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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES IZTACALA


PSICOLOGÍA A DISTANCIA

LA EDUCACIÓN EN EL CAMPO EDUCATIVO Y DEL


DESARROLLO HUMANO

LOS RETOS DE LA EDUCACIÓN EN MÉXICO

TUTOR: JOSÉ A. ORTIZ VELEZ

ALUMNO: SÁNCHEZ DE LA CRUZ JAVIER

UNIDAD 2

ACTIVIDAD 3
INTRODUCCIÓN

Globalización y educación son conceptos antagónicos. Con respecto al primero


concepto, consiste en implementar políticas económicas para el desarrollo de los
países amparado en la ley del libre mercado, con los criterios de producción,
rendimiento, eficiencia y rendimiento; el segundo, se enfoca en la formación y
desarrollo de habilidades en el estudiantado que permita construir un proyecto
personal de vida para que, posteriormente, se incorpore a la sociedad y contribuya
a la cultura a la que pertenece.
Ambos conceptos, como puede verse, tienen propósitos contrarios. Esto no
es un diagnóstico nada halagador, no sólo para quienes nos dedicamos a la
educación, sino para el futuro inmediato de nuestras escuelas en la sociedad
mexicana y para el alumnado que egresa de éstas Instituciones. Quizás no sea
una contribución meritoria el traer a colación en este apartado la mención hecha
líneas arriba, solo quiero hacer una reflexión sobre la posible relación entre estos
conceptos que, sin satanizar a priori a la globalización –que razones tenemos de
sobra-, permita vislumbrar una alternativa plausible para que ambos contribuyan
en una tarea en común colocando en el centro de sus propuestas el desarrollo de
la educación en México.
El texto lo dividimos en los siguientes apartados: en el primero, de manera
general, describimos que la globalización se caracteriza por ser un sistema
político-económico que regula los diversos órdenes –social, económico y
educativo- de las sociedades en una visión unitaria. Posteriormente, desarrollamos
la idea de “una educación sin norte”, refiriendo que el docente tiene una tarea que
cumplir para contrarrestar el empuje que las políticas globalizantes imponen al
sistema educativo en México. Cerramos este texto con unas palabras a manera de
conclusión que testimonien la pertinencia y urgencia de re-pensar la situación de
la educación en México en donde cada quien –docente, Institución educativa,
gobierno, padres de familia y alumnado- cumpla su tarea. Es fácil mira a un lado y
reprochar lo que cada parte percibe que el otro está haciendo mal. No todo el mal

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radica en la globalización en sí, sino en la manera en que enfrentamos –los
docentes, para mencionar un caso- la situación y hacemos nuestra parte para no
seguir cavando fondo en la crisis de la educación mexicana.

De acuerdo a Estefanía, J (2002) el diccionario de la Academia Española


incorporó la voz globalización con los siguientes términos: <<Tendencia de los
mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial
que sobrepasa las fronteras nacionales>> (p. 28). Evidentemente, esta definición,
que es sumamente reduccionista, resalta el carácter eminentemente económico
de esta ideología. En una primera lectura, perecería que este fenómeno es asunto
de especialistas que se limitan a realizar proyecciones y establecer políticas
económicas que inciden en el desarrollo de las sociedades en el mundo. El asunto
es más complicado. Continuando con Estefanía (2002), señala que el Fondo
Monetario Internacional (FMI), al respecto dice lo siguiente: <<La globalización es
la interdependencia económica creciente del conjunto de los países del mundo,
provocada por el aumento del volumen y la variedad de las transacciones
transfronterizas de bienes y servicios, así como de los flujos internacionales de
capitales, al tiempo que la difusión acelerada y generalizada de la tecnología” (p.
29). El tono en común de ambas definiciones es el aspecto económico, y no puede
ser de otra manera pues la globalización adquiere su sentido bajo la perspectiva
de la ganancia y la eficacia que propicia el libre mercado.
Como si los especialistas quisieran ponerse en resguardo, las definiciones
que ofrecen no dicen más que lo mínimo –parcial e incompleto- sobre la
globalización, pero no señalan los efectos y consecuencias que sus políticas
económicas acarrean a las sociedades en diversos ámbitos –culturales y
educativas. En un primer acercamiento, la globalización se refiere a la
implementación de criterios de orden económico que regulan el estilo de vida
social, política y económica, e instituye visiones del mundo ajeno a la idiosincrasia

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e intereses particulares de los países. Esta definición no es reduccionista como la
que ofrecen las partes oficialistas, sino incluyente que permite ver todas las aristas
que surgen de esta, en el sentido de que el destino –sin ser catastrofistas- de
muchas vidas humanas dependen de la políticas económicas que la globalización
impone a los países en todo el mundo.
Con lo anterior quiero señalar que la globalización como fenómeno e
ideología, no es un término exclusivamente económico, sino más amplio. Para
constatar lo anterior, mencionemos un caso que, aparentemente, es insignificante
y que la mayoría llevamos a cabo en nuestro día a día: consumimos
indiscriminadamente Coca-Cola o café de marca comercial, sin ton ni son,
perjudicando así el mercado nacional. Este es un ejemplo de cómo la
globalización erosiona los mercado nacionales en detrimento del desarrollo
económico de las pequeñas empresa. Pudiendo consumir productos nacionales
que reditúen en la creación de empleos y de un mercado local, preferimos lo
cómodo. La globalización no es un término exclusivamente económico, sino que
este nos afecta a todos en diversas áreas de nuestro día a día. Al permear en la
vida de las sociedades, su influencia es latente –aunque inconsciente, en
ocasiones- que se asume de manera natural.
La globalización es un fenómeno o proceso en donde las políticas
nacionales son desplazadas por las políticas internacionales. Políticas que no son
consultadas a los ciudadanos sino que son impuestas a los gobiernos locales y
aplicados sin discriminación a la ciudadanía quienes deben asumir los costos de la
irresponsabilidad de sus gobiernos. Los costos, aunque son propiamente
económicos, pues se reflejan con la estipulación de impuestos al por mayor,
empobreciendo a una población de por sí pobre o con recursos económicos
limitados, también afectan al ámbito político y educativo, para el caso que nos
interesa.
Este proceso o fenómeno se caracteriza por establecer proyectos de
gobierno nacionales bajo un solo modelo o paradigma, a saber: la disciplina
presupuestaria. Podemos estar de acuerdo en esa parte, pero que las reglas

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internacionales incidan en el establecimiento de programas de estudio en las
escuelas de México, por ejemplo, cambiando prioridades sociales y educativas de
los países, es algo que debe cuestionarse. Entre los aspectos que derivan de la
disciplina presupuestal, señalemos cuatro de ellos: a) que no se gaste más de lo
que se ingrese, b) cambio en la prioridad del gasto público (salud, educación,
etc.), c) reformas fiscales que obliguen a pagar a todos, d) liberación financiera,
etc.
Hay que insistir: la globalización nos afecta a todos. A manera de usos y
costumbres de nuestra política mexicana, nadie consulta si las estrategias de
desarrollo económicas y sociales a aplicarse convienen a la ciudadanía mexicana.
Es evidente que la globalización condiciona diversos aspectos de la cotidianidad
de los países, a continuación expondremos algunos datos, consecuencias directa
o no de la globalización, que expliquen la crisis por la que atraviesa el sistema
educativo en México. Por ejemplo, Rodríguez Alegría y Amparo Tello (2016)
señalan que, en comparación al promedio de los datos de la OCDE, en México el
porcentaje de la población con nivel de estudios es inferior a la educación media
superior, que se ubica entre los 25 y 65 años que está por encima del promedio de
la OCDE. Los analistas concluyen que en México no muchas personas estudian
bachillerato y el número de matrícula en educación superior es reducido.

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Aunque los datos son de 2014, en general la situación no es muy diferente
a la actualidad, con sus detalles. Podemos preguntarnos: ¿los datos anteriores
son consecuencia de las políticas económicas de la globalización? Una respuesta
inmediata sugeriría que los responsables de lo que pasa en las escuelas son los
docentes. Los profesores al no impartir clases atractivas propician que el índice de
ingreso al bachillerato y la matrícula en el nivel superior no aumente, se escucha
decir. Es verdad, parte responsable de la situación en la que se encuentra la
educación en México tiene que ver con lo que el docente hace o deja de hacer en
el salón de clases, pero el trasfondo del asunto radica en la imposición de políticas
educativas por las instancias económicas Internacionales. Para muestra un botón:
la Huelga de la UNAM en 1999-2000, amparado bajo el grito ¡Cuotas
No¡ confrontó la intención –mala, por cierto- de las autoridades de la UNAM
presionada por el gobierno mexicano por reducir horas en asignaturas, cambios en
los programas e incremento de cuotas, atendiendo a los mandatos del FMI o
Banco Mundial.
La perspectiva que Ojeda, M. M (s/f) expone con respecto a la educación en
México en el siglo XXI está lejos de ser posible en un corto plazo. Comparto su
opinión que refiere que para que el docente contribuya a la mejora del sistema

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educativo, habrá que generar <<una nueva cultura en el magisterio>>. En ese
rubro incluye a los docentes que debe profesionalizarse en su área de
especialización, pero también en la adquisición y manejo de técnicas y estrategias
didácticas. Señala, además, que los administradores del sistema educativo –los
docentes, en particular-, deben confrontar el modo tradicional de enseñar. Algo
difícil de lograr a corto plazo porque implica cambiar prácticas que los docentes –
sobre todo los mayores de edad- han asimilado de manera natural y porque es
más sencillo controlar a un alumnado con la clásica clase magistral y/o de
memorización.

II

Con “Una Educación sin norte” quiero hacer eco de un rumor que se cuela
por los recovecos más inverosímiles de la sociedad actual – en la escuela, el
entorno laboral, el medio familiar, el ideario popular, en las buenas consciencias,
etc.- al grado que dicha declaración genera escalofrío: la educación carece de
brújula. Lejos de hacer de esta frase una expresión de sensacionalismo, lo cierto
es que esta permea la idiosincrasia de la sociedad entera al grado de que se grita
a los cuatro los vientos que la educación ha perdido credibilidad. Qué hacer al
respecto: ¿inculpar al primero que se cruza en nuestro camino o replantear la
posibilidad que lo que está fallando son nuestras prácticas didácticas? Culpar es
fácil. Exhumar el cadáver para declarar un culpable de un crimen en el cual todos
hemos contribuido, no es tarea sencilla.
Cada quien debe asumir la responsabilidad que le corresponde en este
estado de cosas. Sin darnos cuenta, quizás, hemos aventado tierra al pozo o
hecho caso omiso de aquello que cada vez hunde a fondo al sistema escolar.
Freud, considerado el padre del psicoanálisis, declaró que ser padre es una tarea,

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no difícil, sino imposible. Cuentan que cuando María Bonaparte le preguntó cómo
debía hacer para educar a sus hijos, Freud le respondió: como usted quiera; haga
lo que haga lo hará mal. Esta declaración, con las reservas del caso, bien puede
ser aplicado a la educación. Quienes nos dedicamos a la docencia hemos
experimentado una sensación de impotencia y/o frustración cuando percibimos
que nuestros alumnos no desarrollan los aprendizajes que esperábamos lograran.
Y las preguntas surgen al por mayor: ¿qué estoy haciendo mal? ¿Son ellos o soy
yo el que está haciendo las cosas mal? ¿sigo como voy o me regreso? ¿Antes los
alumnos sí aprendían y estaban motivados para el estudio? …
Un factor, sin duda, determinante en la catástrofe en la que se encuentra la
educación, es la práctica didáctica que pregona el rigor – “la letra con sangre
entra”- que privilegia el adoctrinamiento a través de la memorización y saturación
de información en los salones de clase. Una educación que promueve el
individualismo y la competencia –que no es mala en sí- pero que no se percata de
las ventajas que acarrearía si se planearan actividades a partir de situaciones
cercanas a las experiencias reales de los alumnos a través de ambientes de
aprendizajes, siempre mediados por la creatividad e intuición del docente.
El escritor Rafael Sánchez Ferlosio declaró que la educación tiene un
carácter <<predominantemente gregario: el grupo es el que educa, a través de la
necesidad de “formar parte” que arrastra con una fuerza irresistible a la imitación y
a la comparación>> (cit. Camps, V, 2008) Estas palabras que encierran una
verdad de perogrullo distan mucho de ser evidentes. Ni la escuela ni algunos
docentes están concibiendo la educación bajo la perspectiva en donde los
alumnos aprenda entre pares, en un trabajo en conjunto –prueba de ellos es la
insistencia en evaluar a través de lo que denominan examen objetivos-
privilegiando al trabajo atomizado y aislado.
A eso nos referimos con una educación sin norte, en el sentido de que se
ha perdido la orientación –si es que alguna vez existió- en la promoción de
aprendizajes relevantes y significativos para los alumnos. Esto tiene que ver con
no incluir, en las planeaciones didácticas, ambientes de aprendizajes que

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potencialicen el desarrollo escolar del alumno, y, por el contrario, privilegiar el
trabajo individual. Algunos docentes dirán que sí lo hacen. En apariencia. Se
especifica trabajo en equipos, pero eso no basta. Un ambiente de aprendizaje
tiene una especificidad propia que hace falta entender en qué consiste. Con
respecto a los ambientes de aprendizaje, en Colombia aprende (s/f) leemos lo
siguiente:

Un ambiente de aprendizaje es un espacio en el que los estudiantes


interactúan, bajo condiciones y circunstancias físicas, humanas, sociales y
culturales propicias, para generar experiencias de aprendizaje significativo
y con sentido. Dichas experiencias son el resultado de actividades y
dinámicas propuestas, acompañadas y orientadas por un docente.

La noción de ambiente de aprendizaje es aparentemente reciente en el


ámbito escolar. La definición arriba mencionada precisa la planeación de
actividades dinámicas que nada tiene que ver con la saturación de contenidos,
actividades sin ton ni son, exámenes objetivos y demás, que en el fondo no
reditúan en aprovechamiento académico, sino en propiciar experiencias de
aprendizajes que recurran a dinámicas lúdicas y creativas. La misma cita resalta el
acompañamiento del docente como fundamental para la promoción de
aprendizajes significativos para los estudiantes.
Consecuencia de una educación sin norte, entonces, sería la no inclusión
en las planeaciones didácticas y en el trabajo escolar de la creación de ambientes
de aprendizajes. Esto no es capricho. Es una realidad que se impone y en esta
tarea el papel del docente es fundamental. Qué debe hacer el docente: ¿continuar
con las prácticas anteriores privilegiando el trabajo individual y saturando de
contenidos o bien, crear ambientes de aprendizajes en donde el docente
promueva el aprovechamiento escolar con recursos lúdicos y creativos?
Los ambientes de aprendizaje traen como resultado el desarrollo de la
creatividad y la participación en problemáticas que se pueden encontrar en el

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entorno donde se desenvuelven los alumnos. Se considera que un ambiente de
aprendizaje adecuado se logra cuando todos en el salón de clases están a gusto:
maestro y alumnos. Los ambientes de aprendizaje demandan un trabajo que no se
reduzca a ser un elemento más en el currículo y que la ejecución sea
responsabilidad exclusiva del docente. En esta tarea, la Institución escolar debe
estar comprometida con el trabajo que el docente lleva el día a día: la promoción
de aprendizajes significativos en los alumnos, en donde lo cuantitativo sea
secundario a la práctica educativa.

CONCLUSIONES

Comenzamos este texto indicando que globalización y educación se excluyen


mutuamente. La lógica de la Globalización es la de la ganancia, la
homogenización en detrimento de los intereses y de la idiosincrasia de los países.
La educación se guía por la promoción y desarrollo de aprendizajes del alumnado
de manera integral para que construya su proyecto de vida y se incorpore a la
sociedad a la que pertenece. Mientras la primera busca homogenizar proyectos de
vida bajo una panorama de incertidumbre al depender de la variación de los
mercado financieros mundiales, la segunda, considera la individualidad del
alumnado y apuesta por la formación y humanización de este
Con la disparidad de propósitos de cada una, no es factible encontrar un
ámbito en común. Seamos realistas. No se pide que la globalización afloje sus
restricciones y políticas que beneficie en su totalidad el desarrollo social, político y
educativo de la sociedad mexicana. Evidentemente eso no depende de uno y no
es cuestión de fe. Para contrarrestar los daños que la globalización provoca a la
educación mexicana no hay más que una opción: el trabajo en el salón de clases.

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Trabajo crítico y creativo, a partir de una continua actualización disciplinar y
didáctica que permita al docente adquirir herramientas para que promocione en el
alumnado una visión diferente y no sea engatusado con las promesas de bienestar
y desarrollo que promete la globalización. Lo sabemos de antemano: la
globalización es la promesa de un oasis para unos cuantos. La educación es un
quehacer en conjunto en donde todos tienen cabida.

FUENTES

Badillo, J. (2007, enero-junio).Los retos de México en el futuro de la educación.


CPU-e, Revista de Investigación Educativa, 4. Recuperado el [fecha de consulta],
de http://www.uv.mx/cpue/num4/resena/badillo_retos_educacion.htm

Camps, V. (2008) Creer en la Educación, España: quinteto

Colombia aprende. La red del conocimiento. (s.f.) “Ambientes de Aprendizaje –


desarrollo de competencias matemáticas”. Recuperado de
http://www.colombiaaprende.edu.co/html/ productos/1685/w3-article-288989.html

Estefanía, J. (2002). Hija, ¿qué es la globalización?. España: Punto de Lectura

Rodríguez, A y Amparo, D. (2016). Los retos actuales de la educación en México


ante la globalización. 21° Encuentro Nacional sobre Desarrollo Regional en

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México. Mérida, Yucatán del 15 al 18 de noviembre de 2016. AMECIDER – ITM.
Recuperado de: https://ru.iiec.unam.mx/3216/1/231-Rodriguez-Amparo.pdf

Ojeda, M. M. (s/f). Los retos de la Educación en el siglo XXI. Consultado en;


https://www.uv.mx/personal/mojeda/files/2012/04/LosRetosdelaEducacion-
2001.pdf

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