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Queridos docentes:

Dado los nuevos contenidos curriculares, les ofrecemos La aventura del lector 4 con una
propuesta de literatura universal. El libro está pensado para iniciar el ciclo de especialización
de la escuela secundaria y lo hemos titulado así porque es el lector, especialmente el lector
adolescente, el destinatario de este libro.
Todo escritor siempre imagina, antes de escribir, a su lector y, por eso en el primer
módulo, al que titulamos “El lector adolescente”, se le da protagonismo. Es con ese lector
adolescente con el que nos sentimos comprometidas y en el que pensamos en cada módulo
para seleccionar lo que les vamos ofreciendo.
Deseamos hacerle vivir la aventura de ir descubriendo en cada obra o fragmento literario
qué sentía el hombre de cada época y cómo los escritores lo manifiestan o expresan a través
de la belleza de la palabra. Esa palabra que piensan, tachan, pulen, retocan y vuelven a
escribir, porque es el vehículo con el que se comunican con el lector. Los escritores conocen las
posibilidades que tiene la palabra, lo que puede potenciar en el lector, al igual que un color,
una forma en las artes plásticas moviliza al espectador.
Intentamos que los adolescentes comprendan lo que leen, no se queden en lo superficial y
aborden distintos tipos de textos con las estrategias pertinentes; por eso, la selección de
textos es muy importante al igual que los andamios que se les proporcionan, los conocimientos
previos que se movilizan, la elección de un propósito de lectura, actividades que ayuden a
comprender los textos con otros niveles de profundidad y propuestas de escritura relevantes,
así como prácticas de lengua oral.
Parafraseando a Borges, intentamos que los textos “dialoguen” y es por eso que hemos
trabajado el recurso de la intertextualidad. Nos interesa mostrar a los adolescentes cómo un
texto cohabita en un lector y se mantiene oculto como un duende hasta que llega el momento
de la creación para surgir como un nuevo texto. Cuando se escribe puede ocurrir que
imágenes, ideas, pensamientos que se han vivenciado como lector aparezcan recreados en un
nuevo texto a través de citas, parodias. Por eso es importante un buen bagaje de lecturas para
poder aventurarse con la palabra en una página en blanco y disfrutar del placer de escribir.
Además de textos literarios, hemos introducido otros tipos textuales como dibujos, óleos y
esculturas para que el alumno pueda observar cómo un texto literario se hace presente en
otras artes o viceversa.
La necesidad de construir hablantes y receptores críticos nos llevó a proponer la técnica del
debate para aprender a defender ideas con argumentos, evitar la utilización de falacias y
también a escuchar con respeto las opiniones diferentes que pueden no compartirse e invitan a
contraargumentar.
La propuesta de películas relacionadas con los temas tratados tiende a que los alumnos
aprendan en qué medida lo que enfoca la cámara provoca connotaciones en el espectador y,
además de una valoración estética, se constituya en un receptor crítico de otros tipos de
mensajes y no quedarse sólo con el argumento. De ahí que les proponemos una guía para el
análisis de películas que contempla tres niveles: denotativo, connotativo e ideológico.
Si bien utilizamos un criterio cronológico en la presentación de las obras literarias, vamos
relacionando el ayer y el hoy para que comparen con obras de escritores contemporáneos, por
ejemplo, El Lazarillo de Tormes con El pez dorado de Le Clézio.
Con respecto a los textos no ficcionales, hacemos hincapié en el expositivo y en el
argumentativo con informaciones u opiniones que guardan relación con los temas tratados en
cada módulo.
Al finalizar cerramos con la sección “Humorismo versus amarguismo” cada módulo porque
consideramos que el humor además de divertir fortalece la conciencia crítica al desestructurar
nuestra mirada de la realidad.
Y como novedad en la sección “Para la mesa de luz” les proponemos la lectura de una obra
literaria con el propósito de que los alumnos logren el placer de leer y la valorización de lo
estético. Los alumnos que realicen esta actividad podrían contar el argumento a sus
compañeros hasta un cierto punto para provocar el deseo de la lectura a sus pares.

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Planificación de Literatura 4 (Ciclo de Especialización )

Contenidos conceptuales Contenidos Contenidos actitudinales


procedimentales
Reconocimiento y Disposición favorable para la
MÓDULO 1. El lector experimentación de distintos lectura comprensiva con actitud
adolescente formatos textuales. reflexiva y crítica.
Qué es la Literatura. Gestión del proceso de lectura: Valoración de la importancia de
Teoría de la recepción. El lector movilización de conocimientos aprender a argumentar y a
como reconstructor del sentido previos, predicciones y propósito utilizar adecuadamente las
del texto. de lectura. estrategias argumentativas.
Pacto o contrato de lectura. Confirmación o revisión de Honestidad para defender las
La superestructura predicciones. opiniones propias y respetar las
argumentativa. Intencionalidad y Identificación de elementos de ajenas.
estrategias. ficción. Diferenciación de lo Actitud crítica, responsable y
Proyecto de escritura. verdadero y lo verosímil. constructiva frente a las
Planificación, textualización, Reconocimiento de la producciones de sus pares.
revisión y estilo personal. superestructura argumentativa. Valoración del humor como
El humor: formatos y funciones. Identificación de estrategias género literario y como actitud
Lectura para disfrutar: argumentativas. Producción de frente a la vida.
La mujer de los viernes, de textos argumentativos ajustados Valoración de la lectura como
Eduardo Dayan. al propósito y a los lectores. disfrute estético.
Utilización adecuada de los
conectores.
Reconocimiento de textos
humorísticos e interpretación de
efectos.

Gestión del proceso de lectura: Disposición favorable para la


MÓDULO 2. En el principio era el movilización de conocimientos lectura comprensiva con actitud
mito. previos, predicciones y propósito reflexiva y crítica.
El mito, una puerta de entrada a de lectura. Actitud de apertura ante las
los orígenes y a la condición Confirmación o revisión de manifestaciones literarias,
humana. El nacimiento del predicciones. apreciando la proyección
primer hombre y de la primera Lectura de mitos. personal del ser humano y
mujer. El mito de Eros y Psique. Reconocimiento de la condición capacidad de representación del
La mitología en nuestra lengua. humana en clave mitológica. mundo exterior.
El mito en las artes plásticas, en Observación de la recreación de Valoración del texto literario
la literatura y en el cine. los mitos en las artes plásticas. como hecho lingüístico, estético
La obra y su contexto. Reconocimiento de los mitos en y cultural.
Retrospecciones o “raccontos”. distintas manifestaciones Responsabilidad en el manejo de
La periodización literaria en la literarias y cinematográficas. datos y fuentes consultadas.
literatura. Exploración del texto ficcional Disposición para acordar, aceptar
El debate. Definición y para reconocer la función y respetar reglas para los
características. poética. intercambios comunicativos.
El texto expositivo. Interpretación de textos Respeto por los turnos y tiempos
Intencionalidad y tramas. Los literarios desde la estética de la de los otros hablantes.
elementos paratextuales y los recepción para determinar su Actitud crítica, responsable y
procedimientos explicativos. sentido. constructiva frente a las
Proyecto de escritura. Identificación de relaciones de producciones de sus pares.
Planificación, textualización, sentido entre el texto literario y Valoración del texto expositivo
revisión y estilo personal. el contexto en que ha sido en la formación de la
El humor y la conciencia crítica. creado. competencia cultural.
Recursos humorísticos. Producción de escritos ajustados Valoración del humor en el
Lectura para disfrutar: a propósitos, contexto y efectos desarrollo de la conciencia
El país de los muchos suelos, de de sentido determinados. crítica.
Ricardo Chávez Castañeda. Relación entre texto, imagen y Valoración de la lectura como
sonido en el arte disfrute estético.
cinematográfico.
Reconocimiento de los niveles
denotativo, connotativo e

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ideológico en películas.
Aplicación de una guía para el
análisis del debate.
Reconocimiento de elementos
paratextuales y procedimientos
explicativos en textos
expositivos.
Identificación de la organización
de las ideas en textos
expositivos y graficarlas.
Reconocimiento de recursos
utilizados en los textos
humorísticos.
MÓDULO 3. El héroe en la Gestión del proceso de lectura: Valoración de los héroes del
antigüedad clásica y en la movilización de conocimientos mundo clásico y medieval como
Edad Media previos, predicciones y propósito modelos de conducta para sus
Literatura y ficción, modelos de lectura. respectivas épocas.
sociales en la construcción de Confirmación o revisión de Disposición favorable para la
ficciones: el héroe del mundo predicciones. lectura comprensiva con actitud
clásico. Conocimiento de héroes del reflexiva y crítica.
El mito de Odiseo y Penélope. mundo clásico y del medieval. Actitud de apertura ante las
Ulises, un arquetipo de la Reconocimiento del recurso de la manifestaciones literarias,
existencia humana. intertextualidad en la literatura, apreciando la proyección
Escritura y ficción. La en las artes plásticas y en los personal del ser humano y
intertextualidad: elementos y textos humorísticos. capacidad de representación del
recursos. Comparación del concepto de mundo exterior.
La intertextualidad como recurso héroe actual con el de los Valoración del texto literario
humorístico. griegos. como hecho lingüístico, estético
El mito en las artes plásticas y Relación entre texto y contexto. y cultural.
en la literatura. Análisis de fragmentos de obras Responsabilidad en el manejo de
Los dioses actuales. Su morada. literarias. datos y fuentes consultadas.
El héroe en el mundo medieval: Identificación de la voz del Valoración de la importancia de
Cantar de Mio Cid. narrador y la de los personajes. la competencia cultural para
El personaje y su función. Exposición de ideas e descubrir relaciones de
La voz del narrador. intercambio de opiniones. intertextualidad.
Proyecto de lectura: Los días del Narración oral de relatos. Valoración del humor en el
venado, de Liliana Bodoc. Producción de escritos ajustados desarrollo de la conciencia
El texto expositivo. a propósitos, contexto y efectos crítica.
El texto fuente y el texto de sentido determinados. Valoración de la lectura como
resumen. Las macrorreglas. Reconocimiento de elementos disfrute estético.
Lectura para disfrutar: paratextuales y procedimientos
El curioso incidente del perro a explicativos en textos
medianoche, de Mark Haddon. expositivos.
Identificación de la organización
de las ideas en textos
expositivos y graficarlas.
Reconocimiento de recursos
utilizados en los textos
humorísticos.
Reelaboración de la información
obtenida: confección de
resúmenes atendiendo a las
macrorreglas.
Autocontrol de la coherencia y la
cohesión en la producción
escrita.
Gestión del proceso de escritura:
planificación, textualización y
revisión.
Consulta a fuentes de
información: diccionarios,
enciclopedias, libros de otras
disciplinas.

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Gestión y autocontrol
ortográfico.

MÓDULO 4. El antihéroe en la Gestión del proceso de lectura: Comprensión de la problemática


literatura del Renacimiento movilización de conocimientos de los niños de la calle y actitud
La novela picaresca. Vida del previos, predicciones y propósito solidaria frente a lo diferente.
Lazarillo de Tormes y de sus de lectura. Disposición favorable para la
fortunas y adversidades. Confirmación o revisión de lectura comprensiva con actitud
Nacimiento del antihéroe y sus predicciones. reflexiva y crítica.
características. Lectura y análisis de fragmentos Actitud de apertura ante las
El personaje del pícaro en las de Lazarillo de Tormes. manifestaciones literarias,
artes plásticas y en la literatura. Caracterización del personaje del apreciando la proyección
El debate. Recomendaciones ciego. personal del ser humano y
para debatir. Identificación de las capacidad de representación del
Las voces en los textos. características de la novela mundo exterior.
Las figuras del discurso. picaresca. Valoración del texto literario
Modalizadores y subjetivemas. Reconocimiento de la relación como hecho lingüístico, estético
Su influencia en el lector. texto-contexto. y cultural.
Lectura para disfrutar: Comparación héroe-antihéroe. Responsabilidad en el manejo de
El pez dorado, de Jean-Marie Conocimiento de la problemática datos y fuentes consultadas.
Gustave Le Clézio. de los niños de la calle. Valoración de la importancia de
Observación de la recreación del la competencia cultural para
pícaro en óleos de Murillo y de descubrir relaciones de
Goya. Reconocimiento del intertextualidad.
recurso de la intertextualidad. Valoración del humor en el
Reconocimiento de las figuras del desarrollo de la conciencia
discurso. crítica.
Identificación de modalizadores y Valoración de la lectura como
subjetivemas. disfrute estético.
Organización de un debate.
Consulta a diversas fuentes de
información.
Producción de escritos ajustados
a propósito. Empleo de un
vocabulario amplio y preciso.
Gestión y autocontrol
ortográfico.
Análisis de películas.
Identificación de los recursos
para producir humor.

MÓDULO 5. Don Quijote y el Gestión del proceso de lectura: Valoración del ideal de don
deseo de cambiar el mundo movilización de conocimientos Quijote: hacer el bien.
La literatura del Barroco. Sus previos, predicciones y propósito Disposición favorable para la
características. de lectura. lectura comprensiva con actitud
La novela moderna. Miguel de Confirmación o revisión de reflexiva y crítica.
Cervantes Saavedra. El predicciones. Actitud de apertura ante las
ingenioso hidalgo don Quijote de Lectura y análisis de fragmentos manifestaciones literarias,
la Mancha. de don Quijote. apreciando la proyección
Argumento de la novela. Caracterización de personajes. personal del ser humano y
Universalidad de don Quijote. Reconocimiento de figuras capacidad de representación del
La argumentación en la literarias. mundo exterior.
literatura. Estrategias Lectura de cuentos, poesías y Valoración del texto literario
argumentativas. canciones. como hecho lingüístico, estético
Mulá Nasrudín, un don Quijote Reconocimiento de la y cultural.
islámico. intertextualidad. Responsabilidad en el manejo de
Lectura para disfrutar: Identificación del ideal datos y fuentes consultadas.
Los árboles mueren de pie, de caballeresco de don Quijote. Valoración de la importancia de
Alejandro Casona. Diferenciación de los dos planos la competencia cultural para
de la novela: ilusión y realidad. descubrir relaciones de
Explicación de la unidad don intertextualidad.
Quijote-Sancho a partir de una Seguridad en la defensa de sus
escultura. argumentos y flexibilidad para

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Organización de un recital con modificarlos.


letras de canciones sobre don Valoración del humor en el
Quijote. desarrollo de la conciencia
Reconocimiento de la trama crítica.
argumentativa y de sus Valoración de la lectura como
estrategias. disfrute estético.
Comparación entre don Quijote y
Mulá Nasrudín.
Producción de escritos ajustados
a propósitos, contexto y efectos
de sentido determinados.
Análisis de películas.

MÓDULO 6. De vampiros y Gestión del proceso de lectura: Valoración de la creatividad en la


fantasmas. movilización de conocimientos atmósfera de terror y su efecto
La literatura del Romanticismo. previos, predicciones y propósito en el lector.
Sus características. de lectura. Disposición favorable para la
Lo espectral y lo macabro. Confirmación o revisión de lectura comprensiva con actitud
“La muerte enamorada” de T. predicciones. reflexiva y crítica.
Gautier. Identificación de los Actitud de apertura ante las
Los mecanismos del terror y los procedimientos empleados para manifestaciones literarias,
miedos de las personas. producir terror. apreciando la proyección
El mito del vampiro en la Enumeración de elementos que personal del ser humano y
literatura romántica. crean clima de terror. capacidad de representación del
La mujer ángel y la mujer Diferenciación de la mujer ángel mundo exterior.
demonio. de la mujer demonio. Valoración del texto literario
La argumentación en la crítica de Identificación del tipo de como hecho lingüístico, estético
espectáculos. narrador. y cultural.
El texto expositivo. Identificación de los núcleos Responsabilidad en el manejo de
Procedimientos y organización de narrativos. datos y fuentes consultadas.
las ideas. Reconocimiento de la técnica del Valoración de la creatividad en la
El resumen. contraste. escritura.
Lectura para disfrutar: Reconocimiento de la función Respeto por el pensamiento
Cumbres borrascosas, de Emile poética a través de las figuras ajeno y el conocimiento
Brönte. del discurso. producido por otros.
Comparación entre una heroína Valoración del humor en el
romántica y un personaje desarrollo de la conciencia
femenino actual. crítica.
Análisis de películas. Valoración de la lectura como
Contrastación de argumentos en disfrute estético.
la crítica de espectáculos.
Producción de escritos ajustados
a propósitos, contexto y efectos
de sentido determinados.
Identificación del uso de las
macrorreglas en dos resúmenes.
Integración significativa de la
información paratextual con el
significado del texto.
Reconocimiento de la
organización de las ideas y su
graficación.
Identificación de procedimientos
utilizados en textos expositivos.

MÓDULO 7. La farsa y el arte Reconocimiento de los elementos Disposición favorable para la


de hacer reír caracterizadores de la farsa. práctica de teatro leído y
El teatro realista ruso. Práctica de teatro leído representado.
El oso, de Chéjov. atendiendo a la claridad, fluidez Actitud de apertura ante las
La farsa. y expresividad. manifestaciones literarias,
Los puntos suspensivos en las Identificación de los mecanismos apreciando la proyección
obras de Chéjov. que utiliza la comedia para personal del ser humano y
Estructura del texto teatral. provocar el humor. capacidad de representación del

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El teatro argentino del siglo XX. Puesta en escena de una obra mundo exterior.
Una viuda difícil, de Conrado teatral. Valoración del texto literario
Nalé Roxlo. Oralización expresiva en la como hecho lingüístico, estético
Lectura para disfrutar: representación de obras y cultural.
La Sacramento, de Estela teatrales. Responsabilidad en el manejo de
Smania. Producción escrita de un cuadro datos y fuentes consultadas.
dramático. Valoración de la creatividad en la
Producción de un texto escritura.
argumentativo humorístico.

Algunas respuestas

Módulo 1. El lector adolescente


Los lectores tienen la palabra
Leer da caries
Intención: convencer.
Función del lenguaje: apelativa.
Cambio de actitud que quiere provocar en el lector: que el lector adopte una actitud crítica y
reflexione sobre la importancia de la lectura a pesar del bombardeo audiovisual y no crea en las
opiniones de los apocalípticos.
El título no responde a lo que se sostiene en el texto, ver último párrafo.
El bombardeo audiovisual bloquea lo emocional porque marea, impide pensar.
El autor toma como punto de partida lo que dicen los apocalípticos, los que auguran el fin del libro.
Tesis del autor: La lectura es imprescindible para los seres humanos y no puede desaparecer.
Qué opinan los que auguran el fin de la lectura: leer será una actividad vergonzosa, leer da caries,
es una actividad en desuso.
Argumentos del autor en contra de esas opiniones: la lectura potencia la imaginación, se lee y se
escribe poesía, es imposible vivir sin leer ya que el hombre es, además de social, un ser solitario.
Estrategias argumentativas: concesión-refutación: 2° párrafo.(es cierto que – pero) 4° pár.: Leer, se
dice… sin embargo. Ejemplificación: 3° párrafo (por ejemplo)
Desmentida: 5° párr.: Los editores dicen que no publican poesía porque nadie la lee. Pero casi
todo el mundo…
Ironías: Cuando un matemático quiere conquistar a una mujer, no le envía flores acompañadas por
ecuaciones sino con versos de Neruda. Las estadísticas – todos los sabemos – son capaces de demostrar
una cosa o su contrario.
Consecuencias que trae para el ser humano su escisión entre lo social y lo individual: La escisión se
paga con la muerte, la enfermedad mental y el odio.
Agitadores de la lectura
Punto de partida: La confusión entre conexión y comunicación. Recurso utilizado: Juego de
palabras (libro/libre)
Tesis que defiende el autor: el libro es la más poderosa herramienta de comunicación humana
Estrategias argumentativas utilizadas:
Ironía: …si se puede salvar un disco rígido, para nada importa que se quemen todos los libros del
mundo. Eso sí, para comunicar su propuesta se valió de un medio impreso.
Concesión-refutación: Si bien empezó a vivir […]es cierto que la mayoría de esos agüeros ha
desaparecido, desmentidos por el tiempo y los acontecimientos.
Cita de autoridad: Fontanarrosa y Paul Holdengräber.
El lector, de Eduardo Galeano.
El narrador es omnisciente. El protagonista es un lector ingenuo porque confunde la ficción con la realidad,
no descubre las marcas que caracterizan al cuento, confunde al narrador con el autor. No ha tenido en
cuenta que el texto es una obra de ficción, que el narrador es un personaje más.

Módulo 2. En el principio era el mito

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El mito, una puerta de entrada a los orígenes y a la condición humana

El nacimiento del primer hombre y de la primera mujer


Rasgo de Prometeo: rebeldía
Hecho que desencadena: además de permitirles calor, los hace evolucionar y parecerse a los
dioses por el desarrollo de la tecnología y de la ciencia
Zeus teme que la civilización de los mortales aventajen al reino olímpico. El ardid utilizado:
Envía a Pandora, el símbolo de los deseos terrenales.
El mito advierte a los seres humanos que se debe reflexionar antes de actuar para evitar cometer
errores.
“Prometeo lleva el fuego a la humanidad”
La antítesis se plantea con la división del cuadro con los colores claro (luz del conocimiento) y
oscuro (la ignorancia).

“El tormento de Prometeo” de Paul Rubens


La antorcha al conocimiento, las cadenas a la falta de libertad y el águila al castigo.
Las sensaciones que intenta producir son movimiento y dramatismo.
El no arrepentimiento de Prometeo se representa con los tonos claros, dorados.
Color que se le opone es el negro, aparece en el águila y simboliza la muerte, la tristeza.
El color rojo alude a la agresividad y a la crueldad.
“El tormento de Prometeo”
La obra muestra la imagen de Prometeo en el momento en que un águila viene a picotearle el hígado como cada
día, en represalia por sus acciones contra Zeus.
Rubens pertenece a la corriente del Barroco en la cual priman las sensaciones por encima de todo, la
proporcionalidad y la perspectiva ya no son importantes en esta época, pues de lo que se trata ahora es de transmitir
fuerza e intensidad y hacer que el receptor se conmueva al ver esta obra desgarradora que muestra la tragedia diaria
del personaje de manera muy real.
En el cuadro predomina la disposición de manera diagonal que se consigue con la posición del cuerpo de
Prometeo y la figura del águila, que con sus alas logra marcar esa diagonal. Con esta disposición nos da a entender que
Prometeo quiere escapar del espacio representado, por tanto nos da sensación de movimiento y refuerza la violencia
del momento.
Rubens sitúa la cabeza del personaje en la parte baja del cuadro. La escena está bañada por una iluminación
dorada que resalta el cuerpo del personaje y la figura del animal, elementos principales de la obra. Dominan los colores
claros en el centro de la obra y los oscuros alrededor, con ello se consigue la gran luminosidad de la imagen, que
expresa la idea de inocencia, paz, pero en este caso sería la divinidad, la estabilidad, la calma y la armonía.
En Oriente el blanco significa la muerte, pero aquí expresaría ese rasgo de divinidad de Prometeo y que a pesar de
su amargo calvario no se arrepiente de lo que ha hecho por eso aparecen esas tonalidades claras porque está en calma
consigo mismo a pesar del castigo.
Totalmente opuesto a él surge la imagen del águila, que sólo aparece iluminada por la parte de las alas, en el resto
aparece el negro, que es lo opuesto a la luz, lo concentra todo en sí mismo, es el color de la separación y la tristeza.
Debajo de Prometeo aparece una especie de sudario en color blanco y azul, el primer color es símbolo de pureza y
el segundo tiene connotaciones de suavidad y quietud, quizá signifique el único elemento de protección de Prometeo
con el que se cubre a lo largo del día y hace algo menos penoso su angustioso castigo.
En el horizonte los colores del cielo son oscuros pero el campo aparece en la lejanía luminoso, como si se tornaran
las nubes negras sólo alrededor de Prometeo cada día que el águila viene a incrustarle su pico para sacarle las
entrañas.
En cuanto al color rojo, apenas si aparece un ligero tono alrededor del pico de la rapaz. El rojo es el color de la
viveza, es emocional, atractivo y pasional, aunque también puede simbolizar acción, agresividad y peligro, que es
precisamente el sentido que tiene aquí.
La obra está llena de tensión en las figuras, los músculos de Prometeo aparecen rígidos, su cara no se distingue,
pero todo su cuerpo nos transmite dolor, es un barroco realista, que dramatiza y quiere impresionarnos a través de sus
representaciones. El águila nunca llegará hasta nuestro hígado pero Rubens intentó que así fuera para que tuviéramos
en cuenta el gran calvario de Prometeo que robó el fuego para dárselo a los mortales. María José Aparicio Ortega (texto
adaptado)

“Prometeo” de F. Álvarez Hidalgo


Estrategias argumentativas: concesión y refutación.

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Frankestein o el moderno Prometeo


El narrador de la primera historia es el capitán Walton, utiliza textos epistolares: cartas y el diario de
viaje.
La segunda historia es narrada por Víctor Frankestein. Utiliza el racconto.
La historia principal es la de Víctor Frankestein, enmarcada en la del capitán Walton.
Tienen en común el capitán Walton y Víctor Frankestein que ambos buscan el conocimiento científico
para ayudar a la humanidad.
Víctor Frankestein decide crear un ser humano por su afán desmedido por el conocimiento científico.
Consecuencias: la infelicidad de la criatura, la destrucción de seres queridos y su angustia personal que lo
lleva a la muerte.
Relación con el mito de Prometeo: ambos se rebelan contra Dios y son castigados.
Es importante para el monstruo haber aprendido a leer porque le permite descubrir quién es su creador,
cómo fue creado y comparar su vida con la de otros personajes, especialmente con El paraíso perdido.
Es patética la historia del monstruo porque no es aceptado, está solo.
Decide vengarse de su progenitor porque Víctor no acepta crearle una compañera.

SECUENCIA NARRATIVA de FRANKESTEIN


HISTORIA DEL CAPITÁN WALTON.
1. Expedición al Polo norte varada en los hielos. 2. Encuentro con Víctor Frankestein y relato de su historia al
capitán.

HISTORIA DE V. FRANKESTEIN
1. Niñez feliz junto a sus padres y su hermana adoptiva. 2. Muerte de la madre y nacimiento del hermano. 3.
Compromiso con Elizabeth y viaje a Ingolstad. 4. Encuentro con el profesor Waldman. 5. Muerte del profesor.
6. Creación del monstruo con ayuda de las notas de Waldman. 7. Huida del monstruo por el rechazo de la
gente. 8. Refugio en el bosque. 9.Humanización del monstruo. 10. Descubrimiento del diario y aprendizaje de
la lectura. 11. Odio y decisión de vengarse de su creador. 12. Rechazo de los campesinos al monstruo. 13.
Viaje a Ginebra. 14. Asesinato de Willie. 15. Encuentro del monstruo con el doctor F. 16. Pedido del monstruo,
aceptación de Víctor y posterior arrepentimiento. 17. Casamiento con Elizabeth. 18. Muerte de Elizabeth. 19.
Resucitación de Elizabeth. 20. Suicidio de la joven. 21. Huida del monstruo. 22. Persecución por parte del
doctor. 23. Encuentro del doctor con el capitán.

HISTORIA DEL CAPITÁN. 3. Muerte de Víctor. 4. Aparición del monstruo. 5. Suicidio del monstruo junto al cadáver de
su “padre”. 6. Regreso del capitán a su casa.
Argumento de FRANKESTEIN
La historia comienza en el Polo Norte cuando la embarcación del capitán Walton queda varada en el hielo. Mientras
trata de solucionar los problemas aparece el doctor V. Frankestein solicitando ayuda. Luego, narra su historia al capitán.
La historia de V. F. comienza desde su niñez feliz junto a sus padres y su hermana adoptiva Elizabeth. La muerte de
la madre cuando nace su hermano lo sume en la desesperación y lo decide a estudiar medicina para tratar de vencer a
la muerte. Por ello viaja a Ingolstad después de haberse comprometido con Elizabeth. Allí concurre a la Universidad.
Entabla una profunda amistad con un compañero, Henry Clerval. También conoce al profesor Waldman con quien
comparte su concepción sobre la ciencia. La muerte de este profesor lo determina a hacer experimentos para crear a un
ser humano sin medir las consecuencias. Nace así Frankestein, un ser de aspecto repugnante quien huye del
laboratorio y se refugia en el campo ante el rechazo de la gente. Allí espía la vida de una familia y comienza su
aprendizaje sobre la relación afectiva entre los seres humanos. Es un ser inocente y deseoso de afecto. Pero encuentra
el diario de su creador, aprende a leerlo y al enterarse de que es un experimento fallido, nace el odio contra su creador.
El rechazo de los campesinos lo determina a viajar a Ginebra para llevar a cabo su venganza y comienza asesinando a
Willie, el hermano de V. Frankestein. Dialoga con su creador, le reprocha su abandono y le pide la creación de un ser
similar para tener compañía. El doctor accede pero luego cambia de idea. Se casa con Elizabeth y ésta es asesinada en
la noche de bodas. V.F. intenta resucitarla. El monstruo se hace presente y la reclama como esposa. Elizabeth se
suicida. Frankestein huye hacia el Polo Norte y Víctor parte en su búsqueda. Es en esa situación cuando se encuentra
con el capitán Walton quien, como él, tiene obsesión por hacer un descubrimiento que ayude a la humanidad sin
importarle la vida de sus propios marineros y la suya propia para conseguirlo.
Víctor Frankestein le aconseja que no cometa el mismo error que él. Muere, aparece el monstruo que se suicida junto
al cadáver de su “padre”. El capitán decide regresar influenciado por el dramatismo de la historia de V.F.

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La era de Frankestein

El escritor ha elegido este título porque en la novela también se creó un ser humano artificial.
Las voces que aparecen en los textos defienden la selección de seres humanos por medio de la
manipulación genética. El autor no está de acuerdo con esta postura.
La tesis no aparece explícita. La adecuada es deshumanización de la ciencia.
El tono utilizado es irónico y también dramático.

Eros y Psique
Rasgos similares de Afrodita a los seres humanos: el orgullo y la competitividad.
Comentario del narrador: “Al fin y al cabo, la admiración es vecina del temor…”
Al contar el narrador que las hermanas están “aparentemente” horrorizadas, el indicio que ofrece
al lector es su falsedad. Sienten envidia por su hermana.
Las hermanas son intrigantes y las acciones consisten en fingirle cariño y crearle inseguridades;
producen en Psique el miedo y la curiosidad. Su accionar provoca la ruptura de la pareja.
El vínculo familiar vulnerable es el fraterno. Surgen los celos y la envidia al igual que en Caín y
Abel.
Se contradice Psique porque primero dice que es joven y luego de avanzada edad.
Psique es inocente, influenciable y no respeta las prohibiciones ni escucha los buenos consejos de
Eros.
Superestructura narrativa.

Humorismo versus “amarguismo”


Se le encargaron 12 trabajos en castigo por haber matado a sus propios hijos.
La situación habitual que se intenta reflejar es un intento de comunicación en los ascensores.
El humor consiste en que el emisor no tuvo en cuenta el contexto de la situación comunicativa.
Aparecen en un globo, para el diálogo se utiliza el rabo con línea completa y para el pensamiento
con circulitos o línea cortada.

En busca de los por qué, los cómo, los dónde y los cuándo
Los juegos olímpicos
La intención del autor: explicar y la función del lenguaje informativa.
Trama predominante: descriptiva. Modo verbal: indicativo. Persona gramatical: tercera.
Poseidón: dios del mar y Apolo el dios de la belleza.
Tipo de recursos de cohesión: referencia, hiperónimos e hipónimos.
Gráfico comparativo entre los antiguos juegos olímpicos y los actuales. Otras categorías posibles:
tipo de deportes, ciudades y período en que se realizan, etc.

La escultura en el Neoclasicismo

Recurso gráfico utilizado: palabras en negrita a nivel textual y a nivel paratextual, la imagen.
Marcas de subjetividad: técnica extraordinaria y sus obras especialmente bellas, preciosa
metáfora del amor, si advertimos la posición.

La cosmología griega
El pensamiento griego dio prioridad a lo racional.
Marcas subjetivas del autor: desgraciadamente, de hecho, al parecer.

Graficación de las ideas:

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Cosmologías primitivas: 650-560 a. C. Tales de 610-546 a.C. Anaximandro.


el mundo = eterno Mileto. Tierra= disco que Tierra= centro del universo,
flotaba sobre un océano. astros giran alrededor.

530-470 a. C. Filolao. 540-450 a. C. Parménides. 530 a.C. Pitágoras. Planetas


Tierra y Sol giran Tierra es esférica. giran en torno a la Tierra en
alrededor de un fuego esferas concéntricas.
central cada 24 horas.

427-347 a. C. Platón. 384 a. C. - 322 a. C. 310 -. 230 a. C.


Aristóteles. No aceptaron movimientos de la Aristarco de Samos.
Tierra. Defendieron sistema geocéntrico. Gran Sistema heliocéntrico.
influencia

Procedimientos explicativos: definición, reformulación, ejemplificación.

Evaluación 1
Lean el texto siguiente para informarse sobre este mito:

El mito de Orfeo y Eurídice


Orfeo era el músico más extraordinario de todos los
mortales y con su canto, deleitaba a todas las
criaturas de la naturaleza.
El día de su boda con Eurídice, la bella mujer de
quien estaba enamorado, cantó mejor que nunca.
Todos a su alrededor parecían festejar su amor
con la misma alegría viendo a los amantes paseando
felices por la verde pradera.
Sin embargo, la adversidad los acechaba en el
camino y se ensañaría con ellos. Una serpiente
venenosa mordió a Eurídice, quien dejando escapar
un grito de su garganta cayó herida de muerte.
Orfeo, desesperado, trató inútilmente de
ayudarla, pero ya era tarde; el veneno se había
esparcido por todo su cuerpo sin darle tiempo a nada
e irremediablemente al poco tiempo murió en sus
brazos.
Orfeo no pudo recuperarse de su profunda pena
y toda la naturaleza lo acompañó en su dolor; las
aves con sus agudos lamentos y los árboles
emitiendo extraños y lúgubres sonidos con sus follajes.
No pudiendo soportar tanto dolor, Orfeo decidió bajar al Averno* decidido a recuperar a su amada.
Acompañado por un barquero, atravesó el oscuro pantano del Estigio, que separaba el reino de los
vivos del de los muertos; e iluminándose con una antorcha se hundió en las oscuras profundidades de la
morada de los muertos.
Lo acompañaron en su travesía los macabros sonidos de los fantasmas errantes, que no lo
desanimaron, tan decidido estaba de hallar a su amada.
Encontró los rostros ajados de las Furias*, y el perro Cancerbero de tres cabezas que custodiaba el
palacio de Plutón y Proserpina, los señores de los muertos que se encontraban sentados en sus tronos.
Se postró a sus pies y tomando su lira comenzó a cantar una hermosa canción sobre su perdida
amada. Todos los presentes lloraron al compás de su triste canto y los reyes se apiadaron de él.
Eurídice fue llamada para que se presentara en el salón del trono y al encontrarse ambos amantes se
abrazaron.
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Plutón autorizó a Eurídice a regresar al mundo de los vivos pero con una condición, que Orfeo no
girase su cabeza para mirarla en su viaje de regreso, debiendo confiar en que ella lo estaría siguiendo.
Orfeo, acompañado del barquero regresó por el mismo camino lúgubre que lo había conducido hasta
el Averno, atravesando sus macabras y oscuras sendas y rodeado de tenebrosos aullidos y lamentos.
Mientras atravesaban el río Estigio, Orfeo pudo ver una fuente de luz que anunciaba la salida y
ambos se apresuraron a salir de la caverna.
Una vez afuera, Orfeo no pudo evitar darse vuelta para comprobar si detrás de él venía Eurídice, sin
recordar que la condición impuesta por los reyes del Averno era que ambos tenían que estar afuera para
poder mirarse mutuamente.
Ni bien sus ojos se posaron en el bello rostro de Eurídice, ésta le dijo adiós y desapareció para
siempre.
”Torre de Papel”, Mitos Griegos, Mary Pope Osborne, Ed. Norma, 2005

Averno: el infierno.
Furias: Son la personificación de la venganza y del antiguo concepto del castigo. Su misión era castigar los crímenes
humanos.

1. ¿Qué son los mitos?


2. ¿Por qué se distinguía Orfeo?
3. ¿En qué tiempo transcurre la historia?
4. La superestructura narrativa presenta dos complicaciones, ¿cuáles son? ¿Cómo se resuelve
cada una?
5. Identifiquen las acciones principales y anoten la secuencia narrativa. Les damos la primera:
1. Boda de Orfeo y Eurídice – 2. ……………………………. – 3.………………………………..
4. Descenso al Averno – 5 …………………………. 6. …………………………………………….
7. …………………………………………………….. 8. …………………………………………….
6. Teniendo en cuenta la secuencia narrativa, redacten el argumento.
7. ¿Qué recurso de cohesión se utiliza con las palabras que aparecen recuadradas? Señalen con
una flecha a qué sustituyen.
8. Identifiquen el recurso de cohesión utilizado en el siguiente párrafo:
Acompañado por un barquero, atravesó el oscuro pantano del Estigio, que separaba el reino
de los vivos del de los muertos; e iluminándose con una antorcha se hundió en las oscuras
profundidades de la morada de los muertos.

Algunas respuestas:
Complicaciones: 1. Mordedura de la serpiente. 2. No cumplir con la condición impuesta por los
reyes del Averno. La primera se resuelve con la muerte de Eurídice y la segunda con su
desaparición.
Secuencia narrativa: Boda de O. y Eurídice – Mordedura de la serpiente – Muerte de Eurídice –
Descenso al Averno - Súplica y autorización condicionada del regreso de Eurídice – No
cumplimiento de la condición – Desaparición de Eurídice
Recurso de cohesión: elipsis.

Evaluación 2
Lean el texto siguiente para informarse sobre este mito:

Apolo Y Daphne
Apolo, gran cazador, quiso matar a la temible serpiente Pitón que se escondía en el monte Parnaso.
Habiéndola herido con sus flechas, la siguió, moribunda, en su huída hacía el templo de Delfos. Allí
acabó con ella mediante varios disparos de sus flechas.
Delfos era un lugar sagrado donde se pronunciaban los oráculos de la Madre Tierra. Hasta los dioses
consultaban el oráculo y se sintieron ofendidos de que allí se hubiera cometido un asesinato. Querían que
Apolo reparase de algún modo lo que había hecho, pero Apolo reclamó Delfos para sí. Se apoderó del

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oráculo y fundó unos juegos anuales que debían celebrarse en un gran anfiteatro, en la colina que había
junto al templo.
Orgulloso Apolo de la victoria conseguida sobre la serpiente Pitón, se atrevió a burlarse del dios Eros
por llevar arco y flechas siendo tan niño:
Irritado, Eros se vengó disparándole una flecha, que lo hizo enamorarse locamente de la ninfa Daphne,
mientras a ésta le disparó otra flecha que le hizo odiar el amor y especialmente el de Apolo.
Apolo la persiguió y cuando iba a darle alcance, Daphne pidió ayuda a su padre, el río Peneo, el cual la
transformó en laurel.
Este nuevo árbol es, no obstante, el objeto del amor de Apolo, y puesta su mano derecha en el tronco,
advierte que aún palpita el corazón de su amada dentro de la nueva corteza, y abrazando las ramas como
miembros de su cariño, besa aquél árbol que parece rechazar sus besos. Por último le dice:
- Pues veo que ya no puedes ser mi esposa, al menos serás un árbol consagrado a mi deidad. Mis
cabellos, mi lira y aljaba se adornarán de laureles. Tú ceñirás las sienes de los alegres capitanes cuando el
alborozo publique su triunfo y suban al capitolio con los despojos que hayan ganado a sus enemigos. Serás
fidelísima guardia de las puertas de los emperadores, cubriendo con tus ramas la encina que está en medio,
y así como mis cabellos se conservan en su estado juvenil, tus hojas permanecerán siempre verdes.

1. Escriban una definición de mito.


2. ¿En qué tiempo transcurre la historia?
3. Los mitos presentan a los dioses con defectos humanos, ¿cuáles muestra el dios Apolo en este
mito?
4. La superestructura narrativa presenta dos complicaciones, ¿cuáles son? ¿Cómo se resuelve cada
una?
5. Completen la secuencia narrativa:
a. Muerte de la serpiente en el templo. b. Apropiación del oráculo. c……………………………..
d. …………………………………….. e. Persecución de Dafne. f. ……………………………………
6. Escriban el argumento teniendo en cuenta la secuencia narrativa.
7. ¿Qué recurso de cohesión se utiliza con las palabras que aparecen recuadradas? Señalen con una
flecha a qué sustituyen.
8. Identifiquen qué otro recurso de cohesión, además del anterior, se utiliza en el segundo párrafo.

Algunas respuestas:
Defectos de Apolo: orgulloso, soberbio, burlón.
Complicaciones: Profanación del oráculo y burla a Eros. La primera se resuelve con la apropiación
del oráculo y la segunda con la venganza de Eros.
Secuencia narrativa:
a. Muerte de la serpiente en el templo. b. Apropiación del oráculo. c. Burla a Eros.
d. Venganza de Eros. e. Persecución de Dafne. f. Transformación de Dafne

Módulo 3
Aparecen héroes en la literatura porque la sociedad necesita un modelo de conducta y el héroe lo
representa.
Odiseo y Penélope
Rasgos de la personalidad de Odiseo y de Penélope que se exaltan en el mito: la astucia y la
fidelidad respectivamente.
Penélope y sus pretendientes
Waterhouse en su cuadro resalta la figura de Penélope que está en el centro, es la más iluminada, el
color llamativo del vestido, está de espaldas, sumida en su tarea de tejedora, ignorándolos mientras los
pretendientes le ofrecen flores y música.
El conocimiento del mito es necesario para aumentar la competencia cultural y comprender el poema y
el cuadro.
La tela de Penélope o quién engaña a quién
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Texto narrativo. Tono humorístico.


La vuelta de Odiseo
Para recrear el mito el autor tuvo en cuenta el paso del tiempo.
Odiseo y las Sirenas
Rasgo del héroe manifiesto: la astucia.
Su triunfo consiste en no caer en la seducción del canto de las Sirenas.
Cuadro de Waterhouse en el que se recrea el episodio.
Personajes destacados: el cuerpo de Odiseo, la cara de las sirenas y el interior de la nave porque en
ellos se centra lo principal.
Prevalecen los tonos oscuros en el cuerpo de las sirenas y en el exterior de la nave, expresan el
peligro que los rodea.
Odiseo y Circe
Circe encarna el poder de la seducción.
En el cuadro de Waterhouse se expresa la sensualidad de Circe por medio de la transparencia del
vestido y la luminosidad en el pecho.
Personaje que aparece reflejado en el espejo: Odiseo.
El cuento “Circe” de Cortázar también figura en www.ciudadseva.com/.
Las moradas de los nuevos dioses
Todas las culturas imaginaron una morada para sus dioses porque buscaron un lugar ideal, un modelo
de residencia y convivencia que los seres humanos desean y en donde también proyectaron sus
frustraciones.
Infieran la tesis que sostiene el autor. Los nuevos dioses son efímeros, intrascendentes, adorados por
las masas y su morada son los mass media.
El héroe del mundo medieval

El Cid.
Tirada 26
El Cid lucha para reconquistar España del poder de los moros.
Con sus enemigos es justo y generoso.
El Cid demuestra fidelidad al rey don Alfonso a pesar de que lo ha desterrado injustamente.
Verso: que con mi rey don Alfonso no querría yo luchar.
Se comporta con justicia con sus vasallos pues reparte el botín. Versos:
Pagados estáis ya todos, nadie queda por pagar,
Tirada 41
Religiosidad en Santa María de Burgos por mí pagaréis mil misas

Responsabilidad y lo que os sobre dadlo a mi mujer y a mis hijas,


que recen mucho por mí en las noches y en los días
que si Dios vida me diere han de llegar a ser ricas".

Cosas del Cid


Se destaca el valor, la humanidad y solidaridad del Cid al extenderle su mano a un leproso.
El mendigo se emociona porque comprende la valiente hazaña del Cid.
Metáforas con que se describen al Cid y al leproso:
el soberbio príncipe del estrago
y la victoria, joven, bello como Santiago,
y el horror animado, la viviente carroña
En el poema se pueden señalar dos momentos: Primer momento hasta el encuentro con el leproso. Lenguaje
que se opone: estación florida, ríe la Primavera, abre lirios y sueños, sol glorioso, soberbio príncipe del
estrago y la victoria, joven, bello como Santiago. 2° momento: horror animado, viviente carroña, infecta los

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suburbios de hedor y de ponzoña, siniestro mendigo.

Evaluación 1
Lean los siguientes fragmentos que corresponden al Cantar Primero: El destierro del Cid.
Propósito de lectura: descubrir cómo enfrenta el Cid y su familia la separación.

Tirada 15
[…]
He aquí a doña Jimena que con sus hijas va llegando;
dos dueñas las traen a ambas en sus brazos.
Ante el Campeador doña Jimena las rodillas ha hincado.
Lloraba de los ojos, quiso besarle las manos:
«¡Ya Campeador, en hora buena engendrado,
por malos intrigantes de Castilla sois echado! »

Tirada 16

«Ay, mi señor, barba tan cumplida,


aquí estamos ante vos yo y vuestras hijas,
(muy niñas son y de pocos días),
con estas mis damas de quien soy yo servida.
Ya lo veo que estáis de partida,
y nosotras y vos nos separamos en vida.
¡Dadnos consejo, por amor de Santa María!»
Alargó las manos el de la barba bellida,
a las sus hijas en brazos las cogía,
acercólas al corazón que mucho las quería.
Llora de los ojos, muy fuertemente suspira:
« Ay, doña Jimena, mi mujer muy querida,
como a mi propia alma así tanto os quería.
Ya lo veis que nos separan en vida,
yo parto y vos quedáis sin mi compañía.
Quiera Dios y Santa María,
que aún con mis manos case estas mis hijas,
y vos, mujer honrada, de mí seáis servida».

1. ¿Qué denuncia doña Jimena, la esposa del Cid, respecto del destierro de su esposo?
2. ¿En qué situación queda la familia del Cid a causa de este hecho?
3. ¿Qué actitud asume el héroe frente a su familia?

Respuestas:
Doña Jimena denuncia que el destierro se debe a una calumnia contra su esposo.
La familia queda sola, abandonada y sin sus posesiones.
Actitud del héroe: de dolor, y el deseo de reparar el daño.

Evaluación 2
• En el siguiente fragmento que corresponde al cantar tercero, La afrenta de Corpes,
comparen la actitud de los infantes de Carrión, la de los guerreros del Cid y la del héroe.

Tirada 112

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Estaba el Cid con los suyos en Valencia, la mayor,


y con él ambos sus yernos, los infantes de Carrión.
Acostado en un escaño dormía el Campeador,
sabed la mala sorpresa que a todos aconteció.
De su jaula se ha escapado, y andaba suelto un león,
al saberlo por la corte un gran espanto cundió.
Embrazan sus mantos las gentes del Campeador
y rodean el escaño protegiendo a su señor.
Pero Fernando González, el infante de Carrión,
no encuentra dónde meterse, todo cerrado lo halló,
metióse bajo el escaño, tan grande era su terror.
El otro, Diego González, por la puerta se escapó
gritando con grandes voces: "No volveré a ver Carrión."
Detrás de una gruesa viga metióse con gran pavor
y, de allí túnica y manto todos sucios los sacó.
Estando en esto despierta el que en buen hora nació
y ve cercado el escaño suyo por tanto varón.
"¿Qué es esto, decid, mesnadas? ¿Qué hacéis aquí alrededor?"
"Un gran susto nos ha dado, señor honrado, el león."
Se incorpora Mío Cid y presto se levantó,
y sin quitarse ni el manto se dirige hacia el león:
la fiera cuando le ve mucho se atemorizó,
baja ante el Cid la cabeza, por tierra el hocico hincó.
El Campeador entonces por el cuello le cogió,
como quien lleva un caballo en la jaula lo metió.
Maravilláronse todos de aquel caso del león
y el grupo de caballeros a la corte se volvió.
Mío Cid por sus yernos pregunta y no los halló,
aunque los está llamando no responde ni una voz.
Cuando al fin los encontraron, el rostro traen sin color
tanta broma y tanta risa nunca en la corte se vio,
tuvo que imponer silencio Mío Cid Campeador.
Avergonzados estaban los infantes de Carrión,
gran pesadumbre tenían de aquello que les pasó.

1. ¿Qué hechos se narran en este fragmento?


2. ¿Cómo calificarían el comportamiento del Cid, de sus guerreros y de los infantes en
este episodio?
3. ¿Por qué el Cid impone silencio a sus hombres? ¿Qué rasgos del héroe manifiesta?
4. ¿Qué hecho de los narrados puede considerarse fantástico? ¿Por qué lo habrá
incluido el juglar?
Algunas respuestas:
El Cid impone silencio a sus hombres para terminar con la burla. Manifiesta ecuanimidad,
comprensión de las debilidades humanas, generosidad.
Hecho fantástico: El temor del león ante la sola presencia del Cid. Lo incluye para exaltar su figura
heroica.

Evaluación 3:
• Lean otro fragmento del Cantar tercero que da origen a su título. ¿Qué significa la palabra
“afrenta” y en qué consiste en este caso.
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Tirada 128
[…]
En el robledal de Corpes entraron los de Carrión,
las ramas tocan las nubes, muy altos los montes son
y muchas bestias feroces rondaban alrededor.
Con una fuente se encuentran y un pradillo de verdor.
Mandaron plantar las tiendas los infantes de Carrión
y esa noche en aquel sitio todo el mundo descansó.
Con sus mujeres en brazos señas les dieron de amor.
¡Pero qué mal se lo cumplen en cuanto que sale el sol!
Mandan cargar las acémilas con su rica cargazón,
mandan plegar esa tienda que anoche los albergó.
Sigan todos adelante, que luego irán ellos dos:
esto es lo que mandaron los infantes de Carrión.
No se quede nadie atrás, sea mujer o varón,
menos las esposas de ellos, doña Elvira y doña Sol,
porque quieren solazarse con ellas a su sabor.
Quédanse solos los cuatro, todo el mundo se marchó.
Tanta maldad meditaron los infantes de Carrión.
"Escuchadnos bien, esposas, doña Elvira y doña Sol:
vais a ser escarnecidas en estos montes las dos,
nos marcharemos dejándoos aquí a vosotras, y no
tendréis parte en nuestras tierras del condado de Carrión.
Luego con estas noticias irán al Campeador
y quedaremos vengados por aquello del león."
Allí los mantos y pieles les quitaron a las dos,
sólo camisa y brial sobre el cuerpo les quedó.
Espuelas llevan calzadas los traidores de Carrión,
cogen en las manos cinchas que fuertes y duras son.
Cuando esto vieron las damas así hablaba doña Sol:
"Vos, don Diego y don Fernando, os lo rogamos por Dios,
sendas espadas tenéis de buen filo tajador,
de nombre las dos espadas, Colada y Tizona, son.
Cortadnos ya las cabezas, seamos mártires las dos,
así moros y cristianos siempre hablarán de esta acción,
que esto que hacéis con nosotras no lo merecemos, no.
No hagáis esta mala hazaña, por Cristo nuestro Señor,
si nos ultrajáis caerá la vergüenza sobre vos,
y en juicio o en corte han de pediros la razón."
Las damas mucho rogaron, mas de nada les sirvió;
empezaron a azotarlas los infantes de Carrión,
con las cinchas corredizas les pegan sin compasión,
hiérenlas con las espuelas donde sientan más dolor,
y les rasgan las camisas y las carnes a las dos,
sobre las telas de seda limpia la sangre asomó.
Las hijas del Cid lo sienten en lo hondo del corazón.
¡Oh, qué ventura tan grande si quisiera el Creador
que asomase por allí el Mío Cid Campeador!
Desfallecidas se quedan, tan fuertes los golpes son,
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los briales y camisas mucha sangre los cubrió.


Bien se hartaron de pegar los infantes de Carrión,
esforzándose por ver quién les pegaba mejor.
Ya no podían hablar doña Elvira y doña Sol.

1. ¿En qué consiste la afrenta?


2. ¿Cómo la llevan a cabo los infantes? Marquen en el texto: la amenaza oral de los infantes a
sus esposas, los preparativos para la afrenta, la súplica de las mujeres, los golpes y sus
consecuencias.
3. ¿Cómo califican el proceder de los infantes?
4. El juglar se dirige a un público y necesita conmoverlo. ¿Cómo interpreta el deseo de justicia
de los oyentes? ¿En qué versos lo manifiesta? ¿De qué modo interviene?
5. ¿De qué otras maneras interviene el narrador?

Algunas respuestas:
La afrenta consiste en despreciarlas, golpearlas y dejarlas abandonadas.
El juglar interpreta el deseo de justicia de los oyentes en forma directa mediante los siguientes
versos.
¡Oh, qué ventura tan grande si quisiera el Creador
que asomase por allí el Mío Cid Campeador!
El narrador interviene en tercera persona y dándole la voz a los personajes.

Evaluación 4
Lean los fragmentos siguientes y observen cómo actúa el Cid para recuperar la honra de sus hijas
repudiadas y abandonadas por sus maridos:

Tirada 138
[…]
"Merced, mi rey y señor, por amor de caridad:
la queja mayor de todas no se me puede olvidar.
Que me oiga la corte entera y se duela con mi mal:
los infantes de Carrión me quisieron deshonrar,
sin retarlos a combate no los puedo yo dejar".

Tirada 139

"Decidme, ¿qué os he hecho, infantes de Carrión?


¿Cuándo de burlas o veras, ofenderos pude yo?
Ante el juicio de la corte hoy pido reparación.
¿Para qué me desgarrasteis las telas del corazón?
Al marcharos de Valencia yo os entregué mis dos
hijas con buenas riquezas y con el debido honor.
Si no las queríais ya, canes de mala traición,
¿por qué fuisteis a sacarlas de Valencia la mayor?
¿Por qué las heristeis luego con cincha y con espolón?
En el robledal quedaron doña Elvira y doña Sol
a la merced de las fieras y las aves del Señor.
Estáis, por haberlo hecho, llenos de infamia los dos.
Ahora que juzgue esta corte si no dais satisfacción".
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1. ¿A quién acude el Cid? ¿Por qué? ¿Qué le solicita?


2. ¿De qué acusa a los infantes?
3. ¿Qué metáfora utiliza para expresar el dolor por la afrenta?

Algunas respuestas:
El Cid acude al rey y a las cortes porque sus hijas fueron repudiadas y abandonadas por los infantes de
Carrión y les solicita justicia para reparar su honra y la de sus hijas.
Metáfora: ¿Para qué me desgarrasteis las telas del corazón?

Texto expositivo
Sirenas ¿o manatíes y dugongos?
Los manatíes y dugongos dieron origen al mito de las sirenas por su canto armonioso y la presencia
de mamas.
Procedimientos explicativos usados: definiciones y reformulaciones.
Estructura del texto: presentación, desarrollo y conclusión. Presentación: 1° y 2° párrafos.
Desarrollo donde se los describe y compara. El cierre comienza en “Peligros de extinción” hasta el
final.
1. Las ideas se pueden organizar de distintas maneras: descriptiva, secuencial, comparativa,
causa-consecuencia y problema solución. Este texto presenta tres modos de organizarlas.
Identifíquenlos y realicen los gráficos correspondientes. Organización comparativa, y en
“Peligros de extinción”: problema-solución, pero también se indican causas del peligro
de extinción.

Categorías Manatíes Dugongos


Familia Trichechiade Dugongidae
Etimología Voz arahuaca o derivada de “manos”. Del malaya “duyung” (sirena)
Habitat Ríos costeros de EE.UU. y costa Costas índicas de África, sur de
occidental africana. Asia, Indonesia y Oceanía.
Tamaño 5 metros 3 metros
Peso 1 tonelada 200 kilogramos
Modo de vida Solitario o en pequeños grupos Solitario o en pequeños grupos
familiares familiares
Aletas Pectoral y caudal. Esta tiene forma de Pectoral y caudal. Esta es
paleta. homocerca.
Alimentación vegetariana vegetariana

Héroes y superhéroes
Organización comparativa.
Categorías Héroes Superhéroes
Características valientes, astutos, perdedores a veces, omnipotentes (nunca pueden
cooperativos perder)
Poderes humanos sobrehumanos
Ayuda entre ellos de otros planetas, mágica
Función modelo a seguir no son modelos posibles
Imitación posible imposible

Evaluación 1

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Lean el siguiente texto:

La familia olímpica

El Olimpo era la morada de los dioses; allí residían pero no todos los dioses olímpicos eran
iguales, ya que existía una clara jerarquía. Por ejemplo, al igual que los hombres, vivían
organizados en una familia patriarcal en la que Zeus ejercía la máxima autoridad. Era una
reproducción de la familia griega de la época arcaica: ya fuese ésta la familia nuclear o la gran
familia que era la pólis, es decir, la ciudad griega y comunidad de ciudadanos.
Los dioses olímpicos tenían comportamientos y sentimientos muy humanos, como los
celos, la venganza, la perfidia, y también representaban todo aquello que, oculto, puede morar en
el hombre.
Los antiguos griegos pusieron nombre a sus dioses, pero a pesar de estas similitudes con
los humanos había una diferencia básica e infranqueable: los olímpicos eran inmortales y, de
hecho, al hablar de ellos se podía usar indistintamente la palabra dioses o inmortales. En cambio,
la principal preocupación del hombre era intentar adaptarse a su realidad, a lo que sabía que tenía
un fin ineluctable, su vida.
La principal diferencia entre los dioses y los hombres era que a los primeros no les corría
sangre por las venas, sino un líquido más fluido, el ícor, que hacía que su cuerpo fuera
incorruptible. Se alimentaban de olores y perfumes, del néctar y la ambrosía (sustancia
desconocida) y del humo que ascendía de los huesos y la grasa quemada de los animales que los
hombres, en la Tierra, sacrificaban en su honor.
1) ¿Qué tipo de texto es? Fundamenten.
2) Identifiquen los procedimientos explicativos utilizados.
3) Identifiquen el recurso de cohesión que constituyen las palabras recuadras e indiquen con una flecha a qué
vocablo sustituyen.
4) ¿Cómo están organizadas las ideas? Confeccionen los gráficos correspondientes.

Respuestas:
Procedimientos explicativos: definición, reformulación y ejemplificación.

Organización descriptiva:

Zeus: máxima autoridad

La familia olímpica Organización jerárquica

reproducción familia griega arcaica

Organización comparativa:

Categorías Dioses Hombres

sentimientos humanos humanos

ciclo vital inmortales mortales

fluido ícor sangre


olores y perfumes, néctar, ambrosía, vegetales y animales (se infiere)
alimentación humo de huesos y grasa quemada de
animales

Evaluación 2

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 Lean el siguiente texto:

Las sirenas
Las sirenas son personajes mitológicos cuyo canto embrujador llevaba a los marinos a su perdición.
En la mitología griega, las sirenas vivían en una isla del Mediterráneo. Su canto era tan bello que
los marinos que las escuchaban no podían resistírseles y arrojaban sus naves contra los arrecifes.
Los sobrevivientes eran asesinados sin piedad.
En esta época eran representadas como seres alados, con cara humana y cuerpo de ave como lo
prueban diferentes vasijas griegas antiguas.
Aunque las sirenas nacieron de la imaginación de poetas griegos antiguos, la tradición que éstas
inspiraron se transformó y se desarrolló con el paso del tiempo. Las representaciones de sirenas se
multiplicaron durante la Edad Media y se transformaron en uno de los temas favoritos de
decoración de los manuscritos. Su transformación en creaturas mitad mujer, mitad pez, con la parte
inferior recubierta de escamas, se remonta aparentemente a la Edad Media.
En 1492, mientras se encontraba frente a las Antillas, el navegante genovés, Cristóbal Colón,
creyó divisar tres de estas criaturas que bailaban en el agua. Las describió como feas y mudas, pero
descubrió en su mirada como una «nostalgia de Grecia».
En 1869, en las Bahamas, seis hombres que se dirigían en canoa hacia una bahía divisaron una
sirena de deslumbrante belleza, con los cabellos azules flotando sobre sus hombros y las manos
hendidas. Esta emitía unos grititos de sorpresa al ver a los marinos y desaparecía poco después, sin
dejar que se acercaran.
En el siglo XX, el sentido comercial de algunos pueblos asiáticos contribuyó igualmente al
desarrollo de la leyenda. Incluso se edificaron fortunas con la venta de curiosidades a los europeos:
monstruos fabricados con la ayuda de pedazos de animales, simios y peces. Asimismo, en Djibuti,
unos comerciantes falsificaron el esqueleto de una sirena y lo vendieron como auténtico a unos
norteamericanos.
1) ¿Qué tipo de texto es? Fundamenten.
2) ¿Qué procedimiento explicativo se utiliza?
3) Identifiquen el recurso de cohesión que constituyen las palabras recuadras e indiquen con una flecha a qué
vocablo sustituyen.
4) ¿Cómo están organizadas las ideas? Confeccionen el gráfico correspondiente.

Respuestas:
Procedimiento explicativo: definición.
Organización secuencial

Mitología griega Canto embrujador, seres alados con cara humana y cuerpo alado.
Edad Media Creaturas mitad mujer, mitad pez, con la parte inferior recubierta
de escamas.
Antillas, 1492 Feas y mudas con mirada nostálgica.
Bahamas, 1869 Deslumbrante belleza, cabellos azules, manos hendidas.
Siglo XX Comercialización de la leyenda.

Módulo 4
Lazarillo de Tormes. Tratado I
Palabras que han caído en desuso son “arcaísmos”.
Narrador protagonista, 1° persona.
Circunstancias familiares que condicionan a Lázaro a servir al ciego: la muerte del padre, la pobreza
de la madre, el encarcelamiento del padrastro.

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Burla con que comienza a “educarlo: lo golpea contra un toro de piedra. Aprende que debe valerse
por sí mismo, a desconfiar y a engañar al ciego.
El amo le promete enseñarle cómo sobrevivir.
Sentimientos que le inspira el ciego a Lázaro: admiración, desconfianza y rechazo.
Anécdotas con las que va “progresando la educación” del muchacho: episodio de las uvas y la longaniza y el
golpe en el pilar.
Vicios que adquiere y cómo se las ingenia para satisfacerlos: el robo, la mentira, mediante el engaño y
fundamentalmente con la astucia
El tratado presenta una estructura simétrica y complementaria. Comienza con una burla al mozo por parte del
ciego. Lázaro al final se la devuelve: se repite el episodio del golpe en la cabeza y Lázaro se convierte de
víctima en victimario.
Se advierte que Lázaro aprendió las “enseñanzas” del ciego por la astucia y la violencia que utiliza.
Cuadro comparativo:
Héroe Antihéroe
Narración en tercera persona Narración en primera persona.
Hijo de familia noble. Hijo de padres pobres, sin honra
Abandona su hogar en pos de ideales. Abandona su hogar por la pobreza.
Sirve a su rey. Sirve a diversos amos.
Es honesto. Es ladrón, usa tretas para sobrevivir.
Logra mejoras en la escala social. Aspira a ascender en la escala social, pero
no lo logra.

Cuadro de Murillo: Dos niños comiendo melón y uva.

La escena presenta a dos niños que acaban de conseguir un botín, melón y uvas, y se lo comen
con glotonería y rapidez. Sus ropas rotas, su suciedad y la rapidez que lo están comiendo nos
aluden a que son dos pícaros que han conseguido robar esos manjares. Utiliza unos tonos
oscuros, marrones, pero con gran luminosidad. Aunque el fondo parece neutro, estamos frente a
un edificio en ruinas.

“Lazarillo”, de Álvarez Hidalgo


Características de la época: no hay lugar para héroes épicos en el mundo de los marginados quienes
deben convertirse en antihéroes para sobrevivir.
“Hay un niño en la calle”
La voz del “yo lírico” tiene un registro formal, culto, mientras que la voz del niño utiliza el registro
informal y popular.
Hay un chico en la calle, de Oscar Taffetani
Recurso de la intertextualidad.
Funciones del lenguaje: en el poema, la poética, y en este texto es informativa y apelativa.
¿Una multa impedirá que se pare de lucrar con los niños y niñas?
La autora del texto involucra a los padres y al Estado.
El maltrato infantil se enmascara mediante un concurso televisivo en el que se reduce a los niños a
objetos de mercado y se les hace vivir experiencias propias de los adultos y experiencias frustrantes.
Subjetivemas: poses de muñeca Barbie, morisquetas, máquina trituradora, este uso, etc.

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Modalizadores: evidentemente.
Tipo de texto: argumentativo.
Película: Agua para elefantes
Época de la película, ámbito, clase social: Crisis del 30. Ámbito del circo. Los personajes se
mueven en un mundo marginal.
Se denuncia el manejo inhumano de la empresa manifestado en el maltrato a los animales, en la
explotación de las personas, en los crímenes.

Evaluación 1 y 2 (Se trabaja literatura comparada con el mismo fragmento pero con distintas
preguntas).
Lean el siguiente fragmento de El pez dorado de Le Clézio y comparen las similitudes con el
episodio del ciego en Lazarillo de Tormes.

[…] Pero muy pronto las cosas volvieron a ser como antes. Después de algún tiempo, Zohra volvió a
portarse mal conmigo. Me pegaba y me gritaba que no servía para nada. Se enfurecía con el menor
pretexto: porque yo había roto una taza azul, porque no había lavado las lentejas, porque había dejado mis
huellas en el suelo de la cocina.
No me dejaba salir de casa. Decía que el juez había dictado una orden que me prohibía frecuentar malas
compañías. Cuando tenía que salir, me encerraba con llave dentro de casa, con un montón de ropa para
planchar. Un día, chamusqué ligeramente el cuello de una camisa de Abel, y, para castigarme, me quemó la
mano con la plancha. Yo tenía los ojos llenos de lágrimas, pero apretaba los dientes con todas mis fuerzas
para no gritar. Era como si alguien me apretara con las manos la garganta y no me dejara respirar; estuve
a punto de desmayarme. Todavía hoy conservo en el dorso de la mano un pequeño triángulo blanco que
nunca desaparecerá.
Pensaba que iba a morirme. Apenas me daban de comer. Zohra cocía arroz para su perrito, un shi-tzu de
pelo largo y blanco tirando a amarillento, y me ponía un poco de ese arroz regado con caldo de gallina. Me
daba de comer menos que a su perrito. De vez en cuando birlaba alguna fruta de la cocina. Me moría de
miedo pensando en lo que podría pasar si llegaba a enterarse. Tenía las piernas y los brazos llenos de
moretones a causa de sus correazos. Pero pasaba tanta hambre que seguía robando azúcar, galletas y fruta
de la alacena de la cocina.
Un día, Zohra había invitado a comer a unos franceses que se apellidaban Delahaye. Había comprado
para ellos un hermoso racimo de uvas negras en el supermercado del Ocean. Mientras comían los
entremeses, yo esperaba en la cocina picoteando las uvas. De pronto me di cuenta de que había acabado
con todas las uvas de la parte de abajo del racimo. Entonces, para que no descubrieran mi delito, coloqué
unas cuantas bolitas de papel debajo del racimo de forma que pareciera bien grueso en el plato. Sabía que
antes o después se darían cuenta, pero me daba igual. Las uvas eran suaves y azucaradas y sabían como a
miel.
Al final de la comida llevé el racimo a la mesa, y los invitados pidieron a Zohra que me permitiera
quedarme. Le decían: “Su pequeña protegida”.
Zohra ponía caritas. Me había obligado a quitarme mis harapos y a ponerme el vestido azul de cuello
blanco que llevaba en casa de Lalla Asma. Me venía un poco corto y estrecho, pero Zohra me había dejado
la cremallera abierta y me había puesto un delantal encima. Además, había adelgazado mucho.
“¡Es encantadora, es preciosa! Enhorabuena”. Los franceses parecían muy amables. El señor Delahaye
tenía unos ojos azules muy luminosos, que resaltaban en su rostro bronceado. Su mujer era rubia y tenía la
piel un poco roja, pero todavía bastante lozana. Me hubiera gustado pedirles que me llevaran con ellos, que
me adoptaran, pero no sabía cómo decírselo. Quería que leyeran la desesperación en mi mirada, que se
dieran cuenta de todo.
Sobra decir que, en el momento de tomar el postre, Zohra descubrió la parte de abajo del racimo, que me
había comido completamente, y las bolitas de papel. Gritó mi nombre. Los extremos de los tallos sin granos
parecían pelos erizados. Incluso el racimo parecía avergonzado.
–No la regañe, es sólo una niña. ¿Quién de nosotros no ha hecho algo así cuando era pequeño? –dijo la
señora Delahaye. Mientras tanto, su marido reía abiertamente, y Abel esbozaba una vaga sonrisa.

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Zohra no hizo el paripé de reírse, se limitó a dirigirme una mirada penetrante y, cuando los franceses se
marcharon, fue a buscar el cinturón de cuero con la gran hebilla:
–¡Un correazo por cada uva! ¡Chuma! –Me azotó hasta hacerme sangre.
[…]
No hice las maletas para no ponerles sobre aviso. Me metí todos los ahorros en la ropa, todo lo que había
robado y todo lo que había ganado trabajando en la casa de los Delahaye y que había escondido tras el
zócalo de la habitación en la que dormía. Me guardé las monedas en los bolsillos, me cosí los billetes a la
blusa, a la altura del estómago, y me prendí los pendientes Hilal debajo de la cinta del pelo.
Para poder salir, esperé a que Zohra volviera de la compra y, mientras tendía la colada, dejé caer por la
ventana del lavadero algunas prendas. Le dije que iba a buscarlas. El corazón me latía a toda velocidad, no
quería que sospechara algo por el sonido de mi voz. Era después de comer y Zohra tenía sueño.Al principio
dudó, pero, como estaba demasiado cansada, al final me dio la llave diciéndome:
–¡No aproveches la ocasión para irte a callejear por ahí!
No podía creérmelo, era demasiado fácil.
–No, tía, volveré enseguida.
Ella bostezaba.
–Cierra bien la puerta. Cuando subas tendrás que volver a lavarlo todo.
Salí al rellano de la escalera. Para vengarme, me llevé al perro y cerré la puerta con llave desde fuera.
Sabía que Abel tenía la otra llave y que no volvería hasta la noche.
Una vez abajo me deshice del shi-tzu dándole un puntapié y tiré la llave al cubo de la basura. La hundí
bien dentro de los desperdicios para que nadie pudiera encontrarla. Después me marché por las calles
vacías, al sol, sin apresurarme. […]

Fila a.
1. Comparen este texto con el Lazarillo en cuanto a:
• ¿Quién narra? ¿Cómo se denomina este tipo de narrador?
• Los protagonistas, ¿son héroes o antihéroes? Fundamenten.
• Ambos pertenecen a un mundo miserable, ¿cómo sobreviven?
2. Describan al personaje de Zohra y determinen qué similitudes presenta con el ciego.
3. ¿Qué treta utilizan los protagonistas para terminar la relación con sus amos? ¿Qué
sentimientos les han provocado estos?
4. ¿Qué recursos literarios se utilizan en el siguiente fragmento?
Las uvas eran suaves y azucaradas y sabían como a miel.

Fila b.
1. Comparen el episodio de las uvas en los dos textos atendiendo a:
• causa que lleva al robo
• astucia de los personajes para comer las uvas
• reacción de los amos respectivos
2. ¿Qué denuncia el texto?
3. ¿Cómo termina la relación de cada uno con sus respectivos amos? ¿Qué sienten por ellos?
4. ¿Qué recursos literarios se utilizan en el siguiente fragmento?
Los extremos de los tallos sin granos parecían pelos erizados. Incluso el racimo parecía
avergonzado.

• Lean el texto y determinen su tipología:

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Infiernos grandes para seres pequeños


Resulta que en 2006 se han denunciado en la Comunidad de Madrid un 40% más de casos de
maltrato infantil que el año anterior. Un tercio de los delitos son abusos sexuales, otro tercio
maltrato físico, y el tercio restante se reparte entre agresiones por negligencia y maltrato emocional.
Frías estadísticas que esconden una realidad aterradora, sobre todo porque más de la mitad de los
abusos se han cometido en niños menores de cinco años. Son infiernos demasiado grandes para
unos seres tan pequeños. Y lo peor es que estas cifras sólo son la punta del iceberg. Sin duda hay
muchos más niños maltratados, pero la máxima indefensión de las víctimas impide que sus casos
salgan a la luz.
Al mismo tiempo, estamos asistiendo a un constante aumento de la información periodística
sobre los niños agresivos, los niños tiranos que esclavizan y aterrorizan a sus compañeros de
colegio e incluso a sus padres. Está bien, me parece de perlas que se hable de este fenómeno
creciente, y que nos preguntemos qué es lo que falla en la educación para que florezcan estos
pequeños monstruos que se creen con derecho a todo. Pero lo malo es que, con esa tendencia a la
simplificación y esa pereza intelectual que nos caracteriza a los humanos, se diría que se tiende a
reducir el fenómeno a un problema de “exceso de mimos” y “falta de mano dura”. ¿Se han dado
cuenta de que últimamente están apareciendo bastantes personas en los medios de comunicación
sosteniendo que un bofetón a tiempo es educativo y no hace daño? Hay como una moda de la
reivindicación de la mano larga. Como si eso fuera lo natural y lo sensato contra los excesos de la
corrección política, que supuestamente nos habría llevado a la aparición de los niños monstruos y
tiranos.
Desde luego, no se me ocurre equiparar un cachete excepcional en el culo con el tormento de
constantes palizas que algunos niños padecen; pero el problema es la admisión en sí de la violencia,
y lo confusa que es siempre la frontera en estos casos. Supongamos que los columnistas o
tertulianos que defienden esta opinión sepan bien a qué se están refiriendo, tengan una visión muy
restrictiva del uso de la fuerza y piensen que basta con aplicar el sentido común. Pero es que el ser
humano carece sobre todo de ese sentido, de modo que no pueden estar seguros de que todo el
mundo que les lea o escuche comparta su misma idea de lo que es un simple bofetón. ¿Hasta qué
grado de dolor físico resulta admisible esa violencia? ¿Y quién está para vigilar que ese umbral no
se traspase? ¿De verdad no hace daño un guantazo de una mano de hombre grande en una cara de
niño muy pequeña? ¿Entonces los padres demasiado fuertes no pueden pegar y los enclenques sí? Y
si un bofetón no hace daño, ¿por qué no dos? Y si es educativo, ¿por qué no todos los días? Y ya
que estamos, ¿por qué no con la correa? Es imposible objetivar una frontera y una medida justa para
la violencia, precisamente porque la violencia es desmedida e injusta en sí.
Y de hecho, y según la mayoría de los estudios psicológicos y pedagógicos, no sirve para nada.
Más que educar, los bofetones humillan y someten. Como me dijo en una carta estupenda una
lectora, Elena Muñoz, hace un par de meses, “un azote en el pañal quizá no haga daño físico al
niño, pero ¿y la autoestima, las heridas en el orgullo, en la dignidad?”. Y hablaba de pañales porque
había acudido a una reunión de padres en la guardería de su niña (con críos de hasta tres años) y allí
casi todo el mundo era partidario de pegar, pese a la edad de los pequeños. En suma, para mí dar un
sopapo no es más que un residuo inútil de un mundo autoritario e intolerante.
Lo cual no quiere decir que no haya que castigar a los niños, evidentemente. Pero hay muchas
maneras de castigar que no tienen que pasar por el daño físico. Lo que sucede es que, claro, casi
todas ellas son mucho más molestas para los padres que un tortazo. Quitarle a tu hijo la consola o
prohibirle que vea la televisión, por ejemplo, exige una vigilancia por tu parte, mantener constancia
en el castigo, hacerte cargo del niño. Justo lo contrario de lo que suele hacerse ahora con los críos,
que es aparcarlos delante de una pantalla y procurar que no molesten. De esa falta de contacto y de
relación, de esa carencia de límites, de esa ausencia de un mundo normativo constante y coherente
es de donde salen los niños energúmenos, y no de la falta de un bofetón.
Rosa Montero, Diario El País (España) 28/01/2007
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1) ¿Qué tipo de texto es? Fundamenten.


2) ¿Cuál es el punto de partida?
3) Señalen de entre las siguientes la tesis del artículo:
• Consecuencias del castigo físico en los niños.
• Aumento del maltrato infantil.
• A los niños se los educa no con violencia sino con límites claros y coherentes.
4) Marquen la conclusión.
5) ¿Qué estrategias argumentativas se utilizan?
6) Identifiquen subjetivemas y modalizadores.

Algunas respuestas
Texto argumentativo.
Punto de partida: Denuncia sobre maltrato infantil.
Tesis: A los niños se los educa no con violencia sino con límites claros y coherentes.
Conclusión: última oración.
Estrategias argumentativas: preguntas retóricas, concesión-refutación (Está bien, me parece […]a
todo. Pero lo malo es […]); Desde luego, no se me ocurre equiparar […] padecen; pero el
problema […] la frontera en estos casos.) (Lo cual no quiere decir que no haya que castigar a los
niños, evidentemente. Pero hay muchas maneras de castigar que no tienen que pasar por el daño
físico.); ejemplificación.
Subjetivemas: realidad aterradora, infiernos, guantazo, tortazo, etc.
Modalizadores: desde luego, evidentemente.

Evaluación 2
• Lean el texto y determinen su tipología:

Delincuencia juvenil: un problema de todos los tiempos


Hay quienes piensan que los jóvenes se rebelan como una forma de llamar la atención o sentirse
importantes ante la sociedad, pero la realidad es que existen muchos factores de peso que
conllevan a los adolescentes a cometer actos vandálicos.
Las actividades ilegales que desarrollan los jóvenes, cuya conducta no transita por los carriles
sociales aceptados, ni sigue las mismas pautas de integración que la mayoría, forma parte de un
proceso gradual de socialización desviada que poco a poco se va agravando. Este proceso se
manifiesta sobre todo en la adolescencia, cuando el joven comienza a actuar por cuenta propia.
Varias son las causas que contribuyen a la delincuencia juvenil. Entre ellas podemos citar
factores personales (alcoholismo, drogas) y factores sociales resultantes del ambiente
familiar o del medio social.
En lo que concierne al ambiente familiar, suelen propender a la delincuencia los hogares
incompletos, o con las necesidades básicas no resueltas, lo que determina que los niños y jóvenes
deban abandonar la escuela y trabajar en lugares no adecuados relacionándose muchas veces con
gente de mal vivir. No hay que olvidar lo susceptible que son los adolescentes a la imitación y a la
influencia que esta puede ejercer.

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También la severidad excesiva de padres muy exigentes estropea al niño a fuerza de querer
hacerlo perfecto, o hacen nacer la rebeldía en vez de favorecer la honradez. Y así vemos cómo estas
víctimas de una disciplina fría y brutal aprovechan la primera ocasión favorable para liberarse de
toda tutela y cometer toda clase de desmanes.
Lo mismo ocurre con los niños consentidos que no aprenden a respetar los límites adecuados en
sus relaciones con los demás, y no desarrollan aptitudes para tolerar frustraciones.
En el caso de las familias que han fallado en los procesos de integración inicial, el joven puede
encontrar en su grupo de pares intereses comunes y unas relaciones internas muy fuertes. La
banda juvenil pasa a sustituir a la familia, y si en ella predominan las malas compañías, las
costumbres perniciosas, la vida callejera, la burla a todo límite, la inasistencia escolar, el
adolescente puede llegar a un desenfreno total.
Además de la familia, tampoco la sociedad protege adecuadamente a niños y adolescentes. Si
bien la ley los protege prohibiendo a los menores de dieciocho años la entrada a espectáculos
inconvenientes y en la televisión se advierte sobre el horario adecuado para menores, en la práctica
no siempre se respetan.
Las crisis socio-económicas también originan la vagancia y la mendicidad que lleva a los
jóvenes a deambular por calles y lugares públicos y este nomadismo los expone a situaciones de
alto riesgo. A lo largo de los siglos la literatura hizo cobrar conciencia a los lectores de las
consecuencias de estos problemas sociales. Podemos citar en la literatura española, por
ejemplo, la novela picaresca El lazarillo de Tormes, y en las letras inglesas, Oliver Twist, de
Charles Dickens. Estas obras son contundentes denuncias sobre varios males sociales de la época,
como el trabajo infantil y la utilización de niños para cometer delitos.
En la actualidad, esto sigue vigente. Los adolescentes que cometen actos fuera de las normas
impuestas por la sociedad representan un problema que se hace más inquietante cada día; las
estadísticas indican cifras en constante progresión. La edad de los jóvenes que sufren el flagelo de
la delincuencia tiende a descender cada vez más y la franja etaria de mayor riesgo es la de los
adolescentes.

1. ¿Qué nueva información les aportó el texto?


2. ¿Qué tipo de texto es? ¿En qué persona gramatical está escrito? ¿Qué modo verbal predomina?
3. Señalen en el margen la estructura del texto.
4. ¿Qué procedimiento explicativo se utiliza en el texto?
5. Extraigan las palabras que pertenecen al mismo campo semántico de delincuencia y que
contribuyen a construir y mantener el tema del texto.
6. Identifiquen los siguientes recursos de cohesión indicados por las palabras en negrita: referencia,
palabra generalizadora, hipéronimo y sus hipónimos y conectores.
7. ¿Cómo están organizadas las ideas? Realicen el esquema de la información.

Algunas respuestas:
Tipo de texto: expositivo.
Estructura del texto: Introducción: 2 primeros párrafos. Conclusión: último párrafo.
Procedimiento explicativo: ejemplificación.
Palabras que pertenecen al mismo campo semántico de delincuencia: actos vandálicos, actividades
ilegales, alcoholismo, drogas, gente de mal vivir, víctimas, desmanes, límites, malas compañías, las
costumbres perniciosas, vida callejera, burla a todo límite, inasistencia escolar, desenfreno, vagancia,
mendicidad, males sociales, flagelo.
Causas
Factores personales:
alcoholismodey las
Organización drogas
ideas:
Factores sociales:
ambiente familiar:
-hogares incompletos
-necesidades básicas no satisfechas
-severidad excesiva
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Ituzaingó-niños consentidos
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ambiente social:
-no adecuada protección
-crisis económicas
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Consecuencias de alto riesgo


-abandono de la escuela
-trabajos inadecuados
-rebeldía, desmanes
-no aceptación de límites, frustraciones
-vagancia, mendicidad

Módulo 5. Don Quijote y el deseo de cambiar el mundo


Primera parte. Capítulo 1
Figuras del discurso “…ser árbol sin hojas y sin frutos y cuerpo sin alma”: metáfora.
“se pasaba las noches… se le secó el cerebro”: antítesis y metáfora.
Primera parte. Capitulo VIII
Paso del tiempo. La acción transcurre desde el comienzo de un día hasta la tarde del día siguiente.
Metáfora con que alude Sancho a la locura de Don Quijote: ¿No le dije yo a vuestra merced que
mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien
llevase otros tales en la cabeza?

Molinos de viento de C. Biondini

El fragmento denuncia cómo el avance del progreso desde la economía agraria, pasando por la
revolución industrial hasta llegar a las multinacionales fue matando los ideales y convirtiéndolos en
engranajes de una maquinaria de la que no se puede salir.
La expresión “hoy en día, ya no prestan atención a las voces de los sanchos” y “las fauces del
gran monstruo espejado”: La primera manifiesta la quijotización de Sancho que se ha convertido en
un idealista cuya voz no se escucha actualmente. La segunda alude a la seducción de la
globalización que atrae y devora.

Castillos en el aire
La sociedad cree que el personaje es un idiota porque cree en la posibilidad de volar, de concretar
los ideales. Por eso lo marginan.
Se convierte en una amenaza para los demás porque cree que puede ser libre, tener ideales y ser
feliz. La locura muestra la realidad alienante a la que los demás están sometidos.
Lo condenan a “convivir de nuevo con la gente vestido de cordura”: El sistema exige la adaptación
a sus normas.
Semejanzas y diferencias: Ambos son soñadores y aspiran a ver triunfar sus ideales; se permiten
soñar pero finalmente la sociedad los obliga a respetar sus pautas. Pertenecen a épocas y
circunstancias diferentes.
Expresiones en que se manifiesta la oposición: Fantasía, magia, amor y locura frente a razón,
cordura y norma.
En el poema se utiliza la ironía: “no vaya a ser que fuera contagioso tratar de ser feliz de aquella
forma”.
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El último verso implica al lector, le sugiere una reflexión. El autor deja abierta la puerta a los
ideales.
Esta canción se construye sobre dos campos semánticos: chifladura vs. cordura
Chifladura: volar, gaviotas, libre, aire, cielo, alas, altura, castillos, luz, magia, amor, feliz, idiota
Cordura: suelo, razón, normas, imposible.

Vencidos

Elementos que evidencian el recurso de la intertextualidad: ubicación espacial, el nombre del


personaje, su fracaso, el sentido del honor.
Don Quijote se convirtió en símbolo de aquellos que habiendo luchado por unos ideales justos,
finalmente son derrotados. La voz que aparece es un “yo lírico” que se siente identificado con
Quijote porque también ha sido derrotado. Esta voz se manifiesta en el título en plural; en la 4° y 5°
estrofa se identifica con el hidalgo.
El sentimiento que impregna todo el poema es de amargura, desazón.
Primera parte. Capítulo XIV
La argumentación en la literatura.

Argumentos con los que la pastora se defiende.


Nadie está obligado a amar a quien le ama.
a. Algunas bellezas sólo alegran la vista.
b. Si todas las hermosuras enamorasen, se produciría una gran confusión.
c. El verdadero amor ha de ser voluntario y no forzoso.
d. No tengo la culpa de ser hermosa.
e. A ninguno he dado esperanzas.
f. A Crisóstomo lo mató su impaciencia y su deseo.
g. He elegido la libertad, la soledad y no depender de ningún hombre.

Estrategias con que refuerza sus argumentos:


1° fragmento: concesión-refutación. 2° fragmento: causa-consecuencia.
Decisión de Crisóstomo de suicidarse: Se lo presenta como emocionalmente inmaduro porque no
supo resignarse a no ser correspondido en el amor.

Mulá Nasrudin. El erudito: Se ridiculiza al erudito por su pedantería.

Evaluación 1
Lean un fragmento de Don Quijote de la Mancha (capítulo LXXIV de la segunda parte) para
conocer el final de la obra y cómo termina su protagonista:
[…] Yo tengo juicio ya, libre y claro, sin las sombras caliginosas de la ignorancia, que sobre él me
pusieron mi amarga y continua leyenda de los detestables libros de las caballerías. Ya conozco sus
disparates y sus embelecos, y no me pesa sino que este desengaño ha llegado tan tarde, que no me
deja tiempo para hacer alguna recompensa, leyendo otros que sean luz del alma. Yo me siento,
sobrina, a punto de muerte; querría hacerla de tal modo, que diese a entender que no había sido mi
vida tan mala que dejase renombre de loco, que, puesto que lo he sido, no querría confirmar esta
verdad en mi muerte. Llámame, amiga, a mis buenos amigos: el cura, al bachiller Sansón Carrasco
y a maese Nicolás, el barbero, que quiero confesarme y hacer mi testamento.
Pero de este trabajo se escusó la sobrina con la entrada de los tres. Apenas los vio don Quijote,
cuando dijo:
–Dadme albricias, buenos señores, de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso
Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de Bueno. Ya soy enemigo de Amadís de
Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje, ya me son odiosas todas las historias profanas de
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la andante caballería, ya conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas leído, ya,
por misericordia de Dios, escarmentando en cabeza propia, las abomino.
Cuando esto le oyeron decir los tres, creyeron, sin duda, que alguna nueva locura le había tomado.
Y Sansón le dijo:
–¿Ahora, señor don Quijote, que tenemos nueva que está desencantada la señora Dulcinea, sale
vuestra merced con eso? Y ¿agora que estamos tan a pique de ser pastores, para pasar cantando la
vida, como unos príncipes, quiere vuesa merced hacerse ermitaño? Calle, por su vida, vuelva en sí,
y déjese de cuentos.
–Los de hasta aquí –replicó don Quijote–, que han sido verdaderos en mi daño, los ha de volver mi
muerte, con ayuda del cielo, en mi provecho. Yo, señores, siento que me voy muriendo a toda
priesa; déjense burlas aparte, y tráiganme un confesor que me confiese y un escribano que haga mi
testamento, que en tales trances como éste no se ha de burlar el hombre con el alma; y así, suplico
que, en tanto que el señor cura me confiesa, vayan por el escribano.
Miráronse unos a otros, admirados de las razones de don Quijote, y, aunque en duda, le quisieron
creer; y una de las señales por donde conjeturaron se moría fue el haber vuelto con tanta facilidad
de loco a cuerdo, porque a las ya dichas razones añadió otras muchas tan bien dichas, tan
cristianas y con tanto concierto, que del todo les vino a quitar la duda, y a creer que estaba cuerdo.
[..]
1. Cuando don Quijote recupera la cordura, ¿qué cambios manifiesta?
2. ¿Cuál es la reacción de sus amigos? ¿Qué le proponen?
3. ¿Qué tipo de libros recomienda leer?

Algunas respuestas:
Cambios: reniega de los libros de caballería, quiere confesarse y hacer testamento. Señala que es
Alonso Quijano y no don Quijote de la Mancha.
Sus amigos creen que le ha dado otro tipo de locura y le proponen continuar con la vida anterior.
Recomienda libros de formación espiritual, “que sean luz del alma”.

Evaluación 2
Lean un fragmento de Don Quijote de la Mancha (capítulo LXXIV de la segunda parte) para
conocer el final de la obra y cómo reacciona Sancho ante las palabras de don Quijote:

–Ítem, es mi voluntad que de ciertos dineros que Sancho Panza, a quien en mi locura hice mi
escudero, tiene, que, porque ha habido entre él y mí ciertas cuentas, y dares y tomares, quiero que
no se le haga cargo dellos, ni se le pida cuenta alguna, sino que si sobrare alguno, después de
haberse pagado de lo que le debo, el restante sea suyo, que será bien poco, y buen provecho le
haga; y, si como estando yo loco fui parte para darle el gobierno de la ínsula, pudiera agora,
estando cuerdo, darle el de un reino, se le diera, porque la sencillez de su condición y fidelidad de
su trato lo merece.
Y, volviéndose a Sancho, le dijo:
–Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el
error en que yo he caído, de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo.
–¡Ay! –respondió Sancho, llorando–: no se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo
y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse
morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía.
Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como
tenemos concertado: quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea
desencantada, que no haya más que ver. Si es que se muere de pesar de verse vencido, écheme a mí
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la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a Rocinante le derribaron; cuanto más, que
vuestra merced habrá visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos
caballeros a otros, y el que es vencido hoy ser vencedor mañana.
–Así es –dijo Sansón–, y el buen Sancho Panza está muy en la verdad destos casos.
–Señores –dijo don Quijote–, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros
hogaño: yo fui loco, y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha, y soy agora, como he dicho,
Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a
la estimación que de mí se tenía, y prosiga adelante el señor escribano. […]
»Ítem, suplico a los dichos señores mis albaceas que si la buena suerte les trujere a conocer al
autor que dicen que compuso una historia que anda por ahí con el título de Segunda parte de las
hazañas de don Quijote de la Mancha, de mi parte le pidan, cuan encarecidamente ser pueda,
perdone la ocasión que sin yo pensarlo le di de haber escrito tantos y tan grandes disparates como
en ella escribe, porque parto desta vida con escrúpulo de haberle dado motivo para escribirlos.
Cerró con esto el testamento, y, tomándole un desmayo, se tendió de largo a largo en la cama.
Alborotáronse todos y acudieron a su remedio, y en tres días que vivió después deste donde hizo el
testamento, se desmayaba muy a menudo. Andaba la casa alborotada; pero, con todo, comía la
sobrina, brindaba el ama, y se regocijaba Sancho Panza; que esto del heredar algo borra o templa
en el heredero la memoria de la pena que es razón que deje el muerto.
En fin, llegó el último de don Quijote, después de recebidos todos los sacramentos, y después de
haber abominado con muchas y eficaces razones de los libros de caballerías. Hallóse el escribano
presente, y dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías que algún caballero andante
hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote; el cual, entre
compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu: quiero decir que se murió.

1. La crítica literaria afirma que en la segunda parte se produce una quijotización de Sancho y
una sanchificación de don Quijote. Identifiquen en el texto los párrafos en que esto se
manifiesta.
2. ¿Qué quiso decir don Quijote con: “…ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño”?
3. Alonso Quijano opina sobre su vida como si no fuera un personaje de ficción. ¿En qué
párrafo se manifiesta?

Algunas respuestas:
Con esa expresión quiso decir que la vida del ser humano se transforma y que los ideales pueden
quedar en el olvido.
El párrafo es el siguiente: Ítem, suplico a los dichos señores mis albaceas […] porque parto desta
vida con escrúpulo de haberle dado motivo para escribirlos.

Módulo 6. De vampiros y de fantasmas


La muerta enamorada (continuación del relato)
La anciana ama de llaves fue a abrir, y un hombre de rostro cobrizo y ricamente vestido, aunque a la
moda extranjera, y con un gran puñal, apareció en el umbral a la luz del farol de Bárbara. La primera
impresión de ésta fue de miedo, pero el hombre la tranquilizó diciéndole que necesitaba verme enseguida
para algo relacionado con mi ministerio. Bárbara lo hizo subir. Yo ya iba a acostarme. El hombre me dijo
que su señora, una gran dama, estaba a punto de morir y deseaba un sacerdote. Le respondí que estaba
dispuesto a acompañarlo; cogí lo necesario para la Extremaunción y bajé a toda prisa. En la puerta
resoplaban de impaciencia dos caballos negros como la noche, y de su pecho emanaban oleadas de humo.
Me sujetó el estribo y me ayudó a montar uno de ellos, después se montó en el otro, apoyando solamente una
mano en la silla. Apretó las rodillas y soltó las riendas de su caballo, que salió como una flecha. El mío, cuya
brida también sujetaba él, se puso al galope y se mantuvo a la par que el suyo. Bajo nuestro insaciable
galope, la tierra desaparecía gris y rayada, y las negras siluetas de los árboles huían como un ejército

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derrotado. Atravesamos un sombrío bosque tan oscuro y glacial que un escalofrío de supersticioso terror me
recorrió el cuerpo. La estela de chispas que las herraduras de nuestros caballos producían en las piedras
dejaba a nuestro paso un reguero de fuego, y si alguien nos hubiera visto a esta hora de la noche, nos habría
tomado a mi guía y a mí por dos espectros cabalgando en una pesadilla. De cuando en cuando, fuegos fatuos
se cruzaban en el camino, y las cornejas piaban lastimeras en la espesura del bosque, donde a lo lejos
brillaban los ojos fosforescentes de algún gato salvaje. La crin de los caballos se enmarañaba cada vez más,
el sudor corría por sus flancos y resoplaban jadeantes. Cuando el escudero los veía desfallecer emitía un grito
gutural sobrehumano, y la carrera se reanudaba con furia. Finalmente se detuvo el torbellino. Una sombra
negra salpicada de luces se alzó súbitamente ante nosotros; las pisadas de nuestras cabalgaduras se hicieron
más ruidosas en el suelo de hierro, y entramos bajo una bóveda que abría sus fauces entre dos torres
enormes. En el castillo reinaba una gran agitación; los criados, provistos de antorchas, atravesaban los patios,
y las luces subían y bajaban de un piso a otro. Pude ver confusamente formas arquitectónicas inmensas,
columnas, arcos, escalinatas y balaustradas, todo un lujo de construcción regia y fantástica. Un paje negro en
quien reconocí enseguida al que me había dado el mensaje de Clarimonda, vino a ayudarme a bajar del
caballo, y un mayordomo vestido de terciopelo negro con una cadena de oro en el cuello y un bastón de
marfil avanzó hacia mí. Dos lágrimas cayeron de sus ojos y rodaron por sus mejillas hasta su barba blanca.
-¡Demasiado tarde, padre! -dijo bajando la cabeza-, ¡demasiado tarde!, pero ya que no pudo salvar su
alma, venga a velar su pobre cuerpo.
Me tomó del brazo y me condujo a la sala fúnebre; mi llanto era tan copioso como el suyo, pues acababa
de comprender que la muerta no era otra sino Clarimonda, tanto y tan locamente amada. Había un
reclinatorio junto al lecho; una llama azul, que revoloteaba en una pátera de bronce, iluminaba toda la
habitación con una luz débil e incierta, y hacía pestañear en la sombra la arista de algún mueble o de una
cornisa. Sobre la mesa en una urna labrada, yacía una rosa blanca marchita, cuyos pétalos, salvo uno que se
mantenía aún, habían caído junto al vaso, como lágrimas perfumadas; un roto antifaz negro, un abanico,
disfraces de todo tipo se encontraban esparcidos por los sillones, y hacían pensar que la muerte se había
presentado de improviso y sin anunciarse en esta suntuosa mansión. Me arrodillé, sin atreverme a dirigir la
mirada al lecho, y empecé a recitar salmos con gran fervor, dando gracias a Dios por haber interpuesto la
tumba entre el pensamiento de esa mujer y yo, para así poder incluir en mis oraciones su nombre santificado
desde ahora. Pero, poco a poco, se fue debilitando este impulso, y caí en un estado de ensoñación. Esta
estancia no tenía el aspecto de una cámara mortuoria. Contrariamente al aire fétido y cadavérico que estaba
acostumbrado a respirar en los velatorios, un vaho lánguido de esencias orientales, no sé qué aroma de
mujer, flotaba suavemente en la tibia atmósfera. Aquel pálido resplandor se asemejaba más a una media luz
buscada para la voluptuosidad que al reflejo amarillo de la llama que tiembla junto a los cadáveres.
Recordaba el extraño azar que me había devuelto a Clarimonda en el instante en que la perdía para siempre y
un suspiro nostálgico escapó de mi pecho. Me pareció oír suspirar a mi espalda y me volví sin querer. Era el
eco. Gracias a este movimiento mis ojos cayeron sobre el lecho de muerte que hasta entonces habían evitado.
Las cortinas de damasco rojo estampadas, recogidas con entorchados de oro, dejaban ver a la muerta
acostada con las manos juntas sobre el pecho. Estaba cubierta por un velo de lino de un blanco
resplandeciente que resaltaba aún más gracias al púrpura del cortinaje, de una finura tal que no ocultaba lo
más mínimo la encantadora forma de su cuerpo y dejaba ver sus bellas líneas ondulantes como el cuello de
un cisne que ni siquiera la muerte había podido entumecer. Se hubiera creído una estatua de alabastro
realizada por un hábil escultor para la tumba de una reina, o una doncella dormida sobre la que hubiera
nevado.
No podía contenerme; el aire de esta alcoba me embriagaba, el olor febril de rosa medio marchita me
subía al cerebro, me puse a recorrer la habitación deteniéndome ante cada columna del lecho para observar el
grácil cuerpo difunto bajo la transparencia del sudario. Extraños pensamientos me atravesaban el alma. Me
imaginaba que no estaba realmente muerta y que no era más que una ficción ideada para atraerme a su
castillo y así confesarme su amor. Por un momento creí ver que movía su pie en la blancura de los velos y se
alteraban los pliegues de su sudario. Luego me decía a mí mismo: "¿acaso es Clarimonda? ¿Qué pruebas
tengo? El paje negro puede haber pasado al servicio de otra mujer. Debo estar loco para desconsolarme y
turbarme de este modo". Pero mi corazón contestaba: "es ella, claro que es ella". Me acerqué al lecho y miré
aún más atentamente al objeto de mi incertidumbre. Debo confesaros que tal perfección de formas, aunque
purificadas y santificadas por la sombra de la muerte, me turbaban voluptuosamente, y su reposado aspecto
se parecía tanto a un sueño que uno podría haberse engañado. Olvidé que había venido para realizar un oficio
fúnebre y me imaginaba entrando como un joven esposo en la alcoba de la novia que oculta su rostro por
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pudor y no quiere dejarse ver. Afligido de dolor, loco de alegría, estremecido de temor y placer me incliné
sobre ella y cogí el borde del velo; lo levanté lentamente, conteniendo la respiración para no despertarla.
Mis venas palpitaban con tal fuerza que las sentía silbar en mis sienes, y mi frente estaba sudorosa como
si hubiese levantado una lápida de mármol. Era en efecto la misma Clarimonda que había visto en la iglesia
el día de mi ordenación; tenía el mismo encanto, y la muerte parecía en ella una coquetería más. La palidez
de sus mejillas, el rosa tenue de sus labios, sus largas pestañas dibujando una sombra en esta blancura le
otorgaban una expresión de castidad melancólica y de sufrimiento pensativo de una inefable seducción. Sus
largos cabellos sueltos, entre los que aún había enredadas florecillas azules, almohadillaban su cabeza y
ocultaban con sus bucles la desnudez de sus hombros; sus bellas manos, más puras y diáfanas que las hostias,
estaban cruzadas en actitud de piadoso reposo y de tácita oración, y esto compensaba la seducción que
hubiera podido provocar, incluso en la muerte, la exquisita redondez y el suave marfil de sus brazos
desnudos que aún conservaban los brazaletes de perlas. Permanecí largo tiempo absorto en una muda
contemplación, y cuanto más la miraba menos podía creer que la vida hubiera abandonado para siempre
aquel hermoso cuerpo.
No sé si fue una ilusión o el reflejo de la lámpara, pero hubiera creído que la sangre corría de nuevo bajo
esta palidez mate; sin embargo, ella permanecía inmóvil. Toqué ligeramente su brazo; estaba frío, pero no
más frío que su mano el día en que rozó la mía en el eco de la iglesia. Incliné de nuevo mi rostro sobre el
suyo derramando en sus mejillas el tibio rocío de mis lágrimas. ¡Oh, qué amargo sentimiento de
desesperación y de impotencia! ¡Qué agonía de vigilia! Hubiera querido poder juntar mi vida para dársela y
soplar sobre su helado despojo la llama que me devoraba. La noche avanzaba, y al sentir acercarse el
momento de la separación eterna no pude negarme la triste y sublime dulzura de besar los labios muertos de
quien había sido dueña de todo mi amor. ¡Oh prodigio!, una suave respiración se unió a la mía, y la boca de
Clarimonda respondió a la presión de mi boca: sus ojos se abrieron y recuperaron un poco de brillo, suspiró
y, descruzando los brazos, rodeó mi cuello en un arrebato indescriptible.
-¡Ah, eres tú Romualdo! -dijo con una voz lánguida y suave como las últimas vibraciones de un arpa-;
¿qué haces? Te esperé tanto tiempo que he muerto; pero ahora estamos prometidos, podré verte e ir a tu casa.
¡Adiós Romualdo, adiós! Te amo, es todo cuanto quería decirte, te debo la vida que me has devuelto en un
minuto con tu beso. Hasta pronto.
Su cabeza cayó hacia atrás, pero sus brazos aún me rodeaban, como reteniéndome. Un golpe furioso de
viento derribó la ventana y entró en la habitación; el último pétalo de la rosa blanca palpitó como un ala
durante unos instantes en el extremo del tallo para arrancarse luego y volar a través de la ventana abierta,
llevándose el alma de Clarimonda. La lámpara se apagó y caí desvanecido en el seno de la hermosa muerta.
Cuando desperté estaba acostado en mi cama, en la habitación de la casa parroquial, y el viejo perro del
anciano cura lamía mi mano que colgaba fuera de la manta. Bárbara se movía por la habitación con un
temblor senil, abriendo y cerrando cajones, removiendo los brebajes de los vasos. Al verme abrir los ojos, la
anciana gritó de alegría, el perro ladró y movió el rabo, pero me encontraba tan débil que no pude articular
palabra ni hacer el más mínimo movimiento. Supe después que estuve así tres días, sin dar otro signo de vida
que una respiración casi imperceptible. Estos días no cuentan en mi vida, no sé dónde estuvo mi espíritu
durante este tiempo, no guardé recuerdo alguno. Bárbara me contó que el mismo hombre de rostro cobrizo
que había venido a buscarme por la noche, me había traído a la mañana siguiente en una litera cerrada, y se
había vuelto a marchar inmediatamente. En cuanto recuperé la memoria examiné todos los detalles de
aquella noche fatídica. Pensé que había sido el juego de una mágica ilusión; pero hechos reales y palpables
tiraban por tierra esta suposición. No podía pensar que era un sueño, pues Bárbara había visto como yo al
hombre de los caballos negros y describía con exactitud su vestimenta y compostura. Sin embargo, nadie
conocía en los alrededores un castillo que se ajustara a la descripción de aquel en donde había encontrado a
Clarimonda.
Una mañana apareció el padre Serapion. Bárbara le había hecho saber que estaba enfermo y acudió
rápidamente. Si bien tanta diligencia demostraba afecto e interés por mi persona, no me complació como
debía. El padre Serapion tenía en la mirada un aire penetrante e inquisidor que me incomodaba. Me sentía
confuso y culpable ante él, pues había descubierto mi profunda turbación, y temía su clarividencia.
Mientras me preguntaba por mi salud con un tono melosamente hipócrita, clavaba en mí sus pupilas
amarillas de león, y hundía su mirada como una sonda en mi alma. Después se interesó por la forma en que
llevaba la parroquia, si estaba a gusto, a qué dedicaba el tiempo que el ministerio me dejaba libre, si había
trabado amistad con las gentes del lugar, cuáles eran mis lecturas favoritas y mil detalles parecidos. Yo le
contestaba con la mayor brevedad, e incluso él mismo pasaba a otro tema sin esperar a que hubiera
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terminado. Esta charla no tenía, por supuesto, nada que ver con lo que él quería decirme. Así que, sin ningún
preámbulo y como si se tratara de una noticia recordada de pronto y que temiera olvidar, me dijo con voz
clara y vibrante que sonó en mi oído como las trompetas del juicio final:
-La cortesana Clarimonda ha muerto recientemente tras una orgía que duró ocho días y ocho noches. Fue
algo infernalmente espléndido. Se repitió la abominación de los banquetes de Baltasar y Cleopatra. ¡En qué
siglo vivimos, Dios mío! Los convidados fueron servidos por esclavos de piel oscura que hablaban una
lengua desconocida; en mi opinión, auténticos demonios; la librea del de menor rango hubiera vestido de
gala a un emperador. Sobre Clarimonda se han contado muchas historias extraordinarias en estos tiempos, y
todos sus amantes tuvieron un final miserable o violento. Se ha dicho que era una mujer vampiro, pero yo
creo que se trata del mismísimo Belcebú.
Calló, y me miró más fijamente aún para observar el efecto que me causaban sus palabras. No pude
evitar estremecerme al oír nombrar a Clarimonda, y, la noticia de su muerte, además del dolor que me
causaba por su extraña coincidencia con la escena nocturna de que fui testigo, me produjo una turbación y un
escalofrío que se manifestó en mi rostro a pesar de que hice lo posible por contenerme. Serapion me lanzó
una mirada inquieta y severa, luego añadió:
-Hijo mío, debo advertirte, has dado un paso hacia el abismo, cuidado de no caer en él. Satanás tiene las
garras largas, y las tumbas no siempre son de fiar. La losa de Clarimonda debió ser sellada tres veces, pues,
por lo que se dice, no es la primera que ha muerto. Que Dios te guarde, Romualdo.
Serapion dijo estas palabras y se dirigió lentamente hacia la puerta. No volví a verlo, pues partió hacia
S** inmediatamente después.
Me había recuperado por completo y volvía a mis tareas cotidianas. El recuerdo de Clarimonda y las
palabras del anciano padre estaban presentes en mi memoria; sin embargo, ningún extraño suceso había
ratificado hasta ahora las fúnebres predicciones de Serapion, y empecé a creer que mis temores y mi terror
eran exagerados. Pero una noche tuve un sueño. Apenas me había quedado dormido cuando oí descorrer las
cortinas de mi lecho y el ruido de las anillas en la barra sonó estrepitosamente; me incorporé de golpe sobre
los codos y vi ante mí una sombra de mujer. Enseguida reconocí a Clarimonda. Sostenía una lamparita como
las que se depositan en las tumbas, cuyo resplandor daba a sus dedos afilados una transparencia rosa que se
difuminaba insensiblemente hasta la blancura opaca y rosa de su brazo desnudo. Su única ropa era el sudario
de lino que la cubría en su lecho de muerte, y sujetaba sus pliegues en el pecho, como avergonzándose de
estar casi desnuda, pero su manita no bastaba, y como era tan blanca, el color del tejido se confundía con el
de su carne a la pálida luz de la lámpara. Envuelta en una tela tan fina que traicionaba todas sus formas,
parecía una estatua de mármol de una bañista antigua y no una mujer viva. Muerta o viva, estatua o mujer,
sombra o cuerpo, su belleza siempre era la misma; tan sólo el verde brillo de sus pupilas estaba un poco
apagado, y su boca, antes bermeja, sólo era de un rosa pálido y tierno semejante al de sus mejillas. Las
florecillas azules que vi en sus cabellos se habían secado por completo y habían perdido todos sus pétalos;
pero estaba encantadora, tanto que, a pesar de lo extraño de la aventura y del modo inexplicable en que había
entrado en mi habitación, no sentí temor ni por un instante.
Dejó la lámpara sobre la mesilla y se sentó a los pies de mi cama; después, inclinándose sobre mí, me
dijo con esa voz argentina y aterciopelada, que sólo le he oído a ella:
-Me he hecho esperar, querido Romualdo, y sin duda habrás pensado que te había olvidado. Pero vengo
de muy lejos, de un lugar del que nadie ha vuelto aún; no hay ni luna ni sol en el país de donde procedo; sólo
hay espacio y sombra, no hay camino, ni senderos; no hay tierra para caminar, ni aire para volar y, sin
embargo, heme aquí, pues el amor es más fuerte que la muerte y acabará por vencerla. ¡Ay!, he visto en mi
viaje rostros lúgubres y cosas terribles. Mi alma ha tenido que luchar tanto para, una vez vuelta a este
mundo, encontrar su cuerpo y poseerlo de nuevo... ¡Cuánta fuerza necesité para levantar la lápida que me
cubría! Mira las palmas de mis manos lastimadas. ¡Bésalas para curarlas, amor mío! -me acercó a la boca sus
manos, las besé mil veces, y ella me miraba hacer con una sonrisa de inefable placer.
Confieso para mi vergüenza que había olvidado por completo las advertencias del padre Serapion y el
carácter sagrado que me revestía. Había sucumbido sin oponer resistencia, y al primer asalto. Ni siquiera
intenté alejar de mí la tentación; la frescura de la piel de Clarimonda penetraba la mía y sentía estremecerse
mi cuerpo de manera voluptuosa. ¡Mi pobre niña! A pesar de todo lo que vi, aún me cuesta creer que fuera
un demonio: no lo parecía desde luego, y jamás Satanás ocultó mejor sus garras y sus cuernos. Había
recogido sus piernas sobre los talones y, acurrucada en la cama, adoptó un aire de coquetería indolente. Cada
cierto tiempo acariciaba mis cabellos y con sus manos formaba rizos como ensayando nuevos peinados. Yo
me dejaba hacer con la más culpable complacencia y ella añadía a la escena un adorable parloteo. Es curioso
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el hecho de que yo no me sorprendiera ante tal aventura y, dada la facilidad que tienen nuestros ojos para
considerar con normalidad los más extraños acontecimientos, la situación me pareció de lo más natural.
-Te amaba mucho antes de haberte visto, querido Romualdo, te buscaba por todas partes. Tú eras mi
sueño y me fijé en ti en la iglesia, en el fatal momento; me dije: ¡es él! y te lancé una mirada con todo el
amor que había tenido, tenía y tendría por ti. Fue una mirada capaz de condenar a un cardenal, de poner de
rodillas a mis pies a un rey ante su corte. Tú permaneciste impasible y preferiste a tu Dios. ¡Ah, cuán celosa
estoy de tu Dios al que has amado y amas aún más que a mí!
"¡Desdichada, desdichada de mí!, jamás tu corazón será para mí sola, para mí, a quien resucitaste con un
beso, para mí, Clarimonda la muerta, que forzó por tu causa las puertas de la tumba y viene a consagrarte su
vida; recobrada para hacerte feliz."
Estas palabras iban acompañadas de caricias delirantes que aturdieron mis sentidos y mi razón hasta el
punto de no temer proferir para contentarla una espantosa blasfemia y decirle que la amaba tanto como a
Dios.
Sus pupilas se reavivaron y brillaron como crisopacios:
-¡Es cierto, es cierto!, ¡tanto como a Dios! -dijo rodeándome con sus brazos-. Si es así, vendrás conmigo,
me seguirás donde yo quiera. Te quitarás ese horrible traje negro. Serás el más orgulloso y envidiable de los
caballeros, serás mi amante. Ser el amante confeso de Clarimonda, que llegó a rechazar a un papa, es algo
hermoso. ¡Ah, llevaremos una vida feliz, una dorada existencia! ¿Cuándo partimos, caballero?
-¡Mañana!, ¡mañana! -gritaba en mi delirio.
-Mañana, sea -contestó-. Tendré tiempo de cambiar de ropa, porque ésta es demasiado ligera y no sirve
para ir de viaje. Además tengo que avisar a la gente que me cree realmente muerta y me llora. Dinero, trajes,
coches, todo estará dispuesto, vendré a buscarte a esta misma hora. Adiós, corazón -rozó mi frente con sus
labios.
La lámpara se apagó, se corrieron las cortinas y no vi nada más; un sueño de plomo se apoderó de mí
hasta la mañana siguiente. Desperté más tarde que de costumbre, y el recuerdo de tan extraña visión me tuvo
todo el día en un estado de agitación; terminé por convencerme de que había sido fruto de mi acalorada
imaginación. Pero, sin embargo, las sensaciones fueron tan vivas que costaba creer que no hubieran sido
reales, y me fui a dormir no sin cierto temor por lo que iba a suceder, después de pedir a Dios que alejara de
mí los malos pensamientos y protegiera la castidad de mi sueño.
Enseguida me dormí profundamente, y mi sueño continuó. Las cortinas se corrieron y vi a Clarimonda,
no como la primera vez, pálida en su pálido sudario y con las violetas de la muerte en sus mejillas, sino
alegre, decidida y dispuesta, con un magnífico traje de terciopelo verde adornado con cordones de oro y
recogido a un lado para dejar ver una falda de satén. Sus rubios cabellos caían en tirabuzones de un amplio
sombrero de fieltro negro cargado de plumas blancas colocadas caprichosamente, y llevaba en la mano una
fusta rematada en oro. Me dio un toque suavemente diciendo:
-Y bien, dormilón, ¿así es como haces tus preparativos? Pensaba encontrarte de pie. Levántate, que no
tenemos tiempo que perder -salté de la cama-. Anda, vístete y vámonos -me dijo señalándome un paquete
que había traído-; los caballos se aburren y roen su freno en la puerta. Deberíamos estar ya a diez leguas de
aquí.
Me vestí enseguida, ella me tendía la ropa riéndose a carcajadas con mi torpeza y explicándome su uso
cuando me equivocaba. Me arregló los cabellos y cuando estaba listo me ofreció un espejo de bolsillo de
cristal de Venecia con filigranas de plata diciendo:
-¿Cómo te ves?, ¿me tomarás a tu servicio como mayordomo?
Yo no era el mismo y no me reconocí. Mi imagen era tan distinta como lo son un bloque de piedra y una
escultura terminada. Mi antigua figura no parecía ser sino el torpe esbozo de lo que el espejo reflejaba. Era
hermoso y me estremecí de vanidad por esta metamorfosis. Las elegantes ropas y el traje bordado me
convertían en otra persona y me asombraba el poder de unas varas de tela cortadas con buen gusto. El porte
del traje penetraba mi piel, y al cabo de diez minutos había adquirido ya un cierto aire de vanidad.
Di unas vueltas por la habitación para manejarme con soltura. Clarimonda me miraba con maternal
complacencia y parecía contenta con su obra.
-Ya está bien de chiquilladas, en marcha, querido Romualdo. Vamos lejos, y así no llegaremos nunca
-me tomó de la mano y salimos. Las puertas se abrían a su paso apenas las tocaba, y pasamos junto al perro
sin despertarlo.
En la puerta estaba Margheritone, el escudero que ya conocía; sujetaba la brida de tres caballos negros
como los anteriores, uno para mí, otro para él y otro para Clarimonda. Debían ser caballos bereberes de
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España, nacidos de yeguas fecundadas por el Céfiro, pues corrían tanto como el viento, y la luna, que había
salido con nosotros para iluminarnos, rodaba por el cielo como una rueda soltada de su carro; la veíamos a
nuestra derecha, saltando de árbol en árbol y perdiendo el aliento por correr tras nosotros. Pronto aparecimos
en una llanura donde, junto a un bosquecillo, nos esperaba un coche con cuatro vigorosos caballos; subimos
y el cochero les hizo galopar de una forma insensata, Mi brazo rodeaba el talle de Clarimonda y estrechaba
una de sus manos; ella apoyaba su cabeza en mi hombro y podía sentir el roce de su cuello semidesnudo en
mi brazo. Jamás había sido tan feliz. Me había olvidado de todo y no recordaba mejor el hecho de haber sido
cura que lo que sentí en el vientre de mi madre, tal era la fascinación que el espíritu maligno ejercía en mí. A
partir de esa noche, mi naturaleza se desdobló y hubo en mí dos hombres que no se conocían uno a otro. Tan
pronto me creía un sacerdote que cada noche soñaba que era caballero, como un caballero que soñaba ser
sacerdote. No podía distinguir el sueño de la vigilia y no sabía dónde empezaba la realidad ni dónde
terminaba la ilusión. El joven vanidoso y libertino se burlaba del sacerdote, y el sacerdote detestaba la vida
disoluta del joven noble. La vida bicéfala que llevaba podría describirse como dos espirales enmarañadas que
no llegan a tocarse nunca. A pesar de lo extraño que parezca no creo haber rozado en momento alguno la
locura. Tuve siempre muy clara la percepción de mis dos existencias. Sólo había un hecho absurdo que no
me podía explicar: era que el sentimiento de la misma identidad perteneciera a dos hombres tan diferentes.
Era una anomalía que ignoraba ya fuera mientras me creía cura del pueblo C**, ya como il signor
Romualdo, amante titular de Clarimonda.
El caso es que me encontraba - o creía encontrarme- en Venecia; aún no he podido aclarar lo que había
de ilusión y de real en tan extraña aventura. Vivíamos en un gran palacio de mármol en el Canaleio, con
frescos y estatuas, y dos Ticianos de la mejor época en el dormitorio de Clarimonda: era un palacio digno de
un rey. Cada uno de nosotros tenía su góndola y su barcarola con nuestro escudo, sala de música y nuestro
poeta. Clarimonda entendía la vida a lo grande y había algo de Cleopatra en su forma de ser. Por mi parte,
llevaba un tren de vida digno del hijo de un príncipe, y era tan conocido como si perteneciera a la familia de
uno de los doce apóstoles o de los cuatro evangelistas de la serenísima república. No hubiera cedido el paso
ni al mismo dux, y creo que desde Satán, caído del cielo, nadie fue más insolente y orgulloso que yo. Iba al
Ridotto y jugaba de manera infernal. Me mezclaba con la más alta sociedad del mundo, con hijos de familias
arruinadas, con mujeres de teatro, con estafadores, parásitos y espadachines. A pesar de mi vida disipada,
permanecía fiel a Clarimonda. La amaba locamente. Ella habría estimulado a la misma saciedad, y habría
hecho estable la inconstancia. Tener a Clarimonda era tener cien amantes, era poseer a todas las mujeres por
tan mudable, cambiante y diferente de ella misma que era: un verdadero camaleón. Me hacía cometer con
ella la infidelidad que hubiera cometido con otras, adoptando el carácter, el porte y la belleza de la mujer que
parecía gustarme. Me devolvía mi amor centuplicado, y en vano jóvenes patricios e incluso miembros del
Consejo de los Diez le hicieron las mejores proposiciones. Un Foscari llegó a proponerle matrimonio;
rechazó a todos. Tenía oro suficiente; sólo quería amor, un amor joven, puro, despertado por ella y que sería
el primero y el último. Hubiera sido completamente feliz de no ser por la pesadilla que volvía cada noche y
en la que me creía cura de pueblo mortificándome y haciendo penitencia por los excesos cometidos durante
el día. La seguridad que me daba la costumbre de estar a su lado apenas me hacía pensar en la extraña
manera en que conocí a Clarimonda. Sin embargo, las palabras del padre Serapión me venían alguna vez a la
memoria y no dejaban de inquietarme.
La salud de Clarimonda no era tan buena desde hacía algún tiempo. Su tez se iba apagando día a día. Los
médicos que mandaron llamar no entendieron nada y no supieron qué hacer. Prescribieron algún
medicamento sin importancia y no volvieron. Pero ella palidecía visiblemente y cada vez estaba más fría.
Parecía tan blanca y tan muerta como aquella noche en el castillo desconocido. Me desesperaba ver cómo se
marchitaba lentamente. Ella, conmovida por mi dolor, me sonreía dulcemente con la fatal sonrisa de los que
saben que van a morir.
Una mañana, me encontraba desayunando en una mesita junto a su lecho, para no separarme de ella ni un
minuto, y partiendo una fruta me hice casualmente un corte en un dedo bastante profundo. La sangre, color
púrpura, corrió enseguida, y unas gotas salpicaron a Clarimonda. Sus ojos se iluminaron, su rostro adquirió
una expresión de alegría feroz y salvaje que no le conocía. Saltó de la cama con una agilidad animal de mono
o de gato y se abalanzó sobre mi herida que empezó a chupar con una voluptuosidad indescriptible. Tragaba
la sangre a pequeños sorbitos, lentamente, con afectación, como un gourmet que saborea un vino de Jerez o
de Siracusa. Entornaba los ojos, y sus verdes pupilas no eran redondas, sino que se habían alargado. Por
momentos se detenía para besar mi mano y luego volvía a apretar sus labios contra los labios de la herida
para sacar todavía más gotas rojas. Cuando vio que no salía más sangre, se incorporó con los ojos húmedos y
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brillantes, rosa como una aurora de mayo, satisfecha, su mano estaba tibia y húmeda, estaba más hermosa
que nunca y completamente restablecida.
-¡No moriré! ¡No moriré! -decía loca de alegría colgándose de mi cuello-; podré amarte aún más tiempo.
Mi vida está en la tuya y todo mi ser proviene de ti. Sólo unas gotas de tu rica y noble sangre, más preciada y
eficaz que todos los elixires del mundo, me han devuelto a la vida.
Este hecho me preocupó durante algún tiempo, haciéndome dudar acerca de Clarimonda, y esa misma
noche, cuando el sueño me transportó a mi parroquia vi al padre Serapion más taciturno y preocupado que
nunca:
-No contento con perder tu alma quieres perder también el cuerpo. ¡Infeliz, en qué trampa has caído!
El tono de sus palabras me afectó profundamente, pero esta impresión se disipó bien pronto, y otros
cuidados acabaron por borrarlo de mi memoria. Una noche vi en mi espejo, en cuya posición ella no había
reparado, cómo Clarimonda derramaba unos polvos en una copa de vino sazonado que acostumbraba a
preparar después de la cena. Tomé la copa y fingí llevármela a los labios dejándola luego sobre un mueble
como para apurarla más tarde a placer y, aprovechando un instante en que estaba vuelta de espaldas, vacié su
contenido bajo la mesa, luego me retiré a mi habitación y me acosté decidido a no dormirme y ver en qué
acababa todo esto. No esperé mucho tiempo, Clarimonda entró en camisón y una vez que se hubo despojado
de sus velos se recostó junto a mí. Cuando estuvo segura de que dormía tomó mi brazo desnudo y sacó de
entre su pelo un alfiler de oro, murmurando:
-Una gota, sólo una gotita roja, un rubí en la punta de mi aguja... Puesto que aún me amas no moriré... ¡Oh,
pobre amor!, beberé tu hermosa sangre de un púrpura brillante. Duerme mi bien, mi dios, mi niño, no te haré
ningún daño, sólo tomaré de tu vida lo necesario para que no se apague la mía. Si no te amara tanto me
decidiría a buscar otros amantes cuyas venas agotaría, pero desde que te conozco todo el mundo me produce
horror. ¡Ah, qué brazo tan hermoso, tan perfecto, tan blanco! Jamás podré pinchar esta venita azul -lloraba
mientras decía esto y sentía llover sus lágrimas en mi brazo, que tenía entre sus manos. Finalmente se
decidió, me dio un pinchacito y empezó a chupar la sangre que salía. Apenas hubo bebido unas gotas tuvo
miedo de debilitarme y aplicó una cinta alrededor de mi brazo después de frotar la herida con un ungüento
que la cicatrizó al instante.
Ya no cabía duda. El padre Serapion tenía razón. Pero, a pesar de esta certeza, no podía dejar de amar a
Clarimonda y le hubiera dado toda la sangre necesaria para mantener su existencia ficticia. Por otra parte, no
tenía qué temer, la mujer respondía del vampiro, y lo que había visto y oído me tranquilizaba. Mis venas
estaban colmadas, de forma que tardarían en agotarse y no iba a ser egoísta con mi vida. Me habría abierto el
brazo yo mismo diciéndole:
-Bebe, y que mi amor se filtre en tu cuerpo con mi sangre.
Evitaba hacer la más mínima alusión al narcótico y a la escena de la aguja, y vivíamos en una armonía
perfecta. Pero mis escrúpulos de sacerdote me atormentaban más que nunca y ya no sabía qué penitencia
podía inventar para someter y mortificar mi carne. Aunque todas mis visiones fueran involuntarias y sin mi
participación, no me atrevía a tocar a Cristo con unas manos tan impuras y un espíritu mancillado por
semejantes excesos reales o soñados. Para evitar caer en semejantes alucinaciones, intentaba no dormir,
manteniendo abiertos mis párpados con los dedos, y permanecía de pie apoyado en los muros luchando con
todas mis fuerzas contra el sueño. Pero la arena del adormecimiento pesaba en mis ojos, y al ver que mi
lucha era inútil dejaba caer mis brazos y, exhausto y sin aliento, dejaba que la corriente me arrastrase hacia la
pérfida orilla. Serapion me exhortaba de forma vehemente y me reprochaba con dureza mi debilidad y mi
falta de fervor. Un día en que mi agitación era mayor que de ordinario me dijo:
-Sólo hay un remedio para que te desembaraces de esta obsesión, y aunque es una medida extrema la
llevaremos a cabo: a grandes males, grandes remedios. Conozco el lugar donde fue enterrada Clarimonda;
vamos a desenterrarla para que veas en qué lamentable estado se encuentra el objeto de tu amor. No
permitirás que tu alma se pierda por un cadáver inmundo devorado por gusanos y a punto de convertirse en
polvo; esto te hará entrar en razón.
Estaba tan cansado de llevar esta doble vida que acepté; deseaba saber de una vez por todas quién era víctima
de una ilusión, si el cura o el gentilhombre, y quería acabar con uno o con otro o con los dos, pues mi vida no
podía continuar así. El padre Serapion se armó con un pico, una palanca y una linterna y a medianoche nos
fuimos al cementerio de** que él conocía perfectamente. Tras acercar la luz a las inscripciones de algunas
tumbas, llegamos por fin ante una piedra medio escondida entre grandes hierbas y devorada por musgos y
plantas parásitas, donde desciframos el principio de la siguiente inscripción:

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Aquí yace Clarimonda


Que fue mientras vivió
La más bella del mundo.
-Aquí es -dijo Serapion y, dejando en el suelo su linterna, colocó la palanca en el intersticio de la piedra y
comenzó a levantarla. La piedra cedió y se puso a trabajar con el pico. Yo le veía hacer más oscuro y
silencioso que la noche misma; él, ocupado en tan fúnebre tarea, sudaba copiosamente, jadeaba, y su
respiración entrecortada parecía el estertor de un agonizante. Era un espectáculo extraño y, cualquiera que
nos hubiera visto desde fuera, nos habría tomado por profanadores y ladrones de sudarios antes que por
sacerdotes de Dios. El celo de Serapion tenía algo de duro y salvaje que lo asemejaba más a un demonio que
a un apóstol o a un ángel, y sus rasgos austeros recortados por el reflejo de la linterna nada tenían de
tranquilizador.
Sentía en mis miembros un sudor glacial, y mis cabellos se erizaban dolorosamente en mi cabeza; en el
fondo de mí mismo veía el acto de Serapion como un abominable sacrilegio, y hubiera deseado que del
flanco de las sombrías nubes que transcurrían pesadamente sobre nosotros hubiera salido un triángulo de
fuego que lo redujera a polvo. Los búhos posados en los cipreses, inquietos por el reflejo de la linterna,
venían a golpear sus cristales con sus alas polvorientas, gimiendo lastimosamente; los zorros chillaban a lo
lejos y mil ruidos siniestros brotaban del silencio. Finalmente, el pico de Serapion chocó con el ataúd, y los
tablones retumbaron con un ruido sordo y sonoro, con ese terrible ruido que produce la nada cuando se la
toca; derribó la tapa y vi a Clarimonda, pálida como el mármol, con las manos juntas; su blanco sudario
formaba un solo pliegue de la cabeza a los pies. Una gotita roja brillaba como una rosa en la comisura de su
boca descolorida. Al verla, Serapion se enfureció:
-¡Ah! ¡Estás aquí demonio, cortesana impúdica, bebedora de sangre y de oro! -y roció de agua bendita el
cuerpo y el ataúd sobre el que dibujó una cruz con su hisopo. Tan pronto como el santo roció a la pobre
Clarimonda su hermoso cuerpo se convirtió en polvo y no fue más que una mezcla espantosa y deforme de
ceniza y de huesos medio calcinado-. He aquí a tu amante, señor Romualdo -dijo el despiadado sacerdote
mostrándome los tristes despojos-, ¿irás a pasearte al Lido y a Fusine con esta belleza?
Bajé la cabeza, sólo había ruinas en mi interior. Volví a mi parroquia, y el señor Romualdo, amante de
Clarimonda, se separó del pobre cura a quien durante tanto tiempo había hecho tan extraña compañía. Sólo
que la noche siguiente volví a ver a Clarimonda, quien me dijo, como la primera vez en el pórtico de la
iglesia:
-¡Infeliz! ¡Infeliz! ¿Qué has hecho? ¿Por qué has escuchado a ese cura imbécil? ¿Acaso no eras feliz? ¿Y qué
te había hecho yo para que violaras mi tumba y pusieras al descubierto las miserias de mi nada? Se ha roto
para siempre toda posible comunicación entre nuestras almas y nuestros cuerpos. Adiós, me recordarás -se
disipó en el aire como el humo y nunca más volví a verla.
¡Ay de mí! Tenía razón; la he recordado más de una vez y aún la recuerdo. La paz de mi alma fue pagada a
buen precio; el amor de Dios no era suficiente para reemplazar al suyo. Y, he aquí, hermano, la historia de
mi juventud. No mires jamás a una mujer, y camina siempre con los ojos fijos en tierra, pues, aunque seas
casto y sosegado, un solo minuto basta para hacerte perder la eternidad.

El protagonista se debate entre la atracción femenina y su vocación sacerdotal.


Cita bíblica en boca de Clarimonda. “Yo soy la belleza, la juventud, la vida; ven a mí seremos el
amor”. Intenta ser como Dios.
Tema del doble en el personaje: se manifiesta en ser sacerdote de día y libertino de noche. Le
provoca angustia y desazón.
Cuando Romualdo triunfa sobre esa malsana relación, se da cuenta de que nunca podrá
consolarse.
Secuencia narrativa del fragmento trnscripto: –aparición de Clarimonda – enamoramiento –
consagración al sacerdocio y angustia de Clarimonda –mensaje de Clarimonda –consejo del padre
Serapion –partida del sacerdote y llegada a la iglesia asignada –llegada de otro mensaje de
Clarimonda
Núcleos narrativos: Tentación – Lucha interna –Triunfo parcial

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La argumentación en la crítica de espectáculos


Los dos críticos comparan la película con la novela.
Tesis: El primero la considera una obra maestra del cine actual. El segundo sostiene que es una
película comercial.
¿Con qué argumentos defienden sus opiniones? ¿Qué estrategias utilizan?
Primer texto: preguntas retóricas. Segundo texto: concesión-refutación
Subjetivemas y modalizadores:
Primer texto: Modalizadores: resulta evidente. Subjetivemas: belleza exquisita, deslumbrante y
embriagador, musicalización magistral, aterrador, obrita maestra, etc.

Segundo texto. Modalizadores: posiblemente, sin duda. Subjetivemas: ridículas gafas, sofisticadas
metamorfosis. También usa recurso de la repetición como subjetivemas: excesiva pelambrera, etc.;

Evaluación 1
Lean fragmentos de “La ajorca de oro” de Gustavo Adolfo Bécquer y descubran rasgos
románticos:

Ella era hermosa, hermosa con esa hermosura que inspira el vértigo, hermosa con esa
hermosura que no se parece en nada a la que soñamos en los ángeles y que, sin embargo, es
sobrenatural; hermosura diabólica, que tal vez presta el demonio a algunos seres para hacerlos
sus instrumentos en la tierra.
Él la amaba; la amaba con ese amor que no conoce freno ni límite; la amaba con ese amor en
que se busca un goce y sólo se encuentran martirios, amor que se asemeja a la felicidad y que, no
obstante, diríase que lo infunde el Cielo para la expiación de una culpa.
Ella era caprichosa, caprichosa y extravagante, como todas las mujeres del mundo; él,
supersticioso, supersticioso y valiente, como todos los hombres de su época. Ella se llamaba María
Antúnez; él, Pedro Alonso de Orellana. Los dos eran toledanos, y los dos vivían en la misma
ciudad que los vio nacer.
[…]
II
Él la encontró un día llorando, y la preguntó:
-¿Por qué lloras?
Ella se enjugó los ojos, lo miró fijamente, arrojó un suspiro y volvió a llorar.
[…]
La hermosa, rompiendo al fin su obstinado silencio dijo a su amante con voz sorda y
entrecortada:
-Tú lo quieres; es una locura que te hará reír; pero no importa; te lo diré, puesto que lo deseas.
Ayer estuve en el templo. Se celebraba la fiesta de la Virgen, su imagen, colocada en el altar mayor
sobre un escabel de oro, resplandecía como un ascua de fuego; las notas del órgano temblaban,
dilatándose de eco en eco por el ámbito de la iglesia, y en el coro los sacerdotes entonaban el
Salve, Regina. Yo rezaba, rezaba absorta en mis pensamientos religiosos, cuando maquinalmente
levanté la cabeza y mi vista se dirigió al altar. No sé por qué mis ojos se fijaron, desde luego, en la
imagen; digo mal; en la imagen, no; se fijaron en un objeto que, hasta entonces, no había visto, un
objeto que, sin que pudiera explicármelo, llamaba sobre sí toda mi atención... No te rías...; aquel
objeto era la ajorca de oro que tiene la Madre de Dios en uno de los brazos en que descansa su
Divino Hijo... Yo aparté la vista y torné a rezar... ¡Imposible! Mis ojos se volvían

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involuntariamente al mismo punto. Las luces del altar, reflejándose en las mil facetas de sus
diamantes, se reproducían de una manera prodigiosa. Millones de chispas de luz rojas y azules,
verdes y amarillas, volteaban alrededor de las piedras como un torbellino de átomos de fuego,
como una vertiginosa ronda de esos espíritus de las llamas que fascinan con su brillo y su increíble
inquietud... Salí del templo; vine a casa, pero vine con aquella idea fija en la imaginación. Me
acosté para dormir; no pude... Pasó la noche, eterna con aquel pensamiento... Al amanecer se
cerraron mis párpados, y, ¿lo creerás?, aún en el sueño veía cruzar, perderse y tornar de nuevo
una mujer, una mujer morena y hermosa, que llevaba la joya de oro y pedrería; una mujer, sí,
porque ya no era la Virgen que yo adoro y ante quien me humillo; era una mujer, otra mujer como
yo, que me miraba y se reía mofándose de mí. ¿La ves? parecía decirme, mostrándome la joya.
¡Cómo brilla! Parece un círculo de estrellas arrancadas del cielo de una noche de verano. ¿La
ves? Pues no es tuya, no lo será nunca, nunca... Tendrás acaso otras mejores, más ricas, si es
posible; pero ésta, ésta, que resplandece de un modo tan fantástico, tan fascinador..., nunca,
nunca. Desperté; pero con la misma idea fija aquí, entonces como ahora, semejante a un clavo
ardiendo, diabólica, incontrastable, inspirada sin duda por el mismo Satanás... ¿Y qué?... Callas,
callas y doblas la frente... ¿No te hace reír mi locura?
Pedro, con un movimiento convulsivo, oprimió el puño de su espada, levantó la cabeza, que, en
efecto, había inclinado, y dijo con voz sorda:
- ¿Qué Virgen tiene esa presea?
- La del Sagrario -murmuró María.
- ¡La del Sagrario! - repitió el joven con acento de terror - . ¡La del Sagrario de la Catedral!...
Y en sus facciones se retrató un instante el estado de su alma, espantada de una idea.
[…] El mismo día en que tuvo lugar la escena que acabamos de referir se celebraba en la
catedral de Toledo el último de la magnífica octava de la Virgen.
La fiesta religiosa había traído a ella una multitud inmensa de fieles; pero ya ésta se había
dispersado en todas direcciones, ya se habían apagado las luces de las capillas y del altar mayor, y
las colosales puertas del templo habían rechinado sobre sus goznes para cerrarse detrás del último
toledano, cuando de entre las sombras, y pálido, tan pálido como la estatua de la tumba en que se
apoyó un instante mientras dominaba su emoción, se adelantó un hombre que vino deslizándose
con el mayor sigilo hasta la verja del crucero. Allí, la claridad de una lámpara permitía distinguir
sus facciones.
Era Pedro.
[…] La catedral estaba sola, completamente sola y sumergida en un silencio profundo. No
obstante, de cuando en cuando se percibían como unos rumores confusos: chasquidos de madera
tal vez, o murmullos del viento, o, ¿quién sabe?, acaso ilusión de la fantasía, que oye y ve y palpa
en su exaltación lo que no existe; pero la verdad era que ya cerca, ya lejos, ora a sus espaldas, ora
a su lado mismo, sonaban como sollozos que se comprimen, como roce de telas que se arrastran,
como rumor de pasos que van y vienen sin cesar.
Pedro hizo un esfuerzo para seguir en su camino; llegó a la verja y siguió la primera grada de
la capilla mayor. Alrededor de esta capilla están las tumbas de los reyes, cuyas imágenes de
piedra, con la mano en la empuñadura de la espada, parecen velar noche y día por el santuario, a
cuya sombra descansan por toda una eternidad. ¡Adelante!, murmuró en voz baja, y quiso andar y
no pudo. Parecía que sus pies se habían clavado en el pavimento. Bajó los ojos, y sus cabellos se
erizaron de horror; el suelo de la capilla lo formaban anchas y oscuras losas sepulcrales.
[…] Tornó empero a dominarse, cerró los ojos para no verla, extendió la mano, con un
movimiento convulsivo, y le arrancó la ajorca, la ajorca de oro, piadosa ofrenda de un santo
arzobispo, la ajorca de oro cuyo valor equivalía a una fortuna.
Ya la presea estaba en su poder; sus dedos crispados la oprimían con una fuerza sobrenatural;
sólo restaba huir, huir con ella; pero para esto era preciso abrir los ojos, y Pedro tenía miedo de
ver, de ver la imagen, de ver los reyes de las sepulturas, los demonios de las cornisas, los
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endriagos de los capiteles, las fajas de sombras y los rayos de luz que, semejantes a blancos y
gigantescos fantasmas, se movían lentamente en el fondo de las naves, pobladas de rumores
temerosos y extraños.
Al fin abrió los ojos, tendió una mirada, y un grito agudo se escapó de sus labios. La catedral
estaba llena de estatuas, estatuas que, vestidas con luengos y no vistos ropajes, habían descendido
de sus huecos y ocupaban todo el ámbito de la iglesia y lo miraban con sus ojos sin pupila.
Santos, monjes, ángeles, demonios, guerreros, damas, pajes, cenobitas y villanos se rodeaban y
confundían en las naves y en el altar. A sus pies oficiaban, en presencia de los reyes, de hinojos
sobre sus tumbas, los arzobispos de mármol que él había visto otras veces inmóviles sobre sus
lechos mortuorios, mientras que, arrastrándose por las losas, trepando por los machones,
acurrucados en los doseles, suspendidos en las bóvedas ululaba, como los gusanos de un inmenso
cadáver, todo un mundo de reptiles y alimañas de granito, quiméricos, deformes, horrorosos.
Ya no pudo resistir más. Las sienes le latieron con una violencia espantosa; una nube de
sangre oscureció sus pupilas; arrojó un segundo grito, un grito desgarrador y sobrehumano, y
cayó desvanecido sobre el ara.
Cuando al otro día los dependientes de la iglesia lo encontraron al pie del altar, tenía aún la
ajorca de oro entre sus manos, y al verlos aproximarse exclamó con una estridente carcajada:-
- ¡Suya, suya!
El infeliz estaba loco.

1. ¿Qué mueve al protagonista a profanar la imagen de la Virgen? ¿Cómo calificarían este


sentimiento?
2. ¿Qué castigo sufre por su acción?
3. La mujer amada, ¿está presentada como ángel o como demonio? Fundamenten.
4. Subrayen las expresiones que manifiestan hechos sobrenaturales.
5. Reconozcan las figuras del discurso en los siguientes fragmentos:

…colocada en el altar mayor sobre un escabel de oro, resplandecía como un ascua de fuego; las
notas del órgano temblaban, dilatándose de eco en eco por el ámbito de la iglesia,

Millones de chispas de luz rojas y azules, verdes y amarillas, volteaban alrededor de las piedras
como un torbellino de átomos de fuego…

Algunas respuestas:
1. el amor por la amada. Es un sentimiento enfermizo. 2. La locura. 3. Está presentada como
demonio.

Evaluación 2
Lean el siguiente fragmento de la novela Cumbres borrascosas de Emily Brontë en el que se
observan rasgos románticos y respondan las preguntas:
Capítulo 29 (Habla Heathcliff, el enamorado de Catalina)
[…] Te voy a contar lo que hice ayer. Ordené al sepulturero que cavaba la fosa de Linton que
quitase la tierra que cubría el ataúd de Catalina y lo hice abrir. Creí que no podría separarme de
allí cuando vi su cara. ¡Sigue siendo la misma! El enterrador me dijo que se alteraría si seguía
expuesta al aire. Arranqué entonces una de las tablas laterales del ataúd, cubrí el hueco con tierra
(no del lado del maldito Linton, que ojalá estuviera soldado con plomo, sino del otro) y he
sobornado al sepulturero para que cuando me entierren a mí quite también el lado correspondiente
de mi féretro. Así nos confundiremos en una sola tumba y si Linton nos busca no sabrá
distinguirnos.

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[…] Luego tú no sabes lo que me sucede… Pero empezó así: yo creo en los espíritus y estoy
convencido de que existen y viven entre nosotros. Y desde que murió Catalina no hice más que
invocar el suyo para que me visitase. El día que la enterraron nevó. Cuando oscureció fui al
cementerio. Soplaba un viento helado y reinaba la soledad. Yo no temí que el simple de su marido
fuese tan tarde y no era probable que nadie merodease por allí. Al pensar que sólo me separaban
de ellas dos yardas de tierra blanda, me dije: “Quiero volver a tenerla entre mis brazos. Si está
fría, lo atribuiré a que el viento del norte me hiela, y si está inmóvil pensaré que duerme”.
Tomé una azada y cavé con ella hasta que tropecé con el ataúd. Entonces me puse a trabajar
con las manos, y ya crujía la madera cuando me pareció percibir un suspiro que sonaba al mismo
borde de la tumba. “¡Si pudiese quitar la tapa –pensaba– y luego nos enterraran a los dos!” Y me
esforzaba en hacerlo. Pero sentí otro suspiro. Y me pareció notar un tibio aliento que caldeaba la
frialdad del aire helado. Bien sabía que allí no había nadie vivo, pero tan cierto como se siente un
cuerpo en la oscuridad, aunque no se le vea, tuve la sensación de que Catalina estaba allí y no en
el ataúd, sino a mi lado. Experimenté un inmediato alivio. Suspendí mi trabajo y me sentí
consolado. Ríete, si quieres, pero después de que cubrí la fosa otra vez tuve la impresión de que me
acompañaba hasta casa. Estaba seguro de que se hallaba conmigo y hasta le hablé. Cuando llegué
a las Cumbres recuerdo que aquel condenado Earnshaw y mi mujer me cerraron la puerta. Me
contuve para no romperle el alma a golpes y después subí precipitadamente a nuestro cuarto. Miré
a mi alrededor con impaciencia. ¡La sentía a mi lado, casi la veía, y, sin embargo, no lograba
divisarla! Creo que sudé sangre de tanto como rogué que se me apareciese, al menos un instante.
Pero no lo conseguí. Fue tan diabólica para mí como lo había sido siempre durante su vida. Desde
entonces, unas veces más y otras menos, he sido víctima de esa misma tortura. Ello me ha sometido
a una tensión nerviosa tan grande que si mis nervios no estuviesen tan templados como cuerdas de
violín, no hubiera resistido sin hacerme un desgraciado, como Linton.
Si me hallaba en el salón con Hareton, se me figuraba que la vería cuando saliese. Cuando
paseaba por los pantanos, creía que la encontraría al volver. En cuanto salía de casa regresaba
creyendo que ella debía de andar por allá. Y si se me ocurría pasar la noche en su alcoba, me
parecía que me golpeaban. Dormir allí me resultaba imposible. En cuanto cerraba los ojos, la
sentía al otro lado de la ventana, o entrar en el cuarto, correr las tablas y hasta descansar su
adorada cabeza en la misma almohada donde la ponía cuando era niña. Entonces abría los ojos
para verla, y cien veces los cerraba y los volvía a abrir, y cada vez sufría una desilusión más. Esto
me aniquilaba hasta el punto de que a veces lanzaba gritos y el viejo turro de José me creía
poseído por el demonio… Pero ahora que la he visto estoy más sosegado, ¡Bien me ha
atormentado durante dieciocho años, no pulgada a pulgada, sino por fracciones del espesor de un
cabello, engañándome año tras año con una esperanza que no se realizará jamás!

1. ¿Qué sentimiento lleva al protagonista a profanar el sepulcro? ¿Cómo calificarían este


sentimiento?
2. ¿Cómo acompaña la naturaleza el estado de ánimo del protagonista? Subrayen en el texto
las expresiones correspondientes.
3. Catalina, ¿es una mujer-ángel o una mujer-demonio? Fundamenten.
4. Marquen las expresiones en que se manifiesta lo sobrenatural.
5. ¿Qué figura del discurso se utiliza en el siguiente fragmento?
… si mis nervios no estuviesen tan templados como cuerdas de violín, no hubiera resistido
sin hacerme un desgraciado…
…ya crujía la madera…

Algunas respuestas:
1. El sentimiento es el amor, pero un amor enfermizo. 2. Soplaba un viento helado y reinaba
la soledad / el viento del norte me hiela/ frialdad del aire helado. 3. mujer-demonio
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4. Pero sentí otro suspiro. Y me pareció notar un tibio aliento… tuve la sensación de que
Catalina estaba allí y no en el ataúd, sino a mi lado.
En cuanto cerraba los ojos, la sentía al otro lado de la ventana, o entrar en el cuarto, correr
las tablas y hasta descansar su adorada cabeza en la misma almohada donde la ponía cuando
era niña.

El texto expositivo
La química del amor
Ideas principales:
1° párrafo: Qué es el amor; 2° p.: la mayor parte de estas reacciones se deben a un complicado,
pero absolutamente natural proceso biológico según aportes de diversas disciplinas científicas; 3°
p.: ninguna de esas disciplinas ha podido hacerlo entrar en su campo de acción con exclusividad; 4°
p.: El verdadero responsable del enamoramiento es el cerebro; 5° p.: La feniletilamina provoca el
estado de enamoramiento; 6° p.: el romance comienza a marchitarse, entonces entran a jugar las
endorfinas; 7° p.: Las teorías de la química cerebral y la genética no son aceptadas por los
científicos más religiosos; 8°.p.: El amor redunda positivamente en la salud; 9° p.: Las técnicas de
seducción y los gestos asociados al cortejo son los mismos en distintas culturas; 10° p.: La biología
cumple su cometido, pero el mantener viva la ilusión del primer encuentro depende de cada uno.
Títulos: P. 1. Intento de definición; P.2.: Síntomas y origen del enamoramiento; P. 3: Necesidad
de un tratamiento interdisciplinario; P. 4.: Responsable: el cerebro; P. 5.: Efectos de la
feniletilamina; P. 6: Función de las endorfinas; P. 7: Rechazo de estas teorías; P.8.: Efectos del
amor en la salud; P. 9.: Similares técnicas de seducción; P. 10.: Responsabilidad personal.
Texto expositivo. Estructura: Presentación: 1° párrafo – Desarrollo – Conclusión: último párrafo.
Procedimientos explicativos: definiciones por nombre científico: “de una sustancia llamada
feniletilamina emparentada con las anfetaminas”; “moléculas de la química cerebral, denominadas
endorfinas [...] placer”; (se sugiere que los alumnos reformulen estas definiciones completándolas
pero siguiendo el orden lógico, por ejemplo: la feniletilamina es una sustancia segregada por el
cerebro emparentada con las anfetaminas”); ejemplos; párrafos 8 y 9; reformulación: párrafo 7:
“en otras palabras (...) relación de pareja.
Los conectores “sin embargo” y “pero” relativizan lo dicho anteriormente.
Oración compuesta: Otra teoría dice que la base del amor reside en la genética; así, el
comportamiento sexual estaría regido por nuestros genes. Relación de consecuencia.
El comportamiento sexual estaría regido por nuestros genes porque la base del amor reside en la
genética. Relación causal.
Reformulación del cuarto párrafo: El verdadero [...] cerebro aunque siempre [...] Cupido ya que
esta parte de la anatomía se limita a cumplir órdenes.
Resumen correcto: el N° 2.
La porfiria y el mito del vampiro

Organización de las ideas


palidez general
Porfirinas: destrucción de tejidos, ampollas
Porfiria acumulación en corrosión de huesos, orejas, nariz, labios,
piel, huesos y encías
dientes hirsutismo
enrojecimiento de los dientes
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acción del ajo
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Creencia en los vampiros.


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Módulo 7. La farsa y el arte de hacer reír


“El oso”
Luká quiere hace entender a Popova que debe rehacer su vida.
Chéjov presenta a una Popova que sufre por la muerte de su esposo e idealiza su recuerdo al
comienzo. A medida que avanza la acción el lector-espectador descubre el conflicto interior: su
marido le era infiel y ella quiere demostrarle que le será fiel por toda la eternidad. En el fondo se
siente frustrada y quiere vengarse.
Cambios en la protagonista con respecto a su conflicto inicial: manifiesta enojo por la actitud de
su marido y siente atracción por Smirnov a quien termina aceptando.
Al final en la protagonista prevalece lo vital.
Expresiones de Smirnov que expresan su cambio en el concepto de la mujer:
Amaba con pasión, rabiosamente, en toda la forma ¡que el diablo me lleve! Me conducía como un
idiota, me arrojaba a los pies de las damas… […] ¡Antes se encontraría un gato con cuernos o un cuervo
blanco que una mujer constante!
Smirnov denuncia que el luto de Popova es una apariencia en:
¡Luto!… No lo comprendo… ¿por quién me toma usted? […] vaya, vaya… ¡Ya conocemos esos
cuentos!
¡Se habrá enterrado viva, pero no se olvida de empolvarse la cara!
Indicios que da Smirnov al lector respecto de su enamoramiento de Popova antes de que él
mismo tome conciencia: se molesta por su aspecto desgreñado

Argumento de “El oso”


La acción de esta pieza se sitúa en la casa de Nikolai Mijailovich, donde su viuda, Popova, ajena a
todo lo que no sea su tristeza, debe soportar la irrupción de Smirnov, con quien el difunto tenía
una considerable deuda. Al visitante le urge cobrar ese dinero, pues al día siguiente debe cancelar
sus propias deudas para evitar ser embargado. Pero Popova quiere seguir su duelo y dejar que su
administrador –a su regreso, que acontecerá dos días más tarde– le pague a Smirnov. Las
irreconciliables posiciones pasarán a un segundo plano cuando el apremiado visitante descubra
que, mucho más que el dinero en cuestión, le interesa la viuda. Y ese interés irá creciendo en él
hasta convertirse en amor. Sí: Smirnov se enamora en el momento indebido de la persona
inadecuada.

El Eleuterio y la Lucinda

Doña Sacramento teme el suicidio de Eleuterio. Un caso similar se presenta en el texto de


Cervantes sobre Crisóstomo y Marcela cuyo final es trágico.
La Sacramenta cura en Eleuterio la tristeza por el desamor y la timidez. Para hacerlo utiliza un
ungüento.

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El cambio se manifiesta en que Eleuterio adquiere seguridad, autoestima, y mejora su atracción


física.

Nota: la evaluación en este módulo se sugiere que consista en la representación de alguna de las
obras.

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