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INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA

1. La Teología como acción eclesial


2. Cientificidad de la Teología
3. Método teológico
4. Especialidades teológicas

Referencias bibliográficas

• COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, «Teología hoy: Perspectivas, principios y criterios»


(2012).
• CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción «Donum veritatis» sobre la vocación
eclesial del teólogo, 24.03.1990.
• CORDOVILLA, Á., El ejercicio de la Teología. Introducción al pensar teológico y a sus principales
figuras, Sígueme, Salamanca 2007.
• GONZÁLEZ DE CARDEDAL, O., El Quehacer de la Teología. Génesis. Estructura. Misión, Sígueme,
Salamanca 2008.
• KERN, W.-NIEMANN, F.J., El conocimiento teológico, Herder, Barcelona 1986.
• MORALES, J., Introducción a la Teología, EUNSA, Pamplona 1998.
• ROVIRA BELLOSO, J.M., Introducción a la Teología, BAC, Madrid 1996.
• SEEWALD, M., Introducción a la teología sistemática, Sal Terrae, Santander 2022.
• WICKS, J., Introducción al método teológico, Verbo Divino, Navarra 1996.

Cuestionario

1. Describa la naturaleza eclesial de la Teología.


2. Explique el estatuto epistemológico de la Teología.
3. Describa los principios metodológicos de la Teología: auditus fidei, intellectus fidei,
actio fidei.
4. Indique las principales especialidades teológicas, explicitando sus contenidos y
características
Síntesis Teológica – Introducción a la Teología 2

1. La Teología como acción eclesial


• “La teología es la reflexión científica sobre la revelación divina que la Iglesia acepta
como verdad salvadora universal por medio de la fe” (CTI, La teología hoy, n. 5). La
fe no es primaria ni primordialmente una cuestión de conocimiento, pura teoría. Es
una respuesta global a la revelación de Dios, que implica toda la existencia. Pero
precisamente por ello incluye un momento estrictamente cognoscitivo, en cuanto la
fe puede ser identificada y reflexionada. “Al tratarse de una luz, la fe nos invita a
adentrarnos en ella, a explorar cada vez más los horizontes que ilumina, para conocer
mejor lo que amamos. De este deseo nace la teología cristiana” (LF, n.36).
• La fe, en cuanto conocimiento, ha sido desarrollada históricamente en la Iglesia en lo
que llamamos teología. Por eso, la fe determina a la teología en cuanto al sujeto, al
objeto y al método. “La teología es imposible sin la fe y forma parte del movimiento
mismo de la fe, que busca la inteligencia más profunda de la autorrevelación de Dios,
cuyo culmen es el misterio de Cristo. La primera consecuencia de esto es que la
teología no consiste sólo en un esfuerzo de la razón por escrutar y conocer, como en
las ciencias experimentales. Dios no se puede reducir a un objeto. Él es Sujeto que se
deja conocer y se manifiesta en la relación de persona a persona. La fe recta orienta
la razón a abrirse a la luz que viene de Dios, para que, guiada por el amor a la verdad,
pueda conocer a Dios más profundamente” (LF, n. 36).
• La teología, ciencia de la fe, es el momento en el que el conocimiento creyente se
vuelve crítico. Se refiere a la fe, como su “objeto” o contenido, y es ciencia en cuanto
reúne las características de una disciplina racional rigurosa. Fides quærens
intellectum.
• El sujeto de la teología es la Iglesia, considerada en sus individuos (el bautizado,
llamado a reflexionar la fe), pero también y primero en la comunidad. “La teología
participa en la forma eclesial de la fe; su luz es la luz del sujeto creyente que es la
Iglesia” (LF, n. 36).
• En una clasificación de las acciones eclesiales, para identificarla, distinguirla y
relacionarla, podemos ubicar a la teología en sentido estricto dentro del ámbito
“profético”, donde encontramos también el testimonio y el anuncio, la predicación y
la catequesis. Su especificidad consiste en el pensamiento de la fe. Todas las demás
acciones eclesiales contienen elementos que la teología tiene como objeto. La
teología está llamada a recibir esos elementos de ellas y leerlos inteligentemente, así
como a explicarlas e iluminarlas a partir de su reflexión. No es equivocado llamar a
la sagrada Liturgia “teología primera”, en cuanto la articulación de la fe se contiene
con particular densidad en ella, ni a la caridad como “teología vivida”. Pero en sentido
estricto, la teología es la acción eclesial que presta a la comunidad el servicio del
pensamiento de la fe.

2. Cientificidad de la Teología
• Llamamos “estatuto epistemológico” a la justificación que una disciplina de
conocimiento lleva a cabo de su propia pretensión de verdad.
• Podemos llamar a la teología “ciencia”, pero sui generis. En efecto, ella no es una
ciencia empírica (ciencias naturales y humanistas, que privilegian métodos inductivos
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que tienden a la medición y a la fórmula), ni una ciencia formal (matemáticas y lógica,


que reconocen estructuras ideales y privilegian métodos deductivos), ni una ciencia
filosófica (que radicaliza las preguntas ante la realidad en cuanto totalidad y con
sentido último). No está, sin embargo, al margen de otros niveles del conocimiento,
ni puede prescindir de ellos. Su especificidad la recibe del orden de conocimiento que
maneja. A ello se debe que durante mucho tiempo se le llamara mejor sapientia.
• Manejando un concepto amplio de ciencia, cabe ubicarla como tal. Se trata de una
actividad humana que:
o mira al saber, al conocimiento, más que al hacer (técnica);
o tiene un contenido u objeto material (la revelación cristiana, la
autocomunicación de Dios en Cristo, el misterio de Dios y su plan de
salvación);
o sigue una perspectiva desde la que analiza su contenido u objeto formal (Dios
mismo en cuanto revelado, desde el hecho mismo de la autocomunicación
divina; sub ratione deitatis, “participación en el conocimiento que Dios tiene
de sí mismo” [LF, n.36]);
o procura una perspectiva ordenada, sistemática (buscando la figura cristiana en
su organicidad, sus elementos integrantes y sus relaciones), siguiendo un
procedimiento preciso o método;
o es progresiva y acumulativa (integrando nuevos conocimientos mientras
somos guiados hacia la verdad plena);
o cuenta con instrumentos de verificación (Sagrada Escritura, Tradición,
Magisterio, recepción de sus contenidos, diversos niveles de consenso), y
o es consciente de sus principios subyacentes (entre los que podemos señalar la
misma revelación como fundamental, la sacramentalidad como estructura de
comunicación y la analogía como estructura lógica).
• En la teología se pone en juego la relación entre fe y razón: la fe es razonable, la fe
trasciende la razón, hay comunicabilidad entre fe y razón.
• Identificando los diversos órdenes de conocimiento, la teología está llamada a
relacionarse con distintos ejercicios racionales humanos, tanto interdisciplinar como
transdisciplinarmente.

3. Método teológico
• La fe determina también el método teológico. Por el carácter histórico de la revelación
acogida en la fe (auditus fidei, teología positiva), por dirigirse al ser humano capaz
de pensar sistemáticamente (intellectus fidei, teología sistemática) y por las
implicaciones vitales y operativas de la fe (actio fidei, teología práctica).
• Por método nos referimos a un camino o procedimiento recurrente para alcanzar
resultados. En la teología no se trata de algo automático, pues la teología es también
un arte y su ejercicio no depende sólo de habilidades intelectuales, sino también de
disposiciones espirituales, pero sí es posible identificar dimensiones necesarias para
establecer una disciplina y asegurar su rigor, para garantizar la comunicabilidad entre
diversos acercamientos, para asegurar públicamente un cierto control de sus
resultados y para servir a la acción eclesial en general.
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• Auditus fidei. Si la revelación es histórica, hemos de poder encontrarla en signos de


cultura objetiva. La teología positiva estudia las fuentes en las que se accede a la
realidad revelada: la Sagrada Escritura, como testimonio fundante, consignada por
escrito gracias a la intervención peculiar del Espíritu Santo (inspiración); la Tradición
de la Iglesia, como testimonio portante de la continua transmisión del mismo
contenido revelado en la vida eclesial, asimilado en diversos contextos y que cuenta
también con la asistencia del Espíritu Santo a través del sentido de la fe; el Magisterio
como órgano al interno de la misma Tradición que garantiza, por una singular
asistencia del Espíritu Santo prometida por el Señor, la perseverancia de la Iglesia en
la integridad de la fe gracias a la autoridad apostólica. Se reconocen dos órdenes
diversos de teología positiva, según investiguen la Sagrada Escritura, alma de la
teología (teología bíblica) o las diversas etapas y configuraciones de la Tradición y el
Magisterio (teología histórica). El instrumento principal de la teología positiva es la
hermenéutica, al ubicar los contenidos transmitidos en contextos determinados y
ayudando a su comprensión. La fuerza vinculante (calificación teológica) y la
relevancia de las doctrinas transmitidas (jerarquía de verdades) se reconoce en
referencia a la totalidad de la vida de fe.
• Intellectus fidei. La inteligencia humana tiende a la comprensión de los elementos
que se le presentan, a la integración de los mismos en figuras coherentes, a la
regulación del lenguaje empleado para expresarlos y al cuestionamiento ulterior de
sus significados e implicaciones. La teología sistemática busca presentar los
contenidos de la fe de manera orgánica, señalando sus nexos y detectando sus
fundamentos. Abarca las distintas realidades de la fe. Puede aplicar todas las
funciones de la razón humana y permanece sensible a los instrumentos de la razón
desarrollados en la cultura de cada tiempo, detectando además sus diferencias y
tensiones (dialéctica) y procurando formular las convicciones de fe en lenguajes
pertinentes para la transmisión adecuada del depósito de la fe. Reconoce el grado de
certeza que se adquiere de las distintas doctrinas (dogmática) y a través de la analogía
de la fe articula razonablemente sus contenidos.
• Actio fidei. La fe tiene implicaciones operativas tanto en el ámbito personal como en
el eclesial. Al no reducirse la fe a puro conocimiento, la teología incluye entre los
aspectos que escucha y que intenta sistematizar cuestiones pragmáticas. En cuanto
acciones, tienen su propia organicidad cognoscitiva. Busca responder tanto a la
ubicación contextual de la Iglesia como a las responsabilidades prácticas de la fe, en
su nivel personal (moral) y en su nivel comunitario (pastoral).

4. Especialidades teológicas
• En el estado actual de la vida eclesial, la teología ha conocido un creciente cultivo
de la especialización, generando disciplinas específicas en sus contenidos y
métodos, en su diálogo con ciencias humanas. No obstante, están llamadas a
encontrarse en la unidad de la verdad, a través del cultivo de la
interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad, tanto al interno de las disciplinas
teológicas como con el amplio concierto de las ciencias humanas.
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• Entre las principales especializaciones teológicas podemos señalar hoy:


o La teología fundamental. Heredera de la antigua apologética, que
argumentaba sobre los preámbulos de la fe, hoy ha acentuado su carácter
teológico, tanto al reconocer las condiciones epistemológicas de la
teología en general como propiciando el diálogo intercultural.
o Estudios bíblicos. Tanto en el acceso al texto bíblico en su transmisión
(crítica textual) como en el análisis de sus contenidos, tradiciones y estilos
literarios (exégesis, hermenéutica) y en la presentación orgánica de los
contenidos (teología bíblica), los diversos estudios especializados en la
Sagrada Escritura aportan el referente fundamental obligatorio (“alma”)
de toda la actividad teológica.
o Teología histórica. Las distintas épocas y culturas en las que se ha
transmitido la fe generan también estudios específicos. La patrística tiene
una relevancia particular, por su cercanía temporal y cultural a la
revelación y por haber articulado inicialmente las vivencias cristianas. Las
otras etapas de la historia han generado también estudios propios. El
reconocimiento del desarrollo de las ideas (historia de la teología, historia
de los dogmas) permite una mayor conciencia de los procesos de
maduración teológica.
o Teología dogmática. La organicidad y coherencia de los contenidos de la
profesión de fe ha sido una búsqueda continua desde la antigüedad
cristiana. El establecimiento de las doctrinas, los grados de certeza sobre
ellas, la reflexión sobre sus implicaciones racionales y las cuestiones que
brotan de los contenidos de la fe en confrontación con las culturas, sigue
encontrando en la sistematización de los contenidos de la fe el núcleo
central articulador de todo el pensamiento creyente.
o Teología moral. La dimensión operativa de la vida creyente ha generado
una especialización tanto al considerar las condiciones generales del
actuar del creyente (moral fundamental) como especificando
determinados ámbitos de su ejercicio (moral personal, moral de la vida,
moral social).
o Teología espiritual. Los diversos acentos reconocidos en los modos de
vivir la fe han dado pie a un estudio propio sobre la espiritualidad
cristiana. Se nutre de las antiguas disciplinas de la ascética y la mística,
encontrando su campo de estudio especial en la experiencia cristiana, a
nivel estructural-antropológico, bautismal-cristiano y específico según
estilos y estados de vida.
o Teología pastoral. La práctica secular de la cura de almas ha dado pie a
una reflexión propia sobre la acción de la Iglesia en general, trascendiendo
los niveles inmediatos de las actividades a través de aproximaciones
estrictamente teológicas, de orden eclesiológico y cristológico. Por otra
parte, la práctica de la misión ad gentes elaboró su propio corpus teórico,
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la misionología, que también ha terminado por extenderse a la condición


general misionera de toda la Iglesia.
o Teología litúrgica. La práctica cultual de la Iglesia generó a su vez una
revisión teológica de su propia historia y significado, nutriendo a la
teología en general (lex orandi, lex credendi). Lejos del mero rubricismo,
se trata de desarrollar la conciencia teológica del ars celebrandi.
o Teología ecuménica. El compromiso ecuménico de las iglesias ha dado
pie a la búsqueda de los elementos comunes y diversos en las distintas
confesiones de fe, para procurar el diálogo, resolver en lo posible los
conflictos y asumir tareas en común que son posibles en las circunstancias
actuales.
• La Iglesia católica ha desarrollado también otras especialidades, que guardan una
relación natural con la teología, pero que siguen rutas epistemológicas diversas.
o La historia de la Iglesia estudia el decurso de las comunidades creyentes
siguiendo las reglas de la historia científica.
o El derecho canónico, aún nutrido de teología, estructura su propia
disciplina sirviendo a la pastoral de la Iglesia desde la formalidad del
derecho.
• Además de las especialidades, la teología ha conocido en tiempos recientes
búsquedas innovadoras, que procuran una aproximación al misterio desde claves
de lectura específicas (según el contexto: teología de la liberación, teología
feminista; según el instrumento de estudio: teología hermenéutica, teología
analítica) o abordando teológicamente problemas sensibles para el mundo
contemporáneo en diálogo con otras disciplinas (teología política, teología de las
religiones, ecoteología, psicoteología). Valorando su pertinencia conforme a un
estatuto epistemológico aún en ciernes, en el pluralismo que caracteriza nuestro
tiempo sigue abierto el desafío de la unidad de la fe y la identidad y naturaleza de
la acción estrictamente teológica, que pueda ser un auténtico servicio a la Iglesia
y, a través de ella, a la humanidad.

Dr. Julián Arturo López Amozurrutia

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