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INTRODUCCION

El primer problema que se plantea en la psicopatología como ciencia es la definición de su


propio campo de estudio. En términos generales se asume que es el estudio de la conducta
anormal. Por ello, el paso previo es definir lo que se entiende por anormal. Sobre este
aspecto aún no existe un acuerdo unitario, ya que siguen coexistiendo múltiples “criterios
de anormalidad“, tales como el estadístico, el social, el subjetivo y el biológico. Entre las
razones que justifican tal diversidad de criterios se encuentran la propia indeterminación
histórico-conceptual de la psicopatología y la creatividad de los propios criterios (según el
momento histórico y el contexto sociocultural).

Si bien sería deseable un único criterio de anormalidad, lo cierto es que analizando los
anteriormente mencionados, parece desprenderse la necesidad de todos ellos. Ninguno por
separado resulta suficiente para tomarlo como punto de referencia para la determinación del
objeto de la psicopatología.
El criterio estadístico

Cuando la psicología y la Psicopatología se homologaron a las ciencias naturales, se


recurrió a la cuantificación de los datos psicológicos a través de la estadística. En
Psicopatología, la estadística se transmutó en criterio definitorio del objeto y adquirió rango
de concepto, cuya máxima ejemplificación está en el criterio estadístico de la
Psicopatología. El postulado central del criterio estadístico (postulado de frecuencia) es el
que de que las variables que definen psicológicamente a una persona, poseen una
distribución normal en la población general de referencia de esa persona.
Consecuentemente, la psicopatología es todo aquello que se desvía de la normalidad. Según
este criterio se habla de hiper o hipoactividad para catalogar un comportamiento motor
alterado o de alta vs baja inteligencia para designar la capacidad mental de las personas,
etc.

Sin embargo, la restricción al ámbito de lo infrecuente no siempre conlleva psicopatología.


Ej: creer en una vida después de la muerte puede ser muy frecuente, pero el no creer en ello
no significa patología. Problemas de este estilo han llevado al segundo supuesto, el de la
continuidad: los elementos constitutivos de las psicopatologías se hallan presentes en la
normalidad pero constituyen una exacerbación, por exceso o defecto, de esa normalidad.
De modo que las diferencias entre lo normal y lo patológico son de naturaleza cuantitativa,
de grado. Aquí además se utiliza el prefijo "a" para hablar de conductas o actividades
anormales, que se caracterizan no sólo por ser poco frecuentes, sino además por contener
los mismos elementos de la normalidad pero en un grado o excesivo o escaso.

Los criterios sociales e interpersonales

Uno de los criterios sociales es el que Sullivan denominó criterio consensual para señalar
que la definición de las psicopatologías es una cuestión de normativa social, es decir, del
consenso social que se alcance en un momento y lugar determinados. De ahí que se afirme
que lo psicopatológico es una "construcción social", "una convención", "no existe más que
en las mentes de quienes lo postulan". Como también los criterios enunciados para la
ausencia o presencia de psicopatologías la adaptación a los modos de comportamiento
esperables, habituales y considerados correctos por el grupo social.

Ej: para un joven de un barrio marginal de una gran ciudad puede resultar adaptativo
socialmente asumir la violencia y la agresión como forma de comportamiento habitual.

La adaptación no puede erigirse como el criterio por excelencia para la delimitación de los
psicopatológico y de lo normal, esto da lugar a una indeterminación del criterio. Un modo
de solucionar la indeterminación del criterio sería postular la existencia de condicionantes
situacionales que serían los responsables de las psicopatologías. El individuo sería como
una marioneta sometida a contingencias ambientales y que representa el papel que la
sociedad le adjudica. El riesgo que conlleva es sustraer de la naturaleza humana la
autodeterminación y la racionalidad.

Los criterios subjetivos o intrapsíquicos

Según los criterios subjetivos o intrapsíquicos, es el propio individuo el que dictamina


sobre su estado o situación, lo que se suele traducir en manifestaciones verbales o
comportamentales (quejas sobre la propia infelicidad, sobre la incapacidad para afrontar un
problema...). Una variante de este criterio es el alguedónico, que hace referencia al
sufrimiento personal, propio o ajeno, como elemento definitorio de la presencia de una
psicopatología. El principal problema de este criterio es que las personas son conscientes de
sus problemas. Pero no todas las personas que manifiestan infelicidad o angustia son
catalogables de psicopatológicas. El criterio subjetivo no tiene en cuenta los efectos que un
comportamiento anormal produce en el contexto social inmediato de la persona que lo
exhibe (algo que sí lo tiene en cuenta el alguedónico).

Los criterios biológicos

La variedad de los criterios biológicos es muy amplia, puesto que son muchas las
disciplinas que se encuadran en las perspectivas biologistas: genética, neurología... Todas
mantienen el supuesto básico de que las distintas psicopatologías son la expresión de
alteraciones y/o disfunciones en el modo normal de funcionamiento, bien de la estructura,
bien del proceso biológico que las sustenta. Estas alteraciones pueden estar causadas por la
acción de agentes patógenos externos, se califican con el prefijo "dis", por carencia de
determinados elementos constituyentes, prefijo "a", o por una ruptura del equilibrio normal
de los procesos o estructuras involucradas, prefijo "hiper o hipo".

Criterios de anormalidad: algunas conclusiones

Todos los criterios mencionados son necesarios, pero ninguno suficiente por sí mismo para
la psicopatología. Existen unos postulados para categorizar y catalogar un determinado
modo de pensar, actuar o sentir como anormal o psicopatológico: No hay ningún criterio
que por sí mismo o aisladamente sea suficiente para definir un comportamiento,
sentimiento o actividad mental como desviada, anormal o patológica. Ningún
comportamiento, sentimiento o actividad mental son por sí mismos patológicos. La
presencia de psicopatologías representa un obstáculo para el desarrollo individual de la
persona que las mantiene o para su grupo cercano.

Las personas con psicopatologías no alcanzan niveles óptimos de desarrollo social,


afectivo, intelectual o físico, y esas dificultades están producidas por anomalías en sus
actividades, procesos, funciones y estructuras. Los elementos que definen un
comportamiento o actividad mental como psicopatológica no difieren de los que definen la
normalidad más que en términos de grado, extensión y repercusiones, lo que significa que
es más correcto adoptar criterios dimensionales que categoriales o discontinuos. La
presencia de psicopatologías no conlleva necesariamente la ausencia de salud mental: lapsus
linguae, anomalías que se producen en el curso de una actividad mental normal, etc.
Los modelos en psicopatología
Las diferentes perspectivas teóricas sobre la conducta anormal se basan en los criterios
comentados en el artículo anterior y se diferencian entre sí en el mayor o menor énfasis que
pongan en cada uno de ellos. Por tanto, los modelos en psicopatología también son
múltiples.

El modelo biológico
Diagnóstico

La perspectiva biológica asume como principio fundamental que el trastorno mental es una
enfermedad. Así, las alteraciones psicopatológicas se producen porque existen
anormalidades biológicas subyacentes. El tratamiento deberá corregir esas anormalidades
orgánicas. En psicopatología siempre se ha considerado a Hipócrates como el predecesor
del enfoque médico en una extrapolación del modelo kraepeliniano. Una variedad de
circunstancias se dieron cita en el siglo XIX que realzaron el estatus del modelo biológico,
como la difusión de la teoría de Kraepelin. En el siglo XX, el modelo biomédico mantiene
su influencia y se consolida a partir de los 50, cuando se comienzan a sintetizar y utilizar
distintas clases de drogas psicotrópicas que mostraron su eficacia en distintos trastornos
mentales.

Bases biológicas de la conducta anormal


Se presupone que la alteración del cerebro es la causa primaria de la conducta anormal o de
la anormalidad mental. Los trastornos mentales estarían relacionados con las alteraciones
celulares del cerebro. Las alteraciones pueden ser anatómicas (el tamaño o la forma de
regiones cerebrales puede ser anormal) o bioquímicas (alteración de elementos bioquímicos
por exceso o defecto). A su vez, esas alteraciones pueden ser consecuencia de factores
genéticos, metabólicos, infecciosos, alérgicos, tumorales, cardiovasculares, traumáticos…

Según Buss, y en relación con las causas del trastorno pueden distinguirse 3 tipos de
enfermedad:

Enfermedad infecciosa (un microorganismo ataca a un órgano o sistema: gripe,


hepatitis…).
Enfermedad sistémica (diabetes).

Enfermedad traumática, como una fractura o condición producida por ingestión de una
sustancia tóxica.

A partir de los 50 se intensificó el interés por aplicar el modelo sistémico de enfermedad a


la conducta anormal. La concepción sistémica se vio reforzada por el descubrimiento de
sustancias neurotransmisoras y fármacos psicoactivos, considerándose desde entonces que
algunas formas de conducta anormal podían deberse a desequilibrios del SN. Actualmente
existe abundante evidencia empírica de que las sustancias bioquímicas intervienen en
muchos trastornos del comportamiento. Los trastornos mentales orgánicos son aquellos que
tienen causas físicas claras. Ej: Corea de Huntington, enfermedad de Alzheimer.

Los trastornos mentales funcionales son patrones de conducta anormales sin claros indicios
de alteraciones orgánicas cerebrales, como los trastornos de ansiedad, depresión y
esquizofrenia. Los estudios sobre el efecto que las drogas tienen en el cerebro han
contribuido a que se conozca mejor su funcionamiento en relación a los trastornos mentales
que responden positivamente a ciertos psicofármacos. Así se sabe que las alteraciones en la
actividad de diversos neurotransmisores se pueden asociar a distintos trastornos mentales.
Si un determinado trastorno ocurre con una relativa frecuencia en una familia se considera
que hay una predisposición genética a padecerla. Se habla así de bases genéticas de la
depresión, esquizofrenia, Alzheimer.

También se ha puesto de relieve la investigación epidemiológica sobre los grupos de riesgo,


observándose casos de numerosos parientes biológicos de un paciente diagnosticado de una
alteración psicopatológica específica que presentan el mismo trastorno. Cuando se
presupone una vulnerabilidad orgánica asociada al efecto de agentes externos patógenos se
habla de interacción predisposición-estrés, también entendida como modelo de diátesis-
estrés.
Postulados del modelo biológico
El modelo médico se ha desarrollado básicamente en el campo de la medicina (psiquiatría).

Hay que tener claros unos conceptos centrales:

 Signo: indicador objetivo de un proceso orgánico anómalo (fiebre).


 Síntoma: indicador subjetivo de un proceso orgánico y/o funcional (sensación de
tener fiebre). De hecho, el síntoma aislado no resulta anormal. Es la unidad mínima
descriptible en psicopatología. Los síntomas pueden ser primarios cuando nos
orientan hacia un diagnóstico determinado y secundarios cuando no cumplen los
criterios etiológicos o descriptivos de la entidad nosológica en la que se han
identificado.
 Síndrome: conjunto de signos y síntomas que aparecen en forma de cuadro clínico.
 Enfermedad mental: estructura totalizante en la que adquieren sentido los
fenómenos particulares, y por tanto dota de recursos para comprender los factores
etiológicos, el pronóstico y el tratamiento.
 Discontinuidad entre lo normal y anormal: el trastorno mental se clasifica y
diagnostica en base a criterios categoriales. Cada trastorno mental es una entidad
clínica (nosológica) discreta, con características clínicas, etiología, curso, pronóstico
y tratamiento específicos. Cada categoría clínica se diferencia cualitativamente de
los demás trastornos mentales, así como de lo no clínico. Contrasta con una
concepción dimensional de la psicopatología, donde la diferencia entre lo normal y
lo anormal es de grado no discontinuidad.

Evaluación del modelo biológico


Las investigaciones sobre las bases biológicas de la conducta anormal son cada vez más
abundantes, y los nuevos fármacos son, por sí mismos, relevantes instrumentos de
investigación sobre las causas biológicas de los trastornos.
Virtudes del modelo biológico:

Nos recuerda que los problemas psicológicos pueden tener causas biológicas dignas de
evaluación y estudio. Gracias al descubrimiento de técnicas biomédicas, la investigación
sobre los aspectos neurofisiológicos de la conducta anormal progresa rápidamente. Los
tratamientos biológicos han proporcionado significativas aportaciones en el tratamiento de
distintos trastornos mentales.

Problemas y limitaciones del modelo biológico

El reduccionismo. Nuestra vida mental es una interacción de factores biológicos y no


biológicos(psicológicos, sociales, culturales). Es más relevante explicar esa interacción para
conseguir una comprensión más integrada y holista bajo el paradigma del modelo
biopsicosocial tomando a la persona como totalidad. Validez explicativa de sus teorías. A
menudo son incompletas y poco concluyentes. Muchos estudios se realizan con animales
que aparentemente presentan síntomas de depresión, ansiedad o algún otro comportamiento
anormal inducido mediante drogas. Los investigadores tendrán dificultad para generalizar
la validez de sus conclusiones a la conducta humana. Igualmente, los estudios genealógicos
y genéticos están abiertos a sucesivas interpretaciones en función de los avances de la
neurociencia.

La aceptación rígida de los postulados acarrea diversos problemas:

Tiende a considerar al individuo o enfermo mental como un ser pasivo, por no ser el agente
responsable del inicio y posterior curación del trastorno. El médico es el activo.

El trastorno mental es una enfermedad y por eso tiene etiología o causa de tipo orgánico.
Pero muchos trastornos psicológicos no obedecen a causas orgánicas.

El establecimiento de diagnósticos en base a la existencia de una serie de síntomas


(criterios de diagnóstico) a veces es contraproducente.
El modelo cognitivo

Antecedentes históricos

Esta orientación ha existido siempre en la psicología, pues el estudio de la actividad mental


y de la conciencia fueron para Wundt y James los elementos constitutivos de la
investigación psicológica: actividad mental y la conciencia. También autores como
Ebbinghaus, Donders y Barlett manifestaron interés preferente por la cognición y sus
procesos. Desde los años 20 hasta los 50, la psicología científica marginó el estudio de
estos temas debido a la pobreza y escasez de resultados obtenidos, a las dificultades para su
repetición, la imprecisión de sus métodos de investigación…. A ello contribuyó además el
auge de la psicología conductista. Pero con el abandono del positivismo a partir de los años
50, el cognitivismo surgió con fuerza.

Respecto a los antecedentes e hitos históricos que hicieron surgir el cognitivismo hay
varios: el artículo de Turing sobre los "números computables" y su propuesta de una
máquina computadora universal, McCulloch y Pitts establecen la aplicación del cálculo
lógico al estudio de la actividad nerviosa superior, Shannon y Weber hicieron importantes
contribuciones a la teoría de la comunicación y de la información... Una contribución
fundamental es la de Newel y Simon, que en 1956 crearon un programa de ordenador que
simulaba operaciones similares a las que podía realizar una persona cuando pensaba. Este
hecho consiguió demostrar que era posible estudiar los procesos mentales (internos) a
través de su simulación exterior. Se desarrollaba aquí la analogía funcional del ordenador,
que iba a ser esgrimida por el procesamiento de la información (PI), el cual iba a erigirse
como el movimiento o paradigma más visible de la nueva psicología cognitiva.

También es importante el desarrollo de la moderna psicolingüística. Chomsky propone una


gramática transformacional, opuesta a la gramática asociativa y lineal de los conductistas.
El lenguaje se podía estudiar como un dispositivo de competencia que incluye un conjunto
de reglas de reescritura de símbolos, capaz de generar todas las frases gramaticales del
lenguaje natural. En 1960, Miller, Galanter y Pribram publican Plans and the structure of
Behavoir, manifiesto fundacional de la Psicología cognitiva y del PI. Desarrollan la
analogía mente-ordenador que incluye conceptos mentalistas como "planes", "metas",
"estructuras", "estrategias". La analogía permitía además admitir que el cerebro es ante todo
un dispositivo capaz de tratar con información, y no algo que sirve únicamente para
responder a ciertos tipos de estímulos.

Desarrollos posteriores

Las fuentes de la psicología cognitiva son más dispersas que la de la psicología conductual.
Además de la Teoría del PI como antecedente reciente, hay que considerar otras como la
Psicología de la Gestalt. Sus planteamientos influyeron decisivamente no sólo en la
percepción de los objetos en el mundo físico, sino en la percepción de los objetos sociales.
Psicólogos sociales como Lewin, Heider y Festinger enfatizaban la importancia de la
percepción consciente y de su evaluación. Aludían a conceptos mentalistas como
"expectativa", "nivel de aspiración", "balance"…). Ninguno de estos conceptos posee una
correspondencia unívoca con el comportamiento observable, pero son conceptos hipotéticos
que explican ese comportamiento.

Otra disciplina importante es la psicología de la personalidad, especialmente la derivada de


los planteamientos de G.A. Kelly sobre los sistemas de constructos personales con los que
las personas categorizamos el mundo, interpretamos los eventos y elaboramos predicciones.
A partir de aquí es posible la consideración de los rasgos de la personalidad como
categorías cognitivas.

También es importante el tratamiento que desde la psicología cognitiva se ha dado al


campo de las emociones y los afectos, especialmente por autores como Weiner y Lazarus.
Las teorías cognitivas sobre la emoción parten del supuesto de que todo estímulo o
situación debe ser primero identificado, reconocido y clasificado antes de que pueda ser
evaluado y de que active la respuesta emocional. En consecuencia, la cognición es una
condición previa a la emoción. Ahora bien, la realización de una tarea que no evoca
emoción, será cualitativamente distinta de la que hará si provoca algún significado
emocional previamente almacenado en la memoria. Estos planteamientos han tenido
muchas críticas, pues convierte a las emociones en un proceso de conocimiento secundario
a otros como la atención, percepción o memoria.

Conceptos básicos

En su sentido más genérico, el término psicología cognitiva implica un conjunto de


contenidos que son los que guían la investigación. Esos contenidos hacen referencia a la
cognición, que implica la consideración del hombre como ser autoconsciente y activo que
busca activamente conocimiento y se halla en un proceso constante de autoconstrucción.
Implica también la aceptación de que los procesos de búsqueda y transformación de la
información operan sobre representaciones internas de la realidad. La psicología cognitiva
recurre a la utilización de la metodología propia de la psicología como base para establecer
inferencias sobre los procesos de conocimiento. Pero no renuncia a metodologías más
"blandas" como las que proporciona la psicología social o la psicología de la personalidad.

Limitaciones de la capacidad de procesamiento

El cerebro humano es un sistema de capacidad limitada: los procesos cognitivos requieren


"esfuerzo" o recursos. Las características de la tarea a realizar así como las personales
determinan la cantidad de esfuerzo necesario para una adecuada ejecución.

Algunos han definido las limitaciones de capacidad como resultado de nuestras dificultades
para coordinar al mismo tiempo procesos cognitivos distintos. En psicopatología, esta
limitación explica la deficiente actuación de algunos pacientes en tareas sencillas como la
detección de señales simples. Para realizar esta tarea es preciso prestar atención y
concentrarse, lo que implica entre otras cosas desatender a otras fuentes de estimulación
diferentes que actuarían como distractores. Asimismo, la presencia de ciertos síntomas se
explicaría aludiendo a la existencia de una limitación básica en la capacidad para procesar
información.
Procesamiento selectivo

La mente selecciona ciertos estímulos, situaciones o tareas, ignorando otras que podrían
perturbar las elegidas al entrar en competencia con ellas. Este estilo de procesamiento se
denomina atención selectiva. Otra cosa diferente es que la ausencia de selección consciente
implique siempre que no se registre información: la existencia de un estilo de
procesamiento no consciente de información que a menudo actúa paralelamente al
procesamiento consciente. Esto indica que la mente es capaz de registrar y elaborar mucha
más información de la que podría esperarse.

Etapas de procesamiento

Desde el PI se han propuesto distintos modelos procesuales para explicar los distintos tipos
de actividad cognitiva. A pesar de sus diferencias, todos comparten algunas características.
Todos los modelos intentan identificar cuáles son los subprocesos más simples en los que
puede descomponerse un proceso complejo, y elaboran hipótesis plausibles y verificables
acerca de cómo están organizados esos subprocesos. Es aquí donde aparecen la mayoría de
las discrepancias: los modelos más sencillos postulan que los subprocesos son fases de
procesamiento independientes entre sí, lineales y secuenciales, es decir, que una vez
acabada una, comienza la siguiente y. Cada etapa recibe información de la anterior,
realizará transformaciones sobre ella y dará lugar a un output que será recogido por la
subsiguiente etapa, y así sucesivamente. Este modelo permite averiguar cuáles son los
componentes básicos, y cuáles sus invariantes, de los procesos.

A partir de los 70, la investigación se dedicó a identificar las etapas del procesamiento.
Surgieron dos modelos complementarios los modelos que postulaban una metodología
aditiva y los que utilizaban una metodología basada en la sustracción. Más tarde Sternberg
incluyó mediciones sobre el tiempo que cada persona tarda en realizar cada tarea. Este tipo
de modelos ha recibido críticas centradas en la excesiva simplicidad. Actualmente, el
sistema cognitivo se concibe como un sistema de módulos de procesamiento, cada uno
dedicado a un tipo especial de transformaciones. Algunos módulos reciben información
directamente del ambiente, mientras que otros la reciben de otros módulos. Algunos son
"cognitivamente impenetrables", es decir, están involucrados con la estructura del sí
mismo, mientras que otros están bajo control voluntario.

Procesamiento en paralelo

En vez de un procesamiento serial, se analizan varios aspectos a la vez, simultáneamente o


en paralelo, excepto en los casos en los que la propia naturaleza de la tarea exija un
procesamiento secuencial. Esta es la visión más aceptada actualmente. Pero, ¿cómo se
produce ese procesamiento en paralelo? Implica tener en cuenta 3 características del
procesamiento humano: a) la presencia de un procesamiento paralelo contingente, b) la
existencia de jerarquías o estructuras de control y c) la puesta en marcha de procesos y
estrategias automáticas vs controladas. Procesamiento paralelo contingente, modelos
bottom-up y top-down y el papel de los esquemas en la organización del conocimiento.

Desde una perspectiva de etapas de procesamiento la eficacia de las tareas depende de que
se hayan completado con éxito las tareas de las fases anteriores, por lo que las fases son
contingentes unas con otras. Pero varios teóricos cuestionaron esto y plantearon como
alternativa que los resultados (output) de un proceso concreto de una etapa, fueran
continuamente accesibles para los demás, por lo que una etapa comenzará antes de que la
previa hubiera finalizado y todas las etapas serían operativas o estarían funcionando
simultáneamente. Las operaciones que se realizan en distintas etapas están bajo la
influencia cualitativa (no sólo cuantitativa) de los resultados que se estén produciendo en
etapas anteriores. También se producirá un efecto de feedback entre las últimas etapas y las
primeras.

Los modelos bottom up (de abajo-arriba) intentan desvelar cómo se produce el flujo de
información desde los niveles inferiores a los superiores, mientras que los modelos top
down (de arriba- abajo) analizan la información de los superiores a los inferiores. Los
modelos top down se ven obligados a postular la existencia de representaciones mentales de
orden superior o esquemas, que son representaciones estereotipadas, típicas de situaciones
o actividades. Los esquemas contienen información que es válida para una situación o
momento específico, pero que es modificable por nuevos inputs. El proceso de
comprensión requiere inicialmente identificar el módulo más apropiado para alojar la
información mediante un análisis inicial de tipo bottom up para posteriormente realizar un
análisis de tipo top down que decidirá cómo debe organizarse e interpretarse la
información. Por tanto, la comprensión e integración final del input está predeterminada por
estructuras de conocimiento ya existentes que suplirán la información adicional para la
realización de inferencias.

El modo en que una situación compleja va a ser interpretada o recordada depende mucho
del abanico de esquemas prototípicos que se encuentren almacenados en la MLP. Estas
representaciones se adquieren mediante aprendizaje (vicario o directo) por lo que existen
diferencias individuales. Así, personas ansiosas tienden a interpretar la información de
modo amenazador (o de modo negativo en caso de deprimidos) por una mayor
accesibilidad a los esquemas de amenaza/tristeza.

Jerarquías de control

El aprendizaje de habilidades y destrezas motoras está relacionado con el procesamiento


perceptivo: solucionar un problema requiere casi siempre la recuperación de datos desde la
memoria. Uno de los recursos más utilizados para explicar este modo de actuar es el de
apelar a estructuras de control. Esta hipótesis supone que las actividades cognitivas están
organizadas de un modo jerárquico y, en el vértice de la jerarquía estaría situada la
estructura que controlaría todo el proceso de organización. A su vez, las estructuras
situadas debajo controlarían otras inferiores, y así sucesivamente. Se habla de control
jerárquico.

Procesos automáticos versus procesos controlados

Constituye otra posibilidad alternativa, aunque no excluyente de la anterior. Una misma


actividad cognitiva puede realizarse de un modo cualitativamente distinto por distintas
personas (diferencia interindividual) o por la misma persona (diferencia intraindividual) en
distintas situaciones. El sistema cognitivo es estratégicamente flexible, pues es capaz de
adaptarse a modificaciones ambientales así como lograr un mismo objetivo siguiendo
diferentes rutas.

Así surge la distinción entre procesos automáticos y procesos controlados. Los procesos
automáticos o rígidos implican secuencias fijas de operaciones mentales que se activan ante
una configuración específica de inputs internos o externos, que no requieren atención o
esfuerzo consciente, que una vez que han sido activados funcionan de manera
independiente de los procesos de control, que pueden actuar en paralelo unos con otros y
que se producen gracias a la existencia de redes asociativas ya establecidas (aprendidas o
determinadas genéticamente).

Los procesos controlados o flexibles implican secuencias momentáneas de operaciones


mentales que una persona activa de forma consciente o intencionada. Consumen recursos
atencionales, por lo que están limitados por las propias limitaciones de la capacidad y el
esfuerzo atencional. Es muy difícil que se den en el mismo momento dos procesos de este
tipo, a no ser que su ejecución seas tan lenta o sus características tan fáciles que permitan la
actuación en paralelo. Su gran ventaja reside en su extrema flexibilidad para adaptarse a
situaciones nuevas, al contrario de lo que sucede con los automáticos.

Del procesamiento de la información a la psicología cognitiva

Todos los conceptos básicos de la psicología cognitiva que se han comentado hasta el
momento (capacidad limitada, procesamiento selectivo, etapas del procesamiento,
organización jerárquica, etc), son cruciales en la actual psicología cognitiva. Sin embargo,
al psicopatología le interesa saber no sólo como funciona la mente, sino cuáles son los
contenidos mentales sobre los que trabaja, y si produce alguna relación entre el cómo y el
qué. ¿Se activan los mismos procesos al recordar algo agradable que al recordar algo
desagradable?
La psicología cognitiva actual, y por tanto la psicopatología, tienen importantes raíces
también en los ámbitos de la psicología social (investiga contenidos mentales: actitudes,
atribuciones, expectativas, valores, etc., que pueden ser o no accesibles a la conciencia y,
como ello, modula y da sentido al comportamiento y la actividad humanas) y de la
psicología de la personalidad (énfasis en el estudio de la identidad personal, la
autoconciencia o el sí mismo). A partir de aquí, es posible alejarse de la metáfora hombre-
ordenador y dibujar un cuadro del ser humano mucho más realista. Son muchas las
aportaciones que esta "otra" psicología cognitiva ha hecho a la investigación
psicopatológica actual.

La psicopatología cognitiva: planteamiento conceptual

La influencia de los planteamientos cognitivos sobre la psicopatología ha sido enorme y ha


permitido que se recuperen temas como las alucinaciones, delirios, conciencia o amnesias.
En un primer momento el objetivo básico de la psicología cognitiva es el análisis de las
estructuras y los procesos de conocimiento que controlan la aparición de los
comportamientos y las experiencias extrañas o anómalas, y no tanto las conductas
anormales en sí mismas. El énfasis se sitúa en el concepto de experiencia anómala que se
hace equivalente a los de disfunción o psicopatología.

Esta perspectiva critica las concepciones reflejas, automáticas y predeterminadas de otros


modelos (biomédico, psicodinámico o conductiva) sobre la base de argumentos como: el
SNC es un sistema que procesa información. Incluso los reflejos incondicionados más
sencillos (reflejo de orientación), implican cognición (la RO es la consecuencia de una
reacción al cambio o a la novedad que conlleva la activación de procesos complejos de
juicio y comparación). Respecto a postulados como el psicodinámico de la transmisión de
energía, argumenta que lo que se transfiere no es energía sino señales e indicios
(información) que son los que activan los procesos de conocimiento.
A nivel metodológico utiliza las técnicas y modos propios de la psicología cognitiva
(experimental, social y de la personalidad). Así, la psicopatología se configura como un
área de investigación básica cuyo objetivo es estudiar primero cómo funcionan los procesos
cognitivos anómalos y segundo, cuáles son los contenidos de esos procesos anómalos, que
información manejan. Los principales postulados del modelo cognitivo en el contexto de la
psicopatología son:

El objeto de estudio de la psicopatología con las experiencias, sentimientos y/o actividades,


mentales o comportamentales que resultan: a) inusuales o anómalas, b) disfuncionales y
dañinas, c) inadaptadas y fuera del control personal y d) que provocan interferencias o
deterioro en el desarrollo personal, en el comportamientos y en las relaciones sociales. Las
experiencias, sentimientos y actividades mentales o comportamentales psicopatológicas se
conceptúan en términos dimensionales, lo que implica que: a) es necesario considerar en
qué grado se presentan en un momento dado y a lo largo del tiempo, b) qué variables
median en su incremento y en su atenuación, y c) en qué grado difieren de la normalidad.

Las diferencias entre la normalidad y la psicopatología son cuantitativas. No obstante, las


diferencias de grado conllevan diferencias cualitativas en el procesamiento de la
información y en la forma de experimentar la realidad. El objetivo de la investigación
psicopatológica es el funcionamiento de los procesos de conocimiento anómalos. Los
procesos de conocimiento incluyen no sólo los procesos cognitivos, sino también las
emociones, motivos, afectos y sentimientos. La investigación de las psicopatologías puede
llevarse a cabo tanto en situaciones naturales como en condiciones artificiales.
CONCLUSIÓN

A parte del análisis de los “diferentes modelos” de la psicopatología se podría conciliar la


importancia que reviste un acercamiento metodológico multidisciplinar. Cada uno de los
modelos tiende a enfatizar un aspecto de la problemática psicopatologica (mecanismos
fisiológicos, conducta y procesos mentales, respectivamente). A veces se han sugerido la
necesidad de contemplar las aportaciones de los diferentes enfoques teóricos, en lugar de
encerrarse en una sola orientación, en orden a poder abordar las distintas facetas que
implican la psicopatología. Por otra parte, se ha indicado también la posibilidad de que
ciertos modelos sean más apropiados para determinados trastornos; por ejemplo, el modelo
conductual para la conducta neurótica, el modelo cognitivo para los fenómenos mentales
(alucinaciones, obsesiones, etc) y el biológico para los trastornos neuropsicológicos
(demencias, esquizofrenia, etc). El futuro decidirá, no obstante, sobre la validez y utilidad
de estas u otras formas de eclecticismo, asiícomo de su coherencia epistemológica.

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