Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Nació el proyecto como tal, la traza, ajena a la práctica constructiva, fruto de un trabajo
intelectual. El cambio se pudo dar porque también cambiaron los clientes, cultos y deseosos de
recuperar la antigüedad. Brunelleschi y los Medici, Bramante y Julio II, Palladio y la nobleza
véneta, Miguel Ángel y el papado... En España la profesión tiene muchas caras, desde la de un
Rodrigo Gil de Hontañón, que tuvo que moverse en el mundo de los maestros de obra, a la de
Juan de Herrera, el arquitecto científico y matemático, en quien depositó Felipe II su voluntad
de construcción de una imagen imperial mediante la arquitectura.
El estatus alcanzado por los arquitectos de corte lo vemos ya en la figura de JUAN GUAS (ca.
1430-1496), que trabajó para los Reyes Católicos y las grandes familias de la nobleza. En la
iglesia de los Santos Justo y Pastor de Toledo fundó su propia capilla funeraria, como estaban
haciendo los arquitectos italianos del Quattrocento, en la que se pintaron su retrato y el de su
familia, con una inscripción que recordaba que había sido el arquitecto de San Juan de los Reyes.
Años después DIEGO DE SAGREDO (ca. 1490-ca. 1527) incorporó la figura del arquitecto
integrado en el mundo de la corte, probablemente inspirado en el De Re aedificatoria de Alberti
(1486), aunque el origen está en Vitruvio. Las razones del éxito de las Medidas del Romano fue
que por primera vez Vitruvio y Alberti se hacían accesibles a los maestros de obra y canteros.
El arquitecto es un intelectual, que compartirá ese reconocimiento de tracista con los ingenieros
que proyectaban fortificaciones, viajando sin quedarse en las obras, y regresando a ellas para
controlar que todo se estaba haciendo conforme a sus trazas. Como actividad científica, el
dibujo era el instrumento fundamental: hacía plantas y secciones perfectamente claras y
comprensibles para clientes y maestros de obra. La matemática y la geometría eran la base de
su saber. Como la matemática era la base que permitía triunfar a los artífices, algunos
pintores trabajaron como arquitectos, como Machuca en España proyectando el
palacio de Carlos V, o Giulio Romano, proyectando el Palacio Te de Mantua.
El arquitecto se relaciona directamente con sus clientes, que también van a opinar
sobre las casas que encargan, los templos que financian como patronos o las obras
públicas que promocionan. En España el término arquitecto se consolida en la fábrica
del monasterio de El Escorial, en las figuras de Juan Bautista de Toledo y de Juan de
Herrera, diferenciados ya por completo de los maestros de obra. La formación del
arquitecto se basaba en la experiencia y en la ciencia. La codificación de la teoría Jacome de Trezzo, Medalla de
arquitectónica en los tratados impresos que circularon por todo el mundo globalizado, Juan de Herrera, 1578. Museo
llevó estas obras a todas las bibliotecas de arquitectos. Lázaro Galdiano, Madrid.
1
Sistemas de encargo y producción en las artes visuales del Renacimiento
La obra de arte es un constructo colectivo en el que además de los artistas, intervenían los
promotores y la audiencia que les otorgaba significados. El significado y la forma final de Los
embajadores de Hans Holbein el Joven, no puede entenderse sin conocer el pensamiento de
los dos retratados que encargaron la obra, y la audiencia que tenía como destino.
El análisis histórico de las obras de arte debe atender al conocimiento de las condiciones de
producción y de los intereses de aquellos que las encargaban y financiaban. Conviene
preguntarse qué esperaban de ellas, qué usos motivaban su adquisición y qué significado les
otorgaban. El florecimiento del mecenazgo es una de las novedades que la historiografía ha
atribuido tradicionalmente al Renacimiento. El arquetipo de los príncipes italianos (con los
Medici a la cabeza), los papas y los soberanos europeos ha servido para modelar una imagen
popular del fenómeno basada en el apoyo desprendido a las artes. La emulación del ejemplo
legitimador de la relación entre Alejandro y Apeles era uno de ellos.
Salvo las excepciones de los grandes artistas del Renacimiento, las inercias de las estructuras
medievales continuaron teniendo mucha fuerza sobre el grueso de los pintores y escultores que
trabajaron en Europa durante los siglos XV y XVI. La mayor parte de los artistas trabajaron dentro
de organizaciones gremiales, que tenían estructuras organizativas equiparables a las de
cualquier otro oficio artesanal. La defensa que la literatura artística coetánea tuvo que hacer de
la nobleza de los artistas y de su independencia, es síntoma de que ese estado no era admitido
por la mayoría del público del momento.
2
a) sistema doméstico: un potentado acoge y mantiene en su casa a un artista esperando que a
cambio realice aportaciones creativas;
c) sistema de mercado: el artista produce obras sin encargo previo, que intenta vender
directamente al público o mediante intermediarios.
El sistema de factura por encargo fue el más habitual. Podemos encontrarlo en la mayor parte
de las obras más relevantes del periodo, como la ornamentación de la Capilla Sixtina por Miguel
Ángel, así como en el grueso de los innumerables trabajos de mediana o mala calidad que se
realizaron por todas las ciudades y pueblos de Europa. El sistema doméstico, es el único que
puede denominarse «mecenazgo», fue el modelo menos frecuente.
El sistema de mercado fue poco relevante, y en la mayor parte de los casos se asoció a obras de
poca valía. Finalmente se ha lanzado el concepto de matronazgo, realizado por patronas
femeninas durante la Edad Moderna.
En su Vidas, Vasari señala a la arquitectura, la pintura y la escultura como hijas del Disegno,
pero la arquitectura era la más universal, necesaria y útil para los hombres, y las otras dos la
adornaban. Pero para Cellini, por ejemplo, la madre de todas las artes era la escultura, ya que
un buen escultor podía «ser un buen perspectivo y arquitecto, y mejor pintor». Sin embargo, el
mismo hecho de mancharse realizando su trabajo, hizo que a los escultores les resultara más
difícil conseguir que su arte fuera considerado liberal y no mecánico.
Giorgio Vasari (1511-1574) publicó en 1550 la primera edición de Las Vidas. Tuvo una segunda
edición en 1568, ampliada y con grabados de los retratos de los artistas. Para muchos
historiadores supone el punto de partida de la historia del arte, porque una historia sistemática
de las biografías de artistas no se había dado antes con esta ambición, pese a ser un género que
ya era cultivado.
Quiso Vasari salvar del olvido a los artistas y sus obras. Dividió la historia en tres edades, la
infancia acabaría en el siglo XIV con Giotto, la segunda edad se correspondería con la época de
Brunelleschi, Masaccio y Donatelllo, que representaban las tres artes y habían incorporado la
«regla, orden, medida, diseño y maniera», para lo cual fueron imprescindibles la imitación de la
naturaleza y el estudio de la antigüedad. La tercera edad, la de la madurez, iniciada con
Leonardo y Giorgione, para culminar con Miguel Ángel, es lo que se llama la terza maniera.
Para Vasari, Miguel Ángel superó a la naturaleza y a la antigüedad clásica «con las dotes de su
divinísimo ingenio».
3
Su idea del genio tiene que ver con una actividad intelectual, un trabajo
constante, un control de las pasiones, e incluso una cierta habilidad
«empresarial» para abordar muchos encargos con eficacia, con lo que él
mismo, triunfante artista de corte, se identificaría. Para Vasari, el artista
que vive como un gentilhombre, por ejemplo Rafael, era el modelo; pero
a todos superaba Miguel Ángel, ya que encarnaba a la perfección «la
primacía de las tres juntas». Hasta llegar a él, desde el siglo XIII se había
ido produciendo una progresión, desde que Cimabue descubrió el genio
innato de Giotto, hasta una obra como la bóveda de la Capilla Sixtina que
«ha bastado para alumbrar al mundo que durante siglos había estado en
tinieblas». Esa idea de la historia que implicaba que cada época artística
era mejor que la anterior tuvo una enorme influencia en tratadistas del
Barroco, como los españoles Pacheco o Palomino.
Pese a su afán de objetividad, Vasari reflejó sus propias fobias y filias. Los
criterios que utiliza para valorar la obra de sus biografiados son la
invención, el ingenio, la facilidad para la ejecución... y de manera relevante,
la posición social obtenida. Fundó en 1563 la Academia florentina del
Disegno, en la que estuvieron arquitectos, pintores o escultores, ya que
todos practicaban el disegno, y el genio de los artistas se plasmaba según
Vasari, en el dibujo y en sus esbozos previos. El diseño «es una visible
expresión y explicación del concepto que se tiene en el espíritu, y de lo
que alguien se ha imaginado en la mente y elaborado en la idea».
4
Estudios de caso
Por un lado, la red de establecimientos para el culto religioso se expandió con la construcción
de nuevas parroquias, capillas, ermitas y casas conventuales. Por otro, el número de pinturas y
esculturas dentro de cada edificio aumentó de forma considerable. Las imágenes se
encontraban repartidas por todo el templo. Su espacio principal estaba en el altar mayor, donde
5
solían componer retablos que enmarcaban la liturgia, con programas iconográficos alusivos a la
vida de Cristo y a las devociones particulares del lugar. Las capillas laterales multiplicaban esta
infraestructura con otros retablos que se acompañaban igualmente de altares y ornamentos. La
existencia habitual de patronatos sobre estos espacios, dotaba a los programas iconográficos
de una complejidad especialmente interesante. Los templos eran espacios públicos, pero la
privatización de los derechos de enterramiento confería a particulares o a grupos cierto control
sobre las capillas y los altares mayores. Esto se reflejaba en las imágenes religiosas. Además de
la aparición de donantes y de retratos en las tumbas, los temas devocionales recogían las
preferencias y los intereses de legitimación de los patronos.
Las necesidades de imagen pública de los príncipes italianos, se basaron en la arquitectura y las
artes visuales. El concepto se extendió a los organismos políticos que ejercían el poder de forma
colegiada. Igualmente los papas utilizaron estas herramientas, así como los grandes soberanos:
como Maximiliano de Austria, Carlos V, Felipe II, Francisco I o Rodolfo II. Finalmente, la idea se
reprodujo en distinta escala en las residencias de la élite. El humanismo, desde su insistencia en
el valor de la historia que contienen las imágenes, proporcionó el léxico y la gramática para
estos usos sociales y políticos de la pintura y la escultura.
Estas prácticas favorecieron también el intercambio de los objetos suntuarios y culturales como
parte de las formas habituales de socialización y ejercicio del poder. Los regalos de obras de arte
se hicieron frecuentes como medio para la obtención, la exhibición y el agradecimiento de
lealtades e influencias.
6
Los talleres florentinos del siglo XV
En los años centrales del siglo XV, el aumento de las contrataciones artísticas en Italia
motivó la colaboración entre distintos pintores y la formación de talleres por los que
pasaban aprendices respondiendo a las fluctuaciones de la demanda. Esta situación
acabó extendiéndose por toda Europa en el cambio al siglo XVI. Contribuyó a asentar
un modelo jerárquico entre maestros, oficiales y aprendices, en el que los primeros
tenían los resortes económicos y los contactos para optar a la realización de las
grandes obras. La colaboración en el entorno de los talleres impulsó a promover cierta
homogeneidad ecléctica y la estandarización de las obras en un contexto en el que
el aprendizaje se basaba en la imitación. Como regla general, las grandes figuras de
un perfil más definido consiguieron dirigir talleres o, mejor aún, autonomía respecto
de este modelo de producción.
Destaca el taller de ANDREA DEL VERROCCHIO (ca. 1435-1488) por haber sido
probablemente el gran crisol del estilo florentino de la segunda mitad del siglo XV. Se
había formado en el obrador de Alesso Baldovinetti (1425-1499), donde pudo
absorber referencias de los pintores que habían trabajado con su maestro, desde Fra
Angélico a Domenico Veneziano. En aquel mismo taller se cruzó con algunos de los pintores
más relevantes del momento, como Domenico Ghirlandaio.
7
DOMENICO GHIRLANDAIO (1449-1494). Trabajó con Baldovinetti y Verrocchio, y
participó en la campaña decorativa del siglo XV en la Sixtina. Su trayectoria
también revela el estilo sintético habitual en estos talleres, que sin realizar
grandes aportaciones, recoge de forma correcta la preponderancia en el dibujo,
la corrección de la perspectiva y los volúmenes, la elegancia de las figuras y una
cierta atención a los detalles pintorescos. Entre sus obras más conocidas está el
Retrato de Giovanna Tornabuon. Los frescos de la capilla de su familia política en
Santa Maria Novella de Florencia, en los que representó asuntos de las vidas de la
Virgen y San Juan Bautista, tienen una estructura bastante tradicional, donde la
construcción de los espacios sigue dominada por la arquitectura. Esto no
obstaculiza la sabia disposición de las figuras y su capacidad narrativa. Estos
frescos tenían una importante función propagandística para la familia, estaban
llenos de retratos de personajes reconocibles en mitad de las escenas religiosas. Ghirlandaio, Retrato de Giovanna
degli Albizzi Tornabuoni, 1489-
Entre los pintores más jóvenes que pasaron por el taller de Verrocchio estuvo 1590. Museo Thyssen-Bornemisza,
Madrid
PIETRO PERUGINO (1445-1523). También trabajó junto a Piero della Francesca
en Perugia, su ciudad natal, y fue igualmente uno de los pintores encargados de
los frescos de las paredes de la Capilla Sixtina. Fue maestro de Rafael, y en su última
época manejaba ya el sfumato de Leonardo, como puede apreciarse en su Virgen
con el niño y San Juan de Washington. Su trabajo representó una vía alternativa a
la estridencia del naturalismo y la tensión que demostraban algunas obras del
círculo de Verrocchio.
8
Viviendas urbanas en Francia
Propone distintos tamaños, desde casas de una sola planta, pequeñas, pensadas para un
burgués, hasta grandes casas para la nobleza, que solían organizarse siguiendo el modelo de
Serlio para el Grand Ferrare: con un edificio central, con dos pabellones a los lados, que se
cierran con un muro con galerías. Se crean así unas viviendas cerradas a la vida de la calle, pero
a la vez abiertas al gran patio exterior.
Philibert de l’Orme
En su obra se da la confluencia entre una preparación teórica que le hizo estudiar la antigüedad
(Aristóteles, Platón o Plinio), y el saber constructivo de un cantero. En Lyon, trabajó como
ingeniero de fortificación, y en 1545 fue nombrado por Francisco I inspector de fortificaciones
de las costas de Bretaña. Opinaba que tanto la teoría como la práctica debían ser dominadas
por el arquitecto.
9
Fue arquitecto de la corte de Enrique II (r. 1547 y 1559), y su influencia
en otros centros artísticos fue grande. A la muerte del rey escribió sus
dos tratados: las Nouvelles inventions pour bien batir et a petits fais,
1561, presenta sus invenciones de bóvedas y cubiertas, y el Premier
tome de l'Architecture en 1567, de mayor difusión, porque «traducía»
al francés los tratados que ya circulaban por Europa de Vitruvio,
Alberti, Serlio, pero también integraba el respeto por la tradición
arquitectónica francesa, lo que le llevaría a proponer el «orden francés»:
«las mandé hacer de cuatro o cinco piezas, con bellos ornamentos y
molduras que ocultaran sus juntas; de modo que a la vista parece que
sean íntegramente de una pieza». Eran especialmente útiles en Francia,
«donde no es fácil hallar grandes piedras que no tengan el riesgo de
quebrarse y de agrietarse, lo mismo que ocurre en otros muchos
lugares».
Dos de las obras que describe en su tratado son en el CASTILLO DE ANET, Philibert de l'Orme, Cúpula de la capilla
del castillo de Anet, 1549-1552.
construido desde 1547 para Diana de Poitiers, la amante del rey Enrique
II, y en Fontainebleau, donde continuó con las obras iniciadas en tiempo
de Francisco l. En la CÚPULA DE LA CAPILLA DEL CASTILLO DE ANET
(1549-1552) se plasma la maestría en el trabajo de la piedra
(estereotomía), con la que compone una cubierta a base de círculos, que
se refleja también en el suelo, con la que de l'Orme pretendió crear algo
nunca visto. Ese alarde de diseño y saber constructivo, lo reflejó también
en el pórtico de acceso al castillo de Anet, creado a base de bloques
rematados por balaustradas que se superponen hasta llegar al que
alberga el reloj, con unos perros que se mueven a los lados del venado
al dar las horas, ejemplo de la pasión por la ciencia y los ingenios en las Philibert de l'Orme, pórtico del castillo
Anet, iniciado en 1547.
cortes europeas. Asimismo debemos señalar su magistral uso de las
trompas como elemento sustentante en algunas de sus obras, o sus
escaleras de Anet y de Fontainebleau .
10
Rodrigo Gil de Hontañón
Rodrigo Gil de Hontañón (1500-1577), hijo de Juan Gil de Hontañón, fue uno de los arquitectos
que conjugó la nueva arquitectura con las tradiciones constructivas, constituye un excelente
ejemplo de cómo un arquitecto se adapta al cliente, utilizando un lenguaje arquitectónico u otro
en función de lo que se le demanda. Hizo la catedral de Segovia, el palacio de Monterrey en
Salamanca, o la fachada del colegio de San lldefonso en la universidad de Alcalá de Henares,
obras muy diferentes entre ellas.
Común a todas sus obras es el excelente trabajo de la piedra. Heredero de una larga tradición
de canteros expertos. Es interesante la importancia en España y Francia de la cantería, porque
es un tema que apenas se encuentra en los tratados fundacionales del Renacimiento en Italia,
(Vitruvio y Alberti). Muchas de las grandes obras del Renacimiento italiano se construyeron en
ladrillo, aunque luego se recubrieran de piedra o mármol.
Muchas de las ideas de Rodrigo Gil sobre arquitectura las conocemos porque las incorporó
Simón García, más de un siglo después, en su manuscrito Compendio de arquitectura y simetría
de los templos (entre 1681 y 1683).
11
Leone Leoni, el ascenso social de un escultor en la corte
La carrera de LEONE LEONI (ca. 1509-1590) es un buen ejemplo de las posibilidades de ascenso
social para un artista en el entorno de la corte. Procedía de una familia de talladores de piedra,
y en 1540 había sido condenado a galeras por un ataque a un joyero papal. Sin embargo, en
1549 fue recibido entre regalos en la corte imperial de Carlos V, entonces en Bruselas, y recibió
un título de nobleza y el regalo de una casa en Milán. El emperador le nombró su escultor
principal y le convirtió en hombre de corte.
Los hospitales
12
que generaba cuatro patios, y que podía
duplicarse según los casos, con lo que se
adaptaba perfectamente a las necesidades
asistenciales.
El hospital Real de Granada lo fundaron también los Reyes Católicos en 1504, y tanto este como
el de Santa Cruz de Toledo, iniciado el mismo año y financiado por el cardenal Mendoza y
destinado a acoger niños expósitos, se consideran obra también de Enrique Egas, teniendo
ambos planta en forma de cruz.
Incluye medallones con bustos de emperadores romanos. El linaje del emperador, desde sus
abuelos los Reyes Católicos, se representa en los tondos de la fachada, entre figuras de la
13
antigua Roma, de la guerra de Troya y de la historia de España. Las fechas de las inscripciones,
entre 1533 y 1541 enmarcan el triunfo imperial en Túnez de 1535.
Así pues, hemos visto hospitales fundados por los reyes, por cardenales, y ahora por una orden
de caballería que tenía como finalidad «asegurar el paso a los peregrinos que venían en romería
a Santiago de Galicia».
14