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Un capítulo sobre los sueños de Robert L. Stevenson

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Marco Ornelas

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Un capítulo sobre los sueños
Robert Louis Stevenson

Traducción:

MarcoA. Órnelas
Nota del traductor Esquinca

• a traducción de este Robert Louis Steven


comenzó como un son (1850-1894) es uno
ejercicio que me permitió de los grandes escritores
regresara lalibrería dePrin- que ha dado Escocia a la
cess Street en Edimburgo, literatura universal —tam
donde adquirí el volumen, bién lo son Walter Scott y
ycruzar lacalle ysentarme ArthurConan Doyle—. De
en losjardines a disfrutar la bido a su precaria salud,
vista del castillo de la ciudad desde pequeño le es pro
arriba, a lo lejos, al filo del acantilado que cons hibido salir de casa y acostumbra mirar durante
tituye una fortaleza natural. Pero más que nada largas horas, desde laventana de su habitación,
mellamó laatención porencontrar apreciaciones justo sobrela puerta principal, el movimiento del
sobre lossueños que concuerdan en forma por Edimburgo demediados del diecinueve. Conocido
demás notable con las vertidas por Carlos Cas por La Isla del Tesoro, su obra es lo suficiente
tañeda en laserie de libros donde narrasus expe mente diversa como parapermitirse ensayosco
riencias como aprendiz del indio yaqui don Juan mo el aquí publicado y titulado originalmente A
Matus, a saber: que existe al menos un tipo de Chapteron Dreams. Tuberculoso incurable, Ste
sueño cuya nitidez es tal que sería difícil distin venson viaja en busca de un clima benigno yter
guirlo de lo que denominamos "realidad". Esasí minaestableciéndose definitivamente en Samoa,
queelentrenamientoque permiteaccederdelibe- dondemuere a consecuencia de unahemorragia
radamente aestetipo deensueño constituye una cerebral.
víapara desarrollar otro tipo deconciencia, distinta Deeste texto,existeotra traducciónalespañol
a laque noses requerida paraactuary movernos realizada porJulio Vacarezza en 1947y que fue
en el "mundo de todos los días"1. publicada en Argentina como partede A Través
de lasPraderas conotras Memorias y Ensayos,
con el número 666 de la Colección Austral de Es-
La obra de Carlos Castañeda asciende a la fe
cha aecho libros publicados para un total de al pasa-Calpe (págs. 120-132). La edición inglesa
rededor de 2, 500 páginas. Sugiero la lectura
del apéndice Seis Proposiciones Explicatorías
que aparece al fínal deEl Don del Águila (págs. buen intento del propio Castañeda poresclare
281-294), sexto libro de la serie, publicado en cer el punto relacionado con la existencia de
México por Edivisión en 1991. Me parece un dos tipos de conciencia en todo ser humano.

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REVISTA DE EL COLEGIO DE SONORA

en que se basa la traducción que ahora presento pasado es aún menos válido. Un papel
fue publicada en Londres en el año de 1918 por puede aparecer (exactamente a la ma
Chatto and Windus bajo el título Across the nera de una historia en un libro) en un
Plains wlth other Memoríes and Essays (págs. cajón secreto de un antiguo escritorio
153-168). Contodaseguridad, existeotra edición de ébano, y restaurar a su familia en
inglesa másreciente en pastablanda de la Oxford sus ancestrales honores, y reinstalar a
University Press. la mía en cierto islote de las Indias Oc
Quiero agradeceralprofesor John Morgan el cidentales (no lejos de St. Kitt's, como
valioso tiempo dedicado a la revisión y discusión la tradición amada murmuró en mis
del primer borrador de la traducción. También a oídos de juventud) que fue nuestro al
Luis Rangel Dávalos, amigo indispensable e in guna vez y ahora es injustamente de
cansable buscador de curiosidades librescas, a alguien más, y que para el caso (por el
quien debounasegundarevisión, losdatosbiblio estado del comercio del azúcar) no vale
gráficos del texto encuestión, yelrescate deesta nada para nadie. No digo que estos
traducción de entre los trabajos ofrecidos como cambios sean probables, solamente que
regaloy solicitados para publicar. ningún hombre puede negar que sean
posibles;y el pasado, por otra parte, es
Todo el pasado es de una textura —sea tá perdido para siempre: nuestros viejos
simulado o sufrido— sea que trate del días y actos, nuestras antiguas formas
vivido en tres dimensiones, o solamente de ser también, y el mismo mundo en
del presenciado en el pequeño teatro que esas escenas fueron actuadas, todo
del cerebro que mantenemos intensa acaba en el mismo débil residuo como
mente iluminado toda la noche, después un sueño de la noche pasada, en las
de que los mecheros son apagados y la mismas imágenes discontinuas, y en
oscuridad y el sueño reinan en el resto un eco en los recovecos del cerebro. Y ni
del cuerpo sin ser perturbados. A pri siquiera una hora, ni un sentimiento
mera vista, no existe distinción en nues ni una mirada fugaz podemos evocar;
tras experiencias; ciertamente una es todo está perdido, el pasado no se puede
intensa, otra insípida, otra placentera ya conjurar. Y aún concibiéndonos des-
y otra agonizante para recordar, pero pojados de él, imaginemos aquel pe
cuál de ellas es lo que llamamos verda queño hilo de memoria que dejamos
dera y cuál un sueño, es imposible de detrás nuestro, roto al filo del bolsillo;
mostrarlo. El pasado se mantiene en ¡en qué nulidad desnuda seríamos a-
pie sobre una base precaria; otra dis bandonados!, pues sólo guiamos nues
cusión infértil de la metafísica, y de re tras personas y únicamente nos cono
pente nos vemos despojados de él. Es cemos a través de estas imágenes nebu
difícil encontrar una familia que pueda losas del pasado.
documentar cuatro generaciones que En este terreno, hay algunos entre
no reclame para sí algún título de no nosotros que afirman haber vivido más
bleza empolvado o algún castillo y tie años más intensamente que sus veci
rras: un reclamo que no puede ser lle nos; cuando yacen dormidos aseguran
vado ante ninguna Corte, pero que es haber estado todavía activos, y entre
presuntuoso para la imaginación y un los tesoros de remembranza que todo
gran alivio en las horas de sosiego. El hombre repasa para entretenerse, ellos
reclamo de un hombre sobre su propio cuentan en primer lugar la cosecha de

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UN CAPITULO SOBRE LOS SUEÑOS

sus sueños. Existe una persona de este Vistas en conjunto, estas experien
tipo en quien estoy pensando, y cuyo cias fueron pobres en extremo y a esas
caso es tal vez suficientemente inusual alturas de la vida mi soñador hubiera
para ser descrito. Fue desde niño un deseado perder el poder de sus sueños.
soñador ardiente e incómodo. Cuando Pero bien pronto, en el curso de su cre
le daba fiebre en la noche y la recámara cimiento, los chillidos y las contorsiones
se hinchaba y encogía, y sus ropas que físicas se ausentaron al parecer para
colgaban de un clavo se proyectaban siempre; sus visiones fueron aún en su
ya del tamaño de una iglesia, y se reti mayoría miserables pero fueron sopor
raban ya en un horror de distancia y tadas más fácilmente, y despertaría
pequenez infinitas, la pobre alma esta con síntomas no mayores a un corazón
ba bien consciente de lo que habría de sobresaltado, la piel erizada, un sudor
seguir y luchaba duramente contra los frío, yel indescriptible temor de media
embates de aquel sopor que era inicio noche. También sus sueños, ahora in
de pesares. Pero sus esfuerzos fueron sertos en una mente mejor provista
en vano; tarde o temprano la bruja noc con detalles, se tornaron más circuns
turna lo tomaría de la garganta y lo a- tanciales y adquirieron más el aire y la
rrancaría de su sueño sofocado y gri continuidad de la vida. La mirada del
tando. En ocasiones sus sueños eran mundo comenzó aprenderse de su aten
bastante comunes, en otras muy ex ción, el escenario vino a formar parte
traños: en ocasiones eran casi informes; de su ensueño y de sus pensamientos
por ejemplo quedaría embrujado por de tal forma que haría largos viajes sin
algo no más definitivo que cierto tinte incidentes y vería pueblos extraños y
café que no le importaba lo más mínimo lugares preciosos mientras permanecía
durante la vigilia, pero temido y abo recostado en la cama. Y lo que es más
rrecido mientras soñaba; en ocasiones significativo, un extraño gusto por la
los sueños mostraban cada detalle cir vestimenta georgiana y por relatos ba
cunstancial como cuando una vez supu sados en ese período de la historia in
soque debería tragarse el mundoentero glesa comenzaron a impregnarsus sue
y despertó gritando conel horror de tal ños, tanto así que se disfrazó con un
pensamiento. Los dos problemas fun sombrero de tres picos y se involucró
damentales de su estrecha existencia con la conspiración jacobita entre la
—el problema práctico y cotidiano de hora de ir a la cama y la del desayuno.
las tareas escolares y aquel último y En la misma época comenzó a leer en
abstracto del infierno y el juicio divino— sus sueños —cuentos las más de las ve
se mezclaban seguido y resultaban en ces y buena parte de ellos en el estilo de
una pesadilla apabullante. Se veía a sí G. P. R. James, pero tanto más increí
mismo parado frente al Gran Trono blemente reales que cualquier libro
Blanco, era llamado, pobre diablillo, a impreso, que desde entonces ha queda
recitar algo que parecía una fórmula y do insatisfecho con la literatura.
de la que dependía su destino; se le tra Fue entonces, mientras era todavía
baba la lengua, se le borrada la memo un estudiante, cuando vino a él un sue
ria, el infierno se abría para recibirlo, ño-aventura que no tenía interés de re
y despertaría agarrado del poste de la vivir; empezó, por decirlo así, a soñar
cama con la barbilla entre las rodillas. en secuencia y a llevar una doble vida

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REVISTA DE EL COLEGIO DE SONORA

—una la del día, otra la de la noche— sacudirse sus sombras cuando ya era
una que tema todas las razones para tiempo de acostarse para renovarlas.
creer que era la verdadera, otra que no No puedo decir qué tanto tiempo sobre
tenía forma de probar que fuera falsa. llevó esta disciplina, pero fue el tiempo
Debí haber dicho que estudiaba o estaba suficiente para dejar una gran mancha
por entrar a estudiar al Colegio de negra en su memoria, el tiempo sufi
Edimburgo que (puede suponerse) fue ciente para enviarlo, temblando con
la manera en que llegué a conocerlo. perder la razón, a las puertas de cierto
Pues bien, en su vida de ensueño pasó doctor, después de lo cual con una sim
un día largo en el quirófano con el san ple pócima era devuelto al conjunto de
to en la boca y los pelos de punta, obser los hombres comunes.
vando monstruosas malformaciones y El pobre caballero no ha sido moles
la aborrecida destreza de los cirujanos. tado desde entonces por nada parecido;
En una tarde pesada, lluviosa y con en efecto, por un tiempo sus noches
neblina se dirigió al Puente del Sur, fueron como las de otros hombres, ahora
dio vuelta en la Avenida Principal, y en blanco, ahora llenas de sueños, y és
entró por la puerta de un edificio alto, tos en ocasiones encantadores, en oca
hasta arriba del cual él supuso habitar. siones espantosos, pero excepto alguna
Toda la noche subió las escaleras en su intensidad fortuita, ninguno extraor
ropa húmeda, escalón por escalón en dinario. Sólo recordaré alguna de estas
sucesión interminable, y cada dos pisos excepciones antes de hablar de lo que
había una lámpara resplandeciente con hace a mi soñador verdaderamente in
un reflector. Toda la noche rozó con teresante. Parecía que se encontraba
personas que bajaban solas —mujeres en el primer piso de una tosca granja
miserables de la calle, trabajadores campestre. El cuarto daba pequeñas
enlodados, fatigados, grandes, desgra muestras de nobleza, una alfombra en
ciados esperpentos de hombres, el piso, un piano creo que contra la pa
parodias pálidas de mujeres—pero to red; pero a pesar de todos estos refina
dos soñolientos y cansados como él, y mientos no había duda de que se encon
todos solos y todos rozándolo mientras trara en un páramo, entre gente rústi
pasaban. Al final, desde una ventana ca, enmedio de un gran brezal. Miró
con vista al norte vería el día comenzar hacia abajo desde la ventana de un co
a blanquearse sobre el estero, dejar el rral varío que parecía haber estado por
ascenso, dar media vuelta para de largo tiempo en desuso. Una grande y
scender y en un soplo estar de vuelta extraña quietud cayó sobre el mundo.
en la calle con sus ropas húmedas, en No había signos de granjeros o de ga
el ocaso macilento, húmedo, dirigién nado, salvo de un viejo y peludo perro
dose agotado hacia otro día de mons cobrador color café que se sentó contra
truosidades y operaciones. El tiempo el muro de la casa y que parecía estar
corrió más rápido en la vida de ensueño, dormitando. Algo de este perro inquietó
algo así como siete horas (según puede al soñador; era un sentimiento extraño,
figurarse) a una; y por demás corrió la bestia no tenía nada fuera de lo co
más intensamente, tanto que la me mún—ciertamente era tan viejay torpe
lancolía de estas experiencias fantasia- y polvorienta y maltrecha, que debía
das opacaron el día, y no acababa de inspirar lástima—; sin embargo, el so-

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UN CAPITULO SOBRE LOS SUEÑOS

ñador alimentó la convicción de que no en (lo que ha dado en llamarse) una


era un perro sino algo diabólico. Un cuenta, con lo que quiero decir que co
buen número de moscas soñolientas de menzó a escribir y a vender sus cuentos.
verano zumbaron en el corral; y enton Así, la pequeña gente se encontró reali
ces el perro estiró su pata, agarró una zando la parte creativa del trabajo bajo
mosca con la palma, la llevó a su boca condiciones ciertamente nuevas. Las
como un simio y volteando de repente historias debían ahora estar ordenadas
hacia el soñador en la ventana le guiñó y pulidas, debían relatarse de inicio a
un ojo. El sueño continuó, no importa fin y ajustarse (con un estilo hasta cier
cómo; fue un buen sueño de esos sueños to punto) a una realidad creíble; en u-
que pasan; pero no había nada en él na palabra el placer se convirtió en ne
digno de recordarse sino ese perro de gocio, y no sólo para el soñador sino
moniaco color café. Y el punto de interés también para la pequeña gente de su
para mí se encuentra en parte en ese teatro. Ellos comprendieron el cambio
precisohecho: quehabiendo encontrado de la misma manera en que él lo hizo.
un incidente tan singular, mi soñador Cuando se acostaba a dormir no busca
imperfecto fuese incapaz de encontrar ba entretenimiento sino cuentos publi-
un desenlace decoroso y terminase en cables y redituables, y después de dor
ruidos indescriptibles y horrores indis mirse en el palco su pequeña gente
criminados. Hoy día sería diferente; continuaba el trabajo con empuje co
¡ahora conoce mejor su negocio! mercial. Con excepción de dos, todo ti
En resumidas cuentas, el caso es el po de sueños lo abandonaron: todavía
siguiente: Este muchacho honesto ha en ocasiones lee los libros más placen
bía estado dedicado por largo tiempo a teros, todavía visita de vez en cuando
dormirse con historias, de igual forma los lugares más bellos, y vale la pena
en que lo había hecho su padre antes hacer notar que a esos mismos lugares,
que él; pero éstas eran invenciones i- ymás precisamente a uno en particular,
rresponsables, narradas para crear pla regresa después de meses o años en
cer en el narrador, sin consideración contrando nuevas veredas, visitando
para con el público en general o el crí nuevos vecinos, advirtiendo aquel valle
tico tenaz: narraciones donde una tra feliz bajo nuevos efectos de mediodía y
ma podía olvidarse, o una aventura de de alba y de ocaso. Pero el resto del
jarse sin terminar para dar paso a otra conjunto de visiones lo ha perdido: la
apenas el capricho lo sugería. De tal típica versión deformada de un asunto
suerte que esa pequeña gente que orga de ayer, la pesadilla espeluznante que
niza el teatro interno del hombre no se creía causada por cenar queso fun
había recibido aún un entrenamiento dido —estas visiones y otras parecidas
muy vigoroso y jugaba sobre el escena se han esfumado—; y casi siempre, ya
rio como niños que se brincan a una ca sea despierto o dormido, simplemente
sa y la encuentran varía, en vez de ac se ocupa —él o su gente pequeña— en
tuar como actores hábiles representan elaborar conscientemente historias pa
do una obra acabada frente a un gran ra el mercado. Este soñador (como mu
auditorio repleto de caras. Pero de re chas otras personas) ha encontrado al
pente mi soñador comenzó a convertir gunas insignificantes vicisitudes de for
su divertimiento de contador de cuentos tuna. Cuando el banco comienza a en-

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REVISTA DE EL COLEGIO DE SONORA

viar letras de pago y el carnicero a es regresó a Inglaterra lo encontró vuelto


perar su pago en la puerta trasera, él a casar con una esposa joven, quien su
pone sus sesos a trabajar en una histo puestamente sufría cruelmente y abo
ria, ya que esa es su forma más rápida rrecía estar bajo su yugo. Debido a este
de ganarse dinero; y, ¡pongan atención!, matrimonio (como el ensoñador vaga
de inmediato la pequeña gente comien mente entendió) era deseable que el
za a moverse con el mismo propósito, a padre y el hijo platicaran; y como ambos
trabajar toda la noche, y toda la noche eran orgullosos y estaban enojados,
representan frente a él fragmentos de ninguno habría de condescender en
cuentos en su teatro iluminado. Ahora visitar al otro. Finalmente se encontra
ya no tiene miedo de ser atemorizado; ron en el campo arenoso y desolado cer
el corazón sobresaltado y la piel erizada ca del mar; y allí riñeron y el hijo, he
son cosas del pasado; aplausos, más rido por un insulto intolerable, golpeó
aplausos, un interés creciente, una ma al padre y lo mató. No se levantó nin
yor exultación de su propio ingenio guna sospecha; el hombre muerto fue
(porque él recoge todos los reconoci encontrado y sepultado, y el soñador
mientos), y finalmente un brincojubilo- heredó los grandes dominios y se encon
so hacia la vigilia con el grito en los la tró viviendo bajo el mismo techo con la
bios "¡la tengo, esto será suficiente!": viuda de su padre, quien no había reci
con emociones semejantes se sienta a bido ninguna consideración. Ellos vi
observar estos dramas nocturnos; con vían muy solos como gente en duelo, se
tales arrebatos, como Claudius en la sentaban a la mesa juntos, compartían
obra de teatro, desbarata la represen las largas tardes, y se hicieron cada
tación a la mitad. Con frecuencia des vez mejores amigos; hasta que le pare
pertar es un desconsuelo: ha estado ció de repente a él que ella se estaba en
dormido profundamente; la soñolencia trometiendo en asuntos peligrosos, que
se ha apoderado de la pequeña gente, había intuido su culpabilidad, que lo
quienes han balbuceado y divagado observaba y lo acosaba con preguntas.
sobre sus parlamentos, y la obra parece El evitó su compañía como los hombres
para la mente despierta una sarta de que rehuyen un precipicio descubierto
absurdos. Y no obstante estos Duende- de improvisto; pero era tal la atracción
cilios le han prestado frecuentemente que se arrastraría una y otra vez dentro
un franco servicio y le han proporcio de la antigua intimidad, y una y otra
nado, mientras se sienta distraídamen vez sobresaltarse en razón de una pre
te en el palco a disfrutar, las mejores gunta sugestiva o por cierta mirada
narraciones que ni siquiera él ha podido inexplicable. Así fue que vivieron con
inventar. malentendidos una vida de diálogo inte
Esta es una historia tal cual le fue rrumpido, miradas retadoras y una
contada. Parecía que era hijo de un pasión reprimida; hasta que un día vio
hombre muy rico y malvado dueño de a una mujer con velo escabullirse de la
grandes extensiones de tierra y del casa, la siguió a la estación, subió al
temperamento más fastidioso. El so tren hacia el campojunto al mar, y has
ñador (que era el hijo) había vivido mu ta los montículos de arena en el mismí
cho tiempo fuera del país con el pro simo lugar donde el asesinato había
pósito de evadir a su padre; y cuando ocurrido. Ella comenzó a buscar a tien-

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UN CAPITULO SOBRE LOS SUEÑOS

tas sobre la hierba, mientras él la obser zado; y en eso la puerta se abrió y ella
vaba boca abajo; y he allí ella con algo apareció. De nuevo cruzaron sus mira
en la mano —no puedo recordar qué das con la evidencia de por medio; y
era, pero era evidencia mortal contra una vez más ella hizo el gesto de comu
el soñador— y mientras lo llevaba a nicarse; y de nuevo él rehuyó la charla.
sus ojos el sobresalto del descubri Pero antes de abandonar el cuarto que
miento la hizo resbalar y quedó colgada había puesto de cabeza puso de vuelta
peligrosamente de la orilla de un acan en su lugar la sentencia de muerte; y
tilado. No le vino ningún pensamiento entonces la cara de ella resplandeció.
sino el de rescatarla; y entonces queda Lo siguiente que escuchó fue a ella
ron cara a cara, ella con el mortal obje dando falsas e ingeniosas explicaciones
to en la mano —la sola presencia de él a la servidumbre sobre el desorden en
justo en el lugar era una prueba más su habitación. La carne y la sangre no
en su contra. Era claro que ella estaba pudieron resistir más y creo que fue la
a punto de hablar, lo cual era insopor siguiente mañana (aunque la cronolo
table para el soñador —podía soportar gía es siempre engañosa en el teatro de
estarallí perdido y sin remedio, mas no la mente) cuando dejó de lado su reser
hablar de ello con su verdugo—; y la in va. Habían desayunado juntos en un
terrumpió con una conversación trivial. rincón de un gran cuarto con muchas
Con los brazos entrelazados regresaron ventanas, piso de parquet y amueblado
juntos al tren hablando de quién sabe en forma austera; durante la comida
qué, hicieron el viaje de regreso en el ella lo había torturado con ligeras alu
mismo vagón, se sentaron a cenar, y siones; y apenas se retiró el servicio y
pasaron la noche en la sala como en el quedaron solos, él se puso de pie. Ella
pasado. Pero el suspenso y el miedo también se levantó con el rostro pálido;
retumbaron en el pecho del soñador. con ese mismo rostro lo escuchó recla
"Aún no me ha denunciado" —pensa marle airadamente por qué lo torturaba
ba— "¿cuándo lo hará?, ¿será maña tanto. Ella sabía todo, ella sabía que él
na?". Y no sucedió al día siguiente ni no era su enemigo; ¿por qué no lo denun
pasado mañana ni después de pasado ciaba de inmediato?, ¿qué significaba
mañana; y sus vidas volvieron a los su comportamiento?, ¿por qué lo tor
viejos usos, sólo que ella parecía ser turaba?, ¿por qué? Cuando terminó,
más amable, y para él la carga del sus ella cayó de rodillas con los brazos ex
penso y del asombro se hizo cada día tendidos: "¿no lo entiendes?, ¡te amo!"
más insoportable al grado de debilitarse En esto el soñador despertó con un
como un hombre enfermo. Hasta que remordimiento de maravilla y de
un día se olvidó de toda decencia, apro deleite mercantil. Su deleite mercantil
vechó su salida del país, registró de no duró mucho ya que cayó en la cuenta
sesperadamente su habitación y en de que esta historia emocionante con
contró por fin, escondida entrejoyas, la tenía elementos no vendibles, razón
maldita evidencia. Se quedó quieto allí por la cual se relató aquí tan breve
sosteniendo en su mano esa cosa que mente. Pero su asombro ha seguido
era su vida, maravillado porel compor creciendo y, visto con sensatez, también
tamiento inconsecuente de ella de ha el de los lectores. Ahora ellos saben por
berla encontrado, guardado y no utili qué me refiero a esta pequeña gente

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REVISTA DE EL COLEGIO DE SONORA

como a inventores y artistas importan tenerlo ignorante de hacia dónde lo lle


tes. Han guardado su secreto hasta el van. ¿Quiénes son ellos, pues? ¿Y quién
final. Meto las manos al fuego de que el es el soñador?
soñador (y tengo buenas razones para Pues bien, en lo que hace al soñador,
valorar su franqueza) no sospechaba puedo contestar que no es nadie sino yo
nada sobre los motivos de la mujer mismo —como pude haberlo dicho des
—esencia de toda esta trama tan bien de un inicio, sólo que la crítica suele se
elaborada— hasta el instante mismo ñalar mi constante egoísmo; y ahora
de la dramática declaración de amor. estoy obligado a decírselos o de otra
El cuento no era del soñador; ¡era de la forma sería difícil avanzar con mi his
pequeña gente! Yes de notar que no só toria—. En lo que se refiere a la Pequeña
lo se guardó el secreto, sino que la his Gente, tan sólo diré que son mis Duen-
toria misma se relató con verdadera decillos, ¡Dios los bendiga!, quienes
astucia y destreza. La conducta de am hacen una mitad de mi trabajo mien
bos actores es (según la jerga) psicoló tras duermo, y que muy probablemente
gicamente correcta, y la tensión hábil realizan también el resto del trabajo
mente administrada hasta llegar al cuando estoy bien despierto y supongo
sorprendente climax. Estoy despierto con inocencia que lo hago yo mismo. La
ahora y conozco este negocio; probable fracción que es elaborada mientras
mente no sea capaz de superar —tal duermo se debe sin duda a los Duende-
vez ni siquiera igualar—ese hábil arti cilios; pero aquella que es hecha
ficio (a la manera de algunos antiguos mientras estoy en vigilia no es necesa
y experimentados artesanos de obras riamente mía, ya que todo apunta a
teatrales, algún Dennery o Sardou) a que los Duendecillos también intervie
través del cual la misma situación se nen en ella. Y una duda sigue asaltando
representa dos veces, y los actores se mi conciencia. En ocasiones me he visto
ven enfrentados en dos ocasiones cara tentado —lo que llamo yo, mi ego con
a cara, evidencia de por medio, una vez sciente, el habitante de la glándula
en manos de ella, otra en manos de él pineal a menos que haya cambiado de
—y esto en el orden indicado, el de me residencia desde Descartes, el hombre
nor dramatismo primero—. Mientras con conciencia y cuenta bancaria va
más pienso en ello más me nace formu riante, el hombre con sombrero y botas
lar una pregunta al mundo entero: y el privilegio de votar y ver que su can
¿Quién es esa Pequeña Gente? Sin du didato pierde las elecciones generales—
da están emparentados con el soñador; a suponer que mi persona no es en ab
comparten sus preocupaciones finan soluto narradora de historias sino una
cieras y echan un ojo a la libreta de criatura tan común como un vendedor
ahorros; comparten plenamente su de queso, o hasta el queso mismo, y una
adiestramiento; han aprendido como persona realista enlodada hasta el
él a construir una narración conside cuello; de tal forma que, según esto, to
rable y a acomodar la emotividad en das mis ficciones publicadas deben ser
orden progresivo, sólo que creo que lo producto de la mano de un Duendecillo,
hacen con más talento; y sobre una co de algún Familiar, de un colaborador
sa no hay duda, le pueden contar una desapercibido a quien guardo en
historia poco a poco, en partes, y man cerrado en el desván trasero, mientras

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UN CAPITULO SOBRE LOS SUEÑOS

yo recibo todo el crédito y él sólo un el cambio en presencia de sus persegui


pedazo (que no puedo quitarle) del dores. El resto fue elaborado despierto
pastel. Soyun excelente consejero, algo y consciente, aunque pienso que en
así como el sirviente de Moliere; arreglo ella encuentro el estilo de mis Duende-
aquí y corto allá, y visto todo con las cilios. El significado del cuento es por
mejores palabras yoraciones que puedo lo tanto mío y por mucho tiempo había
encontrar; también sostengo la pluma existido en mi jardín de Adonis proban
y me siento a la mesa de trabajo que es do una y otra forma en vano; ciertamen
la peor parte; y cuando todo está con te, yohago prácticamente toda la moral,
cluido elaboro el manuscrito y pago el ¡la peor de las suertes! pues mis Duen-
registro, de tal forma que puedo recla decillos no tienen una pizca de lo que
mar participación —en proporciones llamamos conciencia. Míos también son
que en verdad no merezco— en las ga la puesta en escena y los personajes.
nancias de esta empresa común. Todo lo que se me dio fueron tres esce
Puedo ofrecer pocos ejemplos de qué nas, y la idea central de un cambio vo
parte es hecha mientras duermo y cuál luntario que con el paso del tiempo se
mientras estoy despierto, y dejar al vuelve involuntario. ¿Sería considerado
lector otorgar créditos a su leal saber poco generoso, después de haber ala
entre mi persona y mis colaboradores; bado a mis colaboradores, si los ofren
y para ello tomaré primero un libro que dara a los críticos? En lo que respecta
varias personas han tenido la amabili a los polvos que muchos han censurado
dad de leer, El Extraño Caso del Doctor no es idea mía, me alivia decirlo, sino
Jekyll y Mr. Hyde. Por mucho tiempo de los Duendecillos. De otro cuento, en
había tratado de escribir una historia caso de que el lector le haya echado un
sobre este tema, encontrar un cuerpo, vistazo, debo decir algo: me refiero a la
un vehículo para ese enorme sentido no muy defendible historia de Olalla.
de doble identidad del hombre que en Aquí la Corte, la madre, el nicho de la
ocasiones aparece y debe abrumar la madre, Olalla, la habitación de Olalla,
mente de toda criatura pensante. Inclu los encuentros en la escalera, el vidrio
so había escrito una, El Compañero de de la ventana roto, la horrible escena
Viaje, que fue rechazada por un editor de la mordida, todos me fueron dados
bajo el pretexto de que era un trabajo de golpe y al detalle mientras trataba
genial e indecente, y que quemé el otro de registrarlos, a ello sólo añadí la
día en el entendido de no tratarse de fachada externa (ya que en mi sueño
un trabajo extraordinario y de que nunca fui más allá de la Corte), el re
Jekyll lo había reemplazado. En eso vi trato, los personajes de Felipe y del
no una de las fluctuaciones financieras sacerdote, la moral tal como aparece, y
a las que (con elegante modestia) me las últimas páginas tal y como desgra
he referido en tercera persona. Durante ciadamente son. Y pudiera incluso decir
dos días me quebré los sesos por encon que en este caso la moral misma me fue
trar cualquier trama; y en la segunda dada pues surgió inmediatamente de
noche soñé la escena en la ventana, y la comparación de la madre conla hija,
otra escena posterior dividida en dos y del repugnante ardid de atavismo de
en la que Hyde, perseguido por cierto la primera. En ocasiones un sentido
crimen, ingirió los polvos y experimentó parabólico está aún más presente en

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REVISTA DE EL COLEGIO DE SONORA

un sueño; en ocasiones no puedo sino


suponer que mis Duendecillos han es
tado imitando a Bunyan, mas no con lo
que podría llamarse una moral de pan
fleto; nunca con estrechez ética; comu
nicando indicios en vez de limitaciones
de vida más extensas y ese tipo de sen
tido que parecemos percibir en el ara
besco del tiempo y el espacio.
Podrá verse que la mayoría de las
veces mis Duendecillos son algo fantás
ticos, como sus historias muy calientes,
llenas de pasión y de lo pintoresco,
vivas con sucesos animantes; y no están
prejuiciadas contra lo sobrenatural.
Pero el otro día me dieron una sorpresa
entreteniéndome con una historia de
amor, una pequeña comedia de abril,
que ciertamente deberé pasar al autor
de Una Amistad Casual, ya que él pue
de escribirla como se debe, y estoy se
guro (aunque trataré) no poder hacerlo
yo. —¿Pero quién habría de suponer
que uno de mis Duendecillos iría a in
ventar un cuento para Mr. Howells?.

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