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Para una comprensión acertada y objetiva de nuestra problemática a investigar “el

pensamiento depresivo” nos remontaremos a su evolución a lo largo de la historia.

Zoch, E. (2002) nos dice que:

En los tiempos prehistóricos, las causas de los trastornos mentales estaban influidos
por la creencia universal en fenómenos sobrenaturales, específicamente en la
influencia de los espíritus.

Hipócrates, aproximadamente en el año 450 A. de C. Acuño el termino


melancolía (bilis negra) para denotar la depresión. Siendo esta la primera alusión
científica y realizando las primeras referencias conceptuales y clínicas de esta
enfermedad (p.1)

A finales del siglo XIX, Kraepelin (1896) en su tratado sobre las enfermedades
mentales, agrupa y clasifica todos los síndromes depresivos. Fue el primero en
considerar que la depresión y la manía formaban parte de una misma enfermedad.
(p.2)

Elena Guillen y otros (2013) nos dice:

Por último, desde la segunda mitad del S-XIX hasta la actualidad, el concepto de
depresión predomina y sustituye al de melancolía por completo, el concepto comienza
a extenderse y origina una avalancha bibliográfica a partir de la década de los 70.

Por el recorrido histórico anteriormente expuesto, se puede observar las diversas


conceptualizaciones que se le han acuñado a la depresión, a lo largo de tiempo se ido
modificando la terminología de la misma y se ha ido delimitando su propio concepto, hasta
llegar a la actualidad, donde las instituciones mas importantes lo conceptualizan de la
siguiente manera:

La (Organización Panamericana de la salud [OPS], 2012) afirma que:

La depresión es una enfermedad común pero grave que interfiere con la vida diaria,
con la capacidad para trabajar, dormir, estudiar, comer y disfrutar de la vida. La
depresión es causada por una combinación de factores genéticos, biológicos,
ambientales y psicológicos, no respeta edad, grupo étnico, estado socioeconómico o
género, puede afectar en cualquier etapa de su vida, al no ser atendida e intervenida
psicológicamente lo lleva como consecuencia final al suicidio.
Según la (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2014) afirma:

Que la principal causa de enfermedad y discapacidad entre adolescentes es la


depresión presentándose tanto en hombres como en mujeres y se da con mayor
frecuencia entre los 10 a los 19 años, por esta razón pide que se presente mayor
atención en los adolescentes, ya que fue una de las tres principales causas de
mortalidad en el 2012, teniendo una estima de 1,3 millones de adolescentes fallecidos.

Existen diversos estudios científicos que, acompañados de bases científicas, así como de
herramientas científicas de recojo de datos, nos brindar un mejor panorama de la situación de
esta problemática.

Moralez, Pacheco, Paez, Cuevas y Rosas (2005) desarrollan un estudio basado en: la influencia
de las relaciones estables adolescentes en la incidencia de la depresión. Esta investigación
aborda el tema de depresión, aplicando una prueba a estudiantes de preparatoria de 15 a 21
años, (Hombres y mujeres, de la Universidad del Valle México Campus Tlalpan). Se utilizó el
inventario de Beck y cols. Se dieron a conocer los resultados acerca de la existencia de
depresión y diferencias significativas hombres y mujeres. En esta prueba participaron 80
hombres y 50 mujeres con un rango de 15 a 21 años, en la que se encontró que la tendencia
más representativa era de 16 años en varones y 17 años en mujeres. De igual forma se
encontró que la población de 17 años de edad tiene más relaciones inestables que el resto,
pues es la etapa definitoria de la adolescencia. Sin embargo, esto no tiene tanta influencia en
la presencia de rasgos depresivos, como se había pensado puesto que en otros resultados se
reflejó que a pesar de la presencia de una pareja estable los síntomas depresivos se siguieron
presentando de manera constante.

ALESSANDRA MONASTERIO (2019)

La presente investigación fue realizada en una Institución Educativa Pública de Lima


Metropolitana con el propósito de determinar la prevalencia de depresión que existe en
adolescentes. Se efectuó un estudio de tipo no experimental de diseño descriptivo, basándose
en una muestra de estudio compuesta por 301 adolescentes, mujeres y varones cuyo rango de
edad se encuentra entre los 13 y 17 años. El instrumento utilizado fue el Patient Health
Questionnarie (PHQ-9). El resultado principal del estudio realizado es que el 72.1% de
adolescentes presentan sintomatología depresiva, confirmando que la depresión leve,
moderada, moderadamente grave y grave es un problema latente en la muestra estudiada, lo
que confirma que la depresión en adolescentes constituye un reto de abordaje para la salud
pública que requiere con sentido de urgencia de una intervención oportuna, ya que puede
representar un gran aporte a la tarea de prevención de la salud mental.

Según datos reportados por el INEI en el 2015, la población adolescente asciende a 5,086,122
jóvenes que representan el 18.6% del total de la población (MINSA, 2017) y en la última
encuesta de salud escolar efectuada en el año 2010 se destaca la alta prevalencia de síntomas
depresivos e ideación suicida en la población estudiantil, informando que el 20% de los
adolescentes consideró seriamente el intento de suicidio, el 15.3% informó haber realizado un
plan para poner fin a su vida y el 17.4% reportó haber llevado a cabo, al menos en una
oportunidad, el intento de suicidio, siendo las mujeres quienes reportaron un mayor índice en
la ideación suicida con un 27.9%, mientras los hombres lo hicieron en un 12.3%.

Esta misma encuesta también recoge información acerca de los factores de riesgo que
conviven con los adolescentes como el hecho de que el 10.5% casi siempre o siempre se
sintieron solos en el último año, el 9% no lograba dormir por la noche por las intensas
preocupaciones y más del 60% de los adolescentes reporta no sentir que sus padres entienden
sus preocupaciones, conozcan de sus actividades y les demuestren afecto, todos factores
asociados a problemas de autorregulación, control de impulsos, susceptibilidad y el inicio de
conductas de riesgo que podrían derivar en síntomas depresivos (MINSA, 2011).

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