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Comentario

“Una revisión sobre el concepto de identidad del mexicano”

INTRODUCCIÓN.

El poder comprender o describir con precisión como somos los mexicanos es como dice el dicho
“mucha tela de donde cortar”. Somos un pueblo con un pasado ancestral, una cultura multiétnica
y diversa, un país rico en biodiversidad y con un peso del pasado histórica que sin duda define
lo que como nación incluso como personas podemos ser. Basta con la lectura del articulo y las
opiniones de grandes filósofos mexicanos como José Vasconcelos, Antonio Caso, Samuel
Romos y Leopoldo Zae el poder tener una “vistazo” de las complejidades de poder describir al
mexicano común o el mexicano promedio.

Sin embargo, a pesar de tan compleja tarea, existe la ironía de poder descubrirlo con tan solo
analizar el pensamiento colectivo del mexicano para llegar a tener un buen panorama de nuestra
identidad. Siendo complejos también en contraposición somos directos, simples, fáciles de
estudiar y también de predecir.

No somos un misterio para nosotros mismos, pero si podemos ser un enigma para muchos ojos
que no pueden comprender el por que de mucho de lo que sentimos y como nos percibimos a
nosotros mismos o entre nosotros mismos.

COMENTARIO.

Considero interesante y brillantes las percepciones y definiciones de los filósofos Vasconcelos y


Caso, complejas en cierto sentido, pero al final con conclusiones y contradicciones interesantes,
un tanto utópicas y también intrincadas para encontrarles la practicidad al momento de la
descripción del mexicano común como puedo ser yo mismo.

Citando a Antonio Caso me sentí identificado con la declaración de que “el destino del mexicano
es ser “profundamente humano”; es muy común ver esto impregnado en nuestra cultura, desde
lo individual, familiar hasta lo general. Vemos que desde pequeños somos educados con un alto
sentido del aprecio incluso amor al prójimo, muchos de nosotros crecimos en medio de ciudades
en las cuales siempre hubo y habrá el necesitado a quien darle “para un taco”, crecimos con la
impronta de “ofrecer un vasito de agua” por parte de nuestras madres o de expresar el famoso
“mande” y no decir “¿qué?” sin sufrir el castigo por nuestra irreverencia.

Somos y debemos ser siempre amables y no tan “directos” cuando se trata de temas sensibles
y sin importar que, esa amabilidad siempre debe honrar al “viejo” aun cuando esta honra pueda
llegar a costarnos un poco de nuestra dignidad.
Rasgos y expresiones que nos describen en como somos pero que al mismo tiempo construyen
un poco de la identidad con la que crecemos. En toda esta lectura, en momentos compleja, con
quien más me sentí identificado fue con el filosofo Samuel Ramos; tal vez sea por lo “actual” o
“joven” que podrían percibirse sus aproximaciones a la identidad, pero es muy marcada su
posición del estar y ver desde un “presente”.

El poder describir nuestra identidad desde el momento y circunstancias presentes pero que al
mismo tiempo no pueden ser una medida estricta y rectora ya que la circunstancia presente es
cambiante conforme el devenir del tiempo y las circunstancias fue el punto clave para
identificarme de forma personal y filosófica.

Su afirmación “Lo mejor, para no equivocarse, es considerar que no existe ningún modelo de lo
mexicano” (Ramos, 2002: 101) … Sin duda para mi es una realidad con la cual me identifico, en
lo personal he tenido el privilegio y la oportunidad por motivos de trabajo de recorrer casi toda la
republica mexicana (sin afán de presunción solo me hace falta conocer dos estados de la
republica) en lo cual he podido observar las diferentes culturas que como país tenemos, los
diferentes usos y costumbres desde las grandes ciudades hasta las pequeñas poblaciones
indígenas en las zonas altas de las Sierras Madre y si bien somos todos mexicanos, estamos
marcados por nuestros entornos y los medios tanto geográficos como sociales que nos rodean.

Es incluso dentro de las ciudades grandes que podemos encontrar acentos, costumbres,
palabras y calos que nos puedes llegar a “separar” entre nosotros, no en un mal sentido, pero si
en un sentido de identificación como miembros de la misma nación.

Ramos afirma que, “lo único original en los mexicanos es ser mexicanos; por ello la cultura reside
en un modo de ser hombre” … Con lo cual estoy bastante en acuerdo ya que es increíble como
en la diversidad de pensamientos y costumbres, la mejor manera de comprender como somos
es “viviéndolo en carne propia el ser mexicano” aun que esto no signifique que estamos siendo
la excepción entre nuestros pares.

Como mexicanos somos personas muy parecidas a cualquier latinoamericano: Apasionados,


orgullosos, luchones, amables y amigueros; sin embargo, la forma de expresar esas
características que podemos compartir con otras naciones latinoamericanas difieren en que
nuestro país entero nos dicta como debemos ser y aun dentro del mismo México, la expresión
de nuestra mexicanidad tiene matices diversos como el costeño que es atrevido y con su toque
de picardía “seductora” así como el norteño que es “lanzado” y directo con su actitud de “macho
conquistador” y si bien las intenciones son las mismas, las formas de expresar ese rasgo muy
mexicano se pinta en distintos grises, o verdes, o rojos.
CONCUSIÓN.

En esto caigo en conclusión como bien expresa la lectura “La identidad del mexicano puede ser
vista a partir de dos conceptos: el mexicano o lo mexicano” … Sea cual sea el acercamiento
filosófico con el que mas nos sintamos identificados; existe este dualismo del ideal de lo mexicano
y la realidad del mexicano. Y es ahí el punto de flexión en el cual debemos tomar balance,
podemos idealizar y generar los pensamientos necesarios para creer que podemos estereotipar
al mexicano; como paso en EEUU cuando vemos la imagen del mexicano con su sombrero
gigante, su chal sentado y haciendo siesta y creer que todos los mexicanos son flojos y hacen
siestas en medio del día y creer que ya conoces a los mexicanos; o ver el día a día de nuestra
identidad para no ignorar que esa imagen puede ser debido al hombre de campo que trabaja
desde las 4 am para sembrar la tierra hasta las 12 del día cumpliendo así sus 8 horas laborales;
como cualquier otro hombre moderno occidental de oficina; Y hasta creer que conocer México
es ir a Cancún y nunca pisar un pueblo mágico del bajío donde se forjaron los bases históricas,
culturales y políticas que nos dieron identidad como nación.

Así de complejo y simplista puede ser el poder llegar a conocernos o concluir que el conocernos
es un hecho activo que llega a aproximaciones mas ciertas al momento de comprender que el
mexicano es y se reinventa conforme va viviendo su identidad cada día.

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