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b) Marco general: Las comidas de Jesús como signo realizador del Reino.
La Última Cena de Jesús con sus discípulos, centro de referencia inmediato de nuestras eucaristías, fue
objeto de un gran deseo de Jesús.
De hecho, esta última cena viene precedida y preparada por las comidas que Jesús ha venido realizando a lo
largo de su ministerio, no sólo con sus discípulos, sino con toda clase de personas, y frecuentemente con
publicanos y demás pecadores públicos.
El escándalo que produce Jesús se explica por el hecho de que compartir la comida implica
solidarizarse, compartir la vida y la amistad con los comensales. Jesús muestra que sus comidas son un gesto
elocuente que ilustra y verifica su proclamación de la llegada del Reino.
La salvación de Dios se ofrece gratuitamente (Jesús no pone la condición previa del ir a comer la
conversión, sino que al comer, luego se convierten) y se dirige especialmente a los marginados y pecadores.
Este sentido mesiánico y de anticipación escatológica es particularmente evidente en la comida que
sigue a la multiplicación de los panes: escena coloreada con rasgos eucarísticos
Otro referente de la Eucaristía viene constituido por las comidas con el Resucitado. En ellas se refleja
que el crucificado vive glorioso, pero conservando los rasgos de la acogida, la comensalidad y el servicio.
Así los discípulos le reconocen al partir el pan. Y esta fracción del pan y comunión fraterna la comunidad
puede saborear ya las primicias del Reino.
Conclusión: La Eucaristía es la actualización por medio del rito de toda la existencia de Jesús, por lo mismo
que la cena de Jesús fue el resumen de toda su vida y la expresión de sus actitudes más profundas. Celebrar
la Cena del Señor es participar en su entrega hasta la muerte y en su resurrección e implica la identificación
con su fidelidad a la causa del Reino, con su entrega al servicio del prójimo hasta dar la propia vida. Por
tanto, si de nuestras Eucaristías no brota solidaridad con los pobres, pasión por la justicia y la fraternidad,
entrañas de misericordia, fidelidad al Reino de Dios, eso ya no es comer la Cena del Señor.
→ Diversas formas de presencia real. La presencia real de Cristo en los dones eucarísticos no excluye otras
formas de presencia que son también reales: en los otros sacramentos, en la asamblea reunida para la oración
en su nombre, en la lectura de su Palabra, en quien practica obras de misericordia, etc. Pero se trata de una
presencia “sublime”(Pablo VI). Se trata de una radical intensidad ontológica (Trento)