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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA


UNIVERSIDAD CATÓLICA CECILIO ACOSTA
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA
PROGRAMA DE TEOLOGÍA
CÁTEDRA: PROPEDÉUTICA TEOLÓGICA

UNIDAD I:
LOS FUNDAMENTOS DE LA TEOLOGÍA
Evaluación I: Ensayo

Autor:
Abg. Luis Alfonso Chacín Chacín
Profesor:
Pbro. Licdo. Silverio Antonio Osorio Mora

MARACAIBO, OCTUBRE 2020


La reflexión teológica surge de una manera espontánea, libre y necesaria del
creyente que ha tenido un encuentro personal con la Palabra de Dios, y que ha
acogido el don precioso de la fe, entendida como una virtud sobrenatural, dada por
Dios, para comprender los misterios que Él mismo ha querido revelarle, en las
Sagradas Escrituras y en el Magisterio; es por ello que, en la formación de los
futuros ministros ordenados, el estudio de la teología debe permitir la posesión de
una visión completa y unitaria de las verdades reveladas por Dios en Jesucristo y
de la experiencia de fe de la Iglesia, adhiriéndose a la Palabra de Dios, crecer en
la vida espiritual y disponerse a realizar su ministerio pastoral 1; por tanto, la
teología debe estar adherida a la vida de fe del creyente, y de la comunidad, que
busque ser auténtica y plena2.
Por tanto, la teología está basada en la capacidad que tiene la razón humana
natural para acercarse a los misterios revelados por Dios, con la finalidad de
contemplarlos y exponerlos con el máximo rigor posible y con el respeto religioso
que merecen. Así, recibiendo la materia prima de su estudio de la Revelación,
pertenece tanto el creer (fe) como el pensar (razón), tales actividades están
fundidas en un mismo y único acto cristiano, sin ambas no puede existir la
Teología3.
Ahora bien, ¿se le podría atribuir una naturaleza científica a la Teología?,
hemos de tener en cuenta que la ciencia es un conocimiento cualificado, es decir,
es un conocimiento expuesto metódicamente, en otras palabras, “es un
conocimiento que da cuenta del camino que conduce al saber”4. Por otro lado,
Santo Tomás de Aquino, basándose en los elementos del conocimiento científico
(principios, conocimiento esencial y conclusión) y de la clasificación de las ciencias
(unas que vienen dada por la luz natural de la razón y otras que proceden de la luz

1
Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, El don de la vocación presbiteral: Ratio
Fundamentalis Insitutionis Sacerdotalis, L’ Observatore Romano, Roma, 2016, n. 165.
2
Cf. GUTIÉRREZ, Gustavo, Teología de la Liberación: Pespectivas, Sígueme, Séptima Edición,
España, 1972, p. 21.
3
Cf. MORALES, José, Introducción a la Teología, EUNSA, Tercera Edición, España, 2008, p.
21.
4
FRIES, Heinrich, Teología Fundamental, HERDER, España, 1987, P.146
de otra ciencia superior), ocurre que la teología se encuentra clasificada dentro de
las ciencias, porque parte de principios que derivan de la luz de una ciencia
superior, a saber: la ciencia de Dios y de los bienaventurados 5.
Además, la teología no procede solo de la simple capacidad intelectual del
creyente, ni tampoco se dedica a satisfacer las ansias del conocimiento; sino que,
por el contrario, es “una ciencia de salvación, que debe en último término ayudar
al hombre a conseguir su destino eterno”6. Puede agregarse que la Teología existe
por ser un desarrollo espontáneo y natural de la vida de fe, es decir, es una
manifestación de la vida de fe.
Por otro lado, puede decirse que existen dos tipos de teología, a saber: una
espontánea, que consiste en aquella comprensión de la fe que tiene todo creyente
por el solo hecho de serlo; y, existe la teología científica o especializada, que
consiste una reflexión deliberada, rigurosa y metódica, que utiliza categorías
rigurosas, ajustándose a métodos precisos, y que apunta a una construcción
sistemática de los datos suministrados por la fe 7.
Por lo que se refiere a los términos teología y teólogo, en el mundo antiguo,
fueron utilizados en el paganismo para hacer referencia a los relatos de los poetas
o a los cuentos mitológicos; así como el término teólogo fue designado al poeta.
Sin embargo, los autores cristianos fueron incorporando tales términos,
otorgándoles un nuevo sentido, como por ejemplo San Justino, conoce el verbo
theologein, que designa la actividad exegética cristiana de los textos bíblicos; es
decir, se ofrece como una ciencia emparentada con la filosofía y que se opone a
las fábulas mitológicas.
En cambio, los teólogos, fueron considerados como videntes directos de los
misterios divinos, que se hallan patentes en su espíritu por gracia extraordinaria;
es decir, el teólogo es quien goza de la contemplación mística de Dios. Otros se
han dado la tarea de equipararlos con los hagiógrafos, es decir, los escritores de

5
Cf. Ibid., p. 149
6
MORALES, José, Op. Cit., p. 22.
7
Cf. Ibid., pp. 23-24
las Sagradas Escrituras, en otras palabras, eran los hombres que hayan recibido
algún tipo de sabiduría infusa.
En cuanto al encuentro histórico entre la Palabra de Dios y el λογος, es decir,
entre el misterio y la razón humana, ocurre en los primeros siglos del cristianismo
para establecer las bases de una armonía y buen entendimiento entre la fe y la
razón.
En el prólogo del Evangelio según San Juan (Jn. 1,1) sugieren la existencia de
un puente entre la fe y la razón, o entre lo que representan Jerusalén y Atenas en
la historia de la humanidad. El evangelista identifica, de una manera audaz, la
palabra griega λογος con el Mesías, aludiendo a una asociación de la razón con la
Palabra revelada. Así, con su síntesis de αρχή y λογος, establece una cierta
correspondencia entre la fe bíblica en Dios y la búsqueda filosófica.
En otro orden de ideas, la Palabra de Dios y el λογος tienen una diferencia muy
importante y consiste en que, la primera, vincula por su autoridad, que es la
autoridad de Dios, es decir, el creyente escucha la Palabra, la acepta y no pide de
momento razones, ni examina el contenido de la Palabra misma; en cambio, el
λογος vincula por su lógica interna, captada por el intelecto del que escucha y le
mueve a la aceptación, aquí importa el análisis del contenido de lo que se dice, no
de la autoridad del habla.
Ahora bien, en definitiva, ¿en qué consiste la teología? Etimológicamente,
proviene de griego θεος (Dios) y λογος (estudio, tratado de), de lo que se puede
inferir que la Teología trata del estudio sobre Dios. Otros autores, la definen como
“la ciencia en la que la razón del creyente, guiada por la fe teologal, se esfuerza
por comprender mejor los misterios revelados en sí mismos y en sus
consecuencias para la existencia humana”8.
El Magisterio de la Iglesia la ha definido como aquella actividad del creyente
que “busca una comprensión cada vez más profunda de la Palabra de Dios
contenida en la Escritura inspirada y transmitida por la tradición viva de la iglesia ”9;
8
Ibid., p. 32
9
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción Donum Veritatis: sobre la
vocación eclesial del teólogo, 24 de marzo de 1990, n. 6, [ONLINE] Obtenido de:
de este modo, asumiendo la frase de San Agustín de Hipona (354-430), la teología
es fides quaerens intellectum, es decir, la fe que busca comprender.
Ya hemos dicho que la materia prima del estudio de la teología es la fe, por
tanto, es un desarrollo de la dimensión intelectual del acto de fe; es una fe
reflexiva, que piensa, comprende, pregunta y busca, tratando de elevar el creer al
nivel del entendimiento, mediante la agrupación de verdades de fe en un sistema
bien clasificado, orgánico y coherente10. Hemos de tener en cuenta que la teología
es imperfecta y susceptible de progreso, porque contiene aspectos de las ciencias
humanas; es decir, utiliza el pensamiento humano, que sirve también de
instrumento a toda ciencia y a la filosofía. Por tanto, la teología se mueve, en
algunas ocasiones, en el mismo campo de la filosofía y afirma en ocasiones cosas
que también ésta la podría decir con rigor, aunque en un sentido profano y del
todo diferente.
Hay que mencionar que el estudio de la teología no es un trabajo individual,
sino que, por el contrario, ha sido considerado como un trabajo colectivo, es un
trabajo eclesial; es decir, es una actividad corporativa de la Iglesia, y nunca la
reflexión privada de un teólogo, que sirve a la Iglesia y al bien de los hombres,
contribuyendo a la construcción social del Reino de Dios 11. Por tanto, la teología
no puede ser justificada por sí misma, sino que tiene un cometido y presta un
servicio a la comunidad creyente12. Así, el carácter objetivo de la teología viene
dada por la misma eclesialidad, donde la Iglesia es el sujeto universal en que se
da la unidad de la teología neotestamentaria al igual que la unidad de la historia de
los dogmas; fundamentado en la fe de Jesús, crucificado y resucitado, que se
celebra y proclama con la fuerza del Espíritu Santo.
En este mismo sentido, la teología es calificada como la ciencia de Dios, porque
su interés se centra en Él y en la actividad salvadora de Jesucristo a favor de los
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19900524_t
heologian-vocation_sp.html (Consultado: 24-10-2020)
10
Cf. MORALES, José, Op. Cit., p. 33.
11
Cf. Ibid., p. 36.
12
Cf. BEINERT, Wolfgang, Introducción a la Teología [trad. por: Claudio Gancho] HERDER,
España, 1981, p. 173
hombres; por tanto, podemos afirmar que la teología es una ciencia teocéntrica, es
decir, Dios es el centro de su estudio, donde todas sus afirmaciones empiezan por
Él, para volver de una manera definitiva a Él 13. Dios es considerado bajo la razón
de deidad, es decir, trata a Dios en cuanto Dios; no se ocupa de Dios como la
filosofía, que le alcanza solamente en cuanto causa de los seres creados y habla
por tanto de Él según lo que refleja de su Ser en las criaturas.
Por otro lado, existen unos presupuestos y condicionamientos que declaran a
Dios como un Ser inaccesible, del todo incognoscible y lejano, donde resulta
dificultoso un discurso humano (teológico) sobre Dios, fundamentándose sobre la
base de cuatro tres motivos: a) motivos religiosos: Dios trascendente es lo radical
y absolutamente Otro, inaccesible y, por tanto, al ser humano; este motivo es una
crítica (protestante) a la objetividad de Dios. b) motivos filosóficos: por ser Dios
una construcción de la mente humana, una idea, en el sentido kantiano de la
palabra, resulta metafísicamente inalcanzable; por tanto, en estas condiciones no
entra una ciencia teológica de Dios. c) motivos metodológicos: la necesaria
afirmación del hombre y de su salvación, como aspectos centrales de la teología,
desplazan a un segundo plano la consideración teológica de Dios 14.
Aunque el pensamiento moderno manifieste un proceso de ruptura del
contenido religioso y de las resonancias misteriosas que evoca la Palabra de Dios,
en la reflexión filosófica de los sistemas racionalistas de los siglos XVII en
adelante, se produce una evolución religiosa y teológicamente empobrecida,
donde se reduce a un mero concepto la realidad sobrecogedora del Dios Vivo de
la Revelación judeocristiana15. Tal desaparición de Dios del pensamiento
contemporáneo es debido al hábito humano de mirar hacia abajo, al abuso
especulativo que ha hecho de la Revelación y la pérdida de sentido del misterio;
entonces, la reflexión sobre Dios parece haber prescindido de las fuentes clásicas
para su conocimiento, es decir, ha prescindido crecientemente de la realidad del

13
Cf. MORALES, José, Op. Cit., p. 39.
14
Cf. Ibid., p. 42.
15
Cf. Ibid., p. 43.
ser, de la conciencia abierta a la luz superior que debe iluminarla, de la historia y
de una lectura suficiente de la Palabra escrita.
Sin embargo, a pesar de la incomprensión del misterio de Dios y del carácter
fragmentario del pensamiento teológico, la teología de la Iglesia vive de la
convicción de que la tradición cristiana que arranca de la experiencia bíblica sobre
el Dios Vivo, dispone de un lenguaje religioso y teológico cuyo potencial se
encuentra lejos de extinguirse, a pesar de las crisis y de las críticas mencionadas
up supra.
Si bien es cierto que el misterio de Dios nos resulta inalcanzable, por cuanto al
espíritu humano le faltan fuerzas, y el lenguaje que quiere hablar de Dios Vivo
cojea, podemos afirmar que: Conocemos a Dios como desconocido. Dios es más
que un ejercicio académico, porque no podría hablar de un Dios un verdadero
creyente, que ha prestado a la Revelación un asentimiento real y no sólo
nominal16.
Por tanto, según lo que se ha mencionado en los párrafos anteriores, la teología
se le podría ser extendida su objeto de estudio: puede ocuparse de cualquier
realidad terrenal, siempre que lo haga, por una parte, para detectar y explicar su
sentido último a la luz del Evangelio; y, por otro lado, para determinar su
repercusión espiritual y moral en el hombre17.
En cuanto a la fe, como primer presupuesto de la teología, es el punto de
partida y la base imprescindible para el trabajo teológico; por ello, se recalca que
el teólogo ha de ser un creyente, que acepta el Credo de la Iglesia según el
sentido que ésta otorga a cada una de las proposiciones dogmáticas.
En este mismo sentido, la teología cristiana suele referirse al dato revelado
objetivo, que vive de la Sagrada Escritura y en la Tradición eclesial, con la
expresión depósito de la fe, donde el patrimonio apostólico recibido por la Iglesia
incluye, además de la Sagrada Escritura, la responsabilidad de interpretar y
enunciar su significado en el anuncio de la Palabra y en la doctrina eclesial. Por

16
Cf. Ibid., p. 51.
17
Cf. Ibid., p. 53.
tanto, el Magisterio actúa como un depositario, que mantiene vivo el testimonio de
los Apóstoles y garantiza su integridad18.
Por otro lado, el acto de fe, o la fe subjetiva, contiene las siguientes
características principales: implica un acto de asentimiento (el creyente acepta
verdades y misterios que no son evidentes para la razón), es libre e
incondicionada (el hombre se confía libre y totalmente a Dios, situando al acto de
fe en un horizonte de libertad y contiene rasgos intensamente personales), es
razonable (la fe no se opone a la razón; la credibilidad de la fe significa que ésta
no repugna a la razón, y que el creyente puede encontrar siempre puntos de
apoyo en la realidad inteligible, que no son causa de la fe pero que apuntan hacia
ella), es un don sobrenatural (la fe es un don gratuito y sobrenatural, es decir, solo
es posible mediante una gracia aceptada por la persona) y lleva consigo un modo
de vivir (la fe es el principio y la base del modo de vivir según el Evangelio).
Por último, la teología no trae su propio lenguaje, porque se basa en la
Revelación y ésta usa el mismo lenguaje humano; es decir, el sistema de signos
por el que los hombres se comunican entre sí ha sido convertido en cauce de la
automanifestación de Dios19. Después de Jesucristo, que es la Palabra definitiva
dicha por Dios a la humanidad, “deja de haber lenguas que sean verdadera y
propiamente sagradas, es decir, lenguas específicamente sacras, a las que deban
circunscribirse la palabra de Dios y la respuesta del hombre. Toda lengua humana
es ahora potencialmente litúrgica y teológica, puesto que en ella es proclamado el
mensaje salvador y revisten forma las decisiones de fe” 20.

GLOSARIO DE TÉRMINOS BÁSICOS

18
Cf. Ibid., p. 60.
19
Cf. Ibid., p. 94.
20
Cf. Ídem.

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