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com/CORE-N%C3%BAcleo-338831536477995/ Pá gin a |2
LA RUNAMULA
UNO
Cuando levanté la cabeza, una oscura figura se elevó sobre mí. Caracoleaba.
Bufaba. La noche era oscura y, sin embargo, la figura que se agitaba agresiva era
más negra aun.
sombra, más oscura que la misma noche, se levantaba sobre mí, tan cerca que podía
tocarme.
Caí a tierra, sorprendido.
Levanté la cabeza y volví a ver la figura oscura que caracoleaba, como un
caballo misterioso que fuese parte de la misma noche.
Giré sobre la hierba y bajé a saltos y caídas. Me alejé como pude. Y cuando ya
estaba bastante lejos, volví la mirada. El caballo oscuro seguía caracoleando en el
mismo lugar y parecía, más bien, atado a un círculo del que no podía salir. Fue
entonces cuando ocurrió. Comencé a temblar de pies a cabeza. En medio de
la tibieza de la noche, empecé a tiritar. El miedo es una cosa seria. Nos
entorpece por completo. Y yo no podía pronunciar una sola palabra. Ni moverme.
El caballo, que ahora parecía un burro, dio un soplido ruidoso, como si una
voz cavernosa buscase liberarse, y por sus fauces agitadas surgió una llama
rojiza, tan profundamente roja que debía ser una llama viva de las mismas
profundidades del averno.
Esa fue la primera vez que me encontré con la runamula.
DOS
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