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31/7/22, 12:14 Abordaje desde terapia ocupacional en trastornos de la conducta alimentaria.

INTRODUCCIÓN

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) constituyen un grupo de trastornos


mentales caracterizados por una conducta alterada ante la ingesta alimentaria o la
aparición de comportamientos de control de peso. Esta alteración lleva como
consecuencia problemas físicos o del funcionamiento psicosocial del individuo1.

Es difícil conocer con exactitud el número de afectados en la actualidad, ya que como


explica la Asociación TCA Aragón, hay muchas personas que no la aceptan, que no
buscan tratamiento o sufren dificultades para llegar a él. Por otro lado, no existe un
censo o recogida de casos completo de todos los servicios. Poniendo como ejemplo
Aragón, se conocen los ingresos y atención en las unidades específicas de TCA del
Hospital Clínico y Hospital Provincial, pero no en atención primaria ni en consultas de
otros especialistas privados como psicólogos, psiquiatras o nutricionistas. Desde esta
asociación, se han recogido datos que indican que los TCA son más frecuentes en
mujeres, 9 de cada 10 lo son; la prevalencia en España es de 4,1% a 6,4% en mujeres
comprendidas entre los 12 y los 21 años, mientras es de un 0,3% para los hombres; el
70% de los adolescentes no se siente a gusto con su cuerpo; 6 de cada 10 chicas
piensan que estarían más felices si adelgazaran y alrededor del 30% manifiestan
conductas patológicas, así como que los TCA están entre las 3 enfermedades crónicas
más frecuentes entre los adolescentes2.

Pero ¿Cuáles son los llamados TCA? Existen dos clasificaciones que se pueden tomar
como referencia, el CIE-10 y el DSM-5.

Dentro de la Clasificación Internacional de Enfermedades y problemas relacionados


con la salud, en su décima edición (CIE-10), se recoge en el epígrafe F50 llamado
Trastornos de la Conducta Alimentaria: la anorexia nerviosa, la anorexia nerviosa
atípica, la bulimia nerviosa, la bulimia nerviosa atípica, la hiperfagia asociada a otros
trastornos psicológicos, vómitos asociados a otros trastornos psicológicos, otros
trastornos de la conducta alimentaria (pica en adultos y pérdida de apetito psicógena) y
trastorno de la conducta alimentaria sin especificación3.

Por otra parte, en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, en


su quinta edición (DSM-5), se incluyen como Trastornos de la Conducta Alimentaria y
de la ingesta de alimentos: la pica, el trastorno de rumiación, el trastorno de
evitación/restricción de la ingesta de alimentos, la anorexia nerviosa, la bulimia
nerviosa, el trastorno de atracones, otro trastorno de la conducta alimentaria o de la
ingesta de alimentos especificado (anorexia nerviosa atípica, bulimia nerviosa de
frecuencia baja y/o duración limitada, trastorno de atracones de frecuencia baja y/o
duración limitada, trastorno por purgas, síndrome de ingesta nocturna de alimentos) y
trastorno de la conducta alimentaria o de la ingesta de alimentos no especificado.
Tomaremos este manual para explicar los criterios diagnósticos de la anorexia nerviosa
y bulimia nerviosa4:

Para diagnosticar anorexia nerviosa (AN) se deben cumplir los siguientes criterios
diagnósticos según el DSM-5:

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1. Restricción de la ingesta energética en relación con las necesidades, que conduce


a un peso corporal significativamente bajo con relación a la edad, el sexo, el curso
del desarrollo y la salud física. Peso significativamente bajo se define como un
peso que es inferior al mínimo normal, en niños y adolescentes, inferior al mínimo
esperado.
2. Miedo intenso a ganar peso o a engordar, o comportamiento persistente que
interfiere en el aumento de peso, incluso con un peso significativamente bajo.
3. Alteración en la forma en que uno mismo percibe su propio peso o constitución,
influencia impropia del peso o la constitución corporal en la autoevaluación, o falta
persistente de reconocimiento de la gravedad del bajo peso corporal actual.
 

El DSM-5 especifica si se trata de AN de tipo restrictivo o de tipo con atracones y


purgas, haciendo referencia a sí los 3 últimos meses han existido o no dichos
episodios 4.

Para diagnosticar la bulimia nerviosa (BN) se deben cumplir los siguientes criterios
según el DSM-5:

1. Episodios recurrentes de atracones. Un episodio de atracón se caracteriza por los


dos hechos siguientes:
2. Ingestión, en un periodo determinado de una cantidad de alimentos que es
claramente superior a la que la mayoría de las personas ingerían en un periodo
similar en circunstancias parecidas.
3. Sensación de falta de control sobre lo que se ingiere durante el episodio.
4. Comportamientos compensatorios inapropiados recurrentes para evitar el
aumento de peso, como el vómito autoprovocado, el uso incorrecto de laxantes,
diuréticos u otros medicamentos, el ayuno o el ejercicio excesivo.
5. Los atracones y los comportamientos compensatorios inapropiados se producen,
de promedio, al menos una vez a la semana durante tres meses.
6. La autoevaluación se ve indebidamente influida por la constitución y el peso
corporal.
7. La alteración no se produce exclusivamente durante los episodios de anorexia
nerviosa4.
 

Los factores de riesgo asociados a los TCA pueden ser temperamentales, ambientales,
genéticos y fisiológicos, por ejemplo, existe un mayor riesgo de presentar AN y BN
entre los familiares biológicos de primer grado de las personas que tienen el trastorno4,
un estudio nos dice que entre el 50% y el 83% de estos factores corresponde a la
genética, siendo multiplicada por 4 la probabilidad de que una persona padezca un
TCA si en su familia existe algún caso 5. En los factores temperamentales se asocia
haber padecido trastornos de ansiedad en la infancia con un mayor riesgo de padecer
AN y BN y a nivel ambiental se relaciona el aumento de la prevalencia en culturas
donde se valora la delgadez como un ideal4. Otra publicación sitúa el principal foco de
vulnerabilidad en el contexto social, siendo actualmente el cuerpo delgado un reclamo
para los medios de comunicación y publicidad. Este hecho puede afectar más a
personas con un perfil inseguro, perfeccionista, con baja autoestima y con miedo a ser
rechazadas. A nivel familiar tanto la sobreprotección como la falta de comunicación, los
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núcleos desestructurados o el atribuir mucha importancia a determinada imagen


pueden contribuir al desarrollo de dichos trastornos6. Particularmente en la BN,
presentan mayor riesgo aquellas personas que sufrieron abusos de carácter físico o
sexual en la infancia4.

Cómo podemos deducir a partir de los criterios diagnósticos del DSM-5, una persona
que presente cualquiera de estas patologías ve alterada su forma de vida, desde dejar
de comer con otras personas, hasta cambiar su forma de vestir, a practicar deporte de
manera excesiva, a controlar la ingesta calórica o la toma de laxantes, es decir, sus
hábitos y roles se ven alterados y como consecuencia, se produce un desequilibrio
ocupacional. A través de este artículo se expondrá cómo cambian dichos componentes
y cuál es la forma de intervenir del terapeuta ocupacional en estas patologías.

OBJETIVO

Conocer cómo afectan los TCA al desempeño en las diferentes áreas ocupacionales en
las personas que sufren TCA y cuál es la intervención del terapeuta ocupacional en
dichas patologías.

METODOLOGÍA

Se ha realizado una revisión bibliográfica en las bases de datos DIALNET y Google


Académico, utilizando las palabras: terapia ocupacional y trastornos de la conducta
alimentaria, así como consultas en guías prácticas clínicas, manuales diagnósticos,
libros propios de terapia ocupacional y datos de la Asociación de TCA de Aragón y de
la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia.

RESULTADOS

Vaquero y Solano7 explican que los pacientes que sufren TCA, muestran déficits en sus
habilidades y destrezas y como consecuencia el desempeño ocupacional se ve
afectado. Según el Marco de Trabajo de la Asociación Americana de Terapeutas
Ocupacionales (AOTA), “todos los aspectos del dominio de la terapia ocupacional
operan para apoyar el compromiso, la participación y la salud”, así pues la AOTA
clasifica las habilidades en: habilidades motoras (aquellas que se refieren a “cómo se
mueve una persona efectivamente o interactúa con objetos”), en habilidades de
procesamiento (se refieren a “qué tan efectiva es una persona organizando objetos,
tiempo y espacio”) y de interacción social(cómo una persona utiliza “efectivamente
habilidades de comunicación verbal y no verbal”). La AOTA especifica que “el término
ocupación denota un compromiso personalizado y significativo en los eventos de la
vida diaria por parte de un cliente específico” y clasifica dichas ocupaciones en 9

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categorías: actividades de la vida diaria, actividades instrumentales de la vida diaria,


manejo de la salud, descanso y sueño, educación, trabajo, juego, ocio y participación
social8.

Cabañero y Escriba9 explican cómo estas habilidades se modifican por los TCA a


través de las diferentes ocupaciones:

En las actividades de la vida diaria, tanto la AN como la BN evitan verse el cuerpo o lo


analizan detalladamente para encontrar imperfecciones; pueden utilizan laxantes,
diuréticos o enemas, intentan ir el número máximo de veces al baño y en el vestido les
resulta difícil aceptar su talla, sin embargo, también presentan otros comportamientos
diferentes. En la AN suele usar poca cantidad de productos de higiene ya que creen
que la grasa de éstos se transfiere a su cuerpo, incluso pueden ducharse con agua fría
para perder calorías; pueden utilizar ropa ancha y de colores oscuros y limitan la
ingesta calórica, comen a un ritmo lento, troceando mucho la comida y con un control
excesivo; la actividad sexual puede resultar problemática por el miedo a enseñar su
cuerpo, pueden rechazar el contacto físico. En la BN se suele dar un mal uso de los
productos despilfarrándolos; es más común el uso de ropa no muy adecuada, puede
ser ajustada y llamativa, con complementos para tapar autolesiones. La BN presenta
ciclos de control-descontrol, suelen comprar alimentos en grandes cantidades, comen
rápido y sin cortar mucho la comida y se caracteriza por una desorganización; pueden
aparecer problemas dentales y es frecuente el uso de maquillaje llamativo, a la vez que
piel descuidada por no seguir rutinas de limpieza; referente a la actividad sexual, se
pueden producir conductas de riesgo, relaciones promiscuas o también pueden
evitarlas por miedo, aunque es menos frecuente9.

En las actividades instrumentales de la vida diaria, a las personas que sufren AN les es
difícil delegar, por su alto nivel de responsabilidad, se pueden implicar en el cuidado de
otros, aunque no sea un papel muy acorde con su edad; pueden utilizar el cuidado de
mascotas como excusa para salir a realizar ejercicio con ellas. Pueden tener
pensamientos obsesivos con el orden y limpieza en el hogar; en el transporte utilizan
medios como andar o ir en bicicleta para moverse; suelen ser austeras en el uso del
dinero. En la BN la característica que predomina es la desorganización, por lo que
pueden tener problemas para responsabilizarse del cuidado de otros y les cuesta
mantener una constancia en los hábitos de limpieza; pueden realizar compras
compulsivas y les cuesta priorizar gastos. En los TCA la gestión de la salud se ve
alterada ya que en ambas patologías se llevan a cabo conductas de riesgo9.

En el descanso y el sueño, la AN puede presentar la interrupción de este para realizar


ejercicio, persiste un estado de alerta, mientras que en la BN predomina el caos y
puede presentarse hipersomnia. En la educación, las personas con AN son muy
exigentes por lo que invierten mucho tiempo en ella. En la BN se presenta el abandono
de estudios por la falta de constancia y la elección de actividades poco ajustadas a sus
capacidades. Las personas con AN dedican mucho tiempo al trabajo con una baja
productividad ya que necesitan realizar todo con perfección, mientras que en la BN les
cuesta cumplir con horarios y normas. Las personas con AN presentan sentimiento de
culpa ante el juego y en el ocio suelen elegir actividades relacionadas con el ejercicio
físico. En la BN se observa un abandono en las actividades de ocio al ver que sus

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expectativas no se corresponden con la realidad. Los TCA suelen abandonar sus


grupos sociales de referencia, suelen aislarse y pueden contactar con otras personas
que presenten la misma patología9.

Cómo hemos visto, en la AN y BN, existen diferencias que se manifiestan en las


ocupaciones, mientras que las personas con AN, suelen ser muy estrictas,
responsables y ordenadas, lo que supone unos hábitos rutinas muy rígidos, en la BN
surgen problemas para mantener una constancia, unas rutinas estructuradas y una
planificación en el tiempo. Sin embargo, estas patologías tienen en común la dificultad
para mantener la atención y concentración, por lo que tienen que invertir más tiempo
para conseguir sus objetivos10. Además, el principal interés en su vida es la
alimentación, por lo que el resto de las ocupaciones giran en torno a ella, acaban
empleando mucho tiempo en ello y esto, a largo plazo, puede ocasionar un
desequilibrio ocupacional11, entendiendo éste como la percepción de tener una
cantidad y variedad de ocupaciones no adecuada 10.

La Guía de Práctica Clínica de la Consejería de Salud, de la Junta de Andalucía,


denominada “Proceso Asistencial Integrado. Trastornos de la conducta alimentaria.”
sitúa la intervención desde terapia ocupacional “con intervenciones individuales y
actividades grupales, atendiendo a las necesidades de la persona entorno a las áreas
de desempeño ocupacional:

Automantenimiento: actividades corporales, actividades de la vida diaria,


psicomotricidad e imagen personal.
Productividad: talleres ocupacionales, entrenamiento en habilidades prelaborales,
orientación vocacional, laboral y formativa.
Ocio: actividades artísticas, actividades comunitarias, grupos de desempeño de
ocio.”
 

En dicho documento la figura del terapeuta ocupacional aparece en la quinta fase,


denominada “tratamiento intensivo: programa de día”, donde el objetivo es la
intervención integral sobre todas las áreas afectadas, con una visión conjunta para que
todas las intervenciones realizadas estén conectadas, siendo las fases anteriores:
recepción de la persona, valoración inicial, actuaciones conjuntas: atención primaria-
salud mental y valoración de resultados, confirmación diagnóstica y abordaje
terapéutico. Hay que destacar que es la segunda edición de esta guía de práctica
clínica, publicada en el año 2018, en la que aparece como novedad el espacio de
comunicación entre atención primaria y salud mental y el tratamiento intensivo para los
casos moderados y graves, lo que indica que se sigue avanzando e incorporando
mejoras en los TCA12.

Entonces, ¿cuál es el itinerario que sigue un caso de TCA? Según otra Guía Práctica
Clínica en el Sistema Nacional de Salud, el primer nivel de acceso a la asistencia
sanitaria son los servicios de atención primaria, concretamente llevados a cabo en los
centros de atención primaria. El segundo y tercer nivel de acceso a la asistencia
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sanitaria, es la atención especializada, siendo prestada en recursos de hospitalización


completa (hospital psiquiátrico y general), las consultas ambulatorias especializadas
(en las que se encuadran las unidades de salud mental de adultos, las infanto-juveniles
y los hospitales de día para hospitalización parcial, pudiendo ser monográficos de TCA
o generales de salud mental), servicios de urgencias y servicios médicos de hospitales
generales1.

Cabe destacar que cada vez se está dando más valor a la prevención, tanto desde el
sistema sanitario como el educativo, promoviendo hábitos de vida saludable y
ayudando a identificar los TCA, alejándose de la delgadez extrema como criterio
estético12. De hecho, la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia
(SEMG), en una publicación de noviembre de 2018, destaca el valor de la prevención
desde Atención Primaria, insistiendo en la adolescencia como edad crítica y haciendo
especial hincapié en la observación de los cambios de peso, los hábitos de la dieta, el
ciclo de la menstruación en las mujeres, los hábitos intestinales, el consumo de
sustancias o el grado de satisfacción, proponiendo la realización de exploraciones
físicas generales en las revisiones de salud así como herramientas de cribado, para
favorecer un diagnóstico precoz13.

La presencia del terapeuta ocupacional en el Sistema Nacional de Salud es escasa, es


difícil contar con datos reales actualizados. En el estudio llevado a cabo por Vaquero y
Solano7, publicado en el año 2012, se concluyó qué de las 50 provincias de España,
sólo 18 contaban con Unidades de Trastorno de la Conducta Alimentaria (UTCA). De
258 hospitales públicos en España, sólo en 21 confirmaron la existencia de UTCA y de
esos 21, sólo 4 contaban con terapeutas ocupacionales. Este estudio se ha utilizado
como referencia en posteriores documentos consultados. Quero6 publicó otro estudio
más reciente, en el que se había contactado con los Colegios de Terapia Ocupacional
de España y concluyó que en Castilla la Mancha y Navarra algún colegiado trabajaba
en UTCA, mientras que en Navarra, Aragón, Murcia y Extremadura no aparecía
ninguno. En el País Vasco, La Rioja y Castilla y León, no se disponía de la información
requerida.

Para el tratamiento de los TCA es importante contar con un equipo especializado y


multidisciplinar, comunicado entre sí, en el que intervengan diferentes profesionales
como médicos, psiquiatras, psicólogos, nutricionistas, enfermeros, trabajadores
sociales y terapeutas ocupacionales7,14. La figura del terapeuta ocupacional se
reconoce como positiva para restaurar el equilibrio ocupacional y disminuir el
aislamiento que los TCA provocan, acercando a las personas a la comunidad, por
tanto, aporta beneficios en el tratamiento5. Sin embargo, hace falta más evidencia que
respalde el papel del terapeuta ocupacional en los TCA6,14,15.

La intervención del terapeuta ocupacional comienza con la evaluación funcional, en la


que se suelen usar la entrevista y la observación (también se pueden utilizar
evaluaciones específicas), para detectar los déficits en las diferentes áreas
ocupacionales, para después marcar unos objetivos y crear un Plan de Atención
Individualizado6. Entonces se podrá decidir cuáles son los programas más adecuados
para cada persona. Algunos de ellos están relacionados con la alimentación, la
planificación de menús, el manejo del estrés, la relajación, las habilidades sociales, la
imagen corporal o la autoestima10. Herreros y Lorente 16 nos hablan de los beneficios
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de diferentes técnicas, como tratamiento complementario en los TCA aplicables desde


terapia ocupacional por su eficacia demostrada. Algunas de ellas son: la arteterapia,
que ayuda a expresar las emociones negativas y a superar el miedo a ser juzgados, a
la necesidad de control o a la perfección, mostrando mayor capacidad de decisión
conforme las sesiones van avanzando; la psicomotricidad ya que el ejercicio controlado
ayuda a disminuir la ansiedad y su componente social puede ayudar a mejorar su
autoestima o la relajación como método para afrontar el estrés.

La terapia ocupacional todavía presenta poca visibilidad en el tratamiento de los TCA,


se debería escribir más sobre la práctica y aumentar las publicaciones desde este
campo para que esto cambiara5,6, así como aumentar el número de UTCA y con ello
incluir más terapeutas ocupacionales dentro del equipo multidisciplinar10.

CONCLUSIONES

Los TCA son un grupo de trastornos mentales caracterizados por una conducta
alterada ante la ingesta alimentaria o la aparición de comportamientos de control de
peso, siendo la consecuencia problemas físicos o del funcionamiento psicosocial de la
persona. Ante la importancia de estos, ya que son la tercera enfermedad crónica en los
adolescentes, se está poniendo énfasis en su prevención y diagnóstico precoz.

El tratamiento de estos trastornos dentro del Sistema Nacional de Salud se lleva a cabo
desde Atención Primaria y desde Atención Especializada, donde se encuentran las
UTCA. Varios estudios (ya citados anteriormente) muestran un número bajo de dichas
unidades, así como la escasa presencia de la figura del terapeuta ocupacional dentro
de éstas.

Los profesionales de la terapia ocupacional estudian los déficits en las habilidades y


destrezas, las dificultades que aparecen en el desempeño ocupacional y cómo todo
esto supone una alteración en las diferentes áreas ocupacionales. Intentan restaurar un
equilibrio ocupacional, minimizando el aislamiento que estos trastornos suponen y
favoreciendo la participación en la sociedad.

Los TCA deben ser tratados por equipos multidisciplinares, dónde cada profesional
aporte su visión desde su propia disciplina. El terapeuta ocupacional está presente en
algunos de estos equipos, pero de manera minoritaria.

Se debería aumentar las publicaciones y con ello la evidencia del trabajo de los
terapeutas ocupacionales para poder aumentar la visibilidad dentro del campo de los
TCA.

BIBLIOGRAFÍA

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