Ibn Asim de Granada (1354 – 1426) Un rey musulmán, al saber que el emperador de Bizancio quería invadir su reino, decidió enviarle un mensajero para que solicitara la paz. Consideró enviar a distintos destinatarios de su corte, pero convencido por uno de sus consejeros, al final determinó enviar como embajador suyo a un hombre poco inteligente, pero de buena estrella. El emperador cristiano, al enterarse de que venía hacia Bizancio un embajador dijo a sus dignatarios: “Ese hombre será sin duda el más ilustre de todos los musulmanes. Cuando llegue, antes de aposentarlo, le haré varias preguntas: si me contesta sabiamente lo aposentaré y aceptaré sus peticiones; pero si no me comprende lo expulsaré sin hacerle el menos caso”. Cuando llegó el embajador musulmán, fue llevado ante el emperador y éste, sin decir una sola palabra señaló con un dedo hacia el cielo; el musulmán señaló hacia el cielo y hacia la tierra. Entonces el emperador cristiano señaló con un dedo hacia la cara del embajador musulmán y éste señalo con dos dedos hacia la cara del emperador. Por último el cristiano le mostró una aceituna y el embajador le enseñó un huevo de gallina. El emperador se sintió satisfecho y solucionó las peticiones del musulmán tras colmarle de honores. Posteriormente el emperador refería a sus dignatarios: “¡Qué hombre tan inteligente y sutil! Yo señalé el cielo significando «Alah es uno en los cielos»; y él me contestó «Pero Él está en los cielos y en la tierra». Después le señalé con un dedo diciéndole: «Todos los hombres tienen un origen único»; y él me contestó «Su origen es doble, descienden de Adán y Eva». A continuación le mostré una aceituna diciéndole: «Contempla la admirable naturaleza de esto»; y él me tendió un huevo como diciendo: «Esto es aún más admirable, porque de ello sale un animal». Y por eso accedí a su petición”. Cuando el embajador musulmán, oscuro pero afortunado, volvió a su reino, refirió así su entrevista con el emperador: “¡Jamás vi un hombre más tonto que aquel cristiano! Nada más llegar, para impresionarme, me dijo: «Con un solo dedo te levanto al cielo así», y yo le contesté: «Pues yo te levanto hasta el cielo así, y te tiro contra el suelo así». Entonces me dijo: «Te sacaré un ojo con este dedo, así»; y yo, sin asustarme le respondí: «Pues yo soy capaz de sacarte los dos ojos, así». Tras esto me dijo: «Sólo podría darte esta aceituna, que es lo único que me sobró de mi comida». Yo le contesté: «Pobrecillo, no te preocupes, estoy mejor que tú, pues aún puedo darte este huevo que me sobró de mi comida». Se asustó de mi y solucionó rápidamente mi asunto”.
Aprender una lengua extranjera, pues, incluye también el aprender la comunicación no
verbal, que puede diferir bastante de la que usted está acostumbrado.