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¿Qué es un texto argumentativo?

Argumentamos cuando damos razones que apoyan o defienden un posicionamiento


personal, algo que sostenemos como idea o conocimiento, o cierta decisión que
tomamos.

No parece una definición compleja, además no es una práctica extraña para nosotros.
Muchas veces, todos los días, exponemos frente a otros las razones por las cuales
debería aceptarse como válido, algo que decimos o hacemos. Sin embargo, cuando se
trata de escribir un texto académico argumentativo, es necesario volver a revisar el
sentido de la argumentación y acercarnos a algunas formas en las que se pueden
lograr buenas argumentaciones.

Las argumentaciones se desarrollan en diferentes situaciones comunicativas y con


diversos propósitos: se argumenta en un debate, se argumenta para establecer algo
como válido, para defender o acusar a alguien (en un juicio, por ejemplo); también se
argumenta para convencer a otro. Se argumenta en forma oral o por escrito.

Secuencia argumentativa

En cualquier caso, en un texto escrito, una argumentación sigue una secuencia


prototípica como la siguiente:

 El autor presenta una afirmación que considera válida.


 Seguidamente ofrece, pruebas o razones por las cuales el lector debería
considerar como válida y aceptar dicha afirmación.
 Una conclusión que, en la que sintéticamente y de manera coherente con los
argumentos expuestos, consolida o refuerza la validez de lo afirmado.

En nuestro caso, estamos proponiendo elaborar un texto escrito argumentativo que


analice una situación educativa a partir de las principales conceptualizaciones
desarrolladas en el seminario “El oficio de enseñar”.  En esa producción ustedes,
como autores, establecerán relaciones entre los conceptos aportados por el material
del seminario y los diferentes aspectos que reconocen como importantes en la
situación que se pone bajo análisis, para avanzar en una posible explicación de esa
situación desde los aportes teóricos del seminario. En este caso, esas relaciones y la
posible explicación que construyan tienen que poder ser “defendidas” por ustedes para
“convencer”, a un potencial lector, de que son válidas y que no son una mera opinión
construida desde el sentido común. Es decir, deberán presentar pruebas, razones,
motivos por los cuales quien lea el texto deba aceptar su análisis convencido de su
validez. 

Estrategias de la argumentación

Hasta ahora hemos dicho qué es un texto argumentativo y qué entendemos por
argumentar; pero no hemos dicho nada sobre cómo hacerlo. Vale anticipar que no hay
una “técnica”, un único modo cerrado de hacerlo, en ese sentido la argumentación
puede entenderse como un arte o un oficio en el que se pueden reconocer algunas
estrategias. Describiremos, a continuación, algunas de las formas más utilizadas en la
argumentación.
Definición: consiste en explicar qué es algo, en general se utiliza cuando el autor
piensa que el lector puede no tener claro a que se refiere cierta palabra, ya sea porque
puede no conocerla o porque la palabra presente diferentes significaciones y sea
necesario aclarar con qué sentido se la incluye en el texto. De modo similar cuando la
idea refiere a temas controvertidos, es necesario apelar a la definición para aclarar el
posicionamiento y de ese modo contribuir a la claridad de la argumentación. Esas
definiciones pueden o no sostenerse desde la palabra o los aportes de especialistas
reconocidos en la temática. Por ejemplo, si hablamos de la “educación como acto
político”, es posible que podamos anticipar que puede abrirse a diversas
interpretaciones, dado que un “acto político”, por ejemplo, podría entenderse como un
acto de cierre de campaña de un partido político. Cuando el autor advierte estas
posibilidades, se preocupa en definir con claridad el significado con el que esa
expresión es utilizada en el texto y de ese modo fortalecer la secuencia argumentativa.

Contextualización: consiste en ubicar en tiempo y/o lugar lo que se plantea (es decir,
poner en contexto). Por ejemplo, haciendo referencia al contexto de pandemia, o lo
que del lugar y el tiempo, aporten a comprender la idea en contexto. El análisis del
oficio docente debe siempre ponerse en contexto, porque si bien hay aspectos
fundantes de lo escolar, que se sostienen en el tiempo desde hace siglos, la escuela y
las prácticas educativas se reformulan con el paso del tiempo y difieren en distintos
contextos socioculturales.

Reformulación: consiste en volver a presentar, con otras palabras, lo mismo que se


ha planteado anteriormente. Se utiliza para que la idea quede bien en claro, y también
para ser más insistente en el tema (ya que el objetivo final es convencer). Por lo
general, se introduce con expresiones tales como “es decir”, “esto significa que”, “en
otras palabras” u otras.

Concesión: consiste en aceptar algún argumento de la posición contraria, como dice


su nombre, en conceder un poco de razón a alguien (hipotético) que no coincidiría con
el posicionamiento de los autores. De esta forma, la argumentación no es resulta tan
cerrada, el autor deja en claro que conoce e incluso acepta, en parte,  otro punto de
vista diferente. Se suele introducir con expresiones como “es cierto que...”, “si bien tal
o cual cosa...”, “no obstante también puede entenderse que…”

Contraargumentación: se trata de anticiparse a los posibles argumentos de una


posición contraria a la que se defiende y refutarlos de antemano. Por lo general, va
seguida de la concesión: se otorga parte de razón pero inmediatamente después se
responde con un argumento que desarma la postura opositora. La estructura de una
concesión seguida de una contra argumentación puede ser la siguiente: “si bien es
cierto que …, tal argumento no contempla tal o cual cosa”. Una contraargumentación
sola puede plantearse, por ejemplo, así: “Por más que hay quienes dirán que … eso
puede ponerse en duda, ya que....”.

Ejemplificación: consiste en presentar datos, hechos o situaciones concretas que


permitan ilustrar lo que planteamos para contribuir a su comprensión.

Comparación: consiste en establecer similitudes y/o diferencias entre lo que


describimos y algo que probablemente sea conocido por los potenciales lectores

Pregunta retórica: consiste en plantear preguntas que, inmediatamente después,


serán respondidas en el mismo texto. Se trata más bien de un recurso de estilo, que
otorga más dinamismo al texto, lo hace más fluido e interesante. Por ejemplo: “¿Qué
entendemos por vocación?, siguiendo a Aillau y Antelo (2009), la vocación implica que
la tarea docente se apoya en un conjunto de principios y valores que trascienden a lo
material.”

Cita de autoridad: consiste en introducir en el texto lo que piensa algún especialista


sobre el tema en cuestión. Se utiliza para respaldar las afirmaciones que presentamos.
Siempre hay que mencionar quién es el/la que dijo o escribió eso que citamos y hacer
referencia en qué obra, libro o circunstancia dijo aquello que citamos. Podemos
reconocer dos formas de citar:

 Cita directa: se introduce textualmente entre comillas lo que esa persona dijo
o escribió. Por ejemplo: “Educar no es solamente desarrollar una inteligencia
formal, capaz de afrontar dificultades de orden matemático. Educar también es
desarrollar una inteligencia histórica capaz de saber en qué herencias
culturales nos inscribimos” (Meirieu, 1998)
 Cita indirecta: decimos de otro modo lo que lo que el autor afirma o
presentamos una conclusión que se apoya en una afirmación del autor, Por
ejemplo: Siguiendo a Meirieu (1998), enseñar matemática no es solo enseñar
lo que los matemáticos han producido, es también poder transmitir a la
matemática un modo de producción humana y como herencia cultural.
¿Qué es analizar una situación
educativa recuperando conceptos o
ideas?
Analizar implica separar, en forma artificial, algo complejo en diferentes partes
para comprenderlas en profundidad, otorgarles algunos significados desde
ciertos marcos conceptuales, para luego establecer relaciones entre ellas que
permitan construir una explicación de la situación más compleja. Es un juego
de ida y vuelta con un zoom: tomamos una parte y la miramos en detalle,
ampliamos, profundizamos, pero permanentemente tomamos distancia para
“controlar” que lo que vamos interpretando no pierde sentido en la situación
más amplia y compleja.
Como ejemplo, podríamos tomar un concepto del SOE: el de “autoridad”
(desarrollado por Aillaud y Antelo - 2009) y explorar la situación bajo análisis,
para hacer una lectura más detallada del modo en el que el concepto de
autoridad (tal como lo plantean los autores)  puede aparecer en la situación.
Podemos orientar nuestra mirada con interrogantes como estos: ¿de qué
manera se presenta en la situación educativa analizada el concepto de
autoridad trabajados por Alliaud y Antelo? ¿qué aspectos de esa
conceptualización encontramos? ¿Qué relación tiene esto con la idea del oficio
de enseñar como práctica política?
Es importante destacar que cuando analizamos, no emitimos “juicio de valor”,
es decir, en el análisis no nos proponemos escribir sobre qué está bien o qué
está mal. Tampoco implica decir qué se debería hacer o haber hecho. Analizar
una situación es: separar, profundizar otorgar sentido desde ciertos aportes
conceptuales y siempre controlando la implicancia de nuestras
representaciones y de las representaciones sociales, y estableciendo relaciones
que nos permitan comprender y explicar con mayor sustente dicha situación.
Cuando analizamos y explicamos una situación “desde ciertos marcos
conceptuales”, se produce un proceso complejo en el que interpretamos lo que
los autores dicen, hacemos inferencias y transferencias de esas
interpretaciones a la situación que analizamos y de ese modo construimos una
explicación. La explicación, por lo tanto, tiene algo de lo que los autores dicen y
algo de nuestras propias ideas. Dicho esto, destacamos que en una producción
académica como la que encaramos en esta oportunidad, es necesario que
quede clara la diferencia entre lo que los autores dicen y lo que nosotros
interpretamos o inferimos, pero además, es necesario fundamentar nuestras
inferencias y transferencias, es decir, explicaremos por qué, lo que dicen los
autores, nos hacen decir lo que nosotros decimos sobre la situación que
analizamos. No debe darse por supuesto que el lector de nuestro texto sabe o
infiere cuáles han sido los modos en los que hemos pensado e interpretado los
dichos de los autores. Entonces, en síntesis, en nuestro texto analitico y
argumentativo no pueden faltar:

 la distinción explícita y clara entre lo que dicen los autores y lo que


decimos nosotros.
 la explicación sobre por qué, lo que dice el autor, nos hace decir lo que
decimos.

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