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Staff
TRADUCCIÓN
Coco S.
OnlyNess
CORRECCIÓN
Mariangela
REVISIÓN
Claudia
LECTURA FINAL
Dyannn
DISEÑO
Bruja_Luna_
Contenido
Staff .................................. 3 24 ................................. 178
Sinopsis ............................ 5 25 ................................. 191
Prologo .............................. 6 26 ................................. 197
1 ..................................... 13 27 ................................. 204
2 ..................................... 23 28 ................................. 212
3 ..................................... 39 29 ................................. 218
4 ..................................... 44 30 ................................. 222
5 ..................................... 49 31 ................................. 227
6 ..................................... 58 32 ................................. 232
7 ..................................... 63 33 ................................. 239
8 ..................................... 72 34 ................................. 245
9 ..................................... 75 35 ................................. 250
10 ................................... 79 36 ................................. 253
11 ................................... 87 37 ................................. 262
12 ................................... 90 38 ................................. 266
13 ................................... 97 39 ................................. 269
14 ................................. 104 40 ................................. 273
15 ................................. 112 41 ................................. 278
16 ................................. 119 42 ................................. 281
17 ................................. 124 43 ................................. 288
18 ................................. 129 44 ................................. 292
19 ................................. 135 45 ................................. 301
20 ................................. 140 46 ................................. 307
21 ................................. 152 Epílogo .......................... 316
22 ................................. 161 Sobre la autora ............. 323
23 ................................. 172
Sinopsis
Derramé una taza de café sobre el Presidente de Adquisiciones.
Se lo merecía.
No fue la mejor idea, pero tuve un mal día y ahora se está vengando de mí.
Durante nueve semanas voy a ser su asistente, y no hay nada que pueda
hacer al respecto.
Es un castigo.
Cada momento que estamos cerca es una constante batalla de voluntades,
pero me niego a caer.
Si no fuera tan guapo.
Si mis fantasías no invadieran nuestras discusiones.
Todo está fuera de control, incluyendo él inmovilizándome contra la pared.
Ahora quiere algo más de mí.
Una cita.
Sólo hay un problema:
Él no sabe que tengo una hija.
Prologo
Acaricié a la bebé en mis brazos, tratando de tranquilizarla. ¿Tenía
hambre? ¿Tenía el pañal sucio?
El corazón se me aceleró cuando miré su rostro arrugado. ¿En qué
estaba pensando?
El pánico empezó a apoderarse de mí. Sólo habían pasado cuatro
horas desde que los Servicios Sociales me llamaron para decirme que tenía
una sobrina. Luego, me dijeron que tenía que llevarme a la niña, o que iría
a una casa de acogida. ¿Dejar que otra persona se la llevara? La decisión
había sido una reacción visceral: por supuesto que me la llevaría.
Ni siquiera sabía que mi hermana pequeña, Ryn, estaba embarazada,
pero hacía seis meses que no la veía. No desde su última aparición, cuando
estaba drogada y desesperada por dinero.
¿Estaba embarazada entonces? Hice las cuentas y comencé a temblar
mientras la ira me invadía. Durante años, Ryn había elegido las drogas por
encima de todo, y parecía que tener un bebé no había hecho nada para
cambiar eso.
Ella huyó. Dejó el hospital y se fue. Desapareciendo en otro antro de
crack.
—¿Tienes hambre? —Le pregunté a la pequeña bebé en mis brazos.
La niña ni siquiera tenía nombre. Mi hermana ni siquiera pudo hacer eso
por ella.
Una vez más, debido a que mi hermana era adicta a las drogas, me
quedé tratando de recoger los pedazos.
La bebé soltó otro llanto agudo, profundizando las vibraciones en mi
interior. ¿En qué me había metido? No sabía nada de bebés y en una tarde
tenía uno.
Los ojos se me llenaron de lágrimas y exhalé un suspiro inseguro.
Afortunadamente, Servicios Sociales pudo proporcionarme algunos
productos básicos para salir adelante, pero me iba a pasar toda la noche en
Amazon haciendo clic en la sección de bebés.
Sólo era martes. ¿Qué iba a hacer con el trabajo por la mañana? Había
encontrado un trabajo que me encantaba y tenía un jefe estupendo, pero
¿cómo iba a reaccionar cuando de repente tuviera que pedir una
excedencia? ¿Tenía derecho a algún tipo de permiso familiar?
Lo repentino de mi maternidad iba a suponer un gran ajuste, y
necesitaba elaborar una estrategia. Eso tendría que esperar hasta que
hablara con mi jefe.
Si es que para entonces no era un desastre hiperventilado.
El mayor obstáculo sería mi novio, Pete.
En los cuatro años que llevábamos juntos habíamos hablado de
nuestro futuro, de casarnos y de tener hijos, pero en todo ese tiempo él
nunca había hecho nada para conseguirlo.
Cada vez que sacaba el tema, él volvía con alguna excusa. “Todavía
somos jóvenes, Roe. Tenemos tiempo”.
Un zumbido vibrante recorrió mis venas y la preocupación se apoderó
de mí. Comencé a dudar de mí misma, pero otro pequeño gruñido del bulto
en mis brazos tiró de mi corazón y me recordó que, sin importar qué, ella
valía la pena.
La cerradura de la puerta hizo clic y me giré hacia la entrada, con el
estómago hecho un nudo. Pete se detuvo a mitad de camino, con sus ojos
marrones muy abiertos.
—¿Qué demonios es ese llanto? —dijo Pete mientras miraba fijamente
al bebé en mis brazos—. ¿Estás haciendo de niñera?
—Hola, cariño.
Echó un vistazo a la habitación y sus ojos rebotaron hacia las bolsas
tiradas en el suelo.
—Explícate —demandó mientras fruncía el ceño observando el bebé
en mis brazos.
Conocía ese tono. Después de años juntos, había escuchado todas sus
entonaciones, y la dureza y el agudo chasquido de las palabras que salieron
a través de los dientes apretados me decían que esta conversación no iba a
terminar bien.
—Esta es mi sobrina —dije, girando a la bebé para mostrarle su rostro
con la esperanza de que lo amansara.
—¿Ryn ha tenido un bebé? —preguntó, y luego la miró, haciendo una
mueca con su boca.
—Y va a vivir aquí.
Sus ojos se abrieron de par en par.
—¿Aquí? ¿Con nosotros?
Tragué con fuerza.
—Sí.
Negó con la cabeza.
—No. Llama a Ryn y dile que venga a recoger a su mocosa.
—¡Pete! ¿Qué demonios? —Sabía de dónde venía. Ryn había dejado
problemas en nuestra puerta muchas veces en los últimos años, pero esto
no era lo mismo. Este era un bebé que me necesitaba. Un inocente que
necesitaba ayuda.
—¿Dónde diablos vamos a poner a un bebé? Este apartamento apenas
es lo suficientemente grande para nosotros dos.
Aunque el apartamento de Lenox Hill en el que vivíamos era más
grande que nuestro anterior apartamento, seguía siendo una pequeña
habitación: la vida neoyorquina en su máxima expresión.
—No lo sé, pero podemos arreglarlo.
Sacudió la cabeza.
—No. No, no puede quedarse aquí.
—Ella no tiene otro lugar a donde ir —comenté a través de los dientes
apretados. No había discusión: ella se quedaba.
—Me importa una mierda. No es nuestro problema. Que se ocupe otro.
Levanté la barbilla y negué con la cabeza.
—Ella es familia. No voy a entregársela a unos desconocidos.
Su mirada se entrecerró.
—No se queda.
—Pete, por favor —supliqué en un intento de alejar la conversación de
la explosión en la que estaba a punto de convertirse.
A lo largo de los años sólo habíamos discutido unas pocas veces, pero
mientras íbamos y veníamos ahora, noté que esto era lo más exaltado que
cualquiera de los dos habíamos llegado a estar en meses.
Negó con la cabeza.
—No, Roe.
—¿Ni siquiera podemos hablar de ello? —pregunté.
—¿De qué hay que hablar? No quiero un hijo ahora mismo, ¡y menos
el de tu hermana adicta al crack!
—¿Qué estás diciendo? —Pregunté. La grieta que se estaba formando
en mi corazón conocía la respuesta.
Seguramente el hombre con el que había vivido desde la universidad,
el primer hombre al que había amado no iba a hacerme decidir, hacerme
elegir entre él y una niña completamente indefensa.
—Lo que estoy diciendo es que es esa cosa o yo.
Y ahí estaba el ultimátum. El que sabía que iba a llegar. De alguna
manera todavía me había convencido de que Pete no iba a decepcionarme.
Necesitaba una aclaración.
—¿Me estás pidiendo que abandone a mi sobrina de dos semanas?
Se cruzó de brazos frente a mí y miró con desprecio al bebé.
—Te digo que, si no la devuelves, me voy.
No podía creerlo. Mi estómago dio un vuelco al mirarlo. Le miré de
verdad. Su cabello castaño estaba tan despeinado como siempre, sus ojos
marrones se entrecerraban y las mangas de su camisa de vestir estaban
remangadas, dejando al descubierto una serie de tatuajes. Para mí era alto,
pero por unos cuantos centímetros no llegaba al metro ochenta. Sin
embargo, en esta postura parecía más grande e imponente.
La confianza no era algo natural para mí. Tenía razones, formadas por
mis experiencias vitales, y a menudo retenía una parte de mí. Tenía un pie
fuera de la puerta en todo momento. Y, sin embargo, después de años con
Pete, le había dado en silencio el beneficio de la duda. Creía que nuestra
relación era sólida en formas que antes no había creído.
Una gran parte de mí, en el fondo, sabía desde el momento en el que
la trabajadora social me explicó mis opciones que, de alguna manera, esta
situación exacta se avecinaba. La respuesta de Pete endureció aún más mi
corazón.
Internamente, casi podía sentir que nuestra conexión se rompía y la
del bebé en mis brazos se hacía más fuerte. No iba a dejarla ir. Ni por él ni
por nadie.
—No puedes hablar en serio —dije.
—Hablo muy en serio, Roe. No quiero el problema de tu hermana. Ya
nos ha causado suficientes problemas a lo largo de los años, ¿o es que no
recuerdas haberle dado nuestro puto dinero del alquiler para la
rehabilitación, sólo para que se fuera tres días después? —Se inclinó, con
los ojos entrecerrados—. Además, no vale la pena todo esto.
Ahí estaba, la verdadera razón por la que no estaba de acuerdo en
ayudarme a cuidar a la hija de mi hermana. Las palabras fueron un golpe
en el estómago, luego, un profundo rasguño en mi pecho mientras ardía en
mi corazón.
Mis hombros cayeron y, sin saberlo, me acurruqué más alrededor de
la inocente niña que tenía en brazos.
—Perdona, ¿qué? ¿No vale la pena? —pregunté, hirviendo. Siempre
fui la noviecita buena. Apoyaba todo lo que él quería hacer. Eso se debía en
parte a mi deseo de ser deseada y también a que normalmente era una
persona bastante fácil de llevar.
La mayor parte del tiempo.
Pero él me había presionado más allá de la tolerancia.
Todo mi cuerpo se estremeció, pero cuando hablé, lo hice con una
feroz calma.
—Entonces, si te dijera que estoy embarazada, ¿qué pasaría? ¿Me
dirías que me deshiciera de él?
—Eso es diferente, y tú lo sabes, joder —gruñó.
—Entonces, si la ¿llevo de vuelta, ¿podría dejar de tomar
anticonceptivos y podríamos tener un bebé? —pregunté, obligándolo a
responder con sinceridad.
Se quedó inmóvil, con la mandíbula desencajada.
—No estoy preparado para eso.
—Y yo no estoy preparada para esto —siseé—. Pero ¿adivina qué? La
vida no siempre te prepara para las cosas.
—Te amo, nena, pero esto… —hizo un gesto con la mano hacia el bebé
que tenía en los brazos— no va a suceder. No conmigo. No me voy a quedar.
Una risa ronca me abandonó.
—Maldito bastardo egoísta. ¿Me amas? —Me burlé y puse los ojos en
blanco. Por fin estábamos en la cúspide de lo que había estado construyendo
bajo la superficie durante mucho tiempo—. Estoy segura de que ni siquiera
la has mantenido en tus pantalones los últimos cuatro meses.
Hacía más tiempo que no teníamos sexo, lo que me hizo preguntarme:
si no lo conseguía conmigo, ¿de quién lo conseguía? Por la marca rosa en
su cuello, era su compañera de trabajo, Jennifer. Los había visto coquetear
en la fiesta de fin de año de su trabajo el año anterior. Él lo negó entonces,
pero las cosas se enfriaron definitivamente entre nosotros después de eso.
—¿Soy egoísta? Ni siquiera me has hablado de esto. Y no sabes de lo
que estás hablando en lo que respecta a mi puta polla.
—¿Eso habría cambiado algo? —Repliqué, con los dientes apretados.
—Habría seguido siendo un puto no.
De nuevo, ahí estaba. La verdad. Nos habíamos vuelto demasiado
cómodos, y nuestra relación estaba estancada. Ya no crecía ni evolucionaba.
Todavía era difícil de procesar que había llegado a esto. Que él quisiera
tirar nuestra relación por la borda por culpa de un bebé. Aunque sabía que
no era cierto. Habíamos llegado a esto, pero él era demasiado cobarde para
romper. El bebé era una excusa que estaba aprovechando al máximo.
—Entonces creo que es hora de que te vayas —siseé con los dientes
apretados.
—Estás cometiendo un error, eligiendo eso antes que a mí —se mofó.
Se me escapó otra carcajada.
—Creo que mi error fue pensar que teníamos un futuro.
Se quedó allí echando humo antes de darse la vuelta y entrar en el
dormitorio. Después de preparar rápidamente una maleta, ¿fue al baño y
luego volvió a la habitación y agarró su portátil. No me moví de donde estaba
mientras mi relación se desmoronaba bajo mis pies.
—Volveré por el resto —dijo mientras se dirigía a la puerta y se
colocaba el abrigo. Se giró y me miró fijamente—. Última oportunidad.
Mis ojos se fijaron en los suyos.
—Vete.
Se dio la vuelta y salió, cerrando la puerta tras de sí. En cuanto se
fue, solté un sollozo mientras el silencio me impregnaba
La niña empezó a llorar conmigo, la acerqué y presioné mis labios
contra su frente.
—Está bien —le susurré a la pequeña bebé en mis brazos mientras
las lágrimas resbalaban por mis mejillas—. No lo necesitamos. Estaremos
bien.
La decisión de Pete me dolió. Mucho. Independientemente de que la
ocultara, habíamos pasado muchos años juntos. Su respuesta a la preciosa
recién nacida fue la gota que colmó el vaso. Nos obligó a los dos a ver nuestra
relación en lo que se había convertido.
Debería haber sabido que no podía confiar en él. Mirando hacia atrás,
sabía que me había defraudado de muchas maneras, desde no recogerme
después de que me sacaran las muelas del juicio, hasta pequeñas cosas
como usar todas las toallas y no lavarlas.
Nada de eso importaba ahora.
Aun así, lloré la pérdida.
Iba a ser duro, pero una vez que la tuve en mis brazos, supe que nunca
la dejaría ir.
1
Roe
10 meses después…
Señorita Pierce,
Tal vez mis instrucciones no fueron claras, así que he perdido mi
valioso tiempo y se las he explicado. Por favor, demuéstreme que es más
competente para seguir instrucciones que para interactuar con sus
superiores.
1- Organice mi horario. Esto significa que tiene que haber descansos
para almorzar al mediodía y espacio para respirar entre las reuniones. Mi día
tiene que fluir con facilidad.
2- Café. Todo el día mi taza necesita estar llena.
3- Contestar el teléfono en el segundo timbre y, para recordarlo, decir
“Oficina de Thane Carthwright, ¿en qué puedo ayudarle?”. Luego, asegúrese
de saber quién está en la línea y avíseme para que pueda aceptar o rechazar
la llamada.
4- Traer mi almuerzo. Te enviaré por correo electrónico mi pedido para
que lo hagas y luego lo recojas. Espero tener mi comida a mediodía todos los
días.
5- Todas y cada una de las funciones misceláneas que requiera: copias,
archivo, etc.
Si algo de esto no está claro o si tiene alguna pregunta, acuda a mí.
Thane Carthwright
Presidente de Adquisiciones
Donovan Trading and Investment.
Perséfone,
rezaré por ti.
Todavía aquí, esperando el regreso de la primavera. Esperando el fin de
tu encierro.
Mantente fuerte.
Donte Arnold
Asociado de Marketing
Donovan Trading and Investment.
Donte,
La negrura que me retiene no tiene fin. La libertad de la fría mirada de
Hades no puede llegar lo suficientemente pronto.
Yo te cubro.
Donte Arnold
Asociado de Marketing
James entró por mi puerta después de pasar más tiempo del que me
gustaría hablando con Roe. Probablemente había estado hablando mal de
mí, pero yo llevaba más tiempo trabajando para James que ella.
Cerró la puerta y acortó la distancia entre nosotros.
—Me acaban de hacer una oferta lucrativa, así que dime por qué ella
debería quedarse aquí, esperándote —dijo mientras se sentaba en uno de
los sillones frente a mi escritorio.
¿Lucrativa? ¿Qué demonios quiso decir con eso?
Sinceramente, me sorprendió que pareciera importarle.
—Porque la agencia de trabajo temporal envía asistentes de mierda, y
todavía faltan dos meses para que Crystal vuelva.
Sus ojos oscuros se entrecerraron sobre mí, lo cual era algo a lo que
no estaba acostumbrado.
—Roe trabaja en Marketing, y su talento está mejor enfocado allí.
—Ella me hizo enojar.
James me examinó.
—Es obvio que hizo más que eso.
¿Era tan obvio?
—Me recuerda a un lindo gatito que sisea. Tan pequeña, pero tan
feroz.
Él suelta una risa gutural y mira hacia la puerta.
—Yo no dejaría que escuchara eso. La has sacado de quicio.
—Al menos no soy el único —refunfuñé y me removí en la silla.
Las cejas de James se elevaron.
—Oh, ahora lo veo —pronunció con una sonrisa de complicidad.
—¿Ves qué?
Sacudió la cabeza.
—No te metas con Roe. Si estás interesado en ella, hay mejores
caminos con menos marcas de garras.
Tenía razón sobre las marcas de garras, pero estaba disfrutando de
sus golpes.
—Ha pasado un tiempo desde que tuve un buen adversario.
—No creo que ella vea esto como diversión y juego como tú. —Hizo
crujir sus nudillos, un mal hábito de hace tiempo.
—Sabes que me gustan los retos.
Negó con la cabeza.
—Desafío o no, Roe no es un juego. Y no tiene tiempo ni paciencia
para ellos.
Fue mi turno de examinarlo.
—Parece que sabes mucho sobre ella.
—Porque es mi amiga —respondió.
Mierda.
—¿Tu amiga? ¿Cómo?
—Hace unos tres años, cuando Bailey apenas tenía un año le dio una
fiebre muy alta y la llevamos a urgencias. Estando allí, Lizzie empezó a
enloquecer, y de repente Roe estaba a su lado, calmándola. Ya conoces a
Lizzie. Roe fue su nueva mejor amiga después de eso.
Por supuesto. La esposa de James era una mariposa social, que hacía
amigos dondequiera que fuera. Alguien que la ayudara ganaría esa amistad
en un instante.
—Eso encaja con su personalidad.
—Me sorprende que hayas conseguido que Matt acepte este
intercambio —comentó.
—Le lancé el peso que tengo en la empresa, y lo utilicé.
—Eso es un poco de abuso de poder.
—Es temporal.
—Todavía…
—¿Estás enojado conmigo por eso? —pregunté.
Ladeó la cabeza mientras consideraba mi pregunta.
—No. Pero tengo curiosidad.
—¿Sobre qué?
—De cómo se desarrollará esto. Sólo haz una cosa por mí. —Se levantó
y se ajustó la corbata.
—Cualquier cosa.
—No la hagas enojar demasiado y que renuncie. —Con un gesto, se
fue y me quedé pensando en sus palabras de despedida.
Su renuncia era algo que definitivamente no quería.
Aparte de su obstinación y su negativa a contestar el teléfono
correctamente sólo para hacerme enojar, en realidad estaba haciendo un
buen trabajo. El café siempre sabía a mierda, pero en dos días había
limpiado mi agenda, había completado las tareas con eficiencia, y ya tenía
mi vida laboral funcionando mejor que en semanas. ¿Qué podía conseguir
en una semana?
Todo lo que le pedía, sin importar su antipatía por mí, lo completaba
perfectamente.
A decir verdad, era agradable. El personal temporal que mandaron
había estado arruinando las cosas durante semanas, y en unos pocos días
ella había arreglado todo excepto su actitud. Pero eso lo estaba disfrutando.
—Kinsey tiene suerte de tenerte. Los sacrificios que has hecho por ella
son increíbles. Tú la elegiste, así que asegúrate de encontrar un hombre que
las elija a las dos. Hasta entonces, un pequeño revolcón en la oficina suena
divertido.
Tal vez tenía razón en una cosa: había alguien por ahí que nos querría
a mí y a Kinsey.
El problema era que sabía que no era Thane.
Su asistente puso a su bebé antes que, a él y el evidente desprecio que
tenía me decía que los niños no eran lo suyo.
Si no podía aceptar que su asistente pusiera a su hijo como prioridad,
no había forma de que pudiera aceptar que yo pusiera las necesidades de
Kinsey en primer lugar.
7
Thane
1 Juego de palabras: En inglés responde con la palabra “Cock”, que tiene dos
significados Gallo/Polla.
2 Juego de palabras: en inglés usa el adjetivo “Cocky”, que puede tener dos
significados Polla/Engreído.
Un escalofrío me recorre por lo cerca que esta. La colonia especiada y
amaderada con un toque cítrico me acercó más. Olía tan bien y yo quería
probarlo. Una pequeña lamida a su piel.
—¿Tienes un presupuesto mensual para nuevas mancuernillas? —
Pregunto, un poco más entrecortado de cómo lo quise decir, pero necesitaba
detener el anhelo que circulaba por mis sentidos.
Arquea una ceja.
—¿Por qué preguntas?
—Porque he visto media docena o más. Una que parecía tela tejida
azul, una concha fosilizada, negro elegante, turquesa pulido, nácar, y lo
juro, unas con diamantes pavé color negro.
Él asiente con la cabeza, aparentemente impresionado.
—Eres perspicaz, y sí, eran diamantes.
Niego con la cabeza.
—Tienes un problema con las mancuernillas.
—Si ese es mi problema, ¿cuál es el tuyo?
—¿Mi qué?
Me dio un codazo en el brazo.
—Tal para cual. ¿Cuál es tu vicio de gasto?
Hace un tiempo no muy lejano, salir a comer y pulseras. Me
encantaban las pulseras. El hecho de que solo usaba tres en este momento,
era solo porque muchas de ellas eran demasiado casuales para mi atuendo
de negocios.
Desde Kinsey, mi derroche se había convertido en linda ropa de bebé.
Sin embargo, eso no era algo que pudiera decirle.
Le entrecerré los ojos.
—¿Y por qué debería decírtelo?
—¿Es malo? ¿O travieso? —Sus ojos se abren de emoción—. ¿Tienes
una colección de juguetes para adultos?
Eché mi mano hacia atrás, golpeándolo en el estómago. No hizo nada
para disuadirlo, solo lo hizo reír por mi incomodidad.
Durante la última semana, nuestras riñas se habían transformado
lentamente de la ira y la frustración a las burlas y las bromas y más que un
poco de coqueteo.
—Lo tomaré como un sí. Incluso si es un no, eso es todo lo que voy a
creer —dice con una sonrisa.
Llegó el ascensor y las puertas se abren.
—¿Están tus costosas mancuernillas tratando de compensar algunas
deficiencias en tu vida? ¿Es por eso por lo que eres tan imbécil? ¿Por tu falta
de dotación en otras áreas? —Pregunto mientras subo al ascensor.
—Ya veo que hoy estás lanzando comentarios con mucha fuerza. —Se
ríe entre dientes, un brillo en sus ojos y una sonrisa en sus labios.
—Tal para cual.
Se inclina y susurra, su respiración contra mi cuello enviando
escalofríos por mi columna. Realmente él tenía que dejar de hacer eso.
—Te mostraré la mía si me muestras la tuya.
Sí, las cosas definitivamente habían cambiado entre nosotros.
Le puse los ojos en blanco y negué con la cabeza.
—Sabes, no eres tan hábil como crees.
Un gemido lo abandona.
—Tal vez, pero apuesto a que ahora eres lo suficientemente hábil como
para tomar toda mi generosa dotación.
Me inclino hacia atrás para encontrarme con sus ojos.
—Sigue soñando que eres más que un palito de helado. Los más
grandes imbéciles siempre están compensando algo.
—Si lo soy, te garantizo que no es por mi talla.
Muerdo mi labio inferior cuando siento que el calor aumenta en mi
cara.
Íbamos de camino al vestíbulo, después de haber pasado solo un par
de pisos, cuando el ascensor se sacude y se detiene. Al levantar la vista,
descubro que estamos detenidos entre los pisos doce y catorce.
Adecuado. Estábamos en el vacío del nivel trece. Ninguno de los dos
se movió mientras esperábamos a que se recuperara y reanudara nuestro
descenso.
Un escalofrío me recorre al recordar una película de terror que Pete
me hizo ver, dónde el ascensor se atascaba en el mismo lugar, y poco
después se desplomó hasta el fondo. Fue un déjà vu, y un fuerte chirrido de
metal contra metal de algún lugar fuera de la cabina me hizo quedar
petrificada, encendiendo mi miedo. Después de un minuto sin nada, la
presión que se había asentado en mi pecho floreció, explotando en pánico
total. Extendí la mano y presioné los botones, pero no pasó nada.
—Vamos —siseo en voz baja mientras tomo respiraciones
superficiales, mi mandíbula se cierra mientras mi corazón martillea.
Oh, Dios, ¡esta cosa necesita moverse!
Mi respiración se acelera y cierro los ojos por un momento, mientras
me apoyo contra la pared para estabilizarme.
Thane dio un paso adelante y aprieta el botón de abrir la puerta, pero
nada. Se agarra al borde de las puertas y tira con todas sus fuerzas, pero
no se mueven.
—¡Ábranse, maldita sea! —grita antes de golpear su mano contra
ellas.
Su mandíbula esta tensa y da un paso hacia atrás para pararse a mi
lado contra la pared.
El calor de su cuerpo es reconfortante y me acerco un poco más hasta
que nuestros brazos se tocan.
—¿Estás bien? —pregunta, su voz suena tensa.
Trago y niego con la cabeza.
—Estoy de buenas con los ascensores, siempre que estén en
movimiento, pero nosotros ya no nos movemos.
Mi respiración se acelera aún más y puedo sentir que el pánico se
apodera de mí.
11
Thane
Unas horas más tarde, estaba sentado en la barra con Jace queriendo
golpearme la cabeza contra el mostrador hasta que sangrara. Worthington
no daba su brazo a torcer, y sería una pelea el lunes cuando su CEO volviera
a la oficina. Parecía que algunos de sus altos directivos estaban tratando de
dar un golpe de estado, y necesitaría su ayuda para que todos volvieran a
encarrilarse.
Ese asunto estaba en espera. Sin embargo, el asunto del tema
femenino me tenía paralizado.
—¿Cómo se consigue la confianza de una mujer? —Le pregunto a Jace
mientras miro el banco de televisores frente a mí.
Una cerveza fría en mi mano mientras miraba. Necesitaba ayuda.
Guía. Ni siquiera sabía por dónde empezar. Tampoco estaba seguro de que
Jace fuera la persona adecuada a quien preguntar, pero yo estaba
desesperado por saber algo.
—¿Me estás preguntando?
Mis labios formaron una delgada línea. Sí, Jace no era la persona
idónea, especialmente no después de su última relación, en la que lo
atraparon follando con la mejor amiga de su novia.
Imbécil.
Nunca entendí cómo él, o cómo cualquier hombre, podía hacer eso. Si
estuviera en una relación, solo me acostaría con mi chica, me follaría a mi
chica y ni siquiera consideraría a otra.
Estás pensando en Roe.
Suelto un suspiro. ¿Cómo pude desear tanto a alguien? ¿O era solo el
recuerdo de lo bien que se sentía a mi alrededor lo que me hacía ir por más?
—Yo sólo ... joder, ni siquiera sé lo que necesito, pero necesito algo.
—¿Qué tal esa rubia en tu polla esta noche? —pregunta, asintiendo
con la cabeza a la rubia al final de la barra.
Le di una mirada de reojo.
—Eso no va a ayudar con mi problema. —Los bares no eran lo mío,
pero después de una semana larga, no me importaba a dónde quisiera ir
Jace. Estaba desesperado por tomar una copa. O diez.
—Vamos hombre. El año pasado apenas te vi mostrar interés en
mojarte la polla.
—Ese no es mi problema —refunfuño, tratando de no recordar la puta
perfección del cuerpo de Roe.
Sus ojos se agrandan.
—Ya veo. —Él sonríe y se inclina—. ¿Ella es caliente?
—Mucho. —Belleza natural, cuerpo curvilíneo, pequeño y labios
rosados chupables.
—¿Mas de una vez?
Gimo y dejo que mi cabeza cayera hacia atrás antes de volver a
mirarlo.
—Sí, pero ahora ella me ha marginado. Ella no confía en mí, y no sé
cómo cambiar eso.
Él se encoge de hombros.
—Solo juega con ella. Dile lo que quiera escuchar.
Entrecierro mi mirada hacia él.
—¿Cuándo diablos te convertiste en alguien tan asqueroso? —Jace
nunca fue del tipo devoto, pero pensé que tenía más integridad que eso y
más respeto por las mujeres.
—¿Qué? No buscas nada serio. —Su expresión decae mientras me
mira—. Mierda, sí quieres. Esta es la chica que trabaja para ti, ¿no? La chica
que te odia.
Él estaba animado, emocionado, y me animó a hablar de ella, pero
también me hizo hacerlo con reserva. Al menos con Jace. El problema de
hablar con James era que también era cercano a Roe.
—Tiene algún secreto, algo aparte. Sé que ella se siente atraída por
mí.
—Sí, de lo contrario, ¿por qué está jugando con tu palito de carne?
Pongo los ojos en blanco.
—La primera impresión de mí no me está haciendo ningún favor, y
ella parece estancada en esa versión de mí.
—Para empezar, deja de ser este imbécil con un peso sobre tu hombro.
¿Ella te rechazó? ¿Hirió tus pequeños sentimientos? Sé un puto perro de
ataque y sigue persiguiéndola hasta que se someta.
—Si bien esa es una analogía gráfica que realmente no necesitaba,
entiendo la intención. —Me habían llamado así antes en acuerdos de
negocios, razón por la cual James me confió las adquisiciones de su
empresa, pero nunca había aplicado esa mentalidad a una mujer. Nunca
antes había querido, pero Roe me tenía deseando tantas cosas.
—¿La cuál es?
—No te rindas, sigue preguntando hasta que ella diga que sí.
Inclinó la cabeza de un lado a otro mientras pensaba en mi
interpretación.
—Sí, supongo que eso funciona.
Le arqueo una ceja.
—¿Que estabas pensando tú
—Llevarla al límite hasta que diga que sí.
Pongo los ojos en blanco.
—Amigo, ¿alguna vez piensas en algo que no sea el coño?
—¿Estás tratando de decirme que tú no piensas solo en eso?
Me vuelvo hacia las pantallas.
—Buen punto. Lo intentaré de esa manera si la otra no funciona.
Realmente esperaba que lo contrario funcionara, porque mi apetito
por ella era más que sexual.
Aunque la idea de llevarla al límite sexual hasta que dijera que sí,
parecía atractiva.
16
Roe
Era un nuevo día y una nueva actitud. Ver a Ryn me recordó por qué
le dije que no a Thane, y juré decírselo esta semana. Solo tenía que volver a
sentirme mejor.
Por una vez, llegué antes que él y unos minutos antes de las ocho.
Justo cuando dejé mi bolso, lo vi por el rabillo del ojo.
No me miró con rabia cuando me vio, pero tampoco sonrió. Fue una
mirada neutra y eso me dio la esperanza de que esta semana sería mejor
que la anterior.
—Buenos días, Thane —dije cuando pasó a mi lado.
Se detuvo y se volvió hacia mí.
—¿Roe?
Incliné mi cabeza.
—¿Mmm?
—Dilo otra vez.
Una sonrisa apareció en mi rostro.
—Buenos días, Thane.
Me dio una pequeña y cálida sonrisa que fue alentadora.
—Me gusta eso. Sigue así.
Solté un suspiro, feliz de que algo tan pequeño pudiera hacerlo
sonreírme de nuevo. Todavía no estaba lista para contarle sobre Kinsey, pero
tampoco podía soportar que el muro de la semana pasada estuviera entre
nosotros por más tiempo.
Una hora más tarde traté de reprimir un bostezo, el dorso de mi mano
cubriendo mi boca mientras dejaba escapar un sonido agudo.
—Esos son contagiosos —dijo Thane detrás de mí, con la boca muy
abierta, incapaz de evitar que un bostezo se moviera a través de él.
—Bueno, si estuvieras en tu escritorio donde se supone que debes
estar, ni siquiera te habrías dado cuenta.
—Tal vez, pero vengo con una petición.
—¿Y esa es?
—Tengo una teleconferencia en veinte minutos para la que necesito
prepararme, y necesito algo más fuerte que el agua de orina que sale de la
sala de descanso. ¿Puedes por favor traerme un capuchino de abajo?
Me paro y lo miro parpadeando.
—¿Acabas de decir por favor?
Frunce el ceño.
—Lo digo todo el tiempo.
Niego con la cabeza.
—No a mí.
Frunce los labios.
—¿Estás segura?
—Oh, yo sabría si esa palabra alguna vez hubiera salido de tu boca.
Da un paso más cerca.
—Perdóname por eso.
Me vuelvo hacia él y respiro temblorosamente. Las especias, la toronja
y el almizcle invaden mis sentidos cada vez que él está cerca, y me dieron
ganas de caminar directamente hacia sus brazos. Todos los días casi me
deja sin aliento con su olor, incluso la semana anterior cuando apenas
interactuamos.
Me estaba engañando a mí misma. Todos los días casi me dejaba sin
aliento. No había algún factor que superara a los demás. No, era el paquete
completo.
—Estás perdonado —susurré.
Extendió la mano, el dorso de sus dedos rozando mi brazo. Se me puso
la piel de gallina y un escalofrío recorrió mi espalda. El zumbido de la
electricidad que siempre zumbaba entre nosotros se hizo más fuerte.
—¿Alguna vez vas a usar esa chaqueta? —pregunta, su voz profunda
casi un retumbo en su pecho.
—Cuando la compres tú.
—Todavía estoy llevando el puntaje —dijo mientras daba un paso
atrás, con un brillo en los ojos.
—¿Puntaje?
El asiente.
—Estás ganando, por cierto. Cómodamente. Parece que no puedo
seguir el ritmo de tu ingenio.
Lo miro, un poco confundida.
—No sabía que estábamos jugando.
—Los mejores nunca lo hacen. Capuchino, con una de azúcar.
Compra uno para ti. Parece que lo necesitas.
—¿Estás tratando de decir que no me veo como mi ‘yo animosa’
habitual? —Pregunto, dándome cuenta de mi elección equivocada de
palabra, con la carga en el aire entre nosotros.
—Sabes que no puedes decirme palabras así. Las haré convertirse a
una situación completamente poco profesional —dice con un guiño antes de
regresar a su oficina.
Pongo los ojos en blanco.
—Evitaste mi pregunta, pervertido.
Se da la vuelta con una sonrisa en su rostro.
—Te ves hermosa como siempre. Bostezaste antes de que yo viniera,
¿recuerdas?
Oh.
Cierto.
Muerdo mi labio inferior y asiento.
—Capuchino, una de azúcar. Entendido.
Nuestras miradas se cruzan por un momento, y siento que una calma,
a la que no estaba acostumbrada con él, se apodera de mí. Con un golpecito
de su mano en el marco de la puerta, se retira a su oficina y yo me dirijo a
la cafetería del vestíbulo.
Las cosas ya estaban mejor y no estaba muy segura de por qué, pero
parecía que, en algún momento entre mi tiempo libre y el fin de semana, el
palo que empujaba en su trasero se había soltado. Lo cual era bueno, porque
no estaba segura de cuánto más de ese Thane podría soportar.
Este Thane, sin embargo, definitivamente podría apreciarlo más.
El tráfico había disminuido, haciendo más corto lo que sabía que sería
un viaje más largo y dejándome menos tiempo con su fragancia aromática
llenando el pequeño espacio del auto, el tipo de olor que me hacía querer
frotarme contra él. Pude controlarme cuando estaba en la oficina, pero
estando tan cerca de él, mirando su mano apoyada en la palanca de
cambios, era difícil evitar subirme a su regazo y presionar mis labios contra
los suyos. O poner mi mano en su entrepierna para provocarlo hasta que se
endurezca.
Estos eran pensamientos que se suponía no debían pasar por mi
mente, pero parece que no puedo detenerme.
—Aquí vivo yo —digo, señalando un edificio de ladrillos de cinco pisos,
con una pizzería autoproclamada con la mejor pizza, una lavandería y un
lugar de sushi que ocupaba el primer piso. Para darles crédito, la pizza era
realmente buena. Incluso mejor cuando comes las sobras después de una
noche de copas.
—¿En cuál? —pregunta mientras se apresura a estacionar sobre un
lugar junto a la acera.
—No sé si debería decírtelo. Podrías intentar escabullirte en medio de
la noche y aprovecharte de mí.
Su lengua se asoma para humedecer sus labios mientras se dibujan
en una sonrisa.
—No sé de dónde sacaste esa idea, pero es muy buena.
Ese pequeño movimiento resulta ser demasiado para mí.
Agarro su cuello y acerco sus labios a los míos. Fue instintivo y puedo
ver la sorpresa en sus ojos antes de que se cierren. Un pequeño gemido nos
deja a los dos cuando nuestras lenguas se encuentran. Cuando su mano se
desliza detrás de mi espalda, me retiro. Esto está escalando demasiado
rápido y no había manera de que pudiera invitarlo.
—Si eres un buen chico, tal vez te lo cuente algún día.
—Provocadora. Sabes que podría simplemente tocar en todas las
puertas hasta encontrarte. —Creo que él lo haría.
—Paciencia, señor Carthwright. Las cosas buenas vienen a aquellos
que esperan.
—Si tus labios rodean mi polla, seré el mejor chico de la oficina.
—Sigue soñando —le digo con un guiño antes de salir del auto—. Solo
los novios obtienen esos.
—Eso sucederá. Tú serás mía.
Mi corazón comienza a acelerarse ante la determinación en sus
palabras.
—Buenas noches, Thane.
Me sonríe.
—Hasta luego, hermosa.
Todo mi cuerpo se siente recargado, y lo extraño desde el momento en
que se aleja a toda velocidad. Un hormigueo permanece en mis labios, y no
puedo evitar la sonrisa en mi rostro cuando entro a mi edificio. Él era
persistente, algo que yo estaba disfrutando, pero mi corazón se hundía cada
vez que recordaba que él huiría tan rápido como pudiera en el momento en
que se enterara de Kinsey. Después de agarrar el correo, corro al segundo
piso y llamo a la puerta del apartamento uno.
Unos momentos después, la puerta se abre con un chirrido y me
recibe una dulce sonrisa.
—Roe. Dios mío, te hicieron trabajar hasta los huesos esta noche.
—Lo hicieron. Muchas gracias por ayudarme hoy —digo mientras
entro, mi mirada buscando a mi pepita.
—No hay problema cariño. Ella me hizo la noche.
—Oye, cachetona —digo con una sonrisa. Mi corazón se calma cuando
ella gatea hacia mí, con sus palabras de bebé hablando con chillidos agudos.
—Mamá, mamá, mamá —balbucea.
La alzo en brazos.
—¿Fuiste una buena niña con la señora Walsh?
Ella patea sus pies con entusiasmo.
—Ella fue un encanto, como siempre.
—Muchas gracias por su ayuda. —Me inclino para recoger su
pañalera—. Di adiós —le digo a Kinsey. Ella agita su mano abierta hacia
ella—. Gracias de nuevo.
—De nada cariño. Hasta luego, Kinsey. —La señora Walsh le lanza un
beso a Kinsey y se despide con sus manos artríticas.
Probablemente le agradecí demasiadas veces, pero ella realmente me
salvó. No era frecuente que le pidiera ayuda, pero las pocas veces que lo
hacía, ella siempre estaba dispuesta. Teníamos un sistema de trueque y yo
sabía que una lista de los artículos que ella necesitaba aparecería debajo de
mi puerta en uno o dos días. No me importaba ayudarla en absoluto y lo
habría hecho incluso sin su ayuda con Kinsey.
Kinsey le devuelve el saludo mientras nos dirigimos a la escalera.
—¿Estás lista para un baño? — pregunto. Beso su frente, amando su
risa en respuesta—. Traeremos a tu perrito azul. Eso te gustaría, ¿eh?
Subimos las escaleras yo esperaba que se durmiera después de su
baño, porque estaba muerta de cansancio y ya había pasado su hora de
dormir.
—Roe —grita una voz familiar cuando llego al rellano.
Delante de mí estaba Ryn, y mi estómago da un vuelco. ¿Por qué está
ella aquí?
—He tenido un día realmente difícil. ¿Podemos no hacer esto esta
noche? — pregunto.
Le tiemblan las manos y no puede quedarse quieta. La ansiedad la
consume, y realmente no quería dejarla entrar. Odiaba que Kinsey la viera
así, incluso si Kinsey no tuviera ni idea de quién era ella.
—Estás drogada.
—Por favor, Roe. Solo necesito un lugar donde quedarme esta noche.
Por favor. —Un chillido llama su atención y finalmente mira el bulto en mis
brazos. Sus labios se curvan en una sonrisa—. Oye, calabaza. —Se inclina
y toma la mano de Kinsey—. ¿Cómo está mi bebé?
—Si realmente te importara, vendrías más seguido.
Ella me mira de nuevo.
—Roe…
Suelto un suspiro.
—¿Tienes hambre? Hay algunas sobras en la nevera.
—Gracias —dice, retrocediendo y permitiéndome abrir la puerta.
Entramos, tiro mis maletas sobre la mesa de café y me quito los
zapatos. Hay algunas sobras de comida que tal vez ya no estén buenas, así
que saco mi teléfono para pedirle algo. Yo todavía estoy llena del sushi, pero
un aperitivo lleno de carbohidratos y comida chatarra no estaría mal. Justo
cuando me vuelvo para preguntarle qué quiere, Ryn abre la puerta y entran
tres hombres.
Mis ojos se abren mientras trato de procesar lo que estaba
sucediendo.
—¿Ryn?
Ryn mira al suelo sin decir una palabra.
—¿Dónde están las mierdas, Ryn? —Cuando ella no responde, un
hombre de grasiento cabello negro tira de su cabello hacia atrás, haciéndola
gritar antes de abofetearla.
Veo como uno de los hombres, que era tan grande como un jugador
de futbol americano, empuja a Ryn al suelo.
—Perra, ¿dónde está el dinero?
Ryn me mira.
—Ella sabe dónde.
Mis ojos se abren cuando comprendo la situación por completo. Un
movimiento capta el rabillo de mi ojo, cuando el último hombre atraviesa el
umbral y se dirige directamente hacia mí. Un latido fue todo lo que necesité
para que el instinto se hiciera cargo y me doy la vuelta, corriendo hacia el
baño y cerrando la puerta detrás de mí. Empujo la puerta para cerrarla con
llave y salto después de que hace clic el seguro, cuando alguien golpea
contra la puerta.
—¡Abre esta puerta, perra!
Kinsey deja escapar un grito y la acerco más. Puedo escuchar a Ryn
gritando y algunos vidrios rompiéndose, pero quienquiera que esté al otro
lado continúa golpeando la puerta.
Con dedos temblorosos, busco en mis contactos del teléfono y
presiono el botón de llamada de la primera persona que se me vino a la
mente.
—No pudiste durar quince minutos sin mí, ¿eh? — responde.
—Thane —digo, mi voz temblando —. Necesito tu ayuda.
—Roe, ¿qué pasa?
La puerta se sacude con un golpe, haciéndome saltar. Un grito me
abandona y aprieto más a Kinsey contra mí.
—Hay hombres en mi apartamento.
—¿Dónde estás? —pregunta. Lo que había sido el silencio se llenó de
repente con los sonidos de la ciudad de fondo.
—En el cuarto de baño. Tercer piso, apartamento cuatro.
—Quédate ahí. Busca algo para defenderte por si acaso. En un
momento estaré ahí.
—Por favor, date prisa —gimo mientras veo temblar la puerta.
Mi corazón martillea en mi pecho mientras agarro la botella de
limpiador del gabinete debajo del lavamanos. No era mucho, pero era algo
y, con suerte, la lejía lo quemaría. Los golpes contra la puerta se hacen más
fuertes y me meto en la bañera, hundiéndome, sosteniendo a Kinsey cerca
de mi pecho.
Mis ojos se cierran, fuerte cuando otro golpe sacude la puerta. Kinsey
suelta un gemido, las lágrimas se deslizan por sus mejillas.
Hay algunos golpes fuertes, choques, algo que se rompe, y luego
escucho a Thane gritar. Mi corazón golpea en mi pecho. ¿Qué está haciendo?
¡Podría lastimarse!
Pasan otros pocos segundos antes de que todo se quede en silencio,
luego los pasos se hacen más fuertes a medida que se acercan. Un suave
golpe en la puerta me hace congelarme antes de que el sonido de la voz de
Thane se filtre.
—¿Roe? Ya todo está bien. Puedes abrir la puerta.
Con una mano temblorosa, extiendo la mano y abro la cerradura de
la puerta, luego giro la manija. Miro hacia arriba cuando él pasa por la
puerta y se detiene, con los ojos muy abiertos.
Al menos Kinsey ya no será un secreto.
20
Thane
Una bebé.
Había una bebé en los brazos de Roe. Tenía su mismo color de pelo y
sus mismos ojos color avellana.
Roe era una madre.
Me sentí estúpido mientras las miraba.
De repente, todo cobró sentido. Las salidas temprano, las llegadas
tardías, la negativa a quedarse hasta tarde, el rechazo a mis invitaciones a
una cita, y más aún, el por qué había desaparecido esa tarde.
La niña llena el prolongado silencio con un grito desgarrador. Roe la
aprieta contra sí con más fuerza, haciendo movimientos ligeros de rebote
mientras ella se calma.
—Shhh, todo está bien. Él está aquí para ayudarnos.
Las lágrimas resbalan por las mejillas de Roe, su labio inferior tiembla.
Doy un paso adelante y me arrodillo junto a la bañera. El ángulo era
incómodo, pero pude envolver mis brazos alrededor de ambas y acercarlas.
Roe se estremece mientras solloza. Ella extiende la mano y agarra mi
cuello, acercándome más.
El llanto de la niña disminuye, una mirada curiosa en su rostro
mientras mira a su madre.
—La policía llegará pronto —susurro.
—Gracias. Muchas gracias.
—Mamá —balbucea la bebé mientras acaricia el pecho de Roe.
La policía llega unos minutos después y nos separan mientras toman
nuestras declaraciones. Uno de los ladrones seguía inconsciente en el suelo
y lo esposan mientras esperan una ambulancia. Se había golpeado la cabeza
con bastante fuerza contra la mesa cuando le di un puñetazo, fuerte,
enviándolo al suelo.
Me alegro.
Se merecía más por el terror por el que hizo pasar a Roe.
Desafortunadamente, los demás se habían ido. Había visto a otros dos
hombres y a una mujer.
No se fueron con mucho, pero lo que se llevaron fue un duro golpe
para Roe. Todo lo que Roe pudo darse cuenta que robaron, fue su
reproductor de Blu-ray, su tableta, un joyero y su bolso.
Los detuve antes de que tomaran su televisor, pero se rompió en el
proceso.
No tenía medicamentos recetados, ni consola de videojuegos, aunque
noté algunas cajas de juegos para una PS4 en un estante. Su computadora
portátil personal estaba en su cama cuando se levantó esa mañana, con las
mantas colocadas al azar encima, poniéndola fuera de la vista.
La pérdida de su bolso era lo peor, y tuvo que encontrar los números
para cancelar sus tarjetas de crédito. Luego le vino la realización de lo que
había en el joyero. Al principio lo descartó como bisutería, no valía nada en
realidad, solo piezas que extrañaría. Entonces se dio cuenta de algo.
—El reloj de mi papá. —Su rostro se arruga y las lágrimas llenan sus
ojos. Por su reacción, eso era lo único que realmente importaba. Todo lo
demás podría reemplazarse.
Pero sabía que eso no podría reemplazarlo.
—Es un reloj Cartier Tank de finales de los noventa, con adornos
dorados y una correa de cuero.
—¿Alguna marca distintiva o grabado? —pregunta un oficial.
Ella asiente.
—En la parte posterior están las iniciales M.C.P.
Después de unas horas, la policía se va y yo cierro con llave la puerta
tras ellos. Intenté que Roe viniera a mi casa o se quedara a dormir en un
hotel, pero ella se negó. La bebé está profundamente dormida contra el
pecho de Roe cuando me siento junto a ellas en el sofá.
Flexiono mis dedos, levantando el hielo de mis nudillos. Están un poco
hinchados y algunos están con heridas abiertas, pero aparte de un poco de
dolor, estaban bien. Todo superficial.
Roe sonríe y me doy cuenta de que es un esfuerzo. Miró a la bebé en
sus brazos y ella aparta algunos mechones sueltos del rostro de la pequeña.
—Thane, te presento a Kinsey.
La miro en un silencio atónito. Ponerle un nombre a su bebé la hacía
más real y me hace cuestionar muchas cosas, la más destacada era el por
qué nunca me habló de ella.
—¿Dónde está su padre? —Yo pregunto. Una curiosidad ardiente me
invade.
Roe se encoge de hombros.
—¿Quién sabe?
—¿Ya no estás con él?
Parpadea y luego mira a su alrededor como si de repente recordara
algo.
—Mi computadora portátil de trabajo.
Señalo el suelo a unos metros de la puerta.
—Me las arreglé para quitársela a uno de los hombres cuando salió
corriendo. Lo siento, no pude evitar que tomaran más.
Ella sacude su cabeza.
—Está bien. Mientras nosotros estemos bien. Esa es mi computadora
portátil de trabajo y tiene tanta información confidencial.
—Y aún estaría bien si ellos la hubieran robado. Mejor eso y no tú.
Volvió a sentarse, su mano acariciando distraídamente la espalda de
Kinsey.
—¿Qué edad tiene ella?
—Once meses.
—Roe, la puerta no estaba rota, entonces, ¿cómo entraron?
—Ryn. Estaban con Ryn. —Su voz es distante, sus ojos también. Hace
que se me encoja el pecho al verla abatida emocionalmente.
—¿Quién es Ryn?
Señala una foto enmarcada que estaba debajo de su televisor ahora
destrozado. Me acerco y la recojo antes de volver a su lado. En el marco de
madera había una mujer de unos cuarenta años con una adolescente a cada
lado. Una era obviamente Roe y la otra tenía que ser Ryn. Tenían rasgos
faciales similares, así como color de cabello y ojos, lo que hacía obvio que
estaban relacionadas.
Ella debe haber sido la mujer que vi.
—¿Tu hermana? — pregunto. Ella asiente. Hubo un tiempo en el que
permití que ella se aprovechara de mí, pero no más—. Sé que ha sido una
noche difícil, así que no puedo decir si a eso o a esto, o si te simplemente te
cuesta sincerarte conmigo.
De repente, se pone de pie.
—Voy a ir a acostarla en la cama. Hay una botella de tequila en ese
gabinete y algunos limones en la canasta sobre la mesa. Ojalá sepas cómo
hacer una margarita.
La veo caminar por el pasillo, odiando ver como abraza a Kinsey de
manera protectora por miedo a lo que sucedió. Me acerco al gran armario
de madera que ella señaló. El tequila estaba casi vacío, pero ubiqué una
botella más pequeña en la parte posterior del gabinete.
Sabía vagamente cómo hacer una margarita, pero aun así confié en el
poder del Internet en busca de ayuda.
Los fragmentos que cayeron de su televisor estaban esparcidos por la
mesa. Me tomó un momento ubicar un bote de basura para barrerlos, y
luego encontré una escoba y barrí el piso alrededor de la mesa.
Una vez que estaban limpios de escombros, comencé a preparar su
bebida.
Cuando ella salió del dormitorio, su ropa de trabajo había
desaparecido y había sido reemplazada por una camiseta de gran tamaño y
pantalones cortos que apenas podía ver.
Le tendí un vaso y ella tomó unos largos tragos.
—Gracias.
—Me llamaste.
Ella asiente.
—Lo siento.
Fijo mis ojos en los de ella.
—No lo sientas.
Ella mira hacia la mesa, sus dedos se deslizan a lo largo de la madera
de la mesa.
—No sabía a quién más llamar.
—¿No tienes amigos?
Ella se encoge de hombros.
—Perdí muchos después de Kinsey. Tengo a Lizzie y a James, pero
viven en Midtown. Sabía que tú no estabas lejos.
—Me alegra que pudieras contar conmigo. —Necesitaba asegurarle
que hizo lo correcto al llamarme. Me hubiera matado conocer hasta el día
lunes lo que pasó, sabiendo que yo estaba tan cerca y ella no me llamó. Ni
siquiera quería pensar en lo que habría pasado si yo hubiera llegado unos
minutos más tarde. La puerta del baño era de madera maciza, pero
consiguieron rajarla. Y mucho, ¿y luego qué? Me estremezco al pensar y la
ira se apodera de mí.
Ella pone su mano sobre la mía y la aprieta.
—Yo también.
Eso me calma y me devuelve a lo que es importante.
—Tienes una hermosa hija. Ella se parece a ti.
Ella suelta una risita extraña que me recuerda a los tigres en el
zoológico, pero el sonido es más una mala emoción que la buena emoción
que evocaba mi memoria.
—Eres una buena mamá.
Alza la mano y se seca una lágrima de la mejilla.
—Oye, nada de eso —digo mientras tomo su mano en la mía e inclino
su cabeza hacia arriba para que me mire.
—Lo hiciste bien hoy. Ellos se han ido, y ambas están a salvo.
—¡Es una situación en la que ni siquiera debería haber estado! —Ella
se aparta y veo cómo la ira la recorre. Se pone de pie y comienza a caminar,
lo que, dado el tamaño de la habitación, significaba que camina unos dos
pasos antes de darse la vuelta—. Por el amor de Dios, ella no puede
permanecer limpia por un día, ¡y ya estoy harta! ¡Jodidamente harta! ¡Ella
trajo ese peligro a mi casa, donde duerme su hija, maldita sea, para
robarme! ¡Después de todo lo que he hecho por ella!
Entrecierro mi mirada hacia ella mientras trato de descifrar lo que
está diciendo, sin saber lo que alimentó su repentino estallido de ira.
—¿Tu hermana?
—Sí. —Sacude la cabeza de un lado a otro—. He terminado con ella.
No puedo hacerlo más y después de esta noche, ella nunca tendrá a Kinsey.
Jamás. Me aseguraré de eso.
Una vez más, todo encaja. Kinsey no era su hija. Kinsey era su
sobrina. Por eso nunca había mencionado a una niña. Por eso la bebé se
parece a ella.
—Tu hermana es adicta a las drogas y tú estás criando a su bebé.
Esa comprensión me golpea duro. Mi propia madre me había
abandonado por las drogas, y la hermosa mujer que tenía delante, estaba
haciendo todo lo posible para proteger a Kinsey de la misma experiencia.
—No mucha gente en la oficina sabe que soy su tutora.
—¿Cuánto tiempo la has tenido?
—No tenía mucho cuando me la llevé, un par de semanas. Sin padre,
con una madre drogadicta y una abuela enfermera ambulante, yo era la
mejor candidata. No había forma en el infierno que yo la dejara a cargo del
sistema de acogida. Ella no se lo merecía, solo porque su madre es un
pedazo de mierda. —Ella inclina su vaso hacia atrás, bebiendo todo el
líquido antes de golpear el vaso frente a mí—. Barman, otro.
—Como desees —digo mientras vuelvo a la pequeña cocina que está
instalada a lo largo de una pared. Había un "concepto abierto" y luego lo
demás de su apartamento. La cocina, el comedor y la sala de estar estaban
todos apretujados en una habitación de unos cuatro por cuatro metros, que
era más pequeña que mi dormitorio.
—No le costó mucho al tribunal otorgarme la tutela, especialmente
con todo lo que los Servicios Sociales sabían sobre la situación. —Se queda
en silencio, con la mirada perdida antes de respirar entrecortadamente—.
Defendí a Ryn durante tanto tiempo. La ayudé a ingresar a las clínicas de
rehabilitación, le di un lugar para quedarse. Comida, dinero, lo que sea para
ayudarla. Puse tensión en mi vida y mis relaciones. Ahora veo que ella no
quiere hacerlo. Prefiere poner a su familia, a su propia hija, en peligro por
una dosis. Probablemente ya habría vendido a Kinsey por un par de bolsas
de heroína. Ni siquiera podía dejar de consumir mientras estaba
embarazada, por lo que Kinsey tuvo síndrome de abstinencia neonatal y
tuvo que estar en el hospital las primeras semanas.
Mi pecho se contrae. La bebé no había hecho nada y nació con un
dolor inconmensurable debido a los vicios de su madre. Vierto el resto de la
mezcla que había creado en su vaso, aunque ni siquiera lo lleno hasta la
mitad, luego se lo entrego.
—Ni siquiera pudo ponerle un maldito nombre.
¿En serio?
—¿Quién la nombró?
—Yo lo hice —dice con un suspiro triste—. Ella nació el día del
cumpleaños de nuestro papá. Su nombre era Mac, abreviatura de Malcolm,
así que la llamé Mackinsey. En algún momento, simplemente se redujo a
Kinsey.
—Es un dulce tributo.
Me da una sonrisa triste y se seca otra lágrima, confirmando mi
sospecha de que su padre estaba muerto.
—Mamá también lo pensó. —Ella respira hondo—. Yo esperaba que
Ryn se rehabilitara algún día y realmente pudiera ser una madre para
Kinsey, pero he perdido la esperanza de que eso suceda.
—¿Por qué no muchos conocen sobre ella? — pregunto. Fue esa
omisión la que había sentido cuando hablamos, la renuencia a sincerarse.
—Porque perdí a personas en las que confiaba, personas a las que
amaba, cuando acepté a Kinsey. Fue un alivio, pero me ha causado algunos
problemas involuntarios.
—¿Un novio? —Sabía que ella no tenía uno, pero me pregunto si había
perdido uno.
Abre la mano y hace un sonido de explosión.
—Cuatro años a la basura. Cuando le dije que la iba a acoger, él no
quiso involucrarse. Sin discusión, simplemente se fue.
—Eso tuvo que ser difícil.
Ella mira su vaso.
—Por un momento, pensé que algún día nos casaríamos, pero al
primer desafío a la norma, él se fue. Me dio un ultimátum, pero no cedí. —
Limpia su vaso y lo empuja hacia mí—. Barman, mi vaso está vacío.
—Haré otro si eso te permite seguir hablando.
—La puerta está abierta ahora.
—Él no era el indicado, lo sabes.
Me mira enarcando una ceja.
—¿El indicado? Suena un poco romántico para ti.
—¿Crees que no sé lo que es el romance?
—No, en realidad no.
Auch. ¿Realmente le he dado una impresión tan mala de mí? No es de
extrañar que no quisiera salir conmigo.
—Puede que nunca haya tenido una relación a largo plazo como la
tuya, pero eso no significa que no quisiera tenerla.
—No te gustan los niños, así que pensé que no eras un tipo de chico
amoroso —dice encogiéndose de hombros.
Me quedo helado.
—¿Cuándo dije que no me gustan los niños? —¿Y cómo diablos se le
ocurrió esa idea?
—Estabas quejándote de que Crystal se hubiera ido tanto tiempo para
poder cuidar a su bebé. Estabas enojado porque eligió al bebé en lugar del
trabajo.
Mierda. Una vez más, mis propios problemas estaban arruinando las
cosas. Pero eso no era así, para nada.
—¿Es por eso por lo que no saldrías conmigo? ¿Por Kinsey?
Ella asiente.
—Me sorprende que todavía estés aquí.
Mi corazón se hunde. Ella no tenía fe en que yo pudiera soportar que
ella tuviera un bebé.
Nos habíamos acercado, aprendido más el uno del otro, pero ella no
conocía mi pasado, solo mi comportamiento idiota al principio, lo que dibujó
un retrato muy desagradable de mí. Uno que, al parecer, nunca pude borrar
por completo en su mente.
—No eres la único que ha tenido que lidiar con un pariente drogadicto
—admito, esperando que sincerarme con ella, la ayudará a verme como
alguien más que el hombre que había conocido esos primeros días.
Las púas de su explosión emocional se asientan y se suavizan.
—¿Tú también?
Asiento.
—Pero yo no soy tú en esta situación. Soy Kinsey. —Sus ojos se
agrandan mientras me mira—. Voy a hacerte una pregunta, pero es un poco
diferente a la anterior. ¿Saldrían tú y Kinsey conmigo mañana?
Parpadea y frunce el ceño. Había sido una noche larga y difícil y sabía
que sus emociones estaban por todas partes, pero necesitaba que ella
supiera que tener una bebé, no me asustaba.
—¿Yo … por qué? — pregunta.
—Por qué, ¿Qué?
—¿Por qué querrías eso?
—Pensé que era obvio, porque te quiero a ti.
Ella parpadea mientras me mira.
—Pero tengo una bebé.
¿Ella no me había estado escuchando? ¿O simplemente no le había
caído el veinte?
—¿Y?
—Y ... —se calla, sus argumentos pierden el terreno que los sostenía.
Tomo sus manos entre las mías.
—Si aún no lo has descubierto, estoy un poco enamorado de ti.
Lamento la forma en que he actuado. Honestamente, estaba tan feliz de
tener una digna rival, que seguí incitándote a seguir así.
—¿Te gusta pelear conmigo?
Asiento y sonrío.
—Tienes un ingenio perverso, y siempre estoy al borde de mi asiento
por tus reacciones.
—Ha sido divertido —admite con una sonrisa—. Y sexy.
—Tan caliente —estuve de acuerdo—. También eres cabeza dura a
veces, ¿sabes?
—¿Qué?
—No puedo contar cuántas veces he intentado invitarte a almorzar y
no has entendido.
Ella se encoge de hombros.
—No quería tener que deberte nada.
Un gemido me abandona.
—No lo estaba haciendo para que me debieras. Lo estaba haciendo
para que vieras que me gustas.
—¿Y después de todo esto, todavía te gusto? —pregunta, y puedo
escuchar el titubeo de incertidumbre en su voz.
Me acerco a ella y tomo su rostro.
—Ahora incluso más.
Inclinándome, presiono mis labios contra los de ella. Al principio, ella
no responde, pero sus brazos rápidamente se envuelven alrededor de mi
cintura, acercándome más y esparciendo calor a través de mí. Sus labios se
separan y mi lengua lame la suya.
Mi agarre alrededor de su cintura estaba suelto. Lo último que quería
hacer era aprovecharme de ella, a pesar de lo mucho que la deseaba.
—Debería irme a la cama.
Asiento.
—Yo dormiré en el sofá.
—¿En serio?
—Antes de que se fuera la policía, ya dijiste que no a mi casa o a un
hotel. No te dejaré aquí sola. —Ella estaba loca si pensaba que me largaría.
Ella desaparece y regresa con una almohada, una sábana y una
manta.
—Buenas noches, Thane —susurra mientras se para en la punta de
los dedos de los pies, su cuello esforzándose por alcanzar mis labios. Suave
y sensual y definitivamente demasiado corto—. Gracias de nuevo.
—Siempre.
Se dirige al dormitorio y se vuelve para mirarme antes de cerrar la
puerta. Suelto un suspiro y me quito la ropa, luego preparo mi cama
improvisada para pasar la noche, antes de apagar la luz y arrastrarme
dentro de las sábanas.
Miro hacia el techo, perdido en mis pensamientos. El enamoramiento
que tenía se había transformado en una noche, en completo y total deseo
por ella. Me asustaba que tuviera una hija, pero no de la forma que uno
pensaría. Me asustaba porque podía ver cuánto ella amaba a Kinsey, y
perderla, debido a que uno de sus padres tomara nuevamente la custodia,
devastaría a Roe.
No quería ver su corazón romperse así. Su sonrisa era demasiado
hermosa.
Había estado tan frustrado con ella al principio del día, porque no
podía entender su lógica, pero ahora lo sabía. Todo lo que había visto era la
superficie. Eso era todo lo que ella mostraba y nunca profundicé más.
Tantas cosas descansaban sobre sus hombros. Una responsabilidad
que ella no había anticipado y que tomó con calma. Encontró la manera de
convertirse en la madre que Kinsey merecía.
En algún momento de la noche, me despierto sobresaltado por el
movimiento de la manta. Roe se arrastraba debajo, sus piernas se
entrelazan con las mías mientras apoya la cabeza en mi pecho. Estaba
confundido, pero cuando dejó escapar un suspiro y se relajó contra mí, lo
entendí. No había mucho espacio extra, así que la rodeé con mis brazos y la
abracé.
La mujer normalmente luchadora y fuerte había bajado la guardia y
me había mostrado una fragilidad que mantenía oculta.
Horas más tarde, Roe se estiró contra mí, despertándome. Ni siquiera
había abierto los ojos, solo se acurrucó en mi pecho. El último año no pudo
haber sido fácil para ella, y tenía curiosidad de saber si ella estaba
desesperada por consuelo o si realmente quería ser consolada por mí.
Yo le había dado pocas razones para confiar en mí, y podía presentir
que tendría un camino difícil por delante.
—Buenos días —le susurro, besando la parte superior de su cabeza.
Fue un error y ella se congela, su cuerpo ya no se acoplaba contra el mío.
—Lo siento —dice mientras se empuja contra mi pecho para sentarse.
—No lo sientas. —La acerco a mí a pesar de su desgana y la rodeo con
mis brazos—. Estoy aquí para lo que necesites.
Nos quedamos allí unos minutos hasta que un grito y un
‘Mamamamama’ sale del dormitorio.
—Vuelvo enseguida —dice mientras deja mis brazos.
No puedo evitar sonreír ante su apariencia desaliñada. Su cabello
estaba por todas partes y el cuello de su camiseta estaba estirado, revelando
su clavícula y la parte superior de su hombro.
Tan linda y sexy, pero lo que me enloquecía era darme cuenta de que
los pantalones cortos que había usado la noche anterior se habían ido,
dejándome una vista perfecta de su trasero cubierto por una tanga, cuando
se inclina para recoger la manta.
—Me estás matando, Roe —gimo mientras palmeo mi polla dura, la
polla dura que había estado tratando de ignorar desde que desperté.
Se da vuelta y finalmente se da cuenta de que yo solo estoy en ropa
interior, un calzoncillo corto y una camiseta blanca, y veo que el rosa se
extiende por sus mejillas. Se muerde el labio inferior, sus ojos se clavan en
los míos mientras se levanta la parte delantera de su camiseta, exponiendo
su tanga y sus sensuales caderas.
Un gemido me abandona, y la malvada mujer simplemente sonríe
antes de soltar una risita y alejarse.
21
Roe
¿Cuándo fue la última vez que me acosté feliz después del sexo? ¿Lo
había hecho alguna vez? No hubo sentimientos antes comparado con tener
su cuerpo desnudo envuelto con el mío, esa paz que me llena al tenerla tan
cerca de mí.
Roe Pierce me había dejado oficialmente boquiabierto.
En las últimas horas, me las había arreglado para hacerla correrse
cuatro veces, dos en el lapso de cinco minutos. Ambos necesitábamos un
pequeño descanso, aunque planeaba persuadirla más veces, antes de que
ambos colapsáramos por la noche.
Después de un rato, me levanto para ir al baño y cuando regreso, Roe
yace casi completamente boca abajo, dándome una vista sin obstáculos de
su espalda y las líneas negras grabadas en su piel. Me subo a la cama y
miro hacia abajo. En su espalda tiene el tatuaje más elaborado y delicado
que jamás hubiera visto. Comenzando en la base de su cuello, una forma de
gema era el inicio de una línea por su columna vertebral, antes de explotar
en un fénix entre sus omóplatos. La línea continúa con más formas y gemas.
Lo trazo con mis dedos.
—Hermosa.
—No está terminado.
—¿No lo está?
Ella sacude su cabeza.
—Todavía necesita algo de color, pero la última sesión que tuve fue
cuando nació Kinsey. Cuando todo salió mal, no tuve el tiempo ni el dinero
para terminarlo.
Había visto el que estaba dentro de su muñeca, ‘Nunca lo olvides’, y
con la vista de otro de sus tatuajes, mi mente comienza a unir las cosas,
confirmando lo que ya había dilucidado.
—Perdiste a alguien el 11 de septiembre.
Ella se congela momentáneamente antes de asentir. El fénix, las
palabras y su insistencia en tener esa fecha afuera, era la única respuesta.
Su madre todavía estaba viva, así que eso dejaba ...
—¿Tu padre? —Por eso el reloj era tan importante para ella.
Ella asiente.
—Yo tenía siete años. Ryn tenía cinco años. Trabajaba para una
empresa de banca de inversión en el piso ochenta y nueve de la torre sur.
Normalmente se habría ido a las ocho, pero se había quedado levantado
hasta tarde trabajando, así que se quedó dormido. Iba a ir a la oficina para
una reunión a las diez, pero accidentalmente derramé mi jugo de naranja
en sus papeles. Cuando el avión chocó, se suponía que él se estaría
alistando para irse, pero tuvo que ir temprano a la oficina para reimprimir
lo que yo arruiné.
—Mierda —siseo. Ni siquiera podía imaginar la devastación que
enfrentaría una niña de siete años al ver cómo se desarrollaban esos
eventos, sin saber si su papá volvería a casa—. No fue tu culpa, ¿sabes?
—Si no hubiera botado el vaso de jugo.
—O si hubiera sido un día normal. Fue un acto de terror… —digo
mientras presiono mis labios contra su hombro—. La culpa no debe tener
cabida en ti por lo que pasó.
—Lo sé, y me tomó un tiempo entenderlo. Sin embargo, cuando era
niña, no era lo mismo.
Mi experiencia fue diferente. Vi el humo y las cenizas desde la
distancia de una pantalla de televisión. Incluso cuando me mudé a Nueva
York para ir a la escuela, no me impactó.
—Dime algo bueno —susurra.
—¿Algo bueno?
Ella asiente.
—No quiero hablar de ese entonces.
—Bueno, conocí a una mujer —comienzo, mis dedos deslizándose
ligeramente hacia arriba y hacia abajo por su espalda—. Un completo y total
dolor en mi trasero. Ella pelea conmigo en todo momento.
—Eso no suena bien.
—Hmm, quizás no para algunos, pero a mí me encanta. Pelear con
ella es como un afrodisíaco. He llegado a conocer otro lado de ella
recientemente, el lado que esconde, y estoy asombrado por ella. Nunca había
conocido a nadie como ella antes, y no puedo dejar de pensar en ella.
—Ella suena como un buen partido —bromea.
Asiento contra su hombro.
—Ella lo es. Lo mejor de todo es que me aguanta.
—Viene con una carga de problemas.
—¿Quién no los tiene?
—Tú, aparentemente.
—Tengo mi parte justa —susurro.
—¿Llegaré a conocer sobre eso?
Presiono mis labios contra su piel, respirándola. En comparación a
muchos, mi vida había sido muy fácil. Bueno, mi vida después de los cinco
años. Teníamos mucho que aprender el uno del otro, y me doy cuenta de
que ella se había quedado con el extremo más corto del conocimiento.
—Te hablé de mi mamá y te contaré más después. Después de que
mis padres se divorciaran y mi padre obtuviera la custodia total, nos
mudamos a un área suburbana de clase media alta. Él se volvió a casar,
tuvieron un hijo y éramos una pequeña familia feliz. En la universidad, yo
estaba en una fraternidad y conseguí un buen trabajo una vez que me
gradué. Conocí a una chica en una cafetería poco después y nos llevábamos
bien. Ella era una socialité del Upper East Side, de una familia adinerada.
Solo llevábamos unos meses saliendo cuando un condón roto cambió
nuestras vidas.
Por su postura rígida, me doy cuenta de que se estaba reprimiendo
para no hacer preguntas. Liv era la última mujer con la que había tenido
algún tipo de relación, y lo que había sentido por ella no podía compararse
con mis sentimientos por Roe.
—Ella se mudó y nos preparamos para ser una familia. Descubrimos
que tendríamos un niño y comenzamos a preparar el segundo dormitorio
para su llegada. Alrededor de la semana veinticinco, el bebé dejó de moverse.
Roe se da la vuelta, frunce el ceño y abre los labios mientras ajusta
su posición y se sienta a horcajadas sobre mis muslos. La miro a los ojos
mientras le cuento la pérdida más dolorosa de mi vida.
—Él se había ido.
—Oh, Thane. —Me rodea los hombros con los brazos y me acerca a
ella. Con mucho gusto acomodo mi cabeza en su cuello. Una lágrima cae de
mi ojo, aterrizando en su piel. Sus cálidas manos toman mi rostro, trayendo
mi mirada de regreso a la de ella. El cálido deslizamiento de su pulgar por
mi mejilla me hace inclinarme hacia su toque.
—¿Cuándo terminaste con ella?
—Unas pocas semanas después. Nos tomó tanto tiempo darnos
cuenta de que el bebé era lo único que nos mantenía unidos. No ayudó que
yo no ganara suficiente dinero en ese momento para sus estándares.
Había salido con muchas mujeres en los últimos siete años, pero
nunca le había contado esto a ninguna. Ninguna de ellas era digna de
conocerme a ese nivel. Roe era diferente.
Durante años tuve la firme convicción de que no quería una relación,
que no necesitaba amor. Con cada encuentro, ella me estaba cambiando.
Cuando estábamos separados, quería estar con ella.
Por la forma en que mi pecho ardía, entendí la necesidad de ella, la
amaba. No importaba que fuera una relación reciente. Mis sentimientos iban
mucho más allá de lo que había sentido antes.
Estaba enamorado de Roe.
25
Roe
Cuando llegamos a almorzar, una versión más vieja de Roe con ojos
marrones se levanta de una mesa. Sus ojos están muy abiertos cuando me
mira, luego vuelve a mirar a su hija.
—Mamá, este es Thane. Thane, ella es mi mamá.
—Encantado de conocerla —digo, tendiéndole la mano.
Ella traga, aparentemente sin palabras.
—Por favor, llámame, Linda.
Kinsey balbucea arrullando desde su cochecito y yo me inclino para
levantarla. Cuando me enderezo, Roe y su mamá están susurrando entre sí,
pero no puedo distinguir sus palabras debido al ruido en el restaurante.
Lo que sea que dijeron no debe haber sido malo, ya que las mejillas
de Linda se sonrojan cuando me mira sosteniendo a Kinsey.
El almuerzo es agradable, con Linda compartiendo momentos
vergonzosos de su hija mayor, incluida la vez que la atraparon tratando de
escabullirse para ver a un chico cuando tenía quince años. Al parecer, le
gritó a su madre que ella no tenía idea de lo que era estar enamorado.
Roe simplemente se cubre la cara y niega con la cabeza mientras dice:
—¡Yo era una adolescente!
Después, regresamos al apartamento de Roe y acostamos a Kinsey
para su siesta de la tarde. Fue entonces cuando pude ver dónde dormía
Kinsey.
El apartamento de Roe era pequeño, su dormitorio estrecho y cuando
entré no había cuna. La vi caminar a través de otra puerta y la seguí,
sorprendido de encontrar un vestidor de tamaño decente. Al final, debajo de
una ventana, había una cuna blanca. Las paredes alrededor estaban llenas
de cosas de Roe, y miro hacia el dormitorio para encontrar que estaba
usando su tocador como cambiador. Un cajón estaba parcialmente abierto
y dentro había mucha ropa diminuta.
Era ajustado, pero ella se las arreglaba para que funcionara. Pero
¿qué pasaría cuando Kinsey creciera?
Una visión de uno de mis dormitorios libres me viene a la mente, pero
la rechazo. Es demasiado pronto para esa idea. ¿Cierto?
Una vez que ella se durmió, Roe cierra la puerta del dormitorio en gran
parte del camino y salimos a la habitación principal.
—¿Ahora qué? —ella pregunta.
La tomo en mis brazos y le sonrío.
—Puedo pensar en algunas cosas.
Ella pone los ojos en blanco y se aleja, dejándose caer sobre el sillón
del sofá. Se deshace de los zapatos y los tira al suelo, luego palmea el espacio
junto a ella.
—¿Hablar? ¿Película? ¿Un juego? Lo que me recuerda: ¿por qué me
compraste una consola PS4?
Me siento a su lado y luego señalo los gabinetes empotrados en la
pared.
—Tienes un par de juegos.
Ella asiente.
—Buen ojo. Esos son mis juegos. El PlayStation era de Pete.
—También reproduce Blu-ray, por lo que parecía perfecto. ¿Cuánto
tiempo vivió él aquí contigo? —Yo pregunto. La curiosidad había estado
ardiendo desde que nos encontramos con él. Conociendo a Roe como la
conocía, me sorprendía un poco ver con quién salía antes que yo. Quizás
ellos eran diferentes cuando se conocieron. Después de todo, estaba seguro
de que Roe había cambiado desde que se hizo cargo de Kinsey, así como sé
que yo había cambiado cuando me enteré de que iba a ser padre, una
pérdida que aún me dolía siete años después.
—Nos mudamos en julio pasado, y la primera semana de noviembre
traje a Kinsey a casa, así que no fueron exactamente cuatro meses. —Ella
frunce los labios—. Debería haberme dado cuenta durante ese tiempo.
—¿Darte cuenta de qué?
—Nunca tuvimos sexo aquí. Y si no lo tenía conmigo ...
—Lo estaba consiguiendo en alguna parte. —Un puto infiel—. Espera,
¿este lugar no está bautizado?
Su mano vuela de regreso a mi estómago.
—Cuatro veces en menos de veinticuatro horas y ocho orgasmos,
tienes que darme un pequeño descanso. No estoy acostumbrada a esto.
Todo su peso había estado en mis brazos, pero me las arreglé para
exprimirle dos más en la ducha, superando los siete prometidos.
Deslizo mis dedos entre los suyos y me encanta el suspiro que suelta
mientras se inclinaba para descansar su cabeza contra mi brazo.
—Todo el tiempo que necesites. —Me volteo y presiono mis labios en
la parte superior de su cabeza—. Me agrada tu mamá.
—Tú definitivamente la impresionaste.
—Bien.
—¿Puedo preguntarte algo sobre tu mamá?
Me pongo rígido, pero estoy decidido a no cerrarle esa parte de mi vida
a ella. Es un paso para ganarme su confianza y si quiero estar con ella,
algún día lo sabrá.
Asiento y trago saliva.
—Okey.
—Cuando te enojaste ese día con el café porque tu mamá llamó, ¿qué
pasó?
Aprieto su mano y levanto mi pierna sobre el sillón, haciendo contacto
total con la de ella. El consuelo sería imprescindible con este tema de
conversación, y hay una distracción momentánea cuando me doy cuenta de
cuánto más mi pierna rebasa la punta de los dedos de sus pies.
—Esa era mi mamá biológica. Me ha contactado media docena de
veces a lo largo de los años.
—¿Mamá biológica?
Le había dicho a Roe que una vez estuve en una situación como la de
Kinsey, pero ella no sabe los detalles de cómo ni por qué.
—Mi padre tuvo la custodia total desde que yo era pequeño.
—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que tuviste noticias de ella?
—Once años esta vez.
Pasa su mano arriba y abajo de mi brazo.
—No es de extrañar que estuvieras molesto. Eso es un largo tiempo.
—Ella nunca me dijo el por qué, pero tampoco le di la oportunidad
antes de colgar.
—¿Cuándo se fue?
—Cuando yo tenía cinco años. Papá la echó después de… —Cierro los
ojos para hacer retroceder la imagen que estaba tratando de salir a la
superficie.
Roe pasa sus dedos por mi cabello, y un gemido me abandona cuando
me inclino hacia su toque.
—¿Después de qué? —ella pregunta.
—Comenzó con opioides después de un accidente automovilístico
cuando ella regresaba del trabajo a casa, cuando yo tenía dos años. Progresó
rápidamente, y ella siempre estaba queriendo drogarse. No tengo muchos
recuerdos de ella, pero los pocos que tengo, no son buenos. Mi papá me ha
mantenido informado mucho.
—¿Qué le hizo a tu padre echarla?
Suelto un suspiro. El tema es difícil. Yo era tan pequeño, pero ese día
me asustó de una manera que no puedo expresar.
—¿Recuerdas después del ascensor y cómo dije que no me sentía bien
en los que no se movían, así como tú? —Yo pregunto.
Ella asiente.
—Dijiste que era un horror, pero no de película.
Ajusto mi posición y tomo su otra mano para poder sostener ambas.
—Ella buscó ese éxtasis de droga, hasta llegar a un rascacielos en
ruinas en una zona ensombrecida de la ciudad. Después de que consiguió
lo que necesitaba, volvimos al ascensor. Apenas se había movido cuando
ella se estaba ya drogando. Luego, el ascensor se sacudió violentamente y
se detuvo abruptamente.
Todavía puedo sentir el temblor, mientras yo fui arrojado contra la
pared de la cabina. El vacío y el miedo eran abrumadores.
—La luz parpadeaba y yo estaba tan asustado, atrapado en ese
pequeño espacio. Yo solo era un niño pequeño que necesitaba a su madre,
y no importaba cuánto gritara y llorara, ella no podía sacar la aguja de su
vena o la mirada vidriosa de sus ojos. Al final, mis gritos alertaron a alguien
y llamaron a la policía.
Roe se abalanza sobre mí, balanceando su pierna sobre la mía y
sentándose a horcajadas sobre mis caderas. Sus brazos se envuelven con
fuerza a mi alrededor, abrazándome.
—Thane. Oh, Dios Mio, Thane.
La abrazo con todas mis fuerzas, usándola para conectarme a la
realidad, para recordarme que, si bien había personas como mi madre en el
mundo, también había ángeles como Roe.
Y eso es lo que veo cuando la miro. ¿Qué le habría pasado a Kinsey,
si Roe no hubiera sido tan desinteresada y no la hubiera acogido? ¿Qué
hubiera pasado si la mamá de Kinsey alguna vez tuviera la custodia de ella?
¿Terminaría en situaciones como las que perseguían mis sueños o algo
peor?
Pierdo la noción del tiempo, pero finalmente las emociones
disminuyen y me aparto.
—Suficiente de mí. Cuéntame más sobre Ryn.
Ella aprieta los dientes.
—Lo siento por tu papá. Amar a alguien y verlo cambiar por completo,
sucumbir por completo a la euforia, lastimar a amigos y familiares por
conseguir su próxima dosis. Tratar de ayudarlos, gastando tanto tiempo y
energía solo para que salgan de rehabilitación en unos días y envíen tu
dinero por el desagüe. Esperar esa llamada de la policía, ya sea porque está
en la cárcel o en la morgue.
La pesadez de su voz debe estar hecha de piedras que se habían
amontonado durante años. Paso mi mano de arriba a abajo por su espalda,
tranquilizándola como lo hizo ella por mí.
—Ryn se metió con la gente equivocada en la escuela secundaria. Pero
sus problemas comenzaron antes de eso. Conocíamos a muchos niños que
perdieron a sus padres, pero con Ryn, era como si pensara que ella era la
única. Que solo su padre murió ese día. Ella apenas lo recordaba, pero, aun
así, usó su muerte como una excusa para todo, y la gente la dejaba salirse
con la suya.
—No te gustan los manipuladores —digo, recordando lo que me había
dicho una vez.
Ella sacude su cabeza.
—Ryn era una manipuladora maestra incluso cuando era niña. Pero
al igual que con tu papá, una niña estaba en peligro y tuve que cortar lazos
con ella. Ella solo ha visto a Kinsey unas pocas veces, y una vez ni siquiera
se dio cuenta de que estaba frente a ella. Por el bienestar de Kinsey, ya no
puedo ni siquiera lidiar con Ryn.
Asiento. No habíamos hablado mucho sobre esa noche, pero a pesar
de su enojo, puedo decir que Roe todavía se preocupa por su hermana.
—Es completamente comprensible. Y yo no la quiero cerca de ti. Lo
que hizo fue imperdonable.
Roe asiente contra mi cuello.
—Solo espero que donde sea que esté, esté bien y se quede allí.
El aire era pesado y denso, pero también lleno de comodidad y paz.
Ninguno de los dos se movió. Simplemente nos abrazamos. Después de un
rato, un suspiro la abandona.
Ella se aparta y nuestras miradas se encuentran.
—¿Quieres quedarte a cenar?
Era media tarde, pero yo sabía cuál sería mi respuesta.
—Me quedaría para siempre si me dejas.
Ella niega con la cabeza y pone los ojos en blanco.
—He sido oficialmente tu novia durante ocho horas.
—¿Ha sido suficientemente largo para pasar al siguiente paso?
—A menos que ese paso sea una mamada, la respuesta es no.
—Bueno, en ese caso ... —Le sonrío, luego me inclino hacia adelante
para capturar sus labios con los míos—. Esperaré hasta que demuestre mi
valía como novio, pero eso no significa que más tarde no voy a intentar
meterme entre estos muslos.
—Técnicamente, estás entre ellos.
—No digas eso.
—¿Por qué no?
Muerdo su labio inferior y tiro de éste.
—Porque no tengo ningún problema en abrirlos y hundir mi polla
dentro de ti.
Se levanta de mi regazo y cruza la habitación, dejándome con los
brazos extendidos hacia ella.
—No vas a arruinar mis leggins favoritos. Así que ... —Se acerca a la
cabina empotrada—. ¿Un juego o Netflix?
27
Thane
Durante más de una semana, pasé todo mi tiempo libre con Roe. Estoy
feliz, extasiado. Pero todas las noches vuelvo a casa, a mi frío apartamento,
extrañando la calidez del suyo. Después de un tiempo a solas, no podía
evitar enviarle mensajes de texto o llamarla.
Nuestra relación de trabajo está más fluida que nunca, pero las
provocaciones burlonas no se habían esfumado por completo. Ahora
estaban mezcladas con insinuaciones de lo que nos haríamos esa noche.
Odiaba al final del día cuando Roe se iba sin mí. A menudo tenía que
quedarme hasta tarde, a veces solo media hora, pero otras veces eran unas
pocas horas. Intentaba evitar las largas jornadas en las noches porque
quería pasarlas con Roe. Cenar juntos.
Habíamos caído en una especie de rutina, y estaba bastante seguro
de que tenía que ver con nuestra proximidad. Al vivir a dos cuadras de
distancia, realmente no había barreras para pasar ni siquiera una hora
juntos.
—¿Estás seguro de que quieres venir todas las noches? —pregunta
con el ceño fruncido mientras abre la puerta.
Me congelo a medio paso y mi estómago se aprieta. ¿Me estaba
excediendo? Me había admitido a mí mismo a principios de semana, que
estaba actuando como un cachorro enamorado, pero no me importaba un
carajo porque nunca me había sentido así antes.
—¿Acaso tú no quieres que yo venga tanto?
Ella pone los ojos en blanco antes de tomar mi mano y acercarme para
besarme.
—No es eso. Solo pensé que querrías un poco de tiempo para ti.
Envuelvo mis brazos alrededor de ella y la aprieto contra mi pecho.
—Preferiría tener tiempo para nosotros.
—Te vas a cansar de mí.
Por un tiempo, lo había sentido, especialmente después de nuestro
encuentro con Pete, que los problemas de confianza de Roe estaban
profundamente arraigados. Solo con el tiempo ganaría su confianza y
tendría que demostrarle que la quería.
Un gruñido seguido de ‘Mamama’ llama nuestra atención sobre la niña
que gatea hacia nosotros. Parecía que quería ser parte de la acción. La
levanto y la sostengo en alto en el aire, una sonrisa babeante llena su rostro.
—Será mejor que la bajes antes de que la baba termine en tu boca —
dice Roe con una sonrisa mientras miro hacia arriba.
—No me harías eso, ¿verdad, Kins? —Pregunto, y ella responde con
un largo hilo de baba deslizándose de sus regordetas mejillas. La enderezo
rápidamente, la línea se convierte en una mancha húmeda en su ropa—. O
sí lo harías.
Aspiro un fuerte olor a ajo y miro hacia la pared de la cocina.
—Ya ves, ayer mencioné pasta y ¿qué está haciendo mamá?
Espaguetis. —Gruño la última palabra mientras juego a que me estaba
comiendo su barriga. Una carcajada la abandona y me da unas palmaditas
en la cara con las manos.
Cuando vuelvo a mirar a Roe, me sorprende la suave y dulce sonrisa
en su rostro. Estoy completamente desprotegido y me deja sin aliento.
La repentina necesidad de saber qué causó esa expresión se hace
prioridad, para que yo pueda hacer que la repitiera.
—¿Qué pasa? — pregunto.
—Me gusta esto.
—A mí también, pero tienes en tu cara esa dulce sonrisa que
contradice a la mujer que conozco.
Lanza su mano a mi estómago. Fue un movimiento común que
esperaba cuando decía algo que sabía que la avergonzaría.
—¿Estabas diciendo?
—Me gusta esto.
—¿Y qué es ‘esto’?
Se acerca y envuelve sus brazos alrededor de mi cintura.
—Me gusta que pueda ser un equilibrio de mí misma contigo. La
antigua Roe y la Roe Mami. Se siente bien.
—A mí también me gusta. Viéndote libre, sin miedo a mostrar tu
devoción por Kinsey, porque si aún no lo entendiste, yo no voy a ninguna
parte. Están atrapadas conmigo.
—Como un mal tatuaje. ‘Sin arrependientos’.
Inclino mi cabeza hacia atrás de la risa. Es el recordatorio por
excelencia de revisar la ortografía antes de que algo se quede grabado para
siempre en tu piel, deletrear mal ‘sin arrepentimientos’ para que se leyera
‘sin arrependientos’.
—¿Acabas de insinuar que yo soy un mal tatuaje?
—Puede que te haya comparado con uno.
—Tan atrevida. Siento que esta noche realmente voy a tener que
mostrarte quién es el jefe en esta relación.
Le da un golpecito a Kinsey en el vientre, haciéndole cosquillas.
—Kinsey lo hará, justo cuando estés a medio camino. Ella te dejará
saber quién es el jefe. Tiene una sincronización impecable.
—Desafío aceptado.
Después de comer, acostamos a Kinsey por la noche. Ella se había
acostumbrado más a mi presencia, haciendo que la hora de dormir fuera un
poco más fácil cada noche.
—¿Cómo funciona tu tutela? —Pregunto mientras nos acurrucamos
juntos en el sofá.
—Se llama Kinship Care. Algo así como el hogar de acogida. Un juez
me otorgó la tutela, pero después de lo que sucedió, decidí que voy a solicitar
la adopción. Perderé parte de la ayuda financiera que recibo y su Seguro
Médico, pero no creo que Ryn alguna vez deje las drogas y, si lo hace, quién
sabe cuántos años tendrá Kinsey. No podría soportar criarla hasta que tenga
diez o doce años y luego entregársela a alguien que es esencialmente una
extraña.
La miro atónito. El tribunal no haría eso, ¿o sí?
—¿Podría pasar eso?
Ella se encoge de hombros.
—Es posible. Pero hay muchas situaciones hipotéticas y posibilidades
en las que ni siquiera quiero pensar. Quiero adoptarla. Quiero ser su mamá
siempre.
—Te ayudaré en todo lo que pueda.
Inclina la cabeza hacia atrás para mirarme.
—¿Por qué?
—Porque eres su madre. Tu amor y devoción ... al crecer, hubiera
deseado tener una cuarta parte del amor que le das a Kinsey por parte de
mi madre.
Se estira y presiona sus labios contra los míos. Un gemido me
abandona cuando se sienta a horcajadas sobre mis caderas y profundiza el
beso.
Desde el momento en que sus labios tocan los míos, la pasión que
compartimos explota.
Ya no eran movimientos suaves, sino frenéticos lo que nos hace
quitarnos la ropa. Apenas tengo mis pantalones hasta mis muslos cuando
ella se sienta a horcajadas sobre mí de nuevo y se hunde en mi polla.
—Joder —siseo. Mis ojos se ponen en blanco al sentir la carne contra
la carne por primera vez en toda la semana, gracias a su período menstrual.
Sus caderas se mueven y gimo. La atraigo hacia mí, aplastando sus
senos directamente contra mi boca. Ella respira hondo, sus brazos se
envuelven alrededor de mis hombros y en mi cabello. Con cada flexión de
mis caderas hacia arriba, un grito atrofiado sale de sus labios mientras trata
de no despertar a la bebé.
Nos movemos como uno solo, abrazándonos fuertemente el uno al otro
mientras ella me monta. Tiro de su piercing, gimiendo cuando ella se aprieta
a mi alrededor. Quiero que se corra, pero el ritmo lento y sensual sin
barreras, hace que mi semen amenace con estallar antes de que ella se
corra.
Metiendo mi brazo entre nosotros, bajo mi mano y rasgo mis dedos
contra su clítoris. El movimiento de sus caderas aumenta, y se muerde el
labio inferior mientras nuestros ojos se encuentran. Su coño se aprieta, y
necesito que se corra antes de que me enloquezca.
—Vamos nena. Córrete alrededor de mi polla. Muéstrame lo bien que
te hago sentir.
Su frente cae contra la mía, una señal de que está cerca. Tomo el
control, agarro sus caderas y cambio el ángulo para poder empujar hacia
arriba más rápido, taladrándola. Se desliza hacia abajo y esconde su rostro
en mi cuello para ahogar sus gritos. Un gruñido me abandona mientras la
empujo y tiro de ella a lo largo de mi longitud, coordinado con mis
embestidas a una velocidad exasperante.
Cuando sus dientes se hunden en mi cuello, pierdo todo el control.
Está temblando en mis brazos mientras se corre, y la empujo lo más
profundo que puedo mientras una ola tras otra de semen explota.
Cuando nos tranquilizamos, me relajo en el cojín. Ella está como una
marioneta sobre mí y le acaricio la espalda.
—Gané el desafío —digo mientras me vuelvo para besar su mejilla.
Una pequeña risa la abandona, pero un momento después, mi novia
exhausta estaba dormida con mi polla todavía enterrada dentro de ella.
Esperaba estar probándole que sus inseguridades sobre mí eran
infundadas, porque ahora que la tenía, no la iba a dejar ir.
28
Roe
Para el viernes, soy una zombi. Puedo contar la cantidad de horas que
he dormido en la semana desde que rompí con Thane, y apenas llegan a los
dos dígitos. ¿Comida? Mi estómago está hecho un nudo y mi corazón duele
tanto, que no puedo imaginar comer. La higiene personal es suficiente para
poder ir a trabajar todos los días y hacer mi trabajo. Aunque pensé
seriamente en tomarme unos días libres, tampoco quiero alimentar los
rumores que circulan rápidamente por la oficina.
Gracias a Dios, es hora de salir y puedo recoger a mi hija e irme a
casa, solo que me espera un rudo despertar cuando llego a la guardería.
—Kinsey no está aquí, Roe —dice Stacia, sorprendida cuando llego a
recoger a Kinsey, con los ojos muy abiertos por el horror.
La sangre en mis venas se convierte en hielo.
—¿Qué quieres decir con que ella no está aquí? —¿Ryn vino y se la
llevó? ¿Dónde esta ella?
—Ese hombre, Thane, vino a recogerla. Dijo que tú te retrasarías.
Parpadeo hacia ella.
—¿Th-Thane la recogió?
Stacia asiente.
—Oh, Dios mío, Roe, lo siento mucho.
Niego con la cabeza. No hay forma de que Thane lastime a Kinsey,
pero, aun así, mi mente está a toda marcha. ¿Por qué la recogió? ¿Qué
estaba tratando de hacer él?
—Le dije que podría llegar tarde. Probablemente simplemente asumió
que lo haría y la recogió por si acaso —le digo. Porque incluso en este
momento, le confiaría a Kinsey a Thane.
Eso no significa que no esté a punto de patearle el trasero.
—¿Es eso cierto? —ella pregunta. Asiento con la cabeza y ella deja
escapar un suspiro—. Gracias a Dios. Tuve tanto miedo.
—Todo está bien, Stacia. Solo una falta de comunicación —le
aseguro—. Nos vemos el lunes por la mañana.
—Está bien, las esperamos con ansias. Que Tengas un buen fin de
semana.
—Tú también. —La saludo con la mano y salgo por la puerta.
Mi mandíbula se aprieta mientras camino por la calle, levantando mi
teléfono y marcándole a Thane. Suena, una y otra vez, antes de que
responda su buzón de voz.
Vuelvo a marcar y vuelve a sonar.
—¡Contesta el teléfono! —Grito de frustración mientras acelero el
paso. La guardería está a solo unas cuadras de mi casa, pero parecían
kilómetros. Mi corazón martillea en mi pecho, estresado por la ansiedad.
Roe: ¿Dónde está ella?
Le envió un mensaje de texto con la esperanza de que responda de esa
manera, y lo hace casi de inmediato. Lo que significaba que no contestó el
teléfono a propósito.
Thane: Conmigo.
Roe: ¿Dónde?
Thane: En casa.
Considerando que él no tiene llave de mi casa, eso significa que se
refería a su casa. Con cada paso, mi ira crece. Él sabe cuánto la amo, cuánto
la protejo, entonces, ¿por qué fue e hizo algo tan estúpido?
44
Thane
Mi casa ya no es mía.
Y me encanta.
Los cambios que Roe había hecho en el lugar eran simples y estéticos,
pero le dieron calidez todo. Desde alfombras de colores hasta cortinas, un
nuevo sofá que era cómodo, no como el moderno que tenía antes.
Le di carta blanca y, a pesar de lo difícil que fue ver que algunas cosas
se fueron, cuando llegaron las cosas nuevas, me di cuenta de que ella tenía
razón. Todos mis muebles habían sido elegantes y modernos, y aunque no
había nada de malo en el estilo y se veía bien, no era muy cómodo ni cálido.
Estoy atascado mirando a mi computadora, mis nervios se aceleran,
lo que me hace leer el mismo párrafo una y otra vez. Habíamos superado
tres grandes festividades y el Día de San Valentín con gran éxito. Mis padres
vinieron a Nueva York para las vacaciones de Navidad y finalmente
conocieron a Roe y a Kinsey.
Al igual que yo, se enamoraron de las dos. Linda, la mamá de Roe,
también vino, junto con mi hermano pequeño, Wyatt. Fue maravilloso tener
a todos en nuestra casa durante las vacaciones creando recuerdos
familiares en un lugar que no tenía recuerdos antes de Roe.
Era simplemente un lugar en el que yo vivía. Ahora, realmente yo tenía
una vida en él.
Sí, Kinsey me había interrumpido a mitad del sexo más de una vez,
pero tener a Roe en mi cama valía la pena. Kinsey lo compensaba con su
ternura, y cada día nuestra conexión crecía.
La cálida sensación que siempre se apodera de mí cuando pienso en
mis chicas se empapó de nuevo con mis nervios hiperactivos.
—Contrólate, Carthwright —me quejo para mí.
Un golpe en la puerta de mi oficina es un bienvenido descanso de mi
incapacidad para concentrarme.
—Adelante —grito.
Crystal sonríe mientras entra.
—El almuerzo está aquí —dice, sosteniendo una bolsa.
Mi estómago hace un ruido a su entrada y me paro, caminando sobre
la mesa donde ella está sacando los contenedores.
—No me di cuenta de lo hambriento que estaba hasta que entraste.
Ella se ríe entre dientes.
—Nunca lo haces.
Mientras ella abre los contenedores, saco algunos platos y cubiertos
que guardo en un armario cercano. Facilita el intercambio y me gusta usar
utensilios reales y no plásticos.
Los viernes, Crystal y yo siempre pedimos comida a domicilio y
almorzamos juntos. Comenzamos a hacerlo cuando la contrataron por
primera vez como un tipo de gesto de conocerla y, en su mayor parte,
continuó así. A menudo, en estos días, Roe se une a nosotros. La comida
del día es en un restaurante de tapas cercano.
—¿Cuál es el plan para el fin de semana? —Crystal pregunta mientras
comienza a apilar comida en su plato. Hay un tono de complicidad en su
voz, pero me niego a verificar su sospecha para no darme mala suerte.
—Cena con James y algunos otros amigos, junto con la mamá de Roe.
—Su mamá también, ¿eh?
Entrecierro mi mirada hacia ella.
—Cena de inauguración de la casa.
—Claro —dice con una sonrisa.
—No digas una maldita palabra.
—No dije nada.
—Tu ibas a hacerlo.
Ella se encoge de hombros.
—Quizás.
—Bueno, no lo hagas.
—Te vas a las tres hoy, ¿verdad?
Asiento.
—Correcto.
Crystal es buena y no presionó por más, pero supe cuando el
mensajero armado llegó a principios de semana, que ella sabía exactamente
lo que estaba pasando.
Cerca del final del almuerzo, mi teléfono suena con un mensaje de
texto.
Jace El Idiota: ¿A qué hora es esta noche?
Thane: Tragos a las siete, cena a las ocho.
No puedo evitar reírme ante el nombre del contacto.
—¿Que es tan gracioso? —Pregunta Crystal.
Giro el teléfono hacia ella y le muestro el nombre, lo que la hace reír.
—Déjame adivinar, ¿Fue Roe?
El primer encuentro de Roe con Jace fue tan espectacularmente malo
como pensé que sería. Jace dijo todas las cosas incorrectas y provocó a Roe,
quien simplemente lo derrotó, como siempre hacía conmigo. Su ingenio
seguía siendo algo que me asombraba, y más aún cuando se dirigía a otra
persona.
Después de esa noche, Roe cambió su nombre en mi teléfono y yo
nunca lo cambié de vuelta porque es apropiado.
Incluso con su mala primera reunión, resultó que aparentemente no
fue tan horrible como yo creía. Jace estaba impresionado por Roe, y Roe,
aunque molesta por Jace, se divertía con sus peleas verbales.
Unas horas después, alguien llama a mi puerta y miro a la mujer más
hermosa del mundo.
—¿Listo? —Roe pregunta mientras camina hacia mí.
—Lo estaré cuando estés frente a mí si sigues caminando así.
Ella se ríe y pone los ojos en blanco como siempre, luego se jala el
cuello de su camisa de cuello redondo, exponiendo su hermoso escote.
—¿Es en serio? Quiero recibir una puta paja de camino a casa por esa
mierda.
Se para frente a mí, con su sonrisa descarada en su lugar mientras se
inclina. Cuando sus labios se presionan contra los míos, un gemido bajo se
arrastra cuando toma mi polla ahora tensa.
—Joder, mujer.
—El resto del día está arruinado, también podría irme a casa —
susurra contra mis labios antes de deslizar su lengua por ellos.
Una risa se me sale.
—Me estás matando.
Ella se endereza y extiende su mano.
—Vamos.
Roe sigue burlándose de mí y cuando llegamos a casa, la inmovilizo
contra la ventana con mi polla. Ayuda a liberar mi tensión y mis nervios.
Después voy a la ducha mientras ella va a recoger a Kinsey. Cuando
regresa, yo llevo a Kinsey a la cocina para comer un bocadillo mientras Roe
se ducha y yo me preparo para la cena.
Solo James sabe de qué se trata realmente esta noche. Todos menos
Jace habían visitado el apartamento desde que Roe se mudó, por lo que
llamarlo fiesta de inauguración era un poco falso. Cuando Roe rechazó la
idea, le expliqué que solo quería reunirnos con nuestros amigos ahora que
lo habíamos convertido en un hogar.
—¿Cómo te va por aquí? —Pregunta Roe mientras saca una bandeja
de madera grande del gabinete para la charcutería que estamos preparando.
Se está pasando una toalla por el pelo mojado y me abandona un gemido.
—Me dan ganas de repetir lo de hace una hora contigo luciendo así.
Se muerde el labio inferior y sonríe.
—Sabes que me gusta tentarte.
Oh, cómo sabía yo eso.
—Sí, pero tenemos cuatro personas y media que vendrán a cenar en
una hora y media.
Envuelve sus brazos alrededor de mi cintura y coloca un beso a un
lado de mi brazo.
—Está bien, me comportaré hasta que se vayan.
El sexo sucedía mucho más desde que se mudó, y no me quejo ni un
poco. Descubrí que es una forma en que nos uníamos, una forma que ambos
necesitamos para mantener al margen nuestras inseguridades de
abandono. Es extraño decir que el sexo nos hace una pareja más fuerte,
pero es cierto. Creo que vivir juntos también ayuda.
Unos minutos antes de las seis, Roe está acabando de ordenar la
charcutería en el comedor mientras yo corto patatas en la cocina cuando
suena el timbre. Por el rabillo del ojo, veo a una Kinsey que camina como
un pato y pisa fuerte pasando la puerta de la cocina con Roe justo detrás de
ella. Roe me guiña un ojo y me lanza un beso al pasar.
—¡Bueno, hola, mi calabaza! —Escucho decir a Linda.
Me enjuago las manos y salgo a saludarla. Tiene a Kinsey en sus
brazos admirando su vestido cuando la alcanzo.
—Bienvenida —le digo, inclinándome para besar su mejilla. Kinsey
hace un sonido y giro mi cabeza y la beso también, ganándome una
carcajada.
—Buenas noches, Thane. Todo huele maravilloso.
—Gracias. —Tengo un lomo de ternera rostizado con costra de hierbas
y un poco de salsa de crema de ajo hirviendo a fuego lento. También va a
haber patatas asadas. Todavía queda mucho por hacer y ahora que Linda
está aquí, Roe puede ayudarme de nuevo.
—¿Quieres vino, mamá? —Roe pregunta mientras caminan hacia el
comedor y la sala de estar.
—Me encantaría.
Roe aparece de nuevo en la puerta.
—¿Cómo vamos?
Echo un vistazo a mi alrededor.
—Necesito que termines la ensalada, luego comiences tu magia con
los espárragos y saltees las judías verdes.
—Está bien, Capitán.
No puedo evitar mirarla usando un delantal para ayudar a mantener
limpio su vestido. Visiones de ella vistiendo solo eso bailan por mi mente, y
dejo escapar un gemido suave.
—Detente.
Ella me mira parpadeando.
—¿Detener Qué?
—De lucir tan malditamente sexy todo el tiempo.
Ella se ríe y se estira para besar mi mejilla.
—Al igual que con tu atractivo sensual, no se puede evitar.
Un rato después suena el timbre de la puerta de nuevo y Linda abre
por nosotros. Las voces de James y Lizzie rebotan en las paredes seguidas
de un chillido de Kinsey y otro de Oliver. Habría otro sonido agudo, pero
Bailey está de vacaciones con sus abuelos.
Apenas habían atravesado la puerta cuando suena otra voz familiar.
Por la introducción a Linda supe que era Jace, y en el momento justo
aparece frente a la puerta de la cocina.
—¡La fiesta puede empezar, ya llegué!
—Quieres decir que puede terminar ahora que estás aquí —dice Roe.
—Ni siquiera puedo entrar por la maldita puerta y ya estás encima de
mí. Sólo admítelo, cariño, me quieres más que a este saco de estiércol —
dice, mirándome con una sonrisa.
No habían pasado dos minutos y ya la estaba provocando. Ella solo
sonríe a mi lado, lista para devolver el golpe.
—Prefiero comer mierda a estar contigo. Además, su trasero está más
caliente.
Se golpea el corazón con la mano.
—Me hieres, nena. Eso duele. ¿Sabes cuánto tiempo le dediqué a este
culo para tenerlo tan bien?
Salto cuando la mano de Roe golpea mi trasero, luego lo agarra.
—Oye, no soy un juguete en tus discusiones.
Ambos me ignoran.
—No podrías conseguir un culo tan bueno aún si trabajaras en él diez
horas al día. Algunos hombres simplemente están hechos de esa manera.
—¿De qué manera es esa?
—Perfecta.
Me inclino y beso la parte superior de su cabeza mientras cubro las
papas con aceite y hierbas.
—La noche comienza de nuevo con Roe sobre ti.
—Sí, me gustaría que Roe estuviera encima de mí. ¿Crees que podría
tomarla prestada alguna vez?
Mis ojos se convierten en rendijas cuando me vuelvo hacia él.
—Cállate y ve a tomar algo.
Lleva una sonrisa de comemierda y mira entre nosotros y el grupo en
la sala de estar.
—Entonces —Jace se frota las manos—. ¿Vamos a jugar al strip póker
esta noche?
—¡No! —Tanto James como yo gritamos al mismo tiempo.
Roe y yo terminamos rápidamente lo que estamos haciendo para
poder unirnos a nuestros invitados. Es casi como un baile mientras nos
movemos alrededor, robando besos a medida que avanzamos. Nos habíamos
convertido en excelentes compañeros de baile en la cocina.
Finalmente podemos tomarnos un descanso, nos unimos a todos.
Cuando entramos, Kinsey chilla y se acerca a mí.
—¡Papi!
—¿Sí, bebé boo? —Me inclino y la levanto. Miro alrededor de la
habitación para encontrar más de un par de ojos sobre mí—. ¿Qué?
—Amigo, ella te llamó Papi —dice Jace.
—Y lo soy.
—Es dulce —dice Lizzie, desafiando a Jace a decir algo malo al
respecto.
No importa si lo hace, porque yo soy su papá en mi corazón y ahora
todos lo saben.
—Ella es la hija de tu hermana, ¿verdad? —Pregunta Jace, mirando a
Roe. No sabe mucho sobre cómo Kinsey llegó a estar con Roe.
Roe asiente.
—Pero soy su tutor legal.
—Y su madre —agrego.
—¿Qué le pasó a tu hermana? —Pregunta Lizzie.
No hemos visto a Ryn desde el cumpleaños de Kinsey, pero cuando
recibimos más información sobre el caso, averiguamos por qué.
—Su oficial de libertad condicional la sorprendió drogada, y ahora está
cumpliendo condena —dice Roe—. Eso era parte de su libertad condicional.
Evitar las drogas.
—Bueno, tal vez esto la haga enderezarse —dice James, gimiendo a
su esposa cuando ella le da un codazo.
Veo cómo la expresión de Roe se reduce y alargo la mano para
agarrarla. Perder a Kinsey por culpa de Ryn era uno de sus mayores
temores.
—Detente —le susurro al oído.
Respira hondo y se endereza, luego se vuelve hacia mí.
—Gracias —dice mientras presiona ligeramente sus labios contra los
míos.
Aprieto su mano. Si las cosas salen como espero, podríamos comenzar
el proceso de adopción de Kinsey. Al menos sabemos dónde está Ryn. Solo
me preocupa lo susceptible que sería a renunciar a sus derechos de
maternidad.
Un poco más tarde, estamos todos sentados en la mesa, incluidos los
niños: Kinsey en una silla alta y Oliver en el regazo de James.
Hace un año, la habitación en la que estábamos no tenía nada de la
vida que tiene ahora. Oscura y gris y vacía, en comparación con la calidez
para compartir con amigos y familiares. Me habría reunido con Jace para
tomar algo, luego me iría a casa, trabajaría la mitad del fin de semana, me
bañaría y repetiría todo de nuevo. No puedo imaginar cómo había cambiado
mi vida con el simple hecho de un café derramado.
Mis nervios se aceleran cuando termina la cena. Aunque no llevamos
mucho tiempo juntos, no tengo ninguna duda en mi mente o en mi corazón
de que es lo correcto.
Nosotros somos lo correcto.
Hay mucha charla y golpeo el borde del vaso con el tenedor para
llamar la atención de todos.
Me pongo de pie, empujando mi silla hacia atrás y capto la mirada de
James. Me levanta un pulgar sutilmente, lo que ayuda a calmarme un poco.
—Quiero agradecerles a todos por venir esta noche y bautizar nuestra
casa como un lugar para amigos y familiares. La noche ha sido genial, pero
sigo pensando que hay una cosa que podría hacerla aún mejor.
—¿Bañarnos desnudos? ¿Marihuana? —Dice Jace, haciendo reír a
toda la mesa.
—Alguien que lo golpee —dice Roe, a lo que Lizzie accede.
Con un trago fuerte, saco la pequeña caja de mi bolsillo y me ajusto a
arrodillarme sobre una rodilla al lado de Roe.
Sus ojos se abren de par en par y sus labios se agrandan cuando abro
la caja y expongo el anillo de diamantes dentro.
—¿Thane?
—Roe, desde el momento en que no tan accidentalmente derramaste
café sobre mí —comienzo, ganándome algunas risas de nuestros invitados—
. Me cautivaste por completo. Al principio no entendía por qué, pero lo supe,
es porque estabas destinada a ser mi todo. Somos una pareja perfecta y no
puedo expresar la profundidad de mi amor por ti. Quiero acabar con el resto
de nuestros miedos e inseguridades y unirnos para siempre, porque no
tengo vida sin ti. Kinsey, tú y yo contra el mundo. Sé que no ha pasado
mucho tiempo, pero sé qué hacemos buena pareja. ¿Podrías casarte
conmigo, convertirte en mi esposa y quedarte conmigo para siempre?
Le tiembla el labio inferior y frunce el ceño mientras lucha contra las
lágrimas.
—¡Sí! —grita antes de poner sus brazos alrededor de mis hombros y
acercarme—. Sí. Si. Si. Para siempre, sí.
Epílogo
Thane
FIN
Sobre la autora
K.I. Lynn es la autora más vendida de USA Today con The Bend
Anthology y es una de las más vendidas de Amazon con Breach and
Becoming Mrs Lockwood. Pasó su vida incursionando en las artes, desde la
música hasta la pintura y la cerámica, hasta finalmente la literatura. Los
personajes siempre rondaban por su cabeza, representando sus historias,
pero no fue hasta más tarde en la vida que los escribiría. Resultaría ser lo
único que realmente la apasionaba.
Desde que comenzó a publicar sus historias en Internet, ha sido
aclamada por su diversidad de historias y su estilo de escritura tan
contundente. Nunca hay dos historias ni dos personajes iguales, su cerebro
se mueve entre diferentes ideas más rápido de lo que puede escribirlas,
mientras también trama su búsqueda de la dominación del mundo... o del
queso. Lo que sea más fácil de conseguir... Normalmente es el queso.