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DIOCESIS DE TACNA Y MOQUEGUA

SEMINARIO MISIONERO SAN JOSÉ

Trabajo:

Trabajo la celebración Eucarística en la antigüedad hasta el siglo V

Por:

Díaz Rojas, Danny José

IV teología

Pbro. Efraín Huanca Cáceres

Tacna - Perú

2022
Para abordar este tema debemos tener en cuenta algunos elementos importantes que
marcan un antes y u después en el modo de las celebraciones litúrgicas de los primeros
cristianos.
El primer hito se ve en el sentido del recuerdo de la cena que realizo Jesús con sus
apóstoles, así tenemos un elemento que se encuentra en los evangelios que manifiestan
por escrito algo que se venia realizando ya en las primeras comunidades: la fracción del
pan eucarístico, posteriormente tenemos el hecho de las celebraciones clandestinas por
la persecución ya sea de judíos como del imperio romano que dominaba la geografía por
donde se expandía el cristianismo, así no estaba presente todavía el elemento católico,
es decir un solo rito o ritual de celebración, pues cada comunidad adecuaba a la base
que es la tradición o paradosis testimoniada por Pablo en la carta a los corintios, así
fueron surgiendo los ritos sobre todo en la parte oriental, pues el tercer hito de estos
cinco primeros siglos, es el edicto de Milán y posteriormente la oficialización del
cristianismo como religión del imperio para mantener la pax romana, así se realizo el
primero concilio convocado por el emperador para llevar a cabo la liturgia o el oficio
público de religión del imperio.
Según los datos históricos que presentan historiadores, tenemos cuatro textos en los tres
primeros siglos que dan testimonio del modo de las celebraciones que en su mayoría son
oraciones que se realizan dentro de las reuniones eucarísticas:
- La didajé
- El testimonio litúrgico de San Justino
- La traditio apostólica
- La Anáfora de Addai y Mari

a) La Didaje
En este texto de los primeros siglos se pone de manifiesto que el Dia del Señor la
comunidad se reúne para partir el pan y dar gracias, además de un acto penitencial que
consiste en la reconciliación fraterna antes de acercarse al sacrificio.
El texto litúrgico consiste en la acción de gracias sobre el cáliz primero y
posteriormente sobre el pan partido:

“Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de tu hijo David,
que nos has revelado por medio de Jesús tu Hijo ¡Gloria a Ti por los
siglos!”. Después sobre el pan partido: “Te damos gracias, Padre
nuestro, por la vida y el conocimiento, que nos revelaste por medio
de Jesús tu Hijo. ¡A ti la gloria por los siglos!”.
Esta acción de gracias sobre el vino y el pan eran antes de que se comieran, después
propiamente venia el momento eucarístico o acción de gracias comunitaria:

DESPUÉS DE QUE OS HAYÁIS SACIADO, DAD GRACIAS ASÍ: “TE DAMOS


GRACIAS, PADRE SANTO, POR TU SANTO NOMBRE, QUE HICISTE QUE
HABITARA EN NUESTROS CORAZONES, Y POR EL CONOCIMIENTO, LA FE Y
LA INMORTALIDAD, QUE NOS REVELASTE POR JESÚS, TU HIJO. A TI LA
GLORIA POR LOS SIGLOS. TÚ, SEÑOR OMNIPOTENTE, CREASTE TODAS LAS
COSAS POR TU NOMBRE, Y DISTE A LOS HOMBRES MANJAR Y BEBIDA PARA
SU DISFRUTE, A FIN DE QUE TE DEN GRACIAS, Y A NOSOTROS NOS HAS
CONCEDIDO UN ALIMENTO Y UNA BEBIDA ESPIRITUAL Y LA VIDA ETERNA
POR MEDIO DE TU HIJO. ANTE TODO TE DAMOS GRACIAS PORQUE ERES
TODOPODEROSO. ¡A TI LA GLORIA POR LOS SIGLOS! ACUÉRDATE,
SEÑOR, DE TU IGLESIA, PARA LIBRARLA DE TODO MAL Y PARA
PERFECCIONARLA EN TU AMOR. RECÓGELA DE LOS CUATRO VIENTOS YA
SANTIFICADA, EN TU REINO, QUE LE TIENES PREPARADO. PORQUE TUYO
ES EL PODER Y LA GLORIA POR LOS SIGLOS. ¡VENGA TU GRACIA Y PASE
ESTE MUNDO! HOSANNA AL HIJO DE DAVID”. ACÉRQUESE QUIEN SEA
SANTO; SI NO LO ES, ARREPIÉNTASE. MARÁN ATHÁ. AMÉN.

Otro elemento que se debe agregar al respecto es que solo los que habían recibido el
bautismo o iniciación cristiana de la época eran aceptados para participar de la asamblea
lo que implica una catequesis acerca de lo que se realizaba.
En total tenemos varios elementos que van configurando la celebración eucarística
como rito, la fracción del pan, un acto penitencial, una especie de oración sobre las
ofrendas y una oración poscomunión aunque estas no hacen las veces de la plegaria
eucarística que si encontramos en el relato de la institución eucarística.
b) El testimonio litúrgico de San Justino
El llamado apologeta en su obra Apologética, da dos menciones acerca de lo que se
realiza en las asambleas cristianas, la primera descrita en el capítulo 65 hace mención de
la introducción de los neófitos a la asamblea Eucarística:
«Nosotros, después de haber bautizado al que ha creído y se ha unido a nosotros, lo
llevamos a los hermanos, al lugar donde se reúnen para recitar en común fervorosas
oraciones por nosotros mismos, por el que ha sido iluminado y por todos los demás
esparcidos por todo el mundo, para que seamos dignos de ser hallados perfectos
conocedores de la verdad, buenos administradores y cumplidores de los mandamientos
con obras, de suerte que consigamos la salvación eterna. Acabadas las preces, nos
saludamos con el ósculo. Seguidamente se presenta al que preside entre los hermanos
pan y una copa de agua y vino mezclado con agua. Cuando los ha recibido, alaba y
glorifica al Padre de todas las cosas por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo, y da
gracias largamente, porque por Él hemos sido hechos dignos de estos dones. Al
terminar las oraciones y la acción de gracias, todo el pueblo presente aclama diciendo:
Amén. “Amén” significa, en hebreo, “así sea”. Después de que el que preside ha dado
gracias y todo el pueblo ha aclamado, los que entre nosotros se llaman diáconos
distribuyen entre los presentes el pan, el vino y el agua “eucaristizados”, que llevan
también a los ausentes»
En la misma obra pero ene el capitulo 67 menciona:
«El día llamado “del Sol” tiene lugar la reunión en un mismo sitio de todos los que
habitan en la ciudad o en el campo. Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos
de los Profetas, tanto tiempo como es posible. Cuando el lector ha terminado, el que
preside toma la palabra para incitar y exhortar a la imitación de tan bellos ejemplos.
Luego nos levantamos y todos juntos elevamos plegarias [a Dios]. Cuando hemos
terminado de orar, como antes dijimos, se presenta pan y vino y agua, y el que preside,
según el poder que posee, eleva oraciones, pronuncia la acción de gracias y el pueblo
aclama diciendo: “Amén”. Sigue, después, la fracción y la distribución a cada uno de
los alimentos “eucaristizados”, y por medio de los diáconos se envía a los ausentes»
En estos dos testimonios reconocemos la presencia principalmente del rito de la
comunión y de la liturgia de la palabra, elementos primitivos pero que explican
brevemente para los que no han sido iniciados en la fe o para aquellos que tenían dudas
acerca de la fe cristiana sobre estos aspectos (celebrativos) lo que se realizaba el día del
Señor.
c) La Traditio Apostólica
Texto de gran importancia litúrgica, que viene a ser una ritual-pontifical de los
sacramentos, contiene para lo que nos ocupa ahora una de las primeras fórmulas de
plegaria eucarística:
«Después de que [el elegido] ha sido ordenado obispo, todos han de saludarle y darle
el beso de la paz, porque ha sido hecho digno. Los diáconos le presenten la oblación, y
él, imponiendo las manos sobre ella, junto con todos los presbíteros, dé gracias
diciendo: —“El Señor sea con vosotros”, y todos respondan: —“Y con tu espíritu”.
—“¡En alto los corazones!”. —“ Los tenemos dirigidos hacia el Señor”. —“Demos
gracias al Señor”. —“Es digno y justo”. Y continúe así: Te damos gracias, ¡oh Dios!,
por medio de tu bienamado Hijo Jesucristo, a quien Tú has enviado en estos últimos
tiempos como Salvador, Redentor y Mensajero de tu voluntad; Él es tu Verbo
inseparable, por quien creaste todas las cosas, en quien Tú te complaciste, a quien
envías del cielo al seno de la Virgen, y que, habiendo sido concebido, se encarnó y se
manifestó como tu Hijo, nacido del Espíritu Santo y de la Virgen. Él cumplió tu
voluntad y te consiguió un pueblo santo, extendió sus manos padeciendo para liberar
del sufrimiento a los que hayan creído en Ti. Y cuando se entregó voluntariamente a la
pasión para destruir la muerte y romper las cadenas del diablo, aplastar el infierno,
iluminar a los justos, establecer la alianza y manifestar la resurrección, tomó pan, dio
gracias y dijo: “Tomad, comed, esto es mi cuerpo, que será destrozado por vosotros”.
De la misma manera también el cáliz, diciendo: “Ésta es mi sangre, que será
derramada por vosotros. Cuantas veces hagáis esto, hacedlo en memoria mía”.
Recordando, pues, su muerte y su resurrección, te ofrecemos el pan y el cáliz, dándote
gracias porque nos has juzgado dignos de estar ante Ti y de servirte. Y te rogamos que
envíes tu Santo Espíritu sobre la oblación de la santa Iglesia y des unidad a todos los
que participan en ella. Concede a los que la reciban que sean llenos del Espíritu Santo
para confirmación de la fe en la verdad, a fin de que podamos ensalzarte y glorificarte
por tu Hijo, Jesucristo, por medio del cual honor y gloria a ti, al Padre y al Hijo con el
Espíritu Santo en tu santa Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos. Amén»
Por lo que se refiere a la estructura, el texto presenta el esquema fundamental de la
«Plegaria Eucarística»: Diálogo inicial; Prefacio (se da gracias al Padre por todo lo que
nos ha dado con su Hijo, nuestro Redentor y Salvador); Relato de la institución, con las
palabras consagratorias del Señor; Anámnesis - Ofrenda de la Iglesia (se conmemora el
misterio pascual de Jesucristo y, en la dinámica eucarística, se presenta al Padre,
dándole gracias, aquello que de Él hemos recibido); Epíclesis (invocación del Espíritu
Santo sobre los dones y los comulgantes); Doxología (solemne glorificación del Dios
Uno y Trino) «Amén» del pueblo.
Todos estos elementos constituyen partes de la plegaria Eucarística que inicia con lo
que conocemos como prefacio eucarístico hasta la doxología, se debe recalcar que ya se
incluye la anamnesis junto con las palabras de la institución eucarística además que se
menciona que es un ministro ordenado el que realiza esta oración de consagración
eucarística.
d) La Anáfora de Addai y Mari
Este texto de la tradición oriental aporta los siguientes elementos en el desarrollo de la
estructura y los elementos que componen la celebración Eucarística y de bendición a
Dios por sus dones:
Al comienzo de la Anáfora, en la primera ghanta, o sección, de la «Plegaria
Eucarística», encontramos un «Diálogo» entre el sacerdote celebrante y el pueblo, que
se revela muy significativo, pues reconoce explícitamente la dimensión sacrificial de la
‘acción de gracias’ propia de la Eucaristía de la Iglesia. En efecto, en el tercer paso de
este «Diálogo», el celebrante no emplea la fórmula: «Demos gracias al Señor, nuestro
Dios», sino la expresión: «El Qurbana [la oblación sacrificial] se va a ofrecer a Dios,
Señor de todos». Y el pueblo aclama: «Es conveniente y justo».
Más adelante, en la sección IV («Intercesiones y conmemoraciones») se hace mención
de la participación de la Iglesia en el sacrificio eucarístico: «Señor, por tu gran
misericordia, acuérdate favorablemente de todos los padres [nuestros antecesores],
justos y buenos, que te han agradado, en esta celebración del memorial del cuerpo y
sangre de tu Cristo, que te ofrecemos sobre tu altar puro y santo, como nos has
enseñado». A continuación, se identifica la ‘figura’ o ‘sacramento’ que Jesús nos
entregó, con el misterio de su pasión y resurrección:
«…Y nosotros también, Señor, servidores tuyos frágiles, débiles y enfermos, que nos
hallamos reunidos en tu nombre y estamos ante tu presencia en este momento, que
hemos recibido de la tradición la figura (en siríaco: tufsa; en griego: typos, copia o
figura) que proviene de Ti, nos alegramos y exultamos de gozo celebrando el memorial
y realizando este gran y tremendo misterio (o sacramento) de la pasión, muerte y
resurrección de nuestro Señor Jesucristo»
En esta plegaria se resalta la intervención o función salvífica del sacrificio no solo como
recuerdo o como memorial sino como acción de Dios que está presente no solo para
alimentar con su cuerpo y sangre sino para recordar sus prodigios y que pueda intervenir
nuevamente en la vida de los fieles reunidos.
Después de estos textos tenemos los testimonios que realizan los padres de la Iglesia
respecto a las reuniones eucarísticas, que ellos relatan en sus catequesis y predicaciones,
aunque no son textos litúrgicos si testimonian la importancia de la celebración
eucarística y resaltan la presencia de cristo mismo en los dones no como simple signo
sino como realidad, es así que a partir del siglo IV y después del concilio de Nicea, se
componen textos llamados Anáforas.
Estas «Anáforas» poseen la misma estructura fundamental, semejante a la
que se encuentra en la «Plegaria Eucarística» incluida en la Tradición Apostólica, es
decir, están articuladas en diversas secciones, que forman un todo único: 1. Diálogo
inicial; 2. Acción de gracias o Prefacio; 3. Sanctus; 4. Epíclesis I (sobre las ofrendas); 5.
Relato de la institución, con las palabras consagratorias del Señor; 6. Anámnesis -
Offrenda; 7. Epíclesis II (sobre las ofrendas y sobre los comulgantes, que a veces es
única); 8. Intercesiones; 9. Doxología; 10. «Amén» del pueblo.
Anáfora de las constituciones Apostólicas
En el centro de la Anáfora de las «Constituciones Apostólicas» , encontramos el «Relato
de la institución», en el que está injertada la frase paulina de 1 Co 11, 26 como
pronunciada por el mismo Jesucristo: «Recordando [o bien: celebrando el memorial de]
las cosas que soportó por nosotros, te damos gracias, Dios Pantocrátor [Señor del
universo]…, y cumplimos su mandato. Pues la noche en que iba a ser entregado,
tomando pan en sus santas e inmaculadas manos y elevando los ojos hacia Ti, Dios y
Padre suyo, y partiéndolo, lo dio a sus discípulos, diciendo: “¡Éste es el misterio de la
Nueva Alianza! Tomad de él, comed: esto es mi cuerpo, que es partido por muchos para
el perdón de los pecados”. Del mismo modo, respecto del cáliz, mezcló agua con el
vino, lo santificó y se lo dio, diciendo: “Bebed todos de él; ésta es mi sangre, que es
derramada a favor de la multitud para el perdón de los pecados. Haced esto en memorial
mío. Cuantas veces comáis este pan y bebáis de este cáliz, anunciáis mi muerte, hasta
que yo vuelva”».
Anáfora de Santiago
En la Anáfora de Santiago , después del «Relato de la institución», semejante al de la
Anáfora de las «Constituciones Apostólicas», se encuentra la sección de la «Anamnesis
- Ofrenda», donde hay una referencia explícita al carácter sacrificial de la Eucaristía, en
cuanto la ofrenda de la Iglesia es denominada sacrificio tremendo e incruento:
«Haciendo, pues, memoria [celebrando el memorial] nosotros también, pecadores, de
sus sufrimientos vivificantes, y de su cruz salvadora, y de su muerte y sepultura, de su
resurrección de entre los muertos al tercer día y de su ascensión a los cielos, y de su
sesión a la derecha de Ti, Dios y Padre, y de su segunda, gloriosa y terrible parusía
(…), te ofrecemos a ti, Señor, este tremendo e incruento sacrificio, suplicándote que no
nos trates según nuestros pecados ni nos retribuyas según nuestras iniquidades, sino
según tu epiqueya [clemencia] y tu inefable filantropía, abrogando y borrando el acta
que nos acusa».
Anáfora del Eucologio de Serapión
En la Anáfora del «Eucologio de Serapión», antes del «Relato de la institución », se
encuentra un post-Sanctus epiclético, particularmente interesante; es de observar cómo
en él se subraya la dimensión sacrificial del culto eucarístico: «Lleno está el cielo y
llena está la tierra de tu magnífica gloria, Señor de las Potencias. Llena también este
sacrificio de tu potencia y de tu participación. A Ti ofrecemos este sacrificio viviente,
esta incruenta oblación». Sigue la sección «Relato de la institución-Anámnesis-
Ofrenda», en un texto único, donde se afirma que la Iglesia, cuando celebra el memorial
sacramental de la muerte del Señor, ofrece al Padre un sacrificio de reconciliación; para
ser precisos, lo hace cuando ofrece las semejanzas (la figuras, los signos o el
sacramento) del cuerpo y de la sangre de Cristo:
«Te ofrecemos este pan, la semejanza, [o bien, el sacramento], del cuerpo de tu Hijo
Unigénito. Este pan es la similitud de su santo cuerpo, porque el Señor Jesús, la noche
en que era entregado, tomó pan, y lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:
“Tomad y comed; esto es mi cuerpo, partido [sacrificado] por vosotros para el perdón
de los pecados”. Por eso también nosotros, realizando la semejanza, [el sacramento
memorial] de su muerte, ofrecemos este pan y te rogamos: por este sacrificio,
reconcílianos a todos nosotros y sé propicio con nosotros, Dios de la verdad (…) Te
ofrecemos también este cáliz, que es la semejanza [sacramento] de su sangre, porque el
Señor Jesús, tomando un cáliz al final de la cena, dijo a los discípulos: “Tomad y
bebed, ésta es la nueva alianza, que es mi sangre, derramada por vosotros para el
perdón de los pecados”. Por eso te ofrecemos también nosotros este cáliz,
presentándote la similitud [el sacramento] de su sangre».
Anáfora de San Marcos
La fe de la Iglesia en la presencia eucarística del cuerpo y de la sangre de Cristo y en la
eficacia salvífica de la comunión sacramental, efectos inseparables de la acción del
Espíritu Santo, se refleja en la «Epíclesis II»:
«Y te rogamos y te suplicamos, Filántropo [o bien, Amigo de los hombres],[Dios]
bueno, envía desde tu alto santuario, desde tu bien dispuesta morada, desde tu seno sin
confines, al mismo Paráclito, al Espíritu de la verdad, al Santo, al Señor y Dador de
vida (…) sobre estos panes y estos cálices, para que los santifique y perfeccione como
Dios omnipotente, y haga de este pan el cuerpo, y de este cáliz, la sangre de la nueva
alianza del mismo Señor, Dios, Salvador y sumo Rey nuestro Jesucristo, a fin de que
sean para todos los que de ellos partipamos, para [conseguimiento de] la fe, la
sobriedad, la curación, la sabiduría, la santificación, la renovación del alma, del
cuerpo y del espíritu, la comunicación de la felicidad, de la vida eterna y de la
inmortalidad, la glorificación de tu Nombre santísimo y para la remisión de los
pecados».

Estos textos dan testimonio del modo de las celebraciones en las distintas comunidades
cristianas que comparten expresiones y la estructura de una misma plegaria que se
desliga de la práctica Judía de realizar la comida como momento de bendición y de
acción de gracias a Dios por todas sus maravillas, los judíos tenían un rito para comer,
la comida se convertía en algo sagrado, en los comienzos del cristianismo se realiza de
la misma manera, primero se realizaba un ágape o compartir fraterno y luego se daba
gracias sobre el pan y el vino para que todos comulguen de él, practica que vemos en la
carta a los corintos y frente a la cual San Pablo tiene que amonestar, mas adelante
vemos que se empieza a tener mas cuidado sobre las especies eucaristizadas y se
exhorta para un debido trato incluso cuando tiene que reservarse, pues las reuniones se
daban en casas, mas adelante se introducen lecturas y formulas de bendición, hasta
llegar a la anamnesis, finalmente se puede acotar que cada comunidad celebraba en su
lengua propia que por entonces era principalmente el griego.

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