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Asignatura: Filosofía I
Estudiantes:
- De Grandis María Luz
- Jara Ariela
- Mendoza Ayelén
SÍNTESIS CAPÍTULO IV
Descartes inició el camino de la duda conmovido por las crisis del universo aristotélico - tomista
y de la Iglesia que evidenciaba el deterioro de las áreas intelectuales y que el poder eclesiástico
se estaba derrumbando por lo que era imposible modificarlo. Las luchas entre dicho poder y la
nobleza estaban en pleno auge, además de la gran efervescencia intelectual y una conciencia
clara de que era preciso ser cauto aunque paralelamente el “index” de los libros prohibidos iba
en crecimiento junto con la imprenta que se expandía cada vez más.
Es un tiempo de cambios de política, religión, concepción del mundo, estatus del saber,
relaciones sociales, gusto estético, arquitectura, hábitat e incluso modales en la mesa. Todos
estos cambios configuraron una nueva mentalidad: la civilidad. Antes, en la sociedad medieval,
el conocimiento no era un valor apreciado, como otros que sí lo eran como el honor y el coraje.
El desarrollo de ciudades y el comercio hicieron que el saber pase poco a poco a ser una
propiedad distribuida democráticamente, según Descartes.
El campo social en que Descartes había sembrado sus ideas estaba preparado para recibirlas, él
solo les dio forma “clara y distinta”. Frente a la sociedad en plena transformación, debido a la
caída de los saberes que hasta hace poco tiempo se habían considerado eternos, Descartes
emprende la búsqueda de una verdad incontrovertible, garantizada y única.
Él consideraba que la pluralidad de opiniones era sinónimo de una crisis del pensamiento
debido a la falta de fuerza y claridad del saber de su propio tiempo. Existen dificultades de las
instituciones tradicionales de esa época, sobre todo en la iglesia por lo que se preguntaba
quién sería capaz de garantizar el conocimiento y propone que la fuente de la legitimidad del
saber fuera el método.
INSTITUTO TEOLÓGICO DE CÓRDOBA - PROFESORADO EN CIENCIAS SAGRADAS
El “Discurso del Método” comienza con la declaración de que el buen sentido es la cosa mejor
repartida del mundo. Afirma que la razón no tiene dueño, nos pertenece a todos por igual y es
que lo que nos hace hombres y nos diferencia de los animales. Esta democratización de la
razón iguala a todos. El proyecto de Descartes cambia de raíz toda la forma de concebir al
mundo y a nosotros en él. Hay una nueva imagen del mundo, de producir y de juzgar el
conocimiento por lo que busca desplazar a los sabios de la iglesia como legitimadores del saber
y buscar una sola verdad pero no la impuesta por la tradición.
Los pensadores medievales no concebían la razón de la misma forma que Descartes y sus
seguidores sino que legitimaban el pensamiento racional por sus instituciones y ligado a sus
prácticas, a su historia, a su sistema de validación y de percepción del mundo.
Arenas movedizas.
El temor a equivocarse lleva a Descartes a la duda metódica, en la cual duda con el objetivo
claro de buscar certeza y un fundamento firme sobre el cual construir un nuevo saber. Este
camino de duda sitúa su existencia como sujeto de pensamiento, una sustancia pensante, una
razón desencarnada y a-histórica.
Una vez que llegó a la afirmación “pienso, luego existo”, Descartes no se interesó más por
explorar la naturaleza de ese pesar ni de su sujeto sino que se dedicó a restituir la realidad al
mundo con bases más firmes. La duda fue un camino que recorrió metódicamente con el
deseo de arribar a la certeza aunque a veces pensara que estaba siendo engañado por un ser
superior respecto a lo que pensaba. Su existencia como sujeto pensante era una certeza
inconmovible por lo que su principal preocupación fue conseguir una certidumbre semejante
respecto al conocimiento del mundo.
Un mundo desencantado.
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Para darse certeza de que no era engañado, Descartes decía que si Dios había creado un ser
inteligente no podía ser del todo engañado por lo tanto había cosas que debían ser verdaderas
y debía ver cuáles eran. Los objetos matemáticos eran claramente algo verdadero ya que
tenían una idea “clara y precisa” de ellos, naciendo así el mundo cartesiano de las entidades o
idealizaciones matemáticas. Se toman en cuenta las cualidades mensurables de los objetos,
eliminando así la subjetividad del sujeto y objeto que fue reemplazada por una representación
abstracta.
El teatro de la mente.
La representación "objetiva".
La noción de sujeto es certeza e incertidumbre. Para Descartes no se trata solo de conocer sino
de fundamentar y garantizar el saber para lograr una “representación” verdadera del mundo.
La preocupación principal pasa a ser la representación externa de la realidad y la imagen que
nos hacemos de ella.
Empiristas vs racionalistas.
Pensamiento y política.
La tábula rasa.
Locke, uno de los primeros empiristas, sostiene en su libro que todo conocimiento proviene de
la experiencia sin embargo no toda experiencia tiene el mismo valor sino que privilegia un
modo específico en relación con el mundo.
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Locke distingue dos cualidades en las cosas: las primarias que responden a los cuerpos mismos,
es decir existen en ellos mismo y las secundarias que responden a nuestra percepción, es decir
en el sujeto, de modo que censura la experiencia sensible para gestionar una cuestionable (y
cuestionada) entre las propiedades de los objetos.
Berkeley, sin embargo, no adopta esta postura que le parece absurda, ya que para él solo
podemos comparar una experiencia con otra experiencia pero nunca una experiencia con un
modo que no podemos experimentar.
Las tensiones entre empiristas y racionalistas no fueron menores que las de los empiristas al
interno, entre Berkeley y Locke; estaban de acuerdo en que el conocimiento se adquiere a
partir de la experiencia, pero en lo demás encontraban múltiples dicotomías.
La filosofía de la escisión.
Descartes ponía el acento en dos sustancias distintas: la res extensa y la res cogitans. Locke
ubica la separación a otro nivel; primarias y secundarias. La filosofía moderna pone en primer
plano el problema de conocimiento o problema epistemológico.
Hume y la incertidumbre.
David Hume (1711-1766) suele ser ubicado entre los empiristas, no obstante su filosofía es muy
diferente a la de Locke o Berkeley. Fue un adelantado para su tiempo, capaz de sostener la
incertidumbre de todo conocimiento humano sin renunciar al saber, que aunque sea falible
puede aun ser potente y productivo.
mundo en el que todo lo que existe resulta de la composición de átomos que se mueven en el
vacío según las leyes de Newton. Según Laplace y muchos cientifistas modernos, el
conocimiento solo tiene el límite de la potencia de cálculo humano.
La idea del mundo mecánico y la concepción analista del mismo, devienen en la explicación de
un todo mayor a partir de la spropiedades de sus unidades componentes.Por ende es posible
manipularlo, explotarlo. El hombre pasa a ser un observador de un universo que le es ajeno.
La matemática lenguaje común reduce y simplifica para Galileo el mundo para ser estudiado.
Newton aunque la utiliza para describir el comportamiento del universo no cree que se pueda
reducir a ella ni que fuera posible desplazar a Dios.
La gravedad.
La aceptación de un cosmos mecánico con un sol central y los planetas girando en derredor, en
órbitas inerciales regidas por leyes matemáticas inexorables, fue posible gracias a la labor de
varias generaciones de pensadores, a la transformación del sistema social de legitimación del
conocimiento y al desarrollo de un nuevo modo de valoración de la evidencia, en una sociedad
profundamente distinta a la del sabio renacentista condenado por la Iglesia.
El plante de Hume continúa diciendo que los razonamientos sobre la experiencia se basan en
suposiciones de que la naturaleza transcurre de un mundo uniforme, fruto de las costumbres
y creencias. En nuestra experiencia, sólo podemos observar la conexión constante entre
fenómenos. La necesidad de buscar estas causalidades es puramente mental.
Siguiendo al punto anterior, Hume afirma que las causas no son observables, sólo observamos
secuencias de acontecimientos que relacionamos de modo causal.
Baruch Spinoza (1632-1677) anticipa la cuestión del pensamiento complejo, manifestando que
el hombre es parte inseparable de la misma naturaleza. Por lo tanto este es un ser humano
capaz de ser afectado de múltiples formas, y por ende la razón no era independiente de la
sensibilidad o los deseos. Pretende comprender la actividad cognitiva en el contexto de nuestra
vida como seres pasionales y sociales, inmersos en la naturaleza.
El problema de Kant.
Immanuel Kant (1724-1404) quedó encantado con la ciencia newtoniana y con la posición de
Hume que distinguía ciencias experimentales y formales. Esta posición, contradictoria en su
punto máximo ya que la ciencia newtoniana era experimenta y siguiendo a Hume no tendría
validez, llevó a Kant a construir un nuevo problema más que responder en los enfrentamientos
entre empiristas y racionalistas.
Kant se dedicó en adelante a buscar una salida a este planteamiento de Hume, preguntándose
de dónde podían provenir la necesidad y la universalidad sino era de la experiencia, como
cuestionamiento crucial. Por ello investigó que es lo que hace posible la experiencia humana,
cuáles son los límites de la razón y qué es posible conocer. Esto llevó el nombre de criticismo o
filosofía crítica.
El sujeto trascendental.
Se habla con Kant de una especie de giro copernicano de la filosofía; conjugando el empirismo
y el racionalismo en una configuración nueva, este filósofo plantea que no percibimos
impresiones sino objetos organizados por las categorías puestas a priori por el sujeto
trascendente, transformando al sujeto en constructor del conocimiento.
El mundo fenoménico.
El filósofo planteaba que nuestro conocimiento es objetivo, pero no refleja el mundoo como un
espejo sino como se nos representa gracias a la actividad del sujeto trascendental, es decir, el
mundo fenoménico. El fenómeno es todo cuanto podemos conocer por la experiencia y, por lo
tanto, aquello que se aplica al conocimiento científico.
Ilustración e iluminismo.
La ilustración, también conocida como siglo de las luces fue un conjunto de ideas filosóficas y
políticas, predominante en Europa desde mediados del siglo XVII hasta el siglo XVIII. Los
pensadores de la ilustración se consideraban la élite de la sociedad y pensaban conducirla por
la senda del progreso y la buenaventura, abandonando la superstición.
El positivismo de Comte.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: