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Una mirada al cuadro de Goya, El sueño de la razón produce monstruos, si se ajusta a una
Museo del Prado, permite imaginar a Alonso Quijano recargado en una mesa, su razón
vencida, dormida, arrastrada por la fantasía, por remembranzas de pasiones más que por
los instintos , genera monstruos, representados por ideas irracionales y peligrosas no solo
para la propia mente del que las engendra sino para la gente que lo rodea.
La obra de Cervantes se puede abordar desde la necesidad de crear algo inaccesible que
pueda vivir en el libro. La realidad no es suficiente porque siempre defrauda, los libros de
las funciones principales del quehacer literario: suplantar aquello que se marchita y se
deteriora, por algo que permanece. Viajes al fin, todos los relatos producen esa sensación
locura son la materia prima de la literatura. Se puede estructurar un análisis de Don Quijote
Existen muchas fuentes que relacionan la vida de Cervantes con Quijote como personaje.
En la novela, el autor ironiza sobre sus ideales heroicos de juventud: su juventud en los
paisajes alejados de España, sumergido en el mundo del ideal, del mito, en Lepanto y
Argel. El Cervantes que decide dedicarse a los negocios, o ser recaudador un hombre
práctico, mundano, se asemeja más a Sancho. Esta transmutación ocurre en la novela, por
lo que, de ser sostenido ese carácter autobiográfico, Cervantes no solo es Alonso Quijano,
es también el caballero andante y Sancho. Como lo dice Maetzu: “El recuerdo de la propia
vida, de sus ambiciones, de sus sueños y de sus desventuras tiñe todas las páginas del libro.
abstracto, idealizado.”1
1
Maetzu, Ramiro de, Don Quijote, Don Juan y La Celestina, Visor Libros, Madrid, 2004, p. 57.
EL AMOR COMO RECURSO LITERARIO
LA SANCHIFICACIÓN DE DON QUIJOTE
la segunda parte de la novela. Si el caballero empieza a ver el mundo real, los que lo rodean
relación entre amo y escudero la segunda parte expone su acercamiento, su mayor afecto y
amistad. Se complementan, se necesitan, Sancho asume a veces el papel del amo y Don
Quijote es previsor, cuidadoso, menos arriesgado. Este contraste de perfiles, entre otras
No es menos significativo que en esta segunda parte ya no hace valer don Quijote sus
derechos de caballero andante, y paga sus gastos en las ventas como un ciudadano vulgar. Y
obligado por el don Quijote de la primera, caso claro, si los hay, del dicho nobleza obliga.2
que recupere la razón antes de morir, cuestionando incluso toda la obra, sin embargo, esto
muere sin sentido. La locura explicada no engendra monstruos, el caballero puede morir
tranquilo.
Dadme albricias, buenos señores, de que ya yo no soy Don Quijote de la Mancha, sino
Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de Bueno. Ya soy enemigo de
Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje; ya me son odiosas todas las
2
Madariaga, Salvador de, Guía del lector del Quijote, Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1972, pp. 127-
135
historias profanas del andante caballería; ya conozco mi necedad y el peligro en el que me
pusieron haberlas leído; ya, por misericordia de Dios, escarmentando en cabeza propia, las
abomino.3
diluye, el personaje inventado y asumido por él, se hace atemporal, a pesar de su derrota,
parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en el que yo he caído, de que hubo y hay
3
Cervantes, Miguel de, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, RBA Editores, Barcelona, 1994, p.
1160.
4
Idem, p. 1161.
LA QUIJOTIZACIÓN DE SANCHO
A los ojos del escudero, la imagen de Don Quijote se va transformando conforme su periplo
avanza. La razón, la realidad empieza a diluirse y el hombre material, vano, sin ideales, se
trasmuta primero a partir de la imitación del lenguaje del caballero andante y después en su
Ya sabemos que, al igual de su señor, Sancho se halla dominado por una ilusión concreta, simbólica
de una ilusión abstracta. Para Sancho la ínsula materializa el poder como para don Quijote Dulcinea
personifica la gloria. De aquí su fraternidad, su paralelismo. Pero las líneas de sus respectivos
destinos, que arrancan paralelas, se atraen por mutua simpatía. La estrella de don Quijote influye
sobre la de Sancho y en virtud de esta ley de atracción, vemos cómo nuestro ambicioso en concreto
va poco a poco sintiendo el señuelo de satisfacciones menos materiales. La vanidad, gloria ligera, se
existencia, al hecho de que no solo el hombre se refugia en la ilusión y se inventa una vida
paralela, igualmente esa vida de sueños, ficticia no es suficiente para satisfacer sus
Sin ser social, el principal conflicto, esta transformación modifica radicalmente las
5
Madariaga, Salvador de, Guía del lector del Quijote, Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1972, pp. 127-135.
Así ha de ser, en efecto, pues mientras el espíritu de Sancho asciende de la realidad a la
ilusión, declina el de don Quijote de la ilusión a la realidad. Y el cruce de las dos curvas
tiene lugar en aquella tristísima aventura, una de las más crueles del libro, en que Sancho
encanta a Dulcinea, haciendo que el notabilísimo caballero, por amor de su más pura
ilusión, hinque la rodilla ante la más repugnante de las realidades: una Dulcinea cerril y
harta de ajos.
doncella Dulcinea. Pero Don Quijote, al ver que su dama no es más que una labradora,
Sancho, ¿qué te parece cuán malquisto soy de encantadores? Y mira hasta dónde se
extiende su malicia y la ojeriza que me tienen, pues me han querido privar del
contento que pudiera darme ver en su ser a mi señora. En efecto, yo nací para
ejemplo de desdichados, y para ser blanco y terrero donde tomen la mira y asiesten
6
Cervantes, Miguel de, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, RBA Editores, Barcelona, 1994, p.
689
CONCLUSIÓN
El sueño de la razón produce monstruos, sí. Pero los monstruos producidos en estado de
vigilia quizá sean más atemorizantes. A lo largo de la novela, la figura de Alonso Quijano
se va despojando de los sueños mientras avanza el estado de vigilia. La razón crea también
los elementos necesarios del personaje ficticio, el amor caballeresco, los ideales, los
caballeros andantes, todo ello es producto de la razón, sin duda. Son estos los elementos
que hacen necesario al acto literario, la posibilidad de vivir vidas alternativas, de pelear con
accesorio para dar “realidad” a la fantasía. ¿Cuál es la vida real entonces? ¿El personaje
realidad, asumiendo los diferentes personajes que viven en las páginas de un libro. El acto
escribir lo que se puede palpar, medir, de lo que podemos disponer. Todo se deteriora,
menos las palabras, de ahí la trascendencia y la necesidad de producir los monstruos que no
necesariamente son aterradores. Quizá sea necesario recorrer esos estados de ilusión para
creación, reflejan también el proceso creativo de Cervantes que va todavía más lejos:
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS