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2 - PERFIL DEL COACH

2.1. APTITUDES
El coach es un facilitador que ayuda a los individuos a conocerse y a progresar en su
crecimiento personal.

Joseph O’Connor y Andrea Lages, en su libro Coaching con PNL, afirman que un buen coach es
aquel que se conoce a sí mismo y tiene clara su misión de vida. Dicho de otro modo, es alguien
que sabe dónde quiere llegar, qué legado quiere dejar y qué sistema de creencias quiere
seguir.

Por este motivo, el coach debe ser un gran conocedor y practicante de la


Inteligencia Emocional. De ella, el profesional de esta disciplina acoge cinco
competencias básicas:

● llegar al autoconocimiento, tanto a nivel emocional como a nivel anímico;


● conocer dónde se quiere llegar y cambiar el rumbo en base a los estadios menos
adaptativos;
● ser capaz de motivarse, laboral y personalmente, dejando de lado el dinero o la posición
social;
● tener empatía y poder comprender a los demás;
● ser hábil socialmente y crear buenas sinergias entre individuos.

El coach escucha de forma empática, se pone en los zapatos del cliente y ve el mundo con sus
ojos para, desde ahí, poder aportar una perspectiva distinta. No obstante, debe salir del
universo emocional del coachee, para mostrarle aquello que no aprecia y que él mismo decida
qué hacer.

Este no es un mentor, ni un psicólogo, ni un consultor. Tampoco es un confesor, ni el


protagonista de un acompañamiento, aunque se sirva de la psicología, de la filosofía, de la
lingüística o del management para operar junto a su coachee.

El coach prepara las técnicas de coaching necesarias para que el cliente desarrolle sus
aptitudes, incluyendo la confianza y la autoestima y, de esta manera, crezca. En este sentido,
el coach debe realizar este acompañamiento con paciencia y formulando las preguntas
adecuadas para que el coachee maximice su potencial.

El coach tiene que “estar presente”, centrarse en lo que sucede aquí y ahora. Esto implica que
no juzgue ni valore a su cliente, y que lo observe simplemente como un individuo con
potencial. La metodología a seguir es la del diálogo basado en pregunta-respuesta para
conocerle y ganarse su confianza.

Según Eduardo Larriera, consultor de Strategic Company, todo coach debe tener las siguientes
aptitudes:

● Visión. Esta capacidad proporciona al coach una mirada global y objetiva con la que
analiza la situación de su cliente y capta los principales puntos en los que se debe poner
orden.
● Sabiduría. Une visión, conocimientos y experiencia, que proporcionan al coach las
habilidades y nociones suficientes como para lograr una profunda comprensión de aquello
que le sucede, necesita y puede lograr su coachee.

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● Humildad. Con esta aptitud, el coach no solo se convierte en un profesional, también es
capaz de llevar a cabo su labor de una forma libre de prejuicios y superioridad. La
humildad da al coach las raíces necesarias para ser consciente y estar presente y seguro
de sí mismo, respetando a sus iguales.
● Curiosidad. Esta cualidad es muy necesaria para cualquier coach, pues le otorga la
capacidad de acercarse a los temas o problemáticas de forma inocente y sin juicios de
valor. Como si fuera un niño, el coach puede tratar a su cliente sabiendo que siempre va a
aprender y a seguir creciendo en el camino.
● Flexibilidad. Alude a la capacidad de aprender desde cero, pero también de desaprender
lo asimilado para "grabar", en su lugar, algo diferente y nuevo. Esta capacidad permite al
coach no caer en dogmas ni en estadios rígidos, algo que el coaching evita por naturaleza.
● Seguridad en sí mismo. Tras dedicar tiempo a sí mismo y a su desarrollo personal, el
coach conoce sus puntos fuertes y sus debilidades, y sabe cómo actuar con y ante ellas.
De ahí que disponga de confianza y seguridad en sí mismo. De tal manera, servirá de
ejemplo para su coachee.
● Paciencia. Esta cualidad no solo indica una gran fortaleza, sino que también permite al
coach abordar con calma y serenidad cualquier situación de crisis o incertidumbre de su
coachee.

● Consistencia . Viene relacionada con la capacidad del coach para captar la diferencia
entre lo que una persona hace y lo que dice. Este factor no se puede aprender, pues es
algo natural e intrínseco en quienes gozan de él, pero sí que debe ser uno de los puntos
presentes en la forma de ser de un coach . Con la consistencia, este podrá ofrecer
credibilidad y confianza al coachee.
● Coherencia . Ser consecuente con las acciones y con las palabras afirmadas no solo
refuerza la consistencia, sino que también demuestra que el coach sigue y actúa según un
sistema de creencias que, si bien no tiene por qué ser estático y rígido, sí que es
sustancial y firme.
● Convicción. Creer en sus palabras, en sus acciones y en sus pensamientos. El coach debe
creer en lo que hace, en su actividad y en su labor como quien facilita el camino a quien
desea crecer y conocerse.

2.2. LOS ERRORES MÁS COMUNES DEL COACH


El coach, antes de nada, es un ser humano y, como tal, tiene capacidad para cometer errores.
A priori, esto no tiene por qué comportar ninguna negligencia, siempre y cuando el profesional
se cerciore de que su actitud frente al coachee es neutral y no da margen de error. ¿Esto qué
quiere decir?

Antes de ejercer, el coach debe conocer al 100% sus características, ya no solo como individuo,
también como profesional. De esta manera, tendrá más capacidad de distanciamiento consigo
mismo y no se dejará llevar por las sensaciones y emociones.

No obstante, es posible que esto acabe ocurriendo y que se presente una negligencia. Las más
comunes son las siguientes:

● Ser impaciente. Cada coachee necesita sus tempos para desarrollar sus habilidades. Es
por eso que no es nada productivo querer aligerar el proceso, pues no será nada
beneficioso para el cliente.
● Crear dependencia. Si bien durante las primeras semanas del procedimiento, el coachee
es un poco dependiente del coach, lo que este debe hacer es ir distanciándose conforme
su cliente vaya adquiriendo mayor seguridad en sí mismo.
● No dar ejemplo. Es importante que el coach cumpla con lo que predica o de lo contrario
su reputación ante el coachee se devaluará y saldrá perjudicada.
● Comparar. Así como cada cliente necesita su tiempo de aprendizaje y asimilación,
también requiere un procedimiento singular y específico para él o ella. Al fin y al cabo,
cada sujeto es un mundo en sí mismo: lo que le ha servido a un individuo, no tiene por qué
servirle a otro.

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● Dirigir . El coachee debe ser el capitán del proceso, mientras que el coach debe ser el
timón y reconducir a su cliente por los senderos más aptos para su desarrollo. Eso no
quiere decir que deba dirigir sus decisiones o coaccionarle, al contrario, debe darle
libertad para que él mismo decida lo que quiere o no quiere hacer, mientras este lo
argumente. De esta manera reforzará su autoestima y su confianza.
● Juzgar. El coach no debe regañar, dar sermones o emitir un juicio sobre el coachee. Esta
no es su labor y, además, es contraproducente porque causaría rechazo en el cliente.
● Ser el protagonista. El coach debe ser consciente de que él no es el protagonista
durante el proceso. Por y para ello, debe dar espacio al cliente para que exprese sus
sensaciones y sus preguntas/ respuestas a lo largo de la práctica.
● Ser arrogante . La arrogancia no beneficia nada al proceso de coaching. Un coach debe
comportarse como lo que es: un proveedor de servicios al cliente, y no una persona que
está por encima de las demás. Mantener la humildad es esencial.

RESUMEN
● El coach es el facilitador, el que ayuda a un individuo a conocerse y a progresar en su
crecimiento personal. Este debe escuchar de forma empática, ponerse en los zapatos del
coachee y ver el mundo con sus ojos para, desde ahí, poder aportar una visión distinta.
● El profesional de esta disciplina no es un mentor, ni un psicólogo o terapeuta, ni un
consultor. Tampoco es un confesor, ni el protagonista de un acompañamiento.
● Aptitudes básicas de un entrenador de coaching:
● visión;
● sabiduría;
● humildad;
● curiosidad;
● flexibilidad;
● seguridad en sí mismo;
● paciencia;
● consistencia;
● coherencia;
● convicción.
● El coach debe adoptar una actitud neutral, tolerante y respetuosa ante el coachee/cliente.
Debe conocerse al 100% para poder manejar las situaciones que se le presentan.

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● Los errores o negligencias más comunes del coach son:
● ser impaciente;
● crear dependencia;
● no dar ejemplo;
● comparar;
● dirigir;
● juzgar;
● ser el protagonista;
● ser arrogante.

ESPACIO DIDÁCTICO
Contesta las siguientes preguntas y practica las bases teóricas de este capítulo. No olvides
analizar y responder de acuerdo a lo que entendiste.

1. ¿Qué competencias básicas acoge el coaching de la Inteligencia Emocional?

2. ¿Qué aptitudes deben ser básicas en un coach?

3. ¿Cuáles son los errores más comunes de un coach?

4. ¿Por qué el coach no debe juzgar al coachee?

SOLUCIONARIO

CAPÍTULO 2
1. ¿Qué competencias básicas acoge el coaching de la Inteligencia Emocional? El
coaching acoge cinco competencias básicas de la Inteligencia Emocional, estas son:

● ● llegar al autoconocimiento, tanto a nivel emocional como a nivel anímico;


● conocer dónde se quiere llegar y cambiar el rumbo en base a los estadios menos
adaptativos;
● ser capaz de motivarse, laboral y personalmente, dejando de lado el dinero o la
posición social;
● tener empatía y poder comprender a los demás;
● ● ser hábil socialmente y crear buenas sinergias entre individuos.

2. ¿Qué aptitudes deben ser básicas en un coach? Visión, sabiduría, humildad,


curiosidad, flexibilidad, seguridad en sí mismo, paciencia, consistencia, coherencia y
convicción.

3. ¿Cuáles son los errores más comunes de un coach? Ser impaciente, crear
dependencia, no dar ejemplo, comparar, dirigir, juzgar, ser el protagonista y ser arrogante.

4. ¿Por qué el coach no debe juzgar al coachee? Porque no es su labor y porque puede
causar rechazo en el cliente.

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