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UNIDAD 2
ACTIVIDAD 3
INTRODUCCIÓN
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radica en la globalización en sí, sino en la manera en que enfrentamos –los
docentes, para mencionar un caso- la situación y hacemos nuestra parte para no
seguir cavando fondo en la crisis de la educación mexicana.
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e intereses particulares de los países. Esta definición no es reduccionista como la
que ofrecen las partes oficialistas, sino incluyente que permite ver todas las aristas
que surgen de esta, en el sentido de que el destino –sin ser catastrofistas- de
muchas vidas humanas dependen de la políticas económicas que la globalización
impone a los países en todo el mundo.
Con lo anterior quiero señalar que la globalización como fenómeno e
ideología, no es un término exclusivamente económico, sino más amplio. Para
constatar lo anterior, mencionemos un caso que, aparentemente, es insignificante
y que la mayoría llevamos a cabo en nuestro día a día: consumimos
indiscriminadamente Coca-Cola o café de marca comercial, sin ton ni son,
perjudicando así el mercado nacional. Este es un ejemplo de cómo la
globalización erosiona los mercado nacionales en detrimento del desarrollo
económico de las pequeñas empresa. Pudiendo consumir productos nacionales
que reditúen en la creación de empleos y de un mercado local, preferimos lo
cómodo. La globalización no es un término exclusivamente económico, sino que
este nos afecta a todos en diversas áreas de nuestro día a día. Al permear en la
vida de las sociedades, su influencia es latente –aunque inconsciente, en
ocasiones- que se asume de manera natural.
La globalización es un fenómeno o proceso en donde las políticas
nacionales son desplazadas por las políticas internacionales. Políticas que no son
consultadas a los ciudadanos sino que son impuestas a los gobiernos locales y
aplicados sin discriminación a la ciudadanía quienes deben asumir los costos de la
irresponsabilidad de sus gobiernos. Los costos, aunque son propiamente
económicos, pues se reflejan con la estipulación de impuestos al por mayor,
empobreciendo a una población de por sí pobre o con recursos económicos
limitados, también afectan al ámbito político y educativo, para el caso que nos
interesa.
Este proceso o fenómeno se caracteriza por establecer proyectos de
gobierno nacionales bajo un solo modelo o paradigma, a saber: la disciplina
presupuestaria. Podemos estar de acuerdo en esa parte, pero que las reglas
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internacionales incidan en el establecimiento de programas de estudio en las
escuelas de México, por ejemplo, cambiando prioridades sociales y educativas de
los países, es algo que debe cuestionarse. Entre los aspectos que derivan de la
disciplina presupuestal, señalemos cuatro de ellos: a) que no se gaste más de lo
que se ingrese, b) cambio en la prioridad del gasto público (salud, educación,
etc.), c) reformas fiscales que obliguen a pagar a todos, d) liberación financiera,
etc.
Hay que insistir: la globalización nos afecta a todos. A manera de usos y
costumbres de nuestra política mexicana, nadie consulta si las estrategias de
desarrollo económicas y sociales a aplicarse convienen a la ciudadanía mexicana.
Es evidente que la globalización condiciona diversos aspectos de la cotidianidad
de los países, a continuación expondremos algunos datos, consecuencias directa
o no de la globalización, que expliquen la crisis por la que atraviesa el sistema
educativo en México. Por ejemplo, Rodríguez Alegría y Amparo Tello (2016)
señalan que, en comparación al promedio de los datos de la OCDE, en México el
porcentaje de la población con nivel de estudios es inferior a la educación media
superior, que se ubica entre los 25 y 65 años que está por encima del promedio de
la OCDE. Los analistas concluyen que en México no muchas personas estudian
bachillerato y el número de matrícula en educación superior es reducido.
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Aunque los datos son de 2014, en general la situación no es muy diferente
a la actualidad, con sus detalles. Podemos preguntarnos: ¿los datos anteriores
son consecuencia de las políticas económicas de la globalización? Una respuesta
inmediata sugeriría que los responsables de lo que pasa en las escuelas son los
docentes. Los profesores al no impartir clases atractivas propician que el índice de
ingreso al bachillerato y la matrícula en el nivel superior no aumente, se escucha
decir. Es verdad, parte responsable de la situación en la que se encuentra la
educación en México tiene que ver con lo que el docente hace o deja de hacer en
el salón de clases, pero el trasfondo del asunto radica en la imposición de políticas
educativas por las instancias económicas Internacionales. Para muestra un botón:
la Huelga de la UNAM en 1999-2000, amparado bajo el grito ¡Cuotas
No¡ confrontó la intención –mala, por cierto- de las autoridades de la UNAM
presionada por el gobierno mexicano por reducir horas en asignaturas, cambios en
los programas e incremento de cuotas, atendiendo a los mandatos del FMI o
Banco Mundial.
La perspectiva que Ojeda, M. M (s/f) expone con respecto a la educación en
México en el siglo XXI está lejos de ser posible en un corto plazo. Comparto su
opinión que refiere que para que el docente contribuya a la mejora del sistema
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educativo, habrá que generar <<una nueva cultura en el magisterio>>. En ese
rubro incluye a los docentes que debe profesionalizarse en su área de
especialización, pero también en la adquisición y manejo de técnicas y estrategias
didácticas. Señala, además, que los administradores del sistema educativo –los
docentes, en particular-, deben confrontar el modo tradicional de enseñar. Algo
difícil de lograr a corto plazo porque implica cambiar prácticas que los docentes –
sobre todo los mayores de edad- han asimilado de manera natural y porque es
más sencillo controlar a un alumnado con la clásica clase magistral y/o de
memorización.
II
Con “Una Educación sin norte” quiero hacer eco de un rumor que se cuela
por los recovecos más inverosímiles de la sociedad actual – en la escuela, el
entorno laboral, el medio familiar, el ideario popular, en las buenas consciencias,
etc.- al grado que dicha declaración genera escalofrío: la educación carece de
brújula. Lejos de hacer de esta frase una expresión de sensacionalismo, lo cierto
es que esta permea la idiosincrasia de la sociedad entera al grado de que se grita
a los cuatro los vientos que la educación ha perdido credibilidad. Qué hacer al
respecto: ¿inculpar al primero que se cruza en nuestro camino o replantear la
posibilidad que lo que está fallando son nuestras prácticas didácticas? Culpar es
fácil. Exhumar el cadáver para declarar un culpable de un crimen en el cual todos
hemos contribuido, no es tarea sencilla.
Cada quien debe asumir la responsabilidad que le corresponde en este
estado de cosas. Sin darnos cuenta, quizás, hemos aventado tierra al pozo o
hecho caso omiso de aquello que cada vez hunde a fondo al sistema escolar.
Freud, considerado el padre del psicoanálisis, declaró que ser padre es una tarea,
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no difícil, sino imposible. Cuentan que cuando María Bonaparte le preguntó cómo
debía hacer para educar a sus hijos, Freud le respondió: como usted quiera; haga
lo que haga lo hará mal. Esta declaración, con las reservas del caso, bien puede
ser aplicado a la educación. Quienes nos dedicamos a la docencia hemos
experimentado una sensación de impotencia y/o frustración cuando percibimos
que nuestros alumnos no desarrollan los aprendizajes que esperábamos lograran.
Y las preguntas surgen al por mayor: ¿qué estoy haciendo mal? ¿Son ellos o soy
yo el que está haciendo las cosas mal? ¿sigo como voy o me regreso? ¿Antes los
alumnos sí aprendían y estaban motivados para el estudio? …
Un factor, sin duda, determinante en la catástrofe en la que se encuentra la
educación, es la práctica didáctica que pregona el rigor – “la letra con sangre
entra”- que privilegia el adoctrinamiento a través de la memorización y saturación
de información en los salones de clase. Una educación que promueve el
individualismo y la competencia –que no es mala en sí- pero que no se percata de
las ventajas que acarrearía si se planearan actividades a partir de situaciones
cercanas a las experiencias reales de los alumnos a través de ambientes de
aprendizajes, siempre mediados por la creatividad e intuición del docente.
El escritor Rafael Sánchez Ferlosio declaró que la educación tiene un
carácter <<predominantemente gregario: el grupo es el que educa, a través de la
necesidad de “formar parte” que arrastra con una fuerza irresistible a la imitación y
a la comparación>> (cit. Camps, V, 2008) Estas palabras que encierran una
verdad de perogrullo distan mucho de ser evidentes. Ni la escuela ni algunos
docentes están concibiendo la educación bajo la perspectiva en donde los
alumnos aprenda entre pares, en un trabajo en conjunto –prueba de ellos es la
insistencia en evaluar a través de lo que denominan examen objetivos-
privilegiando al trabajo atomizado y aislado.
A eso nos referimos con una educación sin norte, en el sentido de que se
ha perdido la orientación –si es que alguna vez existió- en la promoción de
aprendizajes relevantes y significativos para los alumnos. Esto tiene que ver con
no incluir, en las planeaciones didácticas, ambientes de aprendizajes que
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potencialicen el desarrollo escolar del alumno, y, por el contrario, privilegiar el
trabajo individual. Algunos docentes dirán que sí lo hacen. En apariencia. Se
especifica trabajo en equipos, pero eso no basta. Un ambiente de aprendizaje
tiene una especificidad propia que hace falta entender en qué consiste. Con
respecto a los ambientes de aprendizaje, en Colombia aprende (s/f) leemos lo
siguiente:
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entorno donde se desenvuelven los alumnos. Se considera que un ambiente de
aprendizaje adecuado se logra cuando todos en el salón de clases están a gusto:
maestro y alumnos. Los ambientes de aprendizaje demandan un trabajo que no se
reduzca a ser un elemento más en el currículo y que la ejecución sea
responsabilidad exclusiva del docente. En esta tarea, la Institución escolar debe
estar comprometida con el trabajo que el docente lleva el día a día: la promoción
de aprendizajes significativos en los alumnos, en donde lo cuantitativo sea
secundario a la práctica educativa.
CONCLUSIONES
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Trabajo crítico y creativo, a partir de una continua actualización disciplinar y
didáctica que permita al docente adquirir herramientas para que promocione en el
alumnado una visión diferente y no sea engatusado con las promesas de bienestar
y desarrollo que promete la globalización. Lo sabemos de antemano: la
globalización es la promesa de un oasis para unos cuantos. La educación es un
quehacer en conjunto en donde todos tienen cabida.
FUENTES
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México. Mérida, Yucatán del 15 al 18 de noviembre de 2016. AMECIDER – ITM.
Recuperado de: https://ru.iiec.unam.mx/3216/1/231-Rodriguez-Amparo.pdf
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