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Acceso al lexicón mental: las palabras y cómo (finalmente) las

encontramos (G. Altmann, The Ascent of Babel, Cap 6)

• ¿Analogías que no funcionan? ¿Lexicón mental = un diccionario? No resulta poco


natural pensar que nuestro conocimiento de las palabras de una lengua reside en
una especie de diccionario mental: ortografía, pronunciación, una o más
definiciones, usos de cada palabra, y hasta uno o dos ejemplos. Aunque frágil, es
una analogía útil. Un buen punto de partida.

• Pregunta inicial: ¿Qué es una palabra? La unidad aislada más pequeña, analizable
en elementos menores llamados morfemas. Las palabras consisten de bases (claro,
palabra, es) y afijos (-s, -ando, pre-). Los sufijos son los afijos más comunes. Algunas
lenguas cuentan con infijos (por ejemplo, el tagalo, de Filipinas, o el uso de “bloody”
en “abso-bloody-lutely” en inglés). La morfología puede dividirse en flexiva (plural,
flexiones verbales, etc.) y derivativa (creación de familias de palabras, antónimos,
etc.). Las palabras son unidades complejas, y el significado de cada una de ellas
depende de los diferentes morfemas que la componen.

• ¿Cómo adquiere el cerebro las convenciones para, por ejemplo, descifrar que “in”
delante de “negociable” crea el significado opuesto? ¿Dónde se almacena este
conocimiento? ¿Cómo descompone el cerebro una palabra como “impronunciable”
en los componentes más pequeños que la integran? Temas para la psicolingüística,
sin duda.

• El lexicón mental es, por supuesto, un reservorio de significados y


(presumiblemente) también lo es de “formas” léxicas. También lo es un diccionario
común. Aún así, son muy diferentes físicamente. ¿En qué otro(s) aspecto(s) difieren?
Accedemos a las palabras por su ortografía, y en el camino nos encontramos con
palabras que comparten características (ortografía, estructura morfológica,
pronunciación, misma base léxica, longitud, etc.). Aquí reside la diferencia: en lo que
hacemos y cómo reaccionamos ante estos breves encuentros en el diccionario físico
y en el lexicón mental. No recargamos nuestra mente con las otras posibles palabras
en nuestro camino cuando usamos el diccionario físico. Con el lexicón mental, sí.
Procesamos los contenidos de las palabras vecinas que encontramos a medida que
refinamos o delimitamos nuestra búsqueda. Los procesos de búsqueda y acceso en
ambos casos son, por ende, diferentes.

• ¿Por qué recurrimos a las palabras vecinas al acceder al lexicón mental? Marsen-
Wilson (1970s) demostró que podemos reconocer una palabra aun cuando el
hablante no ha terminado de pronunciarla de forma completa. Parece que
accedemos a la entrada léxica de una palabra antes de que el estímulo físico haya
cesado. El tiempo necesario para reconocer una palabra es correlativo con cuánto
de la palabra necesita oírse para que sea única ante las demás posibles palabras de
la legua que comparten el mismo comienzo. “Librería” tendría su punto de unicidad
(uniqueness point) en la letra/fonema /í/, ya que ésta permite eliminar a “librero”
como competidora.

• El modelo de Cohorte (The Cohort model) de Marslen-Wilson (1987) consta de dos


fases preléxicas; la de acceso léxico y la de selección, y una postléxica; la de
integración. En la primera de estas fases, la información acústica y fonética del
target activa todas las palabras de la memoria que se le parecen, la cohorte. La
activación de la cohorte no se ve influida por otros niveles de análisis, sino que se
produce exclusivamente en base a la información acústica y fonética del target
(bottom-up o de abajo hacia arriba). Tras esta fase se produce la de selección, que
comienza una vez se ha activado la estructura de cohorte. El objetivo principal de
esta fase es la eliminación progresiva de aquellos candidatos que no se parezcan al
target: el reconocimiento de cada fonema adicional de una palabra elimina todas
aquellas palabras de la cohorte que ya no lo contengan. A medida que la señal se
va escuchando, el conjunto de elementos que forman la cohorte va disminuyendo
hasta que solo queda la palabra objetivo. Cuando uno de los miembros de la
cohorte permanece como único candidato se consigue el reconocimiento de la
palabra. Desde este modelo se propone que la palabra puede ser reconocida
incluso antes de que termine, en lo que se conoce como punto de aislamiento.

• Cada entrada a la que se accede es “activada”, porque se activa información


almacenada en las estructuras neuronales del cerebro. La estimulación pasa por los
circuitos neuronales del cerebro. Solo ciertos tipos de estímulos activarán de forma
correcta una parte específica del circuito neuronal. No se “accede” al léxico, sino
que se “activa”, al activarse circuitos en el cerebro.

• Las secuencias de sonidos que ingresan al sistema auditivo estimulan el circuito


neuronal y actúan cual combinación para una caja fuerte: los cilindros caen en su
lugar a medida que se gira la rueda de acuerdo a la secuencia numérica. Igualmente,
los circuitos neuronales que requieren una combinación particular de sonidos
comienzan a activarse a medida que la secuencia es pronunciada.

• ¿Qué significados de una palabra se activan y cuándo? “Priming” parece ser la clave.
Frecuencia de uso de las palabras y similitud o afinidad parecerían determinar la
activación de ciertos miembros de la cohorte, así como si se ha usado antes una
palabra relacionada. Las decisiones léxicas son más rápidas para “escoba” si antes
se mencionó “bruja” y no otra palabra no relacionada. Esto es el priming, donde
“bruja” prima a “escoba”.
• A medida que la señal acústica ingresa al sistema, se activan todas las entradas
léxicas compatibles con el estímulo, descartando (o desactivándose)
progresivamente aquellas alternativas que se vuelven incompatibles, influyendo en
este proceso la frecuencia de la palabra en la lengua. Las entradas léxicas que
corresponden a palabras más frecuentes se activan más fuertemente sobre la base
de estímulos acústicos similares que aquellas entradas vecinas menos frecuentes.

• Aparentemente primero activamos todas las posibilidades léxicas que coinciden


con el input acústico y el reconocimiento sucede luego cuando determinamos
cuáles de estas posibilidades es la correcta. Pero ante la variabilidad del estímulo
acústico, ¿cómo lo logramos? El acceso léxico es una especie de carrera donde solo
puede haber un ganador, es decir, la palabra reconocida. ¿Qué deja a otros fuera
de la carrera? Lo más importante es la compatibilidad con el estímulo acústico.
Divergencias acústicas causan reducción en la elegibilidad, lo que se vería afectado
por diferencias en pronunciación o por ruido ambiental. Afortunadamente el
sistema es tolerante, no tan categórico.

• Aparte del modelo de Cohorte de Marslen-Wilson, está el modelo de Logogen, de


Morton. En éste, detectores de palabras (como los detectores de movimiento en la
visión) almacenan las propiedades visuales o fonológicas de una palabra junto con
propiedades semánticas. Se activan ante la presencia de un estímulo particular, por
lo que, en el caso del habla, cada detector se vuelve progresivamente más activo a
media que encuentra mayor señal acústica que coincide con sus requisitos. Cuando
el umbral es el correcto, el detector se dispara, y la palabra es reconocida.

• En el habla concatenada, cuando las palabras se suceden rápidamente sin espacios,


la articulación varía, las personas son más ociosas o relajadas por economía de
esfuerzo o de tiempo, y los sonidos rara vez son articulados de forma óptima. Aun
así, la tolerancia es sensible al contexto. Desde ya la información fonológica suele
ser abundante aun en casos de asimilación y reducciones, y con el contexto
lingüístico y situacional, la necesidad de información fonética se reduce. En cuanto
a las reglas de coarticulación, parecería que la mente las tiene almacenadas y las
utiliza cuando la ocasión así lo requiere. También parecería superponer
articulaciones divergentes (en el caso de acentos regionales) a las internalizadas
para permitirnos adaptar el “oído” al estímulo.

• En cuanto al reconocimiento de la estructura interna de las palabras, ¿cómo lidia


la mente con ese nivel de complejidad? Morphemas como -endo (acción en
progreso) en “Está trabajando” y “¿Pensando en las vacaciones?, o in- (“no”, u
opuesto) en “incapaz” o “ineficaz” nos hacen pensar que no serían las “palabras”
sino los morphemas los que tendrían su propia representación mental. En inglés,
por ejemplo, “enhancement” (enhance + ment) y “apartment” no tienen la misma
estructura morfológica, por lo que al oír “enhance” se activa la base “enhance” y se
anticipan posibles opciones compuestas como “enhancing”, “enhanced”,
“enhancement”, todas formadas a partir de sufijos. Al oír “apart”, sin embargo, solo
se activan dos bases distintas: “apart” y “apartment”, ya que éstas últimas no son
complejas desde el punto de vista morfológico.

• Al oír “felicidad”, ésta primaría la activación de otra palabra con el mismo sufijo, por
ejemplo “complicidad” en lugar de la misma base con otro afijo, por ejemplo
“felizmente”. Parecería haber independencia morfémica en los circuitos neuronales,
por lo que una base con un sufijo X (felicidad) primaría otra base con el mismo
sufijo (complicidad) en lugar de la misma con otro sufijo (felizmente). El porqué no
está claro aún, pero parecería que el cerebro prima la opción recién oída por sobre
otras, y el sufijo “-idad” es el favorito en la predicción por sobre otra base.

• Todo parecería indicar que la complejidad morfológica cambia la naturaleza de las


representaciones en el lexicón mental como así también los procesos de
reconocimiento que utilizan dichas representaciones.

• El significado: Las entradas léxicas son donde reside el significado. ¿Qué pasa
cuando una palabra tiene varias acepciones? “Tabla” puede referirse a un objeto de
madera como a un conjunto de elementos químicos. Suponemos que el lexicón
mental también refleja esta multiplicidad de significados. ¿Cuál es la implicancia al
momento de activar un solo significado entre varios posibles? ¿Activamos todos los
significados posibles de una palabra a la vez? ¿Escaneamos todos los significados
posibles y elegimos el apropiado de acuerdo al contexto? ¿Activamos solamente
aquel que se requiere en un contexto particula?

• En “El banco está por allí.”, ¿Se activan juntos los significados “entidad financiera”,
“asiento”, “conjunto de peces” y “establecimiento médico”? Según un experimento
de Swinney (1970s), todos los significados parecerían activarse al mismo tiempo,
solo que luego en algún punto comienza un proceso de descarte. Al aparecer la
palabra una segunda vez más adelante en la oración, sólo se activa el significado
correspondiente a ese contexto. Otros estudios, sin embargo, no arrojaron
resultados similares. Encontraron que el soporte que provee el contexto es crucial
para la activación de significados más frecuentes, por lo que el significado menos
frecuente de “banco” (conjunto de peces) en un contexto rico favorecería la
activación inmediata de todos los significados de la palabra, mientras que en un
contexto donde “banco” tenga su significado más frecuente, se activaría solo éste.
Frecuencia y contexto parecerían influenciar la activación de significados en
homónimos. El contexto correcto parecería inhibir la activación de ciertos
significados menos frecuentes o menos esperados. Nuevamente, esto queda a nivel
especulativo.
• ¿Qué sucede con la palabra “mira”, que puede ser verbo y sustantivo? Tanenhaus y
sus colegas encontraron que ambas se activarían en aún cuando el contexto
sintáctico favorece una y no la otra, por lo que proponen que la sintaxis no influiría
en la activación. Si se activa un sustantivo o un verbo dependería finalmente, más
que del poder predictivo del sistema a nivel sintáctico (por ejemplo, que en la
oración “Lo tiene en la mira” sea el sustantivo el que prime), del estímulo acústico
que activa ambas opciones para luego dar lugar a un refinamiento y selección de
la palabra que encaja en el contexto. Esto sugeriría que las categorías sintácticas
podrían no estar almacenadas separadamente como ocurre en un diccionario.

• En resumen, se activan todas las entradas léxicas compatibles con el estímulo


entrante. Si la secuencia de sonidos entrante tiene múltiples significados,
generalmente se activan todos los significados compatibles para luego descartar
los incompatibles con el contexto. En contextos ricos o muy limitados, también
puede ocurrir que solo se activen los significados o el significado más apropiado
(Tabossi & Duffy).

• ¿Cómo es posible activar tantas opciones en tan poco tiempo? Aparentemente


tiene que ver con como armamos en secuencia los significados para darle
coherencia a toda una oración, con significados menos probables descartándose
en cuestión de milisegundos a medida que va ingresando más y más estímulo
acústico, con algunos significados ni siquiera siendo activados en contextos
limitados o muy ricos. Los estudios suponen velocidades de hasta 200 milisegundos
para el descarte de hipótesis inapropiadas y de activaciones que no encajan en el
contexto.

• El que no seamos conscientes de todos los significados que se activan a la vez


puede que se deba a que solo ingresa a la consciencia el significado activado más
destacado a cada momento. Esto, también, es a nivel especulativo.
Principales conclusiones:

• Las palabras son a menudo reconocidas ANTES de que la señal acústica finalice
y esto se acelera si 1) el punto de unicidad es temprano en la palabra, 2) si el
contexto favorece su reconocimiento, 3) si es una palabra frecuente en la lengua,
4) si en el barrio la palabra tiene menos vecinos, y 5) si están precedidas por
palabras relacionadas.
• Se activan TODOS los candidatos relacionados con el estímulo acústico.
Desajustes acústicos posteriores reducen el nivel de activación, al igual que
desajustes con el contexto. Desajustes acústicos dentro de los parámetros
fonéticos “legales” no reducen el nivel de activación de hipótesis léxicas.
• Las palabras no están representadas como unidades holísticas indivisibles, sino
como bases y afijos.
• Los significados alternativos de una misma base se activan aún en contextos
que favorecen o descartan un significado. Los significados posibles de una base
se activarían proporcionalmente en relación con la frecuencia de uso. Si el
contexto favorece el significado más frecuente de una base, parecería que éste
es el único que se activa. En caso de significados menos frecuentes, éstos se
activan y suben al mismo nivel de los más frecuentes, que luego se descartan.

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