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Día a día, todos nos enfrentamos a una gran cantidad de situaciones en el trabajo y vida

personal, desde luego, sabemos que muchos de estos escenarios no siempre dependen de
nosotros, por ejemplo, el tráfico al que nos enfrentamos camino a la oficina debido a un
accidente en una vialidad. Existen cosas que no podemos controlar, pero lo que sí podemos
controlar es cómo reaccionamos ante estas circunstancias.
La actitud es la forma en la que actuamos ante una vivencia, un objeto o una persona. Es ese
juicio que evalúa favorable o desfavorablemente la situación y que refleja cómo nos sentimos
con respecto de algo. Vale la pena mencionar el Principio 90/10 de Stephen Covey, que, en
resumen, nos dice que la actitud lo es todo, pues en la vida es un 10% lo que te pasa y un
90% cómo reaccionas.
Para poder tener control y elegir qué actitud tomaremos ante todas esas situaciones a las que
nos vemos expuestos diariamente, tenemos que conocer primero de qué se componen
nuestras actitudes.

Las actitudes se determinan por 3 componentes:


1. Componente cognitivo: procesamos la información que recibimos y se genera la creencia
que tenemos acerca de cómo son las cosas.
2. Componente afectivo: es la emoción que nos genera la situación, objeto o persona y que
nos conduce a eventos de conducta.
3. Componente conductual: es la intención o acción de comportarse de cierta manera,
derivado de los componentes anteriores.
Así que si una persona en su espacio de trabajo, por ejemplo, tuviera la creencia (componente
cognitivo) de que tiene un supervisor injusto porque le dio un ascenso a otro compañero en
lugar de a él, eso podría generarle una emoción de desagrado (componente afectivo) hacia su
supervisor, lo que podría llevarlo a tomar la acción (componente conductual) de quejarse
sobre él con cualquiera que le escuche, dando como resultado una actitud negativa. Por lo
tanto, podemos comenzar a dimensionar la importancia, no sólo de la actitud en sí, sino de
sus componentes, pues estos serán la antesala de los comportamientos que observaremos y
que nos interesa se transformen en actitudes positivas.
Robbins y Judge (2017) mencionan que las actitudes nos dan información acerca de 4
aspectos que a toda empresa y expertos del área de Recursos Humanos nos debe interesar
conocer, evaluar y, sobre todo, generar, mantener e incrementar:

• Satisfacción laboral: sentimiento positivo del colaborador acerca de un puesto de trabajo y


la empresa.
• Compromiso organizacional: el grado en que el colaborador se identifica con la
organización y con sus metas.

• Apoyo organizacional percibido: grado en que los colaboradores creen que la organización
valora su contribución y se ocupa de su bienestar.

• Compromiso del colaborador: el involucramiento, satisfacción, entusiasmo y pasión con el


trabajo que se realiza.

Hay acciones que como empresa podemos tomar para generar actitudes positivas que se
traduzcan en satisfacción laboral. Una de estas acciones tiene que ver con las condiciones
laborales. Diversos estudios han arrojado que ofrecer capacitación, variedad, independencia,
retroalimentación, interacción social e interacción con el líder, son elementos que impactan
positivamente en la satisfacción de los colaboradores.
Otro factor que no depende directamente de la empresa, pero sí se puede desarrollar a través
de capacitaciones, coaching u otras acciones, está relacionada con la personalidad. Nos dice
que aquellas personas que por sí mismas demuestran actitudes y autoevaluaciones positivas,
es decir, quienes creen en su valía interna y su capacidad, están más satisfechos laboralmente
a diferencia de aquellos que no.

Un factor que impacta de manera directa y clara en la satisfacción es el del salario y


prestaciones, pues se verá disminuida cuando las personas no puedan alcanzar, al menos, un
nivel estándar de vida cómoda.
Por último, programas relacionados a la responsabilidad social nos indican que cuando
coincide con los valores personales, el colaborador se sentirá más satisfecho, identificado y
comprometido con la empresa. Aunque este último no es algo que aplique a todos los
colaboradores.
En conclusión, las actitudes ante las diversas situaciones las elige y controla cada persona.
Como empresa, podemos estimular la generación de las actitudes positivas que incrementen
la satisfacción laboral si tomamos acción por mejorar las condiciones y dinámica que se vive
al interior de los espacios de trabajo.

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