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ataque. Dio vueltas en medio del círculo de sal donde también estaba atrapada y
lanzó su relincho macabro. Nos cubrimos los oídos. Era un chillido espantoso,
insoportable, que inmovilizaba.

Luego desató su arma terrible. Mientras bravuconeaba y relinchaba sola `en el


ruedo, esta vez lanzando coces con las patas traseras y saltando furiosamente,
arrojó el primer escupitajo de fuego rojizo sobre la hierba, que se incendió
violentamente y quedó carbonizada al instante.
Terrible amenaza para nosotros.
Fue en ese momento en que oímos un ruido seco, como de un coco al ser
golpeado. Volvimos rápidamente la cabeza y descubrimos a Julio, mi alumno,
con un leño en una mano. Había golpeado en la cabeza al brujo Churumpi.
Un golpe seco, y el brujo cayó al suelo.
La runamula se estremeció y lanzó su chillido terrorífico.
Quise hablar, pero no pude. Ubertino tuvo más fuerzas que yo.
- Quita la sal —dijo.
Diana hizo señas con las manos, en señal de barrer el piso, indicando con
la mano la sal a nuestro alrededor.
—Pero he traído gasolina —dijo Julio—, levantando una galón anaranjado en
una mano.
Me paré frente a él, con los ojos furiosos y las manos en las caderas. Recién
entonces Julio comprendió nuestra emergencia.
Pateó las líneas de sal en diferentes puntos y sentimos que volvíamos a nacer.
Pero el primero en salir del círculo maldito fue la runamula, que se
abalanzó furibunda contra Julio y lo hizo trastabillar y caer. Si echaba fuego
en ese momento, lo iba a carbonizar en menos de un segundo. Por suerte, las
malas intenciones de la bestia fueron distraídas por el brujo Churumpi, que se
puso de pie tambaleante, cerca de la runamula.
El animal retrocedió y miró con furia al viejo brujo. Levantó las patas
delanteras y le lanzó coces violentas que parecieron romperle el cráneo. Cuando el
brujo Churumpi cayó inmóvil, la runamula le lanzó su soplo maldito. Una llama
intensa surgió de sus fauces y envolvió al brujo caído. Y mientras el fuego veloz
transformaba el cuerpo del brujo en una masa informe y negra, tuve una idea. Corrí

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hacia la galonera, que tenía la boca ancha y estaba destapada, y arrojé la


gasolina contra la runamula. Esta vez el animal comenzó a arder en un fuego
distinto, amarillo, fulgurante. La gasolina era implacable.
La runamula primero pateó al aire para apagarse, pero fue inútil. Su
relincho maldito me dejó sordo durante unos segundos. Nos alejamos de esas
llamas en movimiento.
La bestia herida no dejaba de chillar. Y emprendió una rápida carrera a
través del campo. Su galope era nítido, como si corriera por una pista de
piedras, y daba mucho miedo. Al poco rato la vimos desaparecer por una bajada.
Y dejamos de oír sus galopes, y la luz lejana de las llamas desapareció.
—Increíble —dije.
Julio y Ubertino se palmearon, se sacudieron la ropa, se dieron la mano.
Diana me abrazó.
—Gracias, profesor —murmuró.
Y emprendimos la subida.
Lamas, la hermosa ciudad de los tres pisos, nos esperaba nuevamente.

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VOCABULARIO
Ancas: muslos. En animales, patas traseras.
-Ateo: que no cree en la existencia de un dios.
Averno: infierno.
-Ayapullito: ave agorera, cuyo canto es interpretado por los shamanes y curanderos, pues
se cree que predice el futuro.
-Balbucear: hablar pronunciando con dificultad, de forma entrecortada.
-Bravuconear: amenazar con actitud arrogante, para intimidar.
-Bufar: resoplar con ira y enojo.
Bufeo: también llamado delfín rosado, habita las aguas del Amazonas. Es el delfín de
río más grande que existe.
-Caracolear: dar vueltas cerradas, particularmente un caballo.
-Chullachaqui: maligno duende que habita la selva amazónica.
-Coz: golpe que dan algunos animales con sus patas.
-Detractor: adversario, que se opone o no está de acuerdo con alguien o algo y lo critica.
-Encabritarse: de un caballo, que se alza sobre sus patas traseras.
Espabilar: avivarse, salir del aturdimiento.
-Fauces: parte interna posterior de la boca de los mamíferos, desde el paladar hasta el esófago.
-Fulgurante: que despide rayos de luz, brillante, resplandeciente.
Gangoso: de sonido nasal.
-Hacerse un ovillo: encogerse, contraerse.
Huito: árbol selvático nativo de Sudamérica cuyo fruto, que lleva el mismo nombre, tiñe
fuertemente de negro.
Lamisco: natural de la provincia de Lamas, ubicada en el departamento de San Martín, en
Perú.
-Luciérnaga: insecto bioluminescente, capaz de emitir luz.
Macabro: relacionado con la muerte y el horror, por lo que genera rechazo.
-Malero: se dice de aquellos brujos que realizan hechizos dañinos, destinados a perjudicar a
otras personas.
-Pavor: espanto, miedo intenso.
-Pedófilo: persona adulta que siente atracción sexual hacia niños o adolescentes.
-Repantigarse: acomodarse en un asiento, apoltronarse.
Solar: terreno vacío donde se edificará una construcción.
-Trastabillar: tropezar.
-Trocha: camino de tierra abierto entre la maleza.
Tunche: terrible ser maligno que habita las profundidades de la selva amazónica.
-Tupido: que sus componentes están muy juntos y apretados.
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