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Investigación Nacional

Alumna Lorena Jacqueline Hernández


Castillejos

Antropología Filosófica

Profesora Ivonne González

09 noviembre 2022
Introducción
En la siguiente investigación se hablará de la anorexia dentro del país, en este
caso fueron los estados de baja california, Guanajuato y CMX donde se
realizaron diversos estudios para saber los factores de riesgo que podrían
detonar la anorexia, esta problemática fue vista desde diferentes contextos
con el mismo fin que es prevenir de manera oportuna a los jóvenes y evitar
que caigan en alguno de estos trastornos así como educar a las familias de los
posibles candidatos como forma de apoyo a los mismos.
Consideraciones psiquiátricas de los
trastornos de la conducta alimentaria:
anorexia y bulimia.

Bosque-Garza, J. M. D., & Caballero-Romo, A. (2009). Consideraciones


psiquiátricas de los trastornos de la conducta alimentaria: anorexia y
bulimia. Boletín Médico del Hospital Infantil de México, 66(5), 398-409.

Introducción
En la presente revisión se inicia con una breve introducción y se abordan
algunos aspectos psiquiátricos en torno al concepto, la epidemiología, la
etiopatogenia, el diagnóstico diferencial, la evolución y generalidades del
tratamiento de estos trastornos.
La anorexia nervosa, la bulimia nervosa y los trastornos inespecíficos del
comportamiento alimentario, dentro de los que se incluye el trastorno por
atracón, son alteraciones conductuales relacionadas al acto de comer y a la
imagen corporal. Si bien, a finales del siglo XX y en el siglo XXI, estos
padecimientos conductuales han sido considerados como entidades
estrechamente ligadas a la idolatría por la delgadez, las revisiones históricas
han revelado que los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) han
existido desde tiempos remotos, en particular la anorexia nervosa.1 Tal vez el
entorno cultural en el que éstos se han desarrollado, han matizado las
interpretaciones de estas conductas patológicas a lo largo de la historia. En
los tiempos modernos, la exigencia social por un cuerpo delgado en el género
femenino y atlético en el masculino, se ha constituido como factor de riesgo
para el desarrollo de estos trastornos. La publicidad dirigida a los sectores
juveniles de la población está notoriamente enfocada a la exaltación de las
características corporales consideradas socialmente atractivas. El ser delgado
se ha convertido en un salvoconducto para transitar por la vida, es una
garantía de seguridad que proporciona al individuo la libertad para el
desempeño social sin temor a ser criticado por sus congéneres.
Los TCA han sido descritos desde diferentes perspectivas y, sólo en los
últimos años, se les ha comenzado a abordar con un enfoque científico. En la
actualidad se considera que su naturaleza y origen son complejos, con
interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales, lo que, junto con
las complicaciones médicas que se observan en estos padecimientos, los
convierte en un campo de creciente interés para su estudio y tratamiento.

Objetivo
El objetivo principal es dar un tratamiento para la recuperación ponderal
hasta restaurar un peso sano, en el cual la menstruación y la ovulación se
presenten en forma natural en las mujeres, y normalización de las hormonas
sexuales en los hombres. Habrá que tratar también las complicaciones físicas
derivadas de la desnutrición y tratar los padecimientos psiquiátricos
comórbidos. Debido a que, generalmente, las pacientes no desean cooperar
con su tratamiento desde el principio, es necesario también proveer
educación a ellas y a los familiares sobre las características y complicaciones
del padecimiento, con el objetivo de estimular la aparición de conciencia de
enfermedad y motivarlos al cambio. Es necesario asesorar a la familia y tratar
la disfunción familiar que frecuentemente se presenta en estos casos.
La psicoterapia es una herramienta fundamental en el manejo de la anorexia
nervosa. Sin embargo, es necesario considerar que, si no existe un proceso de
rehabilitación nutricia concomitante, seguramente los resultados serán
modestos en el mejor de los casos Las técnicas cognitivas están dirigidas a
corregir la distorsión en los pensamientos relacionados con el consumo de
alimentos y con su evitación. El objetivo de los métodos conductuales es
incrementar el peso. La combinación de ambas reduce la ansiedad asociada
con el cambio conductual. A lo largo del tratamiento se clarifican las
conexiones entre las dificultades interpersonales y la restricción de los
alimentos, además de identificar las áreas deficientes en la resolución de
problemas y desarrollar habilidades de afrontamiento diferentes y efectivas.

Definición del tema


La anorexia nervosa se caracteriza por la consecución de un peso corporal
mucho menor al esperado para el género, la estatura y la edad de las personas
afectadas, quienes además presentan un rechazo al incremento ponderal. Al
inicio del padecimiento, durante la disminución ponderal y, en algunos
casos, también en los estados de desnutrición grave, se observa la alteración
en la percepción de la imagen del propio cuerpo y del peso o de la silueta
corporal. La amenorrea secundaria por más de tres ciclos consecutivos no
tarda en aparecer una vez que el índice de masa corporal ha disminuido a 17.5
kg/m2, mientras que las chicas que no han tenido aún sus menarcas
presentan amenorrea primaria. En varones es frecuente encontrar
disminución de la libido. El rechazo a mantener un peso corporal normal es
notable, tal y como sucede con el miedo a subir de peso o convertirse en
sujetos obesos. Este trastorno se divide en dos subtipos, según la
predominancia sintomática: el restrictivo y el compulsivo/purgativo (aquellas
que combinan también conductas purgativas con importantes ingestiones
descontroladas de alimentos). Es importante señalar que, mientras existan
suficientes criterios para sustentar este diagnóstico, no puede coexistir
simultáneamente el de bulimia nervosa. Sin embargo, a lo largo de la vida
existen pacientes que pueden virar de la anorexia nervosa a la bulimia
nervosa y viceversa.

Muestra
Los estudios que se han enfocado a la mortalidad en la anorexia nervosa
también difieren mucho en su metodología y la mayor parte utiliza tasas
crudas en lugar de tasas estandarizadas, lo cual ayuda mucho en la
observación del comportamiento de las cifras, comparadas con las tasas de
mortalidad esperadas en la población general pareadas por grupos de edad, a
lo largo de los años. Los primeros reportes encontraron tasas de mortalidad
de alrededor de 10% y, aparentemente, ha habido una disminución en las
cifras en las últimas dos décadas, en promedio 4.4%. 35 Estas cifras provienen,
en su mayor parte, de poblaciones clínicas que han sido detectadas y tratadas
en diversos centros de atención, lo que constituye un sesgo de selección y
deben ser tomadas con cautela. Recientemente se publicó un estudio
poblacional, retrospectivo, de supervivencia, que reportó una tasa de
mortalidad estandarizada de 0.71 (intervalo de confianza [IC] de 95% 0.42-
1.09), por lo que no difirió con lo esperado. 36 Las causas de muerte en este
estudio incluyeron: suicidio, desnutrición grave y complicaciones del
alcoholismo. En contraste, otro estudio ha publicado una tasa de mortalidad
estandarizada en anorexia nervosa de 3.3 (IC 95% 2.2-4.9). 37 En cuanto a la
bulimia nervosa, los datos arrojados por los estudios no son firmes en las
tasas de mortalidad estandarizada, aunque ciertamente es menor con
relación a la anorexia nervosa.38

Los predictores pronósticos más consistentes son: 39

Buen pronóstico:

1. Edad de inicio temprana.


2. Intervalo breve antes de la hospitalización.

3. Menor número de hospitalizaciones.

Mal pronóstico:

1. Peso muy bajo.

2. Duración prolongada de la enfermedad.

3. Anormalidades pre mórbidas clínicas o del desarrollo.

4. Presencia de conductas purgativas.

5. Disfunción familiar.

Resultados
Los estudios que han analizado el resultado de la anorexia nervosa a lo largo
del tiempo difieren en metodología, tiempo de seguimiento y definición del
"resultado". Sin embargo, la mayor parte coincide en que la tasa de un
resultado favorable es de 50% de los pacientes, 30% obtienen un resultado
moderadamente favorable y 20% es desfavorable. 35 No obstante, también se
reconoce que aún las personas recuperadas presentan deterioro en su
funcionamiento físico, psicológico y social después de haber alcanzado un
estado nutricio normal y haber recuperado sus ciclos menstruales. Además, la
alteración de la imagen corporal o la preocupación por los alimentos y el
temor a engordar persisten tras la recuperación física.

Conclusión
Actualmente se concibe un enfoque terapéutico interdisciplinario para el
tratamiento de los TCA; éste comprende la intervención de profesionales de
diversas especialidades que trabajen en coordinación conjunta desde la
evaluación inicial y durante el progreso del tratamiento. Es menester tomar
en cuenta que los pacientes acuden a consulta, la mayor parte de las veces, en
contra de su voluntad y sin conciencia de enfermedad. Por lo tanto, el
tratamiento debe incluir un programa de psico educación que le enseñe al
paciente y a sus familiares los pormenores de la enfermedad, las
consecuencias físicas y psicológicas de estos padecimientos y las
recomendaciones de manejo en casa. El objetivo es proveer información clara
y detallada que favorezca tanto la conciencia de enfermedad como el
involucro de la familia.

Ansiedad como predictor del riesgo de


anorexia y bulimia: Comparación entre
universitarios de Baja California y Ciudad de
México.
Pineda-García, G., Gómez-Peresmitré, G., Platas Acevedo, S., & Velasco Ariza,
V. (2017). Ansiedad como predictor del riesgo de anorexia y bulimia:
Comparación entre universitarios de Baja California y Ciudad de México.
Revista mexicana de trastornos alimentarios, 8(1), 49-55.

Introducción
En universitarios mexicanos, residentes en una ciudad cercana a la frontera
noroeste del país, se encontró que la ansiedad es una variable capaz de
predecir de manera individual (sin la colaboración de otras variables) el
riesgo de AN,estos hallazgos agregaron evidencia empírica a la relevancia de
la ansiedad en la etiología del comportamiento anoréxico y bulímico.
La selección de la ubicación residencial de los participantes (una en el norte
de México y otra en el centro del país) se apoyó, por un lado, en los datos
reportados en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Secretaría
de Salud, 2012), en donde los porcentajes mayores de con-
ductos alimentarias de riesgo (CAR) se encontraron en las regiones del norte
y el centro del país; y, por otro lado, debido a la información de otros
estudios previos realizados
en esas regiones. No obstante, resulta notable el hecho de que la
investigación «intracultural» entre diferentes regiones/estados/ciudades de
México es escasa pero necesaria, como lo muestran estudios como el de
Unikel et al. (2010), quienes encontraron que en población mexicana, si se
Investiga por regiones, el lugar de residencia es una variable importante para
explicar el comportamiento de la prevalencia de las CAR, puesto que ellos
identificaron diferencias importantes en la prevalencia de las diferentes
conductas medidas, lo que indica diversidad en las formas de reaccionar ante
los factores que influyen en el desarrollo de los TCA.
Objetivo
Para dar respuesta a dichas interrogantes se plantearon los objetivos de
investigación siguientes: a) identificar el nivel
de riesgo de AN y BN, así como el grado de ansiedad en estudiantes
universitarios de Ensenada-Baja California (ENS) y de la Ciudad de México
(CDMX), y b) comparar el riesgo de AN y BN dependiendo del sexo, el grado
de ansiedad y la ciudad de residencia.

Definición del tema


La ansiedad es un rasgo común en las pacientes con trastorno de la conducta
alimentaria (TCA; Brytek-Matera, 2008). En 1987, Toro y Vilardell
identificaron la ansiedad como producto de la preocupación excesiva por el
cuerpo o la figura física, desencadenando el desarrollo de una fobia hacia el
sobrepeso, real o imaginario, lo que conllevaría una restricción alimentaria
drástica, característica del comportamiento anoréxico; tal como
posteriormente lo confirmó Bulik (2002), quien señala que las mujeres con
anorexia nerviosa (AN) están constantemente ansiosas no solo por su figura y
peso, sino también por su alimentación. De manera genérica, algunos autores
han encontrado que las mujeres diagnosticadas con TCA obtienen
puntuaciones significativamente mayores en medidas de ansiedad que
aquellas sin TCA (Solano y Cano, 2012; Swinbourne et al., 2012). Pero,
adicionalmente, se ha identificado que la ansiedad no solo es un predictor
directo de la patología alimentaria en pacientes con TCA (Becker, DeViva y
Zayfert, 2004; Egan et al., 2013; Greene, Petrie y Zeichner, 1990; Schwalberg,
Barlow, Alger y Howard, 1992), sino que también actúa como un factor
mediador del efecto predictivo del perfeccionismo (Egan et al., 2013)

Muestra
En la muestra de la presente investigación se con-firmó que posee
consistencia interna buena (= 0.84). Para los fines del presente estudio se
calcularon dos índices con base en los promedios de las respuestas. El
primero agrupó los comportamientos asociados con AN ( = 0.73), e incluyó la
puntuación registrada en 14 ítems, Debido a que se trabajó con índices
elaborados a partir de promedios, y considerando que valores inferiores a
1.99 están asociados a la opción de respuesta nunca, los ubicados en el rango
de 2.00 a 2.99 a la opción a veces, aquellos de 3.00 a 3.99 a la opción
frecuentemente, y valores superiores a 4.00 están asociados a las opciones de
respuesta muy frecuentemente y siempre, dichos rangos se consideraron
como puntos de corte para definir cuatro niveles de riesgo: sin riesgo, riesgo
bajo, riesgo medio y riesgo alto, respectivamente. Inventario de Ansiedad de
Beck (Beck y Steer,1993), que consta de 21 ítems tipo Likert con cuatro
opciones de respuesta, que van desde nada = 0 hasta intensamente = 3, por lo
que constituye un auto reporte que mide síntomas del trastorno de ansiedad
generalizada. Este cuestionario puede ser utilizado en muestras clínicas y en
población general; para su interpretación, Beck y Steer propusieron las
normativas siguientes: puntuación entre 0 y 7 implica ansiedad normal; de 8 a
15, leve; de 16 a 25, moderada, y mayor de 26, grave. En la muestra del presente
estudio, este inventario mostró poseer una consistencia interna adecuada (=
0.78). se trabajó con un diseño no experimental, transversal, tipo encuesta. La
muestra fue no probabilística, constituida por 857 estudiantes universitarios
de entre 18 y 30 a ̃nos de edad (67% mujeres y 33% hombres); el 58% eran
residentes en ENS y el 42% en CDMX. Todos eran provenientes de
universidades públicas, de ocho carreras distintas (Administración,
Psicología, Comunicación, Derecho, Ciencias de la Educación, Informática,
Medicina y Enfermería). En función de las variables sexo y ciudad de
residencia, los participantes fueron clasificados en grupos.

Resultados
Con relación al primer objetivo, en la muestra general se encontró que el 14%
de los participantes manifestó algún nivel de riesgo de AN o BN. Este
porcentaje no difirió en
función de la ciudad de residencia. Riesgo de AN: 15% para ENS y 12% para
CDMX (2[1] = 1.42, p = 0.23); riesgo de BN: 13% para ENS y 15% para CDMX (2[1] =
0.34, p = 0.56). La comparación por sexo arrojó resultados similares. Riesgo de
AN: 14% para mujeres y 12% para hombres (2[1] = 0.69, p = 0.41); riesgo de BN:
13% para mujeres y 15% para hombres (2[1] = 0.44, p = 0.51). Posteriormente, al
comparar la ansiedad en función del sexo y la ciudad de residencia, el 53% de
las mujeres y el 43% de los varones reportaron experimentar algún grado de
ansiedad, sin identificarse diferencia significativa entre sexos (2[3] = 6.40, p =
0.09). Finalmente, la comparación por ciudad de residencia indicó que el 60%
de los participantes residentes en la CDMX registró algún grado de ansiedad
vs. el 42% de los residentes en ENS, diferencia entre porcentajes que resultó
ser estadísticamente significativa (2[3] = 34.6, p = 0.000). Como segundo
objetivo, se comparó el riesgo de AN y BN en función del sexo, el grado de
ansiedad y la ciudad de residencia. El ANOVA factorial identificó diferencias
significativas en el riesgo de AN en cada uno de los efectos principales y en la
interacción sexo por ansiedad (F [3, 826] = 4.33, p = 0.005) (tabla 2). No
obstante, de acuerdo con Keppel (1973), solo se interpretan las medias de los
efectos principales, ya que al invertir los ejes y re graficarlos, estos no se
cruzaron, lo que impide la interpretación de la interacción. Por ende, los
resultados indican un mayor riesgo de AN en los residentes de ENS que en los
de CDMX. Por otra parte, en las mujeres manifiestan mayor riesgo de AN que
los varones y, además, que dicho riesgo aumenta en la medida de que
también incrementa la ansiedad.

Conclusión
En función del primer objetivo, los porcentajes de riesgo de AN (14%) y BN
(14%) fueron relativamente bajos, confirmando los datos de estudios previos,
como el de Unikel et al. (2010), quienes a nivel nacional también encontraron
un 14% de CAR, siendo la región norte de México la más afectada. Además, en
la presente investigación, al igual que en otros estudios precedentes, el
número de casos identificados con riesgo de AN es sustancialmente mayor en
mujeres que en hombres (Álvarez et al., 2003; Vázquez et al., 2005; Vázquez,
López, Álvarez, Franco y Mancilla, 2004). El primer objetivo también incluyó
identificar si el grado de ansiedad difería en función de la ciudad de
residencia, y se encontró que fue mayor en los estudiantes de la CDMX que en
los de ENS. Estos datos son coincidentes con los de la Encuesta Nacional de
Epidemiología Psiquiátrica, donde la CDMX fue una de las ciudades (junto
con Guadalajara y Monterrey) con mayor prevalencia de trastornos de
ansiedad en el país (Medina-Mora et al., 2003). Con relación al segundo
objetivo, se encontró que la variable ansiedad resulta, como en estudios
previos (Fischer et al., 2008; Godart et al., 2003; Solano y Cano, 2012), tener un
efecto significativo en la explicación tanto del riesgo de AN como en el de BN.
Si bien los tamaños del efecto de la ansiedad aquí encontrados fueron bajos
(0.14-0.17), son similares a los esperados en el campo de las ciencias sociales y
de la conducta, como lo señala Cohen (1988). Esto refuerza la necesidad de
diseñar nuevos estudios en los que se disminuya la varianza de error no
explicada, agregando nuevas variables y ejerciendo mayor control sobre las
mismas. Además, cabe advertir que el tamaño del efecto de la variable
ansiedad evidencia que se trata de un resultado preliminar que, como tal,
debe interpretarse. En todo caso, en términos funcionales, el papel de la
ansiedad en la AN ya ha sido expuesto por algunos autores (Bulik, 2002;
Levinson y Rodebaugh, 2016; Toro y Vilardell, 1987), quienes señalan que la
preocupación excesiva por el cuerpo produce ansiedad y, para la disminución
de esta, las personas se involucran en conductas alimentarias restrictivas.
Este papel se muestra como una tendencia en el presente estudio, y es
congruente con los resultados de una investigación previa en la que la
ansiedad resultó fungir como
predictor directo de psicopatología de TCA (Egan et al., 2013.Otra limitante
fue la utilización de las normas de calificación indicadas por Beck y Steer
(1993) para el Inventario de Ansiedad de Beck, ya que hubiese sido pertinente
retomar las propuestas para población mexicana (Robles, Varela, Jurado y
Páez 2001). Al respecto, cabe advertir que, aunque existen ciertas diferencias
entre ambas versiones de normas, la variación más relevante está en el punto
de corte para definir el grado grave de ansiedad, ya que el propuesto para
México (> 30) es cinco puntos mayores al de Beck y Steer (> 25), de modo que
el empleo de este último pudo haber dado lugar a una sobrestimación del
número de casos identificados en este estudio con ansiedad grave. Por otro
lado, dada la relevancia del papel de la ansiedad en los TCA, se recomienda el
diseño, la implementación y la evaluación de programas de prevención que,
en los tres niveles de actuación ---primaria, secundaria y terciaria
(Organización Mundial de la Salud, 1986) ---, incluyan técnicas para el manejo
de la ansiedad. Finalmente, se recomienda profundizar en el estudio de la
interacción entre las variables: lugar de residencia, ansiedad y riesgo de BN.

Trastornos Alimentarios en Jóvenes


Guanajuatenses

Chávez Hernández, A. M., Macías García, L. F., Gutiérrez Marín, R., Martínez
Hernández, C., & Ojeda Revah, D. (2004). Trastornos Alimentarios en Jóvenes
Guanajuatenses. Acta Universitaria, 14(2), 17–24.
https://doi.org/10.15174/au.2004.234

Introducción
Los trastornos alimentarios, entre los que figuran la anorexia y la bulimia
nerviosa, constituyen una problemática que ha cobrado gran relevancia
dentro del campo de la salud mental debido al sostenido incremento en su
incidencia, así como por la complejidad de su cuadro clínico. El alarmante
incremento de casos de estos trastornos en los últimos años ha sido
registrado en diferentes países, especialmente entre la población joven y,
más recientemente, también en la población infantil (Killen, 1986; Welch,
1992), en los cuales se ha llegado a reconocer el carácter epidémico de los
trastornos alimentarios (Herscovici, 1990; Carbajo, 1995)
Los trastornos de la conducta alimentaria más frecuentes son: comer
compulsivo, anorexia nerviosa y bulimia nerviosa, los dos últimos
representan un mayor peligro para quien los padece tanto por sus
implicaciones físicas y mentales como por lo difícil que resulta su detección
temprana. Los criterios diagnósticos que considera el DSM-IV (APA, 2001)
para la anorexia nerviosa son: rechazo por parte del paciente a mantener un
peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal de acuerdo a
la edad y talla miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso, y
alteración en la percepción del peso o la silueta corporales; a esto se agregan
la negación del peligro que comporta el bajo peso corporal y, en las mujeres
pos puberales, la presencia de amenorrea manifestada con la ausencia de
al menos tres ciclos menstruales consecutivos.

Objetivo
Según diferentes autores (Klemchuk, 1990; Shisslak, 1987) la insatisfacción
corporal, la excesiva preocupación por el peso y los trastornos alimentarios
han venido incrementándose de manera consistente en las escuelas. Unikel
(2000) reportó que las edades más frecuentes para desarrollarlos son los 18 y
19 años. También entre población estudiantil de enseñanza básica de la
ciudad de México ha sido registrada la práctica de métodos para bajar de
peso, básicamente reduciendo el consumo de alimentos considerados
“engordadores”; las edades de estos estudiantes son de 10 y 11 años (Gómez,
1998a). En otro estudio se confirma lo anterior al registrar que la edad en que
el 25 %de los estudiantes de primaria inician dietas con la intención de
modificar el peso corporal son los 10 años (Gómez, 1998d). En el mismo
alimentarios en jóvenes
tenor, la edad de inicio de los trastornos
mexicanas son los 16,5años, con un Índice de Masa Corporal
(IMC)de 21,3, es decir, normal (Unikel, s.f.).Por lo tanto, al
considerar que los grupos estudiantiles son una población de
alto riesgo para desarrollar trastornos alimentarios, es
conveniente aplicar instrumentos de diagnóstico y detección
para conocer el nivel de incidencia y prevalencia entre
estudiantes universitarios del estado de Guanajuato, así como
identificar las características específicas de este fenómeno
propias de la localidad, objetivo planteado para el presente
estudio.

Definición del tema


El término Trastornos Alimentarios se refiere a “desórdenes psicológicos que
presentan graves anormalidades en él comportamiento de la ingestión de
alimentos, en un individuo que presenta una serie de conflictos psicosociales
y estima que su resolución está inevitablemente condicionada por la
adquisición de delgadez el mantenimiento de un peso bajo” (Raich, 1994). Los
trastornos alimentarios son un síndrome que termina por afectar múltiples
áreas vitales: relaciones sociales, familiares, escolares, laborales, sexuales y,
sobre todo, la relación del individuo consigo mismo; además encubre una
amplia gama de sentimientos que van desde el dolor y enojo, hasta la
depresión y auto-rechazo. En general, toda conducta alimentaria es parte de
un fenómeno complejo que exige para su estudio una aproximación
multifactorial y una perspectiva psicosocial.
En la República Mexicana se han podido comprobar algunos delos hallazgos
que explican estas patologías, aunque lamentablemente la repercusión de
estas investigaciones suele ser mínima (cfr.Holtz, 1992; Escobar, 1992;
Michel, 1985; Sosa, 1981). Por ejemplo, se ha reconocido que la actual y muy
extendida preocupación desmedida por la figura y el peso corporal suele
acompañar participar en la génesis de estos trastornos (Unikel, s.f.).
Álvarezet al., (1998) proponen que a esto se suma una alta estigmatización
con respecto a la indeseabilidad y riesgos de sobrepeso u obesidad. Por su
parte Mancilla et al., (1998) encontraron que 8.3 % de las estudiantes
universitarias que participaron en su investigación tenían algún trastorno en
la esfera alimentaria, y que los factores de riesgo asociados fueron la
insatisfacción personal, temor a engordar, baja autoestima y una mayor
sensibilidad a la influencia familiar, social y de los medios de comunicación a
los mensajes sobre adelgazar.

Muestra
El procedimiento comenzó obteniendo el permiso del INP para utilizar el
cuestionario, así como el programa para la captura de los datos y la
capacitación para los encuestadores. Posteriormente se realizó el muestreo y
alumnos de la Facultad de Psicología de la Universidad de Guanajuato y del
programa “De joven a joven” aplicaron los cuestionarios en las distintas
preparatorias participantes. Cada estudiante seleccionado respondió el
cuestionario y una delas tres formas anexas. El análisis de los datos se realizó
con el programa computacional SPSS (Statistical Package for the Social
Science) versión 10.0 hacen y el 15,1 %±2,4 % nunca desayunan cuando van a la
escuela. Las proporciones entre hombres y mujeres fueron muy parecidas. En
cuanto al número de comidas realizadas al día, el 3 %± 1 % de los alumnos
realiza una sola comida, 28,1 %±3 % de ellos hace dos, 53,5%±3,4 % tres
comidas y el 14,8 %±2,4 %come más de tres veces al día. En esta pregunta
también fueron muy similares los porcentajes de los hombres y las mujeres.

Resultados
La forma A que se utilizó para la presente investigación aborda el uso del
tiempo libre, los hábitos e indicadores de trastornos alimentarios, la
presencia de síntomas depresivos, modelos identifica torios y hábitos y
relaciones escolares. El procedimiento comenzó obteniendo el permiso del
INP para utilizar el cuestionario, así como el programa para la captura de los
datos y la capacitación para los encuestadores. Posteriormente se realizó el
muestreo y alumnos de la Facultad de Psicología de la Universidad de
Guanajuato y del programa “De joven a joven” aplicaron los cuestionarios en
las distintas preparatorias participantes. Cada estudiante seleccionado
respondió el cuestionario y una delas tres formas anexas. El análisis de los
datos se realizó con el programa computacional SPSS (Statistical Package for
the Social Science) versión 10.0.
El total de cuestionarios aplicados fue 2536 puesto que en algunos grupos no
se pudo encontrar a todos los estudiantes. La forma A, que aquí se reporta,
fue contesta-da por la tercera parte de los estudiantes, es decir, 810 alumnos.
De estos 810 alumnos 46,5 % son hombres y el restante 53,5 % son mujeres; el
rango de edad va de los 14 a los 20 años; la media fue de 15,84 años y la
desviación estándar de 1,03 años. Las categorías revisadas en esta sección del
cuestionario incluyeron preguntas sobre Hábitos alimentarios,
Autopercepción, Índice de Masa Corporal Percibido (IMC-P), Pre-ocupación
por engordar y Conductas de riesgo

Conclusión
Es posible observar que en el presente estudio las mujeres presentan mayor
preocupación por engordar y mayores porcentajes en todas las conductas de
riesgo de los trastornos alimentarios (indicadores específicos de
anorexia y bulimia nerviosa), quizás debido a que la presión social es más
fuerte hacia ellas, sin embargo, el grupo de los hombres tiene porcentajes
que comienzan a parecer significativos Además, se comprueba que en los
estudiantes de las Preparatorias de la Universidad de Guanajuato está
presente uno de los factores que se han descubierto como propiciadores
delos trastornos alimentarios: la distorsión de la autopercepción corporal
en relación con el IMC-P. Los adolescentes se sienten cada vez más obesos a
pesar de tener un IMC aparentemente normal. Las mujeres tienden a
percibirse gordas y a tener mayor preocupación por engordar, mientras que
los hombres se perciben delgados; todo esto puede ser el resultado de
mensajes sociales y culturales que recibe preferentemente la juventud en los
que el ideal estético implica un IMC menor al adecuado para otras medidas
antropométricas. Tanto la inconformidad con el propio cuerpo como el
aprendizaje de conductas compensatorias, presentes ambos en to-das las
categorías de IMC-P, pueden resultar en un cuadro franco de anorexia o
bulimia nerviosa. Sería interesante investigar con mayor precisión qué
aspectos de la insatisfacción con el propio cuerpo prevalecen entre esta
población. Algo que llama la atención es la autopercepción como delgados
entre quienes reportaron un IMC-P superior al normal, tanto hombres como
mujeres. Además de los elementos culturales, hay factores socioeconómicos
que podrían estar favoreciendo la existencia de trastornos alimentarios; tal es
el ejemplo de no desayunar en casa o de realizar solo una comida al día.

Conclusión
La anorexia afecta a los adolescentes en todo el mundo, en algunos estudios
incluso se ha visto que a partir de los 10 años se han llegado a detectar casos
de posibles candidatos para desarrollar uno de estos trastornos, es
impresionante como hay distintos factores que pueden ser causantes de la
anorexia que implican aspectos sociales, psicológicos, emocionales y de
estereotipos.
Es importante darle más enfoque a esta problemática para poder evitarla,
desde la crianza debemos de implementar en los niños una educación en la
cual hagamos de ellos personas más seguras de sí mismas y que aprendan a
valorarse y amarse tal y como son.

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