas las prácticas educativas incluidas en la profesión de
enseñante” (Sanmartí N. , 2000, pág. 16).
Debe quedar claro que la enseñanza de la educación ambiental no es un lujo o un mero
ejercicio intelectual políticamente correcto, es una necesidad social para el cambio.

Resultados y discusión preliminares


Durante el análisis histórico elaborado para dar cuerpo al diagnóstico de este trabajo, se
observó que existen seis líneas temporales paralelas que se influencian unas a las otras.
Se optó por organizarlas en una Matriz Histórica-Ambiental (HA) (ver Figura 1) que
permitiera, por una parte, enfocar la mirada en las relaciones transversales que explican la
formación inicial docente en México y las decisiones de política educativa que han incidido
en el desarrollo histórico de la educación ambiental en nuestro país.
En la otra vertiente, ese trabajo permite identificar como el deterioro ambiental sostenido,
resultado de las acciones del desarrollo económico-político, permea todos los estratos de
la Matriz HA afectándose en todos los sentidos.
Los estratos temporales que forman la Matriz HA son los siguientes:
Estrato 1. Del deterioro ambiental sostenido.
Estrato 2. De las principales Rev. Industriales, las organizaciones ambientalistas
internacionales y el nacimiento de la Educación Ambiental.
Estrato 3. De las etapas del desarrollo económico-político de México.
Estrato 4. De la evolución del Sistema Educativo Nacional: principales fases.
Estrato 5. De la Educación Ambiental en la educación básica en México.
Estrato 6. De los principales hitos en la formación inicial docente en México.
Se realizó un estudio transversal de los estratos de la Matriz para tratar de entender por
qué pareciera que cuando la problemática ambiental global amenaza a la población, no se
observa trabajo conjunto entre el gobierno y el sistema educativo, para enfrentar la crisis
civilizatoria, como si lo hubo en 1917 con las misiones culturales y los “ejércitos de
maestros” en pos de la alfabetización del pueblo mexicano posrevolucionario.
Hoy se observa un corte entre las políticas educativas nacionales y la formación ambiental
de los docentes (figura 1), misma que se aprecia diluida cuando no inexistente.

Figura 1.
Matriz Histórica-ambiental (HA).

Fuente: elaboración propia

El análisis puntual y detallado de la Matriz HA debe ser objeto de otra publicación por la
complejidad de su naturaleza. Por ahora, y para objeto de estos primeros resultados, se
hace notar que los cortes transversales entre estratos dejan ver relaciones por demás
profundas, así como cortes importantes entre la historia político-económica mexicana, el
deterioro ambiental sostenido y los tratados y cumbres ambientales internacionales de los
que México es parte.
Todo ello no parece tener repercusiones de fondo en la formación inicial docente pues, a
pesar de los numeros acuerdos firmados por nuestro país, la formación del profesorado no
cuenta con una educación ambiental formativa. En los últimos planes de estudio de las
Licenciaturas en Educación Primaria (Planes 1997, 2012 y 2018) solo aparece algún tema
aislado relativo al cuidado del ambiente, mismos que luego desaparecen y no se concreta
una verdadera propuesta de educación ambiental, hasta la fecha.
En la figura 2 se observa de manera más esquemática, como se han venido desarrollando
el deterioro ambiental y la formación de los futuros docente en caminos encontrados, es un
siglo deshilando el tejido de la vida, donde la educación se aleja de la naturaleza y la
valoración de esta disminuye; mientras que los procesos de industrialización, despojo de la
naturaleza y deterioro ambiental crecen sin medida.
Figura 2.
Esquematización de la Matriz Histórica-ambiental. Deshilando el tejido de la vida.

Fuente: elaboración propia

Los resultados del análisis de la matriz histórico-ambiental sentan las bases para el diseño
de la Unidad Didáctica (UD), objeto de esta investigación, bajo la estructura que propone
Neus Sanmartí (2000).

La crisis socio-ecológica global. Necesidad de una sociedad ecológicamente


alfabetizada vs. Una formación ambiental diluida para los futuros docentes.
El plan de estudios para los Licenciados en Educación Primaria 1997, señala en el rasgo
cinco de su perfil de egreso denominado: Capacidad de percepción y respuesta a las
condiciones sociales del entorno de la escuela, que el egresado: inciso e) “Asume y
promueve el uso racional de los recursos naturales y es capaz de enseñar a los alumnos a
actuar personal y colectivamente con el fin de proteger el ambiente” (Secretaría de
Educación Pública, 1997, pág. 35).
Esas líneas son las únicas que aparecen en el plan de estudios 1997 para formar a los
profesores de educación básica. Mismas que no se reflejan en ninguno de los cursos que
conforman el plan, salvo en un tema, de una unidad, en un curso. El gobierno federal olvida
preparar a sus docentes para atender los temas ambientales que si aparecen en el plan de
estudios de la educación básica y con ello, hacer frente a la crisis ambiental global.
Y esta crisis ambiental que ya comenzaba a saltar por todos lados y en todos los sentidos,
no era cosa menor, y no ha dejado de empeorar desde entonces y hasta nuestros días.
En la figura 3 se observan las diferentes problemáticas que se han venido acumulando en
el planeta entero, desde muchos frentes.

Figura 3
Segundo estrato. De las revoluciones y el deterioro ambiental sostenido.

Fuente: elaboración propia.

Por un lado, tenemos problemas de abastecimiento de agua para consumo humano que
cada día escasea más debido a la sobre explotación de los acuíferos o bien por la
contaminación de los mismos; el 85% de los bosques del planeta ha desaparecido, se ha
fragmentado o degradado por el uso del ser humano; los niveles de dióxido de carbono en
la atmósfera son más altos que nunca en los últimos 66 millones de años; las evidencias
científicas del cambio climático son cada día más grandes; la población del mundo estaba
en 7 mil millones de habitantes en 2011 y se estima que podría alcanzar los 10 mil millones
para el año 2050.
Y por debajo de la superficie de la Tierra también hemos dejado nuestra huella con los
llamados tecnofósiles, todo aquello que construimos o fabricamos (cepillos de dientes,
carreteras, automóviles, etc.) y que va quedando convertidos en basura en los diferentes
sustratos. De igual forma en esos sustratos están las huellas de la antroturbación.
Estamos ante una crisis civilizatoria que nos dirige hacia un cambio de época: el
Antropoceno, la era del hombre. Sabemos que hay una sobre explotación de todo y que
eso mismo está causando una crisis que se retroalimenta.
La problemática no es sencilla, como es claro ver; tampoco lo es la solución. Pero si los
gobiernos, no se comprometen plenamente con las estrategias que se planean para la
reeducación ambiental de la sociedad, el problema se vuelve aun más grave.
No podemos esperar que los profesores de educación básica trabajen los contenidos de
educación ambiental que los programas les marcan, si no han recibido una formación
pertinente en ese campo, si ellos mismos no han tenido la oportunidad de construir un
conocimiento ambiental y una conciencia plena sobre estos menesteres.
Los planes de estudio de las licenciaturas en educación obvian la educación ambiental y el
Gobierno Federal, vía la Secretaría de Educación Pública, no se proponen de manera seria
formar a los profesores para que sean capaces de cumplir con ese cometido que, como
país tenemos asumido desde los primeros años de la década de los 70.
“Podría preguntarse si el descuido de la educación pública indica una falta de
responsabilidad por parte de la élite neocolonial hacia las masas, una ceguera
conscientemente creada a las interrelaciones entre el mejoramiento de todos los
ciudadanos o habitantes y la posibilidad de mejoramiento general para toda la sociedad
como un todo”. (Stein & Stein, 1970, pág. 173).
Dice Nussbaum (2012) que una de las capacidad centrales para poder hablar de calidad
vida para las personas es el que denomina sentidos, imaginación y pensamiento, esto
significa que podamos utilizarlos de una forma humana, formada y cultivada por una
educación adecuada e integral, y yo agregaría una educación que forme para la vida.
La educación construye capacidades humanas. Sen (2000) define la educación como
potenciadora de capacidades de los individuos y generadora de libertades humanas, en
contraposición con la definición de la educación como un instrumento que fortalece el
“capital” humano, como un medio de producción que genera crecimiento económico
(Nussbaum M. , 2012).
La educación puede llegar a ser vía hacia la conciencia ecológica. Cuando la educación
básica se trabaja desde un enfoque integrador real, tendría que abarcar las categorías de
Nussbam para construir capacidades humanas, por tanto debería incluir a las artes, la
historia, el conocimiento del ambiente y todas las cuestiones axiológicas que nos hacen
humanos, que nos constituyen en ciudadanos.
Por tanto, la educación que apunte hacia la sustentabilidad y a la creación de una
ecociudadanía estaría enfocada en el ambiente, en cuidar la vida y en alternativas
sustentables.

Los planes de estudio para la formación docente de 2012 y 2018: una mirada desde
la educación ambiental. La educación como vía para la formación de la sociedad y la
búsqueda del crecimiento.
El peso que reviste la formación profesional docente y su impacto en la educación de las
niñas y niños de México es significativo. Durante el ciclo escolar 2019-2020, se encontraban
inscritos 25.2 millones de estudiantes entre los tres y los catorce años, según datos de la
Secretaría de Educación Pública (Principales cifras del Sistema Educativo Nacional 2019-
2020).
La formación inicial docente incide de manera directa tanto en la forma en que los futuros
profesores de educación primaria van a trabajar con esos 25 millones de estudiantes en
educación básica, como en el tipo de ciudadanos que están contribuyendo a formar, de qué
manera van a abordar los contenidos disciplinares, los enfoques de enseñanza o qué tipo
de actividades prevalecerán en las aulas.
Por tanto, la situación de la formación inicial docente no puede ser tratada como cosa
menor. Los problemas que reviste la Educación Normal parten de un conjunto de
circunstancias muy diverso, pero en lo que concierne al ambiente, partimos de un plan de
estudios que no considera a la Educación Ambiental dentro de los programas de estudio
que lo componen. Asume que la formación que hayan recibido los jóvenes normalistas en
su paso por la educación básica es suficiente para trabajar los contenidos que se les exigen.
Es claro que la realidad es otra.
Cambiar el modelo con el que aprenden los alumnos normalistas y, en consecuencia, sobre
como van a enseñar en las escuelas de educación básica, conlleva un cambio en todas las
prácticas educativas incluidas en la profesión de enseñante. Una alternativa está en el uso
de estrategias didácticas para la enseñanza de la educación ambiental que permita la
reflexión crítica como son los Problemas Socio-Científicos (PSC).
Pero, además de eso, es necesario que los planes de estudio de las Escuelas Normales
consideren la Educación Ambiental de manera seria. Como decía antes, el plan 1997 para
la Lic. en Educación Primaria, propuso un tema de ecosistemas dentro de una unidad de
uno de sus cursos.
El plan 2012, incluyó un curso optativo denominado Ecología y Desarrollo Sustentable, si
bien el contenido y enfoque con el que se proponía abordarlo no era lo ideal, al menos se
consideraba un espacio curricular para discutir estas temáticas. Fue un avance en la
formación ambiental de los normalistas.
Pero en el plan de estudios actual 2018, para la misma Licenciatura en Educación Primaria,
el curso de Ecología desaparece, de igual modo que cualquier tema que pudiera abordarse
dentro de las unidades de los cursos relativos a las ciencias naturales.
Ante esto, o bien parece que el Gobierno Federal no considera suficientemente importantes
los acuerdos y compromisos que contrae a nivel internacional entorno al cuidado del
ambiente, o se le ha olvidado que cuando ha sido necesario formar ciudadanía, atender
problemáticas nacionales, es fundamental considerar la formación docente para poder
incidir de manera completa y plena en los asuntos nacionales.
Otra opción sería la que deja ver Stein & Stein, cuando plantea que valdría la pena
preguntarnos si es descuido de la Secretaría de Educación Pública o es ceguera selectiva
por parte de la élite neocolonial. Porque cuando enseñamos Educación Ambiental, no sólo
se tocan aspectos del cuidado de la naturaleza, este tipo de educación va mucho más allá,
atiende aspectos axiológicos, actitudinales y éticos: se dirige hacia la vida digna.
¿Qué se necesita para que una vida esté a la altura de la dignidad humana? De entre las
diez capacidades centrales que propone Nussbaum, la autora hace referencia a aquellas
como: sentidos, imaginación y pensamiento. Estas refieren a lo formativo, a ser capaces de
desarrollarlos y utilizarlos de una forma humana, formada y cultivada por una educación
adecuada e integral.
Otro aspecto de estas capacidades centrales es el referido a las emociones, afiliación y la
razón práctica: poder amar, tener una concepción del bien, y ser capaces de reflexionar
críticamente. La educación o formación de las personas, cuando se da de manera integral,
va a verse reflejada en las capacidades antes citadas. Poder vivir con y para los demás, de
tal manera que se formen bases sociales necesarias para el respeto hacia las personas y
el ambiente.
Por ello, se deben proponer y apoyar iniciativas dirigidas hacia la formación de la ciudadanía
(Sauvé, 2014). Solo una educación ecológica, orientada desde una perspectiva hacia la
formación de la ecociudadanía, podrá dirigir el camino de la sociedad hacia la construcción
de una “identidad ambiental, a dar sentido a nuestro ser-en-el-mundo”, como lo refiere Lucie
Sauvé (2014).
Si bien es cierto que en los últimos años la educación ambiental ha venido tomando fuerza
en los planes de estudio de la educación básica y aparece específicamente referida desde
el programa de educación preescolar, y permanece a lo largo de todos los años de
formación básica como se ve en el Plan de Estudios Aprendizajes Clave para la Educación
Integral (SEP, 2017), no así en la formación docente y esa laguna debe ser llenada si
queremos progresar hacia el cumplimiento de ese compromiso asumido.
Es evidente que los intentos por incluir la Educación Ambiental, en los programas de
estudio, tanto de la educación básica como dentro de la formación inicial docente, se
quedan solo en eso: intentos. La educación ambiental debe ser una tarea particular en cada
una de las regiones, pues el currículo que la guíe debe responder a las necesidades y
características contextuales y de esa forma actuar desde lo regional.
La investigación, la práctica reflexiva y las nuevas iniciativas, dice Sauvé, deben ser los
derroteros hacia los cuales avance la sociedad en su camino de formación ambientalista.
Necesitamos iniciativas que permitan incidir en la construcción de una ciudadanía
informada: una ecociudadanía, con una identidad ecológica (Sauvé, pág. 18), encaminada
a la acción y toma de decisiones que permitan el “bien vivir”.
Para desentramar esto se requiere de un enfoque integral y transversal. Necesitamos ser
consientes del problema para que una vez que lo vemos, podemos intentar solucionarlo.
¿De qué modo necesitamos cambiar?
Para Toledo (2015) la eficiencia de la sustentabilidad (y con ello el bienestar, apunta el
autor) depende de que la misma sociedad (ecoalfabetizada) se haga cargo del proceso de
construcción del sistema social sin la injerencia del Estado. Pero ello implica una sociedad
donde la educación ha jugado su papel en el entramado social, para formar una sociedad
que sea agente activa en la toma de decisiones para todos.
Las reformas educativas requieren interiorizarse, comprenderse, aplicarse y
contextualizarse para hacer un balance de sus fortalezas y debilidades, de otra forma,
simplemente será papel escrito. Pero le toca al Gobierno Federal, a la Secretaría de
Educación Pública, las escuelas hacer su parte.

Conclusiones preliminares.
Históricamente las reformas educativas se han considerado como proyectos políticos
incorporando con los planes y programas de estudio, la visión de quien tiene la facultad de
sugerirlos e implementarlos. Los docentes como agentes de cambio han participado en
diferentes épocas siendo congruentes con la transformación del país.
Estamos ante una urgencia global, no solo son las necesidades de un pueblo, sino de la
humanidad en pleno, desde los enfoques contextuales que nos correspondan. En el umbral
de la implementación de un nuevo modelo educativo los programas de los cursos de las
escuelas normales tendrían que ajustarse para hacerlos, de una u otra forma, congruentes
con las exigencias medioambientales globales.
Corresponde a los docentes apropiarse de los conceptos y términos, pero también, la nada
sencilla tarea de reconfigurar sus formas de trabajo para la generación de ambientes de
aprendizajes, que favorezcan la construcción de una conciencia ambiental en las
generaciones más jóvenes.
La educación ambiental como vía para la formación de la ecociudadanía y la búsqueda del
crecimiento para todos, es solo una parte de la ecuación. Este no es un problema de una
solución, se requieren muchas, por ello debemos fomentar las diversas vías para que nos
lleven a la sustentabilidad.
De nuevo necesitamos un esfuerzo educativo alfabetizador, como ese de la época
cardenista, con ejércitos de profesores a lo largo y ancho del país, conformando las
Misiones Culturales. El mismo nivel de esfuerzo y compromiso, solo que ahora ya no una
alfabetización literal, ahora se debe apuntar a la alfabetización ambiental de la sociedad en
su conjunto.
Se observa que la Educación Ambiental (EA) no tiene un espacio formativo en los Planes
de Estudio para la formación inicial docente. Pareciera que se espera que los docentes
impartan EA sin la formación sobre enfoques de enseñanza, concientización ambiental
pertinente y sin reconocer su papel histórico como agentes de cambio social.
O bien el Gobierno Federal no considera suficientemente importantes los compromisos que
contrae a nivel internacional entorno a la EA, o bien, ha olvidado que cuando ha sido
necesario formar ciudadanía, la educación básica y la normal han sido piedra angular en la
transformación de la sociedad.
Lograr conciencia ambiental en la población implica que la mirada del normalismo y el
proyecto ciudadano tengan una visión común. La EA no es una postura políticamente
correcta, es una necesidad global urgente, por ello es preciso apoyar iniciativas hacia la
formación de una sociedad ecológicamente alfabetizada.
Ahora, cuando la formación de una sociedad ecológicamente alfabetizada es urgente, el
sistema educativo nacional y la formación inicial docente deben recuperar el papel de los
profesores como agentes de cambio social.

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