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2.1. Al Ándalus: la conquista musulmana de la Península Ibérica. Emirato y califato de Córdoba.

Tras la proclamación de Rodrigo como rey del reino visigodo los hijos del anterior rey Witiza solicitan
ayuda a los musulmanes. Así en el año 711 los musulmanes bajo el mando de Tariq entran en la
península venciendo al último rey visigodo y ante la pasividad reinante, apoyo de los judíos a los
conquistadores y población que no se identifica con la monarquía visigoda, lo que supone una rápida
conquista. Pese a la batalla de Guadalete, fue una invasión prácticamente sin oposición llegando en
pocos años a ocupar toda la península excepto el norte. Desde ese momento al-Andalus se identificó
con el espacio peninsular sujeta al poder musulmán, provincia más occidental del gran imperio con
capital en Damasco.
Al-Ándalus con capital en Córdoba se convirtió en un emirato dependiente (711-757) regido por un emir
dependiente de los califas de Damasco. Una etapa enormemente inestable, llegando a nombrar a 23
gobernadores. Constantes enfrentamientos entre los grupos conquistadores por la propiedad y cargos
explican la inestabilidad, conflictos que se prolongan en el siguiente período. Los Baladíes, aristocracia
árabe, acaparan cargos y tierras, frente a el grueso del ejército bereber que se siente maltratado.
Además se dio la Batalla de Poitiers en la que los francos derrotaron a los musulmanes en su intento de
extender el imperio por el resto de Europa.
El emirato independiente (756-929) se proclama con la llegada de Abderramán I a la península,
superviviente de la matanza de los Omeyas, cambio de dinastía, la Abasida y de capital, Bagdad. Esto
rompió la dependencia política. La etapa vivió momentos de esplendor como el emirato de Abderramán
II, aunque no estuvo exento de problemas que favorecieron el avance cristiano, sobre todo a través de
las repoblaciones en la franja occidental, lo que supone la consolidación del reino Astur-leonés entorno
al Duero.
El califato (929-1031) fue la época de mayor esplendor proclamado por Abderrman III asumiendo la
dirección religiosa y política. Las relaciones comerciales con Europa y el Mediterráneo enriquecen al
califato y le permiten mantener un poderoso ejército. Además destaca el esplendor cultural, con la
culminación de la Mezquita de Córdoba o la construcción de Medina Azahara y en general la pacificación
del territorio y el sometimiento de los cristianos. Sin embargo, la estabilidad se acabará al nombrar
califa a un niño de 8 años, Hisham II. El poder quedará en manos de su hachib Almanzor que comenzará
a hacer grandes campañas militares, somete a los cristianos en acciones militares que suponen el
saqueo de núcleos tan importantes como Santiago o Barcelona, además de otros a los que impone el
pago de parias. A su muerte, las luchas internas por el poder del califato suponen la disgregación en
pequeños emiratos dominados por familias musulmanas aristocráticas, denominados los reinos de
taifas.
2.2. Al Ándalus: reinos de taifas. Reino nazarí.
Tras la muerte de Almanzor (1031) el califato entra en crisis produciendo su desintegración en pequeños
reinos de taifas. Su historia es la del esfuerzo de cada uno de estos Estados para conservar su
independencia. En este momento dejan de cobrar parias para pasar a pagarlas, hostigados por los
cristianos, que aprovechando la fragmentación de Al Andalus llevan a cabo una expansión territorio de
gran trascendencia y que representa el momento en el que el dominio peninsular pasa progresivamente
a manos cristianos (avances sobre el Tajo-Toledo y posteriormente el curso medio del Ebro-Zaragoza).
Pese a la riqueza de muchos de ellos, se caracterizan por su gran debilidad militar que facilitará el
avance de los reinos cristianos y que conduce a la petición de ayuda a fuerzas norteafricanas que llegan
por oleadas y les unifican de nuevo.
La dominación almorávide de al-Ándalus se hace efectiva de 1090 a 1145 tras victorias tan importantes
como la de Sagrajas. Los almorávides aprovechan el enfrentamiento de las taifas entre sí para unir al-
Ándalus bajo su dominio. Sin embargo, las revueltas anti almorávides (debido a su rigorismo religioso),
un nuevo avance cristiano y la presión de los almohades en el norte de África les hace desaparecer
creándose unos nuevos reinos de taifas.
Las segundas taifas tienen que soportar otro gran avance cristiano por lo que pedirán ayuda de nuevo al
exterior, en este caso, a los almohades. Los almohades logran importante victorias como la de Alarcos y
reunifican otra vez al-Ándalus bajo su dominio, pero tras la alianza de Castilla, Aragón y Navarra son
derrotados en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, que supone la entrada y dominio posterior
sobre el Guadalquivir y la Andalucía occidental de los cristianos, lo que reduce el dominio musulmán a
un precario territorio en la zona suroriental, reducida esta por los acuerdos castellano-aragoneses al
Reino Nazarí de Granada (Valencia y Murcia son dominadas por las campañas del rey de Aragón, aunque
Murcia quedará como territorio castellano y las Baleares como zona de expansión aragonesa)
En definitiva, la derrota almohade supone una tercera etapa de taifas o terceros reinos de taifas que
desaparecen rápidamente a excepción del Reino nazarí de Granada que sobrevivirá hasta 1492 cuando
los reyes católicos ponen fin a 781 años de presencia musulmana en la península.
2.3. Al Ándalus: economía, sociedad y cultura.

Al-Ándalus está asociado a importantes avances económicos, logra riqueza y equilibrio entre actividades
agrícolas, ganaderas y comerciales, lo que se refleja y complementa con la amplia importancia del
mundo urbano. La agricultura tuvo un gran desarrollo gracias al regadío. Los musulmanes difundieron
nuevos cultivos como el arroz, el algodón o las medicinales, cultivando también cereales, el olivo y el
viñedo. En la ganadería retrocedió la porcina, desarrollandose la ovina y la equina. Se revitalizó la
minería, y la artesanía, propio de una sociedad urbana, destacando la seda nazarí o los cordobeses. El
comercio tuvo una gran importancia desarrollándose tanto el interior en el zoco de las ciudades como el
exterior, Al Andalus es zona de interacción entre productos africanos o asiáticos y productos europeos.
Una economía donde el estado tenía el monopolio de la acuñación de moneda, el dírham y dírhem y un
reino que muestra el desarrollo de elementos financieros (cheque o letra de cambio)
Con el paso del tiempo la sociedad se fue islamizando. En un primer momento el mundo musulmán lo
componía una minoría árabe (baladíes), que ocupaba los puestos más destacados y una mayoría
bereber dedicados a la ganadería y al ejército. Más tarde se unieron los muladíes, los cristianos que se
convirtieron al islam. Debajo de ellos se situaban los mozárabes (cristianos de al-Ándalus) y los judíos
que gozaban de libertad de culto, pero tenían la obligación de pagar ciertos tributos. Una sociedad
donde también destacan los eslavos de palacio o del ejército. A pesar de esta jerarquía en torno al islám,
dependiendo de su origen de sangre o nivel económico podían estar más arriba en el escalafón social.
En al-Ándalus se desarrollaron grandes avances en ciencias como la astronomía, la medicina, la botánica
y las matemáticas. Destacan filósofos como Averroes y Maimónides y en la literatura autores de árabe
clásico como Ibn Hazm y dentro del árabe vulgar estilos como el zéjel y la muaxaja. Del campo artístico
mención especial merecen la mezquita de Córdoba y la Alhambra.

2.4. Los primeros núcleos de resistencia cristiana. Principales etapas de la Reconquista. Modelos de
repoblación.
En las áreas cantábricas y pirenaicas surgieron entre los siglos VIII y X los primeros reinos cristianos. El
reino Astur surgió tras la victoria de Pelayo en Covadonga (722), reino que tuvo una ampliación sobre el
valle del Duero pasando la capital a León creando así el reino de León (siglo X). Castilla era una serie de
condados vasallos de León hasta que Ferrán González (929-970) los unifica logrando gran autonomía.
Destaca la expansión de Oviedo a León basada en gran medida en la escasa presencia musulmana en
este área occidental, lo que permite un avance en dos siglos hasta la cuenca del Duero, a través de
repoblaciones en “tierra de nadie” y mediante pressuras.
Navarra, parte de la marca hispánica, un conjunto de condados fronterizos que protegían al reino franco
de posibles avances musulmanes más allá de los Pirineos, y que gobernaban nobles francos en territorio
peninsular. Surge como reino con Iñigo el arista en el 824 alcanzando su mayor expansión con Sancho el
Mayor (rey que unifica los reinos orientales peninsulares y favorece el desarrollo del Camino de
Santiago) que al morir en 1035 reparte su territorio entre sus hijos surgiendo así el Reino de Aragón. Los
condados catalanes bajo dominio carolingio quedarán ligados a finales del siglo IX a Wilfredo el Velloso y
a finales del siglo X se volverán independientes.
Desde el siglo IX surge el proceso de la reconquista seguido del proceso de repoblación, entendido como
la ocupación y colonización cristiana de las tierras conquistadas. Durante la primera etapa (VII-X) los
reinos cristianos avanzan hasta el Duero con un modelo de repoblación por iniciativa de los campesinos
(presura), dando lugar a pequeñas y medianas propiedades; en la segunda (XI-1150) avanzan hasta
Toledo aprovechando la debilidad de los reinos de taifas hasta que son frenados por los almorávides. El
modelo de repoblación es el concejil mediante fueros dando lugar a una mediana propiedad. Durante la
segunda mitad del siglo XII se produce la tercera etapa de la reconquista tras el derrumbe de los
almorávides y la creación de los segundos reinos de taifas llegando hasta el Guadiana; avance que se ve
frenado esta vez por los almohades. La repoblación durante la primera mitad del siglo XIII dará lugar a
latifundios mediante las encomiendas de las órdenes militares consolidando un modelo plenamente
feudal-señorial. Por último, tras la batalla de las Navas de Tolosa, 1212, los reinos cristianos avanzan
sobre los terceros reinos de taifas a excepción del reino nazarí, conquistado en 1492. La repoblación es
mediante donaciones dando lugar a grandes latifundios (segunda mitad del XIII).

2.5. Los reinos cristianos en la Edad Media: organización política, régimen señorial y sociedad
estamental.

Los reinos presentaban una estructura política parecida aunque con diferencias basadas en la
monarquía, las cortes y los municipios. El origen de las cortes está en la Curia Regia donde los nobles y
clérigos asesoraban al rey. El crecimiento de las ciudades hizo ganar poder a los burgueses naciendo las
cortes de tres brazos en 1188 en el Reino de León y desde el s. XIII en los otros reinos. En Castilla eran
convocados por el rey para aprobar subsidios, declaraciones de guerra, mientras que las de la Corona de
Aragón eran órganos de carácter legislativo y votaban impuestos, además eran cuatro, una por cada
territorio (Cataluña, Baleares, Valencia y Aragón). El rey debía convocar en los cuatro territorios y
respetar el fuero propio, por lo que la monarquía estaba condicionada y mostraba un carácter pactista,
a diferencia de Castilla donde el rey era más independiente. Navarra tenía Cortes y fuero propio además
de instituciones singulares como la Cámara de Cuentas, organismo encargado de la hacienda y las
finanzas del rey.
La sociedad fue de carácter feudal, rural y con tres estamentos (nobleza, clero y estado llano)
marcados por el nacimiento e inamovibles, además articulada por lazos de dependencia, vasallaje.
Los dos primeros estamentos eran privilegiados. Dentro de la nobleza había diversos grados. La alta
nobleza terminó por controlar amplios dominios territoriales llamados señoríos jurisdiccionales donde
además de controlar las rentas gozaban de poder jurisdiccional. Estos señoríos gracias al mayorazgo
pasaban íntegros al heredero. En la baja nobleza destacan los hidalgos.
El clero era el otro grupo privilegiado dividiéndolo en clero secular y regular. La iglesia también contaba
con importantes señoríos. Socialmente se distinguía el alto clero, proveniente de la nobleza y que
copaba la alta jerarquía (obispos, cardenales, abades) y el bajo clero, más próximo al pueblo, y que se
corresponde con curas o frailes.
El estado llano era en su mayoría campesinos que tenían una importante dependencia de los señores,
en muchos casos en situación de miseria y sometidos a la servidumbre, aunque también había algunos
sectores de campesinos propietarios. Con el crecimiento de las ciudades tuvieron más importancia los
artesanos y los burgueses, que crecen sobre todo al calor de las actividades económicas del mundo
urbano y de su renacer ya en la Baja Edad Media.

2.6. Organización política de la Corona de Castilla, de la Corona de Aragón y del Reino de Navarra al
final de la Edad Media.

Los reinos presentan una estructura política parecida basada en la monarquía, las Cortes y los
municipios, aunque cada reino posee sus propias características.
En Castilla se produce un fortalecimiento de la Monarquía. Para gobernar se sirve de una administración
central compuesta por las cortes (formado por tres brazos eran convocados por el rey para aprobar
subsidios, declaraciones de guerra…), un consejo real (carácter consultivo) y la Audiencia o Chancillería
Real (órgano supremo de justicia). En la administración local destacan los regidores y corregidores
(representantes reales de la monarquía).
La Corona de Aragón era una unión de reinos (Cataluña, Valencia, Baleares y Aragón), en la que cada
uno conservaba sus instituciones y sus leyes particulares. La debilidad del poder real se manifestó en el
pactismo, por el que se respetaban los fueros y los privilegios de esos reinos (privilegio general, 1283).
En la administración central destacan las cortes (órgano de carácter legislativo), diputaciones (un freno a
la autoridad real) y la justicia (en manos del Justicia mayor). En cada reino el rey tenía un lugarteniente o
gobernador (virrey en Mallorca). A nivel local destacan los Concejos o municipios que se convirtieron en
instituciones controladas por las oligarquías de las ciudades.
En Navarra el funcionamiento era más parecido al reino de Aragón donde destaca el rey, las Cortes
(velaba por la conservación de los fueros), el Consejo Real (órgano judicial y de asesoramiento real), la
Corte mayor (máximo órgano judicial) y la Cámara de Comptos (encargada de las finanzas reales).

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