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El fenómeno de la increencia, aunque como tendencia universal afecta a todas las confesiones

religiosas, pareciera ensañarse aún más contra el cristianismo, por lo que para ahondar en la
experiencia de fe del creyente es completamente necesario abordar dicho fenómeno con el fin de
comprenderlo mucho mejor. La increencia no obedece a una única naturaleza, por el contrario,
este fenómeno tiene varias aristas que lo convierten en un fenómeno que responde muy bien a
diferentes situaciones, sin embargo, y a pesar de la multiplicidad de concepciones de este, existe
un rasgo que es común a todas los pensamientos: la increencia entraña un profundo rechazo a la
idea de un Dios distinto del hombre o la naturaleza, es decir, la increencia está íntimamente ligada
al ateísmo.

El ateísmo, como una de las manifestaciones más evidentes de la increencia puede dividirse en:
teórico o práctico. Es teórico cuando la negación de lo divino se limita, muchas veces, a teorías
especulativas dentro del ámbito académico; el ateísmo teórico puede considerarse también
negativo, cuando lo que se busca es ignorar la existencia de la divinidad, o positivo, cuando lo que
se busca es, mediante disertaciones, la negación de la esencia y existencia de Dios. Entre uno y
otro existe también el indiferentismo que lo único que busca es el desinterés respecto del
problema de Dios, es decir, no afirma ni niega su existencia, simplemente no le importa abordar el
tema. En cuanto al ateísmo práctico, este debe entenderse como un ateísmo existencial, es decir,
que no se limita exclusivamente a un rechazo teórico de la existencia de Dios como cuanto a un
rechazo en la propia vida de cualquier referencia a la divinidad.

Los orígenes de la increencia pueden ser diversos, de hecho, algunos autores afirman que dentro
de su origen confluyen varios elementos tales como: elementos especulativos, históricos, sociales y
culturales. Así, haciendo un breve recorrido por las diferentes etapas de la historia podríamos
resaltar lo siguiente:

 En el período precristiano y no cristiano: en la antigua civilización grecorromana existió lo


que bien podría llamarse un ateísmo de tipo religioso-político. No es que se negara
explícitamente la existencia de los dioses sino que se estaba en desacuerdo, algunas veces,
con el culto oficial o las representaciones antropomórficas que se le solían dar a los dioses.
 La crítica de la revelación: es en la edad moderna donde se pueden hallar los verdaderos
inicios del ateísmo. Dichos orígenes pueden tener su caldo de cultivo en dos hechos
concretos: la filosofía moderna y el rechazo de la idea misma de revelación. La filosofía
moderna excluye la fe porque simplemente cree que la construcción del racionalismo debe
estar cimentada exclusivamente en el hombre, por lo que cualquier referencia a un ser
superior sería totalmente innecesaria, por lo tanto, si no existe la posibilidad de la
existencia de un ser superior menos aún sería importante dedicar esfuerzos a probar su
revelación. Toda esta crítica a la revelación inició propiamente dentro de corrientes
filosóficas tales como la Ilustración, con la que comenzó a ponerse en tela de juicio los
fundamentos metafísicos del cristianismo. Como grandes exponentes del pensamiento de
la ilustración se pueden nombrar personajes tales como Spinoza, quien afirmaba que la
naturaleza era la mejor manifestación de Dios (Panteísmo), por lo que lo natural es lo único
que existe; a este le siguieron otros como De Cherbuij, Toland, Collins y Hume. Otros
grandes críticos de la revelación son: Kant y Hegel; Kant limita la revelación cristiana al
ámbito de lo humano, por lo que cualquier revelación estaría simplemente subordinada a
la experiencia humana; Hegel, entiende que cualquier verdad que se alcance, por medio
de la fe, no sería otra cosa que una conquista del espíritu humano, por ende, para él el
verdadero hombre-Dios no es Jesús, sino la humanidad.

CRÍTICA A LA RELIGIÓN Y AL CRISTIANISMO: EL ATEÍSMO CONTEMPORÁNEO

La increencia contemporánea tiene como fundamento el pensamiento de algunos autores,


especialmente filósofos, abiertamente ateos y que hicieron un gran esfuerzo por dar razones de su
ateísmo. Todos ellos basaron su pensamiento en el esfuerzo por sacar adelante una especie de
humanismo ateo, es decir, otorgarle al hombre como algo suyo y propio características que por
siglos fueron atribuidas a Dios, en pocas palabras, el hombre es el nuevo dios. Entre estos
pensadores se pueden destacar:

 Los Hegelianos: L. Feuerbach afirmaba que la religión es alienante en tanto que esta afirma
que Dios lo es todo mientras que el hombre es nada. Para él todo lo que la religión
atribuye a Dios no es más que una proyección del hombre de sus propias facultades a un
ser superior. La humanidad es la que es realmente divina, por lo tanto, se le debe devolver
a esta lo que se le ha arrebatado. Para él la religión es inútil y nociva porque incentiva en el
hombre un olvido y desinterés por la vida presente, la tierra y los valores humanos.
Por otra parte, K. Marx utiliza el concepto de alienación elaborado por Hegel y utilizado
por Feuerbach, en un sentido distinto. Para Marx la alienación religiosa es una situación en
la que el hombre se encuentra en una especie de opresión que es consecuencia de hechos
históricos concretos, por tanto, para que el hombre sea realmente libre es completamente
necesario eliminar dicha alienación. Para Marx la religión nace de la injusticia y por lo tanto
debe ser suprimida de la conciencia del ser humano.
 El ateísmo en nombre de los valores y de la libertad: para pensadores como F. Nietzche,
Dios sólo puede existir en la mente de los creyentes, los cuales nunca podrán crecer
humanamente y buscar su propia felicidad hasta que no se deshagan de la idea de Dios, y
es por esta razón que dicho autor propone la búsqueda y construcción de un superhombre
al cual puedan ser atribuidos muchos o todos los atributos que el hombre le concede a
Dios. Para él, la religión, especialmente el cristianismo es un crimen contra la vida.
J.P. Sartre es el más conocido de los pensadores del ateísmo existencialista. Para Sartre la
idea de Dios no puede ser sino contradictoria, pues según él, la noción de Dios debería ser
un “en sí para sí”, lo cual resulta a todas luces impensable. Según él, el hombre sólo podrá
ser libre sin Dios, el hombre debe dejar de ser objeto vigilado por Dios y convertirse en
sujeto de su propia existencia.
 El ateísmo en nombre de la ciencia: para S. Freud, como buen psicoanalista, la religión es
una especie de neurosis colectiva que tiene su génesis en el complejo de Edipo. La religión,
según él, alienta sentimientos de frustración tales como la angustia e indefensión del
hombre ante los problemas de la vida y deseos de felicidad eterna que nunca podrán ser
alcanzados. Para Freud la religión no es más que una ilusión vana que brota del
inconsciente, de deseos infantiles provocados por la nostalgia de la figura paterna.

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