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ÍNDICE
Introducción …………………………………………………………………..….....4
Inmunidad humoral……………………………………………………………….....5
Inmunidad celular…………………………………………………………..…….....5
Anticuerpos y antígenos……………………………..…………….………………10
Hipersensibilidad………………………………………….……………..….……...12
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Autoinmunidad…………………………………………………………..….………12
Inmunodeficiencias …………………………………….……………..…………...12
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Bibliografía …………………………………….……….……………..……….……13
SISTEMA INMUNITARIO
El sistema inmunitario es como una máquina diseñada para proteger, vigilar y defender al huésped frente
agentes extraños (patógenos, proteínas, carbohidratos, ácidos nucleicos y moléculas). Su eficacia radica en su
capacidad para adaptarse que le permite distinguir entre “lo propio y lo ajeno”, además de su alta especificidad,
memoria y tolerancia.
Su funcionamiento depende de diversos componentes que lo integran, como células, compuestos solubles
(humorales), vías de activación y órganos, los cuales trabajan de forma coordinada y regulada para
desencadenar una respuesta inmunitaria.
La respuesta inmunitaria se define como una reacción homeostática a cambios entre el ambiente interno y
externo del huésped, y es aquella que en algunos casos genera una memoria inmunitaria dotando al individuo
de algo llamado inmunidad. La palabra inmunidad deriva etimológicamente del latín “immunis” que significa
“exento” y que en términos médicos se refiere a un estado especializado de resistencia y protección contra
una enfermedad infecciosa.
A grandes rasgos, los tipos de inmunidad son las fuerzas que defienden al cuerpo
humano por lo que dependen mucho la una de la otra. Cada una como se
mencionó previamente se conforma por unidades celulares y solubles que les
permitirán eliminar las partículas extrañas que ingresen al organismo. La gran
mayoría de las células tendrá en su superficie receptores que le permitan
reconocer al patógeno (path(o)- 'padecimiento' 'enfermedad' y gen- 'que
genera') como:
En la inmunidad adaptativa las estructuras moleculares son reconocidas a través de antígenos. Un antígeno
puede definirse como cualquier sustancia o estructura molecular (por lo general extraña) que se une de manera
específica a un receptor y que puede montar una respuesta inmunitaria que facilita la generación de anticuerpos.
Estos antígenos pueden ser los virus o las bacterias la cuales serán identificadas por células presentadoras de
antígenos (células dendríticas y macrófagos) las cuales se encargarán de llevarlas y presentarlas a los linfocitos.
Los anticuerpos (inmunoglobulinas) que se forman son proteínas que facilitan la eliminación de ese antígeno.
Por otra parte, hay células que tiene la capacidad de fagocitar al patógeno (fago- “comer”), es decir, engullen
estas partículas y las eliminan (macrófagos y neutrófilos), mientras que otras tienen la facultad de inducir una
desgranulación (eosinófilos, basófilos, mastocitos) y así eliminar a su enemigo. La gran mayoría de estas células
no se encuentran en tejidos estables, sin embargo, cuando existe una infección en la que se reconocen
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microbios altamente peligrosos, se genera un estado inflamatorio que permite la creación de una “señal de
alarma”, y como respuesta se induce a un proceso de atracción celular y molecular hacia la zona de peligro
(quimiotaxis). El origen de dicho estado inflamatorio es dado por citocinas, específicamente quimiocinas, las
cuales son proteínas mensajeras que se secretan y permiten la comunicación celular. Su función en general es
estimular la respuesta inmunitaria a través del crecimiento, la activación y la supervivencia de distintas células
y del aumento en la producción de moléculas en la superficie como el MHC. El MHC es el complejo principal de
histocompatibilidad o también denominado sistema del antígeno leucocitario humano (HLA), son glucoproteínas
que se encuentran en la superficie de todas las células nucleadas y ayudan al sistema inmunitario a diferenciar
entre sus propias células sustancias extrañas y dañinas. Existe dos tipos de MHC:
Clase I (CMH-I); se encuentra en todas las células nucleadas, presentan antígenos citoplasmáticos o endógenos
(sintetizados intracelularmente, p. ej. los de origen viral o tumoral) a las células TCD8 (citotóxicas) las cuales
reconocen a las células alteradas y las destruyen.
Clase II (CMH-II). Son expresadas en células de antígeno profesional y algunos tipos de células durante la
inflamación. Presentan antígenos exógenos que han sido fagocitados (sintetizados extracelularmente y
procesados por los lisosomas) a las células TCD4 (cooperadoras).
En condiciones normales, las moléculas del MHC llegan a la membrana celular unidas a elementos propios, por
lo que, al presentarlos a los linfocitos T no los activan; pero, cuando por infección o cambios patológicos de la
célula, emergen, portando una molécula extraña en lugar de una propia, la célula T se activa y responde
inmediatamente. En resumen, el sistema inmunitario es un conjunto interactivo de múltiples elementos que
ofrecen protección al huésped contra la invasión de agentes patógenos.
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INMUNIDAD HUMORAL
INMUNIDAD CELULAR
Muchas de las sustancias presentes en el cuerpo tienen actividad microbiana. Los fluidos corporales como
lágrimas y saliva contienen lisozimas que degradan las paredes celulares de algunas bacterias. El sebo y el
sudor poseen sustancias antibióticas que impiden el desarrollo de los microbios. La orina favorece la protección
a través de acciones de lavado y el pH ácido que se encuentra en el estómago y la vagina inhibe el desarrollo
de patógenos. Es importante mencionar que el moco secretado al ser una sustancia compleja y viscosa permite
la adherencia de partículas extrañas.
2. Barreras biológicas
El cuerpo humano interacciona constantemente con virus, bacterias, hongos y parásitos, la gran mayoría son
microorganismos dañinos. Sin embargo, algunas bacterias son inocuas y hasta benéficas. La flora bacteriana
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normal son este tipo de microbios que ejercen una
convivencia pacífica con el huésped y
tratar de salvaguardarlo contra una infección. Son
microorganismos comensales no patógenos, que
colonizan las superficies epiteliales en donde
compiten con bacterias patógenas por los
nutrientes y las zonas de unión.
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Figura 8. Ganglio linfático: estructura (zonas)
primarios y secundarios, en los que se sitúa el centro germinal, lugar
dónde se genera la presentación entre los linfocitos B y T; así como el
desarrollo a partir de linfocitos B de células plasmáticas y linfocitos B de
memoria.
-Paracorteza: se localizan linfocitos T dispuestos de manera difusa.
-Médula: contiene linfocitos B y T. Los cordones medulares, que parten
de la Paracorteza como prolongaciones de tejido linfoide en la médula, contienen la mayor parte de las células
plasmáticas.
LINFOCITOS
Los linfocitos son las principales células que participan en la respuesta
inmunitaria adaptativa, representan entre un 20 a 40% de los leucocitos
circulantes y 99% de las células de la linfa. Se subdividen en tres
poblaciones con base en diferencias funcionales y fenotípicas:
Linfocitos B (células B), linfocitos T (células T) y células asesinas
(NK). Existen varias clases de linfocitos T (figura 9).
Los linfocitos TCD4 tipo “cooperadores” son aquellos que a través del
Por otra parte, existen también los linfocitos T CD8 llamados “citotóxicos”, a diferencia de las células NK estos
requieren de su activación para inducir apoptosis, función que radica en destruir las células que albergan
microbios intracelulares. Son células provistas de un mecanismo adicional, producen citocinas tóxicas como el
TNF alfa, que les ayuda a eliminar agentes infecciosos.
CÉLULAS DENDRÍTICAS
MACRÓFAGOS
Los macrófagos residen en casi todos los tejidos del organismo, son
componentes importantes de las respuestas inmunitarias tanto innata
como adaptativa. Su célula precursora son los monocitos. Son células que
poseen receptores PRR que le ayudan a reconocer distintos tipos de
agentes infecciosos y una vez identificado el patógeno es capaz de
matarlos fagocitándolos, es decir, el agente infeccioso es destruido dentro
de la célula. Existen dos tipos de macrófagos en el cuerpo:
NEUTRÓFILOS
Los neutrófilos son los leucocitos más abundantes en la sangre del ser
humano; comprende alrededor de 70% del total de leucocitos. Son células
cruciales en la defensa contra bacterias formadoras de pus. Son células
fagocíticas que generalmente no se encuentran en tejidos. Poseen de manera
constitutiva una amplia gama de mecanismos antimicrobianos que les permite
ser la célula por excelencia más reclutada en los sitios de inflamación.
El mecanismo para generar la muerte celular del patógeno es a partir de diferentes gránulos que contiene
moléculas preformadas en el neutrófilo. Por lo que cuando un microbio es fagocitado por este granulocito,
algunos de estos gránulos se fusionan con el fagosoma (vesícula endocitada), y liberan su contenido tóxico.
EOSINÓFILOS
BASÓFILOS
ANTICUERPOS Y ANTÍGENOS
Los anticuerpos son proteínas circulantes que se producen en respuesta a la exposición a estructuras conocidas
como antígenos, son los mediadores de la inmunidad humoral contra toda clase de microbios, otro nombre
frecuente del anticuerpo es Inmunoglobulina (Ig), éstos son sintetizados por células de la estirpe de los linfocitos
B activados qué se diferencian en células plasmáticas secretoras de anticuerpos y existen en dos formas:
● Anticuerpos unidos a la membrana en la superficie de los linfocitos B que actúan como receptores para
el antígeno
● Anticuerpos secretados que neutralizan las toxinas, impiden la entrada y propagación de los
microorganismos patógenos y eliminan los microbios.
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Las sustancias que generan o son
reconocidas por anticuerpos se
llaman antígenos, éstas pueden
unirse específicamente a una
molécula de anticuerpo o al receptor
del linfocito T. Las moléculas que
estimulan las respuestas inmunitarias
se llaman Inmunógenos.
El tipo y la cantidad de anticuerpos producidos varía en función del tipo de antígeno que dirija la respuesta
inmunitaria, la implicación de los linfocitos T, el antecedente de exposición al antígeno y el lugar anatómico en
el que tiene lugar la activación.
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HIPERSENSIBILIDAD
AUTOINMUNIDAD
Las segundas no son hereditarias, sino que se adquieren a lo largo de la vida y que aparecen como
consecuencia de la malnutrición, las neoplasias, el cáncer diseminado, el tratamiento con fármacos
inmunosupresores o la infección de las células del sistema inmunitario, sobre todo por el virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH). Estás se deben a distintos tipos de mecanismos patogénicos:
La principal consecuencia de la inmunodeficiencia es una mayor propensión a la infección. Hay cada vez más
pruebas de que los adultos con infecciones recurrentes o graves albergan mutaciones en los genes que regulan
la función inmunitaria. Los pacientes con inmunodeficiencias también son proclives a ciertos tipos de cáncer. Se
observa más a menudo una mayor incidencia de cáncer en las inmunodeficiencias por Linfocitos T. Ciertas
inmunodeficiencias se asocian, paradójicamente, a una mayor incidencia de autoinmunidad.
La inmunodeficiencia puede deberse a defectos en el desarrollo o activación del linfocito o a defectos de los
mecanismos efectores de las inmunidades innata y adaptativa. Las enfermedades por inmunodeficiencia tienen
manifestaciones clínicas anatomopatológicas heterogéneas, en parte debido a que diferentes enfermedades
afectan a diferentes componentes del sistema inmunitario.
REFERENCIAS
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Elsevier.
2. Gargani, Y., & Espa A, E. (2013). Lo Esencial En Hematología E Inmunología (4 ED ed.). Elsevier.
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Peakman, M., & Vergani, D. (2009). Inmunología básica y clínica. Student consult en español (2.a ed.).
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