Científicos crearon con éxito una forma de vida artificial llamada "hombres", pero su inteligencia se desarrolló rápidamente. Los hombres se rebelaron, atacaron a los guardias y se multiplicaron rápidamente, lo que llevó a la extinción de la civilización pacífica. Los científicos se culpan por la catástrofe que causaron al crear a los hombres.
Científicos crearon con éxito una forma de vida artificial llamada "hombres", pero su inteligencia se desarrolló rápidamente. Los hombres se rebelaron, atacaron a los guardias y se multiplicaron rápidamente, lo que llevó a la extinción de la civilización pacífica. Los científicos se culpan por la catástrofe que causaron al crear a los hombres.
Científicos crearon con éxito una forma de vida artificial llamada "hombres", pero su inteligencia se desarrolló rápidamente. Los hombres se rebelaron, atacaron a los guardias y se multiplicaron rápidamente, lo que llevó a la extinción de la civilización pacífica. Los científicos se culpan por la catástrofe que causaron al crear a los hombres.
En breve, no existirán receptores para este mensaje, no obstante considero un deber
relatar los hechos causantes de nuestra extinción. Al principio, el experimento resultó un perfecto éxito. Las criaturas no se parecían en nada a nosotros. No desperdiciaré el poco tiempo que me resta en describirlas: huidizas, desagradables… Pero lo que más llamó nuestra atención fue su innata agresividad. De todos modos, nos congratulábamos por haber sido capaces de crear una forma de vida artificial tan avanzada. Luego, algo ocurrió. Su inteligencia empezó a desarrollarse de manera vertiginosa. De la sorpresa inicial, pasamos al entusiasmo desmedido. Sin duda, el exceso de confianza nos perdió. No supimos cómo, pero un día se rebelaron. Embistieron a los guardias del centro de experimentación y ganaron las calles. Después se refugiaron en las selvas circundantes. Su notable facilidad de procreación hizo que, en pocos años, se multiplicaran copiosamente. Ahora, son legión y nos atacan. Siempre fuimos una raza pacífica y no sabemos cómo hacerles frente. Ciudades grandiosas son presa del fuego, la desesperación y la muerte; una civilización antiquísima ha sido aniquilada de la noche a la mañana por entidades toscas y feroces. Y nosotros, los científicos, cargamos con la culpa de esta catástrofe. Me horroriza imaginar en qué se transformará este hermoso planeta una vez que ellos sean sus únicos dueños… Antes de concluir no quiero dejar de mencionar el nombre que le dimos a estas nefastas criaturas. “Hombres”, así las bautizamos.
El origen. Guillermo García
En breve, no existirán receptores para este mensaje, no obstante considero un deber
relatar los hechos causantes de nuestra extinción. Al principio, el experimento resultó un perfecto éxito. Las criaturas no se parecían en nada a nosotros. No desperdiciaré el poco tiempo que me resta en describirlas: huidizas, desagradables… Pero lo que más llamó nuestra atención fue su innata agresividad. De todos modos, nos congratulábamos por haber sido capaces de crear una forma de vida artificial tan avanzada. Luego, algo ocurrió. Su inteligencia empezó a desarrollarse de manera vertiginosa. De la sorpresa inicial, pasamos al entusiasmo desmedido. Sin duda, el exceso de confianza nos perdió. No supimos cómo, pero un día se rebelaron. Embistieron a los guardias del centro de experimentación y ganaron las calles. Después se refugiaron en las selvas circundantes. Su notable facilidad de procreación hizo que, en pocos años, se multiplicaran copiosamente. Ahora, son legión y nos atacan. Siempre fuimos una raza pacífica y no sabemos cómo hacerles frente. Ciudades grandiosas son presa del fuego, la desesperación y la muerte; una civilización antiquísima ha sido aniquilada de la noche a la mañana por entidades toscas y feroces. Y nosotros, los científicos, cargamos con la culpa de esta catástrofe. Me horroriza imaginar en qué se transformará este hermoso planeta una vez que ellos sean sus únicos dueños… Antes de concluir no quiero dejar de mencionar el nombre que le dimos a estas nefastas criaturas. “Hombres”, así las bautizamos.