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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL COMAHUE

Facultad de Ciencias de la Educación

1996

Cátedra: Historia de la Educación General y Argentina


Carreras: Profesorado en Enseñanza Primaria y en Nivel Inicial

FICHA DE CÁTEDRA: “Algunos conceptos centrales para comprender la relación


entre la consolidación de un Estado Nacional y de un Sistema Educativo articulado al
mismo”
Prof. Rosana Cipressi

Para abordar el tema de la Organización del Sistema Educativo Argentino es


necesario enmarcarlo en el Proceso de Organización del Estado Nacional. “El sistema
educativo escolarizado está ligado desde su origen a un modelo de Estado centralizador,
que dirige la consolidación de la Nación” (Puiggrós, A.). Esta afirmación nos permite iniciar
el análisis acerca de cómo se han ido articulando las distintas instancias de materialización
de los atributos de estatidad y de la nación con la conformación de nuestro Sistema
Educativo. Este proceso sólo pudo comenzar después de 1862, pues a partir de ese
momento –una vez unificada la situación de soberanía múltiple creada por la existencia de la
Confederación Argentina y del Estado de Buenos Aires- podemos considerar que comienza
a efectivizarse la plena constitución de los poderes nacionales.

La construcción de un Estado requería de una organización jurídico institucional que


le permitiera condensar el poder y los recursos de dominación y que pudiera cristalizarse
como instancia política que articulara un sistema de dominación social. En forma conjunta
con este proceso, y en una relación estructurante, debía al mismo tiempo resolver los
problemas emergentes que estuvieron pendientes hasta 1862. Nos referimos a los
considerados atributos – requisitos de la Nación, tales como : ámbito territorial definido,
diferenciación e integración de la actividad económica (mercado), y –en un plano ideal
abstracto- a la difusión de símbolos, valores y sentimientos de pertenencia a una comunidad
diferenciada pro tradiciones, etnias, lenguaje y otros factores de integración, para configurar
así una identidad colectiva.

La concreta posibilidad de constitución de un Estado dependería entro otros


aspectos del grado de articulación entre los intereses rurales y urbanos. Hasta 1862, la
precariedad de las economías regionales, la extensión territorial, la dificultad de
comunicación y de transportes, el desmantelamiento del aparato burocrático colonial y las
prolongadas luchas civiles (reflejo de la falta de predominio de una región o de un sector de
la sociedad sobre otros) demoraron por muchos años la articulación de los tres
componentes –economía, nación y sistema de dominación- que conformarían el Estado
nacional. (Oszlak)

Tal empresa fue llevada adelante bajo el liderazgo del grupo liberal porteño. Este
grupo proponía en su programa de acción la necesidad de incorporarse al mercado
internacional, proceso a su vez impulsado pro el avance del capitalismo a escala mundial:
En ese período en Europa se producía loa extensión de la revolución industrial, la revolución
en los transportes y el alza continua de la demanda de bienes primarios. Pero para
efectivizar tal incorporación había que solucionar la situación interna, es decir poner fin al
“desorden” que existía: mercados muy localizados, población escasa, la inexistencia de un
mercado financiero y vastos territorios bajo el control indígena o de caudillos. Los sectores
económicos dominantes encontraban en la apertura hacia el exterior un camino de
convergencia para la concreción de sus intereses y veían la imperiosa necesidad de superar
las restricciones internas para favorecer el proceso de acumulación, y permitir así su
incorporación al mercado internacional.

A este proceso se articula la fórmula del Positivismo –credo imperante que fue
adoptado como fundamento y guía orientadora de este proceso- “Orden y Progreso”,
expresión que sintetizaba las preocupaciones centrales de esa época. La difusión de las
relaciones de producción capitalistas y las garantías de expansión y reproducción de estas
relaciones no podían quedar libradas a las propias fuerzas sociales que las generaran. Así
el Estado Nacional aparecía ante los sectores dominantes como la única instancia capaz de
movilizar los recursos y crear las condiciones que permitieran superar el desorden y el
atraso. Solo a partir de la aparición de condiciones materiales para la estructuración de una
economía de mercado se abrirían las perspectivas de organización nacional.

El panorama presentaba una gran diversidad y simultaneidad de manifestaciones de


“desórdenes” que este Estado Nacional debía afrontar. Aparecía una gran distancia entre el
“progreso indefinido” que los liberales anticipaban como meta de la evolución social y la
realidad del atraso y el caos que observaban.

Un problema puntual de gran importancia para el desarrollo de las fuerzas


productivas era la ausencia de garantías sobre la propiedad, la estabilidad de la actividad
productiva y hasta la propia vida (generada por las guerras civiles e incursiones indígenas),
situación que ponía grandes trabas a la iniciativa privada. “La imposición del „orden‟ tenía
entonces proyecciones externas, dado que su instauración permitía obtener la confianza del
extranjero en la estabilidad del país y sus instituciones. Con ello se atraerían capitales e
inmigrantes, dos factores de producción sin cuyo concurso toda perspectiva de „progreso‟
resultaba virtualmente nula”1. Otro problema de gran importancia lo constituían las aduanas
internas: “A partir de la Constitución, los esfuerzos por consolidar un mercado nacional,
suprimiendo aduanas interiores fueron importantes (…) La afirmación del Estado a través de
la creación de fuentes más seguras y más constantes… provendrán de la unificación del
comercio exterior y de la recuperación de la posibilidad de disponer de crédito externo,
factor fundamental del Estado Argentino” 2

Recorrer el camino hasta el progreso, salvar las distancias existentes, implicaba


regularizar el funcionamiento de la sociedad de acuerdo con las exigencias del sistema
productivo que este progreso requería. Pero esta regularización se planteaba en términos de
regenerar a la sociedad, no significaba restablecer relaciones de convivencia ni regresar a
un orden momentáneamente perdido: por el contrario, significaba imponer un nuevo marco
de organización y funcionamiento de la sociedad. Por eso el “orden” aparecía como
condición para el “progreso”. Orden y Progreso no podían plantearse indistintamente.
Resuelto el primero, podría ser posible el segundo. A su vez el “progreso” se constituía en
condición de legitimación del “orden”. Erigir el orden incluía también como condición la
exclusión de todos los elementos que pudieran obstaculizar al progreso, al “avance de la
civilización”. Fueran éstos indios o montoneras, representaban la barbarie que había que
civilizar o del lo contrario exterminar. Podemos empezar a plantear entonces una de las
tareas de las cuales debería encargarse el Estado a través de la educación, pero ya en
forma sistemática, mediante un Sistema Educativo Nacional. Veremos entonces cómo se
articula este proceso.

1
OSZLAK, Oscar: “Reflexiones sobre la formación del Estado y la construcción de la sociedad argentina”. En:
Desarrollo Económico Nº6, enero-marzo 1982.
2
HALPERIN DONGHI, Tulio: “En torno a la formación del Estado Nacional”. En: “Estado y Sociedad en el
pensamiento Nacional”. Editorial Cántaro, Bs. As. 1989.
Para intentar explicar esta articulación es necesario volver a los atributos-requisitos
de conformación de un Estado Nacional y al complejo procesos a través del cual se fue
generando. Si bien a modo de análisis se pueden tomar aspectos puntuales o particulares,
no se debe perder de vista la simultaneidad con la que se manifestaron en la experiencia
histórica concreta.

Ahora bien, si “… la formación del Estado Nacional supone a la vez la conformación


de la instancia política que articula la dominación en la sociedad y la materialización de esta
instancia en un conjunto interdependiente de instituciones que permiten su ejercicio” 3, una
vez consolidado un grupo como hegemónico, (la oligarquía liberal porteña en alianza con
algunos grupos del interior) se podría generar esta instancia de dominación política. La
creación del conjunto de instituciones que materializaría tal ejercicio se fue cumpliendo en
forma progresiva.

La tarea de transformación cubrió múltiples ámbitos en los cuales el Estado comenzó


a actuar con fuerza. Podemos mencionar: la expansión de las fronteras interiores, la
creación de instituciones bancarias, el tendido de líneas férreas, el establecimiento de un
sistema nacional de comunicaciones. Algunos de los temas abordados bajo la presidencia
de Sarmiento fueron: La progresiva monopolización de la violencia legítima. La creación de
instrumentos jurídicos para facilitar actividades productivas capitalistas, el fomento y
desarrollo de la colonización agrícola, la inmigración europea, el sistema de enseñanza, la
innovación tecnológica, la salud pública y la apertura al capital extranjero.

Estos emprendimientos, pueden analizarse en el marco de una compleja red de


instituciones estatales con implicancia en lo administrativo, jurídico y represivo.

En cuanto a lo administrativo, cubrió diversos campos (algunos ya mencionados), de


los cuales fue de singular atención la organización burocrática en materia de recursos
fiscales que significaba por un lado decidir cómo y de dónde recaudarlos, y por otro, cómo
distribuirlos.

En tanto la faceta jurídica de esta red de instituciones, comenzó a definirse


prácticamente a partir de 1862 con la sanción de una Ley Nacional que dio forma a la
Suprema Corte de Justicia y luego con la posterior sanción de los Códigos Civil y de
Comercio. La función de regulación que cumplían ambos códigos, a los que se sumarán en
1880 los de Minería y Penal, tiende a ordenar el campo de la aplicación de la Justicia y
también de la administrativa. Por ejemplo: El Código Civil, sancionado en 1871, comprendía
una amplia gama de materias tales como el régimen de las personas, familia, matrimonio,
sucesiones, trabajo, etc. La función de regulación ya mencionada, se acentúa en los ‟80 con
la sanción de leyes especiales acerca del matrimonio civil, administración de cementerios,
registro de las personas y educación común. Todas estas expresiones que se incluían en lo
específicamente administrativo del Estado, representaban por un lado la secularización de la
sociedad, y por otro un avance sobre la Sociedad Civil. En definitiva: se apuntaba a
consolidar un ordenamiento jurídico tendiente a una regulación social capitalista.

En tanto la organización de la represión, asumió una vital importancia en el proceso


de consolidación estatal. Incluía la formación de un Ejército Nacional y de policías
provinciales, junto con la sanción del sistema penitenciario (perteneciente al aparato
judicial). El objetivo principal de su constitución fue el de monopolizar el ejercicio de la
violencia legítima. Ya en la presidencia de Mitre se orientó a un tipo de organización
centralizada, es decir, bajo la forma de una única fuerza que dependiera del Ministerio de
Guerra y Marina, que según la Constitución, estaba bajo la jefatura del Presidente de la
Nación. Durante la presidencia de Sarmiento se avanzó en el proceso de constitución del

3
OSZLAK, Oscar: “Reflexiones…” Op. Cit.
Ejército: en 1869 creó el Colegio Militar y en 1872 la Escuela Naval Militar de Río Santiago,
ambas instituciones se encargarían de la formación de los oficiales de carrera.

Las fuerzas represivas en organización se enfrentaron con tres grandes problemas a


resolver: la guerra con el Paraguay, la represión de los alzamientos de los caudillos del
interior y la ocupación de las tierras por los indígenas. Estos problemas fueron resueltos
entre 1962 y 1880, período que culmina y se corona con la capitalización de la ciudad de
Buenos Aires. Afrontar y resolver estos problemas significaba un complicado proceso de
afianzamiento del Estado y de su penetración en la sociedad. Esta fuerza militar unificada y
distribuida territorialmente tenía el objetivo de prevenir y sofocar todo intento de alteración
del orden impuesto por el Estado Nacional.

Los avances del Estado sobre la sociedad, implicaban un modo de penetración que
no podía restringirse sólo a ser coactivo, sino que debían acompañarse como condición
necesaria con la creación de “bases consensuales de dominación”, como atributo esencial
de la estatidad ; así estos modos de penetración se constituyeron en modalidades de
control. Las modalidades de penetración con las que se manifestó el Estado fueron además
de la represiva, la cooptativa, la material y la ideológica. El modo de penetración cooptativo
incluyó la captación de apoyos entre los sectores dominantes y gobiernos del interior a
través de la formación de alianzas y coaliciones basadas en compromisos y prestaciones
recíprocas. El modo de penetración material consistió en la localización en territorios
provinciales de obras, servicios y regulaciones indispensables para el progreso económico.
La penetración ideológica, por último, consistió en la creciente capacidad de creación y
difusión de valores, conocimientos y símbolos que reforzaran los sentimientos de
nacionalidad tendientes a legitimar el sistema de dominación establecido. Revistió a la
represión desnuda (o los intereses individuales) de un barniz legitimante, es decir al
beneficio particular en interés general.

Volvamos a recordar la hipótesis inicial de esta introducción: “El sistema educativo


escolarizado está ligado desde su origen a u modelo de Estado centralizador que dirige la
consolidación de la Nación”. Ya estamos en condiciones de confirma una fuerte impronta del
Estado en la dirección y formación de la Nación, se desprende a su vez un función de
legitimación al instituir pautas educacionales congruentes con nuevo esquema de
organización social. Al respecto podemos tomar la afirmación de J. C. Tudesco: “…el
sistema educativo argentino sancionado en la década del ‟80 se orientó preferentemente
hacia la satisfacción de necesidades y funciones políticas”4. En base a esta función
prioritaria de “formar al ciudadano” se irá desarrollando un “discurso político que justificará el
funcionamiento de un democracia restrictiva, contradictoria con le liberalismo impuesto en el
plano de las relaciones de producción” 5. Afirma Leopoldo Allub: “A través de sus escritos,
los liberales argumentaban que era absolutamente necesario educar a las masas ignorantes
antes de que se pudiera expandir la participación política popular. Los liberales negaban
legitimidad a una institución central del sistema democrático, es decir al derecho de ser
elegido por voto popular, y mantenían el control oligárquico de la maquinaria estatal
mediante el bloqueo de la expansión del sufragio”6.

En los discursos inaugurales del Congreso Pedagógico de 1882, que direccionó y dio
contenido a la Ley 1420, se expresó con claridad la función asignada a la educación, de
“formadora del ciudadano”: “La escuela es el vestíbulo de la asamblea electoral, hay sólo
una solución de continuidad. La escuela prepara al elector, porque la escuela forma al
hombre moral, y enseña al ciudadano a conocer su propio papel en la vida pública del

4
TEDESCO, J. C.: “Educación y Sociedad en la Argentina. (1880-1900)” CEAL, Bs. As. 1984.
5
OSZLAK, Oscar: “Reflexiones…” Op. Cit.
6
ALLUB, Leopoldo: “Estado y Sociedad Civil: patrón de emergencia y desarrollo del Estado Argentina”. En:
ANSALDI y MORENO: “Estado y Sociedad en el pensamiento nacional”. Cátaro, Bs. As. 1989.
país…” (Onésimo Leguizamón, Discurso inaugural). Todos se convertirían en electores,
luego de haber pasado por la acción redentora de la Instrucción Pública (o educación
popular, según el pensamiento de Sarmiento), pero aún así, el voto universal, “la carta de
presentación por excelencia del ciudadano” 7 según la tradición liberal, sería negada hasta
varias décadas después.

Esta concepción liberal de la educación como “civilizadora” tiene su raíz en la


Ilustración y comenzó a difundirse ya en la etapa borbónica en el Virreinato del Río de la
Plata. Uno de los mayores exponentes de la tradición Iluminista española fue Manuel
Belgrano. La difusión masiva de la educación era concebida como el instrumento más eficaz
de cambio social y “progreso”.

Aunque con diferencias sustanciales, Alberdi y Sarmiento asignaban un importante


papel a la educación. Si bien no existió una estricta continuidad entre lo expresado por el
grupo liberal emigrado en la época Rosista y la acción educativa del ‟80, fueron ellos
quienes prefiguraron el “Discurso de la Instrucción Pública”; tanto en la fórmula excluyente
“Civilización o Barbarie” que está en la base de su concepción como en la función asignada
a la inmigración, depositaria de la esperanza de llegada de la civilización al país.

Ahora bien, luego de este marco introductoria cabría entonces analizar cómo se fue
articulando a este proceso de conformación del Estado Nacional la organización de un
Sistema Educativo Nacional. Es decir cómo respondería a los mandatos del “orden”, cómo
cumpliría la función legitimadora, a través de qué mecanismos, instituciones y leyes
infundiría en todos los habitantes las nociones y sentimientos de nacionalidad. En definitiva,
cómo intentaría lograr la creación del “arco de solidaridades” entre aquello que debían
conformarse como ciudadanos; qué papel se pretendía del inmigrante, cómo se lo fue
considerando y cuáles fueron las estrategias par su incorporación, qué relación se pretendió
establecer (o no) entre la educación y la economía y sobre todo, cuáles fueron las
concepciones fundantes acerca de los sujetos y de la educación que guiaron este proceso
en el marco de la conformación del Estado Nacional.

Bibliografía:

- ANSALDI, Waldo: “Soñar con Rousseau y despertar con Hobbes”. En: ANSALDI,
MORENO y otros: “Estado y Sociedad en el pensamiento Nacional”. Editorial
Cántaro, Bs. As. 1989.
- ALLUB, Leopoldo: “Estado y Civil: patrón de emergencia y desarrollo del Estado
Argentino (1810-1930)”. En: ídem anterior.
- HALPERIN DONGUI , Tulio: “En torno a la formación del Estado Nacional”. En: ídem
anterior.
- OSZLAK, Oscar: “Reflexiones sobre la formación del Estado y la construcción de la
sociedad argentina”. En: Desarrollo Económico Nº 6, enero-marzo 1982.
- OSZLAK, Oscar: “Formación histórica del Estado en América Latina: Elementos
teórico metodológicos para su estudio”. En: Revista CEDES, Volumen 1 Nº 3, 1978.
- TAMARIT, José: “Educar al soberano. Crítica al ilumnismo pedagógico de ayer y de
hoy”. Miño y Dávila editores, Bs. As. 1994.
- PUIGGRÓS, Adriana: “Hacia una pedagogía de la imaginación para América Latina”.
Editorial Contrapunto. 1988.
- TEDESCO, Juan Carlos: “Educación y Sociedad en la Argentina (1880-1900)”.
CEAL, Bs. As. 1984.

7
PUIGGRÓS, Adriana: “Sujeto, Disciplina y Currículum”. Galerna, Bs. As. 1990.

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