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1. DAÑO MORAL. CONCEPTO. DETERIORO DE IMAGEN DE UNA PERSONA ...............

7
2. DISTINCIONES ENTRE DAÑO MORAL PURO Y CON CONSECUENCIAS
PATRIMONIALES. NECESIDAD DE CERTIDUMBRE Y REALIDAD ..............................9
3. CONCEPTO DE DAÑO MORAL. ES NECESARIO ACREDITARLO PARA
DETERMINAR EFECTOS OCASIONADOS ...................................................................... 13
4. PRESUPUESTOS PARA QUE SE GENERE RESPONSABILIDAD POR FALTA DE
SERVICIO. DAÑO MORAL ................................................................................................ 17
CAPÍTULO II DAÑO MORAL EN MATERIA EXTRACONTRACTUAL.................................................... 28
1. RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL POR EJERCICIO INDEBIDO DE
ACCIÓN PENAL.................................................................................................................. 29
2. INCOMPATIBILIDAD ENTRE REPARACIONES PECUNIARIAS DE INFORME
RETTIG CON INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL ................................................... 34
3. RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DE BANCO POR INFORMAR
ERRADAMENTE A DEUDOR EN BOLETÍN COMERCIAL. REBAJA DE DAÑO
MORAL ................................................................................................................................ 40
4. NO ES PROCEDENTE ORDENAR INDEMNIZACIÓN DEL DAÑO MORAL CUANDO
RESULTADO DE CUASIDELITO ES MENOR .................................................................. 46
5. IMPROCEDENCIA DE INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL SI CAUSA DE
ANGUSTIA ES ANTERIOR A HECHO DE LA CAUSA .................................................... 53
6. EL SEGURO OBLIGATORIO DE ACCIDENTES PERSONALES NO CUBRE EL
DAÑO MORAL .................................................................................................................... 58
7. NEGLIGENCIA DE EMPRESA. ACCIDENTE. EL DERECHO A REPARACIÓN DEL
DAÑO MORAL ESTÁ ELEVADO A LA CATEGORÍA CONSTITUCIONAL .................. 64
8. RESPONSABILIDAD DE LAS MUNICIPALIDADES. CAÍDA DE CORNISA DE
EDIFICIO EN RUINAS SOBRE TRANSEÚNTE. DAÑO MORAL QUE PROVOCAN LAS
LESIONES FÍSICAS Y PSICOLÓGICAS ............................................................................ 68
9. RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL, RESPONSABILIDAD POR EL
HECHO AJENO. EXPLOSIÓN DE RADIADOR DE CALEFACCIÓN CENTRAL POR
AGUA CALIENTE CAUSANDO LESIONES. NEGLIGENCIA EN LA FISCALIZACIÓN
DE LA INSTALACIÓN DE UN SISTEMA DE CALEFACCIÓN CENTRAL ..................... 75
10. SENTENCIA SE EXTIENDE A PUNTO NO SOMETIDA A SU DECISIÓN AL
ELEVAR MONTO INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS POR DAÑO MORAL SIN QUE
EXISTA PETICIÓN AL RESPECTO. .................................................................................. 83
11. RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL POR DESPIDO INJUSTIFICADO.
IMPROCEDENCIA DE LA INDEMNIZACIÓN POR EL DAÑO MORAL.
INDEMNIZACIONES POR TÉRMINO DE CONTRATO CUBREN EL DAÑO MORAL
PRODUCIDO POR EL DESPIDO INJUSTIFICADO. INDEMNIZACIÓN POR DAÑO
MORAL EN EL PROCEDIMIENTO DE TUTELA LABORAL EXIGE LA
VULNERACIÓN DE DERECHOS FUNDAMENTALES. ................................................... 90
CAPÍTULO III DAÑO MORAL EN MATERIA CONTRACTUAL............................................................. 99
1. INDEMNIZACIÓN DEL DAÑO MORAL EN MATERIA CONTRACTUAL.
FUNDAMENTOS............................................................................................................... 100
2. PROCEDENCIA DE INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL EN MATERIA
CONTRACTUAL. DAÑO MORAL PURO. VOTO EN CONTRA .................................... 108
3. RESPONSABILIDAD DEL ESTADO. NEGLIGENCIA EN EL DESARROLLO DE
LABORES ANEXAS A LA INTERVENCIÓN QUIRÚRGICA. INDEMNIZACIÓN DEL
DAÑO MORAL EN SEDE CONTRACTUAL. RESPONSABILIDAD DE LOS SERVICIOS
DE SALUD. ........................................................................................................................ 117
CAPÍTULO IV DAÑO MORAL EN MATERIA LABORAL................................................................... 134
A. TRIBUNAL COMPETENTE ............................................................................................... 135
1. TRIBUNAL CIVIL ES COMPETENTE PARA CONOCER DEMANDA DE
INDEMNIZACIÓN EXTRACONTRACTUAL POR DAÑO MORAL, AUN CUANDO
ESTÉ LIGADA A UN CONTRATO DE TRABAJO ...................................................... 135
2. TRIBUNAL LABORAL CARECE ABSOLUTAMENTE DE COMPETENCIA PARA
PRONUNCIARSE RESPECTO DE DAÑO MORAL RECLAMADO POR EL
TRABAJADOR .............................................................................................................. 141
3. INDEMNIZACIÓN ADICIONAL POR DAÑO MORAL NO PROCEDE EN SEDE
LABORAL...................................................................................................................... 144
B. POR TERMINACIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO ............................................................ 148
1. NO ES POSIBLE SOLICITAR REPARACIÓN DEL DAÑO MORAL POR TÉRMINO
DEL CONTRATO DE TRABAJO BASADO EN CAUSALES QUE DIERON ORIGEN A
INDEMNIZACIÓN REGLADA ..................................................................................... 148
2. COMPATIBILIDAD DE LA INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL CON
INDEMNIZACIONES LEGALES POR INVOCACIÓN INDEBIDA DE CAUSAL
FALTA DE PROBIDAD ................................................................................................. 158
3. IMPROCEDENCIA EN NUESTRA LEGISLACIÓN DE DAÑO MORAL POR CAUSA
DE DESPIDO ................................................................................................................. 163
4. INDEMNIZACIÓN POR EL DAÑO MORAL PRODUCIDA POR DESPIDO
LABORAL ESTÁ COMPRENDIDA EN RESARCIMIENTO RECIBIDO Y NO
PROCEDE RESPONSABILIDAD CIVIL EXTRACONTRACTUAL ............................ 166
5. INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS POR DAÑO MORAL. PROCEDENCIA DE
INDEMNIZACIONES ADICIONALES NO PREVISTAS POR EL CÓDIGO DEL
TRABAJO. HECHOS QUE EXCEDEN DE LA TERMINACIÓN DEL CONTRATO DE
TRABAJO. DAÑO MORAL PRODUCIDO POR ACTOS DE HOSTIGAMIENTO
LABORAL...................................................................................................................... 176
1. DEMANDA INDEMNIZATORIA POR FALLECIMIENTO DE TRABAJADOR EN
ACCIDENTE LABORAL. DAÑO MORAL AFECTIVO ............................................... 188
2. PROCEDE REPARAR EL DAÑO MORAL QUE SUFRIÓ EL TRABAJADOR POR
CONDUCTA NEGLIGENTE DE EMPLEADOR QUE NO ADOPTÓ MEDIDAS DE
SEGURIDAD.................................................................................................................. 193
3. REPARACIÓN DEL DAÑO MORAL A FAMILIARES DIRECTOS DE
TRABAJADOR POR MUERTE DEL TRABAJADOR POR INEXISTENCIA DE
MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL TRABAJO ........................................................... 198
4. PERSONAS A QUIENES ACCIDENTE O ENFERMEDAD CAUSE DAÑO PUEDEN
RECLAMAR AL EMPLEADOR O TERCEROS RESPONSABLES DEL ACCIDENTE
INCLUSO EL DAÑO MORAL. LA INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL
PRODUCTO DE ACCIDENTE LABORAL SE RIGE POR NORMAS DEL CÓDIGO
CIVIL.............................................................................................................................. 203
5. REMISIÓN DE LA INDEMNIZACIÓN DEL DAÑO MORAL AL DERECHO
COMÚN. REGLAS DE PRESCRIPCIÓN DE LA LEY Nº 16.744 SÓLO SE APLICAN A
LA INDEMNIZACIÓN POR DAÑO EMERGENTE Y LUCRO CESANTE .................. 213
CAPÍTULO V DAÑO MORAL POR INFRACCIÓN A LA LEY DE PROTECCIÓN DEL CONSUMIDOR ........ 223
1. PROCEDE INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL DERIVADO DE INGESTA DE
PRODUCTO VENCIDO..................................................................................................... 224
2. DAÑO MORAL EN CASO DE INCUMPLIMIENTO POR PARTE DEL PROVEEDOR.
OBJETIVIDAD EN CUANTO A SU EXISTENCIA Y MAGNITUD................................. 228
3. INFRACCIÓN A LEY DEL CONSUMIDOR. LAS CIRCUNSTANCIAS QUE
CONSTITUYEN EL DAÑO MORAL ALEGADO DEBEN PROBARSE .......................... 231
4. NO SE HA PRODUCIDO DAÑO MORAL A CONSUMIDOR QUE HA SIDO
ATENDIDO OPORTUNAMENTE ANTE FALLA DE PRODUCTO ................................ 233
CAPÍTULO VI PRUEBA Y AVALUACIÓN DEL DAÑO MORAL .......................................................... 236
1. AVALUACIÓN DEL DAÑO MORAL. EXIGENCIA PROBATORIA. INCLUSIÓN
ERRÓNEA DE UNA PERSONA EN INFORME DE MOROSIDAD FINANCIERA ......... 237
2. DAÑO MORAL. FUNDAMENTOS Y ELEMENTOS PARA DETERMINAR EL
QUÁNTUM INDEMNIZATORIO ..................................................................................... 240
3. AVALUACIÓN DEL DAÑO MORAL A PARIENTES DE LA VÍCTIMA. ELEMENTOS
A CONSIDERAR ............................................................................................................... 246
4. AVALUACIÓN DEL DAÑO MORAL. EXPOSICIÓN DE LA VÍCTIMA AL DAÑO .. 251
CAPITULO VII PRUEBA DEL DAÑO MORAL................................................................................. 253
1. DAÑO MORAL QUE EMANA DE EJECUCIÓN DE DELITO NO REQUIERE SER
PROBADO ......................................................................................................................... 254
2. INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL POR CONDUCTAS DE BULLYNG. SE
ACREDITA DE SECUELAS PSÍQUICAS EXPERIMENTADAS ..................................... 260
3. SÓLO A ALGUNAS NORMAS SE LES RECONOCE EL CARÁCTER DE
ESENCIALES RESPECTO DE LA ACTIVIDAD PROBATORIA. PRESUNCIÓN DE
EXISTENCIA DE DAÑO MORAL .................................................................................... 264
4. RESPONSABILIDAD DEL ESTADO. EFECTO DE LAS SENTENCIAS
ABSOLUTORIAS PENALES EN MATERIA CIVIL. CAUSAL DE NO EXISTENCIA DEL
ILÍCITO PENAL INVESTIGADO. PRUEBA DEL DAÑO MORAL. FALLECIMIENTO
DEL PADRE EN PRESENCIA DE LOS HIJOS ................................................................. 276
5. REGULACIÓN INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL. SENTENCIADORES DEBEN
DAR RAZONES SUFICIENTES SOBRE LA BASE DEL ANÁLISIS DE LOS
ELEMENTOS PROBATORIOS. DECISIONES INCOMPATIBLES ENTRE SÍ Y QUE NO
PUEDAN CUMPLIRSE DECISIONES QUE SEAN CONTRADICTORIAS POR
INTERFERIR UNAS CON OTRAS ................................................................................... 288
CAPÍTULO VIII DAÑO MORAL DE LAS PERSONAS JURÍDICAS....................................................... 293
1. LAS PERSONAS JURÍDICAS PUEDEN EXPERIMENTAR DAÑO MORAL AL VER
AFECTADO SU BUEN NOMBRE .................................................................................... 294
2. DAÑO MORAL RESPECTO DE PERSONAS JURÍDICAS. DAÑO MORAL CON
CONSECUENCIAS PATRIMONIALES POR INCUMPLIMIENTO CONTRACTUAL ... 298
CAPÍTULO I CONCEPTO DE DAÑO MORAL
1. DAÑO MORAL. CONCEPTO. DETERIORO DE IMAGEN DE UNA PERSONA

SUMARIO: En la especie, un incidente como el que generó la denuncia materia de este


procedimiento, es, sin duda, vergonzoso y vejatorio para el que lo sufre, al dejarlo en
ridículo ante numeroso público por su desplazamiento con un pantalón destrozado
debido a la acción defectuosa de un mecanismo de transporte de la empresa en que
éste efectuaba la compra.

El daño moral, tal se ha conceptuado en forma invariable por la doctrina y la


jurisprudencia, radica en la zozobra espiritual y el sufrimiento síquico que
determinadas circunstancias producen en el ánimo de una persona, lo que provoca un
detrimento en la calidad de su existencia. Tales circunstancias pueden obedecer a
diversas causas, materiales o físicas, como las lesiones de un accidente o la
concurrencia de hechos que las generen; o las que afectan a la imagen de un individuo
en cuanto se presenta ante la comunidad que se ve deteriorada por algún hecho o por
un acontecer, deterioro del que toma conciencia plena el que lo sufre y que también
genera, sin duda, el daño moral en referencia.

Tribunal: Corte Apelaciones de Santiago

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 1664-2005

Fecha: 09/03/2006

Cita Online: CL/JUR/4591/2006

Estado Procesal: Ejecutoriado, sin recurso posterior interpuesto

Partes: Ricardo Ojeda Muñoz con Cencosud Shopping Centers S.A.

Ministros: Gajardo Galdames, Carlos; Valdovinos Jeldes, Amanda

Abogado Integrante: Pozo Silva, Nelson

Redactor: Valdovinos Jeldes, Amanda

Voces: consumidor - daño moral - derecho civil - derechos del consumidor -


responsabilidad civil - responsabilidad contractual - responsabilidad penal

Legislación relacionada: Artículo 56 Ley Nº 19.496

TEXTO SENTENCIA

Santiago, nueve de marzo de dos mil seis.


Vistos:

Se produce la sentencia en alzada, pero se elimina su fundamento octavo:

Y se tiene en su lugar y además presente:

1 o . Que el daño moral, tal se ha conceptuado en forma invariable por la doctrina y la


jurisprudencia, radica en la zozobra espiritual y el sufrimiento síquico que determinadas
circunstancias producen en el ánimo de una persona, lo que provoca un detrimento en la
calidad de su existencia. Tales circunstancias pueden obedecer a diversas causas,
materiales o físicas, como las lesiones de un accidente o la concurrencia de hechos que
las generen; o las que afectan a la imagen de un individuo en cuanto se presenta ante la
comunidad que se ve deteriorada por algún hecho o por un acontecer, deterioro del que
toma conciencia plena el que lo sufre y que también genera, sin duda, el daño moral en
referencia.

2 o . Que, en la especie, un incidente como el que generó la denuncia materia de este


procedimiento, es, sin duda, vergonzoso y vejatorio para el que lo sufre, al dejarlo en
ridículo ante numeroso público por su desplazamiento con un pantalón destrozado debido
a la acción defectuosa de un mecanismo de transporte de la empresa en que éste
efectuaba la compra. Los elementos que se han señalado como causantes del perjuicio
síquico que sufre el que se ve expuesto a ellos no requiere prueba, por cuanto cualquier
razonamiento que se formule en los planos normales y habituales de la cotidianeidad,
invariablemente lleva a esta conclusión.

3 o . Que asentada la procedencia del daño moral en la forma que se consignó más
arriba, es procedente su regulación, y esta Corte apreciando prudencialmente y en
conjunto tanto los hechos como su resultado, y teniendo en cuenta que se trata de un
individuo joven con aptitud para sobrellevar en mejores condiciones la desazón
producida, lo apreciará en su monto, en lo decisorio. Y visto además lo dispuesto en el
artículo 56 de la Ley Nº 19.496, se confirma la sentencia apelada, con declaración que se
regula la indemnización que la demandada Cencosud Shopping Centers S.A., pagará al
demandante, Ricardo Ojeda Muñoz, la suma de trescientos cincuenta mil pesos
($ 350.000), con los reajustes e intereses consignados en el fallo que se revisa.

Regístrese y devuélvase.

Redacción de la Ministra señora Amanda Valdovinos J.

Dictada por la Quinta Sala de esta Corte, que conformaron los Ministros señor Carlos
Gajardo Galdames, señora Amanda Valdovinos Jeldes y Abogado Integrante señor
Nelson Pozo Silva.

Rol Nº 1.664-2005.
2. DISTINCIONES ENTRE DAÑO MORAL PURO Y CON CONSECUENCIAS
PATRIMONIALES. NECESIDAD DE CERTIDUMBRE Y REALIDAD

SUMARIO: En la actualidad, la dogmática jurídica reconoce lo que se denomina el


daño moral puro y el daño moral con consecuencias patrimoniales, los cuales deben
ser indemnizados en la medida que se encuentran acreditados. Tratándose de entes
despersonalizados incapaces de experimentar dolor, sufrimiento o padecimiento
debemos descartar de plano el daño moral puro y centrarnos en el daño moral con
consecuencias patrimoniales de estas personas al verse afectado su honor, el prestigio
o la confianza comercial de que gozaban dentro del ámbito de sus actividades. Todo
daño moral puro o con consecuencias patrimoniales para ser indemnizable requiere
que tenga carácter de certidumbre y realidad, por lo que aquellos que obedecen a
meras conjeturas o a una posibilidad no lo son, pues constituyen específicamente
daños patrimoniales indirectos.

Tribunal: Corte Apelaciones de Santiago

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 4677-1999

Fecha: 09/12/2003

Estado Procesal: Ejecutoriada, Corte Suprema declaró inadmisible recurso de


casación en la forma (546-2004)

Cita Online: CL/JUR/543/2003

Partes: Import. y Export. J Y C Ltda. con Com. Cisandia Chile Ltda.

Ministros: Dolmetsch Urra, Hugo; Chevesich Ruiz, Gloria Ana

Abogado Integrante: Herrera Valdivia, Óscar

Redactor: Herrera Valdivia, Óscar

Voces: daño moral - daños y perjuicios - derecho civil - responsabilidad civil -


responsabilidad contractual

Legislación relacionada: Artículo 1556 y artículo 2329 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, nueve de diciembre de dos mil tres.

Vistos:
Se reproduce la sentencia apelada de treinta y uno de enero de dos mil uno, escrita a
fojas 309 B y siguientes, con las modificaciones que se indican:

En el considerando 4 o se sustituye la palabra hechos por hecho; se agrega un punto


después de la palabra kilos, y se sustituye la frase que comienza que parte hasta su
término, por La demandada ha alegado que parte de los locos llegaron en mal estado a
Japón, para no pagar el saldo del precio pactado que se reclama en autos y para demandar
reconvencionalmente. Se elimina el considerando 13º. Se su stituye el considerando 19º
por el siguiente:

Que, acorde a lo ya expuesto, la compradora tendrá derecho a compensar la suma de


$ 11.493.386 al valor de la factura que adeuda ascendente a la suma de $ 21.484.575.

Se corrige la numeración de los razonamientos desde el signado con el número 19,


pasando a numerarse dicho fundamento como 16º, y el 20º y 21º como 17º y 18º se tiene
en su lugar y, además, presente:

1 o ) Que sin texto expreso en nuestro ordenamiento jurídico que se refiera al daño
moral y los términos en que es indemnizable, resulta lógico que la jurisprudencia tome un
rol preponderante en la integración del concepto.

Sólo a contar de principios del siglo veinte la jurisprudencia comienza a pronunciarse


en sentencias que acogen reparación por daño moral; se desarrolla la doctrina que se
fundamenta en lo dispuesto en el artículo 2329 del Código Civil que dispone
imperativamente la reparación de todo daño, sin distinguir la naturaleza de éste.

En fallo de 30 de mayo de 1950, esta Corte señala: el daño es todo detrimento,


perjuicio, menoscabo, dolor o molestia que sufre un individuo en su persona, bienes,
libertad, honor, créditos, afectos, creencias, etc., agrega, el daño supone la destrucción o
disminución, por insignificante que sea, de las ventajas o beneficios patrimoniales o
extrapatrimoniales de que goza un individuo.

Posteriormente, la Excma. Corte Suprema, en fallo de 3 de julio de 1951, manifiesta


que el daño moral afecta a la psiquis, que se exterioriza emanando angustia constante y
permanente y añade el más alto tribunal en sentencia de 14 de abril de 1954: el daño
moral trae como resultado un sufrimiento espiritual, un dolor, sufrimiento, desesperación
a veces ante una vida tronchada.

En fallo más reciente esta Corte define daño moral como el menoscabo, deterioro o
perturbación de facultades espirituales, afectos o condiciones sociales o morales
inherentes a la personalidad (sentencia de 15 de marzo de 1988).

Como podemos observar, la conceptualización del daño moral se fundamenta en el


sufrimiento, en el trastorno psicológico, en fin, en la afección espiritual.

Parte de la doctrina estima que el daño moral se agota en el ámbito de la personalidad,


se limita al deterioro de los sentimientos sin ninguna consecuencia pecuniaria; pero lo
cierto es que debe reconocerse que, en la actualidad, la dogmática jurídica reconoce lo
que se denomina el daño moral puro y el daño moral con consecuencias patrimoniales,
los cuales deben ser indemnizados, en la medida que se encuentran acreditados.

2o ) Que es posible extrapolar lo dicho por el legislador en el artículo 2329 a la


responsabilidad contractual. Así lo ha reconocido la jurisprudencia que en un principio,
tímidamente y ahora con bastante frecuencia ha dado lugar a la reparación del daño moral
en materia contractual. Basta con recordar causas emblemáticas como Otaegui con Banco
Español Chile; Messen con Fisco de Chile.

3 o ) Que sentado lo anterior, nos corresponde determinar si el daño moral en materia


contractual se extiende a las personas morales. Resulta fácil pensar que las personas
jurídicas sean sujetos pasivos del daño moral contractual, más aún si tomamos en cuenta
el papel que, gracias al desarrollo económico y tecnológico, ocupan hoy como sujetos de
derecho en el ámbito de las relaciones jurídicas contractuales: no es suficiente sostener
que dichos entes por carecer de naturaleza humana no sean susceptibles de daño moral.
Basta que sean posibles las agresiones derivadas de un incumplimiento contractual que
afecten ciertos derechos de la personalidad como el honor, la reputación, el crédito y la
confianza comercial.

4o ) Que delimitados los principios y los conceptos, es indispensable determinar en el


caso sub lite si nos encontramos ante un daño moral puro o con consecuencias
patrimoniales.

Tratándose de entes despersonalizados incapaces de experimentar dolor, sufrimiento o


padecimiento debemos descartar de plano el daño moral puro y centrarnos en el daño
moral con consecuencias patrimoniales de estas personas al verse afectado su honor, el
prestigio o la confianza comercial de que gozaban dentro del ámbito de sus actividades.

5o ) Que no obstante lo dicho, todo daño moral puro o con consecuencias patrimoniales
para ser indemnizable requiere que tenga carácter de certidumbre y realidad, por lo que
aquellos que obedecen a meras conjeturas o a una posibilidad no lo son, pues constituyen
específicamente daños patrimoniales indirectos.

6o ) Que revisadas las piezas pertinentes de esta causa en que podría fundamentarse la
indemnización del daño moral —documentos en que consta lo expresado por los señores
Nyuhai y Suzuki, en cuanto se había perdido la confianza en el mercado japonés del
molusco loco— carecen de la certidumbre y realidad que toda indemnización requiere.

7o ) Que el sentenciador posee cierta latitud para determinar el quántum de la


indemnización del daño moral puro por la falta de baremos que permitan al juez un
parámetro para fijar la indemnización.

No sucede lo mismo en el caso sub judice en que las consecuencias patrimoniales del
daño moral debieron ser acreditadas por medio de las pruebas que franquea la ley, lo que
no ha sucedido en la especie.
8o ) Que, como consecuencia de lo expresado en los motivos anteriores esta Corte
revocará el fallo en lo que a la indemnización del daño moral se refiere.

Por lo razonado se revoca la sentencia de treinta y uno de enero de dos mil uno, escrita
a fojas 309 B y siguientes, en cuanto reconoce a la demandante reconvencional el
derecho a que se le indemnice el daño moral y, en su lugar, se declara que sólo tiene
derecho a que se le pague por concepto de indemnización la suma de $ 2.733.960,
conforme a lo establecido en el considerando 14º del fallo que se revisa, y la suma de
$ 8.759.876, de acuerdo a lo razonado en el considerando 15º, esto es, la suma total de
$ 11.493.836, suma que deberá compensarse a la que resulte a favor de la actora
principal.

Se confirma en lo demás apelado el referido fallo, con declaración que la demandada


principal deberá pagar a la actora sólo la suma de $ 9.990.743, atendido a que al monto
total demandado ascendente a la suma de $ 21.484.579, debe descontarse la suma de
$ 11.493.836, por haberse acogido en parte la demanda reconvencional.

La referida suma deberá pagarse debidamente reajustada, conforme a la proporción que


haya variado el Índice de Precios al Consumidor entre el 16 de abril de 1999 y la fecha
del pago efectivo, más los intereses corrientes que se devenguen entre la fecha en que
quede ejecutoriada la presente sentencia y aquélla en que se efectúe el pago.

Se previene que la Ministro señora Chevesich fue de opinión de no reconocer a la


actora reconvencional el derecho a obtener la rebaja del precio por la suma de
$ 2.733.960, valor que corresponde a la partida dañada, equivalente al 5,6% de la total.

Tiene presente para ello, la circunstancia que la mercadería dañada fue sometida a un
proceso de saneamiento, operación que ascendió a la suma de $ 8.759.876, por lo tanto, al
ser recuperada y vendida en el mercado japonés, la compradora no sufrió perjuicio por
este concepto.

Regístrese y devuélvase.

Redacción del Abogado Integrante señor Óscar Herrera Valdivia.

No firma la Ministro señora Chevesich, por ausencia, no obstante haber concurrido a la


vista y acuerdo del fallo.

Dictada por la Sexta Sala de esta I. Corte de Apelaciones, integrada por los Ministros
señor Hugo Dolmestch Urra y señora Gloria Ana Chevesich Ruiz y Abogado Integrante
señor Óscar Herrera Valdivia.

Rol Nº 4.677-1999.
3. CONCEPTO DE DAÑO MORAL. ES NECESARIO ACREDITARLO PARA
DETERMINAR EFECTOS OCASIONADOS

SUMARIO: El daño moral, como lo ha señalado reiteradamente la doctrina, es un


concepto que se refiere a la lesión o menoscabo que el hecho dañoso pueda ocasionar
en un derecho o interés del que es titular la persona afectada y que se encuentra en la
esfera extrapatrimonial del individuo, sin perjuicio de tener presente de que, no
obstante tener este carácter, no queda liberado el afectado de acreditarlo, lo que en la
especie no se cumple, por cuanto, como se ha señalado, no se acompañaron al proceso
antecedentes probatorios que, apreciados en forma legal, permitan al tribunal
ponderar los reales efectos provocados al actor por los hechos materia de la
reclamación deducida por vía principal, en mérito de todo lo cual, no es procedente
acceder a la pretensión del demandante respecto de los perjuicios invocados por
concepto de daño moral.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Santiago

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación en conjunto a Recurso de casación en la


Forma

Rol: 1956-2002

Fecha: 09/04/2007

Cita Online: CL/JUR/501/2007

Estado Procesal: Ejecutoriada, Corte Suprema, rechazó casación en el fondo (2897-


2007)

Partes: Vine de la Cruz, Arturo Samuel con Dicom Sociedad Anónima

Ministros: Rocha Pérez, Raúl; Valderrama Rebolledo, Manuel Antonio

Abogado Integrante: Cruchaga Gandarillas, Ángel

Redactor: Rocha Pérez, Raúl Héctor

Voces: daño moral - daños y perjuicios - derecho civil - indemnización - medios de


prueba - responsabilidad civil - responsabilidad extracontractual

Legislación relacionada: Artículo 1698 y artículo 2329 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, nueve de abril de dos mil siete.

Vistos:
En estos autos seguidos ante el Decimoséptimo Juzgado Civil de Santiago, R ol
Nº 4.729-2001, acción de reclamación contemplada en la Ley Nº 19.628, con fecha 31 de
enero de 2002 se dictó sentencia mediante la cual se rechazó la reclamación deducida en
lo principal del libelo de fojas 44 y se acogió la demanda de indemnización de perjuicios
por concepto de daño moral en los términos que se señala, sin costas.

Notificado que fue el referido fallo, el actor interpuso en su contra recurso de apelación
y, por su parte, la demandada dedujo recurso de apelación y casación en la forma,
invocando, para el segundo, como causales que lo autorizan, las contempladas en los
numerales 5 en relación con el Nº 4 del artículo 170 y 7 del artículo 768 del Código de
Procedimiento Civil .

Concedidos que fueron dichos recursos se elevaron los antecedentes al tribunal


superior.

Se trajeron los autos en relación para conocer de los señalados recursos, concurriendo a
estrados los apoderados de las partes.

Con lo relacionado y considerando:

I.- En cuanto al recurso de casación en la forma:

1º ) Que la reclamada, en el primer otrosí de su escrito de fojas 231, ha deducido


recurso de casación en la forma en contra de la sentencia en estudio, dictada en estos
autos con fecha treinta y uno de enero de dos mil dos, escrita de fojas 189 a 210,
invocando, como primera causal de nulidad, la del número 5 del artículo 768 del Código
de Procedimiento Civil, esto es, en haber sido pronunciada con omisión de cualquiera de
los requisitos enumerados en el artículo 170 del señalado cuerpo legal, en la especie, de
la formalidad prevista en el numeral 4 que establece que las sentencias definitivas de
primera instancia contendrán las consideraciones de hecho o de derecho que sirven de
fundamento a ésta.

2o ) Que, al efecto, se dice en el recurso que en el fallo impugnado se habría condenado


a Dicom a pagar como indemnización de perjuicios por concepto de daño moral sufrido
por el actor la suma de $ 1.200.000, sin contener consideraciones relativas al derecho
extrapatrimonial supuestamente agredido por la acción de la reclamada, añadiéndose, en
lo pertinente, que no se señalaría en qué consistió dicho daño y sin analizar la relación de
causalidad entre la acción y el daño, no obstante que en la sentencia se señala en su
considerando decimoséptimo que se habría omitido toda prueba en cuanto al daño moral
en comento.

3o ) Que, además, la reclamada invoca como causal de nulidad la prevista en el número


7 del artículo 768 del cuerpo legal antes consignado, precisando que la sentencia en
estudio contendría decisiones contradictorias —considerandos decimosexto y
decimoséptimo—, la que fundamenta, en lo sustancial, haciendo presente que resultaría
carente de toda lógica resolver respecto al daño material, en conformidad a derecho, que
no se puede hacer lugar a la demanda de indemnización de perjuicios si no se encuentra
acreditado la existencia de daño para luego afirmar que, no obstante no existir prueba, se
puede dar lugar a establecer un daño moral, procediendo a regularlo conforme a
elementos probatorios que el propio considerando señala que no existen, esbozando
algunos supuestos ajenos al proceso.

4o ) Que, en atención a que la sentencia impugnada por vía de casación ha sido


igualmente recurrida mediante el recurso ordinario de apelación, el tribunal desestimará
el de casación en la forma, toda vez que de ser efectiva la causal esgrimida que se habría
producido en la dictación del fallo impugnado, resulta evidente que los supuestos
perjuicios no serían reparables sólo con la invalidación de la sentencia, ya que éstos
podrían ser corregidos mediante la apelación interpuesta.

II.- En cuanto a los recursos de apelación:

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada, escrita de fojas 189 a 210, que es de fecha treinta
y uno de enero de dos mil dos, con la siguiente modificación:

Se eliminan los considerandos decimoséptimo y decimoctavo. Y se tiene en su lugar y,


además,

Presente:

1º ) Que cabe tener presente respecto a la procedencia de la demanda de indemnización


de perjuicios por concepto de daño moral solicitada por el actor que, según mérito de los
antecedentes que obran en autos, éste no aportó prueba alguna tendiente a su acreditación
y menos, consecuencialmente, para determinar su cuantía.

2o ) Que el daño moral, como lo ha señalado reiteradamente la doctrina, es un concepto


que se refiere a la lesión o menoscabo que el hecho dañoso pueda ocasionar en un
derecho o interés del que es titular la persona afectada y que se encuentra en la esfera
extrapatrimonial del individuo, sin perjuicio de tener presente que, no obstante tener este
carácter, no queda liberado el afectado de acreditarlo, lo que en la especie no se cumple,
por cuanto, como se ha señalado, no se acompañaron al proceso antecedentes probatorios
que, apreciados en forma legal, permitan al tribunal ponderar los reales efectos
provocados al actor por los hechos materia de la reclamación deducida por vía principal,
en mérito de todo lo cual, no es procedente acceder a la pretensión del demandante
respecto de los perjuicios invocados por concepto de daño moral.

3o ) Que en nada altera lo concluido en el basamento que antecede, los documentos


acompañados por el actor en sus escritos de fojas 281 y 285, aparejados de fojas 277 a
fojas 280 y 284, como, asimismo, lo consignado en lo principal del primer libelo antes
señalado.

Por estas consideraciones y lo dispuesto en los artículos 186, 764, 765, 766, 768 y 798
del Código de Procedimiento Civil, se declara:
Que se rechaza el recurso de casación en la forma concedido a fojas 243 en contra de la
sentencia de treinta y uno de enero de dos mil dos, escrita de fojas 189 a 210.

Se revoca, en lo apelado, el fallo precedentemente singularizado en cuanto en su


numeral IV acoge la demanda de indemnización de perjuicios por concepto de daño
moral y, en su lugar, se decide que se rechaza, en todas sus partes, la demanda por tal
concepto.

Que, consecuencialmente, atendido lo establecido, en la letra b) precedente, cabe


revocar, además, lo establecido en el numeral V de lo decisorio de la sentencia recurrida.

Se confirma, en lo demás, la sentencia en alzada.

No se condena en costas, por estimarse que el actor tuvo motivos plausibles para
litigar.

Redacción del Ministro señor Rocha.

Regístrese y devuélvase, en su oportunidad, conjuntamente con sus agregados.

Pronunciada por la Octava Sala de esta Corte de Apelaciones de Santiago, presidida


por el Ministro señor Raúl Héctor Rocha Pérez e integrada por el Ministro señor Manuel
Valderrama Rebolledo y por el Abogado Integrante señor Ángel Cruchaga Gandarillas.

Rol Nº 1.956-2002.
4. PRESUPUESTOS PARA QUE SE GENERE RESPONSABILIDAD POR FALTA
DE SERVICIO. DAÑO MORAL

SUMARIO: Esta Corte, respecto del daño moral, ha expresado que: "se le ha concebido
como el dolor, pesar o molestia que sufre una persona en su sensibilidad física, en sus
sentimientos o afectos o en su calidad de vida y cuya indemnización se identifica en
general con la expresión latina pretium doloris o "precio del dolor" y haciendo una
clasificación elemental de los tipos de intereses susceptibles de perjuicio moral
comprende tanto los atributos de la personalidad, tales como el honor o la honra, la
intimidad o la propia imagen, cuya lesión involucra generalmente aspectos
patrimoniales y extrapatrimoniales, tales como el dolor corporal, los perjuicios
estéticos o de agrado; o cualquier deterioro del normal desarrollo de la vida familiar,
afectiva o sexual; los daños en la autoestima a consecuencia de lesiones o pérdida de
miembros; y los llamados perjuicios de afección, ocasionados por el sufrimiento o
muerte de un ser querido e intereses relacionados con la calidad de vida en general,
constituidos por las molestias ocasionadas en razón de la vecindad, tales como ruidos
molestos, humos y malos olores; intereses relacionados con la integridad física y
psíquica afectan, asimismo, la calidad de vida de la víctima". En este caso los actores
lo hacen consistir en el padecimiento que han sufrido por la muerte de su cónyuge y
padre, respectivamente, habiendo acreditado en autos con las probanzas rendidas el
dolor afectivo sufrido debido a la muerte del familiar.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Casación en el fondo y la forma

Rol: 3582-2012

Fecha: 07/08/2013

Cita Online: CL/JUR/1761/2013

Partes: Servicio de Salud Aconcagua con Díaz Valenzuela, Paulina

Ministros: Carreño Seaman, Héctor; Pierry Arrau, Pedro; Sandoval Gouet, María
Eugenia; Pfeiffer Richter, Alfredo

Abogado Integrante: Pfeffer Urquiaga, Emilio

Redactor: Pierry Arrau, Pedro

Legislación relacionada: Artículo 2329 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA:
I. Sentencia de casación

Santiago, siete de agosto de dos mil trece.

Vistos:

En estos autos rol Nº 3582 2012, caratulados "Díaz Valenzuela Paulina con Servicio de
Salud Aconcagua", juicio ordinario de indemnización de perjuicios por falta de servicio,
la parte demandada dedujo recursos de casación en la forma y en el fondo contra la
sentencia dictada por la Corte de Apelaciones de Valparaíso que confirmó la de primera
instancia que condenó a pagar a los actores una indemnización de $ 90.000.000 (noventa
millones de pesos) para la cónyuge y $ 60.000.000 (sesenta millones de pesos) para cada
uno de los hijos de la víctima, por concepto de daño moral.

Se trajeron los autos en relación.

Considerando:

Primero: Que al conocer este tribunal del presente asunto por la vía de los recursos de
casación interpuestos, encontrándose el proceso en estado de acuerdo, ha advertido de los
antecedentes que la sentencia que se ha impugnado podría adolecer de un posible vicio de
aquellos que dan lugar a la casación en la forma y respecto de los cuales el artículo 775
del Código de Enjuiciamiento en lo Civil autoriza para proceder de oficio.

Segundo: Que el artículo 768 del Código de Procedimiento Civil establece: "El recurso
de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas siguientes:
Nº 5 En haber sido pronunciada (la sentencia) con omisión de cualquiera de los requisitos
enumerados en el artículo 170".

Por su parte, esta última disposición señala que: "Las sentencias definitivas de primera
o de única instancia y las de segunda que modifiquen o revoquen en su parte dispositiva
las de otros tribunales, contendrán: 4º Las consideraciones de hecho o de derecho que
sirven de fundamento a la sentencia".

Tercero: Que del examen de la sentencia de segundo grado, confirmatoria de la de


primera instancia, aparece que carece de los fundamentos de derecho que sustenten la
decisión adoptada.

En efecto, la sentencia impugnada obvia toda alusión a que la única norma aplicable
para dar por acreditada la responsabilidad demandada es el artículo 38 de la Ley
Nº 19.966, que dispone que los órganos de la Administración del Estado en materia
sanitaria son responsables de los daños que causen a particulares por falta de servicio.

Cuarto: Que de lo expresado anteriormente se advierte que la sentencia carece del


sustento jurídico que le sirve de fundamento, circunstancia que configura el vicio de
casación formal contemplado en el Nº 5 del artículo 768 del Código ya citado.
Quinto: Que lo anteriormente expuesto autoriza a esta Corte, al no existir otro medio
idóneo para corregir la deficiencia procesal comprobada, para casar de oficio la sentencia
de segundo grado por adolecer del vicio que se hizo notar.

De conformidad, asimismo, con lo que disponen los artículos 764, 765, 766, 768, 775,
786 y 806 del Código de Procedimiento Civil, se declara que se casa de oficio la
sentencia de veintisiete de marzo del año dos mil doce, escrita a fojas 374, la que por
consiguiente es nula y se la reemplaza por la que se dicta a continuación.

Atendido lo resuelto, es innecesario pronunciarse sobre los recursos de casación en la


forma y en el fondo deducidos en lo principal y primer otrosí de la presentación de fojas
378, respectivamente.

Regístrese.

Redacción a cargo de la Ministro señora Sandoval.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema, integrada por los Ministros Sr.
Héctor Carreño S., Sr. Pedro Pierry A., Sra. María Eugenia Sandoval G., el Ministro
Suplente Sr. Alfredo Pfeiffer R. y el Abogado Integrante Sr. Emilio Pfeffer U.

No firma, no obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, el Abogado


Integrante señor Pfeffer por estar ausente.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

En Santiago, a siete de agosto de dos mil trece, notifiqué en Secretaría por el Estado
Diario la resolución precedente.

Rol Nº 3582-2012.

II. Sentencia de reemplazo

Santiago, siete de agosto de dos mil trece.

De conformidad con lo que dispone el artículo 786 del Código de Procedimiento Civil,
se procede a dictar la siguiente sentencia de reemplazo.

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada, con excepción de los considerandos décimo,


undécimo y decimoctavo, que se eliminan y con las siguientes modificaciones:

a) En la parte expositiva, se eliminan las preposiciones "en" y "de", que figuran, la


primera, al inicio y, la segunda, antes de "que sea condenado", además, entre las
expresiones "les ha ocasionado " y "con motivo de", se incorpora el pasaje "por falta de
servicio"; después de "contractual y", se agrega la frase "también subsidiariamente"; y, al
final del primer apartado, se cambia el "punto" (.) por una "coma" (,) y se adiciona la
frase "todo con reajustes, intereses y costas".

b) En el segundo apartado de la parte expositiva, se cambia el "punto final" (.) por una
"coma" (,) y se incorpora la expresión "con costas".

c) En el considerando Cuarto, después de "ya individualizados,", se adiciona la frase "e


interpone demanda"; asimismo, a continuación de "hijo y hermano", se agrega el
adverbio "respectivamente"; también, las dos veces que aparece la cantidad "$ 50.000",
se cambia por "$ 50.000.000"; y al final del primer y tercer apartados de este
considerando Cuarto, se corrige el segundo apellido de los hijos del fallecido, que es
"Díaz" y no "Rojas", como allí se expresa, e igualmente, las dos veces que en esta parte
figura el nombre corregido de "Cristóbal Alejandro Ampuero Díaz", se adiciona, a
continuación, la frase "de $ 50.000.000 para el padre Arnaldo de las Mercedes Ampuero
Rojas".

d) En el segundo apartado de la fundamentación Quinta, se reemplaza la oración "caída


sufrida por la Sra. Silva" por "fallecimiento del Sr. Ampuero Andrade"; después de "a
título de herederos", se agrega el párrafo "También opone, como excepción, el haberse
expuesto, don Arnaldo Antonio Ampuero Andrade, imprudentemente al daño,
solicitando, en subsidio, que tal argumento sea considerado para rebajar
considerablemente la indemnización que se regule".

e) En el tercer apartado del motivo Quinto, después de "sus rechazos", se agrega "con
costas".

f) En la parte final del razonamiento Octavo, se sustituye la "a" que figura antes de
"tenido que solicitar" por la forma verbal "ha".

g) En la motivación duodécima, se reemplaza la palabra mal escrita "fallese", por


"fallece".

h) En el basamento decimonoveno, se cambia la expresión "cada uno de los


demandantes" por "la cónyuge e hijos demandantes"; como asimismo, la frase "cónyuge,
hijos, padre y hermana" sustituye por "cónyuge e hijos".

Y se tiene en su lugar y además presente:

Primero: Que el demandado apeló de la sentencia definitiva de 12 de agosto de 2011,


fundando el agravio en la circunstancia que no incurrió en una falta de servicio, puesto
que el Sr. Ampuero falleció a consecuencia, según consta de Protocolo de Autopsia
Nº 043 2009, de un hemoperitoneo masivo secundario de un desgarro hepático provocado
por un traumatismo abdominal cerrado, generado por un golpe, lo cual nunca fue dado a
conocer a los médicos que lo atendieron de urgencia.
Añade que con las pruebas del proceso no se acreditó que los funcionarios que lo
atendieron infringieron los principios que informan la lex artis y en relación con el daño
moral, aseveran que éste no fue probado.

Solicitan en el evento que se confirme la sentencia que las sumas a que se le condenó
sean sustancialmente rebajadas.

Finaliza invocando en forma subsidiaria la aplicación del artículo 2330 del Código
Civil, por considerar que Arnaldo Ampuero Andrade se expuso imprudentemente al
daño.

Segundo: Que, por su parte, los demandantes adhirieron a la apelación solicitando que
se modifiquen las sumas de indemnizaciones brindadas, otorgándoles éstas por los
montos solicitados o en subsidio por la cantidad que se fije por el tribunal.

Tercero: Que constituyen hechos no controvertidos por las partes y que constan en el
proceso:

a) Que Arnaldo Ampuero Andrade ingresó al Servicio de Urgencia del Hospital San
Juan de Dios de Los Andes el día 6 de abril de 2009 aproximadamente a las 19:45 horas,
presentando un cuadro con vómitos, dolor lumbar y mareos;

b) Que fue atendido por la internista doctora Istra Araya, quien luego de practicarle
exámenes preliminares, dada su gravedad determinó que el paciente fuera enviado al
Hospital San Camilo de San Felipe, con orden de practicar un scanner, con diagnóstico
final de meningitis;

c) Que el paciente ingresó al Hospital de San Felipe a las 20:27 horas, siendo atendido
por el médico de turno, Jaime Acevedo Vera, lugar donde posteriormente se agrava y
siendo las 23:45 horas fallece, entregándose como causa de muerte "shock séptico foco
no determinado";

d) Que practicada autopsia, ésta determinó como causa precisa de muerte desgarro
hepático, compatible con un traumatismo abdominal.

Cuarto: Que a solicitud de la demandante se ordenó a la Fiscalía de San Felipe remitir


copia de la carpeta investigativa causa RUC 0900324542-7, entre cuyos antecedentes
constan declaraciones de:

A) Gonzalo Andrés Herrera Palma, técnico paramédico del Hospital San Camilo de
San Felipe, quien señala que le correspondió el control de signos vitales, que los niveles
que traía no eran normales ya que tenía anomalías en la frecuencia respiratoria y que el
médico lo dejó en la sala de yesos al cuidado de su cónyuge.

B) Claudia Isabel Aballay León, enfermera del mismo hospital, quien indica que los
exámenes solo fueron de sangre, descartando la punción lumbar que sirve para descartar
meningitis.
Quinto: Que en jurisprudencia de la Corte Suprema se ha señalado reiteradamente que
la falta de servicio "se presenta como una deficiencia o mal funcionamiento del Servicio
en relación a la conducta normal que se espera de él, estimándose que ello concurre
cuando aquel no funciona debiendo hacerlo y cuando funciona irregular o tardíamente,
operando así como un factor de imputación que genera la consecuente responsabilidad
indemnizatoria, conforme lo dispone expresamente el artículo 42 de la Ley Nº 18.575.

Pues bien, en materia sanitaria el 3 de septiembre de 2004 se publica la Ley Nº 19.966


que establece un Régimen de Garantías en Salud, cuerpo normativo que introduce en el
artículo 38 la responsabilidad de los Órganos de la Administración en esta materia, la
cual incorpora "al igual que la Ley Nº 18.575 la falta de servicio como factor de
imputación que genera la obligación de indemnizar a los particulares por los daños que
éstos sufran a consecuencia de la actuación de los Servicios de Salud del Estado" (Corte
Suprema, Rol 9554-2012, 10 de junio de 2013, considerando undécimo).

Sexto: Que de los antecedentes del proceso surge que en el Hospital de Los Andes se le
efectuó un diagnóstico erróneo a Arnaldo Ampuero y que luego en el Hospital San
Camilo de San Felipe no se le otorgó una atención oportuna y eficaz, toda vez que a pesar
de ingresar a dicho recinto hospitalario por derivación del de Los Andes con diagnóstico
de meningitis no sólo no se le realizó el TAC o scanner solicitado en la derivación, sino
que no se le efectuó ningún otro procedimiento o examen distinto a los de sangre y orina
que permitiera confirmar o desechar el diagnóstico de remisión.

Que, por otra parte, la circunstancia de haber sido ingresado en la denominada sala de
yeso al cuidado de su cónyuge dificultó la supervisión de su estado por personal
paramédico, derivando en una situación de crisis que finalmente terminó con su deceso.

Séptimo: Que de lo anterior puede colegirse que la demandada incurrió en falta de


servicio en la atención del Sr. Ampuero, puesto que no brindó a éste la atención que un
servicio público de esta naturaleza debe prestar a un paciente remitido en las graves
condiciones de salud en que se encontraba aquel.

Octavo: Que como se ha expuesto en anteriores fallos sobre la materia, para que se
genere la responsabilidad por falta de servicio es necesario que entre aquélla y el daño
exista una relación de causalidad, la que exige un vínculo necesario y directo.

En este mismo orden de ideas se sostiene que un hecho es condición necesaria de un


cierto resultado cuando de no haber existido aquel, el resultado tampoco se habría
producido.

Así, se ha sostenido por la doctrina expresa que: "El requisito de causalidad se refiere a
la relación entre el hecho por el cual se responde y el daño provocado", "la causalidad
expresa el más general fundamento de justicia de la responsabilidad civil, porque la
exigencia mínima para hacer a alguien responsable es que exista una conexión entre su
hecho y el daño" (Enrique Barros, Tratado de Responsabilidad Extracontractual , 2006,
Editorial Jurídica de Chile, página 373).
Al respecto, diversas son las teorías que tratan de explicar este tema, a saber: la teoría
de la equivalencia de las condiciones, la de la causa adecuada, la de la causa necesaria y
la de la relevancia típica (Derecho Penal, Parte General , profesor Enrique Cury Urzúa,
décima edición, 2011, páginas 294 y siguientes).

Actualmente, la doctrina nacional distingue dos elementos que son integrantes de la


relación de causalidad.

El primero denominado "elemento natural", en virtud del cual se puede establecer que:
"un hecho es condición necesaria de un cierto resultado cuando de no haber existido la
condición, el resultado tampoco se habría producido" (Enrique Barros Bourie, Tratado de
Responsabilidad Extracontractual , Editorial Jurídica de Chile, 2006, página 376).

El segundo es el "elemento objetivo", para cuya configuración es indispensable que el


daño producido pueda ser imputado normativamente al hecho ilícito.

Así, una vez determinada la causalidad natural, se debe proceder a verificar si el daño
puede ser atribuible a la conducta desplegada.

El último autor mencionado, refiriéndose al principio de la equivalencia de las


condiciones o condictio sine qua non , refiere: "La doctrina y jurisprudencia están de
acuerdo en que para dar por acreditada la causalidad debe mostrarse que el hecho por el
cual se responde es una condición necesaria del daño.

Y un hecho es condición necesaria de un cierto resultado cuando de no haber existido


la condición, el resultado tampoco se habría producido (el hecho es condictio sine qua
non del daño)" (obra citada, página 376).

Se ha señalado también que "Es condición del resultado toda circunstancia concurrente
a su producción, que, al ser suprimida mediante una operación mental hipotética,
determina la supresión del resultado" (Enrique Cury Urzúa, obra citada, página 294).

Noveno: Que en este caso, aplicando la denominada teoría de la equivalencia de las


condiciones, si se suprime la atención poco oportuna e ineficaz del paciente por parte del
Hospital San Camilo de San Felipe, el daño a éste no se habría producido, puesto que se
podría haber detenido la hemorragia que finalmente le causó la muerte.

Décimo: Que en estos autos los demandantes solicitan se les indemnice el daño moral
sufrido con motivo del fallecimiento de Arnaldo Ampuero.

El profesor Arturo Alessandri Rodríguez ha expresado que: "El daño moral puede
revestir dos formas, según tenga o no repercusiones patrimoniales.

De ordinario, y es el caso más frecuente, el daño moral comporta a la vez un daño


material.
Así ocurre cuando un mismo hecho produce un perjuicio pecuniario y un dolor o
sufrimiento moral: tal es el caso de una lesión o pérdida de un miembro, que hace sufrir a
la víctima y le disminuye sus fuerzas o su capacidad de trabajo".

Agrega: "pero el daño moral puede no tener algún efecto patrimonial, ser meramente
moral.

Es así cuando consiste única y exclusivamente en la molestia o dolor que sufre una
persona en su sensibilidad física o en sus sentimientos, creencias o afectos.

El daño moral, ha dicho una sentencia, es aquel que proviene de toda acción u omisión
que pueda estimarse lesiva a las facultades espirituales, a los afectos o a las condiciones
sociales o morales inherentes a la personalidad humana: en último término, todo aquello
que signifique un menoscabo en los atributos o facultades mentales del que sufre el daño.

Son daños de esta especie el dolor o sufrimiento que experimenta un individuo con una
herida, lesión, cicatriz o deformidad, con su desprestigio, difamación, menosprecio o
deshonra, con el atentado a sus creencias, con su detención o prisión, con su
procesamiento, con su rapto, violación, estupro o seducción, si es mujer, con la muerte de
un ser querido y, en general, con cualquier hecho que le procure una molestia, dolor,
sufrimiento físico o moral" (De la responsabilidad extracontractual en el Derecho Civil
Chileno , Arturo Alessandri Rodríguez, Imprenta Universitaria, págs. 224 y 225).

Por su parte, el profesor Enrique Barros Bourie, tomando el concepto de


Palandt/Heinrichs, señala que "pertenecen a la gran categoría de daño moral todas las
consecuencias adversas que afectan la constitución física o espiritual de la víctima y que
se expresan, por un lado, en dolor, angustia o malestar físico o espiritual y, por otro lado,
en una disminución de la alegría de vivir.

De ello se sigue que, en analogía con el daño patrimonial, el daño moral puede
consistir en un mal que se causa o en un bien de cuyo disfrute se priva".

Agrega que "ante todo, el daño no patrimonial se puede presentar en la forma de una
aflicción física o mental.

En ambos casos, se trata de un daño positivo (como lo es el daño emergente en sede


patrimonial), que aumenta instantáneamente el conjunto de males que dificultan o hacen
más gravosa la existencia.

En el caso del dolor físico, el daño se expresa en la aflicción que producen las heridas
y en el sufrimiento asociado a los tratamientos médicos necesarios.

En el caso de la aflicción mental, el dolor adquiere innumerables matices e


intensidades, que se muestran en un largo catálogo de desgracias que pueden afectar
nuestro bienestar espiritual (el sentido de disvalor producido por una incapacidad física,
el pudor afectado por un atentado a la privacidad, el dolor afectivo por la pérdida de un
hijo o del cónyuge).
En todos estos casos, la reparación del daño no patrimonial opera proporcionalmente
como pretium doloris : es una compensación económica por el sufrimiento efectivo que
ha afectado al demandante". ( Tratado de Responsabilidad Extracontractual , Ed.
Jurídica, Santiago, 2006, págs. 290 y 291).

En tanto, esta Corte, respecto del daño moral, ha expresado que: "se le ha concebido
como el dolor, pesar o molestia que sufre una persona en su sensibilidad física, en sus
sentimientos o afectos o en su calidad de vida y cuya indemnización se identifica en
general con la expresión latina pretium doloris o "precio del dolor" y haciendo una
clasificación elemental de los tipos de intereses susceptibles de perjuicio moral
comprende tanto los atributos de la personalidad, tales como el honor o la honra, la
intimidad o la propia imagen, cuya lesión involucra generalmente aspectos patrimoniales
y extrapatrimoniales, tales como el dolor corporal, los perjuicios estéticos o de agrado; o
cualquier deterioro del normal desarrollo de la vida familiar, afectiva o sexual; los daños
en la autoestima a consecuencia de lesiones o pérdida de miembros; y los llamados
perjuicios de afección, ocasionados por el sufrimiento o muerte de un ser querido e
intereses relacionados con la calidad de vida en general, constituidos por las molestias
ocasionadas en razón de la vecindad, tales como ruidos molestos, humos y malos olores;
intereses relacionados con la integridad física y psíquica afectan, asimismo, la calidad de
vida de la víctima" (Corte Suprema, Rol 5857-06, 30 de junio de 2008, considerando
vigésimo sexto).

En este caso, los actores lo hacen consistir en el padecimiento que han sufrido por la
muerte de su cónyuge y padre, respectivamente, habiendo acreditado en autos con las
probanzas rendidas el dolor afectivo sufrido debido a la muerte de Arnaldo Ampuero.

Undécimo: Que habiéndose acreditado la falta de servicio en que incurrió la


demandada, la relación de causalidad entre ésta y los daños sufridos por la cónyuge y los
hijos de Arnaldo Ampuero, atento a lo que dispone el artículo 38 de la Ley Nº 19.966, se
dará lugar a la demanda respecto del daño moral alegado, y se condenará a la demandada
al pago de los montos que por dichos conceptos se establecerán en la parte resolutiva de
esta sentencia.

Duodécimo: Que la demandada en forma subsidiaria en el recurso de apelación solicita


que en el evento de confirmarse la sentencia apelada se rebaje el quantum de
indemnización, considerando al efecto lo establecido en el artículo 2330 del Código
Civil.

Fundamenta lo solicitado en la circunstancia que el desgarro hepático que provocó el


deceso de la víctima se debió a un trauma o lesión muscular causado por agresión o caída
de altura que no informó a su ingreso al centro hospitalario, en circunstancias que en la
demanda se afirma que las molestias físicas las empezó a sentir alrededor de las 21:00
horas del 5 de abril de 2009, concurriendo recién al hospital más de 24 horas después,
habiendo sufrido durante ese tiempo de dolores abdominales, fiebre, vómitos y cefalea
intensa.
Ello configura, a juicio del apelante, la exposición imprudente al daño de la víctima o
de alguno de los integrantes de su familia, por no concurrir de inmediato a requerir
atención médica.

No hay pruebas en autos que permitan hacer lugar a lo solicitado ya que no se


estableció que el Sr. Ampuero hubiera recibido un golpe o caída que le hubiera
provocado el desgarro hepático, de forma que no puede afirmarse que él hubiera tenido
conocimiento de haber sufrido un trauma.

Por otra parte, no puede calificarse de imprudente a la persona que sin tener conciencia
de haber sufrido un trauma no concurre a un centro hospitalario en presencia de los
síntomas que lo aquejaban.

En razón de ello no se hará lugar a la rebaja en virtud de esta alegación.

Decimotercero: Que por no haberse acreditado el daño moral demandado por el padre
y la hermana de Arnaldo Ampuero, se desestimará la demanda a su respecto, pues la sola
acreditación del parentesco que los unía con el occiso no habilita para acoger una
demanda por esta circunstancia.

Por estas consideraciones y teniendo además presente lo dispuesto en los artículos 144
y 186 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, se decide:

I. Que se revoca la sentencia de doce de agosto de dos mil once, escrita a fojas 309 y
siguientes, sólo en cuanto se acoge la demanda interpuesta por Arnaldo de las Mercedes
Ampuero Rojas y Josefina de las Mercedes Ampuero Andrade y en su lugar se declara
que no se hace lugar a su demanda, sin costas.

II. Que se la confirma en lo demás, con declaración de que el monto a pagar por el
Servicio de Salud Aconcagua por concepto de daño moral asciende a la suma de
$ 45.000.000 (cuarenta y cinco millones de pesos) para la demandante Paulina Díaz
Valenzuela y de $ 25.000.000 (veinticinco millones de pesos) para cada uno de los hijos
del occiso, Enrique Jesús y Cristóbal Alejandro, ambos de apellidos Ampuero Díaz.

Acordada la decisión II con el voto en contra de la Ministra Sra. Sandoval, quien fue
de parecer de revocar la sentencia de primera instancia en cuanto hizo lugar a la
indemnización por daño moral solicitada a favor de la cónyuge e hijos del Sr. Ampuero,
en virtud de las siguientes consideraciones:

1º. Que según consta de la ficha clínica acompañada en segunda instancia, el paciente
ingresó a la unidad de emergencia del Hospital San Camilo de San Felipe a las 20:27 hrs.,
recibiendo atención médica a las 20:30 hrs., oportunidad en la cual se le controlan los
signos vitales y se ordena efectuarle diversos exámenes, los cuales le son practicados a
las 21:03 hrs.

2º Que en el Informe del Servicio Médico Legal de San Felipe agregado a fojas 197, se
consigna el diagnóstico histológico de laceración hepática vital y signos necrofológicos
de shock, lo que refrenda lo establecido en el Protocolo de Autopsia sobre la causa de
muerte del Sr. Ampuero.

3º Que en el Informe Nº 162 del Departamento de Medicina Criminalística de la


Policía de Investigaciones de Chile, se concluye que el desgarro hepático corresponde a
un traumatismo hepático cerrado, no existiendo otra causa.

Se agrega que como la profundidad del desgarro no fue mayor a 6 mm. sólo
comprometió vasos superficiales por lo que el desgarro pudo ser de cuantía moderada,
pero sostenida en el tiempo por lo que podría haber tenido un período de sobrevida
variable.

4º Que no hay elementos probatorios en la causa que permitan aseverar que los
médicos tratantes del paciente infringieron la lex artis en la atención que le prestaron.

5º Que no obstante lo anterior, si se estima que se configura una falta de servicio, dado
que no se le realizó el scanner solicitado por la médico que lo remitió desde Los Andes y
que se le internó en una sala no destinada al efecto, no dejándolo al cuidado de personal
idóneo, no es posible atribuir responsabilidad a la demandada, toda vez que no se
configura la relación de causalidad para efectuarlo.

De acuerdo al mérito del proceso, no puede concluirse que la realización del scanner o
la internación en la sala de urgencia con personal idóneo hubiera evitado el deceso del Sr.
Ampuero; tampoco hay antecedentes que permitan establecer que otros exámenes
diferentes a los que se le practicaron al paciente hubieran permitido diagnosticar su mal y
en su caso, los procedimientos quirúrgicos o de otro orden que se tendrían que haber
efectuado para evitar su deceso.

Regístrese y devuélvase con sus agregados.

Redacción a cargo de la Ministro señora Sandoval.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema, integrada por los Ministros Sr.
Héctor Carreño S., Sr. Pedro Pierry A., Sra. María Eugenia Sandoval G., el Ministro
Suplente Sr. Alfredo Pfeiffer R. y el Abogado Integrante Sr. Emilio Pfeffer U.

No firma, no obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, el Abogado


Integrante señor Pfeffer por estar ausente.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

En Santiago, a siete de agosto de dos mil trece, notifiqué en Secretaría por el Estado
Diario la resolución precedente.

Rol Nº 3582-2012.
CAPÍTULO II DAÑO MORAL EN MATERIA EXTRACONTRACTUAL
1. RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL POR EJERCICIO INDEBIDO DE
ACCIÓN PENAL

SUMARIO: Ha quedado establecido que el demandado en ausencia de derecho que lo


justifique, realizó una serie de actos jurídicos y ejerció mecanismos jurisdiccionales,
que se apartaron de la finalidad que el ordenamiento jurídico les reconoce,
pretendiendo de esa forma solucionar conflictos de otro orden. Estos hechos
constituyen una conducta voluntaria, improcedente y culpable del demandado porque,
como ya se dijo, de propia iniciativa determinó hacer gestiones contra los acuerdos
preestablecidos, sean éstos tácitos o expresos, pues es evidente que el demandado, a
esa fecha, se abstuvo de iniciar las acciones que el ordenamiento jurídico le franquea,
para obtener lo que ahora reclama. En efecto, si éste consideraba que el contrato de
compraventa adolecía de algún vicio del consentimiento o si las obligaciones
emanadas de las convenciones anteriores, sea del contrato de promesa o del
prometido, se encontraban, a su entender, vigentes e incumplidas, éste debió ejercer
los derechos para lograr tal finalidad y no usar el cheque girado por el actor para
obtener el procesamiento y la prisión de éste, cuando la obligación para la cual fue
entregado, se encontraba extinguida por acuerdo de las partes que intervinieron en el
acto que generó su otorgamiento.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en la Forma

Rol: 190-2003

Fecha: 28 /07/2005

Cita Online: CL/JUR/4244/2005

Partes: Labbé Burgos, Alejandro Wladimiro con Baeza Ovalle, José Gonzalo

Ministros: Benquis Camhi, José; Pérez Zañartu, José Luis; Medina Cuevas, Jorge

Abogados Integrantes: Infante Philippi, Juan; Peralta Valenzuela, Ricardo

Voces: daño

Legislación relacionada: Artículo 1700 y artículo 1876 del Código Civil.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, veintiocho de julio de dos mil cinco.


En cumplimiento de lo prevenido en el artículo 786 del Código de Procedimiento
Civil, se dicta la siguiente sentencia de reemplazo:

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada con las siguientes modificaciones:

En el fundamento 26º se reemplaza la expresión niñería, por imprudencia inexcusable;

Se eliminan los fundamentos 16º y 17º; y teniendo en su lugar y, además, presente:

Primero: Que en materia de responsabilidad extracontractual son presupuesto


necesario la existencia de un daño, que la víctima lo haya sufrido y que éste sea
consecuencia directa y necesaria del acto ilícito, es decir, que sea la causa y aquél, el
efecto.

Segundo: Que la acción ejercida contra el demandado José Gonzalo Baeza Ovalle,
tiene por objeto la indemnización del daño emergente, lucro cesante y perjuicio moral
que el demandante dice haber padecido producto del cuasidelito civil que se le imputa.

Se reprocha al demandado el haber actuado dolosamente al deducir el 31 de enero de


1996 una querella por giro doloso de cheque en contra del actor, la que, en su concepto,
desde su inicio ha carecido absolutamente de causa, motivo y fundamento, siendo
finalmente declarada calumniosa por el Segundo Juzgado del Crimen de Santiago.

Los perjuicios cobrados dicen relación con los daños ocasionados por la privación de
libertad injusta que tal accionar le provocó.

Hace presente que el protesto que dio origen a la querella le trajo múltiples trastornos
comerciales que aún soporta, situación que ha repercutido negativamente en su actividad
económica y en su vida personal.

Tercero: Que se hace necesario precisar que la responsabilidad penal y civil derivadas
de un mismo hecho, pueden coexistir pero son distintas e independientes.

Si el demandante opta por ejercer la acción reparatoria, desvinculada de la causa penal,


de acuerdo al principio general que rige en materia probatoria, corresponde a éste la carga
de probar la existencia del cuasidelito civil que imputa a la responsabilidad del
demandado.

Cuarto: Que el hecho generador de la responsabilidad perseguida es dar inicio a la


actividad jurisdiccional a través de la presentación de una querella por giro doloso de
cheque carente de todo fundamento, en perjuicio del actor.

En efecto, con el mérito de la prueba aportada a la causa y conforme a los hechos


asentados en la sentencia de primer grado, se advierte claramente que el demandado
Baeza Ovalle, no sólo inició las acciones tendientes a obtener el cobro del cheque girado
por el actor, sino que, luego de suscribir la escritura definitiva de compraventa de 10 de
enero de 1995, como representante de la vendedora Sociedad Agrícola y Forestal La
Ligua Ltda., concurrió a la Notaría de don Kamel Saquel Zaror e hizo extender una nueva
escritura pública de compraventa respecto del inmueble ya enajenado al demandante,
hecho que éste no podía desconocer, pues actuaba como representante legal de la
sociedad vendedora.

Quinto: Que, en consecuencia, es evidente que el objeto perseguido por el demandado


fue constituir en mora al actor y así obtener por parte del ministro de fe Sr. Kamel Saquel
la entrega del cheque girado por el actor para facilitar el pago de la multa convenida en el
contrato de promesa.

En este contexto, la actitud del demandado no puede sino calificarse de deliberada, por
cuanto, en el contrato definitivo antes referido, las partes, Sociedad Agrícola y Forestal
La Ligua Ltda., debidamente representada por el demandado, quien además, es socio de
ella y Alejandro Labbé Burgos, declararon en la cláusula cuarta cumplida cualquiera
promesa de compraventa entre ellas, relativas al inmueble objeto de este contrato
respecto de cuyas obligaciones se otorga el más amplio y completo finiquito.

Sexto: Que de acuerdo a lo antes razonado, ha quedado establecido que el demandado


en ausencia de derecho que lo justifique, realizó una serie de actos jurídicos y ejerció
mecanismos jurisdiccionales, que se apartaron de la finalidad que el ordenamiento
jurídico les reconoce, pretendiendo de esa forma solucionar conflictos de otro orden.

Así, accionó penalmente en contra del actor, en abierta transgresión a los actos
anteriores que expresan la voluntad de la vendedora que él representaba y determinan una
posición jurídica en la materia.

El demandado ha pretendido justificar su proceder alegando el no pago de la multa


convenida en el contrato de promesa y la modificación unilateral del precio acordado
para la compraventa, alegaciones que no serán oídas, pues ello importa aceptar que es
legítimo desconocer el contenido de los contratos, en este caso, la escritura pública de 10
de enero de 1995, en la cual las partes convinieron finiquitar el contrato de promesa de
compraventa y fijaron como precio la suma de 1.750 UF, el que la vendedora declaró
recibir a su entera satisfacción, en los términos que allí se consignan, actuación que
pugna con el principio de la buena fe que los contratantes deben respetar en materia
contractual.

Séptimo: Que los hechos señalados constituyen una conducta voluntaria, improcedente
y culpable del demandado porque, como ya se dijo, de propia iniciativa determinó hacer
gestiones contra los acuerdos preestablecidos, sean éstos tácitos o expresos, pues es
evidente que el demandado, a esa fecha, se abstuvo de iniciar las acciones que el
ordenamiento jurídico le franquea, para obtener lo que ahora reclama.

En efecto, si éste consideraba que el contrato de compraventa adolecía de algún vicio


del consentimiento o si las obligaciones emanadas de las convenciones anteriores, sea del
contrato de promesa o del prometido, se encontraban, a su entender, vigentes e
incumplidas, éste debió ejercer los derechos para lograr tal finalidad y no usar el cheque
girado por el actor para obtener el procesamiento y la prisión de éste, cuando la
obligación para la cual fue entregado se encontraba extinguida por acuerdo de las partes
que intervinieron en el acto que generó su otorgamiento.

Octavo: Que lo anterior se refuerza aún más, si se tiene presente, que de acuerdo a las
alegaciones y defensas del demandado en los escritos fundamentales de esta causa, no
existe precisión en cuanto a la obligación reclamada, esto es, si se trata de cobrar el valor
de la multa, en caso de estar vigente la obligación o de una parte del precio de la
compraventa, lo que se repite en los planteamientos del recurso de casación en el fondo
por él interpuesto.

Noveno: Que la prueba de autos resulta insuficiente para establecer que en la actuación
del demandado hubo dolo de su parte.

Décimo: Que corresponde, por consiguiente, dar por establecidos los presupuestos de
la acción indemnizatoria, en los términos de los artículos 2314 y 2329 del Código Civil,
ya que el daño padecido por el actor, debidamente acreditado por el juez de primer grado,
es la consecuencia directa y necesaria del actuar del demandado y éste debe resarcirlo.

Undécimo: Que, por lo antes razonado, este tribunal mantendrá el valor determinado
por concepto de daño emergente con intereses corrientes para operaciones no reajustables
desde la fecha señalada en la sentencia que se revisa.

En cuanto al daño moral, compartiendo los fundamentos vertidos en el motivo 21º del
fallo de primer grado, este tribunal lo regula prudencialmente en la suma de $ 4.000.000,
con los intereses corrientes para operaciones no reajustables en caso de incurrir el
demandado en mora.

Duodécimo: Que en lo atinente a la demanda reconvencional se hace necesario precisar


que el demandante ha ejercido en forma subsidiaria las acciones emanadas de la
condición resolutoria tácita prevista en el artículo 1489 del Código Civil, esto es, por vía
principal ha accionado para obtener la resolución del contrato de compraventa con
indemnización de perjuicios argumentando para ello que el actor no ha pagado parte del
precio convenido; en la primera petición subsidiaria demanda el cumplimiento de la
obligación de pagar parte del precio; en la segunda acción subsidiaria cobra la multa por
la demora en la celebración del contrato prometido; en tercer lugar solicita la declaración
de nulidad de la cláusula que contiene el finiquito del contrato de promesa, por constituir
una donación y no estar cumplidos los trámites de insinuación; finalmente, demanda
indemnización de perjuicios por los daños padecidos por él a consecuencia de las
imputaciones de Labbé Burgos en la querella por estafa, falsificación y apropiación
indebida.

Decimotercero: Que, el demandante reconvencional concurrió en representación de la


parte vendedora a la celebración del contrato de compraventa el 10 de enero de 1995,
aceptó el precio, declaró haberlo recibido a satisfacción y otorgó el más amplio y
completo finiquito al contrato de promesa, sin demandar formalmente la nulidad o
falsificación del referido instrumento, una forma legal de desvirtuar el valor probatorio de
las declaraciones en ella contenidas, que hacen plena fe en contra de los declarantes, por
disponerlo expresamente el artículo 1700 del Código Civil, en relación con la regla del
inciso segundo del artículo 1876 del mismo texto.

Decimocuarto: Que, sin perjuicio de lo anterior, cabe precisar además, que no existe
prueba suficiente para demostrar la falta de verdad o inexactitud de las declaraciones
contenidas en la escritura pública que se cuestiona, sobre todo en lo que dice relación con
su cláusula cuarta.

Decimoquinto: Que por lo anterior y los fundamentos de la juez a quo , la demanda


reconvencional debe ser desestimada.

Y de conformidad además con los textos legales citados; se confirma, sin costas, la
sentencia apelada de veinticinco de marzo de dos mil dos, escrita a fojas 871, con
declaración que el daño moral que el demandado Sr. Baeza Ovalle debe pagar al actor
asciende a la suma de $ 4.000.000, más los intereses corrientes en la forma dicha en el
motivo 11º de este fallo.

Regístrese y devuélvase con sus documentos.

Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
señores José Benquis C., José Luis Pérez Z., Jorge Medina C. y los Abogados Integrantes
señor Juan Infante Ph. y Ricardo Peralta V.

No firma el Abogado Integrante señor Infante no obstante haber estado en la vista de la


causa y acuerdo del fallo por estar ausente.

Santiago, 28 de julio de 2005.

Autoriza el Secretario de la Corte Suprema, señor Carlos A. Meneses Pizarro.

Rol Nº 190-2003.
2. INCOMPATIBILIDAD ENTRE REPARACIONES PECUNIARIAS DE INFORME
RETTIG CON INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL

SUMARIO: El espíritu de los beneficios (de índole pecuniario) instituidos por la Ley
Nº 19.123, fue el de reparar, en la medida de lo posible, el daño moral y patrimonial
que ha afectado a los familiares directos de las víctimas.

En definitiva, el concepto de reparación que estuvo presente al legislar del modo en


que se hizo, implica una serie de actos que expresan el reconocimiento y la
responsabilidad que le caben al Estado en los hechos y circunstancias que son materia
del Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación y trasunta el
esfuerzo del Estado por asumir esa verdad histórica y enmendar el daño producido.

Atendido lo anterior, resulta evidente que de acogerse las pretensiones de la


demandante, se estaría dando lugar a una nueva indemnización, fundada en los
mismos hechos que dieron origen a los beneficios establecidos mediante la Ley
Nº 19.123, con idéntica finalidad reparar el daño moral de un familiar directo e igual
fuente de financiamiento (erario nacional), lo cual resulta inadmisible desde el punto
de vista jurídico y carente de toda lógica.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Santiago

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 8679-2003

Fecha: 08/04/2005

Cita Online: CL/JUR/2190/2005

Estado Procesal: Ejecutoriado, sin recurso posterior interpuesto

Ministros: Billard Acuña, Joaquín; Fuentes Belmar, Juan

Abogado Integrante: Muñoz Sánchez, Andrea

Red actor: Muñoz Sánchez, Andrea

Voces: acción judicial - daño moral - derecho administrativo - derecho civil - Estado -
prescripción - responsabilidad civil - responsabilidad contractual - responsabilidad del
estado

Legislación relacionada: Artículo 2497 y artículo 2332 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA
Santiago, ocho de abril de dos mil cinco.

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada, con excepción de sus fundamentos 8o a 18º, todos


inclusive, que se eliminan.

Y teniendo en su lugar y, además, presente:

1º.- Que corresponde resolver la apelación deducida contra la sentencia emanada del
Vigésimo Juzgado Civil de Santiago que, en lo decisorio, acoge la excepción de
prescripción opuesta por la demandada —el Fisco de Chile— y rechaza la demanda de
fojas 1 y siguientes, por la cual se reclama indemnización de perjuicios en contra del
Fisco, por la suma de $ 500.000.000, por el daño moral que le ha ocasionado al actor la
detención y posterior desaparecimiento de su padre, a consecuencia de acciones ilícitas
de agentes del Estado.

2º.- Que el apelante sostiene que la acción deducida para hacer efectiva la
responsabilidad extracontractual del Estado, es una acción constitucional respecto de la
cual no se establece plazo de prescripción, por aplicación de lo dispuesto en el artículo
38, inciso segundo de la Constitución Política del Estado.

Es un error, en su concepto, pretender aplicar a los actos dañosos del Estado, como lo
ha hecho el sentenciador, la preceptiva que informa el derecho privado, por cuanto éste
está destinado a resguardar derechos de particulares y es informado por otros principios
que los que rigen en el ámbito del derecho público, el cual está llamado a resguardar
derechos de máxima importancia y cuya actividad se encuentra regulada por los artículos
6o y 7º de la Carta Fundamental.

3º.- Que para fundamentar sus asertos, el apelante destaca el carácter insaneable de los
actos del Estado, expresado en la jurisprudencia de la Excma. Corte Suprema sobre
nulidad de derecho público, así como la imprescriptibilidad de la acción constitucional de
amparo establecida en el artículo 21 de la Constitución Política del Estado y de la acción
constitucional de inaplicabilidad por inconstitucionalidad.

4º.- Que es menester señalar que la prescripción constituye una institución de orden
público, vinculada a consideraciones de certeza o seguridad jurídica; la prescripción
tiende, en esencia, a la estabilización de los derechos y situaciones jurídicas y como tal,
es recogida y aplicada en todos los ámbitos del ordenamiento jurídico, por lo que el
hecho de que ciertas conductas se sometan al derecho público, no obsta a que ellas
puedan extinguirse por prescripción.

5º.- Que, en efecto, el derecho público en general y el derecho administrativo en


particular no son ajenos a la utilización de esta institución y menos consagran como
principio el de la imprescriptibilidad, como sugiere el apelante.
Para que así fuera debiera haberse consagrado una regla especial en tal sentido, como
ocurre, por ejemplo, con el derecho a las pensiones de vejez, invalidez, sobrevivencia y
jubilación por cualquier causa en los regímenes de previsión fiscalizados por la
Superintendencia de Seguridad Social (artículo 4 o de la Ley Nº 19.260), o en el ámbito
del derecho privado, con la acción de partición (artículo 1317 del Código Civil), o la
acción de nulidad del matrimonio (artículo 48 de la Ley Nº 19.947), por nombrar algunos
casos en que el legislador optó por establecer la imprescriptibilidad de la acción.

6º.- Que no solamente no existe norma especial que establezca la imprescriptibilidad


de la responsabilidad extracontractual del Fisco, sino que por el contrario, son variados
los derechos y acciones en el ámbito del derecho público, que están expuestos a
extinguirse por el transcurso del tiempo, como lo demuestran aquellos preceptos que
hacen cesar la responsabilidad administrativa de los funcionarios públicos y municipales
(Leyes Nºs. 18.834 y 18.883, respectivamente) y las que inciden en el campo tributario.

7º.- Que en ausencia de una norma especial que haga imprescriptible la responsabilidad
extracontractual del Estado, corresponde aplicar las reglas del derecho común sobre la
materia, lo que nos refiere, específicamente, a la regla consagrada en el artículo 2332 del
Código Civil, según la cual la acción de perjuicios prescribe en cuatro años, contados
desde la perpetración del acto.

8º.- Que de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 2497 del Código Civil, la prescripción
corre por igual, a favor y en contra de toda clase de personas, ya sea que se trate del
Estado, de las Iglesias, de las municipalidades, de los establecimientos y corporaciones
nacionales, y de los individuos particulares que tienen la libre administración de sus
bienes, criterio que es concluyente a la hora de determinar la vigencia de las normas
relativas a la prescripción en el ámbito del derecho público.

De acuerdo a lo dispuesto por el artículo 19 del Código Civil, el sentido de la norma


antes citada es suficientemente claro como para desatender su tenor literal, a pretexto de
consultar su espíritu, lo que nos impide dejar de aplicar la prescripción también en el
ámbito del derecho público.

9º.- Que con el mérito de los antecedentes que constan en autos, entre los que se
cuentan la copia del fallo de la Excma. Corte Suprema, recaído en la causa Rol Nº 564-
95, seguida en el Segundo Juzgado Militar de Santiago en contra de Osvaldo Romo,
Moren Brito y otros, y el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación,
ha quedado establecido que la detención, a la que siguió la posterior desaparición del
padre del actor, se produjo el 10 de abril de 1976, en Buenos Aires, al salir de una
reunión de la Junta Coordinadora Revolucionaria, por fuerzas de seguridad de esa nación,
en colaboración con agentes de la DINA, desde donde habría sido trasladado a Villa
Grimaldi, lugar en el que se pierde su paradero.

10º.- Que habiendo transcurrido más de 25 años desde que se perpetraron los hechos
que se imputan al Estado, hasta la notificación de la demanda, el 30 de abril de 2001,
resulta manifiesto que la acción civil deducida en su contra se encuentra extinguida por la
prescripción del artículo 2332 del Código Civil.
11º.- Que la prescripción extintiva o liberatoria es un modo de extinguir los derechos y
acciones ajenos, por no haberlos ejercitado el acreedor o el titular de ellos durante un
cierto lapso de tiempo, concurriendo los demás requisitos legales.

Es de la esencia de la prescripción, pues, la inactividad de la persona contra quien se


prescribe, durante un cierto lapso de tiempo.

Eso es lo que, en definitiva, pretende sancionar la institución de la prescripción, en aras


de otorgar una mayor certeza o estabilidad en el ejercicio de los derechos.

En el caso de autos, transcurrieron más de 25 años sin que el actor ejercitara su


derecho, razón por la cual, ante la prolongada inactividad del supuesto titular del derecho,
ha de operar, inevitablemente, la prescripción.

Aunque el actor sostuviera que su inactividad se debió a que no estaban dadas las
condiciones para accionar en el período del régimen militar y que a lo imposible nadie
está obligado, lo cierto es que tampoco accionó una vez que se instauró un gobierno
democrático (1990), ni cuando se conoció el Informe de la Comisión Nacional de Verdad
y Reconciliación (1991), en el que, justamente, el actor funda su demanda.

Por el contrario, deduce la acción transcurridos más de 10 años desde este último
evento.

12º.- Que aun en los casos en que el legislador estimó necesario otorgar el beneficio de
la suspensión de la prescripción a favor del acreedor incapaz, para que ésta no corra en su
contra mientras se encuentra imposibilitado de ejercer sus derechos, igualmente
estableció un límite o plazo máximo, transcurrido el cual no se toma en cuenta la
mencionada suspensión, ya que la aspiración general es que todas las situaciones
jurídicas y derechos queden definitivamente consolidados al cabo de un cierto plazo
máximo, que en el caso de nuestro ordenamiento jurídico es de 10 años (artículo 2520 del
Código Civil).

13º.- Que el apelante ha sostenido que es un error pretender que la acción se encuentra
prescrita, atendido que el hecho dañoso no sólo consiste en la detención, sino en el
desaparecimiento del padre del actor, que al mantenerse hasta la actualidad, habría
interrumpido el plazo de prescripción, por aplicación del artículo 2518 del Código Civil.

De acuerdo a su razonamiento, mientras no se logre conocer el destino de su padre, se


le sigue produciendo un daño, y más aún, el hecho de habérsele impedido conocer lo
ocurrido con su padre por actos de quienes eran agentes del Estado, constituye un nuevo
daño.

14º.- Que la circunstancia de que la detención del padre del actor haya dado lugar a su
posterior desaparecimiento y que éste se haya prolongado en el tiempo, habiendo
adquirido caracteres de permanencia, no impide aplicar la regla contenida en el artículo
2332 del Código Civil, toda vez que según ésta el plazo ha de contabilizarse desde la
perpetración del acto, es decir, desde el día en que se cometió el hecho doloso o culpable,
en este caso la detención, aunque los efectos dañosos del antedicho acto se prolonguen o
continúen en el tiempo (ver Alessandri Rodríguez, Arturo, De la responsabilidad
extracontractual en el derecho civil chileno , Nº 432).

Es lo que ocurre, por lo demás, con numerosos otros hechos ilícitos que pueden llegar a
provocar un daño moral prolongado o infinito, como el que genera en sus parientes más
cercanos el fallecimiento de una persona, o el que produce la invalidez en la propia
víctima del hecho ilícito.

Sostener que la continuación del daño impide el cómputo del plazo en que prescribe la
acción reparatoria, es consagrar, indirectamente, la imprescriptibilidad de las acciones de
indemnización de perjuicios, lo que no resulta admisible en nuestro ordenamiento
jurídico.

15º.- Que el apelante ha invocado como uno de los fundamentos de su demanda, y así
lo ha reiterado en estrados la aplicación por el Estado de Chile de lo que llamó el
complejo normativo del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, el cual estaría
compuesto por los diversos Tratados Internacionales suscritos y ratificados por nuestro
país, así como por la jurisprudencia y los principios generales de Derecho Internacional,
normativa que al incorporarse al ordenamiento interno, en virtud del artículo 5 o de la
Constitución Política del Estado, impediría aplicar las normas de prescripción a casos
como el de autos, por tratarse de crímenes de lesa humanidad, de carácter imprescriptible.

16º.- Que en relación a la Convención sobre el Tratamiento de Prisioneros de Guerra,


de Ginebra, promulgada por el Decreto Supremo Nº 762 de 1950, de Relaciones
Exteriores, e invocado para fundamentar una eventual imprescriptibilidad de las acciones
de responsabilidad en contra del Estado, es menester señalar que si bien dicha
Convención prohíbe a las partes contratantes exonerarse a sí mismas de responsabilidad
por haber incurrido en alguna de las infracciones graves mencionadas en ésta (tales como
homicidio intencional, torturas, o tratos inhumanos), dicho mandato está referido
únicamente al ámbito de la responsabilidad penal y no se opone a la posibilidad de que
las acciones civiles por los mismos hechos puedan prescribir conforme a las reglas del
derecho interno (artículos 129, 130 y 131 de la Convención).

17º.- Que es menester tener presente, por otra parte, que el demandante ha percibido
beneficios de carácter pecuniario, con cargo al Estado, en virtud de la Ley Nº 19.123
dictada con el preciso objeto de otorgar pensiones de reparación y otros beneficios
sociales, a los familiares de las víctimas de violaciones a los derechos humanos o de la
violencia política, que se individualizan en el Volumen Segundo, del Informe de la
Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación.

En efecto, consta en autos (fojas 47) que el demandante percibió una pensión mensual,
en su calidad de hijo de la víctima, desde el 1º de julio de 1991 hasta diciembre de 1993,
fecha en que expiró su derecho, al cumplir la edad de 25 años establecida en la ley cuya
suma global acumulada asciende a $ 674.014 y, además, recibió en 1992 una bonificación
compensatoria de monto único, equivalente a doce meses de pensión, ascendente a la
suma de $ 252.000, la que no se considera renta para ningún efecto legal.
18º.- Que de acuerdo a la historia fidedigna de su establecimiento, el espíritu de los
mencionados beneficios instituidos por la Ley Nº 19.123, fue el de reparar, en la medida
de lo posible, el daño moral y patrimonial que ha afectado a los familiares directos de las
víctimas.

Dicha reparación comprendió no solamente las pensiones a que se ha hecho referencia,


sino, además, beneficios sociales consistentes en becas de estudio y atención en el
sistema público de salud.

En definitiva, el concepto de reparación que estuvo presente al legislar del modo en


que se hizo, implica una serie de actos que expresan el reconocimiento y la
responsabilidad que le caben al Estado en los hechos y circunstancias que son materia del
Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación y trasunta el esfuerzo del
Estado por asumir esa verdad histórica y enmendar el daño producido.

19º.- Que atendido lo anterior, resulta evidente que de acogerse las pretensiones de la
demandante, se estaría dando lugar a una nueva indemnización, fundada en los mismos
hechos que dieron origen a los beneficios establecidos mediante la Ley Nº 19.123, con
idéntica finalidad reparar el daño moral de un familiar directo e igual fuente de
financiamiento (erario nacional), lo cual resulta inadmisible desde el punto de vista
jurídico y carente de toda lógica.

Si bien los montos asignados a las pensiones de reparación pueden considerarse por los
beneficiarios como insuficientes, no es posible olvidar que ninguna compensación
pecuniaria es susceptible de reparar el daño moral, por cuantiosa que ésta sea.

20º.- Que lo razonado nos ha de conducir, en consecuencia, a acoger la excepción de


prescripción opuesta por el Fisco y al consiguiente rechazo de la acción civil deducida en
estos autos.

Por estas consideraciones, y atendido lo dispuesto en el artículo 186 del Código de


Procedimiento Civil, se confirma la sentencia definitiva apelada de veintisiete de agosto
de dos mil tres, escrita a fojas 171 y siguientes, sin costas, por estimar que la actora litigó
con fundamento plausible.

Regístrese y devuélvase.

Redacción de la Abogado Integrante señora Muñoz.

Pronunciada por la Séptima Sala de esta Corte, integrada por el Ministro señor Juan
Eduardo Fuentes Belmar, el Ministro señor Joaquín Billard Acuña y por la Abogado
Integrante señora Andrea Muñoz Sánchez.

Rol Nº 8.679-2003.
3. RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DE BANCO POR INFORMAR
ERRADAMENTE A DEUDOR EN BOLETÍN COMERCIAL. REBAJA DE DAÑO
MORAL

SUMARIO: La responsabilidad extracontractual, para que concurra, requiere de una


acción u omisión por parte del agente, fuera del ámbito de las obligaciones de un
contrato; que tal acción u omisión se haya ejecutado con dolo o culpa; que la víctima
haya sufrido un daño; y que exista relación de causalidad entre la acción u omisión
dolosa o culposa y el daño producido.

No cabe duda alguna que hubo negligencia y descuido de parte del demandado
(banco) al enviar una comunicación errónea al Boletín Comercial, indicando como
deudora a la actora en el pago de una cuota del mutuo, que a la época de dicha
comunicación se encontraba pagada.

Lo que se dice no puede quedar desvirtuado por el hecho que, con posterioridad, el
banco haya aclarado ese error en tal Boletín y, menos aún, puede aceptarse la excusa
del demandado, en cuanto afirma que todo se debió a un error computacional.

Para la regulación del daño moral debe tenerse en cuenta que la demandante pagó la
cuota de que se trata con atraso, y que el lapso que demoró el banco en efectuar la
aclaración de lo acontecido fue breve.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Concepción

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 957-2001.

Fecha: 27/04/2007

Cita Online: CL/JUR/744/2007

Estado Procesal: Ejecutoriado, sin recurso posterior interpuesto

Partes: Attia Véjar Leyton contra Banco del Estado de Chile

Ministros: Silva Gundelach, Guillermo, Solís Pino, Jaime

Abogado Integrante: No se consigna

Redactor: Silva Gundelach, Guillermo Enrique

Voces: cuenta corriente bancaria - derecho civil - derecho comercial - entidad


financiera - responsabilidad civil - responsabilidad extracontractual
Legislación relacionada: Artículo 2314 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA

Concepción, a veintisiete de abril de dos mil siete.

Visto:

Se eliminan los motivos 5 o , 6o , 7o , 8o , 9o , 10º, 11º, 12º, 13º, 14º, 15º y 16º del fallo
de primer grado; también el párrafo final del 4o , que comienza con la voz De y termina
con la palabra celebrado; se suprimen las citas referidas a artículos del Código Civil; se le
reproduce en lo demás y se tiene también presente:

—Que la sentencia en revisión desestimó tanto la demanda de indemnización de


perjuicios de la actora, que basaba en la responsabilidad extracontractual del demandado,
como la que fundaba en la responsabilidad contractual de éste.

La parte demandante ha apelado de ella, solamente en cuanto rechazó la primeramente


referida, o sea, la principal, solicitando se le acoja y se ordene al demandado pagarle lo
que señala.

Lo anotado tiene trascendencia puesto que, como se sabe, es la apelación de la parte


del caso, la actuación que determina la competencia del tribunal de alzada para resolver
lo pertinente.

—Que son hechos acreditados en los autos, y no controvertidos, que conviene dejar
anotados para la decisión del asunto, los que siguen:

a) Que el 22 de agosto de 1997 el Banco del Estado de Chile otorgó un préstamo a


Attia Yailma Véjar Leyton, por la suma de $ 1.016.922, pagadero en 48 cuotas de
$ 30.026 cada una, lo que hacía un total de $ 1.441.248;

Que la cuota Nº 15, con vencimiento el 15 de diciembre de 1998, fue pagada por la
demandante el 29 de diciembre de ese año, y contabilizada como pagada por el Banco,
solamente el 29 de enero de 1999, según el mismo señala, por un error computacional; y

Que el Banco, el 25 de enero de 1999, es decir, cuando ya la cuota estaba pagada,


informó al Boletín de Informaciones Comerciales que esa cuota estaba impaga;

—Que del documento de fs. 124, emanado de la Cámara de Comercio, consta que en el
Boletín de Informaciones Comerciales Nº 3652, de 16 de febrero de 1999, se hizo la
publicación de la nómina de documentos y deudas impagas del Banco de Chile, oficina
Concepción, entre las cuales se encuentra incorporada Attia Véjar Leyton, por cuota de
$ 30.026, con vencimiento el 15 de diciembre de 1998.
Además, que en ese mismo Boletín, el Nº 3654, de 2 de marzo de 1999, a solicitud del
Banco del Estado, se publicó una aclaración, en el sentido de que la publicación anterior
había obedecido a un error no imputable al deudor.

Lo que se acota no puede ser contrarrestado por el documento de fs. 78, debido a que
este último, únicamente comprende un período que abarca entre marzo de 1999 y marzo
de 2000;

—Que el Banco ha pedido el rechazo de la demanda, en la parte en que se le imputa


responsabilidad extracontractual, apoyado en lo que sigue: que en virtud de su aclaración,
la morosidad que atribuyó a la actora no alcanzó a ser publicada en el Boletín de
Informaciones Comerciales; que nunca dio información alguna a DICOM, sino que este
organismo la obtuvo por sus propios medios; que la demandante no sufrió ningún
perjuicio, tratándose, por lo demás, de una deudora acostumbrada a cumplir sus
obligaciones de manera irregular y con atrasos, manteniendo una serie de deudas; y, por
último, que el obrar del Banco no ha sido doloso ni culposo;

—Que la primera afirmación del demandado queda desvirtuada con lo señalado en el


motivo 3o , siendo necesario, también, dejar consignado que la aclaración a que alude, si
bien es efectiva, no lo es menos que fue posterior a la comunicación errónea que envió al
Boletín y a la publicación que en él se efectuó;

—Que de los informes de DICOM S.A., de fs. 54 y 94, aparece que el Banco del
Estado de Chile no le envía en forma directa nóminas de deudores morosos, sino que
procesa y transmite en línea información sobre protestos y morosidades publicados en el
Boletín de Informaciones Comerciales de la Cámara de Comercio, en que se contienen
los protestos y morosidades que recepciona del Banco del Estado de Chile.

Del documento de fs. 8, a su vez, consta que DICOM S.A. publicó la morosidad de la
demandante, que ha dado lugar a esta causa;

—Que, sabido es, la responsabilidad extracontractual, para que concurra, requiere de


una acción u omisión por parte del agente, fuera del ámbito de las obligaciones de un
contrato; que tal acción u omisión se haya ejecutado con dolo o culpa; que la víctima
haya sufrido un daño; y que exista relación de causalidad entre la acción u omisión
dolosa o culposa y el daño producido;

—Que no cabe duda alguna que hubo negligencia y descuido de parte del demandado
al enviar una comunicación errónea al Boletín Comercial, indicando como deudora a la
actora en el pago de una cuota del mutuo, que a la época de dicha comunicación se
encontraba pagada.

Lo que se dice no puede quedar desvirtuado por el hecho que, con posterioridad, el
Banco haya aclarado ese error en tal Boletín y, menos aún, puede aceptarse la excusa del
demandado, en cuanto afirma que todo se debió a un error computacional;
—Que la demandante sostiene que con motivo de esa conducta culposa del demandado
experimentó perjuicios: $ 36.000.000 que dejó de ganar, a razón de $ 1.500.000
mensuales, al no ser contratada por dos años en la Empresa Edisma 21 Limitada, por
aparecer como deudora en el Boletín Comercial y DICOM; y $ 70.000.000 por concepto
de daño moral, o la suma o sumas que el tribunal determine, con reajustes, intereses y
costas;

—Que los daños materiales precedentemente aludidos, no se han acreditado en el


juicio.

En efecto, los documentos de fs. 43 y 52, que emanan de una sola persona y que se
refieren a lo mismo, no han sido ratificados en el pleito por su otorgante y, por otra parte,
las declaraciones que sobre el particular hacen los testigos Marcia Arias Palma (fs. 72),
Edwin Pradenas Varela (fs. 74) y Eduardo Pino Véjar (fs. 75 vta.), son vagas, imprecisas,
carentes de basamentos serios, constituyendo, en el hecho, simples apreciaciones que
ellos realizan acerca de lo expresado;

—Que uno de los principios esenciales en materia probatoria civil, es el denominado


de la normalidad, según el cual quien alega lo normal, lo común, lo corriente, lo
ordinario, no necesita acreditarlo.

Por el contrario, es sobre quien alega lo anormal, lo excepcional, lo extraordinario, que


recae el peso de la prueba.

Pues bien, es indudable que la demandante sufrió dolor, molestia, angustia o aflicción
como producto de verse expuesta como deudora morosa a raíz de un antecedente
comercial errado, toda vez que no lo era, en una publicación de acceso general y, en
especial, para sectores comerciales, laborales o financieros, viéndose, de tal manera,
sometida al descrédito comercial y profesional.

El demandado dice que, en la especie, ese daño moral no existe, puesto que la actora
siempre ha sido una cumplidora irregular de sus deudas, apareciendo continuamente
como deudora en el Boletín Comercial y DICOM S.A.

Pero, de los documentos de fs. 55, 59 a 63, de fs. 78, de fs. 81 a 90, y de fs. 131 y 132,
se desprende que todas las morosidades de la demandante, de que ellos dan cuenta, son
posteriores a la errónea comunicación del Banco y consecuente publicación como morosa
en el Boletín Comercial y luego en DICOM.

Sin embargo, para la regulación del daño en mención, debe tenerse en cuenta que la
demandante pagó la cuota de que se trata con atraso, y que el lapso que demoró el Banco
en efectuar la aclaración de lo acontecido fue breve.

Por último, sobre lo que se manifiesta, es menester consignar que, contra lo pretendido
por la actora, no se ha justificado en los autos que las morosidades posteriores de ella,
deriven, precisamente, de la errónea publicación motivada en el obrar del demandado.
Así las cosas, esta Corte regula el daño moral sufrido por la demandante, con ocasión
del obrar negligente del Banco, actuando de modo prudencial y equitativo, a la fecha de
esta sentencia, en $ 3.000.000 (tres millones de pesos);

12.- Que la posición del demandado, en la parte que afirma que no hubo relación
causal entre su conducta y el eventual daño de la actora, debido a que nunca dio alguna
información a DICOM, sino que este organismo la obtuvo por sus propios medios, no
puede prosperar.

Ello, porque está establecido que, equivocadamente, envió al Boletín Comercial la


comunicación que la demandante se encontraba morosa en la cuota anteriormente
aludida, en circunstancias que estaba pagada; porque el Boletín hizo la publicación en
base a esa información errada; y porque de ahí obtuvo el dato del caso DICOM.

Fue, entonces, el error del Banco lo que, en definitiva, determinó las actuaciones del
Boletín Comercial y DICOM S.A.;

—Que conviene dejar anotado que el hecho de haber aparecido la demandante como
deudora morosa del Banco en el Boletín y DICOM, con motivo del obrar negligente del
demandado, no constituye una violación del contrato de mutuo celebrado entre ellos, sino
un hecho ajeno a éste, que debe regirse por las normas de la responsabilidad
extracontractual, tal como lo plantea la actora en su petición principal;

—Que, acorde con lo que se ha venido narrando, el fallo en alzada deberá ser
revocado, en lo que se dirá;

Por estas reflexiones, disposiciones legales que se han reproducido de la sentencia de


primer grado, y visto lo preceptuado en los artículos 2314 y siguientes del Código Civil,
se decide, en lo relativo a lo apelado de la sentencia de primera instancia, lo que sigue:

Que se revoca el fallo de 5 de enero de 2001, escrito de fs. 138 a 143, en la parte que
rechaza la demanda contenida en lo principal de fs. 1, y en su lugar se determina que ella
queda acogida, sin costas, sólo en cuanto se condena al demandado a pagar a la actora,
por concepto de daño moral, la suma de $ 3.000.000 (tres millones de pesos).

Esta cantidad se pagará con más los reajustes que experimente el Índice de Precios al
Consumidor entre la fecha de esta sentencia, época a la cual se ha realizado su
regulación, y la del pago; y con más intereses corrientes para operaciones reajustables
entre la fecha de notificación del cúmplase de este fallo y la del pago.

Se confirma, en lo demás apelado, el fallo en comento, o sea, en la parte que no da


lugar al cobro de daños materiales.

Se previene que el Ministro señor Silva, estimando que la suma fijada por la mayoría
como daño moral de la actora, es elevada en relación con las circunstancias del hecho,
estuvo por regular dicho daño, de modo equitativo y prudencial, solamente en
$ 1.000.000 (un millón de pesos).
Regístrese y devuélvase.

Redactó el Ministro señor Guillermo Silva Gundelach.

No firma el Ministro señor Solís, quien concurrió a la vista y al acuerdo, por estar
ausente.

Rol Nº 957-2001.
4. NO ES PROCEDENTE ORDENAR INDEMNIZACIÓN DEL DAÑO MORAL
CUANDO RESULTADO DE CUASIDELITO ES MENOR

SUMARIO: En la causa criminal se encuentra el informe que evidentemente da cuenta


de lesiones menores, sin fracturas ni constancia de hospitalización, las que, por el
tiempo de incapacidad y enfermedad que produjeron, pueden penalmente catalogarse
incluso de leves o a lo sumo de menos graves, evidentemente sin peligro de muerte, sin
posibilidades de causar invalidez o de generar, siquiera, dolores de especial magnitud,
de forma tal que no se comprende cómo es que resultado tan menor pueda haber
acarreado para el demandante y para su cónyuge dolor emocional tan inmenso, que
deba compensar con quince millones de pesos el padre de quien, en cambio, resultó
muerto en el choque.

El daño moral, pues, no existe y su cobro revela más un afán de lucro que un ánimo
reparatorio.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Rancagua

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 817-2006

Fecha: 13/04/2007

Cita Online: CL/JUR/569/2007

Estado Procesal: Ejecutoriado, Corte Suprema rechazó casación en el fondo. (2344-


2007)

Partes: Reyes López, Mario Antonio y otra con Gaete González, Camilo Enrique

Redactor: Mera Muñoz, Raúl

Voces: accidente de tránsito - cuasidelito - daño moral - delitos contra la vida - derecho
civil - derecho penal - homicidio - responsabilidad civil - responsabilidad
extracontractual - responsabilidad penal - terceros responsables

Legislación relacionada: Artículo 2315, artículo 2329 Código Civil; artículo 490
Código Penal

TEXTO SENTENCIA

Rancagua, trece de abril de dos mil siete.

Vistos:
Se reproduce la sentencia apelada, con excepción de sus fundamentos sexto a octavo,
que se eliminan.

Y teniendo en su lugar y además presente:

—Que la actora Agnes Rebeca Ibáñez Aceituno desde luego carece de legitimación
activa en esta causa para demandar daño emergente o lucro cesante, puesto que ya al
accionar señala que su calidad es la de dueña actual del camión siniestrado, en tanto que
se asigna en el mismo libelo a otra persona la calidad de dueño y poseedor del mismo al
tiempo del accidente que habría causado los daños, lo que basta para concluir que la Sra.
Ibáñez no pudo sufrir perjuicio material alguno por esos hechos, si a dicho tiempo no
tenía, o al menos no alega haber tenido, ninguna relación con el bien.

—Que, en cambio, Mario Reyes López asegura haber sido dueño y poseedor del
camión precisamente al tiempo de la colisión. Dominio no ha probado, desde luego, y en
cuanto a su calidad de poseedor cabe destacar que no le asiste la presunción derivada de
la inscripción ni ha presentado documentos que acrediten la existencia de un contrato a su
nombre para justificar su pretensión.

Es verdad que el contrato de compraventa de vehículos es consensual, pero para


establecerlo resultan inútiles los dichos de los testigos de fs. 88 a 89, todos los cuales
hablan de lo que el mismo demandante les contó y si alguno dice haber visto documentos
de pago del camión, no los especifica de modo alguno, en tanto que extraño parece que el
mismo actor no presentara tales documentos a la causa, si es que existían.

El demandante pretende que su calidad de poseedor surgiría de la circunstancia de


haber tenido materialmente el vehículo en su poder al tiempo del accidente, desde que
incluso lo conducía.

Citó al respecto, en estrados y por escrito, jurisprudencia de la Excma. Corte Suprema


que concluye que efectivamente esa tenencia puede bastar para establecer la posesión,
dado lo común que en el país resulta que existan compraventas verbales sin transferencia
formal de los vehículos motorizados.

Con todo, naturalmente que eso es así en tanto no se demuestre que la tenencia del
móvil era sólo eso: mera tenencia.

En ese caso únicamente las calidades de usuario o de usufructuario le permitirían


invocar la norma del artículo 2315 del Código Civil, para justificar sus acciones por
daños materiales, o a lo más lo permitiría el caso contemplado en la oración final del
mismo artículo, pero sólo si él tuviere que responder del bien y aun en ese caso,
exclusivamente ante la ausencia del dueño.

—Que si el actor no fuera poseedor, no podría admitirse su demanda de perjuicios


materiales sobre la base de calidades de mero tenedor de las contempladas en el artículo
recién citado, porque él no ha invocado tales calidades, sino la de dueño o poseedor al
menos.
Su referencia a una tenencia material no la hace para declararse mero tenedor y
demandar como tal, sino para que de aquélla se presuma su posesión, que es cosa muy
distinta.

—Que la prueba de esta causa no lleva en forma alguna a determinar que Mario Reyes
López fuera el poseedor del camión que interesa y, antes al contrario, lleva a excluir
derechamente esa posibilidad, porque no sólo faltan documentos, inscripciones o
testimonios claros que avalen la pretensión, sino que la echa por tierra una confesión
extrajudicial espontánea prestada en otro juicio ante juez competente, que reviste
entonces la calidad de presunción grave la cual, a su turno, cumple la exigencia del
artículo 426 del Código de Procedimiento Civil para estimarse plena prueba, como se
dirá.

—Que en efecto; en la causa criminal Rol Nº 50.896 del ex Segundo Juzgado del
Crimen de Rancagua, tenida a la vista, a fs. 42 el ahora demandante Mario Reyes López
se identifica como chofer de camión, "sin bienes propios", trabajador de Transportes
Vega, empresa que le pagaba un sueldo, añadiendo precisamente que el camión que nos
ocupa se encontraba inscrito a nombre de Transportes Vega.

Ahora bien, el propietario inscrito de ese vehículo era don Luis Vega Olivera y
sabemos que habiendo él fallecido, el dueño era su sucesión, formada por tres personas
también de apellido Vega, como se lee en el certificado de inscripción de fs. 4 y 5, de
forma que todo calza y la presunción grave de que hablamos, adquiere una indudable
precisión.

—Que, por cierto, contra esa confesión que así adquiere rasgos de prueba completa, no
puede valer el dicho posterior y también extrajudicial, contenido en el documento de fs.
90 de la causa criminal, que refiere un supuesto contrato de compraventa verbal que por
motivo inverosímil no se habría formalizado por escrito (se esgrime como razón el que no
se habría pagado aún la mayor parte del precio, como si eso fuera un obstáculo o como si
no existieran contratos de venta de vehículos con pago a plazos), refiriendo además
supuestos pagos de grandes cantidades (ocho millones de pesos de contado) sin que se
indique siquiera documento alguno de pago, haciendo además referencia a pagos
posteriores que tampoco aparecen documentados.

Nada de eso es compatible con el trabajo a sueldo como chofer —justamente del
camión de autos— para Transportes Vega, que confesó el ahora actor, ni con su
declaración de carecer de bienes.

Lo que parece obvio es que la sucesión Vega transfirió después del accidente y
probablemente como consecuencia del mismo, la propiedad del camión a la cónyuge de
Reyes, o quizá a éste a través de su cónyuge, y desprendida ya del dominio del bien, o
decidida a desprenderse en un futuro entonces próximo, a dicha sucesión no le interesa la
suerte del vehículo ni de sus daños y de ahí el escrito de fs. 90.

7.- Que todo lo anterior se reafirma en forma incontestable por el propio abogado de
Reyes en aquella causa criminal a la vista, cuando a fs. 135 vta. de tales autos dice al Juez
del Crimen que el camión fue incluido en el inventario de posesión efectiva de la
sucesión Vega.

En efecto, ¿cómo es que, si el camión fue vendido por el causante (que murió en 1999)
a Mario Reyes y, por ende, dado su carácter de bien mueble se perfeccionó la
transferencia del dominio y se produjo asimismo la evidente pérdida de posesión del
anterior dueño, naciendo la del adquirente, que además lo conducía, ocurre que una vez
muerto Luis Vega sus herederos, mismos que ahora nos dicen que siempre supieron de
esa compraventa y que afirman que Reyes era el poseedor y propietario del móvil, lo
incluyeron sin embargo en el inventario de la posesión efectiva de la herencia de su
causante, protocolizado en el año 2001, según se lee a fs. 132 y 133 de la causa a la vista?
¿Quién era, pues, el poseedor a esa fecha?

Sin duda los herederos, que contaban con posesión efectiva de una herencia entre
cuyos bienes se incluía expresamente el camión, y no el conductor que reconoció ante el
Juez ser un chofer asalariado que carecía de bienes.

El escrito de fs. 135 a 136 de la causa criminal constituye, entonces, una segunda
presunción que reafirma la primera, en orden a probar definitivamente que Mario Reyes
era mero tenedor del camión accidentado.

Y mero tenedor no como usuario ni usufructuario, sino como trabajador dependiente,


que no está incluido en el artículo 2315 del Código Civil como habilitado para demandar
los daños materiales, sin perjuicio de que tampoco acciona invocando ninguna de esas
calidades, de forma tal que evidentemente carece de legitimación activa en la causa,
respecto de los rubros de daño emergente y de lucro cesante.

—Que, sin embargo, los dos actores reclaman también daños morales por sus propios
sufrimientos, y respecto de ese punto sí que tienen legitimación activa, de forma que la
excepción no puede acogerse sino parcialmente.

—Que adentrándonos ahora en el fondo, respecto del daño moral, sucede que antes de
determinar si éste existe es preciso establecer que realmente nos encontremos ante el caso
regulado en el artículo 174 de la Ley de Tránsito; esto es, que el demandado sea el
propietario del vehículo que ocasionó el daño o, lo que es lo mismo, que el demandado
sea dueño del móvil conducido por quien haya sido el responsable del accidente.

—Que esa condición previa para generar la responsabilidad civil del demandado, esto
es, que su fallecido hijo haya sido el causante del accidente con su conducción del bus
que pertenecía a Camilo Gaete González, no se cumple en forma alguna en este proceso,
y con ello de todas maneras hubiera caído también la demanda por daños materiales, si
los actores hubieren tenido legitimación activa al respecto.

—Que los actores pasan por sobre este punto con asombrosa liviandad, suponiendo sin
más que el tema esté zanjado.
Así lo estimó en su alegato en estrados el abogado apelante, diciéndonos que con la
resolución de sobreseimiento de lo penal, y con el informe de la Sección Investigadora de
Accidentes de Tránsito (SIAT) corriente en aquella causa, el punto de la responsabilidad
del fallecido conductor del bus en la colisión, estaba demostrado.

Ocurre, sin embargo, que la causa criminal no fue sobreseída definitivamente por
fallecimiento del responsable, como debería haber ocurrido si allí se hubiere determinado
su culpa, al tenor de lo prescrito por el artículo 408 numeral 5 del Código de
Procedimiento Penal.

O numeral 6, si se estima que el anterior sólo se aplica a los procesados, pero no a


quienes no alcanzaron a adquirir tal calidad.

La causa fue sobreseída temporalmente de acuerdo a lo prescrito por el artículo 409


Nº 2 del antiguo Código de Procedimiento, y eso significa necesariamente que el
Tribunal no pudo adquirir convicción, pese a haber agotado la investigación, respecto de
quién fuera la persona responsable de los resultados dañosos de aquel choque. Y supone
además la posibilidad de reabrir el sumario, lo que es inimaginable si el responsable del
accidente fuera el fallecido.

—Que si lo anterior es así, parece obvio que no se puede tomar un elemento aislado de
aquella causa, como es el informe de SIAT, para pretender con él formar prueba completa
en este proceso civil.

El informe no constituye pericia de este juicio, sino que obra en el juicio criminal que
está a la vista y, por ende, no es una pieza que pueda analizarse de manera separada.

Todo el expediente criminal forma una unidad, en la que no se reunió evidencia


suficiente para arribar a las conclusiones que quiere el actor. Así, pues, ese expediente no
es un medio idóneo para probar el supuesto que permita a los actores demandar
precisamente al Sr. Gaete por los daños que reclaman.

—Que en este proceso civil no hay una sola prueba adicional o propia que establezca
culpa del conductor del bus cuyo propietario es el demandado.

No hay, en todo el expediente, otra cosa que no sea la copia del informe de SIAT que,
ya se dijo, es una pieza de un proceso diferente, que no puede extraerse del mismo sin
referencia a todo el resto de lo allí investigado ni menos a la conclusión de la causa.

Tampoco puede pretenderse darle aquí a ese informe un valor de peritaje que no tiene,
puesto que ni se rindió en estos autos ni cumplió con las exigencias que para las pericias
disponen los artículos 414 a 424 del Código de Procedimiento Civil.

—Que, además, de fs. 81 a 83 hay tres testigos presenciales, sin tacha y que dan razón
de sus dichos, quienes de manera conteste culpan al actor Reyes del choque, aseverando
que intentó virar en U con su camión, obstruyendo la pista de los otros móviles.
Los testigos de fs. 87 a 89 vta., en cambio, no declaran sobre el punto.

La única prueba de este juicio, entonces, es contraria a las pretensiones de los actores.

—Que aún más, si la culpa del conductor fallecido, y con ello la responsabilidad del
demandado, fuera un hecho probado —que no lo es— ocurre que tampoco se acreditaron
aquí los supuestos del daño moral.

Los testigos de fs. 87 a 89 hablan de vaguedades como que vieron a los integrantes de
la familia llorando o a que el sufrimiento se debió a que Reyes salvó milagrosamente la
vida, pero no refieren una sola lesión específica, un tiempo concreto de hospitalización,
un tratamiento determinado, que siente bases objetivas como para, a partir de ellas, poder
entender que existiera un sufrimiento serio, prolongado y comprensible como para
generar el daño cuya indemnización se pide, y que se calcula nada menos que en quince
millones de pesos.

Naturalmente se echa en falta prueba documental que no puede haber sido difícil de
obtener, como fichas médicas, certificados de alta, certificados médicos de diagnóstico y
tratamiento, etc.

O bien pericias o testimonial clara y precisa, que estableciera el punto.

—Que ello nos obliga de nuevo a adentrarnos en la causa criminal, en la que se


encuentra el informe de fs. 143 que evidentemente da cuenta de lesiones menores, sin
fracturas ni constancia de hospitalización, las que, por el tiempo de incapacidad y
enfermedad que produjeron, pueden penalmente catalogarse incluso de leves o a lo sumo
de menos graves, evidentemente sin peligro de muerte, sin posibilidades de causar
invalidez o de generar, siquiera, dolores de especial magnitud, de forma tal que no se
comprende cómo es que resultado tan menor pueda haber acarreado para Reyes y para su
cónyuge dolor emocional tan inmenso, que deba compensar con quince millones de pesos
el padre de quien, en cambio, resultó muerto en el choque.

El daño moral, pues, no existe y su cobro revela más un afán de lucro que un ánimo
reparatorio.

—Que por cierto a título simplemente ilustrativo, cabe reparar en que otro tanto puede
decirse del lucro cesante y del daño emergente.

Este último se quiere probar con facturas a nombre de otra persona, con órdenes de
trabajo que no acreditan pago, con presupuestos que tampoco lo revelan (alguno de los
cuales ni siquiera registra firma y otro no registra nombre) y con una sola factura a
nombre del demandante Reyes, sin que ni uno solo de estos documentos, todos emanados
de terceros ajenos al juicio, haya sido reconocido testimonialmente en él por sus
otorgantes.

Así, pues, aun si hubiera legitimación activa, tampoco los daños materiales podrían
otorgarse, por las dos razones que sirven para desechar el daño moral: ni hay prueba del
supuesto de culpa del conductor del bus ni hay prueba de los perjuicios mismos que se
reclaman.

Y visto, además, lo dispuesto por los artículos 186 y siguientes del Código de
Procedimiento Civil, se revoca la sentencia apelada de fecha ocho de mayo de dos mil
seis, escrita desde fojas 143 a fojas 151, en cuanto acogió la excepción de falta de
legitimación activa respecto de la demanda por daño moral y en cuanto no se pronunció,
en consecuencia, sobre el fondo de la acción referida por ese rubro, y en su lugar se
declara que se rechaza en cuanto a ese solo aspecto la excepción de legitimación activa,
desechándose de todas formas la demanda con relación al daño moral respecto de ambos
actores, por las razones de fondo ya expuestas en este fallo.

Se confirma en lo demás la referida sentencia, sin costas de la instancia por haber


existido motivo plausible para alzarse.

Regístrese y devuélvase.

Redacción del Ministro Sr. Mera.

Rol Nº 817-2006.
5. IMPROCEDENCIA DE INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL SI CAUSA DE
ANGUSTIA ES ANTERIOR A HECHO DE LA CAUSA

SUMARIO: El demandante fundamenta la indemnización del daño moral al posterior


detrimento psicológico a que se ha visto expuesto producto del justo temor que le ha
causado el hecho provocado por el demandado, ya que es enfermo del corazón, ha
sido operado y producto de los hechos ha sufrido un daño psicológico muy fuerte.

Frente a una acción indemnizatoria de esta naturaleza, deben tenerse presente las
normas que se contienen con el artículo 171 de la Ley de Tránsito que establece que el
mero hecho de la infracción no determina necesariamente la responsabilidad civil del
infractor, si no existe relación de causa a efecto entre la infracción y el daño
producido por el accidente.

No está probado en autos que existe una relación de causa a efecto entre la infracción
del conductor del vehículo y el daño moral, toda vez que sufre del corazón por lo que
fue operado con anterioridad, lo que unido al hecho del fallecimiento de su cónyuge y
que debe velar por el futuro de sus hijas, le produce temor y angustia para manejar,
sentimientos que son de origen anterior al accidente de tránsito ocurrido.

Tribunal: Corte de Apelacione s de Arica

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 366-2006

Fecha: 11/08/2006

Cita Online: CL/JUR/2675/2006

Estado Procesal: Ejecutoriado, sin recurso posterior interpuesto

Partes: Pérez Morales, Sergio con Muñoz Melo, Dagoberto

Redactor: Cañón Moya, Jorge

Voces: accidente de tránsito - comparecencia - daño moral - daños y perjuicios -


derecho civil - indemnización - legitimación - legitimación activa - responsabilidad
civil - responsabilidad extracontractual

Legislación relacionada: Artículo 2329 Código Civil

TEXTO SENTENCIA

Arica, once de agosto de dos mil seis.


Visto:

Se reproduce la sentencia apelada, con las siguientes modificaciones:

En la parte expositiva —fojas 80 línea 19— se sustituye el nombre Proseguir por


Prosegur;

A partir de fojas 86, el considerando signado como sexto se cambia por séptimo; el
considerando séptimo, octavo y noveno de fojas 87, se cambian por octavo, noveno y
décimo; el considerando décimo y undécimo de fojas 88, se cambian por undécimo y
duodécimo; el considerando duodécimo de fojas 89 se cambia por decimotercero; los
considerandos decimotercero y decimocuarto de fojas 90, se cambian por decimocuarto y
decimoquinto, respectivamente;

c) Se eliminan los considerandos duodécimo, decimotercero y decimocuarto, de fojas


89 y 90.

Y se tiene en su lugar y, además, presente:

Primero : Que, para el debido acierto del fallo, debe considerarse que don Sergio
Ambrosio Pérez Morales ha interpuesto demanda de indemnización de perjuicios en
juicio sumario en contra de don Dagoberto Zacarías Muñoz Meló y de la Empresa de
Transportes de Valores Prosegur, solicitando que éstos sean condenados al pago de los
daños y perjuicios de toda índole, desglosados en $ 500.000 por concepto de daño
emergente, $ 1.200.000 por causa de lucro cesante, $ 350.000 por desvalorización
vehicular, $ 1.000.000 por daño moral, sufridos por el demandante a raíz de la colisión,
más reajustes e intereses y costas, y que hace ascender a la cantidad de $ 3.060.000; o a la
suma que se estime ajustada al mérito de los antecedentes y en equidad.

Basa su acción en la conducta infraccional del conductor Dagoberto Zacarías Muñoz


Meló, quien efectuó una maniobra de adelantamiento en curva, causando daños en
colisión al vehículo patente T2-3561 de propiedad privada de su pertenencia, el día 1 de
diciembre de 2004, a las 10:20 horas, por calle San Marcos al llegar a la intersección
Héroes del Morro, en una curva existente a la altura del Nº 872, en dirección al poniente,
cuando conducía el camión patente KL-2876, infringiendo con ello el artículo 126 en
relación con el artículo 172 Nº 9 de la Ley de Tránsito, y por la que fue condenado al
pago de la suma de $ 30.000, en causa Rol Nº 252 del Tercer Juzgado de Policía Local de
esta ciudad;

Segundo : Que, según consta en el expediente Rol Nº 242-ST del Tercer Juzgado de
Policía Local de Arica, tenido a la vista, efectivamente el conductor Dagoberto Zacarías
Muñoz Meló fue condenado, por sentencia ejecutoriada de ese Tribunal, de fecha 11 de
febrero de 2005, a una multa de $ 30.900 por efectuar una maniobra de adelantamiento en
curva el día 1 º de diciembre de 2004, en circunstancias que conducía el camión patente
KL-2876 por calle San Marcos al llegar a la intersección de Héroes del Morro, a la altura
del Nº 872, en dirección al poniente, causando daños en colisión al vehículo patente TZ-
3561, infringiendo con ello el artículo 126 en relación al artículo 172 Nº 9 de la Ley
Nº 18.290, Ley de Tránsito, multa que posteriormente le fue moderada a $ 18.000;

Tercero : Que, en relación a los daños y perjuicios materiales inferidos al vehículo que
conducía el actor Pérez Morales que solicita le sean indemnizados por ser la especie de su
propiedad privada, cabe considerar que dicho automóvil marca Hyundai, placa patente
TZ-3561, era de propiedad de Leonarda Ester Araníbar Martínez, quien falleció el 19 de
octubre de 2001, otorgándose la posesión efectiva de sus bienes a sus herederos
intestados Patricia Paola Pérez Araníbar, María Teresa Pérez Araníbar y Sergio Antonio
Pérez Morales, como cónyuge sobreviviente, como emana de los documentos
acompañados en esta instancia que se agregan de fojas 109 a 112, lo que lleva a concluir
que el demandante no es exclusivo dueño del móvil, como se atribuye, sino que éste
formaba parte de la comunidad de bienes que se había producido al fallecimiento de la
propietaria, y pertenecía a la sucesión a la época de la colisión, de manera que la acción
indemnizatoria por daños y perjuicios materiales debía ser intentada por todos los
comuneros de consuno y no sólo por uno de ellos, como ha acontecido en la es pecie,
concluyéndose así que el actor carecía de legitimación activa para deducir demanda
indemnizatoria por los rubros indicados, por sí solo, toda vez que sólo le pertenecía una
cuota alícuota en la herencia.

En nada alteran esta conclusión los documentos acompañados en esta instancia a fojas
45, por ser poderes especiales otorgados por los herederos María Teresa Pérez Araníbar y
Patricia Paola Pérez Araníbar que no tienen relación con el ejercicio de la acción
indemnizatoria que pretende el actor en esta litis, como único dueño del automóvil;

Cuarto : Que la acción indemnizatoria deducida es referida, también, al daño moral


que habría sufrido el demandante y por afectarle personalmente sólo él puede ejercitarla,
como lo ha reconocido la doctrina y la jurisprudencia, siempre que tenga capacidad para
ello ( De la Responsabilidad Extra-Contractual en el Derecho Civil Chileno, de Arturo
Alessandri Rodríguez, Tomo III, páginas 494 a 496);

Quinto : Que el autor Pablo Rodríguez Grez, en su obra Responsabilidad


Extracontractual , de la Editorial Jurídica de Chile, primera edición, página 308, define el
daño moral como la lesión de un interés extramatrimonial, personalismo, que forma parte
de la integridad espiritual de una persona, y que se produce por efecto de la infracción o
desconocimiento de un derecho cuando el acto infraccional se expande a la esfera interna
de la víctima o de las personas ligadas a ella, agregando que deriva de la lesión de un
derecho, cuando los efectos de ésta no sólo menoscaban los intereses jurídicamente
tutelados por la norma, sino que penetran la intimidad de la víctima y de quienes forman
parte de su círculo más próximo, afectando sus sentimientos, emociones, expectativas,
afectos y, en general, sus valores de afección (intereses extrapatrimoniales);

Sexto : Que el demandante Pérez Morales fundamenta la indemnización del daño moral
al posterior detrimento psicológico a que se ha visto expuesto producto del justo temor
que le ha causado el hecho provocado por el demandado, ya que es enfermo del corazón,
ha sido operado y producto de los hechos ha sufrido un daño psicológico muy fuerte
debido a la posterior angustia y sentimientos de fatalidad que se le han arraigado en su
persona;

Séptimo : Que frente a una acción indemnizatoria de esta naturaleza, deben tenerse
presente las normas que se contienen con el artículo 171 de la Ley de Tránsito que
establece que El mero hecho de la infracción no determina necesariamente la
responsabilidad civil del infractor, si no existe relación de causa a efecto entre la
infracción y el daño producido por el accidente.

En consecuencia, si la persona infringe alguna disposición y tal contravención no ha


sido causa determinante de los daños producidos, no estará obligado a la indemnización;
y así deberá establecerse, por los medios correspondientes, que el aludido daño moral
reclamado es consecuencia directa del acto infraccional cometido por el conductor
demandado;

Octavo : Que a este respecto el actor acompaña el certificado de la psicóloga Gisela


Godoy Guldman, otorgado el 9 de diciembre de 2005, de fojas 55, señalando que el
paciente Sergio Pérez Morales presenta altos grados de ansiedad y angustia a volver a
manejar; certificado de fojas 60 de la Clínica San José, que aparece otorgado por poder
del doctor Alfonso Inzulza C., el 23 de diciembre de 2005, al paciente Sergio Pérez
Morales, en el que hace constar que al examen radiológico éste presenta clips metálicos y
amarras de estereotomía, por cirugía cardíaca previa; y aporta el testimonio de los
testigos Paola Viviana Tavalí Araya y Juan Enrique Núñez Ortiz, que deponen en la
audiencia de prueba de fojas 52, quienes señalan no ser testigos presenciales de la
colisión y que lo sabido es por conducto del demandante; todo lo cual lleva a concluir que
no está probado en autos, en forma legal, que existe una relación de causa a efecto entre
la infracción del conductor del vehículo de Prosegur y el daño moral que pide ser
indemnizado el actor, toda vez que como él mismo lo ha reconocido que sufre del
corazón por lo que fue operado con anterioridad, lo que unido al hecho del fallecimiento
de su cónyuge y que debe velar por el futuro de sus hijas, le produce temor y angustia
para manejar, sentimientos que son de origen anterior al accidente de tránsito ocurrido,
toda vez que como se desprende de la absolución de posiciones que se realiza a fojas 69,
condujo sin problemas el móvil hasta la unidad policial después de la colisión y ha
continuado conduciendo el vehículo dentro de la ciudad, lo que significa que ese temor
que justifica su acción indemnizatoria, no es producto de la infracción del conductor del
camión de Prosegur, sino que es un sentimiento que se ha arraigado en su persona con
mucha anterioridad, y que no obstante esta obsesión insiste en su acción de conducir, con
conocimiento de su debilidad psicológica; y por ello esta Corte no accederá a la
indemnización por daño moral que comprende su demanda;

Noveno: Que, sin perjuicio de lo que se decide en este fallo, no se condenará en costas
a la parte demandante pues se estima que esta parte ha accionado con motivo plausible.
Con lo razonado y lo dispuesto en los artículos 144, 186 y 187 del Código de
Procedimiento Civil, se revoca la sentencia apelada de dieciocho de abril de dos mil seis,
escrita de fojas 77 a 92, en cuanto hace lugar a la demanda de fojas 1 y condena
solidariamente a los demandados Dagoberto Zacarías Muñoz Meló y a la Empresa
Privada de Transporte de Valores Prosegur Ltda. a pagar al demandante Sergio Ambrosio
Pérez Morales, a título de indemnización de perjuicios por daño moral, la suma de
$ 500.000, y en su lugar se declara que no se accede a la demanda de fojas 1, en el rubro
que se solicita indemnización de daño moral. se confirma, en lo demás, el referido fallo,
sin costas, por haber habido motivos plausibles para litigar.

Regístrese y devuélvase, conjuntamente con el expediente tenido a la vista.

Redacción del Ministro señor Jorge Cañón Moya.

Rol Nº 366-2006.
6. EL SEGURO OBLIGATORIO DE ACCIDENTES PERSONALES NO CUBRE EL
DAÑO MORAL

SUMARIO: Si bien dicha disposición (artículo 15 de la Ley Nº 18.490) señala que los
pagos de indemnización efectuados en virtud del seguro obligatorio de accidentes
personales causados por circulación de vehículos motori zados, se imputarán o
deducirán de los que pudiere estar obligado a hacer el propietario o conductor del
vehículo asegurado en razón de la responsabilidad civil que respecto de los mismos
hechos y de las mismas personas, le pueda corresponder según el derecho común,
dicha norma hay que relacionarla con el artículo 24 de la misma ley, que establece
que el seguro cubre los riesgos de muerte y lesiones corporales que sufran las
personas como consecuencia de accidentes en que intervengan el vehículo asegurado,
sus remolques o sus cargas. En ningún caso es posible imputar el dinero pagado por
la compañía de seguros en virtud de la ley en comento, al pago del daño moral, desde
que al hacerlo se excede los rubros a indemnizar por ella.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en el Fondo

Rol: 4067-2004

Fecha: 31/07/2006

Cita Online: CL/JUR/2463/2006

Partes: Millaman Vega, Martín con Minder Figueroa, Roddy, Bruno y otro

Ministros: Morales Villagrán, María Antonia; Oyarzún Miranda, Adalís; Juica


Arancibia, Milton; Gálvez Blanco, Ric ardo

Abogado Integrante: Herrera Valdivia, Óscar

Redactor: Juica Arancibia, Milton

Voces: accidente de tránsito - casación - casación en el fondo - costas - daño moral -


daños y perjuicios - derecho civil - derecho procesal - incidente - indemnización - Ley
de Tránsito - lucro cesante - recursos - responsabilidad civil - responsabilidad
extracontractual - tránsito

Legislación relacionada: Artículo 15 y artículo 24 Ley Nº 18.490; artículo 2314 y


artículo 2329 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA
Santiago, treinta y uno de julio de dos mil seis.

Vistos:

En estos autos Rol Nº 15.633 1-03 del Juzgado de Letras de Villarrica, caratulados
Millaman Vega, Martín con Minder Figueroa, Roddy Bruno y otro, sobre juicio ordinario
de indemnización de perjuicios, se ha dictado sentencia definitiva de primera instancia a
fojas 122, por la cual se acogió la demanda de autos, sólo en cuanto se condenó a los
demandados a pagar por concepto de indemnización por el daño moral la suma de tres
millones novecientos cincuenta mil pesos, sin costas por no haber resultado éstos
totalmente vencidos.

En contra de esta decisión la demandante a fojas 129 interpuso recurso de apelación, a


fin de que se modificara el fallo aludido y se condene solidariamente a los demandados a
pagarle un millón de pesos por daño emergente, igual suma por lucro cesante, y diez
millones de pesos por concepto de daño moral, sumas todas que deben ser reajustadas en
la misma proporción en que haya variado el I.P.C. entre la fecha del accidente hasta el día
del pago efectivo, más intereses corrientes, y al pago de las costas de la causa. Interpuso
también recurso de apelación la parte demandada, solicitando se revoque el fallo de
primer grado, y se niegue lugar a la demanda, por encontrarse pagados los perjuicios.

En subsidio, solicitó se confirme con declaración que se rebaja el monto a pagar a la


suma de un millón de pesos. La Corte de Apelaciones de Temuco, por resolución de fojas
144 confirmó la sentencia de primer grado, con declaración que se eleva a ocho millones
de pesos la suma que los demandados deberán pagar solidariamente al actor, por daño
moral, sin descuento de ninguna especie, con más el interés corriente bancario para
operaciones reajustables que se devengará desde la fecha en que la sentencia quede
ejecutoriada, y la revocó en la parte que no condenó en costas, declarando en cambio que
se hace lugar al pago de las costas de la causa, y del recurso.

En contra de este último fallo la parte demandada dedujo recurso de casación en el


fondo, sosteniendo que dicha resolución se ha dictado cometiendo infracción de los
artículos 15 inciso 3o de la Ley Nº 18.490 y 144 del Código de Procedimiento Civil.

Se trajeron los autos en relación.

Considerando:

Primero : Que el recurso en estudio denuncia en primer término la infracción del


artículo 15 inciso 3 o de la Ley Nº 18.490, la que se produjo al omitir los jueces del fondo
su aplicación, sosteniendo en la sentencia impugnada por esta vía que lo pagado por la
Compañía de Seguros por concepto de seguro obligatorio, no se puede imputar a la
indemnización de perjuicios que le corresponde a la víctima.

Explica el recurrente que la sentencia de primer grado dio por establecido que el daño
emergente y el lucro cesante se encontraban pagados por las cantidades recibidas en sede
criminal —$ 1.600.000— y el seguro automotriz —$ 1.450.000—, las que ascienden en
total a $ 3.050.000.

Asimismo imputó de dicho total la suma de dos millones de pesos al pago del daño
emergente y lucro cesante, quedando un excedente de $ 1.050.000.

Además fijó el daño moral en la suma de cinco millones de pesos, a los cuales le
descontó la suma de $ 1.050.000, ordenándole pagar en definitiva, por dicho concepto,
tres millones novecientos cincuenta mil pesos;

Segundo : Que en un segundo capítulo se ha denunciado la infracción a lo dispuesto en


el artículo 144 del Código de Procedimiento Civil, por cuanto el fallo recurrido condenó
a su parte al pago de las costas de la causa, pese a que no acogió todas las peticiones de la
demanda, desde que confirmó la sentencia de primer grado en la parte que negó lugar el
pago del daño emergente y lucro cesante, así como los reajustes solicitados;

Tercero : Que al explicar la influencia que los errores de derecho han producido en lo
decisorio de la sentencia impugnada, se dice que se falló en contravención a normas
expresas, impidiendo con ello descontar a la cantidad fijada por daño moral, el excedente
pagado, e imponiéndoles una carga pecuniaria a los demandados —las costas— que no
les corresponde;

Cuarto : Que los jueces del fondo han establecido los siguientes hechos de la causa,
inamovibles para este tribunal, toda vez que no se ha basado el recurso en infracción de
leyes reguladoras de la prueba:

1.- Que el 22 de mayo del año 2001 Martín Millaman Vega sufrió las lesiones que
describe en la demanda, como consecuencia de haber sido atropellado por un taxibús
conducido por Roddy Bruno Minder Figueroa, de propiedad de Federico Bruno Minder
Alberti;

—Que en el juicio criminal incoado en contra del aludido conductor, quedó establecida
la responsabilidad directa y culpable de éste, en los hechos que provocaron el accidente
que ocasionó las lesiones al actor;

—Que el daño emergente demandado, un millón de pesos, se encuentra pagado con el


dinero entregado en sede penal;

—Que el lucro cesante asciende a la suma de un millón de pesos, el que también se


encuentra pagado con el dinero entregado en la sede penal, y el pago de una suma
equivalente a 90 UF que hizo la Compañía de Seguros Cruz del Sur al actor, y

—Que como consecuencia del hecho que motiva esta causa, se probó que se causó al
actor un daño moral, que se avaluó en la suma de $ 8.000.000. Estos hechos aparecen
claramente consignados en los fundamentos octavo, noveno, décimo, duodécimo,
decimotercero y decimoquinto del fallo de primer grado y primero de la sentencia de
segunda instancia;
Quinto : Que como ya se ha expresado, el recurso denuncia como primer agravio y
constitutivo de error de derecho, el desconocimiento que han hecho los jueces del fondo
de la posibilidad de imputar lo pagado por la compañía de seguros Cruz del Sur a la
indemnización de perjuicios por daño moral a la que su parte fue condenada,
quebrantando así el inciso 3o del artículo 15 de la Ley Nº 18.490;

Sexto : Que, contrariamente a lo que sostiene la recurrente, los sentenciadores de


segunda instancia, al resolver de la forma que lo hicieron, no vulneraron el inciso 3 o del
artículo 15 de la Ley Nº 18.490.

En efecto, si bien dicha disposición señala que los pagos de indemnización efectuados
en virtud del seguro obligatorio de accidentes personales causados por circulación de
vehículos motorizados, se imputarán o deducirán de los que pudiere estar obligado a
hacer el propietario o conductor del vehículo asegurado en razón de la responsabilidad
civil que respecto de los mismos hechos y de las mismas personas, le pueda corresponder
según el derecho común, dicha norma hay que relacionarla con el artículo 24 de la misma
ley, que establece que el seguro antes mencionado cubre los riesgos de muerte y lesiones
corporales que sufran las personas como consecuencia de accidentes en que intervengan
el vehículo asegurado, sus remolques o sus cargas.

De la lectura del precepto indicado se infiere que el seguro que establece la Ley
Nº 18.490 está limitado únicamente al pago de los riesgos de muerte o lesiones corporales
que sufren las personas, es decir, sólo se refiere a los daños materiales, motivo por el
cual, en ningún caso es posible imputar el dinero pagado por la compañía de seguros en
virtud de la ley en comento, al pago del daño moral, desde que al hacerlo se excede los
rubros a indemnizar por ella;

Séptimo : Que en cuanto a la vulneración del artículo 144 del Código de Procedimiento
Civil, que también denuncia el recurso, al sostener que su parte fue condenada en costas,
pese a que no resultó totalmente vencida, es menester tener presente que el artículo 767
del Código de Procedimiento Civil establece que el recurso de casación en el fondo
procede contra sentencias definitivas inapelables o interlocutorias inapelables cuando
ponen término al juicio o hacen imposible su continuación.

Por su parte, la resolución que se pronuncia sobre las costas no reviste ninguna de las
características antes anotadas, desde que, sin duda, no pone término a la instancia
resolviendo la cuestión o asunto controvertido, ni pone término al juicio, o hace
imposible su prosecución, situación que es bastante para desestimar la pretensión, de tal
forma, que en esta parte el recurso tampoco puede prosperar;

Octavo : Que si bien la sentencia de segunda instancia al sustituir el vocablo cinco por
ocho y eliminar todo lo que sigue a la palabra pesos se refirió al considerando décimo de
la sentencia de primer grado, ello en realidad se trata de un simple error de referencia, por
cuanto del contenido del fallo aparece que en verdad se alude al considerando
decimosexto y no al décimo como se indicó.
Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en los artículos 764, 767 y 805
del Código de Procedimiento Civil, SE RECHAZA el recurso de casación en el fondo
deducido en lo principal de fs. 148, por los demandados Roddy Bruno Zinder Figueroa y
Federico Bruno Minder Alberti, en contra de la sentencia de tres de agosto de dos mil
cuatro, escrita a fs. 144.

Acordada contra el voto de los Ministros Sr. Gálvez y Sr. Oyarzún, quienes estuvieron
por acoger el recurso de casación en el fondo interpuesto, anular el fallo recurrido y dictar
la correspondiente sentencia de reemplazo, en atención a los siguientes fundamentos:

1º ) Que, como se ha dejado consignado en el fallo de este tribunal, es un hecho de la


causa que el demandante en estos autos recibió por concepto de indemnización de
perjuicios $ 3.050.000, pagados parte por el demandado Roddy Minder Figueroa, y parte
por la compañía de seguros Cruz del Sur;

2o ) Que también es un hecho que los perjuicios que se le ocasionaron al actor por
concepto de daño emergente y lucro cesante, ascienden en total a dos millones de pesos;

3 o ) Que, por su parte, el artículo 15 de la Ley Nº 18.490 que establece el seguro


obligatorio de accidentes personales causados por circulación de vehículos motorizados,
en su inciso tercero dispone: No obstante, los pagos de indemnización efectuados en
virtud de este seguro, se imputarán o deducirán de los que pudiere estar obligado a hacer
el propietario o conductor del vehículo asegurado en razón de la responsabilidad civil que
respecto de los mismos hechos y de las mismas personas, le pueda corresponder según las
normas del derecho común.

De su lectura puede advertirse que la ley no distingue el tipo de perjuicios respecto de


los cuales es posible practicar la imputación, sino que, únicamente, exige que la
indemnización a la que se impute lo pagado en virtud del seguro, derive de la
responsabilidad civil del conductor o propietario del vehículo asegurado, según las
normas del derecho común;

4o ) Que nuestro Código Civil en el artículo 2314 establece la obligación de indemnizar


todo daño inferido a otro con la comisión de un cuasidelito, y en el artículo 2329 dispone
que, por regla general, todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra
persona, debe ser reparado por ésta, disposiciones que han permitido que la
jurisprudencia, en forma uniforme y reiterada, señale que entre los daños provocados a
las personas con ocasión de un delito o cuasidelito se encuentra el daño moral, lo que
además recoge el fallo impugnado al determinar que los demandados deben pagar ocho
millones de pesos por dicho concepto;

5o ) Que así, encontrándose los demandados obligados al pago de una indemnización


por daño moral, en virtud de la responsabilidad civil que les asiste en esta causa, y atento
lo dispuesto en el artículo 15 de la Ley Nº 18.490, en su inciso tercero, existiendo un
excedente de $ 1.050.000 de lo pagado al actor por concepto de daño emergente y lucro
cesante, era imperativo para los sentenciadores de segundo grado imputar dicho saldo a la
indemnización que por daño moral deben pagar los demandados.
La indemnización nunca puede ser objeto de ganancia, sino sólo de reparación.

Si el excedente no se imputa al pago de ésta, por concepto de daño moral, se produce


para el actor un enriquecimiento sin causa;

6o ) Que, en concepto de los disidentes, al resolver de la forma que lo hicieron, los


jueces del fondo infringieron el inciso tercero del artículo 15 de la Ley Nº 18.490,
provocando en el actor un enriquecimiento sin causa, lo que importa una infracción de
derecho que debe ser corregida por esta vía.

Regístrese y devuélvase con sus agregados.

Redacción a cargo del Ministro Sr. Juica y de la disidencia el Ministro Sr. Gálvez.

Pronunciado por la Tercera Sala, integrada por los Ministros Sr. Ricardo Gálvez, Sr.
Milton Juica, Srta. María Antonia Morales, Sr. Adalis Oyarzún y el Abogado Integrante
Sr. Óscar Herrera.

No firma el Sr. Herrera, no obstante haber concurrido a la vista del recurso y acuerdo
del fallo por estar ausente.

Autorizado por la Secretaria Subrogante Sra. Carola A. Herrera.

Rol Nº 4.067-2004.
7. NEGLIGENCIA DE EMPRESA. ACCIDENTE. EL DERECHO A REPARACIÓN
DEL DAÑO MORAL ESTÁ ELEVADO A LA CATEGORÍA CONSTITUCIONAL

SUMARIO: Está elevado a la categoría constitucional el derecho de la persona a


mantener su integridad psíquica, de manera que cualquiera acción desplegada por
persona o agente alguno que provoque o atente contra esta integridad, constituye un
perjuicio y, por ende, un daño que el derecho debe restablecer, sea efectiva o
alternativamente. El daño moral entendido como un menoscabo de un bien no
patrimonial, en cuanto afecta la integridad psíquica del individuo y que se traduce en
el agobio y dolor que generó la caída y la lesión en la muñeca de la actora, no
requiere de prueba, porque ello es suficiente para evidenciar esta aflicción psíquica.
Ahora bien, su evaluación, si se quiere apartar de lo normal o regular, en tal caso
debió acompañarse un antecedente probatorio que así lo demuestre, lo que en el hecho
no ha sucedido, debiendo, por tanto, tenerse presente las consecuencias naturales que
padece un ser humano en estas condiciones.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Antofagasta

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 711-2006

Fecha: 31/10/2006

Cita Online: CL/JUR/3518/2006

Esta do Procesal: Ejecutoriado, sin recurso posterior interpuesto

Partes: Meza Fernández, Nancy con Dist. Industrias Nacionales, DIN S.A.

Ministros: Soto Torrealba, Laura; Clavería Guzmán, Óscar; Soto Chandía, Gabriela

Redactor: Clavería Guzmán, Óscar

Voces: daño moral - daños y perjuicios - derecho civil - indemnización -


responsabilidad civil - responsabilidad extracontractual

Legislación relacionada: Artículo 19 Nº 1 Constitución Política de la República;


artículo 2314 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA

Antofagasta, treinta y uno de octubre de dos mil seis.

Vistos:
Se reproduce la sentencia en alzada con excepción de los considerandos décimo,
duodécimo y decimoquinto que se eliminan.

Y se tiene en su lugar, además, presente:

Primero : Que según la prueba rendida y la confesión expresa de la demandada


prestada en la causa Rol Nº 3.950 tenida a la vista y que más adelante se analizará, ha
existido una negligencia o falta de diligencia en la forma de presentar los productos para
la venta y el traslado de los clientes dentro de la tienda, porque esta empresa DIN S.A. no
demostró la debida diligencia en la construcción de los pasillos, indicadores necesarios
para advertir el declive pronunciado, como tampoco ha mantenido los antideslizantes en
condiciones, según se demuestra en la inspección personal del Tribunal, de manera que
de conformidad con lo dispuesto en el artículo 2314 del Código Civil, habiéndose
producido un daño a consecuencia de una actitud culposa de la demandada, ésta está
obligada a indemnizar los daños y perjuicios causados.

Es importante destacar que frente a la exigencia establecida en el artículo 170 Nº 6 del


Código de Procedimiento Civil, de resolver la cuestión controvertida, debe tenerse
presente que la pretensión del actor es la indemnización de perjuicios por parte de la
demandada; y no el desconocimiento de la Ordenanza General de Urbanismo y
Construcciones que constituye el fundamento de derecho en que se apoya, respecto del
cual el órgano jurisdiccional no está obligado, porque la esencia de su función es aplicar
la norma legal o el principio de equidad con arreglo a los cuales se resuelve el conflicto.

Así también lo ha sostenido la doctrina, cuando Hugo Pereira Anabalón señala que "en
cuanto al derecho las partes pueden invocarlo, sin que esta invocación ligue en forma
alguna al juez, quien tiene la absoluta autonomía para elegir, interpretar y aplicar la
norma o el principio jurídico que estime pertinente, absolutismo que desde antiguo se ha
expresado con la fórmula iura novit curia o el "juez sabe el derecho".

Y como el ámbito de éste cada día es más vasto, si no lo sabe, lo estudia".

Segundo: Que si bien los documentos que emanan de terceros y no han sido ratificados
en juicio, no constituyen plena prueba, la generalidad de la jurisprudencia ha estimado
que pueden servir de base o constituir indicios que, unido a las demás pruebas rendidas
en el proceso permitan demostrar el hecho controvertido.

En este caso, las demás pruebas rendidas por la actora demuestran que efectivamente
se produjo la caída y la consecuente lesión, pero lo más importante es que la propia
empresa demandada lo reconoce al contestar la demanda en la causa Rol Nº 3.950-03
seguida ante el Segundo Juzgado de Policía Local de esta ciudad y que conforme al
artículo 398 inciso 2 o debe considerarse como una confesión judicial expresa que
produce plena prueba porque constituye una manifestación de voluntad libre y
espontánea sin presión alguna que relata su apreciación de los hechos en un mismo
asunto, lo que demuestra motivos poderosos suficientes para así estimarlo.
Tercero: Que con lo expresado han quedado desvirtuadas las afirmaciones del apelante
en cuanto a la caída, su relación causal con el desnivel y la existencia de la lesión, sin que
pueda determinarse su gravedad, como tampoco el tiempo preciso que demoró en sanar y
la incapacidad que produjo ya que no existen pruebas específicas respecto de ellas y los
documentos privados no pueden bastarse a sí mismos para la demostración de este hecho
puntual, por lo tanto, deberá considerarse simplemente una lesión en relación a las
características como ocurrieron los hechos y al dolor que presentaba.

Cuarto: Que en cuanto al daño moral, si bien debe tenerse presente que su concepto no
es pacífico en la doctrina y que la jurisprudencia no es del todo precisa, por lo que es más
conveniente a este respecto utilizar el concepto amplio dado por Carmen Domínguez
Hidalgo en su libro El daño moral cuando expresa que está "constituido por el
menoscabo de un bien no patrimonial que irroga una lesión a un interés moral por una
que se obligaba a respetarlo" (Editorial Jurídica de Chile, Tomo I, noviembre 2000, pág.
84).

Quinto: Que el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de la República, asegura a


todas las personas el derecho a la vida y a la integridad física y psíquica, lo que significa
que está elevado a la categoría constitucional el derecho de la persona a mantener su
integridad psíquica y, por lo tanto, para el ordenamiento jurídico representa un interés
que debe ser protegido, de manera que cualquiera acción desplegada por persona o agente
alguno que provoque o atente contra esta integridad, constituye un perjuicio y, por ende,
un daño que el derecho debe restablecer, sea efectiva o alternativamente.

Sexto: Que el daño moral entendido como un menoscabo de un bien no patrimonial, en


cuanto afecta la integridad psíquica del individuo y que se traduce en el agobio y dolor
que generó la caída y la lesión en la muñeca de la actora, no requiere de prueba, porque
ello es suficiente para evidenciar esta aflicción psíquica.

Ahora bien, su evaluación, si se quiere apartar de lo normal o regular, en tal caso debió
acompañarse un antecedente probatorio que así lo demuestre, como por ejemplo, un
informe pericial sobre la gravedad de la lesión y tiempo que demoró en sanar o el
testimonio de un médico que así lo señale, lo que en el hecho no ha sucedido, debiendo
por tanto tenerse presente las consecuencias naturales que padece un ser humano en estas
condiciones.

Séptimo: Que el daño moral, entendido como un menoscabo de un bien no patrimonial,


representado en la aflicción psíquica que inequívocamente soportó la actora,
necesariamente debe ser indemnizado porque el artículo 2314 del Código Civil no
distingue clases o tipo de daños; de manera que la suma de dos millones de pesos
($ 2.000.000), se corresponde prudencialmente al monto que se fijará para su
indemnización.

Octavo: Que en cuanto a los intereses y reajustes fijados, deberá entenderse que estos
últimos no pueden calcularse mientras no se desfase en un mes la fecha, porque el
instituto correspondiente entrega los índices de precios dentro de los cinco primeros días
del mes siguiente al período fijado, por lo que aparece más conveniente y justo establecer
intereses corrientes para operaciones de dinero no reajustables, pues en el cálculo de ellos
va ínsito la depreciación por la inflación.

Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en el artículo 186 y siguientes


del Código de Procedimiento Civil, SE CONFIRMA, sin costas del recurso, la sentencia
de fecha veintiocho de marzo de dos mil seis, escrita a fojas 163 y siguientes, con
declaración que la suma que deberá pagar la Distribuidora de Industrias Nacionales, DIN
S. A., a la actora Nancy Meza Fernández, asciende a $ 2.000.000 (dos millones de pesos),
más intereses corrientes fijados para operaciones de dinero reajustables, a contar desde la
fecha de esta sentencia y hasta el pago efectivo, sin reajustes y costas.

Regístrese y devuélvanse.

Redacción del Ministro Titular, Sr. Óscar Clavería Guzmán.

Rol Nº 711-2006.
8. RESPONSABILIDAD DE LAS MUNICIPALIDADES. CAÍDA DE CORNISA DE
EDIFICIO EN RUINAS SOBRE TRANSEÚNTE. DAÑO MORAL QUE
PROVOCAN LAS LESIONES FÍSICAS Y PSICOLÓGICAS

SUMARIO: Los jueces del fondo establecieron que la actora sufrió un accidente
producto de la caída de parte de la cornisa de un edificio que se encontraba en ruinas,
lo que le provocó lesiones y un trastorno de adaptación ansioso, concluyendo que la
municipalidad demandada incurrió en falta de servicio porque incumplió su deber de
fiscalizar ex ante y, por ello, no adoptó a priori las medidas necesarias para evitar que
el estado del edificio ocasionara perjuicios a los peatones. La existencia del daño
moral queda suficientemente acreditada con los antecedentes de los cuales se deduce
la deformación de la pierna de la actora, la pérdida leve de la función auricular de su
rodilla derecha y la existencia de daño psicológico que trasciende desde el accidente,
causándole un desmedro en su calidad de vida, todos perjuicios morales que afectan el
rol de madre y jefa de hogar de la demandante, así como sus relaciones afectivas y
sociales.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en la Forma y en el Fondo

Rol: 6766-2012

Fecha: 12/08/2013

Cita Online: CL/JUR/1805/2013

Partes: Andrade Díaz, Delfina y otros con I. Municipalidad de Santiago

Ministros: Muñoz Gajardo, Sergio; Pierry Arrau, Pedro; Sandoval Gouet, María
Eugenia

Abogado Integrante: Pfeffer Urquiaga, Emilio; Lagos Gatica, Jorge

Redactor: Lagos, Jorge

Voces: accidente de trabajo - accidente de tránsito - daño moral - daños y perjuicios -


derecho administrativo - indemnización - municipalidad - organismo público - recurso
de protección - responsabilidad civil - responsabilidad contractual - responsabilidad de
la municipalidad - responsabilidad del empleador - responsabilidad del Estado -
responsabilidad del Estado por falta de servicio - responsabilidad extracontractual

Legislación relacionada: Artículo 152, Decreto con Fuerza de Ley Nº 1 de


01/01/2006 Ministerio del Interior; artículo 1º, artículo 3º, artículo 5º y artículo 142
Ley Nº 18.695; artículo 2323 Código Civil.
TEXTO SENTENCIA

I. Sentencia de casación

Santiago, doce de agosto de dos mil trece.

Vistos:

En estos autos sobre indemnización de perjuicios Rol Nº 6766 2012, caratulados


"Andrade Díaz, Delfina con I. Municipalidad de Santiago", la parte demandante dedujo
recursos de casación en la forma y en el fondo en contra de la sentencia de la Corte de
Apelaciones de Santiago que revocó la de primera instancia y rechazó la demanda
intentada en todas sus partes.

Doña Delfina Andrade Díaz, su cónyuge y el hijo de ambos demandaron en juicio


ordinario de indemnización de perjuicios a la Municipalidad de Santiago, solicitando se
la condene a pagarles $ 315.800.000, fundados en que el 18 de mayo del año 2001 doña
Delfina Andrade caminaba por calle Compañía, frente al Nº 2817, oportunidad en que le
cayó parte de la fachada del edificio que allí se ubicaba producto de un derrumbe, lo que
provocó menoscabos de distinta índole a los actores.

Aseveran que la responsabilidad del demandado deriva de su falta de servicio por la


omisión en el mantenimiento de los bienes nacionales de uso público y de la seguridad
para el tránsito en los mismos por los peatones, pese a tener conocimiento del mal estado
del inmueble.

La sentencia de primera instancia estableció que la demandante sufrió un accidente


producto de la caída de parte de la cornisa de un edificio que se encontraba en ruinas, lo
que le provocó lesiones y un trastorno de adaptación ansioso y concluyó que la
Municipalidad incurrió en falta de servicio porque no cumplió con su deber de fiscalizar
ex ante y por ello no adoptó a priori las medidas necesarias para evitar que el estado del
edificio ocasionara perjuicios a los peatones.

En contra de dicha decisión ambas partes se alzaron mediante sendos recursos de


apelación, a propósito de cuyo conocimiento una sala de la Corte de Apelaciones de
Santiago desestimó la falta de servicio imputada al Municipio, puesto que el inmueble
desde el que se desprendió parte de la fachada y que habría ocasionado las lesiones a la
demandante es de propiedad de particulares, a quienes corresponde su cuidado.

Respecto de dicha determinación la demandante dedujo los recursos de nulidad formal


y sustancial de cuyo examen se trata.

Se trajeron los autos en relación.

Considerando:

I. En cuanto al recurso de casación en la forma:


Primero: Que la recurrente ha sostenido que la sentencia impugnada ha incurrido en el
vicio de nulidad formal contemplado en la causal 5ª del artículo 768 del Código de
Procedimiento Civil en relación al numeral 4 del artículo 170 del mismo Código, esto es,
la falta de consideraciones de hecho o de derecho que sirven de fundamento a la
sentencia.

Segundo: Que la mencionada causal se sustenta por la recurrente en la existencia de


consideraciones contradictorias que se anulan entre sí, toda vez que el fallo de segundo
grado rechazó la demanda debido a que la Municipalidad no es propietaria del bien y
porque el demandante no adujo en el libelo que el daño que había sufrido provenía del
mal estado de conservación de un bien nacional de uso público y, sin embargo, mantuvo
fundamentaciones de la de primer grado incompatibles con tales argumentos,
especialmente las que afirman que la Municipalidad fue demandada por falta de servicio
derivada del incumplimiento de su obligación legal de administrar bienes nacionales de
uso público, específicamente señalizar los peligros para los transeúntes y no haber
adoptado las medidas necesarias para eliminar el peligro para éstos, sin que la actora haya
aludido en su libelo a la responsabilidad privada que cabe al propietario del inmueble.

Además, aduce que en los razonamientos de primera instancia mantenidos por la


sentencia de segunda se estableció la existencia de dichas obligaciones para el Municipio.

Asimismo, asevera que el fallo de segunda instancia concluyó que no se acreditó el


daño moral demandado, pese a lo cual mantuvo los razonamientos de primer grado en
que se reprodujo la prueba presentada por la demandante, incluido el vigésimo primero
que da cuenta de lo que se consigna en la ficha clínica de la actora, fundamento en el que
el tribunal a quo señaló que de esa prueba se desprende que ella sufrió una herida contusa
producto de la caída de una cornisa, que fue sometida a aseos quirúrgicos y cirugías de
injerto dermoepidérmico, así como también que se acredita la existencia de un cuadro
ansioso adaptativo.

Por último, acusa la falta de consideraciones de derecho toda vez que no se analiza el
invocado por las partes, en cuanto a la obligación del Municipio de señalar los peligros y
advertencia en la vía pública como también su obligación de conminar al propietario o
realizar de su propia cuenta las acciones tendientes a prevenir el riesgo, y que emanan de
lo dispuesto en los artículos 1º, 3º, 5º letra c) y 26 de la Ley Nº 18.695, 598 del Código
Civil, 94 y 169 de la Ley Nº 18.290 y 81 letra d), 148 y 158 de la Ley General de
Urbanismo y Construcciones.

Tercero: Que de la lectura de la sentencia de alzada de fojas 816 y siguientes puede


advertirse que ella comienza reproduciendo el fallo de primera instancia, para luego
eliminar las motivaciones vigésima novena a trigésima segunda, trigésima séptima a
trigésima octava, cuadragésima y cuadragésima primera.

Acto seguido declara que no se aprecia ni divisa que exista falta alguna de servicio de
la Municipalidad demandada, toda vez que se encuentra justificado que el inmueble
desde el que se desprendió parte de la fachada, y que habría causado lesiones corporales a
la demandante, es de propiedad de particulares a quienes, por ende, corresponde su
cuidado.

Más adelante los sentenciadores indican que el dueño de un edificio es el único


responsable frente a terceros de los daños que a éstos ocasione su ruina, según lo dispone
el artículo 2323 del Código Civil, de modo que, concluyen, la actora ha errado al dirigir
su pretensión en contra del Municipio, pues no ha alegado que los perjuicios que ha
debido padecer provengan del mal estado de conservación de un bien nacional de uso
público.

En estas condiciones finalizan explicando que en la especie resulta inaplicable el


artículo 142 de la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades, puesto que la
demandada no tiene el deber jurídico de actuar en el sentido que sostiene la demanda.

Cuarto: Que de la sentencia de primera instancia que fue reproducida se mantuvo


vigente el motivo trigésimo tercero que, en lo pertinente, concluye: "Que, acreditada la
responsabilidad del demandado, corresponde ahora determinar la clase de daño sufrido
por la actora y su cuantía".

Quinto: Que la causal de nulidad formal en estudio consiste en que la sentencia carezca
de fundamentos de hecho o de derecho, por cuanto sabido es que la existencia de
motivaciones en una decisión constituye una garantía del debido proceso.

Por ello, si el fallo contiene razonamientos incompatibles entre sí se produce una


anulación de antecedentes y de raciocinio en forma tal que la determinación que se extrae
como consecuencia resulta estar claramente desposeída de motivaciones y fundamentos.

Sexto: Que en la especie los jueces del fondo, por una parte, sostienen que no se
aprecia ni divisa que exista falta alguna de servicio de la Municipalidad demandada, que
la actora ha errado al dirigir su pretensión en contra del Municipio y que en la especie
resulta inaplicable el artículo 142 de la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades,
desde que la demandada no tiene el deber jurídico de actuar en el sentido que sostiene la
demanda, y, por otra, que en autos quedó acreditada la responsabilidad del demandado.

De esta forma existen diversas consideraciones que se refieren a la responsabilidad


atribuida a la demandada, las que son notoriamente contradictorias.

Séptimo: Que la deficiencia antes anotada resulta insalvable en la medida que primero
se establece que no se aprecia ni divisa que exista falta alguna de servicio de la
Municipalidad demandada y luego se sostiene que en autos quedó acreditada la
responsabilidad del mismo Municipio, lo que conduce a que ambas motivaciones se
anulen entre sí y se deje al fallo carente de fundamentos en cuanto a los requisitos de
procedencia de la acción de indemnización de perjuicios intentada en contra de la
Municipalidad de Santiago.
Octavo: Que conforme a lo anterior, la causal de casación en la forma denunciada ha
de ser acogida al no existir otro medio idóneo para corregir la deficiencia procesal antes
anotada.

II. En cuanto al recurso de casación en el fondo:

Noveno: Que la demandante dedujo además del recurso antes analizado uno de
casación en el fondo, por lo que al acogerse como se hará el de nulidad formal se tendrá
por no interpuesto el de fondo, según prescribe el artículo 808 del Código de
Procedimiento Civil.

Por estas consideraciones y lo dispuesto en los artículos 764, 765, 766, 768, 786 y 808
del Código de Procedimiento Civil, se acoge el recurso de casación en la forma
interpuesto en lo principal de fojas 819 en contra de la sentencia de trece de junio de dos
mil doce, escrita a fojas 816 y siguientes, la que es nula y es reemplazada por la que se
dicta a continuación, separadamente y sin nueva vista.

Se tiene por no interpuesto el recurso de casación en el fondo deducido en el primer


otrosí de fojas 819 en contra del fallo antes individualizado.

Regístrese.

Redacción a cargo del Abogado Integrante Sr. Lagos.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema, integrada por los Ministros Sr.
Sergio Muñoz G., Sr. Pedro Pierry A., Sra. María Eugenia Sandoval G. y los Abogados
Integrantes Sr. Emilio Pfeffer U. y Sr. Jorge Lagos G.

No firma, no obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, el Abogado


Integrante señor Pfeffer por estar ausente.

Santiago, 12 de agosto de 2013.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

En Santiago, a doce de agosto de dos mil trece, notifiqué en Secretaría por el Estado
Diario la resolución precedente.

Rol Nº 6766-2012.

Santiago, doce de agosto de dos mil trece.

En cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 786 del Código de Procedimiento Civil


se dicta la siguiente sentencia de reemplazo.

Vistos:
Se reproduce la sentencia en alzada, con excepción de su fundamento cuadragésimo,
que se elimina.

Y se tiene en su lugar, además, presente:

Primer o: Que en la especie se solicitó que se indemnizaran, entre otros, los perjuicios
morales que el hijo de la actora, Karol Fernando Ignacio Araya Andrade, habría sufrido
como consecuencia de los hechos que afectaron a su madre, doña Delfina del Rosario
Andrade Díaz, situación procesal de la que se sigue conforme a lo establecido en el
artículo 1698 del Código Civil que sobre los actores pesaba la carga de acreditar los
hechos fundantes de tal pretensión pese a lo cual ninguna probanza se rindió sobre el
particular.

Segundo: Que de tal constatación se sigue forzosamente que la acción intentada en esta
parte no puede prosperar, pues la ocurrencia del perjuicio reclamado ha debido ser
demostrada y ello no ha ocurrido.

En efecto, no existe antecedente probatorio alguno que permita inferir que, producto de
los hechos de autos, el citado actor —quien era menor de edad a la fecha de presentación
de la demanda— haya visto disminuida su calidad de vida u oportunidades, y que de ello
se haya seguido, a su vez, una merma en su rendimiento escolar, una alteración de su
conducta, de su estado de ánimo y de su salud mental, todo lo cual haya redundado, a su
turno, en un deterioro de la relación con sus compañeros, afectando su calidad y proyecto
de vida, como se adujo en la demanda de fs. 3.

Tercero: Que en estas condiciones, por no haberse acreditado los hechos constitutivos
del daño moral reclamado respecto de Karol Fernando Ignacio Araya Andrade, ni la
existencia del vínculo causal que debiera mediar entre ellos, de haberse verificado, y el
hecho que afectó a la demandante Sra. Andrade Díaz, forzoso es concluir que al tenor de
lo solicitado por la demandada en su apelación de fs. 747 la acción deberá ser
desestimada en esta parte.

Cuarto: Que, asimismo, el Municipio demandado alegó en su citado recurso que la


suma que su parte fuera condenada a pagar por daño moral no es real e importa un
enriquecimiento sin causa para la demandante Sra. Andrade Díaz. Así sostiene que no se
demostró ni la extensión ni efectividad del daño, que no se señalaron los criterios
utilizados para justipreciarlo, que no se consideraron los antecedentes personales de la
actora y que de todo ello se sigue que la avaluación en examen resulta antojadiza y
desconectada de los parámetros a que está ajustada la realidad nacional, motivos por los
que debe ser reducida a la suma menor que esta Corte determine.

Quinto: Que para arribar a una conclusión condenatoria en este punto el sentenciador
de primer grado declara en sus consideraciones trigésima séptima y trigésima octava, que
esta Corte comparte en lo sustancial, que la existencia del daño moral quedó
suficientemente acreditada con los antecedentes que allí menciona, de los que deduce la
deformación de su pierna, la pérdida leve de la función articular de su rodilla derecha y la
existencia de un daño psicológico que trasciende desde el accidente, causándole un
desmedro en su calidad de vida, a la vez que no existen antecedentes que permitan
justificar fehacientemente el monto demandado.

Sin perjuicio de lo dicho y aun estimando que los hechos acreditados en autos
provocaron en la actora perjuicios morales, desde que han debido afectar, qué duda cabe,
su rol de jefa de hogar y madre así como sus relaciones afectivas y sociales, esta Corte no
comparte la valoración que de su indemnización ha efectuado la sentenciadora de primera
instancia, pues considera que su monto resulta descomedido frente a la entidad de los
daños demostrados y dadas las circunstancias en que éstos se produjeron, motivo por el
cual lo regulará en definitiva en la suma de $40.000.000.

Por estas consideraciones y lo dispuesto en el artículo 186 del Código de


Procedimiento Civil, se revoca la sentencia apelada de dieciocho de octubre de dos mil
diez, escrita a fojas 712, sólo en cuanto por ella se condena a la demandada a pagar a
Karol Fernando Araya Andrade la suma de $ 20.000.000 por concepto de daño moral y,
en su lugar, se declara que se rechaza la demanda en esta parte.

Se confirma en lo demás la referida sentencia, con declaración que la suma que la


Municipalidad de Santiago debe pagar a doña Delfina del Rosario Andrade Díaz por daño
moral se reduce a $ 40.000.000.

Regístrese y devuélvase, con sus agregados.

Redacción a cargo del Abogado Integrante Sr. Lagos.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema integrada por los Ministros Sr.
Sergio Muñoz G., Sr. Pedro Pierry A., Sra. María Eugenia Sandoval G. y los Abogados
Integrantes Sr. Emilio Pfeffer U. y Sr. Jorge Lagos G. No firma, no obstante haber
concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, el Abogado Integrante señor Pfeffer por
estar ausente. Santiago, 12 de agosto de 2013.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

Rol Nº 6.766-2012.
9. RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL, RESPONSABILIDAD POR EL
HECHO AJENO. EXPLOSIÓN DE RADIADOR DE CALEFACCIÓN CENTRAL
POR AGUA CALIENTE CAUSANDO LESIONES. NEGLIGENCIA EN LA
FISCALIZACIÓN DE LA INSTALACIÓN DE UN SISTEMA DE CALEFACCIÓN
CENTRAL

SUMARIO: Los jueces del mérito tuvieron por acreditado que la inmobiliaria
demandada vendió a los actores una vivienda destinada a la habitación y que la hija
de éstos sufrió lesiones de carácter grave mientras jugaba en una de las habitaciones
del inmueble, por la explosión de uno de los radiadores de calefacción central por
agua caliente, sistema que había sido instalado por una empresa autorizada que
contrató la demandada y que se encontraba adosado a una pared de yeso-cartón, en
que el número de orificios para instalar los pernos fue el doble de lo necesario. Sobre
la base de tales presupuestos fácticos, los magistrados dieron por establecida la
responsabilidad extracontractual de la inmobiliaria demandada, por haber omitido
fiscalizar lo que hacía la persona o empresa que contrató para que le prestara el
servicio de instalación de la calefacción y sus radiadores; asimismo, concluyeron que
los dependientes actuaron con negligencia y falta de cuidado en la instalación del
calefactor en casa de los demandantes, adosado a una pared de yeso-cartón que no
tenía firmeza suficiente, anclándose además el colgador del radiador con tarugos que
no correspondían al peso a soportar y con una cañería mal instalada, lo que permitió
su desconexión y que el radiador dejara de funcionar en la forma en que debía
hacerlo, desprendiéndose la cañería superior del mismo produciendo la expulsión o
fuga de agua caliente que alcanzó y causó las lesiones a la menor.

Por otro lado, determinaron la existencia de una relación de causalidad y del


perjuicio, patrimonial y moral, haciendo consistir este último en que las quemaduras
sufridas por la niña le ocasionarán dolor, molestias y menoscabo por largos años.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en la Forma y Fondo en conjunto

Rol: 8023-2012

Fecha: 29/07/2013

Cita Online: CL/JUR/1627/2013

Partes: Díaz Ríos, Carol y otros con Inmobiliaria Santa Francisca Limitada

Ministros: Brito Cruz, Haroldo; Egnem Saldías, Rosa; Valdés Aldunate, Patricio

Abogados Integrantes: Baraona González, Jorge; Lecaros Zegers, Raúl


Redactor: Brito Cruz, Haroldo

Voces: acción constitucio nal - casación - casación en el fondo - daño moral - daños y
perjuicios - derecho administrativo - derecho de familia - indemnización - prueba -
recurso de apelación - recurso de protección - responsabilidad civil - responsabilidad
contractual - responsabilidad extracontractual - responsabilidad objetiva - terceros
responsables

Legislación relacionada: Artículo 2314, artículo 2329 y artículo 2320 Código Civil

TEXTO SENTENCIA

Santiago, veintinueve de julio de dos mil trece.

Vistos:

Ante el Segundo Juzgado Civil de Concepción, en autos rol Nº 6.623-2009, doña Carol
Lorena Díaz Ríos y don Roberto Alonso Guzmán Salgado por sí y en representación de
su hija menor de edad I.J.G.D., deducen demanda de indemnización de perjuicios por
responsabilidad extracontractual en contra de Sociedad Inmobiliaria Santa Francisca
Limitada representada por don Rodrigo Alejandro Morales Illanes, a fin que se condene a
la demandada a pagar por concepto de daño emergente a los actores la suma de
$ 2.600.000 y a título de daño moral la cantidad de $ 100.000.000 para la menor I.J.G.D.
y el monto de $ 50.000.000 para cada uno de los demás demandantes, más reajustes e
intereses, con costas. En subsidio, para el improbable evento que se estime que entre las
partes ha existido un vínculo contractual derivado del contrato de compraventa del
inmueble donde ocurrió el accidente, solicitan acoger la demanda fundada en
responsabilidad contractual y condenar a la demandada al pago de las cantidades
señaladas.

La demandada opuso excepción dilatoria del numeral 6 del artículo 303 del Código de
Procedimiento Civil, que fue acogida por resolución de fojas 12, dejándose sin efecto el
proveído de la demanda y continuándose con la tramitación conforme a las reglas del
procedimiento sumario.

Contestando el libelo a fojas 23, la demandada solicitó su rechazo, con costas,


argumentando que corresponde a los actores demostrar la concurrencia de todos los
elementos de la responsabilidad que se imputa a su parte; y que no es efectivo que la
construcción haya tenido una falla o defecto que provocara la explosión de un radiador.
En subsidio, alega la excepción del artículo 2330 del Código Civil y pide la rebaja
prudencial del monto a indemnizar.

El tribunal de primera instancia, mediante fallo de treinta de diciembre de dos mil


once, que se lee a fojas 185 y siguientes, acogió la demanda en cuanto condenó a la
demandada a pagar a los actores una indemnización por daño moral por la suma de
$ 40.000.000, en la proporción siguiente: a) $ 30.000.000 para la menor I.J.G.D., b)
$ 5.000.000 para doña Carol Lorena Díaz Ríos, y c) $ 5.000.000 para don Roberto
Alonso Guzmán Salgado; y la cantidad de $ 2.338.789 por concepto de daño emergente;
más reajustes e intereses, con costas. Además, en concordancia con lo decidido, se
declaró que no se emitiría pronunciamiento acerca de la demanda deducida conforme a
las normas de responsabilidad contractual.

La Corte de Apelaciones de Concepción, conociendo de la apelación deducida por los


demandantes y los recursos de apelación y casación en la forma interpuestos por la
demandada, por sentencia de veinticuatro de septiembre de dos mil doce, escrita a fojas
228 y siguientes, rechazó el recurso de nulidad formal y, en cuanto al fondo, confirmó
con costas el fallo apelado, con declaración que se eleva a la suma de sesenta millones de
pesos ($ 60.000.000), la indemnización por daño moral que la demandada deberá pagar a
la víctima directa I.J.G.D. y a la suma de diez millones de pesos ($ 10.000.000) para cada
uno de sus padres, doña Carol Lorena Díaz Ríos y don Roberto Alonso Guzmán Salgado.

En contra de esta última decisión, la demandada deduce recursos de casación en la


forma y en el fondo, por haberse incurrido, en su concepto, en vicios e infracciones de ley
que han influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo, pidiendo que este tribunal la
invalide y dicte la de reemplazo que describe.

Se trajeron estos autos en relación.

Considerando:

I. Recurso de casación en la forma:

Primero: Que la recurrente hace valer la causal prevista en el artículo 768 Nº 4 del
Código de Procedimiento Civil, esto es, en haber fallado ultra petita por haberse
extendido la sentencia a puntos no sometidos a la decisión del tribunal.

Sostiene que el vicio se configura, en primer término, porque la sentencia cambió la


causa de pedir, puesto que acogió la demanda por un sistema de responsabilidad diverso
del propuesto por los demandantes del cual su parte no pudo defenderse. Al efecto, señala
que los actores no demandaron responsabilidad extracontractual por el hecho ajeno del
dependiente, no obstante ello, el sentenciador de primera instancia acogió la demanda
fundado, entre otras normas, en el artículo 2320 del Código Civil y el tribunal ad quem ,
en el considerando decimotercero, dio por supuesta dicha responsabilidad, dándola por
acreditada, y en el considerando decimocuarto cita expresamente el artículo 2320 del
Código Civil. Afirma que la sentencia impugnada introduce un elemento fáctico y
jurídico que la demanda no contiene y sobre la cual no versa el debate.

En segundo lugar, argumenta que el vicio alegado se materializa respecto de los


montos indemnizatorios, porque el artículo 189 del Código de Procedimiento Civil
dispone que la apelación debe ser fundada y contener peticiones concretas, lo que no
ocurre en la especie, puesto que la Corte de Apelaciones acoge una petición que no ha
sido formulada, toda vez que la petición de "la suma mayor o menor a determinar fue
dirigida al propio tribunal a quo" .
Segundo: Que la causal de ultra petita se verifica cuando la sentencia, apartándose de
los términos en que las partes situaron la controversia por medio de sus respectivas
acciones y excepciones, altera el contenido de éstas, cambiando su objeto o modificando
su causa de pedir; o cuando la sentencia otorga más de lo pedido por las partes en sus
respectivos escritos que fijan la competencia del tribunal o cuando se emite
pronunciamiento en relación a materias que no fueron sometidas a la decisión del mismo.

Tercero: Que en este caso, la controversia, según los términos planteados por las partes
en sus escritos fundamentales, estaba centrada en resolver un aspecto esencial, esto es, si
concurrían los presupuestos legales que hacían procedente la acción indemnizatoria en
contra de la Sociedad Santa Francisca Limitada.

Cuarto: Que los jueces del fondo para zanjar el asunto sometido a su conocimiento, no
están de modo alguno impedidos para efectuar las consideraciones o apreciaciones que le
permitan resolver la cuestión debatida y que aparezcan más acordes a ella, aun cuando
éstas no hayan sido esgrimidas por las partes, como también fundarse en disposiciones
legales que no hayan sido invocadas por éstas, pues es la sentencia la que determina el
derecho aplicable a los hechos probados y establecidos en el juicio.

Quinto: Que ésta es la situación que ocurrió en el caso en análisis para decidir sobre la
procedencia de la acción indemnizatoria interpuesta en autos, pues corresponde a los
jueces del fondo, dentro de sus facultades privativas, examinar la procedencia de los
presupuestos legales, tanto de las acciones como de las excepciones planteadas por las
partes.

Sexto: Que, asimismo, del mérito de los autos y de lo decidido por los jueces recurridos
en el fallo impugnado se puede constatar que la sentencia se limita a resolver lo pedido,
puesto que se estimó configurada respecto de la demandada la responsabilidad
contemplada en el artículo 2320 del Código Civil y se determinó en el considerando
vigésimo segundo los fundamentos que condujeron a elevar el monto de la
indemnización, acogiendo de esta manera la petición formulada en el libelo de apelación
por la parte demandante.

Séptimo: Que por lo razonado, no apareciendo configurada la causal de nulidad formal


invocada, el recurso impetrado deberá ser desestimado.

II. En cuanto al recurso de casación en el fondo:

Octavo: Que la demandada fundamenta su recurso sosteniendo que los jueces, al


confirmar con declaración la sentencia de primer grado y acoger la demanda deducida en
su contra incurrieron en dos errores de derecho.

El primero, lo vincula la recurrente con la vulneración del artículo 1698 del Código
Civil en relación con los artículos 2314 y 2329 del mismo cuerpo legal, argumentando
que el fallo atacado invierte el peso de la prueba, sin mediar una convención entre las
partes interesadas, mutando el régimen probatorio y haciendo una errada aplicación e
interpretación de la ley, en particular del artículo 2320 del mencionado Código Civil,
haciéndolo aplicable a su parte, sin haber sido solicitado por la demandante y más aún,
sin corresponder su aplicación y efectos a la demandada. Señala que los actores
demandaron por responsabilidad civil extracontractual fundada en los artículos 2314 y
2329 del Código Civil, derivada de supuestas deficiencias o errores de construcción que
habrían ocasionado los perjuicios invocados. Sin embargo, añade, tanto el sentenciador
de primera como el de segunda instancia aplicaron el artículo 2320 del Código Civil,
norma que contiene una presunción de responsabilidad por el hecho ajeno, sin tener la
oportunidad de rebatir dicha imputación, siendo además inaplicable dicho régimen a su
representada, por no existir el vínculo de subordinación y dependencia con el tercero
encargado de la instalación de los radiadores, pues éste nunca fue un dependiente o
empleado de su mandante, sino que una empresa externa de prestación de servicios de su
giro, infringiéndose además el artículo 1698 del Código Civil. Asevera que la Corte de
Apelaciones colige dicha responsabilidad, al dar por acreditada la existencia del vínculo
de subordinación y dependencia, sin tener elementos probatorios que sustenten dicho
razonamiento, vulnerando el mencionado artículo 2320. Expresa que al presumirse la
responsabilidad de su representada por el hecho ajeno, sin haberse recibido a prueba los
elementos de la responsabilidad extracontractual, se vulnera la regla del onus probandi ,
dado que nunca ha existido esa relación de dependencia y subordinación entre su
representada y la empresa instaladora del radiador.

Refiriéndose al segundo error de derecho, la demandada lo relaciona con la


contravención a los artículos 1698 y 1712 del Código Civil, en relación con el artículo
426 del Código de Procedimiento Civil, alegando que la sentencia recurrida libera a los
actores de la obligación de probar la negligencia y falta de cuidado de los dependientes
de la demandada en la instalación del calefactor en la casa de los actores. Señala que el
fallo admite como medio de prueba y le otorga el valor de plena prueba a una presunción,
que no reviste el carácter de grave, concordante y precisa como lo exige el artículo 1712.
Indica que la Corte de Apelaciones no debió admitir el informe DICTUC S.A., las
fotografías rolantes a fojas 41 y 42 y el expediente criminal tenido a la vista, asimismo no
debió valorarlos ni haber tenido por acreditados los presupuestos de la demanda. Al
respecto, explica que el tribunal de segunda instancia califica de suficientemente experto
el informe del DICTUC, sin expresar la razón de tal conclusión, por lo que la
determinación de la gravedad y precisión de la presunción no encuentra respaldo. Como
consecuencia de lo anterior, agrega, los sentenciadores debieron haber desechado la
demanda por no haberse probado la negligencia y falta de cuidado en la instalación del
calefactor en la casa de los demandantes, y cuya carga le correspondía a la parte actora
con arreglo a lo dispuesto en el artículo 1698 del Código Civil, norma que fue vulnerada
por el tribunal al dar por probada tal negligencia y falta de cuidado, en circunstancias que
ello no ocurrió.

Finaliza desarrollando la influencia que los errores de derecho denunciados habrían


tenido en lo dispositivo del fallo.

Noveno: Que la sentencia estableció como hechos de la causa, en lo que interesa al


recurso, los siguientes:
a) La demandada vendió a Comercial Roca Limitada, la vivienda destinada a la
habitación de los actores;

b) El sistema de calefacción central fue entregado a los actores conjuntamente con la


vivienda;

c) El 29 de junio de 2009, en una habitación de esta vivienda, la menor I.J.G.D.,


mientras jugaba junto a su primo, resultó con diversas lesiones;

d) En esta habitación existía un radiador de calefacción central por agua caliente;

e) La instalación de la calefacción y sus radiadores quedó a cargo de una empresa


autorizada que contrató la Inmobiliaria demandada;

f) El calefactor se instaló en casa de los actores, adosado a una pared de yeso-cartón,


en que el número de orificios para instalar los pernos fue el doble de lo necesario;

g) La menor I.J.G.D., resultó con lesiones de carácter grave, con seis meses de
incapacidad que cicatrizaron 100% en un año de evolución dejando como secuelas
extensas cicatrices de quemaduras en dorso del tórax y muslo izquierdo en tratamiento;
que requiere cuidados hasta los 16 años cuando se deberá intervenir quirúrgicamente para
la posibilidad de hacer desaparecer las cicatrices. Por su parte, las víctimas indirectas
también probaron el perjuicio por el pesar y sufrimiento que les ha causado las lesiones
de su hija, y

h) Los actores también aportaron diversas boletas y facturas por prestaciones médicas
y de tratamientos, por la suma de $ 2.338.789.

Décimo: Que sobre la base de tales presupuestos fácticos, los jueces del mérito
concluyeron que se encuentra establecida la responsabilidad extracontractual de la
demandada, por haber omitido fiscalizar lo que hacía la persona o empresa que contrató
para que le prestara el servicio de instalación de la calefacción y sus radiadores.
Asimismo, los sentenciadores concluyeron que los dependientes actuaron con negligencia
y falta de cuidado en la instalación del calefactor en casa de los actores, adosado a una
pared de yeso-cartón que no tenía firmeza suficiente, anclándose, además, el colgador del
radiador con tarugos que no correspondían al peso a soportar y con una cañería mal
instalada, lo que permitió su desconexión y que el radiador dejara de funcionar en la
forma en que debía hacerlo. Igualmente, agregaron en cuanto a la negligencia de los
dependientes de la demandada, que la cañería superior del radiador —cañería de
calefacción— se desprendió produciéndose la expulsión o fuga de agua caliente que
alcanzó y causó las lesiones a la menor. Por otro lado, también determinaron que existió
relación de causalidad. En seguida los jueces del fondo —luego de señalar que las
quemaduras sufridas por la menor, le ocasionará dolor, molestias y menoscabo por largos
años— decidieron elevar la indemnización a otorgar por concepto de daño moral. Es así
que resuelven aumentarla de $ 30.000.000 a la suma de $ 60.000.000 para la víctima
directa I.J.G.D., y de $ 5.000.000 a la cantidad de $ 10.000.000 para cada uno de los
padres de la menor. Por otra parte, confirmaron la sentencia de primer grado que condena
a la demandada a pagar a los actores la suma de $ 2.338.789 por concepto de daño
emergente.

Undécimo: Que, como se aprecia de los términos en que se ha estructurado el recurso,


éste aparece construido al margen y, en cierta forma, en contra de los hechos establecidos
en la causa, los que evidentemente se intenta modificar.

En efecto, del tenor del recurso que en síntesis se ha reseñado en el motivo primero de
esta resolución, se desprende que los errores de derecho denunciados se sustentan en que
se habría acogido la demanda no obstante no estar acreditado los elementos de la
responsabilidad subjetiva de los artículos 2314 y 2329 del Código Civil ni existir el
vínculo de subordinación y dependencia que exige el artículo 2320 del cuerpo legal
citado, en relación con el tercero encargado de la instalación de los radiadores. Sin
embargo, esas circunstancias fácticas quedaron asentadas en el proceso toda vez que, en
la sentencia en análisis, se determinó la concurrencia de los presupuestos de la
responsabilidad extracontractual por el hecho del dependiente, de conformidad con lo
dispuesto en los artículos 2314 y 2320 del Código Civil. Por tal motivo y demás razones
expresadas en los fundamentos decimosexto a vigésimo cuarto del fallo de primer grado
y decimotercero a vigésimo tercero del de segundo grado, se acogió la demanda y se
desestimaron las alegaciones formuladas por la impugnante.

Duodécimo: Que en lo tocante a la supuesta infracción del artículo 1698 del Código
Civil, cuyo inciso primero constituye una norma reguladora de la prueba en cuanto
establece la regla general en materia de onus probandi , no se advierte que se configure
algún yerro jurídico, puesto que la recurrente hace consistir la infracción en que las
pruebas producidas en los autos son insuficientes para establecer la negligencia o falta de
cuidado de los dependientes de la demandada, y que no existen probanzas que el tribunal
haya podido apreciar. Al respecto, como es sabido, los jueces del fondo son soberanos en
la apreciación de la prueba producida en el juicio, pues en ello obran dentro de sus
exclusivas facultades, de modo que no se transgrede dicho precepto legal cuando se
estima acreditado un hecho con la prueba aportada al proceso. En otras palabras, la
circunstancia de haberse establecido la culpa de los dependientes de la demandada
calificando los hechos acreditados en la causa, los que han sido señalados
precedentemente, descarta la alteración del onus probandi , pues el hecho fundante de la
decisión fue declarado a consecuencia de la prueba aportada al proceso; según se
desprende de los motivos undécimo, decimoquinto, decimosexto y vigésimo del fallo de
fojas 185 y siguientes, y decimotercero, decimoctavo y decimonoveno de la sentencia de
segunda instancia de fojas 228 y siguientes.

Decimotercero: Que en lo que concierne a la infracción de los artículos 426 del Código
de Procedimiento Civil y 1712 del Código Civil en que se apoya el recurso de autos, es
de advertir que ambas disposiciones aluden al proceso interno de valoración del juzgador,
el que evidentemente escapa al control de casación. En efecto, en la determinación de la
gravedad de la presunción, el artículo 426 del Código de Procedimiento Civil acude al
concepto que se forme el tribunal, de modo que cuando la sentencia hace una estimación
de gravedad obra conforme a las facultades que dicho precepto le otorga. También forma
parte de la apreciación subjetiva y personal del juzgador la determinación de la precisión
y concordancia de las presunciones a que se refiere el artículo 1712 del Código Civil, de
forma tal que sus conclusiones no pueden ser atacadas acudiéndose al vicio de infracción
a las normas reguladoras de la prueba.

Decimocuarto: Que resultando, entonces, inamovibles los hechos asentados por los
jueces del grado, carece de sustento la denuncia de contravención a los artículos 2314,
2320 y 2329 del Código Civil, pues el contenido fáctico de estos preceptos relativos a la
culpa como fuente de la responsabilidad extracontractual se corresponden con la omisión
de fiscalizar la instalación del radiador de calefacción, cuales son los hechos
determinantes de lo resolutivo del fallo; razón por la cual el recurso de casación en el
fondo examinado no puede prosperar.

Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en los artículos 764, 765, 766,
767, 768, 771, 772 y 783 del Código de Procedimiento Civil, se rechazan, sin costas, los
recursos de casación en la forma y en el fondo deducidos por la demandada a fojas 235,
contra la sentencia de veinticuatro de septiembre de dos mil doce, que se lee a fojas 228 y
siguientes.

Redacción a cargo del Ministro señor Haroldo Brito Cruz.

Regístrese y devuélvase con sus documentos y agregados.

Pronunciado por la Cuarta Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
señores Patricio Valdés A., Haroldo Brito C., señora Rosa Egnem S. y los Abogados
Integrantes señores Jorge Baraona G. y Raúl Lecaros Z. No firman los Abogados
Integrantes señores Baraona y Lecaros, no obstante haber concurrido a la vista y al
acuerdo de la causa, por estar ambos ausentes. Santiago, veintinueve de julio de dos mil
trece.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

Rol Nº 8.023-2012.
10. SENTENCIA SE EXTIENDE A PUNTO NO SOMETIDA A SU DECISIÓN AL
ELEVAR MONTO INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS POR DAÑO MORAL SIN
QUE EXISTA PETICIÓN AL RESPECTO.

SUMARIO: El vicio formal de ultra petita se produce cuando la sentencia otorga más de
lo pedido o se extiende a puntos no sometidos a la decisión del tribunal, esto, es
cuando apartándose de los términos de la controversia planteada por las partes o
mediante sus respectivas acciones o excepciones, se altera el contenido de las mismas,
cambiando su objeto o modificando su causa de pedir. En la especie, la sentencia
impugnada, al elevar el monto de la indemnización de perjuicios por daño moral, sin
que existiera una adecuada petición al respecto por parte de la actora, se extendió a
un punto no sometido a su decisión. En efecto, habiendo desechado los sentenciadores
la apelación de la demandante por motivos formales, no procedía acceder a lo
solicitado por ésta, elevando el monto de la indemnización por daño moral concedida.
Por consiguiente, el fallo censurado ha incurrido en la causal de casación en la forma
del artículo 768 Nº 4 del Código de Procedimiento Civil.

La procedencia de la excepción de cúmulo de indemnizaciones, en cuanto se sustenta


en la preexistente reparación del daño, requiere que quien la alegue acredite que los
beneficios obtenidos por la víctima tuvieron por objeto reparar o compensar el daño
irrogado por el cuasidelito denunciado y que la suma que la afectada haya percibido
sea igual al del daño, es decir, que lo cubra completamente. En el caso de autos, si
bien la demandante recibió una suma de dinero con la finalidad de reparar el daño
irrogado por el ilícito fundamento de la demanda, lo cierto es que no existen
antecedentes que permitan afirmar que con aquella suma se hubiese cubierto de
manera completa y eficaz el daño sufrido a consecuencia de la muerte de su marido, lo
que determina el rechazo de la excepción de cúmulo de indemnizaciones. Lo anterior
se desprende del hecho que la actora, a pesar de percibir el pago, continuó con la
acción en contra de la codemandada, dando cuenta que dicho pago le resultaba
insuficiente, y de la circunstancia que judicialmente se fijó el monto de los daños
sufridos por la demandante en una suma muy superior.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en la Forma

Rol: 99-2011

Fecha: 25/01/2013

Cita Online: CL/JUR/219/2013

Partes: Muedas Sarmiento, Elizabeth Miriam con Mall Puente S.A.


Ministros: Cisternas Rocha, Lamberto; Egnem Saldías, Rosa; Valdés Aldunate,
Patricio; Pérez Paredes, Gabriela;

Abogado Integrante: Baraona González, Jorge

Redactor: Valdés Aldunate, Patricio

Voces: casación - casación en el fondo - casación en la forma - daño moral - daños y


perjuicios - derecho del trabajo - derecho procesal - derecho procesal penal -
indemnización - procedimiento laboral - recurso de apelación - responsabilidad civil -
responsabilidad extracontractual - sentencia - ultrapetita

Legislación relacionada: Artículo 2314 Código Civil y artículo 768 Código de


Procedimiento Civil.

TEXTO SENTENCIA

I. Sentencia de casación

Santiago, veinticinco de enero de dos mil trece.

Vistos:

En autos rol Nº 11.156-2006, del 15º Juzgado Civil de Santiago, doña Elizabeth
Miriam Muedas Sarmiento, en juicio ordinario, dedujo demanda de indemnización de
perjuicios por responsabilidad civil extracontractual, en contra de Mall Puente S.A.,
representada por don Alberto Calderón Crispín; de Jorge Fleischmann Cerda; y de
Comterra S.A., representada por don Juan Eduardo Arteaga Oehninger, para que se
declare la responsabilidad de los demandados en la muerte del cónyuge de la actora don
Eugenio Rodrigo González Cruz y se los condene, solidariamente, al pago de las sumas
que indica por concepto de daño emergente, lucro cesante y daño moral, todo con
reajustes, intereses y costas.

Los demandados Jorge Fleischmann Cerda y Comterra S.A., contestan la demanda,


solicitando su rechazo, con costas, esgrimiendo que no tienen responsabilidad alguna en
la muerte de don Eugenio Rodrigo González Cruz.

A fojas 128, la demandante se desistió de la demanda, en cuanto ésta se dedujo en


contra de Comterra S.A. El tribunal, por resolución de 25 de octubre de 2004, escrita a
fojas 129, tuvo por desistida a la actora de la demanda presentada en contra de dicho
demandado.

El tribunal de primera instancia, por sentencia de treinta y uno de diciembre de dos mil
siete, que se lee a fojas 782 y siguientes de estos antecedentes, acogió la demanda sólo en
cuanto condenó a la demandada Mall Puente S.A. a pagar a la actora las sumas de un
millón cuatrocientos noventa y un mil ochenta y cinco pesos ($ 1.491.085) por concepto
de daño emergente y de cincuenta millones de pesos ($ 50.000.000) por daño moral, todo
con reajustes, intereses y costas.

Se alzó la actora en tanto que la demandada Mall Puente S.A. dedujo recurso de
casación en la forma y apeló, y una de las salas de la Corte de Apelaciones de Santiago,
por sentencia de dieciocho de agosto de dos mil diez, que se lee a fojas 1016 y siguientes,
rechazó el recurso de nulidad y, con mayores argumentos, confirmó la sentencia de
primer grado, con declaración, aumentando la indemnización por daño moral a la suma
de ochenta millones de pesos ($ 80.000.000). Asimismo rechazó las excepciones
deducidas por el demandado Mall Puente S.A., de cúmulo indemnizatorio opuesta a fojas
147; y de cosa juzgada y transacción, a fojas 852.

En contra de esta última decisión la demandada recurre de casación en la forma a fin


que esta Corte la anule y dicte la de reemplazo que describe.

Se trajeron estos autos en relación.

Considerando:

Primero: Que la recurrente impugna la sentencia definitiva por haber incurrido en los
vicios de nulidad formal contemplados en los numerales 4, 6, 7 y 9 del artículo 768 del
Código de Procedimiento Civil, el último en relación con Nº 4 del artículo 795 del
Código citado.

Segundo: Que, en un primer capítulo del recurso, referido al vicio de ultra petita , éste
se hace consistir en que la sentencia recurrida, se habría extendido a puntos no sometidos
a la decisión del tribunal, al elevar el monto de la indemnización por daño moral otorgada
a la actora, sin que existiera apelación idónea que lo justificara. Explica, que si bien la
actora apeló, tal libelo fue rechazado por los sentenciadores de segunda instancia por
razones formales.

Tercero: Que, para los efectos de resolver la causal de casación en estudio cabe tener
presente que:

a.- La actora doña Elizabeth Miriam Muedas Sarmiento, a fojas 3, dedujo demanda de
indemnización de perjuicios por responsabilidad civil extracontractual, en contra de Mall
Puente S.A., de Jorge Fleischmann Cerda y de Comterra S.A., para que se declarara la
responsabilidad de éstos en la muerte de su cónyuge don Eugenio Rodrigo González Cruz
y se los condene solidariamente al pago de las siguientes sumas de dinero: $ 1.491.085
por concepto de daño emergente; $ 68.154.624 por lucro cesante y $ 200.000.000 por
daño moral.

b.- La sentencia de primera instancia, de treinta y uno de diciembre de dos mil siete,
escrita a fojas 782 y siguientes, solamente condenó a la demandada Mall Puente S.A. a
pagar a la actora la suma de $ 50.000.000 por concepto de daño moral; y de $ 1.491.085,
por lucro cesante.
c.- La demandante, a fojas 805, apeló de la sentencia antes señalada, solicitando, entre
otras prestaciones, se aumentara la indemnización por daño moral a la suma que se
estimare de justicia.

d.- La demandada en el primer otrosí del escrito de fojas 810, dedujo recurso de
apelación solicitando se rechazara la demanda, con costas.

e.- En el considerando octavo de la sentencia recurrida, que rola a fojas 1016, los
jueces del fondo decidieron rechazar la apelación deducida por la demandante porque el
escrito en el que se dedujo no reunía los requisitos del artículo 189 del Código de
Procedimiento Civil, en cuanto a contener peticiones concretas.

f.- La resolución antes señalada, teniendo presente la forma en la que ocurrieron los
hechos —en un espacio en el que además, se convoca a público en forma masiva, como
ocurre con los establecimientos comerciales— y su resultado que ha llevado a la muerte a
un consumidor que actuó en la forma que una persona normal lo haría, ignorando lo que
le ocurrirá; confirmó la sentencia de primera instancia, con declaración, elevando el
monto de la indemnización por daño moral a la suma de $ 80.000.000.

Cuarto: Que, al efecto, debe tenerse presente que como esta Corte ha señalado con
anterioridad, que el vicio de ultra petita se produce cuando la sentencia otorga más de lo
pedido o se extiende a puntos no sometidos a la decisión del tribunal, esto es, cuando
apartándose de los términos de la controversia planteada por las partes mediante sus
respectivas acciones o excepciones, se altera el contenido de las mismas, cambiando su
objeto o modificando su causa de pedir.

Quinto: Que de lo antes reseñado aparece de manifiesto que la sentencia recurrida, al


elevar monto de la indemnización de perjuicios por daño moral, sin que existiera una
adecuada petición al respecto por parte de la actora, se extendió a un punto no sometido a
su decisión. En efecto, habiendo desechado los sentenciadores la apelación de la actora,
por motivos formales, no procedía acceder a lo solicitado por ésta, elevando el monto de
la indemnización por daño moral concedida.

Sexto: Que, en consecuencia, en la sentencia en estudio, se ha incurrido en el vicio


denunciado por la reclamante, lo que conducirá a acoger el recurso de nulidad formal,
desde que el perjuicio causado a la recurrente sólo es reparable por la vía de la
invalidación pertinente.

Séptimo: Que atendido lo recién concluido resulta innecesario pronunciarse respecto


del resto de los capítulos de la casación en la forma en estudio.

Por estas consideraciones y de conformidad además con lo dispuesto por los artículos
764, 765, 766, 768 y 786 del Código de Procedimiento Civil, se acoge, sin costas, el
recurso de casación en la forma deducido por la parte demandada, en el escrito de fojas
1027, en contra de la sentencia de dieciocho de agosto del año dos mil diez, que se lee a
fojas 1016, la que en consecuencia se invalida y se reemplaza por la que se dicta a
continuación, separadamente, y sin nueva vista.
Redacción a cargo del Ministro señor Patricio Valdés Aldunate.

Regístrese.

Pronunciado por la Cuarta Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros señor
Patricio Valdés A., señoras Gabriela Pérez P., Rosa Egnem S., señor Lamberto Cisternas
R. y el Abogado Integrante señor Jorge Baraona G. No firma la Ministra señora Pérez, no
obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, por haber cesado en sus
funciones. Santiago, veinticinco de enero de dos mil trece.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

Rol Nº 99-11.

II. Sentencia de reemplazo

Santiago, veinticinco de enero de dos mil trece.

En cumplimiento de lo prevenido en el artículo 786 del Código de Procedimiento


Civil, se dicta la siguiente sentencia de reemplazo:

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada.

Y se tiene además presente:

1º Los considerandos séptimo a noveno de la sentencia recurrida, no afectados por el


vicio de nulidad.

2º Que en su escrito de dúplica la demandada Mall Puente S.A., opuso la excepción de


cúmulo de indemnizaciones, para que se rechazara la demanda, con costas. Sostuvo que
la actora ya recibió, como consecuencia del desistimiento parcial de la demanda que
consta a fojas 128, importantes sumas de dinero como reparación por la lamentable
muerte de su marido, por lo que se demandan perjuicios ya reparados.

3º Que para los efectos de resolver la excepción en estudio cabe tener presente que al
efecto rolan en el proceso los siguientes antecedentes:

a.- A fojas 128, escrito en que la demandante se desiste de la demanda interpuesta, en


cuanto ésta se dedujo en contra de Comterra S.A., quien en el mismo acto acepta el
desistimiento. No se señaló motivo específico alguno que fundamente la decisión de la
actora.

b.- Absolución de posiciones, de fojas 30 del cuaderno de exhorto internacional


acompañado a los autos, diligencia en la que doña Elizabeth Miriam Muedas Sarmiento
reconoció que se desistió de la demanda respecto de Comterra S.A. porque esta
demandada fue la única que le prestó ayuda ante la desgracia que sufrió, entregándole la
suma de diez millones de pesos ($ 10.000.000) para cubrir los gastos inesperados que
originó la muerte de su esposo.

4º Que, los antecedentes antes referidos, atendido lo dispuesto en el artí culo 399 del
Código de Procedimiento Civil en relación con el artículo 1713 del Código Civil, sólo
permiten dar por establecido que doña Elizabeth Miriam Muedas Sarmiento recibió de
Comterra S.A. la suma de diez millones de pesos ($ 10.000.000) como consecuencia del
accidente sufrido por su marido, sin que se lograra determinar de manera precisa cuál fue
el motivo específico por el cual se acordó la suma antes señalada.

5º Que la procedencia de la excepción de cúmulo de indemnizaciones, en cuanto se


sustenta en la preexistente reparación del daño, requiere que quien la alegue acredite que
los beneficios obtenidos por la víctima tuvieron por objeto a reparar o compensar el daño
irrogado por el cuasidelito denunciado; y que la suma que la afectada haya percibido sea
igual al del daño, es decir, que lo cubra completamente.

6º Que si bien es cierto se acreditó que la actora recibió de Comterra S.A. la suma de
diez millones de pesos, con la finalidad de reparar el daño irrogado por el ilícito
fundamento de la demanda, no existen antecedentes que permitan afirmar que con la
mencionada suma de dinero se hubiese cubierto de manera completa y eficaz el daño
sufrido por doña Elizabeth Miriam Muedas Sarmiento a consecuencia de la muerte de su
marido. Lo anterior se desprende del hecho que la demandante, a pesar de percibir la
suma antes referida, continuó la acción en contra de Jorge Fleischmann Cerda y de Mall
Puente S.A., dando cuenta que dicho pago le resultaba insuficiente; y de la circunstancia
que judicialmente se fijó el monto de los daños sufridos por la actora en una suma muy
superior.

7º Que por lo antes razonado, esto es, que la suma pagada por Comterra S.A. a la
actora no cubrió totalmente el daño sufrido por esta última, se rechazará la excepción de
cúmulo de indemnizaciones deducida por la demandada Mall Puente S.A..

8º Que, sin perjuicio de lo anterior, cabe tener presente que, del escrito de fojas 852, se
desprende que la demandada Mall Puente S.A., en subsidio de la excepción de
transacción, solicitó se descontara lo percibido por la actora como consecuencia del
accidente de manos de Comterra S.A., de la suma a que eventualmente pudiese ser
condenada, a lo que se accederá, toda vez que, como ya se dijo, el pago de la suma de
diez millones de pesos tantas veces mencionado tuvo por finalidad resarcir los daños
causados a la demandante por el accidente motivo de la demanda.

Por estos fundamentos y de conformidad, además, con lo dispuesto por los artículos
186 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, se confirma la sentencia apelada de
fecha treinta y uno de diciembre de dos mil siete, escrita a fojas 782 y siguientes, con
declaración que la suma de dinero que la demandada Mall Puente S.A. queda condenada
a pagar a doña Elizabeth Miriam Muedas Sarmiento se rebaja al monto de cuarenta y un
millones cuatrocientos noventa y un mil ochenta y cinco pesos ($ 41.491.085).
Redacción a cargo del Ministro señor Patricio Valdés Aldunate.

Regístrese y devuélvase, con sus agregados.

Pronunciado por la Cuarta Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros señor
Patricio Valdés A., señoras Gabriela Pérez P., Rosa Egnem S., señor Lamberto Cisternas
R. y el Abogado Integrante señor Jorge Baraona G. No firma la Ministra señora Pérez, no
obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, por haber cesado en sus
funciones. Santiago, veinticinco de enero de dos mil trece.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

Rol Nº 99-11.
11. RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL POR DESPIDO
INJUSTIFICADO. IMPROCEDENCIA DE LA INDEMNIZACIÓN POR EL DAÑO
MORAL. INDEMNIZACIONES POR TÉRMINO DE CONTRATO CUBREN EL
DAÑO MORAL PRODUCIDO POR EL DESPIDO INJUSTIFICADO.
INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL EN EL PROCEDIMIENTO DE TUTELA
LABORAL EXIGE LA VULNERACIÓN DE DERECHOS FUNDAMENTALES.

SUMARIO: No es posible que un despido por el que se condenó al empleador al pago


de las indemnizaciones por término de contrato, configure además un ilícito civil y
generar el derecho a indemnización por daño moral. En efecto, las indemnizaciones
por años de servicio y sustitutiva del aviso previo son propias absolutamente del
derecho laboral, y constituyen resarcimientos originados en la relación de trabajo que
une a las partes y al errado o indebido término de la misma, pudiendo incrementarse
la primera en un importante porcentaje, dependiendo de la causal que se haya hecho
valer por el empleador, lo que pone de manifiesto la tarificación que el legislador ha
hecho anticipadamente de los diversos niveles de perjuicios o daños que el despido,
sea sin causal o con invocación de una que no logró justificarse, puede reportar al
trabajador. De esta manera, en atención a la existencia expresa y específica de dichas
indemnizaciones en la materia, que compensan también la aflicción que puede
ocasionar el término del contrato laboral por despido o autodespido, o la pérdida de
la fuente de trabajo, aun cuando tal sufrimiento no haya sido especialmente
explicitado por el legislador, es que debe concluirse que la indemnización por el daño
moral que pudo producir un despido laboral está comprendido en el resarcimiento
recibido por las indemnizaciones legales. Cuando el legislador ha querido agregar al
incumplimiento del empleador indemnizaciones diferentes a las sustitutivas de aviso
previo y por años de servicio, lo ha señalado expresamente.

Cabe tener presente que fue necesaria la dictación de la Ley Nº 20.087, que estableció
el procedimiento de tutela laboral —inaplicable en la especie atendida la fecha de
término de la relación laboral—, para que el artículo 489 inciso 3º del Código del
Trabajo incluyera, entre las indemnizaciones susceptibles de otorgar al trabajador,
aquella que proviene del daño que se produzca con ocasión de su despido y que se
haya producida con vulneración de determinados derechos fundamentales.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en el Fondo

Rol: 9139-2011

Fecha: 25/01/2013

Cita Online: CL/JUR/171/2013

Partes: MacVicar Munita, Mónica con Colegio Dunalastair S.A.


Ministros: Pérez Paredes, Gabriela; Egnem Saldías, Rosa; Pfeiffer Richter, Alfredo

Abogados Integrantes: Prado Puga, Arturo; Prieto Bafalluy, Alfredo

Redactor: Prieto Bafalluy, Alfredo

Voces: daño moral - daños y perjuicios - derecho del trabajo - despido - despido
indirecto - despido sin causa - extinción del contrato de trabajo - indemnización -
indemnización sustitutiva del preaviso - responsabilidad civil - responsabilidad
extracontractual

Legislación relacionada: Artículo 2314 Código Civil; artículo 160 Nº 7, artículo 162,
artículo 163, artículo 168 y artículo 489 Código Trabajo.

TEXTO SENTENCIA

I. Sentencia de casación

Santiago, veinticinco de enero de dos mil trece.

Vistos:

En estos autos, Rol Nº 1.357 2005, del Segundo Juzgado Civil de Santiago, doña
Mónica Cecilia Mac Vicar Munita dedujo demanda de indemnización de perjuicios en
contra del Colegio Dunalastair S.A., por la responsabilidad extracontractual emanada del
despido injustificado del cual fue objeto, a fin de que se condene a la demandada al pago
de las indemnizaciones por daño emergente, lucro cesante y daño moral que indica, más
los reajustes, intereses y costas.

La demandada contestó el libelo, solicitando su rechazo, con costas, argumentando que


no concurren, en la especie, los requisitos de la responsabilidad extracontractual, al haber
ya indemnizado a la trabajadora, con el pago de las prestaciones ordenadas en sentencia
que declaró injustificado el despido.

El tribunal de primera instancia, mediante fallo de treinta de abril de dos mil diez, que
se lee a fojas 194 y siguientes, acogió el libelo, con costas, sólo en cuanto condenó a la
demandada a pagar a la demandante la suma de $ 3.000.000 (tres millones de pesos) por
concepto de daño moral, con los reajustes e intereses que indica, desestimando en lo
demás la demanda deducida.

Contra dicha sentencia la demandada dedujo casación en la forma y apelación y por


sentencia de tres de agosto de dos mil once, escrita a fojas 266 y siguientes, una sala de la
Corte de Apelaciones de Santiago, rechazó el recurso de casación en la forma y confirmó
la sentencia apelada, con costas.

En contra de esta última decisión, la demandada deduce recurso de casación en el


fondo, por haberse incurrido en infracciones de ley que han influido, en su concepto,
sustancialmente en lo dispositivo del fallo, pidiendo que este tribunal la invalide y dicte
la de reemplazo que describe.

Se trajeron estos autos en relación.

Considerando:

Primero: Que mediante este arbitrio de nulidad sustancial sostiene la recurrente que se
han vulnerado los artículos 1698, 1712, 2284, 2314 y siguientes y 2329 del Código Civil
y artículos 160, 168 y 176 del Código del Trabajo.

Expone que pese a desestimar la demanda, en lo que dice relación con el daño
emergente y lucro cesante demandado, teniendo como fundamento para ello las
indemnizaciones por término de contrato pagadas en la sede laboral, no aplica igual
criterio al daño moral que se demandó, en circunstancias que no es posible sancionar por
dos vías distintas una sola conducta, pues, si así fuere, constituiría un enriquecimiento sin
causa.

Alega que apartándose de la lógica y la razón, se concluye que los perjuicios de la


demandante se causan con el despido injustificado, sin tener en cuenta que el poner
término al contrato de trabajo es un derecho del empleador derivado de sus facultades
para organizar y administrar la empresa, no cometiéndose con ello, ningún acto
atentatorio de la dignidad y honorabilidad de la actora que conculque los bienes jurídicos
de naturaleza moral y al resolver los jueces como lo hicieron importa considerar que el
legítimo derecho del empleador de poner término al contrato de trabajo constituye la
comisión de un ilícito o cuasidelito civil.

Explica que el Código del Trabajo establece las causales que puede esgrimir el
empleador para poner término al contrato, so pena de incurrir, en el caso de no acreditar
su procedencia, en el pago de las indemnizaciones contempladas en el artículo 168 del
citado cuerpo normativo, mismas que varían de acuerdo a la gravedad de la causal
invocada, no estableciendo la ley ningún otro tipo de resarcimiento, por lo que, la única
vía de reparación del daño, es la contenida en el citado precepto, encontrándose destinado
el incremento de la indemnización por años de servicio a compensar los perjuicios que la
aplicación de una determinada causal pueda ocasionar al dependiente, resultando, en
definitiva, improcedente aplicar la responsabilidad extracontractual civil y condenar al
pago de una nueva indemnización teniendo como fundamento el despido de que fue
objeto el trabajador.

Indica, que en el presente caso, no se reúnen los elementos de la responsabilidad


extracontractual, pues no existe un hecho que pueda ser calificado de delito o cuasidelito
civil, los supuestos daños no se encuentran acreditados, ni tampoco el necesario nexo
causal entre la acción u omisión atribuida y el resultado dañoso que se imputa.

Luego, señala que se han infringido, además, los artículos 1698 y 1712 del Código
Civil, teniendo en cuenta que, conforme a ellos, se dan por establecidos los perjuicios
sufridos por la demandante en función al despido sufrido, considerándolo un acto
atentatorio contra su dignidad y honorabilidad, en circunstancias que tales normas exigen
presunciones graves, precisas y concordantes, las que no se dan en la especie, pues los
sentenciadores se limitan a mencionar los medios de prueba sin efectuar desarrollo
alguno que sustente las conclusiones a las que se arribaron.

Finalmente explica la influencia que los errores de derecho denunciados han tenido en
lo dispositivo del fallo y solicita que se anule la sentencia y se dicte la correspondiente de
reemplazo, que desestime la demanda, con costas.

Segundo: Que previo al análisis de las infracciones denunciadas, resulta útil e


indispensable dejar asentado que la demandante ha fundado su acción de responsabilidad
extracontractual en la existencia de un hecho ilícito en el que habría incurrido la
demandada al despedirla mediante el envío de la carta de aviso respectiva, remitida en
cumplimiento de la obligación que impone el artículo 162 inciso 1º del Código del
Trabajo.

Se motivó la desvinculación en la causal de incumplimiento grave de las obligaciones


que impone el contrato de trabajo.

Argumentó sobre el particular que en la referida misiva se le atribuyó el no controlar y


sancionar oportunamente la falta de disciplina de un alumno y una alumna del curso bajo
su cuidado, que devino en la expulsión de ambos alumnos, causando tal hecho
conmoción al interior de la comunidad del colegio, afirmaciones que no habrían resultado
probadas en el juicio laboral que se siguiera a raíz de estos hechos, mismos que habrían
ocasionado su descrédito como docente, lo que configura el perjuicio por el que demanda
la indemnización por daño moral de que trata esta causa.

Tercero: Que consta de la copia de la causa laboral acompañada a los autos, Rol
Nº 4.790 2003, seguido ante el Tercer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, lo
siguiente:

1. Que con fecha 29 de septiembre del año 2003, doña Mónica Mac Vicar Munita,
dedujo demanda laboral en contra del Colegio Dunalastair S.A., ante el tribunal
mencionado, en la que solicitó se declarara injustificado su despido y se condenara a la
demandada al pago de las indemnizaciones por término de la relación laboral, más los
recargos legales, además de otras prestaciones reclamadas, con reajustes, intereses y
costas.

2. Que mediante sentencia de 10 de agosto de dos mil cinco, se acogió la demanda,


sólo en cuanto declaró injustificado el despido, condenándose a la demandada al pago de
la indemnizaciones sustitutiva de aviso previo y por años de servicio aumentada ésta en
un ochenta por ciento, con los reajustes e intereses del artículo 173 del Código del
Trabajo, sin costas.

3. Dicha sentencia fue recurrida de apelación por la demandante, y la Corte de


Apelaciones de Santiago por sentencia de fecha veinticinco de mayo de dos mil seis,
confirmó el fallo en todas sus partes.
4. Recurrida la sentencia aludida en el número precedente, de casación en el fondo por
la actora, tal recurso fue desestimado por esta Corte.

Cuarto: Que en lo que concierne a las infracciones denunciadas en el presente recurso


de nulidad sustancial por la demandada, se ha afirmado que los sentenciadores han
vulnerado la norma del artículo 2314 del Código Civil al tener por configurado un hecho
ilícito generador de responsabilidad extracontractual.

Lo anterior, en opinión del recurrente sería un error pues su parte se habría limitado a
despedir a la actora invocando una causa legal contemplada en el estatuto laboral, de lo
que se reclamó en sede judicial logrando la recurrida sentencia favorable y obteniendo el
pago de las indemnizaciones legales por término del contrato de trabajo por haber sido
declarado injustificado su despido.

Quinto: Que, como ya se adelantó, la demandante fundó el libelo de autos en el


despido de que fue objeto de parte de su ex empleadora y demandada, el 7 de agosto de
2003.

De esta forma, la cuestión a dilucidar consiste en establecer si es posible que un


despido por el que se condenó a la empleadora al pago de las indemnizaciones que
consagra el Código Laboral, puede además configurar un ilícito civil y generar el derecho
en lo que dice relación al recurso al resarcimiento por daño moral.

Sexto: Que la indemnización por años de servicios, como ya se ha dicho por este
Tribunal, posee como elementos determinantes el tiempo y el monto de la última
remuneración, nace a la época de terminación de la relación laboral y compensa el lapso
durante el cual el dependiente ha invertido su fuerza de trabajo para con su empleador.

Por su parte, la indemnización sustitutiva del aviso previo tiene por objeto resarcir la
pérdida abrupta de la fuente de trabajo y procurar que el trabajador disponga de un
período prudencial para conseguir una nueva fuente de ingresos.

La procedencia de ambas indemnizaciones sí está condicionada a la declaración previa,


por parte del Tribunal, de la injustificación o improcedencia del despido, o de la
justificación del autodespido solicitado por el trabajador.

Séptimo: Que las instituciones brevemente analizadas son propias absolutamente del
derecho laboral y constituyen resarcimientos originados en la relación de trabajo que une
a las partes y al errado o indebido término de la misma.

Además, una de estas indemnizaciones, según se explicó, puede ser incrementada en


un importante porcentaje, dependiendo de la causal que se haya hecho valer por el
empleador, lo que pone de manifiesto la tarificación que el legislador ha hecho
anticipadamente de los diversos niveles de perjuicios o daño que el despido, sea sin
causal o con invocación de una que no logró justificarse, puede reportar al trabajador.
Octavo: Que, de esta manera, en atención a la existencia expresa y específica de dichas
indemnizaciones en la materia, que compensan también la aflicción que puede ocasionar
el término del contrato laboral por despido o autodespido, o la pérdida de la fuente de
trabajo, aun cuando tal sufrimiento no haya sido especialmente explicitado por el
legislador, es que debe concluirse que la indemnización por el daño moral que pudo
producir un despido laboral está comprendido en el resarcimiento recibido y, por ende,
carece de sustento el reclamo deducido por esta vía.

Noveno: Que confirma lo anterior el hecho que el legislador cuando ha querido agregar
al incumplimiento del empleador indemnizaciones diferentes a las sustitutivas de aviso
previo y por años de servicios, esta última con sus respectivos incrementos, lo ha
señalado expresamente.

Así, en el artículo 171 inciso segundo del Código del Trabajo, otorga el derecho a los
trabajadores que demanden su autodespido sustentado en las causales establecidas en las
letras a) y b) del Nº 1 del artículo 160 del mismo Código, a accionar por las otras
indemnizaciones a que tengan derecho.

En el mismo sentido y en el caso del despido como práctica antisindical, el Código del
Trabajo en el artículo 294, dispone que el trabajador afectado puede además optar a una
indemnización adicional a la establecida en el artículo 163 del Código del Trabajo, que
fijará el juez y que no podrá ser inferior a seis meses ni superior a once meses de la
última remuneración mensual.

Por último, cabe tener presente que fue necesaria la dictación de la Ley Nº 20.087, que
estableció el procedimiento de tutela laboral que no pudo ser aplicado en la especie
atendida la fecha del término de la relación laboral , para que el legislador en el inciso
tercero del artículo 489 del Código del Trabajo incluyera, entre las indemnizaciones
susceptibles de otorgar al trabajador, aquella que proviene del daño que se produzca con
ocasión de su despido y que se haya producido con vulneración de determinados
derechos fundamentales.

Décimo: Que, por lo razonado, cabe concluir que los sentenciadores, al dar por
configurado un ilícito civil sobre la base del contenido de la carta de despido despachada
por el empleador, que a su vez daba cuenta del fundamento de la causa legal de
desvinculación laboral invocada, han incurrido en infracción de ley, que debe corregirse
por esta vía.

Undécimo: Que, atendido lo precedentemente concluido, se omitirá pronunciamiento


en relación a los restantes errores de derecho denunciados en el recurso, por innecesario.

Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en los artículos 764, 765, 767,
783 y 785 del Código de Procedimiento Civil, se acoge, sin costas, el recurso de casación
en el fondo deducido por la demandada Colegio Dunalastair S.A. a fojas 269, contra la
sentencia de tres de agosto del año dos mil once, que se lee a fojas 266 y siguientes, la
que, en consecuencia, se la invalida en lo que dice relación con la apelación deducida y se
la reemplaza por la que se dicta a continuación, separadamente y sin nueva vista.
Se previene que el Abogado Integrante don Arturo Prado Puga concurre al acogimiento
del recurso teniendo además presente los siguientes fundamentos:

1) Que, la legislación laboral por su rango especial, tiene prioridad sobre el derecho
común, toda vez, que estas últimas normas solo son supletorias, y así lo declara
expresamente el artículo 4º del Código Civil, y por su parte el artículo 19 del mismo
cuerpo sustantivo, que prescribe que "cuando en el sentido de la Ley es claro, no se
desatenderá su tenor literal a pretexto de consultar su espíritu".

El legislador laboral no ha mencionado en parte alguna que el trabajador, además de


las indemnizaciones que el mismo ha señalado, tenga derecho a otras, que se pudieran
regir por el derecho común y particularmente debe tenerse presente el texto del artículo
176 del Código del Trabajo, que expresa que la indemnización que deba pagarse en
conformidad al artículo 163, será incompatible con toda otra indemnización, por
concepto de término del contrato o de los años de servicio que pudiere corresponder al
trabajador, cualquiera sea su origen.

2) Que como se viene anotando, la ley emplea en la citada norma, a modo de verbo
rector, la frase "es incompatible voz que, según el Diccionario de la Real Academia,
significa en la acepción que atañe al tema, repugnancia que tiene una cosa para unirse con
otra".

A su vez, la voz "Repugnancia", según la misma fuente, significa "Oposición o


contradicción entre dos cosas", o bien, desde un punto de vista filosófico,
"incompatibilidad entre dos atributos o cualidades de una misma cosa."

3) Que la esencia de este artículo aludido consiste en vedar absolutamente la


posibilidad de que subsistan coetáneamente las indemnizaciones del artículo 163, con
toda otra clase de indemnización adicional, ni en un mismo procedimiento en forma
simultánea, ni en procedimiento diverso posterior.

En consecuencia, el propio tenor de la ley transmite la idea de contradicción de las


indemnizaciones laborales con cualquiera otra clase de indemnización, como asimismo,
la enumeración taxativa de ellas, ya que se trata de beneficios especiales, cuyas normas
deben ser interpretadas restrictivamente siendo que sólo por la vía de excepción y
tratándose, por ejemplo de accidentes del trabajo, consagró la norma del artículo 69 letra
b) de la Ley Nº 16.744 que de forma expresa, admite la reclamación de daño moral no
sólo para la víctima, sino que ampliando el sujeto titular de este derecho, lo hace
extensivo "a las demás personas a quienes el accidente cause daño...".

Sin embargo, como se trata de una ley especial, únicamente cabe su aplicación
restrictiva, a los casos que expresamente así lo admiten.

Redacción a cargo del Abogado Integrante señor Alfredo Prieto Bafalluy y de la


prevención su autor.

Regístrese.
Pronunciado por la Cuarta Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
señoras Gabriela Pérez P., Rosa Egnem S., el Ministro Suplente señor Alfredo Pfeiffer
R., y los Abogados Integrantes señores Alfredo Prieto B. y Arturo Prado P.

No firma la Ministra señora Pérez, no obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo


de la causa, por haber cesado en sus funciones.

Santiago, veinticinco de enero de dos mil trece.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

Rol Nº 9.139-2011.

II. Sentencia de reemplazo

Santiago, veinticinco de enero de dos mil trece.

En cumplimiento a lo previsto en el artículo 785 del Código de Procedimiento Civil, se


dicta la siguiente sentencia de reemplazo.

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada con excepción de sus considerandos séptimo a


décimo, duodécimo y decimotercero que se eliminan.

Y se tiene en su lugar y, además, presente:

Primero: Los considerandos tercero a noveno de la sentencia de casación que antecede.

Segundo: Que por lo razonado cabe concluir que el despido de la demandante, fundado
en la causal del Nº 7 del artículo 160 del Código del Trabajo, no ha podido ser
constitutivo de un ilícito civil que pueda originar la obligación de resarcir perjuicios por
daño moral.

En efecto, la desvinculación de la dependiente fue reclamada en proceso judicial


laboral, sede en la que el tribunal resolvió declarar injustificado el despido y condenó a la
demandada Colegio Dunalastair S.A., a pagar a la ex trabajadora y demandante de esta
causa, las indemnizaciones sustitutiva de aviso previo y por años de servicio, esta última
aumentada en un ochenta por ciento de recargo legal, establecido por el legislador en
porcentajes variables según sea la causal invocada, y/o cuando no se haya invocado
alguna.

Tercero: Que debe entenderse, entonces, que las indemnizaciones pagadas a la


demandante referidas en el motivo que precede y con el incremento aludido compensaron
todos los perjuicios que pudieran haberse ocasionado por el despido de que fue objeto, de
lo que se concluye que la pretensión de indemnización adicional por concepto de daño
moral derivado de la desvinculación, carece de sustento y debe, por ende, ser
desestimada.

Por estos fundamentos, y de conformidad además con lo dispuesto por los artículos
186 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, se revoca la sentencia apelada, de
fecha treinta de abril de dos mil diez, escrita a fojas 194 y siguientes en cuanto acogió en
parte la demanda y condenó a la demandada a pagar una indemnización de $ 3.000.000
(tres millones de pesos) por daño moral, más reajustes, intereses y costas, decidiéndose
en su lugar que se desestima igualmente la demanda en lo que respecta a la
indemnización por daño moral pretendido, sin costas, por estimarse que la demandante ha
tenido motivo plausibles para litigar.

Redacción a cargo de del Abogado Integrante señor Alfredo Prieto Bafalluy.

Regístrese y devuélvanse con su agregado.

Pronunciado por la Cuarta Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
señoras Gabriela Pérez P., Rosa Egnem S., el Ministro Suplente señor Alfredo Pfeiffer
R., y los Abogados Integrantes señores Alfredo Prieto B. y Arturo Prado P.

No firma la Ministra señora Pérez, no obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo


de la causa, por haber cesado en sus funciones.

Santiago, veinticinco de enero de dos mil trece.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma.

Corte Suprema.

Rol Nº 9.139-2011.
CAPÍTULO III DAÑO MORAL EN MATERIA CONTRACTUAL
1. INDEMNIZACIÓN DEL DAÑO MORAL EN MATERIA CONTRACTUAL.
FUNDAMENTOS

SUMARIO: Las nuevas concepciones que sobre el resarcimiento del daño moral
derivado del incumpl imiento de contratos se imponen en el Derecho actual y la
aceptación de esas tendencias por la jurisprudencia de nuestros tribunales en estos
últimos años, determinan que el concepto de daño emergente que emplea la norma del
artículo 1556 del Código Civil, comprende no solamente el daño pecuniario, sino
también el extrapatrimonial o moral, interpretación que no sólo es posible, sino que
plenamente aceptable en el texto actual del mencionado artículo, primero porque la
voz "daño" que emplea la disposición —que no se encuentra definida en la ley—
corresponde, según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, a todo
"detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o molestia", es decir, a toda privación de
bienes materiales e inmateriales o morales y porque, como antes quedó consignado, lo
preceptuado en el citado artículo no excluye la consideración de otros perjuicios que
no sean sólo los de índole material.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso Casación en el Fondo

Rol: 3291-2005

Fecha: 11/04/2007

Cita Online: CL/JUR/4663/2007

Partes: Aros González, Luisa del Carmen con Zopfoli Gue rra, Cristián Michelle

Ministros: Herreros Martínez, Margarita; Rodríguez Espoz, Jaime; Muñoz Gajardo,


Sergio; Araya Elizalde, Juan

Abogado Integrante: Álvarez García, Hernán

Redactor: Herreros Martínez, Margarita

Voces: casación - casación en la forma - daño - daño moral - daños y perjuicios -


excepción de incumplimiento - incumplimiento del contrato - indemnización -
obligaciones - valuación del daño

Legislación relacionada: Artículo 1556 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA

I. Sentencia de casación
Santiago, once de abril de dos mil siete.

Vistos:

En estos autos Rol Nº 716-2003 del Segundo Juzgado Civil de La Serena sobre juicio
ordinario de indemnización de perjuicios, caratulado "Aros González, Luisa del Carmen
con Zoffoli Guerra, Cristián Michelle", por sentencia de veintidós de septiembre de dos
mil cuatro, escrita a fojas 182, el señor Juez Titular del referido tribunal acogió
parcialmente la demanda y condenó al demandado a pagar a la actora $ 26.501.248 a
título de daño material emergente, más reajustes y costas, rechazándola en la parte que
pretendía la indemnización de perjuicios por daño moral.

En contra de este fallo la parte demandante dedujo recurso de apelación y la


demandada interpuso, conjuntamente con este mismo recurso, el de casación en la forma.

Una de las Salas de la Corte de Apelaciones de La Serena, en sentencia de siete de


junio de dos mil cinco, escrita a fojas 293, a acogió el recurso de nulidad formal y en el
fallo de reemplazo, de la misma fecha y que se lee a fojas 294 vuelta, rechazó en todas
sus partes la demanda.

La parte demandante ha deducido, contra esta última decisión, recurso de casación en


el fondo.

Se ordenó traer los autos en relación.

Considerando:

Primero: Que en el recurso de casación en el fondo se sostiene que la sentencia incurre


en error de derecho al omitir aplicar la Constitución Política de la República y las normas
que se han dictado conforme a ella, no obstante que en este cuerpo legal se contienen los
principios rectores de nuestro sistema de responsabilidad, desarrollados por la normativa
del Código Civil.

Argumenta la recurrente que el mandatario remunerado que no emplea la diligencia de


un buen padre de familia y que a raíz de ello cumple imperfectamente sus obligaciones,
es responsable del daño que cause a su mandante y, por lo mismo, se encuentra en la
necesidad de reparar la lesión o agravio producido, sea cual fuere su naturaleza.

Por otra parte, continúa el recurso, la idea de "daño reparable" actualmente no se limita
a la de daño patrimonial, sino que se extiende también al daño extrapatrimonial o moral.

El artículo 1556 del Código Civil, estima la parte recurrente, no puede excluir la
indemnización del daño moral, máxime si las voces daño y emergente que se emplean en
la disposición, por no encontrarse definidas por el legislador, deben entenderse en su
sentido natural y obvio.
La angustia y desesperación sufridas como consecuencia del cumplimiento imperfecto
del contrato de mandato, concluye el recurso, constituye un daño ocasionado a la
integridad o estabilidad psíquica de la actora y que el demandado se encuentra obligado a
indemnizar.

El artículo 1556 citado, termina la recurrente, no limita la reparación en materia


contractual al daño emergente y al lucro cesante, desde que no excluye el daño moral.

En la responsabilidad contractual, entonces, un daño moral puro, cuyo nexo causal con
el cumplimiento imperfecto de una obligación contractual se encuentra acreditado, debe
ser reparado, toda vez que es indesmentible que, bajo esas condiciones, el deudor obró al
menos con culpa leve.

Segundo: Que, en lo que interesa al recurso de casación, el fallo impugnado establece


que en autos resultó acreditado que el incumplimiento contractual del abogado
demandado ocasionó un fuerte impacto en la tranquilidad y bienestar espiritual de su
cliente y ello se tradujo y tuvo como consecuencia se trabara embargos sobre sus bienes,
lo cual la obligó a suscribir un avenimiento para sustituir los dineros que se suponían
legítimamente adquiridos.

Si bien es efectivo, razonan los sentenciadores, que uno de los aspectos más discutidos
en nuestro Derecho en materia de responsabilidad civil es el relativo a la procedencia de
la indemnización por daño moral, la jurisprudencia chilena se ha uniformado, no obstante
escasas excepciones, en torno al rechazo de la indemnización de perjuicios por daño
moral tratándose del ámbito contractual, lo que debe conducir necesariamente a
desestimar la pretensión de indemnizar el eventual daño moral causado.

Tercero: Que para una acertada resolución del recurso, resulta necesario dejar debida
constancia de los siguientes antecedentes del proceso:

Luisa del Carmen Aros González dedujo demanda de indemnización de perjuicios por
responsabilidad contractual contra Cristián Michelle Zoffoli Guerra, fundada en que por
escritura pública de 20 de octubre de 1999 le otorgó mandato judicial al demandado, a fin
que la defendiera en una causa que la Compañía Chilena Consolidada Seguros de Vida
S.A. había iniciado en su contra ante el Tercer Juzgado Civil de La Serena y en la que
demandaba el pago de $ 26.501.248.

El 15 de enero de 2002 se dictó sentencia definitiva de primera instancia en el referido


proceso, que acogió íntegramente la demanda y condenó a la demandada Aros González
al pago de la suma señalada y que, por otra parte, rechazó la reconvención.

El apoderado de la demandada apeló de esta sentencia en tiempo y forma, pero no se


hizo parte ante el tribunal de alzada llamado a conocer de ese recurso, el que por
resolución de 9 de abril de 2002 declaró desierta la apelación.

De lo anterior la ahora demandante adujo haberse enterado ad portas de la subasta de


dos inmuebles de su propiedad en la etapa de cumplimiento del fallo y sólo en virtud de
un avenimiento, en el que se comprometió a pagar poco más de $ 29.000.000 entre el 2
de septiembre de 2002 y el 31 de marzo de 2003 se puso término a ese proceso.

La actora alegó haber sufrido daño moral en razón del cumplimiento imperfecto del
contrato de mandato por parte del mandatario judicial, consistente en perjuicio familiar,
social y psicológico.

El demandado, por su parte, argumentó que el daño moral es improcedente en sede de


responsabilidad contractual y, además, que tampoco hay relación de causalidad entre el
supuesto incumplimiento y los perjuicios, ya que éstos no tendrían su causa en la
circunstancia de la no comparecencia en segunda instancia, dado que para que eso fuera
posible, habría de tenerse la certeza que el fallo de segundo grado iba a ser favorable a los
intereses de la ahora demandante y ello es evidentemente imposible.

Cuarto: Que en razón de haber establecido el fallo como hecho de la causa —


inamovible para este tribunal de casación en tanto no se denunció en el recurso la
vulneración de normas reguladoras de la prueba— que en autos ha resultado acreditado el
incumplimiento contractual del demandado y que éste ocasionó un fuerte impacto en la
tranquilidad y bienestar espiritual de la demandante, la esencia del problema jurídico
sometido al conocimiento de esta Corte Suprema por la vía de la casación de fondo
deducida, se limita únicamente a establecer si cabe la indemnización de perjuicios
morales tratándose de responsabilidad de naturaleza contractual.

Quinto: Que hasta época relativamente reciente, tanto la doctrina como la


jurisprudencia se inclinaron, prácticamente sin excepciones, por estimar que la
indemnización de perjuicios por daño moral, tratándose de responsabilidad contractual,
resultaba improcedente.

Tal criterio nació de la aplicación literal del artículo 1556 del Código Civil y tuvo su
principal sostenedor y defensor en el profesor Arturo Alessandri.

En el ámbito contractual se consideró que la indemnización por daños


extrapatrimoniales no era posible ni aceptable y ello porque se entendió que el texto del
citado artículo 1556 se refería únicamente a daños patrimoniales.

No obstante lo anterior, este criterio de marco rígido se ha ido batiendo en retirada y


una reinterpretación de las normas que regulan la materia ha permitido que tanto la
doctrina moderna como la jurisprudencia reciente afirmen que la indemnización de
perjuicios por responsabilidad contractual no sólo comprende o abarca los rubros de daño
emergente y lucro cesante y que la ley no ha prohibido que la indemnización por daño
moral pueda invocarse fuera del ámbito de los delitos o cuasidelitos.

Así, el profesor Fernando Fueyo Laneri en su obra Instituciones de Derecho Civil


Moderno ; Leslie Tomasello Hart, en su estudio sobre El Daño Moral en la
Responsabilidad Contractual (Editorial Jurídica, 1969); Ramón Domínguez Águila en
sus "Consideraciones en torno al daño en la responsabilidad civil. Una visión
comparatista" (Revista de Derecho Universidad de Concepción , Nº 188, 1990); Ramón
Domínguez Benavente en "Comentarios de Jurisprudencia" (publicada en la antes citada
Revista Universitaria Nº 198) y, recientemente, doña Carmen Domínguez Hidalgo en su
obra El Daño Moral (Editorial Jurídica, año 2000).

Sexto: Que las nuevas concepciones que sobre el resarcimiento del daño moral
derivado del incumplimiento de contratos se imponen en el Derecho actual y la
aceptación de esas tendencias por la jurisprudencia de nuestros tribunales en estos
últimos años, determinan que el concepto de daño emergente que emplea la norma del
artículo 1556 del Código Civil, comprende no solamente el daño pecuniario, sino también
el extrapatrimonial o moral, interpretación que no sólo es posible, sino que plenamente
aceptable en el texto actual del mencionado artículo, primero porque la voz "daño" que
emplea la disposición —que no se encuentra definida en la ley— corresponde, según el
Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, a todo "detrimento, perjuicio,
menoscabo, dolor o molestia", es decir, a toda privación de bienes materiales e
inmateriales o morales y porque, como antes quedó consignado, lo preceptuado en el
citado artículo no excluye la consideración de otros perjuicios que no sean sólo los de
índole material.

Octavo: Que, en razón de todo lo dicho, queda demostrado que el fallo impugnado ha
incurrido en el error de derecho que le atribuye la demandante y que este error ha influido
sustancialmente en su parte dispositiva, motivo suficiente para que el recurso de casación
en el fondo sea acogido.

Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en las normas legales citadas y
en los artículos 764, 767 y 805 del Código de Procedimiento Civil, se acoge el recurso de
casación en el fondo deducido por la parte demandante en lo principal de la presentación
de fojas 300 contra la sentencia de siete de junio de dos mil cinco, escrita a fojas 294
vuelta, la que se invalida en la parte que rechaza la demanda de indemnización de
perjuicios por daño moral y se la reemplaza por la que se dicta acto continuo, sin nueva
vista, pero separadamente.

Acordada con el voto en contra del Ministro señor Rodríguez Ariztía, quien fue de
opinión de rechazar el recurso interpuesto, pues en su concepto el fallo impugnado no
incurre en el error de derecho que se le imputa.

Tuvo para ello presente:

1º.- Que las obligaciones que nacen del concurso real de las voluntades de dos o más
personas, como en los contratos o convenciones, dan origen a responsabilidades.

Una de ellas es la de indemnizar los perjuicios que provengan de no haberse cumplido


la obligación contraída, o de haberse cumplido imperfectamente, o de haberse retardado
el cumplimiento.

De esta indemnización de perjuicios "proveniente de la responsabilidad contractual",


como comúnmente se le denomina, trata el artículo 1556 de nuestro Código Civil.
Según esta norma legal, dicha indemnización de perjuicios comprende el daño
emergente y el lucro cesante, excepto en los casos en que la ley limita la indemnización,
en forma expresa, al daño emergente.

Por ejemplo, el artículo 1933 del Código Civil se refiere al evento que la cosa
arrendada adolezca de vicios que impidan hacer de ella el uso para que fue arrendada, en
cuyo caso el arrendador deberá indemnizar al arrendatario sólo el daño emergente, a
menos que el vicio haya sido conocido del arrendador al tiempo del contrato o que fuere
tal que debiera haberlo previsto o por su profesión conocerlo, caso en que se incluirá en
la indemnización, además, el lucro cesante.

Otro ejemplo lo contiene el artículo 1930 del Código citado, que establece que si el
arrendatario es turbado en el goce de la cosa arrendada a consecuencia de derechos que a
su respecto ejercitan terceros, tiene derecho a que se le indemnice de todo perjuicio, esto
es, el daño emergente y el lucro cesante; pero si la causa de tales derechos de terceros no
fue o no debió ser conocida del arrendador al tiempo del contrato, "no será obligado el
arrendador a abonar el lucro cesante".

De allí que respecto de los perjuicios susceptibles de ser indemnizados cuando


provienen de responsabilidad contractual la norma del artículo 1556 citado es clara en su
sentido, lo que no permite desatender su tenor literal a pretexto de consultar un espíritu o
intención ajenos a lo allí expresado sin oscuridad alguna, como lo ordena el artículo 19
del Código Civil.

Aquella norma legal, mientras esté escrita en la forma como hoy lo está, sólo cabe al
juez aplicarla, sin que le sea permitido interpretarla para variar su sentido.

2o .- Que de lo dicho fluye que el denominado "daño moral", esto es, el sufrimiento
moral o espiritual y no patrimonial, no es actualmente indemnizable cuando se le hace
provenir de una responsabilidad contractual, como ocurre en el caso de autos.

Así lo ha reconocido reiteradamente en nuestro país la doctrina y la jurisprudencia de


los tribunales. Entre otros autores, puede ello verificarse en la obra de don Luis Claro
Solar, Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado , Tomo 11, números 1216 y
siguientes, Imprenta Nascimento, 1937, como también en la obra De la responsabilidad
extracontractual en el derecho civil chileno, de que es autor don Arturo Alessandri
Rodríguez, Imprenta Universitaria, 1943, Nº 26.

Igualmente, en la monografía Aspectos de la indemnización de perjuicios por


incumplimiento del contrato de don Sergio Gatica Pacheco, editada en 1959, páginas 144
a 147.

Existe también jurisprudencia reiterada de nuestros tribunales en igual sentido: Corte


de Apelaciones de Santiago, 13 de agosto de 1935, Revista de Derecho y Jurisprudencia ,
tomo 33, sección 1a , pág. 331; Corte Suprema, 18 de abril de 1950, Revista de Derecho y
Jurisprudencia , tomo 47, sección 1a , pág. 127; Corte de Apelaciones de Santiago, 2 de
diciembre de 1948, Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo 47, sección 1a , pág. 127;
Corte Suprema, 27 de agosto de 1990, Gaceta Jurídica , Nº 122, pág. 31.

3º.- Que aun tratándose de la indemnización de perjuicios en materia de


responsabilidad extracontractual, donde generalmente y en virtud de lo previsto en el
artículo 2329 del Código Civil se ha aceptado la indemnización del daño moral, nuestro
legislador la ha establecido de manera expresa, además del daño emergente y del lucro
cesante, como excepción a la norma limitativa del artículo 2331 del mismo Código, como
puede verificarse en el artículo 40, inciso 2o , de la Ley Nº 19.733, publicada en el Diario
Oficial de 4 de junio del año 2001.

4º.- Que, por tanto, este disidente estima que la sentencia recurrida no ha vulnerado el
artículo 1556 del Código Civil al rechazar la pretendida indemnización de perjuicios por
daño meramente moral que deriva de responsabilidad contractual, razón por la cual el
recurso de casación en el fondo ha debido ser desestimado.

Redacción a cargo de la Ministra señora Herreros y de la disidencia, su autor.

Regístrese.

Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros Sres.
Jorge Rodríguez A., Sergio Muñoz G., Sra. Margarita Herreros M. y Sr. Juan Araya E. y
Abogado Integrante Sr. Hernán Álvarez G.

No firman el Ministro Sr. Rodríguez A. y el Abogado Integrante Sr. Álvarez G., no


obstante haber concurrido a la vista del recurso y acuerdo del fallo, por haberse acogido a
jubilación el primero y estar ausente el segundo.

Autorizado por el Secretario Sr. Carlos A. Meneses Pizarro.

Rol Nº 3.291-2005.

II. Sentencia de reemplazo

Santiago, doce de abril de dos mil siete.

En cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 785 del Código de Procedimiento Civil,


se dicta la siguiente sentencia de reemplazo.

Vistos:

Se reproduce la sentencia de primera instancia, con excepción de sus reflexiones


Vigésimo Tercera y Vigésimo Cuarta, que se eliminan.

Y teniendo en su lugar y además presente:


Las consideraciones contenidas en los fundamentos Décimo, Undécimo y Duodécimo
del fallo de segundo grado, que no quedaron comprendidos en la invalidación; los
motivos Quinto, Sexto, Séptimo y Octavo de la sentencia de casación que antecede y que
conforme es pacífico tanto en la doctrina como en la jurisprudencia, tratándose de
perjuicios morales, toca a los jueces regular prudencialmente su monto, se revoca la
sentencia de veintidós de septiembre de dos mil cuatro, escrita a fojas 182, y se condena
al demandado Cristián Michelle Zoffoli Guerra a pagar a la actora Luisa del Carmen Aros
González, a título de indemnización de perjuicios por daño moral, la suma de $5.000.000.

Acordada con el voto en contra del Ministro señor Rodríguez Ariztía, quien fue de
opinión de confirmar la aludida sentencia en virtud de las consideraciones expuestas en el
voto disidente del fallo de casación.

Regístrese y devuélvase, con sus agregados.

Redacción a cargo de la Ministra señora Herreros.

Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema por los Ministros Sres. Jorge
Rodríguez A., Sergio Muñoz G., y Sra. Margarita Herreros M. y Sr. Juan Araya E. y
Abogado Integrante Sr. Hernán Álvarez G. No firman el Ministro Sr. Rodríguez A. y el
Abogado Integrante Sr. Álvare z G., no obstante haber concurrido a la vista del recurso y
acuerdo del fallo, por haberse acogido a jubilación el primero y estar ausente el segundo.

Autorizado por el Secretario Sr. Carlos A. Meneses Pizarro.

Rol Nº 3.291-05.
2. PROCEDENCIA DE INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL EN MATERIA
CONTRACTUAL. DAÑO MORAL PURO. VOTO EN CONTRA

SUMARIO: El artículo 1556 del Código Civil no limita la reparación en materia


contractual al daño emergente y al lucro cesante, desde que no excluye al daño moral.
Procede, entonces, en la responsabilidad contractual la reparación del daño
extrapatrimonial cuando está ligado a un daño material y, si como sucede en la
especie, se trata de un daño moral puro, esté dicho daño acreditado, tenga un nexo
causal con el incumplimiento contractual y que el deudor, al incumplir su obligación,
haya podido preverlo o actuado con dolo o culpa grave. La voz daño que emplea la
disposición y que no se encuentra definida en la ley, corresponde según el Diccionario
de la Real Academia de la Lengua Española a todo detrimento, perjuicio, menoscabo,
dolor o molestia, es decir, a toda privación de bienes materiales e inmateriales o
morales y, porque como antes quedó consignado, lo preceptuado en el citado artículo
no excluye la consideración de otros perjuicios que no sean sólo los materiales.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en el Fondo

Rol: 4035-2001

Fecha: 03/09/2002

Cita Online: CL/JUR/109/2002

Parte s: Zamora, José con Alex Atalh Pinto

Voces: daño moral - derecho civil - responsabilidad civil - responsabilidad contractual

Legislación relacionada: Artículo 1556, artículo 2329 y artículo 2331 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, tres de septiembre de dos mil dos.

Vistos:

En estos autos del Quinto Juzgado de Letras de Viña del Mar, don José Zamora de la
Cerda demandó en juicio ordinario a don Alex, a don Eduardo y a doña Candela, todos de
apellidos Atalah Pinto, solicitando la resolución de un contrato de promesa de
compraventa de inmueble, celebrado por escritura pública de 8 de marzo de 1996, con
indemnización de perjuicios.
Por sentencia de 25 de abril de 2000, el juez de ese tribunal acogió la demanda y, en
consecuencia, declaró resuelto el contrato de promesa celebrado por las partes; ordenó la
restitución del inmueble objeto de ese contrato, en el mismo estado en el que fuera
entregado, incluidas las mejoras introducidas en él y condenó a los demandados a pagar,
solidariamente, una indemnización de perjuicios de $ 40.000.000 por concepto de daño
emergente, más reajustes e intereses, estos últimos a títulos de lucro cesante, y a pagar la
suma de $ 10.000.000 por concepto de daño moral.

Además, ordenó al actor restituir a los demandados la suma de $ 14.400.000,


correspondientes a las cuotas que recibiera en pago del precio acordado.

En lo pertinente, la Corte de Apelaciones de Valparaíso, por sentencia de 14 de agosto


de 2001, confirmó ese fallo, con declaración de que se acoge la demanda de
indemnización de perjuicios sólo en cuanto se manda pagar la cantidad correspondiente a
los intereses corrientes que habrían devengado las cuotas impagas correspondientes a
aquellas que se vencieron entre marzo de 1997 a abril del año 2000, correspondiente a la
fecha de expedición de la sentencia que se revisa y hasta su pago efectivo según
liquidación que practicará el Secretario en el cumplimiento de esta sentencia, añadiendo
que se confirma la cantidad de $ 10.000.000 por concepto de daño moral.

En contra de esta última sentencia, los demandados dedujeron recurso de casación en


el fondo. Se ordenó traer los autos en relación.

Considerando:

1 º . Que los errores de derecho e infracciones de ley denunciadas en el referido recurso


pueden resumirse del modo siguiente:

a) En primer término, los recurrentes consideran infringido el artículo 1545 del Código
Civil, señalando que el contrato de promesa de compraventa contiene una cláusula penal
en cuya virtud las partes avaluaron anticipadamente los perjui cios en la suma total de
$ 10.000.000 y que, sin embargo, los jueces desatienden ese pacto, concediendo al actor
una indemnización de perjuicios no sólo distinta sino que, inclusive, superior.

En seguida, aducen la infracción del artículo 1556 del Código Civil, en relación con su
artículo 2329 porque los jueces otorgan la indemnización de perjuicios comprendiendo en
ella un rubro por daño moral, en circunstancias que, según dicen, la ley prevé ese tipo de
indemnización sólo para casos de responsabilidad extracontractual.

Por ende, sostienen, no es procedente cuando se trata del incumplimiento o infracción


de un contrato.

Finalmente, los recurrentes consideran infringido el artículo 1552 del Código Civil,
argumentando al efecto que no han estado en mora de cumplir las obligaciones emanadas
del contrato de promesa si se tiene en cuenta que, a su vez, el demandante nunca podrá
cumplir con las suyas.
Aseveran en este punto que como el prometiente vendedor está casado en régimen de
sociedad conyugal, su cónyuge debió comparecer en el contrato, otorgando su
correspondiente autorización y no lo hizo, agregando que el inmueble que se promete
vender registra una prohibición de enajenar a favor de un tercero.

De este modo, concluyen, los jueces debieron acoger la excepción de contrato no


cumplido.

2o . Que, en lo relativo a las pretendidas infracciones de los artículos 1545 y 1552 del
Código Civil, ha de indicarse que, en su escrito de contestación, los demandados se
limitaron a sostener que habían cumplido las obligaciones que les imponía el contrato de
promesa y que la indemnización pretendida por el actor era improcedente, la del daño
material, porque en definitiva implica el cumplimiento del contrato, en circunstancias que
se demandó su resolución, y la del daño moral porque la ley sólo lo concede para los
casos de responsabilidad extracontractual.

Como se ve, en esa defensa nunca plantearon las alegaciones que ahora pretenden
esgrimir como los mencionados capítulos de impugnación en su recurso de casación en el
fondo.

Por lo tanto, es de toda evidencia que los recurrentes están haciendo valer alegaciones
nuevas, del todo improcedentes en un recurso de esta índole si se considera que,
conforme a lo previsto en el artículo 785 del Código de Procedimiento Civil, esta Corte
sólo puede pronunciarse, en definitiva, respecto de la cuestión que ha sido materia del
juicio.

3 o . Que la infracción del artículo 1556 del Código Civil que denuncia el recurrente y
que en su concepto no hace procedente la indemnización por daño moral en materia
contractual, pone de actualidad y de relieve un tema que por largo tiempo no fue objeto
de preocupación en nuestro Derecho, en razón de que siempre se consideró que el daño
moral proveniente de incumplimiento contractual no era resarcible, postura que a partir
de los tiempos modernos presenta cambios, vacilantes al comienzo pero que en los
tiempos actuales tanto la doctrina como la jurisprudencia la han ido aceptando,
uniformando criterios sobre esta materia.

4 o . Que la reparación de daño a que se refiere el citado artículo 1556 se entendió


siempre que comprendía el resarcimiento de solamente los daños materiales o
patrimoniales, atendido a que en su redacción los perjuicios comprenden el daño
emergente y el lucro cesante.

Este marco restrictivo que regulaba las indemnizaciones en el ámbito contractual tuvo
su principal sostenedor y defensor en el profesor Arturo Alessandri, cuyo criterio sobre la
materia se mantiene casi inalterable en las sentencias de los tribunales de justicia hasta
años recientes, como ocurre, por ejemplo, en una sentencia de la Corte de Apelaciones de
Concepción de 19 de enero de 1990, que funda su decisión de rechazo del daño moral en
materia de contratos en el texto del artículo 1556 del Código Civil, que sólo acepta el
daño emergente y el lucro cesante, fallo que quedó firme por haberse rechazado por esta
Corte Suprema recurso de queja en sentencia de 27 de agosto del mismo año ( Gaceta
Jurídica Nº 122, página 31).

5 o . Que sobre esta materia debe tenerse presente que nuestro Código Civil se inspiró
en numerosas materias de que trata en el Código de Napoleón, como son las relacionadas
con las obligaciones en general, entre ellas la que refiere la disposición del artículo 1556.

En esa época y en la fecha en que entró en vigencia el Código de Bello, hace ya casi un
siglo y medio, el daño resarcible sólo comprendía el perjuicio material o patrimonial,
único concebible o reconocido, en razón que el concepto de reparación del daño moral no
existía, por haberse elaborado y desarrollado mucho tiempo después, pudiendo decirse
que no estuvo en la mente de Bello ni en la de los legisladores del Código Civil francés,
como lo expresa doña Carmen Domínguez Hidalgo en su reciente obra sobre El Daño
Moral , tomo I, página 347; de modo entonces que la reparación de los rubros que
incorpora el artículo 1556 en su contenido eran todos los posibles a la fecha de su
redacción.

No puede afirmarse, por consiguiente, que las nuevas tendencias sobre reparación de
perjuicios extrapatrimoniales o daño moral surgidas después, proveniente de
incumplimiento de obligaciones contractuales, se entendieran excluidas de la referida
disposición por haberlo querido así su creador.

6o . Que la aceptación del daño moral comenzó a tener acogida en los casos de
responsabilidad extracontractual, ello porque la redacción de los artículos 2314 y
siguientes del Código Civil, al prescribir el primero que el que ha cometido un delito o
cuasidelito que haya inferido daño a otro, es obligado a la indemnización; y el segundo,
que todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otro, debe ser reparado por
éste, dieron cabida a una interpretación de estos textos que hacía posible, por los términos
de sus redacciones, a que el daño moral en esos casos fuera también materia de
resarcimiento.

En otros términos, la indemnización por daño moral estuvo respaldada en los textos
legales aludidos, haciendo posible su aceptación en la jurisprudencia nacional.

El profesor Arturo Alessandri sobre esta clase de responsabilidad extracontractual en


su conocida obra dice que la reparación comprende todo daño sufrido por la víctima,
moral y material, que sea una consecuencia necesaria y directa del delito o cuasidelito y
comprende, agrega, el daño emergente y el lucro cesante, los perjuicios previstos e
imprevistos y aun los futuros a condición de ser ciertos; pero no los indirectos, porque
entre ellos y el hecho ilícito no existe relación de causalidad (De la Responsabilidad
Extracontractual en el Derecho Civil Chileno , páginas 546 y 547).

7o . Que en el ámbito contractual, como ya antes se dijo, se consideró que la


indemnización por daños extrapatrimoniales no era posible y aceptable, criterio que se
mantuvo inalterable en gran parte del siglo pasado, al menos en nuestro derecho nacional,
y ello porque se entendió que el texto del artículo 1556 se refería únicamente a daños
patrimoniales, a perjuicios pecuniarios.
Este criterio de marco rígido ha ido evolucionando y como ejemplo de este cambio la
sentencia de 20 de octubre de 1994 de esta Corte Suprema, que rechaza un recurso de
casación de fondo deducido por una institución bancaria, acepta en general la
indemnización del daño moral en materia contractual al establecer, en síntesis, que la
norma del artículo 1556 del Código Civil no dispone que la indemnización sólo
comprenda o abarque los rubros de daño emergente y lucro cesante, que la ley no ha
prohibido que la indemnización por daño moral pueda invocarse fuera del ámbito de los
delitos o cuasidelitos, por el contrario, el artículo 544, en relación con el 539 y el 1544
del Código Civil, posibilitan esa clase de reparación de daños no patrimoniales, el uno en
las relaciones de familia y el otro en el área de las convenciones (considerandos 6o y 7o ).

La sentencia cita en su fundamento 9 o otros fallos de esta Corte que aceptan la


reparación del daño moral en incumplimiento de contratos, como son las de 3 de julio de
1951 y de 14 de abril de 1954, dictadas en recursos de casación de fondo (Rev. de D. y J
., tomo 91, págs. 100 a 105).

8 o . Que las referidas sentencias demuestran la tendencia natural y necesaria de las


ciencias en general de ir adaptándose a las necesidades y nuevos requerimientos de la
sociedad y que ha hecho que las ciencias del Derecho evolucionen constantemente para ir
dando satisfacción a las necesidades de justicia de los nuevos tiempos.

Esta actualización del Derecho, y particularmente de los cuerpos legales, se ha ido


consiguiendo o por la modificación de la legislación o por la reinterpretación de los
preceptos legales, los que nacidos bajo el imperio de doctrinas o concepciones del
Derecho que respondían a las necesidades de la época en que se dictaron, ahora, en los
tiempos actuales no responden o no satisfacen plenamente esas necesidades en los
términos que fueron concebidos, lo que ha hecho necesario buscar los caminos que las
hagan aplicables a los nuevos requerimientos sociales.

9 o . Que el legislador nacional no ha aceptado ni incorporado en el Código Civil o en


otros cuerpos legales, el resarcimiento del daño moral en general en el ámbito contractual
ni en los casos de responsabilidad extracontractual, no existiendo una definición de lo que
debe entenderse y comprender el daño moral ni una regulación del mismo.

Han sido la doctrina y la jurisprudencia las que han ido aceptando el resarcimiento del
daño moral respecto de los hechos ilícitos, existiendo hoy en día prácticamente
unanimidad en aceptarla en la cátedra y jurisprudencia en materia extracontractual.

Sin embargo, en el campo contractual tanto la doctrina como fallos de los tribunales
fueron reacios en aceptarla hasta gran parte del siglo pasado, observándose que tanto
estudiosos del Derecho como parte de la jurisprudencia recientemente han ido aceptando
el resarcimiento del daño moral en los casos de incumplimiento de obligaciones
contractuales, como lo demuestran los casos señalados en el fundamento undécimo de
este fallo.
10º. Que en la literatura jurídica nacional se advierte una marcada tendencia en este
último tiempo a incorporar en textos sobre responsabilidad civil el tema de la reparación
del daño moral proveniente de incumplimiento contractual.

Así, el profesor Fernando Fueyo Laneri en su obra Instituciones de Derecho Civil


Moderno afirma: Para mí es como un axioma que el concepto jurídico de daños abarca
toda forma de daños, esto es, tanto el patrimonial como el extrapatrimonial, agregando
que la jurisprudencia chilena ha tenido la oportunidad de recalcar que la palabra daño
comprende el perjuicio, dolor o molestia que se cause, por lo cual, interpretando este
vocablo en su sentido natural y obvio, debe entenderse que corresponde, además del
perjuicio pecuniario, el de carácter inmaterial que se ocasione por acto ajeno (página 69).

Sostiene que siendo el daño por esencia patrimonial y extrapatrimonial, del mismo
modo el daño moral juega tanto en la responsabilidad extracontractual como en la
contractual (página 71). Otros autores nacionales participan del mismo parecer, como
Leslie Tomasello Hart, en su estudio sobre El Daño Moral en la Responsabilidad
Contractual (Editorial Jurídica, 1969); Ramón Domínguez Águila en sus
"Consideraciones en torno al daño en la responsabilidad civil. Una visión comparatista" (
Revista de Derecho Universidad de Concepción , Nº 188, 1990); Ramón Domínguez
Benavente en "Comentarios de Jurisprudencia" (publicada en la antes citada Revista
Universitaria Nº 198) y recientemente doña Carmen Domínguez Hidalgo en su obra El
Daño Moral , dos tomos, Editorial Jurídica año 2000).

11 º . Que relacionado con lo antes consignado, el citado profesor Ramón Domínguez


Águila, en el prólogo a la citada obra de doña Carmen Domínguez Hidalgo, observa que
la idea de daño moral reparable se une en el derecho actual a la tendencia de hacer del
derecho civil el asiento de la consideración de la persona, como el primer valor que ha de
perseguir la regla jurídica, lo que implica, agrega, ampliar su concepto, para abarcar todo
atentado a diversos intereses, como la integridad corporal, la salud, el honor, la esfera de
intimidad, la integridad y estabilidad psíquica, etc.

La protección de estos atributos a que se refiere dicho autor están reconocidos y


garantizados en nuestra Carta Fundamental cuando prescribe que el Estado está al
servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común (artículo 1 º ) y
cuando en su artículo 19 asegura a todas las personas el derecho a la vida y a la integridad
física y psíquica de la persona, concepciones todas que tienen también aceptación en
Convenciones Internacionales ratificadas por Chile.

12º. Que las nuevas concepciones que sobre el resarcimiento del daño moral derivado
del incumplimiento de contratos se imponen en el Derecho actual, y la aceptación de esas
tendencias por la jurisprudencia de nuestros tribunales en estos últimos años, determinan
que el concepto de daño emergente que emplea la norma del artículo 1556 del Código
Civil, comprende no solamente el daño pecuniario sino también el extrapatrimonial o
moral, interpretación que no sólo es posible, sino que plenamente aceptable en su texto
actual del mencionado artículo, primero porque la voz daño que emplea la disposición y
que no se encuentra definida en la ley, corresponde según el Diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española a todo detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o
molestia, es decir, a toda privación de bienes materiales e inmateriales o morales y,
porque como antes quedó consignado, lo preceptuado en el citado artículo no excluye la
consideración de otros perjuicios que no sean sólo los materiales.

La sentencia de esta Corte de octubre de 1994 citada en consideraciones precedentes,


en su fundamento octavo, expresa al respecto que los bienes extrapatrimoniales de una
persona, como el honor y la fama, tienen un valor que de ordinario sobrepasa el de los
bienes materiales, con mayor razón si se trata de la salud o la integridad física o psíquica
y agrega que si la jurisprudencia ha dado cabida desde hace tiempo a la indemnización
exclusivamente moral respecto de los perjuicios a daños causados por un delito o
cuasidelito civil, no se divisa el motivo que justifique que se la niegue si la lesión a esos
intereses extrapatrimoniales procede de la defección culpable o maliciosa de uno de los
contratantes.

13º. Que aceptar un distinto tratamiento en sede contractual y extracontractual en la


materia que nos ocupa, conduce a situaciones absurdas, como sucede en los casos de
responsabilidad profesional médica, en que no resulta equitativo que si no existe vínculo
contractual entre el médico y su paciente proceda la indemnización del daño moral, pero
no si esa relación existe, cuando se ha contratado por éste los servicios de aquél.

El citado artículo 1556 del Código Civil, como ya quedó establecido precedentemente,
no limita la reparación en materia contractual al daño emergente y al lucro cesante, desde
que no excluye al daño moral.

Procede, entonces, en la responsabilidad contractual la reparación del daño


extrapatrimonial cuando está ligado a un daño material y si, como sucede en la especie,
se trata de un daño moral puro, esté dicho daño acreditado, tenga un nexo causal con el
incumplimiento contractual y que el deudor, al incumplir su obligación, haya podido
preverlo o actuado con dolo o culpa grave.

14º. Que, por tanto, no ha cometido el fallo el error de derecho que le atribuye el
recurrente, por haber aplicado válida y correctamente el artículo 1556 del Código Civil
que el recurso estima vulnerado.

Por estas razones y de conformidad, además, con lo previsto en los artículos 764, 767 y
772 del Código de Procedimiento Civil, se rechaza el recurso de casación en el fondo
interpuesto en lo principal de fojas 259.

Acordada con el voto en contra del Ministro Sr. Rodríguez, quien estuvo por acoger el
recurso de casación en el fondo en cuanto impugna la infracción del artículo 1556 del
Código Civil y dictar sentencia de reemplazo revocando el fallo de primer grado en
aquella parte que hace lugar a la indemnización por concepto de daño moral, rechazando
la demanda a este respecto y, por estimar que tal sentencia, al ordenar pagar una
indemnización a título de daño moral proveniente de responsabilidad contractual, ha
cometido error de derecho infringiendo el precitado artículo 1556 del Código Civil.

Tuvo para ello presente:


1º.- Que las obligaciones que nacen del concurso real de las voluntades de dos o más
personas, como en los contratos o convenciones, dan origen a responsabilidades. Una de
ellas es la de indemnizar los perjuicios que provengan de no haberse cumplido la
obligación contraída, o de haberse cumplido imperfectamente, o de haberse retardado el
cumplimiento.

De esta indemnización de perjuicios proveniente de la responsabilidad contractual,


como comúnmente se le denomina, trata el artículo 1556 de nuestro Código Civil.

Según esta norma legal, dicha indemnización de perjuicios comprende el daño


emergente y el lucro cesante, excepto en los casos en que la ley limita la indemnización,
en forma expresa, al daño emergente.

Por ejemplo, el artículo 1933 del Código Civil se refiere al evento que la cosa
arrendada adolezca de vicios que impidan hacer de ella el uso para que fue arrendada, en
cuyo caso el arrendador deberá indemnizar al arrendatario sólo el daño emergente, a
menos que el vicio haya sido conocido del arrendador al tiempo del contrato o que fuere
tal que debiera haberlo previsto o por su profesión conocerlo, caso en que se incluirá en
la indemnización, además, el lucro cesante.

Otro ejemplo lo contiene el artículo 1930 del Código citado, que establece que si el
arrendatario es turbado en el goce de la cosa arrendada a consecuencia de derechos que a
su respecto ejercitan terceros, tiene derecho a que se le indemnice de todo perjuicio, esto
es, el daño emergente y el lucro cesante; pero si la causa de tales derechos de terceros no
fue o no debió ser conocida del arrendador al tiempo del contrato, no será obligado el
arrendador a abonar el lucro cesante.

De allí que respecto de los perjuicios susceptibles de ser indemnizados cuando


provienen de responsabilidad contractual la norma del artículo 1556 citado es clara en su
sentido, lo que no permite desatender su tenor literal a pretexto de consultar un espíritu o
intención ajenos a lo allí expresado sin oscuridad alguna, como lo ordena el artículo 19
del Código Civil.

Aquella norma legal, mientras esté escrita en la forma como hoy lo está, sólo cabe al
juez aplicarla, sin que le sea permitido interpretarla para variar su sentido.

2º.- Que de lo dicho fluye que el denominado daño moral, esto es, el sufrimiento moral
o espiritual y no patrimonial, no es actualmente indemnizable cuando se le hace provenir
de una responsabilidad contractual, como ocurre en el caso de autos.

Así lo ha reconocido reiteradamente en nuestro país la doctrina y la jurisprudencia de


los tribunales.

Entre otros autores, puede ello verificarse en la obra de don Luis Claro Solar
Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado , Tomo II, números 1216 y
siguientes, Imprenta Nascimento, 1937, como también en la obra De la responsabilidad
extracontractual en el Derecho Civil chileno de que es autor don Arturo Alessandri
Rodríguez, Imprenta Universitaria, 1943, Nº 26.

Igualmente, en la monograña Aspectos de la indemnización de perjuicios por


incumplimiento del contrato , de don Sergio Gatica Pacheco, editada en 1959, páginas
144 a 147. Existe también jurisprudencia reiterada de nuestros tribunales en igual sentido:
Corte de Apelaciones de Santiago, 13 de agosto de 1935, Revista de Derecho y
Jurisprudencia , tomo 33, sección 1 a , pág. 331; Corte Suprema, 18 de abril de 1950,
Revista de Derecho y Jurisprudencia , tomo 47, sección 1 a , pág. 127; Corte de
Apelaciones de Santiago, 2 de diciembre de 1948, Revista de Derecho y Jurisprudencia ,
tomo 47, sección 1 a , pág. 127; Corte Suprema, 27 de agosto de 1990, Gaceta Jurídica ,
Nº 122, pág. 31.

3º.- Que aun tratándose de la indemnización de perjuicios en materia de


responsabilidad extracontractual, donde generalmente y en virtud de lo previsto en el
artículo 2329 del Código Civil se ha aceptado la indemnización del daño moral, nuestro
legislador la ha establecido de manera expresa, además del daño emergente y del lucro
cesante, como excepción a la norma limitativa del artículo 2331 del mismo Código, como
puede verificarse en el artículo 40, inciso 2 o , de la reciente Ley Nº 19.733, publicada en
el Diario Oficial de 4 de junio del año en curso.

4º.- Que, por tanto, este disidente estima que la sentencia recurrida, al confirmar en lo
pertinente la de primer grado, ha vulnerado el artículo 1556 del Código Civil al conceder
indemnización de perjuicios por daño meramente moral que deriva de responsabilidad
contractual, lo que ha influido sustancialmente en lo dispositivo de aquel fallo pues, de
aplicarse correctamente la norma legal citada, no podría haberse hecho lugar a tal suerte
de indemnización.

Redacción a cargo del Ministro Sr. Rodríguez.

Regístrese y devuélvase, con sus agregados.

Rol Nº 4.035-01.
3. RESPONSABILIDAD DEL ESTADO. NEGLIGENCIA EN EL DESARROLLO DE
LABORES ANEXAS A LA INTERVENCIÓN QUIRÚRGICA. INDEMNIZACIÓN
DEL DAÑO MORAL EN SEDE CONTRACTUAL. RESPONSABILIDAD DE LOS
SERVICIOS DE SALUD.

SUMARIO: Tanto en materia extracontractual, contractual y el régimen de


responsabilidad patrimonial del Estado, la indemnización por daño moral debe ser
incluida. En efecto, procede este resarcimiento en sede contractual en base a los
siguientes argumentos: a) el legislador acepta el daño moral: si bien se consideraba
que el artículo 1556 del Código Civil se refería solamente a los daños patrimoniales,
tal visión se encuentra superada por cuanto la norma no excluye el daño moral ni
dispone que la indemnización sólo abarque el daño emergente y el lucro cesante; b)
nueva doctrina jurisprudencial: A partir de sentencia de 20.10.1994, el Máximo
Tribunal impuso la nueva visión que acepta la indemnización del daño moral en sede
contractual; c) concepción del daño emergente: las nuevas doctrinas sobre el
resarcimiento, del daño moral, en sede contractual, entienden que el concepto de daño
emergente, empleado en el artículo 1556 comprende no solamente el daño pecuniario,
sino también el moral, conclusión que se deriva del alcance de la voz ,"daño" que usa
la disposición, que alcanza a todo detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o molestia,
esto es, a toda privación de bienes materiales, inmateriales o morales; d) aceptación
por la doctrina: los estudiosos del Derecho, como parte de la jurisprudencia,
recientemente han ido aceptando el resarcimiento del daño moral en los casos de
incumplimiento de obligaciones contractuales, tal como los profesores Abeliuk
Manasevich, Barros Bourie, Domínguez Águila, Domínguez Benavente, Domínguez
Hidalgo, Fueyo Laneri y Tomasello Hart; e) igualdad ante la ley: porque la
reparación del daño moral en sede contractual se fundamenta, también, en que los
bienes extrapatrimoniales de una persona tienen un valor que de ordinario sobrepasa
el de los bienes materiales, por lo que si la jurisprudencia ha dado cabida desde hace
tiempo a la indemnización exclusivamente moral respecto de los perjuicios o daños
causados con un delito o cuasidelito civil, no existe justificación para negarla si la
lesión a esos intereses extrapatrimoniales procede de la defección culpable o
maliciosa de uno de los contratantes, recordando que donde existe la misma razón,
debe existir la misma disposición. La interpretación en sentido contrario, superada en
la actualidad, mantenía una desigualdad injustificada, que podía constituir una
discriminación arbitraria, y f) el daño moral queda incorporado en el daño emergente,
ya que el legislador no ha distinguido entre los daños materiales y los morales, sino se
limitó a referirse al daño emergente y donde no distingue el legislador no es lícito al
intérprete hacerlo.

Efectivamente, se dice que algo es "emergente" cuando nace de otra cosa, de manera
que al emplear la ley el adjetivo emergente para calificar el sustantivo daño, estaba
queriendo decir que este daño provenía de ni haberse cumplido la obligación, de
haberse cumplido imperfectamente o de haberse retardado el cumplimiento.

Tribunal: Corte Suprema


Tipo de Recurso: Recurso de casación en el Fondo y Forma en conjunto.

Rol: 3591-2010

Fecha: 12/12/2012

Cita Online: CL/JUR/2818/2012

Partes: Gina González, Morales con Servicio de Salud Valparaíso San Antonio y otra

Ministros: Muñoz Gajardo, Sergio; Maggi Ducommun, Rosa María; Pfeiffer Ritcher,
Alfredo

Abogados Integrantes: Lagos Gatica, Jorge; Prieto Bafalluy, Alfredo

Redactor: Muñoz Gajardo, Sergio

Voces: daño emergente - daño moral - daños y perjuicios - derecho del trabajo -
derecho penal - derecho procesal - derecho procesal penal - indemnización -
responsabilidad civil - responsabilidad contractual - responsabilidad extracontractual

Legislación relacionada: Artículo 1556, artículo 1698, artículo 2314 y artículo 2329
Código Civil; artículo 4º Decreto con Fuerza de Ley Nº 1-19.653 de 17/11/2001
Ministerio Secretaría General de la Presidencia y Subsecretaría General de la
Presidencia fija texto refundido coordinado y sistematizado de la Ley Nº 18.575
Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado.

TEXTO SENTENCIA:

Santiago, doce de diciembre de dos mil doce.

Vistos:

En estos autos rol Nº 1.644-2006, seguidos en juicio ordinario sobre indemnización de


perjuicios, ante el Primer Juzgado Civil de Valparaíso, doña Gina González Morales
dedujo demanda en contra del Servicio de Salud Valparaíso San Antonio y en contra de
Normandía Martínez Díaz fundada en que con fecha 3 de agosto de 2004 fue intervenida
en el Hospital Van Buren de Valparaíso, dependiente de dicho Servicio, donde le fue
extirpado un tumor, operación que importó la pérdida de una trompa, tumor que al ser
analizado fue informado como "pseudo quiste inflamatorio en relación a un cuerpo
extraño (compresa). No hay signos de malignidad".

Afirmó la demandante que el 20 de agosto de 2002 había ingresado a dicho centro


asistencial pues presentada un embarazo gemelar de 38 semanas, desarrollándose la
intervención quirúrgica sin ningún tipo de problemas, la cual fue realizada por la doctora
Martínez. Agrega que en el mes de julio del año 2004 producto de un golpe que sufrió en
el abdomen comenzó a sufrir fuertes dolores por lo que se realizó una serie de exámenes
que dieron como resultados la posible existencia de un quiste, razón por la cual se operó
el 3 de agosto con el resultado señalado, y ello es así pues en la intervención del año 2002
le dejaron una compresa dentro de su cuerpo.

Expone que por la intervención del año 2004 pagó la suma de $ 500.000, precio que
fue cancelado en las oficinas de contabilidad del Hospital en cuestión.

En cuanto al derecho aplicable cita los artículos 6º, 7º, 19 Nº 1 y 38 de la Constitución


Política de la República; 1º, 21, 3º, 4º y 42 de la Ley de Bases de la Administración y,
finalmente, el artículo 2314 del Código Civil.

Finaliza solicitando sean condenados, en forma solidaria o simplemente conjunta, a las


sumas de $ 150.000.000 por concepto de daño material y $ 150.000.000 por concepto de
daño moral.

Al contestar el Servicio de Salud demandado solicita el rechazo de la acción intentada,


pues refiere que la atención médica recibida lo fue en virtud de un contrato de prestación
de servicios médicos celebrado entre al demandante y la obstetra Normandía Martínez, de
lo que se desprende que el vínculo que une a las partes es un contrato respecto del cual el
Servicio es un tercero y es en razón de ello que la pretensión resarcitoria es improcedente
respecto de su parte.

En relación con los hechos propiamente tal refiere que no existe relación de causalidad
entre la atención brindada y los daños subsecuentes.

En subsidio de lo anterior expone que los montos solicitados son absolutamente


desmesurados, más aún cuando la demandante había tomado la opción de ligarse las
trompas, con lo cual la alegación de verse afectado su derecho reproductivo es
inconsistente con lo pedido.

La demandada Normandía Martínez expuso en su contestación que efectivamente el


día 20 de agosto de 2002 atendió a la demandante pues ésta presentaba un embarazo
gemelar, razón por la cual realizó la cesárea correspondiente y además ligadura de
trompas.

En virtud de lo anterior es que su parte celebró dos contratos, el primero lo suscribe


con ella y es el relativo a las prestaciones médicas vinculadas a la cesárea y esterilización,
contrato que fue debidamente cumplido; y el segundo, lo suscribe con el Hospital y que
tiene por objeto que dicha institución le facilite todo el equipamiento y personal auxiliar
necesario para la ejecución de los procedimientos quirúrgicos, obligación que se extendía
al personal que participó, particularmente lo relativo a arsenalera, paramédicos y
anestesista.

Expone que las obligaciones de las cuales era titular se cumplieron correcta y
cabalmente, pues de hecho se extrajo a los gemelos y se ligaron las trompas.
Refiere que el procedimiento quirúrgico importa la utilización de compresas y que
según protocolo la contabilización de las mismas es de cargo de la arsenalera, quien debe
realizar la contabilización y luego que se afirmativamente la pregunta de si se encuentra
todo, el cirujano procede a terminar la operación, protocolo que ella cumplió.

Plantea que el estatuto legal aplicable es el de la responsabilidad civil contractual dado


lo dispuesto en los artículos 2118 y 2012 del Código Civil, toda vez que dichas normas
regulan los contratos de prestación de servicio y mandato. En lo que dice relación con la
responsabilidad del Hospital expone que tiene una obligación de seguridad que se traduce
en la colaboración y apoyo de los funcionarios del hospital que participan en la
operación, por lo cual la responsabilidad es del Servicio de Salud.

En base a lo anterior es que solicita el rechazo de la demanda.

Por sentencia de veintidós de julio de dos mil nueve, escrita a fojas 711, dictada por la
Juez Titular del tribunal aludido en el párrafo primero, se rechazó la demanda en todas
sus partes.

Apelado que fue el fallo, la Corte de Apelaciones de Valparaíso, en sentencia de siete


de abril de dos mil diez, escrita a fojas 860, la revocó y declaró en su lugar que se acoge
la demanda interpuesta sólo en cuanto se condena, solidariamente, al Servicio de Salud
Valparaíso San Antonio y a la doctora Normandía Martínez Díaz a pagar a la demandante
la suma de $ 30.000.000 por concepto de daño moral, con los reajustes e intereses según
se determinó, confirmándose en lo demás la aludida sentencia.

En contra de esta última decisión, la parte de Normandía Martínez y la del Servicio de


Salud de dedujeron recursos de casación en la forma y en el fondo y casación en el fondo,
respectivamente.

Se ordenó traer los autos en relación.

Considerando:

I. En cuanto al recurso de casación en la forma deducido por la parte de Normandía


Martínez Díaz.

Primero: Que la defensa letrada de Normandía Martínez Díaz basa su impugnación en


la causal contemplada en el numeral 5 del artículo 768 del Código de Procedimiento
Civil, en relación al artículo 170 Nº 4 del mismo cuerpo legal, consistente en haber sido
pronunciada la sentencia con omisión de las consideraciones de hecho y derecho que
sirven de fundamento a la sentencia.

Expone que en la sentencia que por esta vía se impugna no se señalan las razones por
las cuales no se considera la prueba rendida en estos autos, prueba que descarta la
responsabilidad de su parte en relación a su obligación de cerciorarse de la inexistencia
de compresas en el abdomen de la demandante al momento de la sutura, en efecto,
plantea que no se consideró la prueba testimonial que acreditaba que la realización de la
cirugía se llevó conforme a la praxis médica y que cumplió con su obligación de
preguntar si el conteo de compresas era el correcto.

Agrega que la exigencia del numeral 4 del artículo 170 del Código de Procedimiento
Civil no se satisface con la mera transcripción de las declaraciones, sino que se requiere
que la sentencia analice la prueba rendida.

En un segundo capítulo, dentro de la misma causal, expone el recurrente que la causal


se configura desde el momento en que el fallo adolece de consideraciones que expliquen
los principios de la lógica y máximas de experiencia por los cuales el informe pericial del
Servicio Médico Legal no fue considerado para la resolución del asunto controvertido.

Refiere que dicho informe concluyó que no era posible determinar a ciencia exacta el
momento en que la compresa fue dejada en la cavidad abdominal, atendida la
circunstancia de haber sido operada el día 20 de agosto de 2002, conclusión que no fue
desvirtuada en considerando alguno, por lo que claro queda la carencia de
fundamentación que explique la revocación.

Por último y como tercer capítulo de casación en la forma, sustentada en la misma


norma, expresa el recurrente que la sentencia tampoco señala las razones por las cuales
desestima la prueba que daba por acreditada la imposibilidad de determinar el momento
en que se produce el abandono de la compresa en la cavidad abdominal de la paciente,
ello pese a existir prueba testimonial que claramente estableció que era imposible
determinar la ocurrencia de dicho hecho.

Segundo: Que la impugnación que se formula en el recurso de nulidad formal tiene


como base central el hecho que los sentenciadores de segundo grado no habrían expuesto
en el fallo los fundamentos que tuvieron al momento de decidir como lo hicieron, pues
por un lado omitieron el análisis de la prueba testimonial y por otro no señalaron las
razones por las cuales desestimaron la conclusión del informe pericial emitido en su
oportunidad por el Servicio Médico Legal. Sin embargo, dichas afirmaciones no
encuentran correlato en el fallo impugnado pues de la simple lectura de los fundamentos
sexto a octavo, ambos incluidos, se desprende que los sentenciadores razonan y valoran
sobre la prueba rendida en la causa, cumpliendo así la obligación de fundamentación de
las decisiones judiciales, cuestión que subyace a la causal deducida, razón que conduce a
desestimar el vicio denunciado.

II. Recurso de casación en el fondo deducido por la parte de Normandía Martínez Díaz.

Tercero: Que el primer capítulo del recurso de nulidad sustancial denuncia la


infracción a los artículos 1698 y 1556 el Código Civil y señala que la sentencia de
segunda instancia alteró la carga de la prueba desde el momento que exigió a su parte el
acreditar un hecho que de conformidad a la ley correspondía a la contraria, cuestión que
importa una infracción de ley pues se la condena por hechos que no se pudieron vincular
causalmente con sus actuaciones.
Plantea que el artículo 1698 del Código Civil establece las normas generales sobre la
carga de la prueba, es decir, señala a qué parte corresponde acreditar los hechos
controvertidos alegados en juicio, de esta forma si la demandante alega la ocurrencia de
un hecho, será esa parte y no otra la que deba acreditarla, traduciéndose ello en que la
demandante debió acreditar el hecho generador del daño, la autoría y la casualidad entre
aquel y los daños alegados.

Expresa que la demandante no pudo acreditar que la compresa quedó en su cavidad


abdominal el día 20 de agosto de 2002, toda vez que sus propios testigos declararon que
no era posible, con los antecedentes quirúrgicos previos, afirmar ello, misma conclusión a
la que llegó el Servicio Médico Legal.

En este contexto la sentencia recurrida en el fundamento octavo señala que "no existe
ninguna prueba que tal hecho se haya producido con anterioridad a la intervención que se
le realizara por la Dra. Martínez el 20 de agosto de 2002", y agrega "y las demandadas no
han acreditado, fehacientemente, que el cuerpo extraño olvidado en la cavidad abdominal
de la actora hubiera ocurrido por otra circunstancia", de esta forma, expresa la recurrente
se ha invertido la carga de probar las circunstancias del hecho provocador del daño,
imponiendo a su parte la obligación de acreditar la inexistencia de la causalidad,
vulnerando con ello el artículo 1698 del Código Civil.

Agrega que, además, dicha conclusión importa una infracción al artículo 1556 del
Código Civil, toda vez que se condenó a su parte a indemnizar perjuicios, sin haberse
acreditado que fueran consecuencia de no haber cumplido sus obligaciones o haberlas
cumplido imperfectamente.

Lo anterior, refiere, importa una infracción que influye sustancialmente en lo


dispositivo del fallo razón por la cual deber ser anulado y en consecuencia rechazada la
demanda.

En un segundo capítulo denuncia que ha existido infracción a las leyes reguladoras de


la prueba, particularmente a los artículos 1700 y 1556 del Código Civil y 346 Nº 5 del
Código de Procedimiento Civil, ello pues en el fundamento décimo se concluye que fue
su parte la que no cumplió con la obligación de constatar que el recuento de compresas
efectivamente se hizo, y para arribar a dicha conclusión se basa en que no quedó
constancia de dicha situación en el protocolo operatorio, sin embargo, los testigos
presenciales declararon, en la investigación penal, que efectivamente había preguntado a
la arsenalera si se había efectuado dicho conteo, cuestión que se corrobora en el libro de
novedades del día 20 de agosto de 2002.

De lo anterior concluye que su obligación fue efectivamente cumplida.

Como tercer capítulo y final de recurso de nulidad sustancial expone que ha existido
error de derecho en la aplicación del artículo 1556 del Código Civil y este consiste en que
estableció la procedencia de la obligación de indemnizar el daño moral sin que para ello
exista fundamento alguno, más aún cuando la norma en comento no contempla al daño
moral como un ítem indemnizable, toda vez que dicha norma se encuentra inserta en
materia de responsabilidad contractual.

III. Recurso de casación en el fondo deducido por el Servicio de Salud Valparaíso San
Antonio.

Cuarto: Que el recurso de nulidad sustancial denuncia la infracción a las leyes


reguladoras de la prueba, cuestión que ocurre cuando, a criterio del recurrente,
inexplicablemente la sentencia de segundo grado desconoce el valor probatorio del
contrato celebrado entre el Servicio de Salud y el médico tratante de la actora para
atender pacientes de dicho carácter en el Hospital Carlos Van Buren, contrato que se
encuentra debidamente acompañado a los autos, además del "Convenio para la atención
de pacientes particulares", celebrado el día 12 de junio de 2002 entre la Dirección de
Hospital y la demandada.

Explica que el objetivo preciso de dicho convenio es habilitar a la Dra. Martínez para
la atención de sus pacientes, en el ámbito del ejercicio privado de su profesión liberal de
médico-cirujano, documentos que hacen plena fe, de conformidad con lo establecido en
el artículo 346 Nº 3 del Código de Procedimiento Civil en relación al artículo 1702 del
Código Civil, de que la atención de la paciente fue practicada dentro del ámbito jurídico
privado, por lo cual al resolver debió haber declarado que su parte no tiene deber ni
obligación de indemnizar por los hechos en que se hace consistir la demanda.

Agrega que para acoger la demanda los sentenciadores de segunda instancia parten de
un supuesto errado, cual es que el hospital en donde se desarrolló la intervención se
encontraba desarrollando una función pública como órgano del Servicio al cual
pertenece, hecho que resulta errado pues lo que existía era una relación privada entre la
Dra. y su paciente, error que conlleva a la aplicación de las normas de la Ley Nº 18.575,
Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado.

Refiere que un segundo error incurre cuando aplica el artículo 43 del D.S. Nº 987 de
1968 que regula el régimen de atención denominado de libre elección del antiguo
Servicio Médico Nacional de Empleados, cuando afirma que la atención de mayor
complejidad debía hacerse en las dependencias del también antiguo Servicio Nacional de
Salud, interpretando dicha norma como si fuera obligatorio que ella debiera hacerse
exclusivamente en esas dependencias, en circunstancias que lo regulado en dicha
disposición es la habilitación para que las autoridades y directivos de los Hospitales del
Servicio Nacional de Salud pudieran celebrar estos Convenios, que es justamente lo que
sucede en autos.

Concluye señalando que si la sentencia de segundo grado hubiera aplicado


correctamente el derecho y en virtud del principio "Iura Novit Curia" debió haber fallado,
rechazando la pretensión indemnizatoria en base a la normativa de responsabilidad
contractual, es decir, en base a las normas de los artículos 1437, 1545, 1547, 1556, 1557
y 1558 del Código Civil.
Quinto: Que para el análisis de los dos aspectos que comprende el recurso de casación,
corresponde a continuación referirse a los hechos establecidos en este proceso:

a) El día 20 de agosto de 2002 la actora ingresó al pabellón de maternidad del Hospital


Van Buren, perteneciente al Servicio Salud Valparaíso San Antonio, presentando
embarazo gemelar de 38 semanas, el que había sido controlado por la Dra. Normandía
Martínez Díaz durante todo el tiempo que duró la gestación, oportunidad en que la
mencionada facultativa le practicó una cesárea gemelar y una ligadura de trompas.

b) En la cirugía participaron funcionarios del mencionado hospital como el cirujano


ayudante, el anestesista, la arsenalera y la enfermera del pabellón.

c) Al interior del abdomen de la actora, con posterioridad al 20 de agosto de 2002, se


encontró un elemento extraño que resultó ser una compresa, la que fue absorbida por el
organismo, presentando ésta un peso de 830 gramos, superficie rugosa y heperémica y
parte de trompa uterina.

d) La ficha de protocolo del día 20 de agosto no da cuenta de haberse efectuado


recuento de gasas y compresas.

e) El día 19 de agosto de 2004 le fue extraída a la actora una compresa abdominal de


dos años de duración.

f) El año 1990 la demandada Martínez practicó una cesárea a la demandante.

g) El año 1990 la demandada Martínez dejó constancia de haber efectuado el recuento


de compresas.

Sexto: Que en relación al primer capítulo de impugnación planteado por la parte de


Normandía Martínez, esto es, la denuncia de haberse infringido las normas reguladoras
de la prueba se hace necesario señalar, como marco general, que la revisión de la forma
en que se han dado por establecidos los hechos por parte de los jueces de la instancia, al
conocer de un recurso de casación en el fondo, ha sido una tarea que muchos
ordenamientos no permiten, dejando definitiva e inmutablemente resuelta esta materia
conforme al juicio de los magistrados del mérito.

El sistema chileno, en lo referente al recurso de casación en el fondo, ha transitado


desde la imposibilidad de modificar los hechos a la aceptación jurisprudencial en materia
civil, pero esto solamente en el supuesto que los recurrentes denuncien infringidas las
normas que gobiernan la prueba. En efecto, no puede soslayarse la importancia de la
correcta aplicación de la ley en la determinación de los presupuestos fácticos materia
integrada por la noción de leyes reguladoras de la prueba, desde que sólo una vez fijados
aquéllos, procederá la determinación de la correcta aplicación de las normas sustantivas
que reglan el asunto sometido al conocimiento de los sentenciadores del fondo, pero en lo
cual resulta igualmente relevante el estricto cumplimiento de la legislación que regula,
con un carácter objetivo, los distintos aspectos que integran la actividad probatoria de las
partes y el tribunal.
Séptimo: Que de lo dicho con antelación se desprende que esta Corte, conociendo de
una nulidad de fondo, puede entrar a apreciar la forma como han sido fijados los hechos,
al precisar la correcta aplicación de las normas legales pertinentes a la prueba, pero para
ese exclusivo objeto: examinar la legalidad en la determinación de los hechos y, por lo
mismo, su validez. En consecuencia, la Corte Suprema no varía los hechos y sobre ellos
concluye una nueva decisión, sino que únicamente en el fallo de casación establece que
aquellos supuestos fácticos fijados erróneamente no permiten llegar a la determinación
adoptada por los jueces de la instancia en cuanto a la aplicación del derecho sustantivo.

En una labor anexa a ésta, fijando los hechos correctamente decide la litis conforme a
la normativa aplicable a esos nuevos supuestos fácticos establecidos válidamente, esto es,
en el fallo de reemplazo.

Para llegar a tal actuación compleja, que conforman la sentencia de casación y la de


reemplazo, es preciso que se conjugue la primera con la segunda decisión. En lo medular
se podrán variar los hechos asentados por los jueces del mérito, circunstancia que tendrá
lugar cuando se haya constatado la transgresión de normas que reglan la prueba.

Se les atribuye tal naturaleza a aquellas directrices o pautas fundamentales, impuestas


por la ley, que se encargan de determinar los diferentes medios probatorios, el
procedimiento y la oportunidad en que deben ofrecerse, aceptarse y rendirse las
probanzas, la fuerza o valor de cada medio y la manera como el tribunal debe
ponderarlos, importando verdaderas obligaciones y limitaciones dirigidas a ajustar las
potestades de los sentenciadores en dicho ámbito y, de esta forma, conducir a una
correcta decisión en el juzgamiento.

El legislador ha adoptado la decisión política básica y fundamental en cuanto al


sistema probatorio, el procedimiento y la ponderación, ajustarse a él es una obligación de
los magistrados. Ante tal determinación legislativa, su transgresión trae aparejada una
sanción, cual es su ineficacia, la que se declara mediante una acción de nulidad. Así, las
leyes reguladoras de la prueba en el sistema probatorio civil, cual es el caso, están
referidas: 1) a aquellas normas que instituyen los medios de prueba que pueden utilizarse
para demostrar los hechos en un proceso; 2) las que precisan la oportunidad en que
pueden valerse de ellos; 3) las que se refieren al procedimiento que las partes y el juez
deben utilizar para ofrecer, aceptar y aportar las probanzas al juicio; 4) a aquellas reglas
que asignan el valor probatorio que tiene cada uno de los medios individualmente
considerados, y 5) a las que disciplinan la forma como el sentenciador debe realizar la
ponderación comparativa entre los medios de la misma especie y entre todos los
reconocidos por el ordenamiento legal.

Empero, sólo a algunas de las normas relativas a la prueba se les reconoce el carácter
de esenciales respecto de la actividad probatoria y que es objetivamente ponderada por el
legislador para justificar la intervención del Tribunal de Casación, pues no quedan dentro
del criterio o decisión subjetiva de los magistrados que aquilatan los antecedentes, por
ello su conculcación se puede producir en las siguientes circunstancias: a) al aceptar un
medio probatorio que la ley prohíbe absolutamente o respecto de la materia de que se
trata; b) por el contrario, al rechazar un medio que la ley acepta; c) al alterar el onus
probandi o peso de la prueba, en quien queda radicada la carga de aportar los elementos
que acreditan los hechos que conforman la litis ; d) al reconocer a un medio de prueba un
valor distinto que el asignado expresamente por el legislador o hacerlo sin que se
cumplan los supuestos objetivamente determinados por el legislador; e) igualmente, a la
inversa, al desconocer el valor que el legislador asigna perentoriamente a un elemento de
prueba, cuando éste cumple efectivamente los supuestos legales, y f) al alterar el orden de
precedencia en que deben ser llamados los medios probatorios y que la ley les asignare,
en su caso.

Se excluye de la labor anterior la ponderación comparativa de una misma clase de


medio probatorio o de la apreciación que se realiza en conjunto de todos los medios. Esta
exclusión se justifica en el antecedente que la actividad jurisdiccional considera un
componente básico de prudencia en la decisión, por cuanto las determinaciones que
adoptan los jueces, sustentadas en aquellos preceptos —como se ha dicho—, le otorgan
libertad en la justipreciación de los diversos elementos probatorios, por lo que quedan al
margen del examen que se realiza por la vía de legalidad en la casación.

Octavo: Que constituye un factor mínimo de procedencia de la nulidad o de


trascendencia, que la errónea labor desarrollada por los magistrados de la instancia
repercuta o tenga consecuencias necesarias en la decisión. En efecto, en complemento de
la infracción de ley constatada respecto de las leyes que regulan la prueba, debe tenerse
presente, que aun cuando, efectuado al caso concreto el análisis precedente se constatara
la violación que la recurrente reclama, tal conclusión no es suficiente para arribar al
acogimiento del recurso en estudio, desde que se requiere forzosamente y de manera
adicional, la concurrencia de otra exigencia dispuesta por el legislador para su
procedencia, cual es, que la infracción de una norma que reúna las características
precedentes —de reguladora de la prueba— se verifique con influencia fundamental en lo
decisorio de la sentencia, esto es, que su correcta interpretación y aplicación conduzca a
modificar lo ya resuelto, puesto que, en caso contrario, la nulidad carecerá del fin que la
justifica.

El análisis de las normas que se denuncian violentadas debe observarse a la luz de lo


que se ha expresado y razonado precedentemente.

Noveno: Que al momento de analizar si los sentenciadores de segundo grado


incurrieron en el vicio denunciado, el cual específicamente dice relación con la inversión
de la carga de la prueba, se hace necesario determinar la naturaleza jurídica de las
obligaciones que se derivan de la relación que existió entre la actora y la demandada
Martínez, ello pues las normas sobre carga de la prueba son siempre iguales cualquiera
sea la fuente de responsabilidad y sólo se diferencian en atención al contenido de la
obligación o se modifican por la existencia de presunciones establecidas por el legislador.

En este sentido no cabe la menor duda que la médico tratante, el año 2002 se obligó a
realizar una intervención quirúrgica destinada, por un lado, a realizar una cesárea
gemelar, y por otro, la ligazón de trompas, propósitos médicos desarrollados con éxito, y
es por ello que el reproche que se le formula no está dado por el resultado mismo, sino
por haber sido negligente en el desarrollo de labores anexas a la intervención y que
derivó en haber dejado, luego de suturar, una compresa en el abdomen de la actora.

Lo anterior adquiere importancia pues permite diferenciar dos órbitas de obligaciones,


la primera de ellas vinculada a la cirugía propiamente tal, esto es, en tanto cesárea y
ligazón de trompas; y la segunda vinculada el procedimiento quirúrgico propiamente tal
del cual es responsable la profesional a cargo del procedimiento.

Décimo: Que en este contexto la obligación relativa al cumplimiento de los


procedimientos quirúrgicos y protocolos operatorios tiene como sujeto pasivo al médico
cirujano el cual deberá cumplir los mismos, lo que en términos de carga probatoria se
traduce en que debe probar haber satisfecho íntegramente dichos procedimientos y
protocolos, pues de no hacerlo nace a su respecto, y en el caso de haberse generado daño
con dicha conducta, la obligación de reparar el perjuicio que de ello se derive.

Lo anterior es justamente exigible, en términos de prueba, circunstancia que la


sentencia de segundo grado exige, por lo cual no incurre en el yerro que se le imputa,
debiendo entonces desestimarse la alegación.

Undécimo: Que la segunda impugnación realizada en el contexto de las leyes


reguladoras de la prueba deberá también ser desestimada y ello pues la misma se basa en
que la sentencia de segundo grado ha dado por acreditado el hecho de no haber realizado,
la demandada Martínez, el recuento de compresas, ello pese a existir prueba testimonial
que señalaba lo contrario, y será desestimado pues justamente lo que se impugna es la
valoración y ponderación que realizan los jueces, cuestión que tal como se señaló en el
párrafo final del fundamento séptimo queda excluido del control de esta Corte.

Duodécimo: Que la última de las alegaciones formulada por la defensa letrada de la


demandada señora Normandía Martínez dice relación con la infracción al artículo 1556
del Código Civil, en tanto haberse determinado la procedencia de indemnizar, sin que
existiese fundamento para ello, alegación que como ha quedado establecido de los
considerandos precedentes resulta improcedente, pues al no existir la vulneración a las
leyes reguladoras de la prueba, los hechos constitutivos de un ilícito civil se encuentra
debidamente acreditados y por consecuencia la obligación de indemnizar.

Decimotercero: Que la recurrente señala que el artículo 1556 del Código Civil no
contempla como perjuicio a indemnizar, el relacionado con el daño moral. Sin embargo,
tanto en materia extracontractual, contractual y el régimen de responsabilidad patrimonial
del Estado, dicho detrimento debe ser incluido, tanto por razón de igualdad ante la ley
como porque no existe disposición que lo excluya.

Por lo demás y en cuanto a la procedencia del daño moral en sede contractual, esta
Corte ha sustentado reiteradamente la doctrina de su pertinencia en los fallos de 20 de
octubre de 1994 y 16 de junio de 1997, publicados en la Revista de Derecho y
Jurisprudencia , Tomo 91, sección primera, página 100 y Tomo 94, sección tercera,
página 94, pero, en especial, en las sentencias de esta Primera Sala Civil de la Corte
Suprema de fecha cinco de noviembre de dos mil uno, tres de septiembre de dos mil dos,
veintiocho de noviembre de dos mil seis, once de abril, tres de julio, veintiocho de agosto
y veinticuatro de septiembre de dos mil siete, recaídas en los ingresos roles Nºs. 1.368-
00, 4.035-01, Nº 320-05, Nº 3.291-05, Nº 3.901-05, Nºs. 3.750-05 y 4.103-05, entre
otros, que representan una línea jurisprudencial de los Ministros que las suscriben. Los
fundamentos expresados para sostener la procedencia del daño moral en tales fallos, se
pueden resumir en las siguientes argumentaciones, según se ha dejado consignado en el
considerando trigésimo primero del último de aquellos:

"1.— Aplicación literal del artículo 1556 del Código Civil. El marco restrictivo que
imperaba en las indemnizaciones en el ámbito contractual y que nacía de la aplicación
literal del artículo 1556 del Código Civil, tuvo su principal sostenedor y defensor en el
profesor Arturo Alessandri, cuyo criterio sobre la improcedencia del daño moral en
materia contractual, se mantuvo casi inalterable en las sentencias de los tribunales de
justicia hasta años recientes. En el ámbito contractual se consideró que la indemnización
por daños extrapatrimoniales no era posible y aceptable y ello porque se entendió que el
texto del artículo 1556 se refería únicamente a daños patrimoniales, o perjuicios
pecuniarios, lo que no es así, pues no existe referencia a tal restricción o calificación en el
texto del artículo.

2.— Nueva doctrina jurisprudencial. El criterio de marco rígido evolucionó y como


ejemplo de este cambio, se encuentra la sentencia de 20 de octubre de 1994 de esta Corte
Suprema, que rechaza un recurso de casación de fondo deducido por una institución
bancaria que impugna la aceptación del daño moral en sede contractual, decisión que se
une a otros fallos de esta Corte en el mismo sentido, de 3 de julio de 1951 y de 14 de abril
de 1954, dictadas en recursos de casación de fondo ( Rev. de D. y J ., tomo 91, págs. 100
a 105).

3.— El legislador acepta el daño moral. No se ha excluido el daño moral por el


legislador. La norma del artículo 1556 del Código Civil no excluye el daño moral, como
tampoco dispone que la indemnización sólo comprenda o abarque los rubros de daño
emergente y lucro cesante. En efecto, no podría excluir el daño moral, puesto que la ley
no ha prohibido que la indemnización por daño moral pueda invocarse fuera del ámbito
de los delitos o cuasidelitos, por el contrario, el artículo 544, en relación con el 539 y el
1544 del Código Civil, posibilitan esa clase de reparación de daños no patrimoniales, el
uno en las relaciones de familia y el otro en el área de las convenciones.

4.— Concepción del daño emergente. Las nuevas doctrinas sobre el resarcimiento del
daño moral, derivado del incumplimiento de contratos, entiende que el concepto de "daño
emergente", que emplea la norma del artículo 1556 del Código Civil, comprende no
solamente el daño pecuniario sino también el extrapatrimonial o moral. Esta
interpretación que no sólo es posible, sino que plenamente aceptable en su texto actual
del mencionado artículo, primero porque la voz "daño" que emplea la disposición y que
no se encuentra definida en la ley, corresponde, según el Diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española, a todo "detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o
molestia", es decir, a toda privación de bienes materiales, inmateriales o morales y,
porque, como antes quedó consignado, lo preceptuado en el citado artículo no excluye la
consideración de otros perjuicios que no sean sólo los materiales.
5.— Aceptación por la doctrina. Los estudiosos del Derecho, como parte de la
jurisprudencia, recientemente han ido aceptando el resarcimiento del daño moral en los
casos de incumplimiento de obligaciones contractuales. El profesor Fernando Fueyo
Laneri en su obra Instituciones de Derecho Civil Moderno afirma: "Para mí es como un
axioma que el concepto jurídico de daños abarca toda forma de daños, esto es, tanto el
patrimonial como el extrapatrimonial", agregando que "la jurisprudencia chilena ha
tenido la oportunidad de recalcar que la palabra 'daño' comprende el perjuicio, dolor o
molestia que se cause, por lo cual, interpretando este vocablo en su sentido natural y
obvio, debe entenderse que corresponde, además del perjuicio pecuniario, el de carácter
inmaterial que se ocasione por acto ajeno" (página 69). Sostiene que siendo el daño por
esencia patrimonial y extrapatrimonial, del mismo modo el daño moral juega tanto en la
responsabilidad extracontractual como en la contractual (página 71). Otros autores
nacionales participan del mismo parecer, como Leslie Tomasello Hart, en su estudio
sobre El Daño Moral en la Responsabilidad Contractual (Editorial Jurídica, 1969); René
Abeliuk Manasevich, Las Obligaciones , Tomo II, Nº 892, páginas 789 y 790; Ramón
Domínguez Águila en sus "Consideraciones en torno al daño en la responsabilidad civil.
Una visión comparatista" ( Revista de Derecho Universidad de Concepción , Nº 188,
1990); Ramón Domínguez Benavente en Comentarios de Jurisprudencia (publicada en la
antes citada Revista Universitaria Nº 198) y recientemente doña Carmen Domínguez
Hidalgo en su obra El Daño Moral (Editorial Jurídica año 2000). Estableciendo ciertas
diferencias, también comparte esta procedencia Enrique Barros Bourie, en su obra antes
citada, páginas 335 a 345.

6.— Igualdad ante la ley. La sentencia de esta Corte de octubre de 1994, expresa al
respecto que los bienes extrapatrimoniales de una persona, como el honor y la fama,
tienen un valor que de ordinario sobrepasa el de los bienes materiales "con mayor razón
si se trata de la salud o la integridad física o psíquica", y agrega que si la jurisprudencia
ha dado cabida desde hace tiempo a la indemnización exclusivamente moral respecto de
lo perjuicios o daños causados por un delito o cuasidelito civil, no se divisa el motivo que
justifique que se la niegue si la lesión a esos intereses extrapatrimoniales procede de la
defección culpable o maliciosa de uno de los contratantes. Donde existe la misma razón
debe existir la misma disposición".

Fundamentos aquellos a los cuales la sentencia de veinticuatro de septiembre pasado,


ya indicada, agrega que "el razonamiento que el daño moral queda incorporado en el
daño emergente", ya que "el legislador no ha distinguido entre los daños materiales y los
morales, sino que se ha limitado a referirse al daño emergente, y donde no distingue el
legislador no es lícito al intérprete hacerlo", agregándose que reafirma esta interpretación
la definición dada de la voz emergente por el Diccionario de la Real Academia de la
Lengua Española y "según la cual se dice que algo es emergente cuando nace de otra
cosa. De forma que cuando el legislador empleó el adjetivo emergente para calificar el
substantivo daño, estaba queriendo decir, simplemente, que este daño provenía de no
haberse cumplido la obligación, de haberse cumplido imperfectamente o de haberse
retardado el cumplimiento" (Carmen Domínguez Hidalgo, El daño moral , Editorial
Jurídica, Tomo I, página 346, citando a Ruiz González, El transporte de pasajeros en la
doctrina y la jurisprudencia , Memoria de Licenciatura, año 1962)".
"Acudiendo a la norma de interpretación de la ley prevista en el artículo 24 del Código
Civil, como a lo dispuesto en el artículo 170 Nº 5 del de Procedimiento Civil e integrando
una falta de pronunciamiento del legislador del Código Civil, se puede sostener que
nuestro Estado ha establecido que es una República Democrática, cuyas características
fundamentales, a los efectos de resolver la presente causa, se encuentran en la
responsabilidad de todos los individuos y autoridades en un plano de igualdad, tanto ante
la ley, como ante la justicia, proscribiéndose cualquier discriminación proveniente del
establecimiento de diferencias arbitrarias, de forma tal que permitiendo expresamente la
Carta Fundamental la reparación del daño moral en el artículo 19 Nº 7 letra i), no se
observan fundamentos para excluirla en algunas materias específicas, que no sea
mediante una razonada justificación, como ocurre en el artículo 19 Nº 24, inciso cuarto,
en que el interés social impone limitar la indemnización al daño patrimonial
efectivamente causado, a quien se ve expuesto a la privación forzada de su propiedad
mediante un acto de autoridad, como es la expropiación. Estas premisas, además, del
principio de supremacía constitucional y aplicación directa de las normas de la Carta
Política, impone, entre sus efectos particulares, preferir la interpretación de los textos
legales en el sentido que mejor se cumpla con las disposiciones fundamentales del
Estado. En efecto, la responsabilidad en el Derecho constituye un principio general, el
que referido al Derecho Civil se plantea en el axioma que nadie puede dañar a otro sin
reparación, en el evento que no concurra una causal de justificación. Esta responsabilidad
en el Derecho Civil corresponde sea integral e igualitaria en su extensión, si no existen
argumentaciones concretas que ameriten establecer fundadas diferencias. Es por ello 'que
en función de la teoría de la unidad de la responsabilidad', la distinción actualmente
imperante respecto de la procedencia del daño moral en sede contractual y
extracontractual, resulta absurda (René Abeliuk Manasevich, Las Obligaciones , Tomo II,
Editorial Jurídica, página 789), contradicción y falta de congruencia que destacan la
mayoría los autores citados con anterioridad y que se pronuncian por la aceptación del
daño moral en sede contractual.

Una interpretación contraria mantiene una desigualdad injustificada y por lo tanto


puede constituir una discriminación arbitraria, por la falta de fundamentos de esta
diferencia, que a lo más llega a sustentarse sobre la base de una interpretación exegética y
literal, puesto que en el régimen del Código Civil, al regular la responsabilidad
extracontractual se dispone que, por regla general, se indemniza 'todo daño', según reza el
artículo 2329, al igual que en responsabilidad contractual, en el evento que se impute
dolo o culpa grave, que equivale al dolo, en el incumplimiento contractual, al señalar el
artículo 1558 que en ese evento se responde de 'todos los perjuicios'. De lo anterior se
sigue que el daño moral se encontraría excluido únicamente en sede contractual cuando la
ley exija culpa leve o levísima para justificar la responsabilidad de la parte incumplidora.
Incluso tal procedencia puede verse ampliada a todo evento en que, existiendo perjuicios
morales, una de las partes pruebe la concurrencia de hechos que permitan ser calificados
de culpa grave o dolo en el incumplimiento de otra de las partes, puesto que la ley no ha
impedido esta posibilidad, de tal forma que la diferencia descansaría más que en la ley en
la posibilidad que tengan las partes de aportar antecedentes fácticos que permitan
calificarlos en el sentido indicado y si se quiere extremar el argumento, la distinción
pasaría a radicar en la decisión concreta de los tribunales al efectuar la calificación de la
culpa. Lo injustificado de la diferencia anotada queda de manifiesto precisamente en
materias propias de la responsabilidad médica, pues ante la posible opción de
responsabilidades, resulta más beneficioso en la extensión del daño accionar por la vía
extracontractual, por la limitación que contemplaría la legislación en sede contractual, sin
que exista fundamentación plausible que avale tal distinción.

Esta visión integral del Derecho lleva a superar la exclusión del daño moral en la
responsabilidad contractual, limitando su procedencia a la justificación del mismo en los
casos concretos de que se trata".

De lo expuesto precedentemente se colige que la responsabilidad contractual, en el


caso de verificarse las exigencias legales, obligan al responsable a indemnizar tanto el
daño patrimonial como, asimismo, el daño moral.

Decimocuarto: Que, por su parte, el Servicio de Salud Valparaíso San Antonio ha


centrado su impugnación en denunciar la infracción a las leyes reguladoras de la prueba,
artículo 1702 del Código Civil y 346 Nº 3 del Código de Procedimiento Civil,
particularmente, en cuanto con el mérito de los antecedentes documentales debió haberse
dado por acreditada la existencia del convenio para la atención de pacientes particulares
que permitió que la actora se efectuara la intervención quirúrgica, pues a partir de esa
relación contractual lo obrado por la demandada le es inoponible.

Decimoquinto: Que como cuestión previa ha de tenerse en consideración que el


Servicio no cuestiona ni impugna el hecho que funcionarios de su dependencia, durante
su jornada laboral, intervinieron en la cirugía desarrollada el día 20 de agosto de 2002,
razón que lleva a sostener que debe el Servicio asumir la responsabilidad en que ellos
incurran, pues fue dicha institución la que los introdujo en el acto que genera el hecho
dañoso.

En el contexto de la responsabilidad patrimonial del Estado-Administrador, se está en


presencia de una falta personal de los funcionarios, la cual no es posible separarla de la
función desarrollada por el Servicio, circunstancia que importa se le vincule
imperativamente en la reparación de daño.

Decimosexto: Que el efecto directo de lo que se ha venido razonando es que en el


ámbito que se analiza a la luz de los hechos que sirven de base a la acción intentada la
responsabilidad patrimonial del Servicio se deriva de la ley misma, más allá del eventual
vínculo contractual que pudiese llegar a existir entre el administrado y el Estado.

Decimoséptimo: Que la alegación relativa al artículo 43 del D.S. Nº 987 de 1968 que
regula el régimen de atención denominado de libre elección del antiguo Servicio Médico
Nacional de Empleados, resulta ser impertinente pues no se trata de una norma legal, sino
reglamentaria por lo cual su eventual infracción no constituye vicio sustancial y, por
ende, no puede llevar a declarar la nulidad del fallo.

Decimoctavo: Que, finalmente, ha de señalarse que el principio iura novit curia ,


invocado por el Servicio en su recurso de nulidad sustantivo, hace referencia a la
vinculación que tiene el juez a la calificación jurídica que plantean las partes, en otros
términos, se trata de una manifestación del poder del juez para aportar el material jurídico
de la controversia, principio que no se encuentra recogido positivamente en nuestra
legislación procesal civil, a diferencia de lo que ocurre en legislaciones extranjeras como
la Alemana en donde en el apartado 2º del artículo 139 del ZPO (Zivilprozessordnung —
Ley procesal civil alemana) bajo la denominación "dirección material del proceso" señala
que: (1) "El tribunal, en la medida que resulte necesario, ha de tratar con las partes el
asunto litigioso, tanto desde el punto de vista jurídico como desde el fáctico, y ha de
procurar que las partes se expliquen íntegra y tempestivamente sobre todos los hechos
relevantes y, particularmente, que completen los datos insuficientes sobre las
pretensiones que han hecho valer, que propongan los medios de prueba y dirijan al
tribunal las peticiones oportunas. (2) El tribunal, salvo que se trata de una petición
accesoria, no puede dictar sentencia con fundamento en un punto de vista claramente
ignorado o considerado irrelevante por un aparte sin antes realizar a los litigantes la
oportuna advertencia o indicación y ofrecerles la oportunidad de realizar las alegaciones
que crea convenientes. Lo mismo será de aplicación cuando el tribunal valore un punto
de vista de forma diferente que ambas partes".

En términos muy similares se expresa la ZPO austriaca en su artículo 182 cuando


expresa: "El tribunal ha de tratar con las partes las alegaciones fácticas y jurídicas que
éstas hayan realizado. Salvo que se trate de una petición accesoria, el tribunal sólo puede
dictar sentencia con fundamento en un punto de vista claramente ignorado o considerado
irrelevante por una parte cuando haya tratado del asunto con las partes y les haya ofrecido
la oportunidad de realizar las oportunas alegaciones".

Por su parte y en el mismo sentido se expresan, por un lado, la Ley procesal francesa
que dispone en el artículo 12 del Nouveau Code de Procédure Civile , "El juez resolverá
el litigio conforme a las reglas de Derecho que resulten aplicables. Ha de dar a los hechos
y actos litigiosos su exacta calificación sin necesidad de sujetarse a la denominación que
las partes hayan propuesto", agregando el artículo 16.3 del mismo cuerpo legal que "No
podrá fundar su decisión en fundamentos de Derecho apreciados de oficio sin haber
invitado previamente a las partes a exponer sus observaciones"; y, por otro, la legislación
española en el artículo 218.1.II de la LEC de 2000 dispone que "El tribunal, sin apartarse
de la causa de pedir acudiendo a fundamentos de hecho o de Derecho distintos de los que
las partes hayan querido hacer valer, resolverá conforme a las normas aplicables al caso,
aunque no hayan sido acertadamente citadas o alegadas por los litigantes".

Decimonoveno: Que si bien nuestra legislación no recoge expresamente el principio en


análisis esta Corte en forma consistente, ya desde mediados del siglo pasado (en este
sentido ver Hunter Ampuero, Iván, " Iura novit curia en la jurisprudencia civil chilena",
Revista de Derecho , Universidad Austral de Chile, Vol. XXIII, Nº 2, Diciembre 2010,
pp. 197-221) ha planteado la plena aplicación del mismo, y ello es así pues la función
jurisdiccional consiste en la actuación del derecho en relación con los términos fácticos
en los que se plantea un conflicto jurídico entre partes, razón por la cual el tribunal goza
de libertad al momento de aplicar el derecho, cuestión que no significa que el
otorgamiento de la tutela jurisdiccional sea insusceptible de razonables
condicionamientos como lo son la imparcialidad del tribunal y el derecho a defensa, ello
pues si existiese algún riesgo de lesionar dichas garantías y derechos el órgano
jurisdiccional debe abstenerse en su actuar.

Vigésimo: Que por los fundamentos expresados procede rechazar el recurso, por no
concurrir los vicios denunciados.

Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en las normas legales citadas y
en los artículos 766 y 767 del Código de Procedimiento Civil, se rechaza el recurso de
casación en la forma y se rechazan los recursos de casación en el fondo, interpuestos en
lo principal de fojas 876 y en lo principal de fojas 868 y 876, respectivamente, sin costas
de ambos recursos, en contra de la sentencia de siete de abril de dos mil diez, escrita a
fojas 860.

Regístrese y devuélvase.

Redacción a cargo del Ministro Sr. Muñoz.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema, integrada por los Ministros Sr.
Sergio Muñoz G., Sra. Rosa María Maggi D., el Ministro Suplente Sr. Alfredo Pfeiffer
R., y los Abogados Integrantes Sr. Jorge Lagos G. y Sr. Alfredo Prieto B. Santiago, 12 de
diciembre de 2012.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

Rol Nº 3.591-2010.
CAPÍTULO IV DAÑO MORAL EN MATERIA LABORAL
A. TRIBUNAL COMPETENTE

1. TRIBUNAL CIVIL ES COMPETENTE PARA CONOCER DEMANDA DE


INDEMNIZACIÓN EXTRACONTRACTUAL POR DAÑO MORAL, AUN
CUANDO ESTÉ LIGADA A UN CONTRATO DE TRABAJO

SUMARIO: El artículo 69 de la Ley Nº 16.744, sobre Seguro Social contra Riesgos de


Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, al que se remite el artículo 420
letra f) del Código del Trabajo, prescribe que la víctima de alguno de estos eventos
podrá reclamar, "con arreglo a las prescripciones del derecho común", las otras
indemnizaciones a que tenga derecho, incluso la indemnización del daño moral sufrido
con motivo de ellos.

Ahora bien, si el tribunal civil es competente para conocer de las demandas de


indemnización por daño moral derivado de un accidente del trabajo, lógicamente
también lo es para conocer de otras indemnizaciones por daño moral derivadas de
una relación extracontractual, aunque ella esté ligada, en su origen, a un contrato de
trabajo, todo ello, por cierto, sin perjuicio de lo que dicho tribunal decida en cuanto a
la procedencia de la indemnización.

Obviamente, las prescripciones del derecho común son las relativas a cuestiones
civiles, en este caso extracontractuales, que deben ventilarse conforme a las normas
procesales del juicio ordinario.

Tribunal: Corte de Apelaciones de La Serena

Tipo de Recurs o: Recurso de Apelación

Rol: 1142-2006

Fecha: 06/10/2006

Cita Online: CL/JUR/3267/2006

Estado Procesal: Ejecutoriado, sin recurso posterior interpuesto

Partes: Ramírez Martínez, Marcelo contra Brinks Chile

Redactor: Cabrera Cifuentes, Santiago Augusto


Voces: accidente de trabajo - daño moral - derecho civil - derecho del trabajo -
empleador - responsabilidad civil - responsabilidad contractual - responsabilidad del
empleador - seguridad social

Legislación relacionada:Artículo 69 Ley Nº 16.744 ; artículo 10 Código Orgánico de


Tribunales; artículo 19 Nº 4 Constitución Política de la República de Chile y artículo
24 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA

La Serena, seis de octubre de dos mil seis.

Vistos:

Se reproduce la sentencia apelada, de fecha diez de julio de dos mil seis, escrita a fojas
42, y teniendo además presente:

Primero: Que en sede laboral, en causa Rol Nº 71-05 del Juzgado del Trabajo de La
Serena, que conoció del reclamo por despido injustificado e indemnización por el daño
moral eventualmente sufrido por don Marcelo Horacio Ramírez Martínez con motivo de
la causal del despido del que fue objeto por su ex empleador Brinks Chile S.A., esta
última parte opuso la excepción de incompetencia de dicho tribunal para conocer de una
pretensión fundada en perjuicios de la naturaleza referida, esto es, daño moral, como
consta del considerando primero del fallo cuya copia autorizada se acompañó a fojas 8 de
autos.

Segundo: Que el tribunal laboral acogió dicha excepción y se declaró incompetente


para conocer lo relativo a la indemnización del eventual daño moral sufrido por el
trabajador con motivo de las circunstancias invocadas para el despido, puesto que esta
materia no está comprendida entre las que menciona el artículo 420 del Código del ramo,
que regula su competencia (Considerando tercero y decisión I de la parte resolutiva del
fallo que en copia autorizada se agrega a fojas 7 de autos).

Tercero: Que, ahora en sede civil, la demandada Brinks Chile S.A. vuelve a oponer la
misma excepción, aduciendo como primera causal de incompetencia "que el daño moral
pretendido deriva necesariamente de un hecho emanado de la relación contractual"
(laboral).

Cuarto: Que, como se expresa en el fallo en alzada y lo señala el apelado en su libelo


de fojas 1, su demanda se funda en los perjuicios sufridos no por el hecho del despido,
sino por los ocasionados a él y a su grupo familiar por el con tenido de la imputación que
sirvió de causal del término de la relación laboral, esto es, por haber sido supuestamente
sorprendido teniendo relaciones sexuales con una compañera de trabajo en un vehículo
del empleador y en horario laboral, imputaciones que estima falsas, toda vez que no
fueron acreditadas durante el curso del juicio del trabajo.
Es decir, no obstante la cita legal que hace el actor en su demanda, ésta claramente se
funda en la eventual responsabilidad extracontractual de la empresa empleadora.

Quinto: Que la pretensión del apelante en el sentido de que no era competente para
conocer de una demanda de indemnización del daño moral el tribunal especializado del
trabajo, ni tampoco lo sería el ordinario civil, no se condice con nuestra estructura
jurídica, en particular con la inexcusabilidad de intervención establecida en el inciso
segundo del artículo 10 del Código Orgánico de Tribunales, y la norma que establece la
facultad jurisdiccional de los tribunales establecidos por la ley, consagrada en su artículo
1º .

De aceptarse la alegación de la apelante en el sentido de que no existe un tribunal al


que expresamente la ley le encargue conocer de demandas de indemnización por daño
moral ligadas a una relación laboral ya terminada, sería ilusorio, entre otros derechos, la
garantía constitucional establecida en el Nº 4o del artículo 19 de la Constitución Política
de la República de Chile.

Sexto: Por lo demás, si alguna duda hubiera respecto de qué tribunal es competente
para conocer esta materia, ella debería dilucidarse del modo que más conforme parezca al
espíritu general de la legislación y a la equidad natural, como lo dispone el artículo 24 del
Código Civil.

Ahora bien, el artículo 69 de la Ley Nº 16.744, sobre Seguro Social contra Riesgos de
Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, al que se remite el artículo 420
letra f) del Código del Trabajo, prescribe que la víctima de alguno de estos eventos podrá
reclamar, "con arreglo a las prescripciones del derecho común", las otras
indemnizaciones a que tenga derecho, incluso la indemnización del daño moral sufrido
con motivo de ellos.

Ahora bien, si el tribunal civil es competente para conocer de las demandas de


indemnización por daño moral derivado de un accidente del trabajo, lógicamente también
lo es para conocer de otras indemnizaciones por daño moral derivadas de una relación
extracontractual, aunque ella esté ligada, en su origen, a un contrato de trabajo, todo ello,
por cierto, sin perjuicio de lo que dicho tribunal decida en cuanto a la procedencia de la
indemnización.

Obviamente, las prescripciones del derecho común son las relativas a cuestiones
civiles, en este caso extracontractuales, que deben ventilarse conforme a las normas
procesales del juicio ordinario.

Séptimo: Que lo propio cabe señalar (que el actor se funda, no en el contrato de trabajo
sino en las consecuencias que le ocasionó la imputación que se le hizo como causal de
término del mismo), respecto de lo que en el escrito de apelación se consigna como
segunda causal de incompetencia: la circunstancia que en nuestro derecho laboral no se
contempla la indemnización del daño moral sino sólo para el caso de accidentes del
trabajo, y que no se pueden aplicar supletoriamente las normas del Código Civil, toda vez
que existe un Código especializado, como es el del Trabajo, que debe aplicarse
preferentemente en virtud de lo establecido en los artículos 4 o y 13 de aquél.

En el fondo, esta segunda causal de incompetencia es la misma que se formuló como


primera causal, y valen a su respecto las consideraciones precedentes.

A mayor abundamiento, cabe considerar que es la sola imputación no probada de


conducta sexual indebida la que invoca el demandante en su libelo, imputación que pudo
haberse formulado con las consecuentes responsabilidades civiles y penales sin que jamás
hubiese mediado un contrato de trabajo.

De lo anterior se concluye que, definitivamente, no es competente el juzgado laboral, y


corresponde remitirse a las reglas del derecho común, porque en nuestro ordenamiento no
es posible concebir un conflicto de orden jurídico que no pueda ser resuelto por falta de
una norma expresa de competencia (artículos 1 o y 3 o del Código de Procedimiento
Civil), lo que nos conduce a concluir que es competente en este caso el tribunal a quo .

Octavo: El tema de la procedencia de la indemnización del daño moral eventualmente


ocasionado por un despido laboral injustificado, fundado en una causal que afecta la
honorabilidad y estabilidad familiar de un trabajador, ya ha sido resuelto judicialmente y
abordado por la doctrina.

Así, en sentencia de 12 de diciembre de 1997, de la I. Corte de Apelaciones de


Concepción ( Revista Chilena de Derecho , vol. 25 Nº 2, pp. 431-445 (1998), Sección
Jurisprudencia) se resolvió que la imputación no probada en cuanto a que el trabajador
despedido habría incurrido en la causal de exoneración de falta de probidad, invocada por
el empleador Banco del Estado de Chile, daba derecho a aquél no sólo a las
indemnizaciones tarifadas por años de servicio con más los recargos legales establecidos
por la ley, sino también, por la vía del derecho común, a las indemnizaciones por
perjuicios extracontractuales sufridos por el actor.

Concretamente, en el motivo Décimo de ese fallo, consignó la Corte referida que


corresponde "examinar el hecho de que se hubiesen pagado al trabajador señor Céspedes,
hoy actor en esta causa, en el juicio indemnizatorio de perjuicios por daños materiales y
morales las prestaciones ya referidas, es especial la indemnización por años de servicio,
más los reajustes del 25% como se anotó más arriba, por no haber probado el Banco del
Estado en sede laboral, la causal de falta de probidad para despedir, esto es, los hechos o
causales que la configuraban, si puede iniciar ante los Tribunales ordinarios la referida
acción indemnizatoria mencionada. O, en su caso, por el pago anotado no tendría derecho
el Sr. Céspedes a deducir la acción ordinaria indemnizatoria, por responsabilidad
extracontractual, según el artículo 2314 del Código Civil".

Luego manifiestan los sentenciadores en su considerando Undécimo que "igualmente


tiene presente esta Corte, que esta causa consiste en una materia netamente civil, como lo
es la indemnizatoria de perjuicios, por daños materiales y morales, originada por no
haberse probado en una causa laboral las faltas de probidad que se le imputaron al Sr.
Céspedes para ser despedido, por parte del Banco del Estado, y que no se trata por lo
tanto de una cuestión suscitada entre el trabajador o su empleador o viceversa, por la
aplicación o no aplicación de las normas laborales o estipulaciones contenidas en un
contrato de trabajo".

Por su parte, el profesor de Derecho Civil de las Universidades de Concepción y del


Desarrollo don Ramón Domínguez Ávila, comentando el fallo parcialmente citado, en
artículo publicado en la misma Revista Chilena de Derecho, se pregunta si un trabajador
que ha sido despedido sin causa justificada, de acuerdo a lo resuelto en juicio laboral, y
que ha recibido el pago de la denominada "indemnización por años de servicios", puede
pretender que se le reparen los daños que le causa ese despido.

Y, coincidiendo con el criterio sostenido por la Corte de Concepción en el fallo


referido, concluye que el trabajador no queda privado del derecho a demandar la
reparación del daño moral que un despido injustificado le ha causado, en particular si la
causal esgrimida es de aquellas que ofenden el honor y la integridad del dependiente,
daño que no queda resuelto con el pago de una indemnización laboral, como es la tarifada
por antigüedad, que no tiene como fundamento el principio de la reparación integral de
los daños, admitido generalmente como base de todo sistema de responsabilidad civil.

Noveno: Las argumentaciones precedentes no importan de manera alguna


prejuzgamiento acerca de la cuestión de fondo relativa a la procedencia de la
indemnización civil demandada en este caso por el trabajador, ya que lo que motiva el
recurso y nos ocupa ahora es únicamente el problema de derecho orgánico relativo a cuál
es el tribunal competente, y esta Corte, estimando que un trabajador que ha obtenido en
sede laboral una indemnización por años de servicios, no está privado de demandar los
perjuicios patrimoniales o morales que pudo haberle ocasionado una causal que afecta su
honorabilidad y que no fue acreditada en su oportunidad, debe en este instante decidir
cuál es el tribunal competente para conocer la demanda, concluyendo, sin lugar a dudas,
que es el tribunal civil que actualmente conoce la causa.

Décimo: Finalmente, tampoco prosperará la argumentación consignada como tercera


causal de incompetencia, en el sentido de que la responsabilidad extracontractual sólo
existe cuando entre las partes no ha existido relación contractual alguna, lo que no
ocurriría en el caso de autos, en que sí hubo un contrato de trabajo.

Esta es una excepción de fondo, que el apelante deberá oponer en la oportunidad


procesal correspondiente, y que no tiene relación alguna con lo que se discute en esta
sede, como es la competencia o incompetencia del tribunal civil para conocer de esta
causa.

Por lo expuesto y atendido lo establecido en las normas legales citadas, se confirma,


sin costas del recurso, por estimarse que hubo motivo plausible para alzarse, la sentencia
de fecha diez de julio del año dos mil seis, escrita a fojas 42.

Se previene que la Ministro Sra. Maldonado estuvo por confirmar la resolución apelada
sólo teniendo presente que lo perseguido en autos es determinar si el despido
injustificado padecido por el actor es fuente de la indemnización por daño moral que se
pretende, revisado en la perspectiva de la aplicación de las normas del Código Civil.

Regístrese y devuélvase.

Redacción del Abogado Integrante don Santiago Augusto Cabrera Cifuentes.

Rol Nº 1.142-06.
2. TRIBUNAL LABORAL CARECE ABSOLUTAMENTE DE COMPETENCIA
PARA PRONUNCIARSE RESPECTO DE DAÑO MORAL RECLAMADO POR EL
TRABAJADOR

SUMARIO: Atendido lo dispuesto por el artículo 420 del Código del Trabajo, el
Tribunal en lo laboral carece absolutamente de competencia para conocer y pronunc
iarse sobre la procedencia del daño moral emanado de un delito o cuasidelito civil.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Rancagua

Tipo de Recurso: Recurso de apelación

Rol: 3659-2000

Fecha: 20/07/2001

Cita Online: CL/JUR/466/2001

Partes: Héctor Domínguez Vargas con Sociedad del Monte Fresh Produce S.A.

Estado Procesal: Ejecutoriada, Corte Suprema rechazó casación en el fond o (3157-


2001)

Ministros: Retamales Reynolds, Héctor

Abogados Integrantes: Márquez Maldonado, Mario; Jerez Miqueles, Víctor

Redactor: Márquez Maldonado, Mario

Voces: actuacion de oficio - despido - despido sin causa - falta de probidad -


ultrapetita.

TEXTO SENTENCIA

Rancagua, veinte de julio de dos mil uno.

Vistos:

Se reemplaza el considerando quinto por el siguiente: Que el demandante como prueba


confesional citó al representante de su contraparte a absolver posiciones al tenor del
pliego de fojas 118 sin que el mismo compareciese, pese a estar legalmente notificado de
la resolución pertinente. Conforme a ello y a lo dispuesto por el inciso final del artículo
445 del Código del Trabajo, el sentenciador presume como efectivos los hechos
categóricamente afirmados en el citado pliego. De esta manera se presumen como ciertos
los siguientes hechos: Que don Claudio Contreras Poblete era el representante legal y
Gerente Zonal de la demandada a la época de los hechos imputados al actor: que el
propio Sr. Contreras Poblete despidió al demandante; que el despido se fundó
imputándose al actor la sustracción de dinero de su empleadora; que el absolvente no le
consta personalmente la sustracción de dineros indicada; que la entidad empleadora
dedujo querella criminal en contra del actor; que el actor jamás confesó o reconoció ser
autor de la sustracción indicada; que la conducta laboral del actor fue siempre
irreprochable; que en el desempeño de su puesto, el demandante no manejaba dineros,
cheques ni otros valores de la empresa; que los pagos a proveedores y el manejo del
talonario de cheques correspondía al Tesorero; que los diez años servidos a la empresa, el
actor jamás fue objeto de reproches por falta de probidad o de honradez en su labor; que
el actor restituyó los dineros cuya sustracción se le imputa, consignándolos en la cuenta
del Tribunal; que en reunión con todo el personal de la empresa se comunicó que el actor
había sido despedido por falta de probidad.

Se suprimen los considerandos décimo, undécimo y duodécimo.

Y teniendo además presente:

Primero: Que el demandante en su libelo de fojas 1 solicita entre otras peticiones, se


condene a la demandada a pagar la suma de $ 40.000.000, como consecuencia del daño
moral que le infringió con la imputación mañosa de la causal del Nº 1 del artículo 160 del
Código del Trabajo.

Segundo: Que la sentencia de primer grado acoge parcialmente la petición indicada


condenando a la demandada a pagar por concepto de indemnización por daño moral, la
suma de $ 20.000.000.

Tercero: Que la invocación maliciosa o temeraria de la causal del Nº 1 del artículo 160
del Código del Trabajo, constituye una especie de delito o cuasidelito civil, por lo que,
radicándose en sede extracontractual, se rige por las normas de los artículos 2314 y
siguientes del Código Civil.

Cuarto: Que atendido lo dispuesto por el artículo 420 del Código del Trabajo, el
Tribunal en lo laboral carece absolutamente de competencia para conocer y pronunciarse
sobre la procedencia del daño moral emanado de un delito o cuasidelito civil.

Quinto: Que no altera la conclusión precedente la circunstancia de que el demandado


en su escrito de contestación de fojas 12, no haya opuesto la excepción de incompetencia,
ya que conforme a lo dispuesto en el artículo 182 del Código Orgánico de Tribunales, la
prórroga de competencia sólo procede entre tribunales ordinarios, carácter del que
carecen los tribunales especiales como lo son los Juzgados del Trabajo.

Sexto: Que conforme a lo antes expuesto y sin perjuicio de los derechos que
correspondan al actor en sede ordinaria, se revocará la sentencia en cuanto condena a la
demandada, Sociedad Del Monte Fresh Produce a pagar al actor una indemnización por
daño moral la suma de $ 20.000.000.
Y vistos, además, lo dispuesto por los artículos 463, 465, 466, 467, 468, 469, 471 y
473 del Código del Trabajo y 186, 187, 191, 193 y 195 del Código de Procedimiento
Civil, se declara en consecuencia que se revoca la sentencia apelada de 30 de marzo de
2001, escrita a fojas 121, sólo en cuanto se condena a la demandada Sociedad Del Monte
Fresh Produce a pagar al demandante Héctor Domínguez Vargas, una indemnización por
daño moral de $ 20.000.000 y en su lugar se declara que no se hace lugar a la petición de
daño moral formulada en la demanda a fojas 1, confirmándosele en lo demás.

Regístrese y devuélvase.

Redacción del Abogado Integrante don Mario Márquez Maldonado.

Dictada por la Segunda Sala, formada por el Ministro Titular señor Héctor Retamales
Reynolds y por los Abogados Integrantes señores Mario Márquez Maldonado y Víctor
Jerez Miqueles.

Rol Nº 3.659.
3. INDEMNIZACIÓN ADICIONAL POR DAÑO MORAL NO PROCEDE EN SEDE
LABORAL

SUMARIO: No ha existido error de derecho en la sentencia en examen al decidirse el


rechazo de la indemnización por daño moral fundada en el incumplimiento por parte
del empleador de las obligaciones contractuales, pues, como lo ha sostenido
reiteradamente la Corte Suprema, esta indemnización adicional no procede en sede
laboral en atención a que el legislador ha contemplado expresamente los
resarcimientos específicos que son consecuencia del término de la relación laboral,
máxime que en este caso, ella se produjo por la trabajadora, en conformidad con el
artículo 171 del Código del Trabajo.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Rec urso: Recurso de casación en la Forma y en el Fondo

Rol: 3220-2005

Fecha: 25/10/2005

Cita Online: CL/JUR/892/2005

Partes: Aguilera Laveyne, Bella con Multinegocios S.A. y otros

Ministros: Segura Peña, Nibaldo; Pérez Zañartu, José Luis; Marín Vallejo, Urbano;
Benquis Camhi, José; Álvarez Hernández, Orlando

Voces: derecho del trabajo - despido - indemnizacion

Legislación relacionada: Artículo 171 Código del Trabajo.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, veinticinco de octubre de dos mil cinco.

Vistos y teniendo presente:

Primero: Que en conformidad a lo dispuesto en el artículo 782 del Código de


Procedimiento Civil, se ordenó dar cuenta de los recursos de casación en el fondo
deducido a fojas 204 y 210.

I.- En cuanto al recurso de casación en el fondo de fojas 204:

Segundo: Que las demandadas denuncian el quebrantamiento de los artículos 4o , 160


Nº 1 letra b), 171 y 455 del Código del Trabajo sosteniendo, en síntesis, que la sentencia
incurrió en error de derecho al dar por configurada la causal de despido indirecto, por
cuanto doña Rosalía Manríquez no tenía el carácter de encargada o jefa de la sucursal de
la empresa de Lebu, aplicándose con ello erróneamente el artículo 4o del Código del
Trabajo. Por otro lado, la prueba rendida era insuficiente para acreditar tal calidad, y si se
hubiese valorado, conforme a las reglas de la sana crítica, debió necesariamente
demostrar que la señora Manríquez no era la representante de la empleadora, pues no se
probó que cumpliere habitualmente labores de dirección y administración de la oficina.

Tercero: Que en la sentencia impugnada se establecieron como hechos, en lo


pertinente:

Que existió relación laboral entre las partes.

Que el 4 de noviembre de 2003 a las 8:45 horas, la demandante al reincorporarse a sus


funciones, en la sucursal Banefe de Lebu, fue agredida por su compañera de labores, a
esa fecha jefe y encargada de la sucursal, doña Rosalía Manríquez, resultando con
lesiones leves, contusión de hombro y brazo derecho, siendo condenada a una
amonestación como autora de lesiones leves contemplada en el artículo 494 Nº 5 del
Código Penal.

Que se acreditaron los fundamentos fácticos de la causal invocada por la demandante


para el término de la relación laboral y fundada en el artículo 160 Nº 1 letra d) del Código
del Trabajo.

Que el Banco Santander es el dueño de la obra.

Cuarto: Que sobre la base de los antecedentes reseñados precedentemente y


ponderando el resto de las probanzas agregadas a los autos en conformidad a las reglas de
la sana crítica, los sentenciadores del fondo estimaron que la causal invocada por la
demandante para el término de la relación laboral se encontraba justificada y decidieron
acoger la demanda por despido indirecto, ordenando el pago de las indemnizaciones
derivadas del término de dicha relación y rechazando la relativa al daño moral.

Quinto: Que lo que el recurrente impugna son los presupuestos fácticos establecidos en
el fallo atacado e insta por su alteración, desde que alega que no se acreditó la causal del
despido indirecto, por cuanto doña Rosalía Manríquez era una trabajadora igual que la
actora y no la encargada de la sucursal de Lebu.

Sexto: Que los hechos establecidos en la sentencia no pueden, en general, ser alterados
por este Tribunal de Casación, a menos que los jueces del grado, al determinar aquellos
presupuestos fácticos, hayan desatendido las razones simplemente lógicas, científicas,
técnicas o de experiencia, en cuya virtud ha correspondido asignar valor o desestimar la
eficacia de las pruebas, cuestión que no ha ocurrido en la especie.

II.- En cuanto al recurso de casación en el fondo de fojas 210:


Séptimo: Que la parte demandante recurre de casación, expresando que los
sentenciadores han incurrido en error de derecho al infringir los artículos 1437, 1545,
1556 del Código Civil; 5o , 7o , 184 y 478 del Código del Trabajo, por no dar lugar a la
indemnización por daño moral y condenar al Banco Santander Chile, en el carácter de
subsidiario. En efecto, expresa que la indemnización era totalmente procedente, por
cuanto su empleador no dio cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 184 del Código del
Trabajo, al permitir que otra trabajadora de la empresa, encargada de la sucursal la
lesionara, respaldándola en su acción. En cuanto a las demandadas, ambas forman parte
del grupo de empresas u holding del Banco Santander Chile, por lo cual deben responder
solidariamente del pago de las indemnizaciones, según lo dispuesto en el artículo 478 del
Código del Trabajo.

Octavo: Que no ha existido error de derecho en la sentencia en examen, al decidirse el


rechazo de la indemnización por daño moral fundada en el incumplimiento por parte del
empleador de las obligaciones contractuales, pues, como lo ha sostenido reiteradamente
esta Corte, esta indemnización adicional no procede en sede laboral, en atención a que el
legislador ha contemplado expresamente los resarcimientos específicos que son
consecuencia del término de la relación laboral, máxime que en este caso, ella se produjo
por la trabajadora, en conformidad con el artículo 171 del Código del Trabajo.

Noveno: Que en cuanto a la eventual infracción del artículo 478 del Código del
Trabajo, por no haber condenado a las demandadas en forma solidaria, ella debe
desestimarse por improcedente y extemporánea, pues del texto de la demanda aparece
claramente que ésta fue deducida en contra de Multinegocios S.A., y del Banco Santander
Chile, este último como demandado subsidiario, no siendo procedente, entonces, que en
un recurso de naturaleza de derecho estricto, se formule una petición distinta a la
consignada en la demanda.

Décimo: Que por lo razonado anteriormente se concluye que los recursos de casación
en estudio adolecen de manifiesta falta de fundamento, razón por la que serán
desestimados en esta sede.

Por estas consideraciones y normas legales citadas se rechazan los recursos de casación
en el fondo deducidos por el demandado a fojas 204 y por la demandante a fojas 210,
contra la sentencia de tres de junio del año en curso, escrita a fojas 200 y siguientes.

Regístrese y devuélvase con sus agregados.

Proveyendo a fojas 224: estése a lo resuelto precedentemente.

Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
señores José Benquis C., José Luis Pérez Z., Orlando Álvarez H., Urbano Marín V. y
Nibaldo Segura P.

Santiago, 25 de octubre de 2005.

Autoriza el Secretario de la Corte Suprema, señor Carlos A. Meneses Pizarro.


Rol Nº 3.220-2005.
B. POR TERMINACIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO

1. NO ES POSIBLE SOLICITAR REPARACIÓN DEL DAÑO MORAL POR


TÉRMINO DEL CONTRATO DE TRABAJO BASADO EN CAUSALES QUE
DIERON ORIGEN A INDEMNIZACIÓN REGLADA

SUMARIO: En atención a l a existencia expresa y específica de las indemnizaciones


contenidas en el Código del Trabajo, que compensan la aflicción que puede ocasionar
la pérdida de la fuente de trabajo, aun cuando tal sufrimiento no esté explícitamente
previsto por el legislador, es que debe concluirse que la indemnización por el daño
moral concebida de manera distinta a la ya examinada y que pudo producir un
despido laboral, carece de sustento en la materia y, por ende, la petición en tal sentido
debe ser rechazada. Considerando, además, que en este caso, la actora entiende,
conforme a su propia exposición, que el daño moral ha sido consecuencia de los
mismos hechos en que basa el autodespido, los cuales se entendieron subsumidos en la
causal que invocó para tales efectos.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en el Fondo

Rol: 5737-2004

Fecha: 24/10/2006

Cita Online: CL/JUR/3640/2006

Partes: Villalobos Inostroza, Morelia del Carmen con Distrib uidora Química
Industrial Alfa S.A.

Ministros: Marín Vallejo, Urbano; Álvarez Hernández, Orlando; Medina Cuevas,


Jorge

Abogados Integrantes: Castro Álamos, Fernando; Valdés Aldunate, Patricio

Voces: actuación de oficio - base de cálculo - cálculo de la indemnizacion - casación


en la forma - cotización previsional - daño moral - derecho civil - derecho del trabajo -
derecho procesal penal - despido - despido indirecto - extinción del contrato de trabajo
- pago - recursos - remuneración - responsabilidad civil - responsabilidad contractual -
sistema inquisitivo
Legislación relacionada: Artículo 171 Código del Trabajo; artículo 785 Código de
Procedimiento Civil.

TEXTO SENTENCIA

I. Anulación de oficio

Santiago, veinticuatro de octubre de dos mil seis.

Vistos:

Ante el Octavo Juzgado del Trabajo de Santiago, autos Rol Nº 6.168-01, doña Morelia
del Carmen Villalobos Inostroza, deduce demanda en contra de Distribuidora Química
Industrial Alfa S.A., representada por don Benjamín Berkovits Graf, a fin de que se
declare que su autodespido es justificado y que la demandada le adeuda las
indemnizaciones sustitutiva del aviso previo y por años de servicio incrementada en un
80%, de daño moral por enfermedad profesional, bono balance y vacaciones, con
reajustes, intereses, multas, arrestos y costas.

El demandado evacuando el traslado conferido, solicitó el rechazo de la demanda en


todas sus partes, con costas, fundado en que no son efectivos los hechos en que sustenta
la causal de despido que se invoca; en cuanto al daño moral, porque no existe relación de
causa a efecto entre la dolencia psiquiátrica emocional con la actividad que realiza en la
empresa y respecto al bono demandado, no existe prestación de esa índole pactada y sólo
reconoce adeudar vacaciones proporcionales del año 2001.

El tribunal de primera instancia, en sentencia de uno de octubre de dos mil tres, escrita
desde fojas 140 a fojas 157, acogió la demanda declarando que la empleadora incurrió en
la causal prevista en el artículo 160 Nº 1 del Código del Trabajo y dispuso el pago de
indemnización sustitutiva por falta de aviso previo, indemnización por años de servicio
con recargo del 80% y feriado y la rechazó por el daño moral y el bono.

Se alzaron demandante y demandado y una de las salas de la Corte de Apelaciones de


Santiago, en fallo de doce de octubre de dos mil cuatro, que se lee de fojas 183 a fojas
184, revocó el de primera instancia en la parte en que se desestimó la petición de
indemnización por daño moral y eximió de las costas de la causa, acogiéndose la acción
indemnizatoria, regulando el monto a pagar por concepto de indemnización por daño
moral en la suma de $ 2.000.000 con los reajustes e intereses que correspondan, con
costas.

En contra de esta última sentencia, el demandado deduce recurso de casación en el


fondo, por haber sido dictada, a su juicio, con infracciones de ley que han influido
sustancialmente en lo dispositivo del fallo a fin de que se anule la sentencia y se dicte la
de reemplazo que corresponda, con arreglo a derecho, rechazando en definitiva la
demanda de autos, en todas sus partes.

A fojas 196, se ordenó traer los autos en relación.


Considerando:

Primero: Que el recurrente denuncia la infracción de los artículos 160 Nº 1 letras a) y


c), 168 y 176, 455, 456 y 458 Nº 4 del Código del Trabajo; artículos 160, 384 Nº 2 y 426
del Código de Procedimiento Civil y 19, 20, 22, 1545 y 1698 del Código Civil.

Al respecto el demandado argumenta que no existe antecedente probatorio alguno que


signifique o acredite que ciertas y determinadas conductas del empleador tengan la
gravedad e importen falta de probidad o que se hayan proferido injurias en contra de la
trabajadora, más aún cuando los supuestos hechos que se le imputan se han producido
tres meses antes de la fecha en que se puso término al contrato.

Se ha exteriorizado la voluntad de terminar el contrato, cuando la trabajadora ya no


prestaba servicios ni cumplía labor alguna para la empresa desde hacía tres meses por
encontrarse suspendido el contrato de trabajo por el uso y goce de licencias médicas
continuas por la actora causadas por enfermedad común.

Dice que no basta que la conducta sea objeto de una apreciación subjetiva o de
valoración emocional, pues se requiere que sea capaz de provocar efectos de tal
magnitud, precisión significación y fuerza, que altere o rompa la relación laboral y,
además, que el o los hechos que la constituyen sean nítidamente probados y agrega que la
participación del jefe o superior en la dirección y mando de una empresa, para impartir
directrices y órdenes en tono severo, no puede revestir un carácter de suma gravedad pues
deben ser capaces de provocar la ruptura de la relación laboral.

La infracción de los artículos 455, 456 y 458 Nº 4 del Código del Trabajo, se sustenta
en que ellos exigen a los jueces atenerse a los parámetros jurídicos y legales para llegar a
la conclusión que se vea reflejada en una relación objetiva, fundada, lógica y
convincente, disposiciones imperativas y que unidas a lo dispuesto en el artículo 458 Nº 4
del Código del Trabajo, obligan a los sentenciadores a analizar toda la prueba rendida,
para ponderar si las conductas han sido debidamente comprobadas y que necesariamente
impliquen el rompimiento definitivo del vínculo, esto es, una prueba indubitada, que
produzca plena convicción, lo que no ocurre en autos.

La vulneración al artículo 168 del Código del Trabajo se basa en que la sentencia de
segundo grado acoge la indemnización por daño moral fijando el monto, pero además
confirma la de primer grado en la parte que hace lugar a la demanda por despido
indirecto, ordenando por este concepto pagar indemnización por años de servicio,
incrementada en un 80% y la indemnización sustitutiva por falta de aviso previo, en la
cual se incluye todo otro pago por concepto de indemnización contractual o
extracontractual, ya sea por perjuicios, lesión o daños que importen sufrimiento o
aflicción moral que se pudiere haber provocado o que se alegue haber sufrido por la
aplicación de las causales de caducidad del contrato de trabajo.

Los malos ratos, molestias, sufrimientos y frustraciones que puedan derivar con
motivo, o ser la consecuencia de cumplimiento o incumplimiento laboral, que pueda
incluso significar causales de caducidad de un contrato de trabajo, no importan o
implican un daño indemnizable, ya que en la legislación laboral es un riesgo general que
se contempla en el incremento de la indemnización por años de servicio prevista en el
artículo 168 del Código del Trabajo, que en este caso fue de un 80%.

Tampoco es procedente la aplicación de las disposiciones de la Ley Nº 16.744 sobre


Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales en un juicio en que se discuten
materias sobre despido injustificado por causales de caducidad del contrato de trabajo y
en que se cobra la indemnización por años de servicio.

El daño debe ser probado en juicio, cuya identidad de cosa pedida y de causa de pedir
sean determinadas y específicas, circunscritas a dicha materia, ya que para su
cuantificación se requieren medios de prueba idóneos, para establecerlas. Al acoger esta
indemnización, en un juicio sobre despido, se infringe el artículo 176 del Código del
Trabajo, ya que es incompatible la indemnización por los años de servicio, con cualquier
otro tipo de indemnización.

Acerca de la infracción a los artículos 160, 384 Nº 2 y 426 del Código del Trabajo,
señala que se ha producido al omitirse calificar la falta de eficacia probatoria de la prueba
testimonial y la documental y al restarle fuerza a la carga de la prueba.

Tampoco hay análisis de las razones exigidas en el artículo 456 del Código del Trabajo
para desestimar el valor de la prueba rendida por su parte o del porqué le asigna valor a la
de la otra parte, omitiendo consideraciones referentes a la multiplicidad, gravedad,
precisión, concordancia y conexión de las declaraciones testimoniales que se presentaron
por su parte, que concuerdan y son veraces en refutar cada uno de los hechos en que se
sustentan las causales imputadas al empleador.

En cuanto al artículo 341 del Código de Procedimiento Civil, se dice en el recurso que,
encontrándose señalados taxativamente los medios de prueba legal, el sentenciador debe
atenerse al análisis de toda la prueba rendida dándoles el valor que particularmente tenga
cada uno de ellos, acorde con el artículo 384 Nº 2 del Código de Procedimiento Civil y se
sostiene que el vicio se ha producido al no ponderarse conforme a la ley, el escaso aporte
de las declaraciones testimoniales de los testigos de la actora presentados para acreditar
las causales de despido.

A su vez, acerca de la infracción a los artículos 19, 20 y 22 del Código Civil, las
relaciona con los artículos 160 Nº 1 y 176 del Código del Trabajo, aduciendo que las
normas de interpretación exigen estarse a la obligatoriedad de no desatender el carácter
literal de las normas, bajo el pretexto de consultar su espíritu, vicio en que incurrieron los
jueces al desestimar las normas sustantivas ya referidas y dan por establecidos hechos
que no configuran las conductas indebidas que revistan gravedad y significación para
configurar la falta de probidad o injurias, ni tampoco han resultado debida y claramente
demostradas y porque la indemnización del artículo 163 del Código del Trabajo, es
incompatible con cualquier otro tipo de indemnización como sería la del daño moral.

Por último, indica que la vulneración del artículo 1698 del Código Civil se produce
pues hay ausencia absoluta de prueba legal, clara, precisa y conducente, aportada por la
actora tendiente a acreditar la concurrencia efectiva de los hechos en que se funda su
acción de despido indirecto y que tales hechos, han sido de tal magnitud y gravedad que
importen falta de probidad e injurias, que ameriten el término del contrato, pero también
debió demostrar sin la menor duda el efecto que ha tenido en su persona y la avaluación
del perjuicio a indemnizar como daño moral, lo que no existe en autos, por lo que al
acoger la acción por el daño moral, ello se hizo al no ponderar adecuadamente los medios
probatorios y su ausencia para establecer el daño moral.

Pide, en consecuencia, la invalidación de la sentencia, declarando que la acción de


cobro de indemnización por daño moral es nula y se dicte la correspondiente sentencia de
reemplazo con arreglo a derecho, rechazando la demanda, en todas sus partes.

Segundo: Que se asentaron como hechos, en la sentencia impugnada, los que siguen:

A la actora se le otorgaron tres licencias médicas por depresión reactiva severa y la


última por trastorno ansioso depresivo severo, en un período continuo entre el 19 de
septiembre y el 7 de octubre de 2001. Una quinta licencia rige a contar del 24 de
noviembre del mismo año, también por 15 días.

El autodespido se produjo el 26 de diciembre de 2001.

La enfermedad diagnosticada a la trabajadora en las licencias médicas por 60 días a


contar del 10 de octubre de 2001, esto es, desde la tercera licencia a la última otorgada
antes de hacer efectivo el autodespido, es una enfermedad de origen profesional, con
relación causal directa entre el trabajo realizado y la enfermedad.

La enfermedad de la actora, vinculada a acontecimientos que se producen en su


ambiente de trabajo, se origina en el mal trato, continuado en el tiempo, que le dispensaba
su jefe directo, ya que éste verbalizaba continuamente, mediante diversas fórmulas, una
actitud sarcástica y desdeñosa en relación a la calidad profesional de su empleada,
referida al lugar donde habría obtenido su título profesional.

Al menos en una oportunidad, la privó de los instrumentos con que realizaba su labor,
"disquete con planilla computacional", lo que retardaba su trabajo y se traducía en una
recarga injustificada de labores.

En las relaciones interpersonales con la trabajadora, el empleador se dirigía a ella con


gritos y provocaba en ésta el llanto, lo que generaba además otros efectos inmediatos en
el estado de salud de la trabajadora, causados por la acción del empleador, consistentes en
intranquilidad e inflamación de la cara.

Se le restringían injustificadamente las comunicaciones telefónicas y se la requirió en


su hora de colación, por papeles acopiados en su escritorio.

La conducta del empleador fue la causante de la enfermedad psíquica de la trabajadora.

El empleador le infirió a la trabajadora agravios o ultrajes de palabra.


Tercero: Que sobre la base de los hechos descritos en el motivo precedente, los jueces
del fondo, considerando que existen igual número de testigos presentados por ambas
partes, prefiere el testimonio de aquellos que fueron presenciales de los hechos que se
imputan al demandado, lo que unido a otras pruebas, los conducen a establecer que se ha
configurado la causal de autodespido que le imputa la trabajadora al demandado.

Cuarto: Que, en primer lugar, debe anotarse que las reglas de apreciación de la fuerza
probatoria de los dichos de los testigos, contenidas en el artículo 384 del Código de
Procedimiento Civil, no reciben aplicación en materia laboral, encontrándose las
pertinentes previstas en los artículos 455 y 456 del Código del Trabajo, de manera que
este capítulo de impugnación debe ser desechado.

Quinto: Que, respecto de las restantes infracciones, vinculadas directamente con la


vulneración de aquellas disposiciones de índole sustantivo acerca de la ausencia de
configuración de la causal del despido, resulta necesario señalar que todas las
argumentaciones contenidas en el recurso, pugnan con los hechos que los jueces del
grado dieron por establecidos, en cuanto sólo se pretende alterarlos para arribar a las
conclusiones que pretende el recurrente, esto es, la ausencia de la concurrencia de la
causal de despido.

Sexto: Que, por otra parte, resulta inconcuso que la infracción a las normas reguladoras
de la prueba no han tenido su correlato de la forma que lo señala el recurrente, lo que no
puede significar sino que tampoco se han generado dichas infracciones de ley en la forma
en que fueron denunciadas.

Séptimo: Que la alteración del onus probandi supone una variación de la carga de la
prueba, la que importa un cambio acerca de quién debe demostrar sus aseveraciones, lo
que no fluye de los argumentos que vierte el recurrente ya que éstos se encaminan a
destacar la insuficiencia de la prueba de la actora acerca de la causal invocada para el
autodespido, como también a la falta de prueba del daño moral al que resultó condenado,
materias que escapan a la inversión probatoria alegada.

Octavo: Que la falta de análisis de la prueba rendida, hecha valer por el demandado,
presupone una causal de casación en la forma que no resulta atinente a la nulidad
sustantiva intentada.

Noveno: Que en cuanto a la última infracción que hace valer el demandado y que
importa la alegación de la improcedencia de la indemnización por daño moral, preciso es
señalar que el demandado al contestar la demanda no hizo mención a la improcedencia de
la acción indemnizatoria ya señalada sobre la base de los argumentos que ahora invoca,
por lo que sus alegaciones a este respecto resultan extemporáneas, pues la controversia en
relación con este aspecto quedó trabada a la época de la contestación de la demanda,
etapa en la que correspondía hace valer todas aquellas defensas propias de la
improcedencia de la acción, transformándose, en consecuencia, en una alegación nueva,
la que atenta contra la naturaleza de derecho estricto del recurso de casación deducido por
el demandado.
Décimo: Que, por consiguiente, debe concluirse el rechazo del recurso de nulidad
intentado por adolecer de una defectuosa formalización.

Y de conformidad con lo dispuesto en los artículos 463 del Código del Trabajo y 764,
765, 766, 768, 771, 772, 775, 783, 785 y 786 del Código de Procedimiento Civil, se
rechaza, sin costas, el recurso de casación en el fondo interpuesto por el demandado a
fojas 185, en contra de la sentencia de doce de octubre de dos mil cuatro, que se lee a
fojas 183.

Sin perjuicio de lo resuelto, haciendo uso de las facultades conferidas por el artículo
785 del Código de Procedimiento Civil, esta Corte tiene presente lo que sigue:

Que, en lo tocante al daño moral, la trabajadora expone que ha sido "irrogado por la
enfermedad profesional sufrida, debida a culpa o dolo de la parte contraria y con motivo
de los hechos fundantes expuestos en este libelo y todo especialmente en virtud de lo
prescrito en el artículo 69 de la Ley Nº 16.744 sobre Accidentes del Trabajo y
Enfermedades Profesionales".

Que el daño moral, definido como: "el que consiste en una molestia o dolor no
patrimonial, en el sufrimiento moral o físico" y que "puede revestir dos formas, según
tenga o no repercusiones patrimoniales". De ordinario "y es el caso más frecuente" el
daño moral comporta a la vez un daño material.

Así ocurre cuando un mismo hecho produce un perjuicio pecuniario y un dolor o


sufrimiento moral: tal es el caso de una lesión o pérdida de un miembro, que hace sufrir a
la víctima y le disminuye sus fuerzas o su capacidad de trabajo; de las imputaciones
injuriosas contra el honor o el crédito de un comerciante que le acarrean un perjuicio
pecuniario en sus negocios (artículo 2331 del Código Civil); de la muerte de una persona
que subvenía a las necesidades de su familia o que priva a otra de los recursos o
beneficios pecuniarios que le procuraba o de la ayuda que le prestaba o le hubiere podido
prestar. En estos casos, el daño moral es indemnizable; nadie lo discute. (Ob. De la
Responsabilidad Extracontractual en el Derecho Civil Chileno , Arturo Alessandri R.,
Impr. Universitaria, pág. 220, 1943).

Que en tal sentido útil resulta destacar que nuestra legislación laboral protege y regula
una estabilidad relativa en el empleo. En efecto, en el Código del ramo se contemplan
causales específicas por las cuales el empleador o el trabajador pueden poner término a la
relación laboral; ellas revisten la naturaleza de objetivas, no atribuibles a la persona o
conducta de alguna de las partes, o subjetivas, atribuibles a la persona o conducta de
alguna de las partes.

En tal orden de ideas, además, la ley se ha preocupado de hacer recaer sobre el


empleador contumaz o tenaz en mantener un error, ciertas "sanciones", a saber, las
indemnizaciones sustitutivas del aviso previo y por años de servicio. Este último
resarcimiento tiene prescrito, además, un aumento que fluctúa entre un 30 y un 100%,
conforme se invoque cualquiera de las causales de caducidad del contrato establecidas en
los artículos 159, 160 ó 161, cuya aplicación sea declarada indebida, improcedente o
injustificada o no se invoque causal o se esgrima alguno de los motivos contemplados en
los Nºs. 1, 5 ó 6 del artículo 160 y el despido fuere, además, declarado carente de motivo
plausible por el tribunal.

Que la indemnización por años de servicio, como ya se ha dicho por este tribunal,
posee como elementos determinantes el tiempo y el monto de la última remuneración;
nace a la época de terminación de la relación laboral y compensa el lapso durante el cual
el dependiente ha invertido su fuerza de trabajo para con su empleador. Por su parte, la
indemnización sustitutiva del aviso previo tiene por objeto resarcir la pérdida abrupta de
la fuente de trabajo y procurar que el trabajador disponga de un lapso prudencial para
conseguir una nueva fuente de ingresos. La procedencia de ambas está sí condicionada a
la declaración previa, por parte del tribunal, de la injustificación o improcedencia del
despido.

Que las instituciones brevemente analizadas son propias absolutamente del derecho
laboral y constituyen resarcimientos originadas en la relación de trabajo que une a las
partes y a la que errada o indebidamente se la ha concluido. Incluso, una de ellas, según
se explicó, puede ser incrementada en porcentajes importantes.

En efecto, esgrimir causales como la falta de probidad, los actos, omisiones o


imprudencias temerarias o el perjuicio material causado intencionalmente, las que se
vinculan, de alguna manera, con actitudes que podrían enmarcarse o ser sancionadas en la
legislación penal, da pábulo a un incremento de hasta un 100%.

Que, de esta manera, en atención a la existencia expresa y específica de dichas


indemnizaciones en la materia; a que compensan la aflicción que puede ocasionar la
pérdida de la fuente de trabajo, aun cuando tal sufrimiento no esté explícitamente previsto
por el legislador, es que debe concluirse que la indemnización por el daño moral
concebida de manera distinta a la ya examinada y que pudo producir un despido laboral,
carece de sustento en la materia y, por ende, la petición en tal sentido debe ser rechazada.

Considerando, además, que en este caso, la actora entiende, conforme a su propia


exposición, que el daño moral ha sido consecuencia de los mismos hechos en que basa el
autodespido, los cuales se entendieron subsumidos en la causal que invocó para tales
efectos.

Que, por último, resulta útil anotar, como se señala en la obra Manual Práctico
Francisco Lefebvre. Extinción del Contrato de Trabajo . Madrid, pág. 640, números 3382
y 3383, que en materia laboral "deriva la ley de la pérdida del puesto de trabajo por causa
ilegal una reparación del daño, con carácter objetivo, sin conexión real con el efectivo
perjuicio producido, presumiéndose que el mismo siempre se produce, tanto en el campo
laboral como afectivo inmaterial" y agrega, que en cuanto al "importe de la
indemnización, aunque mantiene un origen compensador, no se ciñe a la valoración
específica de los daños ocasionados, sino que alcanza un valor tasado y predeterminado
por la ley, de manera que no se trata de cuantificar el quantum en el sentido de incluir el
daño emergente (material y pecunia doloris ) y el lucro cesante, sino dar por supuesto que
el daño se ha producido y el mismo debe ser reparado, pero con un criterio de valoración
ex lege ".

Que, además, para conocer de la acción que pretenda el resarcimiento del daño moral
que pudiera haberse causado con motivo de hechos acontecidos con posterioridad al
despido o autodespido, perfectamente admisible, no resultan competentes los juzgados
del trabajo, por cuanto su fundamento está constituido por la responsabilidad
extracontractual y no la contractual, que es la que se ha hecho valer en esta causa basada
en la falta de probidad cometida por el empleador.

Que, por consiguiente, al no haberse decidido en la forma en que se ha razonado


precedentemente, en la sentencia impugnada se han infringido los artículos 162, 163 y
168 del Código del Trabajo, errores que han influido sustancialmente en lo dispositivo de
la misma, desde que han conducido a condenar a la demandada al pago de una
indemnización improcedente por concepto de daño moral, lo que determina la
invalidación del fallo de segunda instancia que se ha dictado en esta causa.

Y visto, además, lo dispuesto en los artículos 463 del Código del Trabajo y 764, 765,
766, 768, 771, 772, 775, 783 y 785 del Código de Procedimiento Civil, actuando esta
Corte de oficio, se invalida la sentencia de doce de octubre de dos mil cuatro, que se lee a
fojas 183 y se la reemplaza por la que se dicta a continuación, separadamente, sin nueva
vista.

Regístrese.

Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
señores Orlando Álvarez H., Urbano Marín V. y Jorge Medina C. y los Abogados
Integrantes señores Fernando Castro A. y Patricio Valdés A.

No firman los señores Marín y Castro, no obstante haber concurrido a la vista y


acuerdo del fallo de la causa, por estar con feriado legal y ausente, respectivamente.

Autoriza el Secretario de la Corte Suprema, señor Carlos A. Meneses Pizarro.

Rol Nº 5.737-2004.

II. Sentencia de reemplazo

Santiago, veinticuatro de octubre de dos mil seis.

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada, con excepción de su fundamento décimo, el que se


elimina.

Y teniendo, además, presente:


Primero: Los motivos primero, segundo, tercero, cuarto, quinto, sexto, séptimo y
octavo de la sentencia de casación de oficio que precede, los que para estos efectos se
tienen por expresamente reproducidos.

Segundo: Que las restantes argumentaciones hechas valer por las partes no producen
convicción en sentido diverso al que se ha decidido.

Y en conformidad, además, con lo dispuesto en los artículos 463 y siguientes del


Código del Trabajo, se confirma, sin costas del recurso, la sentencia apelada de uno de
octubre de dos mil tres, escrita a fojas 140 y siguientes.

Regístrese y devuélvase.

Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros
señores Orlando Álvarez H., Urbano Marín V. y Jorge Medina C. y los Abogados
Integrantes señores Fernando Castro A. y Patricio Valdés A.. No firman los señores
Marín y Castro, no obstante haber concurrido a la vista y acuerdo del fallo de la causa,
por estar con feriado legal y ausente, respectivamente.

Autoriza el Secretario de la Corte Suprema, señor Carlos A. Meneses Pizarro.

Rol Nº 5.737-04.
2. COMPATIBILIDAD DE LA INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL CON
INDEMNIZACIONES LEGALES POR INVOCACIÓN INDEBIDA DE CAUSAL
FALTA DE PROBIDAD

SUMARIO: En el caso de autos la actora demanda el daño moral que le provoc ó la


actuación de la demandada al imputarle conductas deshonestas que motivaron su
despido, situación que por cierto se encuentra dentro del ámbito de la responsabilidad
extracontractual. Es decir, se trata acá de la responsabilidad que le asiste al
empleador por esgrimir la causal de falta de probidad para despedir a la demandante,
sin que ello resultara justificado, situación distinta de las indemnizaciones que
corresponden como consecuencia de ser el despido injustificado. Efectivamente, las
indemnizaciones contempladas en el Código del Trabajo para el caso de un despido
injustificado están destinadas a compensar las consecuencias que para el trabajador
importa el término de la relación laboral, incluido el sufrimiento que puede significar
la pérdida de la fuente laboral. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, el daño moral
no es consecuencia del hecho de haber sido despedida la demandante en forma
injustificada, sino de la causal que se esgrimió para ello, cual es, la falta de probidad,
de manera que resulta perfectamente posible que a ese respecto se persiga la
responsabilidad extracontractual de quien actuando con culpa o dolo impute dicha
causal, inexistente en la realidad, para poner término a una relación laboral,
causando con ello un daño moral o menoscabo, sin que sea incompatible con las
indemnizaciones a que se refiere el Código del Trabajo.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en el Fondo

Rol: 312-2006

Fecha: 28/05/2007

Cita Online: CL/JUR/3535/2007

Partes: Guerra Azócar, Astrid Lorena con Sociedad Educacional Wessex School Ltda.

Ministros: Carr eño Seaman, Héctor; Gálvez Blanco, Ricardo; Oyarzún Miranda,
Adalis; Pierry Arrau, Pedro

Abogado Integrante: Gorziglia Balbi, Arnaldo

Redactor: Pierry Arrau, Pedro

Voces: causales de despido - daño - daño moral - despido sin causa - falta de probidad
- indemnización - responsabilidad extracontractual
Legislación relacionada: Artículo 2314, artículo 2329 Código Civil; artículo 162,
artículo 163 y artículo 167 Código Trabajo.

TEXTO SENTENCIA

I. Sentencia de casación

Santiago, 28 de mayo de 2007.

Vistos:

En estos autos sobre juicio ordinario de indemnización de perjuicios del Tercer


Juzgado Civil de Concepción, caratulados "Guerra Azócar, Astrid Lorena con Sociedad
Educacional Wessex School Limitada", la parte demandante dedujo recurso de casación
en el fondo contra la sentencia pronunciada por la Corte de Apelaciones de dicha ciudad
que revocó el fallo de primer grado que acogía la demanda interpuesta condenando al
demandado a pagar la suma de $ 7.000.000 como indemnización del daño moral, y la
rechazó.

Se trajeron los autos en relación.

Considerando:

Primero: Que el recurso denuncia en un primer capítulo la infracción de los artículos


2314 y 2329 del Código Civil, 168, 162 inc. 4 o y 163 del Código del Trabajo, los dos
primeros por no aplicarlos la sentencia a este caso, y los restantes porque les atribuye una
función y un contenido que no tienen. Explica que el error se produjo al sostener los
sentenciadores que en el caso de un despido injustificado por invocar infundadamente la
causal de falta de probidad, no cabe indemnización extracontractual por daño moral
debido a que las indemnizaciones tarifadas del Código del Trabajo cubren todo daño
sufrido, y que pretender el pago del daño moral en este caso importa un enriquecimiento
sin causa por parte del trabajador.

Argumenta la parte recurrente que nunca la indemnización que se paga al trabajador en


el caso de despido injustificado ha tenido como finalidad la indemnización de perjuicios
morales causados por la imputación, sin razón, de conductas impropias y contrarias a la
moral. El artículo 2314 del CC establece la obligación del autor de un delito o de un
cuasidelito civil, es decir, de un hecho a lo menos culpable, que cause daños, a repararlos;
y el 2329 de ese cuerpo legal ordena que la indemnización cubra todo el daño causado, lo
que importa la inclusión de los daños no patrimoniales. Los artículos 168, 162 inciso 4 o y
163 del Código del Trabajo, continúa la casación, contienen una indemnización tarifada
que no atiende al daño producido ni se mide por él, sino por la antigüedad en el trabajo,
por los años de servicio. Su propósito es reparar las consecuencias producidas por el
despido, por la terminación del contrato de trabajo, compensar al trabajador por el tiempo
en que ejerció sus labores y permitirle subsistir hasta que encuentre un nuevo empleo. En
este caso, señala, el fundamento de la indemnización solicitada no se encuentra en el
contrato de trabajo ni en su ruptura ni en su incumplimiento, sino en el hecho ilícito
doloso o culpable de esgrimir para fundar el despido, una supuesta conducta moral
deshonrosa de la actora, lo que le causó un agravio a su integridad psíquica y a su honor;

Segundo: Que a continuación el recurso acusa la infracción de los artículos 44, 2284,
2314 y 2329 del Código Civil, que se produce al consignarse en la sentencia que no
podría estimarse que la conducta de la demandada haya sido temeraria o negligente,
desde que su parte no probó que aquélla hubiese inventado los hechos en que fundó la
causal con el objeto de hacerle daño, sino que tal causal se basaba en un hecho
reconocido por la demandante.

Sostiene el recurrente que la Corte de Apelaciones le ha exigido a su parte probar una


conducta encaminada a dañar, no obstante que la demanda no está basada en delito
alguno, sino en una conducta culpable y negligente. El artículo 44 del Código Civil
distingue claramente entre el dolo y la culpa, y para la existencia de esta última basta con
que la conducta del demandado se aparte de la que habría tenido en igual situación un
buen padre de familia, o en este caso, un buen empleador o director del establecimiento
respecto de sus profesores. Se le está obligando a probar el dolo cuando para la ley basta
con la culpa, desde que el artículo 2284 del Código Civil distingue entre el delito y el
cuasidelito civil y los artículos 2314 y 2329 de ese texto obligan a reparar tanto a quien
ha actuado con dolo como al que lo ha hecho con culpa. Concluye que el atribuir a un
profesor una falsificación o adulteración de documentos de notas, divulgar el hecho
dentro del ámbito de trabajo del profesor, imputarle no actuar con honradez y rectitud no
es la conducta diligente de un buen director. Por ello el fallo impugnado, al calificar los
hechos de autos como lícitos y prudentes, se aparta de lo que dispone el artículo 44 del
Código Civil.

Tercero: Que explicando la influencia de los errores en lo dispositivo del fallo señala
que de no haberse cometido éstos, la sentencia impugnada habría confirmado la de primer
grado, que acogía la demanda y condenaba a la demandada a pagarle una indemnización
por daño moral.

Cuarto: Que en el caso de autos la actora demanda el daño moral que le provocó la
actuación de la demandada al imputarle conductas deshonestas que motivaron su despido,
situación que por cierto se encuentra dentro del ámbito de la responsabilidad
extracontractual. Es decir, se trata acá de la responsabilidad que le asiste al empleador por
esgrimir la causal de falta de probidad para despedir a la demandante, sin que ello
resultara justificado, situación distinta de las indemnizaciones que corresponden como
consecuencia de ser el despido injustificado. Efectivamente, las indemnizaciones
contempladas en el Código del Trabajo para el caso de un despido injustificado están
destinadas a compensar las consecuencias que para el trabajador importa el término de la
relación laboral, incluido el sufrimiento que puede significar la pérdida de la fuente
laboral. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, el daño moral no es consecuencia del
hecho de haber sido despedida la demandante en forma injustificada, sino de la causal
que se esgrimió para ello, cual es, la falta de probidad, de manera que resulta
perfectamente posible que a ese respecto se persiga la responsabilidad extracontractual de
quien actuando con culpa o dolo impute dicha causal, inexistente en la realidad, para
poner término a una relación laboral, causando con ello un daño moral o menoscabo, sin
que sea incompatible con las indemnizaciones a que se refiere el Código del Trabajo;

Quinto: Que en lo que se refiere al segundo capítulo cabe consignar que la sentencia de
primer grado estableció como hechos, que mantuvo la de segunda instancia:

La demandada reconoció que la actora sufrió perjuicios con motivo de su actuación,


pero agregó que ellos fueron pagados.

La demandada fue condenada al pago de $ 318.017 a título de indemnización


sustitutiva del aviso previo al despido, incrementada en un 20%, con reajustes e intereses,
todo ello por haberse declarado que el despido de la actora fue injustificado.

El 23 de octubre del año 2001 la actora fue despedida de su cargo de profesora del
Wessex School, por la causal de despido contemplada en el Nº 1 (sic ) del Código del
Trabajo, esto es, "falta de probidad", entendiéndose por tal "la falsificación de
información y la adulteración de un documento".

La demandante reclamó ante el Juzgado del Trabajo por considerar que el despido
había sido injustificado.

Por sentencia de segunda instancia que se encuentra ejecutoriada se declaró


injustificado el despido y se condenó a la demandada, Sociedad Educacional Wessex
School Ltda., al pago de las indemnizaciones sustitutivas de aviso previo y por años de
servicio.

Sexto: Que los sentenciadores del mérito, al calificar la conducta de la demandada


como lícita o prudente, descartando que ella sea temeraria o negligente, han cometido el
error de derecho que se les imputa en la casación. En efecto, de los hechos establecidos
por la sentencia de primera instancia en el considerando décimo, que fueron mantenidos
por la de segunda, aparece claramente que la demandada actuó sin la diligencia y cuidado
que los hombres emplean ordinariamente en sus negocios propios al imputar a doña
Astrid Guerra Azócar al despedirla, no haber procedido con la debida rectitud, integridad
y honradez en su acción, sin lograr acreditarlo.

Séptimo: Que las infracciones de ley configuradas influyeron en lo dispositivo de la


sentencia impugnada, por cuanto incidieron en la decisión de rechazar la demanda de
indemnización de perjuicios interpuesta, por lo que el recurso de casación deducido en
autos debe ser acogido.

Y de conformidad, asimismo, con lo dispuesto en los artículos 764, 767, 785 y 805 del
Código de Procedimiento Civil, se declara:

Que se acoge el recurso de casación en el fondo deducido por la demandante en lo


principal de la presentación de fojas 115 contra la sentencia de veinticinco de noviembre
de dos mil cinco, escrita a fs. 113, la que por consiguiente es nula, y se la reemplaza por
la que se dicta a continuación.
Regístrese.

Redacción a cargo del Ministro Sr. Pierry.

Pronunciado por la Tercera Sala, integrada por los Ministros Sr. Gálvez, Sr. Oyarzún,
Sr. Carreño, Sr. Pierry y el Abogado Integrante Sr. Gorziglia.

Rol Nº 312-2006.

II. Sentencia de reemplazo

Santiago, veintiocho de mayo de dos mil siete.

De conformidad con lo que dispone el artículo 785 del Código de Procedimiento Civil,
se procede a dictar la correspondiente sentencia de reemplazo.

Vistos:

Se confirma la sentencia apelada de fecha treinta de abril del año dos mil cuatro,
escrita a fojas 82.

Regístrese y devuélvase con sus agregados.

Redacción del Ministro Sr. Pierry.

Pronunciado por la Tercera Sala, integrada por los Ministros Sr. Gálvez, Sr. Oyarzún,
Sr. Carreño, Sr. Pierry y el Abogado Integrante Sr. Gorziglia. No firma no obstante haber
estado en la vista de la causa y acuerdo del fallo el Abogado Integrante Sr. Gorziglia por
estar ausente. Santiago, 28 de mayo de 2007.

Autorizado por la Secretaria subrogante de esta Corte Sra. Carola Herrera B.

Rol Nº 312-2006.
3. IMPROCEDENCIA EN NUESTRA LEGISLACIÓN DE DAÑO MORAL POR
CAUSA DE DESPIDO

SUMARIO: En nuestra especial legislación laboral no existe norma expresa alguna que
establezca indemnización por daño moral con motivo de un despido declarado
injustificado, salvo la especial situación ya descrita del artículo 168 del Código del
Trabajo, inspirada obviamente en un resarcimiento aumentado por una especie de
daño moral que pudiera afectar al trabajador la invocación de una causal no
acreditada ni justificada en juicio, como ocurrió en la ya dicha sentencia en juicio
laboral. Por otra parte, la única excepción expresa en cuanto a la procedencia del
daño moral está dada en el artículo 69 de la Ley Nº 16.744 sobre Accidentes del
Trabajo, por lo que la regla general es la improcedencia del daño moral, que, por lo
demás, de interpretarse o aceptarse su aplicación se estaría no sólo frente a una doble
indemnización o enriquecimiento injusto, sino ante un precedente inaceptable
jurídicamente de entender que frente a cada sentencia laboral que declara
injustificado un despido por no acreditarse la causal, pueda conllevar una
indemnización adic ional por daño moral .

Tribunal: Corte de Apelaciones de Rancagua

Tipo de Recurso: Recurso de Apelació n

Rol: 21792-2004

Fecha: 03/11/2004

Cita Online: CL/JUR/5671/2004

Partes: Amanda de la Mercedes Reyes Pozo con Empresa Agrícola Lo Beltrán


Limitada

Ministros: Bañados Torres, Carlos; Arias Torres, Alejandro

Abogado Integrante: Dintrans Schafer, Luis

Redactor: Dintrans Schafer, Luis

Voces: Causales de extinción del contrato de trabajo - despido sin causa - daño moral

Legislación relacionada: Artículo 2314, artículo 2329 Código Civil; artículo 162,
artículo 163 y artículo 167 Código Trabajo.

TEXTO SENTENCIA

Rancagua, tres de noviembre de dos mil cuatro.


Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada de fecha dieciocho de marzo de dos mil cuatro,


escrita de fs. 74 a fs. 77 vta., eliminándose los considerandos 6 o , 7 o y 8 o y las citas
legales de los artículos 1700 y 1706 del Código Civil, artículo 39 inciso 2o del Código de
Procedimiento Penal, artículos 6o y 19 Nºs. 1 y 4 de la Constitución Política del Estado y
artículo 5o del Código del Trabajo.

Y teniendo en su lugar y, además, presente:

Primero: Que, si bien la valoración de la prueba rendida por la demandante en cuanto a


documental y testimonial, hecha por la sentenciadora a quo en su considerando quinto,
permiten establecer la existencia en la psiquis de la actora, y en su núcleo familiar, dichas
circunstancias a juicio de estos sentenciadores, no son consecuencia, causa ni motivo que
pudiera obligar jurídicamente a la demandada de autos, como se expresará seguidamente.

Segundo: Que, la actora en su libelo, al invocar para su pretensión expresamente, la


aplicación del artículo 2314 del Código Civil, esto es, la responsabilidad extracontractual,
debió señalar y probar la comisión de un ilícito, ya sea un delito o cuasidelito de la
demandada en su accionar, sin que ocurriera ni lo uno ni lo otro, puesto que, pretender
una indemnización por daño moral, debe necesariamente sustentarse en un ilícito previo,
que en este caso, atendida la naturaleza del bien jurídico presuntamente afectado —la
honra o descrédito de la demandante— no se estableció injuria o imputación calumniosa
alguna del demandado hacia la actora. No es posible concebir la responsabilidad por un
daño moral puro y simple, sin una causa o motivo que l o provoque.

Tercero: Que, sin perjuicio de lo anterior, la actora fundamenta su acción, en que el


daño moral sufrido tuvo por causa o motivo el despido de su trabajo y las causales
invocadas por su ex empleadora para ello, situaciones derivadas de la relación laboral que
fueron definidas a su favor mediante sentencia ejecutoriada que declaró injustificadas las
causales invocadas para su despido. Con lo anterior, la actora obtuvo las indemnizaciones
que el Código del ramo establece y, especialmente, con el aumento establecido en el
artículo 168 inciso 2o del mismo Código, por lo que la responsabilidad de la demandada
quedó definida y limitada al tenor de la normativa que la especial legislación laboral
establece.

Cuarto: Que, por lo demás, el propio artículo 176 del Código del Trabajo, impide y
excluye expresamente todo tipo de indemnización, cualquiera sea su origen, que por
concepto de término de contrato pudiere corresponder al trabajador, que sería
incompatible con la ya obtenida por la actora según sentencia judicial de los autos
laborales tenidos a la vista, por lo que no podrá prosperar la petición de la demandante.

Quinto: Que, a mayor abundamiento, en nuestra especial legislación laboral no existe


norma expresa alguna que establezca indemnización por daño moral con motivo de un
despido declarado injustificado, salvo la especial situación ya descrita del artículo 168 del
Código del Trabajo, inspirada obviamente en un resarcimiento aumentado por una
especie de daño moral que pudiera afectar al trabajador la invocación de una causal no
acreditada ni justificada en juicio, como ocurrió en la ya dicha sentencia en juicio laboral.
Por otra parte, la única excepción expresa en cuanto a la procedencia del daño moral está
dada en el artículo 69 de la Ley Nº 16.744 sobre Accidentes del Trabajo, por lo que la
regla general es la improcedencia del daño moral, que, por lo demás, de interpretarse o
aceptarse su aplicación se estaría no sólo frente a una doble indemnización o
enriquecimiento injusto, sino ante un precedente inaceptable jurídicamente de entender
que frente a cada sentencia laboral que declara injustificado un despido por no acreditarse
la causal, pueda conllevar una indemnización adicional por daño moral.

Y visto, además, lo dispuesto por las disposiciones legales citadas y artículos 186 y
siguientes del Código de Procedimiento Civil se declara que se revoca la sentencia
apelada en cuanto acoge la demanda de indemnización por daño moral y en su lugar se
declara que no ha lugar a la demanda de fs. 12 interpuesta por Amanda de las Mercedes
Reyes Pozo, en contra de la empresa Agrícola Lo Beltrán Limitada, y se confirma en lo
demás la sentencia apelada, sin costas por haber existido motivos plausibles para litigar.

Regístrese y devuélvanse.

Redacción del Abogado Integrante señor Luis Dintrans Schafer.

Pronunciada por los integrantes de la Segunda Sala, Ministros señores Carlos Bañados
Torres, R. Alejandro Arias Torres y Abogado Integrante señor Luis Dintrans Schafer.

Rol Nº 21.792.
4. INDEMNIZACIÓN POR EL DAÑO MORAL PRODUCIDA POR DESPIDO
LABORAL ESTÁ COMPRENDIDA EN RESARCIMIENTO RECIBIDO Y NO
PROCEDE RESPONSABILIDAD CIVIL EXTRACONTRACTUAL

SUMARIO: Las instituciones brevemente analizadas (indemnización por años de


servicios e indemnización sustitutiva del aviso previo) son propias absolutamente del
derecho laboral y constituyen resarcimientos originados en la relación de trabajo que
une a las partes y al errado o indebido término de la misma. Además, una de estas
indemnizaciones, según se explicó, puede ser incrementada en un importante
porcentaje, dependiendo de la causal que se haya hecho valer por el empleador, lo que
pone de manifiesto la tarificación que el legislador ha hecho anticipadamente de los
diversos niveles de perjuicios o daño que el despido, sea sin causal o con invocación
de una que no logró justificarse, puede reportar al trabajador.

De esta manera, en atención a la existencia expresa y específica de dichas


indemnizaciones en la materia, que compensan también la aflicción que puede
ocasionar el término del contrato laboral por despido o autodespido, o la pérdida de
la fuente de trabajo, aun cuando tal sufrimiento no haya sido especialmente
explicitado por el legislador, es que debe concluirse que la indemnización por el daño
moral que pudo producir un despido laboral está comprendido en el resarcimiento
recibido y, por ende, carece de sustento el reclamo deducido por esta vía.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en la Forma y en el Fondo en conjunto.

Rol: 6950-2010

Fecha: 19/12/2012

Cita Online: CL/JUR/2912/2012

Partes: Castillo Muñoz, Mario Eduardo y otros con Compañía Siderúrgica Huachipato

Ministros: Maggi Ducommun, Rosa María; Egnem Saldías, Rosa; Escobar Zepeda,
Juan; Pfeiffer Richter, Alfredo

Abogado Integrante: Halpern Montecino, Virginia Cecily

Redactor: Egnem Saldías, Rosa

Voces: cotización previsional - daño moral - derecho del trabajo - despido - despido
indirecto - extinción del contrato de trabajo - indemnización - pago - remuneración -
responsabilidad civil
Legislación relacionada: Artículo 2314 Código Civil; artículo 63; artículo 173
Código Trabajo.

TEXTO SENTENCIA

I. Sentencia de casación

Santiago, diecinueve de diciembre de dos mil doce.

Vistos:

En estos autos, Rol Nº 1134-2008, del Primer Juzgado Civil de Talcahuano,


caratulados "Castillo Muñoz, Mario Eduardo y otros con Compañía Siderúrgica
Huachipato", por sentencia de veintiocho de julio de dos mil nueve, que se lee a fojas 130
y siguientes, se acogió la excepción de incompetencia absoluta del tribunal y, en
consecuencia, se omitió pronunciamiento sobre el fondo de la demanda, sin costas.

Contra dicha sentencia la demandante dedujo casación en la forma y apelación y por


sentencia de cuatro de agosto de dos mil diez, escrita a fojas 173 y siguientes, una sala de
la Corte de Apelaciones de Concepción, rechazó el recurso de casación en la forma y, en
cuanto a la apelación rechazó la tacha formulada a fojas 83, rechazó la objeción
documentaria de fojas 123, asentó en el motivo decimoquinto que el tribunal de primer
grado sí era competente para conocer del asunto, y acogió la demanda, condenando a la
demandada a pagar la suma de $ 5.000.000 a cada uno de los demandantes a título de
indemnización por el daño moral que experimentaron con motivo del despido, todo ello
con reajustes e intereses que indica.

En contra de esta última decisión la parte demandada dedujo sendos recursos de


casación en la forma y en el fondo, que pasan a examinarse.

Se trajeron los autos en relación.

Considerando:

I. En cuanto al recurso de casación en la forma deducido por la demandante en lo


principal de fojas 179

Primero: Que el recurso de nulidad formal se sustenta en las causales de los artículos
768 Nº 1 y 768 Nº 4, ambas del Código de Procedimiento Civil.

La primera de ellas se funda en haber asentado los jueces que el hecho ilícito generador
de una eventual responsabilidad aquiliana se configuraría con la imputación que fuera
formulada a los actores por la parte empleadora en cuanto a haber participado en la
sustracción de especies de su propiedad, lo que a la postre no se probó, hecho que, por lo
demás, no es otro ni distinto al que se plasmó en la carta de despido dirigida a cada uno
de los demandantes, de fecha 20 de abril de 2004 y en cuya virtud se puso término a sus
respectivos contratos de trabajo por las causales de falta de probidad, conducta inmoral
grave e incumplimiento grave de las obligaciones que impone el contrato, establecidas en
el artículo 160 Nº 1 letras a) y b) y Nº 7 del Código del Trabajo.

En consecuencia, los hechos que se atribuyen a su parte como constitutivos de ilícito


civil no son otros que aquellos que se consignaron en su oportunidad en las cartas de
despido para fundar las causales legales de término de las respectivas relaciones
laborales, mismos que ocurrieron durante la vigencia de los contratos o, en el peor de los
casos, coetáneos a su extinción, lo que lleva a concluir que cualquier indemnización de
perjuicios cae necesariamente en el marco de la judicatura laboral, de modo que la
controversia debió ser conocida por los tribunales del trabajo.

En segundo lugar, invoca la causal del numeral 4º del artículo 768 del Código de
Procedimiento Civil, esto es, el haberse otorgado más de lo pedido o extendiéndose el
fallo a puntos no sometidos a la decisión del tribunal.

Esto, por cuanto los demandantes no pidieron intereses y reajustes y el fallo


impugnado los concede.

En ambos casos expone que los vicios denunciados le han irrogado perjuicio por lo que
solicita invalidar la sentencia recurrida y dictar en su reemplazo otra conforme a la ley,
con costas.

Segundo: Que respecto de la primera causal hecha valer, ella será desestimada por
cuanto la demanda de los actores se ha entablado conforme a los artículos 2314 y demás
pertinentes del Código Civil, esto es, invocándose el régimen de la responsabilidad
aquiliana cuyo conocimiento corresponde a los tribunales con competencia civil, más aún
cuando, como ocurre en la especie la relación laboral que medió entre los actores y la
demandada se encuentra extinguida, en tanto que los procesos laborales sustanciados por
despido injustificado han sido resueltos por sentencia firme, sin evidenciarse de esos
antecedentes que los demandantes hubieran impetrado allí indemnización por daño
moral.

De este modo, nada obsta a que los jueces de instancia, en cumplimiento del mandato
de inexcusabilidad previsto en el artículo 10 del Código Orgánico de Tribunales y
actuando en el marco de sus competencias, hayan conocido y fallado la presente causa,
sin incurrir en el vicio que se denuncia.

Tercero: Que en relación a la segunda causal de casación en la forma, que el recurrente


ha fundado en la circunstancia de haber otorgado la sentencia impugnada, reajustes e
intereses que no fueron demandados, configurándose así el vicio de ultra petita , esta
Corte aun cuando compartiera lo sostenido por el recurrente, debe concluir que aquello
carece de incidencia sustancial en lo dispositivo del fallo atendido lo que se dirá a
continuación, conociendo del recurso de casación en el fondo.

II. En cuanto al recurso de casación en el fondo deducido por la demandada en el


primer otrosí de fojas 179
Cuarto: Que mediante este arbitrio de nulidad sustancial sostiene la recurrente que se
han vulnerado los artículos 2314 y 2316 del Código Civil, y el artículo 168 del Código
del Trabajo.

Expresa que se incurre en error de derecho en la determinación del hecho ilícito


generador de su responsabilidad, pues se aplica equivocadamente los artículos 2314 y
2316 del Código Civil, que disponen que quien ha cometido un delito o cuasidelito civil
es obligado a la indemnización.

Afirma que no ha existido ningún hecho ilícito constitutivo de un delito o cuasidelito


civil capaz de ser generador de responsabilidad aquiliana, pues su parte se limitó a
despedir a los actores por falta de probidad, conducta inmoral grave e incumplimiento
grave, de lo que reclamaron ante la justicia laboral, sede en que se declaró injustificado el
despido obteniendo los demandantes las indemnizaciones por años de servicio
incrementadas en un ochenta por ciento, en las causas que indica.

Sin embargo, añade que cosa distinta es pretender calificar las cartas de despido y los
hechos en ellas consignados como un acto o imputación negligente en términos de haber
mediado dolo o culpa en el obrar de la empresa al poner término a las relaciones
laborales.

Expresa que no logró acreditarse fehacientemente cada una de las causales de despido,
de lo que se siguió la declaración de injustificación de los mismos, pero de haber obrado
con malicia o culpabilidad hubieran sido declarados carentes de motivo plausible lo que
no ocurrió y, por el contrario, la Corte de Apelaciones declaró expresamente que los
despidos de los demandantes habían tenido motivo plausible y que la empresa siderúrgica
obró de buena fe en el proceso pudiendo catalogarse su conducta como "atendible,
recomendable o admisible", es decir, su accionar estaba lejos de ser calificado como
doloso o negligente.

Por lo tanto, no ha existido en la especie una acción u omisión dolosa o culpable, sino
que sólo mediaron despidos invocando causas legales y en que se obtuvo la declaración
de ser injustificados con las indemnizaciones del caso.

Por otro lado, afirma que se ha infringido el artículo 168 del Código del Trabajo, por
falta de aplicación.

En efecto, esta norma establece el derecho de que cada uno de los actores hizo uso en
orden a reclamar por sus despidos, obteniendo resultados favorables, incluso se condenó
a su parte a pagar las indemnizaciones por años de servicio con el recargo del ochenta por
ciento lo que, precisamente, tiende a resarcir a un determinado trabajador por los
perjuicios que le ocasiona el término de la relación laboral.

Termina señalando cómo estos errores han influido sustancialmente en lo dispositivo


de la sentencia, según su parecer, por lo que solicita sentencia de reemplazo que confirme
el fallo de primera instancia, con costas.
Quinto: Que previo al análisis de las infracciones denunciadas, resulta útil e
indispensable dejar asentado que los demandantes han fundado su acción de
responsabilidad extracontractual en la existencia de un hecho ilícito en el que habría
incurrido la demandada al despedirlos mediante el envío de la carta de aviso respectiva,
remitida en cumplimiento de la obligación que impone el artículo 162 inciso 1º del
Código del Trabajo.

Se motivó las desvinculaciones en las causales de falta de probidad, conducta inmoral


del trabajador que afecte a la empresa en que se desempeña, e incumplimiento grave de
las obligaciones que les impone el contrato de trabajo.

Argumentaron sobre el particular que en las referidas misivas se les atribuía el haber
participado en la sustracción de especies de propiedad de su ex empleadora Compañía
Siderúrgica Huachipato S.A. desde el patio de chatarra, afirmaciones que no habrían
resultado probadas en los juicios laborales que se siguieron a raíz de estos hechos,
mismos que habrían ocasionado su descrédito ante la población de esa localidad, lo que
configura el perjuicio por el que demandan la indemnización por daño moral de que trata
esta causa.

Sexto: Que consta de los expedientes tenidos a la vista, Rol Nº 436-2004, Rol Nº 435-
2004 y Rol Nº 438-2004 en copias autorizadas, seguidos ante el Segundo Juzgado Civil
de Talcahuano, lo siguiente:

1. Que con fecha 25 de junio de 2004 los actores dedujeron sendas demandas laborales
en contra de la Compañía Siderúrgica Huachipato S.A., ante el tribunal mencionado, por
las que cada uno solicitó que se declarara injustificado su despido y se condenara a la
demandada al pago de las indemnizaciones por término de la relación laboral, más los
recargos legales y además el pago de otras prestaciones adeudadas, con reajustes,
intereses y costas.

2. En todos estos procesos se dictó sentencia definitiva de primera instancia el 29 de


octubre de 2004, en que se acogió la demanda en todas sus partes, con costas y, en
consecuencia, se declaró injustificado y carente de motivo plausible el despido de los
demandantes señores Castillo Muñoz, Quezada Cifuentes y Vergara Pereira,
condenándose a la demandada al pago de las indemnizaciones sustitutiva de aviso previo,
indemnización por años de servicio aumentada en un cien por ciento, feriado legal y
proporcional demandados y premio de aguinaldo, todo ello con los reajustes e intereses
de los artículos 63 y 173 del Código del Trabajo.

3. Dichas sentencias fueron recurridas de casación en la forma y apelación por la


demandada, y la Corte de Apelaciones de Concepción por sendas sentencias de fecha 20
de mayo de 2005, rechazó el recurso de casación y revocó las sentencias apeladas sólo en
aquella parte que declaró el despido de los actores carente de motivo plausible y, en su
lugar, se decidió desestimar tal petición; en lo demás, confirmó los fallos aludidos con
declaración, ajustando los montos de las indemnizaciones según la remuneración
acreditada, y los recargos legales al ochenta por ciento según lo dispuesto en el artículo
168 del Código del ramo, sin costas del recurso para la demandada.
4. Recurridas las sentencias aludidas en el número precedente, de casación en la forma
y en el fondo por la demandada, tales recursos fueron desestimados por esta Corte.

Séptimo: Que en lo que concierne a las infracciones denunciadas en el presente recurso


de nulidad sustancial por la demandada, se ha afirmado que los sentenciadores han
vulnerado la norma del artículo 2314 del Código Civil al tener por configurado un hecho
ilícito generador de responsabilidad extracontractual.

Lo anterior, en opinión del recurrente sería un error pues su parte se habría limitado a
despedir a los actores invocando causas legales contempladas en el estatuto laboral, de lo
que se reclamó en sede judicial logrando los recurridos sentencia favorable y obteniendo
el pago de las indemnizaciones legales por término del contrato de trabajo por haber sido
declarados injustificados sus despidos.

Octavo: Que, como ya se adelantó en el motivo quinto de esta sentencia, los actores
fundaron la demanda de estos autos en el despido de que fueron objeto de parte de su ex
empleadora y demandada, el 20 de abril del año 2004.

De esta forma, la cuestión a dilucidar consiste en establecer si es posible que un


despido por el que se condenó a la empleadora al pago de las indemnizaciones que
consagra el Código Laboral, puede además configurar un ilícito civil y generar el derecho
al resarcimiento por daño moral.

Sobre el particular esta Corte ha sostenido en fallos anteriores, verbigracia en el Rol


2017-2011, que ante el incumplimiento contractual del empleador, el legislador laboral
"ha tasado a priori la recompensa o indemnización que debe recibir un trabajador, a
saber, las indemnizaciones sustitutiva del aviso previo y por años de servicios
establecidas en el artículo 171 del Código del Trabajo", pudiendo ser aumentada la última
de ellas en porcentajes variables, en este caso, en un ochenta por ciento.

Noveno: Que la indemnización por años de servicios, como ya se ha dicho por este
Tribunal, posee como elementos determinantes el tiempo y el monto de la última
remuneración, nace a la época de terminación de la relación laboral y compensa el lapso
durante el cual el dependiente ha invertido su fuerza de trabajo para con su empleador.

Por su parte, la indemnización sustitutiva del aviso previo tiene por objeto resarcir la
pérdida abrupta de la fuente de trabajo y procurar que el trabajador disponga de un
período prudencial para conseguir una nueva fuente de ingresos.

La procedencia de ambas indemnizaciones está sí condicionada a la declaración previa,


por parte del Tribunal, de la injustificación o improcedencia del despido, o de la
justificación del autodespido solicitado por el trabajador.

Décimo: Que las instituciones brevemente analizadas son propias absolutamente del
derecho laboral y constituyen resarcimientos originados en la relación de trabajo que une
a las partes y al errado o indebido término de la misma.
Además, una de estas indemnizaciones, según se explicó, puede ser incrementada en
un importante porcentaje, dependiendo de la causal que se haya hecho valer por el
empleador lo que pone de manifiesto la tarificación que el legislador ha hecho
anticipadamente de los diversos niveles de perjuicios o daño que el despido, sea sin
causal o con invocación de una que no logró justificarse, puede reportar al trabajador.

Undécimo: Que, de esta manera, en atención a la existencia expresa y específica de


dichas indemnizaciones en la materia, que compensan también la aflicción que puede
ocasionar el término del contrato laboral por despido o autodespido, o la pérdida de la
fuente de trabajo, aun cuando tal sufrimiento no haya sido especialmente explicitado por
el legislador, es que debe concluirse que la indemnización por el daño moral que pudo
producir un despido laboral está comprendido en el resarcimiento recibido y, por ende,
carece de sustento el reclamo deducido por esta vía.

Duodécimo: Que confirma lo anterior el hecho que el legislador cuando ha querido


agregar al incumplimiento del empleador indemnizaciones diferentes a las sustitutivas de
aviso previo y por años de servicios, esta última con sus respectivos incrementos, lo ha
señalado expresamente.

Así, en el artículo 171 inciso segundo del Código del Trabajo, otorga el derecho a los
trabajadores que demanden su autodespido sustentado en las causales establecidas en las
letras a) y b) del Nº 1 del artículo 160 del mismo Código, a accionar por las otras
indemnizaciones a que tengan derecho.

En el mismo sentido y en el caso del despido como práctica antisindical, el Código del
Trabajo en el artículo 294, dispone que el trabajador afectado puede además optar a una
indemnización adicional a la establecida en el artículo 163 del Código del Trabajo, que
fijará el juez y que no podrá ser inferior a seis meses ni superior a once meses de la
última remuneración mensual.

Por último, cabe tener presente que fue necesaria la dictación de la Ley Nº 20.087, que
estableció el procedimiento de tutela laboral, que no pudo ser aplicado en la especie
atendida la fecha del término de la relación laboral, para que el legislador en el inciso
tercero del artículo 489 del Código del Trabajo incluyera, entre las indemnizaciones
susceptibles de otorgar al trabajador, aquella que proviene del daño que se produzca con
ocasión de su despido y que se haya producido con vulneración de determinados
derechos fundamentales.

Decimotercero: Que por lo razonado, cabe concluir que los sentenciadores, al dar por
configurado un ilícito civil sobre la base del contenido de la carta de despido despachada
por el empleador, que a su vez daba cuenta del fundamento de las causas legales de
desvinculación laboral invocadas, han incurrido en infracción de ley, que debe corregirse
por esta vía.

Decimocuarto: Que, atendido lo precedentemente concluido, se omitirá


pronunciamiento en relación a los restantes errores de derecho denunciados en el recurso,
por innecesario.
Y de conformidad, además, con lo dispuesto por los artículos 764, 765, 766, 767, 783 y
785 del Código de Procedimiento Civil, se rechaza el recurso de casación en la forma
interpuesto por la demandada en lo principal de fojas 179 y, se acoge, sin costas, el
recurso de casación en el fondo deducido por la demandada en el primer otrosí de fojas
179, ambos en contra de la sentencia de cuatro de agosto de dos mil diez, que se lee a
fojas 173 y siguientes, la que, en consecuencia, se invalida y se reemplaza por la que se
dicta a continuación, separadamente y sin nueva vista.

Redacción a cargo de la Ministra señora Rosa Egnem Saldías.

Regístrese.

Pronunciado por la Cuarta Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
señoras Rosa María Maggi D., Rosa Egnem S., los Ministros Suplentes señores Juan
Escobar Z., Alfredo Pfeiffer R. y la Abogada Integrante señora Virginia Halpern M.

No firman los Ministros Suplentes señores Escobar y Pfeiffer, no obstante haber


concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, por estar ambos ausentes.

Santiago, diecinueve de diciembre de dos mil doce.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

En Santiago, a diecinueve de diciembre de dos mil doce, notifiqué en Secretaría por el


Estado Diario la resolución precedente.

Rol Nº 6.950-10.

II. Sentencia de reemplazo

Santiago, diecinueve de diciembre de dos mil doce.

En cumplimiento a lo previsto en el artículo 785 del Código de Procedimiento Civil, se


dicta la siguiente sentencia de reemplazo.

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada con excepción de sus considerandos vigésimo a


vigésimo sexto que se eliminan.

Y se tiene en su lugar y, además, presente:

Primero: Los fundamentos decimotercero, decimocuarto y decimoquinto de la


sentencia impugnada no afectados por la invalidación que antecede.

Segundo: Los considerandos quinto a duodécimo de la sentencia de casación que


antecede.
Tercero: Que por lo razonado cabe concluir que el despido de los actores, fundado en
las causales del Nº 1 letras a) y b) y Nº 7, ambas del artículo 160 del Código del Trabajo,
no ha podido ser constitutivo de un ilícito civil que pueda originar la obligación de
resarcir perjuicios por daño moral.

En efecto, las desvinculaciones de los actores fueron reclamadas en proceso judicial


laboral, sede en la que el tribunal resolvió declarar injustificados los despidos y condenó
a la demandada Compañía Siderúrgica Huachipato S.A., a pagar a cada uno de los ex
trabajadores y demandantes de esta causa, las indemnizaciones sustitutiva de aviso previo
y por años de servicio, esta última aumentada en un ochenta por ciento de recargo legal,
establecido por el legislador en porcentajes variables según sea la causal invocada, y/o
cuando no se haya invocado alguna.

Cuarto: Que, a mayor abundamiento, cabe agregar que la Corte de Apelaciones de


Concepción, al revisar por la vía del recurso de apelación las sentencias dictadas en los
juicios laborales en que se discutió la justificación del despido de los demandantes,
actores en autos, declaró que tales actos de desvinculación no habían carecido de motivo
plausible, siendo calificada de ajena a toda mala fe la conducta de la demandada ya
mencionada, razón por la que el incremento de la indemnización por años de servicio no
superó el ochenta por ciento.

Quinto: Que debe entenderse, entonces, que las indemnizaciones pagadas a los
demandantes referidas en el motivo que precede y con el incremento aludido
compensaron todos los perjuicios que pudieran haberse ocasionado por el despido de que
fueron objeto, de lo que se concluye que la pretensión de indemnización adicional por
concepto de daño moral derivado de la desvinculación, carece de sustento y debe, por
ende, ser desestimada.

Por estos fundamentos, y de conformidad además con lo dispuesto por los artículos
186 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, se revoca la sentencia apelada, de
fecha veintiocho de julio de dos mil nueve, escrita a fojas 130 y siguientes en cuanto
acogió la excepción de incompetencia absoluta del tribunal, decidiéndose en cambio que
la misma queda desestimada.

Emitiendo pronunciamiento sobre el fondo del asunto, se declara que la demanda de


fojas 1 queda rechazada en todas sus partes, sin costas, por estimarse que los actores han
litigado con motivo plausible.

Redacción a cargo de la Ministra señora Rosa Egnem Saldías.

Regístrese y devuélvanse, con sus agregados.

Pronunciado por la Cuarta Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
señoras Rosa María Maggi D., Rosa Egnem S., los Ministros Suplentes señores Juan
Escobar Z., Alfredo Pfeiffer R. y la Abogada Integrante señora Virginia Halpern M.
No firman los Ministros Suplentes señores Escobar y Pfeiffer, no obstante haber
concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, por estar ambos ausentes.

Santiago, diecinueve de diciembre de dos mil doce.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

En Santiago, a diecinueve de diciembre de dos mil doce, notifiqué en Secretaría por el


Estado Diario la resolución precedente.

Rol Nº 6950-2010.
5. INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS POR DAÑO MORAL. PROCEDENCIA DE
INDEMNIZACIONES ADICIONALES NO PREVISTAS POR EL CÓDIGO DEL
TRABAJO. HECHOS QUE EXCEDEN DE LA TERMINACIÓN DEL CONTRATO
DE TRABAJO. DAÑO MORAL PRODUCIDO POR ACTOS DE
HOSTIGAMIENTO LABORAL

SUMARIO: La pretensión indemnizatoria de un ex trabajador que acciona contra su


anterior empleador en pos de obtener reparación por daños que exceden de los
cubiertos por las compensaciones especiales previstas en el ordenamiento laboral
tiene fundamento en una atribución de responsabilidad que va más allá del hecho de
haber puesto término al contrato de trabajo, toda vez que los perjuicios alegados
responden a un rubro indemnizatorio, el daño moral, que admite extender sus
contornos hacia aspectos que no habrán de resultar debidamente compensados con las
indemnizaciones previstas por el legislador especial.

En efecto, si bien las indemnizaciones derivadas de un despido injustificado por parte


del empleador están, en principio, limitadas por la reglamentación que el Código del
Trabajo fija al respecto, ello no excluye que en casos especiales y si se prueban
perjuicios extraordinarios, como lo sería el daño moral experimentado por el
trabajador indebidamente despedido, pueda reconocerse a favor de éste una
indemnización adicional no prevista especialmente por la ley laboral. Dicho de otro
modo, el eventual resarcimiento del daño moral sufrido por quien ha sido despedido
injustificadamente no encuentra debido correlato en esas compensaciones de tipo
tarifado, determinadas en directa relación con la cuantía de la remuneración y el
número de años de vinculación al empleo de que se trate.

En suma, las indemnizaciones contempladas en la normativa laboral no extinguen ni


descartan las que pudieran solicitarse por otras vías, como la del derecho común o las
provenientes del estatuto del derecho público, de suerte que resulta viable acumular
las indemnizaciones de carácter laboral con otras que digan relación con los daños
correlativos que acredite quien las demanda. Y el trabajador que pretenda cualquier
otra indemnización por sobre aquellas que tiene aseguradas en la ley laboral, debe
acudir a la justicia ordinaria, justificando eso sí los presupuestos que hacen posible su
acogimiento.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en el Fondo

Rol: 8871-2009

Fecha: 23/10/2012

Cita Online: CL/JUR/2356/2012


Partes: López Baleisán, Rosa con I. Municipalidad de Los Andes

Ministros: Carreño Seaman, Héctor; Muñoz Gajardo, Sergio; Pierry Arrau, Pedro;
Araneda Briones, Sonia; Sandoval, María Eugenia

Redactor: Carreño Seaman, Héctor

Voces: daño moral - derecho constitucional - derecho del trabajo - derecho penal -
derecho procesal - despido - extinción del contrato de trabajo - indemnización -
indemnización sustitutiva del preaviso - recurso de protección - responsabilidad civil

Legislación relacionada: Artículo 2314 Código Civil; artículo 168 y artículo 171
Código del Trabajo; artículo 56 y artículo 152 Decreto con Fuerza de Ley Nº 1-19.704
de 26/07/2006. Ministerio del Interior y Subsecretaría de Desarrollo Regional y
Administrativo. Fija texto refundido coordinado y sistematizado de la Ley Nº 18.695
Orgánica Constitucional de Municipalidades.

TEXTO SENTENCIA

I. Sentencia de casación

Santiago, veintitrés de octubre de dos mil doce.

Vistos:

En estos autos rol Nº 1.513-2008 caratulados "López Baleisán, Rosa con


Municipalidad de Los Andes", sobre juicio ordinario de indemnización de perjuicios
seguido ante el Primer Juzgado de Letras de Los Andes, por sentencia de veintinueve de
mayo del año dos mil nueve, escrita a fojas 251, se rechazó la demanda.

Apelada dicha sentencia por la parte demandante, una Sala de la Corte de Apelaciones
de Valparaíso la confirmó.

En contra de esta última decisión la misma parte interpuso recurso de casación en el


fondo.

La acción deducida por doña Rosa López Baleisán en contra de la Municipalidad de


Los Andes pretende que se declare que ésta incurrió en responsabilidad extracontractual y
por consiguiente se la condene al pago de la suma de $ 30.000.000 por concepto de
indemnización de perjuicios a título de daño moral. En síntesis, aduce que sus superiores
jerárquicos a partir del año 2005 no le asignaron labores que desempeñar, quedando
ociosa prácticamente todo el día, circunstancia que dañó su salud mental y su autoestima
en forma definitiva. Fundamentó la demanda en el estatuto de responsabilidad
extracontractual por hecho ajeno, conforme a lo dispuesto en los artículos 2314, 2320
inciso cuarto y 2322 del Código Civil.

Se trajeron los autos en relación.


Considerando:

Primero: Que el recurso denuncia que la sentencia impugnada infringió lo dispuesto en


los artículos 2314, 2320 inciso 4º y 2322 del Código Civil por falta de aplicación, yerro
que desarrolla básicamente en tres aspectos, según se explica a continuación:

1) El tribunal sentenciador estimó erróneamente que el estatuto aplicable era el de


responsabilidad contractual, en circunstancias que es el extracontractual. Debía
considerarse que se demandaron perjuicios morales derivados de los hostigamientos,
actos y omisiones ilícitas cometidas durante el desarrollo de la relación laboral y no las
indemnizaciones derivadas del término del contrato de trabajo. En efecto, el daño moral
cuyo resarcimiento se solicita es consecuencia del trato vejatorio que se le dio en el
trabajo al ser víctima de un verdadero acoso para que dejara de trabajar. Los hechos
generadores del daño se alejan del contexto relativo a las obligaciones que forman parte
del contrato, pues devienen de una infracción del deber general de no dañar a otro. Se
puede entender que la indemnización laboral pueda compensar el daño moral que
experimenta un trabajador al ser despedido, pero no que pueda resarcir el daño provocado
dolosamente por agentes de la demandada, ni el producido durante el desarrollo de la
actividad laboral.

2) Es discutible que haya existido un contrato entre la actora y la demandada, ya que


aunque el artículo 71 del Estatuto Docente hace aplicable en forma supletoria el Código
del Trabajo a los profesionales de la educación, no por ello se debe concluir que exista un
contrato de trabajo en el nombramiento de la actora como funcionaria municipal.

3) El tribunal estimó que los daños ocasionados a la actora no fueron extraordinarios;


sin embargo, el daño consistente en un trastorno depresivo recurrente no es un daño
ordinario.

Segundo: Que, según se anticipó, la acción deducida pidió que se declarara que los
perjuicios morales sufridos por la demandante provienen de la responsabilidad
extracontractual de la demandada por el hecho de sus dependientes. La demanda se basó
concretamente en los siguientes fundamentos de hecho: 1) La actora se desempeñó como
profesora de Educación General Básica desde el 30 de abril de 1969 para el Ministerio de
Educación y luego del traspaso del sistema educacional a las Municipalidades, esto es a
contar del 1º de julio de 1986, para el Municipio de Los Andes; 2) El 7 de abril de 1988
fue destinada al Departamento de Educación Municipal como Coordinadora del Centro
de Desarrollo Artístico Cultural y como Miembro del Equipo Técnico de la Dirección de
Educación Municipal. El 1º de julio de 1991 se declaró su titularidad en ese cargo; 3) A
contar del año 2005, la Dirección del Departamento de Educación Municipal comenzó a
reducir el número de profesores con los que la actora coordinaba las actividades
artísticas, hasta que en abril del año 2006 se enteró que definitivamente los profesores no
iban a trabajar más con ella. Frente a esta situación habló con Óscar Soto, jefe del
personal del DAEM, quien no le dio ninguna solución. Atendido a que no le asignaban,
pese a sus requerimientos, ninguna labor específica que desempeñar, habló con el
Alcalde, sin obtener resultados positivos; 4) En un día normal laboral llegaba a las 8 de la
mañana, hacía aseo en su oficina, regaba las plantas, leía diarios, revisaba el computador,
para en pocos minutos quedar ociosa el resto del día; pasó alrededor de dos años en esta
inactividad incomprensible que dañó su salud mental y su autoestima en forma definitiva,
motivando la presentación de una serie de licencias médicas. La situación le provocó un
gran daño psicológico, del que da cuenta la resolución emitida por la Comisión de
Medicina Preventiva e Invalidez que la declaró inhabilitada para desempeñar sus labores
por el diagnóstico de trastorno depresivo recurrente; 5) Esta situación también motivó el
juicio laboral causa rol Nº 640 ante el Primer Juzgado del Trabajo de Los Andes, proceso
que en relación al presente tiene distinta cosa pedida y causa de pedir.

Argumentó que los hechos descritos acarrean responsabilidad extracontractual de la


demandada por hecho ajeno derivada de la actuación de sus agentes, concretamente de
los funcionarios del Departamento de Educación Municipal, quienes privaron a la actora
de su legítimo derecho al trabajo, todo ello según lo dispuesto en los artículos 2314, 2320
inciso cuarto y 2322 del Código Civil, que consagran la responsabilidad de los
empresarios o empleadores por las actuaciones dolosas o culposas de sus trabajadores o
agentes. Concluye que la Municipalidad demandada debe responder por los daños
causados por sus dependientes al haberla prácticamente condenado a la inactividad en su
trabajo, pagándole por no hacer nada, lo que le provocó daños morales consistentes en un
severo deterioro psíquico y físico que la COMPÍN diagnosticó como trastorno depresivo
recurrente.

Tercero: Que para una adecuada inteligencia y resolución del asunto es pertinente
consignar que la sentencia de primera instancia —confirmada sin modificaciones—
estableció la siguiente situación fáctica:

1) La demandada por intermedio de sus agentes —superiores jerárquicos de la actora—


en particular Óscar Soto Figueroa, así como por María Angélica Zamora, incurrieron en
diversos actos de hostigamiento laboral consistentes en quitarle en la práctica las
funciones de coordinadora artística del Departamento de Educación del Municipio de Los
Andes, reduciéndolas hasta tal punto que no tenía labores que efectuar sin que le fueran
asignadas otras funciones a petición de la demandante, incluso interviniendo en su oficina
arrumando en un costado de aquella sus efectos personales sin su conocimiento.

2) Dicha situación le provocó trastorno depresivo recurrente, conforme a la resolución


de la Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez que declaró un estado de salud
irrecuperable.

3) La demandante hizo valer la responsabilidad que le cabía a la demandada en los


hechos, en sede contractual —laboral— por la relación existente entre ambas, como
consta en los autos Rol Nº 640 seguidos ante el Primer Juzgado de Letras del Trabajo de
esta ciudad, a fin de hacer efectivas las indemnizaciones y demás prestaciones que se le
adeudaban con motivo del término de dicha relación, la que se fundaba en los mismos
hechos que la presente acción.

Cuarto: Que en seguida la misma sentencia elabora las siguientes consideraciones de


derecho para desestimar la demanda de autos:
1) La relación existente entre las partes debe considerarse o asimilarse como
contractual, aun cuando la actora es una profesional docente que desempeña sus labores
para un Municipio en virtud de su nombramiento, constituyendo una relación de derecho
público. Pero el artículo 71 del Estatuto Docente hace aplicables supletoriamente las
normas del Código del Trabajo y leyes complementarias, salvo en lo relativo a la
negociación colectiva.

2) La actora optó por perseguir la responsabilidad contractual derivada de los mismos


hechos mediante la acción laboral. Así es incongruente demandar la responsabilidad
extracontractual, toda vez que la responsabilidad civil es una sola y deriva del
incumplimiento de una obligación, del cual se sigue consecuente daño patrimonial.

3) Puede ocurrir que en un caso determinado concurran supuestos fundantes de ambas


categorías de responsabilidad, produciéndose su cúmulo o concurso, pero en tal caso el
acreedor sólo podría reclamar la responsabilidad contractual resultante. El caso sub lite
corresponde a uno de responsabilidad contractual, por concurrir los supuestos de la
misma.

4) En el evento que un trabajador haga uso de su derecho de reclamar la improcedencia


de la causal de despido efectuada por su empleador, o bien de la facultad de poner
término a la relación laboral, de conformidad a lo dispuesto en los artículos 168 y 171 del
Código del Trabajo —como es el caso— buscando la condena del empleador y el pago de
las indemnizaciones e incrementos fijados por la ley para tal efecto, cuya existencia es
propia del derecho laboral, ello constituye por sí un resarcimiento a la ruptura del nexo
contractual que unía al trabajador con su empleadora compensando la aflicción que pueda
ocasionar la pérdida de la fuente laboral, incluyendo el daño moral experimentado por el
trabajador despedido, cuestión que constituye la regla general, la cual no excluye que en
casos especiales pueda accederse también a reconocer una indemnización adicional a la
fijada por la ley laboral si se demandan y se prueban perjuicios extraordinarios, como
sería el daño moral. Empero, los argumentos dados por la actora no revisten las
características excepcionales que puedan dar lugar a ellos, considerando además la suma
ordenada pagar en la sentencia dictada en los autos del trabajo, la que resarce
debidamente a la actora de todo tipo de perjuicios producto de la terminación de su
relación laboral.

Quinto: Que como puede apreciarse de la fundamentación del recurso de nulidad,


constituye una cuestión jurídica esencial dilucidar el estatuto jurídico aplicable a los
hechos invocados en la acción. Respecto de este asunto es menester indicar que en cuanto
al derecho aplicable el Juez se encuentra vinculado por el principio iura novit curia , en
el sentido que es éste quien conoce y aplica el derecho, esto es, no se encuentra limitado
u obligado por los razonamientos jurídicos expresados por las partes, aspecto que no
obsta a la exigencia de que el derecho aplicable debe enlazarse a las acciones y
excepciones, alegaciones y defensas que las partes sostienen en el pleito.

Sexto: Que consecuencia de lo establecido en el motivo precedente es que la


calificación jurídica de los hechos le corresponde al juez y no a las partes, lo que ha
venido reiterando la jurisprudencia desde hace varios años. Así se ha ilustrado citando el
fallo "Bernales y otros con Convento de la Recolección Dominicana", Corte de
Apelaciones de Santiago, 8 de julio de 1941, publicado en Revista de Derecho y
Jurisprudencia, tomo XXXIX, marzo a diciembre de 1942: "Que las calificaciones que
las partes litigantes hagan en los escritos fundamentales del juicio de las instituciones
jurídicas, no caracteriza, sustancialmente, la acción, sino que, conforme a lo que se ha
expresado, es el hecho jurídico o material, los únicos que no pueden alterarse, los que
constituyen las acciones y excepciones principales del pleito, como quiera que, en lo que
respecta al derecho, las partes son libres para hacer las apreciaciones que crean
convenientes, hasta en este punto pueden ser suplidas por el juez".

Séptimo: Que se hace necesario señalar desde ya que el criterio de atribución de


responsabilidad no debe buscarse en el contractual laboral y sin lugar a dudas constituye
un error de derecho el razonamiento elaborado por el tribunal sentenciador de primer
grado en tal sentido. En efecto, tal como se ha indicado por esta Corte Suprema en el
fallo dictado en la causa rol Nº 7.270-2009, la pretensión indemnizatoria de un ex
trabajador que acciona contra su anterior empleador en pos de obtener reparación por
daños que exceden de los cubiertos por las compensaciones especiales previstas en el
ordenamiento laboral tiene fundamento en una atribución de responsabilidad que va más
allá del hecho de haber puesto término al contrato de trabajo, toda vez que los perjuicios
alegados responden a un rubro indemnizatorio, el daño moral, que admite extender sus
contornos hacia aspectos que no habrán de resultar debidamente compensados con las
indemnizaciones previstas por el legislador especial. Una hipótesis como la anterior
muestra que el resarcimiento aparejado a ella se distancia del incumplimiento de las
obligaciones contractuales de los integrantes de la relación de trabajo y es natural,
entonces, que de ella se deriven consecuencias que exceden de las puramente laborales.

Octavo: Que si bien las indemnizaciones derivadas de un despido injustificado por


parte del empleador están, en principio, limitadas por la reglamentación que el Código
del Trabajo fija al respecto, ello no excluye que en casos especiales y si se prueban
perjuicios extraordinarios, como lo sería el daño moral experimentado por el trabajador
indebidamente despedido —en la especie en forma indirecta— pueda reconocerse en
favor de este último una indemnización adicional no prevista especialmente por la ley
laboral. De esta manera, las indemnizaciones contempladas en la normativa laboral no
extinguen o descartan las que pudieran solicitarse por otras vías, como la del derecho
común o las provenientes del estatuto del derecho público, de suerte que resulta viable
acumular las indemnizaciones de carácter laboral con otras que digan relación con los
daños correlativos que acredite quien las demanda. Se observa con claridad que el
eventual resarcimiento del daño moral sufrido por quien ha sido despedido
injustificadamente no encuentra debido correlato en esas compensaciones de tipo
tarifado, vale decir, determinadas en directa relación con la cuantía de la remuneración
específica y el número de años de vinculación al empleo de que se trate.

Noveno: Que en el mismo sentido de las consideraciones desarrolladas en el fallo antes


citado, resulta propicio recordar que en la historia de la Ley Nº 20.087 publicada en el
Diario Oficial de 3 de enero de 2006, mediante la cual se sustituye el procedimiento
laboral contemplado en el Libro V del Código del Trabajo, consta que en el proyecto
enviado por el Ejecutivo al Congreso para su tramitación se contemplaba una
modificación al artículo 420 del ordenamiento en mención, en cuanto se definía la
competencia de los Juzgados de Trabajo en términos tales que la letra f) de la norma
propuesta enunciaba: "f) de los juicios en que se pretenda hacer efectiva cualquier otra
responsabilidad del empleador, incluso la reparación del daño moral, que emane de actos
previos a la contratación, de aquellos producidos durante la vigencia del contrato, de los
que se produzcan con motivo de su extinción o con posterioridad a ésta". Acerca de esa
innovación, el Mensaje del Proyecto expresó que el objetivo perseguido con ella fue
ampliar la competencia de los tribunales del trabajo y, específicamente, en lo que a la
presente contienda interesa, facultar en forma expresa para pronunciarse sobre cualquier
otra responsabilidad del empleador, incluso la reparación del daño moral que emane de
actos previos a la contratación, producidos durante la vigencia del contrato, de los que se
produzcan con motivo de su extinción o con posterioridad a ésta. Así pasó el trámite del
primer informe de la Comisión de Trabajo y Seguridad Social de la H. Cámara de
Diputados. Posteriormente, en trámite de discusión general, en sesión 51ª de la H.
Cámara, la modificación planteada al citado artículo 420 no alcanzó el quórum de
aprobación requerido durante el trámite reglamentario, por lo cual fue suprimida, entre
otras, del texto del proyecto de ley propuesto. No obstante esto último, la reforma a la
norma a que se viene aludiendo era reveladora de la intención del legislador de insertar
en la esfera de la competencia de los tribuna les del trabajo el conocimiento y fallo sobre
cuestiones relativas a "cualquier otra responsabilidad del empleador", evidenciando con
ello que los aspectos indemnizatorios contemplados en dicha normativa especial no son
sino el estándar básico de protección que la ley guarda para los trabajadores que
justifiquen encontrarse en las hipótesis que las ordenan. Al mismo tiempo, al no haber
quedado aprobada la modificación legal a la norma en comentario, no queda sino concluir
que respecto de cualquier otra indemnización que el trabajador pretenda por sobre
aquellas que tiene aseguradas en la ley laboral habrá de acudir a la justicia ordinaria,
justificando eso sí los presupuestos que hacen posible su acogimiento.

Décimo: Que despejado entonces que no corresponde aplicar el estatuto jurídico de


carácter laboral, es pertinente puntualizar que siendo el comportamiento del servicio
público municipal el objeto de juzgamiento, corresponde acudir a la noción de falta de
servicio. Respecto a ello es relevante enfatizar que, tal como se indicó en la sentencia
dictada por esta Corte en causa rol Nº 371-2008, dicho criterio de atribución de
responsabilidad puede ser aplicado directamente por medio del artículo 44 de la Ley
Nº 18.575 —o por el artículo 152 de la Ley Nº 18.695 en el ámbito municipal— o, en su
caso, por el artículo 2314 del Código Civil, porque el concepto de falta de servicio es
invariable. Por tal circunstancia, lo que interesa es que se establezca que el
comportamiento de la autoridad o servicio público fue distinto al que debiera
considerarse su comportamiento normal, o sea, basta con probar una falta de servicio.

Undécimo: Que en consideración a lo que se viene señalando cabe reiterar lo que esta
Corte ha indicado sobre el concepto de responsabilidad por falta de servicio, en orden a
que para que se configure es necesario acreditar cualquiera de estas hipótesis: a) la
omisión del funcionamiento del servicio; b) el funcionamiento defectuoso, o c) el
funcionamiento tardío. Además deberá comprobarse el daño y la relación causal. En
materia municipal, el inciso primero del artículo 152 de la Ley Nº 18.695 preceptúa: "Las
municipalidades incurrirán en responsabilidad por los daños que causen, la que procederá
principalmente por falta de servicio".

Duodécimo: Que, en la especie, con fecha 20 de mayo de 2009 se dictó sentencia


definitiva de primera instancia en la causa laboral Rol Nº 640-2008 seguida ante el
Primer Juzgado de Letras de Los Andes, estableciéndose en el considerando 9º que la
demandada incurrió en las causales de terminación del contrato de trabajo invocadas por
la actora, esto es, el incumplimiento grave de las obligaciones que impone el respectivo
contrato y actos y omisiones temerarias que afectan la salud de la trabajadora. Expresa el
fundamento lo siguiente: "(...) la demandada por intermedio de sus agentes superiores de
la actora, en particular Óscar Soto Figueroa y María Angélica Zamora, incurrieron en
diversos actos de hostigamiento laboral, consistentes en quitarle en la práctica las
funciones de coordinadora artística del Departamento de Educación del Municipio de Los
Andes, reduciéndolas hasta tal punto que no tenía labores que efectuar sin que le fueran
asignadas otras funciones a petición de la demandante, incluso interviniendo en su oficina
arrumándole en un costado de ella sus efectos personales sin su conocimiento, según dan
cuenta los relatos de los testigos presentados por ella de fojas 150 a 156, lo que le
provocó trastorno depresivo recurrente —como lo acredita la resolución del COMPÍN de
fojas 62 que declaró un estado de salud irrecuperable—, situación que además era
conocida del Alcalde de la época, según lo reconoce en su propia declaración de fojas
140, quien si bien requirió información del hecho no inició investigación al respecto
(...)". En su parte resolutiva se declara indebido el despido de la actora y en consecuencia
se condena a la demandada a pagar a favor de la demandante las siguientes prestaciones:
a) $ 715.820 por concepto de indemnización sustitutiva de aviso previo; b) $ 28.033.980
a título de indemnización por treinta y dos años de servicio; c) $ 16.820.388 por concepto
de incremento del sesenta por ciento de la indemnización indicada en la letra b), y d)
$ 620.377 correspondiente a saldo insoluto de remuneraciones del mes de julio de 2008.
Por sentencia de 1º de agosto de 2009 se confirmó el mencionado fallo con declaración
de que los años de servicio de la actora ascienden a treinta y nueve años y que el recargo
correspondiente a la indemnización por años de servicio asciende al ochenta por ciento.

Decimotercero: Que la conducta de la demandada, en cuanto a las circunstancias


fácticas establecidas que llevaron a la separación de sus labores a la trabajadora Rosa
López Bailesán, refleja que ella excede el campo simplemente contractual y desencadena
la comisión de hechos constitutivos de responsabilidad por falta de servicio, puesto que
no se circunscribe a un término ordinario de una relación laboral, desde que el Alcalde de
la Municipalidad de Los Andes ante el conocimiento oportuno de la difícil situación que
afectaba a la trabajadora no actuó ejerciendo sus prerrogativas legales como la máxima
autoridad de los servicios municipales (artículo 56 de la Ley Nº 18.695), sin que
impartiera dentro de sus atribuciones las órdenes para la mejor marcha de los servicios.
Su deber como administrador lo obligaba a impartir mandatos respecto al cumplimiento
de la modalidad de trabajo de la actora y a adoptar todas las medidas tendientes a
asegurar la protección eficaz de la vida y salud de ella, cuestión que de acuerdo a las
circunstancias fácticas asentadas no hizo.

Decimocuarto: Que las motivaciones precedentes conducen a la conclusión de que los


jueces del fondo incurrieron en error de derecho al decidir la improcedencia de establecer
la responsabilidad de la demandada, por cuanto la demandante había sido indemnizada en
sede laboral y porque los perjuicios ocasionados no revestían el carácter de
extraordinarios. Dicho yerro jurídico tiene el mérito de influir sustancialmente en lo
dispositivo del fallo, puesto que de haber aplicado correctamente el concepto de
atribución de responsabilidad por falta de servicio habrían obtenido una conclusión
diversa, esto es, habrían determinado que la demandada incurrió en dicha
responsabilidad.

Decimoquinto: Que acorde a lo razonado el recurso de nulidad sustancial será acogido.

Por estas consideraciones y lo dispuesto en los artículos 764, 765, 767 y 805 del
Código de Procedimiento Civil, se acoge el recurso de casación en el fondo deducido en
lo principal de fojas 306 en contra de la sentencia de veintiuno de octubre de dos mil
nueve, escrita a fojas 305, la que por consiguiente es nula y se la reemplaza por la que se
dicta a continuación.

Regístrese.

Redacción a cargo del Ministro Sr. Carreño.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema, integrada por los Ministros Sr.
Sergio Muñoz G., Sr. Héctor Carreño S., Sr. Pedro Pierry A., Sra. Sonia Araneda B. y
Sra. María Eugenia Sandoval G. No firman, no obstante haber concurrido a la vista y al
acuerdo de la causa, la Ministro señora Araneda por haber cesado en sus funciones y la
Ministro señora Sandoval por estar en comisión de servicios. Santiago, 23 de octubre de
2012.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

Rol Nº 8.871-2009.

II. Sentencia de reemplazo

Santiago, veintitrés de octubre de dos mil doce.

Vistos:

Se reproduce la sentencia apelada con excepción de sus fundamentos tercero, octavo y


noveno, que se eliminan.

Y se tiene en su lugar y además presente:

1º) Que a fojas 3 doña Rosa López Baleisán interpone demanda de indemnización de
perjuicios reclamando la responsabilidad extracontractual de la demandada,
Municipalidad de Los Andes, argumentando al efecto el menoscabo sufrido por su parte a
consecuencia del trato vejatorio ocasionado por sus superiores directos y por la falta de
vigilancia de parte del empleador.
2º) Que el mérito de autos revela que la demandante sustanció un juicio laboral por
despido indirecto ante el Primer Juzgado de Letras de Los Andes, bajo el Rol Nº 640, el
que fue zanjado a su favor, ordenándose al empleador el pago de las indemnizaciones
sustitutiva de aviso previo de despido y por años de servicio, esta última recargada en un
ochenta por ciento.

3º) Que lo reseñado, conforme se señaló en el fallo de casación que antecede, no es


óbice para que se admita la procedencia de otro tipo de indemnizaciones, como el
destinado a reparar o compensar el daño moral producido por un despido indebido que el
trabajador pudiera impetrar, de suerte que es viable acumular la indemnización sustitutiva
del aviso previo de despido y la indemnización por años de servicio con otras que digan
relación con los daños correlativos que acredite quien las demanda. Así, se observa que el
eventual resarcimiento del daño moral sufrido por quien ha sido despedido
indebidamente no encuentra debido correlato en esas compensaciones de tipo tarifado,
vale decir, determinadas en directa relación con la cuantía de la remuneración específica
y el número de años de vinculación al empleo de que se trate.

4º) Que, concretamente, la sentencia definitiva que decidió la causa laboral a la que se
ha venido haciendo mención determinó como hechos acreditados e inamovibles que la
demandada, por intermedio de sus agentes superiores de la actora, en particular Óscar
Soto Figueroa y María Angélica Zamora, incurrió en diversos actos de hostigamiento
laboral, consistentes en quitarle en la práctica las funciones de coordinadora artística del
Departamento de Educación del Municipio de Los Andes, reduciéndolas hasta tal punto
que no tenía labores que efectuar sin que le fueran asignadas otras funciones a petición de
la demandante, incluso interviniendo en su oficina arrumándole en un costado de ella sus
efectos personales sin su conocimiento, lo que le provocó trastorno depresivo recurrente,
como lo acredita la resolución de la COMPÍN que declaró un estado de salud
irrecuperable, situación que además era conocida del Alcalde de la época, quien si bien
requirió información del hecho no inició investigación al respecto.

5º) Que ese proceder de la demandada, específicamente del Alcalde del Municipio
referido, es constitutivo de responsabilidad por falta de servicio, toda vez que incurrió en
omisión en el cumplimiento de sus deberes al no actuar ejerciendo sus prerrogativas
legales como la máxima autoridad de los servicios municipales (artículo 56 de la Ley
Nº 18.695), y sin que impartiera dentro de sus atribuciones las órdenes para la mejor
marcha de los servicios. Faltó a su deber como administrador, que lo obligaba a impartir
mandatos respecto al cumplimiento de la modalidad de trabajo de la actora y a adoptar
todas aquellas medidas tendientes a asegurar la protección eficaz de la vida y salud de
dicha trabajadora.

6º) Que en cuanto el daño moral invocado por la actora, se observa que se hace
consistir en el daño a su salud mental y su autoestima en forma definitiva, motivando la
presentación de una serie de licencias médicas. Específicamente fue en la práctica
condenada a la inactividad en su trabajo, pagándole por no hacer nada, lo que le provocó
daños morales consistentes en un severo deterioro psíquico y físico que la COMPÍN
diagnosticó como trastorno depresivo recurrente.
Resulta útil tener presente que el daño moral se ha conceptualizado por esta Corte
Suprema como: "un mal, un perjuicio o una aflicción en lo relativo a las facultades
espirituales, vale decir, cuando se ocasiona a una persona un dolor o aflicción en sus
sentimientos" ( R.D.J ., T. LXVIII, secc. 4ª, 168). Se ha indicado que la indemnización a
su respecto no hace desaparecer el daño, como tampoco se orienta a llevar a la víctima a
una situación semejante a la que existía antes de que aquél se produjese; su sentido es
otro: otorgar una satisfacción de reemplazo a quien ha sufrido el daño, cuya medida
equitativa queda entregada al criterio del sentenciador.

7º) Que sobre el particular, la prueba instrumental no objetada rendida en la causa


corriente a fojas 152, consistente en certificado emanado de la médico psiquiatra María
Gloria Santana Reyes, que da cuenta de que la actora desde el año 2006 sufre la
enfermedad de depresión recurrente, que en su concepto fue causada en su trabajo por el
hecho de no haber ejercido actividad laboral alguna durante las horas de su jornada por
dos años, resulta concordante con las declaraciones testimoniales contestes prestadas a
fojas 166, 175, 181, 192 y 196 por doña Eva Torres Vásquez, doña María Victoria Jarpa
Roa, don Manuel Urbina Barraza, don Luis Bórquez Silva y don Nelson Soto Riquelme,
respectivamente, en el sentido que vieron a la demandante en su oficina llorando y
desesperada por la situación que le aquejaba, específicamente se trataba de un maltrato
por omisión que se hacía de parte de su jefatura de servicio, todo lo cual derivó
finalmente en una depresión que trajo efectos en su familia.

Tales antecedentes, no desvirtuados, sirven de base para conformar una presunción


seria acerca de la efectiva producción de un quebranto en el ánimo y en los sentimientos
de dignidad y autoestima de la actora, además del agobio ante la falta de actividad
laboral, agravada por la extensa trayectoria; todo ello con ocasión del desarrollo y
consecuente terminación de la relación laboral, máxime si se ha determinado por
sentencia firme que ello obedeció a motivos que no se condicen con alguna de las
hipótesis de despido justificado, por lo cual se lo ha catalogado de indebido.

Queda así establecida la lesión en los intereses extrapatrimoniales de la demandante,


puesto que se trata de un trabajador de larga permanencia cuyo despido se calificó como
indebido.

8º) Que respecto a la relación causal resulta claro que sin el acaecimiento del hecho
constitutivo de la falta de servicio, esto si el Alcalde de la época ante el requerimiento de
la actora hubiere adoptado las medidas necesarias para revertir la situación que le
afectaba, no habría ocurrido el resultado dañoso que se ha descrito.

9º) Que ante las circunstancias anotadas en los fundamentos precedentes resulta
ineludible concluir que corresponde acceder a la compensación en dinero del daño moral
sufrido por la parte demandante. En este contexto, el tribunal está facultado para regular
conforme a la prudencia el monto de la indemnización solicitada.

Y de conformidad además con lo dispuesto en los artículos 186 y siguientes del Código
de Procedimiento Civil, se declara:
Que se revoca la sentencia apelada de veintinueve de mayo de dos mil nueve, escrita a
fojas 251, en cuanto por ella se rechaza la demanda de fojas 3 y, en su lugar, se decide
que ella queda acogida en cuanto se condena a la demandada a pagar a la actora una
indemnización de perjuicios a título de daño moral ascendente a la suma de $ 20.000.000
(veinte millones de pesos), con el reajuste de la variación que experimente el Índice de
Precios al Consumidor desde la fecha de esta sentencia hasta la del pago efectivo y los
intereses corrientes para operaciones no reajustables en caso de mora.

Regístrese y devuélvase con sus agregados.

Redacción a cargo del Ministro señor Carreño.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema, integrada por los Ministros Sr.
Sergio Muñoz G., Sr. Héctor Carreño S., Sr. Pedro Pierry A., Sra. Sonia Araneda B. y
Sra. María Eugenia Sandoval G. No firman, no obstante haber concurrido a la vista y al
acuerdo de la causa, la Ministro señora Araneda por haber cesado en sus funciones y la
Ministro señora Sandoval por estar en comisión de servicios. Santiago, 23 de octubre de
2012.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

Rol Nº 8.871-2009.
C. DAÑO MORAL QUE EMANA DE INCUMPLIMIENTO DE OBLIGACIÓN DEL EMPLEADOR
DE ADOPTAR MEDIDAS DE SEGURIDAD

1. DEMANDA INDEMNIZATORIA POR FALLECIMIENTO DE TRABAJADOR EN


ACCIDENTE LABORAL. DAÑO MORAL AFECTIVO

SUMARIO: En lo que concierne al daño moral o no patrimonial producido a la


demandante, es indudable. Como consecuencia del accidente laboral, perdió la vida su
padre cuando ella acababa de cumplir seis años, hecho que, sin duda, produce
normalmente consecuencias en la integridad psíquica de una persona, protegida por
la Constitución Política como primera garantía constitucional (artículo 19 Nº 1), sin
que exista ningún antecedente en autos que determine que esas consecuencias no se
hayan producido también en el caso. Ha sido una constante en la jurisprudencia
nacional entender que, en tal caso, se produce un daño afectivo, que es una de las
especies más clásicas de daño moral. Y, en cuanto a la suma reparatoria de este daño,
habrá que estarse a los parámetros comunes que la fijan en casos semejantes, de
forma que la suma de $ 50.000.000 es adecuada para ello y teniendo en cuenta que el
monto de la reparación, más aún en esta especie de daño queda entregado al juez,
como lo reconoce la doctrina.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Concepción

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 3361-2003

Fecha: 01/08/2006

Cita Online: CL/JUR/2712/2006

Estado Procesal: Ejecut oriado, Corte Suprema declaró desierto recurso de casación
en el fondo (4601-2006)

Partes: Navarrete Flores, Juana con Maderas Rarinco Ltda.

Redactor: Domínguez Águila, Ramón

Voces: accidente de trabajo - daño moral - derecho civil - responsabilidad civil -


responsabilidad contractual - responsabilidad del empleador - seguridad social

Legislación relacionada:Artículo 2314 Código Civily artículo 2329 Código Civil.


TEXTO SENTENCIA

Concepción, uno de agosto de dos mil seis.

Visto y considerando:

Se reproduce la sentencia apelada de catorce de julio de dos mil tres, escrita de fojas
140 a 148, con excepción de los considerandos octavo, noveno, duodécimo,
decimotercero, decimocuarto y la frase final del considerando decimoquinto que se inicia
con este monto se estimará hasta el fin de ella.

Y se tiene además presente:

Primero: Que no cabe duda que en autos se ha deducido una acción indemnizatoria
fundada en las normas de la responsabilidad extracontractual previstas en los artículos
2314 y siguientes del Código Civil.

En efecto, se trata de una demandante, doña Alejandra Isabel Díaz Navarrete,


representada por su madre, doña Juana Navarrete Torres, que pide se le indemnicen los
daños sufridos por ella a raíz de la muerte de su padre, don Raúl Ornar Díaz Bustamante,
fallecido en un accidente laboral, mientras se desempeñaba como trabajador de la
demandada Maderas Rarinco Limitada.

Se trata, entonces, de lo que en doctrina se conoce como víctima indirecta que


demanda la reparación del daño por repercusión, y no existiendo vínculo contractual
alguno entre la demandante y la demandada, la acción no puede ser sino cuasidelictual.

Por lo demás, es en los artículos 2314, 2320 y 2319 que la peticionaria ha fundado su
acción.

Segundo: Que, en esa acción, corresponde al demandante acreditar, por los medios
legales de prueba, los elementos constitutivos de la responsabilidad que alega.

Tercero: Que la demandante sostiene que ha sufrido daños a consecuencia de la muerte


de su padre don Raúl Ornar Díaz Bustamante en un accidente del trabajo ocurrido el día
20 de junio de 2001, alrededor de las 16 horas, en momentos en que éste cayó a un pozo
que contiene agua hirviente y diversas sustancias químicas, al tratar de acomodar un trozo
de madera para luego poder asirlo con la grúa que operaba junto a otro trabajador,
sufriendo así graves quemaduras que le produjeron más tarde la muerte, sin que el
perímetro del pozo estuviese premunido de barreras que evitasen la caída de personas en
él.

Cuarto: Que, además de los elementos de prueba referidos en las consideraciones


cuarta a séptima de la sentencia de primera instancia, las circunstancias de hecho del
accidente a raíz del cual pereció en definitiva el padre de la demandante, aparecen
reconocidos por el representante de la demandada al prestar declaración a fojas 4 en los
autos criminales Rol Nº 75.407 del Primer Juzgado del Crimen de Los Ángeles que se
tuvieron a la vista en la presente causa y por el testigo Carlos Remigio Palma Cifuentes
que presenció los hechos y declara a fojas 18 de los mismos autos.

Quinto: Que resulta evidente que mantener un pozo de agua hirviente para inmersión
de troncos de árboles sin barreras o sistemas protectores es un comportamiento impropio
de una empresa prudente, porque por cualquier circunstancia, es posible que trabajadores
y aun extraños que por allí transiten, caigan a su interior, con consecuencias semejantes a
la ocurrida en el presente caso. Las fotografías que rolan a fojas 47 y 48 del sumario
sanitario que se tuvo a la vista, así lo revelan.

Sexto: Que tan evidente es lo que se acaba de señalar, que la propia demandada, con
posterioridad a los hechos de la causa, como lo declaran los testigos suyos Pedro Ángel
Acuña Casas a fojas 43 y Orlando del Carmen Lara Sanhueza a fojas 45, agregó a dicho
pozo barandas protectoras para completar las que sólo en un sector de él existían, medida
de prevención que fue además recomendada en el Informe Técnico de Investigación de
Accidente de la Asociación Chilena de Seguridad, que rola a fojas 88 de los autos, en
especial en la página de fojas 91, informe que se agregó a solicitud de la demandante de
acuerdo a lo resuelto a fojas 39 y que no ha sido objetado.

Además, el representante de la demandada reconoce en su confesión judicial de fojas


132 (posiciones doce y diecisiete) esa circunstancia, aunque sostiene no ser necesaria la
existencia de barandas, afirmación que queda desvirtuada por el hecho mismo de la
ocurrencia de la caída del padre de la demandante.

Séptimo: Que, aun sin hacer referencia pormenorizada a las obligaciones de seguridad
que pesan sobre el empleador respecto de sus trabajadores y previstas en los artículos 184
y siguientes del Código del Trabajo, las que obligan a emplear la diligencia propia de un
hombre esmeradamente cuidadoso, haciéndole responder de culpa levísima (Corte
Suprema, 8 de agosto de 2000, Revista de Derecho y Jurisprudencia , tomo 97, sección 3
a
, página 152; 24 de noviembre de 1999, Rol laboral Nº 399-99, etcétera), la norma del
derecho común de la responsabilidad, en el artículo 2329 del Código Civil se anticipa a
dar por establecida la concurrencia de los elementos necesarios para imponer dicha
responsabilidad cada vez que una persona sufre un daño que constituya la razonable
consecuencia de haberse ejecutado un hecho o dejado de cumplir un deber y tal acción u
omisión es susceptible de perjudicar a terceros (Corte Suprema, 24 de marzo de 1981,
Revista de Derecho y Jurisprudencia , tomo 78, sección 5 a , página 35, considerando 17).

Octavo: Que ha quedado así establecida en autos, la existencia del elemento subjetivo
de la responsabilidad atribuida a la demandada, al haber ésta omitido las medidas de
resguardo necesarias para evitar que quienes trabajaran cerca o en labores del pozo
referido cayeran en él.

Noveno: Que no aparece de los autos que la víctima directa del accidente, esto es, don
Raúl Díaz Bustamante, haya incurrido, como lo sostiene la demandada en su apelación de
fojas 153, en una acción temeraria al tratar de mover los trozos de madera que flotaban en
el pozo ya aludido, la que habría causado el accidente.
Su propio testigo, Pedro Ángel Acuña Casas, declarando a fojas 41, señala que era
habitual que el operador de la grúa hiciese las dos funciones, de operar esa máquina y
mover los trozos de madera en el pozo, y reitera lo mismo al responder al punto dos de la
minuta de interrogación de fojas 29 y el testigo Carlos Remigio Palma Cifuentes a fojas
43, contestando al punto siete de la minuta de preguntas, señala que el operador de la
grúa hacía las dos funciones.

No se observa por qué, realizar una operación que es necesaria en el trabajo efectuado,
debería importar una acción temeraria, más aún si mover troncos de árboles que flotan en
agua dentro de un pozo no parece, según el sentido común, requerir particulares
condiciones técnicas, cuya carencia pudiera explicar en quien la emprende, una acción
imprudente.

De este modo, la declaración de los testigos de la demandante, Pedro Ángel Acuña


Casas, Carlos Remigio Palma Cifuentes y Orlando del Carmen Lara Sanhueza, que
declaran desde fojas 41 a 45 vuelta, no hace sino confirmar lo anterior, sin que pueda
entenderse que en el hecho haya existido culpa causal de la víctima directa.

Décimo: Que, en lo que concierne al daño moral o no patrimonial producido a la


demandante, es indudable. Como consecuencia del accidente laboral, perdió la vida su
padre, cuando ella acababa de cumplir seis años, como resulta del certificado de
nacimiento de fojas 2, hecho que, sin duda, produce normalmente consecuencias en la
integridad psíquica de una persona, protegida por la Constitución Política como primera
garantía constitucional (artículo 19 Nº 1), sin que exista ningún antecedente en autos que
determine que esas consecuencias no se hayan producido también en el caso.

Ha sido una constante en la jurisprudencia nacional entender que, en tal caso, se


produce un daño afectivo, que es una de las especies más clásicas de daño moral.

Y, en cuanto a la suma reparatoria de este daño, habrá que estarse a los parámetros
comunes que la fijan en casos semejantes, de forma que la suma de $ 50.000.000 es
adecuada para ello y teniendo en cuenta que el monto de la reparación, más aún en esta
especie de daño queda entregado al juez, como lo reconoce la doctrina y la doctrina
constante (Fernando Fueyo L., "El daño moral es materia que siempre dependerá de la
sabiduría de los jueces", en Gaceta Jurídica 123, página 14; José Luis Diez Sch., El daño
extracontractual , página 249), particularmente si la demandante, como ocurre en el caso,
propuso una suma; pero dejó entregado al tribunal su determinación, como lo indica en la
petición de fojas 9.

Undécimo: Que no ocurre lo mismo con el daño patrimonial reclamado bajo la base de
un lucro cesante, puesto que para hacerlo, la demandante proyecta la remuneración de la
víctima directa al momento de su fallecimiento durante lo que entiende ser vida laboral
útil normal de una persona, y ya es jurisprudencia constante que esa argumentación se
basa en supuestos por lo demás aleatorios, lejanos al carácter de certeza que exige el daño
(Corte de Apelaciones de Chillán, 12 de enero de 2004, Semana Jurídica Nº 208,
sentencia 2, página 9; Corte de Apelaciones de Santiago, 6 de septiembre de 2002, Fallos
del Mes Nº 509, sentencia 2, página 560; 9 de julio de 2002, Fallos del Mes Nº 510,
sentencia 6, página 959), aunque nada impide que el tribunal, ante la evidencia que existe
pérdida, fije prudencialmente su evaluación monetaria (Corte de Apelaciones de
Concepción, 12 de enero de 2000, Rol laboral Nº 167- 99; Corte de Apelaciones de
Santiago, 1 o de agosto de 2000, Rol laboral Nº 583-2000; Corte de Apelaciones de San
Miguel, 23 de marzo de 2000, Rol laboral Nº 2.907-2000).

Pero en autos no existe prueba alguna que acredite que la víctima directa, don Raúl
Díaz, proporcionaba la mantención de la demandante ni cuánto era su ingreso al tiempo
de su muerte, pues ésta sólo acompañó a su demanda una copia de un contrato de trabajo
de 1994 y, además, sin indicación alguna de su objeto probatorio, de forma que no dejó al
sentenciador en condiciones de determinar la existencia del lucro cesante, ni proporcionó
elemento alguno para apreciar su monto.

Duodécimo: Que en autos sólo ha deducido acción indemnizatoria doña Alejandra


Díaz Navarrete representada por su madre doña Juana Navarrete Flores, sin que ésta haya
accionado por sí, de modo que ninguna reparación cabe asignar a ésta.

Por esas consideraciones y visto lo dispuesto en los artículos 2314 y siguientes del
Código Civil y 160 y 170 del Código de Procedimiento Penal, se revoca la sentencia
apelada de catorce de julio de dos mil tres, escrita de fojas 140 a 148, en cuanto condena
a la demandada a pagar la suma de $ 5.000.000 por concepto de daño lucro cesante a la
demandante Alejandra Isabel Díaz Navarrete y a doña Juana Navarrete Flores, y en su
lugar se declara que no se hace lugar a la indemnización demandada por ese daño, y se la
confirma en lo demás, con declaración que se fija en cincuenta millones de pesos
($ 50.000.000) el monto de la reparación que por daño moral debe pagar la demandada
Empresa Maderas Rarinco Limitada a doña Alejandra Isabel Díaz Navarrete, la que
deberá reajustarse de acuerdo a la variación del Índice de Precios al Consumidor desde la
fecha de la presente sentencia hasta su pago efectivo.

Regístrese y devuélvase con sus agregados.

Redacción del Abogado Integrante señor Ramón Domínguez Águila.

Rol Nº 3.361-2003.
2. PROCEDE REPARAR EL DAÑO MORAL QUE SUFRIÓ EL TRABAJADOR POR
CONDUCTA NEGLIGENTE DE EMPLEADOR QUE NO ADOPTÓ MEDIDAS DE
SEGURIDAD

SUMARIO: El resultado dañoso tuvo su origen en la conducta negligente y culpable de


la entidad empleadora al no adoptar las medidas de seguridad bajo todos sus
respectos, lo que es de toda trascendencia, que el delicado trabajo requería,
incumpliendo el deber de protección del trabajador que le impone la disposición legal
analizada.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Antofagasta

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 237-2006

Fecha: 17/01/2006

Cita Online: CL/JUR/4349/2006

Estado Procesal: Ejecutoriada, Corte Suprema declaró desierto recurso de casación en


el fondo (203-2007)

Ministros: Soto Torrealba, Laura; Álvarez Giralt, Enrique; Fiscal Rey Marín, Sylvia

Redactor: Soto Torrealba, Laura

Voces: derecho del trabajo - despido - indemnización - responsabilidad contractual -


responsabilidad subsidiaria laboral

Legislación relacionada: Artículo 64 Código del Trabajo; artículo 2314 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA

Antofagasta, diecisiete de enero de dos mil seis.

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada con excepción del acápite último del Nº 5 del
considerando vigésimo quinto y se deja constancia que del aludido numeral se salta al 7 y
se le introduce la siguiente modificación: en el párrafo final del motivo vigésimo cuarto
se sustituye el guarismo $ 40.000.000 (cuarenta millones de pesos) por $ 35.000.000
(treinta y cinco millones de pesos).
Primero: Que la demandada subsidiaria Ministerio de Obras Públicas impugna la
sentencia de primer grado, la que pide se enmiende señalando que se opuso la excepción
prevista en el Nº 6 del artículo 303 del Código de Procedimiento Civil, esto es, la
corrección del procedimiento sin afectar al fondo de la acción deducida, fundada en la
existencia de un instrumento consistente en un mandato para la administración de la obra
denominada Escuela Básica E-34 John Kennedy en Calama, con el cual se acredita que es
Codelco Chile División Chuquicamata la mandante de la obra y titular de los derechos
personales de crédito que emanan de tal carácter, en tanto que la Dirección Regional de
Arquitectura de la Segunda Región es la Unidad Técnica, a quien se ha confiado por la
mandante la dirección y administración de los trabajos involucrados en la ejecución de la
obra encargada administrar, resultando ser un tercero ajeno al juicio puesto que actuó por
cuenta y riesgo de su mandante en virtud de la teoría de la representación civil.

Luego, la demanda de autos debía enderezarse en contra de Codelco mandante de la


misma. Sostiene que también le causa agravio al desechar la excepción de fondo fundada
en que no le asiste responsabilidad por los hechos en que se apoya la acción, porque el
Fisco no tiene el carácter de propietario de la obra en que ocurrió el hecho que motiva la
demanda.

Expresa, asimismo, que la sentencia lesiona sus intereses desde que hace aplicable el
artículo 64 del Código del Trabajo que se refiere a la responsabilidad subsidiaria de las
obligaciones laborales y previsionales, cuya naturaleza, origen y fundamento son
claramente diversas de las que corresponden a la pretensión de indemnización por daños
que el actor reclama con fundamento en las normas de responsabilidad civil
extracontractual, regulada en los artículos 2314 y siguientes de Código Civil. La
responsabilidad subsidiaria establecida en esta norma sólo puede estar referida a
contraprestaciones constitutivas de remuneración y no a las indemnizaciones demandadas
en el presente caso.

Asevera, por otra parte, el recurrente que se le causa agravio porque se regula el daño
moral basado en presunciones y/o especulaciones no probadas al no rendirse ninguna
prueba a este respecto. Finalmente, aduce que la sentencia le es agraviante debido a que
no considera la actuación descuidada e imprudente del actor al circular por un sector de la
obra atravesada por cables eléctricos con un elemento de alta conductividad en sus
manos, no obstante estar prevenido de ello, actuando de un modo impropio; y porque no
reduce el monto de la indemnización por la exposición imprudente.

Segundo: Que como lo sostiene la juez a quo en el Nº 3 del considerando vigésimo


quinto, que no obstante la denominación de convenio mandato que se da al contrato
suscrito entre Codelco Chile División Chuquicamata con la Dirección de Arquitectura
Segunda Región, Ministerio de Obras Públicas, rolante a fs. 36 y siguientes, éste no
reviste las características del mandato civil.

En efecto, en la Resolución DA. AII Región 007 del Ministerio de Obras Públicas se
establece expresamente que el contratista deberá contratar una Póliza de Seguro, que
cubra la responsabilidad civil extracontractual por daños que pudieran afectar a terceros,
a nombre del Director Regional de Arquitectura II Región, consignándose en la misma
que se aprueba el convenio celebrado entre este último y la Empresa Constructora Rameo
Ltda., el cual especifica los términos de otorgamiento y devolución del anticipo, según lo
dispuesto en el artículo 29 de las Bases Administrativas Especiales, el que deberá ser
caucionado mediante boletas de garantías bancarias equivalentes al monto del anticipo,
una vez cumplido el plazo de devolución y previa petición por escrito del Contratista, se
podrá efectuar su devolución.

A su vez, los numerales 5, 9 y 10 del documento en análisis se hace expresa referencia


a que se debe cumplir con las normas estatuidas en el Reglamento para Contratos de
Obras Públicas, indicándose en el Nº 12 de la misma que el contrato se financiará con
recursos de Codelco Chile División Chuquicamata, lo que viene a corroborar que estamos
en presencia de un contrato de tal índole y no de un mandato civil como lo pretende la
recurrente.

A ello cabe agregar que en la cláusula segunda del convenio mandato aludido
precedentemente, se establece que la Dirección de Arquitectura es la encargada de la
gestión técnica y administrativa de la ejecución de las obras especificadas, lo que
comprende desde la preparación de las bases administrativas, licitación, adjudicación,
celebración de los respectivos contratos, supervisión e inspección de las obras hasta la
liquidación y/o recepción definitiva o final de las mismas; y en las Obligaciones
Generales Nº 4 que se hace responsable de las supervisión y fiscalización técnica y
administrativa de la ejecución del proyecto hasta su recepción y liquidación final.

Es así, entonces, que revistiendo la Dirección Regional de Arquitectura la calidad de


contratante ante la Empresa que se adjudicó el contrato de construcción de la obra, por lo
tanto, el documento referido a la Resolución DA. AII Región 007 es justificativo para los
efectos del artículo 64 del Código del Trabajo como el sustento jurídico demostrativo de
la titularidad de la obra o faena, sin que las relaciones particulares que pueda tener el
Ministerio de Obras Públicas concernientes al financiamiento de la obra Reposición
Escuela Básica E-34 John Kennedy puedan ser oponibles a los trabajadores.

Tercero: Que la acción deducida en autos se apoya en la normativa anteriormente


señalada que establece la responsabilidad subsidiaria del dueño de la obra, empresa o
faena, en lo que dice relación con las obligaciones laborales y previsionales que afecten a
los contratistas y subcontratistas a favor de los trabajadores de éstos.

Esta disposición es amplísima en cuanto a su contenido, ya que se refiere a todas las


obligaciones de carácter legal y previsional que se originaron con el contratante y sus
trabajadores, sin excepción, y por ende no está restringida sólo a las remuneraciones, sino
comprensiva de beneficios y retribuciones o indemnizaciones.

Cuarto: Que el actor sustenta su petición en el artículo 184 del Código del Trabajo,
normativa que establece el deber general de protección de la vida y salud de los
trabajadores, y que implica que el empleador debe proteger a sus operarios de los
accidentes que ocurran con ocasión del trabajo, en cuanto debe adoptar las medidas de
seguridad necesarias ante imprevistos que pueden ser advertidos, constituyéndose de esta
manera en deudor de seguridad a sus trabajadores, normativa que se entiende incorporada
a todo contrato por ser de la esencia de éste y cuyo cumplimiento no queda entregado a la
voluntad de las partes, revistiendo el carácter de irrenunciable de acuerdo a lo
contemplado en el inciso primero del artículo quinto del cuerpo legal en estudio. Si bien
el demandante también en su libelo alude a normas sobre responsabilidad
extracontractual, cabe precisar que corresponde al órgano jurisdiccional aplicar la norma
atinente al conflicto, desde que si bien las partes pueden invocar el derecho, ello no liga
al juez quien tiene la libertad para interpretarlo y aplicar la normativa que estime
pertinente.

Quinto: Que conforme lo reflexionara la juez a quo en los considerandos vigésimo


cuarto, vigésimo quinto en su actual redacción, vigésimo sexto, vigésimo séptimo y
vigésimo octavo y concluye en el vigésimo noveno, que se han reproducido, ha quedado
plenamente establecido que el resultado dañoso tuvo su origen en la conducta negligente
y culpable de la entidad empleadora al no adoptar las medidas de seguridad bajo todos
sus respectos, lo que es de toda trascendencia, que el delicado trabajo requería,
incumpliendo el deber de protección del trabajador que le impone la disposición legal
analizada.

Sexto: Que el daño moral, conforme lo ha sostenido reiteradamente la jurisprudencia


de nuestros tribunales, es indemnizable y no requiere ser probado, entendiéndose como el
sufrimiento, dolor o aflicción psicológico que lesiona el espíritu al herir sentimientos de
afecto y de familia, manifestándose en pesadumbre y depresiones de ánimo. Éste reviste
un carácter netamente subjetivo y su fundamento se encuentra en la propia naturaleza de
la psicología afectiva del ser humano, y atendida esta característica su apreciación es de
mera relatividad, quedando entregada la fijación al mérito del proceso y al criterio
discrecional del juez regular la cuantía de su reparación, partiendo de la convicción que
se forme del grado de culpa o dolo y de la naturaleza que el daño reviste; mas, para los
efectos de regularlo en el caso sub lite se tendrán en cuenta los antecedentes de autos
vertidos en el considerando vigésimo tercero del fallo en alzada, que se aprecian
conforme a las reglas de la sana crítica, y que esta Corte en ejercicio de sus facultades
estima prudente regularlos en la suma de $ 35.000.000 (treinta y cinco millones de
pesos).

Séptimo: Que en cuanto al rechazo del actuar impropio que se atribuye al actor en el
ejercicio de sus funciones, estos sentenciadores comparten lo razonado por la juez a quo ,
desde que, y como lo advierte el Ingeniero en Prevención de Riesgos, don Ítalo
Lancellotti Lagunas, en su informe de fs. 55, antes de la ocurrencia del accidente existía
una situación de alto riesgo generado por la presencia de la línea de media tensión y la
línea de construcción de la Escuela, lo que se mantiene durante la etapa de construcción
de la misma y su posterior funcionamiento, sugiriendo la suspensión momentánea de los
trabajos por considerar que las condiciones de inseguridad y de alto riesgo se ha generado
por la modificación del proyecto. En estas circunstancias, el demandado no podía menos
que conocer ese alto riesgo a que se exponían los trabajadores.

Por las consideraciones anteriores y lo dispuesto en los artículos 463 y siguientes del
Código del Trabajo, se confirma la sentencia de fecha siete de octu bre de dos mil cinco,
escrita a fs. 142 y siguientes, con declaración que se rebaja el monto de la indemnización
por daño moral a la suma de $ 35.000.000 (treinta y cinco millones de pesos), con más
los intereses y reajustes establecidos en el fallo apelado. No se condena en costas a la
demandada subsidiaria, por haber tenido motivos plausibles para alzarse.

Regístrese y devuélvanse.

Redacción de la Ministro Titular Sra. Laura Soto Torrealba.

Pronunciada por la Primera Sala, constituida por los Ministros Titulares, don Enrique
Álvarez Giralt y doña Laura Soto Torrealba y Fiscal Judicial Titular, doña Sylvia Rey
Marín. Autoriza el Secretario Subrogante, don Sergio Montt Martínez. Notificación de fs.
175 vta.

En Antofagasta, a diecisiete de enero del año dos mil seis, notifiqué por el Estado
Diario la sentencia de fs. 172. Firmado: Secretario Subrogante, Sr. Sergio Montt
Martínez.

Rol Nº 237-2006.
3. REPARACIÓN DEL DAÑO MORAL A FAMILIARES DIRECTOS DE
TRABAJADOR POR MUERTE DEL TRABAJADOR POR INEXISTENCIA DE
MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL TRABAJO

SUMARIO: Existió por parte de la demandada una omisión en la adopción de medidas


de seguridad en la empresa, y este hecho le es imputable ya que ella es la que tiene la
obligación de así obrar.

El hecho ha causado un daño moral a los familiares directos del trabajador


accidentado, el que corresponde regular, ya que existe una relación de causalidad
entre el daño producido y el daño causado.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Santiago

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en la Forma y Apelación en conjunto.

Rol: 9655-2000

Fecha: 22/12/2006

Estado Procesal: Ejecutoriado, Corte Suprema rechazó recurso de casación en el


fondo (1251-2007)

Cita Online: CL/JUR/5914/2006

Partes: Martínez Garcés, Ernesto Hugo y otros con Importadora Madison Ltda.

Ministros: Dahm Oyarzún, Jorge; Valdovinos Jeldres, Amanda

Abogado Integrante: Pozo Silva, Nelson

Redactor: Dahm Oyarzún, Jorge

Voces: accidente de trabajo - accidente de trayecto - daño moral - empleador -


enfermedades profesionales - legitimación activa - medidas de seguridad - protección
del trabajador - reglamento de la Ley de Accidentes del Trabajo - trabajador

Legislación relacionada: Artículo 184 y artículo 420 Código del Trabajo; artículo 764
Código Procedimiento Civil; Ley Nº 16.744 año 1968, Ley sobre Accidentes del
Trabajo.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, veintidós de diciembre de dos mil seis.


Vistos y teniendo presente:

a) En cuanto al recurso de casación en la forma.

1 º . Que la parte demandante en el otrosí de la presentación de fs. 194 deduce recurso


de casación en la forma en contra de la sentencia de primera instancia de veintisiete de
octubre de dos mil, escrita a fs. 183, fundado en la causal del artículo 768 Nº 5 del
Código de Procedimiento Civil, esto es, que la sentencia ha sido dictada con omisión de
los requisitos que al efecto señala el artículo 170 del mismo cuerpo legal, y que en el
presente caso es la del Nº 4, esto es, la falta de consideraciones de hecho y de derecho
que afectan al fallo.

Tal causal de nulidad la explica señalando que su parte demandante tachó a tres de los
testigos presentados por la demandada en razón de lo que dispone el artículo 358 Nº 8 del
Código de Procedimiento Civil, al tener la calidad de trabajadores dependientes de la
parte que los presenta, circunstancia que los propios testigos reconocieron al deponer en
la causa.

Estima que pese a la redacción imperativa del artículo 358 del Código de
Procedimiento Civil que le impone al juez la obligación de inhabilitar a un testigo
presentado por la contraparte, el juez sentenciador nada explica de cómo ha podido
sortear esta exigencia; simplemente nada dice al respecto, rechazando la tacha sin
explicaciones, y no sólo eso, sino que además les da crédito a sus dichos. Esto último
configura el perjuicio que le causa el vicio en que ha incurrido la sentencia.

2 o . Que si bien es cierto que la sentenciadora en los fundamentos 1 º y 2 o del fallo en


alzada se limita a describir cuáles son los fundamentos de la tacha y la solicitud de la
contraparte solicitando su rechazo, el vicio reclamado puede ser subsanado mediante el
recurso de apelación que también fue interpuesto por la parte demandante, por lo que la
omisión de la sentenciadora puede ser corregido por esa vía, de modo que cabe el rechazo
del recurso.

b) En cuanto al recurso de apelación:

Se reproduce la sentencia en alzada, con excepción de los fundamentos 9 o y 10º que se


eliminan.

Y teniendo en su lugar y además presente:

3o . Que de las declaraciones que se han expuesto en los considerandos 5o , 6o y 7º la


sentencia que se revisa, es posible dar por acreditado que:

Claudio Antonio Martínez Guerrero fue contratado por la sociedad Importadora


Madison Ltda. el 8 de enero de 1997, desempeñándose inicialmente como peoneta, para
luego colaborar en la carga y descarga de plumones desde el tercer piso del edificio al
primero, para ser subidos luego al camión repartidor.
Para el traslado de los plumones del tercer al primer piso se utilizaba un montacargas.
Para colocar los plumones en su interior, luego de llamarlo, se abría la puerta del mismo,
se colocaba la carga y se procedía al cierre de la puerta.

Se hacía un llamado a viva voz para quien estaba en el primer piso, para que accionara
el botón que ponía en marcha el montacargas, descendiendo.

4o . Que del testimonio de Manuel Mora de fs. 162, persona que al momento del
accidente estaba en el primer piso, es posible dar por justificado que Claudio Martínez
estaba en el tercer piso, quien luego de cargar el montacargas, lo accionó para que
descendiera. Al detenerse éste le gritó para indagar qué sucedía. Como no obtuvo
respuesta subió al tercer piso donde lo encontró atrapado entre la parte superior del
montacargas y la puerta de protección. Pidió ayuda para sacarlo de allí.

5o . Que ha de tenerse también en consideración lo expuesto por el Informe Técnico


Nº 727 de la Asociación Chilena de Seguridad de 25 de febrero de 1997, que rola a fs. 38
de la causa Rol Nº 74.669-5 del 8o Juzgado del Crimen de Santiago, que se ha tenido a la
vista, en la que se investigó la muerte del trabajador Claudio Castillo.

En éste se señala que realizada una inspección del montacargas, éste tiene una puerta
de protección que sólo abarca 3/4 partes del cuerpo de una persona medida desde el
suelo, sin proporcionar una completa protección.

Además señala que la puerta permite que una persona descuidadamente introduzca sus
pies debajo de ésta, cuando el sistema está en movimiento.

6o . Que en el presente caso se está en presencia de un accidente del trabajo, puesto que
la lesión que ocasionó la muerte a Claudio Castillo fue con ocasión de éste (artículo 5 o
Ley Nº 16.744).

De tal circunstancia nace responsabilidad extracontractual de los demandados para con


los demandantes, a la luz de lo que señala el artículo 420 letra f) del Código del Trabajo,
que se remite al artículo 69 de la Ley Nº 16.744 sobre Accidentes del Trabajo.

7o . Que conforme lo dispone el artículo 184 del Código del Trabajo el empleador
estará obligado a tomar todas las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y
salud de los trabajadores, manteniendo las condiciones adecuadas de higiene y seguridad
en las faenas, como también los implementos necesarios para prevenir accidentes y
enfermedades profesionales.

8o . Que tal obligación no aparece cumplida por el demandado en lo que al


montacargas se refiere, puesto que éste no tenía una puerta que ocupara la totalidad del
espacio de donde éste estaba instalado, sino que sólo una parte de ésta, permitiendo que
por la parte inferior se puedan introducir los pies, y por la superior igual parte de una
persona, que fue lo que en definitiva sucedió.
Tampoco existía una correcta instrucción de funcionamiento del mismo. Los testigos,
que son todos trabajadores de la empresa donde prestaba servicios también el occiso,
señalan que una vez que el montacargas se cargaba, a gritos se daba la señal de que el
aparato descendía. No es posible admitir seriamente que se haya instruido de esta forma a
los trabajadores para operar este montacargas.

9o . Que de esta manera es posible dar por acreditado que existió por parte de la
demandada una omisión en la adopción de medidas de seguridad en la empresa, y este
hecho le es imputable ya que ella es la que tiene la obligación de así obrar.

10º. Que el hecho ha causado un daño moral a los familiares directos del trabajador
accidentado, el que corresponde regular, ya que existe una relación de causalidad entre el
daño producido y el daño causado.

11º. Que corresponde acoger la demanda que por daño moral han deducido Ernesto
Hugo Martínez Garcés, padre del occiso, Patricia Isabel Guerrero Rebolledo, madre del
mismo y César Ernesto Martínez Guerrero, hermano del trabajador accidentado.

No cabe duda que la muerte de un hijo y un hermano, en su caso, persona joven que
iniciaba su vida laboral, ha producido en ellos dolor y aflicción que es necesario
indemnizar.

Ésta se regulará en su monto de acuerdo a la cercanía de parentesco que mantenían con


el trabajador fallecido.

12º. Que en lo que se refiere a la demanda planteada por Catalina Alejandra Palma
Menares que lo hace por sí y en representación de su hija Valentina Antonia Martínez
Palma, cabe rechazarla, puesto que no resulta suficiente su afirmación que era la novia
del trabajador fallecido, con quien prontamente contraería matrimonio, y que su hija fue
concebida por éste, que le permita accionar como sujeto activo de esta demanda.

Fuera de su afirmación ninguna prueba se ha allegado a la causa que permita dar por
justificado el vínculo que alega, de modo que su demanda ha de ser rechazada.

Por estas consideraciones y de acuerdo con lo que disponen los artículos 764, 766, y
768 del Código de Procedimiento Civil, se declara:

Se rechaza el recurso de casación en la forma deducido a fs. 194 en contra de la


sentencia de primera instancia de veintisiete de octubre de dos mil, escrita a fs. 183;

Se revoca la aludida sentencia en cuando ella rechaza en todas sus partes la demandada
planteada y se decide que ésta queda acogida en cuanto se condena a la demandada
Importadora Madison Limitada a pagar por concepto de daño moral la suma de
$ 2.000.000 a Ernesto Hugo Martínez Garcés, padre del occiso; la suma de $ 2.000.000 a
Patricia Isabel Guerrero Rebolledo, madre del mismo, y la cantidad de $ 1.000.000 a
César Ernesto Martínez Guerrero, hermano del trabajador accidentado.
Estas sumas serán reajustadas de acuerdo a la variación del Índice de Precios al
Consumidor habida entre esta sentencia y el efectivo pago, más intereses corrientes para
operaciones reajustables desde que se incurra en mora.

Se confirma la aludida sentencia en lo demás apelado.

No se condena en costas a la demandada por estimarse que ha tenido motivo plausible


para litigar.

Regístrese y devuélvase junto al expediente traído a la vista.

Redacción del Ministro Sr. Jorge Dahm.

Rol Nº 9.655-2000.
4. PERSONAS A QUIENES ACCIDENTE O ENFERMEDAD CAUSE DAÑO
PUEDEN RECLAMAR AL EMPLEADOR O TERCEROS RESPONSABLES DEL
ACCIDENTE INCLUSO EL DAÑO MORAL. LA INDEMNIZACIÓN POR DAÑO
MORAL PRODUCTO DE ACCIDENTE LABORAL SE RIGE POR NORMAS DEL
CÓDIGO CIVIL

SUMARIO: Atendiendo a que todo daño debe ser indemnizado, la legislación en


análisis si bien no regula expresamente el resarcimiento del daño moral, de la
aflicción natural producto de una enfermedad —en el caso, profesional— o de un
accidente —en la especie, de trabajo— lo que resulta de lógica si se considera que se
trata de un rubro complejo, tanto en su existencia como en su cuantificación y no
menor ha sido el debate que doctrinaria y jurisprudencialmente ha provocado la
posibilidad de su indemnización, a la que se ha adscrito sólo contemporáneamente, la
ha derivado a la regulación del derecho común. Este es el sentido y alcance de la
disposición contenida en la letra b) del artículo 69 de la Ley Nº 16.744, en cuanto
señala que "La víctima y las demás personas a quienes el accidente o enfermedad
cause daño podrán reclamar al empleador o terceros responsables del accidente,
también las otras indemnizaciones a que tengan derecho, con arreglo a las
prescripciones del derecho común, incluso el daño moral", en la cual se destaca
especialmente el perjuicio moral.

Es conveniente precisar que las prestaciones a que se refiere el artículo 79 de la Ley


Nº 16.744 no son otras sino aquellas que la propia ley regula, es decir, como se anotó,
las indemnizaciones por daño emergente y lucro cesante en ella contenidas,
remitiéndose en lo que dice relación con el daño moral al derecho común, esto es, a
las disposiciones que sobre la materia prevé el Código Civil. En consecuencia, sólo la
acción que pretende el resarcimiento de esos rubros cuya fuente está en la ley citada,
es decir, del daño emergente y lucro cesante prescribe en el plazo de cinco años,
contados desde la fecha del accidente o del diagnóstico de la enfermedad, según sea la
causal que corresponda aplicar.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en el Fondo

Rol: 11450-2011

Fecha: 10/10/2012

Cita Online: CL/JUR/2272/2012

Partes: Salas Parada, Humberto Segundo con Compañía de Tejidos Primatex S.A.

Ministros: Maggi Ducommun, Rosa María ; Pérez Paredes, Gabriela; Egnem Saldías,
Rosa
Abogados Integrantes: Prado Puga, Arturo; Halpern Montecino, Virginia Cecily

Redactor: Egnem Saldías, Rosa

Voces: accidente de trabajo - daño moral - daños y perjuicios - derecho del trabajo -
despido - indemnización - lucro cesante - responsabilidad civil - responsabilidad
contractual - responsabilidad extracontractual

Legislación relacionada: Artículo 69 y artículo 79 Ley Nº 16.744, año 1968.

TEXTO SENTENCIA:

Santiago, diez de octubre de dos mil doce.

Vistos:

Ante el Octavo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, en autos rol Nº 241-2009,
don Humberto Segundo Salas Parada demandó en juicio ordinario laboral a su ex
empleadora Compañía de Tejidos Primatex S.A. representada por don Isaac Danon
Benveniste, con el objeto que se declare que la demandada debe pagarle la suma de
$ 80.000.000 a título de indemnización de perjuicios por daño moral o, en subsidio, la
cantidad que el tribunal determine, con reajustes, intereses y costas.

La demandada dentro de plazo legal, opuso las excepciones de finiquito y de


prescripción.

En subsidio, en cuanto al fondo, expresó que debe rechazarse la demanda, con costas,
porque concurre la eximente absoluta basada en ausencia de dolo o culpa de la empresa
empleadora, atribuyendo la causa del accidente al descuido de la propia víctima.

También en subsidio, argumentó que la indemnización está sujeta a la reducción que


establece el artículo 2330 del Código Civil.

El demandante contestó el traslado conferido respecto de las excepciones opuestas,


pidiendo su rechazo, con costas.

Por sentencia de diecinueve de enero de dos mil once, escrita a fojas 141 y siguientes,
se rechazaron las excepciones de finiquito y de prescripción y, en cuanto al fondo, se
acogió la demanda y se condenó a la demandada a pagar al actor la suma de $ 10.000.000
por concepto de daño moral, reajustes e intereses establecidos en los artículos 63 y 173
del Código del Trabajo, sin costas.

Se alzaron la demandada y el demandante, y la Corte de Apelaciones de Santiago, por


sentencia de veinte de septiembre del año dos mil once, que se lee a fojas 200, confirmó
el fallo apelado.
En contra de esta última decisión, la demandada deduce recurso de casación en el
fondo, por haberse incurrido, en su concepto, en infracciones de ley que han influido
sustancialmente en lo dispositivo del fallo, pidiendo que este tribunal la invalide y dicte
la de reemplazo que describe.

Se trajeron estos autos en relación.

Considerando:

Primero: Que la demandada recurrente fundamenta su recurso sosteniendo que los


jueces, al confirmar el fallo de primer grado, infringieron los artículos 7º, 159 Nº 2, 177,
184, 468, 473 y 480 del Código del Trabajo, 79 de la Ley Nº 16.744 y 13, 1465, 1545,
1546, 1564, 1689, 2453, 2458 y 2514 del Código Civil.

Plantea como primer capítulo del recurso, lo tocante a la excepción de finiquito.

Señala que se incurre en el vicio al desestimarse el mérito probatorio del finiquito


suscrito por las partes, con las formalidades del artículo 177 del Código del Trabajo.

Argumenta que este documento no fue tachado de falso o falto de integridad, por lo
que constituye plena prueba del hecho de haberse otorgado y las declaraciones contenidas
en él, revistiendo pleno valor liberatorio.

Asevera que el finiquito incluye la indemnización por daño moral, al señalar: "las
partes nada se adeudan por los conceptos mencionados ni por ningún otro de origen legal
o contractual derivado de la prestación de servicios", y al no formularse reserva alguna.

Agrega que los artículos 2453, 2458 y 1465 del Código Civil confirman el valor del
finiquito, al establecer que el mérito liberatorio de una transacción no puede desatenderse
si no es por dolo, violencia o títulos falsificados.

El segundo capítulo del libelo, se circunscribe a la excepción de prescripción.

Indica la recurrente que existiendo dos normas distintas que resuelven la misma
situación artículos 480 inciso segundo del Código del Trabajo y 79 de la Ley Nº 16.744,
la colisión entre ambas debe solucionarse mediante el principio de especialidad
establecido en el artículo 13 del Código Civil.

Expresa que en la especie, la disposición general es la de la Ley Nº 16.744 que se


aplica a toda persona que ha sufrido un accidente, en tanto que el artículo 480 es
aplicable sólo a los trabajadores a cuyo respecto se ha puesto término a sus contratos,
primando en consecuencia, esta última norma legal.

Finaliza desarrollando la influencia que los errores de derecho denunciados habrían


tenido en lo dispositivo del fallo.

Segundo: Que en la sentencia impugnada se establecieron como hechos, los siguientes:


a) la existencia de la relación laboral entre las partes a contar del día 28 de enero de
2004, desempeñándose el actor como operario textil;

b) la remuneración del demandante ascendía a la suma de $ 162.002;

c) con fecha 27 de julio de 2006, las partes suscribieron un finiquito, que fue ratificado
ante el Presidente del Sindicato Nº 1 Compañía Tejidos Primatex S.A., a quien le constó
que el demandante firmó y aceptó los términos y condiciones de ese instrumento;

d) la afirmación que hizo el trabajador en el finiquito se limitó a las remuneraciones


convenidas según el contrato de trabajo, horas extraordinarias cuando las trabajó, feriados
legales, gratificaciones, participaciones en conformidad a la ley y asignaciones
familiares, en el sentido que la demandada nada le adeuda por estos conceptos ni por
ningún otro, de origen legal o contractual derivados de la prestación de servicios;

e) el actor sufrió un accidente en la empresa demandada el día 21 de noviembre de


2005, a las 19:30 horas aproximadamente, porque tomó una máquina expulsora de aire
comprimido para limpiar su ropa que estaba impregnada de algodón, la que le golpeó el
ojo derecho;

f) la demandada no logró acreditar la normativa del Reglamento Interno sobre


accidentes del trabajo y enfermedades profesionales; las medidas de seguridad a las que
está obligada la actividad que desarrolla; la entrega detallada y específica, que conste en
instrumentos idóneos, de los implementos de seguridad concordantes con los riesgos de
la actividad laborativa; información sobre los riesgos laborales, medidas preventivas y
métodos de trabajo correctos, existencia de equipos y dispositivos técnicamente
necesarios para reducir a niveles mínimos el riesgo y fiscalización regular de las
condiciones de seguridad en el marco de las particularidades productivas del área de
trabajo, en especial, la circunstancia de haber revisado las condiciones de riesgo en las
tareas de higiene y aseo personal de los trabajadores;

g) no consta la entrega de implementos de seguridad que protejan los ojos de una


herramienta peligrosa como la utilizada por el actor; ni que el trabajador hubiese tenido
capacitación, inducción o formación en prevención de riesgos o métodos seguros;
tampoco constan las medidas de fiscalización adecuadas, adoptadas por la empresa, para
prevenir accidentes como el que se produjo;

h) no existe prueba en el proceso en relación a la expresa prohibición para el actor de


usar la máquina con que se accidentó, por lo que no se encuentra probado que el
accidente hubiese obedecido a una actitud de negligencia inexcusable por parte del
trabajador;

i) el demandante, después del accidente, se sometió a un largo tratamiento médico, que


se prolongó hasta el 1 de agosto de 2006;
j) a raíz de accidente, el actor sufrió amaurosis del ojo derecho, patología que consiste
en la privación permanente y total de la vista, ocasionada por una lesión en la retina, lo
que tuvo efectos perjudiciales en su personalidad, causándole dolor y tristeza;

k) que la pérdida completa de la visión del ojo derecho, ha atentado contra la


integridad física del demandante, quien experimentó dolor por el tratamiento médico,
sufrimiento espiritual y psicológico;

l) la demanda fue notificada a la empresa demandada con fecha 29 de abril de 2009.

Tercero: Que, en atención a los hechos antes descritos, los jueces del grado estimaron
que la declaración que hizo el trabajador en el finiquito se formuló en términos
restringidos, sin incluir la indemnización por el daño moral que está demandando en esta
causa y cuyo fundamento se encuentra en los artículos 184 del Código del Trabajo en
relación con la Ley Nº 16.744, sobre accidentes del trabajo y enfermedades profesionales.

Asimismo, determinaron que el plazo para cobrar las prestaciones derivadas de un


accidente del trabajo, prescribe en cinco años contados desde la fecha del siniestro, en
virtud de lo dispuesto en el artículo 79 de la Ley Nº 16.744, norma que no hace
diferencias entre relaciones laborales extintas y las que se encuentran vigentes.

Por otra parte, concluyeron que la empleadora ha incumplido su deber de seguridad y,


por ende, el contrato de trabajo, razón por la que tales condiciones se presumen
culpables, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 69 de la Ley Nº 16.744 e inciso
tercero del artículo 1547 del Código Civil, en relación con el principio de reparación
integral del daño.

De la misma forma, asentaron que la utilización de una máquina expulsora de aire


comprimido, cuyo descontrol provocó el accidente descrito por las partes, constituye una
operación que requiere un mínimo de capacitación e instrucciones referidas a su uso y las
precauciones que se deben tomar, acción que no consta en autos.

Por último, determinaron que el derecho impone el deber de establecer una


indemnización para compensar el sufrimiento, propio de la esfera de los bienes
extrapatrimoniales; y reconociendo las dificultades propias de la justivaloración destinada
a resarcir el dolor físico, psíquico y el daño estético, habida consideración de los
gravísimos daños sufridos, regulan la indemnización en la suma de $ 10.000.000.

Por lo anterior, decidieron por una parte, rechazar las excepciones de finiquito y
prescripción y, por otra, acoger la demanda y condenar a la demandada a pagar al actor la
suma de $ 10.000.000 por concepto de daño moral, más los reajustes e intereses
establecidos en los artículos 63 y 173 del Código del Trabajo, sin costas.

Cuarto: Que, en concordancia con lo anteriormente indicado, en lo tocante a la


excepción de finiquito resultaba necesario que en el recurso se denunciara y desarrollara
también como infringidas las normas de los artículos 1560 y siguientes y 2462 del
Código Civil, lo que formalmente no aconteció, con lo que se ha privado a esta Corte de
casación de los elementos necesarios para decidir la controversia precisando el recto
sentido y alcance de las disposiciones decisoria litis atinentes a la materia debatida.

No satisface el requerimiento indicado la sola mención que del artículo 1564 se hace
en el recurso sin análisis ni desarrollo alguno.

En efecto, las conclusiones del fallo impugnado derivan de la comprensión e


interpretación que los jueces del fondo llevaron a cabo en relación con el finiquito
celebrado entre las partes, motivo por el que debió denunciarse además como infringidas
las disposiciones legales señaladas, lo que no aconteció, carencia que este tribunal no
puede suplir atendida la calidad de derecho estricto del recurso incoado.

Quinto: Que como lo ha señalado reiteradamente esta Corte Suprema, el artículo 767
del Código de Procedimiento Civil dispone que el recurso de casación en el fondo
procede sólo contra las sentencias definitivas dictadas con infracción de ley, es decir,
cuando los sentenciadores han incurrido en errores de derecho, sea por haber dado a una
norma legal un alcance diferente de aquél otorgado por el legislador, por aplicar un
precepto a una situación no prevista por este último o, por último, dejando de hacerlo en
un caso que sí está regulado por él, todo ello siempre que los yerros denunciados hayan
influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo impugnado.

Sexto: Que, a partir de lo señalado, resulta clara la necesidad de que el recurrente, a


través de las normas cuyo quebrantamiento denuncia, reconozca competencia a esta Corte
para emitir los pronunciamientos que pretende, lo que no sucede en la especie desde que,
como ya se ha dicho, se omitió en el recurso en examen denunciar y desarrollar la
vulneración de disposiciones legales decisorias del juicio, imprescindibles para
pronunciarse sobre lo pretendido por el recurrente.

Séptimo: Que, por lo razonado y concluido, la nulidad de fondo impetrada deberá ser
desestimada, en lo que concierne al capítulo referido a la excepción de finiquito.

Octavo: Que en lo tocante al segundo capítulo del recurso de nulidad sustancial, el


debate jurídico pasa por dilucidar la norma que rige la prescripción de las acciones
indemnizatorias que la ley establece en beneficio de los trabajadores afectados por un
accidente laboral y, por la otra, precisar la época desde la cual debe contarse el plazo.

Noveno: Que, en primer término, en materia de protección de los trabajadores, debe


señalarse que el actual Código del Trabajo, en su Libro II, repite las normas generales
que se contenían en textos anteriores, haciendo hincapié en la protección a la maternidad,
incluyendo en su artículo 193 la disposición de la Ley Nº 2.951, de 25 de noviembre de
1915, conocida como la "Ley de la Silla" y regulando en su artículo 209, la
obligatoriedad para el empleador de afiliación y cotización al seguro social contra riesgos
de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, establecido por la Ley Nº 16.744,
de 1º de febrero de 1968, normativa que declaró como obligatorio dicho seguro social y
señalando, además, su financiamiento por medio de una cotización básica general y de
una adicional conforme la actividad y riesgo de la empresa o entidad empleadora.
Décimo: Que, si bien, como se anotó, es el Código Laboral el que prescribe la
obligación del empleador de afiliación y cotización al seguro de que se trata, derivado,
sin duda, de la obligación de seguridad establecida en el artículo 184 del citado Código,
dicho seguro se encuentra específicamente regulado en la mencionada Ley Nº 16.744, de
1º de febrero de 1968, que con su dictación excluyó dichas contingencias de la regulación
de la codificación del ramo, adscribiendo a la más moderna de las teorías sobre la
naturaleza de la responsabilidad que origina la ocurrencia de eventos como los señalados,
esto es, la denominada Teoría de la Responsabilidad Social, conforme a la cual ya no es
propiamente el empleador quien asume las consecuencias de tales sucesos, sino un ente
asegurador, el que obtiene los fondos para el financiamiento de las prestaciones que
otorga, principalmente de la cotización obligatoria que deben realizar los empleadores.

Asimismo, debe precisarse que dicha Ley Nº 16.744 derogó todas las disposiciones
legales o reglamentarias contrarias a su texto en la materia que ella regula.

Undécimo: Que la primera parte de esta controversia se encuentra en la legislación


especial contenida en la Ley Nº 16.744.

Dentro de ella, dos son las disposiciones en juego.

Por una parte, el artículo 69, el cual dispone: "Cuando el accidente o enfermedad se
deba a culpa o dolo de la entidad empleadora o de un tercero, sin perjuicio de las acciones
criminales que procedan, deberán observarse las siguientes reglas:

a) El organismo administrador tendrá derecho a repetir en contra del responsable del


accidente, por las prestaciones que haya otorgado o deba otorgar, y

b) La víctima y las demás personas a quienes el accidente o enfermedad cause daño


podrán reclamar al empleador o terceros responsables del accidente, también las otras
indemnizaciones a que tengan derecho, con arreglo a las prescripciones del derecho
común, incluso el daño moral.".Y el artículo 79, el que señala: "Las acciones para
reclamar las prestaciones por accidentes del trabajo o enfermedades profesionales
prescribirán en el término de cinco años contados desde la fecha del accidente o desde el
diagnóstico de la enfermedad. En el caso de la neumoconiosis el plazo de prescripción
será de quince años, contados desde que fue diagnosticada. Esta prescripción no correrá
contra los menores de 16 años.".

Duodécimo: Que corresponde determinar si es la disposición contenida en el transcrito


artículo 79 la que se aplica al caso de que se trata, o si debe estarse al reenvío que el
mencionado artículo 69 hace al derecho común.

Al respecto, es dable consignar que la Ley en examen, en su Título V, artículo 27,


clasifica los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales conforme a los
efectos que dichos siniestros produzcan en el afectado, esto es, distingue entre los que
producen incapacidad temporal, invalidez parcial, invalidez total, gran invalidez y muerte
y, de acuerdo con esa diferenciación el artículo 28 señala: "Las prestaciones que
establecen los artículos siguientes se deben otorgar, tanto en caso de accidente del trabajo
como de enfermedad profesional".

Es decir, hace referencia a las prestaciones que deben concederse y, en los párrafos
siguientes, indica como tales las atenciones médicas, hospitalización, prótesis y aparatos
ortopédicos y su reparación, rehabilitación física y reeducación profesional, los gastos de
traslado y cualquier otro que sea necesario para el otorgamiento de estas prestaciones e
indemnizaciones en proporción a la incapacidad, subsidios y pensiones.

Todos estos beneficios se reglamentan, en general, en función de la disminución de la


capacidad de ganancia del afectado, de modo que su otorgamiento está determinado por
porcentajes, lo que induce a establecer que la ley resarce tanto lo que es conocido como
daño emergente, cuanto el lucro cesante.

En otros términos, al reglamentar indemnizaciones, la ley se ocupa de retribuir los


perjuicios originados en los gastos derivados del evento mismo de que se trata y en la
pérdida efectiva de una ganancia cierta.

Decimotercero: Que, por consiguiente, y atendiendo a que todo daño debe ser
indemnizado, la legislación en análisis si bien no regula expresamente el resarcimiento
del daño moral, de la aflicción natural producto de una enfermedad en el caso,
profesional o de un accidente en la especie, de trabajo lo que resulta de lógica si se
considera que se trata de un rubro complejo, tanto en su existencia como en su
cuantificación y no menor ha sido el debate que doctrinaria y jurisprudencialmente ha
provocado la posibilidad de su indemnización, a la que se ha adscrito sólo
contemporáneamente, la ha derivado a la regulación del derecho común.

Este es el sentido y alcance de la disposición contenida en la letra b) del artículo 69 de


la Ley Nº 16.744, en cuanto señala que "La víctima y las demás personas a quienes el
accidente o enfermedad cause daño podrán reclamar al empleador o terceros responsables
del accidente, también las otras indemnizaciones a que tengan derecho, con arreglo a las
prescripciones del derecho común, incluso el daño moral", en la cual se destaca
especialmente el perjuicio moral.

Decimocuarto: Que, dilucidado lo anterior, es conveniente precisar que las


prestaciones a que se refiere el artículo 79 de la Ley Nº 16.744 no son otras sino aquellas
que la propia ley regula, es decir, como se anotó, las indemnizaciones por daño
emergente y lucro cesante en ella contenidas, remitiéndose en lo que dice relación con el
daño moral al derecho común, esto es, a las disposiciones que sobre la materia prevé el
Código Civil.

En consecuencia, sólo la acción que pretende el resarcimiento de esos rubros cuya


fuente está en la ley citada, es decir, del daño emergente y lucro cesante prescribe en el
plazo de cinco años, contados desde la fecha del accidente o del diagnóstico de la
enfermedad, según sea la causal que corresponda aplicar.
Decimoquinto: Que de conformidad con lo dispuesto por el artículo 2514 del Código
Civil: "La prescripción que extingue las acciones y derechos ajenos exige solamente
cierto lapso de tiempo, durante el cual no se hayan ejercido dichas acciones" y "Se cuenta
este tiempo desde que la obligación se haya hecho exigible", y de acuerdo a lo previsto en
el artículo 2515 del mismo texto legal: "Este tiempo es en general de tres años para las
acciones ejecutivas y de cinco para las ordinarias".

En el caso, se trata de una acción ordinaria, de modo que su lapso de extinción es de


cinco años, el que se cuenta desde que la obligación se hizo exigible, esto es, desde que
se produjo el accidente que ocasionó daño al trabajador por haber incumplido el
empleador sus obligaciones, responsabilidad que se extiende también al dueño de la obra,
empresa o faena.

Decimosexto: Que, en la especie, es desde la fecha del accidente, 21 de noviembre de


2005, que ha de contarse el plazo de prescripción de cinco años establecido para ejercer
la acción de indemnización de perjuicios por concepto de daño moral, lapso que no había
transcurrido a la fecha de notificación de la demanda a la ex empleadora, esto es, el 29 de
abril de 2009.

Decimoséptimo: Que aun cuando es efectivo, como lo sostiene la recurrente, que no era
aplicable el plazo de prescripción previsto en el artículo 79 de la Ley Nº 16.744, porque
el daño moral impetrado, como se razonó, no es una prestación que se establece y regula
en esta ley, sino en las normas de derecho común del Código Civil, este error no tiene
influencia en lo dispositivo del fallo, desde que, igualmente, el plazo referido en el caso
en estudio no había transcurrido.

Decimoctavo: Que atendido lo razonado, el recurso analizado deberá ser desestimado.

Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en los artículos 463 del Código
del Trabajo y 764, 765, 767, 771, 772 y 783 del Código de Procedimiento Civil, se
rechaza, sin costas, el recurso de casación en el fondo deducido por la demandada a fojas
201, contra la sentencia de veinte de septiembre del año dos mil once, que se lee a fojas
200.

Redacción a cargo de la Ministra señora Rosa Egnem Saldías.

Regístrese y devuélvase.

Pronunciado por la Cuarta Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
señoras Gabriela Pérez P., Rosa María Maggi D., Rosa Egnem S., y los Abogados
Integrantes señor Arturo Prado P. y señora Virginia Cecily Halpern M.

No firma la Abogada Integrante señora Halpern, no obstante haber concurrido a la


vista y al acuerdo de la causa, por estar ausente.

Santiago, diez de octubre de dos mil doce.


Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

En Santiago, a diez de octubre de dos mil doce de dos mil doce, notifiqué en Secretaría
por el Estado Diario la resolución precedente.

Rol Nº 11450-2011.
5. REMISIÓN DE LA INDEMNIZACIÓN DEL DAÑO MORAL AL DERECHO
COMÚN. REGLAS DE PRESCRIPCIÓN DE LA LEY Nº 16.744 SÓLO SE
APLICAN A LA INDEMNIZACIÓN POR DAÑO EMERGENTE Y LUCRO
CESANTE

SUMARIO: La Ley Nº 16.744 clasifica los accidentes de trabajo y las enfermedades


profesionales conforme a los efectos que dichos siniestros produzcan en el afectado,
esto es, distingue entre los que producen incapacidad temporal, invalidez parcial,
invalidez total, gran invalidez y muerte. De acuerdo a esa diferenciación, su artículo
28 dispone que las prestaciones establecidas en los artículos siguientes se deben
otorgar, tanto en caso de accidente del trabajo como de enfermedad profesional,
haciendo referencia a las prestaciones que deben concederse e indicando una serie de
ellas, las que reglamenta, en general, en función de la disminución de la capacidad de
ganancia del afectado, de modo que su otorgamiento está determinado por
porcentajes, lo que induce a establecer que la ley resarce tanto lo que es conocido
como daño emergente, cuanto el lucro cesante. En otros términos, al reglamentar
indemnizaciones, la Ley en comento se ocupa de retribuir los perjuicios originados en
los gastos derivados del evento mismo de que se trata y en la privación efectiva de una
ganancia cierta .

Por consiguiente, atendido que todo daño debe ser indemnizado, la Ley Nº 16.744 si
bien no regula expresamente el resarcimiento del daño moral, ha derivado su
regulación al derecho común, por cuanto se trata de un rubro complejo, tanto en su
existencia como en su cuantificación. Así las cosas, las prestaciones a que alude el
artículo 79 de la Ley precitada —sobre prescripción— son aquellas que ella misma
regula, es decir, las indemnizaciones por daño emergente y lucro cesante descritas,
remitiéndose en lo que dice relación con el daño moral al derecho común, esto es, a
las disposiciones que sobre la materia prevé el Código Civil. En consecuencia, sólo la
acción que pretende el resarcimiento de esos rubros cuya fuente está en la Ley
Nº 16.744 prescribe en el plazo de cinco o quince años, contados desde la fecha del
accidente o del diagnóstico de la enfermedad, según sea la causal y enfermedad que
corresponde aplicar. Por su parte, la indemnización del daño moral debe ceñirse a lo
dispuesto en los artículos 2514 y 2515 del Código Civil, computándose la prescripción
desde que la obligación se hizo exigible, esto es, desde el diagnóstico de la enfermedad
o desde que se produjo el accidente que ocasionó daño al trabajador por haber
incumplido el empleador sus obligaciones.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de unificación de jurisprudencia

Rol: 1222-2013

Fecha: 10/07/2013
Cita Online: CL/JUR/1499/2013

Partes: Salinas Pizarro, Jorge con Corporación Nacional del Cobre de Chile

Ministros: Blanco Herrera, Ricardo; Valdés Aldunate, Patricio; Egnem Saldías, Rosa;

Abogados Integrantes: Prieto Bafalluy, Alfredo; Peralta Valenzuela, Ricardo

Redactor: Blanco Herrera, Ricardo

Voces: accidente de trabajo - daño emergente - daño moral - daños y perjuicios -


despido - enfermedades profesionales - indemnización - lucro cesante - plazo de
prescripción - prescripción - recurso de apelación - responsabilidad civil -
responsabilidad contractual - responsabilidad extracontractual - responsabilidad penal

Legislación relacionada: Artículo 2514 y artículo 2515 Código Civil; artículo 27,
artículo 28, artículo 69, artículo 79, Ley Nº 16.744.

TEXTO COMPLETO

Santiago, diez de julio de dos mil trece.

Vistos:

En estos autos RUC Nº 1240020338-3 y RIT O-2044-2012, del Primer Juzgado de


Letras del Trabajo de Santiago, don Jorge Osvaldo Salinas Pizarro dedujo demanda de
indemnización de perjuicios por enfermedad profesional, en juicio laboral de aplicación
general, en contra de la Corporación Nacional del Cobre de Chile, representada por don
Thomas Keller Lippold, a fin que se condene a la demandada a pagar al actor la suma de
$ 300.000.000 por concepto de daño moral, más reajustes, intereses y costas.

La demandada opuso excepción de incompetencia absoluta del tribunal y, en subsidio,


de incompetencia relativa. Luego, contestó el libelo solicitando el rechazo de la demanda
con costas, argumentando que operó la prescripción de los derechos y de la acción de dos
años y seis meses, respectivamente, que establece el artículo 510 del Código del Trabajo,
o de cinco años que contempla el artículo 2515 del Código Civil, contados desde la fecha
de término de los servicios o desde el momento del diagnóstico de silicosis; en subsidio,
opuso la excepción de cosa juzgada o transacción contenida en el finiquito y pago. En
cuanto al fondo, señaló que no concurren los presupuestos del artículo 184 del Código
Laboral y alegó la improcedencia del daño moral indemnizable.

Por resolución de veintiséis de julio de dos mil doce, dictada en la audiencia


preparatoria, el tribunal rechazó las excepciones de incompetencia; en cuanto a las
excepciones de prescripción y cosa juzgada, dejó su resolución para definitiva.

Por sentencia definitiva de diecinueve de noviembre de dos mil doce, que se lee a fojas
1 y siguientes, se estimó que el artículo 79 de la Ley Nº 16.744 sólo es aplicable a las
prestaciones propias de esta ley, que se encuentran en su Título V y que están referidas a
las prestaciones médicas por incapacidad laboral, de invalidez, de supervivencia y cuota
mortuoria; determinándose que en el caso del daño moral, el artículo 69 de la ley
mencionada establece que se regula por las normas del derecho común contenidas en los
artículos 2514 y 2515 del Código Civil, cuyo plazo es de cinco años contados desde el
diagnóstico, el que a la época de interposición de la demanda se encontraba vencido. En
consecuencia, se acogió la excepción de prescripción y se rechazó la demanda de autos,
en todas sus partes, con costas.

En contra de la referida sentencia, la parte demandante interpuso recurso de nulidad,


alegando la causal contemplada en el artículo 477 inciso primero del Código del Trabajo
por infracción de ley que ha influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo,
denunciando vulneración de los artículos 79 y 69 de la Ley Nº 16.744.

La Corte de Apelaciones de Santiago, conociendo del recurso de nulidad reseñado, por


resolución de veintiocho de enero de dos mil trece, escrita a fojas 33 y siguientes de estos
antecedentes, lo rechazó declarando que el juez de la instancia no cometió error de
derecho al aplicar las normas que se afirman infringidas.

Respecto de la decisión que falla el recurso de nulidad, el demandante interpuso


recurso de unificación de jurisprudencia, solicitando que esta Corte lo acoja, dicte
sentencias de nulidad y de reemplazo, en unificación de jurisprudencia, rechazando la
excepción de prescripción y acogiendo la demanda en todas sus partes.

A fojas 133, la demandada se hizo parte y formuló observaciones al recurso de


unificación de jurisprudencia.

Se ordenó traer estos autos en relación.

Considerando:

Primero: Que de conformidad a lo dispuesto por el artículo 483 del Código del
Trabajo, el recurso de unificación de jurisprudencia procede cuando respecto de la
materia de derecho objeto del juicio existieren distintas interpretaciones sostenidas en
uno o más fallos firmes emanados de tribunales superiores de justicia.

Segundo: Que la unificación de jurisprudencia pretendida en estos autos por el


demandante se plantea en relación a determinar si el plazo de prescripción contenido en
el artículo 79 de la Ley Nº 16.744 es aplicable a la acción de indemnización de perjuicios
por daño moral emanada de un accidente del trabajo o de una enfermedad profesional,
que confiere la misma ley en su artículo 69 letra b).

El recurrente funda su recurso sosteniendo que en la sentencia impugnada se ha


incurrido en errada interpretación del artículo 79 antes referido, en cuanto se sostiene que
la indemnización por daño moral reclamada en autos se debe sujetar, en materia de
prescripción, a las normas del derecho civil y no al artículo 79 de la Ley Nº 16.744, que
al establecer un plazo especial de prescripción respecto de las prestaciones, sólo se
referiría a las que se contienen en los artículos 25 y siguientes de la misma ley. Explica
que esta tesis se aparta de la que ha sostenido esta Corte Suprema en los antecedentes
Nº 1.857-2007 y Nº 582-2000, en que, en casos similares, determinó que el plazo de
prescripción de las otras acciones que se confieren al trabajador en la letra b) del artículo
69 de la Ley Nº 16.744, que comprenden el daño moral, se regula por lo dispuesto en el
artículo 79 de esa ley, excluyendo de esta forma la aplicación del plazo de prescripción
contenido en el artículo 2515 del Código Civil.

Tercero: Que de la lectura del fallo de esta Corte, en autos rol Nº 1.857-2007,
acompañado al recurso, aparece que se declaró que el plazo de prescripción de la acción
de indemnización de perjuicios por daño moral y lucro cesante emanada de un accidente
del trabajo se encuentra establecido en el artículo 79 de la Ley Nº 16.744 y no en el
artículo 2515 del Código Civil. Igualmente, en la sentencia de este Tribunal, en causa rol
Nº 582-2000, también acompañada al recurso, se evidencia que efectivamente allí se
declaró lo señalado por el recurrente en el sentido que el plazo de prescripción para
reclamar la indemnización por daño moral derivada de un accidente laboral o de una
enfermedad profesional se encuentra establecido en el artículo 79 de la Ley Nº 16.744.
Así, en el considerando séptimo de la sentencia, que se pronuncia sobre el recurso de
casación en el fondo, se sostiene: "... el legislador, ante el incumplimiento por parte del
empleador de una de las obligaciones de la esencia de un contrato laboral, ha previsto el
subsiguiente resarcimiento para el o los afectados, consagrando la acción pertinente en la
Ley Nº 16.744, sobre Seguro Social contra Riesgos de Accidentes del Trabajo y
Enfermedades Profesionales, específicamente en su artículo 69...". Asimismo, en el
motivo décimo se concluye que: "... la acción de que se trata ha sido establecida en una
legislación distinta, cual es la Ley Nº 16.744, relativa al Seguro Social contra Riesgos de
Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, específicamente, en su artículo 69,
como ya se dijo, de manera que para precisar el plazo de prescripción de la misma, ha de
recurrirse a esta normativa la que, en el artículo 79 preceptúa: 'Las acciones para reclamar
las prestaciones por accidente del trabajo o enfermedades profesionales prescribirán en el
término de cinco años contados desde la fecha del accidente o desde el diagnóstico de la
enfermedad...'. Ello, por cuanto es de toda lógica atender a la ley creadora de la acción
para determinar el plazo de prescripción de la misma, sobre todo si se considera la
disposición del artículo 13 del Código Civil y si, además, no resulta posible entender una
distinta intención del legislador ante la precisa redacción del citado artículo 79 de la Ley
Nº 16.744, ni aun cuando esta última norma utilice la expresión 'prestaciones', la que ha
de entenderse en términos amplios, es decir, comprensiva de beneficios y de retribuciones
o indemnizaciones...".

En lo que toca a la sentencia recaída en los autos rol Nº 4.721-2001, también


acompañada para el contraste de doctrinas, es útil hacer constar que ésta no contiene
pronunciamiento respecto de la materia de derecho objeto del presente juicio.

Cuarto: Que por su parte en la sentencia recurrida, al rechazar el recurso de nulidad del
demandante que se sustentó en la infracción a los artículos 79 y 69 de la Ley Nº 16.744,
se aseveró que no se divisa infracción de ley en la labor interpretativa de la juez del grado
al resolver la excepción de prescripción de acuerdo con las reglas generales, y no
sujetarla al plazo especial de quince años contenido en el citado artículo 79, estimando
además la Corte de Apelaciones de Santiago que la sentenciadora aludida aplicó
correctamente las dos normas que se afirman vulneradas por el recurrente, razonamiento
con el que la Corte hizo suyo los planteamientos del fallo de la instancia sobre la materia.

Específicamente el fallo atacado expresa en el fundamento cuarto: "Que, como puede


observarse, el citado artículo 69 se refiere a 'otras indemnizaciones' a las que tenga
derecho el afectado, disponiendo que éstas, incluido el daño moral, deben reclamarse con
arreglo a las disposiciones correspondientes contenidas en el derecho común; esto es, las
propias del derecho civil, dentro de las cuales se encuentran por cierto las relativas a la
prescripción extintiva de las acciones".

"En tanto el artículo 79 establece el plazo especial de prescripción de 15 años invocado


por el recurrente respecto de las prestaciones, expresión distinta en forma y contenido de
las 'indemnizaciones', pues en tanto estas últimas tienen por finalidad resarcir un daño o
perjuicio causado en el contexto de una relación contractual o en sede extracontractual,
las 'prestaciones' en cambio —en el marco de la Ley Nº 16.744— tienen su fundamento
en la seguridad social, correspondiendo éstas, de acuerdo con el Diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española a 'las que la seguridad social u otras entidades otorgan a
favor de sus beneficiarios, en dinero o en especie, para atender situaciones de necesidad'".

"En el caso de la Ley Nº 16.744 es claro que dichas prestaciones no son otras que las
que se contienen en los artículos 25 y siguientes de la misma ley".

Quinto: Que de lo expuesto se infiere que concurre en el caso la similitud fáctica


necesaria entre la sentencia impugnada, con las resoluciones tenidas a la vista y queda de
manifiesto la existencia de distintas interpretaciones de Tribunales Superiores de Justicia
sobre una misma materia de derecho, esto es, el plazo de prescripción aplicable a la
acción que contempla el artículo 69 letra b) de la Ley Nº 16.744, de indemnización de
perjuicios por daño moral derivada de una enfermedad profesional.

Sexto: Que, ante la contradicción constatada y para una apropiada solución de la


controversia, se hace necesario dilucidar la norma que rige la prescripción de las acciones
indemnizatorias que la ley establece en beneficio de los trabajadores afectados por un
accidente laboral o enfermedad profesional. Este tema ha sido resuelto con anterioridad
por esta Corte, como se dirá a continuación.

Séptimo: Que, en primer término, en materia de protección de los trabajadores, debe


señalarse que el actual Código del Trabajo, en su Libro II, repite las normas generales
que se contenían en textos anteriores, haciendo hincapié en la protección a la maternidad,
incluyendo en su artículo 193 la disposición de la Ley Nº 2.951, de 25 de noviembre de
1915, conocida como la "Ley de la Silla" y regulando en su artículo 209, la
obligatoriedad para el empleador de afiliación y cotización al seguro social contra riesgos
de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, establecido por la Ley Nº 16.744,
de 1º de febrero de 1968, normativa que declaró como obligatorio dicho seguro social y
señalando, además, su financiamiento por medio de una cotización básica general y de
una adicional conforme la actividad y riesgo de la empresa o entidad empleadora.
Octavo: Que si bien, como se anotó, es el Código Laboral el que prescribe la
obligación del empleador de afiliación y cotización al seguro de que se trata, derivado,
sin duda, de la obligación de seguridad establecida en el artículo 184 del citado Código,
dicho seguro se encuentra específicamente regulado en la mencionada Ley Nº 16.744, de
1º de febrero de 1968, que con su dictación excluyó dichas contingencias de la regulación
de la codificación del ramo, adscribiendo a la más moderna de las teorías sobre la
naturaleza de la responsabilidad que origina la ocurrencia de eventos como los señalados,
esto es, la denominada Teoría de la Responsabilidad Social, conforme a la cual ya no es
propiamente el empleador quien asume las consecuencias de tales sucesos, sino un ente
asegurador, el que obtiene los fondos para el financiamiento de las prestaciones que
otorga, principalmente de la cotización obligatoria que deben realizar los empleadores.
Asimismo, debe precisarse que dicha Ley Nº 16.744 derogó todas las disposiciones
legales o reglamentarias contrarias a su texto en la materia que ella regula.

Noveno: Que esta controversia se encuentra en la legislación especial contenida en la


Ley Nº 16.744. Dentro de ella, dos son las disposiciones en juego. Por una parte, el
artículo 69, el cual dispone: "Cuando el accidente o enfermedad se deba a culpa o dolo de
la entidad empleadora o de un tercero, sin perjuicio de las acciones criminales que
procedan, deberán observarse las siguientes reglas:

a) El organismo administrador tendrá derecho a repetir en contra del responsable del


accidente, por las prestaciones que haya otorgado o deba otorgar, y

b) La víctima y las demás personas a quienes el accidente o enfermedad cause daño


podrán reclamar al empleador o terceros responsables del accidente, también las otras
indemnizaciones a que tengan derecho, con arreglo a las prescripciones del derecho
común, incluso el daño moral".

Y el artículo 79, el que señala: "Las acciones para reclamar las prestaciones por
accidentes del trabajo o enfermedades profesionales prescribirán en el término de cinco
años contados desde la fecha del accidente o desde el diagnóstico de la enfermedad. En el
caso de la neumoconiosis el plazo de prescripción será de quince años, contados desde
que fue diagnosticada. Esta prescripción no correrá contra los menores de 16 años".

Décimo: Que corresponde determinar si es la disposición contenida en el transcrito


artículo 79 la que se aplica al caso de que se trata, o si debe estarse al reenvío que el
mencionado artículo 69 hace al derecho común. Al respecto, es dable consignar que la
Ley en examen, en su Título V, artículo 27, clasifica los accidentes de trabajo y las
enfermedades profesionales conforme a los efectos que dichos siniestros produzcan en el
afectado, esto es, distingue entre los que producen incapacidad temporal, invalidez
parcial, invalidez total, gran invalidez y muerte y, de acuerdo con esa diferenciación el
artículo 28 señala: "Las prestaciones que establecen los artículos siguientes se deben
otorgar, tanto en caso de accidente del trabajo como de enfermedad profesional". Es
decir, hace referencia a las prestaciones que deben concederse y, en los párrafos
siguientes, indica como tales las atenciones médicas, hospitalización, prótesis y aparatos
ortopédicos y su reparación, rehabilitación física y reeducación profesional, los gastos de
traslado y cualquier otro que sea necesario para el otorgamiento de estas prestaciones e
indemnizaciones en proporción a la incapacidad, subsidios y pensiones. Todos estos
beneficios se reglamentan, en general, en función de la disminución de la capacidad de
ganancia del afectado, de modo que su otorgamiento está determinado por porcentajes, lo
que induce a establecer que la ley resarce tanto lo que es conocido como daño emergente,
cuanto el lucro cesante. En otros términos, al reglamentar indemnizaciones, la ley se
ocupa de retribuir los perjuicios originados en los gastos derivados del evento mismo de
que se trata y en la privación efectiva de una ganancia cierta.

Undécimo: Que, por consiguiente, y atendiendo a que todo daño debe ser indemnizado,
la legislación en análisis si bien no regula expresamente el resarcimiento del daño moral,
de la aflicción natural producto de una enfermedad —en el caso, profesional— o de un
accidente —en la especie, de trabajo— lo que resulta de lógica si se considera que se
trata de un rubro complejo, tanto en su existencia como en su cuantificación y no menor
ha sido el debate que doctrinaria y jurisprudencialmente ha provocado la posibilidad de
su indemnización, a la que se ha adscrito sólo contemporáneamente, la ha derivado a la
regulación del derecho común. Este es el sentido y alcance de la disposición contenida en
la letra b) del artículo 69 de la Ley Nº 16.744, en cuanto señala que "La víctima y las
demás personas a quienes el accidente o enfermedad cause daño podrán reclamar al
empleador o terceros responsables del accidente, también las otras indemnizaciones a que
tengan derecho, con arreglo a las prescripciones del derecho común, incluso el daño
moral", en la cual se destaca especialmente el perjuicio moral.

Duodécimo: Que, dilucidado lo anterior, es conveniente precisar que las prestaciones a


que se refiere el artículo 79 de la Ley Nº 16.744 no son otras sino aquellas que la propia
ley regula, es decir, como se anotó, las indemnizaciones por daño emergente y lucro
cesante en ella contenidas, remitiéndose en lo que dice relación con el daño moral al
derecho común, esto es, a las disposiciones que sobre la materia prevé el Código Civil.
En consecuencia, sólo la acción que pretende el resarcimiento de esos rubros cuya fuente
está en la ley citada, es decir, del daño emergente y lucro cesante, prescribe en el plazo de
cinco o quince años, contados desde la fecha del accidente o del diagnóstico de la
enfermedad, según sea la causal y enfermedad que corresponda aplicar.

Decimotercero: Que de conformidad con lo dispuesto por el artículo 2514 del Código
Civil: "La prescripción que extingue las acciones y derechos ajenos exige solamente
cierto lapso de tiempo, durante el cual no se hayan ejercido dichas acciones" y "Se cuenta
este tiempo desde que la obligación se haya hecho exigible", y de acuerdo a lo previsto en
el artículo 2515 del mismo texto legal: "Este tiempo es en general de tres años para las
acciones ejecutivas y de cinco para las ordinarias". En el caso, se trata de una acción
ordinaria, de modo que su lapso de extinción es de cinco años, el que se cuenta desde que
la obligación se hizo exigible, esto es, desde el diagnóstico de la enfermedad y,
tratándose de accidente del trabajo, desde que se produjo el accidente que ocasionó daño
al trabajador por haber incumplido el empleador sus obligaciones.

Decimocuarto: Que, en la especie, es desde la fecha del diagnóstico —20 de marzo de


2002— que ha de contarse el plazo de prescripción de cinco años establecido para ejercer
la acción de indemnización de perjuicios por concepto de daño moral, lapso que había
transcurrido a la fecha de notificación de la demanda a la ex empleadora, esto es, el 15 de
junio de 2012.

Decimoquinto: Que lo expuesto en los considerandos que anteceden lleva a concluir


que los Ministros de la Corte de Apelaciones de Santiago, al rechazar el recurso de
nulidad de que se trata manteniendo la decisión sobre prescripción de la acción de
indemnización de perjuicios interpuesta, dieron correcta aplicación a la normativa en
estudio.

Decimosexto: Que, en consecuencia, si bien se constata la disconformidad denunciada


en lo relativo a la interpretación y aplicación de los preceptos analizados en la sentencia
atacada en relación a aquélla de que da cuenta las copias de los fallos dictados por esta
Corte en los antecedentes rol Nº 1.857-2007 y rol Nº 582-2000 que se acompañan, ello no
constituye la hipótesis prevista por el legislador para que esta Corte, por la vía del
presente recurso, invalide el fallo de nulidad, que mantuvo la resolución de prescripción
de la acción indemnizatoria deducida, por cuanto la línea de razonamientos desarrollados
por la Corte de Apelaciones para fundamentar esa decisión se ha ajustado a derecho, de
tal forma que el recurso intentado deberá ser desestimado.

Por estas consideraciones y en conformidad, además, con lo dispuesto en los artículos


483 y siguientes del Código del Trabajo, se rechaza, sin costas, el recurso de unificación
de jurisprudencia interpuesto por la parte demandante a fojas 65, en relación con la
sentencia dictada por la Corte de Apelaciones de Santiago, de veintiocho de enero del año
dos mil trece, escrita a fojas 33 y siguientes de estos antecedentes.

Acordada con el voto en contra del Ministro señor Blanco, quien estuvo por acoger el
recurso de unificación y sustituir, a continuación sin nueva vista y separadamente, la
sentencia de nulidad y, luego, dictar fallo de reemplazo rechazando la excepción de
prescripción, al estimar que existen distintas interpretaciones sobre una misma materia de
derecho y que la correcta inteligencia de las normas de que se trata es la que sustenta la
decisión contenida en los fallos que se acompañan al recurso, sobre la base de los
siguientes fundamentos:

1º) Que en opinión del disidente, correspondía en su oportunidad acoger el recurso de


nulidad planteado ante el tribunal de alzada, toda vez que los jueces del fondo aplicaron
de manera incorrecta el Derecho, al otorgar al concepto "prestaciones" empleado por el
artículo 79 de la Ley Nº 16.744, un carácter restringido y no amplio, cuya naturaleza
fuera comprensiva de beneficios, retribuciones o indemnizaciones, tal como se ha
sostenido por esta Corte Suprema en diversos fallos sobre la materia. La interpretación
efectuada en esta causa por la Corte de Santiago contraría el espíritu y sentido de las
disposiciones legales contentivas en la referida ley.

2º) Que en criterio del ponente, el significado de "prestaciones" que emplea la citada
Ley Nº 16.744, en su artículo 79, debe estimarse en lato sensu , y abarca los beneficios,
retribuciones e indemnizaciones a que haya lugar, conclusión que dimana de la historia
fidedigna de su establecimiento, y de basamentos sustanciales del orden de la seguridad
social, que permiten sostener que se aplica tanto a las acciones para reclamar el pago de
las prestaciones graduadas en el Título V que contempla la ley, como también al ejercicio
de cualquier acción destinada a obtener las prestaciones que hagan efectiva la protección
que la ley concede, incluida la indemnización que se persigue por esta vía.

3º) Que en esa misma línea argumentativa, cabe considerar que la finalidad que tuvo en
vista el legislador al contemplar un plazo mayor de prescripción para el caso de
trabajadores que contrajeran neumoconiosis y que se plasmó en el artículo 79 de la Ley
Nº 16.744, en el lapso de quince años, consistió en la práctica en otorgar una cobertura
más amplia de protección en el tiempo, al trabajador afectado por la patología de la
silicosis, puesto que la disposición atinente le permite perseguir la indemnización de los
daños derivados de la aludida enfermedad sólo una vez que éstos se manifiesten dentro
del plazo excepcional de quince años.

4º) Que, por consiguiente, la norma en comento debió ser interpretada conforme al
espíritu de la señalada ley, en un sentido protector del trabajador y de tutela laboral, y ello
tiene una explicación lógica, ya que en el caso de la neumoconiosis la ocurrencia del
hecho causante de la enfermedad, puede estar distanciado de la producción del daño y por
ello el precepto exige para que se inicie el transcurso del tiempo prescriptivo, el resultado
dañoso efectivo, pues podría eventualmente ocurrir que cuando el daño se manifieste ya
podría haber transcurrido más de cinco años con lo cual la acción, en su génesis, estaría
prescrita, situación que no puede admitirse bajo ningún respecto.

5º) Que, por otro lado, una de las características de la silicosis es que por lo general no
se hace presente durante el período de exposición inicial; su primera aparición en el
enfermo se produce muchas veces años después de separado de la actividad minera. En
efecto, de acuerdo a principios científicos afianzados que deben observarse, se estima que
dentro de las neumoconiosis, la silicosis se presenta ya sea como una enfermedad simple
o crónica y tal dolencia revela una evolución que puede aparecer después de una
exposición de varios años —con frecuencia más de 20 años— incluso cesada la
exposición. En una etapa más avanzada se produce la silicosis aguda, que tiene una
exposición de hasta 5 años y fallecimiento precoz. En la biopsia o necropsia el pulmón
presenta una sustancia que es el PAS (ácido periódico de shiff) positivo. Además,
enfermedades obstructivas, EPOC, bronquitis crónica, enfisema, y sobre todo la
tuberculosis. En ese mismo contexto, la silicosis complicada se caracteriza por la
existencia de masas de fibrosis masiva progresiva, también llamadas masas
conglomeradas. Es una enfermedad grave, y disminuye notablemente la esperanza de
vida de los pacientes. La evolución de la forma simple a complicada, entre los factores
conocidos, se debe a la elevada exposición a sílice, abundante profusión nodular,
tuberculosis y enfermedades del colágeno.

6º) Que en concordancia con lo expuesto en la reflexión anterior, se infiere que la


acción indemnizatoria intentada en autos, posee un carácter protector de la vida y de la
salud de los trabajadores, que compromete a su entorno familiar, y en ese ámbito de
aplicación, se constata que existe una cabal correspondencia entre los artículos 69 b) y 79
de la Ley Nº 16.744. En rigor, el artículo 69 b) hace un reenvío al derecho común
respecto de la regulación de la acción indemnizatoria derivada de accidentes del trabajo y
enfermedades profesionales, pero la remisión es solo de carácter general, a saber, el
derecho común se aplica a todos los aspectos de la acción, excepto en materia de
prescripción, en que la propia Ley en su artículo 79 regula en particular el plazo de
prescripción de la acción, conclusión que se confirma por cuanto la aludida disposición
está en un apartado especial.

7º) Que en consecuencia, a la luz de lo razonado, se colige que la interpretación


efectuada por la Corte de Santiago en la causa RIT Nº 0-2044-2012 se encuentra en
disconformidad con el espíritu de la mencionada ley y la contraviene al hacer una errada
aplicación de sus preceptos.

Redacción a cargo del Ministro señor Ricardo Blanco Herrera.

Regístrese y devuélvase.

Pronunciado por la Cuarta Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros señor
Patricio Valdés A., señora Rosa Egnem S., señor Ricardo Blanco H, y los Abogados
Integrantes señores Alfredo Prieto B. y Ricardo Peralta V. No firma el Ministro señor
Valdés, no obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, por estar en
comisión de servicios. Santiago, diez de julio de dos mil trece.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

En Santiago, a diez de julio de dos mil trece, notifiqué en Secretaría por el Estado
Diario la resolución precedente.

Rol Nº 1222-2013.
CAPÍTULO V DAÑO MORAL POR INFRACCIÓN A LA LEY DE PROTECCIÓN DEL CONSUMIDOR
1. PROCEDE INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL DERIVADO DE INGESTA
DE PRODUCTO VENCIDO

SUMARIO: El mérito de los antecedentes permite a estos sentenciadores compartir el


razonamiento vertido por el señor Juez de la causa, en tanto considera probado que la
parte denunciante sufrió malestares gástricos a propósito de la ingesta de empanadas
vencidas, la gravedad de la si tuación y la responsabilidad de la demandada, por lo
que aparece del todo procedente acoger la pretensión del actor por concepto de
indemnización del daño moral. Sin perjuicio de lo precedentemente dicho, se avaluará
prudencialmente el monto de la misma atendida la naturaleza y circunstancias que
determinaron los padecimientos sufridos por el actor como consecuencia del hecho
denunciado y teniendo especialmente presente que, de otro modo, la indemnización
concedida configuraría más bien lucro para el demandante.

Tribunal: Corte de Apelaciones de San Miguel

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 1033-2004

Fecha: 28/06/2006

Cita Online: CL/JUR/1941/2006

Estado Procesal: Ejecutoriado, sin recurso posterior interpuesto.

Partes: Valenzuela Bravo, Jorge Alejandro con Supermercados UNIMARC S.A.

Ministros: Pizarro Almarza, Jorge; Elgarrista Álvarez, María Stella

Abogado Integrante: Donoso Gomien, Patricia

Redactor: Elgarrista Álvarez, María Stella

Voces: consumidor - daño moral - derechos del consumidor

Legislación relacionada: Artículos 50 y siguientes Ley Nº 18.046; artículos 32 y


siguientes de la Ley Nº 18.287

TEXTO SENTENCIA

San Miguel, veintiocho de junio de dos mil seis.

Vistos:
Se reproduce la sentencia en alzada, con excepción de sus fundamentos 17º, 18º y 20º
que se eliminan, y se le introducen las siguientes modificaciones.

a) En el último párrafo de la parte expositiva se sustituye la letra e por el artículo el.

En el considerando 2o después del punto y coma (;) que pasa a ser coma (,) se agrega la
siguiente oración teniendo especialmente presente que los fundamentos de tal objeción,
dicen relación con la valoración de los elemento de convicción que se pretenden
impugnar, valoración que compete exclusivamente al Juez de la causa.

A mayor abundamiento, se ha omitido en la argumentación del incidente promovido


toda circunstancia que configure causal legal para acceder a la petición de la demandada.

En el motivo 10º se reemplaza la palabra cumplirse escrita en la segunda línea por el


vocablo verificarse.

Y se tiene en su lugar y además presente:

Primero: Que los elementos de convicción aportados por la parte demandante, esto es,
boleta que da cuenta de la compra de los productos objeto de la denuncia, solicitud de
fiscalización efectuada por el propio actor, boleta de fecha 16 de octubre de 2003, bono
consulta del día 13 del mismo mes y año, certificado médico emitido en la misma fecha
antes referida que señala que éste fue atendido por un cuadro de gastroenteritis de origen
infeccioso, exámenes médicos que dan cuenta la existencia de dolencias estomacales
preexistentes al evento denunciado, y certificado suscrito por la Directora de la Escuela
La Raíz y La Espiga Nº 191, que señala que el actor es funcionario de ese establecimiento
y que el valor de su día laboral es de $ 16.133, son constitutivos de documentos que
apreciados conforme a las reglas de la sana crítica —en particular, por lo que indica la
experiencia en la observación y ponderación de los antecedentes referidos— resultan
insuficientes para tener por acreditados los gastos que el actor invoca para reclamar
indemnización por concepto de daño material, toda vez que se omitió acreditar la efectiva
inasistencia del actor a sus labores, que la boleta acompañada a fin de acreditar los gastos
de transporte no es concluyente a fin de establecer el hecho que pretendió dar por
probado, que por su parte el certificado suscrito por la Directora de la Escuela La Raíz y
La Espiga Nº 191 es un documento privado suscrito por un tercero ajeno al juicio que no
compareció a ratificarlo ni declaró como testigo en el proceso, por lo que carece de valor
probatorio en sí mismo.

Segundo: Que, por el contrario, el mérito de los antecedentes previamente


determinados, permiten a estos sentenciadores compartir el razonamiento vertido por el
señor Juez de la causa en los motivos 14º, 15º y 16º del fallo que se revisa, en tanto
considera probado que la parte denunciante sufrió malestares gástricos a propósito de la
ingesta de empanadas vencidas, la gravedad de la situación y la responsabilidad de la
demandada, por lo que aparece del todo procedente acoger la pretensión del actor por
concepto de indemnización del daño moral.
Sin perjuicio de lo precedentemente dicho, se avaluará prudencialmente el monto de la
misma determinando el justiprecio en la suma de $ 500.000 atendida la naturaleza y
circunstancias que determinaron los padecimientos sufridos por el actor como
consecuencia del hecho denunciado y teniendo especialmente presente que, de otro
modo, la indemnización concedida configuraría más bien lucro para el demandante.

Tercero: Que la suma antes referida debe reajustarse conforme a la variación que
experimente el Índice de Precios al Consumidor desde la fecha en que quede ejecutoriada
la presente sentencia hasta la del pago efectivo y devengará intereses corrientes desde que
el deudor se constituya en mora, por cuanto, los referidos reajustes e intereses fueron
solicitados por el actor en el comparendo de estilo de fojas 20.

Cuarto: Que no procede condenar en costas al demandado por no haber resultado


totalmente vencido.

Y atendido el mérito de los antecedentes y de acuerdo a lo dispuesto en los artículos 50


y siguientes de la Ley sobre Protección de los Derechos de los Consumidores y artículos
32 y siguientes de la Ley Nº 18.287 sobre Procedimiento ante los Juzgados de Policía
Local, se resuelve:

—Que se revoca la sentencia de veintidós de enero del año dos mil cuatro, escrita de
fojas 32 a fojas 37, en la parte que condena al demandado al pago de las costas de la
causa y en su lugar se declara que no se le impone dicha obligación.

—Que se confirma, en lo demás apelado, la referida sentencia, con las siguientes


declaraciones:

—Que se rechaza la objeción de documentos de lo principal de fojas 28, conforme se


estableció en el considerando 2o del fallo que se revisa y con los fundamentos añadidos
por esta sentencia.

—Que se rebaja a diez unidades tributarias mensuales (10 UTM) el monto de la multa
que deberá ser pagada por la parte demandada Supermercados Unimarc S.A. representada
legalmente por doña Claudia Quezada Romero, la que deberá ser sufragada en la forma
dicha en el fallo que se revisa.

—Que se reduce a $ 500.000 (quinientos mil pesos) el monto de la indemnización que


deberá ser cancelada por el demandado Supermercados Unimarc S.A. al actor Jorge
Alejandro Valenzuela Bravo, precisando que la referida cantidad es por concepto de daño
moral.

—Que dicha suma se reajustará conforme a la variación del Índice de Precios al


Consumidor desde la fecha en que quede ejecutoriada esta sentencia hasta la fecha del
pago efectivo y devengará intereses corrientes desde que el deudor se constituya en mora.

—Que se rechaza la demanda civil, en lo demás pedido.


Regístrese y devuélvase.

Redacción de la señora Ministro señora María Stella Elgarrista Álvarez.

Pronunciada por el Ministro señor Jorge Pizarro Almarza, Ministro señora María Stella
Elgarrista Álvarez y el Abogado Integrante señora Patricia Donoso Gomien.

En San Miguel, a veintiocho de junio de dos mil cinco, notifique por el estado diario la
resolución precedente.

Rol Nº 1.033-2004.
2. DAÑO MORAL EN CASO DE INCUMPLIMIENTO POR PARTE DEL
PROVEEDOR. OBJETIVIDAD EN CUANTO A SU EXISTENCIA Y MAGNITUD

SUMARIO: Si bien la Ley de Protección al Consumidor permite a los afectados


demandar la indemnización al daño moral, no puede entenderse que esta institución
tenga características distintas a las que se derivan de la comisión de un delito o un
cuasidelito. En efecto, el daño moral supone una afrenta a la dignidad de las personas
que provoque un estado psicológico deficitario que resienta la capacidad física y/o
psíquica de manera tal que sus condiciones de vida, luego de un hecho reprochable
por parte de un tercero, configuren para el afectado un cambio tal que se evidencian
carencias, antes inexistentes. En la especie, el demandante ha argumentado que la
conducción en motocicleta configura un estilo de vida por lo que el incumplimiento de
su proveedor le ha provocado una negativa carga psíquica, que no ha sido probada.
Naturalmente que un atraso de parte de un comerciante en el cumplimiento de la
entrega de un vehículo provoca enojo, malestar, rabia y otras reacciones similares,
aun cuando éstas se produzcan, esencialmente, por el impedimento en la ejecución de
actividades lúdicas, pero de ahí a concluir que en la especie se ha producido un daño
moral, implica desnaturalizar el sentido de esta consecuencia en las personas, que la
doctrina y la jurisprudencia se han preocupado de instituir con prudencia, cautela y
reserva dadas las dificultades que implica establecer con objetividad su existencia y
magnitud, así como el monto de la reparación. En este sentido, el sentenciador de
primer grado al decretar una indemnización por daño moral por los hechos
consignados en esta causa, equivalente además a un 30% del valor de la compraventa,
ha razonado muy equivocadamente en relación a las consideraciones que la
jurisdicción debe tener presente al resolver sobre esta materia.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Santiago

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 4577-2004

F echa: 15/11/2005

Cita Online: CL/JUR/992/2005

Estado Procesal: Ejecutoriada, Corte Suprema rechazó recurso de queja (5990-2005)

Partes: Vera Campos, Claudio con Sociedad Comercial Tecfin Limitada CPA

Ministros: Valdovinos Jeldes, Amanda; Gajardo Galdames, Carlos

Abogado Integrante: Aguirre de la Rivera, Guido


Voces: consumidor - daño moral - derecho civil - derechos del consumidor -
responsabilidad civil - responsabilidad extracontractual

Legislación relacionada: Artículos 3º, artículo 12 y artículo 24 Ley Nº 19.046.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, quince de noviembre de dos mil cinco.

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada, de veinticuatro de junio de dos mil cuatro, pero se


eliminan sus fundamentos decimotercero a decimosexto y la referencia al artículo 23 de
la Ley Nº 19.496.

Y se tiene en su lugar y además presente:

Primero: Que entre Comercial Tecfin Limitada CPA y Claudio Vera Campos se
celebró un contrato de compraventa de una moto que fue entregada al cliente Vera
Campos —con un atraso considerable, lo que fue atribuido por el proveedor Tecfin— a
circunstancias ajenas a su voluntad las que no fueron acreditadas como constitutivas de
hechos representativos de fuerza mayor, caso fortuito o propias de aquellas que la
doctrina ha denominado como una expresión de la teoría de la imprevisión. La apelante
en esta instancia no ha entregado nuevos antecedentes que permitan desvirtuar las
conclusiones del juez de primer grado en cuanto a la infracción al artículo 12 de la Ley
Nº 19.496 respecto de los términos y condiciones en que se convino con el cliente la
entrega del bien.

Segundo: Que no se ha acreditado que el proveedor haya incurrido en la infracción del


artículo 23 de la citada ley. En efecto, el cliente Vera Campos recibió la moto, objeto del
contrato, sin acreditar que las especificaciones de la mercadería le hayan producido un
menoscabo, de allí que la sanción habría de reducirse a la suma que se dirá en lo
decisorio.

Tercero: Que se ha deducido apelación en cuanto a la condena a indemnizar por daño


moral a Vera Campos en la suma de $ 2.000.000. Sobre esto debe decirse que si bien la
Ley de Protección al Consumidor permite a los afectados demandar la indemnización al
daño moral, no puede entenderse que esta institución tenga características distintas a las
que se derivan de la comisión de un delito o un cuasidelito.

En efecto, el daño moral supone una afrenta a la dignidad de las personas que
provoque un estado psicológico deficitario que resienta la capacidad física y/o psíquica
de manera tal que sus condiciones de vida, luego de un hecho reprochable por parte de un
tercero, configuren para el afectado un cambio tal que se evidencian carencias, antes
inexistentes.
De otra manera puede decirse que la procedencia del daño moral requiere la existencia
de un sufrimiento por parte del afectado que involucre además la sensación de
incapacidad para llevar una vida plena en conformidad a sus capacidades y opciones en la
vida.

En la especie, el demandante ha argumentado que la conducción en motocicleta


configura un estilo de vida por lo que el incumplimiento de su proveedor le ha provocado
una negativa carga psíquica, que no ha sido probada. Amigos de afición han declarado
que tuvo que sufrir burla e incomodidades (fs. 50), que fue víctima de fuertes bromas (fs.
52), una enorme frustración (fs. 53).

Naturalmente que un atraso de parte de un comerciante en el cumplimiento de la


entrega de un vehículo provoca enojo, malestar, rabia y otras reacciones similares, aun
cuando éstas se produzcan, esencialmente, por el impedimento en la ejecución de
actividades lúdicas, pero de ahí a concluir que en la especie se ha producido un daño
moral, implica desnaturalizar el sentido de esta consecuencia en las personas, que la
doctrina y la jurisprudencia se han preocupado de instituir con prudencia, cautela y
reserva dadas las dificultades que implica establecer con objetividad su existencia y
magnitud, así como el monto de la reparación.

En este sentido, el sentenciador de primer grado al decretar una indemnización por


daño moral por los hechos consignados en esta causa, equivalente además a un 30% del
valor de la compraventa, ha razonado muy equivocadamente en relación a las
consideraciones que la jurisdicción debe tener presente al resolver sobre esta materia.

De conformidad a lo expuesto y a lo establecido en los artículos 186 y siguientes del


Código de Procedimiento Civil y a los artículos 12 y 24 de la Ley Nº 19.496 se declara
que se revoca la sentencia de veinticuatro de junio de dos mil cuatro, escrita de fojas 55 a
58, en cuanto condenó a Comercial Tecfin Limitada C.P.A. al pago de una indemnización
de perjuicios, y en su lugar se decide, que se rechaza la demanda de don Claudio Vera
Campos de fojas 1. Se confirma en lo demás la referida sentencia con declaración que se
rebaja la multa que debe soportar la Sociedad infractora a veinticinco unidades tributarias
mensuales. Cada parte pagará sus costas.

Regístrese y devuélvase.

No obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo de la causa no firma el Abogado


Integrante señor Guido Aguirre de la Rivera por encontrarse ausente.

Dictada por la Quinta Sala de esta Corte, integrada por los Ministros señor Carlos
Gajardo Galdames, señora Amanda Valdovinos Jeldes y el Abogado Integrante señor
Guido Aguirre de la Rivera.

Rol Nº 4.577-2004.
3. INFRACCIÓN A LEY DEL CONSUMIDOR. LAS CIRCUNSTANCIAS QUE
CONSTITUYEN EL DAÑO MORAL ALEGADO DEBEN PROBARSE

SUMARIO: El daño moral es el sufrimiento, la aflicción o dolor que sufre una pe rsona
y para que sea indemnizado es menester que se pruebe su existencia, quedando a
criterio del sentenciador su apreciación prudencial. Sin embargo, como en el presente
caso no se rindió pruebas para acreditar que la actora sufrió perjuicios de orden
moral por la conducta desplegada por la demandada, corresponde desestimar la
demanda deducida.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Santiago

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 4236-2006

Fecha: 24/11/2006

Cita Online: CL/JUR/4097/2006

Estado Procesal: Ejecutoriado, sin recurso posterior i nterpuesto

Partes: SERNAC — Sánchez, Isabel Margarita / Comisiones y Cobranzas S.A.

Ministros: Chevesich Ruiz, Gloria Ana; Cisternas Rocha, Lamberto

Abogado Integrante: Orlandini Molina, Luis

Redactor: Chevesich Ruiz, Gloria Ana

Voces: consumidor - daño moral - derechos del consumidor - medios de prueba -


responsabilidad penal

Legislación relacionada: Ley Nº 19.496, sobre Protección de los Derechos de los


Consumidores y artículo 1698 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, veinticuatro de noviembre de dos mil seis.

Vistos:

Se reproduce la sentencia apelada de veinticuatro de marzo de dos mil seis, escrita a


fojas 31 y siguientes, previa eliminación del fundamento signado con el número 11) y se
tiene, en su lugar, presente:
1º . Que en el recurso de apelación deducido en contra de la sentencia de primera
instancia, se expresa que se rechazó la excepción de incompetencia del tribunal para
conocer de la denuncia interpuesta, la que se fundó en que Inversiones y Tarjetas S.A. es
emisora de la Tarjeta Hites y que sólo ejerce una actividad netamente civil y no aquellas
sujetas a la Ley Nº 19.496, sobre Protección de los Derechos de los Consumidores.

Sin embargo, esta alegación deberá ser desestimada porque en el presente juicio la
denunciada no dedujo ninguna excepción, alegación o defensa. El juicio se siguió en su
rebeldía.

El argumento de fondo del recurso de apelación, fundado en que la denunciada no tiene


la calidad de "proveedor" y, por lo tanto, no está sujeta a la norma de la Ley Nº 19.496,
también se desestimará, porque no rindió ninguna probanza tendiente a acreditar que es
una mera "emisora" de la Tarjeta Hites, lo que debió hacer de acuerdo a lo que dispone el
artículo 1698 del Código Civil;

2º Que el daño moral es el sufrimiento, la aflicción o dolor que sufre una persona y
para que sea indemnizado es menester que se pruebe su existencia, quedando a criterio
del sentenciador su apreciación prudencial.

Sin embargo, como en el presente caso no se rindió pruebas para acreditar que la actora
sufrió perjuicios de orden moral por la conducta desplegada por la demandada,
corresponde desestimar la demanda deducida.

Asimismo, como el presente juicio se siguió en rebeldía de la parte demandada y no


fue totalmente vencida, corresponde liberarla del pago de las costas.

Por estas consideraciones, se revoca la sentencia apelada de veinticuatro de marzo de


dos mil seis, escrita a fojas 31 y siguientes, en cuanto por la decisión signada con la letra
c) acoge la demanda civil y condena a la demandada a pagar la suma de $ 50.000 por
concepto de daño moral, con costas, y se declara que queda rechazada en esa parte la
acción civil y se la libera del pago de las costas. Se confirma, en lo demás apelado, la
referida sentencia.

Regístrese y devuélvanse.

Redacción de la Ministro señora Gloria Ana Chevesich Ruiz.

Pronunciada por la Tercera Sala, integrada por los Ministros señor Lamberto Cisternas
Rocha, señora Gloria Ana Chevesich Ruiz y Abogado Integrante señor Luis Orlandini
Molina.

Rol Nº 4.236-2006.
4. NO SE HA PRODUCIDO DAÑO MORAL A CONSUMIDOR QUE HA SIDO
ATENDIDO OPORTUNAMENTE ANTE FALLA DE PRODUCTO

SUMARIO: Con respecto de la condena al demandado a pagar una suma de dinero por
concepto de indemnización por el posible daño moral sufrido por la demandante, no se
encuentra éste suficientemente comprobado con los medios de prueba aportados,
afectación psíquica que habría padecido la demandante. De los antecedentes fluye que
la demandante fue atendida oportunamente por la demandada cuando llevó el
vehículo con sus fallas y que se le proporcionó otro automóvil para su uso mientras
procuraban reparar los desperfectos, de manera que no se puede apreciar que haya
sufrido las afectaciones que denuncia.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Punta Arenas

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 290-2006

Fecha: 29/11/2006

Cita Online: CL/JUR/4044/2006

Estado procesal: Ejecutoriado, sin recurso posterior interpuesto

Partes: María Angélica Gallardo Cabezas con Mladinic Automotriz Ltda.

Ministro: Faúndez López, Hugo

Redactor: Faúndez López, Hugo

Voces: consumidor - daño moral - derecho civil - derechos del consumidor -


responsabilidad civil - responsabilidad extracontractual

Legislación relacionada: Artículo 20 Ley Nº 19.496; artículos 32 y siguientes de la


Ley Nº 18.287.

TEXTO SENTENCIA

Punta Arenas, veintinueve de noviembre de dos mil seis.

Vistos:

Se reproduce la sentencia apelada de treinta de agosto, escrita a fs. 56 siguientes, a


excepción de la parte y el fundamento 10 que comienza "Que en cuanto al daño moral
demandado", que se elimina.
Y teniendo en su lugar además presente:

1º.- Que se han alzado en contra del referido fallo tanto la parte demandante como la
demandada, la primera, solicitando se la revoque en la parte que le resulta agraviante y se
condene a la demandada a pagarle la suma de diecisiete millones quinientos mil pesos, o
la suma que este tribunal determine, que demandó a título de indemnización por el daño
moral que habría sufrido; y la segunda, pidiendo se revoque la sentencia que la condenó
al pago de una multa, reponer el vehículo vendido por otro de iguales características y al
pago de una indemnización por daño moral ascendente a un millón de pesos y, en
definitiva, se rechace en todas sus partes la demanda;

2º.- Que el artículo 20 de la Ley Nº 19.496 sobre Protección de los Derechos del
Consumidor lo autoriza para optar entre la reparación gratuita del bien o, previa
restitución, su reposición o la devolución de la cantidad pagada cuando después de
haberse prestado el servicio técnico comprendido en la garantía, subsistieren las
deficiencias que hagan al bien inepto para el uso, haciendo presente que este derecho
subsistirá para el evento de presentarse una deficiencia distinta a la que fue objeto del
servicio técnico, todo dentro de los plazos que la misma ley establece;

3º.- Y que del mérito de estos antecedentes y así se estableció en el fallo en alzada se
desprende que concurren las circunstancias previstas por el legislador en la disposición
precedentemente citada y del tenor de la demanda se concluye que la demandante optó
por la restitución del bien, en consecuencia, corresponde confirmarlo en la resolución
signada con la letra B, cuando dispone aquélla;

4º.- Que no ocurre lo mismo con respecto de la condena al demandado a pagar una
suma de dinero por concepto de indemnización por el posible daño moral sufrido por la
demandante.

En efecto, ajuicio de estos sentenciadores, no se encuentra éste suficientemente


comprobado con los medios de prueba aportados, declaraciones de testigos que no poseen
la calidad necesaria para emitir apreciaciones de esta especie, afectación psíquica que
habría padecido la demandante.

Por otra parte, de los mismos antecedentes de autos fluye que la demandante fue
atendida oportunamente por la demandada cuando llevó el vehículo con sus fallas y que
se le proporcionó otro automóvil para su uso mientras procuraban reparar los
desperfectos, de manera que no se puede apreciar que haya sufrido las afectaciones que
denuncia, razones por las cuales se rechazarán sus pretensiones.

Y vistos, además, lo dispuesto en los artículos 32 y siguientes de la Ley Nº 18.287:

Se revoca la sentencia apelada de treinta de agosto de este año, escrita a fs. 56 y


siguientes, en cuanto por su resuelvo B, condena a la demandada a pagar a la demandante
la suma total de $ 1.000.000 por concepto de indemnización de perjuicio por daño moral
y en su lugar se declara que se rechaza la demanda de fs. 1 cuando solicita dicha
indemnización; y
Se confirma en lo demás apelada la señalada sentencia.

Regístrese y devuélvase.

Redacción del Ministro señor Faúndez.

Rol Nº 290-2006.
CAPÍTULO VI PRUEBA Y AVALUACIÓN DEL DAÑO MORAL
1. AVALUACIÓN DEL DAÑO MORAL. EXIGENCIA PROBATORIA. INCLUSIÓN
ERRÓNEA DE UNA PERSONA EN INFORME DE MOROSIDAD FINANCIERA

SUMARIO: El daño moral está constituido por el menoscabo de un bien no patrimonial


que irroga una lesión a un interés moral por una que se obligaba a respetarlo. El daño
moral entendido como un menoscabo de un bien no patrimonial, en cuanto afecta la
integridad psíquica del individuo y que se traduce en el agobio que genera el haber
figurado deudor moroso del sistema financiero y el riesgo que ello representó, no
requiere de prueba, porque la inexistencia de la deuda ha quedado demostrada, como
también la comunicación errada de la morosidad en el sistema financiero, que por lo
demás, no está discutido por las partes, por lo tanto, las consecuencias que nacen de
su propia naturaleza son obvias.

Ahora bien, su avaluación, si se quiere apartar de lo normal o regular, en tal caso


deberá acompañarse un antecedente probatorio que así lo demuestre, como por
ejemplo, acreditar que no existe un lazo común entre un padre y un hijo o que ninguna
consecuencia psíquica conllevó el figurar como moroso en el sistema financiero
chileno, lo que en el hecho no ha sucedido, debiendo por tanto tenerse presente las
consecuencias naturales que padece un ser humano en estas condiciones.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Antofagasta

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 1167-2005

Fecha: 19/06/2006

Cita Online: CL/JUR/1885/2006

Estado Procesal: Ejecutoriado, Corte Suprema rechazó recurso de casación en el


fondo (3621-2006)

Partes: Rojas Flores, Rodrigo con Banco de Crédito e Inversiones

Ministro: Clavería Guzmán, Óscar

Redactor: Clavería Guzmán, Óscar

Voces: daño moral - derecho civil - responsabilidad civil - responsabilidad contractual

Legislación relacionada: Artículo 2314 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA
Antofagasta, diecinueve de junio de dos mil seis.

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada, previa sustitución de la cantidad expresada en el


considerando vigésimo tercero de ocho millones ($ 8.000.000) por diez millones
(10.000.000) y se tiene, además, presente:

Primero: Que la parte demandada no contestó la demanda, no obstante en la réplica ha


reconocido que el actor figuró en calidad de deudor moroso en el sistema financiero
chileno como consecuencia de créditos inexistentes cursados por el Banco de Crédito e
Inversiones, sucursal Arica, sosteniendo que no tiene responsabilidad alguna por el actuar
doloso de sus agentes, pues se trata de hechos delictivos que superan cualquier
posibilidad de responsabilidad extracontractual del banco... (porque) no tenía modo de
prever o impedir constituyendo un actuar doloso, fuera de la órbita de atribuciones
propias de un ejecutivo que actuó sobre seguro, aprovechando su cargo y ocultando o
destruyendo la documentación de respaldo, por lo cual resulta imposible para el banco
detectar su acción.

O sea, se ha invocado como eximente de responsabilidad civil la fuerza mayor o el


caso fortuito relativo a un actuar delictivo de uno de los funcionarios de la entidad
bancaria demandada.

Segundo: Que el caso fortuito debe acreditarlo quien lo alega por tratarse de una forma
de extinguir una obligación en los términos de los artículos 1547 inciso tercero y 1698
del Código Civil, en este caso el solo sobreseimiento temporal y la querella respectiva no
constituyen antecedentes demostrativos de tal circunstancia, por lo que no habiéndose
probado el contenido fáctico de la defensa opuesta por el demandado, necesariamente ha
de considerarse como establecida la obligación de responder del daño causado.

Tercero: Que en lo que respecta al daño moral, debe tenerse presente que su concepto
no es pacífico en la doctrina y que la jurisprudencia no es del todo precisa, por lo que es
más conveniente a este respecto utilizar el concepto amplio dado por Carmen Domínguez
Hidalgo en su libro El daño moral cuando expresa que está constituido por el menoscabo
de un bien no patrimonial que irroga una lesión a un interés moral por una que se
obligaba a respetarlo (Editorial Jurídica de Chile, Tomo I, noviembre 2000, pág. 84).

Cuarto: Que el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de la República, asegura a


todas las personas el derecho a la vida y a la integridad física y psíquica, lo que significa
que está elevado a la categoría constitucional el derecho de la persona a mantener su
integridad psíquica y, por lo tanto, para el ordenamiento jurídico representa un interés
que debe ser protegido, de manera que cualesquiera acción desplegada por persona o
agente alguno que provoque o atente contra esta integridad, constituye un perjuicio y, por
ende, un daño que el derecho debe restablecer, sea efectiva o alternativamente.

Quinto: Que el daño moral entendido como un menoscabo de un bien no patrimonial,


en cuanto afecta la integridad psíquica del individuo y que se traduce en el agobio que
genera el haber figurado deudor moroso del sistema financiero y el riesgo que ello
representó, no requiere de prueba, porque la inexistencia de la deuda ha quedado
demostrada, como también la comunicación errada de la morosidad en el sistema
financiero que, por lo demás, no está discutido por las partes, por lo tanto, las
consecuencias que nacen de su propia naturaleza son obvias.

Ahora bien, su avaluación, si se quiere apartar de lo normal o regular, en tal caso


deberá acompañarse un antecedente probatorio que así lo demuestre, como por ejemplo,
acreditar que no existe un lazo común entre un padre y un hijo o que ninguna
consecuencia psíquica conllevó el figurar como moroso en el sistema financiero chileno,
lo que en el hecho no ha sucedido, debiendo por tanto tenerse presente las consecuencias
naturales que padece un ser humano en estas condiciones.

Sexto: Que el daño moral, entendido como un menoscabo de un bien no patrimonial,


representado en la aflicción psíquica que inequívocamente soportó el actor cuando tomó
conocimiento de la noticia, necesariamente debe ser indemnizado porque el artículo 2314
del Código Civil no distingue clases o tipos de daños; de manera que se estimará para su
evaluación los efectos de haber figurado deudor moroso sin serlo, en el sentido que sólo
trajo para el actor consecuencias patrimoniales y, por lo tanto, teniendo presente además
lo expresado por el juez a quo en el acápite vigésimo tercero, la suma de diez millones de
pesos ($ 10.000.000), corresponde prudencialmente al monto que se fijará para su
indemnización.

Por estas consideraciones y visto además lo dispuesto en los artículos 186 y siguientes
del Código de Procedimiento Civil, se confirma, sin costas del recurso, la sentencia
definitiva de fecha siete de noviembre de dos mil cinco, escrita a fojas 184 y siguientes,
con declaración que la suma que deberá pagar la demandada Banco de Crédito e
Inversiones a Rodrigo Ronald Rojas Flores, como indemnización del daño moral causado
asciende a diez millones de pesos ($ 10.000.000).

Regístrese y devuélvanse.

Redactó el Ministro Titular Sr. Óscar Clavería Guzmán.

Rol Nº 1.167-2005.
2. DAÑO MORAL. FUNDAMENTOS Y ELEMENTOS PARA DETERMINAR EL
QUÁNTUM INDEMNIZATORIO

SUMARIO: La doctrina del daño moral pone el acen to en la persona y la lesión de sus
atributos más caros. Esta ya marcada tendencia se refleja claramente en la literatura
jurídica nacional y así el profesor Fernando Fueyo Laneri en su obra Instituciones del
Derecho Civil Moderno afirma que "el concepto jurídico de daños abarca toda forma
de daños, esto es, tanto el patrimonial como el extrapatrimonial, agregando que la
jurisprudencia chilena ha tenido la oportunidad de recalcar que la palabra daño
comprende el perjuicio, dolor o molestia que se cause, por lo cual, interpretando este
vocablo en su sentido natural y obvio, debe entenderse que corresponde, además del
perjuicio pecuniario, el de carácter inmaterial que se ocasione por acto ajeno".

Sostiene que siendo el daño por esencia patrimonial y extrapatrimonial, del mismo
modo el daño moral juega tanto en la responsabilidad extracontractual como en la
contractual. Sin embargo, otra cosa es el quántum de la indemnización por daño
moral el cual, ciertamente, no es compensatorio, desde que no es objetivamente
dimensionable, sino que debe ser sólo reparatorio, por lo que debe estar destinado a
morigerar, disminuir o atenuar las consecuencias del mal sufrido. Al momento de
regular el monto de la indemnización por este daño extrapatrimonial, surgido de un
error de vacunación en un centro asistencia, cabe considerar, además de su carácter
de reparación, la situación y realidad general tanto del país como de los demandantes,
respecto de lo cual cabe advertir que no tienen cabida indemnizaciones
desproporcionadas a tales realidades.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Santiago

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 2545-2002

Fecha: 12/12/2005

Cita Online: CL/JUR/1542/2005

Estado Procesa l: Ejecutoriado, sin recurso posterior interpuesto

Partes: Valdés Urrutia, Rolando; Valdés Araneda, Vicente; Araneda Cornejo, Ruby /
Fisco de Chile

Ministros: Lusic Nadal, Dobra; Dolmetsch Urra, Hugo

Abogado Integrante: Veloso Valenzuela, Paulina

Redactor: Dolmetsch Urra, Hugo


Voces: daño moral - derecho civil - responsabilidad civil - responsabilidad contractual

Legislación relacionada: Artículo 2329 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, doce de diciembre de dos mil cinco.

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada, con excepción de sus fundamentos 2 o y 8 o , que


se eliminan. En el motivo 12º, fs. 176, se sustituye el término lítica por lícita.

Y se tiene en su lugar y, además, presente:

1º.- Que la causal invocada por el demandante para inhabilitar el testimonio de doña
Silvia Alejandra Irene Olmedo Montero, doña Marcel Lyda Plata Cisternas, don Medardo
Luis Burgueño Aguilera y don Ricardo Enrique Sáez Gallardo, todos profesionales del
área médica del Hospital de Carabineros de Chile, es la contemplada en el artículo 358
Nº 5 del Código de Procedimiento Civil, esto es, por ser dependientes de la parte que los
presenta. Dicho motivo de inhabilidad, para ser tal, ha de fundarse en la existencia de un
temor razonable por parte del empleado o dependiente para el caso que deponga en contra
de su empleador, en términos que ello le signifique un riesgo en su estabilidad laboral, lo
que en la especie no se da, desde que los nombrados testigos no dependen del Fisco en
aquellos términos, sino que tanto su designación, atribuciones y dependencia en el cargo
están regulados por los reglamentos y la ley, por manera que, cuando se trata de
profesionales calificados y de especialidad y que, además, declaren sobre hechos propios
de su profesión, como es el caso, no les puede ser aplicable dicha limitación, pues no
existe aquel eventual peligro. De igual modo, en la especie, no resulta probado ni posible
que se les haya ordenado deponer en el proceso en términos que se limite o condicione su
actuación, atendida la naturaleza y carácter de sus respectivas profesiones;

2º.- Que del modo antes señalado, habrá de revocarse la decisión relativa a las tachas
opuestas a su respecto, rechazándolas y, consecuencialmente, ponderar sus declaraciones;

3º.- Que, al efecto, los nombrados Olmedo Montero, Plata Cisternas, Burgueño
Aguilera y Sáez Gallardo declararon en una misma audiencia y su respectiva acta rola
desde fs. 106 a 116. En ella se consigna que la primera, doña Silvia Olmedo Montero,
médico pediatra, neonatóloga, en lo sustancial y respondiendo al punto 5) del auto de
prueba de fs. 86, dijo que, ocurrido el accidente de la inoculación equivocada, el Hospital
avisó a los padres de los menores, se formó un comité con los mejores especialistas de
Santiago y se dio inicio a un tratamiento con antibióticos que duró seis meses, para los
afectados, con controles periódicos, sin costos para los padres, permitiéndoles inclusive
consultar especialistas en el extrasistema, sin costo para ellos y con cargo a la institución.
Agrega, por último, que el Hospital no ha escatimado medios ni tiempo en el caso, ha
hecho todo lo necesario;
4º.- Que, por su parte, doña Marcela Lyda Plata Cisternas, enfermera, que se
desempeñó como tal en el Servicio de Vacunatorio alrededor de veinte años, declarando
respecto de los puntos 3 y 4 del auto de prueba que rola a fs. 69 —que fue
complementado por el antes citado de fs. 86— expresa que el Hospital pidió el BCG al
Laboratorio y desde allá les enviaron un medicamento diferente, el cual estaba rotulado
en inglés, de aspecto similar, pero que era para un uso diferente. Agrega que los frascos
eran parecidos, del mismo tamaño y color y que se almacenaron en el mismo lugar que se
hacía con la vacuna. Expresa que, a su juicio, era imposible impedir el error porque el
problema fue del Laboratorio, que envió un medicamento que era desconocido y la
enfermera y auxiliar a cargo del Servicio de Vacunatorio, pese a estar capacitados en su
función, no lo pudieron distinguir porque no se tuvo conocimiento de que existieran dos
BCG distintos;

5º.- Que el doctor Medardo Burgueño Aguilera, en torno al punto 4 del auto de prueba
de fs. 86, expresó que el error obedece a fortuitos que ocurren en la vida, pues la vacuna
BCG —que se ocupó en otros servicios— se terminó antes de lo presupuestado,
acordándose comprar otro stock a un laboratorio particular para usarla en la vacunación
de los menores. Se pidió ésta con urgencia y el vendedor envió al Hospital un producto
denominado BCGINMUDNOCYST, el cual era de apariencia similar a la vacuna BCG,
con etiqueta con dicho nombre y difería sólo en el color de la tapa de costumbre, lo que
no es raro en los Laboratorios. Ninguno de ellos —los médicos y funcionarios— sabía de
la existencia de este producto, pues nunca había sido promocionado y el laboratorio no
advirtió que era de uso exclusivo en Urología. Agrega, en relación al punto 5, que se
tomaron todas las medidas legales y médicas para reparar el error, formándose equipo de
estudio y trabajo con expertos tomados de la mayoría de los hospitales de Santiago.
Manifiesta que todos los niños han ido creciendo y desarrollándose bien y que han
presentado patologías posteriores normales. Sobre los posibles efectos adversos para el
futuro, expresa que en medicina ello no es posible asegurar, pues sólo tiene valor lo que
es demostrable por el método científico, y

6º.- Que, finalmente, el Dr. Ricardo Sáez Gallardo, Subdirector Médico (S) del
Hospital al momento del incidente, declarando al punto 3 de fs. 69, expresa que el
sistema de compra del medicamento que se encargó por haberse agotado el stock,
depende del Vacunatorio y no del Subdirector Médico; agregando que tuvo conocimiento
de los hechos sólo cuando éstos ocurrieron;

7º.- Que, como puede verse, los testigos de la demandada han declarado básicamente
sobre la existencia de un presunto error de envase y rotulación del nuevo producto
comprado por el Hospital a un laboratorio particular y que ellos almacenaron como de
costumbre, disponiendo su uso en la vacunación de los menores, circunstancia en la cual
están contestes dos de ellos. Sin embargo, pese a haber sido examinados legalmente y sin
tacha, sus declaraciones no alteran las conclusiones de los fundamentos 9 o al 13º,
inclusive, del fallo en alzada en cuanto a la responsabilidad civil que afecta al organismo
demandado, siendo de advertir que, además, y con los mismos antecedentes allí
analizados, se encuentra establecida la existencia de falta de servicio adecuado, por culpa
de sus agentes, al suministrar, por error, una vacuna equivocada al menor de que se trata
en autos.
8º.- Que, no obstante, el testimonio conteste y no contradicho por otros medios, de los
Dres. Olmedo Montero y Burgueño Aguilera, en cuanto a la conducta posterior del
Hospital relativa a prestar adecuada atención médica a los pacientes y sus familiares,
evitando mayores daños y ulteriores consecuencias, permiten a este tribunal considerar
que, apreciando su fuerza probatoria conforme a la regla 2 o del artículo 384 del Código
de Procedimiento Civil, ello constituye un hecho de la causa que habrá de considerarse
debidamente al momento de determinar el monto de la indemnización;

9º.- Que, en general y respecto al daño moral, cuya concepción y aplicación como
consecuencia de la responsabilidad extracontractual y contractual, muy particularmente
esta última, se ha incrementado por la vía de la creación jurisprudencial, para concordar
en que éste se identifica con los dolores y turbaciones psíquicas que derivan del
quebranto padecido. Así, nuestros tribunales han dicho que el daño moral es el dolor, la
aflicción, el pesar en la víctima o en sus parientes más cercanos o aquel que consiste en el
dolor psíquico y aun físico que se experimenta a raíz de un suceso determinado. Estos
daños, en consecuencia, son aquellos que se refieren al patrimonio espiritual, a los bienes
inmateriales, tales como la salud, el honor, la libertad y otros análogos.

10º.- Que, de este modo, tales concepciones han permitido el reconocimiento del daño
moral y su posterior desarrollo por la dogmática, en atención a que pone el acento en la
persona y la lesión de sus atributos más caros. Que esta ya marcada tendencia se refleja
claramente en la literatura jurídica nacional y así el profesor Fernando Fueyo Laneri en su
obra Instituciones del Derecho Civil Moderno afirma: "Para mí es como un axioma que el
concepto jurídico de daños abarca toda forma de daños, esto es, tanto el patrimonial como
el extrapatrimonial, agregando que la jurisprudencia chilena ha tenido la oportunidad de
recalcar que la palabra daño comprende el perjuicio, dolor o molestia que se cause, por lo
cual, interpretando este vocablo en su sentido natural y obvio, debe entenderse que
corresponde, además del perjuicio pecuniario, el de carácter inmaterial que se ocasione
por acto ajeno". Sostiene que siendo el daño por esencia patrimonial y extrapatrimonial,
del mismo modo el daño moral juega tanto en la responsabilidad extracontractual como
en la contractual.

11º.- Que, sin embargo, otra cosa es el quántum de la indemnización por daño moral el
cual, ciertamente, no es compensatorio, desde que no es objetivamente dimensionable,
sino que debe ser sólo reparatorio, por lo que debe estar destinado a morigerar, disminuir
o atenuar las consecuencias del mal sufrido;

12º.- Que en tal perspectiva, debe tenerse en cuenta, en primer lugar, que existe certeza
sobre la existencia del daño moral, el cual se encuentra acreditado en el proceso
básicamente con la declaración de los testigos de la actora Katya Emily Vergara Silva,
Rodolfo Eduardo Marchant López, Elena del Carmen Silva Orellana, Hernán Francisco
Gálvez Flores y Luis Alberto Vergara Silva, quienes en la audiencia que recoge el acta de
fs. 98, y al tenor de la pregunta: "Para que diga el testigo, si ha notado luego de ocurrido
los hechos materia de autos algún grado de aflicción en los padres del menor Vicente
declararon, respectivamente, en lo pertinente, y en síntesis: Ruby y Rolando estaban muy
angustiados, y para mayor gravedad creo que al par de meses Rolando quedó sin trabajo,
y la incertidumbre de ellos era mayor, por lo que nos contaron, no tenían claro cómo iban
a asumir esos gastos, si el hospital se iba a hacer cargo; sí, lo veo preocupado. Veo que
este asunto de lo que pasó se va alargando, no hay una solución rápida, por eso lo veo
preocupado, y yo como padre lo entiendo, yo noto un cambio, si hace un mes atrás lo veo
más preocupado, porque hasta el momento no veo ninguna solución a lo que está
pasando; sí, siempre que los he visto, están en la misma situación que no saben lo que va
a pasar con el niño más adelante; sí, noté bastante apesadumbrados a los muchachos, a
los esposos Ruby y Rolando, también sé que él perdió su trabajo por este asunto y
también pasaron muchas incomodidades por este asunto; y por supuesto, porque es una
enfermedad nueva, no hay una vacuna por la cual se vaya a disminuir el proceso que va a
tener, porque no se sabe con certeza qué secuelas va a tener más adelante, tal vez pueda
tocar un órgano vital.

13º.- Que a lo anterior ha de sumarse el contenido de las publicaciones en los diarios


de la época, acompañados al expediente, con noticias alarmistas, a todo lo cual debe
agregarse la circunstancia indiscutida de que cualquier matrimonio normal ve alterada su
vida con una situación semejante, provocando en ellos, la sola incertidumbre diaria y del
futuro, una aflicción y dolor que la jurisdicción no puede dejar de recoger y considerar;

14º.- Que al momento de regular el monto de la indemnización por este daño


extrapatrimonial, cabe considerar, además de su carácter de reparación compensatoria ya
antes referida, la situación y realidad general tanto del país como de los demandantes,
respecto de lo cual cabe advertir que no tienen cabida indemnizaciones
desproporcionadas a tales realidades. Asimismo, debe ponderarse positivamente la
reacción adecuada y oportuna del Hospital de Carabineros de Chile con miras a resolver
el incidente, como se ha dejado dicho en el motivo 8 o que precede.

Por estas consideraciones y de conformidad, además, con lo dispuesto en el artículo


186 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, se revoca la sentencia apelada de
diecisiete de septiembre de dos mil uno, escrita a fs. 169, en cuanto por su decisión I,
acoge las tachas formuladas por la demandante a los testigos de la demandada y se
declara, en cambio, que dichas objeciones quedan rechazadas. Se confirma, en lo demás
apelado, la aludida sentencia, con declaración que se reduce a treinta millones de pesos
($ 30.000.000), como suma única y total, la indemnización que el Fisco de Chile deberá
pagar a los demandantes de autos, con los reajustes e intereses a que se refiere el fallo en
revisión.

Acordada con el voto en contra de la Abogada Integrante señora Paulina Veloso


Valenzuela, quien estuvo por revocar la sentencia de autos, rechazando la demanda en
todas sus partes, teniendo para ello especialmente en cuenta: Que sin perjuicio de
considerar que está probada en autos la falta de servicio, esta juez considera que no
concurre, sin embargo, el requisito del daño para dar origen a la responsabilidad alegada.
En efecto, el perjuicio debe ser real, cierto y probado. En la especie, se ha alegado el
daño moral, haciéndose consistir en el dolor por el eventual efecto nocivo en la salud del
menor derivado del error de vacunación. Es decir, se trataría de un dolor por la
incertidumbre, por la preocupación.
Y sin desconocer que efectivamente los padres podrían haber padecido de
preocupaciones y sufrimientos por las circunstancias del caso, ésta no parece ser de tal
entidad que amerite su indemnización.

En todo caso, tal dolor o aflicción por la preocupación no ha sido tampoco probado en
autos, no aportándose ningún antecedente que permita a esta disidente estimar la realidad
del daño, su naturaleza y magnitud.

Regístrese y devuélvase.

Redactó el Ministro señor Dolmestch; y la disidencia, de su autora.

Pronunciada por la Sexta Sala de esta Iltma. Corte de Apelaciones, integrada por los
Ministros señor Hugo Dolmestch Urra, señora Dobra Lusic Nadal y la Abogada
Integrante señora Paulina Veloso Valenzuela, quien no firma, no obstante haber
concurrido a la vista y al acuerdo del fallo, por encontrarse ausente.

Rol Nº 2.545-2002.
3. AVALUACIÓN DEL DAÑO MORAL A PARIENTES DE LA VÍCTIMA.
ELEMENTOS A CONSIDERAR

SUMARIO: En cuanto al daño moral reclamado por los hermanos del fallecido, si bien
no puede ponerse en duda que la muerte les ha causado grave aflicción, atendida la
edad de los mismos, el diferente lazo y nula dependencia de aquél, llevan a estimar
que el dolor de que se trata ha debido ser de menor intensidad, mas comprensible para
personas formadas; motivo por el que se reducirá la indemnización concedida.

Las indemnizaciones de esta clase pedidas en favor de la madre del fallecido, serán
prudencialmente elevadas sin alcanzar los extremos demandados, porque a juicio de
estos sentenciadores, no obstante estar conscientes de la entidad del daño, las
cantidades determinadas en primera instancia a estos efectos son insuficientes.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Santiago

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 4085-2001

Fecha: 11/08/2006

Cita Online: CL/JUR/2677/2006

Estado Procesal: Ejecutoriado, sin recurso posterior interpuesto.

Partes: Arriagada Reinhardt, Claudia Angélica con Cía. de Consumidores de Gas de


Santiago S.A.-Montebruno Zuanic, Luz Eva Gloria

Ministros: Pfeiffer Richter, Alfredo; Brito Cruz, Haroldo

Abogado Integrante: Muñoz Sánchez, Andrea

Redactor: Brito Cruz, Haroldo

Voces: daño moral - derecho civil - derecho económico - lucro cesante -


responsabilidad civil - responsabilidad extracontractual

Legislación relacionada: Artículo 2329 Código Civil

TEXTO SENTENCIA

Santiago, once de agosto de dos mil seis.

Vistos:
Se reproduce la sentencia en alzada, pero en el motivo 17º se sustituye desde donde se
lee normativamente hasta dispuesto en por la distribución de gas se realiza conforme a, y
eliminan sus motivos 18º, 25º y el párrafo 2o del apartado b) del motivo 26º.

Y teniendo en su lugar y además presente:

1º.- Que del contexto de la Ley de Servicios de Gas, en especial de las normas que
fueran relacionadas en el fundamento 17º del fallo en alzada, inequívocamente deriva un
estatuto jurídico de la distribución esencialmente caracterizado por la pretensión de que el
servicio resulte ser completamente seguro.

Atendido tal objetivo, entre otros deberes, se establece el de mantener las instalaciones
en buen estado, esto es, en condiciones de que sea evitado toda clase de peligros, para lo
cual, como lo previene otra de las normas, las empresas han de desarrollar las obras que
sean necesarias.

2º.- Que en autos se encuentra establecido que la explosión de que se trata fue causada
por una fuga de gas en las tuberías subterráneas sitas bajo el pavimento de la calzada en
las cercanías de la casa habitación siniestrada, escape de tanta entidad que alcanzó a la
casa habitación en términos tales que la provocó el accionamiento de un interruptor de
energía eléctrica.

También ha quedado acreditado que la fuga de gas se produjo por corrosión del
material inadecuado que no resistió el peso del terreno y vehículos.

Finalmente, también ha quedado establecido que la fuga tenía un volumen de 170


nr/hora. Esto es ligeramente inferior al peak máximo de un arranque domiciliario que
asciende a 200 irf/hora.

Lo anterior resulta del informe Bureau Veritas y del que evacuara el perito Cortés
Williamson.

La demandada señaló no haber efectuado la instalación causante del hecho, afirmando


que no fue informado de ella al recibir la red de distribución del concesionario anterior y
que no figuraba en los planos.

3º.- Que en concepto de esta Corte, encontrándose establecida la necesaria relación


entre el hecho causante y el daño, debe responsabilizarse a la empresa demandada porque
actuó con negligencia al prestar el servicio de distribución de gas.

Tal forma de culpa es consecuencia de las circunstancias causantes de la explosión que


ponen de manifiesto el incumplimiento del deber de distribuir el gas con toda seguridad
que deriva de las normas referidas en el motivo 1º , las que sin llegar a prever
responsabilidad objetiva regulan detalladamente obligaciones tendientes a eliminar
riesgos en la prestación del servicio, cuya inobservancia ante el deber de obrar con
completa seguridad importa un proceder ligero, falto de cuidado.
En efecto, el referido obrar es negligente porque aun cuando la compañía demandada
no hizo la instalación inadecuada causante del daño, operó durante catorce años sin
conocer la existencia de aquélla. Esta ignorancia en un servicio público de alto riesgo
como lo es la distribución de gas en la ciudad no es excusable, porque atendido que la
operación ha de hacerse con completa seguridad según lo disponen las normas del caso
ya citadas, ciertamente no se ha tenido el cuidado requerido si al cabo de tal lapso no se
ha llegado a tener acabado conocimiento de las condiciones de las tuberías instaladas
para el transporte del gas.

No se trata, como ha quedado de manifiesto, de una fuga producida poco después de la


recepción del servicio que podría ser excusada por la menor posibilidad de lograr
completo control de las instalaciones.

Además, seguramente puede afirmarse que ese cuidado ha de ser mayor cuando se han
recibido instalaciones de larga data de poder de terceros, circunstancia ante la cual no se
ha demostrado que se hubieren desarrollado acciones tendientes a conocer las
condiciones de las tuberías al menos de manera aleatoria, lo que claramente sería
demostrativo de un proceder cuidadoso, orientado a la seguridad.

4º.- Que en lo tocante a la pretensión de la señora Amagada, en cuanto a que le sean


pagados los gastos de hospitalización, debe ser íntegramente acogida, pero al monto de la
factura ha de descontársele la suma de $ 3.000.000 pagados por los actores Ana Cristina
y Piero Montebruno, porque la petición de éstos para recuperar tal cantidad ha sido
acogida completamente, decisión que será mantenida por esta Corte.

5º.- Que en lo que respecta al daño por lucro cesante que habrían debido soportar los
actores Claudia Amagada Reinhardt, Dámaso, Romina y Manuel Montebruno Amagada,
en concepto de esta Corte no se encuentra acreditado.

En efecto, se ha fundamentado la pretensión en la certeza que el padre alcanzaría los


75 años de edad y que hasta esa época mantendría el nivel de ingresos observado antes de
su muerte.

Tal afirmación no puede ser sostenida porque no es convincente, toda vez que la vida
laboral está sujeta a múltiples contingencias que impiden asegurar que la familia habría
percibido los ingresos reclamados, criterio que deriva de la frecuente ocurrencia de
muertes imprevistas, como la que ha provocado esta acción.

Además es sabido que las capacidades profesionales y, por ende, los ingresos
disminuyen notablemente con el transcurso del tiempo.

En cuanto al daño emergente reclamado por la actora señora Amagada en atención a no


haber ejercido su profesión durante el tiempo de seis meses con la dedicación habitual,
esta Corte comparte la decisión de primera instancia porque la ocurrencia del hecho
invocado es razonable de entender y, además, cuenta con la prueba que pondera el fallo
de primer grado que también comprende los ingresos profesionales.
6º.- Que en cuanto al daño moral reclamado por los actores Ximena, Claudio y Luz
Montebruno Zuanic, atendido que estos actores son hermanos del fallecido, y si bien no
puede ponerse en duda que la muerte les ha causado grave aflicción, atendida la edad de
los mismos, el diferente lazo y nula dependencia de aquél, llevan a estimar que el dolor
de que se trata ha debido ser de menor intensidad, mas comprensible para personas
formadas; motivo por el que se reducirá la indemnización concedida.

7º.- Que las indemnizaciones de esta clase pedidas por los actores Amagada,
Montebruno Amagada, Montebruno Bondi y Zuanic, esta última madre del fallecido
Dámaso Montebruno Zuanic, serán prudencialmente elevadas sin alcanzarlos extremos
demandados, porque a juicio de estos sentenciadores, no obstante estar conscientes de la
entidad del daño, las cantidades determinadas en primera instancia a estos efectos son
insuficientes.

8º.- Que los razonamientos que preceden permiten desestimar las alegaciones de la
demandada en cuanto a la inexistencia de culpa en su proceder, y atienden su alegación
subsidiaria de reducción de los montos de las indemnizaciones que con su mérito también
sirven para desestimar las de los actores en orden a elevar sustancialmente las
indemnizaciones concedidas.

Por estas consideraciones, de acuerdo también con lo previsto en el artículo 2329 del
Código Civil, de la sentencia apelada de quince de diciembre de dos mil escrita a fs.
1.261 y siguientes se revocan las decisiones 1, 2, 3 y 4 del apartado B) LUCRO CESANTE ,
y se rechaza en esta parte la demanda de Claudia Amagada Reinhardt, Dámaso, Romina y
Manuel Montebruno Amagada. Se confirma en todo lo demás la referida sentencia, con
las siguientes declaraciones:

Que la suma mandada pagar a título de daño emergente por gastos de hospitalización
se reduce en $ 3.000.000 (tres millones de pesos), quedando la demandada condenada a
pagar por este concepto a doña Claudia Arriagada Reinhardt la suma de $ 10.198.400
(diez millones ciento noventa y ocho mil cuatrocientos pesos).

Que las indemnizaciones por daño moral dispuestas en favor de Claudia Arriagada
Reinhardt, de los menores Dámaso, Romina y Massimo Montebruno Amagada, de Piero
y Ana Montebruno Bondi y de Dinka Zuanic, se elevan a la suma de $ 20.000.000 (veinte
millones de pesos) para cada uno de dichos actores;

Que la indemnización por daño moral a los actores Ximena, Claudio y Luz
Montebruno Zuanic se reducen a $ 1.000.000 (un millón de pesos) para cada uno de
dichos actores.

Redacción del Ministro señor Brito.

Regístrese y devuélvanse.

Dictada por los Ministros señores Alfredo Pfeiffer Richter, Haroldo Brito Cruz y la
Abogada Integrante señora Andrea Muñoz Sánchez.
No firma el Ministro señor Pfeiffer, no obstante haber concurrido a la vista y acuerdo
del fallo, por encontrarse ausente.

Rol Nº 4.085-2001.
4. AVALUACIÓN DEL DAÑO MORAL. EXPOSICIÓN DE LA VÍCTIMA AL DAÑO

SUMARIO: Los demandantes han sufrido indudablemente con la muerte de un pariente


tan próximo, por lo que corresponde acoger su demanda de ind emnización por
concepto de daño moral.

Para regular el monto de la misma, ha de tenerse en cuenta que de parte de la víctima


hubo una exposición imprudente al daño.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Santiago

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 6844-2000

Fecha: 02/12/2002

Cita Online: CL/JUR/1093/2002

Estado Procesal: Ejecutoriado, sin recurso posterior interpuesto

Partes: Klaus J. Stangenberg; Hedí J. Stangenberg; con Geoambiental Consultorías en


Medio Ambiente

Ministros: Dahm Oyarzún, Jorge; Araneda Briones, Sonia; Silva Cancino, Mauricio

Redactor: Dahm Oyarzún, Jorge

Voces: accidente de tránsito - culpa - daño - daño moral - exposición al daño -


indemnización

Legislación relacionada: Artículo 2330 Código Civil y artículo 1698 Código


Procedimiento Civil.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, dos de diciembre de dos mil dos.

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada, con excepción de sus fundamentos undécimo y


duodécimo, que se eliminan.

Y teniendo en su lugar y, además, presente:


1 º . Que en autos se ha acreditado que los demandantes Klaus J. Stangenberg y Hedí J.
Stangenberg son padre y hermano, respectivamente, del fallecido Uwe Ralf Stangenberg,
quienes han sufrido indudablemente con la muerte de un pariente tan próximo, por lo que
corresponde acoger su demanda de indemnización por concepto de daño moral.

2 o . Que para regular el monto de la misma, ha de tenerse en cuenta que de parte de la


víctima hubo una exposición imprudente al daño. En efecto, consta de autos, en especial,
del informe de SIAT de fs. 36, que éste manejaba una moto a 80 Km/h, lo que
evidentemente constituye un exceso de velocidad en zona urbana, razón por la que, de
acuerdo a lo que dispone el artículo 2330 del Código Civil, habrá de precederse a su
reducción prudencial. De lo anterior es que esta indemnización se fija en la suma de
$ 3.000.000.

3 o . Que la indemnización ha de ser reajustada de acuerdo a la variación del Índice de


Precios al Consumidor desde el mes anterior al mes de esta sentencia y el mes anterior al
del pago, más intereses corrientes para operaciones reajustables en caso de mora.

Por estas consideraciones y de acuerdo, además, con lo previsto en los artículos 514 y
527 del Código de Procedimiento Penal, se confirma la sentencia apelada de uno de
diciembre de mil novecientos noventa y ocho, escrita a fs. 83, con declaración de que
Patricio Alejandro Quintanilla Rodríguez queda condenado al pago de la suma de tres
millones de pesos ($ 3.000.000) por concepto de daño moral y reajustada de acuerdo a lo
expuesto en el considerando tercero de esta sentencia.

Acordada en lo que dice relación con la indemnización por daño moral con el voto en
contra de la Ministro señora Araneda, quien estuvo por revocar la referida sentencia en lo
relativo a la indemnización del daño moral, considerando que el querellante no ha
rendido prueba alguna para justificar los extremos de su acción. En efecto, no existe en
autos probanza de ninguna especie que justifique que hubiese sufrido daño moral,
indemnización que —como toda pretensión de carácter civil— debe ser debidamente
justificada por quien la requiere, de conformidad a lo preceptuado en el artículo 1698 del
Código Civil.

Regístrese y devuélvase.

Redacción del Ministro Sr. Jorge Dahm. Dictada por los Ministros Sra. Sonia Araneda
Briones, Sr. Jorge Dahm Oyarzún y Sr. Mauricio Silva Cancino.

Rol Nº 6.844-2000.
CAPITULO VII PRUEBA DEL DAÑO MORAL
1. DAÑO MORAL QUE EMANA DE EJECUCIÓN DE DELITO NO REQUIERE SER
PROBADO

SUMARIO: El demandado civil basa su motivo en el hecho que las decisiones han sido
tomadas sin que el respectivo querellante hubiese rendido prueba del daño moral
alegado y, en el caso de la Mercado Contreras, sin que se haya rendido ésta en la
segunda instancia para elevarla. Tanto nuestra legislación como numerosas
sentencias de nuestros tribunales en lo que se refiere al daño moral han seguido una
de las tesis más clásicas como el pretium dolores , que afecta a la integridad espiritual
de una persona, y este dolor no necesita de prueba específica ya que es apreciado por
el juez de acuerdo a los antecedentes del proceso y la equidad.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en la Forma y Fondo

Rol: 4836-2001

Fecha: 11/05/2004

Cita Online: CL/JUR/4691/2004

Partes: Luis Méndez Saavedra; Erna Castro Guajardo; Patricia Riquelme Muñoz;
Jorge Carrasco Parra; Manuel Lavín León con Max Ur Arriagada Sandoval; Nar Bus
S.A.

Ministros: Chaigneau del Campo, Alberto; Cury Urzúa, Enrique; Juica Arancibia,
Milton; Segura Peña, Nibaldo

Abogado Integrante: Castro Álamos, Fernando

Redactor: Chaigneau del Campo, Alberto

Voces: tránsito

Legislación relacionada: Artículo 114, artículo 148, artículo 172 Nº 2 Ley Nº 18.290;
artículo 2314 Código Civil; artículo 10, artículo 63, artículo 481, artículo 500 Nº 4,
artículo 541 Nº 10; artículo 546 Nº 7 Código Procedimiento Penal.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, once de mayo de dos mil cuatro.

Vistos:
Este proceso Rol Nº 49.259 del Juzgado del Crimen de Nueva Imperial, se instruyó
para investigar la existencia del cuasidelito de homicidio de Pedro Landaeta Mercado y
del cuasidelito de lesiones a Luis Méndez Saavedra, Erna Castro Guajardo, Patricia
Riquelme Muñoz, Jorge Carrasco Parra, Manuel Lavín León (graves) y a Belarmino
Garrido Cerda, Manuel Anselmo Barahona Bravo, Claudio Bastías Nahuelpán, Karine
Escamilla Burgos, María Ñanco Huenchún y a Carla Vergara Candía (menos graves)
ocurrido el 10 de agosto de 1999, por el que se procesó y acusó a Max Ur Arriagada
Sandoval.

Por sentencia de primera instancia de fecha veintisiete de diciembre de 2002, escrita a


fojas 404 y siguientes se condenó al procesado Max Ur Arriagada Sandoval a la pena de
ciento ochenta días de reclusión menor en su grado mínimo y accesorias de suspensión de
cargo y oficio público durante el tiempo de la condena, más las costas de la causa, y la
suspensión de licencia de conducir por el lapso de seis meses, por su responsabilidad
como autor del cuasidelito de homicidio y de lesiones graves y menos graves a que se
hizo referencia y se le concedió el beneficio de la remisión condicional de la pena
corporal impuesta por el plazo de un año.

Asimismo, se acogen las siguientes acciones civiles:

—La deducida por Blanca del Carmen Mercado Contreras, condenando al encartado
Arraigada y a Transportes Nar Bus Sociedad Anónima a pagarle solidariamente la suma
de cinco millones de pesos por concepto de indemnización por el daño moral,
debidamente reajustado como se indica en el considerando décimo de la sentencia;

—La deducida por Jorge Carrasco Parra sólo en cuanto se condena al encartado
Arriagada a pagarle la suma de un millón quinientos mil pesos por concepto de
indemnización por el daño moral, debidamente reajustado como se indica en el
considerando decimocuarto de la sentencia;

—La deducida por Manuel Evaristo Lavín León sólo en cuanto condena al procesado
Amagada y a Transportes Nar Bus Sociedad Anónima a pagarle solidariamente la suma
de trescientos mil pesos por concepto de indemnización por el daño moral, debidamente
reajustado como se indica en el considerando decimoctavo de la sentencia;

—La deducida por Erna Castro Guajardo sólo en cuanto condena al procesado
Amagada y a Transportes Nar Bus Sociedad Anónima a pagarle solidariamente la suma
de setenta y cinco mil pesos por concepto de indemnización por lucro cesante y de
trescientos cincuenta mil pesos por concepto de daño moral;

—La deducida por Luis Méndez Saavedra sólo en cuanto condena al procesado
Amagada y a Transportes Nar Bus Sociedad Anónima a pagarle solidariamente la suma
de doscientos cincuenta mil pesos por concepto de indemnización por el daño moral, y

—La deducida por Manuel Barahona Bravo sólo en cuanto condena al procesado
Arriagada y a Transportes Nar Bus Sociedad Anónima a pagarle solidariamente la suma
de doscientos mil pesos por concepto de indemnización por el daño moral. Contra esta
sentencia se recurre de apelación tanto en la parte penal como en la civil por parte del
encartado Arriagada Sandoval y de la querellante Blanca del Carmen Mercado Contreras
y de la parte civil por parte del tercero civilmente responsable Nar Bus Sociedad
Anónima, basándose en su recurso en que no se pudo adquirir la convicción de que
Arriagada hubiese tenido una participación culpable en el hecho por el que se le acusa.

Se dicta sentencia de segunda instancia, el nueve de noviembre de dos mil uno a fojas
447 por la que se confirma la sentencia apelada, con declaración de que se aumenta el
monto de la indemnización por daño moral a que fue condenado a pagar solidariamente
Arriagada Sandoval y Nar Bus Sociedad Anónima a Blanca del Carmen Mercado
Contreras a la suma de diez millones de pesos y que se aumenta, asimismo, a un millón y
medio de pesos la suma que deben pagar solidariamente a Manuel Evaristo Lavín León.

Contra esta última sentencia el tercero civilmente responsable dedujo recursos de


casación en el fondo y en la forma, los que habiéndose declarado admisibles fueron
traídos en relación.

Considerando:

En cuanto al recurso de casación en la forma.

Primero: Que Daniel Salazar Poblete, en representación de la demandada civil Nar Bus
S.A., ha interpuesto en lo principal de su escrito de fojas 451, recurso de casación en la
forma en contra de la decisión civil de la sentencia de segunda instancia.

Fundamenta, primeramente, su recurso en la causal décima del artículo 541 del Código
de Procedimiento Penal, vale decir, en haber sido dada ultra petita , esto es,
extendiéndola a puntos inconexos con los que hubieren sido materia de la acusación y de
la defensa.

Además, alega la causal del Nº 10 del artículo 541 del Código de Procedimiento Penal
de no haber sido extendida en la forma dispuesta por la ley, haciendo referencia para ello
a los artículos 160 y 170 Nº 7 del Código de Procedimiento Civil.

Segundo: Que, en lo relativo a la primera infracción indicada antes, afirma que se ha


configurado el vicio de ultra petita en cuanto en la sentencia recurrida se elevó la suma
que se indicaba en la decisión civil del fallo de primera instancia sin haber podido.

En efecto, añade, si bien la demandante civil Blanca Mercado Contreras apeló de la


sentencia en su parte civil, para que se elevara la indemnización a que se había
condenado al recurrente a la suma de cincuenta millones de pesos y, en su parte penal,
para que se elevara la suspensión de la licencia para conducir a un año, no es menos
cierto que al elevarse los autos no se hizo parte, infringiendo con ello lo que indica el
artículo 200 del Código de Procedimiento Civil que obliga a hacerlo.
Tercero: Que la Corte de Apelaciones, al entrar a conocer de la apelación de la
recurrente lo hizo con plena competencia para ello, ya que la sentencia que debía revisar
había sido apelada en lo penal y en lo civil.

En efecto, en el proceso penal se pueden deducir las acciones civiles que tengan por
objeto reparar los efectos civiles del hecho punible pero, como lo señala el inciso
segundo del artículo 10, esto se hará con arreglo a las prescripciones de este Código.

Por lo demás, por expresa disposición del artículo 63 del Código de Procedimiento
Penal los recursos de apelación se verán ante los tribunales que deben conocer de ellos
sin esperar la comparecencia de las partes.

En consecuencia, como concluye el texto legal recién citado, no tendrá aplicación la


disposición del artículo 200 del Código de Procedimiento Civil.

Por último, es evidente que lo expresado como base de la causal alegada no puede
estimarse como ultra petita como se aduce, ya que versa sobre situaciones procesales que
no tienen relación alguna con ese vicio.

La ultra petita se produce cuando se otorga a una de las partes más de lo pedido por
ella y también cuando la sentencia se extiende a puntos no sometidos a la decisión del
tribunal, es decir, cuando apartándose de los términos en los que las partes situaron la
controversia por medio de sus respectivas acciones y excepciones, se altera el contenido
de éstas, cambiando su objeto o modificando su causa de pedir.

En el caso analizado tal cosa no ha pasado pues, si bien se alzó la suma de la


indemnización, ello pudo hacerse sin problema legal alguno y estando habilitada para
hacerlo la Corte mediante el recurso de apelación de que conoció.

Cuarto: Que la segunda causal de la anulación formal solicitada se hace incidir en la


falta de consideraciones en que ha incurrido la sentencia atacada, ya que no existe prueba
ni en el sumario ni en el plenario para dar por acreditado el daño moral sufrido por la
viuda del occiso Landaeta.

El solo hecho de no haber sido indicada la falta cometida en la confección del fallo, en
relación a lo prevenido por el artículo 500 del Código de Procedimiento Penal basta para
rechazarla, ya que el recurrente solamente hizo mención de infracciones de disposiciones
civiles que no pueden aplicarse a una sentencia criminal como la que ha sido objeto de la
apelación.

Más aún, de la lectura del considerando décimo del fallo de primera instancia,
reproducido parcialmente por el de segunda, y del raciocinio primero del fallo atacado, se
puede constatar que efectivamente los sentenciadores hicieron reflexiones que son
compatibles con la aceptación y elevación del daño moral sufrido, que no necesita de
probanzas por su naturaleza y que, por lo demás, es de exclusiva facultad del tribunal de
fondo, lo que impide a esta Corte alterarla.
Quinto: Que como consecuencia de lo que se ha dicho antes, el recurso de casación
formal interpuesto en lo principal del escrito de fojas 451 debe ser rechazado.

En cuanto al recurso de casación en el fondo.

Sexto: Que el mismo abogado, asumiendo la representación que se ha indicado en el


considerando primero, interpuso en el primer otrosí del escrito de fojas 451, en contra de
la decisión penal de la sentencia de segunda instancia, recurso de casación en el fondo
que ha fundado en las causales Nº 3 y Nº 7 del artículo 546 del Código de Procedimiento
Penal, es decir, en que la sentencia califique como delito un hecho que la ley penal no
considera como tal y en haberse violado las leyes reguladoras de la prueba, siempre que
esta infracción influya sustancialmente en lo dispositivo de la sentencia.

Al recurrir contra las decisiones civiles alega el inciso final del artículo 546 ya
señalado.

Séptimo: Que al fundar la causal del número 3 del artículo 546 del Código de
Procedimiento Penal indica que al no encontrarse el occiso sentado al volante de su
vehículo sino bajo él arreglándolo, no se ha dado la condición exigida para que se
configure el cuasidelito investigado, puesto que en tal caso se presume la culpabilidad del
conductor cuando se haya producido el accidente a diez metros de cada esquina en el
sector urbano.

Está comprobado, sigue, que el accidente se produjo en un camino y en otro sitio


distinto de las calzadas, por lo que, de acuerdo a lo que estipula el inciso tercero del
artículo 492 del Código Penal, se debe presumir la culpabilidad del peatón.

Octavo: Que, a no dudarlo y tal como se ha dejado comprobado por los innumerables
antecedentes probatorios de los que se hace mención en los razonamientos primero y
segundo de la sentencia de primera instancia, reproducidos por la de segunda, y en
especial del informe técnico de la SIAT acompañado a fojas 137, no es posible dudar que
los hechos que causaron la muerte de Landaeta y las lesiones graves y menos graves de
los pasajeros del bus que manejaba Arriagada Sandoval fueron causados por la
conducción descuidada del encartado, pues, como se señala, la causa basal del accidente
fue que el conductor del bus conducía el móvil y al distraer su atención en la conducción
se percata tardíamente de la presencia del móvil que lo antecede en panne y con las
señalizaciones de advertencia, al cual choca y por proyección el móvil aplasta al occiso
que se encontraba bajo él.

Noveno: Que al alegar el recurrente la causal del número 7 del artículo 546 del Código
de Procedimiento Penal, señala que las reglas reguladoras de la prueba infringidas son las
de los artículos 464, 473, 481 Nº 482 y 485, todas del mismo cuerpo legal citado.

Si se revisa la causa y se lee la sentencia de primera instancia se puede advertir que el


juez no ha infringido lo que señala el artículo 464, ya que ha dado más valor a las
presunciones que señala en el raciocinio primero del fallo que a las declaraciones de los
testigos del plenario.
Tampoco se divisa infracción del artículo 473 respecto del peritaje de fojas 89 y del
informe de la SIAT de fojas 135, los que coinciden en las circunstancias fundamentales y
tampoco infringió la sentencia los últimos artículos indicados, puesto que según el
considerando tercero del fallo de la instancia, su confesión ha coincidido básicamente con
los hechos como fueron descritos en el acápite anterior del mismo fallo.

Décimo: Que, por último, la casación de fondo planteada por el recurrente contra la
parte civil de la sentencia no podrá ser acogida.

En efecto, el demandado civil basa su motivo en el hecho que las decisiones han sido
tomadas sin que el respectivo querellante hubiese rendido prueba del daño moral alegado
y, en el caso de la Mercado Contreras, sin que se haya rendido ésta en la segunda
instancia para elevarla. Tanto nuestra legislación como numerosas sentencias de nuestros
tribunales en lo que se refiere al daño moral han seguido una de las tesis más clásicas
como el pretium dolores , que afecta a la integridad espiritual de una persona, y este dolor
no necesita de prueba específica ya que es apreciado por el juez de acuerdo a los
antecedentes del proceso y la equidad.

Undécimo: Que por las razones antes expuestas esta Corte estima que el presente
recurso debe ser desechado y, en consecuencia, la sentencia no es nula.

Por estas consideraciones y visto lo dispuesto por los artículos 535, 536, 541 inciso
final, y 547 del Código de Procedimiento Penal y 766 del de Procedimiento Civil, se
rechazan los recursos de casación en la forma y en el fondo deducidos en lo principal y
primer otrosí del escrito de fojas 451 en contra de la sentencia de nueve de noviembre de
dos mil uno, escrita a fojas 447, la que no es nula.

Regístrese y devuélvanse.

Redacción del Ministro don Alberto Chaigneau del Campo.

Pronunciado por la Segunda Sala, integrada por los Ministros Sres. Alberto Chaigneau
del C., Enrique Cury U., Milton Juica A., Nibaldo Segura P. y el Abogado Integrante Sr.
Fernando Castro A.

No firma el Abogado Integrante Sr. Castro, no obstante haber estado en la vista de la


causa y acuerdo del fallo, por estar ausente.

Autoriza el Secretario de esta Corte Suprema, don Carlos Meneses Pizarro.

Rol Nº 4.836-2001.
2. INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL POR CONDUCTAS DE BULLYNG. SE
ACREDITA DE SECUELAS PSÍQUICAS EXPERIMENTADAS

SUMARIO: La exigencia de una adecuada motivación rige aun cuando la materia


debatida diga relación con un aspecto prudencial, como es la regulación de una
indemnización por daño moral, puesto que en su determinación los sentenciadores
deben dar razones suficientes sobre la base del análisis de las elementos probatorios
allegados al proceso y de las consideraciones extraídas de éstos, evitando así la
impresión de arbitrariedad al tomar las partes conocimiento de esa decisión
jurisdiccional.

Encontrándose acreditadas las secuelas psíquicas experimentadas por los


demandantes, la Corte de Apelaciones de Temuco conociendo del asunto a través del
recurso de apelación, resolvió incrementar de la manera antes reseñada las cuantías
de las indemnizaciones ordenadas pagar, en consideración a que el niño "a
consecuencia del bullyng sufrido, tiene un pobre concepto de sí mismo, rehúye de
situaciones sociales tanto familiares como con sus pares, no logra lazos de amistad,
inseguridad y angustia, y por ende, el monto fijado se aumentará.

En cuanto al padre y madre, conforme lo señalado por el fallo y lo establecido en esta


Corte, ambos han sufrido dicho daño, y conforme a ello, se fijará su monto". A
continuación, se señala expresamente que la suma que el tribunal de primera instancia
ha ordenado pagar por concepto de daño moral "resulta de escasa magnitud,
considerando la entidad de la afectación sufrida". Con ello es claro que para los
jueces del tribunal de alzada la entidad del daño moral sufrido por los actores es
superior al concebido por el juez a quo y, por ello, elevan su monto de indemnización
en la cifra que determinaron.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en la Forma

Rol: 2453-2013

Fecha: 16/05/2013

Cita Online: CL/JUR/1055/2013

Partes: Municipalidad de Temuco con M.N.M.A. y otro

Ministros: Fuentes Belmar, Juan Eduardo; Pierry Arrau, Pedro; Sandoval Gouet,
María Eugenia

Abogados Integrantes: Peralta Valenzuela, Ricardo; Prado Puga, Arturo


Redactor: Pierry Arrau, Pedro

Voces: casación - casación en el fondo - daño moral - daños y perjuicios - derecho de


familia - derecho del trabajo - derecho penal - derecho procesal - indemnización -
medios de prueba - prueba - recurso de apelación - responsabilidad civil -
responsabilidad contractual - responsabilidad del estado - responsabilidad
extracontractual

Legislación relacionada: Artículo 170, artículo 768, artículo 781 Código de


Procedimiento Civil.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, dieciséis de mayo de dos mil trece.

Vistos y considerando:

Primero: Que en estos autos sobre juicio ordinario de indemnización de perjuicios en


contra de la Municipalidad de Temuco, se ha ordenado dar cuenta de conformidad al
artículo 781 del Código de Procedimiento Civil, del recurso de casación en la forma
interpuesto por la parte demandada en contra de la sentencia dictada por la Corte de
Apelaciones de esa ciudad que confirmó la de primera instancia que había acogido la
demanda, con declaración de que aumentó las sumas que la recurrente debe pagar a los
actores por concepto de daño moral.

Mediante fallo del Tercer Juzgado Civil de Temuco, se condenó al referido Municipio
a pagar a M.N.M.A., de 14 años de edad, la suma de $ 5.000.000 (cinco millones de
pesos) por los perjuicios morales ocasionados por las agresiones físicas y psicológicas de
que fue víctima por parte de algunos de sus compañeros mientras fue alumno de una
escuela municipal, estimando el sentenciador que tanto los funcionarios de dicho
establecimiento educacional como sus docentes no ejercieron su deber de cuidado y
supervigilancia con la debida diligencia, respecto del agredido como de los agresores.

Asimismo, se condenó a la demandada a pagar a la madre del afectado la cantidad de


$ 1.000.000 (un millón de pesos) por la aflicción que le produjeron los hechos recién
descritos.

Apelada por ambas partes la sentencia del tribunal a quo , la Corte de Apelaciones de
Temuco la confirmó con declaración de que elevó a $ 10.000.000 (diez millones de
pesos) la indemnización que se debe pagar al mencionado demandante, como también
aumentó a $ 5.000.000 (cinco millones de pesos) la suma que debe recibir la madre del
menor.

Por último, fijó una reparación de $ 5.000.000 (cinco millones de pesos) por el
menoscabo moral experimentado por el padre del menor, pretensión indemnizatoria que
en primera instancia había sido desestimada.
Segundo: Que según la recurrente la sentencia ha incurrido en la causal de casación en
la forma prevista en el artículo 768 Nº 5 del Código de Procedimiento Civil, en relación
con el Nº 4 del artículo 170 del mismo texto legal. Sostiene que la decisión de aumentar
los montos de las indemnizaciones carece de la adecuada fundamentación, pues no se
entregan los motivos que se habrían considerado para arribar a tal determinación.

Tercero: Que cabe resaltar que la exigencia de que los fallos contengan los
fundamentos necesarios que justifiquen la decisión adoptada, conforme lo prescribe la
norma del citado artículo 170 Nº 4, tiende a asegurar la justicia y legalidad de las
sentencias y a proporcionar a los litigantes los antecedentes que les permiten conocer los
motivos de la decisión del pleito, constituyendo tal requerimiento de fundamentación no
sólo una simple regla procesal sino un aspecto fundamental del derecho al debido
proceso.

Cuarto: Que la exigencia de una adecuada motivación rige aun cuando la materia
debatida diga relación con un aspecto prudencial, como es la regulación de una
indemnización por daño moral, puesto que en su determinación los sentenciadores deben
dar razones suficientes sobre la base del análisis de las elementos probatorios allegados al
proceso y de las consideraciones extraídas de éstos, evitando así la impresión de
arbitrariedad al tomar las partes conocimiento de esa decisión jurisdiccional.

Quinto: Que, en la especie, encontrándose acreditadas las secuelas psíquicas


experimentadas por los demandantes, la Corte de Apelaciones de Temuco conociendo del
asunto a través del recurso de apelación, resolvió incrementar de la manera antes
reseñada las cuantías de las indemnizaciones ordenadas pagar, en consideración a que el
niño "a consecuencia del bullyng sufrido, tiene un pobre concepto de sí mismo, rehúye de
situaciones sociales tanto familiares como con sus pares, no logra lazos de amistad,
inseguridad y angustia, y por ende, el monto fijado se aumentará. En cuanto al padre y
madre, conforme lo señalado por el fallo y lo establecido en esta Corte, ambos han
sufrido dicho daño, y conforme a ello, se fijará su monto" (considerando quinto de la
sentencia recurrida).

A continuación, se señala expresamente que la suma que el tribunal de primera


instancia ha ordenado pagar por concepto de daño moral "resulta de escasa magnitud,
considerando la entidad de la afectación sufrida" (considerando sexto de la misma
sentencia).

Con ello es claro que para los jueces del tribunal de alzada la entidad del daño moral
sufrido por los actores es superior al concebido por el juez a quo y, por ello, elevan su
monto de indemnización en la cifra que determinaron.

Sexto: Que, como se advierte, los magistrados de la Corte de Apelaciones de Temuco


expresaron los razonamientos que justificaban el aumento de las indemnizaciones fijadas
en primera instancia, señalando los antecedentes que ameritaban adoptar tal
determinación y, por consiguiente, no es posible esgrimir que esta decisión carece de
motivaciones que respalden su conclusión.
Séptimo: Que atento lo expuesto, es posible constatar que no se ha producido el vicio
de forma en que se apoya este arbitrio de nulidad, lo que conduce a su desestimación.

En conformidad, asimismo, con lo que disponen los artículos 764, 766, 768 y 781 del
Código de Procedimiento Civil, se declara inadmisible el recurso de casación en la forma
interpuesto en lo principal de la presentación de fojas 249 contra la sentencia de veintiuno
de enero de dos mil trece, escrita a fojas 243.

Regístrese y devuélvase.

Redacción a cargo del Ministro señor Pierry.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema, integrada por los Ministros Sr.
Pedro Pierry A., Sra. María Eugenia Sandoval G., Sr. Juan Eduardo Fuentes B. y los
Abogados Integrantes Sr. Ricardo Peralta V. y Sr. Arturo Prado P. No firman, no obstante
haber concurrido al acuerdo de la causa, los Abogados Integrantes Sr. Peralta y Sr. Prado
por haberse ausentado ambos. Santiago, 16 de mayo de 2013.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

En Santiago, a dieciséis de mayo de dos mil trece, notifiqué en Secretaría por el Estado
Diario la resolución precedente.

Rol Nº 2453-2013.
3. SÓLO A ALGUNAS NORMAS SE LES RECONOCE EL CARÁCTER DE
ESENCIALES RESPECTO DE LA ACTIVIDAD PROBATORIA. PRESUNCIÓN
DE EXISTENCIA DE DAÑO MORAL

SUMARIO: En lo que respecta a la infracción al artículo 1698 del Código Civil aparece
necesario recordar que, en cuanto al recurso, la doctrina y la jurisprudencia han
caracterizado a este medio de impugnación como uno de índole extraordinaria, que no
constituye instancia jurisdiccional, pues no tiene por finalidad propia revisar las
cuestiones de hecho del pleito ya tramitado, sino que se trata de un recurso de
derecho, puesto que la resolución del mismo debe limitarse en forma exclusiva a
examinar la correcta aplicación de la ley en la sentencia que se trata de invalidar
respetando los hechos que vienen dados en el fallo, fijados soberanamente por los
jueces sentenciadores.

En ese sentido, por disposición de la ley, el examen y consideración de tales hechos y


de todos los presupuestos fácticos previos en que se apoya la decisión que se revisa
escapan del conocimiento del tribunal de casación. Como se sabe, esa limitación a la
actividad de esta Corte se encuentra legalmente contemplada en el artículo 785 del
Código de Procedimiento del ramo, en cuanto dispone que la Corte Suprema, al
invalidar una sentencia por casación en el fondo, dictará acto continuo y sin nueva
vista, pero separadamente, la sentencia que zanje el asunto que haya sido objeto del
recurso de la manera que crea conforme a la ley y al mérito de los hechos, tal como se
han dado establecidos en el fallo recurrido. Sin embargo, en forma excepcional, es
posible conseguir la alteración de los hechos asentados por los tribunales de instancia
en caso que la infracción de ley que se denuncia en el recurso responda a la
transgresión de una o más normas reguladoras de la prueba, mas no respecto de
alguna de aquellas que reglan la apreciación de las probanzas que se hubiesen
rendido, cuya aplicación es facultad privativa del juzgador.

Sólo a algunas de las normas tocantes al ámbito en referencia se les reconoce el


carácter de esenciales respecto de la actividad probatoria y son aquellas que
estatuidas objetivamente en la ley, esto es, sin referir al criterio o decisión subjetiva de
los magistrados que aquilatan los antecedentes y, precisamente, en ese entendido,
justifican la intervención del tribunal de casación. Tales preceptos se reconocen, pues
su conculcación se da en las siguientes circunstancias:

a) al aceptar un medio probatorio que la ley prohíbe absolutamente o respecto de la


materia de que se trata; b) por el contrario, al rechazar un medio que la ley acepta; c)
al alterar el onus probandi o peso de la prueba, esto es, en quien queda radicada la
carga de aportar los elementos que acreditan los hechos que conforman la litis ; d) al
reconocer a un medio de prueba un valor distinto que el asignado en forma imperativa
por el legislador o hacerlo sin que se cumplan los supuestos determinados como regla
general por éste; e) igualmente, a la inversa, al desconocer el valor que el legislador
asigna perentoriamente a un elemento de prueba, cuando éste cumple efectivamente
los supuestos legales, y f) al alterar el orden de precedencia en que deben ser
llamados los medios probatorios y que la ley les asignare, en su caso.

Al resolver la petición de daño moral los sentenciadores del grado lo hicieron sobre la
base de presumir su existencia, con lo cual al decidir como lo hicieron incurrieron en
un error del derecho en la interpretación y aplicación del artículo 1698 del Código
Civil, norma que determina las cargas probatorias en relación a los hechos que se
alegan. Acorde con lo que se viene de exponer, resulta obvio que la infracción de ley
así configurada tuvo influencia sustancial en lo dispositivo de la sentencia impugnada
pues incidió en la decisión de condenar a la demandada al pago de una suma de
dinero por concepto de daño moral, por lo que el recurso de casación en el fondo ha
de ser acogido en esta parte.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en la Forma y en Fondo en conjunto

Rol: 7171-2010

Fecha: 07/05/2013

Cita Online: CL/JUR/980/2013

Partes: Aguas Araucanias S.A. con Jiménez Vallejos, Mario

Ministros: Carreño Seaman, Héctor; Sandoval Gouet, María Eugenia; Muñoz Gajardo,
Sergio

Abogados Integrantes: Gorziglia Balbi, Arnaldo; Baraona, Jorge

Redactor: Carreño Seaman, Héctor

Voces: apreciación de la prueba - casación - casación en el fondo - casación en la


forma - daño moral - derecho constitucional - derecho del trabajo - derecho penal -
derecho procesal - derecho procesal penal - limitación al recurso - procedimiento
laboral - prueba - recurso de nulidad - sistema acusatorio - sistema inquisitivo

Legislación relacionada: Artículo 1698 Código Civil; artículo 767 y artículo 785
Código de Procedimiento Civil.

TEXTO SENTENCIA

I. Sentencia de casación

Santiago, siete de mayo de dos mil trece.

Vistos:
En estos autos Rol Nº 1336-2008, juicio sumario de indemnización de perjuicios
caratulados "Jiménez Vallejos, Mario con Aguas Araucanía S.A.", la parte demandada
dedujo recursos de casación en la forma y en el fondo contra la sentencia dictada por la
Corte de Apelaciones de Temuco que revocó la de primer grado que rechazó la demanda
y la condenó a pagar al actor la suma de $ 1.300.000 (un millón trescientos mil pesos) por
concepto de daño material y $ 10.000.000 (diez millones de pesos) por concepto de daño
moral.

Se trajeron los autos en relación.

Considerando:

En cuanto al recurso de casación en la forma:

Primero: Que el recurso de nulidad formal invoca, en primer término, la causal


contemplada en el artículo 768 Nº 4 del Código de Procedimiento Civil, esto es, haber
sido dictada la sentencia con extra petita , al extenderse a puntos no sometidos a la
decisión del tribunal respecto de un caso en que la ley no le faculta para proceder de
oficio.

Expone que la causal alegada se configura en cuanto el actor en su demanda ejerció


únicamente la acción indemnizatoria que contempla el artículo 53 de la Ley Nº 19.300,
esto es, aquella que se deriva del acaecimiento efectivo de daño ambiental, por lo que
dicha acción indemnizatoria tiene un ámbito restringido que viene dado por los efectos
perjudiciales que ese daño ambiental produce en otros bienes, incluido, en el extremo, el
daño moral.

Agrega que de lo anterior se desprende que el objeto de la litis es la determinación de


la existencia de perjuicios patrimoniales respecto del demandante a partir de un supuesto
daño ambiental, el que no se encuentra establecido y respecto del cual el demandante no
efectuó solicitud alguna durante todo el desarrollo del juicio.

Agrega que es manifiesto el error en que incurren los sentenciadores en el


considerando uno de la sentencia en contra de la cual se recurre, al sostener que la acción
ejercida en autos es de aquellas de naturaleza indemnizatoria ordinaria, destinada a
resarcir el daño directamente causado, es decir, la acción ordinaria de los artículos 2314 y
siguientes del Código Civil y no la especialmente regulada en el artículo 53 de la Ley
Nº 19.300, lo cual se traduce en la modificación de la acción ejercida configurándose de
ese modo el vicio que se viene en denunciar.

Segundo: Que como segunda causal de nulidad formal se plantea la contemplada en el


numeral 5º del artículo 768 del Código de Procedimiento Civil en relación al artículo 170
Nº 6 del mismo cuerpo legal.

Refiere el recurrente que su parte se alzó en contra de la sentencia de primer grado en


tanto ésta no condenaba a la parte demandante al pago de las costas del juicio,
impugnación respecto de la cual no se emitió pronunciamiento alguno, poniendo de
manifiesto la causal de nulidad invocada.

Tercero: Que en lo que dice relación con el primer vicio de nulidad formal invocado,
esto es, haber sido dada la sentencia con extra petita , es posible advertir que
efectivamente al interponerse la demanda de autos se hizo invocando la existencia de un
daño derivado de una contaminación de las aguas por descargas reiteradas de aguas
servidas sin tratamiento al río Cautín, para lo cual se invocó tanto las normas sustantivas
como procesales de la Ley Nº 19.300, cuestión que fue controvertida por la demandada al
inicio del proceso, sosteniendo que era procedente la sustitución del procedimiento,
alegación que fue acogida por el juez de primera instancia, cambio que se traduce no sólo
en una cuestión adjetiva, sino que importa el cambio de estatuto legal aplicable variando
éste hacia el estatuto de responsabilidad civil extracontractual regulado en el Código
Civil, de modo que la sentencia no incurre en el vicio denunciado.

Cuarto: Que en cuanto a la alegación de falta de resolución del asunto controvertido,


cabe tener presente que la exigencia contemplada en el numeral 6 del artículo 170 del
Código de Procedimiento Civil dice relación con que la sentencia debe resolver la
cuestión que ha sido sometida a conocimiento, pronunciamiento que debe comprender
todas y cada una de las acciones y excepciones que se hayan hecho valer el juicio, salvo
aquellas incompatibles con las aceptadas.

Quinto: Que en el caso de autos, al revocarse la sentencia de primera instancia en tanto


rechazaba la acción indemnizatoria intentada y en su lugar se accedía a la misma, la
petición de costas formulada por la empresa demandada resultaba incompatible con la
decisión, razón por la cual al omitir pronunciamiento respecto de ella no se configura el
vicio denunciado.

Sexto: Que, en consecuencia, no apareciendo configuradas las causales de nulidad


formal invocadas, el recurso impetrado deberá ser desestimado.

En cuanto al recurso de casación en el fondo:

Séptimo: Que mediante este arbitrio la recurrente acusa en su recurso la infracción a


los artículos 53 y 62 de la Ley Nº 19.300, inciso primero del artículo 1698, 1700, 1702,
1437, 2314 y 2329 del Código Civil, todos en relación con lo dispuesto en el artículo 19
inciso primero del mismo cuerpo legal, exponiendo que en el proceso no se acreditó la
existencia de daño ambiental.

En efecto, los únicos antecedentes acompañados para ello son resoluciones


administrativas de la Superintendencia de Servicios Sanitarios que señalan como
infracciones descargas que no cumplen con la normativa respectiva para asegurar la
calidad del servicio de tratamiento de las aguas servidas tal como lo exige su concesión
de disposición.

La misma situación se deriva del acta Nº 17 de 11 de junio de 2007, emitida por la


COREMA IX Región, en la cual se aplica una multa a su parte por hechos que fueron
estimados como incumplimientos contractuales a la D.S.SEGPRES Nº 90 de 2000,
ninguno de los cuales fue considerado como constitutivo de daño ambiental, razón por la
cual, a su juicio, ninguno de dichos documentos es útil para acreditar la existencia de
daño ambiental, presupuesto de la acción entablada.

En lo relativo a la infracción del artículo 1698 del Código Civil expone que no obstante
ser de cargo de la parte demandante acreditar la existencia del daño ello no ocurrió,
siendo establecido por los sentenciadores sin prueba alguna, llegando a alterar el
concepto de daño extrapatrimonial.

Respecto de las normas contempladas en los artículos 1437, 2314 y 2329 del Código
Civil se señala que fueron violadas al condenar a su parte a pagar una suma de dinero por
concepto de indemnización de perjuicios por daño material y moral pese a no haberse
acreditado la existencia de daño alguno, requisito esencial para el éxito de toda acción de
indemnización de responsabilidad civil extracontractual.

Agrega que al resolver como lo ha hecho la Corte de Apelaciones de Temuco se han


vulnerado los artículos 1437, 2314 y 2329 del Código Civil.

En un segundo acápite del recurso de nulidad sustancial se plantea que la sentencia


impugnada violenta las normas reguladoras de la prueba al dar por configurado el daño
ordinario de los artículos 2314 y siguientes del Código Civil, y ello es así pues en el
considerando séptimo expresa que "para dar por acreditado el nexo causal aprecia la
prueba conforme a las reglas de la sana crítica", error que se configura desde la
aplicación que hace el sentenciador de la norma del artículo 62 de la Ley Nº 19.300 en
circunstancias que las aplicables son las de los artículos 1698, 1700 y 1702 del Código
Civil y 341 del Código de Procedimiento Civil, configurándose de ese modo la infracción
denunciada.

Octavo: Que al explicar cómo los errores de derecho denunciados han tenido
influencia en lo dispositivo del fallo, refiere que de no haber incurrido en ellos se habría
rechazado la demanda por no concurrir los requisitos de la responsabilidad
extracontractual, particularmente, en lo que dice relación con la existencia del daño
alegado.

Noveno: Que para el análisis de los dos aspectos que comprende el recurso de
casación, corresponde a continuación referirse a los hechos establecidos en este proceso:

1. Existencia y muerte de 10 de los 12 colmenares de propiedad del demandante,


ubicados a aproximadamente 200 metros del ducto de descarga de la planta de
tratamiento de aguas servidas, cuyo valor asciende a la suma de $ 1.300.000
(fundamentos decimonoveno y vigésimo tercero de la sentencia de primera instancia y
segundo del fallo recurrido).

2. Superación, en el período de diciembre de 2006 a marzo de 2007, de los parámetros


de coliformes en la descarga al río y superación de los límites máximos permitidos para
el cloro libre efectuado por la demandada (fundamento vigésimo de la sentencia de
primera instancia).

3. Dictación de la Resolución Exenta Nº 2.280 de 30 de julio de 2007, por parte de la


Superintendencia de Servicios Sanitarios, en que impone multas administrativas a la
empresa demandada por la ocurrencia de los incumplimientos constatados en el período
de diciembre de 2006 a marzo de 2007.

4. La actividad desarrollada por la empresa demandada implicó una alteración


importante del medio ambiente en el cual el actor desarrollaba su actividad de apicultor,
que significó la muerte o migración de sus abejas (fundamento séptimo de la sentencia de
primera instancia).

Décimo: Que conforme a tales supuestos de hecho los jueces de la instancia estimaron,
en el fundamento octavo de la sentencia recurrida, que "habiéndose probado la ocurrencia
de todos y cada uno de los requisitos para configurar la responsabilidad extracontractual,
necesariamente deberá acogerse la demanda de autos, determinándose en la parte
conclusiva de este fallo el monto de los perjuicios sufridos por el demandante",
disponiendo el pago por parte de la demandada de las sumas de $ 1.300.000 y
$ 10.000.000 por conceptos de daño material y moral, respectivamente.

Undécimo: Que la primera argumentación del recurso de casación en el fondo se basa


en la inutilidad de resoluciones emitidas por la Superintendencia de Servicios Sanitarios
para tener por acreditada la existencia de daño ambiental, ello de conformidad con lo
establecido en el artículo 53 de la Ley Nº 19.300, argumentación que será desestimada,
pues como ya se señalara al emitir pronunciamiento respecto de la primera causal de
casación en la forma, en el presente proceso lo discutido no es la existencia de daño
ambiental y sus consecuencias patrimoniales, sino si el actuar de la empresa demandada
importó la ocurrencia de daño patrimonial y extrapatrimonial al actor, discusión que
justamente fue la consecuencia directa del planteamiento de sustitución de procedimiento
que formuló la demandada.

Duodécimo: Que en lo que respecta a la infracción al artículo 1698 del Código Civil
aparece necesario recordar que, en cuanto al recurso, la doctrina y la jurisprudencia han
caracterizado a este medio de impugnación como uno de índole extraordinaria, que no
constituye instancia jurisdiccional, pues no tiene por finalidad propia revisar las
cuestiones de hecho del pleito ya tramitado, sino que se trata de un recurso de derecho,
puesto que la resolución del mismo debe limitarse en forma exclusiva a examinar la
correcta aplicación de la ley en la sentencia que se trata de invalidar respetando los
hechos que vienen dados en el fallo, fijados soberanamente por los jueces sentenciadores.

En ese sentido, por disposición de la ley, el examen y consideración de tales hechos y


de todos los presupuestos fácticos previos en que se apoya la decisión que se revisa
escapan del conocimiento del tribunal de casación.

Como se sabe, esa limitación a la actividad de esta Corte se encuentra legalmente


contemplada en el artículo 785 del Código de Procedimiento del ramo, en cuanto dispone
que la Corte Suprema, al invalidar una sentencia por casación en el fondo, dictará acto
continuo y sin nueva vista, pero separadamente, la sentencia que zanje el asunto que haya
sido objeto del recurso de la manera que crea conforme a la ley y al mérito de los hechos,
tal como se han dado establecidos en el fallo recurrido.

Sin embargo, en forma excepcional, es posible conseguir la alteración de los hechos


asentados por los tribunales de instancia en caso que la infracción de ley que se denuncia
en el recurso responda a la transgresión de una o más normas reguladoras de la prueba,
mas no respecto de alguna de aquellas que reglan la apreciación de las probanzas que se
hubiesen rendido, cuya aplicación es facultad privativa del juzgador.

Decimotercero: Que esas reglas que rigen la prueba, cuya infracción hace posible que
en sede de casación varíen los hechos de la causa, condicen con aquellas directrices que
constituyen normas fundamentales encargadas de determinar los diferentes medios
probatorios; el procedimiento y la oportunidad en que deben ofrecerse, aceptarse y
rendirse las probanzas; la fuerza o valor de cada medio y la manera como el tribunal debe
ponderarlos, importando verdaderas obligaciones y limitaciones dirigidas a ajustar las
potestades de los sentenciadores en dicho ámbito y, de esta forma, conducir a una
correcta decisión en el juzgamiento.

En el sistema probatorio civil las normas están referidas a: 1) instituir los medios de
prueba que pueden utilizarse para demostrar los hechos en un proceso; 2) precisar la
oportunidad en que puede valerse de ellos; 3) determinar el procedimiento que las partes
y el juez deben utilizar para ofrecer, aceptar y aportar las probanzas al juicio; 4) asignar
el valor probatorio que tiene cada uno de los medios individualmente considerados, y 5)
ordenar la forma como el sentenciador debe realizar la ponderación comparativa entre los
medios de la misma especie y entre todos los reconocidos por el ordenamiento legal.

Empero, sólo a algunas de las normas tocantes al ámbito en referencia se les reconoce
el carácter de esenciales respecto de la actividad probatoria y son aquellas que estatuidas
objetivamente en la ley, esto es, sin referir al criterio o decisión subjetiva de los
magistrados que aquilatan los antecedentes y, precisamente, en ese entendido, justifican
la intervención del tribunal de casación.

Tales preceptos se reconocen pues su conculcación se da en las siguientes


circunstancias: a) al aceptar un medio probatorio que la ley prohíbe absolutamente o
respecto de la materia de que se trata; b) por el contrario, al rechazar un medio que la ley
acepta; c) al alterar el onus probandi o peso de la prueba, esto es, en quien queda
radicada la carga de aportar los elementos que acreditan los hechos que conforman la litis
; d) al reconocer a un medio de prueba un valor distinto que el asignado en forma
imperativa por el legislador o hacerlo sin que se cumplan los supuestos determinados
como regla general por éste; e) igualmente, a la inversa, al desconocer el valor que el
legislador asigna perentoriamente a un elemento de prueba, cuando éste cumple
efectivamente los supuestos legales, y f) al alterar el orden de precedencia en que deben
ser llamados los medios probatorios y que la ley les asignare, en su caso.
Visto lo anterior desde el ángulo inverso, en la medida que los jueces del fondo
respeten esas pautas elementales de juzgamiento, son soberanos para apreciar la prueba y,
en consecuencia, sus decisiones no son susceptibles de ser revisadas por la vía de la
casación en cuanto se basen en la justipreciación de los diversos elementos de
convicción.

De este modo, queda excluido de los contornos de la casación lo atinente a la


ponderación comparativa de una misma clase de medio probatorio o la apreciación que se
realiza en conjunto de todas las probanzas; salvedad que se apoya en el componente
básico de prudencia en la decisión que exhibe la actividad jurisdiccional, por cuanto en
las determinaciones que adoptan los jueces, si es que acatan estos preceptos que rigen la
prueba, les otorgan libertad para calibrar los diversos elementos de convicción, quehacer
situado al margen del examen que se realiza por la vía de casación de fondo.

Decimocuarto: Que establecido lo anterior cabe tener presente que la alegación relativa
a la infracción del artículo 1698 del Código Civil, centrada en la inexistencia del daño
demandado, en lo que al aspecto patrimonial se refiere, no se configura en el caso de
autos, y ello es así pues no se dan a su respecto ninguna de las hipótesis señaladas en el
párrafo segundo del considerando precedente, ya que en la sentencia impugnada se
señalan los elementos probatorios y cómo ellos permiten configurar el daño patrimonial
alegado (fundamento decimonoveno de la sentencia de primera instancia, hecho suya por
la de segunda).

Decimoquinto: Que en una segunda fase de la alegación en análisis y que tiene como
centro de impugnación el hecho de no existir prueba relativa a la existencia del daño
moral, cabe tener presente que la sentencia impugnada señala, en su fundamento octavo,
que "habiéndose probado la concurrencia de todos y cada uno de los requisitos para
configurar la responsabilidad extracontractual, necesariamente deberá acogerse la
demanda de autos, determinándose en la parte conclusiva de este fallo el monto de los
perjuicios sufridos por el demandante", para luego fijar en la suma de $ 10.000.000 el
monto a indemnizar por concepto de daño moral.

Decimosexto: Que al resolver de tal modo se ha vulnerado la norma del artículo 1698
del Código Civil pues se ha alterado el onus probandi o peso de la prueba, ya que se ha
eximido a la parte demandante de la obligación de probar la existencia del daño
extrapatrimonial, parte que conforme a la norma en análisis era el sujeto pasivo de la
obligación y, por ende, sobre quien pesaba la carga de aportar los elementos que
acreditaran los hechos que conforman la litis.

Decimoséptimo: Que al resolver la petición de daño moral los sentenciadores del grado
lo hicieron sobre la base de presumir su existencia, con lo cual al decidir como lo
hicieron incurrieron en un error del derecho en la interpretación y aplicación del artículo
1698 del Código Civil, norma que determina las cargas probatorias en relación a los
hechos que se alegan.

Decimoctavo: Que acorde con lo que se viene de exponer, resulta obvio que la
infracción de ley así configurada tuvo influencia sustancial en lo dispositivo de la
sentencia impugnada pues incidió en la decisión de condenar a la demandada al pago de
una suma de dinero por concepto de daño moral, por lo que el recurso de casación en el
fondo ha de ser acogido en esta parte.

Y de conformidad, asimismo, con lo que disponen los artículos 764, 765, 766, 767,
768, 785 y 805 del Código de Procedimiento Civil, se declara:

I. Que se rechaza el recurso casación en la forma deducido en lo principal de las


presentaciones de fojas 703 en contra de la sentencia de seis de agosto de dos mil diez,
escrita a fojas 696.

II. Que se acoge el recurso de casación en el fondo deducido en el otrosí de fojas 703
por el abogado señor Manuel Contreras Lagos, en representación de Aguas Araucanía
S.A. y, en consecuencia, se invalida la señalada sentencia y acto continuo y sin nueva
vista, pero separadamente, se dicta la que corresponde de conformidad a la ley.

Acordada la decisión de acoger el recurso de casación en el fondo con el voto en contra


del Ministro señor Muñoz, quien estuvo por rechazarlo teniendo presente las siguientes
consideraciones:

1) Que la idea de daño moral importa no sólo el mero dolor o sufrimiento ( pretium
doloris ), sino que además toda una amplia gama de atentados a los aspectos no
patrimoniales de la persona, como son, entre otros, su integridad psicofísica, sus derechos
de la personalidad, su configuración estética y sus condiciones normales de vida.

2) Que en la especie resultó un hecho probado que el demandante ejercía las labores de
apicultor y que producto de los actos desarrollados por la empresa demandada,
calificados por la autoridad competente como infracciones a la normativa
medioambiental que la rige, las abejas que cultivaba murieron, afectándose en
consecuencia el normal desenvolvimiento de quien ejerció la acción de autos.

Tales hechos son suficientes, a juicio de este disidente, para concluir que a la víctima
del daño se le produjo una alteración en sus condiciones normales de vida y ello no es
sino una afección extrapatrimonial que debe ser indemnizada.

3) Que siendo corriente entonces los hechos señalados en la consideración precedente,


la obligación de probar a que se refiere al artículo 1698 del Código Civil debe entenderse
en el sentido que para que esta clase de acción indemnizatoria sea desechada,
corresponde acreditar el hecho contrario al llamado "corriente".

Este deber de prueba claramente corresponde a quien soporte la acción en caso que
introduzca la excepción de no ser posible probar el lucro cesante, porque se trata de un
aporte fáctico que debe ser asumido por quien lo hace, según lo previene el precepto
antes citado.
Así las cosas, porque nada conduce a una conclusión contraria, es razonable estimar
que el actor habría continuado desarrollando su vida y actividad económica de no mediar
la contaminación de las aguas del río Cautín.

4) Que, finalmente, en tales circunstancias no se incurre, a juicio del disidente, en


infracción al artículo 1698 del Código Civil cuando no se exige probar un daño que es
connatural a la afección reseñada en el numeral primero de este voto.

5) Que, en todo caso, al actor se le alteraron las condiciones de vida, su proyecto


personal, su trabajo, la forma en que se realiza, dignifica y obtiene su sustento, pero al
mismo tiempo se le ha privado de seres vivos, en este caso insectos, por los cuales
naturalmente ha de sentir afecto y su pérdida una aflixión.

6) Que, en síntesis, el daño moral no requiere ser probado cuando éste es asentado en
la normalidad, por lo cual no se ha producido el error de derecho denunciado.

No obstante en el caso de autos se ha establecido en los términos indicados el daño


moral reclamado, por lo cual igualmente la infracción no concurre.

7) Que es jurisprudencia reiterada de esta Corte Suprema que el quantum es una


cuestión de hecho, lo cual queda entregada a la ponderación de los jueces de la instancia,
por lo que no se produce en este aspecto error de derecho alguno, circunstancia que
igualmente lleva al rechazo del recurso.

Regístrese.

Redacción a cargo del Ministro señor Carreño.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema, integrada por los Ministros Sr.
Sergio Muñoz G., Sr. Héctor Carreño S., Sra. María Eugenia Sandoval G., y los
Abogados Integrantes Sr. Arnaldo Gorziglia B. y Sr. Jorge Baraona G.

No firma, no obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, el Abogado


Integrante señor Gorziglia por estar ausente.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

En Santiago, a siete de mayo de dos mil trece, notifiqué en Secretaría por el Estado
Diario la resolución precedente.

Rol Nº 7171-2010.

II. Sentencia de reemplazo

Santiago, siete de mayo de dos mil trece.


En cumplimiento a lo resuelto y atendido lo dispuesto en el artículo 786 del Código de
Procedimiento Civil, se procede a dictar la sentencia que corresponde conforme a la ley.

Vistos:

Se reproduce la sentencia que se invalida, con excepción de sus fundamentos tercero a


noveno, que se eliminan, y la apelada con excepción de sus motivos vigésimo primero,
vigésimo octavo a trigésimo, que también se eliminan.

Y se tiene en su lugar y además presente:

Primero: Que con los informes emitidos tanto por el Servicio Agrícola y Ganadero
como por el médico veterinario Danilo Abarca Candia agregados a fojas 11, 305 y 272 es
posible dar por acreditado que a la época de producirse las descargas al río Cautín de
líquidos que superaban los parámetros de coliformes fecales y cloro libre se produjo la
muerte de las abejas de las colmenas de propiedad del demandante.

En este sentido especial valor tiene la opinión experta del médico veterinario del
Servicio Médico y Ganadero, Waldo Brito, quien reseña que es "perfectamente posible
que las emanaciones de gases y la contaminación ambiental hayan producido el éxodo y
posterior muerte de las abejas" a consecuencia de la presencia de metano y sulfuros que
les afecta el sistema de comunicaciones, hechos que ocurren coetáneamente en el verano
del año 2007.

Segundo: Que la ocurrencia de los hechos reseñados en el párrafo segundo del


considerando precedente permite dar por establecida la necesaria relación causal entre la
contaminación de las aguas del río Cautín por parte de la empresa, hecho por el cual fue
sancionada, y el éxodo y muerte de las abejas de propiedad del demandante.

Tercero: Que la valoración del daño patrimonial, tal como se dejó establecido en el
fundamento vigésimo tercero de la sentencia que se revisa, fue determinada por las partes
en el Acta Nº 30 de 2007 de la Comisión Regional del Medio Ambiente de la Novena
Región, suma a la que habrá de estarse.

Y visto además lo dispuesto en el artículo 186 del Código de Procedimiento Civil, se


revoca la sentencia apelada de quince de enero de dos mil diez, escrita a fojas 558, y se
decide que se condena a Aguas Araucanía S.A. a pagar al actor Mario Jiménez Vallejos
la suma de un millón trescientos mil pesos ($ 1.300.000) por concepto de daño material.

Dicha cantidad deberá pagarse reajustada de acuerdo a la variación que experimente el


Índice de Precios al Consumidor desde la fecha de esta sentencia y hasta la del pago
efectivo.

Ejecutoriada que sea esta sentencia la suma de dinero antes señalada, así reajustada,
devengará el interés corriente para operaciones reajustables hasta el día del pago efectivo.

Se confirma en lo demás el referido fallo.


Acordada con el voto en contra del Ministro señor Muñoz, quien estuvo por acoger
también la demanda, en lo que a la petición de daño moral se refiere, conforme a lo que
expresó en la sentencia de casación.

Regístrese y devuélvase con sus agregados.

Redacción a cargo del Ministro señor Carreño.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema, integrada por los Ministros Sr.
Sergio Muñoz G., Sr. Héctor Carreño S., Sra. María Eugenia Sandoval G., y los
Abogados Integrantes Sr. Arnaldo Gorziglia B. y Sr. Jorge Baraona G.

No firma, no obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, el Abogado


Integrante señor Gorziglia por estar ausente.

Santiago, 07 de mayo de 2013.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

En Santiago, a siete de mayo de dos mil trece, notifiqué en Secretaría por el Estado
Diario la resolución precedente.

Rol Nº 7171-2010.
4. RESPONSABILIDAD DEL ESTADO. EFECTO DE LAS SENTENCIAS
ABSOLUTORIAS PENALES EN MATERIA CIVIL. CAUSAL DE NO
EXISTENCIA DEL ILÍCITO PENAL INVESTIGADO. PRUEBA DEL DAÑO
MORAL. FALLECIMIENTO DEL PADRE EN PRESENCIA DE LOS HIJOS

SUMARIO: Las sentencias condenatorias en materia criminal producen efecto de cosa


juzgada en los juicios civiles. En este caso, la actividad estará encaminada a
determinar en el juicio civil si concurre el resto de los elementos de la responsabilidad
extracontractual. En cambio, las sentencias criminales absolutorias, por regla
general, no producen cosa juzgada en materia civil; sólo por excepción tendrán el
mencionado efecto, cuando se esté frente a alguna de las tres circunstancias
específicas que contempla el artículo 179 del Código de Procedimiento Civil. En
materia criminal y en materia civil la actividad jurisdiccional está encaminada a
comprobar responsabilidades de carácter absolutamente distinto.

En efecto, en la primera se busca sancionar una conducta delictiva, siendo el


legislador más estricto en el ámbito de su determinación, razón por la cual el acto
debe coincidir estrictamente con un tipo penal descrito en la ley, lo que se justifica
tanto por el efecto que tiene la conducta en el quebrantamiento del orden social como
por la naturaleza de la sanción que este tipo de responsabilidad trae aparejada, la que
es de carácter punitivo. Por su parte, en la segunda se busca determinar si la conducta
antijurídica ha causado daño a la persona o propiedad de otro y una vez establecido
esto, nace la obligación de reparar el daño causado a través de una indemnización de
carácter pecuniario.

En la especie, la alegación del hospital demandado en orden a que la sentencia


absolutoria dictada en sede penal habría producido cosa juzgada en el presente juicio
civil, por la causal de la no existencia del delito o cuasidelito que ha sido materia del
proceso, debe ser desechada, toda vez que el veredicto penal no señaló que la
conducta investigada no existió, sino solamente exoneró de responsabilidad a la
encausada por no haberse configurado la conducta tipificada en la legislación penal,
al no establecerse la relación de causalidad; por el contrario, la sentencia criminal
estableció que efectivamente la acusada introdujo aire al torrente sanguíneo del
paciente, en vez de suero.

Si bien es necesario probar el daño moral, no debe olvidarse que uno de los medios de
prueba que contempla la legislación son las presunciones judiciales, es decir, deducir
un hecho de ciertos antecedentes o circunstancias conocidas. En el caso de autos, el
padre de los actores falleció luego que una auxiliar de alimentación por error le
inyectara aire directamente al torrente sanguíneo, en presencia de sus hijos, lo que
provocó un deceso casi inmediato. A su vez, no puede soslayarse que por regla general
la muerte del padre provoca una gran aflicción a sus hijos, máxime si ésta se produce
en presencia de ellos y en circunstancias trágicas, de modo que quien sustente la tesis
contraria debe probarla. Así las cosas, cuando los sentenciadores infieren la
existencia del daño moral de la circunstancia de haber fallecido el padre de los
demandantes producto de una acción negligente y poco profesional de un funcionario
del hospital, no incurren en error de derecho.

Tribunal: Corte Suprema.

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en la Forma y en el Fondo en conjunto.

Rol: 9297-2012

Fecha: 07/05/2013

Cita Online: CL/JUR/1328/2013

Partes: Margarita Delgado Fuentes y otros con Hospital Dr. Sótero de Río y otra.

Ministros: Carreño Seaman, Héctor; Muñoz Gajardo, Sergio; Sandoval Gouet, María
Eugenia; Pfeiffer Richter, Alfredo

Abogado Integrante: Baraona González, Jorge

Redactor: Pfeiffer Richter, Alfredo

Voces: casación - casación en el fondo - cosa juzgada - daño moral - daños y perjuicios
- derecho administrativo - derecho de familia - excepción de cosa juzgada -
indemnización - medios de prueba - recurso de apelación - responsabilidad civil -
responsabilidad contractual - responsabilidad extracontractual - sistema acusatorio -
sistema inquisitivo

Legislación relacionada: Artículo 177, artículo 178 y artículo 179 Código


Procedimiento Civil; artículo 2314 Código Civil y artículo 4 Ley Nº 19.666.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, siete de mayo de dos mil trece.

Vistos:

En estos autos Rol Nº 9.297-2012 del 1º Juzgado Civil de Puente Alto, caratulados
"Delgado Fuentes, Margarita y otros con Catalán Zamorano, Marianela y otros", sobre
juicio ordinario de indemnización de perjuicios, se dictó sentencia de primera instancia
que rechazó la demanda interpuesta en contra de Marianela Catalán Zamorano y del
Hospital Dr. Sótero de Río.

Apelado dicho fallo, tanto por los actores como por la institución demandada, la Corte
de Apelaciones de San Miguel lo revocó sólo en cuanto éste rechazaba la demanda
indemnizatoria deducida en contra del referido hospital, acogiéndola y condenándolo al
pago de la suma única ascendente a $ 50.000.000 en favor de la parte demandante.
En contra de esta última decisión la parte demandada Hospital Dr. Sótero del Río
dedujo recursos de casación en la forma y en el fondo.

Se trajeron los autos en relación.

Considerando:

I.- En cuanto al recurso de casación en la forma.

Primero: Que en un primer acápite la recurrente sostiene que la sentencia impugnada


ha incurrido en la causal de casación prevista en el Nº 5 del artículo 768 del Código de
Procedimiento Civil, en relación con el numeral 4 del artículo 170 del mismo texto legal.

Expone que el fallo recurrido infringe esta disposición legal, porque en ninguna parte
del mismo se señala cuáles fueron los medios de prueba que permiten tener por
acreditado el daño moral sufrido por los actores.

En efecto, la sentencia de segundo grado se funda en el estatuto de responsabilidad


objetiva del Estado; sin embargo no aplica, ni siquiera nombra la norma del artículo 41 de
la Ley Nº 19.966 que exige un razonamiento del juez en orden a establecer el daño,
mandato que fue desatendido por los sentenciadores, quienes reconocen que el daño
moral no fue acreditado.

Segundo: Que el segundo capítulo del recurso de nulidad formal señala que además se
ha configurado la causal prevista en el artículo 768 Nº 6 Código de Procedimiento Civil,
al haber sido dada la sentencia contra otra pasada de autoridad de cosa juzgada.

Arguye que los demandantes entablaron una demanda civil en el juicio criminal
seguido en contra de los demandados de autos, solicitando, al igual que en la presente
causa, una indemnización de perjuicios por los daños producidos al demandante con
ocasión de la muerte de su progenitor.

Agrega que entre ambas causas existe triple identidad de cosa juzgada en conformidad
con el artículo 177 del Código de Procedimiento Civil.

En efecto, en la mencionada causa criminal el fallo que absolvió a Marianela Catalán


Zamorano y que a su vez rechazó la acción civil quedó ejecutoriado sólo el 26 de abril de
2012, en circunstancias que la sentencia de primera instancia de la presente causa fue
dictada el 19 de noviembre de 2011 (sic).

Tercero: Que en relación al vicio que se imputa en el primer capítulo de casación en la


forma, vale decir, la falta de consideraciones de hecho y de derecho relativas al daño
moral sufrido por los actores, cabe señalar que del análisis del recurso fluye que no
reprocha a la sentencia la falta de consideraciones para tener por acreditado el daño moral
sino que éste se haya establecido sin prueba alguna y sin atender a lo dispuesto en el
artículo 41 de la Ley Nº 19.966, infracciones que de existir serían constitutivos de vicios
de nulidad sustancial y no formal.
Cuarto: Que es importante recalcar que el vicio invocado está constituido por la
ausencia total de consideraciones y no porque las que contenga el fallo no sean del
agrado del recurrente.

En este punto, basta remitirse a lo que han señalado los jueces del grado respecto del
daño moral en su considerando undécimo: Que la indemnización por daño moral que se
demanda y no obstante no haberse rendido prueba en este sentido merece que ella sea
atendida, considerando que la muerte de un ser querido particularmente el progenitor de
los actores provoca conforme a la lógica un dolor emocional, atendiendo preferentemente
a la forma en que fallece producto de una acción negligente y poco profesional de la
auxiliar de alimentación, que lleva como resultado el fallecimiento brusco del paciente.

Esta situación a la luz de los principios generales de derecho, particularmente el de


equidad, conduce a ponderar prudencialmente la indemnización y condenar por este
concepto al demandado Hospital Dr. Sótero del Río, en la forma y condiciones como se
dirá en lo resolutivo.

Quinto: Que, como se observa, no es efectivo que los sentenciadores hayan incurrido
en el vicio que se les imputa, puesto que han expresado las consideraciones de hecho y de
derecho conforme a las cuales estimaron que era necesario indemnizar el daño moral
sufrido por los actores dado el estrecho vínculo que los ligaba con quien fallece producto
del actuar negligente de la demandada dotando así al fallo impugnado del fundamento
suficiente para sustentar lo expresado en lo resolutivo.

Sexto: Que en lo que dice relación a la segunda causal de casación invocada, esto es, la
prevista en el artículo 768 Nº 6 del Código de Procedimiento Civil, se debe señalar que
conforme lo establece expresamente la norma invocada es necesario que la cosa juzgada
haya sido alegada oportunamente en el juicio, cuestión que en la especie no ha sucedido.

En efecto, el recurrente pretende soslayar el cumplimiento del mencionado requisito


asilándose en la circunstancia que el fallo criminal sólo ha quedado firme después de
haberse dictado la sentencia de primer grado en la presente causa civil; sin embargo, lo
anterior no es suficiente para liberarlo de la carga que le ha sido impuesta, puesto que la
cosa juzgada es una excepción anómala que en conformidad a lo establecido en el
artículo 310 del Código de Procedimiento Civil puede ser opuesta en cualquier estado de
juicio, por lo que bien pudo el recurrente interponerla en segunda instancia, actividad
procesal que no realizó, limitándose a acompañar antes de la vista de la causa según
consta a fojas 282 copias de las sentencias de primera y de segunda instancia de los autos
Rol Nº 92.474 PL del Primer Juzgado del Crimen de Puente Alto y de la respectiva
sentencia de casación emitida el 23 de abril de 2012.

En este aspecto es importante recalcar que el recurrente contó con tiempo suficiente
para oponer la mencionada excepción, puesto que la sentencia criminal quedó firme el día
14 de mayo de 2012 y se procedió a la vista de la presente causa, en segunda instancia, el
día 27 de septiembre del mismo año.
Séptimo: Que sin perjuicio de que lo anterior es suficiente para rechazar la segunda
causal de casación impetrada, es preciso consignar que de los autos Rol Nº 92.474 PL del
Primer Juzgado del Crimen de Puente Alto tenidos a la vista consta que el día 24 de
octubre de 2008 la parte querellante que corresponde a los actores de la presente causa
adhiere a la acusación formulada en contra de Marianela Catalán Zamorano y además
deducen demanda civil de indemnización de perjuicios en contra de la acusada y del
Hospital Dr. Sótero del Río, la cual se tuvo por abandonada respecto de este último por
resolución de 1º de abril de 2010, al no subsanar el actor civil un defecto formal de su
demanda.

Octavo: Que el artículo 177 del referido Código Procedimental dispone que la
excepción en comento puede alegarla el litigante que haya obtenido en el juicio y por
todos aquellos a quienes según la ley aprovecha el fallo, siempre que entre la nueva
demanda y la anteriormente resuelta exista triple identidad de personas, cosa pedida y
causa de pedir, lo que supone que haya existido en ambos casos un pronunciamiento
respecto del asunto sometido al conocimiento del tribunal.

Así, en el presente caso la causal invocada no ha podido configurarse, puesto que en


sede penal en lo que respecta al recurrente jamás hubo una decisión sobre el fondo del
asunto que, eventualmente, pudiera contradecir el fallo dictado en sede civil.

Noveno: Que, en consecuencia, la nulidad formal en estudio debe ser desestimada por
no ser efectivo que la sentencia adolezca de los vicios denunciados.

II.- En cuanto al recurso de casación en el fondo.

Décimo: Que en un primer capítulo del recurso de casación en el fondo se denuncia la


infracción del artículo 179 Nº 1 del Código de Procedimiento Civil.

Sostiene el recurrente que en el juicio criminal seguido en contra de doña Marianela


Catalán ésta fue absuelta del cuasidelito de homicidio, cuestión que se produjo porque los
jueces de primer y segundo grado no dieron por acreditado el delito; por lo tanto,
judicialmente, el cuasidelito de homicidio no ha existido, siendo aquello ratificado por
esta Corte Suprema al rechazar el recurso de casación interpuesto por el querellante.

Así concluye que se está en presencia de una sentencia absolutoria que beneficia a la
demandada de autos, que produce efectos de cosa juzgada en materia civil.

Undécimo: Que en el segundo capítulo de casación se denuncia la vulneración del


artículo 180 del Código de Procedimiento Civil, norma que establece que siempre que la
sentencia criminal produzca cosa juzgada en juicio civil; no será lícito en éste tomar en
consideración pruebas o alegaciones incompatibles con lo resuelto.

Arguye que el fallo recurrido vulnera la mencionada disposición legal porque la


sentencia de segundo grado en su considerando sexto reproduce afirmaciones de la
pericia médico-legal aparejada en el proceso criminal, la que fue desechada en el mismo.
Es así que sobre la base de tal antecedente concluye erradamente que el padre de los
actores no se encontraba en riesgo de muerte y que el personal paramédico no actuó
conforme lex artis .

Duodécimo: Que el tercer acápite de recurso acusa la conculcación del artículo 41 de la


Ley Nº 19.966, el cual dispone que la indemnización por el daño moral será establecida
por el juez considerando la gravedad del daño y la modificación de las condiciones de
existencia del afectado, atendida su edad y condiciones físicas.

Expresa que la vulneración se produce porque la sentencia no señala que esté


acreditado el daño moral, ni tampoco cuáles fueron los medios de prueba que lo
sustentan, sin que siquiera mencione las circunstancias establecidas en la señalada norma
para establecerlo.

Decimotercero: Que, finalmente, en el capítulo cuarto del arbitrio de nulidad sustancial


se acusa la violación del artículo 425 del Código de Procedimiento Civil.

Explica que la infracción se produce porque en la causa no se rindió prueba pericial; no


obstante ello, el tribunal ad quem tuvo en consideración el informe de un perito médico-
legal que fue presentado en la causa criminal seguida en contra Mariela Catalán
Zamorano.

Agrega que el perito legista que emite el mencionado informe no tenía la especialidad
de tanatólogo ni anátomo patólogo, razón por la cual no contaba con el conocimiento ni
la experiencia necesaria para emitir una opinión fundamentada.

El mismo se emite sin que se practicara autopsia al occiso, por lo que científicamente
no es posible establecer la causa de muerte.

Pues bien, justamente esas fueron las razones por las cuales en la causa criminal no se
dio por acreditada la relación de causalidad entre la conducta de la inculpada y el hecho
dañoso, no estableciéndose la existencia del cuasidelito de homicidio.

Conforme a lo anterior estima que los jueces del grado han realizado una indebida
apreciación del mérito probatorio de la prueba pericial, el que se valora de acuerdo a las
reglas de la sana crítica, análisis que importa tener en consideración las razones jurídicas
asociadas a las simplemente lógicas, científicas, técnicas o de experiencia en cuya virtud
se les asigne o reste valor.

Decimocuarto: Que al explicar la forma en que los errores de derecho denunciados han
influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo, señala que de no haberse incurrido en
ellos los sentenciadores de segundo grado necesariamente habrían rechazado la demanda
interpuesta en su contra.

Decimoquinto: Que constituyen presupuestos fácticos que han sido establecidos por los
jueces del fondo los siguientes:
a) Que don Víctor Armando Delgado Neilson se encontraba hospitalizado en el
Hospital Dr. Sótero del Río y en circunstancias que la demandada Marianela Catalán
Zamorano se disponía a alimentarlo pretendió limpiar el catéter destinado para estos
efectos mediante la introducción de cantidades de aire, pero al hacerlo confundió el
mencionado catéter con aquel que el paciente tenía para suministrarle suero, el cual
estaba conectado directamente al sistema circulatorio.

De de esta manera el aire que inyectó al catéter fue directamente al torrente sanguíneo
del paciente.

b) Momentos después de realizada la acción descrita en la letra anterior Víctor


Armando Delgado falleció en forma brusca.

c) La causa de muerte del afectado fue una falla respiratoria aguda.

Decimosexto: Que sobre la base de tales antecedentes fácticos los sentenciadores de


segunda instancia concluyen que se encuentra acreditado en autos tanto el hecho ilícito, el
daño y la relación de causalidad, precisando que ésta se desprende de la pericia médico-
legal emitida en la causa Rol Nº 92.474-PL del Primer Juzgado del Crimen de Puente
Alto, acompañada legalmente en estos antecedentes, la cual da cuenta que el paciente no
se encontraba en una situación de riesgo de muerte, a lo que cabe agregar que el mismo
informe legista unido al reconocimiento de la auxiliar de alimentación y de la paramédico
a cargo de la sala, dan cuenta de que el paciente falleció en forma brusca.

De tal modo la relación causal está acreditada porque si se realiza una supresión
hipotética, eliminando mentalmente la acción realizada por la auxiliar de alimentación, el
fallecimiento del paciente no se hubiere producido, puesto que es la acción de manejo
inadecuado de la sonda la que provoca el deceso en forma brusca en un paciente que no
obstante padecer de una insuficiencia respiratoria se encontraba estabilizado desde la
perspectiva hemodinámica.

Así concluye que encontrándose acreditada la relación causal entre la acción y el


resultado dañoso, la responsabilidad civil por falta de servicio recae en el Hospital Dr.
Sótero del Río, el que faltando a los deberes de cuidado no otorgó el servicio con la
calidad que era exigible y que comúnmente se espera para este tipo de situaciones, por
cuanto tratándose de una acción realizada por una dependiente auxiliar de alimentación
no es posible que ésta confunda una sonda esofágica que se instala en la nariz y avanza
hacia el estómago con un catéter venoso que sale de la cara lateral del cuello, debiendo,
en consecuencia responder pecuniariamente el servicio público demandado.

Decimoséptimo: Que comenzando con el estudio del recurso resulta apropiado


pronunciarse respecto de los dos primeros capítulos de casación, puesto que ambos se
construyen sobre la base de un mismo supuesto, esto es, que la sentencia criminal
pronunciada en la causa Rol Nº 92.474-PL del Primer Juzgado del Crimen de Puente Alto
produce cosa juzgada en materia civil.
Decimoctavo: Que, como se indicara respecto del recurso de casación en la forma, la
cosa juzgada no fue alegada en el curso del procedimiento.

Es así que sólo con motivo del recurso de casación en el fondo se esgrime la cosa
juzgada que produce la sentencia dictada en una causa criminal en el presente juicio civil.

Esta circunstancia es suficiente para rechazar el recurso, puesto que no han podido
incurrir en error de derecho los jueces de la instancia al no acoger una excepción que no
fue deducida.

Decimonoveno: Que sin perjuicio de lo anterior en la materia relacionada con el efecto


de las sentencias criminales en materia civil nuestro Código de Enjuiciamiento realiza
claramente dos distinciones:

Por una parte, el artículo 178 dispone que las sentencias condenatorias en materia
criminal producirán efecto de cosa juzgada en los juicios civiles, lo que es natural por
cuanto no puede el juez en un proceso de tal carácter señalar que determinada conducta
no es ilícita si se ha declarado que ella constituye un delito penal; en consecuencia, en
este caso, la actividad estará encaminada a determinar en el juicio civil si concurre el
resto de los elementos de la responsabilidad extracontractual, especialmente el
relacionado con la prueba del daño, puesto que no se puede olvidar que desde la
perspectiva penal no se necesita su existencia para configurar la conducta típica.

Por otro lado, la norma dada por el legislador para determinar el efecto de las
sentencias criminales absolutorias en materia civil es diametralmente distinta, puesto que
según se desprende del artículo 179 del mismo cuerpo normativo, la regla general es que
las sentencias penales absolutorias no producirán efecto de cosa juzgada en materia civil
y sólo por excepción tendrán el mencionado efecto cuando se esté en presencia de las tres
circunstancias específicas que la norma contempla, la que por su carácter excepcional
debe ser interpretada restrictivamente.

En efecto, el mencionado artículo dispone: Las sentencias que absuelvan de la


acusación o que ordenen el sobreseimiento definitivo, sólo producirán cosa juzgada en
materia civil, cuando se funden en alguna de las circunstancias siguientes:

1ª La no existencia del delito o cuasidelito que ha sido materia del proceso.

No se entenderán comprendidos en este número los casos en que la absolución o


sobreseimiento provengan de la existencia de circunstancias que eximan de
responsabilidad criminal;

2ª No existir relación alguna entre el hecho que se persigue y la persona acusada, sin
perjuicio de la responsabilidad civil que pueda afectarle por actos de terceros, o por daños
que resulten de accidentes, en conformidad a lo establecido en el Título XXXV, Libro
IV, del Código Civil, y
3ª No existir en autos indicio alguno en contra del acusado, no pudiendo en tal caso
alegarse la cosa juzgada sino respecto de las personas que hayan intervenido en el
proceso criminal ( ).

Vigésimo: Que es importante recalcar que en materia criminal y en materia civil la


actividad jurisdiccional está encaminada a comprobar responsabilidades de carácter
absolutamente distinto.

En efecto, en la primera se busca sancionar una conducta delictiva, siendo el legislador


más estricto en el ámbito de su determinación, razón por la cual el acto debe coincidir
estrictamente con un tipo penal descrito en la ley, lo que se justifica tanto por el efecto
que tiene la conducta en el quebrantamiento del orden social como por la naturaleza de la
sanción que este tipo de responsabilidad trae aparejada, la que es de carácter punitivo.

En cambio, en la segunda se busca determinar si la conducta antijurídica ha causado


daño a la persona o propiedad de otro y una vez establecido esto, nace la obligación de
reparar el daño causado a través de una indemnización de carácter pecuniario.

Es así como en doctrina se ha dicho Entre el delito y el cuasidelito civil, por una parte,
y el delito y el cuasidelito penal, por la otra, hay, pues, una diferencia fundamental: en
Derecho Civil es delito y cuasidelito el hecho ilícito doloso o culpable que causa daño, en
tanto que en Derecho Penal sólo es tal el hecho ilícito doloso o culpable penado por la
ley.

Para determinar si un hecho ilícito constituye delito o cuasidelito civil hay que
averiguar si causó daño a la persona o propiedad de otro; sin ello, no tiene tal carácter.

En cambio, para determinar si ese mismo hecho constituye o no delito o cuasidelito


penal, es menester averiguar si está penado por la ley, y sólo lo será en caso afirmativo.
(Alessandri Rodríguez, Arturo, op. citada. De la responsabilidad extracontractual en el
Derecho Civil chileno ).

Vigésimo primero: Que, en el caso concreto, el recurrente ha pretendido asilarse en la


hipótesis del número 1 del artículo 179 del Código de Procedimiento Civil, cuestión que
resulta improcedente ya que la misma se refiere específicamente a aquel caso en que el
delito investigado no existe, es decir, el hecho desde un punto de vista material es
inexistente.

En efecto, de los autos traídos a la vista se desprende que la acusada Catalán Zamorano
fue absuelta de los cargos que se le imputaban como autora del cuasidelito de homicidio
sólo por cuanto no se configuró la conducta tipificada en la legislación penal, al no
establecerse la relación de causalidad.

No se ha señalado que la conducta investigada no existió; por el contrario, en la


sentencia criminal se establece claramente como hecho que la funcionaria encargada de la
alimentación Marianela Catalán Zamorano para realizar su labor procedió a abrir la llave
del catéter e introdujo aire en la sonda destinada a introducir suero en el organismo del
paciente y no en la sonda de alimentación, el que es similar al establecido en los
presentes autos y que ha sido consignado en la letra a) del considerando decimoquinto.

Vigésimo segundo: Que, por otro lado, las diferencias de las responsabilidades
investigadas puesto que como se dijo el objeto de la acción civil es sustancialmente
distinto al de la acción penal, implican que al fundarse la sentencia criminal en
calificaciones jurídicas diferentes a las de la sentencia civil en caso alguno podrá
producirse entre los dos fallos una contradicción, que es lo que pretende impedir el
instituto en estudio.

Vigésimo tercero: Que de lo expuesto fluye que no se ha podido configurar el yerro


jurídico denunciado en el primer capítulo de nulidad sustancial, al no ser efectivo que la
sentencia de los autos Rol Nº 92.474-Pl del Primer Juzgado del Crimen de Puente Alto
produzca cosa juzgada en este juicio.

Asimismo, el error imputado a los sentenciadores en el segundo capítulo del arbitrio


impetrado tampoco se ha podido establecer, puesto que el artículo 180 del Código de
Procedimiento Civil dispone: "Siempre que la sentencia criminal produzca cosa juzgada
en el juicio civil, no será lícito en éste tomar en consideración pruebas o alegaciones
incompatibles con lo resuelto en dicha sentencia o con los hechos que le sirvan de
necesario fundamento".

Como se observa, esta norma precisa el alcance del mencionado efecto que la sentencia
penal produce en sede civil, de modo que para que en un juicio civil no sea lícito valorar
pruebas incompatibles con lo resuelto en causa criminal es necesario que aquella
produzca cosa juzgada, cuestión que en la especie como se ha concluido no se configura.

Vigésimo cuarto: Que en el tercer capítulo de nulidad sustancial básicamente se


atribuye a los jueces del grado el yerro jurídico de determinar una indemnización sin que
el daño moral se encuentre acreditado, por lo que se vulnera la norma establecida en el
artículo 41 de la Ley Nº 19.966, que establece los parámetros para determinar el monto
de la misma.

Al respecto se debe señalar que si bien es necesario probar el daño moral, no debe
olvidarse que uno de los medios de prueba que contempla la legislación son las
presunciones judiciales, es decir, deducir un hecho de ciertos antecedentes o
circunstancias conocidas.

En este caso es un hecho de la causa que el padre de los demandantes falleció luego de
que una auxiliar de alimentación por error le inyectara aire directamente al torrente
sanguíneo, hecho que conforme a los antecedentes ocurrió en presencia de dos de sus
hijas lo que le provocó un deceso casi inmediato.

En este contexto, no puede soslayarse que por regla general la muerte del padre
provoca una gran aflicción a sus hijos, máxime si ésta se produce en presencia de dos de
ellos y en las circunstancias trágicas en que ocurrió, es así que quien sustente la tesis
contraria debe probarla, cuestión que en la especie no ha ocurrido.
De modo que al inferir los jueces del fondo la existencia del daño moral demandado,
en términos que tal como se expuso en el considerando cuarto han considerado que la
muerte de un ser querido particularmente el progenitor de los actores provoca conforme a
la lógica un dolor emocional, atendiendo preferentemente a la forma en que fallece
producto de una acción negligente y poco profesional de la auxiliar de alimentación, no
han incurrido en el error de derecho denunciado en el presente capítulo.

Vigésimo quinto: Que en el último capítulo de casación se denuncia la infracción del


artículo 425 del Código de Procedimiento Civil.

Pues bien, este capítulo se construye al alero de argumentaciones que en sí resultan


incompatibles, puesto que por un lado se señala que se incurre en el yerro jurídico de
otorgar valor de informe de peritos a aquél evacuado en una causa criminal distinta a ésta
y, por otra parte, toda la fundamentación respecto del señalado error atribuido a los jueces
del grado gira en torno a la infracción del artículo 425 del Código de Procedimiento
Civil, al no haber apreciado los jueces del grado el mismo conforme a las reglas de la
sana crítica.

Lo cierto es que el mencionado peritaje no reviste el carácter de informe pericial en los


términos regulados en los artículos 409 y siguientes del Código de Procedimiento Civil,
pues éste no ha sido emitido ajustándose al procedimiento regulado por el legislador.

Es así que el mismo ostenta el carácter de prueba instrumental, de modo que si se


estima que los sentenciadores han incurrido en errores al establecer el valor probatorio
del mismo, éstos debieron denunciarse acusando la infracción de los artículos que lo
establecen.

En este mismo orden de ideas, del análisis de la sentencia en alzada resulta claro que
los sentenciadores han valorado este informe no como prueba pericial sino como prueba
documental, la que es tenida como base para establecer una presunción judicial.

De lo expuesto fluye que no resulta posible estimar que se ha vulnerado el artículo 425
del Código de Procedimiento Civil, norma que es ajena a la prueba instrumental, no
configurándose en consecuencia el yerro jurídico imputado en el presente capítulo de
casación.

Vigésimo sexto: Que por lo expuesto en los motivos precedentes, el recurso de


casación en el fondo ha de ser desestimado.

Por estas consideraciones y atendido además lo dispuesto en los artículos 764, 765,
766, 767, 768 y 805 del Código de Procedimiento Civil, se rechazan los recursos de
casación en la forma y en el fondo interpuestos en lo principal de la presentación de fojas
297 en contra de la sentencia de diecisiete de octubre de dos mil doce, escrita a fojas 291.

Se previene que el Ministro señor Muñoz no comparte lo razonado en los motivos


decimonoveno a vigésimo tercero, por cuanto, en su concepto, el artículo 178 Nº 1 del
Código de Procedimiento Civil alude a la inexistencia del ilícito que ha sido materia del
proceso, por cualquier causa, siendo una de ellas el supuesto material, pero puede estar
referida a la inconcurrencia de los otros elementos relacionados con la acción, esto es, la
tipicidad, antijuricidad y culpabilidad.

Sin perjuicio de lo anterior estima que es suficiente para desestimar los dos primeros
capítulos del recurso de casación en el fondo lo razonado en el fundamento decimoctavo.

Se previene que el Abogado Integrante señor Baraona no comparte lo expresado en el


párrafo final del considerando vigésimo tercero, por cuanto estima que efectivamente los
sentenciadores no han fundado la existencia y magnitud del daño moral alegado por los
actores, cuya indemnización ha sido ordenada.

Sin embargo, tal yerro no ha tenido influencia en lo dispositivo del fallo, puesto que en
concordancia con lo expuesto en los párrafos segundo y tercero del aludido considerando
vigésimo tercero por la vía de las presunciones judiciales igualmente se llega a la
conclusión expresada por los jueces del grado en relación a la existencia del mencionado
perjuicio.

Regístrese y devuélvase con sus agregados.

Redacción a cargo del Ministro (S) señor Pfeiffer y de las prevenciones sus autores.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema, integrada por los Ministros Sr.
Sergio Muñoz G., Sr. Héctor Carreño S., Sra. María Eugenia Sandoval G., el Ministro
Suplente Sr. Alfredo Pfeiffer R. y el Abogado Integrante Sr. Jorge Baraona G.

Santiago, 07 de mayo de 2013.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma.Corte Suprema.

Rol Nº 9.297-2012.
5. REGULACIÓN INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL. SENTENCIADORES
DEBEN DAR RAZONES SUFICIENTES SOBRE LA BASE DEL ANÁLISIS DE
LOS ELEMENTOS PROBATORIOS. DECISIONES INCOMPATIBLES ENTRE SÍ
Y QUE NO PUEDAN CUMPLIRSE DECISIONES QUE SEAN
CONTRADICTORIAS POR INTERFERIR UNAS CON OTRAS

SUMARIO: La exigencia de una adecuada motivación rige aun cuando la materia


debatida diga relación con un aspecto prudencial, como es la regulación de una
indemnización por daño moral, puesto que en su determinación los sentenciadores
deben dar razones suficientes sobre la base del análisis de las elementos probatorios
allegados al proceso y de las consideraciones extraídas de éstos, evitando así la
impresión de arbitrariedad al tomar las partes conocimiento de esa decisión
jurisdiccional.

El otro vicio en que se sustenta el presente arbitrio de nulidad es el de contener la


sentencia decisiones contradictorias. Explican los recurrentes que, por una parte, ha
quedado establecida la magnitud del daño moral sufrido por los actores y, por otra, se
rebajan las indemnizaciones concedidas sin expresar fundamento. Este último motivo
de nulidad debe referirse a decisiones que sean incompatibles entre sí, de manera que
no pueden cumplirse simultáneamente por interferir unas con otras, con prescindencia
de las reflexiones o conclusiones consignadas en los considerandos del fallo. En la
especie, la sentencia que se impugna no contiene ninguna decisión que se contraponga
con otra, pues tiene una sola que determinó acoger parcialmente la demanda
indemnizatoria.

Tribunal: Corte Suprema

Tipo de Recurso: Recurso de Casación en la Forma

Rol: 1569-2013

Fecha: 02/05/2013

Cita Online: CL/JUR/944/2013

Partes: Urra González, María de las Mercedes y otros con Fisco de Chile

Ministros: Maggi Ducommun, Rosa María; Pierry Arrau, Pedro; Sandoval Gouet,
María Eugenia

Abogados Integrantes: Piedrabuena Richard, Guillermo; Prado Puga, Arturo

Redactor: Pierry Arrau, Pedro


Voces: casación - casación en el fondo - casación en la forma - daño moral - daños y
perjuicios - derecho administrativo - derecho del trabajo - derecho penal - derecho
procesal - derecho procesal penal - indemnización - medios de prueba - procedimiento
laboral - prueba - responsabilidad civil - responsabilidad extracontractual

Legislación relacionada: Artículo 170 Nº 4; artículo 781 y artículo 768 Nº 5 de


Código Procedimiento Civil.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, dos de mayo de dos mil trece.

Vistos y teniendo presente:

Primero: Que en estos autos sobre juicio ordinario de indemnización de perjuicios en


contra del Fisco de Chile, se ha ordenado dar cuenta de conformidad al artículo 781 del
Código de Procedimiento Civil, del recurso de casación en la forma interpuesto por la
parte demandante en contra de la sentencia dictada por la Corte de Apelaciones de
Santiago que confirmó la de primera instancia que había acogido la demanda, con
declaración de que redujo las sumas que el demandado debe pagar a los actores por
concepto de daño moral.

Mediante fallo del Vigésimo Séptimo Juzgado Civil de esta ciudad, se condenó al
Fisco de Chile a pagar a María de las Mercedes Urra González la suma total de
$ 195.000.000 por los perjuicios morales ocasionados por la muerte de su conviviente, de
la hija común de ambos de 11 años de edad y por las lesiones corporales que ella misma
sufrió con motivo del accidente de tránsito provocado por la imprudencia del conductor
de un vehículo de la Policía de Investigaciones de Chile.

También se condenó al demandado a pagar a Paula Francisca Espinoza Urra, de 8 años


de edad, la cantidad total de $ 195.000.000, por el detrimento moral originado por la
muerte de su padre, de su hermana y por sus lesiones corporales, con ocasión del suceso
recién descrito.

Asimismo, se ordenó al Fisco a pagar a las demandantes, Gloria Andrea, Paola


Marcela y Claudia Alejandra Espinoza Gutiérrez la cantidad de $ 225.000.000, a razón de
$ 75.000.000 para cada una de ellas, por la aflicción que les produjo el fallecimiento de
su progenitor común.

Finalmente, se dispuso al pago de $ 35.000.000 al demandante Mario César Urra


González con motivo de las lesiones corporales inferidas en el accidente de tránsito
aludido. Apelada por el demandado la sentencia del tribunal a quo , la Corte de
Apelaciones de Santiago la confirmó con declaración de que el Fisco de Chile queda
condenado:

"1. al pago (a) la demandante María de las Mercedes Urra González, por concepto de
daño moral por su propio sufrimiento y el de su hija Paula Francisca Espinoza Urra,
derivado de sus propias lesiones; por la pérdida de su conviviente y de la hija común de
éstos, (de) la suma de $ 80.000.000 (ochenta millones de pesos).

2. al pago a las demandantes, Gloria Andrea, Paola Marcela y Claudia Alejandra, todas
de apellidos Espinoza Gutiérrez, por la muerte de su padre ya individualizado, (de) la
suma de $ 50.000.000 (cincuenta millones de pesos).

3. al pago al demandante Mario César Urra González, (de) la suma de ocho millones de
pesos ($ 8.000.000)".

Segundo: Que según los recurrentes la sentencia ha incurrido, en primer término, en la


causal de casación en la forma prevista en el artículo 768 Nº 5 del Código de
Procedimiento Civil, en relación con el Nº 4 del artículo 170 del mismo texto legal.

Sostiene que la decisión de disminuir a menos de la mitad el monto de las


indemnizaciones carece de la adecuada fundamentación, pues no se explicitan las
circunstancias que se habrían considerado para arribar a tal determinación.

Tercero: Que cabe resaltar que la exigencia de que los fallos contengan los
fundamentos necesarios que justifiquen la decisión adoptada, conforme lo prescribe la
norma del citado artículo 170 Nº 4, tiende a asegurar la justicia y legalidad de las
sentencias y a proporcionar a los litigantes los antecedentes que les permiten conocer los
motivos de la decisión del pleito, constituyendo tal requerimiento de fundamentación no
sólo una simple regla procesal sino un aspecto fundamental del derecho al debido
proceso.

Cuarto: Que la exigencia de una adecuada motivación rige aun cuando la materia
debatida diga relación con un aspecto prudencial, como es la regulación de una
indemnización por daño moral, puesto que en su determinación los sentenciadores deben
dar razones suficientes sobre la base del análisis de las elementos probatorios allegados al
proceso y de las consideraciones extraídas de éstos, evitando así la impresión de
arbitrariedad al tomar las partes conocimiento de esa decisión jurisdiccional.

Quinto: Que, en la especie, encontrándose acreditadas las secuelas físicas y psíquicas


experimentadas por los demandantes, la Corte de Apelaciones de Santiago conociendo
del asunto a través del recurso de apelación, resolvió disminuir de la manera antes
reseñada las cuantías de las indemnizaciones ordenadas pagar, en consideración a que "el
daño moral, constituyendo un intangible difícil de precisar, debe ser ponderado no como
un elemento reparatorio, sino como uno que apenas permite sobrellevar dignamente el
dolor" (considerando cuarto de la sentencia recurrida).

Sexto: Que, como se advierte, es claro que para los jueces del tribunal de alzada,
atendidas las características que le atribuyen a la reparación del daño moral, las
indemnizaciones debían ser menores a las concebidas por el juez a quo y por ello reducen
el monto de aquellas en las cifras que se indicaron.
En consecuencia, dichos magistrados justificaron la decisión de disminuir la
indemnización fijada en primera instancia y, por consiguiente, no es posible esgrimir que
esta determinación carece de razonamientos que la respalden.

Séptimo: Que el otro vicio en que se sustenta el presente arbitrio de nulidad es el de


contener la sentencia decisiones contradictorias.

Explican los recurrentes que, por una parte, ha quedado establecida la magnitud del
daño moral sufrido por los actores y, por otra, se rebajan las indemnizaciones concedidas
sin expresar fundamento.

Octavo: Que este último motivo de nulidad debe referirse a decisiones que sean
incompatibles entre sí, de manera que no pueden cumplirse simultáneamente por
interferir unas con otras, con prescindencia de las reflexiones o conclusiones consignadas
en los considerandos del fallo.

En la especie, la sentencia que se impugna no contiene ninguna decisión que se


contraponga con otra, pues tiene una sola que determinó acoger parcialmente la demanda
indemnizatoria.

Noveno: Que atento lo expuesto, es posible constatar que no se han producido los
defectos de forma en que se apoya este recurso de nulidad formal, lo que conduce a su
rechazo.

En conformidad, asimismo, con lo que disponen los artículos 764, 766, 768 y 781 del
Código de Procedimiento Civil, se declara inadmisible el recurso de casación en la forma
interpuesto en lo principal de la presentación de fojas 374 contra la sentencia de diez de
diciembre de dos mil doce, escrita a fojas 371.

Regístrese y devuélvase.

Redacción a cargo del Ministro señor Pierry.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema, integrada por los Ministros Sr.
Pedro Pierry A., Sra. Rosa María Maggi D., Sra. María Eugenia Sandoval G. y los
Abogados Integrantes Sr. Guillermo Piedrabuena R. y Sr. Arturo Prado P.

No firma, no obstante haber concurrido al acuerdo de la causa, el Abogado Integrante


señor Piedrabuena por estar ausente.

Santiago, 02 de mayo de 2013.

Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.

En Santiago, a dos de mayo de dos mil trece, notifiqué en Secretaría por el Estado
Diario la resolución precedente.
Rol Nº 1569-2013.
CAPÍTULO VIII DAÑO MORAL DE LAS PERSONAS JURÍDICAS
1. LAS PERSONAS JURÍDICAS PUEDEN EXPERIMENTAR DAÑO MORAL AL
VER AFECTADO SU BUEN NOMBRE

SUMARIO: El daño moral expresa la existencia del padecimiento, dolor o sufri miento
experimentado por una persona natural, que en c uanto obedece a una causa ilegítima
debe ser indemnizado. En la especie, quien demanda la indemnización por daño moral
es una persona jurídica, es decir, un ente ficticio capaz de ejercer derechos y contraer
obligaciones, pero por su misma esencia incapaz de experimentar el dolor, sea físico o
psíquico. Es posible que una persona ficticia, como es la demandante, viera afectado
su buen nombre y que esta circunstancia pudiera ser fuente de indemnización, y ello,
naturalmente, debe ser materia de prueba en el juicio.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Santiago

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 7410-2001

Fecha: 26/09/2006

Cita Online: CL/JUR/3150/2006

Partes: López Encina, Raúl con Guther Appelt y Cía. Ltda.

Ministros: Silva Cancino, Mauricio; Maggi Ducommun, Rosa María

Abogado integrante: Radonic Schoepen, Ángela

Redactor: Silva Cancino, Mauricio

Voces: daño moral - derecho civil - persona jurídica - responsabilidad civil -


responsabilidad extracontractual

Legislación relacionada: Artículo 2314 y artículo 2329 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, veintiséis de septiembre de dos mil seis.

Vistos:

Se reproduce la sentencia apelada, con las siguientes modificaciones:


a) En el punto 6 del considerando quinto se reemplaza la frase "similar a la 121", por
"que no es la de autos celebrada entre dos sociedades que no son partes del proceso, pero
que está ubicada en el mismo edificio que aquélla";

en el punto 7 del mismo considerando, se elimina la frase "sin concretarse por la


ocupación,";

en el motivo undécimo, se suprime la oración "y teniendo presente que el demandado


no controvirtió la fecha señalada en la demanda, relativa a cuándo se habría iniciado la
ocupación del inmueble materia de autos";

en el fundamento duodécimo, se sustituye la frase "ni controvertido el monto de UF. 20


mensuales reclamado por el actor en su demanda", por "los documentos acompañados por
la actora para justificar la avaluación hecha al respecto en su libelo".

Se sustituye en él, asimismo, la frase "por todo el período que duró la ocupación, por
su parte, de la oficina materia de autos, el equivalente a UF. 373, 3333", por la de "por el
período en que razonablemente se puede inferir la ocupación dejó de ser por mera
tolerancia del dueño, esto es, desde el 16 de marzo de 1999, en que se notificó la
demanda de precario, y el 20 de junio de 2000, en que consta la desocupación del
inmueble (fs. 87 y 129), el equivalente a UF 300";

se eliminan los considerandos 13º, 16º, 17º, 18º, 19º, 20º, 21º, 22º, 23º, 24º, 25º, 26º y
27º;

Y teniendo en su lugar presente:

1 º ) Que el daño moral expresa la existencia del padecimiento, dolor o sufrimiento


experimentado por una persona natural, que en cuanto obedece a una causa ilegítima debe
ser indemnizado.

En la especie quien demanda la indemnización por daño moral es una persona jurídica,
es decir, un ente ficticio capaz de ejercer derechos y contraer obligaciones, pero por su
misma esencia incapaz de experimentar el dolor, sea físico o psíquico.

Es posible que una persona ficticia, como es la demandante, viera afectado su buen
nombre y que esta circunstancia pudiera ser fuente de indemnización, y ello,
naturalmente, debe ser materia de prueba en el juicio.

En este caso, la actora lo ha hecho consistir en la confusión en que habrían incurrido


"las relaciones" de la sociedad demandante, al encontrar en las oficinas de la misma al
demandado, lo que la desprestigia, porque éste "tiene por costumbre engañar", "miente
descaradamente en juicio" y "hace gala de incumplir sus compromisos";

2 o ) Que la prueba rendida por la demandante, en modo alguno logra demostrar esta
circunstancia de la confusión, como tampoco la de establecer aquellas características
reñidas con la ética social que atribuye al demandado.
En efecto, los testigos que declararon a fojas 100 y siguientes, se refieren a la
ocupación de la oficina de la actora por parte del demandado, lo que ya había sido
establecido con carácter de cosa juzgada en la causa por precario tenida a la vista.

También, al pago de gastos comunes que habría efectuado con documentos que fueron
protestados (y de que dan cuenta los instrumentos de fojas 61, 122, 123, 124, 125, 126 y
127). O se refieren al abandono que hizo de la propiedad, e incluso, a que no pagaba "los
arriendos", a pesar de que no existía tal contrato y que, en su oportunidad, se demandó de
precario.

Se habló, asimismo, de daños materiales que se habría causado en ella, pero que no fue
materia demandada por la actora.

De igual manera, se dijo que el demandante tenía "vendida" la oficina —con promesa
de venta— pero que esto no prosperó por la ocupación del demandado, pero sin dar razón
de estos dichos.

En todo caso, nada sobre las causas por las cuales la sociedad demandante expresó
haber confusión y desprestigio indemnizables;

3 o ) Que, la prueba documental tampoco aporta en este sentido.

En algunos casos, refiere el pago de gastos comunes con cheques que fueron
protestados, que obviamente permiten accionar, en la sede correspondiente, en pos de ese
pago; o, al hecho de la desocupación y posible existencia de daños materiales que no se
cobran; o, a un cierre de negocio (fs. 85) que habría tenido lugar en noviembre de 1998,
pero del que se ignora los motivos reales de su falta de concreción.

En suma, ninguno de los hechos fundantes de la demanda, a este respecto, se acredita


con la documentación acompañada;

4 o ) Que, de lo razonado, se colige que no se probó la existencia de daño irrogado al


buen nombre o fama de la compañía actora, y, por consiguiente, no resulta posible
acceder a la demanda de indemnización por daño moral que contempla el libelo de autos,
por lo que se acogerá íntegramente, en esta parte, el recurso de apelación deducido por el
apoderado de la demandada a fojas 164;

5 o ) Que, en lo que hace, al pago de rentas por ocupación, éstas se reducen a 300
Unidades de Fomento, en consonancia con la modificación introducida al fallo de
primera instancia, en la letra d) de la parte expositiva de esta sentencia.

Por estos fundamentos y lo dispuesto, además, en los artículos 144, 169, 170 y 186 y
siguientes del Código de Procedimiento Civil, se revoca la sentencia en alzada de treinta
de julio de dos mil uno, en cuanto por su letra b) fija como indemnización por daño moral
la cantidad de diez millones de pesos ($ 10.000.000), y se declara, en cambio, que se
rechaza esta petición de la demanda, en forma íntegra.
Se confirma, en lo demás apelado, la misma sentencia, con declaración que se reduce a
trescientas unidades de fomento (UF 300), la cantidad fijada como indemnización, en su
resuelvo signado con la letra a), por concepto de rentas que se habrían percibido de no
mediar la ocupación del demandado.

Cada parte pagará sus costas y las comunes, por mitades. Regístrese y devuélvase, con
el expediente y cuadernos a la vista.

Redacción del Ministro señor Silva.

Rol Nº 7.410-2001.
2. DAÑO MORAL RESPECTO DE PERSONAS JURÍDICAS. DAÑO MORAL CON
CONSECUENCIAS PATRIMONIALES POR INCUMPLIMIENTO
CONTRACTUAL

SUMARIO: Resulta fácil pensar que las personas jurídicas sean sujetos pasivos del
daño moral contractual, más aún si tomamos en cuenta el papel, que gracias al
desarrollo económico y tecnológico, ocupan hoy como sujetos de derecho en el ámbito
de las relaciones jurídicas contractuales: no es suficiente sostener que dichos entes
por carecer de naturaleza humana no sean susceptibles de daño moral. Basta que sean
posibles las agresiones derivadas de un incumplimiento contractual que afecten
ciertos derechos de la personalidad como el honor, la reputación, el crédito y la
confianza comercial.

Delimitados los principios y los conceptos, es indispensable determinar en el caso sub


lite si nos encontramos ante un daño moral puro o con consecuencias patrimoniales.

Tratándose de entes despersonalizados incapaces de experimentar dolor, sufrimiento o


padecimiento debemos descartar de plano el daño moral puro y centrarnos en el daño
moral con consecuencias patrimoniales de estas personas al verse afectado su honor,
el prestigio o la confianza comercial de que gozaban dentro del ámbito de sus
actividades.

Tribunal: Corte de Apelaciones de Santiago

Tipo de Recurso: Recurso de Apelación

Rol: 4677-1999

Fecha: 09/12/2003

Cita Online: CL/JUR/543/2003

Estado Procesal: Ejecutoriada, Corte Suprema declaró inadmisible recurso de


casación en la forma (546-2004)

Partes: Import. y Export. J y C Ltda. con COM. Cisandia Chile Ltda.

Ministros: Chevesich Ruiz, Gloria Ana; Dolmestch Urra, Hugo

Abogado Integrante: Herrera Valdivia, Óscar

Redactor: Herrera Valdivia, Óscar

Voces: daño moral - daños y perjuicios - derecho civil - responsabilidad civil -


responsabilidad contractual
Legislación relacionada: Artículo 1556 y artículo 2329 Código Civil.

TEXTO SENTENCIA

Santiago, nueve de diciembre de dos mil tres.

Vistos:

Se reproduce la sentencia apelada de treinta de uno de enero de dos mil uno, escrita a
fojas 309B y siguientes, con las modificaciones que se indican.

En el considerando 4o se sustituye la palabra "hechos" por "hecho"; se agrega un punto


"." después de la palabra "kilos", y se sustituye la frase que comienza "y que parte..."
hasta su término, por la "demandada ha alegado que parte de los locos llegaron en mal
estado a Japón, para no pagar el saldo del precio pactado que se reclama en autos y para
demandar reconvencionalmente".

Se elimina el considerando 13.

Se sustituye el considerando 19º por el siguiente: "Que, acorde a lo ya expuesto, la


compradora tendrá derecho a compensar la suma de $ 11.493.386 al valor de la factura
que adeuda ascendente a la suma de $ 21.484.575".

Se corrige la numeración de los razonamientos desde el signado con el número 19,


pasando a numerarse dicho fundamento como 16º, y el 20º y 21º como 17º y 18º.

Y se tiene en su lugar y, además, presente:

1º ) Que sin texto expreso en nuestro ordenamiento jurídico que se refiera al daño
moral y los términos en que es indemnizable, resulta lógico que la jurisprudencia tome un
rol preponderante en la integración del concepto.

Sólo a contar de principios del siglo veinte la jurisprudencia comienza a pronunciarse


en sentencias que acogen reparación por daño moral; se desarrolla la doctrina que se
fundamenta en lo dispuesto en el artículo 2329 del Código Civil que dispone
imperativamente la reparación de "todo daño", sin distinguir la naturaleza de éste.

En fallo de 30 de mayo de 1950, esta Corte señala: "el daño es todo detrimento,
perjuicio, menoscabo, dolor o molestia que sufre un individuo en su persona, bienes;
libertad, honor, créditos, afectos, creencias, etc. ...". Y agrega, "el daño supone la
destrucción o disminución, por insignificante que sea, de las ventajas o beneficios
patrimoniales o extrapatrimoniales de que goza un individuo". Posteriormente, la Excma.
Corte Suprema, en fallo de 3 de julio de 1951, manifiesta que "el daño moral, afecta a la
psiquis, que se exterioriza emana angustia constante y permanente" y añade el más alto
tribunal en sentencia de 14 de abril de 1954 "el daño moral trae como resultado un
sufrimiento espiritual, un dolor, sufrimiento, desesperación a veces ante una vida
tronchada". En fallo más reciente esta Corte define daño moral como "el menoscabo,
deterioro o perturbación, de facultades espirituales, afectos o condiciones sociales o
morales inherentes a la personalidad" (sentencia de 15 de marzo de 1988).

Como podemos observar, la conceptualización del daño moral se fundamenta en el


sufrimiento, en el trastorno psicológico, en fin, en la afección espiritual.

Parte de la doctrina estima que el daño moral se agota en el ámbito de la personalidad,


se limita al deterioro de los sentimientos sin ninguna consecuencia pecuniaria; pero lo
cierto es que debe reconocerse que, en la actualidad, la dogmática jurídica reconoce lo
que se denomina el daño moral puro y el daño moral con consecuencias patrimoniales,
los cuales deben ser indemnizados, en la medida que se encuentran acreditados.

2 o ) Que es posible extrapolar lo dicho por el legislador en el artículo 2329 a la


responsabilidad contractual. Así lo ha reconocido la jurisprudencia —que en un principio,
tímidamente y ahora con bastante frecuencia— ha dado lugar a la reparación del daño
moral en materia contractual. Basta con recordar causas emblemáticas como "Otaegui
con Banco Español Chile", "Messen con Fisco de Chile".

3 o ) Que sentado lo anterior, nos corresponde determinar si el daño moral en materia


contractual se extiende a las personas morales.

Resulta fácil pensar que las personas jurídicas sean sujetos pasivos del daño moral
contractual, más aún si tomamos en cuenta el papel que, gracias al desarrollo económico
y tecnológico, ocupan hoy como sujetos de derecho en el ámbito de las relaciones
jurídicas contractuales: no es suficiente sostener que dichos entes por carecer de
naturaleza humana no sean susceptibles de daño moral. Basta que sean posibles las
agresiones derivadas de un incumplimiento contractual que afecten ciertos derechos de la
personalidad como el honor, la reputación, el crédito y la confianza comercial.

4 o ) Que delimitados los principios y los conceptos, es indispensable determinar en el


caso sub lite si nos encontramos ante un daño moral puro o con consecuencias
patrimoniales.

Tratándose de entes despersonalizados incapaces de experimentar dolor, sufrimiento o


padecimiento, debemos descartar de plano el daño moral puro y centrarnos en el daño
moral con consecuencias patrimoniales de estas personas al verse afectado su honor, el
prestigio o la confianza comercial de que gozaban dentro del ámbito de sus actividades.

5 o ) Que no obstante lo dicho, todo daño moral puro o con consecuencias


patrimoniales para ser indemnizable requiere que tengan carácter de certidumbre y
realidad, por lo que aquellos que obedecen a meras conjeturas o a una posibilidad no lo
son, pues constituyen, específicamente, daños patrimoniales indirectos.

6 o ) Que revisadas las piezas pertinentes de esta causa en que podría fundamentarse la
indemnización del daño moral —documentos en que consta lo expresado por los señores
Nyuhai y Suzuki en cuanto se había perdido la confianza en el mercado japonés del
molusco loco— carecen de la certidumbre y realidad que toda indemnización requiere.
7 o ) Que el sentenciador posee cierta latitud para determinar el quántum de la
indemnización del daño moral puro por la falta de baremos que permitan al juez un
parámetro para fijar la indemnización.

No sucede lo mismo en el caso sub judice en que las consecuencias patrimoniales del
daño moral debieron ser acreditadas por medio de las pruebas que franquea la ley, lo que
no ha sucedido en la especie.

8 o ) Que, como consecuencia de lo expresado en los motivos anteriores esta Corte


revocará el fallo en lo que a la indemnización del daño moral se refiere.

Por lo razonado se revoca la sentencia de treinta y uno de enero de dos mil uno, escrita
a fojas 309B y siguientes, en cuanto reconoce a la demandante reconvencional el derecho
a que se le indemnice el daño moral y, en su lugar, se declara que sólo tiene derecho a
que se le pague por concepto de indemnización la suma de $ 2.733.960, conforme a lo
establecido en el considerando 14º del fallo que se revisa, y la suma de $ 8.759.876, de
acuerdo a lo razonado en el considerando 15º, esto es, la suma total de $ 11.493.836,
suma que deberá compensarse a la que resulte a favor de la actora principal.

Se confirma en lo demás apelado el referido fallo, con declaración que la demandada


principal deberá pagar a la actora sólo la suma de $ 9.990.743, aten dido a que al monto
total demandado ascendente a la suma de $ 21.484.579, debe descontarse la suma de
$ 11.493.836, por haberse acogido en parte la demanda reconvencional. La referida suma
deberá pagarse debidamente reajustada, conforme a la proporción que haya variado el
Índice de Precios al Consumidor entre el 16 de abril de 1999 y la fecha del pago efectivo,
más los intereses corrientes que se devenguen entre la fecha en que quede ejecutoriada la
presente sentencia y aquélla en que se efectúe el pago.

Se previene que la Ministro señora Chevesich, fue de opinión de no reconocer a la


actora reconvencional el derecho a obtener la rebaja del precio por la suma de
$ 2.733.960, valor que corresponde a la partida dañada, equivalente al 5,6% de la total.
Tiene presente para ello, la circunstancia que la mercadería dañada fue sometida a un
proceso de saneamiento, operación que ascendió a la suma de $ 8.759.876, por lo tanto, al
ser recuperada y vendida en el mercado japonés, la compradora no sufrió perjuicio por
este concepto.

Regístrese y devuélvase.

Redacción del Abogado Integrante señor Óscar Herrera Valdivia.

Dictada por la Sexta Sala de esta I. Corte de Apelaciones, integrada por los Ministros
señor Hugo Dolmestch Urra y señora Gloria Ana Chevesich Ruiz y Abogado Integrante
señor Óscar Herrera Valdivia.

Rol Nº 4.677-1999.

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