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Introducción a la Inmunología
FUNDAMENTOS Y TÉCNICAS INMUNOLÓGICAS
Introducción a la Inmunología
Sistema Inmunitario
Introducción a la Inmunología
fundamentales:
1. Especificidad.
2. Capacidad de discriminación de lo NO PROPIO
3. Diversidad
4. Memoria
5. Autolimitación.
Inmunidad y patología
1. Respuesta protectora: Aquella que elimina al organismo patógeno sin dañar a las
estructuras propias.
2. Respuesta patológica: Cuando la respuesta daña al propio individuo. Esta última
respuesta se produce por dos causas fundamentales:
a) Por ser la respuesta demasiado larga o demasiado intensa, dando
lugar a las denominadas reacciones de hipersensibilidad. Puede
estar mediada tanto por los mecanismos de inmunidad humoral
como celular.
b) Por fallos en el estado de tolerancia, es decir por la existencia de
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Introducción a la Inmunología
errores en el sistema de reconocimiento de lo NO PROPIO, que
lleva a provocar una respuesta frente a antígenos propios. Este
proceso dará lugar a fenómenos de Autoinmunidad y a la
aparición consiguiente de enfermedades autoinmunes.
Las células del sistema inmunitario se pueden dividir en tres grandes grupos:
1. Las células presentadoras de antígenos, Son las células que capturan y
exponen los antígenos.
2. Las células que reconocen y responden de forma específica a antígenos
extraños
3. Las células efectoras, que serian las encargadas de la destrucción final de los
agentes patógenos
La pertenencia a uno de los grupos no excluye la posibilidad de poder ser
incluidas en otro.
Todas las células del S.I. y el resto de las células sanguíneas, como glóbulos rojos
y plaquetas, proceden de un único tipo celular existente en la médula ósea denominada
CELULA PLURIPOTENCIAL (STEM CELL).
La división de estas tiene lugar de una forma poco corriente, pues en lugar de
dar lugar a una progenie idéntica, se dividen de manera funcionalmente asimétrica, de
forma que una de las células hijas es y seguirá siendo igual que la célula madre
manteniéndose el número de células pluripotenciales. Pero, la segunda célula hija, se
diferencia, primero en la denominada “Unidad formadora de Colonias” que a su vez
dará lugar a las células precursoras (Eritroide, Mieloide y Linfoide), de las que
derivaran los diferentes tipos de células hematopoyéticas.
Macrófagos
Mastocitos
Granulocitos
Neutrófilos. Son los más abundantes, pero tienen una vida media muy corta. Su
función principal es la fagocitaria y son los componentes más importantes de la
respuesta inflamatoria aguda al responder muy rápidamente a los estímulos
quimiotácticos. Sus gránulos citoplasmáticos contienen numerosas sustancias
microbicidas.
La principal diferencia, en cuanto a la función fagocitica entre los neutrofilos
y los macrófagos, es que los primeros mueren tras la fagocitosis, siendo los
componentes principales del pus; en cambio los macrófagos son células de vida
larga
Basófilos, tienen una acción muy similar a la presentada por los mastocitos, y como
estos expresan receptores de alta afinidad para la IgE.
Linfocitos
Provienen de los progenitores linfoides. Son las únicas células del organismo
capaces de reconocer específicamente diferentes determinantes antigénicos y
responsables de las dos principales características del sistema inmunitario, como son la
especificidad y la memoria.
Hay dos clases fundamentales de Linfocitos: Los linfocitos B y los linfocitos T.
Los linfocitos B, una vez activados se transformaran en plasmocitos productores de
anticuerpos, siendo las únicas células capaces de producirlos. Los linfocitos T, se
subdividen en tres poblaciones Th, Tc y Tr). Se diferencian por que las tres presentan
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Órganos linfoides
Los linfocitos, que han madurado en médula y timo, y que todavía no se han
encontrado con el antígeno se denominan linfocitos vírgenes. Estas células circulan
continuamente entre la sangre y los tejidos linfoides periféricos. Cuando existe una
infección los linfocitos se detienen en los órganos linfoides donde proliferan y se
convierten en células efectoras, capaces de combatir la infección. Así pues y como vemos
los linfocitos están en continua circulación, y los que están en la sangre (Hemograma),
son solo una pequeña porción de los que están circulando por los distintos tejidos.
Moléculas de adhesión
v Selectinas
v Integrinas
v Inmunoglobulinas
v Carbohidratos
Selectinas
Integrinas
Inmunoglobulinas
Por último la molécula PECAM1. Es importante, al encontrarse en los espacios
intercelulares, para la extravasación leucocitaria. Se ha postulado que su interacción con los
linfocitos es una señal de activación de las integrinas, actuando mas como una señal que como
molécula de adhesión. Asimismo parece ser que tiene una función limitante de la
permeabilidad vascular.
Además de su papel en la unión de los leucocitos a las células endoteliales las CAMs
que hay sobre los leucocitos aumentan la fuerza de las interacciones funcionales entre
las células del SI. Hay varias moléculas de adhesión que contribuyen a las interacciones
entre:
Células Th y CPAs
Th y células B
Células Tc y células blanco
La mayoría de los leucocitos circulantes expresan L-Selectina, mientras que las otras
dos se expresan sobre las células endoteliales durante la respuesta inflamatoria. Estas
selectinas son las responsables de la adhesión inicial de los leucocitos al endotelio
vascular.
Mucinas
Constituyen un grupo de proteínas ricas en serina y treonina y muy glucosiladas. Su
estructura extendida les permite presentar porciones como sialil-Lewis y otras
estructuras hidrocarbonadas para que se capturen por las selectinas.
Integrinas
Son proteínas hetero-diméricas con una cadena α y otra β, asociadas de forma no
covalente, que se expresan sobre la superficie celular.
La mayoría interacciona con las moléculas de la matriz extracelular y mantienen la
estructura de los tejidos en todo el organismo.
Algunas subfamilias (con una subunidad común) se unen a las moléculas de adhesión de
la superficie celular e intervienen en las interacciones célula-célula.
Los leucocitos expresan una subfamilia específica de integrinas (conocida como β2), así
como otras varias, que también se expresan sobre otros tipos celulares. Las β2 se unen a
las proteínas de la SPF de las Ig, y a proteínas asociadas a la respuesta inflamatoria.
Algunas integrinas necesitan activarse para unirse con alta afinidad a sus ligandos y su
agrupamiento sobre la membrana celular aumenta la probabilidad de unión efectiva.
Su importancia se refleja en la deficiencia de adhesión de los leucocitos (LAD) tipo 1,
unas enfermedades autosómica recesiva que se caracteriza por la presencia de
infecciones bacterianas recurrentes y dificultad para curar las heridas. Una deficiencia
similar se ve en individuos que tienen alterada la expresión de selectinas y se denomina
LAD tipo 2.
La combinación de integrinas que expresa un tipo dado de célula es lo que la permite
unirse a las diferentes CAMs que hay sobre la superficie del endotelio vascular.
Las HEV son estructuras permanentes de los tejidos linfoides secundarios, pero también
pueden desarrollarse a partir del epitelio normal en los sitios de reacciones inflamatorias
crónicas; esto puede significar que las células T específicas tengan una vía directa de
acceso (a través de las HEV recién formadas) a la zona inflamatoria.
El movimiento de los linfocitos a través del endotelio vascular se controla mediante
moléculas de adhesión y quimiocinas, como p.e.:
Mad-CAM-1 que se expresa en las células endoteliales de los tejidos intestinales
VCAM-1 que está presente en las células endoteliales de pulmones y piel
En los linfocitos hay otras moléculas que, interaccionan directamente con estas
moléculas de adhesión, les llevan directamente a órganos concretos. En el caso del
intestino son las integrinas alfa4beta7 (a4b7) las que median la adhesión de los
linfocitos en las HEV de las Placas de Peyer (que expresan Mad-CAM-1).
Las vénulas con endotelios altos (vénulas endoteliales altas o HEV) son los sitios de
extravasación de los linfocitos
Algunas regiones del endotelio vascular de las vénulas post-capilares de distintos
órganos linfoides están compuestas por células especializadas de formas cuboides y
rechoncha (son “altas”), denominándose a estas regiones “vénulas endoteliales altas o
HEV”. El aspecto de sus células contrasta mucho con el aplanado de las células
endoteliales que recubren el resto del capilar. Todos los órganos linfoides secundarios,
con excepción del bazo, contienen HEV. Cuando se incuban con linfocitos cortes de
ganglios linfáticos, placas de Peyer o amígdalas y se lavan luego para eliminar a las
células no fijadas, cerca del 85% de las células fijadas están adheridas a las HEV,
aunque estas vénulas representan solo el 1-2% del área total del corte.
Se estima que cada segundo se extravasan, a través de las HEV, unos 140.000 linfocitos
en un solo ganglio linfático. Las citocinas producidas en respuesta a la captación de
antígenos está comprobado que intervienen en el desarrollo y conservación de las HEV
en los órganos linfoides; por ejemplo, los animales criados en condiciones axénicas (sin
gérmenes) no desarrollan HEVs, mientras que si se bloquea quirúrgicamente el linfático
aferente del ganglio (con lo que bloquea la entrada de los antígenos) al cabo de poco
tiempo las HEVs presentan pérdida de funcionalidad y pueden volver a una morfología
más aplanada.
Las HEV expresan una variedad de moléculas de adhesión. Como cualquier otra células
del endotelio vascular expresan:
E y P-Selectinas,
moléculas tipo mucina (GlyCAM-1 y CD34) y
moléculas de la superfamilia de las Ig(ICAm-1, ICAM-2, ICAM-3, VCAM-1 y
MadCAM-1). A algunas moléculas de adhesión que se distribuyen específicamente en
un tejido se les ha llamado “adresinas vasculares” pues dirigen la extravasación de
diferentes poblaciones de linfocitos re-circulantes a órganos linfoides particulares.
La figura 13-8 presenta las interacciones típicas en la extravasación de las células T
vírgenes a través de las HEV en los ganglios linfáticos. El primer paso es, normalmente,
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activación lleva alrededor de 48 horas y, durante este tiempo, los blastos están retenidos
en la región paracortical de los tejidos linfoides secundarios. En esta fase, también
llamada “de cierre”, los linfocitos específicos del antígeno no pueden detectarse en la
circulación. Es durante la fase de cierre cuando se produce la rápida proliferación y
diferenciación de las células vírgenes. Las células efectoras y de memoria que se forman
dejan el tejido linfoide y comienzan su propia recirculación.
Las células efectoras y de memoria se mueven de forma distinta que las T vírgenes
Los patrones migratorios de ambos tipos de células difieren del patrón de los linfocitos
T vírgenes.
Las células efectoras tienden a albergarse en las zonas de infección pues reconocen el
endotelio inflamado así como a las moléculas quimiotácticas que se producen durante la
respuesta inflamatoria.
Los linfocitos de memoria tienden a albergarse selectivamente en el tipo de tejido en
el que encontraron por primera vez al antígeno. Al parecer esto asegura que una célula
de memoria particular retorne al tejido donde hay mayor probabilidad de que pueda
enfrenarse a la amenaza que supone su antígeno.
Las células efectoras y de memoria expresan cantidades elevadas de ciertas moléculas
de adhesión, como LFA-1, que interaccionan con ligandos presentes en los tejidos
extra-linfoides terciarios (como piel y epitelios mucosos) y en los sitios de inflamación,
lo que permite que las células efectoras y de memoria los alcancen. Las células
inmaduras carecen de las moléculas de adhesión correspondientes y no alcanzan ni se
albergan en estos sitios. El endotelio inflamado expresa las Selectinas E y P y las
moléculas de la superfamilia de las Ig VCAM-1 e ICAM-1, que se unen a los receptores
correspondientes expresados en gran cantidad por células efectoras y de memoria.
El resultado de todo ello es que estas células presentan una clara vocación tisular,
mientras que evitan a los tejidos linfoides secundarios como consecuencia de su poca
expresión de L-Selectina.
Un segundo subgrupo de células efectoras y de memoria tienen una clara vocación
dérmica y su dotación se caracteriza por la expresión baja de L-Selectina y alta de LCA
(antígeno linfocítico cutáneo) y LFA-1, moléculas que se fijan a la E-Selectina e ICAMs
que hay dentro de las vénulas dérmicas de la piel.
Aunque las células efectoras y de memoria, que expresan cantidades reducidas de L-
Selectina, no tienden a dirigirse a los tejidos linfoides secundarios a través de las HEV
si pueden alcanzar los ganglios linfáticos secundarios a través de la linfa aferente.
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Además de su papel en la unión de los leucocitos a las células endoteliales las CAMs
que hay sobre los leucocitos aumentan la fuerza de las interacciones funcionales entre
las células del SI. Hay varias moléculas de adhesión que contribuyen a las interacciones
entre:
Células Th y CPAs
Th y células B
Células Tc y células blanco
La mayoría de los leucocitos circulantes expresan L-Selectina, mientras que las otras
dos se expresan sobre las células endoteliales durante la respuesta inflamatoria. Estas
selectinas son las responsables de la adhesión inicial de los leucocitos al endotelio
vascular.
Mucinas
Constituyen un grupo de proteínas ricas en serina y treonina y muy glucosiladas. Su
estructura extendida les permite presentar porciones como sialil-Lewis y otras
estructuras hidrocarbonadas para que se capturen por las selectinas.
Integrinas
Son proteínas hetero-diméricas con una cadena α y otra β, asociadas de forma no
covalente, que se expresan sobre la superficie celular.
La mayoría interacciona con las moléculas de la matriz extracelular y mantienen la
estructura de los tejidos en todo el organismo.
Algunas subfamilias (con una subunidad común) se unen a las moléculas de adhesión de
la superficie celular e intervienen en las interacciones célula-célula.
Los leucocitos expresan una subfamilia específica de integrinas (conocida como β2), así
como otras varias, que también se expresan sobre otros tipos celulares. Las β2 se unen a
las proteínas de la SPF de las Ig, y a proteínas asociadas a la respuesta inflamatoria.
Algunas integrinas necesitan activarse para unirse con alta afinidad a sus ligandos y su
agrupamiento sobre la membrana celular aumenta la probabilidad de unión efectiva.
Su importancia se refleja en la deficiencia de adhesión de los leucocitos (LAD) tipo 1,
una enfermedad autosómica recesiva que se caracteriza por la presencia de infecciones
bacterianas recurrentes y dificultad para curar las heridas. Una deficiencia similar se ve
en individuos que tienen alterada la expresión de selectinas y se denomina LAD tipo 2.
La combinación de integrinas que expresa un tipo dado de célula es lo que la permite
unirse a las diferentes CAMs que hay sobre la superficie del endotelio vascular.
en complejos que unen a las células endoteliales. Presenta unión homotípica, donde el
PECAM-1 de una célula se une al PECAM-1 de otra. La molécula de adhesión JAM-1
(CD321) también se encuentra en las uniones endoteliales y puede interaccionar consigo
misma y con Integrinas, lo que le otorga un papel en la migración trans-endotelial.
También puede encontrarse unión homotípica entre miembros de la SPF Ig en otros
tipos celulares, como ocurre con L1 y NCAM sobre las células neurales.
Familias de
moléculas de
adhesión
SELECTINAS SPF Ig
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Linfáticos
eferentes
BAZO (52%) GANGLIOS
LINFATICOS
(5 h) (12 h)
42%
45% Linfocitos Linfáticos
vírgenes aferentes
10%
Recirculación Pool de
linfocitos
sanguíneos
linfocitos (30 m) Linfocitos
activados
Células no
10%
recirculantes ?
Tejidos extralinfoides
terciarios:
Médula ósea Epitelios mucosos de
Superficies epitelios intestino, pulmones y
Peritoneo tracto genito-urinario
Hígado, Cerebro, Piel
HEV abundan en la zona para-cortical de los GL, son menos abundantes en la zona
cortical y faltan en la zona medular. Además de en los GL, las HEV también se
encuentran en el MALT (Tejido linfoide asociado a las mucosas) y en el timo.
Algunos linfocitos, principalmente los T, llegan a través de los vasos linfáticos aferentes
(en lugar de a través de las HEV), que es la ruta principal de llegada de los antígenos al
GL.
Las HEV son estructuras permanentes de los tejidos linfoides secundarios, pero también
pueden desarrollarse a partir del epitelio normal en los sitios de reacciones inflamatorias
crónicas; esto puede significar que las células T específicas tengan una vía directa de
acceso (a través de las HEV recién formadas) a la zona inflamatoria.
El movimiento de los linfocitos a través del endotelio vascular se controla mediante
moléculas de adhesión y quimiocinas, como p.e.:
Mad-CAM-1 que se expresa en las células endoteliales de los tejidos intestinales
VCAM-1 que está presente en las células endoteliales de pulmones y piel
En los linfocitos hay otras moléculas que, interaccionan directamente con estas
moléculas de adhesión, les llevan directamente a órganos concretos. En el caso del
intestino son las integrinas alfa4beta7 (a4b7) las que median la adhesión de los
linfocitos en las HEV de las Placas de Peyer (que expresan Mad-CAM-1).
Las vénulas con endotelios altos (vénulas endoteliales altas o HEV) son los sitios de
extravasación de los linfocitos
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L-Selectina
CD34 GlyCAM-1
Las células efectoras y de memoria se mueven de forma distinta que las T vírgenes
Los patrones migratorios de ambos tipos de células difieren del patrón de los linfocitos
T vírgenes.
Las células efectoras tienden a albergarse en las zonas de infección pues reconocen el
endotelio inflamado así como a las moléculas quimiotácticas que se producen durante la
respuesta inflamatoria.
Los linfocitos de memoria tienden a albergarse selectivamente en el tipo de tejido en
el que encontraron por primera vez al antígeno. Al parecer esto asegura que una célula
de memoria particular retorne al tejido donde hay mayor probabilidad de que pueda
enfrenarse a la amenaza que supone su antígeno.
Las células efectoras y de memoria expresan cantidades elevadas de ciertas moléculas
de adhesión, como LFA-1, que interaccionan con ligandos presentes en los tejidos
extra-linfoides terciarios (como piel y epitelios mucosos) y en los sitios de inflamación,
lo que permite que las células efectoras y de memoria los alcancen. Las células
inmaduras carecen de las moléculas de adhesión correspondientes y no alcanzan ni se
albergan en estos sitios. El endotelio inflamado expresa las Selectinas E y P y las
moléculas de la superfamilia de las Ig VCAM-1 e ICAM-1, que se unen a los receptores
correspondientes expresados en gran cantidad por células efectoras y de memoria.
El resultado de todo ello es que estas células presentan una clara vocación tisular,
mientras que evitan a los tejidos linfoides secundarios como consecuencia de su poca
expresión de L-Selectina.
Un segundo subgrupo de células efectoras y de memoria tienen una clara vocación
dérmica y su dotación se caracteriza por la expresión baja de L-Selectina y alta de LCA
(antígeno linfocítico cutáneo) y LFA-1, moléculas que se fijan a la E-Selectina e ICAMs
que hay dentro de las vénulas dérmicas de la piel.
Aunque las células efectoras y de memoria, que expresan cantidades reducidas de L-
Selectina, no tienden a dirigirse a los tejidos linfoides secundarios a través de las HEV
si pueden alcanzar los ganglios linfáticos secundarios a través de la linfa aferente.
INMUNIDAD INNATA
Introducción
Barreras anatómicas
Lo primero que destaca en la inmunidad innata son las barreras externas que se oponen
a la invasión microbiana (piel y membranas mucosas) e incluyen a los epitelios mucosos
que recubren el tracto respiratorio, el gastrointestinal y el urogenital, aislando así el
interior del cuerpo de los patógenos del mundo exterior.
La piel consta de dos capas distintas: una externa (epidermis) y otra situada debajo y
mucho más gruesa (dermis). La epidermis consta de varias capas de células epiteliales,
muy apretadas entre si, y se divide en una capa externa formada básicamente por células
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En la respuesta innata intervienen muchos tipos celulares distintos, pero los actores
claves (las estrellas) son: neutrófilos, monocitos/macrófagos, Células Nk y células
dendríticas
Son las primeras células que emigran desde la sangre a los sitios de infección y tienen
una serie de armas para oponerse a los microbios invasores. Son esenciales para la
defensa innata frente a bacterias y hongos. Su arma principal es la fagocitosis, pero
también tienen otras armas como la presencia de varios receptores que les permiten
detectar los peptidoglicanos de las bacterias Gram+ y el lipopolisacárido (LPS) de las
Gram-.
Aunque los neutrófilos pueden reconocer directamente a los patógenos, la fijación y
fagocitosis mejoran drásticamente cuando los microbios están opsonizados (en la
respuesta innata inicial por fragmentos del complemento que se depositan sobre ellos).
Los macrófagos en reposo se activan por una serie de estímulos. Los receptores TLR de
su superficie reconocen componentes microbianos tales como LPS, peptidoglicanos y
flagelina, mientras que sus receptores de citocinas detectan los mensajes solubles
(citocinas) producidos por otras células que intervienen en la respuesta inflamatoria. La
activación de los macrófagos supone que adquieren una mayor capacidad fagocitaria y
que aumenta su capacidad para destruir a los microbios fagocitados, además de producir
y secretar mediadores inflamatorios. También expresan niveles altos de moléculas CMH
Clase II esenciales para la presentación de antígenos a los linfocitos T (que es otro
punto importante en la colaboración entre la inmunidad innata y la adaptativa.
Estas células (procedentes de la línea linfoide) son capaces de discriminar entre células
infectadas y no infectadas por virus; respetan a las no infectadas y destruyen a las
infectadas mientras se pone en marcha la respuesta adaptativa que aportará las células T
citotóxicas específicas y los anticuerpos, aunque hay algunas infecciones que se
eliminan totalmente por la inmunidad innata sin la ayuda de la adaptativa.
Las NK activadas son grandes productoras de citocinas que regulan a otras células del
sistema inmune, sobre todo interferón gamma (IFN-g) y el factor de necrosis tumoral
alfa (TNF-a), dos citocinas inmuno-reguladoras potentes y versátiles. Estas dos
citocinas pueden estimular la maduración de las células dendríticas (DCs), que son las
coordinadoras clave entre la inmunidad innata y la adaptativa.
Las células dendríticas maduras son capaces de activar a las células T, tanto a las Th
(CD4+) como a las Tc (CD8+) ya que, además de tener moléculas CMH Clase I y Clase
Il, presentan una fuerte actividad coestimuladora. Como agentes de la inmunidad innata
las DCs inmaduras presentan una gran variedad de PRRs, especialmente TLRs, para
reconocer patógenos. El reconocimiento provoca la activación de las DCs y su entrada
en eñ proceso de maduración, durante el que aumentan la síntesis de moléculas Clase II
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Una vez que un patógeno sobrepasa las barreras anatómicas y fisiológicas puede
producir la infección y la enfermedad. El sistema inmune responde a la invasión
detectándola mediante dos tipos de sensores y elaborando sistemas de defensa que
atacan al invasor.
La primera detección tiene lugar cuando el invasor interacciona con receptores solubles
o unidos a la membrana de las células del hospedador, capaces de discriminar entre lo
propio (del hospedador) y lo no propio (del patógeno). Estos sensores reconocen
moléculas (o patrones moleculares) que se han conservado en grupos de microbios
(normalmente porque son imprescindibles para su supervivencia) y que normalmente no
existen en el hospedador. Como reconocen conjuntos de moléculas concretas (patrones
moleculares), tales receptores se denominan Receptores de Reconocimiento de
Patrones (PRRs). Como estos conjuntos moleculares se encuentran sobre o en los
patógenos se llaman Patrones Moleculares Asociados a Patógenos (PAMPs).
Los PAMPs reconocidos por PRRs incluyen combinaciones de azúcares, ciertas
proteínas, moléculas particulares portadoras de lípidos y algunos motivos de ácidos
nucleicos. Esta restricción del reconocimiento innato a los patrones moleculares que se
encuentran en los microbios permite al sistema innato centrarse sobre las entidades
productoras de infección y no sobre sustancias que solo son no propias, tales como las
prótesis artificiales de cadera.
Los receptores de la inmunidad adaptativa (anticuerpos y receptores de los linfocitos T),
por el contrario, reconocen detalles más finos de las estructuras moleculares y pueden
discriminar con una especificidad exquisita entre antígenos con diferencias estructurales
mínimas. Típicamente, la capacidad de los PRRs para distinguir entre lo propio y lo no
propio es perfecta, ya que los patrones moleculares detectados por el receptor solo se
producen por los patógenos y nunca por el hospedador. Esto contrasta claramente con el
reconocimiento ocasional de antígenos propios por los receptores de la inmunidad
adaptativa, una disfunción potencialmente peligrosa que puede convertirse en una
enfermedad autoinmune.
Para la detección de los PAMPs por los receptores de la inmunidad innata tienen que
intervenir múltiples componentes de la inmunidad. Los mediadores solubles incluyen a
iniciadores del sistema del complemento, tales como la Lectina fijadora de manosa
(MBL) y la Proteína C reactivan (CRP). Si el patógeno porta PAMPs reconocibles
por estos mediadores se activa el sistema del complemento. Una parte del sistema del
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complemento consiste en una serie de proteínas que cuando se activan forman poros en
la membrana de los microbios blanco (Lisis celular). El sistema del complemento
también incluye varias glicoproteínas que, cuando se activan, promocionan la
fagocitosis de los microorganismos por los fagocitos (Opsonización). El sistema del
complemento está a caballo sobre los sistemas inmunes innato y adaptativo: la
activación de la cascada del complemento lleva a la opsonización o lisis de los invasores
y puede activarse tanto por moléculas que reconocen PAMPs (I innata) o por
anticuerpos (I adaptativa) que reconocen a antígenos específicos. Además, algunos
subproductos de la activación del complemento promueven la Inflamación y, de este
modo, conducen a los leucocitos a los sitios de infección y promueven otra de las capas
de la respuesta.
Las células dendríticas inmaduras (iDCs) de los tejidos y los macrófagos tienen una
amplia serie de receptores, incluyendo los TLRs, que detectan los productos
microbianos. Hasta ahora se han descrito 12 TLRs para los ratones y 11 para los
humanos; cada TLR reacciona con un producto microbiano específico y esto permite a
DCs y macrófagos detectar a un amplio espectro de patógenos. Las señales que se
hincan en los TLrs de macrófagos estimulan la actividad fagocitaria y y la producción
de mediadores químicos que son tóxicos para los microbios fagocitados. Los
macrófagos activados también secretan una serie de moléculas conocidas
colectivamente como citocinas y que son hormonas o factores de crecimiento que
actúan vía receptores para inducir respuestas celulares específicas.
Las iDCs del sitio de infección interiorizan y procesan al antígeno, maduran y migran a
los tejidos linfoides, donde su presentación de antígenos a las células T es el paso clave
para que se inicie la respuesta adaptativa frente al patógeno invasor. Esta función es el
puente que se establece entre la inmunidad innata y la adaptativa. Las DCs también
secretan una serie de citocinas que promueven la inflamación y ayudan directamente a
la respuesta adaptativa del hospedador.
Todas las funciones innatas se realizan al comienzo de la infección, antes de que se
forme una población significativa de células T específicas del patógeno y de anticuerpos
específicos para el patógeno por parte de las células B. Además, las citocinas liberadas
por las células que intervienen en la respuesta innata afectan a la naturaleza de la
subsiguiente respuesta adaptativa a la infección. En muchos casos, el sistema innato
puede controlar y eliminar a una infección por si mismo y, cuando no puede, el
patógeno se encuentra frente a un ataque coordinado por parte del sistema adaptativo.
Durante la respuesta adaptativa, las células T citotóxicas detectan y destruyen a los
patógenos que se esconden dentro de las células del hospedador y los anticuerpos
neutralizan la capacidad del invasor para invadir o infectar a otras células mientras
aumentan la probabilidad e fagocitosis de los invasores por parte de neutrófilos y
macrófagos (opsonización). Los anticuerpos también colaboran con el sistema del
complemento para inducir la lisis de los patógenos. Cuando se elimina (aclara) la
infección algunas de las células B y T generadas durante la fase adaptativa de la
respuesta persisten en el hospedador durante tiempos largos en forma de células de
memoria. Una nueva infección por el patógeno se encontrará con una reserva de
linfocitos específicos lista para detectar al patógeno y montar una respuesta rápida y
eficaz.
Péptidos antimicrobianos
Se han aislado de fuentes tan diversas como humanos, ranas, moscas, nematodos y
varias especies de plantas. Su pronta aparición en la evolución y la conservación de esta
estrategia defensiva, unida a la identificación de más de 800 péptidos antimicrobianos
diferentes, testifica su efectividad.
Su tamaño varía entre 6 y 59 aminoácidos y la mayoría presentan son catiónicos (con
carga positiva), como las magaininas de la piel de las ranas y las defensinas de
humanos y otras especies. Las defensinas humanas son péptidos catiónicos con 29-35
residuos de aminoácidos y 6 cisteínas constantes que forman 3 puentes disulfuro y
estabilizan una estructura tridimensional relativamente rígida. Matan a una serie de
bacterias, incluyendo Staphylococcus aureus, Streptococcus pneumoniae, E. coli,
Pseudomonas aeruginosa y Hemophilus influenzae. Los neutrófilos son una fuente
abundante de estos péptidos, pero también se producen por las células de Paneth del
intestino y las células epiteliales de páncreas y riñón a producen y secretan rápidamente
al suero. Las defensinas matan a las bacterias con rapidez (pocos minutos y, las más
lentas, en unos 90).
El mecanismo de acción más frecuente es alterar las membranas bacterianas pero
también producen una serie de efectos intracelulares, tales como inhibición de la síntesis
de DNA, RNA y proteínas o activando enzimas antimicrobianas líticas. Los péptidos
antimicrobianos no solo atacan a bacterias y hongos sino que se ha visto que se unen a
las lipoproteínas de la envoltura de algunos virus (influenza, herpesvirus). La amplitud
de su espectro, su probada eficacia antimicrobiana y el aumento de las resistencias a los
antibióticos son factores que favorecen el planteamiento de su uso terapéutico, aunque
todavía faltan muchos datos para su aprobación por las autoridades sanitarias.
RECEPTORES TOLL-LIKE
bacteria Gram -. Las infecciones severas en humanos pueden producir el shock séptico,
en que pueden fallar órganos vitales tales como cerebro, corazón, riñón e hígado. Cada
año mueren unas 20.000 de shock séptico producido por infecciones con Gram -, por lo
que resultaba raro que algunas cepas mutantes de ratones resistieran dosis letales de
LPS. La secuenciación del DNA reveló que el gen murino lps codificaba una forma
mutante de TLR4, que se diferencia de la forma normal en un solo aminoácido. Este
trabajó fue la demostración inequívoca de que TLR4 es indispensable para el
reconocimiento de LPS.
En los pocos años siguiente múltiples investigadores han determinado la existencia de
muchos TLRs; hasta ahora, 11 en humanos y 12 en ratones.
Estructura
Los TLRs son proteínas que “salen” de la membrana y tienen elementos estructurales
comunes en la región extracelular; son las repeticiones ricas en Leucina (LRRs)
(segmentos repetidos de 24 a 29 aa que contienen la secuencia xLxxLxLxx, donde x es
cualquier aminoácido y L es Leucina). Todos los TLRs contienen varios LRRs y es una
porción de LRR la que conforma el sitio de fijación para el ligando. La parte (dominio)
intracelular del TLR se denomina TIR (de TLR e IL-1R) por la similitud de los
dominios citoplásmicos de TLRs y receptor de IL-1. Los dominios TIR tienen tres
regiones muy conservadas que son las que sirven de muelle de anclaje para las proteínas
intracelulares que participan en las vías de señales mediadas por los TLRs.
Funciones
Los receptores de la superficie celular reciben las señales iniciales. El paso siguiente, la
transmisión de esas señales al interior de la célula (Transducción de señales), es un
mecanismo universal de los sistemas biológicos. La respuesta a la señal requiere tres
elementos:
• La propia señal
• El receptor
• La vía de transducción de señales, que conecta la detección con la respuesta
efectora
Señal Receptor Transducción de señales Mecanismo efector
Respuesta Innata.
- Complemento
Activación Vía clásica
Activación vía alternativa
Activación vía de las lectinas (manosa)
Regulación
Receptores del Complemento
Papel biológico del Complemento
NOMENCLATURA
1. - Vía Clásica.
C1: Es una molécula formada por una subunidad C1q asociada a dos C1r y dos C1s. La
C1q, es quien se fija al Fc de los anticuerpos.. Es una molécula (410 KD) que se
asemeja a un ramo de flores, siendo la porción N-terminal la que se abre a modo de
cabeza globular. Las C1r y C1s, son péptidos sencillos (85 kD), que dependientes de
Ca++, se combinan para formar la molécula C1r-C1s-C1s-C1r, que a su vez se unen a la
C1q. La unión de C1q al antígeno provoca un cambio conformacional en C1r, que a su
vez activa a C1s que asimismo actúa sobre los siguientes componentes de la cascada C2
y C4.
C4: Es un heterotrímero (α, β, γ) de 210 kD, que cuando se activa se separa en dos
fragmentos C4a de 8,6(kD) y el resto denominado C4b. La mayoría de las moléculas
C4b reaccionan con el agua formando un intermediario de vida muy corta C4bi, pero
otras forman enlaces covalentes con la superficie celular, tanto proteínas como
carbohidratos, asegurándose así la activación en la superficie celular en la que se unió el
anticuerpo. Este fragmento C4b no tiene propiedad enzimática sobre el C2, y lo único
que hace es permitir que la siguiente molécula en la cascada del Complemento “C2” se
fije a él en presencia de iones Magnesio.
C3: Es el más abundante (0,5 a 1,2 mg/ml) de todos los componentes del Complemento,
ya que es la piedra angular donde convergen todos las vías de activación. Es un
heterodímero (cadenas α y β). Por la acción de la convertasa formada en la fase anterior,
se escinde en dos fragmentos. Uno pequeño de 9 kD (C3a), y el resto C3b. La mayor
parte del C3b, y al igual que ocurría con el C4b reacciona con el agua dando como
resultado una molécula inactiva. Una pequeña porción, alrededor del 10%, se une
covalentemente a la superficie de las células formándose un nuevo complejo C4b2a3b,
que es la C5 Convertasa.
y C3b. El factor C3b se puede unir a las membranas celulares, incluso las propias,
captando más factor B y amplificando el proceso. Cuando no existe infección, este
proceso se produce de forma constante y las pocas moléculas de C3b no inactivadas por
la segunda hidrólisis, se fijan a la superficie de las células propias.
Fase lítica
1
En el caso del veneno de cobra, la muerte sobreviene porque el veneno posee un factor B, similar al
humano, pero que no es inhibido por el factor H, por lo que permite que se dispare la vía.
Además de este mecanismo letal la muerte celular puede producirse por el paso de
Ca++ al interior de la célula.
3.- Vía de las Proteínas de respuesta de fase aguda. Estas son proteínas , que en situaciones
de infección son secretadas por el hígado bajo la acción de ciertas citoquinas secretadas
por macrófagos y neutrófilos. Su importancia reside en que mimetizan ciertas moléculas
inmunitarias, como Anticuerpos, pero al contrario de estos poseen amplia especificidad por
las moléculas patógenas.
a.- La Proteína C reactiva La PCR es una proteína pentamérica capaz de unirse a los
lipopolisacaridos de ciertas paredes bacterianas. Es miembro de una familia de proteínas
que se conoce como pentaxinas debido a estar formadas por cinco subunidades
idénticas. En muchas paredes de bacterias y hongos hay lipopolisacaridos con porciones
fosforilcolina y es en estas porciones donde se fija la proteína C reactiva (aunque
también hay fosforilcolina en la membrana de las células de mamíferos la CRP no se
une a ella por estar en una conformación distinta a la que no reconoce). Cuando la CRP
se une a la pared bacteriana no solo opsoniza a la bacteria sino que también puede
activar a la cascada del complemento ya que fija a C1q, el primer componente de la vía
clásica del complemento. La interacción con C1q se realiza a otro nivel de donde lo
hacen los anticuerpos 2 , pero se pone en marcha la misma cascada de reacciones.
b.- La lectina fijadora de manano (MBL). Es una proteína, como ya se ha dicho con
capacidad de unirse a residuos hidrocarbonatos, preferentemente a los extremos de
manosa, fucosa y glucosamina de polisacáridos o glucoproteínas de membrana de gran
variedad de bacterias 3 . A diferencia de la anterior lo que mimetiza este componente es
el componente C1 del Complemento. Es un componente parecido estructuralmente al
C1q, constituido por hexámeros con 18 cadenas polipeptídicas idénticas enrolladas de
tres en tres en α-helice. La unión a los restos carbohidratados, provoca un efecto similar
a lo que ocurre con el complejo C1. Es decir, sufre un cambio conformacional, que se
traduce en una activación de unas serin proteasas asociadas (MASP-1 y MASP-
2)homologas con C1r o C1s, que lleva finalmente a la actuación sobre los fragmentos
C2 y C4 con la consiguiente formación de la C3 Convertasa.
Hasta aquí hemos visto, como se produce la activación, y las condiciones que
tienen que ocurrir, formación de IC, para la vía clásica penetración de microorganismos
para la vía alternativa y la vía de las proteínas de fase aguda y el proceso final que da
lugar a la destrucción final de la célula. Sin embargo, es necesario que existan ciertos
mecanismos reguladores que frenen la cascada del complemento una vez que esta no es
necesaria. En caso contrario la activación incontrolada del complemento pudiera llevar a
la formación del CAM sobre los tejidos propios y a la formación exagerada de
mediadores inflamatorios, que serían altamente perjudiciales.
Mecanismos reguladores
2
En las porciones tipo colágeno y no en las zonas globulares como hacen con los anticuerpos
3
En los mamíferos estos residuos se hallan cubiertos por otros restos de azucares
De todas ellas, las tres últimas se expresan en la superficie de las células propias
que de este modo quedan protegidas. Por el contrario, al no expresarse sobre la
superficie de los microorganismos, estos no cuentan con esta protección, pudiendo el
complemento activarse sobre su superficie.
El factor H, es una proteína plasmática podría actuar en ambos casos. Para evitar
la activación de este factor, el factor clave es el ácido siálico. Para poder actuar el factor
H se debe unir a la superficie celular. Esta unión esta mediada por ácido siálico. Las
células de mamíferos presentan un alto contenido de ácido siálico, mientras que la
mayoría de los organismos o carecen de él o tienen un contenido poco uniforme. De esta
manera, en estos últimos, como el factor H no se une a la membrana del patógeno, no
puede efectuar su acción protectora.
Todos los factores anteriores funcionan como cofactores bien desplazando o
impidiendo la unión de los siguientes componentes de la cadena del Complemento. En
esas situaciones, esos factores aislados son fraccionados por el Factor I, que es el que
verdaderamente tiene la acción proteolítica
Factor I: Es una serina proteasa que escinde tanto el C3b como el C4b, por ello se
agrupa dentro del grupo de “cofactores de la degradación proteolítica” y es el que tiene de
verdad la acción proteolítica, impidiéndose la formación de las convertasas C3 y C5. Sin
embargo, para la actividad de factor I, es necesaria la intervención de otros cofactores.
El control del inicio de la vía clásica se produce por la acción de C1 inhibidor (C1 INH)
quien interfiere en la acción proteolítica de C1r y C1s. Se une a la parte activa y la
disocia del C1q sobre sus sustratos respectivos.. A esto hay que añadir que el C1INH,
puede inactivar a cualquier C1r2-C1s2 activo que pueda formarse en los
inmunocomplejos circulantes.
Los factores C4BP y DAF 4 , compiten con C2b por la unión a C4b. cuando el C4BP se
une al C4b, este se vuelve susceptible al ataque del factor I. En el caso del factor H o del
receptor CR1 5 , estos se unen a C3b, desplazando a C2b o a Bb y hacen a C3b
susceptible de rotura por el factor I. Otro de los factores de regulación es el cofactor
MCP, que se encuentra unido a la membrana de todos los tipos celulares excepto
eritrocitos, faltando en la membrana de los microorganismos por lo que contribuye a la
activación selectiva del complemento sobre la superficie de estos últimos. Es decir es la
forma por la que el sistema del complemento distingue entre LO PROPIO y LO NO
PROPIO.
Las deficiencias en los factores C1, C2 y C4, curiosamente están asociadas mas a
problemas de autoinmunidad, debido fundamentalmente a la acumulación de IC
circulantes que a una mayor susceptibilidad a las infecciones. Las personas con estas
deficiencias sufren una enfermedad parecida al “Lupus eritomatoso sistémico”. Esto
indica que la vía alternativa es suficiente para al defensa del hospedador en la mayoría
de los casos.
4
Se expresa en la mayoría de las células sanguíneas, endoteliales y epiteliales. Este factor se une a la C3
convertasa, liberando bien el factor C2a o el Bb. Así pues la función del DAF es bloquear la activación
del complemento en la misma célula en la que se expresa, siendo por ello junto al MCP, responsable de la
distinción entre lo propio y lo no propio, ya que solo esta presente en las células propias
5
Es una proteína que se distribuye casi exclusivamente entre las células sanguíneas, por lo que su papel
se limita a bloquear el complemento en aquellas células que han expresado el receptor CR1
CR1 (CD35).
Glicoproteína integral de membrana de una sola cadena que une con alta afinidad a C3b
y C4b; se encuentra en la mayoría de las células, pero sobre todo en fagocitos y
eritrocitos. Entre sus funciones están:
a) Favorece la fagocitosis, al actuar como opsonizante al fijar los componentes C3b y
C4b.
b) Aclaramiento de IC circulantes gracias a su presencia en los hematíes.
c) Regulador de la activación del Complemento. Al unirse a los Componentes C3b y
C4b, compite con los sustratos activadores Bb y C2a, e impidiendo así la formación de
la C3 convertasa
CR2 (CD21).
Glicoproteína integral de membrana de una sola cadena que estimula la respuesta
inmunitaria humoral. Fija a C3bi (C3b escindido por el Factor I); se encuentra sobre
LB, células dendríticas foliculares y células epiteliales. En las células dendríticas
foliculares el CR2 6 sirve para atrapar los inmunocomplejos, recubiertos por el
componente C3bi, con lo que facilita la presentación del antígeno a los linfocitos B
activados y provocando así la formación de LB de memoria.
En el caso de los linfocitos B la presencia de CR2 en su membrana facilita una segunda
señal necesaria para la activación de los mismos. La primera seria el reconocimiento
antigénico directo y una segunda, la unión del CR2 al C3bi unido a la superficie del
microorganismo. De este modo el CR2 es parte integrante del complejo correceptor del
linfocito B
6
CR2 fija también específicamente al virus de Epstein-Barr (EBV), causante de la mononucleosis infecciosa. Es un
herpesvirus que tras la infección se mantiene latente en las células B o en las del epitelio faríngeo durante toda la
vida. Además EBV está ligado a varios procesos malignos, tales como el linfoma de Burkitt en África (un tumor
maligno de las células B), linfomas B asociados a quimioterapia o VIH y carcinoma nasofaríngeo; estos tumores
derivan de las únicas células normales que expresan CR2. EBV es un potente activador policlonal de las células B e,
in vitro, puede transformar linfocitos B normales en líneas celulares linfoblastoides inmortales. Todos los efectos del
virus dependen de la expresión de CR2 sobre las células B.
3. - ANAFILATOXINAS E INFLAMACION.
7
La formación de IC grandes (potencialmente peligrosos) no solo requiere la fijación de los fragmentos
Fab de los anticuerpos específicos al antígeno, sino que precisa también de las interacciones no covalentes entre los
fragmentos Fc de las moléculas de anticuerpo yuxtapuestas; la fijación del complemento a las Ig bloquea
estéricamente estas interacciones Fc-Fc solubilizando a los IC y desestabilizándolos.
CELULAS NK
Introducción
Las células NK son linfocitos grandes que circulan en la sangre (representan el 10-
15% de los linfocitos circulantes) y que tienen un citoplasma bien desarrollado que
contiene gránulos citotóxicos. En la primera descripción las células NK recibieron el
nombre de “Grandes Linfocitos Granulares (GLG)”
Estas células aportan la inmunidad innata frente a infecciones intracelulares para lo
que migran desde la sangre hasta los tejidos infectados, en respuesta a las citocinas
inflamatorias.
Las células NK, a diferencia de lo que ocurre con los linfocitos de la inmunidad
adaptativa (que circulan en estado de reposo y necesitan varios días para activarse y
expandirse) circulan en un estado de activación parcial, listas para penetrar y actuar
en los tejidos infectados en cuanto los macrófagos den la alarma (mediante la
producción de IL-12). La actividad citotóxica de las células NK no precisa una
exposición previa o sensibilización al patógeno
• Las células NK (asesinas naturales) constituyen una primera línea defensiva de
la inmunidad innata frente a los agentes infecciosos intracelulares y frente a las
células tumorales
• Las NK se desarrollan en la médula ósea a expensas de una célula progenitora
hematopoyética
División
Las células NK se caracterizan por la expresión de los marcadores:
CD56 (moléculas de adhesión de las células nerviosas [N-CAM]) y
CD16 (Receptor de baja afinidad para el fragmento Fc de anticuerpos IgG [FcRgIII]
De acuerdo con la densidad de la expresión de la molécula CD56 sobre la superficie se
distinguen dos subpoblaciones, que participan en la inmunidad mediante dos
mecanismos:
CITOTÓXICAS
CD56 dim (↓) CD16 bright (↑): Median citotoxicidad natural y ADCC
SECRETORAS
CD56 bright (↑) CD16 dim (↓):Secretan citocinas y quimiocinas
Las flechas indican la intensidad de la fluorescencia (débil o brillante).
• Las citotóxicas predominan en la circulación, mientras que las secretoras
predominan en los órganos linfoides secundarios.
• La célula progenitora expresa el marcador CD34; se diferencia a una célula
precursora intermedia que expresa el receptor para IL-15 quien, bajo la acción
de la IL-15 secretada por las células estromales, genera la célula CD56 bright
(secretora). Parece que estas células, finalmente, maduran a CD56 dim (↓)
(citotóxica) en los ganglios linfáticos, inducidas por las señales procedentes de
las DCs.
• La mayoría de las células NK expresan el receptor de afinidad intermedia para
IL-2 (que carece de la cadena alfa [CD25]), pero las NK secretoras (CD56
bright) expresan de forma constitutiva el receptor de alta afinidad, lo que quiere
decir que cantidades mínimas de IL-2 inducen su proliferación, mientras que son
necesarias concentraciones alta de IL-2 para la proliferación de las NK
citotóxicas (CD56 dim).
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En las primeras etapas de una infección, las células NK son las principales productoras
de IFN-g, citocina que luego activa a los macrófagos para que estos secreten las
citocinas que inician la respuesta adaptativa de las células T. Cuando se forman los
linfocitos T efectores y llegan al sitio infectado se convierten en los productores
principales de IFN-g y en los mediadores de la citotoxicidad. La llegada de los
linfocitos T efectores inactiva a las células NK (el inactivador es la IL-10, una citocina
producida por los linfocitos T citotóxicos).
Mecanismos de citotoxicidad
Las NK desencadenan la citotoxicidad mediante dos procesos distintos: la lisis natural y
la dependiente de anticuerpos (ADCC).
Según el mecanismo bioquímico la lisis natural puede depender de:
• La exocitosis del contenido de las granulaciones (mecanismo secretor); es el más
importante
• La activación de receptores letales en la célula blanco (mecanismo no secretor).
Mecanismo secretor
El reconocimiento de la célula blanco y la activación NK llevan a la polimerización de
los microtúbulos del citoesqueleto que movilizan los gránulos NK hacia el lugar del
contacto. Los gránulos contienen principalmente Granzima B (una serin-proteasa
activadoras de caspasas) y perforina (que altera la membrana de forma similar a C9).
Ambas proteínas están formando un complejo con una tercera, denominada serglicina,
que actúa como proteína transportadora. El trímero se libera en la zona de contacto y se
endocita por la célula blanco mediante un denominado Receptor de Manosa 3-fosfato
(MPR); El pH ácido de la vacuola endocítica activa a las perforinas, que forman poros
en la membrana de la vacuola permitiendo el paso al citosol del granzima-B que activa
la vía de las caspasas, lo que lleva a la apoptosis de la célula blanco.
Mecanismo no secretor
Las NK en reposo almacenan FasL (Fas ligando) en los lisosomas y, tras la activación,
este se trasloca a la membrana y desde allí puede reconocer al Fas (CD95), que se
expresa constitutivamente por distintos tipos celulares. La interacción induce la
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Tema 7. (I) INFLAMACION
La inflamación.
- Fase vascular
- Fase Celular
- Fase de restauración
Fase Vascular
Fase celular
1
La importancia de los neutrófilos en la defensa se ilustra por las consecuencias de los defectos
genéticos en la maduración o funciones antibacterianas; los pacientes con estas deficiencias sufren
infecciones recurrentes, frecuentemente de bacterias y hongos que forman parte de la flora normal y que
Fase de resolución.
escapan del sitio inflamatorio y pasan a la sangre (septicemia). Si el defecto está en los mecanismos
antibacterianos los patógenos fagocitados pueden escapar de los neutrófilos muertos (el neutrófilo es una
célula terminal y muere tras la activación) y proseguir la colonización.
2
En este sentido la cicatriz, es una parte de la red que no ha podido ser colonizada por las
células epiteliales
Inflamación crónica
CITOQUINAS
positiva.
10.- la acción de las citoquinas puede ser autocrina, paracrina o en
ciertos casos endocrina
1.- Proinflamatorias:
IL-1
IL-6
Parece que es secretada como respuesta al TNF y a la IL-1. Sus
acciones fundamentales son estimular a los hepatocitos para la síntesis
de fibrinógeno y de proteínas de fase aguda. También actúa como
factor de crecimiento para los linfocitos B activados. El problema es que
también actúa como factor de crecimiento para células plasmáticas
neoplásicas.
IL-12
IL-2
Es una glucoproteína, producida por los linfocitos T, especialmente
por los CD4+. La secreción dura un periodo máximo de 12 horas y es la
principal citoquina que actúa activando el ciclo celular de los linfocitos T. Es
por tanto, la responsable de la expansión clonal de los linfocitos T. Tiene
una acción autocrina y paracrina.
Otras acciones serían
1.- Estimula la producción de otras citoquinas como el IFN-( y la linfotoxina
2.- Estimula a las células NK, que también tienen receptores para la IL-2.
Aunque en este caso al poseer estas un receptor de menos afinidad se
necesitan cantidades elevadas para provocar el estímulo
3.- Actúa como factor de crecimiento de Linfocitos B
4.- Puede actuar como factor de apoptosis para las células T activadas por
el antígeno
IL-4
Las principales fuente de la IL-4 es la subpoblación Th2 de los
linfocitos CD4+, así como mastocitos y basófilos.
Su acción primordial es promover el cambio de clase en los linfocitos
B hacia la IgE, así como estimular la diferenciación de los linfocitos T a
Th2. Además es un factor de crecimiento para la subpoblación Th2
diferenciados. Asimismo estimula la expresión de ciertas moléculas de
adhesión como la VCAM-1, con lo que aumenta la adhesión de diversos
tipos celulares, especialmente eosinófilos.
IL-5
Linfotoxina (LT)
IL-13
Es una citoquina con estructura similar a IL-4, producida por
linfocitos T Th2 y células epiteliales.
3. Estimuladoras de la hematopoyesis:
4. Citoquinas supresoras
IL-10
4 Quimioquinas
1
El déficit de un receptor (CxCR4) en los ratones se ha visto que conlleva defectos mortales de formación en el desarrollo del
corazón y cerebelo
Tema 7
Hapteno. Esta diferencia se hace obvia en el caso de las sustancias de bajo peso
molecular (grupo en el que se incluyen muchos antibióticos y drogas), que no son
capaces, por si mismos, de inducir una respuesta inmune pero que cuando se unen a
moléculas de peso molecular alto (tales como las proteínas) forman conjugados capaces
de inducir una respuesta inmune. Estas moléculas, de peso molecular bajo, se
denominan Haptenos y la molécula a la que se acoplan Portadores (“carrier”). Por tanto,
un Hapteno es un compuesto incapaz, por si mismo, de inducir una respuesta inmune
pero que reacciona con los componentes de la respuesta que se induce cuando se
conjuga con una molécula portadora.
Se ha comprobado que se puede producir respuesta inmune frente a todas las familias de
compuestos bioquímicos conocidas, incluyendo carbohidratos, lípidos, proteínas y
ácidos nucleicos. También se pueden inducir la respuesta a drogas, antibióticos, aditivos
alimentarios, cosméticos y pequeños péptidos sintéticos, pero solo cuando se acoplan a
un portador.
(2) Las sustancias necesitan un peso molecular mínimo para ser inmunogénicas; 5-6
KDa se consideran el peso mínimo para la inmunogenicidad y esta aumenta en función
del peso molecular.
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FYTI. Tema 07. ANTIGENOS Curso 07-08
(5) Para que los antígenos interaccionen con las células T (que son las que ponen en
marcha y coordinan la respuesta adaptativa) tienen que ser capaces de unirse a las
moléculas CMH que se expresan sobre las CPAs. Estas células primero degradan
mediante enzimas a los antígenos (procesamiento) y luego unen los fragmentos
producidos (epitopos) a las moléculas CMH para enseñar el conjunto sobre la superficie
(presentación).
Otros requerimientos
Hay, además, otros factores que influyen en la inmunogenicidad, tales como la base
genética (genotipo) del hospedador, la dosis, vía de administración, etc. Las dosis
insuficientes y las demasiado abundantes no provocan la puesta en marcha de la
respuesta adaptativa, ya que inducen la tolerancia de los linfocitos. Pero además de la
dosis adecuada también influye en la respuesta el número de dosis administradas (pauta
de inoculación).
En cuanto a la vía de administración, la subcutánea da normalmente muy buenos
resultados, ya que el antígeno se deposita en la vecindad de las células de Langerhans
(DCs inmaduras de la piel), que son las CPAs más potentes del organismo. Estas células
emigran a los ganglios linfáticos próximos, donde se elabora la respuesta adaptativa.
Los antígenos administrados por vía intravenosa llegan al bazo, donde pueden inducir
tolerancia o, si se presentan por CPAs, inducir respuesta. La vía oral induce respuestas
locales de anticuerpos en la lámina propia del intestino y, con frecuencia, provoca
tolerancia sistémica a tal antígeno. La vía respiratoria (intranasal) es frecuente que
provoque respuestas alérgicas.
Como la respuesta adaptativa depende de las interacciones celulares, el tipo y la
intensidad de la respuesta refleja la población celular presente en el órgano al que llega
finalmente el antígeno.
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FYTI. Tema 07. ANTIGENOS Curso 07-08
El siguiente contacto con el mismo inmunógeno induce una respuesta secundaria que
difiere de la primaria (más rápida, más amplia, más eficaz), como si el organismo
“recordara” que ya había estado expuesto a ese inmunógeno antes. De hecho, la
respuesta secundaria y las subsecuentes explotan el aumento del número de linfocitos
específicos para el inmunógeno producidos durante la respuesta primaria. Esta respuesta
también se llama “respuesta de memoria o anamnésica” y los linfocitos que participan
en ella se denominan células de memoria.
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FYTI. Tema 07. ANTIGENOS Curso 07-08
El número de epitopos de una molécula puede ser solo uno (hapteno) o múltiple y en
una proteína normalmente hay muchos y distintos, mientras que en los azúcares suelen
ser iguales (repetitivos).
Clases de antígenos
Polisacáridos. Son inmunógenos cuando se asocian a portadores proteicos, como ocurre
con los que forman parte de moléculas más complejas (glicoproteínas), que inducen una
respuesta inmune parte de la cual es específica para la parte hidrocarbonada de la
molécula. Pero también se puede inducir una respuesta inmune de anticuerpos frente a
muchos tipos de polisacáridos, como los que forman parte de microorganismos y células
eucariotas. El ejemplo clásico de antigenicidad de los polisacáridos es la respuesta a los
antígenos sanguíneos del sistema ABO, que son polisacáridos de la superficie de los
glóbulos rojos.
Lípidos. Son normalmente poco inmunogénicos, pero pueden inducir respuesta si se
unen a proteínas portadoras. Los lípidos de las mycobacterias se reconocen por un
subtipo especial de células T; los Tgd, que forman parte de la respuesta ancestral.
Ácidos nucleicos. No son muy inmunogénicos, salvo que se asocien con proteínas
portadoras. Los anticuerpos anti-DNA son característicos de varios procesos
autoinmunes.
Proteínas. Virtualmente, todas las proteínas son inmunogénicas y la gran mayoría de los
inmunógenos son proteínas. Cuanto mayor es la complejidad de la proteína más fuerte
es la respuesta. Normalmente contienen muchos epitopos.
Reacciones cruzadas
Se producen por la presencia de epitopos comunes en moléculas distintas. Un ejemplo
es la toxina diftérica que puede manipularse para que pierda su toxicidad conservando la
capacidad inmunogénica; se ha transformado en toxoide. La inmunización con el
toxoide (inocuo) da lugar a la formación de anticuerpos que neutralizan a la toxina
diftérica cuando se produce la infección. Estamos usando determinantes comunes para
vacunar, sin usar la toxina.
Hay otros casos de reactividad cruzada donde las sustancias que reaccionan no están
relacionadas, excepto en que tienen una o más áreas con características tridimensionales
similares. A estas sustancias se las llama antígenos heterófilos. Por ejemplo el antígeno
sanguíneo A reacciona con los anticuerpos formados frente al antígeno capsular
(polisacárido) de un tipo de neumococo.
Adyuvantes
Son los “aditivos” que se usan para aumentar la respuesta a un inmunógeno dado. El
nombre viene del latín adjuvare (ayudar). Aunque su uso viene de antiguo, el interés
actual se debe a que los inmunógenos que se están desarrollando para hacer nuevas
vacunas (sobre todo las basadas en péptidos sintéticos) presentan una inmunogenicidad
muy pobre.
El mecanismo de los adyuvantes incluye:
• Aumento de la vida media biológica o inmunológica de los antígenos de las
vacunas
• Aumento de la producción local de citocinas inflamatorias
• Mejora en la liberación del antígeno y en su procesamiento y presentación por
las CPAs, especialmente por las células dendríticas.
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FYTI. Tema 07. ANTIGENOS Curso 07-08
Se sabe de modo empírico que los mejores adyuvantes son los que contienen
componentes microbianos (p.e. extractos de mycobacterias). Estos componentes de
patógenos inducen la expresión de moléculas coestimuladoras en las CPAs (macrófagos
y DCs) así como la producción de citocinas. Ahora se ha comprobado que tal inducción
por los componentes microbianos se debe a que contienen patrones moleculares
(PAMPs); su unión a los TLRs de las CPAs genera las señales que llevan a la expresión
de moléculas coestimuladoras y a la síntesis de citocinas.
Los adyuvantes autorizados hasta ahora para uso humano son los que se basan en
hidróxido de aluminio o fosfato de aluminio (alúmina). La alúmina se fija a las
proteínas y las hace precipitar, induciendo así una respuesta inflamatoria que potencia
de forma inespecífica la inmunogenicidad del antígeno. El antígeno precipitado se libera
más despacio en el sitio de inyección, lo que unido al aumento de tamaño que se genera
en la precipitación propicia una mayor probabilidad de que el antígeno se fagocite por
una célula presentadora.
En los animales de experimentación se han usado muchos adyuvantes, siendo uno de los
más corrientes el Adyuvante Completo de Freund (FCA), consistente en mycobacterias
muertas suspendidas en aceite mineral. Al añadir la solución acuosa del antígeno se
genera una emulsión que, inyectada, libera lenta y continuamente al antígeno con lo que
mantiene constante la estimulación durante mucho más tiempo.
Otros microorganismos usados como adyuvantes son el bacilo de Calmette-Guerin
(BCG), que es una micobacteria atenuada, Corynebacterium parvum y Bordetella
pertussis. En realidad, todos utilizan las propiedades estimuladoras de las moléculas
asociadas al microbio cuando se fijan sobre los TLRs de las células presentadoras
(especialmente las DCs).
Los ISCOM (complejos inmuno-estimuladores) son unas mezclas de colesterol y
saponinas que forman unas estructuras similares a jaulas en las que queda atrapada la
solución acuosa del antígeno. Esta “jaulas” se funden con los lípidos de las membranas
celulares y depositan así su contenido en el citosol. El resultado es una vacuna que
induce una respuesta celular mediada por linfocitos T citotóxicos, en lugar de los
anticuerpos que inducen las restantes vacunas.
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Las moléculas de anticuerpos tienen dos papeles: la unión al antígeno y mediar las
funciones efectoras. La unión al antígeno se realiza por el extremo amino-terminal y las
funciones efectoras por el extremo carboxi-terminal.
Dominios C1H y CL
Sirven para extender los brazos Fab de la moléculas de anticuerpos, facilitando la
interacción con los antígenos y aumentando la rotación máxima de los brazos Fab.
La región bisagra
Las cadenas γ, δ y α presentan una secuencia extendida de péptidos entre los dominios
CH1 y CH2. Esta región (llamada región bisagra) es ricas en restos de prolina y es
flexible, lo que permite la deformación de las IgG, IgD a IgA. Como resultado los dos
brazos Fab pueden adoptar varios ángulos cuando se unen al antígeno. Esta es la región
más susceptible a la degradación enzimática y la que, de hecho, se rompe por la pepsina
y la papaina. Los dos aminoácidos prominentes en la región bisagra son prolina y
cisteína; La prolina es responsable de la flexibilidad de la molécula y las cisteínas
establecen los puentes disulfuro entre las dos cadenas H. El número de puentes
disulfuro intra-catenarios en la región bisagra varía considerablemente entre las distintas
clases de anticuerpos y entre las especies. Aunque las cadenas µ y ε carecen de región
bisagra, tienen en cambio un dominio adicional (CH2) de 110 aa. con caracteres “tipo
bisagra”.
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Además de fijar a los antígenos, los anticuerpos participan en una gran variedad de
acciones biológicas efectoras. La simple fijación generalmente no mata ni elimina a
ningún patógeno. Son las regiones constantes de las cadenas pesadas las que
interaccionan con otras proteínas, células y tejidos y el resultado lo conocemos como
funciones efectoras de la respuesta humoral.
Como las funciones efectoras son el resultado de las interacciones de las cadenas H con
otras proteínas séricas o receptores de membrana, no todas las clases de Ig tienen las
mismas propiedades funcionales.
Muchos tipos celulares tienen receptores para C3b y también fijan células o complejos a
los que se ha asociado C3b. La fijación del C3b adherente por los macrófagos lleva a la
fagocitosis de la célula o complejo unidos a C3b. La fijación de l os complejos Ag-Ac
por los C3bR de los glóbulos rojos permite llevarlos al hígado o bazo, donde se
capturan por los macrófagos (sin dañar al GR), promoviendo asi la eliminación
(aclaramiento) de los IC.
La colaboración entre los Ac y el sistema del complemento es importante para la
inactivación y eliminación de antígenos y para la muerte de patógenos.
4.- Algunos anticuerpos pueden cruzar las barreras epiteliales por transcitosis.
La distribución de anticuerpos por las superficies mucosas de los sistemas pulmonar,
gastrointestinal y urogenital, así como su exportación a través de la leche materna,
requiere que las Igs se muevan a través de las capas epiteliales, en un proceso
denominado transcitosis. La capacidad de un anticuerpo para ser transportado depende
de las propiedades de la región constante. En humanos y ratones IgA es el anticuerpo
principal que sufre la transcitosis, aunque también puede transportarse la IgM hasta las
superficies mucosas.
Algunas especies de mamíferos, como humanos y ratones, también transfieren
cantidades significativas de la mayoría de subclases de IgG de la madre al feto. Como
los sistemas circulatorios materno y fetal están separados, los anticuerpos tienen que ser
transportados a través de la placenta, que separa a madre de feto. En los humanos el
transporte se realiza en el tercer trimestre de la gestación. La consecuencia principal es
que el feto recibe una muestra del repertorio de anticuerpos de la madre a modo de
regalo que le protege de los patógenos. Como ocurre con otras funciones efectoras, la
capacidad de transporte depende de las propiedades de la región constante de la
molécula de anticuerpo.
La transferencia de anticuerpos de la madre al feto es una forma de inmunización
pasiva, sistema por el que se adquiere inmunidad al recibir anticuerpos ya preformados,
en lugar de producirlos tras la exposición al antígeno. Esta posibilidad de transferir
inmunidad de un individuo a otro mediante la transferencia de anticuerpos es la base de
la terapia con anticuerpos, un tratamiento importante en la medicina actual.
También las subclases de IgG se transfieren de la madre al recién nacido en los
humanos, mediante los receptores que hay en la mucosa intestinal del recién nacido y
que perduran hasta que se desarrolla la flora intestinal (aprox. 1 año).
Cada clase se distingue por una secuencia única de aa. en las regiones constantes de la
cadena H que le confiere propiedades estructurales y funcionales específicas.
Inmunoglobulina G
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Inmunoglobulina M
Supone el 5-10% de las Ig del suero, con una concentración media de 1,5 mg/ml. La
IgM monomérica se expresa como mIg sobre las células B. LA sIg se secreta por las
células plasmáticas en forma de pentámero; cada pentámero contiene un péptido
adicional (cadena J) que se une, formando puentes disulfuro, a los residuos de cisteína
carboxi-terminales de dos cadenas µ. Parece que se requiere a la cadena J para la
polimerización de los monómeros; se añade en el momento anterior a la secreción del
pentámero.
Es la primera Ig que se forma en la respuesta primaria a un antígeno, la primera
sintetizada por el neonato y la primera que aparece en la evolución. Aunque tiene 10
sitios de fijación solo se une simultáneamente, por problemas de configuración estérica,
a cinco o menos moléculas de los grandes antígenos. Debido a su valencia es más
eficiente que otros isotipos para fijar antígenos con epitopos repetitivos
La activación del complemento requiere al menos dos regiones Fc muy próximas y la
estructura pentamérica de IgM cumple este requisito.
IgM no difunde bien debido a su tamaño y, por ello, está en concentraciones muy bajas
en los líquidos tisulares. La presencia de la cadena J permite a la IgM fijarse a
receptores sobre células secretoras, que la transportan a través de las capas mucosas
hasta formar parte de la secreción que baña las superficies mucosas. Aunque el isotipo
principal que se encuentra en estas secreciones es IgA, IgM también tiene un papel
accesorio importante como Ig secretora.
Inmunoglobulina A
Aunque solo representa el 10-15% de las Ig séricas es la que predomina en las
secreciones, tales como leche materna, saliva, lágrimas y mucus de las vías bronquiales,
genitourinarias y digestivas. En el suero está, sobre todo, como monómero. También
hay formas poliméricas (di, tri y penta), y todas incluyen un polipéptido (cadena J). La
IgA de las secreciones externas se conoce como IgA secretora (IgAs), formada por un
dímero (o tetrámero), una cadena J y una pieza secretora.
La síntesis diaria de IgAs es mayor que la de cualquier otro tipo de Ig y las células
plasmáticas encargadas de su producción están concentradas a lo largo de las superficies
mucosas. Un ejemplo: en toda la extensión del yeyuno hay 2,5 x 1010 células
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plasmáticas que secretan IgA (¡una cifra superior al total de células plasmáticas que hay
entre médula ósea, linfa y bazo!). Un humano envía diariamente entre 5 y 15 gr de IgA
hacia las excreciones mucosas.
Las células plasmáticas productoras de IgA migran preferentemente hacia los tejidos
sub-epiteliales, y se alojan en ellos; allí es donde la IgA secretada se une a un receptor
específico para moléculas de Ig poliméricas (el Poli-Ig), que se expresa en la superficie
basolateral de la mayoría de las células de los epitelios mucosos y epitelios glandulares
(de las mamas, glándulas salivares y lagrimales). Una vez unida la Ig el complejo se
transporta por el interior de la célula hasta la membrana luminal y la luz; una vez allí el
receptor sufre una degradación enzimática parcial que deja a parte del mismo
envolviendo a la Ig (pieza secretora). Este pieza secretora “tapa” sitios susceptibles de
degradación enzimática, tales como las regiones bisagra, y permite una vida media que
no sería posible sin tal protección en un medio mucoso, rico en proteasas. Este
mecanismo también transporta IgM pentamérica a las secreciones mucosas, aunque en
una proporción muy inferior a la de la IgA. El receptor Poli-Ig interacciona con la
cadena J de ambos tipos de anticuerpos.
Las superficies mucosas son los sitios de entrada de la mayor parte de microorganismos
patógenos y allí es donde desempeña la IgAs su función principal, capturando antígenos
solubles y, sobre todo, antígenos de la superficie d virus y bacterias que así no pueden
establecer contacto directo con las células mucosas. Los complejos inmunes quedan
atrapados en el mucus y se eliminan bien por la ciliatura (bronquios), bien por los
movimientos peristálticos (intestino) o se eliminan con la orina. Está comprobada la
acción protectora de la IgA frente a bacterias como Salmonella, Vibrio cholerae,
Neisseria gonorrhoeae y virus como los de la poliomielitis, la gripe y también el
reovirus.
La leche materna tiene IgAs y otras muchas moléculas que ayudan a proteger al recién
nacido contra las infecciones durante el primer mes de vida. Como el sistema inmune de
los lactantes todavía no funciona plenamente, la lactancia materna tiene un papel
esencial en la conservación de la salud de los recién nacidos y durante la primera
infancia. Los anticuerpos pasan del intestino del lactante hacia su interior por medio de
unos receptores “tipo IgN” que hay en el epitelio intestinal y que desaparecen cuando se
establece la flora intestinal y se completa la dotación de enzimas proteolíticos.
Inmunoglobulina E
La potente actividad biológica de IgE permitió su identificación en el suero a pesar de
su baja concentración en el mismo (0,3 ug/ml). Los Acs IgE median las reacciones de
hipersensibilidad inmediata, responsables de los síntomas de la fiebre del heno, asma,
urticaria y shock anafiláctico. La presencia de un factor del suero responsable de la
fiebre alérgica se demostró en 1921 por K. Prausnitz y H. Krustner. Inyectaron por vía
subcutánea suero de un alérgico a otro individuo no alérgico y, después, el antígeno
responsable de fiebre del heno en el mismo sitio; el resultado fue una reacción local con
formación de una pápula con picor (“wheal and flare). Esta reacción, llamada P-K, fue
la base para el primer ensayo biológico de actividad IgE.
La identificación de la IgE se realizó por K. y T. Ishizaka en 1966. El nuevo anticuerpo
se llamó IgE (en recuerdo del antígeno del polen de ambrosía, que es el inductor más
potente de este tipo de Ac).
La IgE se une a receptores de membrana sobre los basófilos de la sangre y mastocitos de
los tejidos. Cuando la IgE ligada sobre la célula se une a su antígeno correspondiente
(alergeno) se produce el entrecruzamiento de los receptores, lo que induce a la célula a
trasladar sus granulaciones a la membrana celular y liberar su contenido
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Inmunoglobulina D
Descubierta a partir del mieloma múltiple de un paciente, cuya proteína no reaccionaba
frente a los sueros anti-sotipo frente a los anticuerpos conocidos hasta entonces (IgG,
IgA, IgM). Tiene una concentración sérica de 30 ug/ml y representa el 2% de los
anticuerpos del suero. IgD, junto con IgM monomérica, son los receptores de membrana
principales que se expresan sobre las células B maduras. No se le conocen efectos
biológicos como anticuerpo.
Isotipos
Los determinantes idiotípicos forman parte de las regiones constantes y definen,
colectivamente, las clases y subclases de las cadenas H y los tipos y subtipos de cadenas
L de una especie.
Cada isotipo está codificado por un gene de región constante y todos los miembros de la
especie tienen la misma colección de genes de regiones constantes (que pueden incluir
múltiples alelos). En una especie, cada individuo normal debe expresar todos los
isotipos en el suero. Las diferentes especies heredan genes de regiones constantes
distintos y, por tanto, expresan isotipos diferentes.
Así, al inyectar anticuerpos de una especie en otra, los determinantes isotópicos se
clasifican como extraños (no se reconocen como propios) e inducen una respuesta
inmune humoral (de anticuerpos) frente a ellos. Los anticuerpos anti-isotipo sirven para
determinar las clases y subclases de anticuerpos que se producen en una respuesta
inmune de la primera especie. También para caracterizar la clase de los receptores de
membrana que hay en un LB.
Alotipos
Aunque todos los miembros de la misma especie heredan el mismo juego de genes de
isotipos, algunos de ellos tienen múltiples alelos. Esos alelos codifican diferencias
sutiles de aminoácidos, que conforman los llamados determinantes alotípicos y que solo
se presentan en algunos (pero no en todos ) los individuos de la especie. La suma de los
determinantes alotípicos individuales en una molécula de anticuerpo determina su
alotipo.
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En los humanos se han encontrado alotipos en las cuatro subclases de IgG, en una
subclase de IgA y en la región constante de la cadena ligera kappa. Los alotipos de la
cadena gamma se refieren como marcadores Gm.. Se han identificado por lo menos 25
alotipos Gm, que se designan por la clase y subclase, seguidas por un número de orden
[p.e., G1m (1), G2m (23), G3m (11), G4m (4ª)]. De las dos subclases de IgA solo IgA2
tiene alotipos [À2m (1) y A2m (2)]. Los alotipos de la cadena kappa son 3 [ km (1),
km(2) y km(3)].
Cada uno de estos determinantes alotípicos presenta diferencias de 1 a 4 aminoácidos
con los alelos diferentes del mismo gene. También pueden obtenerse anticuerpos frente
a los determinantes alotípicos, inyectando anticuerpos de un miembro de la especie en
otro con alotipos diferentes. Esos anticuerpos se producen a veces por una madre
gestante en respuesta a los determinantes alotípicos paternos en las Ig fetales. También
pueden producirse anticuerpos anti-alotipo por transfusiones sanguíneas.
Idiotipo
La secuencia de aminoácidos de los dominios VH y VL es única, dado que actúa o solo
como sitio de fijación al antígeno sino también como un conjunto de determinantes
antigénicos. Cada determinate individual en estas regiones se denomina idiotopo y cada
anticuerpos presenta múltiples idiotopos ; algunos de ellos están en el sitio de fijación
para el antígeno y otros en secuencias de la región variable que no forman parte del sitio
de fijación. La suma de los idiotopos individuales es lo que se denomina idiotipo del
anticuerpo (o del receptor).
Como los anticuerpos producidos por células B individuales derivadas del mismo clon
tienen secuencias idénticas en la región variable, todos ellos tienen el mismo idiotipo.
Los anticuerpos anti-idiotipo se producen cuando se inyectan Ac que tienen variaciones
mínimas tanto en su isotipo como en su alotipo, de odo que puedan reconocerse sus
diferencias idiotípicas. Con frecuencia se usan para ello proteínas homogéneas (como
las de mieloma o anticuerpos monoclonales) inyectadas a un receptor genéticamente
idéntico al donante, lo que provoca la producción de anticuerpos anti-idiotipo.
EL RECEPTOR B
Durante mucho tiempo la pregunta del millón ha sido el como la mIg (inmunoglobulina
de membrana) de las células B puede inducir una señal de activación tras el contacto
con el antígeno. El dilema se basa en que los isotipos de mIg tienen tallos citoplásmicos
muy cortos:
• mIgM y mIgD tienen solo 3 aa.
• mIgA……………………14 aa.
• mIgG y mIgE …………..28 aa.
En todos los casos estos tallos son demasiado cortos para asociarse con moléculas de
señales intracelulares (p.e., protein-kinasas y Proteínas G).
La respuesta a este puzzle es que la mIg no constituye la totalidad del receptor del LB.
El complejo receptor B (BCR) es un complejo proteico transmembrana formado por
mIg y heterodímeros denominados Igα/Igβ. Las moléculas del heterodímero se asocian
con mIg para formar el BCR y, como tienen tallos citoplásmicos largos (65 aa. en la
cadena α y 48 aa. en la cadena β) su longitud les permite interaccionar con las
moléculas de señales intracelulares.
El descubrimiento del heterodímero Igα/Igβ por Michael Reth y col. al comienzo de los
90 hizo posible responder a la pregunta del millón
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Son glucoproteínas de membrana presentes en muchas células que tienen afinidad por el
fragmento Fc de las moléculas de anticuerpo. Tales receptores son esenciales para
muchas de las funciones biológicas de los anticuerpos.
Los FcR son los responsables de:
• El movimiento de los anticuerpos a través de las membranas celulares
• La transferencia de anticuerpos de la Clase IgG desde la madre al feto a través
de la placenta
• La adquisición pasiva de anticuerpos por muchos tipos celulares, lo que da lugar
a la opsonización y a la citotoxicidad dependiente de anticuerpos (ADCC)
• La producción de señales inmuno-moduladoras (sobre todo en los LB), que
afectan a la activación celular, a la diferenciación y, en algunos casos, la
regulación negativa de las respuestas celulares.
Hay muchos receptores Fc, entre los que se pueden destacar:
Poli-Ig; esencial para el transporte de Ig poliméricas (IgA dimérica y, en menor
extensión IgM pentamérica) a través de las superficies epiteliales.
• FcNR; el receptor Fc neonatal transfiere IgGs desde la madre hasta el feto, a
través de la placenta. También interviene en la regulación de los niveles séricos
de Ig.
• FcαR; Fija a la IgA
• FcεR; Fija a la IgA
• FcγR; Capaces de fijar a IgG y sus subclases. Entre ellos están:
FcγRI
FcγRII
FcγRIIB1
FcγRIIB2
FcγRIII
Las estructuras tipo Ig comparten varias características, lo que sugiere que tienen un
origen evolutivo común. Una propiedad que se presenta sistemáticamente es el
plegamiento en dominios; la presencia de estos dominios en las cadenas H y L indica
que los genes que los codifican proceden de un gen ancestral común que codificaba un
péptido de unos 110 aa. La duplicación génica y divergencias posteriores parecen haber
generado los varios genes de cadenas H y L.
Se ha comprobado que un gran número de proteínas de membrana tiene una o más
regiones homólogas a los dominios de Ig y a estas proteínas de membrana se las
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clasifica dentro de la SPF de las Ig. Entre las proteínas que forman parte de la SPF
están, además de las Ig,:
Heterodímeros Igα / Igβ del BCR
Receptores poli-Ig que contribuyen con la pieza secretora a la formación de las
formas secretadas de IgA e IgM.
TCR
Proteínas accesorias de células T, que incluyen
CD2
CD4
CD8
CD28
Cadenas γ, δ y ε de CD3
Moléculas CMH Clases I y II
Β2-microglobulina que forma parte de las moléculas Clase I
Moléculas de adhesión celular, tales como:
VCAM-1
ICAM-1
ICAM-2
LFA-3
Factor de crecimiento derivado de plaquetas
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TEMA 10 (II)
El receptor T (TCR)
Trabajos estructurales más recientes indican que el receptor γδ puede fijar directamente
moléculas proteicas (sin restricción CMH), lo que sugiere que este receptor se parece
mucho, desde el punto de vista funcional, a los PRRs de la inmunidad innata. El
reconocimiento de antígenos comunes a grupos de microorganismos y su capacidad
para unirse a moléculas CMH no clásicas sugiere una respuesta rápida, que es más
característica de la inmunidad innata que de la adaptativa.
CD3 es un complejo de cinco polipéptidos invariantes que se asocian para formar tres
dímeros: γε (gamma-epsilon), δε (delta-epsilon) y ζζ (zeta-zeta) o ζη (zeta-teta). Zeta y
teta están codificados en el mismo gene, pero difieren en sus extremos C-terminales
debido a diferencias en la maduración del trascrito primario de RNA. Aproximadamente
el 90% de los CD3 incorporan el homodímero ζζ y el resto el ζη.
Las cadenas γ, δ y ε pertenecen a la SPF de las Ig, con un dominio extracelular seguido
por una región transmembrana y un dominio citoplásmico de unos 40 aminoácidos. La
cadena ζ tiene una estructura diferente, con una región extracelular muy pequeña (solo 9
aa.), una transmembrana y un tallo citoplásmico largo (113 aa.).
Las regiones transmembrana de todas las cadenas de CD3 tienen aa. con carga negativa
(aspártico o glutámico) que interaccionan con 1-2 aa. con carga positiva del dominio
transmembrana del TCR.
Las células T se pueden dividir en dos subpoblaciones en función de que expresen CD4
o CD8. CD4 y CD8 se clasifican como co-receptores porque reconocen a las moléculas
CMH que forman parte del complejo de presentación antigénico y por su papel
transductor de señales. Sus dominios extracelulares se unen a regiones conservadas de
las moléculas CMH sobre las CPAs o sobe las células blanco.
La afinidad del TCR por los complejos péptido-CMH aumenta gracias a los co-
receptores
La afinidad entre TCR y el complejo péptido-CMH es de afinidad baja a media (Kd 10-4
a 10-7 M) si se compara con la de la unión antígeno-anticuerpo (Kd 10-6 a 10-10 M). Sin
embargo, las interacciones no dependen solo del TCR, pues las moléculas de adhesión
aumentan la fuerza de la unión.
Las células T tienen varias moléculas de adhesión (CD2, LFA-1, CD28 y CD45R) que
se fijan, con independencia de otros ligandos, sobre las moléculas complementarias de
las CPAs o de las células blanco. Una vez establecido el contacto célula-célula, a través
de las moléculas de adhesión, el receptor T puede explorar la membrana de la otra
célula en busca de complejos péptido-CMH. Durante la activación de la célula T, por la
detección de un complejo particular péptido-CMH, hay un aumento transitorio de su
expresión de moléculas de adhesión que permite un contacto más estrecho entre las
células y la transferencia efectiva de citocinas o sustancias tóxicas.
Al contrario de lo que ocurre con los anticuerpos, o receptores B, que pueden reconocer
antígenos directamente, el receptor T solo reconoce antígenos tras su procesamiento
(degradación) y presentación en conjunto con moléculas codificadas en el Complejo
Principal de Histocompatibilidad (CMH). Este complejo se estudió inicialmente como
conjunto de genes que influía en la capacidad de un organismo para aceptar o rechazar
los trasplantes de tejidos entre individuos de la misma especie. Los estudios pioneros de
P. Doherty, B. Benacerraf y otros, dejaron claro que las moléculas codificadas por el
CMH son básicas para la inducción de la respuesta inmune adaptativa así como que las
moléculas CMH particulares expresadas por un individuo influyen en el repertorio de
antígenos al que pueden responder los linfocitos T. Como el CMH determina como
responde un organismo a los agentes infecciosos, está implicado en la susceptibilidad a
las enfermedades, así como en el desarrollo de autoinmunidad. El hallazgo reciente de
que las células NK expresan receptores para las moléculas Clase I del CMH y el hecho
de que la interacción receptor-Clase I puede llevar a la inhibición o activación de estas
células expande el papel conocido de esta familia de genes.
A mediados de los años treinta, tras el trabajo de Peter Gorer, surge el concepto de que
el rechazo de tejido extraño es el resultado de la respuesta inmune a moléculas de la
superficie celular del tejido extraño, moléculas denominadas ahora antígenos de
histocompatibilidad. Gorer uso cepas de ratones endogámicos para identificar antígenos
de grupos sanguíneos e identificó cuatro grupos de genes, designados del I a IV, que
codificaban los antígenos de células sanguíneas. Los trabajos posteriores de Gorer y
George Snell en los cuarenta y los cincuenta establecieron que los antígenos codificados
por los genes del grupo II participaban en el rechazo de tejidos trasplantados y tumores..
Snell denominó a estos genes “de histocompatibilidad II”; su designación actual (H-2)
hace referencia a los antígenos del grupo sanguíneo II de Gorer. Aunque Gorer murió
antes de que estos trabajos se reconocieran plenamente, Snell recibió el Premio Nóbel
en 1980 por ellos..
Las moléculas clase I, codificadas por los loci A, B y C en humanos, se descubrieron las
primeras y se expresan sobre un rango celular amplio; se las llama moléculas Clase I
clásicas. En el complejo HLA hay grupos adicionales de genes que también codifican
para moléculas clase I; a estos genes se les denomina genes Clase I no clásicos. La
expresión de los productos no clásicos se limita a ciertos tipos específicos de células.
Aunque no se conocen las funciones de todos estos productos génicos, algunos pueden
tener papeles muy específicos en la inmunidad. Un ejemplo es la expresión de las
moléculas HLA-G sobre los citotrofoblastos de la interfase maternal-fetal, donde se las
ha implicado en la protección del feto para que no se reconozca como extraño (esto
puede ocurrir cuando los antígenos paternos empiezan a aparecer) y se rechace por las
células T citotóxicas de la madre.
Las dos cadenas de las moléculas clase II están codificadas por las regiones DP, DQ y
DR en humanos. Como en los loci Clase I, los de Clase II también codifican moléculas
adicionales, con funciones específicas en el proceso inmune.
Las moléculas Clase I y Clase II tienen caracteres estructurales comunes y ambas
participan en el procesamiento y presentación antigénicas. En cambio, la región Clase
III, situada en los humanos entre Clase I y Clase II, codifican moléculas críticas para la
función inmune, pero que no tienen nada en común con las I ni con las II. Los productos
clase III incluyen los componentes del complemento C4, C2 y Factor B y varias citocina
pro-inflamatorias, incluyendo TNF.
Las formas alélicas de los genes CMH se heredan como grupos de genes unidos,
llamados haplotipos
Los locus CMH son muy polimórficos, lo que quiere decir que en la población hay
muchas copias del gen (alelos). Los genes de los locus CMH se encuentra muy cerca
entre si, por lo que la frecuencia de fenómenos de cruzamiento cromosómicos durante la
mitosis es bajísima (apenas un 0,5%). Esto hace que casi todas las personas hereden los
alelos codificados por estos locus como dos grupos, uno de cada padre. En las
poblaciones exogámicas la descendencia suele ser heterocigoto en muchos locus y
expresará alelos del CMH tanto maternos como paternos (que se expresan de forma co-
dominante, es decir, en la misma célula se expresan productos paternos y maternos). En
las cepas endogámicas (alelos idénticos en todos los locus) cada loci es homocigoto, ya
que los haplotipos materno y paterno son idénticos, y toda la descendencia expresará
haplotipos idénticos. (Las cepas congénicas son las que tienen alelos idénticos en todos
los locus, excepto en el del CMH)
En una población exogámica cada individuo suele ser heterocigoto en cada locus. El
sistema HLA humano es muy polimórfico y hay muchos alelos de cada gen de clase I y
II. Sin embargo, los locus están estrechamente unidos y suelen heredarse como
haplotipo. Si el padre y la madre tienen haplotipos distintos hay una posibilidad entre
cuatro de que la descendencia herede los mismos haplotipos paternos y maternos y, en
consecuencia, sea histocompatible con cada uno entre si. Ninguno de la descendencia
será histocompatible con los padres.
Aunque el índice de recombinación por cruzamiento es bajo, todavía contribuye de
forma significativa a la diversidad de los locus en las poblaciones. La recombinación
génica genera nuevas combinaciones alélicas y el número de generaciones humanas
intermedias desde la aparición de la especie permite una recombinación extensa, por lo
que es excepcional que dos personas no relacionadas tengan grupos idénticos de genes
HLA.
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la unión de los antígenos a los anticuerpos o al TCR. En lugar de ello, una moléculas
CMH concreta puede fijar a numerosos péptidos diferentes y, además, algunos péptidos
pueden unirse a varias moléculas CMH distintas. Debido a esta amplia especificidad la
unión entre un péptido y una molécula CMH se denomina, con frecuencia, “promiscua”.
Dada la similitud de los surcos en clase I y II no es sorprendente que presenten algunas
de las características de fijación de péptidos comunes. En ambos casos las moléculas de
péptido ligadas están en una conformación extendida a lo largo del surco. El surco de la
moléculas clase I está bloqueado en ambos extremos, mientras que el de la clase II está
abierto; el resultado es que las moléculas clase I solo pueden fijar péptidos de 8-10
residuos de aminoácidos, mientras que las de clase II acomodan péptidos de mayor
longitud (12-18 aa.). Otra diferencia es que la fijación por clase I requiere que el
péptido tenga residuos de aminoácidos específicos cerca de los extremos carboxi y
amino-terminales, mientras que este requerimiento no se da para la unión a moléculas
clase II.
La unión péptido-CMH es muy estable en condiciones fisiológicas (Kd ≈10-6 – 10-10) y,
por lo tanto, la mayoría de la moléculas CMH expresadas sobre la membrana de una
célula estarán asociadas con un péptido, sea endógeno o exógeno.
Hay una diversidad enorme en ambos casos, que recuerda la de anticuerpos y TCRs,
aunque la causa no es la misma. La diversidad de anticuerpos y receptores T se forma
por procesos somáticos (recombinación génica y mutaciones somáticas), por lo que la
formación de estos receptores es dinámica y varía con el tiempo en el individuo. Por el
contrario, las moléculas CMH que expresa un individuo está fijas en sus genes y no hay
cambios con el tiempo. La diversidad del CMH en una especie brota del polimorfismo
(la presencia de múltiples alelos en un locus dado, en la especie). En cuanto a la
diversidad del CMH en un individuo es el resultado no solo de tener alelos diferentes de
cada gen, sino también de la presencia de genes duplicados (somos diploides) con
funciones similares o que se solapan.
El CMH contiene un gran número de alelos diferentes en cada locus y es uno de los
complejos genéticos más polimórficos de los vertebrados superiores. Los alelos difieren
en la secuencia de DNA del alelo, de un individuo a otro, entre el 5 y el 10%. La
diferencia a nivel de aminoácidos puede ser muy significativa, ya que hay hasta 20 aa
que contribuyen a la naturaleza estructural única de cada alelo. (Cuadro de alelos).
Desequilibrio de unión
Los cálculos astronómicos anteriores del número de haplotipos asumen combinaciones
de alelos totalmente al azar. Pero se sabe que la diversidad actual es menor, ya que hay
combinaciones de alelos en los haplotipos son más frecuentes que la frecuencia que
predice la combinación al azar, fenómeno que se conoce como desequilibrio de unión.
Este desequilibrio es la diferencia entre la frecuencia observada de una combinación de
alelos determinada y de la frecuencia esperada de los alelos particulares. La frecuencia
esperada. La frecuencia esperada de la combinación puede calcularse multiplicando la
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frecuencia de los dos alelos; p.e., si HLAA1 está presente en el 16% en la población
(frecuencia = 0,16) y HLAB8 en un 9% (frecuencia = 0,09) se espera que alrededor del
1,4% del grupo tengan ambos alelos (0,16 x 0,09 = 0,014). Sin embargo, los datos
muestran que esta asociación está presente en el 8,8% de los individuos estudiados. Esta
cifra es la mediad del desequilibrio de unión entre estos dos alelos de Clase I.
La causa puede ser que todavía han trascurrido pocas generaciones como para que los
cruzamientos permitan la distribución homogénea de todos los alelos e la población
fundadora, Otra teoría es evolutiva; se basa en que ciertas combinaciones sobre-
representadas en la población podrían aportar resistencia a ciertas enfermedades por lo
que se seleccionarían y distribuirían entre la descendencia. Por el contrario, si la
asociación induce susceptibilidad a enfermedades autoinmunes irá despareciendo y
estará sub-representada en la población actual. Otra hipótesis indica que las fusiones
(crossovers) son más frecuentes en ciertas regiones de la secuencia del DNA y la
presencia o ausencia de regiones propicias a la fusión (“hot points”) entre alelos puede
dictar a frecuencia de la asociación alélica. Hay datos experimentales en apoyo de esta
última hipótesis y parece que deben existir “puntos calientes” de recombinación que
influyan en le desequilibrio de unión en las poblaciones.
A pesar del desequilibrio de unión, todavía existe u enorme polimorfismo en el CMH
humano. Este se ha originado por procesos de recombinación, mutaciones puntuales y
conversión génica, todos los cuales contribuyen a la diversidad de los genes CMH en la
población. Esta diversidad entre locus CMH de los diferentes individuos (haplotipos) es
el principal obstáculo para los trasplantes.
El CMH ocupa unas 4.000 kb del DNA humano. El proyecto genoma muestra que la
región rebosa de genes, muchos de ellos de función conocida (figura).
Región DP DQ DR
Nº de genes 2 2 2 3 1 3-4*
También en esta región se han identificado genes no clásicos, como DM y DO, así
como LMP, LMP7, TAP1 y TAP2.
DM codifica un producto tipo clase II (αβ) que facilita la carga de péptidos antigénicos
en las moléculas II clásicas. DO (también αβ) solo se expresa en el timo y en los LB
maduros y actúa como un regulador del procesamiento (parece inhibir a DM).
En general, las moléculas Clase I clásicas se expresan sobre todas las células nucleadas,
pero el nivel de expresión difiere entre los distintos tipos celulares. Los niveles más
altos los expresan los linfocitos (representan el 1% de las proteínas de membrana, lo que
equivale a 4 x105 moléculas por célula). El ejemplo contrario son los fibroblastos,
hepatocitos y células neurales que expresan niveles muy bajos de estas moléculas. Este
bajo nivel de moléculas clase I en las células del hígado contribuye de forma
considerable al éxito de los trasplantes de hígado, reduciendo la probabilidad de rechazo
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por las células Tc del receptor. Unas pocas células (neuronas y células del esperma en
ciertos estados de diferenciación) carecen totalmente de moléculas Clase I.
Como ya se expuso, cualquier molécula HLA individual puede fijar muchos péptidos
diferentes. Como los alelos se expresan de forma codominante, los heterocigóticos
expresan en sus células los productos génicos codificados por ambos alelos de cada
locus HLA. Se expresan 6 alelos de Clase I (2 A, 2B y 2C procedentes de cada uno de
los progenitores) sobre la membrana de las células nucleadas. La expresión de tantos
alelos clase I permite a cada célula individual presentar una gran cantidad de péptidos.
En las células sanas, normales, las moléculas clase I deben presentar auto-péptidos,
procedentes del metabolismo normal de las proteínas. En las células infectadas por
virus, los péptidos virales (así como los auto-péptidos) se presentan sobre la membrana.
Una simple célula infectada por virus hay que imaginarla con varios tipos de moléculas
Clase I sobre su membrana, cada una conteniendo y presentado distintos grupos de
péptidos virales. Como la diferencias alélicas están en los surco de fijación, los distintos
individuos de una especie deben tener la capacidad de presentar distintos grupos de
péptidos procedentes de cualquier virus.
Por el contrario, las moléculas Clase II se expresan constitutivamente solo sobre las
células presentadoras de antígenos (CPAs) como macrófagos, células dendríticas
maduras y linfocitos B; las células epiteliales tímicas y algunos otros tipos celulares
pueden, en ciertas condiciones y estimuladas por citocinas, expresar moléculas clase II y
funcionar como células presentadoras. En algunos casos, la expresión de clase II
depende del estado de diferenciación de las células; p.e., no pueden detectarse
moléculas clase II sobre las células pre-B, pero se expresan constitutivamente sobre la
membrana de las células B maduras. También monocitos y macrófagos expresan niveles
bajos de moléculas clase II hasta que se activan tras interaccionar con un antígeno, tras
lo que aumenta significativamente el nivel de expresión.
Como cada moléculas cae II clásica está formada por dos cadenas diferentes, codificada
en un loci distinto, un individuo heterocigótico expresa no solo las moléculas clase II
parentales, sino también cadenas alfa y beta procedentes de distintos cromosomas; no
hay ninguna restricción sobre el origen genético de las parejas de cadenas α y β, por lo
que pueden expresarse conjuntas. Como el HLA contiene tres genes Clase II (DP, DQ y
DR) un individuo heterocigótico expresa seis moléculas parentales de clase II y otras
seis que contienen combinaciones de cadenas α y β de cada progenitor. El número de
moléculas de clase II expresadas por un individuo se aumenta, además, por la presencia
de de múltiples cadenas β y también α. La diversidad que aportan estos mecanismos
presumiblemente aumenta el número de péptidos antigénicos distintos que se pueden
presentar, lo que es ventajoso para el organismo
El estudio de los mecanismos que controlan la expresión del CMH en las distintas
células todavía está en la fase inicial. Tanto los genes de clase I como los de clase II
están flaqueados por secuencias 5promotoras, que fijan secuencias específicas de los
factores de trascripción. La regulación transcripcional está controlada por elementos
activadores e inhibidores.
La expresión también está regulada por varias citocinas:
Los IFNs (α, β y γ) y el TNF-α aumentan la expresión de clase I; el IFN-γ, por ejemplo,
parece inducir la formación de un factor de transmisión específico que se une a las
secuencias promotoras que flaquean a los genes de Clase I. Como consecuencia de esta
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unión parece ser la expresión coordinada de los genes que codifican la cadena α de la
molécula clase I, el de la β2-microgobulina y los de otras proteínas que intervienen en el
procesamiento y presentación de los antígenos.
IFN-γ también induce la expresión del factor trascripcional de las molécula Clase II,
CIITA (“Class II Transcription Activation”) por lo que, indirectamente, aumenta la
expresión de las moléculas clase I sobre una serie de células (CPAs, queratinocitos de la
piel, células epiteliales intestinales, células del epitelio vascular, células de la placenta y
células beta del páncreas)
Otras citocinas influyen en la expresión de las moléculas CMH solo en ciertas células
como, por ejemplo, IL-4 activa la expresión de moléculas clase II sobre los linfocitos B
en reposo; en cambio, el IFN-γ, corticoides y prostaglandinas regulan negativamente tal
expresión.
La expresión de moléculas CMH sobre las superficies celulares disminuye por la
infección con ciertos virus, como CMV (citomegalovirus), VHB (Virus de la hepatitis
B) y adenovirus. En algunos casos la expresión reducida de clase I se debe a la
disminución del nivel de los componentes que se necesitan para el transporte de
péptidos o moléculas HLA, más que a una disminución de la trascripción. En la
infección por CMV, por ejemplo, una proteína viral fija a β2-microglobulina,
impidiendo el ensamblaje de las moléculas de clase I y su transporte a la membrana
plasmática. En la infección por adenovirus 12 hay una disminución de la transcripción
de los genes de transporte TAP1 y TAP2. El bloqueo de la expresión de TAP impide el
paso de los péptidos al retículo endoplásmico; el resultado es que la moléculas Clase I
no pueden unir al péptido ni la cadena alfa queda ensamblada con β2-microglobulina,
con lo que las moléculas clase I no se expresan sobre la membrana.
La disminución de la expresión de clase I, sea por el mecanismo que sea, debe ayudar a
los virus a evadir la respuesta inmune disminuyendo la probabilidad de que la célula
infectada pueda presentar complejos péptido viral-Clase I, que la hacen blanco
adecuado para los LTc.
Algunos Alelos se presentan con más frecuencia en los individuos que sufre una
enfermedad que en la población general. Estas enfermedades asociadas al HLA incluyen
procesos autoinmunes, ciertas enfermedades virales, enfermedades por alteraciones del
sistema del complemento, algunas enfermedades neurológicas y varias alergias
diferentes. La asociación enfermedad-alelo puede cuantificarse determinando la
frecuencia con la que aparece el alelo en los enfermos de esa patología y la frecuencia
con la que aparece dicho alelo en la población general. Esta comparación permite
calcular el riesgo relativo (RR):
El RR = 1 implica que el alelo se expresa con la misma frecuencia en los pacientes que
en la población general, lo que supone que tener el alelo no aumenta el riesgo de
padecer la enfermedad. Un valor sustancialmente >1 indica una asociación entre alelo
HLA y enfermedad. Por ejemplo, los individuos HLAB-27+ son 90 veces más
susceptibles a la espondilitis anquilosante que los que carecen de este alelo; esta
enfermedad se trata de un proceso inflamatorio de las articulaciones vertebrales que
lleva a la destrucción el cartílago. Otra asociación con RR importante es HLA-DR2-
narcolepsia
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RESTRICCION CMH
Una vez establecida la relación entre CMH y respuesta inmune se comprobó que las
células T CD4+ y CD8+ solo pueden reconocer a un antígeno cuando se le presenta con
una molécula propia del CMH, una cualidad conocida como restricción CMH.
Experiencias posteriores mostraron que la restricción se ejerce por las moléculas Clase
II frente a las células T CD4+ y por las moléculas Clase II frente a las células T CD8+.
Los descubridores de estas restricciones (Doherty y Zinkernagel) recibieron el Premio
Nóbel en 1996 por su “contribución al conocimiento del papel del CMH en la
inmunidad mediada por células”.
Ya en 1959 los inmunólogos tuvieron que enfrentarse con la dura realidad: los datos
experimentales indicaban que células T y células B reconocían a los antígenos mediante
mecanismos diferentes. El dogma en aquellos tiempos (que persistió hasta los 80) era
que las células del sistema inmune reconocían a la proteína entera y en su conformación
nativa.
II (que presentan péptidos y activan a las células T CD4+), mientras que las que los
presentan con clase I a las T CD8+ (Tc) se denominan “células diana o células blanco”.
Hay una serie de células que pueden actuar como CPAs; el carácter que las distingue es
su capacidad de expresar moléculas clase II y producir señales coestimuladoras. Células
dendríticas (DCs), macrófagos (MCFs) y células B (LB) actúan como presentadoras,
aunque difieren entre ellas en los mecanismos de ingestión de antígenos, en la expresión
constitutiva de las moléculas clase II y en la actividad coestimuladora.
• Las DCs son las más efectivas como CPAs. Expresan constitutivamente niveles
altos de clase II y tienen acción coestimuladora, por lo que pueden activar a los
linfocitos Th vírgenes.
• Los MCFs tienen que activarse fagocitando antigenos antes de expresar las
moléculas clase II y las moléculas coestimuladoras de membrana.
• Los LB expresan constitutivamente moléculas clase II, pero deben activarse para
expresar las moléculas coestimuladoras.
Hay otras células, clasificadas como “CPAs no profesionales” en las que se puede
inducir la expresión de clase II o de señales coestimuladoras. La mayoría solo presentan
antígenos por periodos cortos, durante una respuesta inflamatoria mantenida.
Como las células nucleadas expresan moléculas clase I (que presentan antígenos
endógenos) suelen ser dianas apropiadas para las células Tc (citotóxicas). La mayoría
son células infectadas por virus u otros patógenos intracelulares, pero también pueden
serlo células cancerosas, de viejos y procedentes de trasplantes.
El sistema inmune usa vías diferentes para eliminar a los antígenos intra y extracelulares
Como norma general, los antígenos endógenos (producidos por la célula) se procesan
por la vía citosólica y se presentan sobre la membrana con moléculas clase II. En
cambio, los exógenos (capturados del exterior por endocitosis) se procesan por la vía
endocítica (también conocida como vía vesicular) y se presentan sobre la membrana
con moléculas clase II.
Esto se pudo comprobar experimentalmente mediante el uso alternativo de inhibidores
de la síntesis proteica (inhiben la presentación con clase I) y de cloroquina (sustancia
anti-palúdica que inhibe la presentación con clase II). Estos y otros datos llevan a la
conclusión de que los péptidos presentados por ambas clases de moléculas CMH
discurren por compartimentos celulares distintos y separados.
DCs y MCFs pueden fagocitar y endocitar, mientras que el resto de las CPAs no
fagocitan y solo internalizan los antígenos por endocitosis (tanto mediada por receptor
como por pinocitosis). LA células B internalizan a los antígenos muy eficientemente por
endocitosis mediada por receptor, usando el BCR para capturar específicamente a los
antígenos.
intervenga también en la selección de los péptidos que se unen a las moléculas clase II
en las células B.
Como en el caso de las moléculas clase I, se requiere la unión el péptido para mantener
la estructura y estabilidad de la molécula clase II. Tras la unión, el complejo clase II-
péptido se transporta a la membrana celular, donde el pH neutro permite al complejo
asumir una forma compacta estable.
El que un péptido antigénnico se asocie con clase I o clase II viene dictado por el mode
de penetrar en la célula y por el sitio de procesamiento.
Hay ciertos casos en los que las CPAs pueden presentar antígenos exógenos a las
células Tc (citotóxicas) en el contexto de moléculas de clase I. El primero en comunicar
tal hecho fue Michael Bevan y, más recientemente, se ha descrito con un cierto detalle
por Meter Cresswell. El fenómeno de la presentación cruzada requiere que el antígeno
internalizado, que debería manipularse normalmente por la vía exógena y presentarse en
el contexto de moléculas de clase II, se cruce con la vía endógena y se una a moléculas
clase I. Estos péptidos se presentan ahora como si fuesen endógenos.
Entre los mecanismos propuestos para explicar la presentación cruzada está el cambio
desde el compartimento endosomal al compartimento donde se realiza la unión de los
péptidos a las moléculas clase I. También es posible que los péptidos exógenos tengan
acceso al retículo endoplásmico para entrar en la secuencia de procesamiento.
Aunque las DCs carecen de los receptores celulares específicos que explotan los virus
para su penetración en las células, pueden captar muchos tipos de virus diferentes para
su procesamiento y presentación. La mayor incógnita que persiste respecto a la
presentación cruzada es como y donde coinciden dos vías de presentación, que están
relativamente bien definidas, para permitir que un antígeno exógeno se presente como
un antígeno endógeno.
El surco de unión al antígeno de las moléculas CD1 es más profundo y voluminosos que
el de las moléculas clase I clásicas. La distribución de las moléculas CD1 individuales
varía entre las distintas células y su expresión se puede inducir por la exposición a
ciertas citocinas, tales como GM-CSF e IL-3.
Ciertas moléculas CD1 se reconocen por las células T en ausencia de antígenos extraños
y, en esas reacciones, puede demostrarse la auto-restricción. El examen de los antígenos
presentados por las moléculas CD1 revela que son lípidos (ac. micólico) que forman
parte de la pared celular de Mycobacterium tuberculosis. Estudios posteriores de
presentación de lípidos indican que estas moléculas también pueden presentar
unglucolípido (lipoarabinomanano) de M. leprae.
Los datos concernientes a la presentación por CD1 de antígenos indican la existencia de
una tercera vía para el procesamiento; una vía con distintos pasos intracelulares en la
que no intervienen las moléculas que facilitan el procesamiento con Clase I. Por
ejemplo, las moléculas CD1 son capaces de procesar antígenos en células TAP-
deficientes. Datos más recientes también indican que hay diferencias en el tráfico de las
moléculas de la familia CD1, con CD1a en la superficie o en los compartimentos
endocíticos de reciclaje y CD1b, y CD1c en los compartimentos lisosomales. El como la
vía CD1 interacciona o se cruza con las mejor conocidas vías Clase I y Clase II está en
discusión.
En cuanto a los tipos de células T que reaccionan con CD1 encontramos primero a los
que tienen:
TCRγδ y carecen de CD4 y CD8 o
TCR con cadenas αα específicos de CD1
NKT (células T asesinas naturales) reconocen moléculas CD1 que presentan antígenos
autólogos, así como esfingolípidos bacterianos, lo que sugiere un papel en las respuestas
inmunes de tipo innato frente aciertas bacterias.
La mayor parte de las células T humanas expresan receptores codificados por los genes
alfa y beta, que reconocen antígenos peptídicos previamente procesados y presentados
en condiciones especiales por células especializadas, llamadas Células Presentadoras de
Antígenos (CPAs). Pero datos iniciales indicaban que ciertas células T reaccionaban con
antígenos no peptídicos, lo que no empezó a aclarase hasta que se comprobó que las
moléculas CD1 (distintas de las del complejo de histocompatibilidad encargadas de
presentar los antígenos peptídicos) podían presentar antígenos hidrocarbonados y
lipídicos a la subpoblación T gamma-delta. Más recientemente, se ha visto que ciertas
células T γδ reconocen antígenos que ni se procesan ni se presentan en el contexto del
CMH.
Trabajos estructurales más recientes indican que el receptor γδ puede fijar directamente
moléculas proteicas (sin restricción CMH), lo que sugiere que este receptor se parece
mucho, desde el punto de vista funcional, a los PRRs de la inmunidad innata.
Mientras que el receptor αβ reconoce a los antígenos que se le presentan en el contexto
de moléculas CMH, los datos acumulados indican que las células T γδ no precisan ni
procesamiento ni presentación en el contexto CMH para reconocer a los antígenos. La
función precisa de estas células todavía no se conoce y hay que aprender cual es su
papel en la inmunidad frente a patógenos y, posiblemente, en la autoinmunidad. El
reconocimiento de antígenos comunes a grupos de microorganismos y su capacidad
para ligar a moléculas CMH no clásicas sugiere una respuesta rápida, que es más
característica de la inmunidad innata que de la adaptativa.
El número de células T γδ circulantes es pequeño, comparado con el de células T αβ, y
sus segmentos génicos V tienen una diversidad limitada. Muchas de estas células
carecen de CD4 y CD8 y la mayoría expresan la misma pareja γδ en su receptor. En los
humanos, el receptor predominante que se expresa en las células γδ circulantes reconoce
un antígeno que es un fosfolípido microbiano (3-formil-1-butil pirofosfato), propio de
mycobacterium tuberculosis y otras bacterias y parásitos. Esta especificidad para
antígenos de patógenos frecuentes apoya la hipótesis de que las γδ actúan como una
rama de la inmunidad innata, presentando una respuesta rápida a ciertos antígenos sin
necesidad de una fase de procesamiento. Es interesante notar que la especificidad de las
células γδ circulantes de ratones, y otras especies estudiadas, no es paralela a la humana,
lo que indica que esta respuesta debe dirigirse hacia los patógenos comunes de las
distintas especies animales.
En ciertos tipos de infección el número de células γδ circulantes o en ciertos órganos
aumenta de forma dramática. Infecciones con una serie de bacterias, incluyendo
mycobacterias y Haemophilus influenzae, así como por parásitos, como los de la
malaria o la leishmaniosis, lleva al aumento del número de células T γδ. Estas células
pueden matar a células infectadas u organismos por los mismos mecanismos que usan
los linfocitos T citotóxicos y las células NK.
Datos adicionales sobre las células T γδ las implican en procesos autoinmunes crónicos,
incluyendo lupus, miositis y esclerosis múltiple.
Además, los datos indican que las T γδ pueden secretar un espectro de citocinas y
quimiocinas que sugieren lo que puede ser un papel regulador en el reclutamiento de
células T αβ al sitio de la invasión por los patógenos. Estas células reclutadas deben
presentar, presumiblemente, un amplio espectro de receptores entre los que se activarán
y expandirán selectivamente los de mayor afinidad por el patógeno.
Mecanismo y funciones de las T γδ son un campo activo de investigación actual,
especialmente en lo que concierne a los antígenos que reconocen y a si pueden
reconocer antígenos en el contexto de las moléculas CMH no clásicas. Estudios más
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recientes también sugieren que las T γδ pueden servir como células presentadoras de
antígenos (CPAs), lo que expandiría enormemente su potencial funcional.
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CELULAS PRESENTADORAS PROFESIONALES
TEMA 12
La inmunidad innata reconoce a los microorganismos mediante los PRRs, que detectan
patrones moleculares propios de grupos de patógenos (PAMPs). En cambio, la
inmunidad adaptativa reconoce moléculas propias de microorganismos individuales, y
lo hace a través del inmenso repertorio de receptores de los linfocitos.
Los LB y los LT reconocen a estas moléculas (antígenos) de forma diferente:
LB: directamente, en su conformación original,
LT: reconoce los complejos péptido antigénico-molécula CMH. En el reconocimiento
hay que considerar dos niveles: el de los péptidos endógenos presentados en conjunto
con moléculas Clase I, propio de todas las células nucleadas, y el de los péptidos
exógenos presentados en conjunto con moléculas Clase II por células especializadas,
que degradan a los antígenos que capturan y reciben el nombre de Células Presentadoras
de Antígenos (CPAs).
CPAs profesionales
Son aquellas células capaces de expresar moléculas de Clase II del CMH, capturar y
degradar antígenos exógenos y presentarlos, en conjunto con las moléculas clase II, al
TCR de los linfocitos T CD4+.
Moléculas
Célula Expresión Clase II Función como CPA
coestimuladoras
Activación LT vírgenes y
comienzo de la respuesta 1ª
Dendríticas Constitutiva. Aumento Constitutiva Aumento Activación de células T
(DC) de expresión al madurar expresión al madurar efectoras y de memoria e
inducción de la respuesta 2ª.
Constitutiva (muy Activación de células T
Constitutiva (baja) que
Macrófagos baja) que aumenta al efectoras y de memoria e
aumenta al activarse
activarse inducción de la respuesta 2ª
Activación de células T
Constitutiva (baja) que Constitutiva (baja) que
Linfocitos B efectoras y de memoria e
aumenta al activarse aumenta al activarse
inducción de la respuesta 2ª
Células dendríticas
Son las CPAs más eficientes. Se encargan de la puesta en marcha de la respuesta
adaptativa. Constituyen una población celular heterogénea, capaz de presentar antígenos
a los linfocitos T y detectar señales indicativas de infección o daño tisular, controlando
el desarrollo de la respuesta adecuada.
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CELULAS PRESENTADORAS PROFESIONALES
Origen
Se forman en la médula ósea a partir de progenitores linfoides y mieloides. Constituyen
menos del 1% de los linfocitos circulantes. Las mieloides son las presentadoras,
mientras que las linfoides producen grandes cantidades de interferones de Tipo I.
DCs mieloides
Tipos funcionales
Tienen dos estadios diferentes, con distintas capacidades funcionales:
DCs inmaduras
DCs maduras
Las DCs inmaduras (DCi)
Especializadas en capturar y procesar antígenos en tejidos periféricos.
Las características de los procesos inflamatorios / infecciosos en los tejidos
condiciona su perfil de maduración.
Estos perfiles se diferencian entre si por el patrón de citocinas y quimiocinas que
van a producir
Estos perfiles condicionarán el curso de la respuesta inmune adaptativa
Las DCi se localizan en los tejidos periféricos, sobre todo en piel y mucosas,
donde patrullan vigilando la presencia de patógenos potenciales.
Las DCs maduras
Proceden de las DCi que, tras endocitar el antígeno en la periferia, emigran a
través de la circulación a los órganos linfoides secundarios.
La maduración se caracteriza por:
- El aumento de moléculas Clase II del CMH
- El aumento de moléculas coestimuladoras
- La capacidad para unir los péptidos antigénicos a las moléculas Clase II
- La expresión en la superficie de los complejos péptido-Clase II.
Son las únicas capaces de activar a los linfocitos T vírgenes
DCs inmaduras
Están en la periferia, sobre todo bajo la piel y las mucosas, ejerciendo funciones de
vigilancia. Su función es la de capturar patógenos/antígenos, detectando la aparición de
procesos infecciosos o inflamatorios.
Los fenómenos inflamatorios locales inducen la expresión de moléculas de adhesión por
el endotelio y la producción de quimiocinas, circunstancias en las que se reclutan con
rapidez precursores y DCs inmaduras hacia el tejido lesionado.
Las DCi capturan y procesan antígenos de forma eficaz, pero son malas activadoras de
las T vírgenes, ya que expresan concentraciones bajas de moléculas coestimuladoras y
moléculas Clase II (las moléculas Clase II están “secuestradas” en los endosomas).
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Una DCi tipo es la célula de Langerhans de la epidermis que, en número escaso (< 1%),
es capaz de contactar con el 25% de la epidermis gracias a sus largos procesos
citoplásmicos. Ante la llegada de un antígeno y el comienzo de una respuesta
inflamatoria local estas DCs
Detectan señales de alarma
Capturan y procesan antígenos
Inician la migración hacia los ganglios linfáticos regionales y, durante ella,
completan el proceso de maduración.
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Durante la maduración:
Aumentan la expresión del receptor de quimiocinas CCR7 y se dirigen a los
órganos linfoides secundarios
Disminuye la capacidad endocítica, con lo que los antígenos que presenta son
los adquiridos en la periferia
Aumentan la expresión de las moléculas coestimuladoras CD40, CD80 y CD86
(B27-1 y B27-2).
Aumentan la expresión de los complejos antigénicos péptido-Clase II (por
aumento de la síntesis pero, sobre todo, a expensas de las moléculas Clase II
secuestradas en el compartimiento endosómico).
En realidad, las DCi periféricas migran, en tasas muy bajas, de modo constante hacia los
ganglios regionales, sin experimentar la maduración. Esta migración basal (sin
estímulos inflamatorios) seguramente interviene en la inducción de la tolerancia
periférica frente a antígenos propios. Por el contrario, la migración inducida por
estímulos inflamatorios aporta un gran número de DCs maduras a los ganglios linfáticos
que, después, inducirán una respuesta adaptativa adecuada.
Cambios en el patrón de expresión de los receptores de quimiocinas
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MADURACION T EN EL TIMO
Los progenitores T empiezan pronto a emigrar al timo desde los sitios de hematopoyesis
iniciales (11 días de gestación en el ratón y 8-9 semana en humanos). La maduración
supone el reordenamiento de los genes para el TCR de la línea germinal y la expresión
de una serie de marcadores de membrana. Las formas de desarrollo en el timo se llaman
timocitos, que proliferan y se diferencian a lo largo de vías de desarrollo que producen
distintas subpoblaciones T.
El desarrollo T comienza cuando arriba al timo un pequeño número de Precursores
linfoides desde la sangre. Hasta ahora se pensaba que la arquitectura tímica era
necesaria para el desarrollo T, pero se ha comprobado por experiencias in vitro que lo
necesario es que las células estromales de la médula ósea expresen el ligando para el
receptor Notch; las células que portan este receptor se comprometen desde este
momento con la línea de desarrollo T.
Tras la llegadla timo las células precursoras, que todavía no han reordenado sus genes,
penetran en el cortex y proliferan lentamente. Durante unas tres semanas pasan por una
serie de estados que se caracterizan por cambios fenotípicos en su superficie. Al
comienzo del desarrollo carecen de CD4 y CD8, por lo que se denominan células doble
negativas (DN). Estas DN pueden dividirse un cuatro subpoblaciones (DN1-4),
caracterizadas por la presencia o ausencia de ciertas moléculas como c-Kit (el receptor
para el factor de crecimiento de células madre o CSF), CD44 (una molécula de
adhesión) y CD25 (cadena alfa del receptor para IL-2). Durante la fase DN2 empieza el
reordenamiento génico de las cadenas, γ, δ y ε; el locus α no se reordena, posiblemente
porque el DNA está muy compactado y no es accesible a la maquinaria de
recombinación. Cuando las células progresan hacia DN3, prosigue el reordenamiento de
TCRγ, TCRδ y TCRε. Las células destinadas a ser Tγδ suponen un pequeño porcentaje
(< 5% de los timocitos maduros) divergen en la transición entre DN2 y DN3 y maduran
con pocos cambios superficiales. La mayor parte de las células están destinadas a ser
Tαβ, adquieren el fenotipo DN3 (c-Kit-, CD44-, CD25+) y ya expresan la cadena β del
receptor. Esta cadena β se combina con una glucoproteína de 33 kDa, conocida como
cadena pre-T, y se asocia con CD3 para formar el complejo receptor pre-T (las
proteínas Notch tienen un papel crítico en esta fase del desarrollo T; las que no expresan
Notch no siguen la maduración).
La formación del pre-TCR activa una vía de transducción de señales, con varias
consecuencias:
• Indica que una célula ha conseguido un reordenamiento productivo de la cadena
β del TCR y la señala para la posterior proliferación y maduración
• Suprime reordenamientos posteriores de gen de cadenas β (exclusión alélica)
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Selección positiva
Tiene lugar en la zona cortical del timo, donde los timocitos inmaduros interaccionan
con las células epiteliales del cortex. Los TCRs de los timocitos se unen a grupos de
moléculas CMH sobre la superficie de las células epiteliales, lo que permite a los
timocitos recibir señales de supervivencia.
TEMA 13.
Maduración de linfocitos
Papel de la médula ósea y el timo
Tolerancia central
Durante la vida se producen muchas células B en la médula ósea, pero solo maduran
unas pocas de ellas. En el ratón, el tamaño del pool circulante es de 2x109; la mayoría
son células vírgenes con vida media corta (entre 3 días y algunas semanas) que mueren
si no encuentran a su antígeno o no compiten con éxito por el. Esto quiere decir que,
como el sistema inmune tiene una diversidad total de anticuerpos superior a 1x1010, solo
circula en un momento dado una pequeña fracción (aproximadamente un 10%) del
repertorio total.
La IL-7 secretada por las células estromales se une a su receptor sobre las células Pre-B
y dirige el proceso posterior de maduración, sub-regulando las moléculas de adhesión
para que las células proliferantes puedan separarse de las estromales. Esta Pre-B ya no
necesitan el contacto directo con las estromales, pero siguen precisando la presencia de
IL-7.
• B inmaduras.
Pierden el Pre-BCR y CD25 y expresan el BCR con IgM de superficie.
Anticuerpos naturales
Son componentes de la inmunidad innata. Esta “IgM natural” está codificada por genes
reordenados de anticuerpos sin diversificación posterior por hipermutación somática.
Constituyen una parte importante de la IgM circulante en los humanos y no parecen ser
el resultado de una respuesta adaptativa a la infección. Tienen afinidad baja para
muchos patógenos microbianos y muchas reacciones cruzadas, incluso con moléculas
propias. Además, no se sabe si se producen en respuesta a la flora normal de las
superficies epiteliales del cuerpo o en respuesta a lo propio. Sin embargo, puede que
intervengan en la defensa frente a Streptococcus pneumoniae, fijándose a la
fosforilcolina de la pared bacteriana y contribuyendo a su eliminación antes de que se
vuelva peligroso.
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Las funciones de las células B-1 y la de los BMZ se dirigen a la defensa de las
cavidades corporales y frente a los patógenos que han penetrado en la sangre. El
repertorio de receptores tan restringido en ambos grupos los equipa para actuar en la
respuesta innata inicial. Además, los segmentos de genes V que usan para codificar el
receptor de B-1 y BMZ parecen haber evolucionado mediante selección natural para
reconocer antígenos bacterianos comunes, por lo que podrían también participar en la
fase precoz de la respuesta adaptativa. Pero, en la práctica, está claro que las células B-1
contribuyen poco a la respuesta adaptativa frente a los antígenos proteicos, pero mucho
a la respuesta frente a algunos antígenos hidrocarbonados.
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TEMA 14. Activación LT vírgenes
Tema 14.
ACTIVACION DE LINFOCITOS VIRGENES
Células T vírgenes
Tanto las CD4+ como las CD8+ dejan el timo a través de la circulación como células en
la fase de reposo del ciclo celular (Go). Estas células se caracterizan por:
• Tener cromatina muy condensada
• Muy poco citoplasma
• Poca actividad trascripcional
Recirculan y pasan por los tejidos linfoides cada 12-24 h. Como solo 1 entre cada 105
células vírgenes es específica para un antígeno determinado, esta recirculación a gran
escala aumenta las probabilidades de que una célula T virgen encuentre al antígeno
adecuado.
Células T efectoras
Realizan funciones especializadas, como secretar citocinas y ayudar a otras células
inmunes, tales como células B, células T CD8+ (citotóxicas) y macrófagos. Derivan
tanto de las células T vírgenes como de las de memoria.
Las células Te son células de vida corta (unos días a pocas semanas) y con un patrón
circulatorio diferente del de las T vírgenes.
A esta población pertenecen las células:
• Th1, que secretan IL-2, IFN-γ y TNF. Colaboran con la inmunidad celular
• Th2, que secretan IL-4, IL-5, IL-6 e IL-10. Colaboran con la inmunidad humoral
Células T de memoria
Derivan tanto de las T vírgenes como de los linfocitos T efectores tras su activación por
el antígeno.
Son células quiescentes, de vida larga, que responden con gran intensidad al mismo
antígeno original, desencadenando una respuesta secundaria. Cuando va finalizando esta
respuesta la población efectora declina, pero permanece una población abundante de
células de memoria.
Como las T vírgenes, las T de memoria son células en fase de reposo (Go), pero mucho
menos exigentes en lo que respecta a sus requisitos para la activación, por lo que las
pueden activar todas las CPAs; es la abundancia en su superficie de moléculas de
adhesión lo que las permite unirse a cualquier CPA.
Sus patrones circulatorios son distintos de los de las T vírgenes y las T efectoras.
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TEMA 14. Activación LT vírgenes
La activación
La piedra central de la respuesta inmune, tanto humoral como celular, es la activación y
expansión clonal de los linfocitos T. La activación comienza por la unión del complejo
receptor (TCR-CD3) al complejo péptido antigénico/molécula CMH.
En la interacción y activación intervienen además otras moléculas de superficie de la
CPA y de la célula T. Tras las interacciones comienza una cascada de señales que
inducen a la célula T a salir de la fase de reposo (Go) y entrar en el ciclo celular para
proliferar y posteriormente diferenciarse a células T efectoras y células T de memoria.
Los genes que intervienen en el proceso pueden clasificarse en tres categorías:
• Genes inmediatos. Se expresan entre ½ y 1 tras el reconocimiento del antígeno y
codifican para una serie de factores de transcripción entre los que están c-Myc,
c-Fos, NFAT y NF-kB.
• Genes tempranos. Se expresan a la 1-2 h. del reconocimiento del antígeno y
codifican para citocinas y receptores de citocinas, tales como IL-2, IL-2R, IL-3,
IL-6, IFN-γ y otras muchas proteínas
• Genes tardíos. Se expresan a partir de los 2 días del estímulo antigénico y
codifican para moléculas de adhesión.
Estos cambios tan profundos son el resultado de las vías de transducción de señales que
se activan tras la interacción TCR-péptido-CMH
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TEMA 14. Activación LT vírgenes
¿Cuántos TCRs tienen que unirse al antígeno para activar a una célula T?
Los resultados de experiencias concluyentes se publicaron en 2004 por un equipo de
Stanford (M. Davis et al.) basadas en la detección de la liberación de Ca iónico (2+)
(este Ca2+ es un indicador d activación celular) y la conclusión es que la unión de un
solo TCR es suficiente para detectar liberación de Ca2+ y que el máximo se alcanza con
un número de TCRs tan limitado como 10.
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TEMA 14. Activación LT vírgenes
animal a las 3-4 semanas del nacimiento. Por tanto, está claro el papel de las señales
inhibidoras producidas por CTLA-4 en la homeostasis.
Anergia clonal
A veces, el reconocimiento del complejo P-CMH no lleva a la activación de la célula
sino a un estado de falta de respuesta denominado anergia clonal. Que se produzca
respuesta o anergia depende de la presencia o ausencia de señales coestimuladoras, tales
como las que se producen por la interacción CD28/B7. Hay evidencias de que se pueden
anergizar tanto las células T CD4+ como las CD8+.
Una célula T CD4+ puede energizarse por otras vías, además de la generada por la falta
de señal coestimuladora. La aparición de la molécula CTLA-4 sobre células T activadas
puede bloquear la coestimulación, resultando una anergia funcional (CTLA-4 presenta
mayor afinidad por B7 que CD28, por lo que interfiere con ella; el resultado de la unión
CTLA-4/B7 es una señal de inhibición).
Si bien no conocemos las vías de la anergia, recientemente se han identificado varios
componentes de las mismas en las células T anérgicas, incluyendo varias ubiquitin-
ligasas que parecen capturar a componentes claves de la vía de señales del TCR y
llevarlos a la vía proteasómica de degradación.
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TEMA 15
POBLACIONES DE LINFOCITOS. DIFERENCIACION LINFOCITARIA Th1 Y
Th2. CELULAS T EFECTORAS. RESPUESTA Th1.
Linfocitos T γδ.
Son una subpoblación menor de los linfocitos T, también conocida como “linfocitos
intraepiteliales” (IEL). Una de sus características más notables es la división en dos
grupos:
• Uno se encuentra en los tejidos linfoides de todos los vertebrados y tienen el
receptor diversificado (como los Tαβ)
• El otro grupo lo componen los intraepiteliales que se presentan de forma
variable en distintos vertebrados y tienen un receptor de muy poca diversidad.
Como tampoco recirculan se ha propuesto que reconocen ligandos derivados del
epitelio en el que residen, pero que solo se expresan cuando una célula se ha
infectado.
El reconocimiento no lo hacen de forma CMH-restringida, sino que parecen reconocer a
sus ligandos de forma directa, por lo que podrían reconocer y responder rápidamente a
moléculas expresadas por tipos celulares diferentes.
La capacidad de reconocer moléculas que se expresan como consecuencia de la
infección y no antígenos específicos del mismo patógeno los distingue de los restantes
linfocitos y sitúa a los Tγδ intraepiteliales en la inmunidad ancestral, que separa las
respuestas innata y adaptativa.
Como consecuencia de la activación producen rápidamente citocinas, pero no parecen
desarrollar ningún tipo de memoria.
Linfocitos Tαβ
Dentro de la subpoblación alfa/beta se distinguen los linfocitos T CD4+ y CD8+, según
expresen una u otra de estas moléculas accesorias en su superficie. Los CD4+ son los
linfocitos T cooperadores (Th), que prestan su ayuda a las células encargadas de la
defensa frente a los patógenos intracelulares (Inmunidad celular) o frente a los
patógenos extracelulares (Inmunidad humoral), mientras que los CD8+ son las células T
citotóxicas encargadas de destruir a las células infectadas.
Células NKT
También hay un pequeño número de células T que expresan un receptor T αβ especial
sobre su superficie; entre sus características, destacan:
• Reconocen antígenos lipídicos presentados en conjunto con la molécula
CMH no clásica CD1d.
• Secretan grandes cantidades de citocinas
• Hay 2 subpoblaciones en humanos: CD4+ y DN.
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Los PAMPs Tipo 1 y Tipo 2 y los TFs pueden definirse como aquellos que marcan a las
DCs para que produzcan altos niveles de factores polarizantes 1 o 2.
Mientras que el perfil polarizante T viene condicionado por el reconocimiento de
PAMPs, su expresión óptima requiere normalmente la retroalimentación por el CD40L
expresado por las células T tras la activación por las señales 1 y 2.
Características y funciones
La respuesta inmune debe inducir una serie adecuada de funciones inmunes que puedan
eliminar del hospedador al agente tóxico o a sus toxinas. Un ejemplo de función
adecuada es la neutralización de toxinas bacterianas solubles, que requiere anticuerpos,
mientras que para enfrentarse a un patógeno intracelular hace falta una respuesta celular
(citotóxica o de hipersensibilidad retardada). Para ello hacen falta que se activen
distintas subpoblaciones Th (CD4+), productoras de patrones de citocinas diferentes.
La mayoría de las funciones de las células T CD4+ se ejercen mediante la secreción de
citocinas, que pueden actuar sobre las propias células que las producen (acción
autocrina) o modular la respuesta de otras células a través de la vía paracrina. Las
subpoblaciones Th1 y Th2 producen GM-CSF e IL-3, pero difieren en el resto de la
citocinas que producen.
Ambas subpoblaciones se distinguen por las siguientes funciones que desempeñan:
• La subpoblación Th1 es responsable de muchas funciones mediadas por células,
como la hipersensibilidad retardada y la activación de las células T citotóxicas
(CD8+), así como de la producción de anticuerpos IgG opsonizantes (que se
fijan con alta afinidad a los receptores Fc de los fagocitos e interaccionan con el
sistema del complemento). Esta subpoblación también se asocia con la
producción excesiva de inflamación y con el daño tisular
• La subpoblación Tg2 induce la activación y diferenciación de los eosinófilos,
ayuda a las células B y promueve la producción relativamente abundante de
IgM, IgE y de de isotipos de IgG que no activan (o poco?) el complemento. Las
células Th2 también son las responsables de las reacciones alérgicas.
Las distintas citocinas que producen las células Th1 y Th2 determinan la diferencia en
las funciones biológicas:
Subpoblación Th1
Las Th1 median una respuesta inflamatoria a nivel de los tejidos periféricos, donde la
célula efectora principal es el macrófago activado por el IFN-g. En los tejidos infectados
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este macrófago recibe, además, señales a través de los PRRs, lo que da como resultado
un macrófago con alta potencialidad microbicida e inflamatoria.
Subpoblación Th2
La secreción de IL-4 e IL-5 induce la producción de IgE y es el soporte para el ataque a
los gusanos por parte de los eosinófilos. IL-4 promueve el cambio de clase a las IgG que
no fijan el complemento y también el cambio de IgM a IgE. La producción de IgE se
coordina con la diferenciación y activación de eosinófilos, que presentan gran cantidad
de receptores para el fragmento Fc de la IgE (FcεR). Los anticuerpos IgE reaccionan
con los helmintos e interaccionan después con los receptores fc de los eosinófilos,
formando así un puente antígeno-específico entre gusano y eosinófilo. La unión a la IgE
promueve el entrecruzamiento de los receptores, lo que desencadena el ataque de los
eosinófilos a los gusanos.
Además de esta función defensiva, la IgE es también la responsable de la alergia.
Finalmente, IL-4 e IL-10 suprimen la expansión de las poblaciones Th1
Las células Th1 expresan los receptores de quimiocinas CCR5 y CXCR3, que
capturan las quimiocinas inflamatorias producidas por la activación de las células
endoteliales, epiteliales y leucocitos del foco inflamatorio. Además, el endotelio de los
vasos del foco inflamatorio aumenta enseguida la expresión de E y P- selectina, y las
Th1 se caracterizan por expresar altas concentraciones de los ligandos para estas
selectinas. Estas 2 características (expresión de receptores de quimiocinas y expresión
de ligandos para E y P-selectinas) garantizan que las Th1 van al foco inflamatorio
naciente.
Las células Th2 aumentan la expresión de CCR3, que es el receptor para una
quimiocina (eotaxina) que también participa en el reclutamiento de eosinófilos en las
mucosas digestiva y pulmonar y se asocia con procesos antiparasitarios y alérgicos. Las
citocinas Th2 estimulan la producción de eotaxina en los tejidos periféricos. CCR3 se
expresa también en eosinófilos y mastocitos, lo que permitiría la localización de los tres
tipos celulares en los sitios donde se produce la quimiocina.
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Th1 y Th2 son células efectoras que intervienen en la protección frente a patógenos
diferentes y, también, en la etiología de procesos autoinmunes distintos.
Diferenciación a Th1
Las DCs que llegan a los OLS tienen distintas propiedades funcionales según las
interacciones establecidas por sus PRRs con los microbios (o sus productos) en el tejido
infectado (Teoría de la tercera señal). Esto condiciona las citocinas y quimiocinas que
expresan en el OLS y que refleja, en definitiva, su historia en el tejido infectado.
Las citocinas IL-12, 18, 23 y 27, producidas por las DCs, orientan la diferenciación de
las CD4 vírgenes hacia Th1. La citocina principal parece ser IL-12.
IL-12
Heterodímero formado por dos subunidades (p35 y p40) que ejerce sus efectos a través
de un receptor de alta afinidad también formado por dos cadenas (IL-12Rbeta1 e IL-
12Rbeta2) y que no se expresa sobre las T vírgenes pero si en las activadas. Las que
pasan a Th1 mantienen la expresión del receptor pero las que pasan a Th2 la pierden.
Por tanto, además de dirigir al perfil Th1 IL-12 también estimula su proliferación.
También actúa como factor de crecimiento para las células NK, que expresan el receptor
de alta afinidad.
IL-18
Favorece la diferenciación a Th1 inducida por IL-12 y aumenta, en estas células, la
producción de IFN-g
IL-23
Estimula la producción de IFN-g por las Th1 y su expansión clonal
IL-27
Recientemente descrita, comparte propiedades con IL-12 (diferenciación de CD4+ a
perfil Th1 y estimulación de expansión clonal) y con IL-18 e IL-23 (potencia la
producción de IFN-g por las Th1)
Diferenciación a Th2
Parece requerir la presencia de IL-4. Esta citocina se une a su receptor y al de IL-13, lo
que explica el que ambas citocinas medien funciones similares y contribuyan a la
diferenciación de las células T CD4+ a un perfil Th2.
Las células productoras de IL-4 han sido motivo de polémica. Los datos recientes
indican que son las NKT las que desempeñan un papel central.
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Tema 16. Respuesta efectora Th2 e inmunidad humoral
LA RESPUESTA HUMORAL
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Tema 16. Respuesta efectora Th2 e inmunidad humoral
Un GL es un filtro eficiente, capaz de atrapar >90% e cualquier antígeno que llegue por
los linfáticos aferentes. Los antígenos (o los complejos Ag-Ac) entran los GL solos o
transportados por células presentadoras (DCs) y, mientras percolan por la arquitectura
celular del ganglio tienen que encontrar alguna CPA profesional que se encargará d
presentarlo a las células T (recordar que las células B son células presentadoras). Las
células T y B específicas para el antígeno se aproximan unas a otras con rapidez (<1m.)
hasta formar un conjugado en el para-cortex (interfase de las zonas T y B dependientes).
Una vez que el antígeno ha activado a las células B se forman pequeños focos de
proliferación en el borde de la zona T-dependiente y estas células luego se diferencia a
plasmocitos y células de memoria. Estos plasmocitos crucen principalmente IgM e IgG
y la mayoría de los anticuerpos producidos durante una respuesta 1ª proceden de las
células plasmáticas de esos focos de proliferación. En el bazo hay una secuencia similar,
produciéndose los focos de proliferación de las células B en la vaina linfoide peri-
arteriolar (T-dependiente).
Pocos días después de la formación de los focos de proliferación hay una emigración de
células T y B desde ellos hasta los folículos linfoides primarios, que con la llegada de
estas células se transforman en secundarios y aportan un entorno favorable para la
interacción entre LB, LT y CDFs (células dendríticas foliculares, que no proceden de la
médula ósea, que no expresan moléculas Clase II, ni presentan antígenos a las T CD4+).
Las CDFs tienen muchas ramificaciones, en las que se acumulan los receptores para el
fragmento Fc de los anticuerpos y para fragmentos del complemento, que les permiten
capturar y retener los complejos Ag-Ac durante tiempos prolongados. Las células B
activadas, junto con algunas células T activadas, pueden emigrar hacia el centro del
folículo 2ª formando un centro germinal (CG).
Durante la primera fase de formación del CG las células B activadas experimentan una
intensa proliferación; durante este periodo se las conoce como Centroblastos y están en
la zona oscura del CG. Los centroblastos se caracterizan por mayor tamaño, citoplasma
expandido, cromatina difusa y ausencia (o casi ausencia) de Ig de superficie. Los
centroblastos dan lugar a Centrocitos, que son células pequeñas que ya expresan Ig
sobre la membrana. Estos centrocitos se mueven desde la zona oscura hasta otra zona
clara, caracterizada por la presencia de CDFs que “enseñan” en la superficie de sus
ramificaciones los complejos Ag-Ac retenidos por los receptores para el fragmento Fc y
para fracciones del complemento.
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Tema 16. Respuesta efectora Th2 e inmunidad humoral
La hipermutación somática
Se produce sobre todo en las células B del centro germinal, aunque también las hay en
células B activadas por el antígeno en otros focos. Estas hipermutaciones se producen
en los genes V(D)J de los dominios variables y, concretamente, a nivel de las CDRs
(regiones determinantes de la complementariedad o hipervariables). Esta tasa de
mutación se ha calculado en 10-3 /pares de bases/ división, lo que supone una tasa de
mutación un millón de veces superior a la que se presenta en otros genes humanos.
Como entre los genes variables de las cadenas H y L suman unos 700 pares de bases,
cada centroblasto debe sufrir una mutación cada dos divisiones (en una u otra cadena).
Como la hipermutación somática es al azar habrá unas pocas células con receptores de
alta afinidad, mientras que el resto o no ha cambiado su afinidad o la presentan menor.
Aquí es donde entra la selección, que permitirá el desarrollo de una población de alta
afinidad, mientras que las células de media o baja afinidad no pueden competir con
éxito en la captura del antígeno y mueren en el centro germinal.
El papel de la selección
La hipermutación ocurre cuando los centroblastos proliferan en la zona oscura del CG y
la selección se realiza sobre los centrocitos en la zona clara. La clave es la capacidad de
la Ig de superficie de los centrocitos para reconocer y unirse a los antígenos que les
“enseñan” las CDFs; estos centrocitos deben competir por la pequeña cantidad de
antígeno retenida sobre las CDFs y si consiguen unirse reciben, a través del receptor,
una señal imprescindible para la supervivencia. Los que no reciben la señal mueren.
Aunque esta señal es necesaria para los centrocitos no es suficiente; debe recibir,
además, otras señales en la interacción con células Th CD4+ para sobrevivir. Para esta
interacción es indispensable la unión de CD40 del centrocito con la CD40L de la célula
T. Como es lógico, también es necesario que el antígeno capturado mediante el receptor,
endocitado y procesado, se presente a la célula Th unido a moléculas Clase II.
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Tema 16. Respuesta efectora Th2 e inmunidad humoral
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TOLERANCIA
A comienzos del S XX Paul Ehrlich indicó que el sistema inmune también podía
equivocarse y centrar su ataque, además de en los antígenos extraños, en los antígenos
propios. Esta situación, que Ehrlich describió como horror autotoxicus, puede provocar
una serie de enfermedades. En definitiva, estas enfermedades son la consecuencia de no
distinguir (o hacerlo mal) entre lo propio y lo no propio.
Hay unos mecanismos que protegen frente a los linfocitos potencialmente autoinmunes
y el conjunto de tales mecanismos recibe el nombre de Tolerancia.
El mecanismo inicial es la Tolerancia Central, que elimina a clones B y T, antes de su
maduración, si portan receptores que reconocen a los antígenos propios con mayor
afinidad de la adecuada. Esta tolerancia central se realiza en los órganos linfoides
primarios (OLP).
Como la tolerancia central no es perfecta siempre habrá linfocitos auto-reactivos
capaces de alcanzar los órganos linfoides periféricos, por lo que se pone en marcha a
este nivel una segunda línea de control destinada a limitar su actividad; entre los
mecanismos de este segundo nivel destaca la Tolerancia Periférica que inactiva o
vuelve anérgicos a los linfocitos auto-reactivos.
La posibilidad de que los linfocitos auto-reactivos produzcan daño también se limita por
la expectativa de vida de los linfocitos activados, que ponen en marcha su programa de
destrucción (apoptosis) cuando reciben la señal.
Pero, a pesar del control ejercido a distintos niveles, hay clones de linfocitos auto-
reactivos B y T que se activan y responden frente a los antígenos propios. Tal respuesta
recibe el nombre de Autoinmunidad.
Señales en la presentación.
Ag Tolerogénico Ag Inmunogénico La falta de señal coestimuladora
durante la presentación lleva a la
anergia, mientras que si la
Linfocito presentación se realiza con las
maduro dos señales preceptivas se
produce una respuesta potente.
Estado de maduración de la
Apoptosis Anergia Proliferación DC.
La presentación por DCs
inmaduras lleva a la tolerancia,
mientras que la presentación por
DCs maduras provoca la respuesta.
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Tolerancia oral
Cuando un antígeno, inmunogénico por vía subcutánea o intradérmica, se administra
por vía oral puede que no se produzca la respuesta frente a el. Se provoca una tolerancia
antígeno-específica frente al antígeno tolerogénico sin que haya una inmunosupresión
general.
TOLERANCIA CENTRAL
Limita el número de células auto-reactivas mediante la delección clonal, durante la
maduración en los órganos linfoides primarios, de las que reaccionan con Ag propios.
Parte de la diversidad de las células B y T dependen del reordenamiento génico al azar
de V(D)J (diversidad combinatoria), lo que hace previsible el que algunos receptores
reaccionen con lo propio. La tolerancia central elimina a estos clones mediante (entre
otros mecanismos) la Selección Negativa. Antes de esta eliminación las células auto-
reactivas tienen la oportunidad de editar un nuevo receptor, que tendrá que pasar por la
selección pertinente.
Delección clonal y edición del receptor son los mecanismos básicos de esta Tolerancia.
TOLERANCIA PERIFERICA
Controla a las células auto-reactivas que pasan a la circulación, pues la Tolerancia
Central no elimina a todos los linfocitos auto-reactivos, ya que:
1. Los Órganos Linfoides Primarios no expresan todos los auto-antígenos y es en
ellos en los que se realiza la selección
2. La afinidad de la unión condiciona la selección, lo que permite a algunos clones
débilmente auto-reactivos sobrevivir a la selección.
La Tolerancia Periférica se encarga de inactivar a estas células auto-reactivas para que
no puedan reaccionar contra lo propio.
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CTLA-4
Tras la activación celular se induce la expresión por el linfocito de otra molécula de
superficie con mayor avidez para B7 que CD28. La nueva unión genera una señal
inhibidora que impide la activación celular. La expresión de CTLA-4 asegura el control
y la regulación de la respuesta. De hecho, los animales CTLA-4 KO presentan una
proliferación masiva de linfocitos y enfermedades autoinmunes lo que nos da una idea
de la importancia de esta molécula en el mantenimiento de la tolerancia periférica.
La muerte celular
Tiene un papel importante en el mantenimiento de la tolerancia, tanto central como
periférica. La unión de la pareja Fas-FasL induce una apoptosis rápida, conocida como
AICD (muerte celular inducida por activación). Hay animales que presentan mutaciones
espontáneas de estos receptores, por lo que no entran en la vía AICD tras la activación y
desarrollan con rapidez enfermedades autoinmunes.
Estas células T reguladoras (Treg) son las únicas células CD4+ que expresan niveles
altos de la cadena α (CD25) del receptor para IL-2 y proceden de una subpoblación
tímica que expresa receptores con afinidad media para auto-antígenos; algunas de ellas
regulan de modo positivo la expresión del factor represor de trascripción Foxp-3, lo que
las dirige hacia Treg capaces de inhibir la respuesta frente a los auto-antígenos.
El marcador CD25
Además de CD4 y CD25, estas células expresan también moléculas como CTLA-4, el
receptor TNF inducido por glucocorticoides (GITR) y el receptor de quimiocinas CCR4
El marcador Foxp-3
Los ratones Scurfy desarrollan una enfermedad linfo-proliferativa muy parecida a la
enfermedad humana IPEX. Ambas, ligadas al cromosoma X, son consecuencia de la
mutación o falta del gen Foxp-3. El gen codifica para la proteína escurfina, que actúa
como represor de la transcripción y regula la activación de las células T.
Emigran desde el timo como una población T madura. Sus moléculas de adhesión y
receptores de quimiocinas les permiten alcanzar los OLS y los tejidos inflamados.
Mecanismo de acción
Tras su estimulación, a través del TCR (por antígenos propios o extraños), inhiben la
activación, expansión y producción de citocinas por las células Th1, Th2 y Tc. Detectan
concentraciones mínimas de antígenos (entre 10 y 100 veces menos que las necesarias
para activar a las T CD4+ CD25- de la misma especificidad).
Las CD4+ CD25+ se activan de forma específica por su antígeno pero, una vez
activadas, la acción supresora sobre las Th1, Th2 y Tc es inespecífica.
Células Tr-1
Proceden de células T vírgenes que adquieren el perfil regulador tras su activación por
las DCs semi-maduras presentes en los OLS, caracterizadas por la baja expresión de
CD40, baja producción de IL-12 y alta producción de IL-10.
Estas DCs semi-maduras son células que emigran desde la periferia sin haber recibido
señales indicativas de un proceso inflamatorio (LPS o TNF-a como 3ª señal) y arriban a
los OLS sin alcanzar la madurez, actuando como Tolerogénicas. En cambio, las que
reciben señales de inflamación en la periferia (a través de sus TLRs o de receptores de
citocinas) maduran y se convierten en DCs activadoras de las CD4+ vírgenes. Un punto
crucial es que estas DCs maduras producen IL-6, que es capaz de bloquear la acción
inhibidora mediada por las células T reguladoras.
CELULAS Th3
La administración de un antígeno por vía oral o la estimulación in vitro de células T
CD4+CD25- en presencia de TGF-b induce la formación de células T CD4+CD25+
productoras de TGF-b.
Las células Th3 controlan, mediante TGF-b, la respuesta T frente a los componentes de
la flora intestinal. La acción supresora se basa en inhibir la diferenciación de las células
T vírgenes, tanto CD4+ como CD8+, a células efectoras o en suprimir la actividad de
tales células cuando ya se han diferenciado.
Otra consecuencia del secuestro antigénico es que la falta de contacto con el antígeno
durante el desarrollo de los linfocitos no induce tolerancia frente a el. Si se rompen las
barreras entre antígeno y linfocitos (por inoculación, trauma, etc.) el sistema inmune
responderá. Tras la ruptura de la barrera hemato-encefálica, por ejemplo, puede haber
una reacción inmune frente a componentes del SNC.
EL EJE INMUNO-NEURO-ENDOCRINO
Se considera a los estrógenos como los responsables principales de que la respuesta sea
mayor en la mujer que en el hombre. Ellas tienen mayores niveles de Ig séricas y de IgA
secretora, más respuesta a antígenos T-independientes, más resistencia a las infecciones
y una resistencia relativa a desarrollar tolerancia T. Son, en cambio, más susceptibles a
los procesos autoinmunes.
1.- Fiebre. Actúa sobre el centro de regulación térmica del hipotálamo; una temperatura
superior a 38,5ºC:
Aumenta:
• La capacidad microbicida de los PMN,
• La acción antiviral de los IFNs,
• La proliferación linfocitaria,
• La respuesta frente a los antígenos T-dependientes,
• La acción citolítica de los LTc,
• La activación de la vía alternativa del complemento
No afecta:
• A la actividad de los macrófagos (fuente principal de IL-1)
2.- Sueño. Hay una asociación entre la actividad de IL-1 y la inducción de la fase lenta
del sueño.
3.- Regulación. IL-1 actúa sobre el hipotálamo e induce la liberación del Factor
Liberador de Corticotropina (CRF) quien, a su vez, actúa sobre la hipófisis para que
libere la hormona corticotrófica (ACTH); también puede inducir la producción de la
hormona del crecimiento, la luteinizante y la estimuladora del tiroides (TSH).
La acción de IL-1 a nivel del SNC tiene tendencia a disminuir la reactividad del sistema
inmune:
• Menos actividad NK,
• Menos proliferación
• Menos producción de IL-2;
La acción del ACTH sobre las suprarrenales provoca la liberación de corticosteroides
quienes suprimen la producción de IL-1 por los MCFs (regulación negativa). Además
IL-1 induce la producción del factor de crecimiento nerviosa (NGF) por las células de
Schwann y los fibroblastos; bajo la acción de NGF las neuronas producen la sustancia
P, que potencia la producción de IL-1 por los MCFs (regulación positiva).
MEMORIA INMUNE
Memoria T.
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a) Las que maduran con rapidez a células T efectoras y secretan grandes cantidades de
IFN-γ, IL-4 e IL-5; expresan los receptores para quimiocinas inflamatorias CCR3 y
CCR5, por lo que migran a los tejidos inflamados
b) Las que expresan el receptor de quimiocinas CCR7 y permanecen recirculando por
los órganos linfoides secundarios
Memoria B
Las células B de memoria abundan 100 veces más que las B vírgenes específicas para el
mismo antígeno y los anticuerpos que producen son de mayor afinidad. Estas células de
memoria ya han sufrido el cambio de clase y expresan una concentración mayor de
moléculas Clase II y coestimuladoras, por lo que el procesamiento antigénico es más
rápido y eficiente.
A diferencia de lo que ocurre con las células T de memoria (que pueden emigrar a los
tejidos inflamados debido a que han cambiado los receptores de quimiocinas), las B de
memoria siguen circulando a través de los órganos linfoides secundarios, especialmente
por los folículos de los ganglios linfáticos, bazo y placas de Peyer.
Como ocurría en la respuesta primaria, hay una proliferación abundante de células T y
B en la interfase entre las zonas T y B-dependientes, con una amplia producción de
células plasmáticas productoras de IgG. Algunas de estas células B no completan la
diferenciación terminal y migran al folículo, donde constituyen las células B del centro
germinal. Allí entran en una segunda fase de proliferación antes de dar lugar a la
formación de células de memoria y nuevas células productoras de anticuerpos.
Aunque las IgA solo representan entre el 10 y 20% de las Igs del suero,
suponen el 60-70% de todas las Igs producidas cada día por las personas
normales y sanas. La mayoría de las IgA se secreta, atravesando células
epiteliales especializadas, a las superficies mucosas. En los grandes epitelios
mucosos de
• Tubo gastrointestinal
• Aparato respiratorio
• Aparato lacrimal
• Aparato genitourinario
Para explicar las características del sistema inmune asociado a las mucosas
(MALT) se describe a continuación, como ejemplo, la parte que está asociada
de forma permanente al tracto gastro intestinal (GI)
Tejido epitelial
Contiene las células que realizan la mayor parte de la toma de contacto con los
antígenos procedentes de la luz intestinal. Las células epiteliales no solo
expresan moléculas de clase I, sino también de clase II y Ib y pueden ingerir,
procesar y presentar las moléculas procedentes de la luz intestinal a las células
T IEL (intraepiteliales) que están diseminados entre ellas. Además de esta
presentación antigénica las células epiteliales secretan citocinas como:
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FYTI TEMA 18. SISTEMA INMUNE REGIONAL
Los IEL tienen una variedad limitada de TCRs y 2/3 partes de ellos expresan la
molécula CD8. Alrededor del 10% de estas células son Tγδ mientras que el
resto es Tαβ que, además, presentan un fenotipo poco corriente.
Entre los IEL Tαβ solo una pequeña proporción es “típica” mientras que la
mayoría presentan características atípicas o poco corrientes y parecen tener
propiedades distintas:
• IEL Tαβ cuya molécula de CD8 está compuesta por dos cadenas α en
lugar de por una α y otra β (fenotipo TCRαβ; CD8αα)
• IEL citolíticos naturales (células NKT), que expresan tanto el TCRαβ
como receptores NK (p.e. NKG2D)
La labor conjunta de estos IEL contribuye a la eliminación de células infectadas
y al comienzo de la cicatrización.
• Algunos linfocitos T (tanto Tαβ como Tγδ) con CD8αα reconocen una
molécula indicadora de estrés (TL en el ratón y por identificar en
humanos) que se expresa sobre células infectadas o dañadas. El
reconocimiento del ligando lleva al aumento de producción de citocinas
por parte de la célula T pero no aumenta su actividad citolítica.
• Los linfocitos Tαβ CD8αα pueden reconocer a unas moléculas de estrés
(en humanos HLA-G) que se expresan sobre células infectadas o
dañadas. El resultado de la unión es la destrucción de la célula alterada.
• Los linfocitos Tγδ;CD8αβ parecen reconocer glucolípidos o lipo-
polisacáridos presentados por CD1c (una molécula similar a las de clase
I e implicada en la presentación de fragmentos de moléculas no
proteicas por parte de un gran numero de células, entre ellas las del
epitelio intestinal).
• Los linfocitos NKT utilizan a el receptor NKG2D para reconocer a las
moléculas de estrés MICA y MICB y destruir a células con estrés o
alteradas y que expresan de forma simultánea niveles muy bajos de
moléculas Clase I. Tras la activación, las NKT infiltradas entre los IEL
comienzan a secretar IL-4 y otras citocinas.
Los IEL actúan en la frontera del epitelio para eliminar las células infectadas o
dañadas, con lo que contribuyen a la reparación del epitelio intestinal. Las IL-4,
IL-10 y TNFα producidas por las NKT y las células del epitelio intestinal crean
un microambiente en la superficie epitelial que inhibe el desarrollo de las
respuestas inmunes inflamatorias.
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célula, donde los pueden capturar las DCs y linfocitos que estaba
“esperando”. Hay cierta controversia respecto a si las células M pueden
procesar y presentar los antígenos que transportan pero las DCs que
captan a estos antígenos “transportados” realizan esta función con gran
eficiencia.
Lámina propia
Esta lámina propia, comparada con el tejido epitelial, es un oasis de
“normalidad” ya que contiene linfocitos Tαβ convencionales (la mayoría CD4+),
DCs, LB, células plasmáticas y fagocitos. Las DCs ingieren los productos
transportados por las células M que, tras su procesamiento, se presentan a los
linfocitos T. Pero las DCs de la lámina propia también pueden extender
proyecciones de su citoplasma entre las células epiteliales y capturar
directamente los productos de la luz intestinal. Además, en la lámina propia y
por debajo de las células M se encuentran las Placas de Peyer, donde CPAs,
LT y LB están expuestas al antígeno e interaccionan unas con otras.
Las DCs migran desde la lámina propia a los ganglios linfáticos (normalmente
los mesentéricos) donde activan a los linfocitos T y les “informan” de su
procedencia (por medios todavía desconocidos) para que los LT efectores se
dirijan hacia la lámina propia. Los LT y las CPAs pueden participar en las
Placas de Peyer y GL mesentéricos en la activación de los linfocitos B. Igual
que ocurría con los LT, los LB y las células plasmáticas alcanzan la lámina
propia (generalmente a través de la circulación periférica). Los linfocitos B que
pasan por las placas de Peyer son “inducidos” a producir IgA y las células
plasmáticas productoras de IgA se trasladan a las criptas, entre las micro-
vellosidades, donde secretan IgA dimérica que se transporta a través de
células epiteliales especializadas para pasar al glucocaliz que recubre el
epitelio intestinal.
Por ejemplo: los linfocitos T migran a los tejidos mucosos usando a L-selectina
y a la integrina α4β7 para detectar a MadCam-1 en las células del endotelio
vascular de los MALT. La unión con MadCam-1 facilita la extravasación de los
LT a los tejidos mucosos. Una vez en el tejido mucoso del tacto GI los LT usan
los receptores de quimiocinas CCR9 y CCR10 para detectar a las quimiocinas
CCL25 y CCL28, producidas por los epitelios de los intestinos grueso y
delgado, respectivamente. Finalmente, utilizan la integrina αEβ7 para detectar y
unirse a la E-cadherina del epitelio vascular del intestino delgado. Los linfocitos
T y B activados en el entorno de las mucosas, aunque puedan volver a circular
por el cuerpo, tienden a volver a los tejidos mucosos.
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Aunque podría parecer que los sistemas periférico y mucoso trabajan de forma
independiente, en realizad no está aislados el uno del otro y las células circulan
por uno y otro, o viceversa. De hecho, un antígeno que debería de ser
inmunogénico en los tejidos parenterales podría dejar de serlo si se administra
por vía oral, de forma que su primer contacto con el sistema inmune fuera a
través de las mucosas; es lo que se conoce como Tolerancia oral.
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TEMA 18-19
RESPUESTA INMUNE REGIONAL
EVOLUCION DE LOS ANTICUERPOS SEGÚN LA EDAD
LA INMUNOSENESCENCIA
El sistema inmune de las mucosas, es el más complejo del organismo, desde el punto de vista
de las células que lo componen El de la mucosa intestinal tiene que responder frente a los
patógenos que penetran (o intentan penetrar) y, a la vez, no responder (tolerar) frente a los
antígenos alimentarios y a los de las bacterias comensales.
Los animales criados en ausencia de gérmenes (axénicos) tienen intestinos con estructuras
linfoides poco desarrolladas y tasas de linfocitos en mucosas disminuidas. Hace falta el
estímulo antigénico de la flora para el desarrollo inmune de la mucosa.
La gruesa capa de mucus impide el contacto directo de los microorganismos con las
células epiteliales. Además, el borde apical del enterocito tiene microvellosidades (borde
en cepillo) recubiertas por un glucocaliz que actúa como barrera física y biológica.
Las mucosas que recubren digestivo, respiratorio y urogenital tienen una superficie
2
combinada de unos 400 m y son el sitio de entrada de la mayoría de los patógenos. Esta gran
superficie basa su defensa en el MALT (Tejido Linfoide Asociado a Mucosas). Estos tejidos
varían mucho en su estructura, que va desde grupos laxos y apenas organizados de células
linfoides en la lámina propia de las vellosidades intestinales hasta estructuras muy
organizadas, como amígdalas , apéndice y las Placas de Peyer que se encuentran en la capa
submucosa del revestimiento intestinal.
A pesar de todas las barreras hay un paso continuo de antígenos a través del epitelio, lo que
supone un flujo de información permanente para el sistema inmune desde el medio externo.
En las mucosas hay que diferenciar:
Los sitios inductores de la respuesta adaptativa. Entre ellos están las Placas de Peyer
(estructura con 30- 40 folículos linfoides, situados en submucosa y lámina propia, coronada por
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una célula M) y los ganglios linfáticos mesentéricos (que recogen la linfa del tejido intestinal)
donde se generan las células efectoras.
Los sitios efectores de la respuesta adaptativa, son aquellos a los que se dirigen las
células efectoras para participar en respuestas producidas en sitios distantes, tales como la
lámina propia del intestino, el tracto respiratorio, lágrimas, saliva y glándulas mamarias.
Es decir, que las estructuras del tejido linfoide asociado a las mucosas (MALT) están
vinculadas entre si merced a la recirculación celular entre los distintos sitios y funcionan como
una unidad integrada.
La respuesta efectora
La mucosa mejor estudiada es la que recubre el tubo digestivo. Tiene la capacidad (como
también ocurre en las mucosas respiratoria y urogenital) de capturar antígenos de la cavidad
(luz intestinal) por endocitosis. La respuesta inmune a estos antígenos lleva a la formación de
anticuerpos que pasan a la luz intestinal para combatir in situ a los patógenos invasores.
La respuesta de anticuerpos
Las células M se sitúan en los llamados sitios inductivos (sitios pequeños en la membrana
mucosa, situados sobre los folículos linfoides organizados) y los antígenos transportados por
las células M pueden activar a células B dentro de esos folículos linfoides. Las células B
activadas se diferencian a células plasmáticas que abandonan los folículos y secretan
anticuerpos de la clase IgA. Estos se movilizan seguidamente a través de las células
epiteliales y pasan a la zona luminal en forma de IgA-secretora, donde pueden interaccionar
con el antígeno.
La IgA es la mayoritaria en las secreciones y alcanza un 80% en lágrimas, saliva, calostro,
leche y secreciones nasal e intestinal. Más del 90% de esta igA se presenta en forma de
dímero, asociado a la cadena J y a un componente secretor procedente del receptor Poli-Ig.
Esta IgA secretora tiene una función neutralizante.
Las células T y B efectoras usan moléculas de adhesión y quimiocinas para volver a las
mucosas
Piel y mucosa intestinal están expuestas de forma continua al entorno y son los sitios ideales
para la penetración de patógenos. Los linfocitos efectores producidos en respuesta a infecciones
en estos sitios expresan patrones de moléculas de adhesión y receptores de quimiocinas que
garantizan su tropismo hacia ellos. Por ejemplo, los linfocitos T efectores con tropismo por la
mucosa intestinal expresan la Integrina α4/β7, que reconocerá al MadCAM-1 expresado sobre
las células del endotelio vascular. Otras combinaciones de moléculas de adhesión y receptores
de quimiocinas son las responsables de regular el tropismo de los linfocitos efectores a otros
epitelios mucosos.
Los linfocitos B.
El reclutamiento de los LB involucra a los mismos receptores de albergue que los de los LT.
Los LB vírgenes que contactan con el antígeno aumentan la expresión del receptor CCR7,
receptor que los dirige hacia el área T del ganglio (que es donde se están produciendo sus
ligandos) y contactan con los LTh2 específicos para ese antígeno. Durante la respuesta se
producen en el centro germinal la hipermutación somática y el Cambio de Clase. Los
plasmoblastos no tienen receptores para las quimiocinas propias de los OLS, por lo que se
facilita su salida de los mismos y la llegada a la circulación. Una fracción importante emigra a
la médula ósea, atraídos por la quimiocina CXCL 12, que producen las células estromales, y se
transforman en plasmocitos productores de anticuerpos Pero una proporción alta de los LB
activados en los tejidos linfoides asociados a las mucosas sufren el cambio de isotipo a IgA y
los plasmoblastos generados migran preferentemente a los tejidos mucosos. La localización del
tejido linfoide en el que se produjo la inducción es la que condiciona el reclutamiento hacia una
mucosa determinada; p.e., la inmunización oral conduce a la producción de IgA específica
tanto en la mucosa intestinal como en las glándulas salivares, glándulas mamarias y mucosa
pulmonar, mientras que la inmunización intranasal lleva a una producción de IgA restringida a
las mucosas del tracto respiratorio, digestivo superior y tracto urogenital.
La diferencia migratoria hay que buscarla en la expresión diferencial por los plasmoblastos
de ciertos receptores de quimiocinas y de integrinas que reconocerán a sus ligandos en unos
tejidos, pero no en otros.
Participación de los linfocitos B1
Gran parte de la IgAs que hay en las mucosas es el resultado de la activación de las células
peritoneales B1 por las bacterias comensales. Estas B1 migran al ganglio linfático regional
donde proliferan y se diferencian a plasmocitos que se dirigen al tejido linfoide asociado a las
mucosas (p.e. lámina propia del intestinos) donde secretan grandes cantidades de IgAs. En caso
de infección por las bacterias comensales no aparece IgA sérica específica sino IgG específica
producida por las células B2. La conclusión es que la IgAs de las mucosas, producida por las
B1, tiene un papel relevante en la defensa de las mismas impidiendo la penetración de bacterias
comensales.
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Las células epiteliales de la mucosa están adheridas entre si por unas uniones apretadas, que
dificultan el paso de los agentes patógenos. Hay algunas bacterias y virus que han aprovechado
las células M como vía de entrada a través de barrera mucosa:
En algunos casos la célula M internaliza al patógeno y lo transporta a la bolsa
En otros casos el patógeno se une a la célula M y la altera, lo que hace posible su
penetración. Entre los patógenos que usan estas vías están las cepas invasoras de
Salmonella, Shigella, Vibrio cholerae y el virus de la poliomielitis.
Inducción de tolerancia
El sistema inmune del intestino no solo tiene que prevenir la entrada de patógenos y
comensales, sino que está en contacto permanente con antígenos extraños procedentes de los
alimentos. Pero estos antígenos no provocan la respuesta del sistema sino que, por el contrario,
inducen una respuesta dirigida a la tolerancia. En el proceso intervienen las células Treg y,
especialmente, las Th3, que producen el inmuno-modulador TGF-b que impide la estimulación
y respuesta de las células T convencionales.
A modo de resumen
Las mucosas tienen sitios inductivos, en los que se produce la estimulación de los linfocitos por
los antígenos locales. Estos linfocitos, así como las DCs, van a los folículos linfoides asociados
a la mucosa o a los ganglios linfáticos mesentéricos, donde interaccionan y se producen las
células efectoras. Las células efectoras T pasan por la linfa a la circulación sanguínea y, en
función de las moléculas de adhesión que expresan, se reclutan para los distintos tejidos
mucosos. Algo similar ocurre con las células B, pero estas se desplazan en la forma de
plasmoblastos y plasmocitos productores de anticuerpos antes de llegar a los sitios efectores de
las distintas mucosas. La inducción se produce en una mucosa y la función efectora se
manifiesta a nivel de muchas mucosas.
ANTICUERPOS Y EDAD
Durante el comienzo de la vida fetal el sistema inmunitario del feto está formándose, por lo que
su defensa inmune humoral depende de los anticuerpos que le transfiere la madre. El feto está
aislado del resto del organismo materno por la placenta y las células de la misma presentan una
serie de características especiales, orientadas muchas de ellas a evitar el rechazo del feto (a fin
de cuentas, la “mitad” del mismo es un aloinjerto con moléculas CMH distintas), Una de las
características es la de presentar un receptor especial llamado IgnR, que captura la IgG en la
superficie de las células placentarias y, mediante un sistema de transporte activo, la deposita en
el interior. La mayoría, si no toda, la IgG fetal procede de la madre. Hacia la semana 20 de la
gestación el sistema inmune del feto comienza a producir IgM en pequeñas cantidades que
representan, en el momento del nacimiento, menos del 20% de la cifra del adulto. La
producción de IgG también comienza hacia la semana 24, pero las cantidades de este
anticuerpo son mínimas, representando, en el momento del nacimiento, menos del 5% del valor
normal del adulto. En cuanto a la IgA comienza a producirse después del nacimiento. El
resultado es que el niño, en el momento del nacimiento, depende prácticamente de los
anticuerpos transferidos por la madre a través de la placenta y a partir de ese momento, de los
pocos que produce y d los aportados nuevamente por la madre a través de la lactancia. El
intestino del recién nacido tiene unos receptores similares a los IgnR placentarios, encargados
de capturar a los anticuerpos IgG y llevarlos a través de la mucosa hasta la circulación. La
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protección materna cubre al recién nacido durante los primeros meses de su vida, mientras su
sistema inmune va madurando rápidamente. Al año de vida las tasas de producción de
anticuerpos IgM, IgG e IgA se sitúa entre el 60 y el 80% de la del adulto.
INMUNOSENESCENCIA
Si el problema del recién nacido era la falta de elementos defensivos (como los
anticuerpos) el del anciano es el cambio o remodelación de sus sistema inmunitario. La
inmunidad innata se mantiene muy bien con el avance de la edad, siendo la adaptativa la
que presenta los cambios.
A pesar de todos estos cambios la cifra de linfocitos T periféricos no disminuye con la edad, lo
que puede deberse a la existencia de clones de vida larga y la auto-perpetuación en la periferia a
causa de los estímulos antigénicos locales. De todos modos, la respuesta a antígenos nuevos
depende de la producción de células vírgenes por parte del timo y es, precisamente, esta
característica la que va disminuyendo. Con la edad hay un aumento de células de memoria y
una disminución paralela de células vírgenes, así como una disminución del número de células
Tgd circulantes. Los cambios también se reflejan en el perfil de citocinas, ya que las células
vírgenes producen un perfil tipo 1 (IL-2, IFN-g) mientras que las células de memoria producen
más bien un perfil tipo 2 (IL-4 e IL-6). También se afectan por el envejecimiento las moléculas
coestimuladoras, tal como ocurre con LFA-1 que no es capaz de realizar el cambio
conformacional que la llevaría a la forma de alta avidez durante la cooperación T/B. La
disminución de la respuesta a los antígenos comunes en las pruebas cutáneas de
hipersensibilidad retardada (DTH) es un indicador de la disminución funcional de la rama
celular de la inmunidad y la falta de respuesta (anergia) es un indicador de mortandad próxima.
El sistema inmunitario tiene que mantener un difícil equilibrio entre una respuesta
potente y eficaz frente a los patógenos y la tolerancia frente a los antígenos propios y a
los antígenos ambientales no perjudiciales. Si se rompe el equilibrio en contra de la
tolerancia la consecuencia es la aparición de patología.
La respuesta frente a los antígenos propios da lugar a las patologías conocidas como
Enfermedades Autoinmunes, mientras que las respuestas (por falta de regulación)
frente a antígenos foráneos provoca las patologías conocidas como
Hipersensibilidades.
LA HIPERSENSIBILIDAD TIPO I
Está mediada por IgE, que se produce como consecuencia de la producción de células
efectoras Th2 en respuesta a antígenos que, con la debida tolerancia, son inofensivos.
Los sujetos Atópicos son aquellos con predisposición a producir IgE en respuesta a
antígenos ambientales. El término viene del griego “atopos”, que quiere decir “fuera de
lugar” y estos individuos presentan, con frecuencia, una o más enfermedades de esta
naturaleza.
Los antígenos ambientales que selectivamente evocan una respuesta efectora de tipo
Th2, con producción de IgE, se denominan Alergenos y presentan, con frecuencia, las
siguientes propiedades:
La llegada del alergeno pone en marcha la respuesta con la colaboración B/T a expensas
de las Th2 en un microambiente dominado por IL-4 e IL-5, que dirigen el cambio de
clase a IgE y la eosinofilia respectivamente. La IgE se une por el fragmento Fc a los
receptores específicos (FceR) que hay sobre mastocitos y basófilos. Una vez que
empieza, la síntesis de IgE persiste meses (incluso años), por lo que mastocitos y
basófilos están preparados (sensibilizados) para reaccionar rápidamente cuando se
produzca el próximo contacto con el alergeno.
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Inmunodisfunciones
HIPERSENSIBILIDAD TIPO II
Están mediada fundamentalmente por IgG (aunque también intervienen Acs IgM), que
reconocen antígenos sobre la superficie celular o en la matriz extracelular. La unión de
los anticuerpos específicos “marcan” a estas células como blancos de la activación del
complemento. Dentro de este grupo de reacciones están las:
• Reacciones trasfusionales
• Anemia hemolítica del recién nacido (incompatibilidad Rh)
• Anemias hemolíticas autoinmunes
Incompatibilidad Rh (Rhesus)
Depende fundamentalmente del llamado antígeno D. Una madre RhD- puede fácilmente
sensibilizarse por los GR de su niño RhD+ durante el parto, pues las hemorragias de la
placenta pueden transferir muchos GR del niño a la madre. Los anticuerpos que se
forman (preferentemente IgG) son capaces de atravesar la placenta en otro embarazo
subsiguiente y unirse a los GR fetales, opsonizándolos y llevándolos a la destrucción, lo
que provoca la enfermedad hemolítica del recién nacido. Las madres RhD- se tratan
profilácticamente con IgG-anti-D inmediatamente después del primer parto, lo que
reduce mucho los riesgos de sensibilización.
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Inmunodisfunciones
HIPERSENSIBILIDAD TIPO IV
Se llaman dermatitis por contacto por desencadenarse al entra la piel (por contacto) las
sustancias desencadenantes. Entre ellas están: componentes de tintes de pelo, joyas,
cosméticos, calzados, venenos y vegetales. A menudo se trata de haptenos que penetran
con facilidad por la piel. El penta-deca-catecol, responsable el rash cutáneo, es el
hapteno de la hiedra venenosa. El níquel de las aleaciones en joyas también produce
estas reacciones en el sitio de contacto con la piel.
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-Los linfocitos pueden aislarse a partir de sangre, de médula, órganos linfoides, epitelios
o sitios donde se haya producido una reacción inflamatoria:
Los linfocitos se pueden separar de sangre periférica tratada con heparina
medinte un gradiente de Ficoll (mezcla de polímeros de carbohidratos) y metrizamida.
(Figura 2.22).
La centrifugación de la sangre diluida depositada sobre el “Ficoll-Hypaque”
permite la separación de los eritrocitos, polimorfonucleares y granulocitos (que van al
fondo) de las células mononucleares de sangre periférica (PBLs) que incluyen linfocitos
y algunos monocitos que quedan en la interfase.
En animales de experimentación y ocasionalmente en humanos se pueden
separar linfocitos a partir de otras locacalizaciones (bazo, timo, médula osea, ganglios
linfáticos, tejido linfoide asociado a mucosas). Sin embargo, normalmente el estudio de
las poblaciones de linfocitos se hace en sangre periférica.
-Marcadores de diferenciación:
Marcador: cualquier característica funcional o estructural que permite definir un tipo o
población de células e incluso separarlas físicamente de las demás. El desarrollo de
anticuerpos monoclonales y tecnologías, como la citometría de flujo, que permite una
detección rápida de las células reconocidas por esos anticuerpos monoclonales, ha
permitido el conocimiento de un gran número de ags. de superficie celular que son
útiles como marcadores de diferenciación. Algunos de estos antígenos son exclusivos de
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-Citometría de Flujo:
Es una técnica analítica que permite la caracterización multiparamétrica e
individualizada de una población heterogénea de células. Permite no solo la
cuantificación de diversos parámetros de la célula, sino que lo hace en poco tiempo (en
minutos se pueden analizar miles de células) e incluso se pueden separar fisicamente las
poblaciones elegidas por el operario.
Componentes básicos de un citómmetro: (Figura)
-Sistema hidraúlico: rodea la suspensión celular en flujo, con una vaina externa,
formada por un fluido libre de partículas, que mueve la muestra a velocidad constante y
controlada. Produce el enfoque hidrodinámico de la muestra: la suspensión de células se
inyecta en un embudo en el que sea su vez se inyecta una corriente de tampón a
diferente presión. La diferencia de presioenes crea un efecto hidrodinámico que hace
que el tampón envuelva la suspensión de células y consiga que las células de la
suspensión se alineen una a una verticalmente.
-Sistema de iluminación: La fuente de luz es una haz de laser (normalmente de
argon) que incide sobre la corriente de células alineadas.
-Sistema óptico: Enfoca la iluminación de las partículas de la muestra de tal
forma que cuando el laser no incide sobre una célula no se registra ninguna señal por el
aprato. Sin embargo, cuando el laser incide sobre una célula, está prodece una
dispersión de luz en todos los ángulos.
-Sistema electrónico: La luz dispersada es recogida y amplificada por
fotodetectores (fotomultiplicadores) situados en la misma dirección de incidencia del
laser y en 90º con respecto al ángulo de incidencia. Estas señales, recogidas en forma
de pulsos son registradas y almacenadas por un ordenador.
¿Qué parámetros se pueden medir?
La cantidad de luz dispersada en la misma dirección del laser y con la misma
longitud de onda del haz incidente es proporcional al volumen de la célula y por tanto
esta medida nos permite cuantificar el tamaño de las células. (Figura)
La luz dispersada por las células en un angulo de 90º (Figura) con una longitud
de onda igual a la del laser de excitación también es proporcional al volumen de la
célula pero también es afectada por la topografía de la célula (rugosidades, relación
nucleo:citoplasma, homogeneidad del citoplasma-presencia y tamaño de vacuolas etc).
Este parámetro se denomina complejidad. Por ejemplo: linfoctios y neutrófilos con
tamaño similar tendrían diferentes señales de “light scatter” (complejidad) (90º).
Pero además de estos parámetros, si las células van marcadas con un
fluorocromo (por ejemplo un anticuerpo conjugado con un fluorocromo específico para
un marcador de superficie CD de la célula), el haz de laser excita el fluocromo y se
produce una emisión de fluorescencia (diferente longitud de onda a la luz incidente y
dependiente del fluorocromo utilizado) que es proporcional a la cantidad de fluocromo y
por tanto a la cantidad de marcador que se esté investigando. Por tanto, la luz recogida
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citotóxica de una población de linfocitos T. Se incuban las células diana con Na251CrO4.
Las células vivas lo toman pero no lo liberan espontaneamente. Se lavan bien las células
después del marcaje y se incuban con las células citotóxicas y al cabo de un tiempo se
evalua la radioactividad en el sobrenadante, que será directamente proporcional a la
actividad citotóxica de las células efectoras. Necesidad de establecer unos ratios de
efectoras:dianas: (3:1/6:1/12:1) que dependen de la capacidad citotóxica de la scélulas.
(Figura).
2-La funcionalidad de linfocitos T CD4 implica la activación por parte de estas células
de macrófagos (en el caso de TH1) o de células B (en el caso de células TH2). Los
efectos de las células T sobre macrófagos y LB están mediados, en buena parte, por
citoquinas producidas por LT cuando se reconoce especificamente el complejo MHC-
péptido. Estas citoquinas son diferentes y se producen en diferente cantidad
dependiendo del tipo de célula efectora. Por esta razón, la funcionalidad de células TH
se mide normalmente identificando y cuantificando las citoquinas producidas por estas
poblaciones (Poner tabla de citoquinas producidas por distintas poblaciones Ts.
3-Fagocitosis:
Se puede evaluar la capacidad fagocítica de macrófagos o neutrófilos “in vitro”
de varias formas. En cualquier caso, el ensayo se suele hacer en placas multipocillo, las
células fagocíticas se ponen en contacto con el microorganismo (bacterias, hongos..)
durante unas ) durante un tiempo, en el medio de cultivo adecuado (p ejemplo RPMI
1640) y al cabo de ese tiempo se evalúa la fagocitosis:
1-Mediante tinción de Giemsa y observación microscópica de los macrófagos.
2-Mediante citometría de flujo: se cuantificar la fagocitosis mediante la
cuantificación del “burst oxidativo”-aumento de la concentración de peróxido de
hidrógenio y otros radicales de oxígeno. Las células fagocíticas se tiñen con diacetato de
diclofluoresceína, que cuando entra en la célula sufre la acción de esterasas celulares.
La diclorofluoresceína, en presencia de peróxido de hidrógeno (consecuencia del burst
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