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El utilitarismo
© Ricardo Braun
Como Bentham quería convertir la ética en una ciencia exacta propuso y diseñó
un “cálculo hedonista” compuesto de siete criterios para determinar la utilidad de
las acciones en unidades de placer (“hedones’). Para cada acción habría que
medir o estimar de acuerdo a los criterios las consecuencias esperadas de la
siguiente forma:
En parte debido a una experiencia personal 2, Mill estaba convencido que había
placeres que eran intrínsecamente mejores que otros, y que inclusive el término
2
A los 20 años Mill sufrió un colapso nervioso que lo sumió en una depresión profunda y atribuyó
su cura a la lectura de la poesía romántica, que la veía como una de esas “cosas superiores”.
“placer” como indicador del valor de la acción moral debía ser reemplazado por
el termino “felicidad” que suponía criterios mas complejos. No sólo bastaba que
fueran placeres sino que tenían que ser mejores placeres. Pero, ¿cómo
sabríamos cuales placeres son cualitativamente mejores? Mill responde:
Mill esta diciendo que habría que preguntar a los “expertos” (los que han
experimentado) lo que sería cualitativamente placentero. Por ejemplo, si la
mayoría de futbolistas profesionales han leído los cuentos de Borges y dicen que
es mejor leer los cuentos de Borges a jugar fútbol, entonces leer cuentos de
Borges debiera ser más placentero que jugar fútbol, ¡aun cuando los futbolistas
admitan que jugar fútbol era mas divertido!
3
Mill, J.S. (1863/1974). El utilitarismo. Buenos Aires: Aguilar, p. 31.
4
Ibid., 31.
el loco o el cerdo son de distinta opinión, es porque sólo conocen su propio lado
de la cuestión. El otro extremo de la comparación conoce ambos lados.” 5
Mill no desconoce nuestro apetito por placeres inferiores, sólo advierte que
nuestra naturaleza nos lleva a desear otro tipo de placeres. Buscamos placeres
elementales, pero también queremos amistad, habilidad intelectual,
conocimiento y productos culturales6.
5
Ibid., 33.
6
Es interesante comparar la visión de Mill acerca de los seres humanos y la descripción posterior
de Abraham Maslow y su jerarquía de las necesidades humanas.
7
Mill, 28.
[L]a única evidencia que puede alegarse para mostrar que una cosa es
deseable, es que la gente la desee de hecho...No puede darse ninguna
razón de que la felicidad es deseable, a no ser que cada persona desee
su propia felicidad en lo que esta tenga de alcanzable, según ella. Ahora
bien, siendo esto un hecho, no sólo tenemos la prueba adecuada de que
la felicidad es un bien, sino todo lo que es posible exigirle: que la felicidad
de cada persona es un bien para esa persona, y por, por tanto, la felicidad
es un bien para el conjunto de todas las personas. La felicidad ha
demostrado su pretensión de ser uno de los fines de la conducta y, por
consiguiente, uno de los criterios de la moral 8.
Aquí se puede apreciar que el criterio para determinar lo bueno/malo son las
consecuencias de las acciones que tienden a maximizar la felicidad de cada uno
(o producir infelicidad). La felicidad se convierte entonces en un fin en sí mismo
de la moral. Lo valioso en la moral es la felicidad o lo que dicen los filósofos, la
felicidad se convierte es un “bien intrínseco” (un bien en sí mismo, algo que debe
buscarse como fin y no como medio). Pero además, como la moral tiene que ver
con los demás, Mill incluye el componente colectivo en la determinación de lo
bueno/malo: la felicidad general es lo bueno para todas las personas que resulta
de la “suma” o “añadido”9 de lo que es bueno para el punto de vista de cada
persona.
8
Ibid., 70.
9
El termino en ingles usado por Mill es “aggregate”.
Pero, ¿cómo podríamos determinar la felicidad general sin recurrir a métodos
como el de Bentham? Mill sostenía que tanto la cantidad como la calidad forman
parte de las contribuciones al valor intrínseco de la felicidad. Es de suponer que
Mill estaba bajo la convicción que aún en los casos de búsqueda de placeres
mas complejos habría alguna forma de medir y comparar las cantidades de
placer obtenible. En efecto, si no creyera en que la medición y comparación de
placer fueran posibles no se comprometería a sostener que los actos
moralmente buenos serían aquellos que se dirigieran a aumentar la felicidad
general. Dice Mill: “El método comparativo es el que mejor nos proporciona la
comprobación de la superioridad cualitativa; y la regla para medirla con relación
a la cantidad, es la preferencia que sienten los que tienen mejores
oportunidades de experiencia, junto con los hábitos de la reflexión y propia
observación”10. Discutiremos el problema de la determinación de las acciones
morales en la siguiente sección.
Críticas al utilitarismo
10
Mill, 36
felicidad o repartimos una menor felicidad a un mayor número? Por un lado
tendríamos que hacer una lista de las preferencias individuales, lo cual plantea
una serie de dificultades, y luego, confrontarla o compararla con las preferencias
de los demás. ¿Cómo solucionaríamos los conflictos de preferencias? Puede ser
que lo que me hace feliz a mí puede producir mucha infelicidad a otras
personas.
2. El cálculo de consecuencias
Los críticos del utilitarismo consideran que sólo una mente divina podría conocer
las consecuencias de todas nuestras acciones morales. Podemos conocer algo
de las consecuencias de nuestros actos, pero no podríamos saber las
consecuencias de largo plazo. Por ejemplo, podríamos creer que una
determinada operación quirúrgica va a producir un aumento de la felicidad de
una persona, y resultar que tiempo después provoque una gran infelicidad 11.
Preguntas y reflexión