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Teorías

Barlow (2003), citado por Díaz y De la Iglesia (2019) explica la ansiedad por medio del

condicionamiento clásico, exponiendo esta como un trastorno que puede aprenderse asociando

eventos, es decir que si un sujeto presenta una experiencia desagradable en una situación social,

como por ejemplo burlas en una exposición, el sujeto podrá estar ansioso pues teme que esto

vuelva a ocurrir, lo cual llama como “falsa alarma”, ya que se presenta esa respuesta ansiosa aun

cuando el estímulo amenazante no está presente; lo cual establecería una “alarma aprendida”,

incluso si en alguna ocasión se vuelve a presentar el estímulo amenazante evocando una “alarma

verdadera”, puesto que la respuesta se presentará en situaciones similares así el estímulo no sea

amenazante.

Adicionalmente, Barlow (2002) define los tres canales de respuesta como se relaciona a

continuación: a) cognitivo, en una ansiedad moderada se evidencia con la presencia de

pensamientos, sentimientos o preocupaciones se manifiesta por medio de pensamientos,

sentimientos o preocupaciones y en los casos en los que la ansiedad es crónica se manifiesta con

la presencia de pensamientos anticipatorios catastróficos; b) fisiológico, está asociado a la

activación y aumento de actividad del sistema nervioso, provocando un incremento en la

respiración, la tasa cardíaca; y c) motora, es provocada por la ´presencia de las dos anteriores,

donde se puede manifestar por medio de respuestas directas como temblores, tartamudeo o

indirectas como la evitación.

Epidemiología

La adolescencia es una etapa única y formativa, pero los cambios físicos, emocionales y

sociales que se producen en este periodo, entre estos existe la exposición a la pobreza, los malos
tratos o la violencia, pueden hacer que los adolescentes sean vulnerables a problemas de salud

mental (Salud mental del adolescente, 2021). Muchos de los trastornos de ansiedad se

desarrollan en la infancia y tienden a persistir durante su desarrollo si no se identifican y se tratan

a tiempo.

Con frecuencia los adolescentes suelen presentar algún tipo de trastorno emocional durante

esta etapa, donde hay una mayor prevalencia a sufrir de ansiedad, sus manifestaciones suelen

presentarse como preocupación excesiva o ataque de pánico. Se calcula que el 3,6% de los

adolescentes de 10 a 14 años y el 4,6% de los de 15 a 19 años padece un trastorno de ansiedad,

aunque en el mundo, según se calcula, uno de cada siete adolescentes entre los 10 a 19 años

(14%) padece algún trastorno mental (Salud mental del adolescente, 2021).

En poblaciones europeas y norteamericanas, la mayoría de estudios epidemiológicos han

mostrado una frecuencia de inicio de trastornos hacia la etapa final de la infancia entre 14 y 16

años. En la ultima decada, los diagnosticos de ansiedad han incrementado, evidenciando cierta

prevalencia en jovenes menores de 17 años, aumentado de 3,5% a un 4,1%, la poblacion mas

recurrente suele ser la infancia y la adolescencia, tanto en Estados Unidos como a nivel mundial.

De hecho, su reconocimiento clínico ha aumentado en la última década, registrándose un

aumento de los diagnósticos de trastorno de ansiedad en jóvenes menores de 17 años, que han

pasado del 3,5% a un 4,1% en la actualidad (Child Mind Institute, 2021).

Aproximadamente, 117 millones de niños y adolescentes en todo el mundo han sufrido un

trastorno de ansiedad, según estudios de Child Mind Institute (2021). Aunque cerca del 10% de

los jóvenes de 6 a 17 años presentan actualmente un trastorno de ansiedad, al inicio de su edad

adulta, casi el 20% tendrá dificultades funcionales relacionadas con la ansiedad en al menos un
área de su vida. En los niños, los trastornos de ansiedad pueden afectar todos los aspectos de su

vida, pero particularmente su funcionamiento social y educativo (Child Mind Institute, 2021).

Los estudios también indican que las personas más jóvenes se ven afectadas de manera

desproporcionada por la ansiedad social, con tasas de prevalencia de alrededor del 10 % al final

de la adolescencia, y el 90 % de los casos se producen a los 23 años, se ha notificado una

prevalencia a lo largo de la vida del trastorno de ansiedad social de hasta el 12 % en los EE. UU

(Kessler, Berglund, Demler, Jin, Merikangas, Walters, 2005, como se cito en, Jefferies, 2020) y

se han notificado tasas de prevalencia a 12 meses del 0,8 % en toda Europa (Alonso J,

Angermeyer, Bernert, Bruffaerts, Brugha, Bryson, et al, 2004 como se cito en, Jefferies, 2020) y

el 0,2 % en China (Shen, Zhang, Huang, He, Liu, Cheng, et al., 2006 como se cito en, Jefferies,

2020).

Las caracteristicas que suelen prevalecer en culturas occidentales, describen la ansiedad

social como un miedo persitente en el tiempo y extremo a situaciones de humillacion y

vergüenza publica. las personas que experimentan ansiedad social luchan contra situaciones

sociales, que somatizan en su cuerpo comunmente; miedo a temblar, sonrojarse, sudar, sentirse

icompetente como Taijin kyofusho en Japón y Corea (Hofmann, Asnaani, Hinton, 2010, como se

cito en, Jefferies, 2020).

Se han realizado estudios prospectivos con el fin de evaluar trayectorias de sintomas

especificos de la ansiedad en la adolescencia, usando modelos de curvas crecimiento latente. En

un estudio realizado en Holanda de 5 años, en jovenes entre los 10 y 12 años, los sintomas de

trastorno de panico, ansiedad social y ansiedad generalizada disminuyeron ligeramente y luego

se estabilizaron desde la adolescencia temprana a la media, seguido de un ligero aumento en el

trastorno de ansiedad generalizada y los síntomas del trastorno de ansiedad social durante la
adolescencia media (Van, Greaves-Lord, Verhulst, Ormel y Huizink, 2009 citado en

Ohannessian, Milan y Vannucci, 2017).

Recientemente, se ha mostrado la necesidad de realizar investigaciones longitudinales para

entender los posibles efectos interactivos de los factores de riesgo en el desarrollo de la ansiedad

social, según Spence y Rapee 2016, citado en Poole, 2017. Sin embargo, en adolescentes es poca

la investigación que ha evaluado las avances longitudinales de la ansiedad social, donde se pueda

relacionar factores que puedan alterar las trayectorias de desarrollo de los niños de ansiedad

social.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia-UNICEF (2021) expone resultado de sus

encuestas y análisis realizados frente a la salud mental donde se evidenció que, la ansiedad y la

depresión representan casi el 50% de los trastornos mentales entre los adolescentes de 10 a 19

años en América Latina y el Caribe. En concordancia con lo anterior, se encuentra los datos

reportados en el boletín de salud mental No 4, el cual arrojó que, frente a la ansiedad el grupo

poblacional que se encuentra mayormente afectado está entre los 10 y 19 años; en segundo lugar,

se encontró la presencia del trastorno de ansiedad social en la niñez, con un promedio de 554

personas de 0 a 19 años, atendidas por año (Ministerio de Salud y Protección Social y

Colciencias, 2018)

Por otro lado, de acuerdo con lo expuesto por el Departamento Administrativo Nacional de

Estadística (DANE) en su nota estadística sobre Salud Mental en Colombia (2021), la salud

mental está determinada por múltiples factores sociales, psicológicos y biológicos, como lo son

el nivel de pobreza, el nivel educativo, la discriminación a razón de género, discapacidad u otros.

En relación a lo anterior, se evidencia a nivel nacional antecedentes estadísticos que reflejan la

salud mental como un factor de gran incidencia en los últimos años, por ejemplo, UNICEF
(2021) reporta que según datos recolectados hasta el 2019, al menos 993.977 niños y jóvenes

padecen algún trastorno mental, con una prevalencia del 12.9% (UNICEF, 2021).

Adicionalmente, de acuerdo con datos de la encuesta de salud mental (2015) retomados en

la Política Nacional de Salud Mental (Resolución 4886, 2018) se encontró que aproximadamente

el 52,2% de los jóvenes encuestados presentaba entre uno o dos síntomas de ansiedad, de igual

manera se encontró tras observaciones realizadas que, 5 de cada 100 niños entre 7 y 11 años ya

presenta un trastorno mental lo que sin duda es un predictor de un problema que crecerá y se

complicará con la edad. En relación a lo ya mencionado y conforme a los hallazgos del DANE

(2021), se pudo analizar los resultados de diferentes encuestas realizadas entre septiembre de

2020 a junio de 2021, durante dicho periodo se evidencia un aumento de 2,3 % de personas de 10

años y mayores que reportaron haberse sentido solos, estresados, preocupados o deprimidos.

Además, se encontró que la adquisición de nuevos hábitos a razón de la crisis ocasionada por la

COVID-19 provocaron retos bastante complejos para la salud mental de las personas, ya que se

dio de una manera inesperada y abrupta llegando a provocar incrementos en el número de casos

de estrés, ansiedad y depresión.

Con el paso del tiempo y la presencia de la Cocid-19, se va evidenciado cada vez más las

consecuencias para la salud mental de los niños, adolescentes y jóvenes, así como el impacto que

estas están generando en su cotidianidad. De acuerdo con datos publicados por UNICEF, se

informa que al menos 1 por cada 7 niños se han visto afectados por el tiempo en confinamiento,

donde se incluye hasta la pérdida de su educación, puesto que se vieron alteradas sus rutinas de

estudio, ocio, familiar y demás, provocando en gran parte que los jóvenes manifiesten haberse

sentido asustados o ansiosos, debido al miedo, rabia, frustración y preocupación por su futuro

(UNICEF,2021).
En suma, es pertinente mencionar que, de acuerdo con la prevalencia de los trastornos

mentales que ha sido evaluada en adolescentes de la población colombiana en toda la vida

mediante la encuesta de salud. Frente a la fobia social del total de encuestados se encuentra que

un 4,8% padecen de esta, teniendo prevalencia mayor el sexo femenino con un 6,6%.

Adicionalmente, en relación a la población adolescente, se obtuvo un puntaje total 3,4%,

igualmente con una mayor prevalencia en el sexo femenino. Según lo expuesto anteriormente, es

relevante mencionar que, el trastono con mayor prevalencia en los adolescentes es la fobia social

con un 3,4 %, valor que según los analistas supera la estimación que se tenía a nivel nacional

(Díaz y De la Iglesia, 2019).

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