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(cfr. Ziffer, P., "Lineamientos de la determinación judicial de la pena", Editorial Ad Hoc, Bs. As., p.
103)
de Kevin Mario Trejo en lo atinente a la mensuración de la pena impuesta en orden al
delito de lesiones leves, y en consecuencia, ESTABLECER el monto en cuatro meses
de prisión de ejecución condicional, accesorias legales y costas; con costas (arts. 470,
471, 530 y 531 todos ellos a contrario sensu, CPPN; art. 89, CP).
Tal es mi voto.
El juez Eugenio C. Sarrabayrouse dijo:
1. Con independencia de la cuestión de la admisibilidad del recurso (que
considero innecesario tratar, en virtud del precedente “Casal”6 de la Corte Suprema y la
necesidad de garantizar una revisión amplia de la sentencia de condena), adhiero al voto
del juez Días, según expondré en los puntos siguientes.
De este modo, comparto el análisis de los agravios vinculados con la valoración
de la prueba en la sentencia que condujo a afirmar la responsabilidad de Trejo en el
hecho tenido por acreditado, incluida la ilegitimidad de su conducta. Me remito para eso
al desarrollo efectuado en los precedentes “Taborda”7, “Marchetti”8, “Castañeda
Chávez”9, “Guapi”10, “Fernández y otros”11, “Díaz”12, “Sheriff”13, “González”14 y
“Trelles de Armas”15 (entre muchísimos otros), en los cuales me expedí sobre el
alcance de la duda en el proceso penal y la aplicación del principio in dubio pro reo; a lo
dicho en “Castañeda Chávez” (ya citado), “Giménez”16, “Rodríguez”17, “Torres”18 y
“Arias”19 en punto a la distinción entre la defensa material y la técnica (es decir, la que
realiza el propio imputado y la que ejerce su asistencia letrada); y a lo explicado en
causas como “Cardozo Ortega”20, “Ochoa Quispe”21, “Novo Rey”22, “Ramos”23,
“Quintana Cabanillas”24, “Lucero”25, “Asmundo”26 y “Villegas”27 (entre otros) en
torno a la aplicación del art. 34 inc. 1°, CP y al alcance de ciertas acciones que no
pueden ser consideradas como automatizadas y que exigen una conciencia de la
situación en que se desarrollan.
6
Fallos 328:3399.
7
Sentencia del 2.9.15, Sala II, jueces Bruzzone, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 400/15.
8
Sentencia del 2.9.15, Sala II, jueces Bruzzone, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 396/15.
9
Sentencia del 18.11.15, Sala II, jueces Bruzzone, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 670/15.
10
Sentencia del 24.11.16, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Niño, registro n° 947/16.
11
Sentencia del 10.11.17, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Niño, registro n° 1136/17.
12
Sentencia del 27.2.18, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro n° 132/18.
13
Sentencia del 11.3.20, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro nº 339/20.
14
Sentencia del 26.8.20, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro n° 2583/20.
15
Sentencia del 18.3.21, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 331/21.
16
Sentencia del 7.12.16, Sala II, jueces Niño, Morin y Sarrabayrouse, registro n° 979/16.
17
Sentencia del 20.2.17, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 89/17.
18
Sentencia del 9.10.17, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 977/17.
19
Sentencia del 8.3.19, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 190/19.
20
Sentencia del 6.8.18, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 910/18.
21
Sentencia del 31.10.18, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 1388/18.
22
Sentencia del 17. 5.19, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro n° 582/19.
23
Sentencia del 1.10.19, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 1381/19.
24
Sentencia del 7.11.19, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 1618/19.
25
Sentencia del 29.7.20, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro n° 2313/20.
26
Sentencia del 7.4.21, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro nº 437/21.
27
Sentencia del 14.10.21, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 1530/21.
2. Ahora bien, con relación con los dos agravios relativos a la pena impuesta, cabe
tratarlos por separado, tal como hizo el juez Días.
a. En primer lugar considero necesario efectuar ciertas aclaraciones sobre la
decisión del juez de grado de anular parcialmente el alegato del fiscal general en lo
concerniente al hecho de la causa n° 6354 por vulneración del principio de congruencia.
i) Esta crítica fue aludida por la defensa al desarrollar el primer agravio dirigido
contra la sanción aplicada (cfr. punto III.c.1 del voto del juez Días), por entender que
“…se desconocía y se desconoce la pena requerida por el acusador respecto de la
acusación formulada, puesto que no se remendó el pedido de pena concreto válido. No
se encontraba completa la acusación, porque el monto requerido fue abarcativo de
sendos hechos, sin efectuar diferenciación o valoración respecto de hecho por el que
fuera condenado. En esa dirección, es que la acusación no fue completa y el [juez] solo
tenía un camino, el de absolver al Sr. Trejo…” (p. 14 del recurso).
Luego añadió: “…el temperamento adoptado por el Tribunal ha quitado a esta
parte la posibilidad de discutir en el debate todas las circunstancias, extremo que ha
significado, ni más ni menos, una clara afectación al derecho de defensa a través de la
asunción de facultades por parte del Tribunal que, por estricta aplicación del principio
acusatorio que rige nuestro ordenamiento, tiene vedada. Resolver en sentido contrario
al aquí propugnado supone que se torn[e] ilusorio el derecho de defensa, que se
desprecie el sistema acusatorio y que se quite virtualidad al papel que posee en el
proceso la figura del Fiscal…” (ps. 14/15).
ii) En el precedente “Quinteros”28 analicé los alcances de las facultades del
Ministerio Público Fiscal en la etapa del juicio y qué potestades tiene el tribunal de
mérito cuando no concuerda con la valoración de la prueba hecha en el alegato fiscal.
Resumí, a partir de un repaso de las correspondientes sentencias de la Corte Suprema, la
creación, por vía interpretativa, de reglas para ajustar las facultades de los fiscales y los
jueces en el proceso penal pero, como toda creación pretoriana, no está exenta de
problemas; y el principal es que las sentencias judiciales resuelven casos estrechamente
vinculados con los hechos que los motivan, lo que impide extraer consecuencias
generales, tal como lo hacen los textos legales.
A raíz de lo expuesto, colegí que no está claro qué límites tienen los jueces frente
a un alegato fiscal que no comparten. Los riesgos son el de encubrir la mera discrepancia
sobre la valoración de las pruebas o la calificación jurídica de los hechos.
En aquel caso la decisión de anular el alegato fiscal (y el debate) había sido
adoptada sin escuchar previamente a la defensa y sin dar por concluido el juicio, es
decir, fuera del ámbito de la sentencia que es el modo normal de conclusión del aquél;
28
Sentencia del 8.3.16, Sala III, jueces Jantus, Garrigós de Rébori y Sarrabayrouse, registro n° 158/16.
además, se había ordenado remitir las actuaciones a un nuevo tribunal para que se
reeditara el debate. Así las cosas, indiqué que la manera en que había procedido el
tribunal resultaba un resabio del modelo inquisitivo, pues si las sentencias de la Corte
Suprema (aceptadas mayoritariamente incluso por la doctrina) le otorgan un papel
preeminente al Ministerio Público Fiscal para definir la absolución o la condena del
imputado tras finalizar la recepción de la prueba en el juicio, se debe ser consecuente
con él. Cité a Julio B. J. Maier cuando señalaba, en referencia a la anulación de un
alegato fiscal donde se planteaba una acusación alternativa: “…constituye un exceso el
haber declarado nulo, incluso de oficio, el alegato fiscal, parcialmente –en cuanto se
refirió al hecho distinto, aunque ello no traiga consecuencia alguna para la decisión
que, correctamente, no entró a considerar esta imputación que halló inadmisible.
Bastaba no considerarla en la sentencia porque excedía la acusación originaria o se
refería a un hecho no acusado. Se deja ver, detrás de este exceso, una reminiscencia de
las rutinas del procedimiento por actas: casi puedo ver, detrás, la orden de tener por no
escritas palabras escritas y mandar a un funcionario, como símbolo, testar esas
palabras…”29.
Bajo esa óptica, la lectura del acta de debate y de las razones brindadas por el
tribunal para anular el alegato del fiscal general mostraban la existencia de un mero
disenso sobre la valoración de la prueba, emitido fuera del momento procesal oportuno
(la sentencia). Por lo tanto, el tribunal de grado no tenía facultades para anular el
alegato fiscal, menos aún sin escuchar previamente a la defensa, con lo cual se había
transgredido el debido proceso; además, la resolución había implicado, en los hechos,
adelantar opinión sobre el asunto sujeto a resolución, pues no era el momento para
pronunciarse sobre el mérito de la acusación.
Por tales motivos, concluí que la resolución era arbitraria y debía ser anulada de
acuerdo con los arts. 123 y 456 inc. 2°, CPPN; lo cual condujo a la absolución del
imputado en esta instancia.
iii) La particularidad del presente caso radica en que, pese a la decisión errada
adoptada por el juez de grado (anular parcialmente el alegato fiscal), quien también aquí
procedió sin escuchar previamente a la asistencia técnica, igualmente se dictó la
absolución de Trejo por ese hecho.
Por otro lado, la defensa tuvo la oportunidad de pronunciarse al respecto en el
mismo juicio con posterioridad, al alegar respecto del suceso cuya acusación válida
subsistía –a criterio del juez–. En ese marco requirió la absolución de su asistido por el
hecho de la causa n° 6354 en virtud de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación emanada de los fallos “García”, “Tarifeño” y “Cattonar” (cfr. p. 5 de la
29
Cfr. Julio B. J. MAIER, Acusación alternativa o subsidiaria. Cuadernos de doctrina y
jurisprudencia penal n° 4 y 5, p. 633.
sentencia); solución que, en definitiva y como ya se dijo, terminó adoptándose en la
sentencia.
Lo dicho aleja las circunstancias de este caso de las presentes en “Quinteros” y
exhibe, aquí, la ausencia de un agravio para la defensa sobre el punto.
Por lo demás, en cuanto a la crítica concreta que introduce en su impugnación
relacionada con la supuesta falta de individualización del quantum punitivo requerido
por el fiscal para cada suceso, del registro fílmico del debate se observa que el acusador
evaluó circunstancias agravantes concernientes a cada uno de los dos hechos que
imputó, por separado. En concreto, sobre el delito que luego motivó la condena requirió
al juez “…valorar muy especialmente las características del hecho, lesiones leves
pueden producirse de muchas maneras, pero con una agresión de estas características,
empleando un arma blanca, aplicándola en forma de puñalada, no una sino varias
veces, como lo dijeron los testigos, sobre el hemitórax del damnificado, basta ver el
cuchillo para notar que, como se lo explicaron los médicos al damnificado, la situación
no fue extremadamente grave y riesgosa para la vida de Gallo porque el cuchillo no
penetró la caja toráxica al chocar contra una costilla, y eso provocó que se curvara del
modo en que está curvada la hoja. Así es que, digo, dentro del contexto de la escala
penal de las lesiones leves, ésta es de las más graves que uno podría pensar. Así es que,
bueno, sobre esto, más allá de que la pena global la voy a pedir cuando me refiera a
ambos hechos, creo que hay que tenerlo especialmente en cuenta como circunstancia
agravante. Atenuantes en relación al hecho no veo, en relación a la situación global del
acusado los voy a valorar al final…” (video 4203-2019, audiencia de juicio 26_2 parte
II, minuto 12:33 a 13:50). Al finalizar su alegato, como había adelantado, señaló sobre
las atenuantes: “…creo que como atenuante hay que tener en cuenta la circunstancia de
que el acusado no tiene antecedentes previos y sus problemas de consumo, y no más que
esto…” (mismo video, minuto 24:56 a 25:05).
De este modo, no advierto que el temperamento (errado, reitero) adoptado por el
juez de mérito al anular parcialmente el alegato por uno de los sucesos haya quitado a la
defensa “…la posibilidad de discutir en el debate todas las circunstancias…” relativas a
la mensuración de la pena (p. 14), como se pretende esforzadamente en la impugnación.
Lo cierto es que la concreta posibilidad de controvertirlas efectivamente existió en el
caso. Amén de que, como resalta el juez Días (punto VI.A), al momento de formular su
alegato y pese a que la declaración de nulidad parcial ya había tenido lugar, la
defensora ninguna consideración introdujo desde esta perspectiva.
Todo lo analizado conduce a descartar que se haya visto vulnerado el derecho de
defensa de Trejo y, en consecuencia, coincido con el juez Días en rechazar este agravio.
b. Sobre el restante reclamo, relacionado con el monto de pena determinado en la
sentencia, disiento con la solución propuesta por el juez Días y con sus consideraciones
sobre el tercio inferior de la escala resultante.
Al respecto, el juez de grado repasó: “…La defensa argumentó que su defendido
consumía sustancias tóxicas, que tenía problemas de adicciones. Se valora, como ya se
dijo, lo afirmado a ese respecto por el testigo Alberto Moisés Casabe, quien indicó que
es pareja de su madre, y que ambos padecen problemas de adicción a las drogas. Se
valora también lo señalado por los testigos Gallo y Loiza quienes señalaron que Trejo
estaba exaltado. Se reitera que se constató, en su examen de sangre y orina, restos de
consumo de cocaína y THC (según el informe de fs. 105/106 referido supra). Lo
indicado sí permite considerar en él una imputabilidad disminuida, la cual, sin haber
llegado a afectar su comprensión de las acciones emprendidas, debe ser tenido en
cuenta como atenuante en cuanto a la individualización de la pena que corresponde
aplicar. Se considera así que la adicción que padece Trejo es de antigua data, lo que lo
ha llevado a internarse en la Comunidad Terapéutica ‘Cuarta Opción’, durante un año
y ocho meses, entre los quince y dieciséis años, y también, durante algunos meses, en el
Hospital de día del CENARESO, a lo que se suma que carece de cobertura médica (cfr.
surge del legajo de personalidad)…” (p. 27).
Seguidamente agregó: “…Como agravante se considera el modo alevoso en que
Trejo produjo las lesiones a la víctima, cuando ésta se hallaba compartiendo un
refrigerio con su compañero, manteniendo hasta último momento, escondido de la vista,
el arma que estaba dispuesto a utilizar para producir el ataque…”. Por tales razones,
estimó justo imponer a Trejo la pena de ocho meses de prisión, “…cuyo cumplimiento
debe ser dejado en suspenso, atento a que no registra condenas anteriores y aparece
como inadecuado, en términos de prevención especial, disponer una primera pena de
corta duración, de cumplimiento efectivo, ello por los factores criminógenos que
pudiese conllevar…” (ps. 27/28).
Estimo que las agravantes y atenuantes consideradas por el tribunal de mérito
fueron ponderadas adecuadamente, según los lineamientos generales expuestos en
causas como “Medina”30, “Ceballos”31, “Soplán”32, “Habiaga”33 y “Verde Alva”34
sobre la medición de la pena y la valoración de aquellas circunstancias en esa actividad.
La defensa plantea que las atenuantes mencionadas no tuvieron una real
incidencia en la pena finalmente discernida, pues se impuso un monto cercano al
máximo de la escala cuando se valoró una sola circunstancia agravante. Sin embargo, la
30
Sentencia del 3.09.2015, Sala II, jueces Bruzzone, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 406/2015.
31
Sentencia del 3.9.15, Sala I, jueces García, Días y Sarrabayrouse, registro n° 407/15.
32
Sentencia del 17.10.16, Sala II, jueces Días, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 820/16.
33
Sentencia del 21.11.16, Sala II, jueces Niño, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 934/16.
34
Sentencia del 22.5.17, Sala II, jueces Niño, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 399/17.
crítica desatiende que la valoración de las atenuantes no debe medirse en sí misma
exclusivamente, sino también en su relación con las agravantes, como expliqué en los
precedentes “Trigo y Baltazar”35, “Zárate y Capón”36, “Valdez Cardozo”37,
“Serrano”38 y “Lupiañez y Rodríguez”39 (entre muchos otros); examen ausente en la
impugnación, en tanto la parte recurrente, pese a su esfuerzo, se limitó a contemplar la
cantidad de circunstancias ponderadas y no su peso o calidad.
Por otra parte, concuerdo con el juez Días en que no resulta razonable evaluar las
supuestas lesiones sufridas por Trejo cuando, tal como emerge del tratamiento de la
cuestión sobre la valoración probatoria en su voto (tramo al que adherí), no se encuentra
acreditado que los golpes sufridos por el imputado hayan obedecido al suceso que
damnificó a Gallo ni a un “castigo por mano propia” de su parte.
En cuanto a la supuesta duración indebida del proceso por haber permanecido dos
años sin sentencia, no se advierte ni el recurrente explica de qué modo tal extremo
debería traducirse en una menor culpabilidad por la conducta cometida y reflejarse
necesariamente en la imposición de una pena inferior a la impuesta. En este sentido, “el
sufrimiento de encontrarse sometido a proceso” y el “deber cumplir con la obligación de
comparecencia ante el tribunal” no alcanzan para sustentar el reclamo pues no se
vinculan en modo alguno con el grado de reproche merecido.
Lo mismo cabe decir con relación al hecho de haber sido abandonado Trejo
por su madre a temprana edad, cuya evaluación favorable procura su asistencia técnica.
Más allá del mayor grado de vulnerabilidad propio de dicha vivencia (por la falta de
contención y afecto), en el recurso no se explica ni se logra demostrar por qué ese dato
acarrearía la conclusión sobre una culpabilidad menor por la comisión de este delito
concreto.
Por último, sobre la imposición de reglas de conducta que no habían sido
solicitadas por el acusador, no puede perderse de vista que –como ya se repasó– el fiscal
requirió en el caso una pena de efectivo cumplimiento (por los dos hechos imputados),
mientras que el juez de grado le aplicó a Trejo una de ejecución condicional (por uno
solo de ellos), es decir una más beneficiosa, con la consecuente selección de pautas
prevista por el art. 27 bis, CP. En otros precedentes he señalado que la imposición
oficiosa de una regla de conducta puede justificarse si mediante ella se permite el
cumplimiento condicional de una pena de prisión (cfr. lo dicho en el precedente
“Pedro”40 sobre las consecuencias perniciosas de las penas privativas de la libertad de
corta duración, al igual que menciona someramente el juez de grado).
35
Sentencia del 12.6.18, Sala II, jueces Días, Morin y Sarrabayrouse, registro n° 631/18.
36
Sentencia del 7.8.18, Sala II, jueces Días, Morin y Sarrabayrouse, registro n° 917/18.
37
Sentencia del 11.09.18, Sala II, jueces Días, Morin y Sarrabayrouse, registro n° 1094/2018.
38
Sentencia del 19.9.18, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 1157/18.
39
Sentencia del 28.12.18, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 1693/18.
40
Sentencia del 5.3.20, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro nº 284/20.
En conclusión: no aprecio que haya existido arbitrariedad en el razonamiento,
tampoco una errónea interpretación de los arts. 40 y 41, CP o algún otro vicio en la
determinación de la pena que justifique su anulación o modificación en esta instancia.
Los elementos ponderados en la sentencia constituyen circunstancias relativas al hecho
juzgado y discutidas por las partes durante el debate oral y público. Además, las
atenuantes enunciadas tuvieron reflejo en la sanción discernida. De esta manera, la fijada
no se revela desproporcionada y corresponde confirmarla.
3. En virtud de lo expuesto, considero que corresponde rechazar el recurso de
casación interpuesto por la defensa de Trejo y confirmar la sentencia impugnada en todo
cuanto fue materia de agravio. Con costas, por no advertir razones que justifiquen el
apartamiento del principio general de la derrota (arts. 456, 465, 468, 469, 470 y 471 a
contrario sensu, 530 y 531, CPPN).
El juez Morin dijo:
1. Por compartir -en lo sustancial- sus fundamentos, adhiero a la solución
propuesta por el juez Días en lo que respecta a los agravios de la defensa dirigidos a
demostrar una arbitrariedad en la valoración de la prueba efectuada por el a quo al tener
por acreditada la materialidad de los hechos descripta en la sentencia y a descartar la
existencia de duda en cuanto a la capacidad de culpabilidad de Trejo -puntos 4 y 5 de su
voto-, ya que su ponderación de los elementos colectados luce razonable, acorde a las
constancias de la causa y a las reglas de la sana crítica racional41.
2. Asimismo, concuerdo con la conclusión a la que arriba el mencionado colega
en lo que concierne a los reproches orientados a demostrar la vulneración del principio
acusatorio y del derecho de defensa por haber impuesto el a quo una pena de 8 meses de
prisión en suspenso al nombrado frente a una “acusación incompleta”.
3. En lo que se refiere al quantum de pena aplicable en el caso, coincido con el
análisis efectuado por el juez Sarrabayrouse en el punto 2.b de su voto -de acuerdo a las
pautas brindadas en el precedente “Bazán”42- y, por ende, con la solución que allí
postula.
4. Por último, respecto a la solicitud de eximición del pago de las costas
procesales en la instancia formulada por la defensa durante el término de oficina, que se
basó en que “tuvo razón plausible para litigar”, en el derecho de defensa en juicio, en el
de propiedad y en el derecho al recurso, advierto que, más allá de estas alegaciones
genéricas que realiza el recurrente, no ha logrado demostrar por qué motivo nos
encontraríamos ante un caso que permitiría apartarse de la regla prevista en los arts. 530
y 531, CPPN.
41
Cfr. los parámetros expuestos en la causa “Gómez”, nº 19572/12, rta. el 27/10/17, reg. 1071/17, entre
muchas otras.
42
Causa nº 22490/2018/TO1/CNC1, rta. el 24/11/21, reg. nº 1799/21.
5. Sobre esta base, corresponde rechazar el recurso de casación interpuesto por la
defensa oficial de Trejo; con costas en la instancia (arts. 456, 465, 468, 469, 470 y 471 a
contrario sensu, 530 y 531, CPPN).
En virtud del acuerdo que antecede, la Sala II de la Cámara Nacional de
Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal RESUELVE:
RECHAZAR el recurso interpuesto por la defensa de Kevin Mario Trejo y, en
consecuencia, CONFIRMAR el decisorio impugnado, en todo en cuanto fue materia de
agravio; con costas, atento al resultado de la presente (art. 89, CP; arts. 456, 465, 468,
469, 470 y 471 –estos dos a contrario sensu–, 431 bis, 530 y 531 del CPPN).
Regístrese, comuníquese mediante medios electrónicos al tribunal de la instancia
–que deberá́ notificar personalmente al imputado–, notifíquese (Acordada 15/13, CSJN;
Lex 100) y remítase la causa oportunamente (cfr. Acordadas n° 27/2020, 24/2021 y cc.
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación), sirviendo la presente de atenta nota de
estilo.