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3 El memorial
tello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres» (NAe 2).
mal. Por eso es preciso verificar el sentido de esta palabra aplicada
Estas religiones, a través de la experiencia de Dios (cf. GS 7), orien-
al hecho litúrgico cristiano.
tan a los hombres que no han conocido a Cristo y se esfuerzan en
vivir honestamente de acuerdo con los preceptos y doctrinas, a los
que llega también la luz verdadera (cf. Jn 1,9) 4. El conocimiento de
1. Noción las formas de culto en las religiones es muy útil para penetrar en el
sustrato antropológico de la liturgia cristiana.
La palabra culto (del latín, cultus, colere: honrar, venerar) es, 2. El culto en el Antiguo Testamento. El comienzo de un culto
ciertamente, demasiado genérica aun dentro del lenguaje religioso. característico de Israel y centrado en la adoración del Dios único
El culto es la expresión concreta de la virtud de la religión, en cuanto debe situarse en torno al Éxodo 5. En efecto, el culto aparece ligado
manifestación de la relación fundamental que une al hombre con a la revelación mosaica y formó parte del dinamismo religioso de la
Dios 2. El culto comprende actos internos y externos en los cuales se liberación de Egipto (cf. Ex 3,12.18, etc.). La entrada en el desierto
realiza la citada relación. Esta relación nace del conocimiento de la estuvo motivada también por la necesidad de alejarse de las divini-
condición creatural del hombre respecto de Dios, lo sitúa en una
dades paganas para encontrarse con el Señor. Después vino el asen-
posición distinta de él y lo impulsa a reconocer su dependencia me-
tamiento en la tierra prometida y la organización del culto caracteri-
diante actos de adoración, de ofrecimiento o de súplica de ayuda,
zado por la prohibición de las imágenes y de ciertos sacrificios, has-
susceptibles de ser analizados por las ciencias de la religión 3.
ta llegar a la edificación de un santuario que hizo de Jerusalén el
Entre los elementos fundamentales del culto se encuentran la ac-
centro de Israel. Pero la historia de este pueblo está llena de retroce-
titud de sumisión (subiectio), la adoración (latría), la tendencia hacia
sos y caídas a causa del influjo de los pueblos vecinos.
Dios (devotio), la dedicación o entrega a él (pietas) en el servicio
religioso (qfficium), y las reacciones emocionales ante «lo tremen- De tiempo en tiempo, el Señor purificaba a su pueblo. El destie-
do» y «fascinante» de lo sagrado o numinoso del misterio. rro de Babilonia significó una gran crisis, de manera que, después
del retorno, se produjo un proceso de centralización del culto en Je-
rusalén. En el culto del Antiguo Testamento destacan algunas carac-
2. Del culto «natural» al culto «revelado» terísticas que preparan la llegada de la plenitud del culto cristiano:
a) La dimensión comunitaria del culto se manifestó, ante todo,
En la perspectiva de la revelación bíblica, que alcanza su culmi- en la simbiosis entre lo social, lo político y lo religioso. El pueblo
nación en Jesucristo, la originalidad del culto revelado no consiste tenía conciencia de pertenecer al Señor y de ser depositario de una
tanto en las formas cultuales como en el contenido mismo del culto. alianza (cf. Ex 19,5-6; Dt 6,4-9; Sal 33,12). Las fiestas, los ritos y
Más aún, el culto revelado, al aceptar formas y modos de expresión todos los actos de culto estaban orientados a expresar el reconoci-
de otras religiones, incorpora la experiencia y asume los resultados miento de la soberanía de Dios y el propósito del pueblo de vivir en
logrados por la humanidad en su camino de búsqueda de lo trascen- su presencia.
dente. En este sentido cabe ver, en las religiones históricas de la b) La dimensión interior no significaba la exclusión de los ri-
humanidad, una etapa previa al culto revelado, es decir, una dinámi- tos, por ejemplo las oblaciones y sacrificios, ni la imposibilidad de
ca progresiva que alcanza su culminación en Cristo. que pudiesen ser expresión de un culto espiritual. Sin embargo, la
1. El culto en las religiones. En esta perspectiva, el Concilio necesidad de la pureza interior y de la fidelidad a la alianza es una
Vaticano II invitó a descubrir en las religiones no cristianas «el des-
1
Cf LOTZ, J. B , «El cristianismo y las religiones no cristianas en su relación con
2
Cf CHATILLON, J., Devotio, en DSp 3, 702-716, LÓPEZ MARTIN, J , «Adoración», la experiencia religiosa», en LAIOURFIIF, R., Vaticano II Balance v perspectivas
enDTDC, 5-11 veinticinco años después (1962-1987) (Salamanca 1989), 905-919, ROSSANO, P-, « R e ~
1 ligiones no cristianas», en NDL, 1714-1721
Cf. ELIADE, M , Historia de las creencias y de las ideas religiosas, 1-4 (Madrid
1978-1984), LEEUW, G VAN DER, Fenomenología de la religión (México D F -Buenos ' Cf CHARY, Th , Les prophétes et le cuite a partu de l'exil (Tournai 1955).
Aires 1964), MARTIN VFLASIO, J , Introducción a la fenomenología de la religión Eic HRODI, W , Teología del Antiguo Testamento (Madrid 1975), 89-161, KRAUS, J H.,
(Madrid 1979), SAHAGUN, J DE, Interpretación del hecho religioso (Salamanca 1982), «Gottcsdienst im Alten und Neuen Bund», en Evangelische Theologie 25 (1965),
WAAL, A DI, Introducción a la antropología religiosa (Estella 1975), WINDENGREN, 171-206, RAD, G VON, Teología del Antiguo Testamento, 1 (Salamanca 1972), 295-
G , Fenomenología de la religión (Madrid 1976), etc 531, etc
C.3 La plenitud del culto verdadero 35
34 P.I. El misterio en la historia
constante en toda la Escritura. Los profetas estaban recordando con- Espíritu (cf. Hech 2,42-45; 4,32-35, etc.). Las comunidades son lla-
tinuamente esta exigencia ineludible del culto (cf. 1 Sam 15,22; Os madas iglesias (cf. Hech 5,11; cf. Dt 4,10), iglesias de Dios (Hech
6,6; Miq 6,8; Jer 7,22-23). 20,28; 1 Cor 1,2) y de Cristo (Rom 16,16), que invocan el nombre
de Jesús (cf. 1 Cor 1,2) y se reúnen en asamblea (cf. 1 Cor 11,18.20;
El culto debía ir acompañado de la ofrenda de un espíritu gene- 14,28).
roso y justo (cf. Eclo 35,1-10), es decir, de un corazón convertido c) El culto nuevo es ahora, con mayor razón, interno y espiri-
(cf. Sal 40; 51). Después del exilio se acentuó la espiritualización de tual, porque se desarrolla en los creyentes bajo la acción del Espíritu
la vida religiosa (cf. Dan 3,29-41). El culto que Dios quiere, afecta Santo y es, ante todo, culto «en el Espíritu Santo y la verdad». El
también a la justicia y a la solidaridad con los pobres y oprimidos diálogo de Jesús con la samaritana (cf. Jn 4,7-26) condensa la ense-
(cf. Dt 10,12-13; Is 29,13; 58,6-11; Am 5,21-24). ñanza del Nuevo Testamento sobre el culto. La pregunta sobre el
c) La dimensión escatológica estaba íntimamente ligada a la di- lugar de culto (v. 20) fue contestada por Jesús indicando el modo
mensión conmemorativa. Todos los acontecimientos del pasado eran como Dios mismo quiere ser adorado (v. 21), es decir, en el templo
la demostración de que el Señor cumplía siempre sus promesas, y el nuevo que es el mismo Jesús resucitado (cf. Jn 2,21-22; Ap 21,22) 7 .
hecho de recordarlos en las fiestas o en los ritos constituía una pren- En resumen, el culto cristiano se define por los actos internos y
da de sucesivos cumplimientos. La lectura de la Escritura y la narra- externos en los que el hombre creyente y la comunidad expresan su
ción de los hechos salvíficos (cf. Sal 78; 80; 105; 106, etc.) fortale- vinculación existencial a Cristo y son transformados por la acción
cía la esperanza en el Dios liberador (cf. Ex 3,7-10; 20,1), en un del Espíritu para hacer de la propia vida —en la fe y en el amor— el
nuevo Éxodo (cf. Is 43,16-21; 48,20-21) y en-una Ley nueva, escrita culto espiritual grato al Padre 8. La crítica de la secularización al
en el corazón de los hombres (cf. Jer 31,31-34; Ez 36,17-32). culto se diluye en la vinculación de éste a la santidad original de
3. El culto en el Nuevo Testamento. Los aspectos del culto del Cristo, el Verbo encarnado, y a la Iglesia, sacramento de Cristo 9.
Antiguo Testamento, señalados antes, tienen continuidad real en el
Nuevo 6. En este sentido fue decisiva la actitud de Jesús ante las
instituciones cultuales de su pueblo (cf. Mt 5,17). Y después de él la II. LA LITURGIA
interpretación de toda su vida a la luz de las Escrituras por la comu-
nidad de los discípulos (cf. Le 24,27.44-45). Liturgia es la palabra más usada en la actualidad para referirse a
la función santificadora de la Iglesia. Sin embargo, la palabra liturgia
a) El fundamento del culto y de todas sus expresiones es ahora
tiene una prehistoria y ha conocido una interesante evolución en su
la persona misma de Jesús, «templo» del culto verdadero (cf. Jn uso y significado.
2,19-22). La predicación apostólica anunció la buena noticia de la
salvación cumplida en él (cf. Hech 1,4; 2,33.38-39; Gal 3,14). Los
dones de Dios están ligados a la fe y a la conversión del corazón, y 1. La palabra «liturgia»
se traducen en una conducta de vida a imitación de la santidad divi-
na: «sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt Antes de estudiar el concepto es preciso conocer la etimología y
5,48; cf. 1 Pe 1,15-16). Ahora bien, estos dones son fruto del sacri- los sentidos que se han dado a este término 10.
ficio pascual de Jesucristo que sustituyó los sacrificios incapaces de
santificar (cf. Heb 9,13). El bautismo (cf. Me 16,16; Rom 6,4-10), la 7
Cf. POTTERIE, I DE i A, «Adorer le Pére dans l'Espnt et la venté (Jn 4,23-24)», en
eucaristía (cf. 1 Cor 11,23-26; Hech 2,42.46) y los demás sacramen- La venté dans Saint-Jean, 2 (Roma 1977), 673-706, y BRAUN, F. M, «Le cuite en espnt
tos contienen el poder de salvación de este sacrificio. et en venté», en Jean le théologien, 3/2 (París 1972) 249-271; LÓPEZ MARTIN 1,44-55.
8
Véase la voz «culto» en Cath 3, 359-368; en DETM, 158-171; en DTI2,208-223;
.b) El culto nuevo sigue siendo comunitario y social, pero de en LThK6,659-667; en NDT 1,285-298; en SM 2, 92-97, etc , y MAZZA, E., «L'inter-
manera que el pueblo convocado como «sacerdocio real y nación pretazione del culto nella Chiesa antica», en Associazione Professon Liturgia (dir.),
santa» (cf. 1 Pe 2,9; Ap 1,6; 5,10), es ahora una fraternidad en el Celebrare ü mistero di Cristo, 1 (Roma 1993), 229-279; SODI, M., «Cultus-colere nei
documenti del Vaticano II», en DELL'ORO, F (dir.), op cit, 49-63.
6 ' Cf SODI, M , «Secularización», en NDL, 1892-1908.
Cf. GARCÍA, J. M., «El culto en Jesús y en la Iglesia primitiva», en VV.AA., 10
Cf HESS, J , «Servicio (latreúó-leitourgéó), cit., RODRÍGUEZ, F., «El término
Espiritualidad litúrgica (Madrid 1986), 21-46; HESS, K., «Servicio (latreúó, leitour-
"liturgia", su etimología y su uso», en CiTom 97 (1970) 147-163; ROMEO, A., «11
géó)», en DTNT 4, 216-219 (Bibl.), STENZEL, A , «El servicio divino de la comunidad
termino leitourgia nella grecitá bíblica», en VV AA., Miscellanea L C Mohlberg, 2
reunida en Cristo Culto y liturgia», en MS IV/2, 26-59, etc.