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CATEQUESIS SOBRE LA EUCARISTÍA Vi

NUESTRA EUCARISTIA: damos gracias (IV)


«Eucaristía» significa «buena gracia» (en griego eu-kharis). De parte de Dios, la «buena
gracia» que nos concede. De parte nuestra, la «buena gracia» que le decimos, la acción de gracias.
A veces le «bendecimos» (decimos-bien) y le «alabamos». Otras, le «damos gracias».
Bendecir y alabar miran más directamente a la persona.
Dar gracias se refiere sobre todo a los favores que esa persona nos ha concedido.
En la práctica, en nuestra Eucaristía, usamos el término Acción de Gracias.
La actitud primera del cristiano cara a Dios es la de la alabanza y la gratitud. Es nuestra oración
más fina. No sólo nos acordamos de él para pedirle (que también es legítimo y lo hacemos muchas
veces), sino ante todo para alabar su grandeza, expresarle nuestra admiración, darle gracias por su
inmensa bondad
A las personas que nos hacen un favor les damos gracias. “Es de bien nacidos el ser
agradecidos”. A Dios, mucho más.
LA PLEGARIA Eucarística
La Plegaria Eucarística es la oración central de la Misa. La proclama, en nombre de toda la
comunidad y de Cristo, el sacerdote que preside la celebración.
Tiene cuatro partes fundamentales:
* la acción de gracias a Dios Padre por cómo ha llevado y sigue llevando su Historia de Salvación,
* la memoria de Cristo Jesús y el ofrecimiento de su entrega pascual: sacrificio definitivo que una y otra
vez hacemos nuestro y ofrecemos al Padre,
* la doble invocación del Espíritu Santo, la primera para que convierta los dones de pan y vino en el
Cuerpo y Sangre de Cristo, y la segunda para que transforme a los que van a comulgar -a la
comunidad- en el Cuerpo eclesial de Cristo,
* y finalmente la oración de comunión con la Iglesia: la de los bienaventurados, la de los difuntos y la de
las comunidades esparcidas por el mundo.
A cada parte que va proclamando el sacerdote, la comunidad le intercala al menos una aclamación:
de alabanza a Dios Padre,
de recuerdo pascual de Cristo, (ojalá hubiera otra de invocación al Espíritu),
de comunión eclesial (sólo en las misas con niños) y el Amén conclusivo.

Jesús, en la Ultima Cena de despedida con los suyos, antes de ir a entregar su vida en la Cruz,
realizó cuatro acciones que los evangelistas recuerdan muy bien y nosotros imitamos en cada misa:
- tomó pan (nosotros, en el ofertorio, traemos al altar pan y vino)
- dio gracias (el sacerdote proclama la Plegaria Eucarística en nombre de todos)
- lo partió (la fracción del pan tiene su momento durante el canto del «Cordero de Dios»)
- y se lo dio diciendo: Tomen y coman (la comunión a la que es invitada la comunidad cristiana).
TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR, POR ...
La primera parte de esta Plegaria es la ACCION DE GRACIAS.
Ya lo anuncia el sacerdote en el diálogo introductorio: «Demos gracias al Señor nuestro Dios»,
a lo que la comunidad responde, como dándole el permiso de empezar la solemne oración en nombre
de todos: «Es justo y necesario».
Esta primera parte se llama «prefacio» y acaba con el canto del Santo por parte de la
comunidad: «Santo es el Señor ... llenos están los cielos y la tierra de tu gloria ... bendito el que viene
en nombre del Señor».
La alabanza del sacerdote continúa, sobre todo en algunas Plegarias, también después del
Santo.
En la Plegaria Eucarística IV es donde alabamos a Dios de un modo más extenso,
enumerando los principales momentos de la Historia de la Salvación.
«Es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre Santo:
- porque tú eres el único Dios vivo y verdadero (Dios en sí mismo, plenitud de la vida),
- porque hiciste todas las cosas para colmarlas de tus bendiciones (la creación de este mundo
maravilloso),
- a imagen tuya creaste al hombre (la obra maestra de la creación: «hombre y mujer los creó»),
- y cuando el hombre, por desobediencia, perdió tu amistad, no le abandonaste (el pecado del
hombre y la misericordia de Dios, que siempre deja abierta la puerta de la esperanza),
- reiteraste tu Alianza con los hombres (Dios siempre dispuesto a la amistad: Noé, Abrahán, Moisés, y
luego la Nueva Alianza en Cristo Jesús),
- por los profetas los fuiste llevando con la esperanza de salvación (hasta que llegara el profeta
auténtico, Jesús),
- y tanto amaste al mundo, que nos enviaste como Salvador a tu único Hijo (la mejor prueba del amor
de Dios, su Hijo)
- el cual se encarnó ... nació ... y así compartió en todo nuestra condición humana, menos en el
pecado (el Hijo de Dios, hecho de nuestra familia)
- se entregó a la muerte y, resucitando, destruyó la muerte y nos dio nueva vida (la Pascua de Cristo
como momento culminante de la salvación)
- y nos envió al Espíritu Santo a fin de santificar todas las cosas, llevando a plenitud su obra en el
mundo (el Espíritu, el mejor don del Señor Resucitado a la Iglesia y al mundo.

SABER DAR GRACIAS

Los cristianos alabamos a Dios de muchas maneras. Con oraciones espontáneas, a lo largo del
día. O con los salmos, muchos de los cuales son de acción de gracias: «alaba, alma mía, al Señor»,
«dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia».
Como comunidad lo hacemos, además, en nuestras celebraciones, con varios cantos y
oraciones.
Durante la Plegaria Eucarística que proclama el sacerdote:
- estamos atentos a lo que él va diciendo en nombre nuestro
- sintonizamos con sus palabras: hacemos nuestra interiormente la acción de gracias, el ofrecimiento
de Cristo, la invocación del Espíritu, la comunión eclesial; aunque el sacerdote sea nuestro portavoz,
somos todos los que damos gracias y ofrecemos
- participamos activamente además en las aclamaciones que se intercalan, sobre todo el Santo y el
Amén final, dando gracias a Dios desde lo más profundo de nuestro ser.
SACERDOTES DE TODA LA CREACION
Nuestra alabanza a Dios en la misa no sólo es personal, sino incluso cósmica:
- glorificamos a Dios en nombre de toda la creación
- nos sentimos «sacerdotes», mediadores, portavoces del cosmos,
- estamos unidos, no sólo con la Iglesia del cielo y la Iglesia de la tierra, sino con todos los seres
de la creación:
- «...y con los ángeles, también nosotros, llenos de alegría, y por nuestra voz las demás
criaturas, aclamamos tu nombre cantando: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del
universo…».

PREGUNTAS:
1.- Cuando comparto la Eucaristía, ¿la vivo como una acción de Gracias, una alabanza y una
bendición?
2.- La plegaria Eucarística, dentro de la misa, es fundamental, porque es: Una acción de Gracias al
Padre, la memoria de Cristo Jesús, la doble invocación al Espíritu Santo y la oración por la comunión
con la Iglesia. ¿Estoy atento a lo que el sacerdote va diciendo en mi nombre?, ¿lo hago mío, o me
distraigo con frecuencia?
3.- Piensa que nuestra alabanza en la Iglesia no es sólo personal, comunitaria, sino que nos unimos a
todos los seres de la creación.

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