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PORTADA

Relato 1

Una mamá y sus crías

Varios amigos de la universidad habían acordado pasar un fin de semana


alejados de la ciudad. Uno de ellos poseía una gran cabaña en las afueras.

La primera noche organizaron una fiesta llena de descontrol, las copas se


llenaban y como no había vecinos, la música estaba a todo volumen.

Algunos pasaron del estruendo y aprovecharon para recorrer los campos.

Disfrutaban viendo el cielo negro salpicado de estrellas, también


maravillados observaban el aluvión de luciérnagas que resplandecían con
sus luces, de verdad no entendían la razón para venir a embriagarse justo
esa noche. Eso era algo que podían hacer en la ciudad cuando quisieran ,en
cambio esto...

De los mil bichos que chillaban hubo un par a los que pudieron fotografiar,
incluido también, el lugar en el que había estado un nido de lagarto.

Continuaron recorriendo el sendero y aunque la hierba era alta, aún podía


verse la cabaña, previniendo no alejarse decidieron sentarse.

Una chica del grupo conto que la cabaña era antigua, databa de los
primeros colonos europeos que se asentaron en Florida, obviamente había
sido remodelada pero eso no le quitaba encanto ¿quien diría que algo tan
valioso fuera ahora solo un sitio más de juerga?

Así siguieron conversando los amigos, del paisaje, de la universidad, de


amores… En cada uno de los temas las risas no faltaron.
Distraídos y alegres nadie vio como desde la oscuridad un gigante cocodrilo
se acercaba, gateaba lento, tan lento que cuando se dieron cuenta ya fue
demasiado tarde.
Relato 2

Sam de Gerasa, una noche entre velas

La lámpara colgante comenzó a oscilar y algunas velas se apagaron. Ni se


les ocurra soltar el vaso, dijo Sofía.

Con un movimiento suave el vaso se posó sobre la última letra del mensaje:
"Sam es mío"

Sam junto a sus compañeros de universidad Emmanuel y Sofía,


prepararon la noche del 31 de octubre su habitación con velas negras, un
pentagrama de sal y en el centro una antigua ouija de roble tallada a mano.

Con el propósito de contactar al ser que perturbaba el hogar, juntaron sus


manos temblorosas e hicieron el conjuro: "tú, que habitas en las sombras,
responde nuestro llamado".

El viento implacable de otoño estremecía las ventanas y los techos.

"Tú, habitantes de la noche, responde nuestras preguntas. Dijeron al


unísono.

Cada uno posó su índice derecho en el antiguo vaso de cristal ¿Estás


aquí?¿Cómo te llama?¿Que deseas? preguntaron sin recibir respuesta.

Emmanuel, el más perceptivo de los tres, se sintió observado. Un grupo de


grajos posados en la vetusta higuera del patio trasero los observaba
fijamente.
El reloj marco las 3 a.m. No entendían cómo había pasado tan rápido el
tiempo.

La temperatura bajó de golpe mientras sus dedos seguían en el vaso que


comenzó a moverse lentamente.

Sus cuerpos temblaban. Las aves ya no estaban. El frío carcomía sus


huesos.

Un gran terror se apoderó de sus rostros al descifrar el mensaje.

Emmanuel y Sofía levantaron la mirada para encontrarse con la sonrisa


diabólica de Sam.

Los jóvenes nunca más fueron vistos.


Relato 3

Noche de Halloween

Los oyes moverse por la sala produciendo un gran alboroto, oyes como las
botellas de alcohol se chocan sin control y como las risas rebalsan la casa.
Puedes ver las tablas del piso tensionarse y relajarse según tus amigos
caminan sobre ellas. Estás en el sótano, maniatado y moribundo. Intentas
gritar, pero solo un hilo de voz emana de tu cuerpo castigado. Te enojas
con ellos porque no pueden adivinar que estás allí.

Por fin, tu mejor amigo pregunta al dueño de la casa si no sabía nada de ti


y este, con fingida preocupación, dice que no. ¿Cómo puede creerle así sin
más? ¿Cómo puede seguir emborrachándose y jugando sin más
preocupación?

Ellos no saben que fuiste el primero en llegar a esa casa y descubriste que
su dueño abusaba de un chico menor de edad. Oíste sus gritos ahogados y
sus golpes contra la puerta de madera. Corriste en su ayuda, pero algo
macizo golpeó tu cabeza y quedaste tendido sin poder moverte.

Ahora despiertas entre neblinas y mareos, queriendo despedirte de todos


tus amigos que están sobre tu cabeza festejando tonterías.
Relato 4

El reencuentro

Las cuatro mujeres cantaban a todo pulmón, hace años que no se veían y
pasar esa noche juntas era como volver en el tiempo, contando todo lo que
les ha pasado hasta ahora en sus vidas.

Habían rentado una pequeña finca para pasar la noche.

Cuando la canción llegó a su fin todas celebraron, se reían de la alegría que


sentían. Después de unas horas decidieron dormir en la sala todas juntas
como en los viejos tiempos, colocaron los colchones y hablaron hasta
quedarse dormidas.

Catalina se levantó en la madrugada y se dirigió a la cocina para tomar un


buen vaso de agua, abrió el grifo y lleno el vaso, cuando el agua alcanzó su
lengua sintió un sabor extraño, no tuvo tiempo de reaccionar cuando el
puñal le atravesó el estómago, pego un grito lo suficientemente alto como
para alertar a alguien.

Mónica despertó agitada y miro a su alrededor con desesperación, escucho


algo que la levanto. Sus ojos se posaron en la cocina, estaba oscuro, pero
podía notar una mancha negra en el suelo. Se paró y encendió la luz de la
cocina, había un río de sangre que se extendía hasta afuera de la casa, se
llenó de valor y siguió el rastro.

A la mañana siguiente Sandra y Sofía se levantaron, notaron enseguida que


sus dos amigas no estaban. Las buscaron por toda la casa hasta llegar a la
cocina, que estaba reluciente a excepción de una pared que con sangre
decía: "Siguen ustedes".
Relato 5

La Salsa

Los juegos terminaron, el sueño se apodera de tu persona y decides


levantarte para ir a dormir. El estrés de no poder llevar adelante tu negocio
te agobia, pero logras encontrar el consuelo en tu nuevo proyecto.

Los invitados a la noche de pijamas están en silencio, cómo si también


Morfeo estuviese llamándoles a sus brazos.

*Cae la baraja al piso. *

Matías, quieto y sin musitar nada, la deja allí.

—Creo que tendré que hacerlo yo —Dices consternado por la actitud de tu


amigo—. Bueno, creo que es hora de acomodar la mesa para dejarla lista
para mañana. Tienes la ilusión de que todo estará bien.

Tus pies te llevan hasta la cocina. Tienes todo listo para comenzar a cocinar
y sorprender a los clientes con tu nueva salsa, hecha con el ingrediente más
fino que pudiste conseguir en una receta que conseguiste en el mercado.

—¡Demostraré a todos que puedo lograr lo que me propongo! —Dices en


voz alta.

El estrés te ha llevado al límite, tu psicólogo ha recomendado que debes


concentrarte en tu trabajo en el buffet y dar todo por crecer en lo
profesional para dejar a un lado todo lo malo.
Vas hasta el comedor, desconectas las mangueras y finalizas el vaciado.
Los comensales, pálidos y sin rastros de sangre, quedan junto a sus
respectivas bolsas para luego ser descartados.

—El ingrediente para mi salsa está listo. Al fin sabrán respetarme y no


sentir lástima por mí —Culminas llevando las botellas a la mesada.

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