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FICHA DE CATEDRA N° 2 FILOSOFÍA

Introducción general
El conocimiento se explica como la relación entre un sujeto y un objeto tenemos por un lado
el sujeto cognoscente (que conoce) y el objeto cognoscible (lo que puede ser conocido) en este
sentido, el sujeto aprehende las características del objeto y obtiene una imagen mental o
representación del mismo.
La palabra gnoseología deriva de “gnosis” que en griego significa “conocimiento” y “logos”
que en griego tiene varios significados, pero que en este caso podemos decir que es “estudio”.
Por eso, cuando hablamos de gnoseología, estamos haciendo referencia a una rama de la
filosofía que tiene como objeto de estudio el conocimiento humano en general.
En la historia de la filosofía existieron innumerables autores que se ocuparon del problema del
conocimiento. Entre los griegos Sócrates, Platón, Aristóteles, muchos filósofos medievales
cristianos, judíos y musulmanes, etc. Pero es sobre todo en la modernidad a partir de Descartes,
que el problema del conocimiento adquiere una fuerte relevancia.
Veremos que en la Modernidad surgirá una fuerte disputa entre los racionalistas y los
empiristas en relación a las “fuentes del conocimiento” (de dónde proviene el conocimiento).
Los primeros van a defender que el conocimiento confiable proviene de nuestra razón (la
inteligencia humana también podemos decir), mientras que los empiristas van a plantear que el
conocimiento deriva de la experiencia sensible (de los 5 sentidos). Entre estos últimos, los
empiristas, encontramos la figura de Hume.
Dentro de los filósofos racionalistas vimos como Descartes buscó y encontró un criterio de
verdad fuerte, basado en la idea del sujeto o “yo” que piensa. Con el “cogito, ergo sum” se
inaugura una fase en la filosofía que encuentra en el ser humano el fundamento de todo
conocimiento posible. Descartes empieza dudando de todo y por eso se lo denomina un
“escéptico metodológico”, pero al encontrar el criterio de verdad se vuelve más “dogmático,
ya que cree haber llegado a conocimientos que no pueden ponerse en cuestión. Descartes va a
terminar diciendo que es Dios quien puede garantizar finalmente el conocimiento de los objetos
externos.
La postura de Kant, muchas veces llamada criticismo y otras veces idealismo trascendental en
relación al conocimiento planteó una verdadera revolución o giro copernicano en filosofía, así
como Copérnico lo hizo en el ámbito de la física y astronomía. Para Kant no es el objeto el que
determina el sujeto (como hasta ese momento se planteaba), sino que es el sujeto el que moldea
o configura la realidad, constituyendo así el objeto de la experiencia.
Con Kant nos encontramos que el sujeto solo puede conocer objetos que él mismo crea a través
de sus formas puras tanto de la sensibilidad como del entendimiento. A partir de ahora ya no
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podemos conocer cómo son las cosas en sí mismas o noúmenos, sino solo objetos que creamos
a partir del material sensible que recibimos de los fenómenos. En síntesis, con Kant la
gnoseología ve un antes y un después que, a mi criterio, es fundamental. Si no podemos conocer
más que lo que nosotros proyectamos en los objetos.

Descartes
Filósofo Francés, era racionalista y quería hacer lo mismo con la filosofía que lo que se hacía
con las matemáticas (encontrar fundamentos universales, algo que no pueda ser mejor)
“LO CLARO Y DISTINTO”
Descartes intenta encontrar algo que sea distinto a todo lo demás y que sea totalmente claro, para ello
utiliza la duda metódica.

DUDA METÓDICA
La duda metódica es un proceso utilizado por Descartes que consiste en dudar de todo hasta
llegar a un punto en el que no se pueda seguir dudando.
Descartes empieza dudando de todo, pero con un objetivo. El de encontrar algo de lo que no
pueda dudar, un conocimiento firma e indubitable. Su duda entonces es metódica, pero como
es radical se suele hablar de una duda hiperbólica debido a que es exagerada con un propósito.

La duda de Descartes no es una simple duda. Es directamente una duda radical y metódica, ya
que pone en cuestión cualquier certeza que, hasta el momento, simplemente pensaba que era
verdadera. Descartes duda de todo para poder llegar a la verdad, para poder dejar de dudar.
Descartes se sirve de la duda como método para llegar a la verdad, la duda es, pues, metódica
y no escéptica.
Descartes en el Discurso del Método, expone que la primera razón que lo lleva a plantear la
'duda metódica' es la desconfianza que le atribuye a la percepción sensorial (a la información
que proviene de los sentidos), pues dice que tenemos experiencia de que los sentidos nos
engañan. Muchas veces nos hemos dado cuenta de que los sentidos son engañosos.
Por ejemplo, creemos que vemos una rama doblada en un lago, pero en realidad la rama no
está doblada, sino que nosotros la vemos así por el reflejo de la luz. Además, porque
diariamente nos parece sentir o imaginar en los sueños innumerables cosas que no existen
realmente. Esto lleva a la indistinción entre sueño y vigilia.
Así y todo, prosigue Descartes, en los sueños aún se cumplen las verdades lógicas y
matemáticas (racionales). Descartes, para poner en duda también el conocimiento matemático
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(las verdades lógicas y matemáticas) introduce aquí la hipótesis del “genio maligno”. ¿Qué
ocurriría si existiese un genio malvado que nos haga pensar que 2 +2= 5?
La hipótesis de genio maligno le permite a Descartes exagerar la duda (por eso se la denomina
duda hiperbólica) y poner en cuestión las verdades que se suponen más seguras como las leyes
de la matemática y de la lógica (el saber racional).
Descartes se da cuenta que, aunque pueda poner en duda la información que le proveen los
sentidos, aunque no pueda distinguir sueño y vigilia, y aunque existiese un “genio maligno”
engañador que nos permitiera dudar del saber racional, lo que no puede poner en duda es que,
de hecho, ´él mismo “está dudando”. Dudar es una forma de pensar, porque para Descartes el
pensar incluye el dudar, el sentir, el imaginar, entre otros modos de pensamiento. Por lo tanto,
si piensa, existe (cogito, sum). Pienso, luego existo. Esta es es la primera afirmación que se
puede establecer con absoluta garantía de que no sea falsa.
Ahora bien, la primera certeza alcanzada, la de “cogito, ergo sum” plantera un gran
interrogante. ¿Cómo podemos saber que los demás objetos exteriores a nuestra mente, que las
demás personas y que hasta Dios existe si sólo tenemos acceso a una certeza del “yo que
piensa” y que existe en la medida que piensa? Descartes se ve en la encrucijada que plantea el
solipsismo porque solo existe él que piensa, y nada más. No se puede demostrar la existencia
de nada más, salvo que piensa y existe.
La “salida” de Descartes va a ser recurrir a Dios, demostrar su existencia, para poder salir de
ese solipsismo. En primer lugar, intentará demostrar la existencia de Dios para luego poder
demostrar la existencia de los objetos externos. Dios y su existencia demostrada le permitirán
dar validez a las ideas claras y distintas que el sujeto posee ya que como se trata de un ser
perfecto y sumamente bondadoso, no puede engañarlo. De este modo, la hipótesis del genio
maligno quedaría apartada y ya no caería en un mero solipsismo. No sólo eso, Dios permitirá
demostrar, en última instancia, que los objetos externos también existen porque no podría
engañarlo.
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Hume

RACIONALISMO-EMPIRISMO

El racionalismo y el empirismo son escuelas de pensamiento que buscan explicar la forma en


que los seres humanos adquieren el conocimiento, pero tienen filosofías fundamentalmente
opuestas. Mientras el racionalismo afirma que la fuente del conocimiento es la razón, el
empirismo alega que es la experiencia sensorial.

Racionalismo: Es una teoría basada en la afirmación de que la razón es la fuente del


conocimiento humano. Creen en la intuición. Los individuos tienen conocimientos innatos. El
conocimiento se basa en el uso de la razón y la lógica. La forma de acceder al conocimiento es
a través de la deducción. La metafísica es de suma importancia (es uno de los pilares del
conocimiento).

Empirismo: Es una teoría basada en la alegación de que la experiencia es la fuente del


conocimiento. No creen en la intuición. Los individuos no tienen conocimientos innatos. El
conocimiento se basa en la experiencia y la experimentación. La forma de acceder al
conocimiento es a través de las experiencias sensoriales, se hace uso del método inductivo.
Debate contra la validez de la metafísica, considera que el conocimiento central es el
empírico y que no existen los contenidos mentales.

HUME: FILÓSOFO EMPIRISTA

Hume va a construir un modelo filosófico en base a el conocimiento empírico, todo


conocimiento procede de la experiencia externa o interna y no existen ideas por fuera o
anteriores al conocimiento empírico. Este filósofo desacredita a la metafísica, ya que considera
que los problemas metafísicos no nos permiten avanzan y estos están mal formulados y
argumentados, el conocimiento que brindan no es seguro ni certero, es solo mera especulación
filosófica. Por eso es que va a intentar formular un nuevo fundamento del conocimiento. La
fundamentación sólida que podemos dar a esta ciencia debe estar basada en la experiencia y la
observación, ya que no podemos conocer más allá de la experiencia.

Hume divide a las percepciones en dos tipos. Por un lado, en «impresiones» (conocimiento por
medio de los sentidos), y al segundo tipo, «ideas» (representaciones o copias de las impresiones
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en el pensamiento). Las ideas son más débiles, menos vivas o vivaces que las impresiones.
Además, las ideas proceden de las impresiones, son imágenes o representaciones suyas.
En otros términos, Hume llama a las percepciones que se reciben de modo directo las
impresiones, y las dividen en impresiones de la sensación, es decir, las que provienen de los
sentidos (están referidas al «mundo exterior»), e impresiones de la reflexión, es decir, las de
nuestra propia interioridad. Ejemplo de impresión de sensación: un color, un sabor
determinado, por ejemplo, el sabor de un helado de frutilla.
Ejemplo de la impresión de reflexión: el estado de tristeza o de alegría.
Estas impresiones o representaciones originarias se diferencian de las percepciones derivadas,
que Hume llama ideas, como los fenómenos de la memoria o de la fantasía. Por ejemplo, la
idea que tengo de mi abuelo que falleció, ya que lo recuerdo.
No es lo mismo la impresión de algo que produce directamente un dolor que el recuerdo o
imagen posterior de esa impresión. En el primer caso vivimos la experiencia con mayor
intensidad y fuerza que en el segundo. Por todo ello, Hume afirma: las percepciones que entran
con mayor fuerza las podemos denominar impresiones y por ideas entiendo las imágenes
débiles de las impresiones cuando pensamos y razonamos.
Por otro lado, las percepciones en general, para Hume, pueden ser simples o complejas lo que
implica que existen impresiones simples y complejas e ideas simples y complejas. Las
percepciones simples (impresiones e ideas) no admiten distinción ni separación. Son el átomo
de la percepción. Más allá de ellas ya no podemos tener sensación o conciencia. Las
percepciones complejas (impresiones e ideas) pueden dividirse en partes.
Por ejemplo:
- Impresión simple 1. Color blanco de una superficie cubierta por la nieve.
- Idea simple 1. Recuerdo del color blanco.
- Impresión simple 2. Formas cubiertas por la nieve, tales como edificios, coches,
árboles, etc.
- Idea simple 2. Recuerdo de las formas anteriores.

De lo anterior se derivaría:
- Impresión compleja. Una ciudad nevada.
- Idea compleja. Recuerdo de una ciudad nevada.
Para que se comprenda mejor, es necesario recordar que Hume divide a las percepciones en
dos tipos. Por un lado, en «impresiones» (conocimiento por medio de los sentidos), y al
segundo tipo, «ideas» (representaciones o copias de las impresiones en el pensamiento). Las
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ideas son más débiles, menos vivas o vivaces que las impresiones. Además, las ideas proceden
de las impresiones, son imágenes o representaciones suyas.
Hume observa un problema: muchas de nuestras ideas complejas nunca tuvieron impresiones
que les correspondieran. El caso paradigmático está cuando imaginamos algo como una
“montaña de oro”. En este caso, jamás tuvimos una impresión correspondiente a una “montaña
de oro”. A lo sumo, pudimos tener impresiones de una “montaña” y de “oro”, por separado.
Sin embargo, nuestra imaginación nos permite unir ciertas impresiones y formar ideas
complejas de las que nunca tuvimos una impresión directa de ellas porque, de hecho, ni si
quiera existe algo así como una “montaña de oro”.
En segundo lugar, Hume reconoce que muchas de nuestras impresiones complejas no fueron
reproducidas exactamente en las ideas. Por ejemplo, puedo decir que yo he visto Egipto, pero
no podría decir que me puedo formar una idea que represente a la perfección las dimensiones
y proporciones justas de las pirámides.
Hume, a la hora de poder unir o asociar ideas plantea ciertas leyes de la mente humana que
sirven para emprender esta tarea. Para Hume, las leyes de asociación de ideas son:
1. Ley de Asociación por semejanza: Está presente cuando una persona ve una cosa u
objeto que ya ha visto y de la que ha guardado una idea. La nueva percepción lo remite
inmediatamente a la idea guardada. Por ejemplo, si veo la foto de alguien que conocí
en carne y hueso, la asocio inmediatamente con la persona que representa.
2. Ley de Asociación por contigüidad espacial y temporal: cuando hay dos objetos que
aparecen y se perciben generalmente juntos en el espacio o seguidos en el tiempo, y
aparece uno solo de ellos, la mente los asocia a la idea del otro elemento u objeto con
el que generalmente aparecía. Si dos alumnos se sientan sistemáticamente por un año
juntos en el mismo banco, y los profesores los ven siempre uno junto al otro, si uno de
los profesores se encuentra en la calle a uno de ellos, seguramente le remitirá a la idea
del otro compañero que no está presente ahora en esta situación, pero que suele
compartir el tiempo con él.
3. Ley de Asociación por causa y efecto: si regularmente hay dos hechos que se dan de
manera consecutiva, uno después que el otro, la mente suele asociarlos no solamente
en su contigüidad temporal, sino también como portadores de una relación necesaria de
dependencia (causa-efecto). El que sucede primero genera de manera inevitable el
segundo. Por ejemplo, si una bola de billar choca con otra que se encontraba en reposo,
causa el movimiento de esta última.
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Kant

Kant va a crear todo un vocabulario filosófico y establecer todo un sistema teórico, cohesivo,
coherente y ordenado en sus textos.

Kant se diferencia de las teorías anteriores (racionalismo y empirismo):

. Racionalismo: La garantía del conocimiento proviene de Dios, pero todo conocimiento válido
debe de poder remitirse a la experiencia. Kant lo llama dogmático ya que hace uso de la razón
sin criticar previamente su poder.

. Empirismo: Solo permite realizar juicios sobre lo particular y contingente. Hume sostiene que
no existe el conocimiento universal, la identidad ni la conexión necesaria. Kant lo tilda de
escéptico por cuestionar y rechazar todo lo que no proviene de la experiencia.

Según Kant, tanto el empirismo como el racionalismo comparten una característica en común:
ambos son REALISMO. Esto significa que el objeto determina el conocimiento y la mente se
adecúa a la realidad. El conocimiento sensible está determinado por el objeto, es siempre de
cosas en sí, que deben ser reflejadas tal cuales son.

REVOLUCIÓN COPERNICANA

Kant remite a la Revolución Copernicana para explicar cómo hay que cambiar el paradigma
acerca de cómo conocemos las cosas. Kant planea producir una filosofía revolucionada tal y
cómo Copérnico lo hace con la física. Lo esencial de esta revolución kantiana es que el
conocimiento deja de concebirse como el reflejo del objeto tal y como es, el sujeto va a dejar
de ser pasivo. El conocimiento implica construir la realidad.

Para Kant, el realismo como posición dominante a la hora de fundamentar el conocimiento es


una posición que hay que superar (por lo tanto, hay que superar tanto a Hume como a Descartes,
al empirismo como al racionalismo). Para el realismo (en general para toda la filosofía anterior
a la trascendental kantiana) sostiene que los objetos existen independientemente de la mente
que las piensa y que la mente humana puede conocerlos tal cual son. Ahora bien, Kant produce
un “giro copernicano” en filosofía y en la gnoseología ya que defiende que no es el objeto el
que se le impone al sujeto sin o que es el sujeto el que crea activamente el objeto. En otros
términos, en lugar de aprehender le objeto tal cual es solo podemos, a partir de ciertos
fenómenos, constituir los objetos a partir de nuestra subjetividad y de sus formas puras.
La forma del conocimiento es, para Kant, el aspecto a priori (independiente de toda
experiencia) que el sujeto impone al fenómeno. Las formas puras para Kant son las de la
sensibilidad y las del entendimiento, estas sirven para moldear el material sensible que le es
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dado al sujeto. Las primeras son las formas puras del espacio y el tiempo, mientras que las
segundas son los conceptos o categorías del entendimiento. ´Por otra parte, la materia del
conocimiento es el aspecto que proviene del fenómeno (aquello que aparece) y no de la
subjetividad. La materia del conocimiento le tiene que ser dada pasivamente en la experiencia
sensible al sujeto.
Para Kant, de acuerdo a su “revolución copernicana” en gnoseología, conocemos solo objetos
(que constituimos a partir de fenómenos que se nos dan) y no cosas en sí o noúmenos. La cosa
en sí permanece inaccesible a nuestro conocimiento, solo podemos conocer objetos que
nosotros mismos constituimos.
Kant, de alguna manera, “supera” tanto al racionalismo como al empirismo. Del empirismo
retiene que nuestro conocimiento comienza temporalmente con la experiencia sensible,
mientras que del racionalismo toma la idea de que tenemos ciertos conocimientos que
provienen de nuestra propia subjetividad y que no necesitan de la información empírica que les
proveen nuestros sentidos. En tal sentido, afirma que, aunque todos nuestros conocimientos
comienzan (temporalmente) con la experiencia sensible, no todo conocimiento se fundamenta
en esta experiencia.
Kant no solo elabora una teoría del conocimiento, sino también una ética. La ética kantiana se
diferencia sobre todo de la ética de raigambre aristotélica. Solo podemos conocer objetos que
primero se presentan a la experiencia sensible, pero no podemos estrictamente conocer algo así
como “la libertad”, “Dios”, “el alma”, porque no tiene sustento empírico. Ahora bien, la ética,
para Kant, está apoyada en nociones que no pueden conocerse, sino que solo pueden
PENSARSE. La distinción entre conocer y pensar es clave en este autor. La ética toma como
presupuesto el hecho de que el ser humano es LIBRE, la libertad es el fundamento
(incognoscible empíricamente) de la ética de Kant.
En el caso de Kant, hablamos de deontologismo porque su ética está basada en la noción de
“deber”. Para Kant, las acciones con valor moral son aquellas que realizamos por deber. Y el
deber se expresa en todos los seres humanos bajo la fórmula de un imperativo que Kant va a
denominar “imperativo categórico”. Este imperativo puede resumirse de la siguiente forma:
“actúa de tal forma que tu acción se pueda convertir en una ley universal”.
Un ejemplo claro podría ser el siguiente: supongamos que una persona está a punto de efectuar
un robo, ¿la acción de robar puede convertirse en algo válido todas las personas del mundo?
Es obvio que no. Si la persona que está por robar aceptara que la acción de robar pudiese
convertirse en ley universal, también, por ejemplo, aceptaría el hecho de que le robaran a sí
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misma. Por lo tanto, dirá Kant, esta acción es inmoral ya que no se adecúa al imperativo
categórico.

Nietzsche

Es un pensador no sistemático/estructurado, sus textos son un conjunto de ideas sin lectura


homogénea (varias interpretaciones), escribe de forma más literaria (lo cual implica un
posicionamiento político), es decir, se puede hablar de una filosofía como literatura. Todo su
pensamiento gira en torno a la filosofía del arte (piensa en términos de una ficción). Su filosofía
es práctica (permite comprender el mundo, sirve para pensarte).

Nihilismo: no existe el fundamento. Sin embargo, no todo vale, sino que hay fenómenos
sociales y las perspectivas se constituyen según puntos de vista.

La verdad existe: es una construcción comunitaria que se sostiene porque establece una
configuración de mundo válido para un grupo (la verdad es un producto de la historia). Puede
caer porque los consensos sociales son mutables, son producto de las relaciones de poder (si
estas últimas cambiar, cambia la verdad. Por esto, existen varias verdades. La verdad es
productora de mundo.

Para Nietzsche, no hay una realidad única. Lo que Nietzsche vería en el televisor dependería
de interpretaciones, perspectivas, puntos de vista. Es decir, si bien no niega la existencia de que
ocurra algo “realmente”, nuestro acceso a esa supuesta “realidad” está mediado por
interpretaciones.
En un texto paradigmático del autor llamado Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, lo
que hace Nietzsche es criticar la concepción tradicional de la verdad. Según esta teoría basada
en los aportes de Aristóteles, la verdad es la adecuación entre la realidad y el pensamiento.
Dicha concepción, en el fondo, esconde la pretensión de que existen verdades absolutas y de
que es posible acceder a ellas objetivamente. No solo eso, sino que también defienden la
existencia de un sujeto que lo único que hace es reflejar la realidad.
Platón había sostenido que la verdad se encontraba en otro mundo, que llamó mundo de las
Ideas y que Nietzsche llamará “trasmundo”. Ahora bien, la crítica de Nietzsche será muy fuerte
porque para él, la verdad será una construcción conceptual que solo busca dominar e igualar
en la obediencia y la sumisión. La verdad, según Nietzsche, es convencional y dependerá del
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contexto socio histórico y lingüístico de los que surgen. En este sentido, las palabras no
representan la realidad y las verdades serán construcciones históricas que en el fondo son
mentiras que las empleamos por utilidad. Tal como dice Nietzsche, “la verdad es la mentira
más útil”. En todo caso, la verdad debe ser pensada como una metáfora porque solo se trata de
una ficción y no hace referencia a ninguna realidad objetiva.
Nietzsche resulta muy actual porque estaría anticipándose a lo que hoy se conoce como el
fenómeno de la “posverdad”. Lo que quiere decir Nietzsche es que ya no importa “el
fundamento último de la realidad” ni la “razón absoluta” porque la estructura del lenguaje y de
la realidad son diferentes. Para este planteo, las fuerzas instintivas, las pasiones y lo vital serán
más importantes que la razón. Lo único “real” que aceptaría Nietzsche sería la “voluntad de
poder”. Esta “voluntad de poder” es una fuerza que se afirma en la vida de manera natural e
instintiva, lo que nos permite amigarnos con nuestra condición animal.
En el texto titulado Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Nietzsche hará una fuerte
crítica, también, a la postura científica o cientificista que afirma que el mundo se rige por leyes
físico-matemáticas. También intentará refutar al positivismo y a su idea de que solo lo que es
comprobable mediante el método científico es verdadero. Siguiendo lo anterior, Nietzsche nos
dirá que la idea del conocimiento lo único que hace es hacernos creer que somos el centro del
universo. Esta idea de antropomorfismo fue sostenida por las tradiciones religiosas, sobre todo
cristianismo, y también por la filosofía platónica. Según el autor, el ser humano, ante las
vicisitudes de la vida, utiliza el intelecto o la razón para intentar dar respuesta a estos
problemas. Lo que no se da cuenta el ser humano es que, y siguiendo a Nietzsche, el intelecto
es el “arte de fingir”. Además, el excesivo uso de la razón lo único que hace es debilitar lo que
Nietzsche llama “la voluntad de poder”.
Platón había sostenido que la Verdad (resaltemos la mayúscula) se encontraba en otro
“mundo” o “ámbito” que se lo suele conocer como el “mundo de las Ideas” y que Nietzsche lo
denominará provocativamente “trasmundo”.
Siguiendo a Nietzsche, como no podemos acceder a ninguna verdad objetiva (y mucho menos
a un “trasmundo”), la verdad sólo será una construcción conceptual que busca dominar e
igualar en la obediencia y la sumisión. La verdad, según Nietzsche, es convencional y
dependerá del contexto socio-histórico y lingüístico a partir del cual emerge.
En este sentido, las palabras no representan la realidad y las verdades serán construcciones
históricas que, en el fondo, son “mentiras” que las empleamos por mera utilidad. Tal como dice
Nietzsche, “la verdad es la mentira más útil”. En todo caso, la verdad debe ser pensada como
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una metáfora porque solo se trata de una ficción y no hace referencia a ninguna realidad
objetiva.
Nietzsche resulta muy actual porque estaría anticipándose a lo que hoy se conoce como el
fenómeno de la “posverdad”. Lo que quiere decir Nietzsche es que ya no importa “el
fundamento último de la realidad” ni la “razón absoluta” porque la estructura del lenguaje y de
la realidad son diferentes. Para este planteo, las fuerzas instintivas, las pasiones y lo vital serán
más importantes que la razón. Lo único “real” que aceptaría Nietzsche sería la “voluntad de
poder”. Esta “voluntad de poder” es una fuerza que se afirma en la vida de manera natural e
instintiva, lo que nos permite amigarnos con nuestra condición animal.
En Sobre verdad y mentira en sentido extramoral Nietzsche emprende su crítica al sujeto,
cuestionando que el hombre pueda conocer las cosas tales como son en sí mismas y que su
pensamiento refleje o represente tales cosas a la perfección. Nietzsche romperá con la supuesta
alianza entre realidad-pensamiento-lenguaje y criticará fuertemente la idea de un sujeto
puramente racional. La fuerte crítica al “cientificismo”, al positivismo y al “antropomorfismo”
nos permiten confirmar, siguiendo a Paul Ricoeur, que se trata de un “filósofo de la sospecha”.
Cuando se pregunta por el origen del impulso a la verdad, Nietzsche lo revela como acuerdo
convencional, mentira útil para la convivencia. La verdad es una consensuada significación de
los nombres de las cosas, una ficción que ha sido olvidada y reprimida.
En base a esto último es cómo hay que entender el término “extramoral” en Nietzsche. Con
esta palabra, el filósofo se refiere a un modo de entender la verdad y la mentira por fuera de los
valores morales heredados de la tradición. Ya no basta con decir que la verdad se identifica con
el bien o que la mentira se relaciona con el mal. Un sentido “extramoral” de dichas nociones
mostraría que las verdades y las mentiras solo tienen valor como invenciones o creaciones
humanas arbitrarias en el marco de un ámbito de relaciones sociales de poder y prácticas
comunitarias.
Como conclusión, vemos en Nietzsche una crítica devastadora a la concepción tradicional de
la verdad (y por lo tanto de la mentira) y las posiciones que sostienen la existencia de
“trasmundos” (sobre todo la tradición socrático-platónica y cristiana). Además, romperá con la
supuesta alianza entre realidad-pensamiento-lenguaje y criticará fuertemente la idea de un
sujeto puramente racional. La fuerte crítica al “cientificismo”, al positivismo y al
“antropomorfismo” nos permiten confirmar, siguiendo a Paul Ricoeur, que se trata de un
“filósofo de la sospecha”.
Nietzsche es, claramente, un filósofo crítico. El propio autor propone filosofar “a martillazos”,
de un modo combativo y hasta destructivo. Nietzsche criticará fuertemente toda la tradición
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filosófica-teológica de la historia occidental. En esa “bolsa” entran Descartes, Hume y Kant,


pero sobre todo el racionalismo de Descartes que ya de alguna manera estaba “anunciado” en
los griegos, sobre todo en Sócrates y Platón.

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