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Autor

BAJO CIAN Y CARMÍN:

Escrito por Juan Tomas Amezcua Martinez

Primera Publicación digital 16 de Agosto de 2015

Derechos reservados
Copying 2015

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A Elisa
No pierdo la esperanza de que pudieses existir

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PREAMBULO

Esta es la historia de una idea, o mejor dicho un


breve compendio de ideales diversos e historias. Si
bien la lírica y género dramático abundan entre tal
prosa, es la narrativa de mis cuentos un sencillo e
incipiente intento por alcanzar el más anhelado
sueño entre los hombres, la inmortalidad. Han
muerto respirantes, con frecuencia las civilizaciones
e incluso las estrellas más distantes, pero siempre
queda una gota de tan magna esencia en el viento,
una pequeña partícula de refracción cromática a la
vista, o en el cielo un vestigio eterno cual legado es
difuso aunque no imperceptible entre su propia
tenuidad nocturna. Esta modesta obra es un intento
por no desaparecer en el tiempo, por no ser una
víctima del olvido y su lento transigir apenas
comparable con la inmensidad de lo etéreo. Este
sencillo libro es una muestra de que anduve en la
tierra, que viví la energía del sol y dormí a sus
sombras, que miré el astro de mediodía y la lenta
rotación celeste al nacer y perecer en un punto más
allá del horizonte.

¿Cian y carmín? una pregunta de habitual naturaleza


¿a caso no has visto las estrellas?, mira que entre su

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turbulento y frenético brillar abundan tales colores.
Y porque sorprenderse, pues si observas a esa
pequeña escala que los ojos solo pueden imaginar,
verás que las bellas distantes en el cielo y los
hombres estamos hechos aunque en proporciones
distintas de las mismas cosas. Somos tan semejantes
que además de brillar estamos destinados a ser
cubiertos por el mismo crespón fúnebre, ya sea
como una fina y oscura tela sobre el semblante de
los humanos o como la oscuridad donde alguna vez
ilumino el potente brillo de una estrella.
Indudablemente todos seguimos el mismo camino,
un andar largo y multicolor, a veces amargo pero a
la vez tan dulce como no sería posible describir. Es
inevitable nacer mortales, pero está en nuestras
manos hacer saber quiénes fuimos, que hacíamos y
porqué, hacer saber que estuvimos aquí en eso que
llaman la vida y permanecer eternos en esa constante
que llaman tiempo.

Han pasado más de dos mil años y las palabras de


Sófocles u Homero se mantienen vivas entre las
páginas de sus obras, quizá lo que algún día se dijo
tenga el potencial de decirse durante milenios. Pero
¿qué sucede con lo que se pronunció y escribió de
noche? esa es una interrogante digna de todo
cuestionamiento. Y respecto a mis cuentos algunos

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los han llamado extraños y otros catalogado de ser
partidarios de un humor satírico, quizá tengan razón,
pero cada narrativa y verso aún entre su propia
sonoridad burlesca (si es que así suenan) busca
además de ser cómica y un tanto descabella aportar
un toque moralizador o algo así.

Juan Amezcua.

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CUENTOS

I MÁS ALLÁ DEL SAN JUAN

II QUIEN TUVIESE EL ROSTRO MÁS BELLO

III LA REBELDÍA DEL INDIVIDUALISMO

IV UN SONETO A ELISA

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MÁS ALLÁ DEL SAN JUAN

En una de esas noches de Enero en las que el viento


sopla con su habitual gelidez invernal, cuando la
almohada de nuestros sueños, entre la frialdad de sus
fibras pareciera ser de alguna extraña clase de nieve
suave que lentamente se derrite con nuestro calor
corporal, o cuando Orión y Selene gobiernan la vista
de los cielos ante la soledad de los poetas; como era
de esperarse, me decidí a dar un pequeño paseo.
Siempre he considerado que no hay nada que
contraste mejor con una noche fría que la calidez de
una taza de café, claro que aquella noche no fue la
excepción.

Entre los pasos de mi propia soledad me encontré de


pronto en uno de esos establecimientos en los que
sirven café hasta altas horas de la noche. Claro que
no en uno de muchos cuyo nombre hace alusión a la
obra de Herman Melville, donde son habituales los
jóvenes bebedores del diurético, mismos que fingen
leer libros de temáticas actuales mientras visten esa
extraña y desalineada tendencia a la que llaman
hipster, y que al mismo tiempo miran al resto de los

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presentes con un gesto que pareciera denotar cierta
superioridad intelectual, como si su noción del
mundo, la economía y las bellas artes fuese más allá
de la taza de café que beben o del libro que fingen
leer mientras centran su atención en quien contempla
el acto. Tal vez haya excepciones en esto ultimo

En lugar de ir a un Starbucks acudí al restaurante de


ese prestigioso y céntrico hotel de la ciudad de
Tepic, cuyo nombre hace referencia a la realidad de
uno de los más habituales nombres en México.
Desde dicho con techo de madera y vista al parque
que conmemora dos siglos de ser independientes del
viejo mundo; estando en una mesa cercana a las
ventanas que miran poniente, bajo la sutil
iluminación del lugar pude ver a la distancia un
colosal y somnoliento dinosaurio que entre la eterna
quietud de sus relieves gobierna la vista de la
ciudad, ya sea ante los primeros rayos del sol al alba
o como la nocturna morada del astro rey tras recorrer
el cielo en su rotación diurna, el cerro de san Juan es
un icono de nuestra urbe, desde cualquier rincón del
lugar entre cerros se le puede mirar, ya sea paseando
en las calles, en medio de un parque o incluso fuera
de ciudad misma

Luego de beber más de una taza del reductor de


sueño y sentir los efectos de su cafeína y

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antioxidantes, esas pequeñas moléculas que
contrarrestan los estragos de los radicales libres y su
notoria oxidación celular, es que comienza la rareza
de este cuento. Eran quizá las diez de la noche
cuando de pronto un viejo hombre llego al lugar de
mi narrativa, dicho tenía un aspecto similar al
naturalista e Ingles Darwin; una mirada avejentada y
larga barba blanca, vestía de manera muy elegante
aunque su traje de marrones tonalidades parecía ser
muy viejo, estar en buen estado pero ser a lo menos
de un siglo atrás, su mirada denotaba cierta tristeza y
desmotivación, como si hubiese perdido algo o más
precisamente como si no tuviese nada. Aquel
sexagenario y misterioso rytsar' que más tarde se
presentaría como Pedro echó una mirada breve al
restaurante, estuvo de pie por unos momentos y paso
a sentarse en la mesa de mi estancia manteniendo
una peculiar conversación conmigo

Pedro.- ¿Has visto el cerro de san Juan


últimamente?
Yo.- Cotidianamente, dudo que alguien en las
inmediaciones de la urbe no haya asomado una
mirada a su verde esplendor
Pedro.- Verás; existe toda una gama de historias y
leyendas sobre tal cerro, algunas tan fantásticas que

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resultan de lo más imposibles de creer, pero hay
también una que otra que entre su propia rareza no
está tan alejada de la realidad
Yo.- Pareces conocedor del tema, ¿a caso te
dedicas al tema de las narrativas?
Pedro.- En tiempos pasados fui un gran
periodista, aunque por allá de mis cuarenta años viví
un suceso tan increíble que ningún escuchante lo ha
considerado verdadero
Yo.- Siendo así podríamos empezar por
presentarnos, me han dicho que soy un poeta, mismo
que lleva el nombre de este restaurante o del cerro
que se encuentra atrás de nosotros
Pedro.- Mi nombre es Pedro
Yo.- Supongo que ha de haber algo más, quizá un
Páramo, Infante o tal vez Tchaikovski
Pedro.- Solo Pedro
Yo.- Bueno Señor Pedro, ¿qué tan extraño es su
cuento?
Pedro.- Si bien es extraño yo diría que su falta de
credibilidad es en relación a su antigüedad antes que
a su propio fondo, pues soy más viejo de lo que mis
sesenta años aparentan, tal es mi vejes que podría
resumir un siglo en apenas una noche
Yo.- ¿Tu historia es a caso un relato de etílica
naturaleza?

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Pedro.- Tu incertidumbre y burla es
comprensible, que tan seguido un mozalbete
arrogante charla con un viejo que está cerca de su
segundo siglo
Yo.- Y a todo esto hombre de las dieciséis
décadas, ¿porque el interés en contarme tu extraña
historia?
Pedro.- Porque en verdad sucedió, incluso tengo
una prueba de ello

De pronto aquel viejo hombre saco de su bolsillo


una pequeña naranja de apenas el tamaño de un
puño, pero tras observarla detenidamente pude notar
que no era una fruta cualquiera, sino más bien
parecía ser de un sólido y precioso metal, una
naranja de oro cuyo tallado era tan perfecto, que su
simetría y los poros de su cascara parecieran no
haber sido tallados por mortales manos. Según nos
relata Pedro corría el año de 1895, por aquellos días
la catedral de Tepic con su neogótica fachada aún no
había sido terminada, la energía eléctrica era una
novedad que solo unos pocos podían ver reflejada en
la tenue e incandescente luz que emanaba de una que
otra bombilla escasa, el concepto de automóvil era
algo inexistente, los caballos y suelas desgastadas
eran el medio de transporte por excelencia e incluso
por aquellos días no había ferrocarril pues dicho

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llegaría hasta 1912. Las características del antiguo
Tepic otorgaban a las calles de la ciudad un aire tan
puro y libre de contaminantes que incluso podría
llegar a fastidiar a los pulmones, quizá por eso en
aquellas fechas estaba muy de moda fumar

Pedro era un periodista y escritor de cuentos


apasionado, su formación había sido un tanto
empírica pero demostraba tener un gran dominio
sobre las letras, pues en el semanario nayarita para el
cual trabajaba era muy aclamado por la aceptación
de sus notas informativas y amarillistas, quizá no
había muchos periódicos que leer, tal vez el
analfabetismo era común en la época o a lo mejor
era que Pedro se metía constantemente en
problemas, desacuerdos y trifulcas con el fin de
obtener algo bueno que plasmar en las columnas de
su redacción. Si bien cotidianamente cubría los
sucesos nacionales su interés tenía una percepción
más enfocada a las noticias mundiales; pues por
febrero de tal año había hecho un reportaje sobre
aquel nuevo deporte inventado en Massachusetts, las
obras de Wilde y la independencia cubana. Aunque
por sobre todas las cosas de las que se pudieran
escribir le fascinaba el futuro, por esos días se decía
que nuevos inventos estaban a punto de ser
revelados al mundo, desde un aparato capaz de

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convertir las ondas de Maxwell en sonidos e incluso
que unos franceses de apellido Lumière estaban por
darle vida a las fotografías

La jornada laboral de aquel tiempo; al menos para


Pedro no era muy diferente a lo que es actualmente,
claro que con algunos detalles pues una noticia
podía tardar varios días e incluso semanas en ser
difundida, aunque en su lenta difusión nunca tardaba
más de un mes. Luego de espirar los secretos del
mundo durante todo un día para luego hacer un
compendio de la semana, nuestro virtuoso periodista
regresaba a su casa ubicada en la que hoy es esa
concurrida avenida de los insurgentes, si bien por
estos días la ciudad es pequeña sobrara decir que en
aquel tiempo su morada estaba ubicada en las
afueras de la misma, casi llegando al recién
inaugurado molino de Menchaca.

Cuantas emociones diversas no había traído el


diurno momento, aunque todas y cada una de las
asoleadas aventuras pasaban a segundo término
cuando Pedro regresaba con su familia, si bien su
esposa María era algo carente de humor y su
pequeño hijo apenas residía los comicios de ese
camino al que llaman vida, no había nada mejor que
estar entre la tranquilidad de su hogar. Por esa

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misma calle vivía un buen amigo suyo; Sóstenes era
un hombre de unos 30 años, tenía un sentido del
humor un poco vulgar y aunque sabía leer y escribir,
escasamente hojeaba periódicos mucho menos se
tomaba la molestia de leer algún libro de la época,
en lugar de eso se dedicaba al campo, era un hombre
ingenioso y de temperamento aventurero aunque era
también muy crédulo. Ocasionalmente Pedro y
Sóstenes sostenían alguna que otra conversación
breve aunque su amistad tenía más un tinte jovial
pues de vez en cuando salían a beber un poco

Hacia mediados del mes de Junio el trabajo


periodístico escaseaba un poco, lo que alguna vez
fue un gran semanario ahora se encontraba un poco
tambaleante, falto de lectores y encaminado a la
ruina. Con el riesgo de perder su trabajo y pasión
vital Pedro era una víctima de la frustración y estaba
dispuesto a cualquier cosa con el fin de hacer una
buena redacción que salvase las páginas de su
sustento. Un día mientras regresaba del trabajo y
como era habitual se encontró con su buen amigo
Sóstenes manteniendo una breve conversación con
él, misma que luego desencadenaría la esencia de
esta historia

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Sóstenes.- A juzgar por tu quebrantado aspecto
me imagino que algo no anda bien en los periódicos
Pedro.- Peor que eso; el número de lectores a
bajado tanto que incluso el periódico podría irse a la
quiebra, podrías imaginar que hemos pasado de diez
mil lectores a solo dos mil quinientos
Sóstenes.- ¿Dos mil quinientos? parecen muchos,
mira que la última vez que yo tuve un periódico en
las manos fue para envolver algunas cosas de desuso

Pedro.- He ahí el problema, pareciera ser que


nuestra sociedad atraviesa un periodo de
desilustración, las personas cada vez leen menos,
aunado a eso que últimamente no sucede nada
trascendental en la ciudad ni en el mundo, como
para plasmarlo en nuestro periódico
Sóstenes.- Siendo que el mundo es cambiante,
porque no te centras el aquellos quienes no leen
tanto
Pedro.- Podría ser que las temáticas de nuestras
páginas resulten aburridas para la mayoría de las
personas, quizá hemos enfocado nuestro trabajo a un
estilo de vida que está lejos del apenas urbanizado
Tepic
Sóstenes.- Deberías de escribir un poco sobre la
vida rural, la manera en que viven las personas del

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campo, tal vez con eso acerques las letras la vista
publica
Pedro.- Parece una idea interesante, creo que
alejarme un poco de la urbe es lo apropiado, regresar
a nuestros orígenes tal vez sea lo que nos salve de ir
a la ruina
Sóstenes.- Porque no vienes conmigo este fin de
semana, como sabes tengo un poco de ganado que
suele pastar en el cerro de san Juan, podrías
acompañarme y hacer algunas de esas páginas que
escribes sobre el tema
Pedro.- ¿Al cerro de san Juan?
Sóstenes.- Así es, saldríamos el sábado por la
mañana y regresaremos el domingo por la tarde.
Incluso estaríamos de regreso a tiempo para no
perdernos la fiesta del día de san Juan

Y al paso de unos días después de la conversación


llego el sábado, muy temprano por eso de las 5:00 de
la mañana justo cuando el cielo comenzaba tu
transición del nocturno al alba, cuando aun hace frio
y sobre los tejados y ventanas son apreciables esas
pequeñas y tersas gotas de sereno, fue que nuestros
dos personajes comienzan su gran aventura. Apenas
y Pedro se despidió de su esposa cuando ya
contemplaba la ciudad a la distancia, bajo los
primeros rayos del sol; esas cálidas emanaciones de

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luz amarillenta que apenas y calientan la piel entre
una modesta caricia, y que tras su lento paso apenas
perceptible en el movimiento de las sombras sobre
las paredes desencadenan el canto de las aves, el
zumbido de los insectos, la apertura de las flores y el
nuevo día.

Con cada paso la ciudad fue volviéndose más y más


pequeña, hasta que finalmente se perdió entre el
característico verde de los árboles y ese olor extraño
a hiervas húmedas que es común en los cerros.
Pedro y Sóstenes caminaron y caminaron por
veredas cuya locación y destino exacto me serían
imposibles de precisar, el camino subía y bajaba, iba
hacia un lado y hacia el contrario, hasta que
finalmente se encontraron en medio de una planicie
distante donde había mucho pasto y a la distancia se
podía contemplar una pequeña colina con tres
cuevas misteriosas. Llegado medio día estaban tan
lejos que desde su ubicación final era imposible
distinguir la incipiente ciudad de Tepic, ante los ojos
del periodista ahora solo había hiervas y no menos
de unos cien animales de crianza, entre terneros,
borregos y chivos con su redundante y un poco
fastidioso sonido, ese ruido que hacen como si se
comunicaran entre ellos y que de forma
desprevenida puede aterrar a todo prevenido, es

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decir sus exclamaciones en voz alta que dicen
-babababa-

Pedro.- ¿A caso dejas tus animales solos y luego


te vas?
Sóstenes.- Si, estando tan lejos de la civilización
quien podría robarlos
Pedro.- ¿Tu animales no se marchan y pierden
entre la inmensidad de los alrededores?
Sóstenes.- Si, pero luego regresan, se nota que no
tienes ni idea de cómo funciona la vida fuera de la
ciudad. Por cierto y ahora que lo recuerdo, creo que
no te he contado una muchas leyendas que se dicen
sobre este cerro
Pedro.- ¿Una leyenda?
Sóstenes.- Así es, cuando era niño mi abuelo solía
contarme una historia, supongo que podrás imaginar
lo antigua que es y dice más o menos así... Hace
mucho tiempo cuando México aun luchaba por su
independencia, en aquellos días cuando Tepic era un
pueblo diminuto y mi abuelo era muy joven, éste
solía venir al cerro como lo hago yo, resulta que para
aquellos días y bajo las ordenes de su padre él
también cuidaba ganado
Pedro.- Por lo visto desciendes de una familia de
ganaderos

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Sóstenes.- Y de agricultores, según decía mi
abuelo en sus cotidianos viajes seguía una ruta
similar a la nuestra, su jornada era siempre repetitiva
y un poco aburrida hasta que un día vio algo extraño
Pedro.- ¿Algo extraño?, ¿qué clase de rareza?
Sóstenes.- Estando a la mitad del camino vio de
pronto una vaca
Pedro.- ¿Y que tienen de raro los rumiantes?
Sóstenes.- Que esta vaca estaba muerta, sin piel y
en medio del camino, resulta que los muchos kilos
de carne del animal permanecían intactos y
abandonados en un punto del cerro donde los
paseantes no son comunes
Pedro.- Parece perturbador, ¿quién robaría la piel
de un animal?
Sóstenes.- Y ahí no acaba la cosa, unos pasos
adelante de tal vaca desnuda, había una gigantesca
palma, una de esas que son comunes en la playa, de
gran altura y que tienen cocos
Pedro.- Lo de la vaca parece raro, pero estoy en
desacuerdo sobre el miedo por una simple palma
Sóstenes.- Es porque no era una palma
cualquiera, veras según mi abuelo en visitas
anteriores no había indicios de tal palma, y aquel día
esta apreció en medio del camino
Pedro.- ¿Que tan grande era?

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Sóstenes.- A tal punto que mi abuelo no pudo
abarcar por completo su tronco con los brazos y qué
decir de su altura, esa palma rondaba quizá el alto de
unos 40 hombres, aunque sí hasta este punto te has
sorprendido te será aun más impactante saber que mi
continuó su camino, estuvo apenas unas horas con el
ganado y volvió a la ciudad. Para su sorpresa la vaca
desnuda y la gigantesca palma habían desaparecido,
pregúntate como arrancar una palma tan grande en
tan poco tiempo, sin siquiera dejar rastro de sus
raíces en el suelo
Pedro.- Parece una historia interesante
Sóstenes.- Y lo es, aunque aún no he terminado
de contártela. Como mi abuelo venía seguido al
cerro, entre su ascenso veía esa vaca sin piel y
gigantesca palma en medio del camino, de igual
manera al descender ya no estaban
Pedro.- Dices que aprecian, desaprecian y luego
volvían a aparecer
Sóstenes.- Así es, y vio aquello tantas veces que
al cabo de un tiempo lo que llego a sorprenderlo fue
no verlo nunca más
Pedro.- A todo esto dices que la historia de tu
abuelo ¿trascurrió en el camino que recién acabamos
de transitar?

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Sóstenes.- Si, aunque lamentablemente en mis
muchos viajes nunca he visto nada igual, aunque no
pierdo la esperanza
Pedro.- Me ha parecido una gran historia aunque
no es precisamente una leyenda, quizá podríamos
catalogarla de cuento. ¿Por cierto donde
acamparemos? si hemos de estar aquí hasta mañana
necesitaremos un lugar donde dormir
Sóstenes.- Descuida, podemos montar una
pequeña casa de campaña, te traído algunas lonas
aunque será necesario que nos demos prisa en armar
el campamento, pues si miras el cielo pareciera que
lloverá
Pedro.- Seria grandioso que existiese una manera
de predecir el tiempo y no tener que ser víctima de
las figuraciones, ojalá pudiéramos saber con
exactitud si habrá una tormenta o si el paso de tan
oscuras nubes será transitorio sobre los secos suelos
Sóstenes.- Bueno si hoy en día se es posible
hablar a la distancia mediante esos aparatos a los que
un tal Bell o un tal Meucci llamo teléfono, tal vez en
un futuro tengamos control sobre el clima
Pedro.- Pensé que no acostumbrabas leer y eres
un gran conocedor
Sóstenes.- Los semanarios no son la única fuente
de conocimiento, mira que la voz y dialogo tienen
mayor alcance que las palabras escritas en papel,

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quizá en un futuro las noticias sean más parlanchinas
y podamos escuchar lo que dice uno en un lado del
mundo y al mismo tiempo contestarle desde el lado
contrario. ¿Crees que lleguemos a eso?
Pedro.- Lo dudo, quizá llegue a pasar pero más
allá de la vista de nuestros ojos, para ver algo así
tendrían que pasar no años, ni décadas, sino siglos

Tras la breve conversación Pedro y Sóstenes


montaron su campamento, la tarde transcurrió sin
novedad entre el que mereciera haber sido un sin fin
de palabras, pero luego del atardecer, entre la
oscuridad de la noche cuando se preparaban para la
llegada de Morfeo comenzó a llover muy fuerte,
hacia mucho viento y los relámpagos iluminaban
fugazmente la noche. La casa de campaña en la que
residirían los aventureros no soporto mucho y cedió
ante una corriente del más helado aire que parecía
ser de huracanada naturaleza, en medio de la
tormenta nuestros personajes buscaron un lugar
donde resguardarse de tan estrepitoso caos, por lo
cual corrieron hacia esas tres pequeñas y misteriosas
cuevas que se encontraban cerca, e ingresaron a la
de mayor tamaño. Aunque a la distancia parecían ser
tres pequeñas cavidades entre las rocas de aquella
colina, tales cuevas resultaron ser mucho más
grandes de lo que hubiesen imaginado, además

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parecían tener cierta iluminación natural, como si las
rocas y estalactitas emitieran algún tipo de
luminosidad , misma que permitía contemplar
perfectamente el interior de dicha cueva

Pedro .- En verdad que ha sido una tormenta


fuerte, por cierto ¿no te preocupan tu animales?
Sóstenes.- Descuida, ya están acostumbrados a
las tormentas, ellos se refugian bajo los árboles, ya
verás que mañana estarán pastando como si nada
hubiese pasado
Pedro.- Nunca había visto una cueva como esta,
las rocas brillan como si fueran producto de algún
tipo de magia lumínica
Sóstenes.- ¿A caso será una cueva encantada?
Pedro.- No lo creo, quizá lo minerales de las
rocas poseen algún tipo de fluorescencia natural,
aunque de ser así brillan demasiado, como si dentro
de ellas hubiese algún fuego, como si el mismo sol
las iluminara
Sóstenes.- Y si observas notarás que el brillo
aumenta según uno se adentra en la cueva, mira que
mientras más lejana es la vista el fondo más luz
emite
Pedro.- Entre tus viajes ¿habías recorrido esta
cueva?

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Sóstenes.- Había echado una mirada, pero nunca
la recorrí en su totalidad, aunque no había notado su
raro brillo, pues era de día cuando asome la mirada
Pedro.- Podríamos recorrer la cueva, buscar el
punto final de la misma, si la entrada ha sido tan
sorprendente quizá su final guarde mejor sorpresa

Pedro y Sóstenes se aventuraron a la cueva y


conforme avanzaban era más y más luminosa,
caminaron quizá un par de kilómetros cuando
notaron que el lineal trecho que seguían tenía un
curva recta, y de la región más allá de sus 90 grados,
esa parte del camino cuyas relucientes paredes
impedían ver que seguía, dejando el futuro del
recorrido en la incógnita detrás de las rocas, nuestros
personajes pudieron contemplar el reflejo de un
fuerte brillo que eclipsaba su andar. La
incertidumbre agobio a los caminantes, ¿qué podría
provocar semejante luminosidad? a caso algún tipo
de fuego extraño, o tal vez la presencia de algún
luminoso misterio a pocos pasos de distancia.
Siguieron en su andar para así descubrir que la cueva
llegaba a una especie de valle subterráneo, como una
inmensa habitación de rocas, misma que contenía el
más inmenso tesoro de oro y plata, que entre la
suntuosidad de su propia grandeza reflejaba la luz de
las rocas y ampliaba tanto el espectro de sus fotones,

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que estar en presencia de tales joyas hacía pensar
que se estaba bajo el sol de mediodía. Ante los ojos
de Pedro y Sóstenes había oro hasta donde el último
punto que la vista permitiera ver

Sóstenes se acerco a tan ostentoso tesoro y tomo una


pequeña moneda de las que ahí yacían, apenas la
piel de uno de sus dedos toco la dorada textura de
dicha cuando una fuerte y magna voz dijo en forma
pausada e imperativa "o todo o nada". Ambos
miraron los alrededores y pudieron percatarse que se
encontraban en soledad con el tesoro, ¿a caso la voz
surgió de la nada?, ¿la frase fue pronunciada por
algún fantasma o ente de inmasida forma?, estas y
otras preguntas asediaron por unos segundos a Pedro
y Sóstenes, pero aún más la duda mortal de sí se
respetase tal decreto misterioso, como podrían
mover tan gigantescas montañas de metal
resplandeciente en un solo acto

Entre el miedo y la conmoción de lo sucedido los


personajes entraron en un dilema y fuerte colisión
ideológica, con gran escepticismo Pedro optaba por
llevarse lo que sus manos pusieran cargar, pues poco
es mejor que nada, Sóstenes por su parte consideraba
que lo mejor sería marcharse con las manos vacías,
pues si una voz misteriosa que parte de la nada da

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una orden, seguir su pronunciación no sería algo tan
descabellado. Finalmente optaron por seguir la idea
de Pedro, llevarse lo que les fuera posible ante el
miedo de que algo atroz pudiera ocurrir, pero apenas
comenzaron a cargar sus manos cuando nuevamente
se escucho la frase de esa extraña voz, solo que esta
vez sonó tan fuerte que sus vibraciones hacían
sacudir el piso bajos sus pies. Tras la segunda
intervención sonora del mensajero desconocido los
aventureros optaron por marcharse, no se llevaron ni
un gramo del metal precioso, en lugar de eso
planearon un segunda expedición, en la que llevando
animales de carga pudieran hacer de su propiedad la
riqueza sin fin que ahí se encontraba.

Aunque la rareza de aquella noche les tenía una


nueva sorpresa, pues con cada paso hacia el exterior
una música conocida se hacía presente, mientras más
se acercaban al comienzo de la cueva era más fácil
escuchar la que parecía ser alguna clase de fiesta con
el sonoro de música alegre y la voz entre risas de
cientos de personas. Cuando finalmente regresaron
al exterior notaron que esa solitaria planicie aun
húmeda por la lluvia y bajo un cielo nublado de la
que tiempo atrás habían escapado por consecuencia
de la tormenta, había sufrido un cambio de lo más
radical, pues ahora en vez de pasto y animales de

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crianza había una gran fiesta. Como esas que suelen
efectuarse afuera de las iglesias ante la festividad de
algún santo popular, había puestos de comida, mesas
con juegos de azar como lotería o Póker, una
multitud muy numerosa que parecía estar compuesta
por centenas de personas, mismas que entre sus
charlas y risas tornaban de una inusual alegría el
lugar, incluso había un gran escenario de madera
donde una orquesta al estilo de un folclórico
mariachi interpretaba toda clase de melodías. Y
claro a la distancia era posible ver una gran iglesia
barroca rodeada de verdes jardines tras un barandal
del acostumbrado metal dorado. Era como si un
pequeño y jovial pueblo hubiese aparecido de la
nada sobre donde alguna vez hubo ganado, como si
la visita a esa extraña y resplandeciente cueva
hubiera desencadenado algún tipo de magia
fantástica, un encantamiento que tornaba de fiesta
las inmediaciones próximas y llenaba de la más
atroz incertidumbre a los nuestros aventureros
personajes

Pedro.- Lo de la cueva fue algo que me dejo sin


palabras, pero esto va más allá de cualquiera de mis
sentidos, de mi imaginación y del corazón los latidos
Sóstenes.- En mi vida había visto algo parecido,
después de todo las leyendas eran ciertas, el cerro

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está encantado, ¿a caso habremos muerto dentro de
la cueva y esto es el más allá?
Pedro.- Creo que la fiesta es real, pero como
puede estar sucediendo algo así, a caso las primeras
horas de este domingo guardan un secreto que
nuestro entendimiento es incapaz de concebir
Sóstenes.- ¿las primeras horas del domingo? eso
es ¡hoy es 24 de junio, el día de san Juan! quizá por
eso la gran fiesta, de que otra manera habría algo
como esto en medio de un cerro a mitad de la noche
Pedro.- Crees que la festividad de un santo
católico pueda desencadenar algo tan fantástico en
medio de un cerro que por casualidad lleva su
nombre
Sóstenes.- Podría ser, ¿de qué otra manera
explicas lo que acontece frente a nuestro ojos?
Pedro.- Ya no se en que creer, aunque mientras
nos ponemos de acuerdo deberíamos de dar un paseo
entre tan magno y misterioso festejo

Pedro y Sóstenes caminaron entre la multitud,


aquellas personas tenían el aspecto de cualquier
residente de la ciudad, algunos vestían de forma muy
elegante, como si su círculo social estuviese en las
alturas de la oligocracia, llevado joyas y ropas que
parecieran haber sido importadas de Francia, alguno
otros vestían de forma menos estrafalaria, elegantes

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pero de una esfera más baja, e incluso era posible
ver a personas de la más humilde vestimenta,
mismas que entre la pobreza de sus ropas denotaban
también cierta distinción y porte ante la atmosfera de
tan sublime e insólita fiesta. Aunque las dudas eran
complejas los sorprendidos aventureros evitaron por
completo la tentativa de cualquier conversación con
los desconocidos festejantes, limitando la
comunicación a un saludo de cortesía, a una sonrisa
momentánea o solo una mirada.

Y tras los pasos de una caminata curiosa entre la


multitud referida, Pedro y Sóstenes se encontraron
de pronto frente a esa gran iglesia que adornaba la
festividad, era como la catedral de Tepic, pero sus
dos torres eran de mejor altura, tenía contornos más
redondeados y excéntricos, como si estuviese
inclinada al arte barroco, aunque su construcción
parecía ser mucho más antigua. Atravesaron sus
dorados canceles y anduvieron por esa vereda de
adoquín colorido, misma que era rodeada por los
vistosos jardines del lugar. De pronto una nueva
sorpresa brillo con la más dorada potencia hacia la
vista de los caminantes, pues entre el verde de los
jardines había grandes naranjos llenos de frutos de
oro, naranjas de un metal precioso en tanta
abundancia que hasta el más ostentoso de los Tsares

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habría sucumbido ante tan magno tesoro, con Pedro
y Sóstenes no fue la excepción. Aunque en un
principio se cuestionaron y fueron victima de ciertos
dilemas, al final se acercaron discretamente a uno de
los naranjos de menor altura y cortaron dos de esas
doradas naranjas, mismas que si bien no eran muy
grandes pesaban tanto como una bala de cañón,
como un cofre lleno de monedas o como el peso de
la atmosfera sobre sus cuerpos, Pedro las guardo en
un pequeño morral que llevaba

Tras el modesto crimen de su dorada hazaña,


aquellos agobiados caminantes siguieron adelante
hasta la iglesia que gobernaba la desconcertante
escena, para así descubrir que su solitario interior
estaba tallado en el más blanco mármol, había tan
leuco material en el piso, en las paredes, el alto
techo e incluso en los marcos de sus grandes y
coloridas ventanas. Las bancas en su interior eran de
algún tipo de madera rojiza y asomando la vista
hacia el altar era posible contemplar una gran
lámpara colgante, una de esas que usan la luz tenue
y turbulenta de las velas para iluminar, y que en su
propio diseño extravagante se componen de cientos
de piececillas de cristales finos, a decir verdad toda
la iglesia era iluminada por velas, tal vez había más
cilindros de cera ardientes entre los pasillos y

31
lámparas colgantes del lugar que almas en los
alrededores próximos. Curiosamente el brillo en el
interior de tan sagrado recinto era tal que los objetos
contenidos en su resguardo como las esculturas, las
flores o ese gran órgano de clara madera y blando
plomo no generaban sombra alguna. Pedro y
Sóstenes no dudaron en recorrer cada rincón de la
edificación, pues si entre las rarezas de la noche, una
multitud jovial que apareció de la nada era ya algo
misterioso, que tan insólito podría ser una gran
iglesia de piedra y mármol que se manifestaba a la
realidad a partir del que parecía ser el más ficticio y
lluvioso viento

Tras explorar detenidamente la iglesia y poder


constatar que la soledad en su interior era casi
absoluta, con excepción obvia de las dos almas en
indagatoria, nuestros personajes se dieron cuenta que
un breve pasadizo en una de las paredes laterales al
altar conducía a lo que parecía ser una capilla
secundaria, de mucho menor tamaño, con pocas
bancas e igual de solitaria aunque construida en un
mármol de tonalidades oscuras, en vez de ese
luminoso color blanco era gobernada por tonalidades
de piedra negra. Lo cierto es que esa pequeña
sección de la edificación transmitía una atmosfera un
poco turbia y estresante como si fuese el preludio de

32
algo siniestro. Estando en dicha capilla oscura Pedro
y Sóstenes vieron una puerta de madera pequeña y
desgastada en una de las negras paredes, dicha
parecía ser vieja y estaba a medio abrir, tras cruzarla
descubrieron una escena que a primera vista era de
lo más terrorífica

Ante sus atónitos ojos había una habitación llena de


toda clase de instrumentos de tortura, como si todos
los artilugios que alguna vez utilizo la inquisición
entre sus prácticas descabelladas estuviesen
depositados allí. A la vista era evidente desde un
potro; ese aparato que mediante torsión de cuerdas
arrancaba las extremidades de suplicantes herejes,
una doncella de hierro el que pareciera ser un
sarcófago metálico lleno de afiladas y oxidadas púas
que se incrustaban en el cuerpo de la aterrorizada y
desahuciada víctima, dejando su cuerpo en la
oscuridad de un macabro y helado interior, entre un
dolor punzante y generalizado en todo el plano
anatómico solo con una ventanilla pequeña para sus
ojos, desde la cual se podía ver su sangre fluyendo
por el piso producto de tan atroces punciones.
Incluso se guardaba un ejemplar del certero e
infalible aparato que por acción de gravedad sobre
una gran hoja cortante había sido la tragedia cefálica
de Luis XVI. A decir verdad aquella habitación

33
estaba tan repleta de artículos macabros que la breve
vista de unos minutos fue incapaz de estimar de
cuantos es que el horror disponía.

El descubrimiento causo un cierto miedo y


conmoción en Pedro y Sóstenes, si bien ambos
quedaron atónitos fue el hombre de campo quien
entro en pánico, aun más cuando Pedro le hizo saber
que más allá de los artilugios atroces había otra
puerta sin explorar, para ese momento Sóstenes
pensó en marcharse, indudablemente había algo
extraño en esa iglesia y aunque el misterio los
gobernaba, estaba completamente seguro que bajo
ningún concepto vital o del otro mundo atravesaría
dicha puerta, Pedro parecía más tranquilo si bien se
encontraba algo confundido quería terminar de
explorar el lugar para así solventar cualquier duda,
pero por las presiones de su compañero optaron por
retirase. Al regresar a la capilla principal, aquella de
blanco mármol e iluminación potente vieron a un
viejo hombre sentado en una de las rojizas bancas
próximas al altar, parecía un anciano de unos
ochenta años o quizá más, vestía humilde
indumentario de manta y tenía un gesto de nobleza,
para el periodista parecía alguien con quien charlar,
tal vez ese viejo hombre de trama sencilla y aspecto
benévolo podría explicarles mejor que estaba

34
sucediendo, desde el misterio de la fiesta y la iglesia
aparecida, hasta el terror de los instrumentos
sombríos en aquella habitación inquisidora

Pedro.- Mira al viejo hombre, quizá el pueda


responder algunas de nuestras preguntas, tengo un
buen presentimiento sobre él
Sóstenes.- Yo presiento que es el momento de
marcharse, esto está muy raro, si bien sabes que te
estimo, estimo más mi vida y algo me dice que si
seguimos aquí no saldremos nunca, este lugar debe
ser alguna clase de encantamiento malévolo
Pedro.- Tal vez tengas razón, pero antes de irnos
deberíamos charlar un poco con aquel anciano
Sóstenes.- Si quieres intercambiar palabras con el
viejo no te detendré, pero no quiero estar más en este
lugar. Te esperare afuera y cuando finalmente salgas
nos iremos
Pedro.- Está bien, si tales son tus miedos puedes
espérame afuera con el resto de la gente, tratare de
demorar el menor de los tiempos y a mi regreso nos
marcharemos

Sóstenes salió a esperar a su compañero entre los


jardines de la iglesia, el periodista se acerco al viejo
hombre que entre un gesto de vista forzada lo

35
miraba, se sentó a su lado y tuvo lugar la siguiente
conversación:

Pedro.- Parece una bella noche para estar tan sólo


Viejo hombre.- Algo así me planteaba y ahora
estoy charlando contigo, quizá no estoy tan solo...
seguro que tienes muchas preguntas ¿no es así? tal
vez podría contestar algunas
Pedro.- Nunca antes había poseído una sed de
respuestas, como la que gobierna la resequedad de
mis actuales cuestionamientos, dime ¿A caso esta
iglesia, esta fiesta, las personas e incluso tu han
aparecido de la nada?
Viejo hombre.- ¿A caso no sabes qué día es hoy?
Pedro.- ¿El día de san Juan tiene algo que ver con
todo esto?
Viejo hombre.- Cada 24 de Junio, cuando el sol
se va a dormir y el brillo de las estrellas entre sus
destellos de cian y carmín se hace evidente en los
cielos, cuando el azul etéreo cambia su tonalidad a
una variante más oscura o cuando el celaje pasa de
naranjas a blancos fantasmales es que tiene lugar lo
que ves ante tus ojos
Pedro.- ¿Cada 24 de Junio aparece esta fiesta
misteriosa?
Viejo hombre.- Verás, todo comienza en la verde
planicie sobre la cual se asienta la iglesia, bajo las

36
primeras tinieblas de esta noche una pequeña roca
salta y se rompe, las dos mitades resultantes vuelven
a saltar y a su vez se dividen, lo hacen tan rápido,
tan exponencialmente que su división es comparable
con la de esas pequeñas criaturas que un tal
Leeuwenhoek veía con su aparato de aumentos, de
pronto esa piedra se convierte en un polvo muy fino,
cuando sopla el viento ese polvo se convierte en los
muros, las paredes y jardines del lugar, las personas
que ves aquí provienen de todas partes, algunos
salen de entre los árboles, otros de entre las rocas,
incluso algunos otros vienen desde la ciudad de
Tepic, aunque estos últimos son muy poco
habituales
Pedro.- ¿De manera que todo lo que aquí
acontece es resumible a la palabra magia?
Viejo hombre.- Un encantamiento eterno más allá
del san Juan y en conmemoración a tan importante
día
Pedro.-¿ Cada 24 de Junio sucede esto?
Viejo hombre.- El tiempo es eterno, cada noche
aparece y desaparece esta fiesta, pero suele hacerlo
en distintos lugares, a veces entre la altura de este
cerro, en otras ocasiones cerca del mar, entre los
desiertos, ni siquiera yo sé en cuentos lugares ha
estado, lo único que me consta es que al paso del
tiempo vuelve a este punto

37
Pedro.- Y qué hay sobre los atroces aparatos que
mi amigo y yo notamos tras atravesar aquella puerta
a medio abrir
Viejo hombre.- Hace algún tiempo tales
maquinas promotoras de sufrimiento eran empleadas
con fines que a nuestros días no serían considerados
tan nobles, y aunque ya no tienen uso se guardan
como un turbio recuerdo de lo que alguna vez
fueron, descansan en esa habitación más por su valor
histórico que por tener alguna valencia funcional,
algo así como una exposición para uno que otro
curioso, aunque la mayoría se llega a aterrar
Pedro.- Puede notar que tras la habitación de tan
peculiares instrumentos había otra puerta, misma
que solo logró conciliar incertidumbre en mi, a caso
¿Sabes qué hay del otro lado?
Viejo hombre.- Es solo una biblioteca pequeña y
de obras antiguas, rara vez alguien va hasta allá,
ahora que lo pienso montar la exposición sobre la
inquisición antes de los libros fue una muy mala
idea, pues ahuyenta a los lectores
Pedro. - Creo comprender mejor algunas de las
dudas que me afligían, pero a todo esto ¿Qué haces
dentro de la iglesia ante la soledad de la misma? es
decir porque no estás en la fiesta exterior con el
resto de las personas

38
Viejo hombre.- Es mi deber cuidar la iglesia, de
vez en cuando me paseo por su interior, quizá por
eso tu aterrado amigo y tu no me vieron cuando
entraron, sería hasta que retomara mi lugar en la
banca al momento de su salida para que pudiésemos
conocernos
Pedro.- Así que ese es el misterio de todo esto,
indudablemente en ocasiones las respuestas sencillas
son las mejores
Viejo hombre.- Siempre he pensado eso, y ahora
que lo pienso ¿podrías cuidar por unos minutos el
que fuese mi puesto de trabajo?, desde hace mucho
tiempo que no salgo de estos muros, con decirte que
en lo que va de la noche no he cenado nada
Pedro.- Claro, siempre y cuando no te tardes
mucho pues mi compañero me espera afuera para
poder marcharnos
Viejo hombre.- Descuida solo tardare unos
minutos, y con respecto a tu amigo supongo que su
temor es comprensible, pero cuando le cuentes la
historia de todo esto estará más tranquilo
Pedro.- Pero antes de que te marches, dime ¿cuál
es tu nombre?
Viejo hombre.- Me llamo Juan

Aquel hombre portador de senectud se marcho y el


periodista se quedo en compañía del blanco mármol

39
que le rodeaba, si bien la idea de que todo aquello
fuese producto de un encantamiento resultaba difícil
de creer, por lo visto era cierto, tan aceptable para la
noción de realidad que percibe la mente, como que
esa aparentemente mágica fuerza a la que llaman
gravedad acelerase los cuerpos hacia el suelo o
como que la tierra girase sobre su propio eje para dar
lugar al día y la noche, realidades que si bien
resultan increíbles son ciertas o al menos irrefutables
por otras teorías de mejor planteamiento. Para ese
momento además de la soledad que le acompañaba
Pedro fue invadido por un sentimiento de calma y
sosiego ante la brillantez de sus recién adoptadas
verdades, una cierta livianez se apodero del aire y un
profundo sueño de sus ojos, habrían pasado quizá 10
minutos cuando se quedo profundamente dormido
entre la espera de aquel viejo hombre cual distintivo
era Juan.

Tras lo que parecieran haber sido unos segundos de


sueño, una de esas siestas sin sensación de descanso
tras las cuales se despierta inmerso entre
incertidumbre y sin percepción del tiempo o espacio,
fue que Pedro regreso del mundo de la somnolencia,
un tanto confundido miró los alrededores hasta que
lentamente el recuerdo de lo ocurrido previamente
regresó a él. Tras despertar todo lucía igual con

40
excepción de la gran puerta principal de la iglesia,
pues en está ocasión yacía cerrada y detrás de la
misma era perceptible el mismo sonido jovial que se
escuchaba antes de su fugaz sueño.

Pedro se mantuvo sobre la banca de su estancia por


unos minutos, quizá media hora y al ver que Juan no
regresaba fue que se aventuro al exterior de la
iglesia. Caminó hacia la gran puerta y esta se abrió
lentamente, tras atravesarla notó que todo lucía
exactamente igual a como lo hacía antes de su
ingreso con excepción de que las estrellas en el cielo
brillaban con cierto frenesí, como si aquella
tormenta nunca hubiese sucedido, además de que su
buen compañero Sóstenes se había marchado.
Cobarde pensó Pedro, y como no había indicio
alguno del viejo a cual esperaba decidió emprender
la marcha, recordaba perfectamente el camino para
regresar a Tepic y ante la sencillez de sus pasos dejo
la sobrenatural fiesta atrás.

habría caminado tal vez una hora cuando un fuerte


brillo pasmó su vista, tras dirigir la mirada hacia su
ciudad natal pudo ver que esta emanaba tal
luminosidad ante la inmensidad de su extensión, que
llego a pensar que había caminado a alguna urbe
distante que poco o nada tenía que ver con el

41
pequeño y apenas urbanizado Tepic de sus
recuerdos. Siguió su descenso por las veredas del
san Juan, notando que la vegetación lucía un tanto
diferente, había nuevos árboles ante la ausencia de
los que en un principio habían acompañado su
ascenso. Si bien era evidente que andaba por el
mismo lugar de la vez pasada, ahora todo tenía un
toque de rareza, como si la estancia en aquella
iglesia hubiese acelerado el tiempo, como si las
horas de aquella noche hubieran sido décadas en la
eternidad. Definitivamente algo no anda bien pensó
Pedro, y para constatar sus ahora evidentes
sospechas pudo ver que una extraña luz se movía en
el cielo, un raro objeto que destellaba brillos entre
verde y rojo, un tanto parecido a las estrellas aunque
de compas más lento y con una trayectoria constante

Justo durante esos minutos de transición entre la


noche y la mañana, cuando aún no ha salido el sol y
el cielo se observa en un azul intermedio fue que
Pedro camino por las calles de otro mundo, todo era
tan diferente, había tantas casas, tantos extraños y
ruidosos vehículos con ruedas y personas que
vestían de manera misteriosa que Pedro fue invadido
por un miedo atroz, un sin fin de preguntas
gobernaron su cabeza y para colmo de
incertidumbres mortale, al llegar a su casa entre los

42
primeros rayos del sol, noto que su hogar había sido
remplazado por una construcción vieja, desgastada,
tambaleante y abandonada. No había indicios de su
familia ni de su buen amigo Sóstenes.
Indudablemente algo extraño había sucedido, Pedro
deambulo sin rumbo por la ahora desconocida
ciudad, las calles del centro iba en la misma
dirección pero lucían tan diferentes que era fácil
perderse en el lugar que lo había visto crecer. Como
una víctima de la tristeza, la incertidumbre y
frustración Pedro se sentó frente a la catedral de la
ciudad y mientras se cuestionaba como esa fachada a
medio terminar que recordaba ahora lucía vieja, vio
un periódico tirado y pensó de pronto, si la
redacción de un periódico me metió en este
embrollo, quizá la lectura de sus páginas puedan
sacarme de tal. Miró la primera pagina, antes del
encabezado presto atención a la fecha, el número 24
en el día y el mes no tenían nada en especial pero al
ver el año su rostro en verdad que se puso pálido,
ante sus ojos corría el año de 1995

De esta manera Pedro termina su relato, al parecer


su pequeño sueño en la enigmática y encantada
iglesia más allá del san Juan duro un siglo, ahora el
frustrado periodista tenía una gran historia que
contar al mundo, el único inconveniente es que

43
quien podría considerarla como cierta. Estimado
lector si en este punto considera que tal cuento es
una narrativa de naturaleza fantástica, déjeme aclarar
que rara vez sucesos como este pasan, pero lo
extraño no son las iglesias en medio de un cerro a
media noche, o un sueño que dure cien años, sino el
hecho de que nadie llega a creer tales cosas.

Fin
Juan Amezcua

44
QUIEN TUVIESE EL ROSTRO MÁS BELLO
II

Por alguna razón que aún ignoro el otro día me


sentía feliz en verdad, por alguna cuestión que va
más allá de mi comprensión la extraña y grisácea
monotonía que despóticamente se hace recurrente
sobre mi sentir se había marchado en forma súbita y
sin dejar rastro, maldición pensé ¿que será del
mundo sin ese frio y lúgubre color que comúnmente
le envuelve?. Para ese momento las rosas se habían
tornado de las más hermosas y celestiales
tonalidades, no sin mencionar la peculiaridad de sus
esencias, pues al oler tales se percibía su aroma
característico pero demás un toque de almizcle,
peonias, gladiolas e incluso el aroma de los cielos.

Con el solo hecho de percibir una rosa uno pensaba


estar en las alturas, viendo la tierra desde una nave
espacial, en un lugar sin aire, donde la fuerza de la
gravedad entre sus numerosos principios no es más
que un disparate, como un mito sin fundamento que
poca o nula repercusión tenía con la ahora celestial
cosmovisión de un todo ante mis pupilas. Si este
efecto tenía una mísera rosa entre su belleza efímera
de primavera imagine que acontecía en mi persona

45
cuando contemplaba el universo en su perfecta y
gloriosa inmensidad.

Andando entre caminata nocturna pude ver mil


millones de estrellas brillando con regocijo
excéntrico sobre mis sentidos, como si sus
parpadeos entre tonalidades de cian y carmín fuesen
alguna extraña clave al estilo Morse, y que entre
destellos y silencio reflejaran poemas de amor y
consuelo. Algo así como el canto de la sirenas que
enloqueció a Odiseo, como el cálido beso de la más
fina dama al contraste del un gélido invierno, o
quizá como la soberbia de Magno al conquistar el
mundo antiguo y ver al mismo bajo su poder como
el más insignificante trofeo.

Era una sensación extraña, las más poéticas


analogías quedarían faltas para tratar de mostrar una
noción siquiera difusa y tenue sobre la alegría en
cuestión. Luego de sentirme así de feliz durante un
día completo deduje que algo no andaba bien, quizá
esa alegría fenomenal era el preludio de alguna
tragedia atroz o simplemente el final de mi
acostumbrada amargura. Por lo cual decidí no correr
riesgos y busque equilibrar las circunstancias ya
mencionadas. Luego de meditarlo durante unos
minutos, estando bajo el brillo de las estrellas de
media noche termine embriagándome hasta perder el

46
equilibrio, para así con una toxicolemia etílica
ponerle fin a ese mal de plenitud que me afligía.

He tenido toda clase de sueños, algunos muy


extraños y otros aun peores, pero el acontecido la
noche en que puse fin a esa tan excéntrica felicidad,
es más bien un hito en lo que raras somnolencias
refiere (si es que fue un sueño). Luego de sentir la
grotesca sensación de entumecimiento corporal que
el alcohol produce en sus somáticos afectados, me
quede profundamente dormido bajo el más diáfano
plenilunio de Selene. De pronto mi vista contempló
con suma cercanía un suave suelo de tierra rojiza y
tibia, alce la mirada y un cielo entre gama de
naranjas intensos se hizo presente a mi percepción.
Esa puesta del sol sobre un horizonte plano tenía
además un tinte siniestro, como si la maldad cubriera
poniente dejando tras de sí la vista de un oriente
oscuro, abismal y sin estrellas, como si el brillo del
firmamento hubiese muerto. Me puse de pie y di
unos pasos por ese mar de arena roja, tras una
inspección profunda a mi entorno pude notar que lo
único que me rodeaba era ese suelo de coloración
sanguínea yendo desde mis zapados hasta el punto
en que finalmente se perdía con lo etéreo.

Con cada minuto que transcurría podía ver menos


hacia donde me dirigía, no camine mucho cuando

47
noté que una sombra se acercaba a mí, era alguna
especie de entidad turbia que cada vez se
aproximaba más y más, como un fantasma aunque
de contornos más definidos. Cuando finalmente se
acerco lo suficiente pude notar que era alguien
conocido. Aquel rostro depresivo y un tanto
psicópata no podía ser otro que el de Allan Poe, el
lúgubre poeta y cuentista me contemplo por unos
segundos y posterior a ello tuvimos la siguiente
conversación:

Allan Poe.- Comenzaba a pensar que andaría sólo


en esta noche tibia de Julio
Yo.- Esto me resulta conocido, pero ¿no debería
ser Virgilio quien viniese en mi encuentro?
Allan Poe.- La Eneida, entre demás obras del
célebre Virgilio hacen alusión al género poético y tu
eres más un cuentista, algo satírico aunque un
cuentista
Yo.- ¿De qué hablas?, mira que mi numen
poético está a la altura de cualquier otro exponente
de las disciplinas liricas
Allan Poe: - Eres un pésimo poeta, recuerdas a
esa joven dama a la que compusiste tu primer soneto
y que en respuesta a tus endecasílabos versos dijo
"no estoy interes..."
Yo: - ¡Esta bien! tal vez no soy un buen poeta,

48
aguarda se supone que además de tus depresivos
cuentos que han sido mi inspiración, eres también
escritor de poemas, creo que eso contradice en cierta
medida tus palabras
Allan Poe: - tenemos más en común de lo que
crees...
Yo: ¿Te refieres al gusto por las noches
diáfanas?, por cierto siempre me he preguntado qué
fue de Elena...
Allan Poe: - No molestes, tenemos un camino
largo por recorrer hasta nuestro tan importante
destino.
Yo: - ¿Nuestro destino?
Allan Poe.- Será un camino largo, andaremos
entre completa oscuridad al principio pero al final
veras recompensado tan largo viaje, ahora que lo
recuerdo ¿has superado aquella tan infortuna alegría
que te afligía?
Yo.- Con lo fastidiosa que me resulta la idea de
caminar hasta nuestro destino, puedes apostar que
soy nuevamente un fiel partidario de la amargura
Allan Poe.- No se diga más que la hora es
dichosa, el camino tortuoso y nuestro andar infeliz y
obligado, el destino de los mortales diría yo, pero no
todo está perdido, solo si se anda de esta forma se
puede llegar a nuestro tan brillante destino

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Emprendimos una larga caminata cuyo punto final
era aun un misterio. Tras no muchos pasos dar una
nueva acompañante se unió a la travesía, pues Poe y
yo nos vimos inmersos en la oscuridad de la noche,
misma que lucía de lo mas inerte, tenebrosa y
muerta, el cielo sobre nosotros no reflejaba su
característico azul, intenso sino más bien un
mortuorio negro libre del brillo de la luna y las
estrellas, esto último sí que daba miedo. Justo
cuando comenzaba a acostumbrarme a caminar entre
completa oscuridad pude ver un tenue punto de luz
cálida en el más distal de los horizontes, seguimos
andando y aquel diminuto punto luminoso en la
distancia fue volviéndose cada vez más grande hasta
que finalmente se convierto en un inmenso palacio,
una colosal edificación de piedra caliza, finos
acabados e innumerables ventanas. Dicho castillo
reflejaba más de una tendencia arquitectónica, desde
un toque gótico en sus altas y puntiagudas torres que
rasgaban el tan oscuro cielo, algo de barroco
evolucionado a churrigueresco en sus complejas
formas sin sentido, quizá un toque ecléctico en el
tallado de su fino mármol, la luminosidad potente
del neoclásico en su simetría y perfección, así como
muchas otras tendencias y corrientes del diseño que
soy incapaz de mencionar, aunque todas y cada una
de estas llevadas a un nivel que pareciera ir más allá

50
de las capacidades humanas, aquella construcción
era sin duda el epitome de lo que puede decirse
sobre nociones arquitectónicas

Caminado entre los jardines de su fachada principal,


pude ver toda clase de arboles, aunque todos y cada
uno de éstos marchitos como si estuvieran
petrificados, sin hojas y de tallos oscuros y ásperos.
El pasto de los parterres mostraba un color negro,
como el más oscuro carbón o como el cielo sobre
nuestras cabezas. Todo aquello me resultaba de lo
más extraño, por lo cual no tarde en cuestionar a mi
guía en cual era nuestro destino, Poe me miro
durante unos segundos y luego me dijo con cierta
sonrisa sarcástica - Mira la puerta principal de tan
imponente edificación, asome mi mirada a tal que se
encontraba a quizá unos cien metros de nosotros, y
para asombro de mi semblante vi sobre sus
contornos en madera y hierro un gran y luminoso
letrero que decía "bienvenidos al infierno". Tras
contemplar semejante escena y mientras nos
acercábamos a tan lujoso y terrorífico palacio me fue
posible escuchar el más azul de los vals de Strauss,
era como si la más gloriosa orquesta sinfónica lo
interpretara a la orilla del mismísimo Danubio. Las
cosas cada vez se ponían más raras y ante tal rareza
Poe y yo tuvimos la siguiente conversación:

51
Allan Poe.- Joven escritor de obras extrañas, estás
a punto de ver algo que ningún otro mortal puede
presumir
Yo. - Pensé que Dante ya había rondado las
inmediaciones del infierno
Allan Poe. - Como fastidias con el florentino,
aunque si tenemos suerte podrás conocerle en
persona
Yo.- ¿A caso el también está aquí?
Allan Poe: - Lo sabrás en su momento, aunque
por ahora tenemos que continuar nuestro camino
Yo: - ¿Y exactamente hacia dónde vamos?
Allan Poe: - No muchos respirantes gozan del
privilegio que te aguarda, ya veras...
Yo: - Y ¿porque es que eres tu quien me guía?
Allan Poe: - Me fue asignada esa tarea, cuando se
vende el alma uno tiene que obedecer fielmente las
implicaciones del arcángel de la noche
Yo: - ¿El arcángel de la noche?
Allan Poe: Lucifer en persona ha solicitado verte,
no le hagamos esperar

Tras la brevedad de nuestras palabras atravesamos la


inmensa puerta del infierno y para mi sorpresa el
recinto eterno de los pecadores lucía algo diferente a
como hubiese imaginado, en vez de sufrimiento
eterno, lamentos y llanto los ahí presentes se veían

52
con gran elegancia, ropa de etiqueta, joyas y una
sonrisa que denotaba diversión, nunca he estado en
las Vegas pero supongo que dicha ciudad sería la
mejor analogía para expresar la eterna fiesta que
acontecía en el infierno.

Nuestro primer destino fue un gran salón de lujosos


acabados, iluminación tenue y bien vestidos
invitados, dicho era tan enorme que apenas y se
podía creer que estuviera ubicado dentro del castillo
infernal, el techo no era muy alto pero la luz tardaría
un tiempo considerable en recorrer su extensión de
lado a lado. Pude notar que había una colosal mesa y
tras de sí gigantescas ventanas de cristal templado,
dicha mesa que se extendía varios kilómetros
invitaba a degustar toda clase de deliciosos
manjares, cortes de carne, postres y los más selectos
vinos propios de reyes y tsares. El andar de Johnnie
entre tonalidades de rojo, negro, azul y dorado
adornaban las bebidas de dicha mesa, además del
Whisky se veían costosos Brandis, Coñac y Vodka
importado, entre la gama etílica pude contemplar
nuevamente a alguien conocido, se trataba de Lope
de la Vega, el conceptualista poeta de barrocos
mediados. Mi depresivo guía se detuvo a beber un
poco y yo me acerque a Félix teniendo una breve
conversación con él:

53
Yo: - De la vega, hubiese esperado ver a Góngora
o quizá a Alarcón, pero dime ¿cómo es que estás
aquí?
De la Vega: - Quien hubiera imaginado verse en
medio de esta noche loca, imaginativa y quimerista,
por peor mal que al infierno se le atribuya, ya estoy
aquí, un poeta barroco en esta fiesta enferma y fría,
cuyo mayor recordatorio es que no estoy vivo
Yo.- ¿A caso hay más poetas en las
inmediaciones del abismo?
De la Vega. - Está lleno de ellos, hay más
escritores de lirica en el infierno que en la tierra
mortales, y hablando de tales, el fastidio andante de
Góngora viene hacia nuestros lugares, me voy antes
de que como a Quevedo me catalogue de escribir
poemas flojos y vulgares
Yo.- Pero ante dime ¿Has visto a Lucifer?
De la Vega.- Todos conocemos al diablo, a caso
no sabes que Mefistófeles es el alma de la fiesta sin
fin, aunque si quieres verle tendrás que recorrer un
camino cual andar es largo más no amargo, y como
ya lo he dicho, ¡se aproxima Góngora, yo me largo!

De la vega se marcho y yo retome el andar con Poe,


de esta forma seguimos avanzando por el gran salón,
en el trayecto me fue posible ver que además de
banquetes y vinos había juegos de azar y toda una

54
gama de diversiones para los que ahí residían,
mismos que aparentaban ser los más selectos y
distinguidos invitados, aquel magno salón era como
una fiesta aristocrática de conversaciones rebuscadas
y corbatas ajustadas, de música clásica en el
ambiente y las más bellas damas entre el humo de
puros traídos de la Habana

Transcurrieron varias horas de caminata hasta que


llegamos al punto medial del salón, lugar donde
había una gran fuente, circundantes a dicha no
menos de medio millar de bancas y sobre la escena
había una gigantesca lámpara colgante tallada en los
más alabastrinos cristales. Como era de esperarse
mi peculiar guía fue a servirse otro trago y en su
espera me senté en una de las bancas con vista a la
fuente, tras permanecer en mi aposento infernal pude
notar que una dama de negro indumento así como
dorado cabello y verde mirada se aproximaba, de
esta forma y ante la brevedad de mi espera
mantuvimos la siguiente conversación:

Dama infernal.- No hay muchas bancas


desocupadas, ¿puedo sentarme?
Yo.- Claro, siempre y cuando contestes algunas
de mis interrogantes
Dama infernal.- Me parece justo, sabes
últimamente nadie se plantea incertidumbres, al

55
menos no por aquí
Yo.- Puede ser porque aun estoy vivo, en realidad
solo vine de paseo al infierno
Dama infernal.- por supuesto, todos dicen eso y
dime ¿a caso Virgilio es tu guía?
Yo.- En realidad es un tal Edgar
Dama infernal.- ¿Allan Poe?, así que tu eres el
célebre Juan el poeta
Yo.- Últimamente muchos me conocen
Dama infernal.- Te has convertido en toda una
celebridad, al menos por aquí
Yo.- ¿Como puede ser eso posible? Es decir, más
gente muerta me conoce en el abismo que vivos en
la tierra, eso es algo extraño
Dama infernal.- Dicen por ahí que el mismísimo
Lucifer ha solicitado tu presencia
Yo.- Algo así había escuchado, aunque es la
primera vez que una devushka me lo dice
Dama infernal.- ¿Que te hace suponer que soy de
Rusia?
Yo.- Las características de tu fenotipo, no lo sé,
las rusas tienen algo peculiar

Dama infernal.- Bueno señor Punnett, Watson y


Crick se sentirían orgullosos de su descubrimiento
Yo.- Por lo superfluo de mi indagatoria, más
bien suponía ovaciones de Mendel y a todo esto

56
¿Cuál es tu nombre?
Dama infernal.- Alica Zotov, aunque
generalmente se refieren a mí como Alicia
Yo.- Creo que tengo algo de talento en eso de las
figuraciones, ¿Como Alicia en el país de las
maravillas?
Alicia.- Siempre he odiado ese chiste, de pequeña
no faltaba quien me preguntara - Alicia ¿Dónde está
tu amigo el conejo blanco?
Yo.- Que mal sentido del humor padeces, aunque
con respecto al lugar donde nos encontramos la
rareza de tal cuento no sería un histrionismo falsote,
¿por cierto como es que terminaste en el infierno?
Alicia.- Lo mismo me pregunto, aunque no es un
lugar tan malo, si en el transcurso de tu viaje
encuentras la respuesta no dudes en hacérmela saber
Yo.- Y ahora que lo dices, creo que es el
momento de retomar la marcha, sabes no estaría mal
referirse a ti por Alicia en el país infernal

Tras la breve conversación y desocupar la banca de


mi descanso Poe y yo retomamos el camino,
transcurrieron las horas y tras muchos pasos aquella
fuente se perdió en la distancia. Cuando finalmente
atravesamos el gran salón y pudimos ver las paredes

57
de su otro costado note que había unas escaleras de
madera pequeñas y en forma de caracol que
descendían hasta un punto que aunque parecía
distante aunque era en realidad muy cercano en
comparación al camino ya recorrido, devolví la
mirada hacia la fuente y pude notar tras de sí los
indicios apenas notables de la entrada al infierno,
dichos eran tan distantes como la más lejana y azul
de las estrellas en el firmamento, el vestíbulo del
averno era como un jovial y basto universo, al
atravesarlo uno pensaba entrar en otra dimensión,
justamente cuando daba el último vistazo a la
elegancia de sus alrededores fui interrumpido por
Poe, y ante mi asombro tuvo lugar esta
conversación:

Allan Poe: Es hora de descender, si has sido


observador veras que las escaleras de nuestro
camino bajan por ese pozo de iluminación tenue
Yo.- Espero que además del pozo no haya un
péndulo

Allan Poe.- Sabes, nunca he sabido si el péndulo


de mi historia en realidad existió, un día se me
ocurrió incluirlo en uno de mis cuentos, aunque con
lo que he sabido últimamente no me sorprendería
que la inquisición usara tales o perores artilugios

58
Yo.- Y ¿que habrá después más allá del pozo?,
¿aun es largo nuestro trayecto por recorrer?
Allan Poe.- Tras bajar las escales podrás escuchar
el sonido del mar, te podría decir más pero ni yo he
ido tan lejos
Yo.- ¿De manera que no conoces al diablo?
Allan Poe.- Claro que sí, todos por aquí le
conocemos, pero no figura entre nuestra memoria las
inmediaciones del averno, son pocos los que lo han
recorrido
Yo.- ¿Todos conocen a Lucifer?
Allan Poe.- Verás es muy común verlo paseando
por el gran salón, aquí y allá incluso en dos puntos
del mismo a la vez, pero por la naturaleza de nuestro
viaje es que se nos ha permitido recorrer en su
totalidad el infierno
Yo.- ¿La naturaleza de nuestro viaje? ¿Porque
siento que ignoro algo sobre esta travesía extraña?
Allan Poe.- No eres el único, la información es
reservada y poco concreta, podría resumirlo en que
hay que llegar al fondo del abismo, así que no
retrasemos más nuestro andar
Descendimos las escaleras, mismas que seguro nos
llevarían a una nueva y más profunda sección del
infierno, los escalones estaban un poco empolvados
y rechinaban con cada paso, recorrer tales fue muy
breve habremos descendido quizá unos cien metros

59
cuando finalmente nuestros pies tocaron el suelo
firme, de pronto nos vimos en medio de una
habitación fría y solitaria, de extensión no muy
grande cuyas paredes y piso eran de madera oscura,
sobre las paredes había cuatros a oleo de toda clase
de épocas y artistas, desde el grito de Munch, la
noche estrellada de van Gogh, algo de Picasso e
incluso da Vinci. Pude ver grandes ventanas que
iban del suelo hasta un verde techo y tras de sus
cristales era posible presenciar una oscuridad
misteriosa.

Tras andar por dicha habitación vimos mesas como


las de un bar, una barra de vinos y al fondo un
escenario con un piano negro. Como dijo Poe el
sonido del mar se hacía presente, pues tras
asomarme por una de las ventanas vi el movimiento
apenas perceptible entre penumbra abismar de las
olas en una playa cuya arena tenía un tinte rojizo,
como granos de azúcar coloreada que brillaban con
la poca luz que emanaba desde el lugar donde me
encontraba. Como sugerencia de mi guía nuestro
primer destino fue la barra de vinos y para sorpresa
mía el cantinero era alguien conocido, resulta que un
aclamado florentino de apellido Alighieri servía toda
clase de licores a los presentes, Allan Poe solicito al
menos cinto tragos diferentes, desde whisky

60
americano, tequila, algo de vodka y otras bebidas a
las cuales no preste mucha atención. Dejando por un
lado a mi etílico guía me apresure a charlar con
Dante, la conversación fue más o menos así:

Yo.- No esperaba ver al poeta supremo sirviendo


vinos en un bar infernal
Dante.- No es solo un bar, te encuentras es el
punto más profundo del infierno, algo como el
Cocito de mi obra pero menos tenebroso y más
actual
Yo.- Pero dime ¿porque eres tú en encargado de
servir los vinos en este bar solitario? y no te
encuentras arriba con el resto de las personas, donde
hay música y sobra la diversión
Dante.- Podríamos comenzar diciendo que no es
un bar solitario simplemente aun no abrimos,
curiosamente para ello faltan solo unos minutos,
como dato puedo decirte que mires aquel reloj en la
pared
Yo.- Faltan cinco minutos para la media noche
Dante.- En esa breve fracción de tiempo veras
como este triste bar doliente torna su atmosfera de
una luminosidad potente con el arribo de la más
selecta gente, verás la fiesta de la que provienes es
monótona en consideración a lo que se avecina, es

61
por eso que me encuentro aquí, con los siglos uno se
aburre de estar arriba
Yo.- ¿y exactamente quienes son los invitados?
Dante.- Se ve a muchas celebridades, desde
Hitler, Stalin, Napoleón, son tantos que ni yo sé
cuentos vienen
Yo.- En mi trayecto esperaba ver a Virgilio
Dante.- A veces se le ve en los jardines de la
entrada, otras en la fuente del vestíbulo, aunque con
lo grande que es este lugar suele vérsele a lo menos
cada cien años, por cierto si miras al escenario
notaras que los músicos se preparan para tocar
Yo.- ¿A caso es Paul Mauriat y su orquesta?
Dante.- Efectivamente, ayer se presento Mozart,
quizá mañana veamos a Beethoven
Yo.- Es increíble, aunque cambiando de tema
¿volviste a ver a Beatriz tras haber muerto?, ¿te
reencontraste con la musa de tus obras en al algún
punto de la pulcritud?
Dante.- La tal Beatriz carece de dulzura en lo que
le sobra de hermosura, veras tras mi muerte no tarde
en buscarle en cada confín de este mundo al que
ustedes los vivos llaman el mas allá o el lado
segundo, y como era de esperarse ha despreciado mi
amor los últimos setecientos años, al parecer la
divina comedia y vida nueva fueron poco para la
bella

62
Yo.- Sabes esperaba una respuesta un tanto
diferente
Dante.- A estas alturas solo puedo decir, al diablo
con Beatriz, tal vez no era la dama indicada
Yo.- bueno... creo que esas cosas pasan
Dante.- Cambiando de tema, tu cuentista guía
luce algo borracho

Y para sorpresa mía Allan Poe se había quedado


dormido sobre la barra, lucía de lo más alcoholizado
y tras acercármele y dirigirle algunas palabras no
había ni la menor respuesta, pensé que el trayecto se
vería afectado tras la borrachera Poe, pero
rápidamente Dante vino en mi auxilio

Dante.- Dicen que el tal Edgar tiene fama de


quedarse dormido por congestión alcohólica, he
visto a otros beber el triple y salir caminando del
infierno
Yo.- Y ahora que haré se supone que Allan Poe
me llevaría hasta mi encuentro con Lucifer, y míralo
luce más muerto que el corazón de tu amada Beatriz
Dante.- Pasaré por alto tu chiste, aunque si
quieres ver al diablo no necesitas más guía que tus
propios pasos
Yo.- ¿Y cómo voy a llegar hasta él?

63
Dante.- Basta con que camines hacia el escenario,
luego de contar unos cien pasos veras un área
restringida bajo esas peculiares siglas VIP... Y sobre
alguno de los muchos sofás de ese lado veras al
diablo
Yo.- No esperaba que fuese tan fácil
Dante.- Retomar el camino es fácil, mira que a la
mitad del camino de la vida me encontraba perdido...
y bueno ahora estoy aquí en el averno
Yo.- Confiere en tus palabras, si confié en Poe y
llegue hasta este punto que sería lo peor que ahora
pueda pasar

Me despedí del florentino y seguí mi camino esta


vez estando sólo, como Dante lo dijo justo a la
media noche Mauriat comenzó su interpretación, de
pronto el sonoro de su más célebre y azul obra
gobernó aquel bar infernal. Camine quizá unos
cincuenta pasos y para sorpresa mía una voz
conocida me dirigió algunas palabras en un idioma
extraño, ese "Privet yeshche raz" parecía el idioma
de una devushka, mire a mis alrededores y noté que
la dama que recién había conocido en las bancas del
piso superior ahora se encontraba sentada en una
mesa lateral a mi camino, aquel vestido negro que
llevaba en la primera ocasión se había tornado a un
color rojo, manteniendo ahora el sepulcral color en

64
un listón que circundaba su cintura, así como en sus
zapatos. Detuve mi andar y pasé a sentarme con
Alicia en una de esas mesas blancas que abundan en
el punto más profundo del infierno, como era de
esperarse hubo un intercambio de palabras, mismo
que fue más o menos así:

Yo.- Esperaba ver hasta lo inimaginable en este


punto del abismo, pero nunca imagine encontrar a
una devushka, lo que verdaderamente me sorprende
es como llegaste aquí tan rápido, es decir seguro
habría notado tu andar tras mis pasos
Alicia.- Usé el elevador
Yo.- ¿Hay un elevador en el infierno? pensé que
nunca habías venido hasta aquí
Alicia.- Digamos que es la primera vez que vengo
hasta este punto, desde hace algún tiempo había
considerado bajar hasta aquí pero hasta antes de que
me dijeras que venías no lo había tomado muy en
serio
Yo.- Podría entablar algunos cuestionamientos
sobre los porqués de tu descenso pero ya estás aquí,
¿has visto esa playa de arena rojiza perceptible a
través de las ventanas?
Alicia.- En realidad no le había prestado atención,
aunque me preguntaba a que se debe el ruido de las
olas

65
Yo.- ¿Qué te parece si una vez que mi audiencia
con Mefistófeles haya terminado nos aventuramos
en un recorrido por las extrañas inmediaciones de la
dicha playa
Alicia.- Parece una gran idea, ¿Por cierto que
paso con tu depresivo guía?
Yo.- Esta borracho en la barra de licores, ignoro
si aun respira
Alicia.- Siéntete bien al saber que antes de eso ya
estaba muerto, aunque no te quito más el tiempo
debes continuar con tu recorrido
Yo.- Espérame aquí, tratare de que esto sea
rápido

Tras una breve despedida me puse de pie y continúe


mi viaje hasta el lugar donde se encontraba el diablo,
no había caminado mucho cuando pude ver un área
delimitada bajo las siglas VIP, el acceso a tal era tan
libre como al resto del infierno. Llegue al escenario
y pude notar que a escasos metros se encontraba el
célebre Lucifer, sería inevitable no reconocer al
amo de la vanidad y arrogancia. Lucifer era un
hombre de unos treinta años, era muy alto y un tanto
delgado, su piel lucia bronceada y sus rasgos faciales
eran muy refinados, su porte lucia masculinidad
aunque tenía por demás un cierto toque andrógino,
como si portara la belleza de todo ser viviente en su

66
semblante, la elegancia y sofisticación propias de un
ser apenas idealizable, el arcángel de la noche vestía
un traje de color azul marino y camisa blanca sin
corbata, sus zapatos parecían ser de algún diseñador
italiano y el vino que resguardaba la copa en su
mano de la más selecta reserva francesa, aun estando
a unos metro me reconoció de inmediato y con el
gesto de su mano me indico que me acercara, apenas
me acerque más y tuvo lugar la siguiente
conversación:

Lucifer.- Así que Juan el poeta, ¿a caso le temes


al señor de la noche?
Yo.- En realidad no, al paso de mis días he
presenciado sucesos más terroríficos que charlar con
el ángel caído
Lucifer.- ¿Pero al menos consideras que es mi
rostro el más bello?
Yo.- Temo que tampoco, veras en el camino a la
zona VIP me encontré con un semblante más bello
que el tuyo
Lucifer.- Empecemos de nuevo... te preguntarás
¿porque he solicitado tu presencia en el infierno?
Yo.- Tengo recuerdos un tanto dudosos de como
llegue hasta aquí, a decir verdad lo ignoro
Lucifer.- A caso has olvidado que envié a tu
escritor favorito Edgar Allan Poe por ti, hablando

67
de él, ¿dónde está?
Yo.- se embriago hasta perder su sano
entendimiento tras llegar al punto más profundo del
abismo
Lucifer.- ¡Cielos! últimamente pasa mucho
tiempo bebiendo, en fin no posterguemos más esto
Yo.- bueno Lucifer antes que nada respóndeme
¿A qué se debe mi presencia en tu recinto eterno?
Lucifer.- Deseo invitarte una copa del mejor vino
Yo.- ¿Eso es todo? He caminado las últimas siete
horas ¿solo para embriagarme con el señor de las
tinieblas?
Lucifer.- Aún no termino, verás el otro día
mientras asistía a misa me fue posible ver una bella
copa de oro sobre el altar de la Iglesia, si me la traes
hasta aquí contestare todas tus incertidumbres
Yo.- No sabía que fueras a la iglesia, pensé que
era el último lugar donde se te podía encontrar en la
tierra

Lucifer.- En realidad es uno de mis lugares


favoritos, y por sobre todo me gusta visitar el
Vaticano, de vez en cuando alguien tiene que
contemplar la obra de Miguel Ángel
Yo.- Pensé que el infierno fungía como un
compendio del arte humano, este lugar está lleno de
pinturas valiosas

68
Lucifer.- Son solo replicas, retomando tu
diabólica misión seguro has visto esa catedral de
siete cúpulas pintorescas que adorna la plaza roja de
Moscú
Yo.- ¿Estás diciendo que vaya a una iglesia Rusa
a robarme la copa de eucaristía?
Lucifer.- Si, cuando la tengas en tu poder
tráemela
Yo.- ¿Puedo llevar a alguien conmigo?
Lucifer.- ¿Te refieres a Poe?
Yo.- Bueno tenia a alguien más en mente
Lucifer.- Lleva a quien quieras tienes de aquí
hasta que amanezca, por cierto para salir del infierno
solo tienes que subirte al elevador y presionar el
botón que dice "tierra"
Yo.- Una pregunta, si eres tu el arcángel de la
noche, el señor de la oscuridad y demás ¿porque
simplemente no haces aparecer dicha copa?
Lucifer .- Sería una muestra muy vulgar de mi
poder, luego me pedirían erradicar la maldad del
mundo, zacear el hambre en la tierra o encontrarle
una cura eficaz a las neoplasias, sabes uno no está
para esas cosas... Además tengo que ver cómo van
mis inversiones en la bolsa
Yo.- No sabía que invirtieses en la bosa
Lucifer.- Yo controlo el sistema financiero
mundial

69
Yo.- Eso explica muchas cosas, bueno me
dispongo a emprender la marcha ya regreso...

Salí de la zona VIP del infierno y en el trayecto me


fue posible ver a Cervantes y Shakespeare charla en
un mesa, pensé en incluirme a la plática pero por lo
ajetreado del momento apenas y les hice un gesto de
cortesía. Recordé que la devushka de esta historia
había dicho algo sobre el elevador del infierno por lo
que rápidamente entre el movimiento de mis pasos
me dirigí a ella

Yo.- Alicia, necesito de tu ayuda para concretar la


misión que me ha solicitado Lucifer
Alicia.- Pensé que iríamos a esa misteriosa y
rojiza playa que se asoma tras las ventanas de lugar
Yo.- Claro que iremos, pero antes acompáñame
hasta Rusia tenemos que ir a robar algo, después
daremos un paseo a la orilla del mar, mira que la
noche es joven
Alicia.- ¿Y cómo iremos a Rusia?
Yo.- Según las instrucciones del ángel caído
debemos usar el elevador infernal
Alicia.- Parece un viaje interesante, hace ya algún
tiempo que no salgo a la superficie
Yo.- Que estamos esperando y a todo esto ¿dónde
está el célebre elevador?

70
Alicia.- Está junto a la barra de vinos, pensé que
ya lo habías visto, y ¿qué vamos a robar?
Yo.- El dorado cáliz de la catedral de san Basilio
Alicia.- Esto se pone interesante

Caminamos rápidamente hasta el elevador que yacía


detrás del alcoholizado Allan Poe y al entrar en
dicho, nos fue posible notar que guardaba un diseño
moderno y minimalista, era un pequeño ascensor de
aluminio e iluminación LED, había un botón que
decía "primer piso" y como lo dijo Lucifer había
otro pequeño botón de color rojo que decía "tierra",
lo presione y durante algunos minutos el elevador
comenzó a moverse, de pronto la puerta se abrió y
para sorpresa mía nos encontramos delante de esa
gran puerta del Kremlin sobre la que hay una gran
torre y un reloj de manecillas doradas y fondo
oscuro. De pronto nos encontrábamos en la plaza
roja de Moscú bajo el más luminoso de los
plenilunios, parecía que había estado lloviendo y sin
embargo la noche estaba libre de nubes, éramos tan
solo Alicia, la luna y yo ...
Yo.- ahora que lo pienso este lugar luce más
grande de lo que alguna vez supuse
Alicia.- Yo tampoco imaginaba que fuese tan
enorme
Yo.- ¿Imaginabas?, dijiste que eras rusa

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Alicia.- Rusia es un país muy grande y en su
propia inmensidad ni siquiera conocía Moscú, por
cierto jamás había visto una luna tan brillante
Yo.- Creo que más que un simple plenilunio el
más cercano de los perigeos brilla sobre nuestras
cabezas, en mi vida había visto una noche tan más
diáfana, Allan Poe debe estarse revolcando en su
infernal borrachera
Alicia.- Me pregunto cuánto tiempo tomo hacer el
piso de la plaza, si miras atentamente notaras que su
extensión se compone de pequeñas y rectangulares
piezas de cerámica y piedra colocadas
milimétricamente unas de las otras
Yo.- Es una buena interrogante, pero más me
sorprende el hecho de que sea un noche tan tibia,
siempre pensé que el frio gobernaba la capital rusa
Alicia.- Ha de ser por esa inclinación del
hemisferio hacia el sol , creo que Julio conlleva tales
temperaturas, pues estamos en pleno verano
Yo.- Creo yo que deberíamos darnos prisa, los
cáliz no se roban solos

Tras dirigir unas cuantas miradas a la belleza de la


gran plaza roja, nos dirigimos hacia la pintoresca y
formalmente extraña Catedral. Apenas habíamos
atravesado la mirada de Minin y Pozharsky cuando
un objeto brillante hizo rebotar la luz hacia nuestras

72
pupilas, resulta que un suntuoso cáliz, esa copa
eucarística y dorada por la que Lucifer nos había
enviado reposaba en su propia majestuosidad sobre
el quinto escalón de san Basilio, Tanto mi devushka
acompañante como yo lo vimos fijamente por unos
segundos y no tardamos en acercarnos a él. Entre la
concepción de lo fácil que había sido conseguirlo
puse mi mano sobre el cáliz, y en menos de una
fracción de segundo escuche un fuerte grito en el
idioma ruso

Tras voltear la mirada al punto posterior a nosotros,


vimos al menos diez miembros de la milicia rusa que
se acercaban rápidamente, si bien la extensión de la
sanguínea plaza nos separaba, tales gendarmes se
aproximaban tan rápido a nuestras masas que lo
único que podíamos hacer era huir. Corrimos lo más
rápido que nuestras piernas nos permitieron y en
menos de un parpadeo nos alejamos tanto de la
catedral de nuestro crimen que terminamos
corriendo sobre un puente que atraviesa el rio
Moskva, nuestros perseguidores cada vez se
acercaban más y justo cuando estábamos sobre el
puente a la mitad de una concurrida avenida , misma
que era paralela con dicho rio Alicia me dijo:

Alicia.- ¡Saltemos!

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Yo.- ¿Saltar? debajo de nosotros hay concreto y
pasan automóviles a toda velocidad, ¡moriríamos!
Alicia.- Ese es el plan
Yo.- ¿Que has dicho?
Alicia.- En el pasado salte de un puente similar y
termine en el infierno, podría funcionar
Yo.- ¿Te suicidaste?
Alicia.- No hay tiempo para explicaciones

Los policías estaban a unos 15 pasos de nosotros


cuando sujete a Alicia de la mano y saltamos hacia
el concreto, la breve fracción de tiempo que
trascurrió hasta golpear el suelo me pareció más bien
larga, sentí un fuerte estruendo y de pronto note que
había pasto de color negro alrededor de mi, alce la
mirada y pude ver el característico letrero que decía
"bienvenidos al infierno". Pasaron unos segundos y
la voz de una Devushk pronunció - Te dije que
funcionaria, tras oír esto puede notar que una de mis
manos sujetaba a la suya y mi otra mano a ese
dorado cáliz producto de nuestro extraño crimen.

Caminamos nuevamente por el vestíbulo del infierno


hasta llegar a la fuente de medial locación, estando
ahí tomamos el ascensor y descendimos nuevamente
hasta el frio y suntuoso bar donde se encontraba
Lucifer, Para ese momento eran casi las cinco de la

74
mañana, aun se distinguía oscuridad pero también se
percibía la lenta senectud de la noche próxima a lo
que sería el arriba de un nuevo día. La música había
terminado y el bar del Cocito lucía tan deshabitado
como la primara vez que estuve en él, Alicia se sentó
en una mesa el plan era que finalmente iríamos a
recorrer esa extraña playa tras mi segunda audiencia
con quien se dice tuviese el rostro más bello. Por lo
cual no trate de no hacerle esperar y sin darme
cuenta estaba nuevamente ante el señor de las
tinieblas

Yo.- Lo prometido es deuda aquí está tu cáliz,


espero y tengas la osadía de comulgar con él, te diría
que puse en riesgo mi vida por tal pero en realidad
tuve que morir para traerlo hasta tus infernales
aposentos
Lucifer.- Sabia que no fallarías, y dime ¿qué te ha
parecido mi plan?
Yo.- A juzgar por ese tono malvado me atrevería
a suponer que conocer a Alicia ha sido una
deliberación un tanto obligada del señor
Mefistófeles
Lucifer.- Y no te equivocas, pero en vez de
discutir la originalidad de mis planes dime ¿te ha
gustado el infierno?
Yo.- Imaginaba que este lugar sería muy

75
diferente, pero con excepción del vino, los juegos de
azar, las risas y ropa de etiqueta es muy similar a las
figuraciones previas a esta aventura
Lucifer.- Verás hay que cambiar las técnicas de
marketing de vez en cuando, aunque el infierno ha
sido siempre una gran fiesta, que como su grandeza
en extensión tampoco conoce fin en relación al
tiempo
Yo.- Creo conocer algo sobre las tinieblas pero
dime ¿cómo llego al cielo?
Lucifer.- Solo tienes que subir
Yo.- Nunca vi un botón que dijese "cielo" en el
ascensor
Lucifer.- Si quieres visitar el paraíso tendrías que
usar las escaleras
Yo.- ¿Escaleras? Las escaleras solo van hacia
abajo
Lucifer.- Si caminas por la playa, luego de que el
sol haya ascendido hasta el mediodía verás que hay
unas pequeñas y oxidadas escaleras que parecieran
estar a punto de caerse ante su propio tambaleo, si
miras hacia arriba buscando su punto final podrás
notar que se pierden en las nubes
Yo.- ¿Basta con que suba para llegar al cielo?
Lucifer.- Es bastante fácil llegar pero te toma
algún tiempo, además no muchos se aventuran al
ascenso pues temen que con cada paso las escaleras

76
colapsen
Yo.- Si es tan fácil subir, ¿bajar es acaso una
tarea de igual naturaleza?
Lucifer.- Las escaleras hacia lo etéreo nunca se
caerán solo tienen un aspecto atemorizador con el
fin de que solo valientes y fuertes de corazón puedan
subir
Yo.- Y dime ¿Has ido al cielo últimamente?
Lucifer.- Más habitualmente de lo que creerías,
mira que por allá arriba hay buenas partidas de
naipes e incluso he jugado ajedrez con el creador
universal
Yo.- Pensé que dios y tu mantenían ciertos
conflictos de poder
Lucifer.-La biblia es un libro muy impreciso
recuerda que está escrito por humanos, Te invitaría a
dar un paseo por los cielos pero de momento no
puedo abandonar mi puesto de trabajo
Yo.- ¿Tu puesto de trabajo?
Lucifer.- Se me ha asignado administrar la
primera etapa del asenso al cielo, no muchos llegan
al paraíso, quien querría aventurarse a lo
desconocido estando ya en una magna fiesta como lo
es el infierno
Yo.- ¿Así que ese es el Marketing de todo esto?
Lucifer.-Solo aquellos con la capacidad de
plantearse incertidumbres severas llegan al cielo,

77
solo aquellos con la audacia y amor por lo
desconocido llegan a conocer a dios, el resto se
quedan aquí ante el miedo de ir más allá, y ante el
conformismo de estar ya en un lugar cálido y
agradable, dime ¿a caso has visto a Aristóteles o
platón rondar el abismo?
Yo.- De manera que ir al cielo es tan fácil como
desear hacerlo
Lucifer.- Básicamente, si bien el camino es largo
y aparentemente difícil estarías allí más rápido de lo
que imaginases, el mundo funciona de forma muy
similar...
Yo.- ¿Esta travesía considera visitar el reino de
los cielos?
Lucifer.- Temo que no, tu misión aquí está casi
por concluir pues ya sabes más que cualquier otro
mortal en la tierra
Yo.- ¿Casi por concluir?
Lucifer.- Dispones hasta las doce del mediodía
para deambular mi recinto, se te ha dado el
conocimiento sobre cómo funcionan las cosas en el
mundo de los muertos... Pero el sol aun no sale,
mucho menos ha alcanzado su punto de mayor
perpendicularidad diurna
Yo.- ¿Alicia a caso?
Lucifer.- Tu amiga devushka te espera, desde
hace algún tiempo se ha planteado que habrá más

78
allá de esa playa, creo que puedes hacérselo saber
Yo.- Así que llevar a la bella hasta el cielo era
una más de mis misiones en esta extraña aventura,
¿hurtar el cáliz en el que ahora sirves tu vino no
afecta en el destino celestial de la devushka?
Lucifer.- Ni en lo más mínimo, dios es misterio,
pero no es el misterio el que nos interesa sino la
bondad contenida en la incertidumbre de sus actos
Yo.- Eso ultimo suena extraño viniendo de ti
Lucifer.- No soy tan malo como me pintan
simplemente soy víctima de los estereotipos
Yo.- Algo así me suponía, creo que es el
momento de retirarme una dama me espera no
hagamos mayor su agonía
Lucifer.- Ya nos volveremos a ver

Tras mi última charla con el arcángel de la noche fui


en búsqueda de Alicia, apenas había salido de la
zona VIP cuando vi su sutil silueta mirando por una
de las ventanas que allí abundan, me acerque a ella y
tan solo le dije - esta aventura aun no termina será
una plaza de sanguínea tonalidad, la fuente de un
vestíbulo infernal o quizá la playa cual promesa sea
la eterna vitalidad, Alicia me miro y tras su sonrisa
espectral nos aventuramos a las afueras del abismo.
Como no parecía haber una puerta salimos por una
de las ventas, apenas empuje uno de sus cristales y

79
este se deslizó con completa calma hacia el
amanecer de lo desconocido.

Un naranja sutil gobernaba el cielo al mismo tiempo


que se mezclaba con su característico negro, había
un poco de oscuridad pero era posible ver esa
delgada línea de arena al contraste de las olas, ese
pequeño hilo que entre espuma y tierra mojada
marca el inicio de la playa y el mar aunque en este
caso todo lucia un tanto rojizo. No le pregunte a
Lucifer en qué dirección caminar sino más bien
Alicia perecía guiarme

Yo.- Pareciera que sabes a hacia dónde vamos


Alicia.- A decir verdad no tengo ni la más difusa
de las ideas, aun así mantengo un cierto
presentimiento a nuestro favor
Yo.- Mientras caminamos podría contarte de mis
muchas historias
Alicia.- ¿Qué clase de historia?
Yo.- Bueno, no es una de mis aventuras sino algo
de lo que he escuchado por ahí
Alicia.- imagino que ha de ser algo interesante
Yo.- Y en verdad lo es, podrías creer que hace
algún tiempo un hombre que vivía en completa
fastuosidad y riquezas dejo todo por cuidar jardines
Alicia.- ¿Y qué tiene de malo ser jardinero?

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Yo.- Nunca sugerí atributos negativos a la
jardinería, pero podrías imaginar dejar un palacio
por dedicar tu vida al cuidado de las rosas
Alicia.- Parece una historia interesante
Yo.- Verás el hombre del que hablo era muy rico,
al punto de que uno no tiene nada de qué
preocuparse, poseía tanto que incluso había perdido
sus sueños y aspiraciones. Pero un día por alguna
extraña casualidad conoció a la más bella de las
mujeres de la cual no tardo en enamorase, y un día le
dijo - el mundo será tuyo
Alicia.- Déjame adivinar ¿Se casaron y vivieron
felices por siempre?
Yo.- Hasta que la muerte los separó
Alicia.- Había escuchado muchas historias
similares
Yo.- Supongo, aunque mi historia aun no termina,
resulta que apenas unos años después de contraer
matrimonio la dama de esta historia misma a la que
le fascinaban las rosas murió de una de esas
enfermedades que en nuestros días abundan
Alicia.- ¿Una enfermedad?
Yo.- Si, en el piso de oncología no pudieron
hacer mucho y apenas unas semanas después de su
autoinmune diagnostico se fue a la tumba
Alicia.- Eso no suena nada bien, más me parece
una historia de horror

81
Yo.- Lo fue en un principio pero ahí no acaba la
cosa, el fiel enamorado de la fallecida dama iba
todos los días al cementerio con el único fin de estar
cerca de su amada, al paso de unas semanas noto
algo inusual
Alicia.- ¿A caso su difunta esposa regreso a la
vida?
Yo.- He ahí el dilema
Alicia.- ¿Ser o no ser?
Yo.- No te adelantes, veras una pequeña plantita
creció a escasos centímetros de la tumba de su
amada, en principio se asemejaba a cuando un frijol
germina, pero luego esa pequeña planta creció hasta
convertirse en un rosal
Alicia.- ¿un rosal?
Yo.- De rosas rojas, y por alguna razón el
adinerado hombre considero que el alma de su
esposa estaba entre dicho rosal, pues como
florecerían tan bellas rosas en medio de un desolado
cementerio
Alicia.- ¿Y qué paso después?
Yo.- Ante su propio escepticismo el hombre corto
una rosa y la llevo a su casa lugar donde la coloco
sobre un florero, la flor duro un par de semanas en
dicho y raramente no se marchitaba. Después a este
hombre se le ocurrió plantarla en uno de los jardines
de su palacio y a las semanas había un nuevo rosal

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Alicia.- No te detengas
Yo.- Llegado a este punto el hombre pensó que
en verdad la esencia de su gran y sepulcral amor
residía en dichas rosas y no tardo en llenar su
palacio de estas raras flores, cuando las hectáreas de
su mansión no pudieron sostener más su creciente
edén, el hombre comenzó a plantar las rosas en
parques y jardines de otras personas e incluso en
lugares de dominio público
Alicia.- ¿A caso enloqueció?
Yo.- Pudiera ser, o al menos eso creían la
mayoría de las personas, pero después de un par de
años su ciudad ya no pudo contener más rosas, por
lo cual el hombre contrato a jardineros de todo el
mundo para que llevaran algunas de sus preciadas
rosas y las trasplantaran esparciéndolas por el orbe,
incluso el hombre de gran riqueza hacia constantes
viajes por los continentes con el único fin de plantar
sus rosas aquí y allá
Alicia.- ¿Y en verdad recorrió todo el mundo?
Yo.- Claro que si pues al paso de unos años había
rosas bajo la torre Eiffel, en los jardines del Tac
Mahal, a la orilla del Danubio, del Nilo e incluso a la
vista del Empire state, el hombre gastó toda su
fortuna para que en cada rincón del mundo hubiese
al menos una de sus extrañas rosas, para que el
mundo fuese de su amada

83
Alicia.- ¿Y cómo podía tener completa certeza de
que el alma de su amada yacía entre las rosas?
Yo.- No podía estar seguro, pero por el amor tan
grande que sentía por ella bien y valía la pena creer
en eso de las rosas. La moraleja es que en ocasiones
hacemos cosas que parecieran ser descabelladas por
convicción a nuestras creencias, de esta manera
funcionan las religiones populares, unos afirman una
cosa otros tiene un argumento distinto, pero
curiosamente al final el dogmatismo de sus creencias
termina por desencadenar guerras y dividir al mundo
Alicia.- ¿Entonces como saber quien tiene la
razón?
Yo.- No creo que eso se pueda responder, o al
menos no en eso a lo que llamamos vida
Alicia.- ¿Aunque igual vale la pena creer en algo
no te parece?
Yo.- Nunca he estado en contra de creer, pero en
el camino a la verdad hay muchas creencias erradas,
sabes no creo que dios sea tan soberbio y malvado
como lo figuran las diversas religiones, de existir un
dios seguro y trasciende a eso...

De esta manera Alicia y yo caminamos y


caminamos, resultante a un tema surgía otro y la
conversación fue tan variada que apenas y pueda
recordar con puntualidad que fue lo que platicamos.

84
Anduvimos durante horas, justo a las once de la
mañana vimos a la distancia unas pequeñas escaleras
metálicas que lucían deterioradas y oxidadas, como
si fueran a desbaratarse por el peso del aire, dichas
iban hacia el cielo y subían tanto que si se miraba
hacia arriba era imposible ver el escalón final, de
igual forma aquí terminaba la playa pues tras las
escaleras no había otra cosa más que aguas eternas.
Nos sentamos sobre la roja arena teniendo nuestra
última conversación

Yo.- El sol pronto estará en el punto medio de su


recorrido diurno, cuando esto suceda no habrá más
conversaciones
Alicia.- Estoy segura que si las habrá pero aun
falta algo de tiempo para ello
Yo.- Por cierto he escuchado que las escaleras
que nos acompañan conllevan a un lugar fuera del
infierno
Alicia.- ¿Exactamente a donde?
Yo.- Llegado medio día cuando finalmente haya
partido al mundo de lo vivos sube las escaleras, no
tengas miedo de que éstas puedan caer, el trayecto
será largo y algo agotador pero cuando menos te des
cuenta estarás en los cielos

85
Alicia me miro por unos segundos y tan solo dijo -
eso hare. Después nos quedamos sentados viendo el
mar, trascurrieron los minutos y de pronto desperté
de este extraño sueño para ver nuevamente las
estrellas, note en mi reloj que eran las doce de la
noche, era como si esta aventura inusual no hubiese
sucedido, me asome por la ventana de mi casa y
entre el brillo de las habituales estrellas vi de pronto
un destello muy tenue, como una supernova distante
que entre tonos de cian y carmín ilumino el cielo por
al menos una fracción de segundo, como si ese
resplandor celeste fuera el alma de una devushka
ingresando al paraíso, un lugar más allá de las
estrellas de espacio profundo, donde el tiempo y el
espacio son conceptos figurativos e irracionales,
donde la gravedad no funciona y por demás no
habitan los mortales. Si todo lo narrado en este
cuento parece extraño será aun más increíble que a
la mañana siguiente pude notar lo que parecían ser
pequeños indicios de arena roja en mis zapatos,
como la de aquella roja e infernal playa, como si esta
aventura hubiese sido algo más que un simple sueño.

Fin

Juan Amezcua

86
LA REVELDIA DEL INDIVIDUALISMO
III

Existen muchas clases de historias, cada relato posee


atributos y consigo variaciones derivadas de tales,
aunque dichas parecieran ser minúsculas según el
contexto que trate la historia, terminan por otorgarle
un toque que las caracteriza. Como resultante nos
encontramos con su esencia que las hace únicas y las
distingue a su vez del resto de lo que se nos puede
contar. A continuación una historia que narra la
diversidad de contextos en el tiempo moderno, la
actualidad de nuestros días, el siglo XXI, los
comicios del nuevo milenio.

Todo comienza en esta tarde lluviosa de Diciembre,


hace frio y desde hace algunos días que no veo con
propiedad el brillo del sol tras esas nubes lacrimosas,
la navidad esta próxima y el hemisferio se encuentra
en su punto más distal al sol. Pero antes de contar
nuestra presente historia tengo que decirles
apreciables lectores que el librero de mi casa es un
verdadero desastre, si bien mi acervo de obras
literarias no es tan inmenso, si es algo basto, aunque
en su propia modestia es también desordenado, a tal
grado que Góngora y Quevedo, aquellos barrocos

87
enemigos comparten el mismo estante empolvado.
Pero ahí no para la cosa, podrían imaginar que al
lado de tan métricos autores se encuentra el
desafiante romanticismo contenido en las rimas de
Bécquer, ante tan peculiar aunque ligeramente
efímera situación, me dispuse a poner orden entre
mis libros. Supuse al principio que lo ideal sería
clasificar a los autores por orden alfabético, luego
por alfabeto de sus obras y al final termine dejando
todo en su mismo lugar, pues al empezar el acomodo
comencé también a hojear cada libro para al final
terminar leyendo en forma deliberada alguna que
otra obra, esto último pasa muy seguido, supongo
que por eso mis libros están en constante desorden.

Y así ante el conglomerado poblacional sumamente


denso que representan tales libros en su librero , aun
en su propio desorden descubrí un manuscrito de
apariencia desgastada, hojas rasgadas y aspecto
misterioso, digamos que aquel manuscrito de
ornamental caligrafía carente de todo titulo tenía sus
peculiaridades, estaba firmado por un tal Juan el
poeta, y aunque su temática es diversa yo prefiero
referirme a nuestra historia simplemente bajo el
nombre "La rebeldía del individualismo". Al
principio no estaba muy seguro de cómo es que
dicho manuscrito había llegado a mi colección de

88
libros, pero luego de agudizar mi memoria recordé
que hace más tiempo del que podría precisar,
embarcado en una de esas misiones estudiantiles
forzadas en las que ocasionalmente todo aprendiz
del actual conocimiento se ve envuelto, es decir, la
consulta de algún libro en uno de esos grandes
acervos a los que llaman bibliotecas, fue que
descubrí el manuscrito en cuestión.

Resulta que entre mis menos aclamadas ciencias


estudio, tuve la tarea de consultar un viejo libro,
cuyo autor aun no soy capaz de pronunciar, por lo
cual y sin mucho afán me vi circundado de libros en
esa resplandeciente y magna biblioteca a la vista del
tapícense poeta. Llegando tan puntual como me fue
posible, por eso de las cuatro de la tarde, comencé
tan ardua busque literaria, al principio supuse que
sería una misión aburrida, tediosa y hasta cierto
punto de naturaleza suicida, pero luego de recorrer
cada uno de los estantes en la búsqueda del
susodicho cuyo autor aun no soy capaz de
pronunciar, pude constatar que mi hipótesis inicial
era completamente acertada, pues de aquel viejo
libro, no había ni el menor de los indicios.

cuando el sol en su lenta rotación diurna se ocultaba


tras aquel verde cerro de san Juan, generando un
atardecer de cálidos contrastes y anaranjados

89
colores, fue que me dispuse a dar un breve paseo por
las inmediaciones de la biblioteca, y aunque si bien
ya había recorrido cada estante supuse que no era
una idea tan descabellada volver a hacerlo. Tal vez
encuentre algo interesante que leer pensé. Y
justamente cuando me disponía a marchar ante el
fracaso de mi búsqueda inicial, teniendo de frente un
librero empolvado, cuyos ejemplares lucían antiguos
y descuidados, vi un manuscrito sin pasta, de
esquinas erosionadas y ligeramente roto que no tarde
en leer. Ante mi propia sorpresa descubrí un relato
en primera persona que al día de hoy sigue dándome
algo de qué hablar. El autor de nuestro breve relato
comienza describiéndose y aunque nunca menciona
su nombre, firma su breve obra bajo el seudónimo
de Juan el poeta, la cual dice más o menos así:

Nuestro tiempo, son palabras recurrentes en estos


días, al parecer a las personas les preocupa el tiempo
más que nunca. Hay tanto que podría decirse de
nuestro actual momento que tratare de sintetizar al
máximo mis palabras, enfocándome primeramente a
nuestra sociedad...

Cuantas etapas históricas ha vivido el mundo


al paso de los siglos, bueno cabe resaltar que todas y
cada una de éstas siguen una tendencia peculiar y
hasta un punto relativamente considerable siguen un

90
camino predecible, antes de hablar del nuevo
milenio porque no hablar de algunos miles de años
atrás, saltándonos un poco la evolución de las
especies. Constituido el hombre en su grandeza
surgieron las primeras sociedades, sencillas en su
estructura y funcionamiento que giraban
circundando un mundo de horizonte plano, pasaron
algunos milenios y la planicie de aquel orbe antiguo
conoció algunas de las más grandes y complejas
sociedades. La epitome de lo que refiere
socialmente hablando, Es quizá la cultura Griega,
entre el talento de sus artistas y el postulado al
mundo redondo de sus pensadores.

Un tiempo después la cultura Romana,


siguiendo el camino de sus predecesores los
Griegos, reafirmo lo ya sabido y lo mantuvo durante
un tiempo constante hasta su eventual caída. A partir
del año 476 de nuestra era, fue que el ser humano
observo como ese fuego tan abrasador que durante
miles de años fue creciendo, comenzó pues a
decrecer en intensidad, el mundo que ya era en
teoría redondo se volvió plano bajo los sabios
populares de la edad media, una etapa que marco el
comienzo de una paulatina decadencia en casi todo
lo conocido. He aquí cuando el brillo del hombre
siguió brillando pero de forma tan tenue que llego a

91
confundirse con la oscuridad que si bien siempre le
rodeo, solo para estos mil años de tinieblas se volvió
tan abismal como el punto más profundo del mar.

A diferencia de lo que muchos suponen el


avance del ser humano no se estanco, simplemente
disminuyo la velocidad de su andar, tendrían que
pasar varios siglos hasta el año 1492 para que el
mundo se tornara nuevamente redondo con el
descubrimiento de un nuevo Continente, en aquel
entonces el nuevo mundo, que termino unificándose
al viejo para conformar nuevamente un orbe
esférico. El renacimiento como su nombre lo indica
marco una revolución total en el hombre, para ese
entonces aquel mundo redondo, solo plano a la vista
de unos cuantos retrogradas dio un salto adicional,
pues comenzó a girar alrededor del sol impulsado no
solo por la gravedad, sino por la ahora tan potente
curiosidad del hombre y su saber de lo que le
rodeaba. El horizonte amplio su vista y el ser
humano conoció la libertad de volar alto, se
rompieron las tradiciones para crear nuevas en base
al que era un mundo cambiante, el mundo de la
sabiduría adquirida.

Pero de pronto esa libertad que mantenía al


ser humano viendo el mundo desde las alturas
comenzó a decrecer, el Renacimiento comenzó su

92
transformación al periodo conocido como Barroco,
un periodo que si bien no marco una total
decadencia, si disminuyo ligeramente el andar del
hombre en algunos sentidos sobre todo en la libertad
del mismo, aunque siguió impulsándole como un
fuerte viento a los barcos a vela, que ahora llevaban
al ser humano de un mundo al otro, tendría que pasar
un cierto tiempo para que llegara un periodo
conocido como Neoclásico, haya por el siglo XVIII,
he aquí cuando el conocimiento paso de ser popular
a ser colectivo, el hombre acelero nuevamente su
andar, ya no andaba rápido, corría, no sin miedo a
caer sino con la valentía de caer y volver a
levantarse, porque este siglo fue también la etapa de
los grandes descubrimientos tras el ensayo y error en
aquellos cien años apodados el siglo de las luces.

Y de pronto el siglo XIX, el romanticismo en


toda su extensión, durante la primera mitad de estos
cien años es que el hombre comenzó su
metamorfosis, ya no para ser hombre, sino para ser
el súper hombre que refiere Nietzsche, el único
problema es que ese correr tan veloz con fulgor de
saltar los muros de la opresión le hizo colisionar con
un muro de mayor altura que sus propios saltos,
Resulta que el hombre choco consigo mismo, y ese
fervor que le mantenía en marcha redujo

93
nuevamente y en forma súbita la luminosidad e
intensidad energética del fuego que le impulsaba. En
la primera etapa del Romanticismo el hombre
buscaba sus sueños, no le temía a nada por amor a lo
que le motivaba, pero lo que le siguió a esto es, decir
la segunda etapa de tal época fue depresiva, lúgubre
y sin sentido más que el suicidio.

Resulta irónico como en un principio el ser humano


podía ir en contra del universo mismo con fin de
lograr lo que se propusiese, aun cuando sus anhelos
fueran un poco egoístas y apasionados, para luego al
darse cuenta que había corrido con todas sus fuerzas
a la mayor velocidad que sus piernas le aportaran y
había colisionado contra un muro que simplemente
podía más que él, por la sencilla razón de que tal
muro representaba la falta de voluntad, la perdida de
toda esperanza ante una realidad que no se
asemejaba en nada a sus sueños románticos... Y
surgió el Realismo, la segunda mitad del siglo XIX.

Simultaneo a este último llego el


Naturalismo, aquí nuevamente el fuego del hombre
que había disminuido su intensidad estuvo a punto
de extinguirse, ahora ante su propia tragedia, que
para aquel entonces era lo único perceptible, aun
sobre lo que restaba de su magna gloria. Pero la
humanidad no acabo aquí sino que de pronto volvió

94
a arder con mayor fuerza que antes dando lugar al
siglo XX, el Modernismo, he aquí que el hombre fue
rápido, solo que esta vez ya no camino, mucho
menos corrió, sino que fue capaz de volar en toda la
extensión de la palabra y estando en los aires,
aumento la velocidad de su propio avance
contemplando no solo la circunferencia de su
mundo, sino ahora explorando a la lejanía mundos
distantes, en esta ocasión verdaderos nuevos
Mundos.

Y de pronto llega la actualidad, el siglo XXI,


¿acaso no les dije que sintetizaría al máximo mis
palabras? sino me creen más de tres mil años
transcurrieron en el curso de poco más de un millar
de palabras. Pero enfocándonos a nuestros días, que
peculiaridad tiene el nuevo milenio, que la sociedad
nuevamente está en una cierta decadencia... Tal vez
no es tan notoria ante nuestra propia cotidianidad,
quizá el hombre aun no es súper hombre, aunque en
su camino a serlo su vista se ha llegado a encandilar
producto de la luminosidad tan potente de ese brillo
que siempre le ha caracterizado. Nuestro tiempo de
nuevo decae, esta vez no por falta de avances, sino
por avanzar demasiado, y resultando irónico el
mundo nuevamente comienza a detener lentamente
su caminar, en un aspecto o en otro, esta vez no

95
sucumbiendo ante las tinieblas de la ignorancia y el
miedo ciego de dogmas infundados, sino ante la
ceguera que produce el brillo de su propia sabiduría,
pero no hay de qué preocuparse, como ya lo he
dicho el mundo tiende a subir y bajar como las olas
en alta mar, y por primera podemos decir que las
ventajas de nuestro tiempo superan por completo a
sus adversidades, o eso es lo que mi opinión refiere,
porque solo he vivido el tiempo en curso.

Así hablo en joven Juan el poeta estando de pie al


frente de una multitud no muy numerosa de
espectadores en silencio, aquellos receptores a sus
palabras de expositor apasionado eran sus
compañeros de clase, el silencio prevaleció entre
tales durante algunos segundos y después el sonido
de aplausos desmotivados e insípidos se hizo
presente, aquel sonoro triste de la incertidumbre
generalizada y desinterés, a esto Juan el poeta se dijo
a sí mismo - No me comprenden

Digamos que Juan sufría un extraño padecimiento,


el cual si bien no es muy documentado, afecta
ocasionalmente a todo hombre de naturaleza
intelectual y pasatiempos culteranos, dicho padecer
consiste en un sentimiento de vacio interior ante la

96
cotidianidad de su propia jornada repetitiva, dicha
afección es producida además por la soledad en
aquellos que no deberían de estar solos, y aunque si
bien no es muy frecuente me atrevería a llamarle "la
rebeldía del individualismo", precisamente porque
además de producir en el afectado ciertos
paradigmas existenciales y soledad ocasional, brinda
también una inusual tendencia por vivir las más
increíbles aventuras.

Lo cierto es que ésta enfermedad extraña no es


común en las masas, pero si en individuos selectos
como poetas, novelistas, científicos, músicos o
pintores, incluso en aquellos que leen demasiados
libros. Para colmo de Juan el poeta su grado de
padecimiento era de los más altos, porque si bien era
escritor de los más extraños cuentos y poemas, tenia
también faceta de astrónomo, de pintor, dibujante y
por demás de pianista.

Como cada viernes por la tarde, justamente después


de que el sol finalmente había sucumbido ante la
somnolencia de Morfeo. Juan iba a un viejo
restaurante ubicado en el corazón de la ciudad,
aunque no precisamente a cenar, en realidad, Juan
tenía un muy apasionante aunque ligeramente mal
remunerado empleo como pianista. Aquel
restaurante de finos acabados, iluminación tenue, y

97
gran afluencia de clientes que vestían con un cierto
grado de elegancia, tenía como motivo central un
bello piano de cola, de madera negra, pedales
dorados y fuerte resonancia musical, el cual si bien
era ya algo viejo y tenia las esquinas ligeramente
desgastadas, era también uno de los pasatiempos
favoritos de nuestro poético e individualista
personaje.

Por eso de las siete de la tarde Juan se sentaba al


piano y aun siendo un músico meramente empírico
que apenas y sabía leer partidura, interpretaba con
gran maestría las más selectas obras que uno puede
oír entre teclas. Era muy común escuchar los
nocturnos o baladas de Chopin, trascripciones de los
vals de Tchaikovski o las sonatas y bagatelas de
Beethoven, entre estas últimas a Juan el poeta le
fascinaba interpretar aquella breve y ágil obra del
romántico y viejo, un tanto sordo Ludwig, aquella
melodía compuesta en la menor que lleva el nombre
de "para Elisa", y aun ante la polémica de que una
mala traducción convirtiese la célebre obra de
Beethoven más bien en "para Teresa". Tal melodía
breve se había convertido en un icono de aquel
restaurante de finos acabados, no por mencionar al
pianista que cada noche de viernes la interpretaba.

98
Y ante su gran habilidad y talento como pianista al
recorrer cada octava, Juan el poeta apenas y podía
disfrutar la potencia de su trabajo, pues aunque los
aplausos así como las miradas de asombro eran muy
habituales hacia el célebre y aclamado pianista, este
se sentía solo y sufría ocasionales episodios de
melancolía al piano, los cuales favorecían en cierta
medida al sonido del mismo, tornando la atmosfera
del restaurante más emotiva, un tanto lúgubre
aunque también muy interesante. Al punto que al
escuchar a Juan, uno sentía estar en presencia del
autentico compositor de cada obra que este
interpretaba, al menos entre la polémica de "para
Elisa", era como si Beethoven regresase a la vida,
sucedía lo mismo con Chopin.

Llegadas las deshoras de la noche, cuando aquel


restaurante cerraba sus puertas y las personas
finalmente se iban a dormir, cuando las calles de la
ciudad quedaban deshabitadas, y el silencio
gobernaba la percepción sonora de cualquier
escuchante ante la vista que a su alrededor no
denotase otra cosa que no fuese soledad. Juan el
poeta comenzaba su rutina nocturna de observación
estelar. Alrededor de la media noche y las primeras
horas del nuevo día, Juan salía al patio de su casa
armado con la refracción de su telescopio, que entre

99
la modestia de su pequeño objetivo era capaz de
mostrar con lujo de detalles las lunas de Júpiter, esos
4 puntos brillantes que circundan al planeta en su
configuración dinámica llamada resonancia de
Laplace, es decir Ganimedes, Europa, Calisto e Ío,
dando vueltas en una proporción de (1:2:4) al
rededor de su padre Júpiter, un gigantesco planeta
gaseoso de rojos colores y turbulencia atmosférica,
cual mayor distintivo es su gran mancha, una colosal
tormenta que gobierna su hemisferio sur, y le aporta
a éste una gran vista entre su movimiento de
rotación.

Además de los cráteres de nuestra luna, los anillos


de Saturno y algunos objetos del catalogo Messier
entre sus extrañas y nebulares formas carentes de
color, Juan miraba el tenue brillo entre tonalidades
de cian y carmín de las estrellas de espacio
profundo, al menos las perceptibles teniendo en
cuenta la luminosidad de las modernas urbes. Para
Juan el poeta era increíble saber que podía
contemplar objetos tan distantes, cuya magnitud de
lejanía es tal, que la imaginación humana es incapaz
de generar una percepción siquiera aproximada. Y
aun más saber que en el firmamento entre las que a
simple vista parecerían ser pequeñeces, hay una
máquina del tiempo capaz de mostrarnos lo sucedido

100
hace miles e incluso millones de años. Pues un
curioso fenómeno lo rige, sucede que la luz viajando
a su constante velocidad de algo así como 300 000
Km/s (en términos vulgares), tarda tanto en llegar de
un punto del universo a otro como consecuencia de
esas distancias tan grandes que separan a los objetos,
que lo que miramos en el cielo nocturno, es más bien
una mirada al pasado, un pasado que según la
profundidad de nuestra percepción, es tan vasto
como el universo mismo.

Siendo una víctima de las maravillas que su extraña


enfermedad precisa, Juan se sentaba bajo el cielo
nocturno mirándolo durante horas, y en su corazón
tenía lugar un sentimiento raro y difícil de explicar,
de hecho era en momentos como este, por eso de las
tres de la mañana, dadas las circunstancias
particulares que Juan el poeta alcanzaba la cúspide
de su padecimiento. Se sentía portador de una gran y
poderosa alegría y simultanea a esta un inusual
sentimiento de vacío y tristeza interior, sentía como
si algo dentro de él muriese lentamente, como si
hiciera faltara algún aspecto vital que lo condenaba a
dejar de existir, aunque al mismo tiempo se sentía
fuertemente consolado al mirar la inmensidad del
universo. sentía desesperación y al mismo tiempo la
más apacible y sutil calma.

101
Y de pronto como cosa de magia llegaba a él una
chispa de divinidad, desencadenado una reacción en
cadena, como una fuerte explosión nuclear, la más
gloriosa inspiración, el aliento divino que despertaba
su numen poético, una gota de inmortalidad que le
confería componer los más bellos y sublimes
poemas. entre tales eran comunes sonetos, que
reflejaban entre endecasílaba métrica su percepción
de la vida, de los cielos y la esencia de su
padecimiento, es decir la ya mencionada rebeldía del
individualismo, esa peculiar tendencia que sufren los
poetas, y que los orilla a amar de una manera tan
peculiar que solo se les puede llegar a considerar
lunáticos. Así bajo el brillo de las estrellas, Juan
compuso uno de sus muchos sonetos, este en
particular se titula, ¿Has visto las estrellas?, y de
manera muy breve relata la esencia de lo ya
mencionado.

¿Has visto las estrellas en el cielo?


aquellas que gran belleza presumen
y ante su propio brillo se consumen
iluminado de arriba hasta el suelo

verse sin color sería su anhelo


al resplandecer colorido lumen

102
pues entre cían y carmín resumen
toda esencia del universo al verlo

como una mirada a nuestro pasado


brillan latentes a nuestro presente
y en el futuro seguirán brillando

dime, ¿acaso tu corazón no siente?


entre plenitud un profundo estado
ante su palpitar siempre latente

Esta es la primera parte del manuscrito del que les


hablaba, aquel que descubrí ante mi tortuosa
búsqueda de un viejo libro cuyo autor aun no soy
capaz de pronunciar, y que termino siendo parte de
mi acervo de obras personales. Como les dije
apreciables lectores, nuestra historia comienza
describiendo a un tal Juan el poeta, afligido por un
inusual padecimiento propio de aquellos quienes
andan en soledad por el mundo, quienes contemplan
la belleza de los cielos, aquellos quienes aman
poniendo el corazón en cada trazo, cada pincelada y
cada verso. Después de presentarse a sí mismo, Juan
nos relata una historia de amor que explica de mejor
manera las características de su enfermedad y cuyo
desenlace fue el menos imaginado.

103
Como cada Lunes por la mañana a mediados de
Septiembre, ante la lenta inclinación de nuestro orbe
hacia lo que pronto sería el otoño , en esos días
cuando disminuye el calor y predominan corrientes
de aire tibio. Fue que Juan el poeta a sus diecisiete
años se preparaba para asistir a su penúltimo
semestre de preparatoria. Nuestro poético personaje
supuso que sería como cualquier otro día de escuela,
gratificante pero un tanto aburrido. Llego a su casa
de estudios ligeramente más temprano de lo que
exige la puntualidad y se sentó sobre una fría y
desgastaba banca metálica de color café, misma que
estaba bajo un gran árbol que custodiaba la entrada
de dicha escuela.

Luego de estar allí durante unos minutos, justo


cuando era invadido nuevamente por las penurias de
la soledad, ante la idea de que el día carecía de
cualquier novedad pudo notar que alguien se
aproximaba, el misterio de un andar inusual agobio
su persona y al enfocar mejor la vista noto el suave
caminar de una dama, un andar divino que no era
digno de tan frio e inerte piso, los pasos de una dama
que más que parecer doncella se asemejaban a la
inmensidad y brillo del universo, una joven mujer

104
cual mayor atributo era su increíble y hasta cierto
punto indescriptible belleza.

Su piel era semejante al color de la miel, tenia una


tonalidad dulce aunque muy sutil y a la vez intensa,
sus mejillas sonrosadas expresaban el más vivo flujo
sanguíneo, su largo y castaño cabello sucumbiendo
ante el inclemente y tibio viento de septiembre era
como una racha de algún fuego tenue y raro que
lentamente quemaba la atmosfera dejando tras de sí
solo las cenizas de lo que había sido un todo. Los
colores y formas del universo se hundían en la
monotonía tras el paso de tan bella forma. De pronto
el cuarto movimiento de la novena sinfonía del viejo
maestro comenzó a sonar con poder en la mente de
nuestro protagonista, aquello fue como una
sinestesia extraña, como una secuela de la
perfección visual contenida en dicha dama
misteriosa, desde sus verdes ojos, el rosa de sus
labios y esa bonita nariz incipiente al cielo que
portaba. por un momento Juan sintió que sus
sentidos se mesclaban, además de una peculiar
tendencia de elevación a lo etéreo. pensó de pronto
encontrarse en el circulo más alto de la grandeza
celestial, ante la cercanía de un ser que
indudablemente no era humano.

105
Tal dama tuvo un efecto tan poderoso en Juan, que
por un segundo percibió que el tiempo no
transcurría, durante un breve lapso de tiempo el
mundo había cesado su rotar, por un instante no
sintió la influencia de la gravedad, y durante una
fracción del mismo sintió que su extraño
padecimiento había desaparecido, dejándolo una vez
más en soledad, pero esta vez solo con tan bella
dama y un sentimiento de felicidad absoluta. Nuestra
misteriosa joven paso de largo apenas mirando al
poeta y siguió su camino en el interior de la escuela
hasta finalmente perderse a la vista, de pronto y para
la sorpresa de Juan, un viejo amigo suyo llego tan
súbito como siempre, manteniendo una breve
aunque muy interesante conversación con él:

Marco.- Joven poeta, ¿qué tal tu fin de semana?


Juan.- he tenido mejores, aunque no creerás lo
que recién he visto
Marco.- ¿Qué cosa? ¿acaso algo sobre natural o
extraño?

Juan.- Yo diría que más bien algo poco habitual,


ante mis ojos he visto a la dama más bella, a la cual
no creo haber visto antes y aunque la he
contemplado por unos segundos, puedo decirte que
en mi vida había observado algo más hermoso

106
Marco.- Creo que exageras un poco, aunque eso
me recuerda que la joven de la que hace poco te
había hablado, la que conocí en ese musical extraño,
al que por malas influencias me vi obligado a asistir
me volvió a hablar ayer
Juan.- ¿Te hablo por esa infame aplicación de
teléfonos celulares, destructora de amores y
promotora de la seudosociabilidad humana a la que
llaman whereapp?
Marco.- Esa misma, sabes descubrí que la joven
de la que hablo es más similar a mí de lo que
hubiese imaginado, a tal punto que pensé que
conversaba conmigo mismo
Juan.- Y a todo esto ¿sobre qué hablaron?
Marco.- Un poco de todo, recuerda que cualquier
cosa es interesante cuando se habla con ella, tal
dama es perfecta en cualquier sentido que de ella se
pueda mencionar.
Juan.- Y dices que yo soy el exagerado
Marco.- Como sea, cambiando de tema me dijo el
profe Miguel que en Noviembre habrá un viaje de
excursión a la ciudad de México
Juan.- Sabes que ese maestro por demás de ser
algo extraño y hablar varios idiomas, tiene la
peculiar suerte de que algo atroz suceda en cada uno
de los viajes que asiste, no sé porque supongo que en
este caso no será la excepción, aún así lo considerare

107
Marco.- Vamos, será divertido
Juan.- Bueno, el museo de antropología e historia
de la ciudad de México parece un destino tentador
Marco.- ¿Museo? el atractivo del viaje es la vida
nocturna
Juan.- Creo que diferimos en gran medida sobre
el concepto de vida nocturna

Juan el poeta narra después:

Y así hablamos hasta comenzadas las clases, el resto


del día trascurrió sin mucha novedad, después de
salir de clases regrese a mi casa, una construcción no
muy antigua de ventanas grandes y decoración entre
gama de verdes y blanco, una casa un poco húmeda
pero muy acogedora. Aunque había algo muy
distinto en el ambiente, la imagen de esa bella dama
que recién había visto y de la cual desconocía su
nombre ocupaba ya un lugar en mi mente, el
recuerdo de su belleza alegraba mis pensamientos,
sentía sobre mi persona un extraño peso y a la vez
una ligereza muy rara, como la de un gas noble
elevándose a las capas más altas de la atmosfera, y al
atravesar tales, siendo también una víctima de los
cambios de temperatura que oscilan entre puntos
extremos de frio y calor. Percibía además un leve y
agradable aroma en mi mente, una sensación de
tranquilidad fuera de lo normal y por sobre todo un

108
sentimiento de alegría fenomenal que invadía cada
punto de mi ser, al principio supuse que me estaba
enfermando, quizá otro más de mis padecimientos
extraños, aunque en esta ocasión uno de síntomas
más graves.

Me senté sobre un cómodo sofá de mi sala,


escuchando el segundo movimiento de la séptima
sinfonía de nuestro ya mencionado amigo Ludwig, y
sin darme cuenta me quede dormido. Posterior a esto
tuve un sueño muy diferente a cualquier otro que
hubiese vivido antes. De pronto me he visto en
medio del más frondoso campo primaveral, rodeado
de toda clases de flores y árboles frutales, el paraíso
en primera instancia supuse. Luego de caminar por
ese valle de aromas y colores intensos, vi bajo un
gran árbol cuya taxonomía soy incapaz de precisar a
la misma dama que esa mañana pude ver caminando
hacia mí.

Vistiendo blanco indumento, y estando sentada


sobre una banca de madera azul, tal dama me miro y
sonrió. Sin plantearme un porque me acerque a ella,
convergiendo mi mirada a sus ojos, cuando
finalmente estaba a dos o tal vez tres paso de su tan
bella forma, escuche la más suave y celestial
sinfonía a la que todo mortal puede ostentar, de
pronto la dama en cuestión me saludo, y ante la

109
suspicacia de su suave voz diciéndome tan solo la
palabra hola, sus brazos surcaron mi cuerpo en un
cálido y muy profundo abrazo. Cuando finalmente
desperté de aquel sueño tan bello, una vez que
Hipnos había concluido su somnoliento obsequio,
me di cuenta que si tenía un grave padecimiento,
aunque esta vez era la enfermedad inversa a la que
ya me afligía, para aquel momento y ante la
sensación de felicidad tan excéntrica que ya réferi,
me pude dar cuenta que estaba enamorado.

Si bien en tiempos pasados, más de una dama había


cautivado mi percepción, jamás había sentido algo
tan increíble como lo que esa bella mujer cuyo
nombre aun desconocía causaba en mi ser, por un
momento sentí que mi vida tenía un verdadero
sentido y significado, esa misma noche, como cada
que le antecedía salí momentáneamente a ver el
cielo nocturno, y ante un celaje difuso bajo el magno
brillo lunar, compuse de pronto un breve soneto, que
expresa en forma sintetizada parte de la historia ya
contada, a continuación mis catorce endecasílabos
titulados "cuando te miro"

No sé qué sucede cuando te miro,


dado que mi corazón se estremece

110
entre un latir que acelera y perece
al compas súbito de mi respiro

pues entre el aire de cada suspiro,


viaja incauto tu aroma que enternece
aquel de primavera que florece
y torna ingrávido al mundo en un giro

no sé qué sucede cuando te miro


que el tiempo se detiene en un instante,
en convergencia a la dama que admiro

aunque con indiferente talante


la bella mujer que observo da un viro,
y sin mirarme camina adelante.

El día siguiente llegue tan puntual a la escuela como


me fue posible, esperaba con ansias un tanto
frenéticas ver nuevamente a la dama en cuestión, de
quien aun ignoraba su nombre. Me senté sobre la
misma banca de la ocasión anterior esperando su
llegada, aunque para sorpresa mía, tal dama nunca
hizo acto de presencia. Luego de esperar un rato
nuestro ya mencionado amigo Marco hizo su
aparición...

111
Marco.- Joven poeta, ¿recuerdas a la dama de la
que me hablaste ayer?
Juan.- Como olvidarla
Marco.- bueno entre las muchas hazañas que me
has de agradecer, se cual es su nombre
Juan.- ¿Y cómo lo sabes?, como abrías de saber
algo tan concreto sobre ella, si ni siquiera sabes
cómo luce
Marco.- A caso no recuerdas que ayer mientras
balbuceabas sobre su belleza, dijiste que era una
dama a la que no habías visto antes
Juan.- No estoy muy seguro, además no
balbuceaba
Marco.- si no eres capaz de recordar con
precisión tus palabras, es un hecho que balbuceabas,
aunque de una manera muy exagerada pero también
graciosa
Juan.- bueno y a todo esto, ¿cuál fue el método,
para el que según tu es tan magno descubrimiento?
Marco.- ¿Recuerdas a Camilo?
Juan.- Creo que sí, como olvidar sus chistes de mal
gusto, así como su particular gusto por el alcohol y
demás aspectos que tu concepto de vida nocturna
refiere
Marco.- Bueno pues ayer me dijo Camilo, que
una joven de espectacular belleza, nueva en la
escuela obviamente, había llegado de imprevisto a

112
su salón de clases para ser una integrante más del
mismo
Juan.- ¿Ese es tu argumento incuestionable al
respecto? bueno y a todo esto ¿cuál es su nombre?
Marco.- Se llama Beatriz
Juan.- ¿Beatriz dices?
Marco.- Incluso tengo su número, digo por si
quieres entablar algún tipo de comunicación con
ella, aunque por lo que he escuchado no es
precisamente muy sociable que digamos, en fin...
Juan.- Me he dispuesto saludarla en persona, ¿qué
es lo peor que podría suceder como resultarte a esto?
Marco.- Que se horrorice y no te dirija la palabra
Juan.- Ya veras, tengo un buen presentimiento,
con suerte e incluso la invitare a salir
Marco.- Eso sería algo interesante de ver, Juan el
poeta rompiendo su hermetismo social. Aunque por
ahora deberías de pasarme la tarea de Biología, es un
hecho que tras investigar el nombre de tu amada en
diversas fuentes, no tuve el suficiente tiempo de
hacerla

Después de algunas clases, durante un breve receso


de poco más de diez minutos entre las mismas,
cuando el día estudiantil estaba por concluir, Marco
se acerco a Juan en medio de un transitado pasillo
suscitando con él una breve charla:

113
Marco.- Joven poeta extremista y amante de lo
desconocido, te tengo la mejor de las noticias, veras
me he encontrado con tu amada y le hable de ti
Juan.- ¿Has hecho que cosa?
Marco.- bueno, la vi de lejos hablando con unas
amigas suyas y me pareció una buena idea incluirme
a la plática
Juan.- ¿Y exactamente que le dijiste? a caso
¿tengo que preocuparme?
Marco.- Le dije que tenía un amigo al cual ella le
resultaba interesante, y que querías conocerla
Juan .- ¿Y qué te dijo? acaso palabras de aliento o
quizá una respuesta de sonoridad nefasta
Marco.- Bueno, aunque aun me sorprende, dijo
que le parecía una gran idea, sobre todo cuando le
dije que querías invitarla a salir
Juan.- Al parecer has fundado las bases de lo que
pronto llegara a ser algo trascendental, la próxima
vez que contemple su belleza me acercare a ella, tal
vez si las circunstancias me lo permiten la invitare a
salir bajo consenso de mi léxico, un encuentro casual
lejos del ambiente estudiantil que me permita llegar
a conocerla mejor, tengo una muy buena corazonada
al respecto
Marco.- ve preparando tu mas patético, digo
poético léxico, porque dicha viene hacia acá, por
cierto ahora que lo recuerdo tengo algunas cosas que

114
hacer, nos vemos...
Marco emprendió la marcha abruptamente
dejando solo a Juan. De pronto la misteriosa dama
cual distintivo era Beatriz se aproximo a nuestro
poeta:
Beatriz.- Hola
Juan.- Hola, si no me equivoco tal belleza refiere
a Beatriz
Beatriz.- Así es, sabes me dijo Marco que un
buen amigo suyo quería conocerme, al menos por la
descripción que me brindo parecía ser un gran
hombre, un tanto misterioso y rebuscado aunque
muy interesante, incluso preciso que dicho estaba
deseoso de invitarme a salir
Juan.- Bueno, aun no se me ha ocurrido un lugar
en especifico, pero es una buena idea ¿no crees?
Beatriz.- Así que tu eres de quien hablaba
Juan.- El mismo, y que dices ¿te gustaría salir
conmigo?

Precisamente en ese momento el timbre que marcaba


el final del receso entre clases sonó con la misma
potencia chillona de cada ocasión. Esto suponía que
la conversación entre nuestros personajes se vería
seriamente afectada, y si bien no culminada al
menos si pospuesta para otro momento, aquel que
para Juan era tan distante con el colapso mismo de

115
los cielos. Beatriz miro con cierta incertidumbre a
Juan el poeta y luego dijo:

Beatriz.- Tal vez sería mejor continuar esta charla


en otro momento
Juan.- Tienes razón, lo ideal sería que más tarde
habláramos. Sin mayor preludio deberíamos de
retornar al cautiverio que la ilustración refiere

Beatriz sonrió entre gracia y tras una despedida


breve ambos regresaron a sus respectivas clases.
Juan apenas y podía creer que hubiese conversado
con la dama de sus sueños, mucho menos que le
hubiese planteado una invitación a salir. De pronto
una gran energía y vitalidad recorría su cuerpo, cada
paso que daba lo conducía más hacia las estrellas, se
sentía como si estuviese bajo el efecto de la más
potente droga nerviosa, un tanto psicodélica aunque
también muy relajante. Luego de tener que soportar
el lento paso de cada minuto que compone cada hora
hasta llegar al final de clases, esas sesiones de poco
más de cincuenta minutos plagadas de
conocimientos complejos que repercuten
negativamente en el estado de ánimo estudiantil,
Justo cuando todos se apresuraban en regresar a sus
casas y tornar de soledad las instalaciones de la
escuela ante el timbre que marcaba el cierre de la
jornada. Fue que Juan andando por los mismos

116
pasillos diviso nuevamente a Beatriz, y bajo el
efecto de su emoción amorosa obviamente no tardo
en acercarse a ella...

Juan.- Beatriz, si no me equivoco nuestra


conversación se ha quedado inconclusa, dime ¿qué
opinas sobre lo ya planteado?

Beatriz.- bueno... no sería una mala idea...

Juan.- que te parece este fin de semana, si tus


posibilidades lo permiten ¿el viernes?

Beatriz.- si, igual puedes darme tu numero y yo te


llamo

Juan.- Si gustas te puedo invitar a cenar, conozco un


muy buen restaurante, incluso se me ha ocurrido
prepararte una sorpresa si este viernes me
acompañas

Beatriz.- claro...

Juan.- ¿Te parece bien a las ocho?

Beatriz.- Si, yo te llamo...

Juan.- Esperare tu llamada

Beatriz.- Nos vemos

117
Aquello sucedió tan rápido que Juan el poeta apenas
y presto atención a sus propias palabras, resulta
interesante como el más profundo léxico, ante tales
circunstancias se torna un tanto superfluo, falta el
aire y las frases son breves. Claro que mucho menos
puso atención al notorio desinterés de Beatriz, para
su enamorada y distraída mente no importaba otra
cosa que no fuese el Viernes por eso de las ocho de
la noche, ante la ilusión de ver a Beatriz desde aquel
enfoque filial el poeta retorno a su hogar.

Esa misma tarde, estando ya en sus casa, Juan se


detuvo a pensar detenidamente en lo sucedido, y al
menos para el momento todo parecía ir de maravilla,
o eso es lo que suponía su ahora negligente visión
del mundo. He aquí el momento de convergencia
entre sus dos padecimientos, por una parte su
enfermedad de artista solitario amante de lo
desconocido y por otra su faceta de enamorado
extremista, cuando estos dos trastornos del sano
raciocinio se conjugan, pueden llegar a suceder
cosas raras, en principio bellas, aunque
generalmente con un desenlace destructivo. En el
caso de nuestro poético personaje no fue la
excepción.

Recuerdan que dije vagamente que Juan además de


ser un gran poeta y pianista, era también un

118
dibujante y pintor, bueno esa tarde no dudo en
montar su caballete y sobre él un fino lienzo, mismo
que pronto seria cubierto por millares de tonalidades
en aceite. De pronto el final de la más célebre
obertura de Rossini gobernó su cabeza y como las
variaciones sonoras de cada cambio de nota en una
melodía, Juan comenzó a mover sus pinceles sobre
ese lienzo en blanco. Mientras pintaba sentía que
dirigía la más gloriosa orquesta sinfónica sabiendo
perfectamente lo que tenía que hacer. Supuso que si
creaba una obra digna de ser apreciada por el
mundo, la joven dama que recién había conocido y
con la que tenía un futuro encuentro, terminaría
enamorándose de él con la misma intensidad con la
que comenzaba a amarla.

Sin duda sería una misión compleja, crear un cuadro


a oleo que retratase la esencia de tan hermosa mujer,
en un plazo no mayor a 3 días. simultáneamente a su
trabajo como pintor se cuestiono a si mismo sobre
que melodía habría de interpretar para su fina y
lustral acompañante, ¿a caso Beethoven, Chopin o
quizá Mozart? pensó... y al final opto por componer
él mismo una melodía inspirada en la tan celestial
Beatriz, dicha balada que más bien tenia son de
sonata, necesitaba un nombre, como habría de
resonar la majestuosidad de sus notas al piano sin un

119
nombre, por lo cual decidió bajo el prometido
conceso de una sorpresa en su futuro encuentro
bautizar su creación musical como "la sorpresa de
Beatriz". Aunado a todo esto Juan se dio a la tarea
de componer un breve soneto que fungiera como
complemento a la ocasión. Inspirado por el rubor tan
bello que mostraba Beatriz ante los momentos de
tensión, escribió el endecasílabo titulado "Colores"
un poema que a pesar de su sencilla trama era muy
enfático a las propiedades sustanciales de su dama,
desde un enfoque aparentemente efímero aunque
muy tierno e incluso cómico, al menos para la
imaginación de Juan, su obsequio lirico causaría
gracia y regocijo en Beatriz, sin duda una gran
sonrisa y aun más bella tonalidad gobernarían el
semblante de tan bella joven, como un resultado de
semejante y ornamental adjunto en papel. A
continuación dicho poema:

Sopla el viento bajo el azul celeste


sacudiendo las flores y las hojas
pero es solo cuando tú te sonrojas
que primavera al hemisferio asiste

tales son los atributos que viste


tu semblante con sus mejillas rojas

120
porque cuando tu sonríes despojas
la belleza de lo demás que existe

entre tonalidades singulares


la ley de la gravedad no funciona,
y los cielos se contemplan vulgares

pues un flujo sanguíneo gobierna


tu rostro irrigando sus capilares,
y a la vez los mismos de rubor torna

transcurrieron los días y aunque Juan veía


cotidianamente a su dama de ensueño, la falta de
palabras hacia el tema le hacían suponer que su cita
de fin de semana era un hecho de naturaleza
inmutable, un suceso inevitable que lentamente
estaba más cerca. Sin darse cuenta finalmente había
llegado el viernes, en el transcurso de los días
previos Juan había considerado cada aspecto y
detalle de su encuentro con Beatriz, desde las
cuestiones medulares, hasta las de naturaleza más
superflua que de alguna manera se relacionaban a
esa noche. Luego de repasar el plan incontables
veces en su mente, todo estaba listo...

El Viernes por la tarde, junto cuando el sol se iba a


dormir bajo el brillo apenas visible de una que otra

121
estrella en el firmamento. Comenzó la gran odisea
del poeta, aunque antes de acudir al restaurante de
tenue iluminación cuyo motivo central era el piano
ya mencionado, y bajo el recuerdo de su sueño con
Beatriz en medio del mas basto jardín, Juan el poeta
hizo una parada a la más importante florería de la
ciudad, comprando nada menos que 300 rosas de
tres tonalidades diferentes, blancas, rosas y rojas,
hubiesen sido más colores, pero las tonalidades tan
exactas que nuestro poeta solicitaba estaban lejos del
alcance de tan importante tienda floral, bueno
estaban también un poco alejadas de la realidad, esos
tonos de azul-verdoso-grisáceo que Juan buscaba
hacían dudar en cierta medida sobre su integridad
mental, aunque no había enloquecido producto de
su cita con Beatriz, desde siempre había sido la
misma clase de lunático que se enamoraba de forma
un tanto obsesiva de cualquier cosa que le cautivara,
tal vez era un romántico desmedido, quizá había
perdido la razón y cordura, o tal vez solo quería que
su encuentro con Beatriz fuese lo más perfecto
posible, supongo que era lo último. Juzgue usted...

En fin, las rosas fueron distribuidas en las


inmediaciones del restaurante como el más
pintoresco ornamento. aunado a tales nuestro poético
personaje colgó sobre la pared principal del lugar su

122
cuadro a oleo con la imagen de Beatriz, ese lienzo
con marco sencillo cual motivo central era la
sonrisa, rubor y nariz bonita de su futura
acompañante estando delante de un campo floral,
aquel que en su sueño había contemplado. Preparo
una mesa para su amada, la cual estaba de frente a su
resonante instrumento musical, dicha mesa poseía la
más fina gama de cubierto y velas. Juan se dio a la
tarea de doblar las servilletas e incluso de medir
minuciosamente el ángulo de inclinación de la mesa,
muestras más llano mejor supuso. Sus exageraciones
personales al respecto lo reconfortaban y ante el
sueño de amor que lo gobernaba, cualquier cosa por
más disparatada que pudiese parecer era poco si de
Beatriz se trataba.

Notando que faltaba poco más de una decena de


minutos para las ocho de la noche, Juan se sentó al
piano esperando a Beatriz, listo para tocar la
composición que tan apasionadamente al cabo de tan
pocos días había compuesto para ella. De pronto
justo cuando faltaban unos minutos para las ocho de
la noche, el tiempo se detuvo, Juan experimento la
más extraña sensación de su vida (hasta entonces),
por un momento olvido sus obsesiones y anhelos,
por un momento percibió la más increíble felicidad
que un hombre ha de sentir en el paso de su

123
existencia, por unos segundos se sintió
completamente satisfecho con la vida y por una
fracción de tiempo breve la rebeldía del
individualismo desapareció sin dejar remanente
alguno tras su paso.

Si hay algo destacable en esta época, es el tema de la


comunicación. Al paso de las últimas décadas el ser
humano ha perfeccionado tanto tales medios, que
últimamente estar en contacto es inevitable. O eso
suponía Juan el poeta, pues estando sentado al piano
pasaron algunos minutos, entre tales esperaba que en
cualquier momento la fina imagen de su eventual
acompañante atravesara la puerta de aquel
restaurante, miraba fijamente su teléfono celular y al
mismo tiempo se las arreglaba para explorar cada
rincón del restaurante en búsqueda de su amada.
Justamente a las ocho de la noche, un extraño
nerviosismo lo invadió, si bien no dudaba de la
llegada de Beatriz, se sentía un poco nervioso por la
naturaleza propia del momento. Luego de unos
breves minutos comenzaron a pasar las horas y sin
darse cuenta era media noche. Al igual que el piano
su teléfono jamás sonó, ni mucho menos recibió
algún mensaje, justo para ese momento se dio cuenta
de lo que verdaderamente sucedía, Beatriz no había
ido, ni iría jamás, dadas las circunstancias Juan

124
pudo darse cuenta que sus ilusiones eran infundas,
que se había aferrado a una idea absurda que solo
tenía lugar en su cabeza, y que por demás estaba
completamente solo.

Tras el acontecimiento trágico, se embriago


ligeramente y toco la sonata de Beethoven que mejor
resumía la atmosfera del momento, aquella de
compas lento y variaciones entre fuertes graves y
agudos medios que por demás es referente a la luz
de la luna. Siendo una víctima de la tristeza,
abandono aquel restaurante que curiosamente
cerraba a altas horas de la madrugada y decidió
caminar por las calles de la ciudad, anduvo unos
minutos para finalmente detenerse en un parque que
se encuentra próximo a un importante teatro, aquel
que lleva el nombre de uno de los poeta más
destacados del estado. andando por ese parque
diviso de pronto una banca en la cual sentó sus
penas, y finalmente alzo la mirada al cielo para
contemplar una vez más las estrellas y por supuesto
el más brillante plenilunio.

Ante su propia agonía y bajo los estragos de la


embriaguez poética, Juan vio de pronto una estrella
fugaz surcando en las inmediaciones del cielo, y sin
darse cuenta compuso un breve soneto a tan
espectacular acontecimiento. plasmando en el

125
mismo parte de los sucesos ocurridos, narrando de
forma muy breve y alegórica como sus más
luminosas y celestiales ilusiones se habían
consumido hasta desaparecer en menos de un
segundo, a continuación dicho poema titulado "A
una estrella fugaz"

Andando entre noctámbulo momento,


inmerso en la oscuridad abismal
vi de pronto una estela fantasmal,
en compañía de un gélido viento

con la sutileza como indumento


y su brillar excluso a lo normal,
tal homóloga de andar informal
convirtió un parpadeo en algo lento

así de pronto el color de lo etéreo


esa tonalidad de azul profundo,
cambió al más luminoso verde aéreo

tal brillo fugaz fue desvaneciendo


ante su proximidad a lo térreo,
y se consumió en menos de un segundo.

126
Justo cuando el sol tornaba a cálida la fría noche,
entre el más bello resplandor del horizonte fue que
Juan retorno a su hogar, un tanto frustrado y
depresivo se durmió y no despertó hasta el día
siguiente. El domingo regreso a la vida estado
todavía triste, ya con un pensamiento más racional,
aunque aun perdidamente enamorado de Beatriz,
busco una explicación a las cosas y llego a la
conclusión de que había sido su culpa. Su invitación
por demás de ser un poco extraña y carente de
entusiasmo seguro y no era suficiente para la
sonoridad de Beatriz. por lo tanto tal doncella
quedaba absuelta de lo sucedido, a pesar de que no
lo llamo, Juan supuso que seguro había tenido algún
imprevisto que por ser muy ajeno a su causa la había
limitado en acudir a su encuentro. Igual aunque
Beatriz lo hubiese olvidado, o aun siendo de su parte
un descuido, al ver la belleza en su rostro, Juan
habría olvidado tan amarga noche, borrado
literalmente su nocturno sufrimiento y retornando a
su amor infantil hacia la dama de sus sueños.

Y nuevamente había llegado el lunes por la mañana.


Como cualquier otro día de escuela Juan llego
puntual a clases y se sentó en la misma banca de
cada ocasión, la banca metálica y café bajo ese gran
árbol en la entrada de la escuela. si bien era una

127
víctima más de la confusión y tristeza. Supuso que
había sido algo arrebatado de su parte lo ya ocurrido
el día viernes, y aunque en cierta forma comprendía
a Beatriz, entre sus intenciones estaba cuestionarla
sobre el porqué de su inasistencia, no tanto por no ir
a su encuentro, sino más bien por el hecho de no
haberle llamado. Pues en esta época de
comunicación mundial, el dialogo entre humanos,
aquel aspecto propio que nos diferencia del resto de
las especies debería de ser algo inevitable, y por las
circunstancias entre tales personajes aun más, o al
menos esto Suponía Juan ante su extraño y poético
pensar. Pensó además que todo tendría una
explicación sencilla, que por demás culminaría en
risas, y que incluso llegaría a favorecer de alguna
manera su potencial idilio con la dama de mejillas
sonrosadas y nariz bonita.

Como era de esperarse el primero en llegar a la


escena fue su buen amigo marco, con la misma
intransigencia de siempre y su peculiar sentido del
humor, no tardo en cuestionar al Joven poeta, dando
lugar a una conversación que fue más o menos así:

Marco.- Joven poeta, pensé que habías muerto al


no saber nada de ti en los últimos días, y dime ¿qué
tal tu cita con Beatriz?, Tu plan excéntrico, mismo
del que toda la semana estuviste hablando, ¿acaso

128
dio algún resultado?
Juan.- Digamos que tuvo ciertas inclemencias,
pequeñas circuncidas que de alguna manera llegaron
a afectarlo en cierta medida...
Marco.- ¿Tan trágico fue?
Juan.- No fue trágico, simplemente Beatriz no
acudió al encuentro dejándome en soledad con la
noche, el piano y su melodía sin tocar, el soneto que
le escribí, el cuadro que le pinte y las flores que le
compre, por demás tampoco me llamo... Supongo
que esas cosas pasan de vez en cuando ¿no?
Marco.- Me sorprende que sigas con vida, y que
por demás luzcas tan despreocupado. Conociéndote
pensaría que planeas en silencio el mas tortuoso de
los suicidios
Juan.- Por irracional que pueda llegar a ser tengo
también mis limites, ya verás que todo se
solucionara con tan bella dama, sin ser presuntuoso
hablare con ella ante el primer rebote lumínico de su
belleza en mis ojos.
Marco.- Siendo así, permíteme que te cuente lo
que me sucedió el sábado, de manera imprevista fui
a cenar con la dama de mi propia historia...
Juan.- ¿La bonita y un tanto rara bailarina de
ballet? esa joven con la que mantienes
correspondencia electrónica a través de la infame
aplicación conocida como whereapp

129
Marco.- La misma, fue un encuentro casual y
muy divertido. Veras Joven poeta, el día subsecuente
al que termina la jornada estudiantil, un día después
de tu aventura triste me encontraba en mi casa,
haciendo lo que habitualmente, ósea perder el
tiempo viendo alguna película de naturaleza bizarra,
y de pronto...
Juan.- Déjame adivinar, ¿le enviaste un mensaje a tu
rara amiga a través de la infame aplicación ya
mencionada ?
Marco.- Mejor aun, ella me envió un mensaje a
través de esa aplicación promotora del vicio
tecnológico y eventual procrastinación
Juan.- ¿Y qué te dijo?
Marco.- Bueno, no fue una de esas rebuscadas
conversaciones que acostumbras, pero desencadeno
que esa misma noche fuéramos a cenar
Juan.- ¿Y cuál fue el desenlace de la historia?
Marco.- Pues... fuimos a cenar...
Juan.- ¿Has pensado alguna vez en ser novelista o
algo por el estilo?
Marco.- Tu humor satírico no es el apropiado
para el tema, recuerda que un día antes fuiste
victima de la soledad, al menos yo fui con alguien a
cenar
Juan.- Creo que es el momento para cambiar de
tema...

130
Después de la breve conversación con Marco, Juan
el poeta retorno a sus clases diarias. Luego de
soportar sus asignaturas en ciencias biológicas,
mismas que si bien le resultaban muy interesantes y
provechosas también invocaban a Morfeo entre la
mas placida somnolencia, el día estudiantil por fin
estaba a punto de terminar. Al final de la jornada
Juan busco a la bella Beatriz entre la desesperación
de todo enamorado, al notar su ausencia en los
pasillos, mismo lugar donde era frecuente
encontrarla, se sorprendió un poco, pues además de
no verla en el momento, tampoco recordaba haber
contemplado su tan celestial imagen al paso del día,
ni en la mañana, ni en los breves recesos entre
clases.

Así bajo el agobio de las circunstancias se aventuro


fuera de los concurridos pasillos escolares buscando
a su amada, bajó algunas escaleras y para sorpresa
suya la dama de sus sueños con el mismo semblante
de dulzura de cada ocasión, su mirada tierna y nariz
bonita, tenía como aposento de comodidad la banca
metálica y café bajo el gran árbol aledaño a la puerta
de la escuela. Para Juan esto fue un regalo divino, se
sintió reconfortado ante el arribo de sus más idílicas
ilusiones, cual manifestó era la magna sonrisa en su
rostro ante tan celestial chispa divina.

131
Juan se acerco a Beatriz sin que ésta lo mirase, se
sentó a su lado de una manera un tanto súbita, ella lo
miro de pronto y tuvo lugar una muy breve charla, la
cual presento a continuación:

Juan.- Hola Beatriz


Beatriz.- hola...
Juan.- Disculpa, pero al paso de los últimos días
no me llamaste, mucho menos acudiste a la
invitación que ante la inclemencia del informalismo
acodamos. Si bien no es mi intención hacer
reproches en ninguna forma que sus principios
establezcan, ¿por qué no lo hiciste?
Beatriz.- No estoy interesada...
Juan.- ¿Disculpa?
Beatriz.- No estoy interesada
Juan.- ¿por qué?
Beatriz.- Porque no.

Tras la brevedad de sus palabras monótonas, en


relación a carencia de entusiasmo e impacto de lo
que emociones alegres refiere, Beatriz se puso de
pie, apenas miro a Juan y emprendió la marcha de
pronto. Nuestro poético personaje vio a su aclamada
dama marchase lentamente, como el brillo potente
del sol que muere en cada ocaso, como la vitalidad
tan colorida y aparentemente prospera de la
primavera ante el cambio de estación o como las

132
ilusiones de su corazón que abruptamente habían
desaparecido.

Confundido por lo sucedido se quedo sentado en


aquella banca metálica y café por unos minutos, una
inusual tensión opresiva se apodero de su garganta y
pecho, sintió aumentado el peso de la atmosfera y
aceleración gravitacional sobre su cuerpo,
contemplo como las tonalidades de su mundo se
apagaban, hasta que de pronto el único color
perceptible para Juan era el de una lagrima
refractante entre espectros tenues a la luminosidad
diurna, escurriendo por su triste mejilla.

Si bien Juan al paso de su poética existencia solía


andar solo por ese largo camino al que llaman vida,
por primera vez en el transcurso de la misma se
sintió completamente abandonado, por primera vez
Juan entendió el concepto de tristeza. Tras lo
sucedido pudo entender que estaba completamente
solo. Que importan los miles de millones de almas
en el orbe, que importa la luminosa combustión del
sol y demás miles de millones de estrellas en la
galaxia, que importan las galaxias y cúmulos de
estas que componen en universo, y por demás que
importa el mundo sin Beatriz en él pensó. Y
nuevamente como en alguno de sus muchos
soliloquios de expositor apasionado, o como el

133
personaje de la más peculiar obra de Nietzsche, Juan
le dijo al su corazón - Creo que no me comprende.

En los días subsecuentes a lo ocurrido, aun estado


triste y manteniendo un cierto grado de
incertidumbre hacia su propia existencia, continuo
con las actividades que la vida moderna precisa. Con
semblante poco favorable a la vista y talante aun
peor nuestro poético personaje asistía
cotidianamente a la escuela, cada noche salía a mirar
el cielo, y cada segundo trataba de no pensar mucho
en Beatriz, sobrara mencionar que ésta evadía su
mirada y presencia , si bien la proximidad entre
ambos era poca, la dama de esta historia parecía
ingeniárselas para estar siempre lejos de Juan. Cosa
que el escritor de sonetos no tardo en notar. Mucho
menos tardo en retratar en una más de sus
composiciones, el poema a continuación se titula "El
color de la tristeza" catorce versos que narran las
emociones experimentadas ante el vacio de la
oscuridad, así como la luminosidad paulatina de su
regreso a la vida:

Fría y lúgubre caricia del viento


que sopla en colisión a los sentidos

134
en medio de los brillos emitidos
bajo la intensidad del firmamento

inmerso en un profundo sentimiento


de latidos meramente abatidos
a razón del tiempo y sus cometidos
es lo que esta triste noche yo siento

irónico sea que tal penumbra


ante un ímpetu fugaz se habrá ido
al ver un brillo que mi vista alumbra

pues una lagrima en color olvido


y su distorsión extraña deslumbra
borrando tal sufrimiento vivido.

En esos mismos días y como era una costumbre de


lo más habitual, Marco el buen amigo del poeta no
tardo en preguntar hacia su evidente rostro lúgubre
que sucedía. Tal vez tres o cuatro días después de la
tragedia tuvo lugar esta breve conversación entre los
dos personajes ya mencionados:

Marco.- Joven poeta de obras extrañas, desde


hace algunos días tu estado de ánimo denota cierta
melancolía, ¿A caso Beatriz tiene implicación a
esto?

135
Juan.- El cielo, el mundo y el sol, todo se ha
vuelto gris desde la última vez que mi escuchar
percibió el aliento de Beatriz
Marco.- ¿A caso me he perdido una de tus
muchas aventuras?
Juan.- una desventura, con faz de ser tragedia
diría yo...
Marco.- ¿A caso la dama de mejillas sonrosadas a
despreciado tu interés?
Juan.- Uno desprecia al viento cuando porta
suéter, o uno desprecia el alimento ante su placida y
confortante sensación de estar satisfecho, Beatriz
más que despreciarme pronuncio la respuesta más
cruel a la más dulce pregunta sin siquiera esta ultima
haber sido planteada del todo...
Marco.- Joven poeta, como lo siento pero esas
cosas suceden de vez en cuando. El único problema
es que tú te tomas muy en serio cualquier cosa.
Juan.- Se que fue una imprudencia enamorarme
de Beatriz en esa forma, mi entendimiento es capaz
de comprender mi falta de cordura, pero por una vez
en mi vida creí plenamente en algo, por primera vez
en toda mi existencia deje que mi sentir se expresara
libremente por encima de mi raciocinio, por una
ocasión en el camino que es la vitalidad quise no
andar solo. Yo quería a alguien con quien conversar,
alguien a quien pudiesen maravillar mis poemas, Yo

136
quería que alguien me quisiera...
Marco.- Descuida, eso me ha pasado más veces
de las que podría recordar, aunque sin la alusión a la
poesía claro
Juan.- ¿Has perdido la luz del camino en muchas
ocasiones?
Marco.- Oye no eres el único con corazón por ahí
Juan.- Nunca lo hubiese imaginado... Es algo
muy irónico en realidad
Marco.- ¿Los problemas amorosos acaso?
Juan.- Aspectos concretos de tales. Veras resulta
curioso cómo me llegue a enamorar de Beatriz sin
siquiera conocerla, y aun más como ella me ignoro
de igual forma
Marco.- ¿Sigues sintiendo lo mismo por quien
has dicho ser la dama de tus sueños?
Juan.- Creo ahora que todo principio dogmatico
puede tornarse nulo ante la búsqueda de la verdadera
razón, en el caso de los sentimientos no será la
excepción...
Marco.- Y en el idioma de los mortales ¿refieres
qué?
Juan.- lo único sensato en estos momentos, pese a
la desilusión y tristeza, será actuar racionalmente.
Marco.- ¿Racionalmente?
Juan.- Alguna vez te has cuestionado, ¿que
determina el valor de una persona?

137
Marco.- supongo...
Juan.- Pues como una epifanía de naturaleza
divina he encontrado la respuesta
Juan.- Veras... uno valora el abrigo de su hogar
ante el frio del invierno, pero el hogar se mantiene
siempre frio, es la persona que lo habita el
encargado de calentar sus inmediaciones. Por lo
tanto el hogar como tal no vale nada, el valor reside
en la persona que lo construyo y que por demás vive
en él, dicho de otra forma el valor se basa en quien
valora
Marco.- Creo empezar a comprenderte
Juan.- Si más juegos de palabras, el valor de una
persona es directamente proporcional a cuanto es
que dicha puede valorarte a ti, Beatriz por
consiguiente al despreciar mi compañía y mostrar
completo desinterés a mi persona, al menos en lo
que a la misma respecta carece de todo valor.
Marco.- ¿No será una aseveración muy
apresurada?
Juan.- Mi raciocinio establece que no
Marco.- No dejas de sorprenderme. Por cierto y
haciendo una breve pausa al tema... ¿Has
considerado lo que te dije sobre el viaje a la ciudad
de México? quizá te siente bien, podría ser de gran
utilidad dadas las circunstancias....
Juan.- Parece una buena idea.

138
Un día después por fin llego el otoño, ese periodo de
apacible tranquilidad entre el caluroso verano y el
tan gélido invierno. Nuestro poético personaje se
mantuvo en excesiva calma respecto a sus peculiares
aventuras, si bien su estado de ánimo era bueno,
ocasionalmente sufría ciertos episodios de tristeza
leve ante la respuesta de esa dama celestial, misma
que mostraba constante desinterés hacia Juan, el
poeta comprendía perfectamente que la joven de sus
más idílicos pensamientos repudiaba toda compañía
suya, y que desde la perspectiva racional que todo
hombre medianamente culto posee, era algo
incongruente amar a quien poco o nada interés
reciproco muestra.

Aun si bien sus pensamientos estaban en paz


consigo mismo, por alguna razón se sentía un poco
triste. Sobre todo cuando tocaba el piano, cada
viernes ante la resonancia de sus notas en el
restaurante del que tanto he hablado, nuestro poético
personaje imaginaba que Beatriz llegaría de pronto,
atravesaría esa gran puerta de madera con su dulce
andar y se sentaría en la mesa próxima, escucharía a
Juan al piano para al final acercarse a él y olvidar el
pasado. Obviamente esto jamás sucedió...

Tal vez no he mencionado que Juan poseía en su


casa un pequeño jardín, mismo que entre su propia

139
modestia era también vasto, como un librero
desordenado que guarda las más selectas obras, el
pequeño edén de Juan poseía la más selecta gama de
filos florales. Ocasionalmente nuestro poeta se
sentaba a contemplar los colores del ya mencionado
parterre, sobre todo a horas del ocaso, por alguna
razón los tenues y rojizos colores del sol entre las
nubes al contraste de un cielo difuminado en gama
de azul claro a oscuro, sobre sus peonias y rosas le
resultaban agradables. Pasaron algunas semanas y
como era de esperarse las flores del jardín
comenzaron a sufrir los estragos del cambio de
estación, lentamente y sobre todo las rosas
comenzaron a perecer, si bien nuevos capullos
florecían el numero de dichas coloridas iba a la baja.

Juan no tardo en notar semejante fenómeno, mismo


que aunque es muy común en lo que la jardinería
refiere, llamo mucho su atención. De pronto se
planteo algunas cuestiones sobre el tiempo y su
influencia en las cosas, incluso llevo a cabo un breve
experimento, mismo que aunque siendo un tanto
empírico logro documentar de la mejor manera la
respuesta a las incertidumbres del poeta. Un día
entre los finales de octubre corto una rosa de su
jardín, precisamente una flor de tonalidad rosa,
misma que coloco en un florero y posterior en el

140
alfeizar interior de su ventana, pero no para ahí la
cosa, coloco también una cámara fotográfica que
retrataría el paso del tiempo sobre la belleza
aparente de la flor, registrando como sucumbía ante
los efectos del tiempo. Cada día durante dos
semanas Juan se las ingenio para tomar algunas
fotografías a la rosa, algo así como una de esas
sucesiones a las que llaman time lapses. La rosa
lentamente fue perdiendo su tonalidad y forma,
pasaron los días y al final estaba completamente
marchita. Al analizar la sucesión de fotografías Juan
pudo contemplar como la belleza y vitalidad de tal
flor habían desaparecido. El experimento fue un
éxito, pues el paso de catorce días estaban resumidos
en poco más de un minuto de fotogramas. La
conclusión final fue, al menos para Juan, que el
tiempo es el encargado de destruirlo todo.

Por aquellos mismos días, concretamente una noche


ante los comicios de Noviembre, Juan se sentó a
mirar el cielo, y bajo el brillo estelar compuso un
breve poema, que además de narrar un poco de su
experimento floral también explicaba cual era ahora
su percepción hacia aquella dama de los párrafos
anteriores, tal mujer que al menos para Juan, cada
vez perdía más su naturaleza divina para al final

141
terminar siendo una simple mortal. El siguiente
soneto se titula "ha muerto una rosa"

Marchitando lento entre senectud


perece de una rosa el esplendor
aquel que ayer fue tan cautivador
y ahora sucumbe en su pulcritud

fugaz será el suspiro de quietud


ante tal agobio estremecedor
cual ósculo triste y ahogador
de la muerte en el inerte ataúd

ha muerto una dama con prontitud


bajo el palpitar del azul nocturno
bajo destellos de beatitud

y como sopla el viento inoportuno


sin propinar ruido como virtud
en su corazón no hay latido alguno.

Dicho fue la última composición que Juan hizo a


quien fuese su dama y musa. Al concluir este una
música divina vino en su auxilio, nada menos que el
final de la novena sinfonía, el último minuto del

142
cuarto movimiento de Beethoven resonó con furia en
su mente y se dijo después - Al diablo con Beatriz.

Recuerdan ese viaje de expedición a la ciudad de


México del que les hable, bueno Juan se dispuso a
ser parte de tal, todo estaba planeado, junto con
Marco y algunos otros compañeros, cuarenta en
total, viajaría a la capital del país hacia finales de
Noviembre, en lo que sería una breve estadía de
cuatro días. Un día antes del anunciado viaje,
concretamente el viernes previo al arribo del último
mes del año. Y como era una costumbre para Juan,
este fue al mismo restaurante de cada ocasión, el
poeta pensó que sería como cualquier otra noche,
una jornada solitaria y un tanto aburrida,
particularmente por esas horas hacia mucho frio y
viento, el cielo estaba completamente despejado, se
podía contemplar el brillo de Júpiter y el aun más
brillante plenilunio que hacía que la noche luciera
tan diáfana y hermosa, que uno pensaba estar en
medio de los más románticos aunque un tanto
siniestros poemas de Allan Poe.

Juan se sentó al piano sin mucha inspiración,


agobiado nuevamente por su habitual padecimiento
de melancolía e individualismo, y ante su gélido y
desgastado teclado se planteo que melodía habría de
interpretar. Luego de mucho pensarlo comenzó a

143
tocar la primera de cuatro baladas para piano de
Chopin, esa obra en sol menor de inicio ascendente
y rebuscados acordes. recién había tocado poco más
de un minuto cuando noto algo inusual, entre las
miradas del público, una suave y dulce mirada
seguía atenta el movimiento de sus manos al piano,
Juan no presto mucha atención, pero luego se dio
cuenta que entre la luz tenue del establecimiento una
blanca palidez en principio fantasmal lo
acompañaba, al enfocar mejor la vista vio a una
bella dama que aclamaba su talento musical, de
pronto sintió que dicha era como la más suave
caricia para sus sentidos, al ver a esa mujer de piel
pálida y negro indumento pensó que quizá era
alguno de sus sueños raros, aunque justamente hacia
los dos minutos de la melodía, durante esa sucesión
súbita de notas, la dama que fija miraba al poeta
sonrió de una manera tan hermosa que éste se dio
cuenta que indudablemente no estaba solo.

Durante los casi nueve minutos que dura tal melodía,


la dama misteriosa veía al poeta y parecía disfrutar
su música como si conociera perfectamente la obra
en cuestión. Juan pensó que ella de seguro esperaba
a alguien, pues no es común ver a una joven tan
hermosa que por demás de estar sola y vestir tan
elegante beba solo café y contemple a un pianista

144
degustando su interpretación, pensó que en cualquier
momento la mirada de tal dama se tornaría hacia
otro punto, y que este seguiría tocando para la
soledad, pero para sorpresa de Juan, esos ojos negros
y esa sonrisa espectral lo acompañaron toda la
noche. Justamente hacia las primeras horas de la
madrugada (ignoro porque el restaurante cerraba tan
tarde), cuando después de hacer sonar, nocturnos,
baladas y sueños de amor, su repertorio musical
estaba por concluir, Juan recordó su interpretación
más genial y no tardo en recurrir a ella.

De pronto comenzó a tocar la más sutil y dulce


bagatela del maestro sinfónico, las vibraciones
sonoras de "por Elisa" gobernaron el nocturno
restaurante. Si bien quedaban pocas personas en tal,
las presentes guardaron completo silencio ante su
interpretación maestral, para ese momento la pálida
dama que ya réferi, esa mujer de piel translucida,
cabello y vestido negro, así como sonrisa perpetua
sonrió con una potencia tan divina y celestial, que tal
figura en sus labios denotaba completa y pulcra
alegría, dicha parecía estar tan feliz que no tardo en
contagiar al poeta de su entusiasmo. concluida la
melodía Juan suspiro profundamente, la dama se
levando de aquella masa próxima al piano y se

145
acerco al mismo lentamente, Juan pensó que
seguramente esa joven y fina doncella lo felicitaría
por su trabajo, pero en lugar de eso y sin decir nada
se acerco al poeta y besó una de sus mejillas, luego
sonrió durante unos segundos que perecieron ser
eternos y se marcho en menos de un instante.

Al regresar a casa, el poeta asesinado por un cierto


grado de incertidumbre así como de una alegría
fenomenal, no tardo en componer uno más de sus
poemas, dicho soneto se titula "A primera vista" y
como es de suponer fue compuesto entre
endecasílabos versos a esa dama de fantasmal y
extraña palidez, así como sonrisa bella que fija lo
miraba.

La grandeza del cielo es poca cosa


ante lo que acabo de percibir
pues palabras no pueden describir
haber visto a la mujer más hermosa

como un ángel que sostiene una rosa


en su afán de al cielo poder subir,
así es que lucha mi alma al sucumbir
a su sonrisa y mirada pasmosa

146
¿el universo tendrá eternidad?
tal como la que este día sentí
más allá de estrellas y gravedad

más sin embargo nunca me advertí


que este día tendría novedad
tan bella como cuando te vi a ti

Al día siguiente, Juan se preparaba para su viaje, el


cual si bien le resultaba muy interesante esperaba
también que culminara rápido, pues lo que
verdaderamente deseaba el poeta es que llegase el
viernes próximo, con la esperanza de ver
nuevamente a aquella dama de aspecto fantasmal,
misma que si bien era portadora de gran belleza,
poseía además algo que Beatriz en su insipidez era
incapaz de ostentar, portaba algo aunque para Juan
era un misterio la hacía única y maravillosa, si no
me equivoco esa joven aficionada al piano era capaz
no solo de curar los padecimientos del poeta, sino de
crear nuevos en el, aunque de mejor naturaleza
emotiva. pero ante todo prevalecía la incertidumbre
de si a caso volvería a verla el próximo Viernes.

He aquí donde regresamos al contexto de su


narrador, como ya lo he dicho la historia que relate

147
pertenece a un breve y olvidado manuscrito firmado
por un tal Juan el poeta. Dicho culmina en el párrafo
anterior, mismo que concluye con las incertidumbres
del poeta ante la aparente sintomatología de un
nuevo amor. Pero descuide lector, la historia no
quedara inconclusa, pues si bien esa olvidada
redacción es incapaz de brindarnos más información
sobre las aventuras de Juan, bueno el resto de la
historia la contara el mismo, y se preguntara ¿cómo
ha de suceder tal cosa?. Por casualidad unos días
después, mientras continuaba con mi búsqueda en la
misma biblioteca de aquel libro cuyo autor soy
incapaz de pronunciar, conocí al ya célebre autor del
manuscrito.

Resulta que mientras preguntaba por el libro que


tanto he buscado y que siendo sincero no creo hallar
en esta vida y tal vez ni en la próxima, un hombre de
aspecto joven y un tanto culto se detuvo a preguntar
al bibliotecario con el que yo charlaba, si por
casualidad había encontrado un manuscrito que él
había olvidado en dicha biblioteca, durante un viaje
de lectura hace ya algunos meses. El bibliotecario
dijo con asombro que si, aunque antes de que
entablara alguna otra frase me incluí a la
conversación, le dije a Juan el poeta, ese hombre de
nariz aguileña, piel morena y léxico rebuscado, que

148
su breve obra estaba a salvo, pues estaba bajo mi
resguardo. De pronto saque de mi mochila el viejo y
olvidado manuscrito y se lo regrese a su autentico
dueño, el sonrió de momento y sin darme cuenta
termino relatándome el final de nuestra historia...

Según relata Juan, después de un largo viaje


nocturno de poco más de diez horas en autobús,
mismo que si bien tuvo uno que otro incidente
menor afortunadamente no costó la vida de nadie. Él
y su grupo de compañeros compuesto por
estudiantes de diversos salones por fin estaban en la
ciudad de México, como era de suponer luego de un
largo viaje, lo primero que todos deseaban era salir y
tomar un poco de aire fresco (cosa que realmente no
es tan abundante en dicha ciudad). Luego de recorrer
su hotel, mismo que estaba sobre esa larga y bella
avenida donde un toque colonial y neoclásico se
mezcla con la modernidad del siglo XXI, y a la que
llaman paseo de la reforma, o simplemente reforma
se aventuraron a recorrer los diversos puntos de la
ciudad. Algo que enfatizo el joven poeta fue que
aquella dama de quien comienza narrando la
presente historia, es decir Beatriz, acudió a dicho
viaje, como es de suponer tal dama no se acercaba
mucho al poeta, siempre mantuvo su distancia, se
mostro reservada y con el mismo tan marcado

149
talante de desinterés bajo un semblante de belleza,
resulta irónico pero a pesar de ser una mujer tan
bonita, su tan marcada e inusual apatía hacia el
mundo la orillo, al menos en el recorrido a estar sola
la mayor parte del tiempo.

Según Juan el poeta, existen dos clases de soledad,


algunos andan solitarios por el mundo, precisamente
como un efecto adverso de su rebeldía
individualista, tales personas buscan la compañía del
orbe, precisamente por amar al mismo. Existe otra
clase de solitarios, las personas que de alguna
manera odian al mundo y terminan apartándose de
todos, pero sin ser eruditos de alguna rama de las
ciencias o de las artes, estos últimos son personas
como Beatriz, de quienes podría presentarse todo un
historial de lo que sus características refiere, pero
que al final ante su propia insipidez uno llega a la
conclusión de no gastar sus palabras en vano.
Después de esto, Juan no volvió ha hablar con
Beatriz ni de ella, según sus relatos poco a poco se
fue quedando sola, siendo una víctima de sí misma y
su propia apatía. Y como lo ha dicho el poeta para
que mal gastar las palabras en alguien que no vale la
pena.

Regresando a nuestra anterior narrativa, el primer


punto a visitar dentro del recorrido fue el palacio de

150
bellas artes, aunque el safari urbano comenzó un
poco más tarde de lo previsto pues, en el hotel hubo
cierto imprevistos con maletas perdidas y conflictos
por habitaciones, pero bueno esa es otra historia.
Retomando el palacio de bellas artes, esa
construcción de tendencia ecléctica tan bella y de
finos acabados entre el más puro mármol blanco,
según nos relata el poeta, por razones que aun
desconoce dicho monumento al arte no estaba
contemplado en el recorrido, por lo cual la vista del
mismo fue tan superficial y limitada que en el
momento solo llego a conocer su fachada principal.
y posteriormente continuaron caminando hasta el
zócalo.

Estando ahí, Ya por la tarde buscaron un lugar


donde comer, es en este punto de la historia que el
poeta nos relata una breve conversación con su
amigo Marco, la cual fue más o menos así:

Marco.- Joven poeta te dije que el viaje a la


ciudad de México sería divertido, aún no hemos
hecho nada divertido, pero igual no pierdo la
esperanza
Juan.- Descuida es tan solo el primer día, por
cierto últimamente no me has contado nada sobre
esa extraña amiga tuya, quien dijiste tenía un gran
gusto por los girasoles y con quien también

151
entendías tus más selectas conversaciones, ¿Como
me dijiste que se llamaba?
Marco.- Que poca memoria tienes, se llama
Blanca
Juan.- Y ¿que ha sido de ella últimamente?
Marco.- El otro día la invite al cine, fue una tarde
muy agradable, y aunque es una dama muy
interesante y distinguida, no creo sentir nada por
ella.
Juan.- ¿Eso es todo?
Marco.- sí, creo que si...
Juan.- Insisto en que deberías de ser novelista o
algo así
Marco.- Desde hace algún tiempo que no traes a
la conversación cuestiones amorosas, ¿a caso has
caído presa de alguna otra dama?
Juan.- Yo emplearía otras palabras, aunque
precisamente el viernes mientras tocaba el piano en
el mismo restaurante de cada noche, conocí a una
bella mujer, un tanto pálida y misteriosa que por
demás de contemplarme tocando el piano, me dio un
beso
Marco.- ¿Dices que te dio un beso?
Juan.- Así es, fue un suceso súbito y un bastante
inusual
Marco.- Y ¿cómo se llama?, supongo que para
haberte besado, seguramente te dijo su nombre

152
primero
Juan.- he ahí la cuestión, lo único que conozco de
ella es su rara palidez y gusto por el piano, más
ignoro su nombre, para ser más concretos en ningún
momento llegue a escuchar la tonalidad de su voz
Marco.- Vas de mal en peor, tal vez un día de
esto te enamores de alguna mujer sin siquiera verla,
o sin que esta exista

Esa misma noche, siendo ya muy tarde Juan el poeta


padecía algunas dificultades para conciliar el sueño.
Por lo cual mientras todos dormían decidió salir a
dar un paseo, hacia el nocturno momento de las doce
y siguiendo sus propios pasos nuestro buen amigo
termino afuera del palacio de bellas artes,
obviamente era muy tarde como para considerar una
visita a su interior, por lo cual Juan simplemente se
sentó entre los jardines de mármol solido que
adornan la vista de dicha obra del ingenio artístico
en México. Tras contemplar sus bellos gravados y
tan elegantes curvas, aquel noctambulo poeta alzo el
semblante y pudo notar tenuemente el brillo de las
estrellas, mismas que brillaban entre los habituales
tonos de cian y carmín propios de su refracción
cromática en la atmosfera. El mundo a su alrededor
transcurría con excesiva calma en su rotar, de pronto
fue invadido por su numen lirico y compuso un

153
breve soneto a la grandeza de los cielos sobre su
mirada, dicho poema se titula "Alza el semblante"

Observante alza el semblante a notar


semejante obra bella y maestral
de brillo y entendimiento lustral
que es el universo por avistar

cuantas veces el cielo a de rotar


sobre su mismo ángulo sideral
como fuese la precesión astral
en cada año platónico a datar

si miras más allá de todo viento


lejos de nuestro humano aclarecer
a la profundidad del firmamento

solo así te podrías convencer


que todos somos solo un ornamento
de lo que no se puede conocer

Después de permanecer a la vista de los cielos


durante más tiempo del que podría llegar a precisar,
Juan recordó de pronto a la bella y pálida joven que
el viernes anterior había conocido, misma que le
había dado el más cálido beso y de quien aun
ignoraba su nombre. Justo cuando se preparaba para

154
regresar a su fría habitación de hotel, Juan miro una
forma distante que se aproximaba. Ante su soledad
llego a pensar que era un fantasma, como alguno de
esos sobre los que uno lee en cuentos extraños, pero
al enfocar mejor la mirada, noto que era la más
hermosa mujer, de pronto Juan pudo percibir a la
joven que recién había conocido unos días atrás
mientras tocaba el piano, aquella dama de hermosa
sonrisa y fija mirada. Un mar turbulento de ideas
tuvieron lugar en su mente, he incluso pensó ¿A
caso en verdad será un fantasma?

La bella dama finalmente llego hasta donde se


encontraba el poeta, estuvo de piel ante él por unos
segundos y después se sentó a su lado, sucintándose
la siguiente conversación:

Dama misteriosa.- Hola, ¿a caso no te parece una


bella noche?
Juan.- Si bien la noche entre las maravillas de sus
cielos es bella, me atrevería a decir que he visto algo
aun más hermoso
Dama misteriosa: Así que el ingenioso Juan el
poeta
Juan.- ¿Como sabes eso?
Dama misteriosa.- Se también que eres un gran
pianista, veras hace algún tiempo leí algunos de tus
poemas bajo circunstancias que apenas y puedo

155
recordar, para ese momento me llegue a plantear que
no estaba sola
Juan.- Antes que nada ¿no eres un fantasma o
algo por el estilo?
Dama misteriosa.- Si no me equivoco estoy viva,
por cierto y aunque casi lo olvido me llamo Elisa
Juan.- ¿Como Elisa de Beethoven?
Elisa.- Aun ante la controversia de tal obra,
puedes llamarme Elisa de Juan el pianista, mismo
que por demás es poeta
Juan.- Y además soy pintor, e incluso tengo algo
de astrónomo
Elisa.- eso si que no lo imaginaba
Juan.- Lo que yo no imagina era verte por aquí,
¿cómo es que estoy platicando contigo ahora?,
¿Segura que no eres un fantasma?
Elisa.- A pesar de mi inusual palidez estoy tan
viva como tú, veras vine a la ciudad de México
embarcada en un viaje escolar, Por casualidad no
podía dormir y salí a caminar un poco, de pronto vi
al alguien conocido y ahora estamos hablando. Y tu
¿Qué haces aquí?
Juan.- Definitivamente no me creerías si te lo
dijera, pero estoy aquí por cuestiones un tanto
similares
Juan.- Elisa si me permites preguntártelo ¿A qué
se debió ese tan repentino beso del otro día?

156
Elisa.- Verás, quería agradecerte
Juan.- ¿Agradecerme?
Elisa.- El saber que no estoy sola, cuando te
escuche tocar el piano, precisamente esa bagatela
que entre la controversia de una mala traducción
lleva mi nombre, supe que había a alguien con quien
compartir cada instante
Juan.- Pareciera ser que te anticipas a cada una de
mis respuestas, pero también a cada una de mis
posibles preguntas
Elisa.- Sabes, no creo que nuestra incapacidad
para dormir sea una coincidencia, eso sin referir las
demás circunstancias extrañas que de alguna manera
dan giros concéntricos a nosotros
Juan.- ¿Has escuchado hablar sobre la rebeldía
del individualismo?
Elisa.- Temo que no, pero trato de hacer algunas
deducciones sobre el termino
Juan.- Bueno, tal es el nombre a un extraño
padecimiento, que no muchas personas sufren
Elisa.- ¿Y en qué consiste?
Juan.- Consiste en una peculiar tendencia por
andar en soledad, es un padecimiento que te hace ver
el brillo de las estrellas, escribir poesía, tocar el
piano, entre otro males que preferiría no mencionar
Elisa.- Y ¿cuál es la esperanza de vida para los
afectados?

157
Juan.- cada segundo cuenta
Elisa.- entonces...
Juan.- ¿Entonces?
Elisa.- Temo que tendrás que amarme desde este
preciso instante, porque en cualquier momento
podría comenzar a ser un fantasma
Juan.- Pero antes dígame hermosa dama de
inusual palidez, ante el léxico sonoro de mis
palabras ¿Le gustaría ir a tomar café tal vez?
Elisa.- Has acertado una vez más, no hay nada
mejor que beber café en medio de una noche tan
bella como ésta

De esta manera Juan y su nueva acompañante


caminaron por las solitarias calles de la ciudad de
México, y andando por paseo de la reforma vieron
un pequeño restaurante que a pesar de las altas horas
de la madrugada servía café, una vez por allí
prosiguió la conversación, una plática dulce, cálida y
de sensaciones intensas como una taza de café en
medio del gélido viento de nuestra capital a finales
de Noviembre.

Juan.- Sabes, eso del café pude notarlo la


primera vez que te vi, ahora solo nos hará falta un
piano
Elisa.- Ya nada hace falta
Juan.- Bueno, ante la falta aparente de cordura al

158
menos en lo que términos refiere, podríamos
considerar la rebeldía del individualismo compartido
Elisa.- ¿Una peculiar tendencia por compartir la
soledad?
Juan.- Nuestra peculiar tendencia
Elisa.- y dígame señor Juan el poeta, que por
demás es pianista, pintor e incluso tiene algo de
astrónomo, ¿Cómo se que en verdad me ama?
Juan.- Supongo que has visto el cielo nocturno, si
deseas saber cuento te amo cuenta las estrellas en el
firmamento, porque para cuando finalmente hayas
terminado, el universo en su lenta expansión será
aun más inmenso
Elisa.- ¿Y por cuento tiempo me amaras?
Juan.- No todo amor es eterno, pero puedes
sentirte alegrada de amar a un poeta, mira que si hay
algo verdaderamente perpetuo en relación al tiempo
es cada verso, estrofa y soneto que un poeta ha de
componer a su amada
Elisa.- Pronto amanecerá, ante la rebeldía de
nuestro amor ¿qué haremos después?
Juan.- estoy seguro que algo se nos ocurrirá,
aunque por ahora dígame ilustre dama de pálida tez,
ante las primeras horas del alba ¿le gustaría bailar tal
vez?
Elisa.-¿ bailar?
Juan.- por supuesto en toda gran obra los

159
personajes de idilio bailan, no podríamos fallar de
esa forma a la crestomatía popular
Elisa.- ¿Y cómo bailaremos si no hay música?
Juan.- supongo que alguna vez has escuchado el
vals segundo de aquel gran compositor ruso
Elisa.- claro que he escuchado a Shostakovich,
¿bailaremos tal melodía ante la penumbra del alba?
Juan.- Así es, solo imagínala en tu mente
Elisa.- creo que ya puedo escucharla

Elisa y Juan se pusieron de pie y comenzaron a


bailar tomados de las manos, en un abrazo sutil y
giratorio al compas del más grandioso vals, si bien
tal baile duro apenas unos minutos para Juan el
poeta fue como toda una vida, con cada instante que
trascurría el poeta sentía como si muriera y renaciera
en los brazos de su amada, de pronto la sonrisa de
Elisa entre su dulzura, perfección y suntuosidad se
transformo al más sutil y apacible beso en los labios
del poeta, como un símbolo de amor eterno que
volvió pequeño al universo, así como disparatada la
idea de morir.

De esa manera Juan y Elisa bailaron entre risas y


charlas hasta el nuevo día, luego siguieron
conversando durante el resto del paseo en la ciudad
de México, y como era de esperarse se amaron por el

160
resto de sus vidas. Una vez que regresaron a su
ciudad natal, Juan siguió tocando el piano como
cada viernes lo hacía, Elisa fue el publico por
excelencia, y no solo eso pues ocasionalmente se le
veía también a ella tocar una que otra pieza breve en
compañía de nuestro poético personaje. Además
cada noche consolidaban su amor de la misma forma
en que lo hacen los lunáticos, es decir viendo el
brillo de la luna y las estrellas acompañados de la
refracción de un pequeño telescopio y poesía
extraña, amor mientras todos duermen. Juan nunca
más estuvo solo, y si bien su peculiar padecimiento
siguió vigente, ahora tenía a alguien con quien
compartirlo. Y claro vivieron felices por siempre,
dadas las características particulares y siendo Juan
un poeta su amor por Elisa trascendió a esa
pequeñez que llaman vida. De esta manera concluye
nuestra breve historia. Sobraran los detalles de sus
aventuras. Y respecto a mí su humilde narrador,
bueno al final encontré aquel libro que tanto
buscaba, esa obra de un autor cuyo nombre no soy
capaz de pronunciar, resulta irónico como en
ocasiones lo que tan desesperadamente buscamos
llega a nosotros sin siquiera imaginarlo, o al menos
así debería ser.

161
FIN
Juan Amezcua

162
UN SONETO A ELISA

III

Heme aquí una vez más ante la noche que circunda,


andando bajo el rotar de los cielos de Octubre, entre
una noche fría y oscura, sin mayor preámbulo que
contarles una de esas historias que si bien ya son
algo recurrentes en nuestros días nunca pierden su
encanto sobrenatural. Podría comenzar tal relato
diciendo que de vez en cuando me suceden cosas un
poco extrañas, a veces vivo sucesos que la mayoría
de las personas considerarían como fuera de lo
normal, por ejemplo la otra noche al salir de una
aburrida y casi interminable obra teatral, una de ésas
a las que uno está obligado a asistir por motivos que
preferiría no mencionar, me dispuse a dar un paseo
nocturno, Aquella puesta en escena de la cual no
hace falta precisar nombre fue algo espantoso, una
historia aburrida aunada a una actuación aun más
deprimente, por lo cual y con el afán de distraer el
aburrimiento que gobernaba mi mente camine lejos
de aquel teatro.

Eran quizá las 11:00 de la noche, la ciudad estaba


sumamente deshabitada, no había indicios de

163
caminantes ni mucho menos de homólogos
paseantes nocturnos, era una noche un poco solitaria
y sin mucho que hacer, camine y camine en
búsqueda de algo interesante que descubrir y para
sorpresa mía, no había nada que calmara aquel vacio
que comenzaba a gobernar mi sentir. Parecía ser que
todo el mundo se había escondido de mí, lo único
que me hacia compañía eran los incesantes destellos
entre tonos de cian y carmín propios de las estrellas
que parpadeaban con gran fulgor entre las
inmediaciones del cielo, estrellas brillando con un
ritmo semejante al latir de un corazón frenético cuyo
único sosiego era el brillante plenilunio que
iluminaba la noche. Un brillo espectacular de la luna
en su fase de mayor extensión lumínica, tal era la
luminosidad de aquel satélite circundante a la tierra
que incluso podía observar la sombra de mis pasos
en el suelo. Ante dichas circunstancias y andando
por las calles solitarias compuse un breve soneto que
expresa de mejor manera tan majestuoso resplandor
lunar, este breve soneto se titula Brillante
despotismo:

Contemplo el celestial entendimiento


y no he de divisar estrella alguna
pues la luna al brillo como ninguna
muy déspota gobierna el firmamento

164
tal como el culterano fundamento
en semejanza a la duda oportuna
tan lustral brillo radia nuestra luna
iluminando el nocturno momento

en perigeo de su acercamiento
habrá de poseer brillo aumentado
solo atenuado ante su alejamiento

y como un apogeo distanciado


ha de venir e ir el alumbramiento
cuando su semblante se ve eclipsado.

Retomando nuestra historia anterior, camine y sin


darme cuenta llegue de pronto al pequeño parque de
dos hectáreas conocido como la Alameda, aquel
parque de breve extensión medial a la ciudad de
Tepic en el cual uno se pierde a la vista dada la
densidad de sus árboles. Más de un camino conduce
a su centro donde se encuentra una pequeña fuente
de piedra caliza y cemento, misma que aloja la
modernista escultura de un cisne rodeada de
escalones concéntricos, tal fuente contrasta muy bien
con el estilo sombrío del resto del parque.
Envolviendo tan alabastrino motivo hay una docena
lámparas que alumbran entre cálidas tonalidades la
noche. No está por demás mencionar que el poeta

165
Amado Nervo en sus momentos de ocio y quizás en
búsqueda de alguna buena inspiración, o tal vez con
el mismo afán de entretenimiento que yo visitaba
aquel lugar

En mi reloj eran casi las 12:00 de la noche, si


estimado lector se que suena raro decir que
deambulaba solitario en un parque a media noche,
un parque que por demás siempre ha tenido un
aspecto un poco lúgubre y por la noche hasta
tenebroso, pero mi andar no era lo más extraño sino
más bien la peculiaridad del momento. Me senté en
una banca con vista a la fuente ya mencionada,
desde la cual podía contemplar la luna y el resto del
cielo, pero para sorpresa mía no se escuchaba ni el
menor de los ruidos, ya fuera a la cercanía ni mucho
menos a la eventual lejanía, no había aves ni el ruido
de los autos se hacía presente, aquella noche carecía
por completo de ruido, el único sonido perceptible
era el sonoro de mis pensamientos hasta que una
suave y dulce voz con suma prontitud me dijo
- Hola...

De pronto envuelto en la sorpresa contemple a una


linda joven que paso a sentarse a mi lado, por alguna
extraña razón esa dama que aparentaba la misma
edad que yo (17 años) vestía con gran elegancia un
vestido negro y Zapatillas del mismo color, dichos

166
hacían juego con el traje del oscuro color que yo
portaba, sus ojos tenían un hermoso azul celeste
aunque su piel lucia una inusual y fantasmal palidez
que se veía intensificada por el negro de su cabello
bajo el fuerte brillo de la luna. La sorpresa
gobernaba mi persona, me pareció extraño que
apareciera tan repentinamente, seguramente habría
escuchado sus pasos entre el silencio de la noche,
pero ella simplemente apareció ante mí sin mayor
preludio.

Manteniendo la incertidumbre y con asombro de por


medio me apresure a devolver el saludo, dije - Hola,
¿Acaso no te parece una linda noche? ella sonrió y
dijo - Por supuesto, el máximo lunar gobierna las
bóvedas celestes, yo le conteste - así es, con tal
resplandor se dificulta observar los planetas, no por
decir que el catalogo de Messier entre sus 110
objetos de espacio profundo se ha vuelto
imperceptible, ella sonrió aun más y dijo - pero aún
es evidente el brillo de Júpiter, si esperamos un poco
tal vez podamos contemplar a Saturno, Yo dije - veo
que sabes de astronomía, ciencia ciertamente
olvidada, ella me miro y dijo - soy Elisa, yo conteste
- ¿cómo Elisa de Beethoven? ella contesto giñando
uno de sus ojos -No, más bien como Elisa de Juan el
poeta. Sonreí un poco por la sorpresa de aquellas

167
palabras y replique - no te he dicho mi nombre, ella
dijo - Bueno por tu hablar y el gesto en tu vista me
figuro que has de ser un poeta y entre tales es
recurrente el nombre de Juan, -¿Acaso estoy en lo
cierto? Juan el poeta

Sus palabras me dejaron atónito, la verdad me


invadió un poco de nerviosismo y dije después
- Efectivamente Elisa, has acertado en esa
aseveración tuya, ella dijo de pronto - me encantaría
escuchar alguno de tus poemas, siempre y cuando
prometas que compondrás alguna pieza lirica para
mi... yo le dije - lo haré con gusto, Soneto a Elisa
será su titulo, ¿pero cuando hare mención de dicho
ante tu escuchar? ella contesto - yo vengo por aquí
todas las noches de los martes, por la misma hora
recurrente de esta, a lo cual conteste - bueno una
semana me parece el plazo ideal para componer tu
poema, entonces dentro de 7 días, eso de 168 horas
estaré aquí de nuevo, ella me miro y dijo - contare
los minutos, debo confesar que soy erudita
apasionada de la poesía, yo conteste - tu fluido y
sofisticado léxico es una prueba indudable de ello,
déjame decirte que nunca había conocido a una
mujer con tal gusto por las artes y las ciencias, y que
por demás opacase el brillo de la luna con tal
belleza, ella me miro y dijo - bueno querido Juan el

168
poeta parece ser que nuestra apacible conversación
no es lo único que te ha cautivado en esta noche, yo
dije - noche de plenilunio brillante sobre de mil
millones de estrellas, no habrá nada más
emocionante que en tus ojos el reflejo de ellas, sabes
ahora que lo recuerdo tengo un soneto que si bien no
refiere tu insólita belleza, si abunda en el contexto
celeste ¿te gustaría escucharlo?, - por supuesto,
contesto ella, a lo cual con ímpetu de expositor lirico
le hice conocer mi anterior poema

Reímos mutuamente desplazando al silencio con el


magno sonoro de nuestra risa, de pronto miré mi
reloj y noté que era casi la una de la mañana, devolví
mi mirada a Elisa y para sorpresa mía ¡ya no estaba!,
aquella bella joven había desaparecido en menos de
un segundo, dejando solo un pequeño pedazo de
papel sobre la gélida banca de nuestro anterior
aposento, mismo que decía " vengo por aquí todos
los martes". Mire a los alrededores y no había nadie,
dije - ¿Elisa donde estas? pero el único sonido que
contesto mi pregunta fue el silencio, ante lo ocurrido
opte por marcharme de aquel lúgubre parque, estaba
muy confundido, ¿cómo pudo suceder algo así?,
¿Quien desaparece en menos de un parpadear?
¿Acaso Elisa era real? esa y muchas otras
incertidumbres gobernaban mi mente. Aquello

169
sucedió tan rápido que causo un gran impacto en mi,
por lo que salí súbitamente de aquel parque, mi
corazón latía con una fuerza sobrehumana como si
un infarto fuese a arrebatarme el respirar, y lo único
que recuerdo después es que desperté a la mañana
siguiente ya en casa...

La confusión gobernaba mi persona, pues no


comprender del todo lo que había sucedido la noche
anterior, me pregunte ¿A caso eso fue una
pesadilla?, pero para salir de toda duda recordé que
aún estaba en pie un futuro encuentro con la sonrisa
y tan dulce mirar de aquella Joven que recién había
conocido, sin pensarlo más comencé a componer un
poema para ella, habiendo tanto que decir trate de
sintetizar al máximo mis palabras y al cabo de un
par de días con su recuerdo como inspiración logre
componer aquel prometido poema,

Pero antes de hacer énfasis en tal obra, creo que no


he descrito del todo a aquella a joven que llevaba
consigo el distintivo de Elisa. Como ya lo mencione
sus ojos tenían un color celeste muy inusual, su nariz
era pequeña y respingada, sus labios mostraban una
sonrisa cautivadora entre tonos de carmín, parecía
haber sido esculpida por el cincel de Miguel Ángel
siguiendo el diseño previo de Da Vinci, tenía una
mirada profunda y tranquilizante pero que también

170
aceleraba el paso de sangre desde cada aurícula a
cada ventrículo de mi corazón conformando un
fuerte e incesante latir, no era muy alta tal vez medía
1.70 metros, era delgada, sus hombros eran
estrechos, su cintura pequeña y sus piernas largas y
estilizadas, sus manos eran pequeñas y tenían un
aspecto terso, su cabello era negro y brillaba con el
resplandor de la luna. Aunque lo que más me llamo
la atención, fue la inusual palidez de su piel, un
blanco fantasmal hasta cierto punto translucido,
como si ese color fuese obra de la luna, así como las
ojeras aparentemente mortuorias de su rostro que
hacían resaltar aun más el brillo de su mirada. Su
hablar denotaba sabiduría ante un léxico bien
estructurado teniendo como base el fundamento y la
dulzura de una voz delgada y suave, era sin duda la
dulcinea de todo caballero andante

Se suponía que escribiría un breve soneto pero


termine componiendo un poema mucho más
extenso, las cortas líneas de un endecasílabo eran
poco para Elisa, y al final compuse una obra que si
bien su titulo aun estaba pendiente, manifestaba de
mejor manera el que ahora era mi creciente amor por
aquella pálida joven, la cual si bien me aterro un
poco también había ocupado un lugar en lo más
profundo de mi ser, aunque a todo esto seguía la

171
incertidumbre, ¿Elisa era real? estaba lleno de dudas
y mi cabeza era un caótico montón de enigmas, sin
embargo se mantenía la esperanza de volver a verla.

se acercaba nuevamente el martes había transcurrido


casi una semana, contacte a un viejo amigo
formulando un elaborado plan para mi encuentro con
Elisa, pues dadas las circunstancias del encuentro
pasado opte por tomar ciertas previsiones... En dicho
plan yo esperaría a su llegada en la misma banca de
la ocasión anterior y mi amigo se ocultaría detrás de
un árbol, armado con una cámara que capturaría el
momento, claro que no le conté mi historia
verdadera, sino más bien invente una pequeña trama
en la cual una noche paseando por ahí había visto un
fantasma a eso de las 12:00 de la noche, él me creyó
y sembrando la incertidumbre en su mente decidió
acompañarme. Con esto saldría de toda duda a lo
que me había parecido ver la noche anterior, pues si
dos cerebros piensan mejor que uno como es que
verán cuatro ojos y anudados a tales el obturador de
una cámara fotográfica.

llegamos muy puntuales a la Alameda, esa noche el


cielo estaba nublado y se escuchaban los cantos de
un millar de aves en los arboles, asumimos nuestros
respectivos lugares, pero por eso de las 2:00 de la
mañana decidimos marcharnos pues de Elisa no

172
había ni el menor de los indicios.... Aquel amigo
pensó que seguramente le había jugado alguna
especie de broma de mal gusto y se negó en repetir
la Azaña, por lo cual regrese a casa, esta vez con un
sentimiento de tristeza de por medio...

Los días siguientes me sentí sumamente triste pues


indudablemente Elisa no era real, ¿acaso me he
vuelto loco? pensé, busque una explicación racional
a lo sucedido, pero lo único que logre fue conciliar
más dudas. Así que como acto final y sin mucha
esperanza opte por volver a intentarlo la semana que
se acercaba, aunque antes de retornar al parque del
primer encuentro, asistí como expositor a un evento
escolar en el cual brinde mi léxico al sonoro de un
discurso cautivando a más de un escuchante, tal
evento fue referido al día de muertos, el dos de
Noviembre, la fecha de celebración y alegría
fúnebre, un día que evoca consuelo y pertenencia
con un toque de carisma extraño a los fallecidos, una
noche colorida en la que las personas montan altares
y recorren los cementerios, conmigo no fue la
excepción. Siguiendo a algunos compañeros en sus
aventuras nocturnas nos adentramos a un
cementerio. Dicho estaba a escasos metros de la que
era mi escuela, el panteón Hidalgo es el nombre de
tal campo santo

173
Ingresamos siguiendo la tradición de recorrer sus
interiores tal y como lo hace la mayoría de las
personas en la noche de muertos. Luego de andar un
trayecto considerable opte por sentarme para
descansar un poco, como no había una banca
propiamente dicha, me senté sobre una vieja tumba
que a primera instancia precisaba ser de por lo
menos un siglo atrás, luego de descansar un poco y
con un toque burlesco dije - Nos vemos estimado...
me levante y tratando de averiguar quién yacía bajo
tal lapida para concluir mi frase anterior, pude
contemplar el nombre de Elisa para luego alzar la
mirada a contemplar un grabado con la imagen de la
dama de esta historia... en la parte inferior precisaba
la fecha de defunción que databa del siglo XIX,
estimado lector trata de imaginar la palidez y gesto
de mi semblante al concebir tal imagen. Jamás en
mi vida me había aterrado a tal punto, pero recode
aquello de los martes y aunque suene descabellado
seguía en pie un encuentro con Elisa, supongo que
cualquiera habría abandonado por completo el hecho
de pensar en tal, pero ahora con el afán de responder
mis incertidumbres, así como con el deseo de volver
a ver nuevamente a la bella esperé con grandes
ansias la llegada del martes que se avecinaba y sin
darme cuenta nuevamente estaba de camino a aquel
parque.

174
llegue tan puntual como me fue posible unos
minutos antes de las 12:00 de la noche, estaba
desesperado, experimentando todos los sentimientos
existentes y por existir, pero ante ellos se hacía
evidente la incertidumbre de qué sucedería, ¿acaso
volvería a ver a Elisa?. Me senté en aquella banca de
la primera ocasión, cabe resaltar que esa noche hacía
un frió agobiante que anidaba entre los huesos, el
silencio resonaba entre los árboles, bajo las flores y
en toda la extensión de mis sentidos, no había luna
presente, sino más bien una vía láctea incandescente
de estrellas, todo el universo se revelaba ante mi
vista cuando de pronto sentí sobre uno de mis
hombros la suave caricia de una mano delicada que
me impregnaba de dulzura, enfoque mi vista ante tal,
pensé que era un fantasma pero para sorpresa mía
era Elisa, sin decir nada ella tomo mi mano y me
hizo levantar de aquella banca fría. Su mano estaba
increíblemente helada y al verla detalladamente
pude notar que tenía la misma palidez fantasmal de
la primera ocasión, tenía por así decirlo total
carencia de color, como si no tuviese irrigación
sanguínea, ¡como si Elisa estuviese muerta!
caminamos unos pasos, una de mis manos sostenía a
la suya y en la otra cargaba un par de hojas de papel
que contenían mi poema, aquel que tan
apasionadamente le había compuesto a nuestra

175
peculiar dama, nos detuvimos en la fuente de aquel
cisne y pude notar que su cabello se movía de una
forma rara, no era acorde al resto de sus
movimientos, lucia ingrávido hasta cierto punto,
como si su movimiento fuera en cámara lenta. Ella
se acerco a mí y dije - resulta más que fatal cuando
me miras y no dices nada, ella sonrió con un
semblante de dulzura y me dijo - comenzaba a
pensar que no volverías Juan el poeta, yo conteste
- y no venido solo, traje conmigo lo ya prometido
pero antes que nada ¿a caso solo yo puedo verte?
Elisa me miro a los ojos y dijo - Solo ante ti me hago
presente, entonces tratando de preguntarle exclame
con una voz temblorosa y llena de incertidumbre - tu
estas - ¡muerta! dijo ella mientras sonreía.

Mi respiración se corto y aun más mis palabras, al


principio no comprendí del todo lo que me había
dicho, mi corazón latió con una fuerza descomunal y
mis piernas comenzaron a temblar, - No lo entiendo,
fueron las únicas palabras que salieron de mi boca,
Elisa dijo - comprendo la conmoción y duda que
seguramente te gobiernan, ¿qué tan seguido un vivo
charla con una difunta?, pero a todo esto puedo
decirte que tengo más tiempo del que podrías
imaginar esperando tu llegada, - ¿mi llegada?
pregunte, Elisa respondió entre risa - llevo siglos

176
esperando conocer a un romántico poeta, ¿acaso no
crees en el amor Juan el poeta? yo respondí, - pero
tu estas ¡Muerta!, ni siquiera entiendo cómo es que
estamos conversando, luego dije con un poco de
sátira (la que caracteriza estos tiempos) - ya me lo
suponía esto de conocerte era demasiado bueno para
ser verdad, siempre hay un pero, sin embargo nunca
pensé que esa disyuntiva fuera tu mortandad, por
alguna extraña razón mis palabras causaron gracia
en Elisa quien rió con gran fulgor y replico después
- bueno, si no te gustaran las muertas no habrías
vuelto a verme y sin embargo estas aquí, sin duda
valió la pena esperar tanto por mi alma gemela, dijo
ella, luego yo dije con un poco de ironía,
-¡¿cómo podemos ser almas gemelas si tu eres un
cadáver, a caso entre tu frio cuerpo tienes alma?!
ella respondió - Juan el poeta te han dicho que tienes
una gran voz, así como una manera de expresarte sin
igual, yo dije -s i un par de veces, pero es la primera
vez que una muerta me lo dice... Elisa no paro de
reír

- ¿Entonces eres un fantasma? pregunte con más


confianza, ella respondió - solo los martes por la
noche cuando el astro rey se han ido a dormir es que
retomo mi cuerpo, el resto del tiempo podrías
considerarme un fantasma... luego dijo -¿por cierto

177
donde esta mi poema?, crees que he estado
esperando tanto para que ahora te aparezcas
incumpliendo tu promesa, yo respondí - bueno Elisa
se suponía que te escribiría un breve soneto pero en
vez opte por componerte una pieza de mayor
extensión. algo que fuera digno de tu escuchar, sólo
que aun no tengo un titulo para tal poema,
seguramente después de escucharlo puedas hacerme
una recomendación, de forma muy entusiasmada me
dijo - ¡estoy impaciente por escucharte!, se sentó en
la banca de la primera ocasión, yo me acerque y
estando de pie declame para ella este poema...

Heme aquí ante la oscuridad nocturna


bajo de las estrellas que circundan
para contar una historia oportuna

andando por calles en que no abundan


ni los más imprescindibles indicios
de almas que su compañía concedan

es que mi andar percibió los comicios


de la noche y sus estrellas que brillan
en frenesí propio de humanos vicios

178
al parecer no a muchos maravillan
de la noche sus oscuros momentos
o si lo hacen la voz al viento callan

dado que tales son los atributos


que presenta del cielo su grandeza
que la breve vista serian insultos

no es posible hablar con la sutileza


que refleje lo bello que acontece
cuando se contempla dicha belleza

en el firmamento cuando anochece


donde brillan las estrellas potentes
al contraste de un cielo que embellece

cían y carmín abundan latentes


cuando se levanta nuestro semblante
viendo las estrellas que arden distantes

aunada la sombra siempre potente


resultante a la luminosidad
de la luna en su punto más brillante

más sin embargo había adversidad


en mi corazón, cual era una víctima
del triste vacio de la soledad

179
no había alma que se mirase próxima
al sonido que hacia mi caminar,
solo andaría en esa noche anónima

así bajo el magno brillo lunar


observe un lúgubre parque distante
en el cual termine por caminar

la Alameda es el nombre resultante


al parque del tapícense cronista
cuyo oír suele carecer de escuchante

aunque este no precisa ser florista


su encanto y avasallador aspecto
son los arboles que tapan la vista

y una fuente de motivo perfecto


un cisne de tendencia modernista
grandes alas blancas y cuello erecto

circundantes entre brillo a mi vista


más de una lámpara que iluminaba
del parque dicha visita imprevista

me senté sobre una banca que estaba


frente a esa fuente que ya mencioné
junto a la soledad que acompañaba

180
y en la forma que menos imaginé
escuché la suave voz de una dama
que me saludó a la vista del cisne

hola, pronunció ella si mayor trama


así que el saludo le devolví
cuando a mi lado sentó dicha dama

tan súbito fue que cuando la vi


que me provocó un cierto susto
pues fue una sorpresa la que viví

¿qué te parece esta noche? preguntó


la dama de palidez fantasmal
quien también portaba negro indumento

hermosa en su oscuridad abismal


bajo el fuerte brillo de nuestra luna
en contraste a la fuente lacrimal

fueron palabras que mi voz propina


a la sonrisa de mi acompañante
en respuesta a su voz sutil y fina

el máximo lunar en lo celeste


ilumina con fulgor nuestra charla
dije, y ella contesto de repente

181
inevitable sería no mirarla
cuando dicha nuestra galaxia opaca
que imposible será ya presenciarla

¿pero qué diría Messier? acerca


de toda nebulosa que precisa
encandilarse y tornarse acromática

a esto ella contesto, me llamo Elisa


dije, como Elisa de Beethoven
a lo que ella respondió entre sonrisa

- sino más bien soy Elisa del joven


Juan el poeta, y su tan ingenioso
hablar de palabras que rima troven

¿cómo has dicho? pregunté muy nervioso


a esa dama que fija me miraba
sin que mi voz compusiese otro verso

ella contesto - yo me figuraba


que eres poeta entre corazonada,
mientras Elisa más se aproximaba

tan cerca mire su piel translucida


que tal tonalidad tan fantasmal
parecía ser de alma aparecida

182
acertada es tu premisa formal,
dije, notando al su mano tentar
carencia de todo aspecto termal

tengo un poema que te va a gustar,


dije ante el celeste de su mirada
cual poema a la luna iba a tratar

confieso que soy muy apasionada


a la poesía, dijo tal dama
mientras se le notaba emocionada

al parecer nuestro corazón ama


en semejante manera lo mismo,
dijo ella, ante mi voz que luego exclama

el poema "brillante despotismo"


soneto al cual ella gran atención
prestó, para luego aclamar el mismo

(declame para Elisa éste soneto)

"contemplo el celestial entendimiento


y no he de divisar estrella alguna
pues la luna al brillo como ninguna
muy déspota gobierna el firmamento

tal como el culterano fundamento


en semejanza a la duda oportuna

183
tan lustral brillo radia nuestra luna
iluminando el nocturno momento

en perigeo de su acercamiento
habrá de poseer brillo aumentado
solo atenuado ante su alejamiento

y como un apogeo distanciado


ha de venir e ir el alumbramiento
cuando su semblante se ve eclipsado"

concluí mi poema y a la ocasión


mire en mi reloj más de media noche
después terrorífica conmoción

pues en el tiempo del mismo derroche


igual que como había aparecido
Elisa había desaparecido
dejándome en soledad con la noche.

Luego de profundizar mi poema al sonoro de mi


hablar, le obsequie aquellas hojas que llevaban la
obra escrita con mi caligrafía, ella dijo - Juan el
poeta tienes una escritura magnifica, eres todo un
artista, ante tal elogio yo respondí - bueno, esto es
poco ante semejante inspiración, este poema es nada
ante la belleza que tu radias. Elisa se puso de pie, se
acerco a mí y me abrazo, súbitamente me dio un

184
beso, sus labios estaban muy fríos y no pude percibir
en ningún momento el hálito de su respiración, su
cuerpo estaba helado aunque su piel se sentía
bastante suave, mi corazón latía con gran intensidad,
mientras que al mismo tiempo su pecho permanecía
de lo más inerte. Posteriormente nos sentamos juntos
en dicha banca ella me abrazo nuevamente y dijo,
- tú que eres poeta, ¿que podrías decirme sobre la
poesía como tal? yo respondí, - bueno mucho se
dice sobre el tema pero en mi opinión...

la poesía es un momento
que en el corazón ha de perdurar
como mirar el firmamento
o como el sentimiento que es amar

entre razón y fundamento


destaca la palabra de mi hablar
pero súbito como el viento
silencia mi aliento ante tu mirar

Elisa una vez más sonrió y dijo - Cuidado Juan


podría pensar que me estas proponiendo alguna clase
de romance, ante lo cual yo respondí - pensé que ya
eras mi novia... Elisa dijo después con su
característica sonrisa - Ya tengo un buen titulo para
el poema que me compusiste, se llamará "Nocturno
Amor". conversamos por varias horas, luego ella

185
dijo - Poeta tengo que regresar con el resto de los
cadáveres, ¿vendrás a verme el próximo martes?
- apasionadamente, conteste, ella respondió - aún
espero mi soneto, a lo cual yo dije - sonetos,
redondillas, liras y romances tendrás de mi parte. De
pronto Elisa se despidió y camino hacia la oscuridad,
entre cada uno de sus pasos su imagen se hacía cada
vez menos visible, hasta que simplemente se
desvaneció entre la bruma de la noche, mire mi reloj
y el amanecer estaba próximo, así que retorne a mi
punto de partida, llegando al mismo entre aquel
cálido y a la vez frio gozo de inefable penumbra,
ante el cual yo siempre rio cuando el dulce sol
alumbra, es decir el amanecer

Al día siguiente fui presa de la incertidumbre otra


vez, mi racional escepticismo espiritual se había
visto corrompido al conocer a Elisa, y aun más ¿a
caso tenía como novia a una mujer muerta?, pero por
más extraño que pueda parecer esto último no me
importaba ni en lo más mínimo, me había
enamorado irrevocablemente de Elisa y contaba
desesperadamente los instantes para volver a verla,
pues una noche en su compañía, por irónico que
suene dadas las circunstancias iba más allá de la
vida, al verla mi alma entraba en un frenesí
interminable que solo era apacible cuando ella

186
estaba a mi lado, se había convertido en el principio
y el final de todo, ella era la razón de emprender la
marcha de un camino y el fin del trayecto mismo.

El martes siguiente me encontraba nuevamente en la


banca predilecta de aquel parque vistiendo a traje y
llevando conmigo uno de mis poemas como un
presente para Elisa. Eran justo las 12:00 de la noche
y tan súbitamente como las veces anteriores Elisa
hizo acto de su presencia ante mí, vestía tal y como
la primera vez que la vi, el mismo vestido con las
mismas zapatillas, el mismo brillo en su cabello solo
opacado por la luminosidad de su mirada, me
apresure a abrazarla y ella me dio un beso tan helado
como la noche, tome su mano y le dije - Elisa -¿por
qué no nos aventuramos fuera de este inerte y
lúgubre parque? ella respondió, - ¿no temes que te
vean deambular con una muerta por ahí?, a lo cual
yo respondí, - tu no temes estar siempre en este frio
y desolado parque por la noche, ¡mira que podría
asustarte algún fantasma! y riendo entre sátira
burlesca, esa que es recurrente en nuestros días de
sabiduría aforística, un tanto deshumanizada aunque
divertida nos aventuramos a las calles de Tepic.

Es curioso, pero esa noche la ciudad estaba muy


transitada por toda clase de paseantes nocturnos,

187
anduvimos y sin darnos cuenta caminábamos por
las calles del centro histórico, pasábamos por entre
las numerosas personas y nadie notaba la
peculiaridad de nuestro andar, Aquella gente estaba
tan adentrada en su propia rutina nocturna que nadie
presto atención alguna a la pulcritud de Elisa.

Luego de caminar un tramo considerable, optamos


por tomar aposento en la plaza principal de la
ciudad, aquella frente a la catedral de Tepic. Era
quizá la una de la mañana, nos sentamos en una
banca frente a aquella fuente de piedra caliza que
adornaba, teniendo detrás de nosotros bastos y
floridos jardines con rosas y arboles tan viejos como
el tiempo mismo, solo que esta vez en lugar de un
fino cisne como ornamenta de dicha fuente,
teníamos ranas que escupían un interminable haz de
agua refractante a la luminosidad de las lámparas y
que hacia un colorido arcoíris a contraluz de la
catedral.

Abrazando el frio e inerte cuerpo de Elisa dije


- ya lo ves salir de la rutina no sienta mal, mira que
las rosas y peonías que adornan la vista le dan a este
nuestro encuentro una belleza sin igual, Elisa dijo
después -¿Por qué no cortas una rosa para mí?, así
que eso fue lo que hice, pero justo cuando estaba

188
cortando el verde tallo de aquella rosa roja, un
policía que pasaba por ahí me dijo - ¡está prohibido
cortar los flores de los jardines!, yo respondí - lo
siento solo estaba cortando una rosa para mi novia,
aquel viejo policía dijo después con un poco de
arrogancia, - Bueno, en lo que dicha llega porque no
vas a comprar una a la florería. Esto me estremeció
un poco, pues Elisa estaba sentada a mi lado, y dije
después - por supuesto eso es lo que hare , Elisa
comenzó a reírse y el policía se retiro después

¿acaso no pudo verla? tengo que reconocer que solo


me era posible recordar que Elisa estaba muerta
cuando las circunstancias así lo demostraban, el
resto del tiempo lo olvidaba, el resto del tiempo mi
amor por ella me hacia olvidar todo lo que se pueda
recordar haciéndome pensar solo en el presente, por
lo cual espere a que se marchara aquel gendarme y
corte la misma rosa para luego colocarla entre el
cabello de mi fantasmal acompañante. Con gran
inquietud le pregunté luego -¿Amor mío, qué pasa
cuando el cuerpo finalmente perece? es decir, por lo
visto el alma permanece intacta, pero ¿estar muerto
implica algo más allá de la comprensión viviente?,
Elisa respondió - Juan el poeta tus dudas son
inquietantes, si bien tu entendimiento humano
pareciera ser limitado, es en base al merito de tu

189
propia sabiduría que puedes verme, es en base a tu
amor a la vida y querer vivir la misma en su máxima
expresión que tu y yo podemos estar juntos, solo por
tus buenos sentimientos y tu sano pensar es que eres
quien dices ser, pero más sin embargo se es quien no
se dice por tus acciones, cualquiera se habría
horrorizado ante mi compañía, pero solo tu aun
teniendo temor de por medio hiciste a un lado todo
lo humanamente existencial para amarme sabiendo
que he muerto hace algún tiempo, aun sabiendo que
todos los aspectos terrenales e incluso la misma ley
universal nos separa es que tú me amas, y en cuanto
a la muerte y a la vida solo hoy un común
determinante, el único denominador entre esos dos
estados es el amor...

Yo respondí - El amor, la fuerza universal lo que le


da sentido a todo, amor ese sentimiento capaz de dar
vida pero también capaz de quitarla en un instante,
Elisa retomo el tema diciendo ¿acaso no te postulas
porque solo tú puedes verme? yo respondí - porque
solo ante mi es que tú te haces presente, Elisa dijo
después, - solo ante ti me hago presente porque en
realidad cualquiera podría contemplarme, pero solo
tú eres capaz de comprender lo que ves

- Ahora lo entiendo, dije con regocijo, - Elisa me has

190
mostrado el sentido de mi propia existencia, solo yo
puedo verte porque deseo hacerlo, porque de mi
corazón surge la voluntad de estar a tu lado, por eso
es que estoy vivo, y por la misma razón tu estas a mi
lado, porque en vida tu corazón dio tanto amor que
mantienes tu esencia sentimental aun habiendo
muerto, entonces la vida es el amor y la muerte es la
frialdad que reside en todos los demás, solo yo que
me apasiono por todo lo que hago estoy
verdaderamente vivo, solo por el amor que siento
por ti es que puedo verte, cual fuese el poeta de
magnas obras a su musa está vivo, aquel que cuenta
la métrica de lo que ya ha dicho con la única
intención de hacer más bello lo mencionado está
vivo, todo aquel que ama lo que hace y hace lo
indudable e incluso lo que no desea por convicción a
lo que ama es un respirante, mientras que los
desinteresados caminantes que nos encontramos en
nuestro trayecto no pudieron verte, porque si bien
miraron el andar de cuerpo fueron incapaces de ver
en tu interior, fueron incapaces de sentir lo que yo
siento por ti, ese reciproco amor que vence a la
muerte y a todo lo conocido y por conocer, así que
por eso buscabas un romántico poeta, tu eres amante
de la literatura, de las artes y de las ciencias, tratas
de que cada momento aun por más insignificante
que pueda parecer sea algo idílicamente sublime,

191
dicho de otra forma, Elisa estas tan viva como yo
por tu sentir y tu actuar, aun cuando tu musculo
cardiaco sea incapaz de latir, porque de nada sirve
respirar si se está muerto por dentro, de que sirve
habitar este mundo si no es posible amarse a sí
mismo y a todos y todo lo que te rodea, qué sentido
tiene todo proceso biológico si se está muerto en
vida, ¡y tu estas viva en muerte! o algo así

Elisa dijo después, con la misma sátira que nos


caracterizaba , -crees acaso que no hay más muertos
como yo caminando entre los vivos, como ya lo
habrás constatado yo paso desapercibida entre tus
semejantes, pero como yo hay muchos caminantes
deambulando por las calles, entre los parques o
dentro de las mismas sociedades, que si bien su
corazón late y su cuerpo se mantiene cálido nadie
nota su presencia porque nadie se interesa
verdaderamente en hacerlo, porque nadie es capaz
de sentir amor por sus semejantes y porque el resto
de los vivos están muertos en vida, absorbidos por
una rutina que además de matar su interior también
hace perecer lentamente su exterior condenándolos a
dejar de existir... ese es el secreto de la vida, de la
vida eterna... pues si quieres vivir eternamente tienes
que hacer meritos en vida, Juan el poeta más te
puedo decir sobre la vida y la muerte, pero aun

192
tenemos un soneto pendiente... entonces Elisa sonrió
y yo saque de entre mi saco la hoja de papel que
contenía aquel prometido soneto el cual decía justo
así:

SONETO A ELISA

Mucho he dicho del cielo y su lucir


cliché es la primavera y su llegada
pero cuando contemplo tu mirada
es cuando en verdad no sé qué decir

aunque en el intento por traducir


tu belleza a su mortal pronunciada
pasan los versos y sin decir nada
solo silencio he podido esparcir

la cosa empeora con tu sonrisa


que pareciera guardar un secreto
algo espectral entre su propia risa

pero para la suerte del momento


se aproxima la indescriptible Elisa
dando fin consigo a este soneto

193
Después de mostrarle mi composición a Elisa ella la
leyó con gran cautela concluyendo con su
característico sonreír, me miro fijamente y dijo
- Ojala nos hubiésemos podido conocer cuando mi
corazón aun latía, a lo cual yo respondí, - mira el
lado positivo de todo esto hermosa Elisa, en algún
momento aunque sea dentro de muchas décadas o tal
vez en más de un siglo, mi corazón se petrificara
igual que el tuyo, todos tenemos el mismo destino
bilógico, pero seguirá amándote con la misma
intensidad, nuestro amor por siempre estará vivo,
pues si Dante compuso su obra maestra a su musa
cuando esta ya había fallecido, tales versos son un
símbolo bastante tangible de su eterno amor por ella,
y aunque el florentino poeta murió a lo menos unos
siete siglos atrás, su sentir por Beatriz sigue tan
potente como lo fue cuando contaba la silabas para
su amada

Elisa me miro y dijo con su peculiar sátira (la que


caracteriza a estos tiempo), - con los malos hábitos
que tienes dudo que tu corazón lata por mucho
tiempo... y en cuando a nuestro amor, creo que
aciertas en el todo, mira a los amantes de este
tiempo, amar es una palabra recurrente y repetible de
vulgares ocasiones, qué pensaría Platón al saber que
sus fundamentos sobre un idilio humano, (aunque

194
suene redundante) un amor idílico se hayan visto
desplazados de ser un sentimiento en el cual se ama
a la persona amada idealizando y fusionando sus
aspectos terrenales con su alma en un amor eterno,
que trasciende a todo y tiene como legado la
eternidad, haya sido convertidos a un amor
meramente teórico y ficticio sin esperanza y ni
anhelo

reímos un poco y luego exclame con asombro


- sabes, ahora entiendo mejor las cosas, por eso es
que tu y yo somos almas gemelas, no porque nos
complementemos de alguna manera, sino por el
hecho de que somos capaces de sentir con la misma
intensidad, no solo por el afecto del uno al otro sino
más bien por sentir un amor universal por todo lo
que hacemos, ese es el verdadero entendimiento, el
verdadero amor... Elisa me miro después y dijo - el
tiempo es triste cuando se está en soledad, yo le dije
- El tiempo trasciende a nada al verse inmerso entre
tus azules ojos, perpetua vida tornada entre tus
dulces aunque un tanto gélidos labios rojos

Así conversamos y finalmente regresamos entre


risas a nuestro punto de partida, pero unas calles
previas a nuestro destino (la Alameda) nos fue
posible presenciar un aparatoso accidente

195
automovilístico en el que indudablemente un
hombre había fallecido, entre la influencia del
alcohol o quizá por descuido al conducir un hombre
había muerto frente a nuestras pupilas ¿Elisa que
sucederá con ese hombre? pregunte, ella respondió
- como ya lo has visto, aquel hombre ha sido
cubierto por su destino fúnebre, más no es ese su
final, seguirá rondando la tierra aunque con una
naturaleza fantasmal, visible solo a la vista del
verdaderamente vivo, dado que cuando uno muere
se es libre de la vida pero prisionero de la
mortandad, - ¿entonces tu eres prisionera de...?
pregunte y ella respondió - de la noche y la
oscuridad y libre a la vista de unos cuantos vivos,
entre los cuales solo figuras tu, no te lo he dicho
pero en vida jamás fui capaz de amar, nunca conocí
a nadie que en verdad me quisiera y como
recompensa a tal sacrificio se me permitió rondar la
tierra durante su momento de oscuridad en búsqueda
de mi gran amor prometido, Elisa dijo después -
¿acaso crees que sea una coincidencia tu particular
gusto por la noche?, Juan el poeta tu y yo estábamos
destinados a conocernos, todo el mundo está
destinado a conocer a su alma gemela, la cuestión
radica en que somos de épocas diferentes y aunque
es un poco extraño nuestro amor, dicho sentimiento
trasciende a la vida terrenal...

196
Ante esto pregunte -¿de manera que como tú y yo
hay otros amores profanos entre respirantes e
inertes? - esperaba que me hicieras esa pregunta en
cualquier momento, dijo Elisa - y la respuesta es un
tanto compleja, el universo en su infinita perfección
cometió un error, nos puso en etapas históricas
diferentes, pues mientras que yo residía los comicios
del México independiente, tu naciste casi dos siglos
después en la época de la sociedad intransigente, de
frialdad y personas deshumanizadas, cuya rutina es
tan fría y muerta que termina por asesinar al resto de
los vivos de los que costa dicha sociedad moderna

Elisa dijo después - fue así que la balanza universal


con el fin de no colapsar entre su propia gravedad
producto de su error inicial me dio la licencia de
habitar la tierra hasta tu llegada, hasta finalmente
conocerte y poder conciliar como tú dices nuestro
profano amor, pero el universo planeo en detalle tal,
porque solo cuando lo demás vivos se van a dormir
es que tu y yo nos podemos amar, es esa la razón de
porque solo podemos vernos durante una sola noche
cada cierto tiempo... Y hablando del mismo se nos
hace tarde, pronto amanecerá, dije yo, a esto Elisa
respondió, - creo que nuestro actual encuentro se
reduce a esperar del próximo martes su llegada,
Volvimos a la Alameda aquel parque donde

197
comienza esta historia, me despedí nuevamente de
Elisa besando sus fríos labios, ella me abrazo y dijo
- ¿vendrás a verme el próximo martes? yo conteste -
vendré a verte siempre, mientas que mi corazón lata
fuertemente y aun después de que este haya cesado
su latir, vendré a verte infinitamente, hasta que el
universo se consuma a sí mismo y el tiempo
finalmente llegue a su fin... Elisa sonrió y una
lagrima surco una de sus mejillas, tomo mis manos y
dijo entre sosiego perpetuo, como entre una
tranquilidad que pareciera ir más allá de la vida -
Juan el Poeta aparentes indicios me conllevan a
pensar que te amo... Por primera vez mi léxico
careció de palabras y ante el primer rayo de sol de la
mañana Elisa se desvaneció entre mis brazos...

Al día de hoy he perdido la cuenta de las noches con


Elisa, han pasado ya varios años manteniendo esos
nuestros románticos encuentros que conforman este
nocturno amor. A la fecha sigo sin saber porque solo
los martes podemos vernos y porque solo a partir de
las 12:00 de la noche hasta el alza del sol al alba es
que podemos estar juntos, aun ignoro muchas cosas
y todavía me resulta un poco extraño saber que el
amor de mi vida murió hace algún tiempo, pero más
sin embargo no puedo dejar de estar con ella,
supongo que ese es un claro signo de amor, de amor

198
eterno, de un sentir que trasciende a la vida y la
muerte y que tiene como base el pasado, el presente
y un eterno futuro, les podría decir más al respecto,
pero son casi las doce de la noche y no me gustaría
llegar tarde a mi encuentro con Elisa.

FIN

Juan Amezcua

199
POEMAS

La poesía es un momento
que en el corazón ha de perdurar
como mirar el firmamento
o como el sentimiento que es amar

entre razón y fundamento


destaca la palabra de mi hablar
pero súbito como el viento
silencia mi aliento ante tu mirar

200
SONETOS

Cuantas incertidumbres no agobian el saber


moderno, bueno para cada una de tales existe un sin
fin de teorías que rigen el actual mundo de las artes
y las ciencias; desde el origen del universo en una
gran explosión, componer sinfonías estando sordo o
si hay vida más allá de nuestro azul cielo. La
sabiduría de nuestros días se basa en la hipótesis, el
ensayo, error y finalmente en alguna que otra verdad
que aún a tales fechas, no deja de ser un tanto
relativa. Aunque si se me cuestionara por la verdad
absoluta, el principio irrefutable o la verdad
suprema, podría comenzar diciendo que a mis
quince años contemple la más celestial forma ante
mis ojos, teniendo una década y un quinquenio sobre
la superficie del orbe, miré a una dama tan bella que
la suntuosidad excéntrica del universo conocido y
por conocer, se quedaría corta para tratar de expresar
semejante perfección. Algunos la han llamado
Beatriz y otros Elisa. Lo cierto es que tres años
después nadie acierta en su distintivo, aunque cada
sustantivo de mis sonetos hace referencia a la misma
bella. A continuación algunas de mis mejores
composiciones liricas, endecasílabos que buscan
expresar si bien no en su totalidad, al menos
sustancialmente la esencia tan celestial musa, el

201
brillo de los cielos y todo aquello que acontece en la
cotidianidad de mis días. Curiosamente todos y cada
uno compuesto bajo los cielos de media noche

UN SONETO A ELISA
I

Mucho he dicho del cielo y su lucir


cliché es la primavera y su llegada
pero cuando contemplo tu mirada,
es cuando en verdad no sé qué decir

aunque en el intento por traducir


tu belleza a su mortal pronunciada
pasan los versos y sin decir nada,
solo silencio he podido esparcir

la cosa empeora con tu sonrisa


que pareciera guardar un secreto
algo espectral entre su propia risa

pero para la suerte del momento


se aproxima la indescriptible Elisa
dando fin consigo a este soneto

202
CUANDO TE MIRO
II

No sé qué sucede cuando te miro,


dado que mi corazón se estremece
entre un latir que acelera y perece
al compas súbito de mi respiro

pues entre el aire de cada suspiro,


viaja incauto tu aroma que enternece
aquel de primavera que florece
y torna ingrávido al mundo en un giro

no sé qué sucede cuando te miro


que el tiempo se detiene en un instante
en convergencia a la dama que admiro

aunque con indiferente talante


la bella mujer que observo da un viro
y sin mirarme camina adelante

BRILLANTE DESPOTISMO
III

Contemplo el celestial entendimiento


y no he de divisar estrella alguna
pues la luna al brillo como ninguna
muy déspota gobierna el firmamento

203
tal como el culterano fundamento
en semejanza a la duda oportuna
tan lustral brillo radia nuestra luna
iluminando el nocturno momento

en perigeo de su acercamiento
habrá de poseer brillo aumentado
solo atenuado ante su alejamiento

y como un apogeo distanciado


ha de venir e ir el alumbramiento
cuando su semblante se ve eclipsado

A PRIMERA VISTA
IV

La grandeza del cielo es poca cosa


ante lo que acabo de percibir
pues palabras no pueden describir
haber visto a la mujer más hermosa

como un ángel que sostiene una rosa


en su afán de al cielo poder subir,
así es que lucha mi alma al sucumbir
a su sonrisa y mirada pasmosa

204
¿el universo tendrá eternidad?
tal como la que este día sentí
más allá de estrellas y gravedad

más sin embargo nunca me advertí


que este día tendría novedad
tan bella como cuando te vi a ti

¿HAS VISTO LAS ESTRELLAS?


V

¿Has visto las estrellas en el cielo?


aquellas que gran belleza presumen
y ante su propio brillo se consumen
iluminado de arriba hasta el suelo

verse sin color sería su anhelo


al resplandecer colorido lumen
pues entre cían y carmín resumen
toda esencia del universo al verlo

como una mirada a nuestro pasado


brillan latentes a nuestro presente
y en el futuro seguirán brillando

dime, ¿acaso tu corazón no siente?


entre plenitud un profundo estado
ante su palpitar siempre latente

205
COLORES
VI

Sopla el viento bajo el azul celeste


sacudiendo las flores y las hojas
pero es solo cuando tú te sonrojas
que primavera al hemisferio asiste

tales son los atributos que viste


tu semblante con sus mejillas rojas
porque cuando tu sonríes despojas
la belleza de lo demás que existe

entre tonalidades singulares


la ley de la gravedad no funciona
y los cielos se contemplan vulgares

pues un flujo sanguíneo gobierna


tu rostro irrigando sus capilares
y a la vez los mismos de rubor torna

A ELISA
VII

Súbita en su andar de dulzura plena


camina la dama de mis poemas
cortando a cada paso los fonemas
con su dulce aproximar que resuena

206
con gesto tierno que refiere pena
abundan en su hablar millar de temas
y aunque tales comprendiesen dilemas
que nunca cese su palabra amena

¿cómo podría llegar a expresar?


la grandeza de su eterna bondad
si las palabras se han de rehusar

inmerso en semejante adversidad


solo poesía habría de usar
siendo su atributo la eternidad

A UNA ESTRELLA
VIII

brillando colorida a la ocasión


se ve una estrella que anda solitaria
pasan los siglos y tal milenaria
circunda entre perpetua rotación

buscar en ella fija locación


es cosa meramente imaginaria
dado que contemplarle estacionaria
no figura en la consideración

se mira con frialdad y desvalor

207
ignorando sin cualquier conmoción
su eterno y tan abrasante calor

alternando entre de cada estación


no es que carezcas de todo folclor
es solo una cuestión de percepción

LA INTELIGENCIA
IX

Sonoro distintivo entre los hombres


será el merito de sus grandes mentes
que resuena fuerte entre los oyentes
y hace eterno el legado de sus nombres

causando admiraciones y deslumbres


entre sus homólogos respirantes
solo será eterno entre los inertes
aquel que ande libre entre tales cumbres

como un suspiro breve a la grandeza


en conjunto al mérito será eterna
la que entre hombres es la mayor proeza

pasmando solo a la mirada tierna


cual fuese de una dama y su belleza
es la virtud que al hombre le gobierna

208
LOS POETAS
X

Cautivos giran al sol los planetas


bajo la gravedad que les impulsa,
semejante principio el de una musa
que cautiva el sentir de los poetas

participe de vistas siempre atentas,


al mirar la plena belleza que usa
inspirado en la dama que reúsa
creer las palabras de amor expuestas

entre de silabas graves y agudas


vive un idilio benévolo y fiero
ante el cual las palabras suenan mudas

sin mayor preámbulo me refiero


a la ironía propia de tus dudas
que no creen, cuanto es que yo te quiero

EL COLOR DE LA TRISTEZA
XI

Fría y lúgubre caricia del viento


que sopla en colisión a los sentidos
en medio de los brillos emitidos
bajo la intensidad del firmamento

209
inmerso en un profundo sentimiento
de latidos meramente abatidos
a razón del tiempo y sus cometidos
es lo que esta triste noche yo siento

irónico sea que tal penumbra


ante un ímpetu fugaz se habrá ido
al ver un brillo que mi vista alumbra

pues una lagrima en color olvido


y su distorsión extraña deslumbra
borrando tal sufrimiento vivido.

A UNA ESTRELLA FUGAZ


XII

Andando entre noctámbulo momento,


inmerso en la oscuridad abismal
vi de pronto una estela fantasmal,
en compañía de un gélido viento

con la sutileza como indumento


y su brillar excluso a lo normal,
tal homóloga de andar informal
convirtió un parpadeo en algo lento

210
así de pronto el color de lo etéreo
esa tonalidad de azul profundo,
cambió al más luminoso verde aéreo

tal brillo fugaz fue desvaneciendo


ante su proximidad a lo térreo,
y se consumió en menos de un segundo.

A LA VISTA DE MESSIER
XIII

Contemplando del cielo su grandeza


mire una pálida forma asimétrica
y entre su figura extraña sin métrica
vi de una nebulosa su belleza

como fantasmal y lúgubre pieza


sobre el misterio de oscuridad tétrica
tal dama entre su forma tan excéntrica
tiene además tenue tinte a cereza

brillando entre su propia sutileza


de colores tenues y turbulencia
comprende del espacio su proeza

distal a la efímera vista necia


como obra sublime de la rareza
sonríe con fulgor a quien le aprecia.

211
EL REFLEJO DE UNA DAMA
XIV

Como una transición primaveral


que confiere su colorido encanto
acariciando entre cálido canto
propio del viento en colisión floral

así es que se percibe el temporal


como la divinidad de algo santo
al nacer una rosa que entre tanto
inhibe todo sentir corporal

observa cual bello orbe nos circunda


en función de su colorida trama
cuando la misma al sol está inclinada

solo así verás entre viva gama


que tal hermosura ya mencionada
es un reflejo de ti bella dama.

HA MUERTO UNA ROSA


XV

Marchitando lento entre senectud


perece de una rosa el esplendor
aquel que ayer fue tan cautivador
y ahora sucumbe en su pulcritud

212
fugaz será el suspiro de quietud
ante tal agobio estremecedor
cual ósculo triste y ahogador
de la muerte en el inerte ataúd

ha muerto una dama con prontitud


bajo el palpitar del azul nocturno
bajo destellos de beatitud

y como sopla el viento inoportuno


sin propinar ruido como virtud
en su corazón no hay latido alguno.

DULCE MIRAR
XVI

Refracción convergente en tu mirada


que enfoca lo cercano y lo distal,
como fuese haz lumínico en cristal
mira siempre tu vista apasionada

contemplante del verso emocionada


conmocionada entre silencio tal,
mira que resulta más que fatal
cuando me miras y no dices nada

213
cada noche contemplas las estrellas
brillando perpetuas a tu acervar
como un reflejo a tu punto visual

si bien dichas distantes son tan bellas


que sentido tendrían de observar
si tu vista es belleza universal

MÁS ALLÁ DEL CIELO


XVII

Observante, alza el semblante a notar


semejante obra bella y maestral
de brillo y entendimiento lustral
que es el universo por avistar

cuantas veces el cielo a de rotar


sobre su mismo ángulo sideral
como fuese la precesión astral
en cada año platónico a datar

si miras más allá de todo viento


lejos de nuestro humano aclarecer
a la profundidad del firmamento

solo así te podrías convencer


que todos somos solo un ornamento
de lo que no se puede conocer

214
LAS PLÉYADES

Apenas había muerto el ocaso


cuando vi un tenue destello albicante
y con la caricia de un viento algente
miré un brillo entre celaje nubloso

De pronto mi andar era nebuloso


como un paseo eterno y nitescente
donde lo sidéreo es recurrente
y lo térreo un pasado dudoso

como guía de los viajes de Odiseo


brillaban ante mi vista las pléyades
siete bellas del reino de Perseo

las enigmáticas beatitudes


que rotan al cielo entre su paseo
de azules e invernales latitudes

215
NOCTURNO AMOR

Heme aquí ante la oscuridad nocturna


bajo de las estrellas que circundan
para contar una historia oportuna

andando por calles en que no abundan


ni los más imprescindibles indicios
de almas que su compañía concedan

es que mi andar percibió los comicios


de la noche y sus estrellas que brillan
en frenesí propio de humanos vicios

al parecer no a muchos maravillan


de la noche sus oscuros momentos
o si lo hacen la voz al viento callan

dado que tales son los atributos


que presenta del cielo su grandeza
que la breve vista serian insultos

no es posible hablar con la sutileza


que refleje lo bello que acontece
cuando se contempla dicha belleza

en el firmamento cuando anochece


donde brillan las estrellas potentes
al contraste de un cielo que embellece

216
cían y carmín abundan latentes
cuando se levanta nuestro semblante
viendo las estrellas que arden distantes

aunada la sombra siempre potente


resultante a la luminosidad
de la luna en su punto más brillante

más sin embargo había adversidad


en mi corazón cual era una víctima
del triste vacio de la soledad

no había alma que se mirase próxima


al sonido que hacia mi caminar,
solo andaría en esa noche anónima

así bajo el magno brillo lunar


observe un lúgubre parque distante
en el cual termine por caminar

la Alameda es el nombre resultante


al parque del tapícense cronista
cuyo oír suele carecer de escuchante

aunque éste no precisa ser florista


su encanto y avasallador aspecto
son los arboles que tapan la vista

217
y una fuente de motivo perfecto
un cisne de tendencia modernista
grandes alas blancas y cuello erecto

circundantes entre brillo a mi vista


más de una lámpara que iluminaba
del parque dicha visita imprevista

me senté sobre una banca que estaba


frente a esa fuente que ya mencione
junto a la soledad que acompañaba

y en la forma que menos imaginé


escuché la suave voz de una dama
que me saludó a la vista del cisne

hola, pronunció ella si mayor trama


así que el saludo le devolví
cuando a mi lado sentó dicha dama

tan súbito fue que cuando la vi


que me provocó un cierto susto
pues fue una sorpresa la que viví

¿qué te parece esta noche? preguntó


la dama de palidez fantasmal
quien también portaba negro indumento

218
hermosa en su oscuridad abismal
bajo el fuerte brillo de nuestra luna
en contraste a la fuente lacrimal

fueron palabras que mi voz propina


a la sonrisa de mi acompañante
en respuesta a su voz sutil y fina

el máximo lunar en lo celeste


ilumina con fulgor nuestra charla
dije, y ella contesto de repente

inevitable sería no mirarla


cuando dicha nuestra galaxia opaca
que imposible será ya presenciarla

¿pero qué diría Messier? acerca


de toda nebulosa que precisa
encandilarse y tornarse acromática

a esto ella contesto, me llamo Elisa


dije, como Elisa de Beethoven
a lo que ella respondió entre sonrisa

- sino más bien soy Elisa del joven


Juan el poeta, y su tan ingenioso
hablar de palabras que rima troven

219
¿cómo has dicho? pregunté muy nervioso
a esa dama que fija me miraba
sin que mi voz compusiese otro verso

ella contesto - yo me figuraba


que eres poeta entre corazonada,
mientras Elisa más se aproximaba

tan cerca mire su piel translucida


que tal tonalidad tan fantasmal
parecía ser de alma aparecida

acertada es tu premisa formal,


dije, notando al su mano tentar
carencia de todo aspecto termal

tengo un poema que te va a gustar,


dije ante el celeste de su mirada
cual poema a la luna iba a tratar

confieso que soy muy apasionada


a la poesía, dijo tal dama
mientras se le notaba emocionada

al parecer nuestro corazón ama


en semejante manera lo mismo,
dijo ella, ante mi voz que luego exclama

220
el poema "brillante despotismo"
soneto al cual ella gran atención
prestó, para luego aclamar el mismo

(declame para Elisa éste soneto)

"contemplo el celestial entendimiento


y no he de divisar estrella alguna
pues la luna al brillo como ninguna
muy déspota gobierna el firmamento

tal como el culterano fundamento


en semejanza a la duda oportuna
tan lustral brillo radia nuestra luna
iluminando el nocturno momento

en perigeo de su acercamiento
habrá de poseer brillo aumentado
solo atenuado ante su alejamiento

y como un apogeo distanciado


ha de venir e ir el alumbramiento
cuando su semblante se ve eclipsado"

concluí mi poema y a la ocasión


mire en mi reloj más de media noche
después terrorífica conmoción

221
pues en el tiempo del mismo derroche
igual que como había aparecido
Elisa había desaparecido
dejándome en soledad con la noche.

Juan Amezcua

222
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