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GERIATRÍA - Seminario

Semestre Académico 2022 - II


ALUMNOS:

Alva Santillán, Ariana

Ballena Tapia, Fátima

Chavesta Pajuelo, Luisa

Flores Álvarez, Willys

García Vásquez, Edwin

Huancas Nonajulca, Annie

Juárez Ubillús, Alejandro

Monteza Nevado, Alessandra

Noriega Quesnay, Karla

Quiñones Prado, William

Riveros Picón, Marcelo

DOCENTE:

Dr. Edwin Harold Aguirre Milachay

Chiclayo – Perú

2022
GERIATRÍA

INTRODUCCIÓN

La muerte y el duelo producido por las más diversas pérdidas son aspectos
comunes en la práctica médica. Si bien no todos los factores que generan un
duelo patológico pueden ser controlados, el cómo se da la noticia de la pérdida
a la persona es un factor importante, y, por lo tanto, necesario a tener en cuenta.
El comunicar malas noticias es una tarea frecuente en el ámbito médico,
pudiendo tener un impacto negativo tanto en los pacientes como en sus
familiares si no se realiza de una forma adecuada. A pesar de su importancia, en
diversos estudios se ha documentado que los estudiantes de medicina y los
médicos no han recibido un entrenamiento formal para poder dar malas noticias.

Para dar malas noticias se requiere de una instrucción específica, habilidades de


comunicación que, desafortunadamente, no forman parte de la enseñanza
académica, por lo que, el médico desarrolla estrategias en función a su
experiencia y muchas veces siguiendo sólo el principio ético de beneficencia, por
el cual retiene u otorga información que considera relevante y protectora para el
paciente.

OBJETIVOS

• Señalar los factores que pueden limitar la comunicación en la relación


médico-paciente adulto mayor.

• Indicar los fenómenos psicológicos implicados en la relación médico-


paciente adulto mayor.

• Definir mala noticia y cómo afecta al paciente.

• Determinar cuáles son las recomendaciones para mejorar la


comunicación con el adulto mayor.

• Conocer los factores que interfieren en el momento de comunicar malas


noticias.

• Conocer las condiciones básicas que de ser tomadas en cuenta antes de


dar una mala noticia,

• Conocer el significado y utilidad del protocolo SPIKES

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1. FACTORES QUE PUEDEN DIFICULTAR LA COMUNICACIÓN CON EL


ADULTO MAYOR.

Barreras genéricas

Edad del paciente, el género, la educación, el origen étnico y el estado de salud


afectan el nivel de participación que experimentaron los pacientes, por ende,
dificultan la comunicación durante la relación médico-paciente. (1)

Trastorno de comunicación preexistente

Las condiciones que están asociadas con trastornos de comunicación


preexistentes a largo plazo pueden agravar los desafíos que enfrentan las
personas a medida que envejecen. Múltiples lesiones en el SNC dan como
resultado una constelación compleja de síntomas, incluidos cambios en la
comunicación, especialmente cambios en el habla y la cognición. (1,2)

Presencia de analfabetismo

Normalmente el anciano manifiesta niveles más bajos de alfabetización y tiene


menor educación formal que las cohortes más jóvenes, situándole en desventaja
para comprender totalmente las complejas elecciones que se les exige y los
regímenes que debe seguir. (3)

Presencia del acompañante / miembro familiar

Ante la presencia de un acompañante, el enfermo anciano hacía menos


comentarios, reaccionaba menos a los temas en cuestión y mostraba menor
expresividad y decisión. Más aun, con frecuencia se excluían a los pacientes
ancianos completamente de la conversación cuando el acompañante estaba
presente. Se han identificado otras dificultades de comunicación, entre las que
se incluyen la tendencia del miembro familiar de asumir el papel de informador
en las visitas médicas, algunas veces contradiciendo la opinión del paciente
anciano y en otras dando información que éste no quiso revelar. (1,3)

Presencia de déficit sensorial auditivo

El déficit sensorial auditivo va a influir negativamente sobre la calidad de vida de


las personas mayores debido a las interferencias producidas sobre la capacidad
para comunicarse, afectando, además, al estado de ánimo y al nivel de
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participación social, independientemente del estado cognitivo y físico del


individuo, lo que, a largo plazo, y en muchos casos, desembocará en un trastorno
depresivo. (3)

Comunicación no participativa

Las investigaciones que comparan a los médicos que tienen un "estilo


participativo" de comunicación con los que son más formales y paternalistas, han
establecido que a los pacientes mayores se les suele ofrecer una participación
menor en su atención que a los pacientes jóvenes. (3)

Falta de empatía, barreras socioculturales y barreras idiomáticas

Existe documentación, donde se evidencia la tendencia a ofrecer menos


respuestas empáticas a los pacientes que pertenecen a una etnia minoritaria y
que no dominan el idioma, que a aquellos que son parte de una etnia o son
mayoritarios y dominan el idioma. La investigación sugiere que los pacientes de
un grupo étnico diferente al del médico pueden estar menos inclinados que
aquellos en díadas de concordancia étnica a proporcionar una descripción
narrativa clara de su salud y experiencia actual a su. Algunos pacientes pueden
esperar que no los entiendan los médicos que usan una terminología y palabras
descriptivas diferentes a las de ellos; por lo tanto, los pacientes pueden retener
explicaciones claras de sus síntomas y experiencias de enfermedad. (3)

Ingresos del paciente

Las experiencias de los pacientes en el encuentro médico pueden verse


afectadas por su estado de ingresos y vulnerabilidad económica y puede haber
disparidades de ingresos significativas en la toma de decisiones de atención
médica. Las percepciones de los pacientes como independientes, responsables,
racionales e inteligentes tienden a mejorar su atención, y los pacientes más
educados reciben más información y explicaciones más detalladas de sus
médicos, al igual que los pacientes de nivel socioeconómico medio y alto. clases
económicas. Mientras que los pacientes de bajos ingresos tienden a hacer
menos preguntas a sus médicos, los estudios muestran que desean mucha más
información de la que tienden a recibir. (3)

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2. FENÓMENOS PSICOLÓGICOS QUE SE PUEDEN DAR EN LA


RELACIÓN MÉDICO-PACIENTE ADULTO MAYOR.

Empatía

La empatía implica una conexión socioemocional entre el médico y el paciente y


es vital para desarrollar y mantener la relación terapéutica. La capacidad de
empatizar es un proceso activo. A diferencia de la simpatía, que implica sentir
pena por las circunstancias de otra persona, la empatía requiere tratar
activamente de comprender la experiencia del mundo de otra persona y
transmitirle esta comprensión a través de palabras de consuelo y mediante
acciones y gestos de retroalimentación no verbal positiva. La idea de empatía en
medicina se basa en gran medida en el modelo biopsicosocial de atención
integradora, que establece que la medicina debe abordarse desde una
perspectiva biológica, psicológica y social, e involucra componentes cognitivos,
conductuales y emocionales, todos ellos centrados en el paciente. La empatía
requiere estar abierto a las diferencias culturales, incluida la comprensión de las
creencias populares, el papel que desempeña la familia del paciente en su vida,
escuchar con atención (incluso cuando un paciente tiene un intérprete) y explorar
cómo los pacientes usan tratamientos médicos alternativos o caseros. (3,4)

Transferencias

Las transferencias son “emociones del paciente anciano hacia el médico


(sentimientos positivos o negativos)”. Los pacientes no solo cumplen más
cuando perciben que sus médicos son competentes, comprensivos y
respetuosos, sino que también es más probable que hablen sobre información
importante como el cumplimiento de la medicación, los deseos al final de la vida
o los antecedentes sexuales. La participación activa de los pacientes en su
tratamiento, su implicación en las decisiones médicas y la expresión de sus
preferencias en muchos aspectos de su atención pueden ser esenciales tanto
para la satisfacción como para la adherencia del paciente. La comunicación
activa aumenta el conocimiento de los pacientes sobre su condición, les permite
transmitir información importante a sus médicos y mejorando el proceso de
atención. (3,4)

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Contratransferencias

Por su parte, las contratransferencias son “reacciones emocionales del médico


hacia el paciente anciano, como sentimientos (frustración) y conductas (rudeza,
acortamiento del encuentro)”. Lograr una atención centrada en el paciente
depende de factores complejos que incluyen el entorno y el modelo de práctica,
el propio patrón de comunicación del médico y las ideas sobre la relación médico-
paciente, y los deseos, motivaciones, estilo de comunicación y calidad de vida
relacionada con la salud del paciente. La comunicación no verbal, incluidos
comportamientos como el contacto visual, sonreír y mirar al paciente durante la
visita, puede ser un vehículo a través del cual un médico puede promulgar una
atención centrada en el paciente en la visita. En la visita médica, los médicos a
veces, sin darse cuenta, levantan barreras para la transmisión eficaz y eficiente
de información con sus pacientes. Estas barreras incluyen interrumpir y
apresurar a los pacientes. (3,4)

El “rapport”

La base de una relación médico-paciente positiva se basa en la confianza y el


respeto mutuos (rapport). Existe evidencia que si los médicos y los pacientes
deciden juntos qué medicamentos se tomarán, con qué frecuencia, durante
cuánto tiempo y en qué horario, además de cómo lidiar con los efectos
secundarios y otros desafíos, la adherencia es mucho mejor que si a los
pacientes simplemente se les dice qué hacer y dejar que ellos mismos
determinen cómo se adhieren. (3,4)

Resistencias

Son “reacciones del paciente anciano en contra de la relación con el médico o


del tratamiento”. Algunos pacientes, por ejemplo, pueden sentir que ellos y sus
médicos tienen modelos explicativos bastante diferentes para la enfermedad, y
pueden estar preocupados de que el médico encuentre inaceptables sus
explicaciones personales y culturales de la enfermedad, por lo que omiten
información ante la presencia de este pesar. (3,4)

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GERIATRÍA

3. RECOMENDACIONES PARA MEJORAR LA COMUNICACIÓN CON


LOS ADULTOS MAYORES

Tener una buena comunicación efectiva con las personas de tercera edad hace
que ellos se estimulen y los motive, además de que mejora su calidad de vida.
Es por esto que debemos asegurarnos de comprender las necesidades de los
mayores y de entretenerlo con sus temas y juegos preferidos.

Recomendaciones para mejorar la comunicación:

El apoyo familiar es fundamental en la última etapa de la vida. Por ello, es muy


importante que tengamos en cuenta algunos consejos para mejorar la
interacción tanto de los propios familiares como del médico.

• NO OLVIDAR SUS PROBLEMAS DE SALUD

Cuando entablemos una conversación con una persona mayor, es importante


que no olvidemos sus problemas de salud. Hay que tener siempre en cuenta
que sus capacidades no son las mismas que las de nosotros, por lo que
podría costarle un poco más de trabajo hablar y entender lo que le decimos.

Los factores como la pérdida de audición o de memoria pueden complicar la


interacción, pero si tenemos en cuenta estas dificultades, podremos
encontrar la forma de comunicarnos eficazmente.

• ARTICULAR BIEN LAS PALABRAS

Teniendo en cuenta que es probable que la persona mayor tenga problemas


de audición, es importante que hablemos lo más claro posible.

Debemos articular bien las palabras y direccionar la voz hacia su cara para
no crear más barreras. Asegurarnos de mover la boca y pronunciar cada
palabra de forma precisa. Hablar despacio, vocalizar y establecer contacto
visual. Utilizar frases sencillas y cortas también puede ayudar.

• CUIDAR EL AMBIENTE EN EL QUE ESTABLECEMOS LA


COMUNICACIÓN

El ambiente en el que nos comunicamos es importante, porque el ruido es


uno de los factores que más influencia tiene al momento de la interacción.

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Asegurarnos de que no haya ruidos que puedan causar distracciones, para


que la persona mayor pueda concentrarse en la conversación. De no ser así,
lo mejor será trasladarse a un lugar más silencioso.

• AJUSTAR EL VOLUMEN DE TU VOZ

El volumen de la voz también es importante. No confundas articular bien con


hablar alto. Debes aprender a adaptar la voz dependiendo de las necesidades
individuales de cada persona con la que interactúas.

El hecho de que la persona con la que hables sea mayor, no significa que
debas gritar. Controla el volumen para que puedas entablar una conversación
con un tono agradable para ambos.

• USAR ORACIONES Y PREGUNTAS CLARAS

Tener una buena comunicación depende de qué tanto te entienda el receptor.


Cuando hables con una persona de tercera edad es vital usar oraciones con
estructuras sencillas y precisas para evitar confundirlos.

Re-expresa tus oraciones, o preguntas, si percibes que no te ha entendido


bien. Que no te importe repetir lo que ya has dicho.

• SÉ PACIENTE Y SONRÍE

La paciencia es la mejor virtud que puede tenerse al momento de tener una


conversación con un anciano. Intenta tomarte la situación con calma para
transmitirle tranquilidad. También es importante sonreír; con este acto
demuestras que comprendes su situación.

De acuerdo a lo anterior, les brindamos algunos consejos para facilitar la


comunicación efectiva:

• No olvidar los problemas de salud de la persona, los adultos mayores


pueden tener problemas de salud que les dificultan hablar y entender.

• Hablar claramente y articuladamente y establecer contacto visual.

• Ajustar el volumen apropiadamente.

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• Reducir el ruido que pueda causar distracciones, por ejemplo, apagar la


radio o la televisión o instalarse en un lugar más silencioso.

• Iniciar la conversación con temas generales como el estado del tiempo o


lo que la persona haya almorzado, temas familiares, etc

• Evita mensajes importantes al principio de la conversación.

• Evita cambiar de tema abruptamente.

• Emplear ayuda visual, si es posible.

• Realizar oraciones y preguntas cortas.

• Dar tiempo adicional a la persona para contestar.

• Dar alternativas y así facilitarles la toma de decisiones, por ejemplo,


“¿Quieres té o café?” en vez de: “¿Qué quieres tomar?”. (5)

4. UNA MALA NOTICIA ¿CÓMO SE DEFINE?

La mala noticia es aquella noticia que es drástica y negativamente altera la


propia perspectiva del paciente, o sus familiares, en relación con su futuro. El
resultado es un desarreglo emocional o de comportamiento que persiste un
tiempo después de que la mala noticia es recibida. La reacción de un paciente
determinado ante una mala noticia va a depender básicamente de su
personalidad, creencias religiosas, apoyo familiar percibido y el marco
antropológico-cultural en el que vive. Es por tanto un fenómeno individual
modulado en la perspectiva sociocultural. En nuestras actuales sociedades, cada
vez más multiculturales, este último factor empieza a tener una importancia
creciente.

Existe, sin duda, una gradación en las malas noticias. No es lo mismo tener que
decir a unos padres que el hijo accidentado presenta una lesión cerebral
irreversible o la revelación de un diagnóstico de cáncer de pulmón a un adulto
de mediana edad, que comunicar a la familia que el comportamiento
extravagante del abuelo es debido a un Alzheimer.

En ocasiones la cualidad adversa de una noticia médica tiene que ver más con
la inoportunidad biográfica de la misma o con una incompatibilidad laboral que

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con la gravedad del caso en sí mismo. Sendos ejemplos de esto último serían:
la necesidad de una intervención quirúrgica coincidente con la fecha de la boda
de una hija o el diagnóstico de una arritmia a un piloto de aviación. (5)

5. LA DIFICULTAD DEL DAR MALAS NOTICIAS

Dar malas noticias es una tarea desagradable, genera estrés, ningún médico
quiere quitarle la esperanza al paciente. Por otro lado, muchos temen la reacción
del paciente o la de los familiares o la dificultad para resolver una respuesta
emocional determinada. Así mismo interviene el enfoque médico, de ser
curativos, cuando tenemos que enfrentarnos al hecho de que no hay cura nos
produce frustración y sentimiento de haber fallado al paciente.

Actualmente la cultura occidental tiene como principio básico la juventud, la


salud, la riqueza y el bienestar; aquellos que no los reúnan se encontrarán
discriminados por ello, informar a una persona que padece una enfermedad
implica en cierto modo, que su valor social está disminuyendo. Esta sensación
es aún más dolorosa cuando la mala noticia implica la muerte.

Además, es muy difícil estimar cual va a ser el impacto de una enfermedad en


un paciente desde nuestro propio conocimiento de esa enfermedad. El impacto
de una enfermedad sobre un paciente puede evaluarse solamente en el contexto
de la propia vida del paciente. Muchos pacientes asumen con total naturalidad
su diagnóstico el cual para el profesional de la salud podría resultar muy difícil
de sobrellevar.

Existen varios factores propios del médico que interfieren en el momento de


comunicar malas noticias, como son:

• Miedo de causar dolor, las malas noticias causan dolor, los médicos
fuimos educados para aliviar dolores y cuando los provocamos durante
un procedimiento (sutura o cirugía) estamos habituados a aplicar
anestésicos o analgésicos para aliviarlo, lamentablemente no existen
anestésicos para aliviar el dolor que provocan las malas noticias.

• Dolor empático: en nuestra práctica profesional solemos sentirnos


incomodos frente al momento de comunicar una mala noticia y no

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advertimos que nuestra incomodidad es debido al estrés y el dolor que


experimenta el paciente.

• Miedo a ser culpado (culpar al mensajero) en general las personas


encuentran difícil afrontar las malas noticias cuando llegan y tienden a
personalizarlas sobre otras personas (culpar al médico), usualmente el
mensajero y descargan su ira y enojo con esa persona.

• Miedo a la falla terapéutica: en los últimos años los avances en las


técnicas de diagnósticos y tratamiento han creado la ilusión de que existe
una pastilla para todos los males, “que todo se cura” y así de algún modo
se niega la posibilidad de muerte, por ello la falla terapéutica se vive como
un fracaso.

• Miedo legal (judicialización del problema): no se puede negar el aumento


de las demandas en los últimos años. La judicialización del problema
contribuye a generar en la sociedad el sentimiento de que todo ser
humano tiene derecho a ser curado y que cualquier falla se debe a algún
error (ya sea humano o del sistema) que debe tener castigo penal y civil.

• Miedo a lo desconocido: hemos sido instruidos para seguir


procedimientos convencionales, existen guías de tratamiento para coma
o diabetes, pero en general casi ningún profesional de la salud ha recibido
instrucción formal de cómo abordar el problema de comunicar malas
noticias, desarrollar las habilidades necesarias.

• Miedo de decir “no sé”: no estamos educados para decir “no sé”, creemos
que nos desvalorizamos si debemos afirmar esto.

• Miedo de expresar emociones: los profesionales de la salud,


(particularmente los médicos) tienen la dificultad para expresar
sentimientos. Esto es porque estamos entrenados para permanecer en
calma para poder pensar en forma clara y lógica. Así cualquier reacción
como enojo, depresión o angustia se consideran actos no profesionales
que debilitan nuestra “imagen” frente al paciente o familiar.

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• Miedo de la propia muerte. Es difícil estimar cual es el grado de miedo


que un individuo tiene frente a su propia muerte. La mayoría de los
profesionales de la salud tienen algún grado de temor frente a la
enfermedad y a la muerte y esto podría agravarse si el paciente se percibe
como un similar del profesional mismo (6).

6. CONDICIONES BÁSICAS CONSIDERABLES ANTES DE DAR MALAS


NOTICIAS

Existen cuatro condiciones básicas que, de ser tomadas en cuenta antes de dar
una mala noticia, podrían conllevar a un mejor resultado:

1. Poseer una evaluación cierta y completa de la gravedad y pronóstico de


la enfermedad.

No puede haber dudas o confusiones.

2. Considerar los elementos propios de la idiosincrasia de cada paciente

Como su personalidad, situación laboral y estado económico. Las creencias


religiosas son un apoyo psicológico importante por lo que es primordial
conocer el grado de implicación del paciente con su fe.

3. Buscar el apoyo de la familia del paciente, brindándoles esperanza sin


llegar a mentir

Diseñar de antemano las posibles relaciones con los familiares; a menudo se


requiere informar a cada uno de los integrantes de la familia que van
acudiendo en goteo en diferentes horas y días, lo que puede generar
interpretaciones de forma diferente entre ellos y crear confusión, se debe
intentar identificar a un líder o aliado y entenderse con él. Hay familias que
idealizan al médico y confían plenamente en él, familias desentendidas que
intentan deshacerse de su responsabilidad en el cuidado del enfermo y
familias agresivas que amenazan “si las cosas van mal”. La negación del
problema y las expectativas favorables irrealistas son un obstáculo mayor.
Hay que promover la esperanza, pero no mentir. Además está la familia
indiscreta, que ante la frase “tiene usted un tumor” preguntan en ese mismo
instante y delante del paciente si es malo, si está extendido, si le puede matar.

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Aquí es donde hay que recordar el derecho a no ser informado, no todos los
pacientes quieren saber lo que tienen, o al menos no de forma directa y total,
prefiriendo un conocimiento gradual. A estos pacientes los podemos
identificar porque son los que permanecen callados y doloridos mientras sus
familiares preguntan, entonces siempre se les debe recordar que de
momento responderemos a las preguntas del paciente, que es el interesado,
y que en otro momento, si lo desean después de la consulta hablaremos con
ellos. En el otro extremo se encuentra la familia que ruega al médico que se
le oculte al paciente su diagnóstico, que se le mienta francamente, para que
no sufra, basándose en el derecho a ser informado, habremos de indagar
cuales son los motivos que refieren los familiares y de ser posible proponer
una reunión con la familia y paciente, evitando que se oculte información. Si
el paciente lo pide abiertamente hay que informarle.

4. Valorar la relación médico-paciente planteada

En la que entra en juego el grado de confianza mutuo, las experiencias


previas y la participación de otros profesionales. Aparentemente un vínculo
estrecho médico-enfermo facilita el proceso comunicativo, pero en algunos
casos aumenta la tensión emocional y la frustración del médico que no puede
evitar el mal de su paciente. Por otro lado, el desarrollo tecnológico y los
cambios en la organización de la práctica médica han aumentado el número
de profesionales implicados en la enfermedad, puede ser que se transmita
una misma información desde diferentes fuentes -el dermatólogo, el cirujano,
el radiólogo- por lo que la coordinación y definición de roles en un equipo a la
hora de transmitir malas noticias es ideal.

Una vez que contemos con las condiciones necesarias antes de dar una mala
noticia es importante recordar que al brindarla se podrían satisfacer cuatro
objetivos distintos, además del brindar información. Estos han sido propuestos
por Sweeny et al:

1) Buscar que la información sea lo más clara y precisa.

2) Identificar si hay deseos de persuadir al paciente de adoptar


recomendaciones.

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3) Minimizar el estrés del paciente y promover su satisfacción.

4) Minimizar el discomfort del personal de salud (7).

7. PROTOCOLO SPIKES PARA DAR MALAS NOTICIAS

Es una guía respecto a cómo brindar adecuadamente malas noticias. A nivel


internacional, el protocolo SPIKES de 6 pasos postulado por Buckman y Baile,
es una de las guías más reconocidas. Consiste en los siguientes pasos por sus
siglas en inglés. (7)

1) S-Setting Up the Interview: En este primer momento es importante revisar


adecuadamente la historia clínica a fin de contar con la seguridad del
diagnóstico, pudiendo llevarla al lugar de la entrevista para tener la información
a la mano. El lugar donde se brindará la información debe ser lo más privado
posible. Es también importante contar con la presencia de alguien de apoyo para
la persona que va a recibir la noticia. Antes de pasar al siguiente paso, es
necesario valorar el estado emocional del paciente con la finalidad de determinar
si es el momento adecuado para brindar la mala noticia. (7)

2) P-Assessing the Patient’s Perception: Siempre debemos recordar “antes de


hablar, preguntar”. Es decir, consultarle al paciente que tanto sabe sobre su
enfermedad o cuáles son sus preocupaciones al respecto con la finalidad de
dirigir adecuadamente la entrevista. Las preguntas deberán ser abiertas e
indirectas, como: “¿Qué piensa usted sobre su dolor en el abdomen, su baja de
peso, etc.?”, o “¿qué le han dicho sobre su enfermedad?”, además se debe ir de
lo más superficial a lo más profundo con preguntas como “¿cree usted que esto
es muy grave?”. Debemos tener en cuenta que si el paciente no desea hablar ya
nos está comunicando su grado de malestar. Debemos averiguar además las
características de la personalidad del paciente, así como su contexto cultural y
social, con la finalidad de saber cuál sería la mejor manera de abordar el tema a
fin de que sea adecuadamente comprendido. (7)

3) I-Obtaining the Patient’s Invitation: Pueden existir pacientes que no deseen


conocer la información sobre su estado de salud. Además, no siempre es posible
poder procesar toda la información en una sola entrevista, por lo que debemos
encontrar un equilibrio entre lo que queremos decirle al paciente y lo que él desea

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saber. Es importante recordar que, así como tiene derecho a la información,


también tiene derecho a rechazarla. Se le puede preguntar al paciente:
“¿quisiera usted saber todos los detalles de su enfermedad?”, o “¿preferiría
usted que converse de su enfermedad con algún familiar y otra persona?”. Es
necesario tener en cuenta la sensibilidad adecuada para obtener la información;
esto puede ser incluso dando la información pausadamente y por partes,
esperando que el paciente solicite más información. Si el paciente nos manifiesta
su negativa de obtener información, debemos recordarles que esta estará
disponible para ellos cuando la soliciten. (7)

4) K-Giving Knowledge and Information to the Patient: Debemos compartir la


información sobre el diagnóstico en caso el paciente lo solicite, de no ser así,
procederemos a explicarles el tratamiento. Deberemos emplear un lenguaje
según el nivel intelectual y el contexto cultural del paciente. La información se
brindará de manera pausada, empleando frases introductorias que vayan
preparando al paciente, como: “me temo que la evolución no ha sido la que
esperábamos”. Además, el lenguaje verbal debe ser lo más sencillo posible,
evitando la jerga médica y el lenguaje no verbal debe buscar brindar tranquilidad
y seguridad al paciente, cuidando nuestros gestos, posturas y miradas, de ser
posible, debemos sentarnos al mismo nivel que el paciente, dejar la historia
clínica de lado y mostrar nuestras manos con gestos sencillos y pausados. La
idea de todo esto es no solo brindar información, sino también realizar un diálogo
terapéutico. (7)

5) E-Addressing the Patient’s Emotions with Empathic Responses: Una vez


recibida la información, las emociones de los pacientes pueden ser muy
variables. Es importante determinar las reacciones que se presentan ya que de
estas dependerán que la información brindada sea captada adecuadamente,
para esto debemos plantearnos: a) si la reacción del paciente es socialmente
aceptable, b) la reacción está ayudando al paciente a sobrellevar el problema, c)
si es modificable o no. Ante cualquier situación, es necesario que el médico se
muestre empático, ofreciendo siempre el apoyo necesario a través de
declaraciones empáticas: “puedo notar que esta noticia lo molesta”, “comprendo
que usted no esperaba esta noticia”, “sé que esto no es una buena noticia para

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usted”, “lamento tener que informarle”, “yo también esperaba un mejor


resultado”; preguntas empáticas: “¿cómo se siente al respecto?”, “cuénteme más
al respecto”, “¿podría tratar de explicarme a que se refiere?”, “¿podría
comentarme que es lo que le preocupa?”, “¿qué le asusta?”, y respuestas
validadoras: “puedo entender cómo se siente”, “creo que cualquiera hubiera
tenido la misma reacción”, “muchos otros pacientes han tenido experiencias
similares”, “lo que está sintiendo es perfectamente normal, no tiene por qué
avergonzarse”. (7)

En caso la respuesta del paciente nos impresione como desadaptativa, debemos


considerar el solicitar el apoyo de personal capacitado para una intervención
breve o en crisis. (7)

6) S-Strategy and Summary: Se programará el seguimiento, dejando siempre en


claro al paciente que cuenta con nuestro apoyo cuando lo necesite. Antes de
programar una cita de seguimiento, es importante desarrollar un plan conjunto,
clarificar al paciente cuáles serán los pasos a seguir, desarrollar un plan de
contingencia y finalmente hacer un resumen para asegurarnos que la
información fue bien recibida. (7)

8. ENTREVISTA A UN PACIENTE ADULTO MAYOR QUE RECIBIÓ MALAS


NOTICIAS POR PARTE DE UN MÉDICO E IDENTIFIQUE QUE PUNTOS
PUDIERON MEJORARSE

Se identificará la entrevista de acuerdo con el protocolo SPIKES que consta de


6 pasos. La persona a la que se entrevistó fue una adulta mayor, profesora, de
79 años acerca de cómo recibió la noticia de que iba a necesitar un audífono por
su hipoacusia. También nos apoyamos del familiar que la acompañó que fue su
sobrina.

“El consultorio tenía el escritorio, sillas y una camilla, lo que usualmente tiene un
consultorio de un doctor”

La pregunta se hizo en relación con el primer paso (S), lo que nos comenta es
que el doctor no trato de mantener contacto físico, solo visual.

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“Nos recibió el doctor, solo me preguntó cómo estaba, cómo iba oyendo, le
respondí que me costaba oír”

Aquí se ve el segundo paso (P), puede que la persona entrevistada no recuerde


del todo las preguntas, pero el doctor debió indagar mucho más acerca de cómo
se sentía, qué preocupaciones tenía sobre su hipoacusia, si tenía alguna duda
sobre esta, si tenía un apoyo económico o un trabajo estable.

“El doctor me dijo que debía de usar un audífono, solo eso”

Se evaluaron en cuenta los pasos 3 (I) y 4 (K). Encontramos una desproporción


en ambos puntos, porque no se tomó en cuenta la cantidad de información que
necesitaba oír la entrevistada, en cuanto al punto 4, la noticia se dio directamente
sin prevenir o alertar a la paciente de lo que se le estaba comentando.

En cuanto al paso 5 (E) y 6 (S), el doctor solo mencionó que utilizar el audífono
le ayudaría a su vida diaria, no mostró mucha empatía ni alternativas de otro
tratamiento o formas de ayudarlo después de conocer la noticia.

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CONCLUSIONES

• Múltiples factores se evidencian como barreras comunicativas durante la


entrevista, que a su vez dificultan la relación médico-paciente adulto
mayor, siendo explícitos, tomaría mucho mayor detalle la revisión al
respecto; sin embargo, nos dispusimos a señalar de forma concisa
algunos dispuestos más abiertamente en la literatura, tal como se indica
en el tópico correspondiente.

• Se identifican en la literatura algunos fenómenos que implican durante la


relación médico paciente adulto mayor, los fenómenos psicológicos
descritos en el apartado dos del presente texto, son la transferencia, la
contratransferencia, el “rapport,” la empatía, y la resistencia, de quienes
se explica de forma breve en su apartado correspondiente.

• La mala noticia es una noticia drástica y negativa que altera la propia


perspectiva del paciente, o sus familiares, en relación con su futuro. El
resultado es un desarreglo emocional o de comportamiento que persiste
un tiempo después de que la mala noticia es recibida. La reacción de un
paciente determinado ante una mala noticia va a depender básicamente
de su personalidad, creencias religiosas, apoyo familiar percibido y el
marco antropológico-cultural en el que vive.

• Dentro de las principales recomendaciones tenemos: no olvidar los


problemas de salud de la persona, hablar claramente y articuladamente y
establecer contacto visual, ajustar el volumen apropiadamente, etc.

• Los factores propios del médico que interfieren en el momento de


comunicar malas noticias, como son: el miedo de causar dolor, dolor
empático, miedo a ser culpado, miedo a la falla terapéutica, miedo legal,
miedo a lo desconocido, miedo de decir “no sé, miedo de expresar
emociones y el miedo de la propia muerte.

• Existen cuatro condiciones básicas que, de ser tomadas en cuenta antes


de dar una mala noticia, podrían conllevar a un mejor resultado: Contar
con una evaluación completa y fidedigna de la gravedad y el pronóstico

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de la enfermedad, tener presente la idiosincrasia de cada paciente, buscar


el apoyo de la familia del paciente y el valorar la relación médico-paciente.

• En el protocolo SPIKES cada letra representa una fase en este esquema


de 6 pasos: 1) S setting; 2) P perception; 3) I invitation; 4) K knowledge;
5) E empathy y 6) S summary (ver Tabla 1). Fue desarrollado para
presentar información estresante de una manera organizada a los
pacientes y/o su familia.

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REFERENCIAS

1. Roter D. La comunicación con los adultos mayores en el contexto médico.


Rev Esp Geriatr Gerontol. 2001; 36(S3): 16-17.

2. Millán-Calenti JC, Maseda A, Rochette S, García-Monasterio I. Relación


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