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LA RESTAURACIÓN

a. El regreso de la dinastía Borbón.

En 1875 se produjo la restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII,


hijo de Isabel II, tras el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto (1874). Su
instauración fue posible por la combinación de tres factores:

✔ El deseo de otorgar estabilidad política al país.

✔ El reconocimiento internacional del príncipe Alfonso.

✔ La aceptación de la monarquía por la opinión pública.

En este sentido resultó decisiva la labor de Antonio Cánovas del Castillo, jefe del partido
alfonsino. Fue él quien condujo al todavía príncipe Alfonso a firmar el Manifiesto de Sandhurst,
un documento en el que se afirmaba que la única solución para los problemas de España era la
vuelta de una monarquía constitucional, conservadora y católica. Así comenzó el periodo de la
Restauración, que pretendía restablecer el régimen liberal moderado anterior a 1868.

b. El sistema canovista.

El verdadero artífice de la Restauración fue Antonio Cánovas del Castillo, que puso en marcha
un nuevo modelo político que intentó superar los problemas del liberalismo anterior: el
carácter excluyente de los moderados y la intervención de los militares en el gobierno. Para
conseguir su propósito se tomaron las siguientes medidas:

✔ Convocar Cortes constituyentes para elaborar y promulgar una nueva Constitución que
fuese respetada por los distintos partidos políticos.

✔ Acoger a todas las tendencias políticas excepto a los carlistas (que no aceptaban el
liberalismo), nacionalistas (catalanes y vascos) y a los republicanos (por ser antimonárquicos).

✔ Implantar una alternancia en el gobierno de dos partidos políticos (conservador y


liberal) surgidos de la agrupación de las anteriores fuerzas políticas.
La Constitución de 1876 tenía 89 artículos y permaneció en vigor hasta 1931. Sus
características son: Estado Confesional (se permitían otras religiones, pero en el ámbito
privado), soberanía compartida (entre el rey y las Cortes), sin división de poderes, Cortes
bicamerales, sufragio censitario (aunque a partir de 1890 será universal masculino), derechos
individuales (libertad de expresión, acceso a cargos, reunión, asociación, …).

Como ya hemos mencionado, el sistema político de la Restauración se basaba en la existencia


de dos grandes partidos, el conservador y el liberal, que coincidían ideológicamente: ambos
defendían la monarquía, la Constitución de 1876 y un Estado centralizado. No eran partidos de
masas, pues en ellos sólo participaba una pequeña parte de la población: las clases
acomodadas y sus actuaciones estaban determinadas por los intereses personales y no por los
planteamientos políticos.

El Partido Liberal Conservador se organizó alrededor de su líder, Antonio Cánovas del Castillo y
representaba la derecha moderada y tradicional. El Partido Liberal Fusionista estaba liderado
por Práxedes Mateo Sagasta y representó a la izquierda liberal (progresistas y unionistas).

Los dos partidos se turnaban en el poder de manera pacífica mediante el sufragio, para alejar
la tentación del pronunciamiento militar como forma de alcanzar el poder. Este sistema se
denominó turnismo y funcionaba de la siguiente forma:

✔ El rey llamaba a gobernar a uno de los partidos.

✔ Se disolvían las Cortes y se convocaban elecciones, que se manipulaban para que


obtuviera la mayoría el partido que debía formar el gobierno. Dicha manipulación se hacía
mediante tres vías:

▪ El encasillado, es decir, se elaboraban las listas de las personalidades que debían salir
elegidas.

▪ Los caciques, (alcaldes, concejales o grandes terratenientes) sobre todo de los núcleos
rurales se encargaban de asegurar los resultados electorales manipulando las actas
(presionando a los votantes o comprando votos) y falsificando el censo (incluyendo a personas
muertes o impidiendo votar a las vivas); todo a cambio de recibir privilegios.

▪ El pucherazo, la acción de cambiar los votos una vez emitidos, añadiéndolos o


sustrayéndolos.
Ninguno de los dos partidos denunciaba dichas irregularidades, pues el sistema beneficiaba a
ambos, comprometiéndose cada uno a esperar su turno para alcanzar el poder.

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