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INTRODUCCIÓN

Llegamos en el mes de marzo a las instalaciones de la secundaria técnica #50,


ubicada en la colonia Jardines de San Sebastián a llevar a cabo el programa
Chimalli en dicha institución.

La colonia antes mencionada es una colonia popular, de clase media-


baja, de fácil acceso por boulevares Torres Landa y Timoteo Lozano, llegando
a esa zona además unas seis rutas de transporte urbano. Cuenta con todos los
servicios básicos. Referido a la seguridad en la zona, tiene ciertos conflictos
con “chavos banda” de esa zona, entre ellos la banda de los “sureños”, que
ocasiona ciertos problemas en zonas aledañas a la escuela.

La escuela tiene dos pisos en dos edificios y los otros cuatro son de un
piso. Se encuentra en un estado con cierto deterioro, se percibe que no hay un
personal de intendencia que cubra con las necesidades no solo de limpieza,
sino de mantenimiento del inmueble.

Ya adentrándonos a lo realizado con las autoridades, encontramos


muchas facilidades de parte de la trabajadora social y los prefectos. La
subdirectora mostró buen apoyo, pero a distancia, delegando estas tareas al
personal antes mencionado. En todo momento, se dieron las facilidades
necesarias para la ejecución de las tareas realizadas con el grupo. El grupo
asignado fue 2ºH, siendo detectado por la institución como uno de los grupos
con mayor problemática en cuanto conducta refirieron.

Tocante al grupo con el cual se trabajó, fue un grupo pequeño al


principio, pero fueron aumentando el número de sus miembros, hasta llegar a
ser 14 en algunas ocasiones y 3 en otras sesiones. El ausentismo fue uno de
los principales obstáculos detectados durante nuestra intervención. Otro gran
obstáculo fue los períodos e vacaciones y la alerta sanitaria por la influenza. El
grupo se conformaba por hombre y mujeres, siendo éstas últimas en menor
proporción pero no considerable la diferencia. La edad promedio del grupo
oscilaba sobre los 14 años.
El grupo fue en general dispuesto a trabajar. Tuvimos contacto más o
menos profundo con algunos de sus integrantes. Las sesiones fueron rápidas y
concretas, buscando adecuar los contenidos de cada lección a las realidades
que vivían. El grupo y en general la escuela, está configurada por alumnos que
son expulsados en otras escuelas o bien no son aceptados por otras
circunstancias como bajas calificaciones, edad alta, cambios repentinos de
domicilio, etc., lo que forma una realidad muy particular. La transmisión de las
ideas fue fluida, promoviendo la reflexión personal y grupal. El grupo a través
de algunos miembros externaba sus ideas y sentimientos.

Esta experiencia nos fue enriquecedora al tener la oportunidad de


compartir con estas personas con una serie de dificultades pero con
capacidades intactas aún que deben aprovecharse. Se sugiere que exista una
mayor continuidad y seguimiento en el trabajo realizado, así como un
compromiso mayor de la institución y sobre todo de los padres. Sólo formando
una red, como es la esencia del programa Chimalli, se pueden concretar
cambios verdaderamente profundos. Nuestra experiencia nos indicó que sí
hubo algún cambio en poco alumnos y en los demás generó al menos un tanto
de reflexión. Ese fue nuestro máximo logro al impartir el curso.
EXPERIENCIA COMO CONDUCTOR CHIMALLI

Mi experiencia como conductor de este taller fue muy significativa. Por un lado
la excesiva carga de trabajo que tuve me limitó un tanto para estar al 100% en
cada sesión del taller, a pesar de estar presente. Aún con eso, puedo
desprender algunas reflexiones de lo vivido con estos jóvenes.

Me gustó trabajar con adolescentes. De cierta manera reviví algunas


experiencias agradables y otras no tanto que generaron en mí un especial
sabor de boca. Pude quizá resolver aspectos que quedaban pendientes de mi
propio proceso y pude transmitir algunas propuestas a los jóvenes. El ser
escuchado y ser identificado como una persona que te puede acompañar y
sugerir sin ser una figura de autoridad fue algo muy valioso. Ellos están
acostumbrados a los gritos, pero ser alguien que al menos intenta no gritar y
proponer, es lo mejor que me queda.

Considero que este ejercicio de taller ayuda a la formación como


psicólogo al seguir trabajando la parte instrospectiva, reflexiva, de
profundización y cómo reaccionar ante una situación particular. La facilidad
para el trabajo grupal se va dando en estos pequeños pasos.

Me deja esta experiencia una mejora en la interpretación de la dinámica


grupal, los alcances y limitaciones que tengo como persona y profesional. Sé
que por muy buena que sea mi formación y teoría, lo más que puedo aspirar a
ser en la vida, es ser una humilde propuesta de cambio y un compañero de
camino. Nada más.

Así como veo un cambio en mí, pude notar cambios en el grupo. Al


menos tres o cuatro pensaron seriamente sobre su vida y las ideas que les
propusimos. Como dije más arriba, con pocos que han aceptado nuestras
propuestas, me doy por bien servido…

Edgar Fabián Torres Hernández

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