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Barroco y la edad de la razón: ridiculizar las tendencia del siglo XVII, sus espirales y
curvas no solo son ornamentales sino dan unidad a las construcciones.
En la Segunda mitad del siglo XVII e inicios del siglo XVIII
En la primera mitad del siglo XVII, el Barroco se desenvolvió totalmente y su estilo más
pulido se observó en la cúpula, las torres de los lados y la fachada de las iglesias, en donde
se emplearon la pompa y la ostentación de las piedras preciosas, el oro y el estuco para
evocar una visión de la gloria celestial de manera más concreta que en las iglesias
medievales.
La Iglesia católica descubrió el poder del arte para impresionar y esta concepción fue
aplicada también por reyes y príncipes de Europa del siglo XVII para ampliar su poderío e
incrementar su influjo en el espíritu de la gente. Un ejemplo de este tipo de decoración y
arquitectura es el Palacio de Versalles y por su puesto el Baldaquino de San Pedro, de
Bernini, el palacio del Príncipe Eugenio de Hildebrandt, el Monasterio Austriaco de Melk.
Posteriormente en el siglo XVIII Versalles, era condenado por absurdo y artificioso, pues
un jardín debía reflejar las bellezas naturales del entorno y fungir como elemento de
acompañamiento ideal para las construcciones.
Manierismo: última parte del renacimiento que va en contra de la belleza de la época
clásico.
Tintoretto: plasma los relatos de la biblia agregando pasión a sus obras, luego El Greco
admira este nuevo estilo y pinta La apertura del quinto sello del Apocalipsis.
Giorgio Bazari: descuidada ejecución, sus obras parecían inacabadas, trazos rudos que
sorprendían a la gente.
Los arquitectos constructores del siglo XVIII rechazaron las extravagancias del Barroco y
se alinearon a las reglas sobre el gusto de la arquitectura impuesta por el famoso
italiano Andrea Palladio, quien destacaba las rígidas reglas del estilo clásico, a diferencia
de los arquitectos de la Europa católica, de una forma lisa y sencilla.
En Inglaterra la norma del buen gusto era la norma de la razón de lord Burlington y de
Alexander Pope, quienes se oponían a los vuelos de fantasía de los diseños barrocos y al
arte cuya finalidad fuera producir una impresión abrumadora.
La Revolución francesa dio un impulso enorme por la historia y por la pintura de los
asuntos históricos. Copley —que pintaba cuadros históricos con tensión romántica—, había
buscado más ejemplos haciendo renacer “la grandeza de Roma” con un estilo neoclásico.
El líder de este nuevo estilo fue el francés Jacques-Louis David (1748-1825) —artista del
gobierno revolucionario— que consideraba que vivía en tiempos históricos y que los
acontecimientos vividos eran dignos de atención por parte de los pintores, como lo habían
sido los episodios de la historia griega y romana. Una de sus obras, destacada por su
perfección es "El Juramento de los Horacios”
Entre los artistas que desdeñaron los temas antiguos estuvo el gran pintor español Francisco
de Goya, quien había estudiado la tradición de la pintura española a través de Velázquez y
El Greco, con un estilo de cuadros de brillante colorido a favor de la grandiosidad clásica,
pero manteniéndose independiente de los convencionalismos del pasado.
Al igual que Rembrandt, produjo una cantidad importante de aguafuertes, la mayoría de
ellos mediante una técnica nueva denominada aguatinta —la cual permite grabar líneas y
modificar las manchas—, de temas desconocidos, como visiones fantásticas de brujas y
apariciones espantosas que estaban relacionadas con las acusaciones que él hacía contra los
poderes de la opresión que observó en su tiempo, así como de sus propias pesadillas. En
realidad era la ruptura con la tradición cuando los artistas se sintieron con la libertad de
poder plasmar sus visiones y temas.”La maja desnuda” y “Los Duques de Osuna y sus
hijos".
el del poeta y místico William Blake, un hombre profundamente religioso que vivió
encerrado en su propio mundo, menospreciando el arte oficial de las academias y
renunciando a aceptar sus normas. Algunos lo creyeron loco, pero otros contemporáneos
creyeron en su arte y lo liberaron de su miseria. Vivió modestamente gracias a los grabados
que hizo para ilustrar sus propios poemas y en algunas ocasiones por pedimentos de otros.
Es claro que Blake no se preocupó por la perfecta representación de las figuras, porque el
sentido de cada una venía de sus sueños y eso era tan avasallador para él, que corregirlas le
parecía superficial. Fue el primer artista, después del Renacimiento, que se reveló
conscientemente contra las normas establecidas por la tradición y fue una gran figura
del arte inglés de su época. Newton, El fantasma de una pulga y Nabuconodosor.