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Curso y grupo: 3º B
Curso: 2018-2019
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ÍNDICE
4. CONCLUSIÓN 9
BIBLIOGRAFÍA 10
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1. El Quijote como clave de Maniac
La compleja personalidad de don Quijote y sus locas, pero profundas, aventuras han
servido de modelo para la miniserie protagonizada por Emma Stone y Jonah Hill. De
hecho, el mismo director, Cary Fukunaga, explica que la clave para entender a los
personajes, para entender la historia está en la obra de Cervantes, pues esta «mirrors the
experience of both of the characters»1 (Dockterman, 2018).
En este sentido, podemos empezar a ver, sin profundizar aún en los personajes, que
ambos tienen grandes semejanzas con don Quijote; los dos viven descontentos con su
realidad, tienen visiones y alucinaciones, además de que son personas solitarias que no
encajan en su sociedad. Evidentemente, esta relación puede ser poco convincente sin
pruebas más exactas. Es por esto que los creadores han ido dejando pistas a lo largo de
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Refleja la experiencia de los dos personajes.
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toda la serie para que los espectadores comprendan que El Quijote es clave para entender
lo que sucede.
«del poco dormir y del mucho leer se le secó el celebro, de manera que vino a perder
el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros […] y asentósele
de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas
sonadas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta
en el mundo» (Cervantes Saavedra, 2001: p. 35)
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¿realmente esto significa que don Quijote estuviera loco como cuenta al principio de la
novela el narrador?
Luis Goytisolo en su artículo «La locura de don Quijote» (2005) afirma que «la
locura de don Quijote es real, por mucho que termine recuperando la razón» (p. 61),
mientras que José Saramago (2005) argumenta que «Don Quijote no está loco, que
simplemente finge una locura. De ser así, no tuvo otro remedio que obligarse a cometer
las acciones más disparatadas que le pasasen por la mente». De este modo, queda claro
que hay una gran diversidad de opiniones respecto a si don Quijote estaba loco o en
realidad era el más cuerdo de todos.
A lo largo de la novela, vemos que el único razonamiento para entender las acciones
de don Quijote es que no lo hay, es decir, que este está loco y vive un su mundo de locuras.
Pero los momentos en que el caballero está lúcido, es sensato y razonable nos hacen dudar
sobre esto. Es por ello que se ha llegado a pensar que la de Alonso Quijana era una locura
fingida. Saramago (2005) habla de que Cervantes únicamente dejó creer que don Quijote
tenía ese problema porque sus contemporáneos «se negarían a admitir, con toda
probabilidad, que alguien en su sano juicio anduviera en asuntos de caballerías por esos
mundos de Dios y en esos tiempos, dando y recibiendo lanzadas a cada paso».
De este modo, cabría preguntarse qué entendemos por locura. Es por ello que
Cervantes, en los Capítulos XXIII y XXIV hace algo que nos hará dudar sobre si don
Quijote está fingiendo o no En este momento aparece Cardenio, el cual muestra un tipo
de locura distinta a la de nuestro protagonista, ya que es «un loco de locura clínica, de
locura de manicomio» (Barriga Cassilini, 1983: p. 55). Así, Cervantes compara ambas
locuras para que el lector se dé cuenta de que en realidad la de don Quijote es una locura
de otro tipo, es incluso «una forma de heroísmo, una cualidad admirable» (Goytisolo,
2005: p. 61).
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está en no renovar en sí el felicísimo tiempo donde campeaba la orden del andante
caballero» (Cervantes Saavedra, 2001: p. 569).
A partir de aquí, se adquiere una imagen totalmente distinta del porqué de las
acciones de don Quijote; este añora la realidad pasada y, a través de los libros y de sus
aventuras, intenta volver atrás. Es simplemente nostalgia, una nostalgia que Cervantes
hace legítima convirtiendo al caballero en un loco ante la mirada de sus contemporáneos.
No será hasta mucho más tarde que la crítica dará cuenta del trasfondo real de don Quijote.
De este modo, podemos establecer una relación directa con los personajes de Maniac y
podemos entender, en cierto modo, por qué a ojos de los demás, como ocurría con don
Quijote, Owen y Annie están locos.
Si algo queda claro, es que comparten ese sentimiento de nostalgia por la realidad
anterior y esa voluntad de volver al pasado. En el caso de Annie, esto se debe a la trágica
muerte de su hermana en un accidente. Ambas iban juntas en el coche y acababan de
pelearse cuando ocurrió, algo que Annie nunca pudo perdonárselo. Además, el culpable
del accidente no fue condenado, algo que aumentaba ese querer volver atrás. Lo que llama
la atención, si la comparamos con don Quijote, son sus alucinaciones y cómo vienen
dadas. Con el caballero manchego veíamos que muchas veces se asociaban las imágenes
a otras que él mismo quería ver, como los molinos, pero todo desde el poder de su mente.
En el caso de Annie, vemos un origen de las alucinaciones mucho más relacionado con
la actualidad; esta utiliza las drogas para poder imaginar lo que desea. En este sentido, la
necesidad, la nostalgia es tan grande que necesita esa adicción para poder volver, para
poder desaparecer del mundo donde no quiere estar.
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frenar sus alucinaciones. Es paradójico, pues mientras que una necesita de esa medicación
para huir de su realidad, el otro justamente lo contrario, es sin esas pastillas como llega a
imaginar esa otra realidad. En el caso de Owen, vive inmerso en un descontento continúo
debido al malestar que le produce su familia, pero sobre todo su hermano por el que tendrá
que mentir en un juicio, a pesar de no estar de acuerdo. En este aspecto vemos que el más
cuerdo de su familia, aunque padezca esquizofrenia, es él, pues, siendo su hermano
culpable, son los demás los que se niegan a ver esa verdad y únicamente Owen es
consciente de ello.
Por último, algo que cabe destacar es el gran parecido que tiene este personaje con
don Quijote, pues al igual que el caballero pretendía vivir aventuras y salvar a quien lo
necesitara, en sus alucinaciones Owen está destinado a salvar al mundo, es el único que
puede lograrlo. De modo que, vemos esa voluntad heroica en ambos personajes.
Así, queda claro que el parecido entre los tres personajes es evidente, aunque las
causas y los motivos sean distintos. Todos ellos persiguen una realidad anterior o
diferente debido a las injusticias que han vivido en la propia. Persiguen un cambio a través
de una lucha que «consiste precisamente en no querer dejar de ser loco para no
transformarse en vulgar […], para imponer una ilusión, demasiado grande y profunda ara
ser cuerda» (Rodríguez González, 2005: p. 164)
De este modo, Cervantes pretende que esa confusión que rodea a don Quijote en
todo momento sea experimentada también por los lectores, eso sí, de forma distinta. Luis
Goytisolo (2005) diría que ese sentimiento de extrañez «no es, como en don Quijote, un
síntoma de locura, sino señal de la capacidad de sugestión de la obra. El Quijote está en
un inmenso espacio literario en el que cabe encontrar de todo» (p. 61). Es decir, no es que
estemos locos, es que la obra tiene la capacidad de engañarnos.
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Cervantes toma la realidad como fondo para crear la ficción, pero «la ficción
resultante se transforma en realidad profunda de dimensión humana trascendente. La
frontera entre fantasía y realidad no tiene […] límites precisos» (Rodríguez González,
2005: p. 161). Así, esa aparente realidad que en sí es ficción, pues hablamos de una
novela, es concebida por los lectores como una realidad verdadera, hasta tal punto que no
se sabe distinguir bien dónde están los límites.
Incluso, podemos ver que Cervantes toma como representantes de esa dicotomía a
los propios personajes. Por un lado, Sancho, que encarna a la realidad del momento, a
algo que no tiene nada que ver con lo ficcional. Por otro, don Quijote, que, con su locura,
muestra todas las posibilidades de la ficción.
Como hemos explicado, Owen y Annie se someten a un estudio por el que, a través
de unas pastillas, serán capaces de imaginar otras vidas, de tener nuevas alucinaciones,
de alguna forma, que los saquen de sus realidades. Una de las fases llama especialmente
la atención, pues vemos una mención directa a El Quijote, además de aparecer de forma
explícita esa problemática que subyace a toda la obra y también a toda la serie: la no
distinción entre ficción y realidad.
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encuentran allí con un mismo objetivo: robar el Capítulo LIII de El ingenioso hidalgo
Don Quijote de la Mancha. Según Arlie (Annie), Cervantes decidió no publicar ese
capítulo debido a que, quien lo leyera, ya nunca podría distinguir la ficción de la realidad
y se quedaría en un mundo fantástico. De este modo, vemos cómo se establece una
relación directa con esa supuesta locura que había provocado a don Quijote la lectura de
las novelas de caballerías, pues ahora esa locura sería provocada por la lectura del mismo
Quijote. Así, queda claro que la obra genera una confusión evidente en el lector que queda
perfectamente explicada y representada en Maniac.
Por último, cabe destacar que, del mismo modo que El Quijote puede generar esa
extrañez, en algunos momentos de la miniserie se puede llegar a confundir también la
realidad con la ficción por aprte del espectador. Esa superposición de realidades puede
generar, finalmente, una sensación de que la realidad de Owen y Annie, aunque ficticia,
es verdadera frente a las alucinaciones que solamente son producto de la ficción. Por
tanto, tanto Maniac, como El Quijote suscitan en todo momento una confusión inevitable.
4. Conclusión
Que la obra de Cervantes ha servido de modelo para muchos es evidente, pero lo
que verdaderamente llama la atención de todo esto es cómo influye, pues es su más
profunda complejidad la que verdaderamente deja huella. En el caso de Maniac, queda
claro que la cuestión de la locura y de la dicotomía realidad-ficción sería inentendible sin
El Quijote.
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BIBLIOGRAFÍA
Barriga Casalini, G. (1983). Los dos mundos del Quijote. Madrid: J. Porrúa Turanzas.
Cervantes Saavedra, M. (2001). El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Barcelona: Planeta.
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«Maniac»”. ABC. Recuperado de https://www.abc.es/play/series/noticias/abci-maniac-
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netflix-cary-fukunaga-interview/
González Gandiaga, N. (2005). “La parodia entre la ficción y la realidad en El ingenioso
hidalgo Don Quijote de la Mancha”. Revista Chilena De Literatura, Nº 67 (noviembre
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Goytisolo, L. (2005). “La locura de Don Quijote”. Claves de la razón práctica, Nº 150,
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Rodríguez González, Á. (2005). “Realidad, ficción y juego en El Quijote: locura-
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Saramago, J. (2005). “La falsa locura de Alonso Quijano Otros”. El País. Recuperado
de https://elpais.com/diario/2005/05/22/opinion/1116712806_850215.html
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