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¿QUÉ ES LA TEOLOGÍA?
1. NATURALEZA DE LA TEOLOGÍA
La Teología puede definirse como la ciencia en la que la razón del creyente, guiada por
la fe teologal, se esfuerza por comprender mejor los misterios revelados en sí mismos y
en sus consecuencias para la existencia humana. La actividad teológica es «fides
quaerens intellectum», fe que busca entender, como señala San Anselmo; esta fe
impulsada no por una simple curiosidad, sino por una actitud de amor y veneración hacia
el misterio.
2. OBJETO
Según este autor, el objeto de la Teología y su centro por excelencia es el Cristo místico.
El objeto material de la Teología, observa, es doble: por una parte el objeto principal,
Dios, y por la otra el objeto secundario, las obras de Dios; y entre ellas, como obra
principal, está el hombre. El objeto central de la Teología tiene que abarcar este doble
objeto, y por tanto no puede ser otro que el Cristo total o Cristo místico, pues por un
lado Cristo es Dios y por otro es el Hombre-Dios, con toda la humanidad que se le ha
incorporado. Mientras que la sistematización tomista es teocéntrica, la que propone
Mersch es evidentemente cristocéntrica.
1
Sth 1, q.1.a.7.
Cristo; finalmente es verdad, en el aspecto de nuestra unión efectiva con Dios, que la
vida divina sólo se nos comunica en Cristo y por Cristo. Pero una vez aceptado todo
esto, ¿se podrá decir sin más que Cristo es el objeto formal de la Teología?
Debemos criticar a E. Mersch diciendo que, la Teología, como ciencia del objeto de
fe, tiene que participar en el movimiento y en la orientación de la fe. Pues bien, la fe, en
el último análisis, está totalmente dirigida hacia el Dios Salvador, nuestra fe tiende hacia
Dios que nos ha enviado a su Hijo para demostrarnos su amor. Cristo es aquel en quien
se manifiesta y nos conduce el amor de Dios salvador.
3. SUJETO
El sujeto de la Teología es Dios. Y no solo por parte del objeto material, sino
también por parte de la razón con que se considera, porque «todas las cosas, se tratan en
la doctkkmrina sacra bajo la razón de Dios, o porque son el mismo Dios, o porque están
ordenadas a Dios como a principio y fin».2
4. EL MÉTODO DE LA TEOLOGÍA
2
S.Th. I.q. 1 a 7.
4.1. Desarrollo histórico
Método es precisamente vía o camino intelectual hacia un campo determinado del saber
humano; el método debe ser adecuado a la naturaleza que se busca, es decir, adecuado al
carácter del objeto. No existe un método único para penetrar en una determinada zona
del saber, aunque habrá siempre métodos más fructíferos que otros, y cabe el
descubrimiento de métodos nuevos.
Período escolástico (s. VI-XIV): los escolásticos entienden la sacra doctrina como la
elaboración deductiva y sistemática del saber creyente, es decir, como el sistema
orgánico de conclusiones deducidas de los principios revelados.
Se llama teología positiva al que realiza la primera tarea, y teología especulativa a la que
se ocupa de la segunda. La positiva analiza lo que se denomina auditus fidei, es decir,
del conjunto de datos, afirmaciones y comunicaciones que forman el depósito revelado,
para examinarlos con detalle y descubrir el sentido preciso de cada uno, examina con
detalle y rigor las fuentes propias del quehacer teológico, que son principalmente la
Sagrada Escritura y la Tradición. La teología especulativa se ocupa del intellectus fidei,
es decir, de comprender los datos y articularlos en un edificio intelectual coherente. Son
dos aspectos indispensables y complementarios de la Teología.
5. FINALIDAD DE LA TEOLOGÍA
El medio por el que Dios se vuelve accesible a la Teología es la revelación que nos
da sobre sí mismo. En el plano subjetivo, la luz de la Teología es la razón iluminada por
la fe, con una luz que resulta de la empresa de la razón y de una acción sobrenatural de
Dios, que hace naturalizar al hombre con el mundo del Evangelio.
Período patrístico: Abarca desde finales desde finales desde el siglo I, con los Padres
Apostólicos, los apologistas, los escritores eclesiásticos y los Santos Padres. Los Santos
Padres representan un modo concreto de hacer teología, pues aúnan la confesión vivida
como una ciencia teológica reflexiva y razonada.
Denominada Lectio o sea, “lectura” del texto de un autor autorizad, bien sea de la
Escritura. En general, los reconocidos teólogos de estos siglos escriben amplias obras-
comentarios al Maestro de las sentencias.
A mediado del siglo XX se discutió sobre las corrientes teológicas que habían
tomado cuerpo a partir del período anterior, que se trataba de la “teología especulativa”
y la “teología positiva”. Pero el papa Pío XI, ya en 1931, llamó a la unión de ambos
métodos: “Expones la sagrada teología según los métodos positivo y escolásticos”.
7.1 La Cristología
(b) Las Personas divinas son realmente distintas entre sí. Dios es único pero no
solitario. Las Personas son distintas entre sí por sus relaciones de origen.
(c) Las Personas divinas son relativas unas a otras. En ellas todo es uno donde no
existe oposición de relación.
Santos Padres: sin esa pluralidad en la unidad, Dios sería un ser supremo solitario
que necesitaría del mundo, perdiendo así su ser divino. Para los Padres de la Iglesia, la
confesión trinitaria es la figura concreta del monoteísmo cristiano.
7. 3. Mariología
La Virgen María es, pues, la persona humana que, de un modo voluntario y libre,
coopera activamente en la Encarnación del Verbo y en su proyecto salvador. En
consecuencia esa mujer, la Virgen María es un momento esencial de esta historia
salvadora. Ahora bien, la Virgen María entra en la consideración teológica porque un
papel decisivo en la salvación de los hombres llevada a cabo por Jesucristo, que es lo
que define la especificidad cristiana. Los Santos Padres han destacado en todo momento
el sentido de la respuesta afirmativa a esa respuesta al plan divino.
Por ello, la Virgen María no es solo objeto de devoción, sino de reflexión teológica,
o sea de discurso racional en torno a Dios, puesto que la realidad del Verbo Encarnado
incluye también la maternidad virginal de María. Siendo la teología mariana mantiene
una íntima relación con el misterio de la Trinidad. Hay tres puntos clave en este tratado
mariológico: a) la exposición rigurosa de su papel en el proceso salvador de la
humanidad, b) el estudio sobre el ser y las gracias de las que María ha sido adornada por
la Trinidad beatísima y, c) la explicación de los misterios que entraña su vida, o sea, los
dogmas marianos.
La teología dogmática de la Iglesia pretende dar una visión total de la misma; desde el
punto de vista de la fe intenta hacer un amplio análisis que tenga en cuenta todos los
elementos esenciales para comprender la Iglesia. La ciencia dogmática parte de la
autocomprensión creyente de la Iglesia de su época. La Dogmática ve la Iglesia bajo su
aspecto de signo, pero desde un punto de vista distinto, ya que trata de interpretar la
significación de la Iglesia para demostrar el origen divino y la legitimación de su
afirmación de que es la Iglesia de Cristo. El teólogo dogmático entra en la casa misma y
explica su magnificencia interior a base de lo que la Iglesia enseña y predica de sí
misma.
BIBLIOGRAFÍA
http://verdadescristianas.blogcindario.com/2009/12/02429-cual-es-la-finalidad-de-la-
teologia-que-podemos-esperar-de-ella.html 28/07/ 2015
http://www.uprait.org/sb/index.php/ecclesia/article/viewFile/785/577 28/07/15
M. SCHMAUS, Teología Dogmática, t. IV: La Iglesia, Rialp, Madrid 1960.
GONZALEZ GIL, M. M., Cristo y el misterio de Dios, BAC, Madrid, tom. I y II, 1976.
Es muy cierto que la Teología es tan antigua como la misma fe, de tal modo que la
Teología es tan antigua como la fe misma, de tal modo que la Teología hunde sus raíces
es en la generación apostólica. Desde esta perspectiva podemos hablar de la Historia de
la Teología desde la Teología neotestamentaria, Teología bíblica, teología paulina.
Podemos decir que todo el conjunto de los libros que componen la Sagrada Escritura
contienen una Teología específica.
Pero es hasta el siglo II que surgió lo que ya puede considerarse una obra Teológica
en sentido estricto. Por motivo de las diversas critica dirigidas a la fe cristiana por parte
de autores paganos provocaron la aparición de la literatura apologética o de la defensa,
un dialogo entre fe y razón, podríamos decir que nacieron de la necesidad pastoral
culturales del momento. Un ejemplo claro es San Irineo con su obra Adversus Haereses,
cuya intensión al escribirse es una apología frente al gnosticismo, la simplicidad de la fe
del creyente. Muchas obras de los santos Padres nacen con ocasión de un hecho
circunstancial: la aparición de una herejía o la necesidad de aclarar una cuestión relativa
a la fe.
A. La Teología monástica
Era una Teología como continuación de la lectio divina; como una nueva manera de
estudiar la Biblia. El maestro procuraba verter en el alma del discípulo una experiencia
espiritual, era una ciencia del corazón.
Se destacan en este periodo las “escuelas bíblicas” (s. XII) por medio del estudio
basado en las glosas bíblicas. Estas constaban de tres columnas por páginas: el texto
bíblico en el centro, en los márgenes de derecha e izquierda contenía lugar para las
glosas marginales que contenían citas de los Santos Padres.
Los máximos exponentes son Abelardo, San Anselmo de Cauteberry, Hugo y Ricardo
de San Victor. La dialéctica es el uso de la razón humana y filosófica en afirmaciones
de la fe, de tal forma que intente dar explicaciones en afirmaciones de la fe, intentando
dar explicaciones inteligibles de las afirmaciones que creemos.
C. La alta escolástica (Teología del siglo XII-XIV)
La primeras summae del siglo XII. Desde la escuela de San Victor se había
comenzado a sistematizar los conocimientos teológicos, es ejemplo: Des sacramentis
christianae fide. Graciano nos regala una compilación Corcondia discordantium
canonum, Pedro Lombardo utilizaba un método distinto, con una forma distinta de
ordenar los conocimientos teológicos acerca de los misterios divinos. De su autoría es la
obra “Los cuatro libros de la Sentencias. En tal obra realiza un revolucionario esfuerzo
para poder determinar un nueva división. Estima que hay que prestar atención a los
signos. Estos serían los sacramentos. Sintetiza los conocimientos mediante cuatro
distribuciones: Dios; la creación, el hombre, la gracia, el pecado original; cristología y
soteriología; sobre los signos o sacramentología; se agrega un apéndice sobre los
novísimos o postrimerías del hombre.
D. La Baja Escolástica
Comprende los siglos del 1300 al 1500, época en parte creadora y en parte de
decadencia, en el que la reflexión se escinde en disputas entre escuelas y, en ocasiones,
se pierde en disquisiciones alejadas de los núcleos centrales de la fe; la separación y
divorcio entre razón y fe fueron mayores, así como entre filosofía y teología. La filosofía
se separará de la teología y la ciencia comenzará su apogeo.
E. La Escolástica Renacentista
E. La Escolástica Barroca
Se extiende desde mediados del siglo XVI hasta el siglo XVII, en el que después de
algunas figuras relevantes, como Domingo Báñez y Francisco Suárez— se inicia un
período de fuerte decadencia.
Los desarrollos especulativos, propios del método escolástico desde sus inicios,
constituyen uno de sus mayores méritos, pero también, cuando se absolutizan, uno de
sus riesgos. De hecho fueron, con el pasar de los años, no sólo ampliándose, sino
complicándose, precipitando así la crisis que la Escolástica conoció al final del período
bajomedieval. Frente a los abusos de esa escolástica decadente reaccionó la teología
renacentista propugnando una vuelta a las fuentes, que tuvo considerable influjo. El
método especulativo se mantuvo no obstante en primer plano y, en la escolástica
barroca, volvió a ser preponderante, aunque sin olvidar del todo la herencia recibida del
humanismo. No obstante, al avanzar el siglo XVII la Escolástica dio claras señales de
haber entrado en un período de estancamiento. Ese hecho, y sobre todo la profunda crisis
espiritual que agitó a la Europa de esos años, constituyen el antecedente de la tercera
época que cabe distinguir en la historia de la Teología.
Los años que siguieron al Concilio Vaticano II han sido extremamente productivos para
la teología católica. Nuevas voces teológicas han surgido, especialmente las de los
laicos, hombres y mujeres; teologías procedentes de nuevos contextos culturales,
particularmente de Latino América, África y Asia; nuevos temas de reflexión, tales
como la paz, la justicia, la liberación, la ecología y la bioética; tratados de profundidad
mayor sobre temas ya conocidos, gracias a la renovación de los estudios bíblicos,
litúrgicos, patrísticos y medievales; y nuevos espacios para la reflexión, como el diálogo
ecuménico, interreligioso e intercultural. Todos ellos son avances esencialmente
positivos.
BIBLIOGRAFÍA
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/
rc_cti_doc_20111129_teologia-oggi_sp.html
1. FUENTES DE LA TEOLOGÍA
Se considera fuentes teológicas a los elementos religiosos que alimentan la teología. Son
los lugares donde los teólogos encuentran materia para su trabajo.
1.1 . La Sagrada Escritura
La Sagrada escritura se constituye como “el alma de la teología” (DV 11), porque es el
punto de partida y el eje sobre el que gira toda la reflexión y el quehacer teológicos. Su
importancia capital radica en que es la Palabra de Dios escrita bajo la inspiración del
Espíritu Santo, que contiene el mensaje de salvación y que revela el deseo de Dios de
autocomunicarse a los seres humanos para ofrecerles la vida divina.
A. Canon bíblico
Se entiende por cano bíblico, el conjunto de libros que la Iglesia ha estimado como base
de la doctrina, por su carácter de inspirados bajo la acción del Espíritu Santo.
El canon de la Iglesia católica está compuesto por los libros del Antiguo
Testamento, que incluyen los libros del canon judío y los llamados deuterocanónicos
(Tobías, Judith, Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc y parte de Daniel), y por los
libros del Nuevo Testamento, propuestos desde el siglo IV, dentro de los que sobresalen
los Evangelios puesto que “contienen el testimonio más importante de la vida y doctrina
del Verbo encarnado, nuestro Salvador” (DV 18).
El criterio que influyó en mayor medida para la formación del canon bíblico
cristiano fue:
B. Inspiración bíblica
La interpretación bíblica debe tener muy encuentra el género literario de cada libro
sagrado, debe considerarse si el texto es crónica, himno, elegía, parábola, narración
popular, discurso sapiencial, etc. Así el estudioso estará en condiciones de determinar su
sentido preciso y lo que ha pretendido el autor sagrado al escribirlo. Muy unido a los
géneros literarios va unido los diversos sentidos de la Sagrada Escritura, que suele
hablarse de:
Sentido literal o histórico: expresa la intención directa del autor humano, deriva de
su significación normal y corriente de las palabras usadas por el escritor sagrado.
Se desarrolló en el s. XIX y destaca que Marcos como evangelio más antiguo, indica la
existencia de una fuente de dichos de Jesús, y la utilización de esta fuente en la
redacción de los Evangelio según San Mateo y según San Lucas.
c. La historia de la redacción
Los defensores de este método tratan de demostrar que los evangelistas no eran ni
compiladores ni cronistas corrientes, sino verdaderos teólogos que han impreso su sello
propio a los Evangelios que escribieron. Si la historia de la forma estudia los distintos
géneros literarios de la Biblia y las normas relacionadas con ellos, la historia de la
redacción estudia cómo se utilizaron esas unidades literarias para hacerlas servir a la
intención del autor. m
1.2. La Tradición
A. Contenidos de la Tradición
Para los Padres, es regla de verdad cristiana: todo lo que trasmite la Iglesia desde
los Apóstoles y está conforme a su doctrina.
a. Testigos de la Tradición
Los Padres de la Iglesia: asistidos e inspirados (no de la misma manera que los
hagiógrafos) por el Espíritu, poseen una viva conciencia católica, un hondo sentido del
misterio divino; su consenso unánime constituye regla cierta para interpretar la Sagrada
Escritura.
El depósito revelado es confiado a toda la Iglesia, lo que exige la comunión de los fieles
con los pastores; el Espíritu Santo suscita y vivifica en la comunidad la capacidad de
escucha sobrenatural, para que la Revelación pueda ser entendida, profundizada,
custodiada y trasmitida fielmente; así, la Iglesia toda tiene la misión de proponer la única
Palabra de Dios, adaptada al momento histórico presente, como profesión de fe y como
praxis de vida.
Sin embargo, entre todos los fieles de la Iglesia, sólo los sucesores de los Apóstoles,
a quienes Jesús entregó en forma privilegiada las verdades reveladas, se convierten en
testigos cualificados e intérpretes autorizados del depósito de la fe.
El Magisterio jerárquico -el Papa y los Obispos- como portador legítimo de la sucesión
apostólica, tiene como función propia, la de interpretar auténticamente el depósito de la
fe, puesto que en la Iglesia, son los doctores auténticos y oficiales, a quienes por encargo
del mismo Jesús, se les confió la tarea de dar a conocer a los fieles de la Revelación
divina.
Antes, de hablar sobre esta temática tan importante en la labor teológica es conveniente
dar una definición de dogma. Al definir al dogma, se afirma su carácter cognoscitivo, la
teología se distancia de la interpretación meramente simbólica o practica de los
enunciados dogmáticos. Por una parte se trata de una verdad que es alcanzada y
presentada mediante formulaciones lingüísticas, y por otra, del cambio o progreso de las
circunstancias históricas de su formulación. Los dogmas se dan siempre en forma de
enunciados, proposiciones, formulaciones o afirmaciones; es decir, expresan
lingüísticamente un contenido de la revelación.
Por esta vía, el dogma, en cuanto elemento de la tradición, es también testimonio del
Evangelio, de forma que se conoce el Evangelio pasando de largo por el dogma. Al ser
el Evangelio siempre más rico que el dogma, este se muestra testigo del Evangelio en la
medida en que es capaz de integrar nuevos aspectos del Evangelio que no tenían que ser
necesariamente deducibles de las premisas del dogma actual. La oposición Evangelio-
dogma carece, en consecuencia de fundamento y adolece una notable insuficiencia
cristológica. Si se admite en cambio, que el Evangelio se conoce por la Sagrada
Escritura y la Tradición, el dogma entra naturalmente en la secuencia de la captación y
comprensión del mismo Evangelio. Dicho en otras palabras: si es la Iglesia la que recibe
el Evangelio, la Iglesia misma es la que da lugar a los dogmas.
La interpretación que actualiza los dogmas está pues, inspirada y guiada por la
acción del Espíritu Santo en la Iglesia y en el corazón de cada cristiano; implica el
esfuerzo del creyente; mantiene una relación viva con la vida de la fe y la sabiduría
interior que brota de la experiencia espiritual y en este caso es de particular interés el
testimonio de los santos; tiene lugar dentro de la comunión, a la que la interpretación
enriquece.
El Magisterio tiene como tareas guardar fielmente y declarar de modo infalible las
doctrinas de la fe. Su misión no es acuñar nuevas doctrinas, sino ser el portavoz
autorizado de la doctrina de Cristo. El Magisterio es un aspecto crucial de la tradición de
la Iglesia, que es una tradición viva. Es decir, supone que la doctrina cristiana se
desarrolla en el tiempo sin modificar o alterar su esencia. Este desarrollo hace necesaria
la existencia de una autoridad doctrinal que garantice su recto curso, de modo que nunca
suponga corrupción de las doctrinas.
Una vez dicho lo anterior, se debe reconocer, sin embargo, que para la interpretación
de los dogmas dé lugar a un auténtico, desarrollo dogmático, se precisa que la “nueva”
interpretación, sea cual sea, su origen (carismático, doctrinal, espiritual…) sea
formulable y conocida. Blondel, por su parte, sintetizó este paso de la vida del
conocimiento mediante el principio “de lo implícito vivido a lo explicito conocido”. A
pesar de lo feliz de la formula, no es difícil observar que sigue pendiente la mediación de
un principio entre lo vivido y lo conocido. La regla que mantiene la identidad en el paso
de uno a otro es, sin duda, la acción del Espíritu Santo.
Por eso mismo son necesariamente relativas y abrazan sólo una parte del misterio.
En consecuencia, los dogmas tienen que ser considerados sólo como caminos a través de
los cuales el hombre se mueve realmente al encuentro de la gratuita autocomunicación
de Dios. En este sentido, son un fenómeno escatológico radicalmente abierto al futuro.
BIBLIOGRAFÍA
https://lajovel.files.wordpress.com/2013/07/historia-de-las-doctrinas-cristianas-louis-
berkhof.pdf
En nuestro estudio sobre la Teología como ciencia, hemos afirmado que la Teología
por su objeto material y formal (Dios) y por su certeza es superior. No es que sea una
certeza por motivos estadísticos sino por la verificación o falsificación de sus
conclusiones de la teología, ya sea la valoración intraeclesial (Escritura, Tradición,
Magisterio). Por otro lado no se puede olvidar la valoración extrínseca que le ofrece la
razón humana.
La Iglesia enseña que la fe es una gracia que es infundida como virtud sobrenatural
por Él (cf. CEC 153), el creer también es un acto humano que no es contrario a la
libertad ni a la inteligencia del hombre porque se adhiere a las verdades reveladas (cf.
CEC 154). «Creer es un acto del entendimiento que asiste a la verdad divina por imperio
de la voluntad movida por Dios mediante la gracia» (CEC 155).
A pesar de que la fe está por encima de la razón no puede haber desacuerdo entre
ellas, pues el mismo Dios revela los misterios y comunica la fe, ha hecho descender en
el espíritu humano la razón, pues la fe es comprendida.
Esta función trata de resolver las dificultades o las dudas a través de la razón. No es
permitido un razonamiento en contradicciones de fe y de razón. La verdad entre fe y
razón debe de ser un aportarse mutuamente. Explicar con exactitud la verdad de la fe
evitara fracasos sobre los enunciados de la razón eliminando aportes contradictorios.
BIBLIOGRAFÍA
http://www.mercaba.org/VocTEO/I/inteligencia_de_la_fe.htm
V. ECUMENISMO
1. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA CUESTIÓN ECUMÉNICA
A. Asociaciones cristianas
Al final del siglo XVIII, surgieron en Europa fenómenos políticos, sociales y culturales
como la Revolución Francesa, el racionalismo, la revolución industrial, el capitalismo, el
socialismo y el liberalismo, que exigían una postura de las Iglesias. Este
posicionamiento fue diferente para cada Iglesia, entre la segregación y la condenación de
la realidad social por un lado, y la integración y el diálogo con esa realidad, por el otro
lado.
Tales iniciativas prepararon el terreno para que las Iglesias realicen debates sobre la
relación entre misión y unidad (Londres, 1888; New York, 1890). Se sentía la necesidad
de cooperación, del testimonio común, de la interacción ecuménica en los proyectos
misioneros confesionales. De esta forma, se llegó al gran evento que marca, de hecho, el
origen del movimiento ecuménico moderno: la Conferencia Misionera Internacional
realizada en Edimburgo en 1910.
El Consejo Mundial de las Iglesias realiza sus actividades de muchas formas y a través
de diferentes medios, como el Instituto Ecuménico de Bossey, la oficina del Consejo de
New York, el departamento de comunicaciones, con sus boletines, revistas, libros y
grabaciones en diferentes lenguas, así como la biblioteca que posee en su sede en
Ginebra.
El Concilio del Vaticano II (1962-1965) tuvo como uno de sus principales objetivos
promover la unidad de los cristianos (Unitatis redintegratio, n. 1). En la intención del
papa Juan XXIII, el ecumenismo no es un tema de segunda importancia, sino uno de los
elementos que configuran la Iglesia a conciliar en su ser y en su accionar. El Vaticano II
fue un hecho ecuménico. Así lo mostraron sus objetivos, la explicación de las
dimensiones ecuménicas de las diferentes temáticas del concilio, la presencia de los
observadores cristianos no católicos romanos en la Asamblea de los padres conciliares.
La publicación del Decreto sobre el Ecumenismo, Unitatis Redintegratio, el 21 de
noviembre de 1964, fue la mayor expresión de la convicción ecuménica de la Iglesia
conciliar.
El día 5 de junio de 1960, el papa Juan XXIII instituyó el Secretariado para la Unidad de
los Cristianos para ayudar a la Iglesia católica a mejorar la integración en el movimiento
ecuménico, contribuyendo para que todos los cristianos encuentren “más fácilmente la
ruta para alcanzar aquella unidad por la cual Cristo rezó” Estos diálogos fueron oficiales,
porque estaban autorizados por las respectivas autoridades eclesiásticas que nombraron
delegados para tratar de cuestiones doctrinales, buscando superar las divergencias en la
compresión y la vivencia de la Fe en el evangelio y en la iglesia. Las comisiones
nacionales y diocesanas para el ecumenismo Esta directiva, muchas veces aplicada
individualmente por los Obispos por Sínodos de las Iglesias Orientales Católicas o por
Conferencias Episcopales, fue incluida en los Códigos de Derecho Canónico (can. 755).
Sin embargo, se orienta para que en cada conferencia episcopal exista alguna
organización, comisión o sector, que motive la recepción y vivencia de las orientaciones
ecuménicas del Concilio.
- Cristo antes de ofrecerse así mismo pidió padre que «todos sean uno, como Tú,
Padre, estás e mí y yo en Ti, para que también ellos sean uno en nosotros, y el
mundo crea que Tú me has enviado» (Jn 17,21). También instituyó la Eucaristía,
que significa y realiza la unidad de la Iglesia. (Cf. UR 2)
- El Espíritu Santo, que habita en los creyentes por el bautismo, llena y gobierna
toda la Iglesia, efectúa la unión de todos los fieles y los congrega en Cristo.
- Los que ahora nacen en las comunidades separadas, no son responsables de esa
dicha separación. La Iglesia los abraza con especial respeto y amor, pues quien
ha sido bautizado debidamente, queda constituido en una cierta comunión,
aunque no perfecta, con la Iglesia católica, son hermanos en el Señor. (Cf. UR 3)
- «Aunque creamos que las Iglesias y comunidades separadas tienen sus defectos,
no están desprovistas de sentido y de valor en el misterio de la salvación, porque
el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvación,
cuya virtud deriva de la misma plenitud de la gracia y de la verdad que se confió
a la Iglesia» (UR 3)
- «Solamente por medio de la Iglesia católica de Cristo, que es auxilio general de
la salvación, puede conseguirse la plenitud total de los medios salvíficos.
Creemos que el Señor entregó todos los bienes de la Nueva Alianza a un solo
colegio apostólico, a saber, el que preside Pedro, para constituir un solo Cuerpo
de Cristo en la tierra, al que tienen que incorporarse totalmente todos los que de
alguna manera pertenecen ya al Pueblo de Dios» (UR 3)
- «Las Iglesias que no están en perfecta comunión con la Iglesia católica pero se
mantienen unidas a ella por medio de vínculos estrechísimos como la sucesión
apostólica y la Eucaristía válidamente consagrada, son verdaderas iglesias
particulares. Por eso, también en estas Iglesias está presente y operante la Iglesia
de Cristo, si bien falte la plena comunión con la Iglesia católica al rehusar la
doctrina católica del Primado, que por voluntad de Dios posee y ejercita
objetivamente sobre toda la Iglesia el Obispo de Roma» (DI, 17).
(2) «Fuera de su recinto visible» (UR 3), hay verdaderos bienes de santidad y verdad
(«elementa seu bona Ecclesiae»).
(3) Por estos bienes, las Iglesias y comunidades son verdaderas mediaciones de
salvación (en realidad, es la única Iglesia de Cristo la que actúa por medio de esos
«bienes» salvíficos).
(4) No obstante, carecen de la unidad visible querida por Cristo, y sus miembros se
hallan en comunión imperfecta o no plena.
(5) A nivel de los «cristianos separados» individualmente, el Decreto quiere dar relieve
positivo al sustantivo «cristiano»: la fe y el Bautismo como elementos de comunión
cristiana, real y existente, aunque imperfecta por la separación.
Una de las dificultades doctrinales más difícil es la del Filioque. Frente a eso, y para
caminar hacia la unidad, la Iglesia Católica reconoce la legitimidad y la normatividad de
la primitiva formulación de 381; aunque el Filioque puede dar lugar a malosentendidos,
no está en contradicción con la profesión de fe de 381. La Iglesia también tiene la
convicción de que el Padre es fuente de toda la Trinidad.
El único problema teológico que se debate seriamente entre las Iglesia ortodoxas y la
católica es, aparte de la cláusula Filioque introducida en el texto del credo, es el primado
del obispo de Roma, que además de los fundamentos doctrinales, es una problemática
histórica. El principal problema planteado aquí es el de la comprensión de communio; el
núcleo de los que nos separa: por una parte, el ministerio petrino y una concepción
universalista de la Iglesia; y por otra, la idea de autocefalia de las Iglesias nacionales.
El diálogo que más ha progresado es con los luteranos y con la comunidad anglicana.
Con la Federación Mundial Luterana en 1999 se firmó la Declaración conjunta sobre la
doctrina de la justificación. Sin duda alguna, todavía hay una serie de problemas no
resueltos sobre el problema de la justificación.
Por eso, las comunidades nacidas de la Reforma no tienen estructura episcopal sino
sinodal-comunitaria y presbiteral; el ministerio episcopal se entiende teológicamente
como un ministerio presbiteral con la función de gobernar la Iglesia, siendo tal
concepción de más arraigo en los calvinistas que en los luteranos.
Hoy en día nos encontramos ante dos principios distintos. Por una parte, el principio
episcopal, inspirado en la tradición de la Iglesia antigua y orientado a lo universal, de los
anglicanos y de algunos luteranos; y por otra parte, un principio presbiteral más bien
local y centrado en la comunidad. En la actualidad, nuestros interlocutores nos envían
diversas señales, y hoy por hoy no es fácil para nosotros comprobar en qué dirección se
mueven en lo eclesiológico.
Así pues, en lo relativo al diálogo con las comunidades nacidas de la Reforma, las
cuestiones que, una vez aclarada la doctrina de la justificación, siguen sin resolver son
sobre todo las que conciernen a la eclesiología.
BIBLIOGRAFÍA
http://www.teologiamoral.com/ecumenismo/Clases03_4.htm
VI. TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN O TEOLOGÍA
LATINOAMERICANA
Por otro lado se puede decir que es un fenómeno complejo que abarca las posiciones
radicalmente marxista o la responsabilidad del cristiano respecto a los pobres. Se puede
hablar entonces por medio de una acepción más restringida, identificada más a aquellos
teólogos que de alguna manera han hecho la opción fundamental marxista.
Por otro lado la crítica de la tradición por parte de la exegesis evangélica moderna,
especialmente por Rudolf Bulmann y de su escuela, se convirtió en una instancia
teológica que era inconmovible. Modificó la historia espiritual. Agregarle a ello la
situación de reconstrucción que vivía occidente causado por la II Guerra Mundial, ante
el fracaso del existencialismo el neomarxismo se presenta como impulso moral que
imprime una promesa cargando de sentido la vida misma. El marxismo, con los acentos
religiosos de Bloch, las filosofías de Horkhemer, Habermas y Marcuse ofrecieron
modelos de acción de la miseria en el mundo, ayudando a actualizar el mensaje bíblico.
A. Concilio Vaticano II
B. Medellín
C. Puebla
Viviendo Puebla un camino de diez años después de Medellín quiere valorar cuanto ha
hecho la Iglesia, unido a esta intensión está la publicación de la ya conocida Evangelii
Nuntiandi de Pablo VI, por lo que se proponen como objetivo “El presente y el futuro de
la evangelización en América Latina”, sabiendo que lo único que ofrece es al mismo
Cristo, invitando y construyendo todos los juntos la civilización del amor. La Iglesia
Latinoamericana es consciente que su evangelización como opción primordial son los
pobres como lo han venido viviendo durante los diez años después de Medellín. Es
consciente que tal espíritu se desvirtuó causando hostilidad para con el otro. Se
comprueba que los pobres han sido víctima de vejaciones, no todos se han
comprometido con los pobres, pocos se preocupan o son solidarios. La Iglesia
latinoamericana lo practica porque el mismo Jesús evangelizó a los pobres, ellos
merecen una atención preferencial. Invita a tener como modelo de vida la pobreza como
lo vivieron los pobres de Yahvé, la Virgen María y San Pablo (1148). Es una mística
que invita a la apertura confiada en Dios, es una vida sencilla, sobria y austera.
3. CARACTERÍSTICAS
Pero ¿qué es ser libre? Ser libres es quien puede hacer lo que quiere sin ser impedido
por ninguna coacción exterior, gozando de una plena independencia, tiene que buscar
una libertad donde deba de aprender a que la voluntad concuerde a su naturaleza. Es
liberarse para el Bien, en el cual solo recibe la Felicidad, es libre el hombre cuando llega
al conocimiento de lo verdadero que llega a guiar la vida misma. Es la elección del bien
moral, debe tender hacia el Bien supremo a través de los bienes que están en
conformidad con las exigencias de la naturaleza y de su vocación divina.
Los obispos en Medellín afirmaron que no podían quedar indiferentes a las injusticias
sociales existentes en Latinoamérica, en la mayoría de los casos mantienen en la pobreza
en muchos de los casos en la miseria. Los obispos y los sacerdotes tienen lo necesario,
también tiene una cierta seguridad, mientras los pobres carecen de lo indispensables.
4. LUGARES TEOLÓGICOS
Después del Concilio Vaticano II se produjo una nueva situación sobre el quehacer
teológico, la tradición existente hasta entonces como no aceptable, era necesario buscar
a partir de la Sagrada Escritura y de los signos de los tiempos una nueva orientación
teológica y espiritualmente nueva.
La apertura al mundo ella no sola puede formar un lugar teológico. Lo hace junto a la
interpretación que está invitado a hacer. Si antes la clave de la hermenéutica lo hacia la
Iglesia en su totalidad, para la Teología de la Liberación el papel lo asume la comunidad,
ella va a determinar la interpretación de la Escritura. Ellos son los principales
protagonistas del proceso de liberación que se va gestando poco a poco.
5. METODOLOGÍA Y HERMENÉUTICA
5.1. Metodología
En el quehacer teológico, como en toda actividad humana, hay una serie de presupuestos
en los que se apoya y que le sirven de inspiración y de criterio. Estos son: la primacía de
la realidad histórica y la praxis. Ahora, acompañados de I. Ellacuría y de A. González,
los analizaremos esperando acceder a un nivel crítico de lo que la Teología
Latinoamericana hace y al por qué lo está haciendo. Una realidad que es histórica
implica que el conocimiento humano de la misma ha de tener un carácter necesariamente
práxico: “En relación con su primaria referencia a la vida, lo específico y formal de la
inteligencia es hacer que el hombre se enfrente consigo mismo y con las demás cosas, en
tanto que reales, que sólo por su esencial respectividad con el hombre pueden tener para
éste uno u otro sentido”. Por tanto, desde esta perspectiva podemos decir que la función
de la inteligencia no consiste en la comprensión del ser o en la captación de sentido, sino
en un enfrentarse con las cosas reales en tanto que reales.
“La teología como reflexión crítica de la praxis histórica es así una teología
liberadora, una teología de la transformación liberadora de la historia de la humanidad y,
por ende, también de la porción de ella -reunida en ecclesial- que confiesa abiertamente
a Cristo. Una teología que no se limita a pensar el mundo, sino que busca situarse como
un momento del proceso a través del cual el mundo es transformado: abriéndose -en la
protesta ante la dignidad humana pisoteada, en la lucha contra el despojo de la inmensa
mayoría de los hombres, en el amor que libera, en la construcción de una nueva
sociedad, justa y fraternal- al don del reino de Dios”
5.2. La hermenéutica
6.1. Iglesia
La Iglesia -como realidad humana, aunque no solamente humana- para ser bien
comprendida en su dinámica propia, ha de ser comprendida desde una óptica histórica.
De ahí deduce que es indispensable tomar conciencia de esa historicidad y por lo tanto
del carácter construible de la Iglesia como construible es la historia en general. Esto -
continúa la reflexión de la EdL- implica que la Iglesia situada en América Latina,
habiendo tomado conciencia de estar inserta en el proceso latinoamericano de liberación,
se comienza a comprender a sí misma y su misión desde abajo, desde la óptica del
pobre, desde el reverso de la historia -que se entiende como expresión de la mirada
divina descubierta en la Sagrada Escritura- y re-descubre a los destinatarios
privilegiados del reino de Dios -los pobres- y a Cristo sufriente identificado con los
despojados de este mundo. Y si quiere tomar en serio su historicidad piensa que tiene
que hacer un esfuerzo por comprender más adecuadamente esa historia y por conducirla
según el querer de Dios, ya que "una eclesiología determinada puede actuar de hecho
como promotora o inhibidora de un proceso de liberación en curso… La autoconciencia
eclesial no es indiferente al presente y al futuro de un pueblo mayoritariamente
oprimido" (23).
6.2. El Reino
7. TENTACIONES O LÍMITES
En casi todos los teóricos de la teología de la liberación, se nota una tendencia abierta a
un determinado sistema económico llamado Socialismo; y algunos simplemente se
proclaman socialistas revolucionarios y hasta marxistas. Se llega a decir que no es
posible ser cristiano auténtico en un sistema económico liberal o capitalista, que sólo es
posible vivir la fe cristiana participando activamente en el proceso de la liberación,
incorporándose en organizaciones o partidos que sean auténticos instrumentos de lucha
de la clase oprimida. El "compromiso" en el que tanto insisten, es el compromiso en la
construcción de una sociedad socialista, que sería la única sociedad fusta, sin opresores
ni oprimidos. Parece ignorarse por completo la situación real de los hombres en los
países socialistas Y las actitudes que los modelos socialistas concretos han tomado y
continúan tomando frente a la Religión y las Iglesias.
El que no piensa como socialista, según los esquemas marxistas, difícilmente podrá
participar en los debates de un círculo latinoamericano de teología de la liberación. En
algunos grupos se tiene la sensación de que toda la teología estudiada en el pasado es un
lastre inútil y que mejor hubiera sido estudiar economía o por lo menos sociología con
especialización. en el marxismo... De hecho, la Iglesia tiene y debe tener la capacidad de
estar presente y "encarnarse" en cualquier cultura humana, sistema político, económico y
social que, como tal, no sea intrínsecamente malo (como podría ser en el caso de un
"marxismo sin metafísica", si es que todavía tenemos verdadero marxismo y supuesto
que éste, como puro "método científico" sea cosa realmente aceptable).
Los creyentes descubren a Dios en los pobres porque su situación de opresión clama al
cielo y Dios se da a conocer cuando el corazón de los hombres se vuelve a los pobres,
asume su causa y actúa en consecuencia para liberarlos de la opresión: “El conocimiento
de Dios tiene siempre un lugar material y el lugar del conocimiento del Dios crucificado
son las cruces de este mundo, que, aunque no mecánicamente, funcionan como quasi ex
opere operato”. Conviene tener esto presente: “el que a Dios sólo se le encuentre en la
cruz no es un enunciado nocional (como si la cruz fuese un concepto), sino práxico”.
Asumir que los lugares teológicos guían la tarea teológica y que una opción creyente
que merezca el nombre de cristiana deba atender con preocupación al lugar cristiano de
la experiencia de Dios, ayudan a establecer que los pobres son un lugar teológico por su
pobreza. Hablar del pobre como lugar teológico implica, entonces, ver en ellos una
nueva manifestación de la cruz, y al igual que ésta, la pobreza entonces revela porque
desinstala; esto es, ante el sufrimiento de las víctimas, el ser humano reacciona con
misericordia: sale de sí mismo y se rebela para erradicar ese sufrimiento. Se trata de lo
que J. Sobrino denomina el principio de descentramiento provocado por la alteridad
radical que significan los pobres. Por eso, para descubrir a los pobres como lugar
teológico hay que optar por ellos y asumir su causa.
Si la cruz revela a Dios porque el crucificado es crucificado por alguien, se puede
decir que hay una correspondencia y que, por tanto, los pobres revelan a Dios porque
son empobrecidos por alguien. Por eso, “al revelar a los crucificantes, los pobres
revelan también la debilidad de Dios, es decir, revelan que el hombre tiene poder para
crucificar a Dios, o que Dios ha abdicado de su fuerza ante el hombre y por amor a la
libertad del hombre”.
Desde la perspectiva del Crucificado son también los pobres los que cargan con el
pecado del mundo y llevan sobre sí la cruz del mundo. (...) Puede hablarse de un pueblo
crucificado que desde su cruz histórica interpela a sus verdugos y les reclama
conversión, conversión personal e histórica, que lleve a liberar de su opresión y de su
pobreza a la mayor parte de la humanidad. Una vez asumida la causa del pobre, se nos
hace patente el postulado fundamental de la presencia y manifestación de Dios entre
nosotros: “Dios se hace presente allí donde lo no-humano llega a convertirse en
humano, de acuerdo con la visión de lo humano que tiene Dios (porque el hombre, al
vivir en la mentira, también es capaz de llamar humana a su misma falta de
humanidad)”. Por tanto, a través del vínculo existente entre el amor a Dios y el amor al
prójimo, es necesario que el hombre deposite su afecto en el pobre porque esta es “la
única forma para el hombre de dejarse amar por Dios”. De este modo, el pobre revela a
la vez el pecado y la justificación del hombre: la revelación de la verdad del mal y la
culpabilidad del hombre, pues “hay una palabra -una sola- que no es posible borrar: las
víctimas”.
Por esta presencia solidaria de Dios entre los pobres de la tierra es por lo que la
perspectiva del pobre es mucho más que un mero criterio sociológico o hermenéutico: si
los pobres son “el lugar teológico” es, en definitiva, porque ellos son el lugar donde Dios
mismo ha decidido manifestarse. Ahí es donde se funda su importancia radical para
cualquier hermenéutica teológica cristiana. Desde la perspectiva del pobre, la pregunta
por la realidad de Dios como salvador presenta un carácter más dialéctico que analógico.
Aunque en realidad, más que de analogía o de dialéctica se trata de un problema previo,
que no se sitúa al nivel del logos griego, sino en la realidad misma de un Dios que está al
lado de los pobres. Por eso, el problema no es sólo teórico, sino primariamente práctico:
“ir a Dios es ir al pobre”.
BLIBLIOGRAFÍA
http://publicaciones.urbe.edu/index.php/telos/article/viewArticle/2339/3551