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JESÚS ES TU PUERTA SEGURA

Juan 10:9.
Eres una oveja con la necesidad de un pastor. La parábola de la oveja perdida, ilustra la realidad
de un mundo depredador que no vacila en destruir a las multitudes desamparadas como ovejas sin
pastor. Cómo si se tratara de lobos, hienas y chacales, ¿cómo enfrentarás a los enemigos
postmodernos de la fe, como la incredulidad, la ansiedad, las adicciones, el temor, la depresión,
las pasiones desordenadas, la violencia y otros graves conflictos? Jesús es tu puerta para salvarte
de cualquier oscuridad espiritual y avivar el fuego de tu fe.
La oveja es frágil La oveja es de los animales más débiles frente al ataque de un enemigo; son
indefensas e ingenuas con la mirada siempre hacia abajo. No es un animal de pelea ni de batalla,
nunca hemos escuchado sobre una pelea de ovejas. El valor de su especie se estima en la carne, la
leche, la piel y la lana. Tienen desarrollada la intuición de escuchar la voz de su pastor; quien les
ponía un nombre y las llamaba con mucha ternura.
El pastor es indispensable El pastor escogía ese oficio asumiendo la responsabilidad de atender
a cada una; les ayudaba en el nacimiento de una nueva oveja, curaba sus heridas o infecciones
causadas por las moscas y las garrapatas; las protegía de los enemigos depredadores como el león
o el lobo. Era común ver al delante de ellas, buscando pastos verdes y agua abundante; durante el
verano y el otoño las llevaba por largas temporadas a las montañas. Su mayor gozo era ver la
reproducción.
El redil o corral es sinónimo de descanso Era un lugar cercado de piedra o de madera con
ramas espinosas. El muro que circundaba el redil tenía sólo una puerta (Juan 10:1), junto a la cual
los pastores montaban guardia.
La puerta del redil es señal de protección Sin importar que fuera de madera, de varas o de telas
rígidas, el pastor velaba junto a la puerta porque de allí dependía la seguridad. “Había pastores en
la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño” (Lucas 2:8).
Las ovejas se sentían seguras porque su pastor velaba en la puerta.
El enemigo es implacable Los animales salvajes como el lobo, la hiena, los chacales,
merodeaban para atacar. David el hijo de Isaí, arriesgaba su vida para defender a su rebaño.
(1Samuel 17:34-35)
Pero el enemigo más astuto y peligroso al que tenía que enfrentar un pastor, eran los ladrones.
Jesucristo te pastorea si lo permites No te manipula como otros líderes religiosos y moralistas.
Curará tus heridas y te enseñará a ser un buen mayordomo de tu “lana, tu carne, tu leche”. Él
quiere ir al frente de tu vida y llamarte por tu nombre para que lo sigas. “A éste abre el portero, y
las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca” (Juan 10:3). No va detrás de
ti para insistirte, manipularte, chantajearte, o negociar contigo.
Si no conoces al Buen Pastor, estás descalificado para pastorear a cinco personas o a miles.
Muchos líderes de grandes agrupaciones, se han ostentado como representantes de Dios en la
tierra, usurpando títulos de santo padre, apóstoles, el ungido, el siervo, el gran profeta; la realidad
es que no tienen el corazón sensible para conocer a sus ovejas, no tienen trato con ellas, no saben
en qué condición se encuentran, desconocen si están fuera del redil. Intentan dirigir al rebaño
desde los canales de televisión o las redes sociales, sin alimento oportuno y sin la autoridad del
Señor. Sus ovejas están desnutridas, enfermas y con la necesidad del Buen Pastor.
Jesucristo te da el derecho de elegirlo o de rechazarlo El Buen Pastor no busca fanáticos
movidos por la emoción y el beneficio personal; no busca a gente que lo ve como la última
opción, después de probar con diferentes religiones o ideologías. Va delante de ovejas
inteligentes y humildes.
“Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto
a aguas de reposo me pastoreará” (Salmos 23:1-2)
Jesucristo es la puerta para conducirte a la salvación eterna. La oveja entraba al redil y salía
con la certeza que el pastor la llevaría por pastos abundantes. Hoy día, el mundo religioso o
secular no tiene pastor, no tiene redil, no tiene puerta. La gente vive en casas protegidas con
varias cerraduras, pero por dentro están ansiosos y sin esperanza. Entran y salen de su casa, con
angustia y temores, porque no tienen un pastor que haga guardia en su puerta.
La salvación es supremamente valiosa. Nadie más te puede salvar de la condenación eterna.
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de
Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1Pedro 1:18-19)
La salvación es eficientemente segura. Aunque el diablo estorbe tu comunión con Dios. “Mis
ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán
jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie
las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10:27-29)
La salvación es generosamente eterna. Sin límite de tiempo o espacio. “Porque sabemos que si
nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa
no hecha de manos, eterna, en los cielos” (2 Corintios 5:1)
El diablo es tu peor enemigo El ladrón de ovejas no entraba por la puerta, sino que saltaba el
redil, aprovechando las tinieblas de la noche para sorprender y robar. “El ladrón no viene sino
para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia” (Juan 10:10).
Jesús se refirió a los ladrones de ovejas como los falsos maestros que distorsionaban la palabra de
Dios.
El enemigo más astuto que te ha estorbado para conocer a Jesús, es el diablo. ¿Cuál es su
método? Se acerca sigilosamente al redil, se asoma por la parte más débil del techo o las paredes;
y entonces descubre que no estás descansando; estás ansioso por salir y descubrir nuevas
experiencias, tal como Eva fue tentada por el diablo. Pondrá en tu mente pensamientos con los
placeres del mundo. Ese enemigo espiritual sembrará dudas acerca de los propósitos de Dios para
tu vida, generará desconfianza y una falta de compromiso para dejarte pastorear por Jesús.
Haz un compromiso Señor Jesús: soy una oveja enferma, sin paz, sin dirección, sin buenas
relaciones. Me acerco a ti, mi puerta perfecta, para ser protegido y alimentado. A partir de hoy,
¡soy tu oveja, eres mi Buen Pastor!

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