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ANÁLISIS GRAMATICAL EN LA ARGUMENTACIÓN

Al hablar de la gramática en la argumentación es imprescindible mencionar los aspectos


fundamentales de la obra de Vincenzo Lo cascio. Este Autor basa su obra en la retorica de
Aristóteles a la par que revisa las propuestas teóricas de autores como van Van Eemeren,
Perelman y Olbrecht con el fin de proponer una gramática argumentativa dotada de
categorías sintácticas finitas con una relación jerárquica entre sí. Su intención es analizar
puntualmente la argumentación como un todo donde pueda verse el modo como se
construyen los discursos.
Elementos de la Gramática argumentativa
Los elementos presentes en un texto argumentativo son: tema de la discusión, protagonista
o sujeto que quiere convencer, antagonista o sujeto por convencer, razonamiento utilizado
para convencer basado en una regla general, opinión o tesis, argumentos, fases intermedias
entre la exposición de los argumentos y una eventual conclusión. No obstante, la mayoría
de textos argumentativos no contienen tales elementos, sino que estos se reducen a una
tesis, un argumento que la justifique y a una regla general o costumbre establecida
tácitamente (sin expresión o declaración formal) y bajo la cual se hace valer la
argumentación

Cabe mencionar que cada elemento (opinión, argumento y regla) al ser enunciado con
pertinencia en relación con la situación comunicativa específica apunta a lograr la
aceptación de la tesis; y que una argumentación es aceptada y valorada tanto por la calidad
de los razonamientos y datos aportados (aspectos internos), como por la conducta de los
participantes y el ambiente que rodea la situación (aspectos externos).
 Una tesis u opinión, que es aquello de lo que queremos convencer a nuestro
interlocutor.
 Un argumento, que como nos dice la Wikipedia es una “prueba o razón para
justificar algo como verdad o como acción razonable”: ese “algo” a justificar es
nuestra tesis u opinión
 Una regla general (lo que solemos denominar “razonamiento“) que nos
permita ligar nuestra opinión con el argumento que proponemos.
Categorías de la textualidad argumentativa
Vincenzo Lo Cascio propone una gramática argumentativa que inicia con los tipos de
argumentación, continúa con las reglas de reescritura y se enfoca en la clasificación de los
indicadores de fuerza. Desde el punto de vista de la organización sintáctica se deslindan
tres tipos de argumentación:
1ª Simple: acto argumentativo formado por una opinión (O) y un argumento (A) E
Ejemplo 1: El folclor debe enseñarse (o) porque es el saber acumulado de un pueblo(A)
2ª Múltiple: acto argumentativo formado por una opinión y al menos dos argumentos del
mismo nivel coordinados entre sí, a favor o en contra de la opinión.
Ejemplo 2: El folclor debe enseñarse (O) porque es el saber acumulado de un pueblo (A19
y permite valorar sus raíces. (A2)
3ª Arracimada: acto argumentativo formado por una opinión y una serie de argumentos
resultado de una argumentación subyacente donde se presenta algún elemento conector,
indicador de fuerza (IF), que apoye la argumentación. Este es el tipo de argumentación más
frecuente.
Ejemplo 3: El folclor debe enseñarse porque es el saber acumulado de un pueblo y porque
permite valorar sus raíces; en efecto, (el folclor) conlleva tradiciones, ritos populares
propios y además, muestra la relación con culturas foráneas.
En la figura 2, se observa un aumento de las ramificaciones, lo cual permite reconocer la
existencia de argumentaciones cada vez más complejas con argumentos nuevos y
asimilables a opiniones nuevas que se vayan agregando. También puede sumar argumentos
en la medida en que algunos sean débiles, no sean convincentes o porque el interlocutor
refuta el tema y obliga a reforzar la argumentación. Es de mencionar, que la argumentación
informal cotidiana, una conversación, por ejemplo, se construye intersubjetivamente, de
manera que esta se organiza según las intervenciones intercaladas de los interlocutores. Así,
Opinión, Argumento y Regla general se conciben como categorías, centros o nodos
complejos que se van desglosando hasta lo simple e irreductible; el paso de una categoría a
otra está mediado por los Indicadores de Fuerza.
Teniendo en cuenta lo anterior, la argumentación desglosa sus categorías textuales de la
siguiente forma: un nodo argumentativo (ARG’) se conforma por una o más
argumentaciones (ARG’’) y eventualmente una conclusión (CO). La ARG’ incluye a su vez
una argumentación (ARG), poseedora de un dato (D), una opinión (O) o una contra opinión
(COP) y de al menos una justificación (JS). Una ARG puede realizarse a Textualidad y
gramática argumentativa 35 manera de reserva (R) la cual indica que se puede llegar a una
conclusión a través de una ordenación diferente de los datos. De esta manera, la
subordinación y la coordinación se suceden constantemente.
En una argumentación, pueden aparecer nuevas categorías que la especifiquen. Además, el
orden de aparición de las categorías es variable, algunas solamente existen de manera
implícita y otras cambian entre sí su funcionalidad6 . Un ejemplo de argumentación
cotidiana para caracterizar lo dicho es el siguiente:
El ejemplo no da toda la información sobre el contexto social, deja implícitas algunas
informaciones sobre el momento de la enunciación, el contexto y la situación comunicativa
que lo rodea; sin embargo, desde el punto de vista de la Gramática de la argumentación, es
un caso de regla general lexicalizada; es decir, enunciada y manifiesta (cuando hay
manifestación hay trancón) y de validación por la fuente o autoridad de la cual se acoge el
razonamiento (eso dice la gente) y se le da una calificación que indica aceptación de la
regla emitida por la fuente (y yo le creo). La segunda parte de la argumentación la compone
una reserva que indica una opinión diferente o contra opinión (porque no funcionan los
semáforos) a la emitida en un inicio; por último, la reserva es introducida por un conectivo
textual (sin embargo) que cumple la función de indicador de fuerza.
Este es el tipo de acercamiento gramatical a una argumentación según Lo Cascio. El
siguiente aspecto en el análisis está referido a la presencia de los indicadores de fuerza (IF).
Estos son, como ya se mencionó, exponentes lingüísticos que conectan enunciados e
indican su papel dentro del discurso. Los IF tienen función de conectivos textuales y entre
ellos se cuentan, desde las locuciones adverbiales (es probable, necesariamente), algunos
verbos performativos (afirmo que, supongo, considero que, me pregunto si), hasta la
entonación y la gestualidad utilizada en la comunicación .

La siguiente es la clasificación de los IF según su función:


1. Presentar el macro argumento: ahora me explico, el razonamiento es este, ahora se
demuestra por qué.
2. Introducir un argumento o un dato: son justificadores puesto que, porque, de hecho, en
efecto, dado que, ya que, ya que es cierto que, también porque, considerando que, partiendo
del hecho que, y la prueba es que, y eso es porque, luego; además el uso del gerundio.
3. Acompañar la opinión, tesis o conclusión: por consiguiente, así pues, por tanto, he aquí
que, se sigue que, por eso, por lo cual puede sostenerse que, por ello, si… entonces
4. Sugerir la regla general: a partir de, dado que, y eso porque.
5. Introducir la modalidad o el calificador: quizá, probablemente, es probable que,
necesariamente, poder + infinitivo, deber de + infinitivo.
6. Mencionar la fuente, la autoridad: como dice, según.
7. Aportar una reserva: a no ser que, salvo que, excepto que, si / si no… porque, aunque,
puede ser que.
8. Proporcionar un refuerzo para la justificación: sin contar con, si se tiene en cuenta el
hecho de que, observemos que, no obstante, a pesar de que, si bien, aunque.
9. Agregar una contra opinión: sin embargo, no obstante, a pesar de que.
Los contra-argumentos también se expresan con IF aunque de manera negativa: no pienso
que, no me parece que, no estoy de acuerdo con, no me convence la tesis de que; o pueden
reducirse a actos de habla interrogativos: ¿qué quiere decir?, explíquese, por qué afirma
que, etc. Este listado de IF no es exhaustivo, pueden darse combinaciones y restricciones
entre ellos al momento de aparecer en una argumentación.
Según este modelo, la argumentación ideal tendría estos objetivos-norma:

 Que el interlocutor sea capaz de reconocer que está ante una situación
argumentativa y que pueda reconocer los argumentos en favor y en contra de la
tesis a la que se refiere la argumentación
 El argumentante desarrolla su argumentación de forma correcta y el interlocutor
hace manifiesta su opinión sobre ella
 Los protagonistas de la disputa argumentativa actúan de buena fe y presentan
argumentos que ellos mismos consideran buenos y válidos, siendo calificada
como manipulación la infracción de esta norma
Como explican los lingüistas, un acto de habla implica realizar de forma simultánea tres
acciones:

 Un acto locutivo: emitir un enunciado con un significado interpretable, por


ejemplo: “Déjame tu libro azul”.
 Un acto ilocutivo: la intencionalidad con que se emite el enunciado. En el ejemplo
anterior, la intencionalidad es de pedir/ordenar. Esta “fuerza ilocutiva” también
puede ser, por ejemplo, bromear o rogar algo, afirmar un hecho o pedir que se
realice una acción… En definitiva, cualquiera que sea la intención del hablante en el
momento de emitir un enunciado.
 Un acto perlocutivo: es el efecto que el enunciado tiene sobre el oyente, cómo lo
interpreta y, por tanto, cómo se siente al entender ese enunciado. Al escuchar el
enunciado “Déjame tu libro azul” el receptor reacciona de una forma u otra según la
intencionalidad que perciba del emisor: puede ser una orden o una petición, la
intención puede ser intimidar o persuadir, etc.

Lo Cascio recurre a John Searle en su propuesta sobre los actos de habla y su tipología
(locucionario, ilocucionario y perlocucionario); por ello, define la argumentación como un
“macroacto de habla producido por un hablante para convencerse a sí mismo o a más
interlocutores de la validez de una tesis suya o de otro” (Lo Cascio, 1998). La importancia
de argumentar se halla en lograr ser entendido y obtener lo que se desea; es decir, en el
efecto de la argumentación más que en el uso correcto de la norma lingüística para producir
la enunciación. Se debe identificar el acto ilocucionario con la acción de argumentar,
mientras que el perlocucionario será el efecto de aceptación o rechazo, persuasión o
Textualidad y gramática argumentativa 31 convencimiento provocados en el interlocutor.
Es importante destacar, además, que el uso de locuciones adverbiales, formas lingüísticas
suprasegmentales3 y la gestualidad permiten reforzar el acto comunicativo y, por tanto,
aportan mayor fuerza ilocucionaria a la enunciación. Estas formas anexas a la
argumentación se conocen como indicadores de fuerza y, en gran medida, son responsables
del éxito de un discurso argumentativo.

OTRO
Tal como el autor comenta en la introducción del libro, “éste es el primer intento de definir una
gramática textual que analice la argumentación desde el punto de vista lingüístico, y
particularmente sintáctico” que puede usarse como un “punto de partida para la reflexión del
sistema gramatical textual de la argumentación”. El autor considera que dicha reflexión puede
darse en el ámbito de la lingüística teórica y de la enseñanza, sin embargo, cuando uno
considera a las redes sociales de Internet como un fenómeno puramente lingüístico de
alcance universal, puede plantearse abordar el estudio de dichos contenidos y comenzar el
esfuerzo por estructurar, si es que es posible, tal fenómeno lingüístico.

La primera parte del libro introduce al lector en esta nueva gramática y en conceptos básicos
como “estructura”, “pertinencia” o “valoración”, haciendo una primera aproximación “a vista de
pájaro” a la clasificación de los procesos argumentativos en función de varios criterios, como
el soporte de los argumentos (oral o escrito) o la intención de los interlocutores (demostrar,
persuadir, refutar o encontrar argumentos comunes)

Una segunda parte del libro nos hace reflexionar en una cuestión previa: cuál es el criterio
principal del acto de argumentar (ilocucionario), si la mera competencia gramatical con la cual
nos aseguramos de la corrección formal de nuestros argumentos, o un cierto acto
perlocucionario, es decir, ser comprendidos y provocar la acción deseada en el interlocutor.

El autor ahora profundiza en el mundo de los exponentes lingüísticos que permiten subrayar
los componentes argumentativos de nuestro discurso, tales como los “verbos performativos”
(del tipo “te ordeno que”) o los “indicadores de fuerza”, que definen la intención del argumento
y permiten, por ejemplo, que una pregunta se entienda como una orden o un imperativo como
una sugerencia.

Puestas estas bases, ahora se entra en el análisis del acto argumentativo enfocándolo en el
comportamiento de los protagonistas y la organización del texto argumentativo. Para ello se
desarrolla el modelo “pragmadialéctico ideal” de los holandeses F. van Eemeren y R.
Grootendorst, que definen las condiciones esenciales o de felicidad del acto argumentativo y
plantea una argumentación ideal estructurada según unas fases bien delimitadas y al final de
la cual los protagonistas no necesariamente acuerdan una conclusión.

Este modelo propone una estructura del acto argumentativo y de la argumentación, y una
tipología de dichos actos.

Según este modelo, la argumentación ideal tendría estos objetivos-norma:

 Que el interlocutor sea capaz de reconocer que está ante una situación
argumentativa y que pueda reconocer los argumentos en favor y en contra de la
tesis a la que se refiere la argumentación
 El argumentante desarrolla su argumentación de forma correcta y el interlocutor
hace manifiesta su opinión sobre ella
 Los protagonistas de la disputa argumentativa actúan de buena fe y presentan
argumentos que ellos mismos consideran buenos y válidos, siendo calificada como
manipulación la infracción de esta norma
Se consigue que el destinatario del argumento lo rechace o se adhiera a él Dichos objetivos
se alcanzan en un acto comunicativo que se desarrolla en cuatro fases:

 inicial, en la que se define el tema a tratar


 de apertura, en la que uno de los interlocutores asume el papel de proponente al
enunciar su tesis, y el otro asume la de oponente o antagonista
 una tercera fase de argumentos y contra argumentos
 una última fase en la que se resuelve la disputa
Además de estas estructuras, este modelo propone una tipología de los actos argumentativos,
que pueden ser simples/complejos en función del número de argumentos que sostienen una
opinión y objetivos/subjetivos en función de si los argumentos están basados en leyes
indiscutibles o están tomados del conjunto de valores y creencias personales del que los
aporta.

Ahora el libro da un giro y cambia la perspectiva, abandonando el “mundo exterior” de


interlocutores y macro acto argumentativo para introducirse en la estructura del argumento,
dando así un primer paso para lograr el objetivo de llegar a definir una gramática de la
argumentación.

Para ello se basa en la teoría de Stephen Toulmin que define la argumentación como una
serie de argumentos cuya forma contiene seis categorías o funciones argumentativas.

Los argumentos, a partir de los cuales se forma una opinión justificada mediante


una garantía o regla de tipo general que justifica el paso de los argumentos a la opinión.
Dicha garantía puede estar a su vez respaldada por una fuente que permite garantizar el uso
de la garantía como una regla general. Toulmin introduce también dos conceptos que nos
permiten matizar la opinión expuesta: un calificador del tipo “quizás”, “probablemente” que la
relativiza, y una reserva que expresa las condiciones en las que dicha opinión no sería válida.
El modelo de Toulmin sirve para analizar la estructura de un argumento más que para juzgarlo
desde el punto de vista de su validez.

Con este recorrido por el exterior de los argumentos (su aspecto pragmático) y su interior (la
estructura del argumento y la sintaxis con la que se encadenan, el autor aborda ahora la
elaboración de una gramática que incorpore ambos componentes, el pragmático y el
sintáctico-textual.

Se expone una “Regla de Formación Mínima” que define la unidad básica de una
argumentación en la fórmula ARG = A + RG + O, es decir, que una argumentación (ARG) es
el resultado de llegar desde unos datos o argumentos (A) hasta una conclusión (O) mediante
la aplicación de una regla general (RG).

Este esquema simple se puede complicar cuando nos damos cuenta de que puede haber
múltiples argumentos (A) en una argumentación (ARG), cada uno de ellos con su regla
general (RG) que justifica su aportación a la conclusión. Cada una de estas parejas A+RG se
pueden denominar justificación (JS), por lo que una argumentación puede redefinirse como
una serie de justificaciones para una determinada opinión.
Aún se complica más este esquema cuando percibimos que, como dice el autor, “todo
argumento puede considerarse, y en consecuencia reescribirse, como el resultado de una
argumentación subordinada”, por lo que el esquema lineal que acabamos de describir pasa a
ser uno en forma de árbol en el que cada argumento se convierte en una argumentación, y por
tanto, consistente en sub-argumentos apoyados por reglas generales.

Dicho árbol contiene ahora todas las categorías obligatorias, pero debe ser completado con
los indicadores de fuerza (IF), que indican el rol argumentativo de un enunciado, y
componentes opcionales de la argumentación como los calificadores modales (C) que
relativizan la conclusión, la fuente (F) de las reglas generales, y la reserva (R), que es una
oración coordinada a la argumentación principal que expresa las condiciones de exclusión de
la conclusión principal.

El autor aporta varios ejemplos de cómo se puede analizar un texto argumentativo usando
esta estructura, de los cuales, éste es muy ilustrativo:

La casa está completamente a oscuras (A) Dato o argumento


evidentemente no hay nadie (O) Conclusión
de hecho, cuando salen, apagan siempre la luz (RG) Regla General
me lo ha dicho Pablo (F) Fuente
¡Eso creo! (C) Calificador Modal
Sin embargo podría suceder (R) Reserva
R(que todo esté a oscuras) (A) Dato o argumento
R(porque no quieren que entren mosquitos con (O) Conclusión si es cierta la reserva
tanto calor) expuesta
Usando la estructura sintáctica de la lengua española como ejemplo de organización de una
lengua, se propone crear super estructuras de la argumentación semejantes a los sintagmas
de la lengua española, que agrupan a otras categorías más específicas como son la de
sustantivos, adjetivos y determinantes.

De igual forma, en una gramática de la argumentación se pueden crear categorías


argumentativas, de las que el bloque ARG definido anteriormente forme parte, junto con otros
elementos tales como la contra-opinión (COP), o la justificación (JS), llegando así a la
definición de una verdadera sintaxis de los procesos argumentativos

Por último, el autor se introduce en cuatro aspectos particulares del proceso argumentativo
que trata monográficamente en sendos capítulos

 los indicadores de fuerza y sus reglas de compatibilidad


 el proceso de valoración de un argumento para asegurarse de que el destinatario
esté en condiciones de aceptar o rechazar las tesis propuestas
 las infracciones de las reglas argumentativas, también denominadas falacias, o
manipulación argumentativa
 una reflexión sobre los lenguajes especiales, aquellos caracterizados por su
completa univocidad semántica, en contraste con el lenguaje común, que se presta
a diversas interpretaciones, deteniéndose en los lenguajes matemático,
económico, jurídico
Es de destacar que el libro sea traducción de un texto italiano y, sin embargo, contenga
ejemplos de textos españoles auténticos que reproducen los mismos problemas que los
contenidos en italiano en la edición original. Asimismo, el capítulo dedicado a los indicadores
de fuerza no es meramente una traducción del original italiano, sino que el traductor ha
acometido una reelaboración del mismo para indicar cómo la lengua española usa tales
indicadores, por lo que el libro puede ser usado como una verdadera guía para estructurar
argumentos usados en nuestra lengua.

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