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LA DISCIPLINA PERSONAL

Hebreos 12:7-11
Jesús dijo, “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” Juan 10:10.
Él ha prometido que nosotros conoceremos la verdad, y la verdad nos hará libres. Libres de la
esclavitud del pecado. Vivir en Cristo es abrir a nosotros un nuevo mundo lleno de experiencias.
El Apóstol Pablo lo manifestó así, “Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre
exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve
tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;
no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues la cosas que se ven son
temporales, pero las que no se ven son eternas” (2Cor 4:16-18).
El cristiano no tiene promesa de una vida libre de problemas y pruebas. Pero si tiene promesa de
una paz y gozo permanentes que las inquietudes de este mundo no pueden arrebatar. No hay nada
más grande que el don de vida eterna, y el gozo de compañerismo con Jesús aun mientras estemos
aquí en esta tierra.
Jesús no nos ha dejado huérfanos. A través de Su Espíritu y Su Palabra, Él nos guía y nos enseña.
Cuanto más familiarizados estemos con Su Palabra, más podremos vivir una vida cristiana exitosa.
I. EL HOMBRE INTERNO: El salmista comprendió el valor de una relación con Dios. “Crea
en mí, oh Dios, un corazón limpio. Y renueva un espíritu recto dentro de mí” Sal 51:10.
Es importante que el cristiano cuide apropiadamente las necesidades espirituales y la madurez del
templo de su cuerpo. La tragedia de los escribas y fariseos fue que ellos limpiaron “lo de fuera
del vaso y del plato, pero por dentro” ellos estaban “llenos de robo y de injusticia.” “... el
hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” 1Samuel 16:7.
A. El Corazón del Cristiano:
1. Dios ama al corazón humilde y contrito (Isaías 57:15; 66:2).
2. Una actitud decente es de gran importancia a Dios.
3. Nuestros corazones son purificados por nuestra fe en Dios (Hechos 15:9).
B. La Vida de Oración del cristiano:
1. Solamente con una vida de oración consistente podemos renovar nuestros corazones y mentes,
purificando nuestros corazones cuando venimos diariamente ante Su presencia. Podemos vivir una
vida exitosa y victoriosa sólo cuando somos conscientes de una correcta relación con Dios. a. La
confesión trae perdón y limpieza (1Juan 1:7-9).
2. La oración tiene un propósito definido: por medio de la oración hablamos con Dios, y El habla
con nosotros.
3. En cada cosa dé las gracias (1Tes 5:18). Cada suceso deberá estar sujeto a la gratitud y al
agradecimiento, porque “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” Rom 8:28.
C. La Vida Mental del cristiano: “Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has
conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos” Salmos
139:1-2. No podemos esconder nuestros pensamientos de Dios. Lea todo el Salmo 139.
1. Lo que mora en nuestras mentes afecta lo que somos y lo que lleguemos a ser. Es por esta razón
que se da tal importancia a la elección del material de lectura, compañía, conversación, música y
diversiones.
2. No podemos controlar enteramente el ambiente mundano en el cual tenemos que vivir, pero con
frecuencia aquello que contaminará la vida mental puede ser evitado. Es una elección de nuestra
voluntad. Dios nos da una manera de escapar, 1Cor 10:13.
3. Nuestros corazones se pondrán más puros, si practicamos conscientemente el pensar
pensamientos apropiados. Fil 4:8.
II. EL CRISTIANO COMPLETO: “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed
niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar” 1Cor 14:20.
Dios conoce nuestros pensamientos, motivos e intenciones secretas. El hombre nos juzgará por lo
que somos y por lo que hacemos. La Palabra de Dios es nuestra norma para una adecuada
conducta y acción cristianas.
Para una precisa definición de la personalidad cristiana completa, Gálatas 5:22-23, acerca del
FRUTO DEL ESPIRITU. El fruto del espíritu es lo que la persona es, no lo que hace. Pero sus
acciones externas serán guiados por el hombre interno. Si profesamos ser cristianos, todo lo que
hacemos y decimos será una reflexión en el Señor Jesucristo. Así nuestra vida misma es nuestro
más grande testimonio personal a otros. Lucas 6:43-45.
A. El cristiano y la Verdad: “Los labios mentirosos son abominación a Jehová; pero los que
hacen verdad son su contentamiento” Prov. 12:22.
1. ¡Dios odia la mentira! “Y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego
y azufre” Apo 21:8.
2. ¿Qué es la Verdad? Sal 119:142 Tu justicia es justicia eterna, Y tu ley la verdad 151, 160. La
Palabra de Dios es la verdad. Esta es la UNICA medida de la verdad de Dios.
3. Amad la verdad. La verdad debe ser amada, no tolerada. Hay un peligro en no amar la verdad.
1Tes 2:10-12.
4. El Espíritu Santo es el Espíritu de Verdad. Cuando permitimos que Dios nos llene con Su
Espíritu, la ley de la verdad empieza a operar. Si la verdad está en la parte interior, entonces
ciertamente la verdad saldrá a relucir. Mateo 12:34-35.
5. No hay excusa para que un cristiano mienta. Un cristiano debe ser veraz en todo momento y en
cualquier circunstancia. Todo intento de engañar a otros por lo que decimos, o dejamos de decir, no
es verdadero, y por lo tanto es una mentira.
6. Lea Salmos 15:1-5; Proverbios 12:19; Zacarías 8:16; Malaquías 2:6; Efesios 4:25; 6:14.
B. El cristiano y la Honestidad: “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de
todos los hombres” Rom 12:17. La honestidad está íntimamente relacionada con la verdad. No hay
ninguna excusa para la deshonestidad en la vida de un verdadero hijo de Dios. Esto se aplica a
nuestras vidas privadas, relaciones con la familia y amigos, y a nuestros asuntos de negocios.
1. Dios demanda la honestidad. “No hurtaréis, y no engañaréis ni mentiréis el uno al otro” Lev
19:11.
2. La bondad es un fruto del Espíritu. Honestidad es bondad, deshonestidad es maldad. El Espiritu
Santo no puede habitar el templo de uno que es deshonesto. Hechos pequeños de deshonestidad
crecerán. El cristiano debe tener cuidado en ser completamente honesto en todos sus tratos con
otros. Lo esencial en la bondad o maldad es sembrado primero en semillas de bondad o maldad
diarias. Nuestras grandes acciones no son más que extensiones de nuestras pequeñas acciones.
Finalmente cosecharemos en vida los hábitos que hemos sembrado desde el comienzo de nuestra
vida cristiana.
3. Lea Lev 19:35, 36; Deut 25:15; Prov 11:1.

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